Memorias autobiográficas, historico-políticas y de caracter social (página 16)
Enviado por Jose Maria Quijano Wallis
Expuestas brevemente por los Sres. Cárdenas y Quijano Wallis las razones que asistían al Banco para no hacer el emprés-tito, y hécholes presente que el Establecimiento en otras cir-cunstancias había prestado al Gobierno la suma de cien mil pesos, y mas tarde la de doce mil, sin coacción ninguna; pero que en las actuales circunstancias no podía hacer lo mismo, y que, en consecuencia protestaban contra la violencia, si acaso se consumaba. El Sr. Secretario de guerra, en nombre de sus compañeros y del Go-bierno, manifestó que no cejaba en su exigencia del empréstito, y que no se detendría en tomar por la fuerza el dinero que se ne-cesitaba para gastos urgentes del Ejército.
Replicó a esto el Dr. Quijano Wallis que, aunque bien com-prendía que los agentes del Gobierno no tendrían inconveniente en tomar por violencia el dinero de las cajas del Banco, el deber de los Directores y Administradores del Establecimiento era re-sistir hasta el último momento, para salvar su propia responsabi-lidad; después de lo cual se retiraron los Sres. Secretarios de Estado, señalando las cuatro de la tarde para la entrega del dinero.
Entre tanto la fuerza armada seguía ocupando el local del Banco é impidiendo la salida de los accionistas y empleados del Establecimiento y de los individuos que entraban a verificar alguna operación en la Caja; pero ésta continuaba abierta funcionando con regularidad como siempre, cambiando los billetes y cubriendo los cheques como de ordinario.
Continuada la sesión, el Dr.Quijano Wallis propuso lo siguiente:
« La junta General de Accionistas del Banco de Crédito Hipo-tecario, reunida, en sesión extraordinaria con motivo de la exigencia que ha hecho al Banco el Gobierno Nacional de un empréstito con carácter de forzoso por la suma de treinta mil pesos, ha deliberado detenidamente sobre la resolución que debe tomar y
CONSIDERANDO;
« Primero. Que la situación de la Caja del Banco no le per-mite hacer desembolso ninguno por el momento, porque tiene apenas el suficiente metálico para cubrir sus billetes depósitos y cuentas corrientes;
« Segundo. Que los fondos é intereses que tiene en guarda el Banco no son solamente de los accionistas, sino de individuos que han hecho confianza del Establecimiento, individuos que perte-necen a las diversas clases sociales y muchos de los cuales no tendrán otro medio de subsistencia que lo que les mantiene en depósito el Banco;
< Tercero. Que un desembolso de la expresada cantidad en las actuales circunstancias, además del pánico que la exigencia del Gobierno ha difundido en el público respecto de los valores fiduciarios del Banco, traería la suspensión de la marcha regular del Establecimiento con perjuicio de los acreedores y depositarios
« Cuarto. Que el Banco por su naturaleza hipotecaria no cuenta con entradas inmediatas de parte de sus deudores, ya por las difíciles circunstancias económicas actuales, ya porque los pla-zos otorgados son a largo término;
« Quinto. Que de acuerdo con lo dispuesto en el art. 20 de la ley de 14 de Enero de 1873 del Estado de Cundinamarca so-bre Bancos hipotecarios, el Banco no puede hacer préstamos sino sobre primeras hipotecas
« Sexto. Que al acordar un préstamo en las actuales cir-cunstancias, desequilibrando el estado de Caja, se seguiría la clau-sura de ésta, con gran perjuicio no solamente de los accionistas, sino de los depositantes, tenedores de cédulas y billetes y de los demás acreedores del Establecimiento;
RESUELVE
« 1 Manifestar al Gobierno Nacional que el Banco no puede hacer el préstamo de treinta mil pesos que se solicita, sin com-prometer la existencia del Establecimiento, lo que se asegura bajo la fé de la palabra de los accionistas que firman esta declaratoria
« 2 Declarar como impuesta por la fuerza cualquiera medida que resuelva adoptar el Gobierno ulteriormente, para salvar, en todo caso, su responsabilidad de Directores y administradores del Banco .
Sometida a votación esta proposición, y computando los vo-tos por acciones, como mandan los Estatutos, fué aprobada por trescientos veinte votos afirmativos contra sesenta negativos y ciento veinte en blanco. Se distribuyeron así:
Votos afirmativos
Valenzuela Alfredo, por sus veinte acciones, las ciento de D. José Maria Valenzuela, las treinta de D. Pablo Valenzuela y las cinco de D. Julio Valen-
zuela Suárez 155 votos Vargas Vicente Antonio por sus veinte accio–nes, por las quince de D. R. Rocha C. y las quincede los Sres Vicente Antonio Vargas & C 50 » Quijano Wallis J. M., por sus veinte acciones 20 » Rivas Luis G., por sus veinte ac:íones 20 » Defranciso J. M. por sus diez, acciones porlas cinco de los Sres Defrancisco & Arboleday por las diez de los Sres Vengoechea Hermanos 25 » Vargas Enrique, por las veinte de D. José M Ur–daneta 20 » Valenzuela Suárez Daniel, por sus cinco ac–ciones 5 » Y Escobar José Ignacio, por las cinco acciones delos Sres. Nicolas Esguerra & C0. y las veinte de D. Ni-colas Esguerra, en cumplimiento de deseos de esteúltimo señor, en carta que se citará mas adelante 25 » Suman 320 votos Votos negativos
Vargas Francisco, por las sesenta acciones de
los Sres. Francisco Vargas Hermanos 60 »Votos en blanco:
Koppel S., por sus treinta acciones ; y Schloss C., por sus treinta idem, representadas unas y otras
por D. Alfredo Valenzuela 60 votos Cárdenas Cecilio, por sus veinte acciones 20 »Madero Diego por sus diez acciones 10 » Y Vengoechea Gabriel por sus treinta accio–nes, representadas por D. J. M. de Francisco 30 » Total de acciones y votos computados 500 votos
Pocos momentos después de aprobada esta proposición, se presentó el Sr. Secretario del Tesoro y manifestó que el Banco de Colombia estaba tratando de hacer un arreglo con el Gobierno y para pagarle un empréstito de quince mil pesos por cuotas sema-nales, y que él creía que podría celebrarse uno semejante con el de Crédito Hipotecario. Manifestó el Secretario sus simpatías por este Banco, deseo dé ser accionista de él y de servirle en esta emergencia; le ofreció una suma de dinero equivalente a la mi-tad del empréstito. A las palabras del Secretario, se siguieron unos segundos de silencio, y enseguida le fué leída con sus considera-dos, la proposición que acaba de mencionarse.
Acto continuo, el Sr. Rivas hizo la siguiente:
« El Banco de Crédito Hipotecario faculta al Sr. Jorge Hol-guín, Secretario del Tesoro, para que celebre con el Gobierno Nacional un convenio por el cual el Banco dará prestada igual suma a la que haya prestado el de Colombia, pero con ga-rantía hipotecaria y siempre que no exceda de quince mil pesos ». Sometida a votación, fué aprobada esta proposición por los vo-tos afirmativos, (emitidos por sí y por apoderado) de los Sres. Va-lenzuela José Maria y de Pablo Valenzuela, Vargas Francisco De-francisco Cárdenas Cecilio, Madero Diego, Vengoechea hermanos y Defrancisco & árboleda
Votaron negativamente los Sres. Vargas D. Vicente Antonio, por sí y por D. R. Rocha C., y D. Enrique por D. José M. Urdaneta; Valenzuela Alfredo, por sí y por D. Julio Valenzuela Suárez; Quijano Wallis J. M. por sí; Y Escobar José Ignacio, por D. Nicolas Esguerra que, como expresión de su voto en las deliberaciones de la Junta, había dirigido la siguiente carta:
« Bogotá, Febrero 17 de 1885.
Señores Directores del Banco de Crédito Hipotecario.
Muy estimados Señores.
Ha-biendo tenido necesidad de ocultarme para poner mi persona a cubierto de los atropellos "de la Dictadura que hoy impera en la ciudad, no puedo concurrir a la Junta General de Accionistas. En mi deseo de hacer conocer a los Sres. Accionistas mi opi-nión, dirijo a Uds. la presente carta. – Entiendo, por los infor-mes que he recibido, que, con el derecho de la fuerza, quieren los mandatarios de hoy apoderarse de los caudales del Banco, seguramente en nombre de la religión y de la moral Que lo hagan rompiendo las cajjas, como en otra ocasión se apoderó de los caudales de algunos particulares una muy conocida Compañía de ladrones, ya que no tenemos fuerza que oponer a la fuerza; pero que, al saqueo del Banco, no tengamos los accionistas que agregar la vergüenza de verlo autorizado por ninguna debilidad de parte de los consocios, a quienes se ha confiado la guarda de nuestros intereses. – No es que yo dude por un momento de que los Directores puedan carecer en estos momentos de la energía que la situación demanda: es que quiero hacer constar mi opi-nión sobre el modo como creo que se debe obrar. Soy de Uds. muy atento y S.S. Nicolas Esguerra »
A las cinco y medio de la tarde se retiró el Señor Secre-tario, y siguió la prisión de los accionistas y empleados del Banco por la fuerza armada que ocupaba el local del Establecimiento.
A las siete y media de la noche regresó el Secretario del Tesoro y manifestó que el Gobierno Nacional permanecía infle-xible en exigir del Banco de grado o por fuerza los treinta mil pesos pedidos primitivamente.
Luego que se separé el Secretario, volvió la Junta a delibe-rar y resolvió por unanimidad (a excepción del voto del Sr. Fran-cisco Vargas) no acceder a la pretensión del Gobierno, protestar contra la exacción que se ejercía, y declarar que solamente por la acción de la fuerza se entregaría el dinero.
El Sr. Francisco Vargas manifestó que él se inclinaba a la decisión de sus honorables compañeros y que si se había opues-to a que se llevaran las cosas al extremo de dejar romper las ca-jas del Banco, era porque en su opinión se evitaba un mayor de-sastre al Establecimiento, exponiéndose a que no solamente fueran perdidos los treinta mil pesos, sino los billetes y demás valores que existían en la Caja. Y que, en su concepto, la violencia es-taba ya consumada con la notificación de los Secretarios, la ocu-pación del local por la fuerza y la detención de los accionistas y empleados.
De las siete de la noche para adelante se estrechó la prisión de los detenidos, se colocaron guardiy, no solo en las puertas principales y en el vestíbulo de entrada, sino también en las habi-taciones interiores de la casa que en el mismo local del Banco ocupa con su familia el Gerente del Establecimiento. Prohibióse a los accionistas y empleados detenidos que se asomasen a los balcones de la casa y se pusiesen en comunicación con individuos de fuera; cubriéronse con centinelas las puertas de la oficina de Caja; se establecieron guardias que impidieran la comunicación del tramo exterior, tanto en la parta alta como en la baja, con el interior de la casa del Gerente, y se pretendió poner imagi-narias en los balcones de las habitaciones privadas que ocupan la señora y familia de dicho funcionario, a lo cual éste se opuso enér-gicamente, protestando contra tan insólito abuso. En vista de esta resistencia, el oficial de guardia custodió los balcones, poniendo centinelas en la Calle Real.
En tal situación se pasó la noche del 15 al 18 de Febrero.
A las nueve y media de la mañana del 18, se presentó el Secre-tario de Guerra, é interrogado por el Sr. Vicente Antonio Var-gas si insistia el Gobierno en tomar por la fuerza el dinero pedido, contesté que sí.
Reunida la Junta en presencia del Secretario, éste declaró terminantemente después de una brevísima discusión, que no tenía inconveniente moral ni material para tomar por la fuerza el dinero que se exigía en empréstito.
En vista de esta terminante declaratoria y de los hechos que se habían cumplido y se estaban cumpliendo, la Junta juzgó que estaba consumada la cocción y perpetrada la violencia del Go-bierno contra el Banco, y resolvió dejar en la caja del Estable-cimiento la suma de treinta mil pesos, para que el Gobierno la tomara como obtenida por la fuerza y sin que mediara contrato ni arreglo de ninguna especie, con lo cual se levantó la sesión consignándose en esta acta la siguiente protesta;
« La Junta General de Accionistas del Banco de Crédito Hi-potecario.
CONSIDERANDO:
« Primero. – Que el día de ayer (diez y siete de Febrero) fué ocu-pado por la fuerza armada el local del Establecimiento de orden del Gobierno Nacional y en presencia de los Secretarios de Estado Sres. Julio E. Pérez, Vicente Restrepo, Jorge Holguín y Felipe Angulo;
« Segundo. – Que además de quedar custodiada por fuerza armada la oficina de caja del Banco y ocupado todo su local por centi-nelas y guardias, fueron detenidos durante veintidós horas los ac-cionistas y empleados del Establecimiento;
«Tercero. – Que habiendo declarado los Sres. Secretario de Esta-do que si el Banco no otorgaba voluntariamente el empréstito de treinta mil pesos que se le exigía, motivo da la detención de los accionistas y de la ocupación del local con tropa armada, se tomaría por la fuerza la suma a que monta el empréstito; Y
« Cuarto. – Que en vista de esto, la Junta General, obrando bajo la presión de la fuerza, juzgó que estaba consumada la coacción con-tra el Banco y dispuso que el Gobierno adquiriera la expresada suma como tomada por la fuerza y sin que mediara contrato ni arreglo de ninguno especie
RESUELVE:
« Primero. Protestar solemnemente como lo hace contra el em-pleo de la fuerza armada de que se ha servido el Gobierno Nacional pa-ra ejercer coacción contra el Banco, sus accionistas y empleados ; Y
« Segundo. – Declarar que la suma que se le ha tomado al Banco ha sido adquirida por la acción de la violencia, y que si el Estableci-miento hubiera tenido libertad para obrar, o modo de oponer la fuer-za a la fuerza, no habría permitido la referida exacción ».
Con lo cual se levantó la sesión a las diez de la mañana del día diez y ocho de Febrero.
El Gobernador del Banco, Presidente del Consejo,
FRANCISCO VARGAS
El Secretario: CARLOS EDUARDO CORONADO
CAPITULO XXXVII.
Recuerdos Cronológicos
FROILAN LARGACHA Y MANUEL POMBO; JUAN E. MANRIQUE Y SANTIAGO PEREZ TRIANA, – CARLOS ARTURO TORRES.
SUMARIO. – Rasgos biográficos de estos eminentes colombianos y home-naje a su memoria.
No quiero terminar esta primera parte de mis Memorias sin consignar unas palabras en homenaje a la memoria de los individuos cuyos nombres encabezan este capítulo, y que ocupa-ron puesto principal en el rol de mis mejores amistades.
El Dr. Froilan Largacha, nacido en Popayán, ha sido el único hombre que yo he encontrado como prototipo de la per-fección moral. Si hubiera existido en tiempo de Diógenes, el fi-lósofo griego habría tenido que apagar su linterna al encontrarse con ese hombre inmaculado. Parodiando la frase de Chateaubriand respecto de Napoleón, puedo decir, sin hipérbole ni exageración alguna, que el Dr. Largacha poseía el espíritu mas noble y mas benévolo con que Dios animara el barro humano. Si un hombre, desengañado de las miserias que acompañan- a la especie huma-na, se viera sumido en supremo desconsuelo al ver cuántas baje-zas é iniquidades fermentan en el corazón del hombre cuando lo dominan el vil interés o las malas pasiones, habría hallado un consuelo y una reconciliación con la humanidad al haber conoci-do y tratado al Dr. Largacha.
Intelectual de intensa fuerza y de vasta ilustración, ocupó varias veces un sillón en las Cámaras legislativas, en los Minis-terios de Estado y en la Suprema Corte Federal hasta llegar a ser uno de los miembros del Poder ejecutivo plural organizado por la Convención de Rio-Negro en 1863. En todos estos pues-tos públicos se distinguió el Dr. Largacha por su talento, su instrucción, su pericia, y, sobretodo, por su irreprochable honradez.
Murió pobre, después de haber formado una numerosa y ho-norable familia, pero dejó una huella y un recuerdo imperecedero de bondad, de benevolencia y de verdadera caridad cristiana.
En el curso de su larga vida no ejecuté ni la mas leve mala acción ni el hecho más insignificante que pudiera vituperár-sele. Su vida fué una serie de obras buenas, y si algún hombre pudiera señalarse como el verdadero Imitador del Sublime Fun-dador del Cristianismo, ese hombre y solo ese hombre habría si-do el Dr. Froilan Largacha.
Manuel Pombo fué hijo del célebre D. Lino de Pombo, el gran Ministro de Relaciones Exteriores de varias administraciones las cuales registran en su fastos las sabias -medidas del gran Can-ciller de Nueva Granada.
Manuel Pombo nació en Popayán en 1833, pero pasó la mayor parte de su vida en Bogotá. Era uno de los hombres de mayor talento, ilustración y espiritualismo que yo haya conocido.
Abogado eminente, fué uno de los compiladores de los Có-digos de Cundinamarca, así como su padre lo había sido de la Recopilación granadina.
Pombo era notable escritor, poeta genial y, aun cuando no tan fecundo ni tan brillante como su hermano D. Rafael (el único poeta coronado que ha tenido la República), tenía el mismo númen de su digno hermano. El « Soneto a una mirla» de Manuel Pombo, es 1ma de las mas preciosas joyas del Par-naso colombiano.
Como amigo y como jefe de familia, Manuel Pombo era in-comparable. Su cultura exquisita procuraba a sus relaciones los más gratos solaces, cuando en los días festivos visitaba a sus ami-gos y admiradores.
Siempre solícito para servir a sus amigos, era el primero en consolarlos y ayudarlos cuando estaban afligidos por alguna enfermedad, o por una de las vicisitudes tan frecuentes en la vi-da. Como critico de arte, especialmente en literatura, poseía Pom-bo un talento especial. Su juicio recto sobre todas lais cuestiones de estética literaria, hacían de sus conceptos fallos magistrales, y como causeur quizá nadie le superaba en la República.
En su modesto almacén de artículos de escritorio, situado en la calle í 2, se reunían por las tardes hombres muy notables de la política y de las letras a gozar de los encantos de la con-versación de Pombo. Vi allí algunas veces al célebre facultativo Dr. Cheyne, a D. Victoriano de Diego Paredes, a Salvador Ca-macho Roldan, a Teodoro Valenzuela (su hermano político) al espiritual Januanio Salgar, al culto cuanto talentoso Luis Bernal, al Dr. Parra, a Eustorgio Salgar y a muchos otros. Todos nos embelesábamos con la amena charla de Pombo y todos recibía-mos con respeto y admiración sus apreciaciones sobre los acon-tecimientos políticos y literarios de esa actualidad.
Manuel Pombo rehusó siempre altas posiciones oficiales que le ofrecieron los Gobiernos liberales después de la revolución de 1860, y esquivé también todas las ocasiones que le presentaban para tener éxitos políticos o sociales. Apesar de permanecer siempre fiel al partido liberal doctrinario, no obstante que su pa-dre y todos sus hermanos estuvieron afiliados al bando conser-vador, nunca quiso aparecer como hombre público militante, por-que su modestia infinita rayana en humildad dominaba todos sus sentimientos y apagaba cualquiera ambición que, como en todo ser humano, pudiera surgir en el fondo de su espíritu. Consagra-do a la educación de su familia y a procurarse los medios de subsistencia detrás del estrecho mostrador de un pequeño alma-cén de útiles de escritorio, Pombo vivió en la sombra de la po-lítica y de los esplendores públicos; pero teniendo, como la lu-ciérnaga, luz propia que brilla más a proporción que se trata de ocultar, los talentos y los nobles sentimientos de Manuel Pombo se abrían paso al través de su modestia y de las sombras, entre las cuales se deslizó su tranquila existencia.
JUAN E. MANRIQUE
Para tributar un recuerdo u homenaje a la memoria de uno de los amigos mas queridos y mas estimados que honraron y protegieron mi existencia, no necesito hacer un boceto de ese compatriota eminente, de ese hombre extraordinario que se llamó Juan Evangelista Manrique, porque las trompetas de la Fama han pregonado sus múltiples y excelsas cualidades.
Miembro de una familia formada en la escuela del honor y del trabajo, hizo sus estudios de medicina en la ciudad de Paris.
En los claustros universitarios y cosmopolitas del primer cen-tro científico del mundo, Manrique sobresalió entre todos sus con-discípulos pertenecientes a diversas nacionalidades, y fué laureado de la Facultad de Medicina de Paris.
Regresó a Colombia pleno de ciencia y de sentimientos de amor a su país.
Establecido como médico, rápidamente alcanzó el primer puesto entre los facultativo de la capital y adquirió una nu-merosa clientela. Sus triunfos profesionales fueron constantes.
Sus principios de liberal doctrinario, formados por atavismo y por convicciones, lo distrajeron, las mas de las veces, de sus estudios y trabajos científicos para llevarlo al turbión de la polí-tica con el fin generoso de contribuir al progreso y a la civili-zación de su patria conforme a sus nobles ideales.
En el campo de la política alcanzó tantos y aun mayores triunfos que en el de la ciencia. Su popularidad fue extraordina-ria y, en plena juventud, sin antecedentes políticos o propiamente oficiales, pues nunca había servido un puesto público, llegó a ser uno de los Directores del partido liberal cuando éste trató de reorganizarse después de su caída.
Manrique dedicó a la política y a su país el mismo entu-siasmo, el mismo desinterés y la misma fé y abnegación que había tenido en sus trabajos y estudios científicos. Mas aun. Cuanto ganaba abundantemente por el ejercicio de su profesión, lo dedicaba a los servicios políticos y eleccionarios, y, además, a favorecer a los necesitados, pues su caridad era tan grande como sus facultades intelectuales.
En 1905 ocupó una curul en la Asamblea nacional consti-tuyente y legislativa, convocada por el General Reyes. En el seno de esta Corporación, hizo conocer Manrique sus grandes dotes de orador parlamentario y de Tribuno.
Sus trabajos en la Asamblea fueron notables y contribuye-ron poderosamente a la reorganización del país en esa época memorable, a la cual consagraré un estudio detenido en la segun-da parte de esta obra.
En asocio del Dr. Bonifacio Vélez, distinguido y honorabílisi-mo abogado colombiano, elaboré el proyecto de reforma consti-tucional para establecer en la República el principio electoral de la representación de las minorías el cual, reparando una injusticia de 30 años, ha sido el factor principal de la paz ininterrumpida que durante 16 años ha disfrutado la República.
Nombrado por el General Reyes Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Francia, España y Bélgica, vino a Paris en 1906, en donde permaneció hasta su muerte acaecida en 1914.
Como diplomático no fué menos brillante Manrique que como hombre de ciencia y de política. Debido a sus gestiones se resolvió el intrincado y grave asunto de las acciones de Colombia en el Canal de Panamá, y su talento, su actividad y su insuperable dón de gentes hicieron adquirir para Colombia una elevada posición internacional y grandes y provechosas relaciones en España y Francia especialmente.
Con el Gobierno español celebró un Tratado muy favorable a los colombianos y por el cual pueden éstos ejercer libremente en la Península y en sus colonias las profesiones de abogado, ingeniero y médico sin necesidad de exámenes y sin mas for-malidad que la de presentar sus diplomas, visados por los repre-sentantes diplomáticos de España.
Después de la dejación del puesto de Ministro de Colombia, se estableció Manrique como médico en Paris y en esta modesta posición continuó su carrera de triunfos. Bien pronto Manrique adquirió la clientela de todos sus compatriotas residentes en Paris y de lo mas selecto de las colonias mejicana, chilena, argentina y de otras repúblicas de la América española.
Consagrado con una asiduidad extraordinaria a sus trabajos profesionales, no dejaba por eso de cultivar con esmero sus in-numerables relaciones sociales y de proteger constante y eficazmente a todos sus compatriotas que, tanto por razones de mala salud como por las vicisitudes tan frecuentes en nuestra existencia, ocur-rían donde Manrique en solicitud de sus servicios profesionales, de su bolsa siempre abierta para los menesterosos, o de sus con-sejos, siempre lúcidos. Manrique en Paris no solamente fue el Ministro, sino el padre y protector de sus compatriotas.
Era Manrique un hombre de regular estatura y de fiso-nomía simpática y distinguida. Su barba espesa y negra realza la palidez de su tez. Su cabeza era redonda y grande, casi des-proporcionada al comparársele con el molde común de los hom-bres, pero apenas capaz de contener su gran cerebro. Una abundante y tupida cabellera que siempre conservó, cubría su cuello, pues en los primeros tiempos llegaba hasta los hombros, como la de los profesores y artistas europeos, y daba a su fisonomía un aspecto interesante y noble.
Pero sobre las cualidades intelectuales de Manrique culmi-naban las de carácter moral y sentimental. Si Manrique había recibido de la naturaleza un gran cerebro mas grande era aun su corazón. Su caridad era inagotable. No había un compatriota o un amigo que tuviese escaceses de recursos para subsistir que no hallase en la bolsa de Manrique los medios para solventar sus necesidades.
En Bogotá, además de haber contribuido a fomentar los Establecimientos filantrópicos y científicos de la capital, fundó la Casa de Salud de El Campito destinada a operaciones qui-rúrgicas para los pobres y el Hospital de San José, que hoy está en vía de ser terminado y que será el primer edificio de su género en la capital de la República. Uno de los pabellones de este ma-gnífico edificio ha sido bautizado, después de la muerte de Man-rique, con el nombre de su Fundador.
La vida de Manrique fué una serie de buenas acciones y de victorias, en el campo de la ciencia, la política y la diplomacia y, sobre todo, en los de la. filantropía y de la caridad. Las palmas de sus triunfos estaban siempre rociadas por las lágri-mas de los desgraciados a quienes consolaba, curaba y protegía y las alabanzas que en su loor se levantaban, estaban acompa-ñadas de sinceras bendiciones.
Tanto en sus trabajos profesionales como en sus obras de misericordia, le acompañaban las luces de su ciencia y los im-pulsos de su caridad. Y, así, parecía que en todo lo que decía, pensaba y actuaba su cerebro y su corazón se juntaban como impulsores gemelos. Puede afirmarse que su ciencia era caritativa, como su caridad era científica.
La vida de Manrique, feliz cual ninguna, porque pocos hom-bres han tenido los elementos de dicha que tuvo ese hombre extraordinario tanto por las facultades superiores con que lo dotó la naturaleza, como por sus éxitos sociales, pecuniarios, políticos, diplomáticos y científicos, fue embellecida por la digna compañera que eligió para la marcha de su vida: la gentil dama, esposa de Manrique, ha sido la mujer mas noble, mas virtuosa y mas equilibrada que yo haya conocido y el tipo perfecto de la distinción femenina. Si la vida de Manrique fué un pensil de flores en todos los campos, el sol que dio calor y perfume a los primores de ese jardín intelectual y espléndido, fué sin duda su encantadora esposa, que hoy en melancólico retiro llora a su ilustre esposo, a cuya memoria, como vestal cristiana, ha consagrado los pensamientos todos y los instantes todos dé su desolada existencia.
Y a propósito. Viene a mi memoria en estos momentos la octava real que en un banquete obsequiado a Manrique por sus numerosos amigos la víspera de su feliz matrimonio con la gentil Sir Genoveva Lorenzana improvisé, a petición de mis compañeros anfitriones, al tomar la primera copa de champaña. Dice así:
« Escucha Juan: los lauros de la ciencia
Coronan ya tus juveniles sienes.
Alta la frente, limpia la conciencia
Flores tan solo en tu camino tienes.
Bendiciones inspira tu presencia;
Camino del deber no te detienes
Y hoy galardona tu cristiano celo,
Con uno de sus ángeles, el Cielo. »
Si con criterio materialista, pudiéramos juzgar la enfermedad que llevó a Manrique a la tumba diríamos que ese gran corazón, que tanto trabajó para hacer el bien, quedó extenuado y se extinguió abrumado por la intensa labor y la fatiga, porque Manrique murió de una afección cardiaca agravada por una pulmonía infecciosa en la ciudad española de San Sebastian, el 13 de Octubre de 1914, con todos los auxilios de la Religión católica, de la cual era Manrique sincero practicante.
Descansa en paz, ioh noble amigo! Cuyo corazón fué un tesoro inagotable de sentimientos y prácticas cristianos; ioh esclarecido servidor de tu patria! Cuyas heridas contribuiste a curar con tus gloriosas manos; ¡ oh profesor ilustre! que tantos dolores calmaste y tantas vidas libertaste de la muerte; oh ¡ ciudadano eminente! que naciste para sabio, viviste como filántropo y moriste como santo. Descansa en tu morada de luz, en el seno de Dios quien te colmé de dones y en donde habrás recibido la mejor de las palmas de tu carrera de triunfos, la de la ventura imperecedera digno galardón de tus santas obras y de tus merecimientos
SANTIAGO PEREZ TRIANA.
Si de la existencia hermosa de Juan Evangelista Manrique pasamos a recordar la de Santiago Perez Triana, hijo digno de D. Santiago Pérez, encontraremos que, desde otros puntos de vista, no fué menos resplandeciente, porque aquel ilustre compatriota, arrebatado tan prematuramente por la muerte, resumió cuanto puede tener un ser humano para levantarse sobre el nivel común de sus contemporáneos, por sus facultades superiores, sus trabajos en la diplomacia y la literatura y por sus conocimientos en los diversos campos de la actividad humana.
Santiago Pérez Triana nació en Bogotá, y desde temprana edad fué enviado a los Centros europeos para su educación. Estudió en Francia, Inglaterra y Alemania, y adquirió tal suma de conocimientos, sobre todo como lingüista y posecdor de idiomas extranjeros que llegó a ser uno de los hombres mas ilustrados de Colombia.
Era Santiago Pérez hombre alto, fornido y robusto. Su fisonomía expresiva y movible revelaba por el intenso brillo de sus ojos, al través de los inseparables espejuelos, porque era excesivamente miope, el jugo de su intelectualidad y los tesoros de su alma.
La pluma de Santiago Pérez Triana no tenía los esplendores de estilo de la de su padre, pero era tan hermosa y tan retórica como la de su ilustre progenitor. Como poeta tal vez le aventajaba y la lírica colombiana conserva como preciosos tesoros sus composiciones poéticas.
Pudiendo brillar en todos los campos, aplicó su mentalidad a las grandes empresas financieras, y aun cuando en estas tuvo grandes vicisitudes, no por eso dejó de revelar sus dotes de gran intelectual.
Como prosador era elegante, sonoro y grandilocuente. Muchas obras dejó y con cualquiera de ellas podría haberse formado una reputación nacional y aun continental. Poseía el inglés, el francés, el alemán, el italiano, como su propio idioma, el castellano, el cual manejaba don corrección y maestría.
A proporción que avanzaba en edad, Santiago Pérez hacía progresos como hombre intelectual. Dice Lamartine en « El Civilizador » hablando de Milton, que la falta de luz exterior en sus ojos se había resuelto en focos de luz interior para producir « El Paraíso perdido ».
Estas hermosas frases del gran poeta francés pueden aplícanse perfectamente a Pérez Triana, porque, a proporción que aumentaba su miopía hasta llegar casi a la ceguedad, su estilo era mas fecundo en galas retóricas y su pensamiento en concepciones profundas.
Pero en donde culminé mas la mentalidad de Pérez fué en el campo de la oratoria, y es de allí de donde ha irradiado la fama que envuelve su nombre en la América Latina. Los discursos de Pérez no eran preparados en el escritorio y cincelados como los de su padre. Así, pues, no tenían la donosura y la perfección de las joyas literarias que surgieron de la mente de D. Santiago y de las cuales me he ocupado en otra parte de este libro; pero era mas fluido y espontáneo en la tribuna que D. Santiago.
En 1906 tuvo lugar una conferencia en La Haya para tratar de importantes asuntos en ese supremo Tribunal internacional. Allí se reunieron como Delegados hombres notables de todas las naciones y especialmente de la América latina. El Gobierno del General Reyes tuvo el acierto de nombrar Delegado de Colombia a Pérez Triana, y éste compatriota sobresalió entre ese grupo de notabilidades de diversos países y de varias razas. Pérez Triana discurrió en francés, en inglés y en castellano con tal precisión y tal elocuencia que causo la sorpresa y admiración de todos. Cuando terminó la Conferencia, en la cual figuraban hombres como M. Bourgeois, el gran estadista francés, fué Pérez Triana designado para pronunciar el discurso de clausura de ese célebre Congreso, en el cual ocupaba desde el comienzo de las sesiones la plaza mas alta.
No obstante que Pérez estaba ausente de Colombia, desde muchos años atrás y establecido definitivamente en Londres, su amor patrio no había declinado, e impulsado por este sentimiento fundó un periódico intitulado « Hispania », que bien pronto alcanzó circulación y nombradía en las naciones independientes que antes formaron el inmenso Imperio colonial de España. Desde las columnas de su periódico, Pérez, escribía en castellano o en inglés, artículos brillantes, llenos de savia y -de profundas concepciones en pró de los intereses de la América Latina, y especialmente en asuntos de Derecho de gentes, de los cuales era consumado maestro.
Cuando se reunió la Conferencia de americanistas en Washington en 1915, Pérez Triana fué nombrado representante de Colombia y en esa conferencia, como en la de La Haya, ocupó el primer puesto y alcanzó los mayores triunfos oratorios. Sus discursos en ese Congreso de oradores sur-americanos fueron como el canto del cisne de nuestro gran compatriota, porque al año siguiente sucumbió, víctima mas que de las enfermedades físicas de su intensa labor.
Los discursos de Pérez Triana han tenido repercusión en casi todas las repúblicas del Continente Sur-americano, en donde su muerte prematura (pues apenas contaba cuando falleció 57 años) ha sido lamentada en la Argentina en Chile, en el Brasil, en Colombia, y en los Estados Unidos de América.
El Poder ejecutivo y el Congreso de Colombia decretaron honores a su memoria, y últimamente he visto honrosos artículos necrológicos escritos en Buenos-Aires y en Montevideo por sus compañeros y admiradores del Congreso de La Haya.
Pérez Triana, además de ser patriota, escritor y orador, era un hombre de gran corazón, y su caridad con los desgraciados, y su lealtad para sus amistades, habían colocado su ser moral a la altura de su ser intelectual. También era un admirable « causeur » y nada había mas deleitoso que pasar el tiempo escuchando, como los acordes de una música desconocida e indescriptible, la conversación vívida y pintoresca de Pérez Triana.
Pérez Triana, con quien siempre cultivé las mas cordiales relaciones de amistad, nunca dejó de corresponderse conmigo. En sus cartas que llevan impreso el sello de su natural elocuencia, me dirigió voces de aplauso, mas benévolas por parte de él que merecidas por mi, cuando publiqué mi libro de « Escritos y Discursos » en 1906.
Con motivo de la aparición de este libro, me alenté mucho (aun con instancias repetidas) para que escribiera y publicara mis Memorias, y cuando supo, poco antes de morir que yo había emprendido este trabajo, me ofreció espontáneamente escribir un Prólogo para, la obra. En carta que tengo a la vista, se registran los párrafos que publico al frente de este libro, no tanto por vanidad (aun cuando sí debe inspiraría un elogio de Santiago Pérez Triana) cuanto para dar una idea de su carácter noble y de su amistad franca y leal.
CARLOS ARTURO TORRES
En esta postrer galería de muertos ilustres de Colombia a quienes tuve ocasión de conocer de cerca y de tributar homenajes de amistad y de admiración profunda y sincera, no debo dejar de hacer figurar, siquiera seo a grandes pinceladas, la gallarda figura de Carlos Arturo Torres.
Nacido en el Estado de Boyacá, la mas populosa de las Secciones que formaron la antigua Unión colombiana, Carlos Arturo hizo sus estudios en la capital de la República y desde sus primeros años reveló notables dotes de escritor y de poeta.
Sus primeros ensayos literarios tuvieron lugar como en casi todos los de intelectuales de Colombia en el campo de la poesía. Mas tarde cultivó el Drama y con la representación de su primera obra, alcanzó reputación de literato.
La carrera de Torres fue rápida y espléndida. Dedicado al periodismo, muy pronto sus escritos fueron objeto de la admiración general y para todos su pluma fué sorprendente revelación.
Después de los Pérez Carlos Arturo Torres ha sido el mas galano y vibrante escritor de la comunidad liberal de Colombia.
Cuando redactaba y dirigía el Nuevo Tiempo, en compañía del Dr. José Camacho Carrizosa, (sabio economista eximio intelectual y hombre sin tacha y sin reproche, quien, como representante al Congreso nacional, echó las bases dé la redención económica de Colombia con la célebre ley 33 de 1904) y cuando preparaba Torres los editoriales del Diario, repito, los amigos y contertulios de su oficina de redacción quedábamos sorprendidos al ver su facilidad para escribir. Sin dejar de conversar con nosotros, con su voz dulce y timbrada como la de un tenor, y sentado delante de su mesa en un rincón de la sala movia rápidamente la pluma tan inclinado sobre el papel (porque era excesivamente miope y se quitaba los anteojos cuando escribía), que parecía que mas que con la peñola redactabas con la nariz y con los ojos. Minutos después, terminado el artículo llamaba al cajista y lo entregaba sin releerlo, para la composición en la imprenta. Algunas veces le pedíamos que nos leyera lo que acababa de escribir y quedábamos sorprendidos de la elegancia de la forma, de la fecundidad del pensamiento y de lo impecable del improvisado escrito.
En 1903 fué llamado Torres a ocupar el Ministerio del Tesoro y Crédito Nacional por el Vice-Presidente Marroquín, después de los dolorosos acontecimientos que produjeron el rapto del Istmo de Panamá.
En esa época quiso el Vice-Presidente llamar al Gobierno, a uno de los mas salientes miembros del partido liberal, para que acompañase al Gobierno de la Na9ión en los negros días de duelo que siguieron a la terrible revolución trienal y a la secesión de Panamá. Para este llamamiento escogió a Torres, quien se había distinguido por su ecuanimidad, su juicio acertado en asuntos políticos, su elevado patriotismo y su espíritu conciliador y moderado.
En virtud de ese llamamiento, Torres vino a ser el primer liberal que, después de un eclipse político de cerca de 20 años, ocupé un sillón en el Ministerio ejecutivo dé la Nación.
En este puesto elevado. Torres reveló dotes desconocidas de financista como antes había sorprendido desde muy joven por su númen de poeta y por su talento de prosador.
Antes de ocupar un puesto en el Ministerio ejecutivo. Tomes había acompañado al ilustre Dr. Esguerra en la misión financiera enviada, por el Presidente Sanclemente, a Europa para arreglar los asuntos relativos a la prórroga del Contrato del Canal de Panamá
En 1905, Torres fue nombrado Cónsul de la República en Liverpool para donde se vino recién casado con una bella dama, flor exquisita del jardín bogotano.
En Liverpool Torres, obrero infatigable del pensamiento, produjo su magnífica obra « Idola Fon », que es un verdadero tesoro de filosofía política y de profundas apreciaciones sobre la historia y situación de nuestra patria. También en esa época produjo la lira de Torres, su hermosa composición intitulada « En la Abadía de Westminster », en la cual no se sabe qué admirar más, si la forma exquisita de los versos o la profundidad de los pensamientos y la ilustración que informan esa bella poesía.
Al regresar a Colombia, Torres volvió a la arena periodística y fundó un nuevo periódico intitulado « La Civilización » en el cual hizo brillar aun mas sus dotes geniales de escritor, avigoradas con los conocimientos que había adquirido en el viejo mundo.
Nombrado por el Gobierno del General Gonzáles Valencia Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Venezuela, (la misión diplomática mas importante que tiene Colombia por razones de vecindad y de cuestiones pendientes de límites) Torres desempeñé este delicado puesto con tanto acierto como los anteriores. En Caracas, auténtico centro de cultura intelectual y social (digna patria del Libertador Bolivar), Torres alcanzó bien pronto una alta posición literaria y social. Nombrado miembro de las Academias de la Lengua y de la Historia en Venezuela como antes lo había sido en las de Colombia, fué estimado y admirado en la República hermana como en su misma patria.
Desgraciadamente la implacable muerte, que casi siempre es inoportuna, cortó esa existencia brillante, en plena juventud.
El Gobierno de Venezuela le hizo un entierro pomposo y solemne y su Patria agradecida le decreté honores y mandó colocar su retrato en los salones del Capitolio Nacional.
Torres tenía una simpática figura y una cultura exquisita. Afable y suave, se captaba las voluntades y el cariño de cuantos trataba. Si se hubiera necesitado escoger un individuo que pudiera servir para Director de una asociación femenina, no se habría podido encontrar un hombre mas a propósito y mejor dotado para tan delicado puesto. Torres parecía haber nacido para vivir entre damas, ya fuera en los salones sociales, o con las bellas letras en los gabinetes de estudio.
Con los destellos de la pluma de Torres fué honrado el libro de que he hecho mención y que publiqué en 1906.
Las hermosas líneas que él escribió a guisa de Prólogo y por espontánea benevolencia suya me han causado orgullo y satisfacción, y quiero reproducir algunos de sus apartes al frente de esta obra pon las mismas razones que me han movido a insertan algunos párrafos de la carta de Pérez Triana. El escrito de Torres reveía, además de sus sentimientos elevados, la belleza y delicadeza de su estilo, aun al tratar asuntos o temas insignificantes. Reciba este noble y bondadoso amigo, gala de la sociedad y de las letras de Colombia, y en su mansión de reposo eterno, este humilde homenaje que como tributo sobre su tumba.
CAPÍTULO XXXVIII.
Resúmenes y Conclusiones
PRIMERA PARTE.
SUMARIO. Reflecciones patrióticas inspiradas por las reminiscencias de este libro. – Durante un ciclo de 80 años ninguna parcialidad política pudo dar la paz a la República apesar de haber gobernado todas ellas. – Causas políticas, históricas, físicas, administrativas, económicas y fiscales que, en mi opinión, han impedido el orden y el progreso del País.
Termino aquí la primera parte de mis Memorias.
La narración de sucesos políticos episodios y anécdotas ininteresantes, ocurridos durante un ciclo de 25 años, o sea desde 1860 hasta 1885 queda consignada en las anteriores páginas.
La segunda parte de la obra abrazará un período mas largo, o sea desde 1885 hasta la época presente.
Durante el primer período he figurado como actor militante en el Parlamento, en el profesorado, en la política y en la diplomacia de Colombia, y es por esto por lo que el libro que concluyo tiene un marcado sabor autobiográfico.
La segunda parte de la obra se referirá a todos los sucesos políticos, militares y sociales, dignos de memorarse, que he presenciado en el escenario nacional desde la barrera, porque estando separado de los puestos oficiales y consagrado a labores bancarias y mercantiles, dejé de ser actor para convertirme en espectador imparcial.
Pero no por esto he dejado de acudir al llamamiento a lista que me han hecho los Directores del partido liberal, y en la tribuna popular, y especialmente en la prensa, no dejé de prestar mi humilde concurso a la reorganización de la gran Comunidad política, á la cual he pertenecido desde mi infancia; pero siempre como apóstol de la Paz, y subordinando los intereses partidaristas, de carácter transitorio, a los intereses permanentes y sagrados de la. Patria.
En 188~ se realizó una gran transformación política en Colombia, como lo dejo relatado. El partido liberal que imperaba en la República desde 1861, cayó bajo el peso de sus imprevisiones y de sus errores, elementos que Nuñez aprovechó para separarse de las filas liberales y establecer la reacción política mas trascendental que ha tenido la República después del triunfo de la Revolución de 1860. Esta reacción, llevada a cabo bajo la suprema dirección de Nuñez por el nuevo Partido que él formó, compuesto de elementos liberales adictos a él personalmente y de todo el partido conservador, se conoce en la historia política de Colombia con el nombre de Regeneración.
En esa época, todavía Nuñez conservaba cierto rubor político por haber abandonado las filas liberales. No obstante que la Constitución de 1886, Epifanía de la reacción contra el federalismo exagerado de la Constitución de Rio-Negro, es un Código perfecto en cuanto a las garantías sociales se refiere y desde este punto de vista un Estatuto genuinamente liberal, Nuñez no quiso sancionarlo ni mandarlo ejecutar, sin duda porque la organización de los Poderes públicos, especialmente del Ejecutivo acusaba una forma mas autoritaria y despótica que las de las monarquías dinásticas de Europa. La irresponsabilidad del Presidente, la exagerada centralización política y administrativa la facultad del Poder Ejecutivo para hacer leyes y todos los nombramientos del tren gubernamental, desde los Magistrados de la Suprema Corte Federal hasta los últimos porteros de las oficinas; la prohibición constitucional de establecer la instrucción primaria con carácter obligatorio, pero especialmente los artículos alfabéticos llamados de carácter transitorio que anulaban por tiempo indefinido las garantías individuales, tan ampliamente consagradas en la Constitución y algunas otras disposiciones de carácter netamente reaccionario, repugnaron probablemente a Nuñez en cuyo espíritu, apesar de estar enardecido por la insensata revolución de 1885 y por la resistencia de los liberales radicales a hacer las reformas que imperiosamente exigía el país, se conservaban aun, en medio de cenizas, los sentimientos y principios del viejo liberal.
Tan luego como la Constitución de 1886 fué expedida por el Consejo de Delegatarios, Nuñez se separé con licencia del Poden y llamó a ocupar el alto puesto al General José Maria Campa Serrano, Primer Designado y a quien correspondía el ejercicio del Ejecutivo por no haberse aun elegido el Vice-Presidente creado por la misma Constitución.
Así, pues, al General Campo Serrano, uno de los personajes mas gallardos y caballerosos de la Regeneración, correspondió el honor de sancionar el nuevo Código.
El triunfo del liberalismo en los campos de batalla se cristalizó en la Convención de Rio-Negro, célebre cuerpo histórico que expidió la Constitución de 1863.
Por esta Constitución casi idílica, llamada por un diplomático americano la anarquía organizada pudo gobernar el liberalismo durante un periodo de cerca de un cuarto de siglo, pero aun cuando los administradores públicos durante ese Ciclo histórico fueron magistrados intachables por sus procederes honrados y patrióticos, no pudieron conservar la paz en las Secciones, y las revoluciones locales, con su secuela de desastres, se sucedieron casi crónicamente, en tanto que el gobierno nacional con la Guardia colombiana encargada de mantener el orden en la nación tenía necesidad de presenciar desde su palacio los incendios parciales de los Estados soberanos, sin poder hacer siquiera un gesto gubernamental para apagarlos.
La revolución de 1877 fué un movimiento del partido conservador para recuperar el Poder perdido, apoyado en el armamento del Estado soberano de Antioquia, en la división de los liberales producidos por los escándalos electorales de 1876, y en el movimiento de rebeldía contra las escuelas normales dirigidas por profesores alemanes, en su mayoría protestantes.
Debilitado el partido liberal por la lucha y, siendo el Pacificador principal, el General Trujillo, corifeo del partido independiente, amigo y admirador de Nuñez, el advenimiento al Poder de aquel Caudillo trajo por resultado la elección sin oposición del estadista cartagenero. En el curso de esta obra dejo relatados los principales sucesos de la revolución de 1885 y del establecimiento del sistema llamado la « Regeneración » con lo cual termino mi trabajo.
Los delegatarios de 1886 al expedir la Constitución de aquel año creyeron muy sinceramente, y así lo expresó en su alocución el Presidente de aquella Corporación, al presentar a la República el nuevo Estatuto, que con el sistema central que éste establecía, y con los amplios Poderes que daba al Poder ejecutivo para reprimir cualquier movimiento revolucionario, la era de las guerras civiles quedaba definitivamente cerrada en la República de Colombia, la cual, desde entonces dejó de llamarse Unión Colombiana, como había sido bautizada en 1863.
Desgraciadamente estas halagüeñas esperanzas se desvanecieron y, apesar de que en las administraciones conservadoras que se siguieron a la Constitución de 1886 se dictaron medidas vigorosas, la guerra civil estalló en 1895, y en 1899.
La última gran revuelta nacional que tuvo lugar en 1899, al terminar el anterior siglo, ha sido la mas sangrienta y la mas larga de cuantas han desolado la República en su marcha azarosa y agitada después de la emancipación. Respecto de ella me ocuparé extensamente en la segunda parte de éste libro.
Como corolario de la parte que puede llamarse política e histórica de mis Memorias, quiero consignar algunas consideraciones sobre las causas de la agitación permanente y de las guerras civiles que han agitado la. República de Colombia, y que ha retrazado el advenimiento de la era de paz sólida y progreso positivo de que disfrutan las Repúblicas latinas del Sur y la gran nación lusitana de la. América: Chile, el Brasil y la. República Argentina.
Tales causas son de diverso origen. Empezaré por las
CAUSAS POLÍTICAS E HISTORICAS
En los comienzos del pasado siglo, la colonia española, demarcada bajo el nombre de virreinato de Nueva Granada, alcanzó su emancipación y adquirió existencia y posición independiente después de una década de lucha encarnizada.
Casi la totalidad de los hombres de la Independencia eran criollos, descendientes de españoles o peninsulores establecidos en la colonia y asimilados a sus intereses y aspiraciones en la vida independiente, y todos habían recibido legados de virtudes y de vicios de raza.
Cuando nuestra Patria conquistó sus fueros de pueblo emancipado, se conservaba en todo su vigor el prestigio de dos grandes y recientes acontecimientos políticos: la revolución francesa, con la proclamación de los Derechos del hombre, y el establecimiento de los regímenes constitucionales y la creación como Estado independiente de las colonias inglesas del norte de América.
Obedientes a impulsos generosos y a elucubraciones políticas, engendradas por el espíritu de su tiempo y el prestigio de los dos grandes sucesos políticos que dejo mencionados, los fundadores de nuestra Patria adoptaron unánimemente para constituir la nueva nacionalidad la forma fundamental mas avanzada, que es la República, y el régimen popular, que es la Democracia.
Por iguales motivos, los que sucedieron a nuestros libertadores, en la dirección de los destinos públicos, trabajaron con empeño en asimilarse los sistemas constitucionales de gobierno de otros países, preocupándose casi únicamente del adelanto político de la nación y descuidando su progreso positivo ; porque creían erróneamente que la felicidad de un pueblo depende mas de las instituciones que de su bienestar económico, de su buena educación y de su engrandecimiento material.
Y no obstante estar todos unidos en la forma republicana y en el régimen democrático, la sociedad política de Colombia se ha partido en bandos opuestos y encarnizados que se han disputado, como si fueran naciones extrañas dentro de la misma patria, la posesión del Poder y la dirección de los destinos populares.
De ahí la serie de constituciones que ha tenido la República en su corta existencia y las continuas guerras civiles que han desacreditado, empobrecido y desmoralizado nuestro país; de ahí las interminables discusiones sobre asuntos políticos, y la incuria y desdén para atender a los intereses positivos y permanentes de la nación.
Siete grandes revueltas civiles y siete constituciones en las cuales hemos ensayado los principios republicanos democráticos en todas sus variedades, forman, como sucesos culminantes y casi únicos la historia política de Colombia en los 80 años del ciclo contado desde 1822, época en la cual terminó la guerra de la Independencia, hasta 1902, cuando fué pacificada la República por haberse apagado el incendio revolucionario encendido en 1899.
Durante ese largo período de agitaciones políticas y de revueltas sangrientas, nuevos partidos, formados por intereses individuales o colectivos de carácter personal, mas que por principios o ideales políticos, han surgido en el seno de la sociedad colombiana.
Para remediar esos males, las clases dirigentes de la política creyendo erróneamente que la etiología de los males públicos radicaba en las instituciones, han ensayado todos los sistemas de la República en sus diversas formas.
Y, con efecto, todo se ha ensayado en Colombia: república central, república federal, régimen mixto ; constituciones liberales como las de 1832, 1853 y 1863 ; constituciones conservadoras como las de 1842 y 1886; constituciones templadas o moderadas, de 1830 y 1858; periodo presidencial de 2, 4 y 6 años ; sufragio universal y sufragio restringido ; elecciones directas y elecciones indirectas y de segundo término ; patronato, divorcio de Roma, y Concordato; libertad industrial y monopolio; expansión y restricción del principio de autoridad y del de libertad; ampliación y limitación de las garantías sociales ; organización del gobierno (en 1863) llamada por algún Ministro diplomático extranjero « Anarquía Organizada », y « Organización del Despotismo ». La República, en fin, en todas sus formas y la Democracia en todos sus derivados y variaciones. Bolivianos, santanderistas, ministeriales, conservadores, liberales, centralistas, federalistas, gólgotas, draconianos, radicales doctrinarios, guerristas, históricos y nacionalistas, los partidos todos tomaron puesto en el recinto del Gobierno y dirigieron los destinos del país. Y durante el ciclo a que se refiere esta disertación, en el decurso de So años, ni las constituciones, ni los civiles, ni los militares, pudieron establecer el orden ni asegurar la libertad, ni garantizar la propiedad, ni procurar el bienestar y el progreso de la República.
Bastará recordar la marcha política de la república durante ese período para deducir que, estando todos los colombianos con formes con la forma republicana y el régimen democrático, sin discrepancia en lo mínimo respecto de estas bases fundamentales de la organización política de nuestra patria, no se explica ante la filosofía de la historia, como ha sido posible que, durante ocho décadas, haya podido permanecer nuestra sociedad en constante lucha, con tantas acciones y reacciones, en el campo de la política.
Resumiendo las causas políticas é históricas de esta profunda división de la. sociedad de Colombia que ha llegado hasta el extremo de que el odio entre los partidos haya sido el único alimento de nuestras energías políticas, pueden cristalizarse en el sentimiento atávico, legado por los colonizadores españoles, quienes como todos los latinos, se han preocupado mucho de los principios y teorías e intereses políticos, y muy poco de los verdaderos intereses económicos y de progreso material, que distinguen a los pueblos de las razas que pueblan los paises del Norte en Europa y en América. La imaginación ardiente de los latinos, y su espíritu constantemente agitado por ideales políticos, han producido las agitaciones, cambios y aun revueltas armadas que han afligido la América española, con una sola excepción durante cerca de un siglo.
CAUSAS FÍSICAS Y MIXTAS.
El vasto territorio de la República de Colombia tiene un sistema orográfico extenso y enmarañado, de manera que ha sido muy difícil y casi imposible establecer una red ferroviaria que ponga en rápida comunicación unas regiones con otras, para producir el intercambio y el desarrollo comercial. Pocos países cuentan con la riqueza natural que tiene Colombia, porque disfrutando de las condiciones de todas las zonas con regiones situadas al nivel del mar y en progresión ascendente hasta 5.000 metros de altura, la industria agrícola puede tener un desarrollo ilimitado en la producción de los frutos y cultivos. Pero, no pudiendo dar salida a los sobrantes de esos productos, después del consumo interior, para venderlos en los mercados extranjeros, como ha hecho la Argentina con los cereales y el Uruguay con sus ganados, por falta de vías de comunicación rápidas y baratas, la riqueza agrícola de Colombia no ha sido factor hasta ahora para la prosperidad nacional.
La riqueza minera de Colombia es múltiple y grande. En el territorio de la República existe la primera y mas rica mina de esmeraldas del mundo, y minas de platino que casi son las únicas que proveen a las otras naciones. Tenemos minas de petróleo, de carbón, de mercurio y de otros minerales y, como productor de oro, Colombia tiene el quinto puesto en el orbe.
La falta de brazos para la agricultura, por las pérdidas grandes que ha tenido ía población durante las guerras civiles y la carencia de inmigración extranjera (que ha contribuido principalmente al desarrollo de la riqueza en los Estados Unidos, Chile, Brasil, Uruguay y la Argentina) han sido también causas del estancamiento de nuestro progreso material.
No obstante haberse dictado buenas leyes para fomentar la inmigración extranjera, los climas insalubres de las costas tropicales y la falta de fáciles comunicaciones con las ricas regiones del interior de la. República, han impedido que la población que carece en Europa de medios de adquirir riqueza y aun de subsistir y que se asfixia en su relativo reducido territorio, vaya a buscar en las inmensas pampas de Colombia, en sus hermosas y fértiles altiplanicies y en las entrañas de su riquísimo suelo, los elementos de enriquecimiento y de bienestar que les falta en el viejo mundo, como los han buscado y hallado en las regiones similares de zona templada del Brasil, Chile, Uruguay y la Argentina.
La falta de desarrollo de nuestras riquezas nacionales y el consiguiente empobrecimiento de nuestro pueblo, han llevado a los caudillos militares, las mas de las veces, a buscar los medios de subsistencia y de engrandecimiento personal en los azares de la guerra civil, o en las intrigas y acomodamientos de la política. Así pues, puede decirse que en Colombia las primeras sino las únicas industrias de carácter nacional y popular, han sido la guerra civil y la política.
De esto ha dependido nuestra crónica agitación interior y el empeño en triunfar en las elecciones para obtener puestos públicos, gajes y contratos del candidato triunfante. Por esto es por lo que en Colombia la popularidad de un Presidente llega hasta el momento en que distribuye el Presupuesto. Todos los que quedan fuera del banquete oficial se retiran hoscos a los campos de la oposición, en donde conservan el fuego de la hostilidad y aun del odio contra el gobernante.
Siendo pues la industria política la que mas fácilmente ofrece medios de encumbramiento y de riqueza individual, las verdaderas fuentes de riqueza que tiene nuestro suelo de privilegiada situación al norte del continente sur-americano, y entre dos grandes océanos, son desdeñadas o repudiadas por la mayoría del pueblo colombiano.
Otras de las causas de nuestro retraso en el camino del progreso positivo ha sido la falta de un buen sistema de instrucción primaria que coloque al pueblo colombiano, (en lo general inteligente y de índole mansa y buena) en situación de conocer sus verdaderos intereses y derechos, y de cumplir sus deberes cívicos, La instrucción apagaría los ímpetus revoltosos y evitaría el ascendiente de los caudillos militares que han sido los que han prendido la guerra civil por intereses personales o partidaristas, mas que por ideales políticos.
A este respecto, la Constitución de 1885, liberal en cuanto a las garantías sociales se refiere, incurrió en el grave error de prohibir el establecimiento de la instrucción primaria obligatoria, como existe en los países mas adelantados del mundo civilizado, porque la ignorancia del pueblo es la causa eficiente de su atraso, de sus desórdenes y aun de sus desastres.
La guerra de la Independencia, que en Colombia y Venezuela fué mas encarnizada y mas larga que en ninguna otra colonia española, engendró los héroes y caudillos militares quienes, creyéndose dueños del territorio emancipado, quisieron ser los únicos dominadores de las nuevas nacionalidades. Es por esto por lo que durante un largo período fueron Presidentes de la República, o jefes de revolución, algunos próceres de la independencia.
Las guerras civiles, promovidas por la ambición de los Caudillos de la Independencia, produjeron otros Héroes o Caudillos que se pueden llamar de segundo término, y estos a su turno fueron promotores de nuevos disturbios.
Digno es de anotarse en estas apreciaciones de filosofía de la Historia sur-americana, que el pueblo mas reposado de la América española ha sido la. República de Chile en donde la guerra de Independencia fué corta, y en donde no ha habido mas de una guerra civil, durante su existencia secular. En el Brasil se realizó la independencia sin efusión de sangre por haber huido el rey de Portugal arrojado, al otro lado de los mares, por Napoleón I y haber fundado un Estado independiente en su inmensa y riquísima colonia americana. Mas tarde el Brasil cambió la forma monárquica por la de república federativa, sin ningún derramamiento de sangre. Así pues, en su historia política no ha habido héroes de la independencia ni caudillos militares de gran prestigio, y es muy posible que a estas felices circunstancias se deba principalmente la riqueza y el desarrollo de la gran República lusitana, que hoy cuenta con una población de mas de 20 millones de almas, sabias instituciones y un territorio casi todo civilizado que ocupa el cuarto lugar por su extensión en el mundo.
CAUSAS ECONOMICAS Y FISCALES.
Después de la guerra de Independencia, el problema económico fiscal ha sido el mas complicado y, al parecer insoluble, de nuestra Patria. El desequilibrio crónico de nuestros presupuestos, la falta de un sistema tributario científico, y la avidez de los representantes del pueblo, encargados de fijar las rentas y gastos de ía nación, para favorecer únicamente las circunscripciones electorales que representan, han sido también factores de nuestro retraso en la vía de la civilización y de las dificultades constantes de los gobiernos para gobernar, a contentamiento general y con acierto, apesar de sus buenos propósitos y de su probidad.
Y con efecto. Nosotros carecemos de un buen sistema aduanero
que fije los derechos de introducción por el sistema de ad valorem,
y no del ¡eso, para que recaigan los impuestos sobre la riqueza,
y no sobre la pobreza de los consumidores.
Para este objeto, no bastan las diversas clases fijadas por las tarifas de aduana, porque las telas y objetos que consumen los ricos vienen a pagar un derecho menor que las que sirven de consumo a las clases pobres a pesar de que las primeras estén clasificadas entre las mas altas clases de la tarifa y las segundas entre las mas bajas. Un bulto de bayeta, por ejemplo (tela que solo consume el pueblo) colocado entre la clase cuarta, paga mas por el sistema de derechos al peso que un bulto de sedería destinado al servicio de los ricos, aun cuando se halle colocado en las altas clases de la tarifa.
Los representantes al Congreso nacional no se consideran, cuando llegan a la capital de la República, como funcionarios nacionales, llamados por la Constitución a resolver los graves problemas que afectan a los intereses generales y permanentes del Estado sino que se creen representantes seccionales de la Provincia o Circunscripción que los ha elegido. Cada diputado se preocupa casi exclusivamente de favorecer a su región y de sacar del Tesoro nacional, por medio de leyes de favoritismo, lo mas que pueda como botín de país conquistado para contentar a sus electores y favorecer los intereses de las provincias que representan. Esta es una de las principales causas de las dificultades fiscales que en cada año tiene la administración ejecutiva de la nación. Y aun cuando se aumenten los impuestos y se acrecienten las rentas, siempre el presupuesto de gastos, empíricamente acordado, ofrece un déficit de consideración.
CAUSAS ADMINISTRATIVAS
En el año de 1912 concurrí por la última vez a la Cámara de representantes de Colombia, habiéndome excusado de asistir a las sesiones del año anterior por hallarme en Europa con mi familia.
Durante aquellas sesiones pude observar que el espíritu patriótico que animaba en los tiempos anteriores a los representantes del pueblo colombiano, se había extinguido y había sido reemplazado por sentimientos egoístas y frívolos de tal manera que, en su gran mayoría. los miembros de la Cámara de Diputados, se fastidiaban por las discusiones de los proyectos de interés general y se preocupaban únicamente de favorecer los intereses partidaristas y los de sus circunscripciones electorales. Recuerdo que, entre varios proyectos que yo presenté, se hallaba uno muy extenso por el cual se disponía el establecimiento y reorganización de las carreras diplomática y consular, como existe en todos los países civilizados. Aprovechando mi ausencia, en una de las secciones nocturnas, la mayoría de los Señores representantes tuvo a bien suspender indefinidamente mi proyecto, dizque porque era demasiado largo y no habría tiempo de discutirlo durante los pocos días de sesiones que faltaban.
Lo mismo aconteció con un proyecto de Código penal, obra
del sabio jurisconsulto, Doctor José Vicente Concha, y fruto de sus estudios durante muchos años. Este Proyecto, que tenía por objeto reemplazar al Código, deficiente por una parte y draconiano por otra, calcado sobre el que fué expedido en 1837, consagra todos los principios que la ciencia moderna ha pregonado en el importante ramo de la penalidad, y está basado en el excelente Código de Italia, nación que se ha distinguido siempre por sus adelantos en ese delicado ramo y en todos los demás de la administración de justicia, tal vez por tradición o herencia de los romanos.
El Código Concha pasó a una comisión y allí fue sepultado en vida sin que ni en esa legislatura. ni en las siguientes, que yo sepa, haya sido considerado, ni discutido.
Los representantes se ocupan constantemente en mercados de diputaciones para favorecer a las respectivas provincias electoras, y de esta manera descuidan sus altos deberes de funcionarios nacionales.
Otro de los grandes defecto; y errores en que incurren los miembros del Congreso, es el de decretar leyes de honores con una prodigalidad lastimosa, lo cual hace perder un tiempo precioso en las discusiones y votaciones que deben ser secretas y que desprestigian el objeto de esas mismas leyes. Cuando muere un individuo, sea o no personalidad importante en la política, en las letras o en las industrias, el amigo o los amigos personales que ocupan puesto en las Cámaras presentan inmediatamente un proyecto de honores a la memoria del difunto, con el acompañamiento de la partida del presupuesto para la erección de una estatua, o, por lo menos, de un retrato al óleo que debe ser colocado en el salón del Capitolio o de las altas oficinas nacionales.
En 1912 se decretaron muchas leyes de honores y muy pocas de interés general.
No tengo noticia de que, en ninguna otra nación, el Cuerpo legislativo expida leyes de honores a los ciudadanos muertos, por gloriosos que hayan sido sus hechos durante la vida y grandes sus merecimientos. En Francia, por ejemplo, nación que ha servido de modelo a Colombia, no se han decretado honores por el Parlamento ni a Napoleon, ni a Victor Hugo, ni a Pásteur, ni a otros grandes hombres de fama universal. Cuando murió el célebre Brisson, Jefe del partido radical francés, perenne candidato para la Presidencia de la. República y Presidente inamovible de la Cámara de Diputados, el sucesor en dicha Corporación hizo, al tomar posesión, un elogio del ilustre finado, pero a nadie se le ocurrió presentar un proyecto de honores a su memoria.
Si el difunto tiene importancia real por sus méritos y servicios a la patria, no hay necesidad de la ley que dicte el Congreso porque su memoria está suficientemente honrada por la fama. en la conciencia popular y si el finado carece de títulos para los honores legislativos, la ley está basada sobre cimiento falso y es ilícita e injusta
En todos los pueblos, los honores para un muerto ilustre y las estatuas que él merece, surgen de la acción popular y del renombre que haya alcanzado entre sus conciudadanos.
En casi todos los países bien organizados corresponde al Cuerpo Legislativo y especialmente a la Cámara de Diputados, establecer las rentas, decretar los impuestos y los gastos para el servicio público en los diversos ramos de Administración. En lo general, entre nosotros la discusión del presupuesto se deja para los últimos días de las sesiones y entonces los representantes expiden una ley empíricamente discutida desordenada y a veces monstruosa, presentando un déficit enorme entre las rentas y los gastos porque éstos están aumentados considerablemente y aquellas disminuidas por las exenciones de impuestos a las secciones.
Las causas que dejo apuntadas, han engendrado el crónico problema fiscal que se traduce por la disminución de las rentas y por el exceso de los gastos.
El problema económico, del cual depende en gran parte el problema fiscal, no puede resolverse en la República sino por el desarrollo de la riqueza natural, por medio de ferrocarriles y de la baratura de las vías de comunicación, para que Colombia pueda, con el intercambio en el interior y con la exportación alcanzar la riqueza a que tiene derecho por los dones que le ha otorgado la naturaleza y por la buena índole e inteligencia de sus hijos.
El sistema tributario que existe en Colombia es antiguo, empírico y defectuoso. No hay contribuciones directas, propiamente dichas, sino las que gravan la propiedad raíz. Las principales rentas del Estado son las que emanan de los derechos de importación y de las salinas. La primera se administra por el viejo sistema del peso y no por la tarifa ad valorem.
Además la recaudación de la renta de aduanas se hace por medio de empleados que en lo general descuidan los intereses nacionales, y son como casi todos los individuos asalariados en la administración pública, negligentes y perezosos. Sabido es que no hay peor administrador que el Gobierno, así como no hay peores dependientes o apoderados que los miembros de la propia familia.
En algunos Estados, (y creo que en el Perú), la recaudación de los derechos de Aduana se hace por contratos con compañías particulares, en virtud de remates públicos y conforme a reglas extensas, precisas, sabiamente concebidas y redactadas. De esta manera la administración de las rentas ha dado excelentes resultados porque el interés particular, puesto en acción, despliega el celo y actividad que no tienen los empleados públicos, y evita además el contrabando. En tiempo del General Reyes, las rentas de licores, administradas por particulares, dieron ingentes productos.
Cuanto a las salinas, todavía existe en Colombia el antiquísimo sistema del Gobierno español que consiste en socavar empíricamente las ricas minas de sal gemma, y en cocer en vasijas de barro la sal diluida para compactar.
Con este sistema no solamente se pierde mucho tiempo y se emplean muchos individuos en la explotación de las salinas sino que se expone a esta fuente de riqueza a desaparecer en mas o menos tiempo. Si se tuvieran en Colombia los obreros y máquinas que explotan las salinas de Austria, por ejemplo, la renta aumentaría considerablemente y la economía en la explotación seria muy grande.
En Colombia no se ha pensado en establecer impuestos sobre la renta, o sea sobre la riqueza. Las contribuciones indirectas son pagadas en su mayor parte por los consumidores de los artículos extranjeros que se importan, pero en condiciones desiguales, porque en el sistema de tarifas al peso, siempre están los pobres mas gravados que los ricos.
Los establecimientos bancarios las casas de usura, los prestamistas de dinero a interés, los objetos de lujo están exentos de gravámenes e impuestos en Colombia. Los Bancos, y los usureros, obtienen pingües utilidades con el dinero que dan prestado de 10 al 15 % anual y, sin embargo, la Sociedad que da fuerza y protección a esos establecimientos y a esos individuos para la adquisición de sus ganancias no deriva ni una pequeña parte de éstas en forma de impuesto para resarcir el importante servicio que les presta. Tampoco los comerciantes pagan ni siquiera una patente para ejercer su industria, como se exige en todos los países adelantados.
Mucho se han repugnado en Colombia los impuestos sobre la exportación de frutos, y el Código de Rio-Negro llegó hasta prohibirlos por precepto constitucional.
Tal prohibición y tal miedo a esa clase de impuestos no tienen explicación plausible a la luz de la ciencia económica. El impuesto debe recaer principalmente sobre los elementos de riqueza que tenga un país. En Cuba, por ejemplo, no hay casi impuestos de importación; en lo general todos gravan la exportación de los azucares y del tabaco, los dos principales elementos de riqueza de la isla. En, Colombia las grandes fortunas que se han formado tienen su origen en la exportación de metales preciosos y de productos tropicales, como son el café, los bananos etc. Ignoro que hasta ahora se haya pensado en exigir de los exportadores, siquiera sea una mínima parte de las ganancias pingües que han obtenido bajo, el amparo de las leyes y funcionarios de la República.
Los gravámenes de la propiedad raíz que en lo general se han dejado a los departamentos, están defectuosamente establecidos porque no tienen por base un catastro bien formado. En lo general, las fincas valiosas pagan relativamente menos que las de reducido valor, porque los individuos que decretan el impuesto (por otra parte muy reducido) aprecian la finca por la renta y arrendamiento que ésta produce. Así cuando una casa por ejemplo, paga un arrendamiento subido, determina este el valor capital de la finca en proporción. Esta proporcionalidad es falsa e injusta, porque una finca noble, una casa lujosa y bien situada, o un almacén en las calles del Comercio, no debe derivar sino una pequeña renta (5% o 6 %, a lo mas) puesto que los arrendatarios son personas pudientes y responsables que pagan cumplidamente y responden de los daños que puedan sobrevenir a la finca, en tanto que las pequeñas casas de los arrabales tienen pésimos inquilinos que no pagan o pagan con mucha dificultad, que descuidan y destruyen las habitaciones y que al ser expulsados se llevan hasta las cerraduras, sin esperanza de reembolso o indemnización por los daños causados. Y es esto por lo que los propietarios se ven forzados a exgir un arrendamiento relativamente alto y un producto elevado sobre el valor de la finca que compense los desfalcos.
Los objetos de lujo, como son los mobiliarios de las casas, no están tampoco gravados en Colombia y eso sería una materia imponible que no afectaría en ningún caso a la clase pobre.
No se han separado hasta ahora, por medio de actos legislativos bien meditados y bien desarrollados las facultades y materias imponibles por la nación, el departamento y el municipio, y de esta falta de legislación en ramo tan importante, se han derivado confusiones y colisiones constantes que han embrollado más y mas el sistema tributario de la. República.
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