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Memorias autobiográficas, historico-políticas y de caracter social (página 17)


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De ahí las constantes reclamaciones de las secciones, las subvenciones a los Departamentos y Municipios pobres, y de ahí las acusaciones contra las ordenanzas seccionales. Así, pues, un estudio serio y profundo de la situación económica de la nación, de las fuentes auténticas de su riqueza y de sus productos y un catastro bien formado, para poder expedir las leyes sobre impuestos y establecer un buen sistema tributario, se imponen inexorablemente a Colombia, no menos que una reforma constitucional que ponga un dique al Cuerpo Legislativo, a fin de evitar los abusos que cometen los congresistas en su prodigalidad para disponer del Tesoro público en favor de las secciones.

Hay en Colombia la creencia errónea de que el Congreso tiene por la Constitución facultades omnímodas y dictatoriales. El Congreso es una rama del Gobierno, constituye uno de los tres Poderes públicos en que está dividida la Administración, y sus facultades están limitadas tanto como las del Poder ejecutivo y las del Poder judicial. La reforma constitucional que estableciese los límites del Congreso en materias fiscales podría tener como sanción (ya que no era posible hacerla efectiva a cada uno de sus miembros corno a. los del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial), la nulidad de los actos legislativos transgresores de la prohibición constitucional. Esta nulidad podría ser decretada por el Consejo de Estado" o por la Corte Suprema Nacional.

Además de la ignorancia, es causa del atraso de nuestro pueblo el abuso de las bebidas alcohólicas, que envenenan los organismos mejor constituidos y atrofian los órganos de los desgraciados que caen bajo su perniciosa influencia. En el pueblo de Colombia, se halla muy extendida ese funesto abuso. En las regiones cálidas se bebe el alcohol como excitante de la transpiración para refrescarse, y en las regiones frías como excitante para entrar en calor. En la Costa, en el Cauca y en el Tolima por ejemplo, se toma aguardiente destilado de la caña de azúcar en muy malas condiciones o el guarapo, que es un fermento de azúcar negro con malas aguas. En la altiplanicie de Bogotá se consume la funesta chicha, bebida fermentada del maíz con aguas en lo general impotables.

Los aguardientes excitan extraordinariamente los centros cerebrales y nerviosos de los individuos, quienes en lo general tienen una corta existencia y mueren intoxicados con delírium tremens o afecciones cerebrales. Los que consumen la chicha son atacados por disenterías infecciosas y por tuberculosis intestinal. El envenenamiento proviene de las malas aguas con que se forman los fermentos tóxicos.

La gente rica, los jóvenes especialmente, consumen los licores extranjeros, los cuales se venden a un precio extraordinario, porque además de los fuertes gastos de transporte pagan altísimos derechos de Aduana. No obstante esto, el consumo, en vez de disminuir, aumenta y mientras mas caro es el artículo se considera que es de mayor tono el consumirlo. En Bogotá una botella de coñac Martelí o Hennessy cuesta por lo menos 40 francos, y una botella de champaña 50.

A pesar de estos fuertes derechos, repito, el consumo aumenta. Un comisionista de esta ciudad, muy conocedor de las estadísticas de las exportaciones de licores, me decía que de Francia se exportaban los coñacs o brandys en tanta cantidad para Colombia como para las demás repúblicas españolas de la América reunidas, y el Comandante del vapor « Labrador », quien había hecho muchos viajes a Colombia, exclamaba alguna vez en conversaciones de a bordo : « Oir, les Colombiens soní dévorós par l "alcool el par la politique

La introducción a Colombia de licores y vinos extranjeros y el expendio de esos artículos por mayor y en detalle, han sido la fuente de grandes fortunas en la República. Es extraordinario, me decía alguna vez el Dr. Camacho Roldan, fundador de una gran librería en Bogotá, que en Colombia se vendan cien veces mas las botellas de brandy que los libros.

Ya que no es posible prohibir el consumo de licores alcohólicos en Colombia, como se ha hecho respecto de los ajenjos en Suiza

y en Francia, debería establecerse el monopolio de esos artículos

y de la introducción y venta de los cigarrillos como se hizo en

tiempo del General Reyes, elevando los derechos de Aduana para

derivar una pingue renta nacional.

CAUSAS PROVENIENTES DE FALTA DE EDUCACION POLITICA,

O DE VICIOS SOCIALES.

Repito que la política es en Colombia una de las industrias nacionales, y quizá no hay un pueblo en donde se ocupen mas de lo que propiamente se llama la política. Es tan grande la afición que se tiene a las discusiones y controversias e intrigas de carácter político, que todo se subordina e este sentimiento rayano en manía. El comerciante olvida sus intereses para acudir a las juntas electorales o políticas. El médico abandona la cabecera del enfermo, aunque se halle muy grave, porque llega la hora de asistir al Consejo de la asociación política a que pertenece, y hasta el humilde artesano deja de cumplir sus compromisos para leer un periódico en la parte que trate de política, mirando con desprecio algún otro artículo que contenga enseñanzas referentes a su industria.

Lo que dejo escrito se refiere a los individuos que no son profesionales de la política. Estos no piensan en otra cosa que en obtener puestos públicos y en escribir periódicos para alcanzar notoriedad social y popularidad electoral.

La política, que ha envenenado la Sociedad colombiana, es una de las causas eficientes de nuestro atraso industrial porque inteligencias brillantes y actividades y energías geniales, no se aplican al desarrollo de empresas útiles y benéficas para la sociedad, por estar consagradas casi exclusivamente a las infecundas e ingratas labores políticas,

La política ha extraviado los criterios en Colombia, y ya los partidos no luchan por cuestiones sociales o de carácter nacional o colectivo, sino por los intereses personales de sus miembros, o de la propia existencia. Tengo a la vista un periódico conservador de Colombia, en que se dice « que hacen muy bien los liberales, (partido caído) en no entrar a la lucha electoral próxima con candidato propio porque, si por desgracia, aprovechándose de la división del partido conservador imperante, llegasen aquellos a triunfar en las elecciones, los conservadores deberían impedir por todos los medios el advenimiento al Poder del adversario ». Hace poco un Senador de la República dijo en pleno Senado que se necesitaba una guerrilla, aunque fuese corta, para consolidar en el Poder al Partido conservador y evitar que tome demasiado ascendiente en la conciencia pública el liberalismo colombiano.

Asi, pues, se explica solamente por la consideración de que los partidos no luchan por principios o por ideales políticos y si por intereses personales, el que las Comunidades llamadas políticas hayan mantenido y sostengan aun esta guerra encarnizada y a muerte no estando separadas por ninguna diferencia substancial en materias de organización y de legislación, puesto que todos somos republicanos y demócratas, con amplitudes o expansiones mas o menos concretas e intensas. Nadie piensa en Colombia en establecer la Monarquía, ni nadie piensa en falsear las instituciones democráticas que hoy rigen. Las grandes reformas de la Constitución para dar a ésta la vestidura liberal, han sido obra en parte del Jefe del partido conservador que hoy rige los destinos de la. República.

No es posible suponer que se haga guerra y se destruya y anarquize el país porque rija en Colombia el sistema federal o cl centralismo, ni porque haya o no pena de muerte, ni porque los magistrados de la Corte sean vitalicios o rió, ni por otros pequeños detalles de legislación. Se puede luchar. ir a los campos de batalla y consumar actos de heroísmo y grandes sacrificios para sostener la integridad, el honor y la independencia de la República, o para fundar la verdadera república democrática, aliando la libertad con el orden en equilibradas proporciones; pero no para obtener el predominio político en la República, y poder disponer del Tesoro de la Nación.

En las naciones civilizadas y de marcado adelanto político como Inglaterra y los Estados Unidos, por ejemplo, no existen partidos políticos propiamente dichos, porque allí no tienen razón de ser. Con instituciones diferentes y aun contrarias, la Gran Bretaña y los Estados Unidos marchan a la cabeza del Comercio y de la Civilización del mundo y hacia un progreso indefinido.

En Inglaterra nadie piensa en República como nadie piensa en Monarquía en Norte América, y una y otra nación son las mas ricas y prósperas del orbe. Los partidos en esas dos naciones luchan por cuestiones económicas y de carácter social mas que político ¿ Por qué nosotros en Colombia no imitamos los pueblos que nos ofrecen modelos tan hermosos?

Pero sin pretender copiar las instituciones de las grandes potencias, podemos siquiera imitar a Suiza, la nación pequeña por su territorio, pero grande por la excelencia de sus instituciones, por la moralidad de sus costumbres y por la perfecta educación de su pueblo. En Suiza se halla establecida la República sobre bases sólidas e incomovibles. Suiza es la victoria histórica mas espléndida de la. Democracia. Allí la libertad marchando bajo la protección del orden, ha hecho de ese pueblo feliz el objeto del respeto y de la admiración del mundo.

Si el fanatismo político en Colombia es una de las causas primeras del atraso de la República, también lo es en parte el fanatismo religioso. Nada hay tan santo, noble y respetable como la religión, ese vínculo sagrado entre Dios y sus criaturas esa comunicación, según la expresión de Victor Hugo, del Infinito de abajo, que es el alma, con el Infinito de arriba, que es Dios. « Si no

hubiera infierno, era menester inventarío, decía Voltaire, y aun cuando yo soy demoledor del edificio religioso deseo que mi mujer y mi sastre sean creyentes, la una para que me sea fiel, y el otro para que no me robe »

La Historia, desde que existe nos enseña que el hombre es animal esencialmente religioso y que en todos los pueblos, edades y latitudes, han existido y existen las confesiones religiosas y las prácticas del culto que de ellas se derivan. El hombre en su natural aspiración a no desaparecer después de su muy corta existencia, se ampara bajo las creencias religiosas y se escuda con la fé contra el aniquilamiento de ese motor indefinible que se llama el alma, o sea el espíritu humano.

La religión es tan necesaria y tan útil a los pueblos como pueden serlo la libertad y el orden a las sociedades organizadas en forma de Estado. La clase ignorante, especialmente, que carece de las sanciones que establece la Sociedad y de los sentimientos del honor, no menos que de la conveniencia personal, necesita, para apartarse del camino del vicio y del crimen, del temor del castigo religioso.

Pero de estas consideraciones o verdades incontrovertibles respecto de la excelencia y conveniencia de la religión en los pueblos, no se deduce que los Ministros de ella tengan el derecho

-de inmiscuirse activamente en las cuestiones puramente políticas o administrativas de las sociedades en que deben ejercer su sagrado ministerio, olvidando las palabras del Fundador del Cristianismo: « Dad a Dios lo que es de Dios y a César lo que es de César » y los sabios consejos y la doctrina que contienen las Encíclicas de Leon XIII y de Pio X.

Durante el Pontificado de Leon XIII, la Cátedra de San Pedro vino a ser el primer Trono del orbe, y ese gran Pontífice fue mas de una vez el Arbitro de la paz del mundo.

Quiera Dios que en Colombia los Prelados y Sacerdotes, miembros del clero católico, traten de purificar sus espíritus y de desinfectarse de la ponzoña de la política para poder ejercer con mas libertad, autoridad, prestigio y eficacia la sublima misión de paz y de amor que les está encomendada por el Fundador del Cristianismo, y ojalá que el Gobierno de la Republica, inspirándose en estos nobles sentimientos recabe, por medio de alguna reforma discreta del Concordato, la alta y decisiva influencia de la Santa Sede para que el clero colombiano marche siempre sobre la vía sagrada, y no sobre los senderos manchados de la política.

Permita Dios que el virtuoso y respetable clero colombiano se penetre de que su misión sobre la tierra es absolutamente evangélica y proviene de mandato divino a fin de que nunca descienda de su dosel sagrado para enlodarse entre las miserias terrenales.

Desgraciadamente en Colombia, la política también, en su invasión corrosiva a todos los organismos y en todos los campos, la logrado falsear el ánimo de muchos sacerdotes católicos, virtuosos, ilustrados y sin reproche, pero que, dominados por el espíritu de partido toman parte activa en las luchas políticas y eleccionarias y han llegado hasta predicar y enseñar que los intereses grandes y sagrados de la Patria deben subordinarse a los intereses religiosos.

« La religión primero que todo y aun que la Patria » ha dicho en la Cátedra sagrada uno de los sacerdotes de mayor ilustración y de virtud que tiene en su seno el clero colombiano.

Esto no deja de ser un despropósito, porque el Credo religioso es un atributo de los individuos que forman esa grande y sagrada unidad que se llama Patria. La Religión es una de las piedras angulares de la Patria. Puede haber Patria sin religión; pero no puede haber sentimiento religioso sin Patria por carencia de individuos que lo abriguen.

Ojalá que esos ilustres sacerdotes no olviden la respuesta que el gran Prelado de la Iglesia Romana, Monseñor Amette, Cardenal Arzobispo de París, dio al Secretario de S. S. Benedecto XV cuando aquél le aconsejaba que observara en Francia la neutralidad de la Santa Sede durante la guerra actual: « No puedo seguir los consejos de V. Eminencia, contestó el gran Prelado, "porque antes que Príncipe de la Iglesia y que Arzobispo, soy Francés y todos los intereses deben subordinarse a los de la Patria. Así, pues, soy partidario decidido de los Aliados que luchan por la causa de la justicia y de la libertad, pregonadas por Jesús Cristo, y por la Civilización fundada sobre sus doctrinas sublimes ».

« El Cristianismo es mas grande y mas respetable de rodillas en el Gólgota que coronado en el Vaticano.» dijo Castelar en histórica oración. Nunca ha alcanzado el Pontificado romano mayor esplendor que, cuando despojado del Poder temporal que lo deprimía, se ha colocado en su plaza sagrada como Vicario de Cristo, y ocupando un trono mas alto que todos los tronos terrenos del orbe.

CAPITULO XXXIX.

Resúmenes y Conclusiones

SEGUNDA PARTE.

SUMARIO. Después de expedida la Constitución de 1886 tuvieron lugar en Colombia dos guerras civiles. – El General Reyes gobierna la República de modo excepcional durante cinco años. – Suceden las Administraciones constitucionales del General González Valencia y de los Doctores Carlos E. Restrepo y José Vicente Concha. – Homenaje al venerable Magistrado Dr. Manuel Antonio Sanclemente. – Los partidos se subdividen después del quinquenio. – Sus hombres principales.

Después de expedida y puesta en ejecución la Constitución de 1866, hubo un período de nueve años de paz durante las Administraciones de los Señores Miguel Antonio Caro y Carlos Holguín, porque el Dr. Nuñez, Presidente titular, se separé, con singular desprendimiento, del ejercicio del Poder público para que los expresados Señores, el uno como Vice-Presidente, elegido popularmente y el otro como Designado, nombrado por el Congreso, desempeñaran las funciones del Poder Ejecutivo.

No obstante que durante esa época no ocurrió revuelta armada y por consiguiente hubo paz, propiamente dicha, el Gobierno acudió a algunas medidas muy fuertes para prevenir los desórdenes, cuales el extrañamiento del territorio nacional de hombres distinguidos del liberalismo, como el Sr. Santiago Pérez, por ejemplo, de supresiones de periódicos, de allanamientos de imprenta, de trashumancia de Magistrados judiciales y otras por el estilo, en virtud de las autorizaciones que le concedía la llamada « Ley de los caballos », conforme a la cual podía el Poder Ejecutivo desterrar, fusilar, allanar imprentas, en una palabra violar todas las libertades sociales, por medio de órdenes verbales, cuando, a su juicio y de sus Ministros, hubiera temores fundados de perturbación del orden público. No entro en detalles sobre estos asuntos, porque de ellos me ocuparé mas tarde extensamente.

En 1895 y bajo la. Presidencia del Sr. Caro, el liberalismo se lanzó a una insurrección a mano armada inoportuna y descabellada, porque en esos momentos el partido regenerador imperante se hallaba profundamente dividido y porque la Regeneración se había podrido en flor, según la expresión espiritual del Dr. Nuñez. Esta revolución terminó muy pronto por la actividad y espíritu conciliador del General Rafael Reyes, quien, en el lapso de cuarenta días, recorrió la mitad de la República, marcando su marcha por la victoria en los campos de batalla, y por la pacificación por medio de arreglos con los rebeldes. El resultado de esta revolución, fue el mismo que siempre ha alcanzado el liberalismo guerrista e impaciente cuando ha buscado por medios violentos la reivindicación de sus derechos: la unión de los conservadores contra el enemigo común, y la consolidación del adversario en el Poder.

En 1899 tuvo lugar una revolución terrible y sangrienta, que duró hasta 1903 y tuvo por remate la desmembración del territorio colombiano y la pérdida del Istmo de Panamá.

En 1904 fue elegido Presidente de la. República el General Rafael Reyes, quien se hallaba ausente en Europa durante la contienda.

Dicen en los círculos eclesiásticos de Roma que en cada elección de un nuevo Papa, el Espíritu Santo inspira el nombre del Pontífice que debe convenir a las necesidades de la Iglesia Católica.

Tal pudiera ser el criterio filosófico para juzgar la elección del General Reyes en 1904, porque, después del terrible movimiento que había trastornado y arruinado el país hasta en sus cimientos y cuando los colombianos todos, vencedores y vencidos, habían depuesto las armas por haber experimentado el cansancio de la sangre, la República necesitaba de un hombre que, ausente del país durante largo tiempo, de espíritu conciliador, y activo y enérgico como el General Reyes, tuviese a su cargo la inmensa tarea de reconstruir el País después de la catástrofe, y cuyo advenimiento al Poder no entrañase las cóleras ni las amenazas para ninguna colectividad política.

La obra del Quinquenio, que después estudiaré detenidamente, es muy compleja y trascendental y debe ser analizada y juzgada con espíritu frío por el historiador imparcial y justiciero. Me concreto a decir que, si en esa administración, de carácter excepcional, porque tal vez así lo exigían las circunstancias que sucedieron a la guerra trienal, se cometieron grandes errores, abusos desastrosos en política fiscal, supresión de la prensa,

– represiones violentas y violaciones de la Constitucicri y las leyes, no puede negarse que la obra del General Reyes y de la Asamblea Nacional que, á imitación de Nuñez en 1885 respecto del Consejo de Delegatarios, convocó, no para anular la Constitución, sino para hacerle convenientes retoques, está saturada de notables reformas entre las cuales culminan el restablecimiento de la circulación de la moneda metálica, la extinción del papel moneda, la libertad en los contratos, y, sobre todo, la disposición constitucional que establece la representación proporcional de las minorías por medio del voto incompleto en todas las corporaciones nacionales, departamentales y municipales de la República. Nadie duda hoy de que el principal factor del largo período de paz de que ha disfrutado la República, desde 1903 hasta la fecha, ha sido esta saludable institución electoral que ha eliminado una injusticia de treinta años, y que, haciendo efectivos los derechos políticos de una gran parte de la sociedad colombiana que se llama el liberalismo, ha establecido la verdadera república democrática sobre su base fundamental, que es el sufragio popular. También datan de la época del Quinquenio importantes mejoras materiales, como son el mejoramiento de la navegación del Magdalena, las carreteras del Norte, la prolongación del ferrocarril de La Dorada y del del Norte, el impulso al Ferrocarril del Pacifico y sobre todo la terminación del Ferrocarril de Girardot, que resolvió el problema de comunicar a la República con el Exterior por medio de trenes y vapores y no por el anticuado y primitivo de las mulas.

A la administración del General Reyes sucedió en 1909 el General Ramón González Valencia, elegido por la Asamblea Nacional para el tiempo que faltaba del período sexenal fijado por la Constitución.

La Administración del General González Valencia que también ocupara mi pluma mas tarde, fué pacífica y se distinguió por el respeto al derecho de los ciudadanos y a la Constitución y leyes de la Nación.

El General González Valencia es un hombre honrado prestigioso y patriota. Recuerda al Cincinato romano, pues con el mismo entusiasmo y abnegación con que, en los tiempos de paz, toma el arado para buscar su fortuna personal y subvenir a los gastos de su respetable familia en las labores agrícolas, empuña victoriosamente la espada en tiempo de guerra para servir con valor y decisión la causa política de sus convicciones.

Sucedió al General González Valencia el Dr. Carlos E. Restrepo, hijo distinguido del Departamento de Antioquia, quien reunía al espíritu práctico y laborioso de los antioqueños, inteligencia esclarecida y cultivada y una honorabilidad perfecta. Su administración fue pacífica y legalista.

Durante esas administraciones, que pueden llamarse de la Restauración del orden constitucional y legal, se hicieron importantes reformas a la Constitución, la cual fué depurada de algunos cánones despóticos. Se amplié la responsabilidad presidencial y se redujo el período del Jefe del Poder ejecutivo a cuatro años. También se confirmaron algunas de las buenas disposiciones dictadas en la época del General Reyes, como la abolición de la¿ Vice-Presidencia de la República, que creaba un Jefe constitucional permanente de los descontentos y oposicionistas al Presidente. Desgraciadamente la centralización administrativa no fué eliminada, y se derogó la sabia disposición de elegir al Presidente por el Congreso.

Como sucesor del Dr. Restrepo fué elegido Presidente de la República, casi por unanimidad, por la Unión conservadora,, es decir por la fusión de las dos grandes ramas en que se había dividido el partido conservador bajo los nombres de nacionalistas e históricos, y además con el concurso de la mayor parte del liberalismo, el Dr. José Vicente Concha, intelectual de sólida instrucción, orador elocuente, escritor castizo y vibrante y modelo" de probidad pública y privada, quien había contribuido eficazmente a la reforma de la Constitución en sentido liberal y justiciero.

La Administración del Dr. Concha que ocupará muchas de las páginas de la segunda parte de esta obra ha tenido que luchar contra las desastrosas consecuencias económicas de la guerra actual que afecta, aflige y escandaliza al mundo entero. No obstante, la actual Administración ha podido dominar la difícil situación fiscal y resolver dos grandes problemas diplomáticos de grande trascendencia para el país como son el Tratado de límites con el Ecuador, y una Convención – con Venezuela, que han: puesto término a viejos litigios y a motivos constantes de intranquilidad por falta de armonía de intereses entre Colombia y nuestros dos vecinos. Aun cuando no fuera sino por estos dos éxitos diplomáticos, la administración Concha habría obtenido ya los galardones históricos que merece.

En la Administración del Dr. Concha han colaborado principal y eficazmente los Dres. Abadia Méndez y Marco Fidel Suárez, Ministros de Gobierno y Relaciones Exteriores.

Abadía Méndez es una personalidad emérita y cuya modestia corre parejas con la ilustración y la honradez. Espíritu equilibrado, tranquilo, justiciero, se ha hecho notable por el acierto y rectitud que han distinguido sus procederes y resoluciones en el sillón de Gobierno, que ha ocupado varias veces.

El Dr. Suárez es uno de los hombres mas distinguidos de la República. Sabio filólogo, internacionalista esclarecido, y de intachable honorabilidad, puede también llamársele espartano por la virtud y ateniense por la sabiduría. Cómo escritor castizo y elegante podía haber figurado con distinción en la edad de oro de la vieja Castilla. Su pluma es limpia y correcta como su conducta.

Después de la caída del partido liberal y del establecimiento de un régimen político completamente reaccionario en 1885, las parcialidades políticas se descompusieron y se subdividieron.

El liberalismo, decapitado por la muerte de Murillo y de Zaldúa, vencido en los campos de batalla, desterrado de los puestos públicos y del predominio político en la Nación, quedó por algún tiempo anonadado y abatido. Poco a poco, bajo la suprema dirección del Dr. Aquileo Parra y del ilustre Robles, empezaron a reunirse los cuerpos francos en que se había fraccionado la gloriosa Comunidad histórica, después del desastre. Bajo la acción de la pluma valiente de Santiago Pérez, el liberalismo empezó a adquirir fuerzas para prepararse a la lucha. El destierro del Dr. Pérez, la supresión de los periódicos liberales, el alejamiento sistemático de toda participación en la cosa pública (herencia patrimonial de todos los individuos de la misma patria) y la aplicación de las leyes despóticas vigentes, lo exasperaron, le hicieron perder la paciencia y lo lanzaron a la descabellada guerra de 1895.

Vencido de nuevo en los campos de batalla tuvo la desgracia de dividirse. El elemento popular, el más numeroso, siguió animado de un espíritu belicoso no buscando otro medio para la restauración de los principios liberales que la guerra o la revuelta a mano armada. Los otros, que teníamos fé en la acción lenta y gradual de las ideas y en su propagación por la prensa, la enseñanza y el ejemplo, para que cobrando ascendiente sobre la opinión popular puedan traducirse en cánones e instituciones políticas por los Cuerpos Constituyentes y Legis lativos, elegidos libremente, nosotros, repito, los que creemos que la libertad no es un fin sino un medio para alcanzar la felicidad social y resolver los grandes problemas políticos de la Nación, formamos un grupo, menos numeroso, pero fuerte por sus principios, que pudo llamarse el civilismo o el liberalismo doctrinario. En unión de Juan Evangelista Manrique, José María Ruiz, Carlos Arturo Torres, José Camacho Carrizosa. Clímaco Iriarte y otros tomamos la iniciativa para la formación de esta agrupación política que siempre trabajó, bajo la suprema dirección del Sr. Parra, por calmar las impaciencias de los guerristas y por tener fé en la acción de los principios en los campos de la paz.

En 1898, entró a ejercer la Presidencia de la República, en virtud de elección popular, la mas respetable personalidad del partido nacionalista, el venerable Doctor Manuel Antonio Sanclemente, que había sido Ministro de Gobierno y Guerra en la Administración del Dr. Mariano Ospina, y hombre que, hasta por su figura, memoraba a los patricios de la primera República romana. Este hombre, espejo de todas las virtudes públicas y privadas, ha sido el mejor Presidente de la Regeneración en la rama nacionalista. Desde su advenimiento al Poder reveló sus dotes de energía para reprimir el mal y procurar el bien. Su espíritu conciliador dio prendas al liberalismo, al cual hizo entrever el porvenir de una restauración pacífica por medio de las elecciones.

La historia de la Administración Sanulemente merece un estudio detenido, con criterio elevado e imparcial. Por ahora bástame recordar que, cuando yo fui enviado a Anapoima en comisión de los comerciantes para hablar con el Presidente sobre los medios que podían adoptarse para evitar el alza alarmante del cambio sobre el Exterior y las nuevas emisiones de papel moneda, que había sido el cómodo, fácil y desastroso remedio

para solventar las dificultades fiscales de los gobiernos anteriores, me dijo, al despedirse de mí, con emoción sincera, y moviendo su hermosa cabeza coronada de cabellos blancos con ese gesto patricial que le distinguía, estas hermosas palabras que nunca olvidaré:

« Dígale Ud. a los comerciantes de Bogotá que yo les prometo que me contaré la mano antes que firmar un decreto sobre

nuevas emisiones, salvo perturbación del orden público, y dígale a los liberales que tengo el propósito de dar garantías al sufragio y de facilitar los medios de que vayan a las Cámaras legislativas los liberales, siquiera en una tercera parte de la totalidad de los miembros. Tengo ambos pies en el sepulcro y no aspiro sino a realizar dos cosas durante mi Gobierno: libertar al país del flagelo del papel moneda y hacer efectivo el respeto al sufragio popular, para que el liberalismo tenga la debida participación en la dirección de la cosa pública y termine esta enorme injusticia de- tantos años »

No obstante que yo repetí estas promesas a los principales corifeos del liberalismo guerrista, este se lanzó a la revolución en 1899 y produjo la horrible catástrofe que duró hasta fines de 1902, época luctuosa que merece un estudio serio de parte del historiador filósofo de Colombia.

En la guerra de 1899 a 1902 sobresalieron dos figuras en el liberalismo, quienes, a pesar de ser jefes de la revolución, fueron dos tipos opuestos, de méritos y cualidades antagónicas. La una fué el General Rafael Uribe Uribe, hombre dotado de inteligencia superior, de bastante instrucción, valeroso, audaz, emprendedor de grandes energías y no menores ambiciones, y de" actividad y laboriosidad insuperables. No fué siempre feliz en los campos de batalla, pero en la paz se distinguió en el Parlamento, en el periodismo y en la diplomacia. Constante y tenaz, logró agrupar en rededor suyo la parte mas numerosa y popular del liberalismo belicoso, del cual vino a ser el jefe o Director único. Presté eficaces servicios a la Administración y fué traidoramente asesinado, como César, al llegar a los salones del Senado.

Sobre este hombre de altas dotes y de obra extensa en la Historia de Colombia se ha escrito mucho, que no es posible repetir en este libro.

La otra figura sobresaliente del liberalismo, revelada también durante la última guerra civil, fué el General Benjamin Herrera, a quien, por hallarse aun vivo, no puedo dedicar, (siguiendo mi propósito de no ocuparme extensamente sino de los muertos)las páginas que merece su biografía; pero no puedo prescindir de decir que el General Herrera es el tipo del repúblico honrado, de espíritu equilibrado, de inteligencia de buena clase y del militar, civil y doctrinario. Por el estilo del General La Fayette, su espada nunca se ha puesto al servicio de sus personales ambiciones, ni de ninguna forma de despotismo, y ella siempre se ha doblado ante el ara de la ley, del honor y la justicia. Modesto, noble, desprendido y valeroso, Herrera ha tenido, como ambición sobresaliente, la de ver implantados en el país los principios de la pura doctrina liberal. En la revolución de 1899 fue el mejor jefe desde el punto de vista de la estrategia y de los conocimientos militares.

Entre las varias figuras del liberalismo doctrinario señalaré, además, como a hombre civil muy respetable, tanto por sus años como por su eximia labor periodística, a Fidel Cano, en cuyo cerebro hay tanta luz como nobleza y fé de doctrinario liberal en su corazón.

Desde el año de 1857, el General Mosquera echó las bases de un nuevo partido político llamado el nacional y formado por elementos liberales y conservadores disidentes, o desprendidos del gran tronco de las dos Comunidades históricas.

El partido nacional de 1857 tenia por principal objetivo la elección de Mosquera para Presidente de la República y vino a ser el núcleo principal de la revolución de í86o, porque a él se unió todo el partido liberal de la República.

Fundido ese pequeño partido en la gran masa triunfadora en 1863, desapareció por completo como entidad histórica.

En 1 88~, Nuñez revivió el nacionalismo con los elementos liberales que le eran adictos personalmente o contrarios al radicalismo y con todo el partido conservador.

Este poderoso partido, bajo la suprema inspiración o dirección de Nuñez, primero, y después de Caro, goberné el país desde 1885 hasta 1900 y fueron sus figuras sobresalientes Miguel Antonió Caro, Carlos Holguín, Manuel Antonio Sanclemente, Rafael Reyes, Antonio Roldán, Marco Fidel Suárez, Jorge y Hernando Holguín digno hermano el uno y digno hijo el otro de Carlos Holguín.

Por efectos de la dinámica política, que es tan infalible como la dinámica física, el partido imperante llamado cuando estuvo unido partido de la Regeneración, se dividió en dos grandes grupos denominados el nacionalismo y el historismo Al primero pertenecieron los gobernantes que ya he mencionado, y al segundo hombres eminentes, quienes quisieron conservar en toda su pureza las viejas y tradicionales doctrinas conservadoras de los tiempos de Marquez y de Herran, depuradas de los elementos mixtos de la Regeneración. A este partido pertenecieron Sergio Arboleda, Juan Antonio Pardo y posteriormente como figuras sobresalientes que por el momento vienen a mi memoria: José Manuel Marroquín, José Vicente Concha, Alejandro Posada y Antonio José Uribe, jurisconsulto distinguido, laborioso y fecundo escritor y autor de obras didácticas y de carácter histórico que han contribuido a formar su renombre, y José María González Valencia, hermano del General Don Ramón, abogado de merecida fama, profesor ilustrado en la Universidad nacional, profundo conocedor del Código Civil y de la filosofía del Derecho, que ha sido Ministro de Relaciones Exteriores y Designado para ejercer el Poder Ejecutivo.

En 1 909 se formé entre liberales y conservadores una liga política para combatir al Gobierno del General Reyes, bajo el nombre de Unión republicana.

Tal alianza de carácter transitorio, y de semejanza histórica a la que se formé en 1854, dio nacimiento al partido llamado republicano que culminé en 1910 y que cristalizó su actuación política en importantes reformas de la constitución y de las leyes del Quinquenio, y en la elección del General Ramón González Valencia y del Dr. Carlos E. Restrepo para Presidentes de la República. Durante la Administración de este último, la mayor parte de los elementos conservadores que formaban el partido republicano abandonaron sus filas y se refundieron en la Unión conservadora, la cual vino a ser el partido mas numeroso y mas fuerte de la República, porque reunía todos los elementos del historismo y del nacionalismo reconciliados y los que se habían segregado del partido republicano.

La elección casi unánime del Dr. Concha fué la obra culminante de la Unión conservadora, compacta en los Comicios y aliada para las votaciones al liberalismo militante que se hallaba bajo la dirección única del General Uribe Uribe.

Debilitado el partido republicano, no ha prosperado en prestigio entre las masas populares a pesar de contar en sus filas intelectuales esclarecidos, y de su bello programa. Este partido que representa una hermosa aspiración política, no tiene muchos elementos de vitalidad y está llamado a desaparecer, juntándose los pocos elementos conservadores" que le quedan a la Unión conservadora, y refundiéndose los liberales, que forman la gran mayoría del partido, en la masa general del liberalismo, con el cual comulgan en los mismos ideales políticos y a quien los unen tradiciones gloriosas.

No mencionaré entre los hombres principales del partido republicano sino a los dos eximios fundadores, figuras proceras de la segunda época de la república que tienen ya conquistada puesto de honor en la historia política de la nación por sus méritos, virtudes y merecimientos, Estos dos ancianos ilustres, personajes de primera magnitud y que sobresalen entré sus contemporáneos son los Señores General Guillermo Quintero Calderón (conservador) y Dr. Nicolas Esguerra (liberal).

CAPITULO XL

Reformas y Corolarios

SUMARIO. Principales reformas que requiere la actual situación de la República en la Constitución y en las leyes. – Consideraciones sobre el sistema federal. – Necesidad de dar la autonomía a los Departamentos y a los Municipios, de reformar el Código penal, y de establecer un sistema tributario científico y adaptado a los recursos y necesidades del país. – CAMINOS Y ESCUELAS deben ser los objetivos principales de los Gobiernos y de las clases dirigentes de la Sociedad en Colombia – Voto patriótico final.

Las reformas del Derecho constitucional y administrativo, de la educación política y de los ramos fiscal y económico de Colombia para que esta nación llegue a ocupar el puesto que merece en el rol o familia de los Estados civilizados, son, en mi opinión, las siguientes

ORDEN POLÍTICO

Aceptada como se halla la Constitución de 1886 por todas las parcialidades políticas de la República y rigiendo, con asentimiento general, el principio de la representación de las minorías, los partidos políticos en que se halla dividida la sociedad de Colombia, no tienen hoy razón de ser porque carecen de misión política propiamente dicha.

Conservadores y liberales, todos somos republicanos y demócratas en Colombia, y todos estamos de acuerdo en sostener la vigencia de las garantías sociales y de los derechos del individuo que consagra nuestra Constitución, con tanta amplitud como el Código liberal mas avanzado. ¿Qué puede, pues, separar hondamente a las dos grandes Comunidades históricas de la República? Nada, absolutamente nada. Puede haber divergencia de opiniones respecto de detalles administrativos o constitucionales; pero esas discrepancias, comunes a todas las Democracias, no pueden ser motivo

para continuar la lucha encarnizada que hemos sostenido durante un siglo.

Los conservadores sostienen y practican hoy como gobernantes los principios liberales de la Constitución, y el liberalismo es apóstol de los principios conservadores del orden y la paz.

¿ Por qué, pues, continúan los partidos con esas añejas denominaciones que pudieron explicarse en el comienzo de nuestra nacionalidad y en la época de su desarrollo?

Los partidos políticos propiamente dichos deben desaparecer, repito, porque ya no tienen misión ninguna que desempeñar en la República. Preciso es romper esos viejos y averiados moldes para modelar sobre otros, limpios y nuevos, las agrupaciones o parcialidades sociales en los campos económicos o meramente administrativos, como acontece en los países civilizados que tienen ya resueltos los problemas de organización constitucional y política. Federalistas o centralistas, partidarios del régimen presidencial o del parlamentarismo; libre- cambistas o proteccionistas, etc, etc. tales deben ser los programas de los partidos en Colombia.

Menester es que los colombianos se recojan en el sentimiento unánime del amor a la Patria y. despojándose de las viejas vestiduras, varias veces ensangrentadas y desgarradas por la guerra civil, escriban los programas de los partidos sobre páginas blancas.

ORDEN CONSTITUCIONAL.

Como llevo dicho la Constitución de 1886 que, con los retoques recibidos, satisface ampliamente en lo fundamental, (o sea la Carta que garantiza los derechos individuales) ha sido aceptada por todas las parcialidades políticas y, desde ese momento, éstas han dejado de ser agrupaciones rebeldes para convertirse en partidos constitucionales y legales.

Así, pues, el Código de 1886 no necesita sino de reformas de detalles, o de carácter simplemente administrativo.

En primer lugar, la Constitución necesita ser reformada en un sentido descentralizador, sobre todo en materia administrativa.

CENTRALIZACIÓN POLÍTICA MODERADA y DESCENTRALIZACIÓN ADMINISTRATIVA debe ser la fórmula constitucional para satisfacer las necesidades del país.

Colombia, por su vasta extensión, por su constitución topográfica, por su territorio cruzado por tres ramales de los Andes, el cual es impropicio para las comunicaciones, y por la diversidad de condiciones étnicas en sus apartadas regiones, conviene estar regida por un sistema federativo atemperado que no consagre la absurda soberanía seccional de la Constitución de Río Negro, ni la excesiva centralización de la de 1886.

Los departamentos deben ser subdivididos en municipios, señalando a ambas entidades los límites de sus facultades; pero otorgándoles una verdadera autonomía para que puedan administrar, cumplida y tranquilamente, los intereses de los asociados en sus respectivos círculos, o radios de acción.

Los Gobernadores de departamentos deben ser nombrados por el Presidente de la República en virtud de una terna presentada por las Asambleas o Consejos departamentales, como creo que alguna vez lo propuso el Dr. Concha en su labor de reformas liberales. De esta manera, el Gobernador de la Provincia o del Departamento recibiría el mandato de la Corporación representante de los intereses seccionales, y del Poder Supremo de la Nación. Así podría llenar cumplidamente los derechos y atribuciones que corresponden a su doble carácter de Agente del Poder ejecutivo nacional y de Jefe de la Administración departamental.

En la. Constitución está dislocada la prohibición para el legislador de imponer la pena de muerte o, por lo menos, de la manera absoluta que hoy existe.

La cuestión de penalidad no corresponde en ningún caso al Código fundamental. Esa es materia exclusiva del Código penal.

Una prohibición absoluta de imponer cierta pena es un absurdo, pues¿ cómo se castigaría en Colombia el supremo delito de traición a la Patria, por ejemplo, que en todos los países, aun en los que se hallan regidos por el mas exagerado radicalismo, se castiga con la pena capital? Y ¿cómo podrían aplicarse en caso de guerra exterior los principios del Derecho de Gentes para castigar a los traidores y a los espías, si la Constitución no permitía en ningún caso el castigo de los delincuentes con la pena de muerte? Irrisorio será respetar la vida de los traidores aun que éstos causen la pérdida de la vida de los defensores de la Patria.

Y ya que los partidarios de la abolición de la pena de muerte declaran constitucionalmente que la vida humana es inviolable ¿por qué no establecen también los medios o garantías para que los asesinos no la violen? Y¿ por qué no declaran inviolable la libertad, que se suprime con las prisiones, cuando muchas veces, o casi siempre, la libertad es mas amable que la vida?

La penalidad no es ni debe ser materia de la Constitución de un país ni asunto de sentimientos ni de filosofía filantrópica, sino de estadística y de necesidades y defensa de la sociedad, apreciadas en cada caso por el legislador. Si la estadística demuestra que los delitos graves han aumentado con la supresión de la pena de muerte, restablézcase ésta. Así ha acontecido en las Democracias mas avanzadas del mundo como son la Francia republicana y la Confederación Suiza, y téngase en cuenta que en estos países el restablecimiento de la pena capital se ha hecho a petición de los pueblos.

Debe también derogarse la disposición constitucional que prohibe el establecimiento de la instrucción primaria obligatoria. La Ignorancia es una de las principales causas de los males que aquejan a un pueblo, y la causa primera de su marcha lenta en el camino del progreso. Ese semillero de desastres públicos debe extirparse por medio de la Instrucción, como se purifican los lugares malsanos por medio de la desinfección.

Hasta en los países regidos por instituciones monárquicas, se tiene establecida la instrucción obligatoria y en Suiza, la República modelo en todo sentido, son obligatorios, so pena de la pérdida de derechos civiles, el voto popular, la vacuna y la instrucción primaria. Si se prohiben por ley todas las acciones criminosas ¿por qué no suprimir también la causa primera de los delitos que es la ignorancia?

La Asamblea de 1910suprimió la sabia disposición que atribuía al Congreso la elección de Presidente de la República. Esta disposición evitaba al país un año de agitación y de malestar para los preparativos de la elección popular, e impedía los desórdenes, y aun movimientos de rebeldía durante las votaciones.

El Congreso, o sea la congregación de los individuos que han recibido del Pueblo el mandato para administrar sus intereses y remediar sus necesidades, tiene suficiente autoridad para elegir al individuo encargado de ejecutar las leyes que el mismo Congreso dicta.

En todas las Corporaciones o Juntas de carácter administrativo, es natural y conveniente que esas mismas Congregaciones nombren al Gerente encargado de cumplir sus resoluciones.

El voto popular presenta, además de la agitación de las elecciones, el inconveniente de que se presta a los fraudes electorales y a bastardear el sufragio. Por último, el Gran Jurado escrutador, con las facultades que tiene por la ley, viene a ser el árbitro inapelable de las votaciones y quien puede en definitiva hacer la elección. Cuánta mayor tranquilidad en la elección presidencial debe esperarse de la Congregación de los representantes, senadores o mandatarios del pueblo!

Digno es de observarse que la mayor parte de los elegidos en Colombia para ejercer la Presidencia de la República por los Congresos o Cuerpos de representantes se distinguieron en su gobierno, y que varios de origen popular fueron desgraciados en sus administraciones.

Don Camilo Torres, el General Santander (en 1819) Don Joaquín Mosquera y Don Domingo Caicedo, es decir los mas lustres Magistrados de Colombia, fueron elegidos por Congresos. Mas tarde, el General José Hilario López, el General Gonzáles Valencia, y el Dr. Carlos E. Restrepo, cuyas administraciones fueron honorables y pacificas, debieron su elección al Cuerpo Legislativo.

Verdad es también que el Dr. Concha ha sido elegido popularmente y que su administración modesta, pacífica y respetuosa de la Constitución, la ley, el derecho de los ciudadanos y las disposiciones del Cuerpo Legislativo, ha interpretado en la práctica el genuino concepto o síntesis científica de la misión del Gobierno, a saber: Dar seguridad a los gobernados a fin de que éstos ejerzan libremente sus derechos y desarrollen sus intereses y sus esfuerzos para proveer a sus necesidades y a sus legítimas aspiraciones. Tal fórmula es contraria a la que sostienen los partidarios de los Gobiernos paternales o que involucran su actuación a la que corresponde exclusivamente al interés y Iibertad del individuo. Pero la actual administración emana de un origen nacional excepcional, puesto que los dos grandes partidos de la República votaron por Concha. En cambio ha habido administraciones de origen popular como las de Marquez en 1837 del General Obando en 1853, de D. Mariano Ospina en 1957 y de Mosquera en 1866, cuyos fastos históricos están ensangrentados, o marcados por desastres.

En Francia y en Suiza, las Democracias mejor constituidas y mas avanzadas del mundo, la elección presidencial se hace por los Parlamentos.

Al retocar la Constitución en esta parte, debería establecerse el período presidencial de dos años, con facultad de reelección por una vez. De esta manera al cabo de dos años de ejercicio del Poder, el Congreso elector decidirá si es conveniente prorrogar o no los poderes del Magistrado en ejercicio. Correspondiendo al Congreso la elección del Presidente, quedarían eliminadas las objeciones contra los períodos cortos por la agitación que acompaña a la elección popular.

Convendría establecer una serie de prohibiciones al Congreso a fin de evitar que éste disponga arbitrariamente de los dineros públicos, por medio de leyes de pensiones, gracias, subvenciones, condonaciones, y auxilios a los departamentos y distritos. Las atribuciones del Cuerpo Legis1ativo deben circunscribirse exclusivamente a dictar las leyes o reglas que requiere la administración pública, y, en materias fiscales, a discutir, reformar y aprobar los Presupuestos que presente el Poder ejecutivo.

En la discusión y adopción de esos Presupuestos, el Congreso debe tener facultad para aumentar las rentas, si fuere necesario, pero no para disminuirías; y en cuanto al presupuesto de egresos, conviene la facultad contraria, o sea el derecho de disminuir los gastos, pero no de aumentarlos.

En Colombia nunca se ha ensayado el régimen parlamentario que, apesar de sus defectos, es la mejor fórmula de gobierno que ha alcanzado la ciencia constitucional en los países civilizados, ya sea en monarquías, como en Inglaterra, España e Italia o en repúblicas, como Francia, Suiza y Chile.

En Colombia existe un régimen u organización del Poder ejecutivo que no tiene semejante en ningún otro país.

El Presidente de la República tiene un exceso de facultades, sobre todo en materia de nombramientos, que no se compadece con los genuinos principios republicanos.

Existiendo en la organización del Poder ejecutivo un régimen representativo, que no parlamentario, es impropio que los colaboradores del Presidente se llamen Ministros, pues esto supone siempre que dependen del Parlamento.

Más correcto es el nombre de Secretarios como en los Estados Unidos, o en el Gobierno pontificio, o Jefes de Departamentos administrativos, como en Suiza.

En los países regidos por el sistema parlamentario, la administración propiamente dicha y el nombramiento de los empleados que ella exige, corresponden casi exclusivamente al ministerio. De ahí el nombre de Ministros (contracción de administradores) de los individuos que forman aquél, designados por el Jefe del Ejecutivo, de acuerdo con el Parlamento.

No obstante que la formación y actuación de nuestros Congresos deja mucho que desear, sería conveniente ensayar discretamente algunos elementos del régimen parlamentario, el cual es un gran factor de la paz pública y de la alternación de los partidos en el ejercicio del Poder.

En todo caso, la Constitución debe quitar al Presidente de la República el derecho de hacer todos los nombramientos el cual le procura medios para ejercer indebidas influencias en la política y, sobre todo, en las elecciones populares.

Natural es que el nombramiento de los Magistrados de la Suprema Corte, por ejemplo, corresponda al Senado, que es la primera entidad judicial de la. República; pero con prohibición de elegir los Senadores electores. La Corte Suprema debe elegir los Magistrados de los Tribunales seccionales, y éstos los de los subalternos y así sucesivamente hasta el último peldaño del ramo judicial.

Por la misma razón, la Cámara de representantes, primera Entidad del Ministerio Público, es la llamada a elegir al Procurador General, Personero de la República.

No deja de ser inexplicable que, conforme a nuestro derecho constitucional, sean nombrados por el Gobierno ejecutivo el fiscal y los jueces, llamados, en ciertos casos, a acusar y a juzgar a los miembros del Gobierno que los nombra.

Antes de terminar esta somera exposición sobre la reforma constitucional, insistiré en hacer otras ligeras reflexiones respecto de la necesidad de establecer en Colombia un derivado del sistema federativo, por considerar que es lo que mas conviene a la República en las actuales circunstancias.

Tanto por las razones que he expresado, como porque el régimen federal echó hondas raíces en la nación durante los 25 años que estuvo vigente en la República, ese sistema llena el alma nacional de Colombia y esto es una de las causas por la cual las diputaciones al Congreso, se consideran representantes de las secciones que las han elegido y no de la nación.

Si existieran departamentos autónomos ron facultades para dirigir independientemente los intereses y asuntos administrativos seccionales, no se produciría ese mercado ominoso que se ha notado siempre entre los miembros del Congreso para repartirse los dineros públicos, ni se lanzaría nunca esa blasfemia política abominable que se llama separatismo y que de tiempo en tiempo se pronuncia como una afrenta, como un escándalo indigno de la Patria colombiana.

El sistema federal es quizá el mas antiguo que existe en el mundo, porque data desde la organización de las doce tribus de Israel bajo la dirección del gran Legislador hebreo.

Los griegos llegaron al apogeo de su grandeza y de su gloria histórica, cuando formaron una federación de sus diversas repúblicas y pudieron enviar sus legiones, conducidas por Alejandro, a conquistar el mundo asiático.

Y, sin entrar en largas disertaciones históricas, ni hablar de la Heptarquia, solo haré notar que hoy existen en Europa regidas bajo el sistema federal, dos naciones muy respetables, la una por la fuerza militar y la otra por la fuerza moral, a saber: el imperio Germánico (I) y la Confederación Suiza; y en América están regidas por el sistema federal las tres repúblicas mas ricas y prósperas del mundo americano, corno son Estados Unidos, Brasil y la Argentina.

Concedida la autonomía a los departamentos, éstos podrán administrar mejor sus intereses, por propia iniciativa y actuación, que bajo la dirección del Gobierno lejano de Bogotá, formado en lo general por individuos que no conocen, o conocen mal, las regiones apartadas del territorio colombiano. Al Gobierno General deben corresponder los grandes asuntos políticos y administrativos que se relacionan con la Soberanía nacional, la representación diplomática ante los Gobiernos extranjeros, el orden público, el servicio de correos y telégrafos, el sistema tributario federal, el ejército, la instrucción pública y las vías de comunicación, entre unas y otras secciones. Todo lo demás y aun los nombramientos de los empleados subalternos del Ministerio Público y del Poder judicial, deben quedar a cargo exclusivo de las Secciones autónomas.

En política y en administración, es preciso respetar siempre la ley de la ponderación, que es la suprema ley conservadora en todos los órdenes del Universo. La excesiva centralización es un desequilibrio que puede conducir a la atrofia de las Secciones y a la plétora del Centro, como la afluencia de sangre a la cabeza del organismo humano, produce la congestión y el enfriamiento y mortificación de las extremidades. También el exceso de prerrogativas a los Departamentos y el debilitamiento de las facultades del Poder Central, produce un desequilibrio a la inversa, generador de la anarquía y del desorden, como lo demostró en la práctica la. Constitución de Rio-Negro.

Seria conveniente también que, al reformar la parte de la Constitución que organiza el Congreso, se estableciera, en las dos Cámaras que forman el Cuerpo legislativo una notable diferencia en la composición del Congreso y en las condiciones para la elección de sus miembros. La Cámara de representantes requiere ser numerosa y elegida popularmente por el voto directo de los electores, para que ejerzan genuinamente el mandato de todo el pueblo colombiano. No debe haber ninguna restricción ni condición para la elección. Todos los ciudadanos en ejercicio de la ciudadanía pueden ser elegidos miembros de la Cámara de representantes.

El Senado, menos numeroso que la Cámara, debe ser, como en todos los Estados bien organizados, un Cuerpo esencialmente conservador y si se quiere con elementos aristocráticos, pero no derivados de linaje o de privilegios, sino de la aristocracia o distinción que forman en todos los países la virtud, el mérito y las labores del trabajo honrado. Deben ser Senadores los ciudadanos de edad madura y que gocen por lo menos de una renta o producto de trabajo suficiente para vivir con decoro e independencia. Nadie para este puesto escogido debe tener la mas leve tacha a su honorabilidad, de tal manera que seria causal de nulidad de su elección haber sido condenado por delito político o común, aunque haya sido rehabilitado, o estar sindicado de quiebra ilícita o de otras faltas de esa especie aun que por ellas no haya sido castigado.

Los miembros del Senado no deben estar remunerados por el Tesoro público, como no lo están en Inglaterra, ni en España, ni en Chile, ni en otros países, porque el honor que discierne la elección es mucho mas apreciable que la remuneración pecuniaria.

El problema crónico que han tenido todos los Gobiernos en Colombia después de la emancipación, ha sido el problema fiscal o sea él desequilibrio entre las rentas y los gastos de la administración. El problema fiscal es hijo del problema económico. Si se registran los mensajes a las Cámaras Legislativas y los programas de administración, se encontrará en casi todos las lamentaciones y observaciones del Poder Ejecutivo sobre la mala situación fiscal de la. República.

Este malestar económico depende de la falta de patriotismo y de cordura de los miembros del Congreso, al discutir y votar los Presupuestos de rentas y gastos que presenta el Poder Ejecutivo.

También han faltado entre nosotros, preciso en confesarlo legisladores y administradores públicos de conocimientos sólidos (que casi siempre se adquieren por experiencia) en materias económicas y fiscales. Por lo menos, nuestros hombres prominentes no han tenido la paciencia de estudiar profundamente los sistemas tributarios de otros países ni de buscar los medios adecuados para establecerlos en Colombia. No es que en Colombia falten capacidades y aptitudes para los estudios, por abstrusos y enmarañados que sean; no: es que nosotros, sea por atavismo o por haber sido civilizados con elementos latinos únicamente, hemos descuidado los conocimientos de 105 asuntos prácticos y verdaderamente útiles para la nación y hemos tenido inclinación irresistible a la literatura, a la retórica y especialmente a los estudios gramaticales. Con razón se dijo, que cuando se partió en tres pedazos la Gran Colombia, Venezuela formé un Cuartel; el Ecuador un Convenio y Nueva Granada un Liceo de Literatos. Hoy por hoy, dicen los viajeros observadores que todo colombiano nace con la gramática debajo del brazo y que para él es mas afrentoso incurrir en una falta de lexigrafía que en un hecho delictuoso. Yo conocí a un individuo, gran personaje político, que me decía: « Prefiero que me llamen ladrón a que me motejen de incorrecto o ignorante en mis escritos ».

Los sistemas tributarios y de explotación de nuestras rentas, de aduanas y salinas especialmente, son anticuados y empíricos, corno lo dejo expresado en la primera parte de estas conclusiones.

Es menester, pues, acometer un estudio serio sobre la situación económica de la República y sobre las materias imponibles para establecer un sistema tributario que satisfaga ampliamente a las necesidades del pueblo colombiano y que haga recaer los impuestos sol)re la riqueza, sobre las industrias de pingües ganancias, y no sobre los pequeños capitales, o las pequeñas industrias populares.

Los monopolios de las bebidas alcohólicas y de los cigarrillos (objetos destinados al consumo del rico, y fuentes de desgracias y de vicios) estuvieron monopolizados en tiempo del General Reyes y proporcionaron una pingue renta. Los miembros de la Asamblea Constituyente y Legislativa de 1905 convinimos en votar la ley que los establecía, a virtud de la promesa que hizo el General Reyes de destinar la renta de los monopolios a la amortización del papel moneda. Desgraciadamente en este asunto, como en otros de su desastrosa política fiscal, incurrió el Quinquenio en el grave error de destinar el producto de los monopolios a aumentar la prodigalidad con los amigos del Gobierno siguiendo la tradición de Núnez y porque el General Reyes, quien había residido largo tiempo en Méjico, creía que la larga paz de que disfrutaba aquella república, se debía en primer término a los principios o bases de administración del General Porfirio Diaz, según su fórmula favorita, a saber:

« Los pueblos ignorantes y de índole rebelde de la América española deben gobernarse con un pan en una mano y un látigo en la otra »

Los monopolios son un recurso fiscal que presenta graves inconvenientes porque se presta a muchos abusos, sobre todo con las clases desvalidas, pero bien administrados y recayendo sobre artículos que no son de primera necesidad y sí mas bien de perniciosa influencia, corno los licores y los cigarrillos, pueden ser fuentes fecundas de rendimientos para el Tesoro público. Su producto podía bien destinarse a garantizar el interés de capitales extranjeros que se emplearan en construir los ferrocarriles que necesita Colombia.

Si en Colombia existe el monopolio de la sal (artículo de primera necesidad) ¿ por qué no establecer el de artículos de consumo perjudicial?

Pero al establecer los monopolios hay que respetar religiosamente el derecho de propiedad y el de la industria que anulan, haciendo equitativa y eficazmente las debidas indemnizaciones.

Y a propósito. En Suiza, cuando 12000 o mas ciudadanos piden al Gobierno Federal la expedición de una ley que juzgan conveniente para los intereses de la nación, la Asamblea nacional se convoca inmediatamente para acordar la ley solicitada. Una vez expedida ésta se somete a un plebiscito para que sea confirmada o rechazada por el voto popular. Lo mismo sucede con todas las leyes expedidas espontáneamente por el Parlamento cuando tienen un carácter substantivo, establecen contribuciones o afectan de algún modo las garantías sociales.

Ahora bien. En alguna época se expidió y ratificó plebiscitariamente una ley para prohibir la destilación, venta y consumo del licor destilado del ajenjo, con el fin de evitar los efectos funestos de ese licor que lleva por lo general sus víctimas a la locura y al crimen.

Pero como la destilación y venta del ajenjo era una de las principales industrias del país, la ley previó las indemnizaciones que debían acordarse a los industriales perjudicados. A los comerciantes vendedores de ajenjos, se les compraron aí contado las existencias del licor para destruirlas, y a los destiladores se fijó una renta viajera equivalente al producto anual de su industria, calculada en un promedio de diez años.

Este respeto a la propiedad y a los derechos individuales que quizá no ha tenido ejemplo en ningún otro país, debía tenerse presente en nuestras Democracias cuando se establecen monopolios, o se hacen expropiaciones por causa de utilidad pública:

Colombia ha sido fecunda en hombres de letras, escritores castizos, retóricos brillantes0 oradores elocuentes, poetas de alto númen, médicos distinguidos, jurisconsultos ilustrados y, sobre todo, filólogos, lingüistas y lexígrafos; pero nunca ha producido un legislador genuinamente financista, ni un verdadero Ministro de Hacienda.

– No obstante vastos y prolongados estudios de Economía social jamás se ha acometido en Colombia una reforma radical y substantiva del sistema tributario que rige en la república desde los comienzos de su vida independiente.

Colombia ha llevado de países extranjeros arquitectos, químicos, ingenieros, pedagogos, escultores, instructores militares y policiales, profesores de derecho, de filosofía y de historia etc. etc.; pero nunca ha llevado financistas, como hicieron dos de los pueblos balcánicos cuando fueron constituidos en Estados independientes. Yo considero que sería a todas luces conveniente una misión francesa (porque Francia, patria de Courceil Seneuil y de Leroy-Beaulieu, es indudablemente la nación en donde ha progresado mas la ciencia económica) compuesta de financistas prácticos para que, después de hacer un detenido estudio de la riqueza de Colombia, formule un proyecto de Código fiscal y tributario calcado sobre principios científicos.

NECESIDADES URGENTES DE LA REPUBLICA.

Además del apaciguamiento de los espíritus en materias de política, en los diversos órdenes sociales, sin excluir el eclesiástico, para que todos piensen mas en la Patria y menos en los intereses de los individuos, gremios y partidos, – las dos grandes necesidades de la República son, en mi opinión, el progreso material y la instrucción popular. Hoy, mas que nunca, Caminos y Escuelas deben ser la síntesis de los programas de los Gobernantes y la aspiración suprema de los patriotas colombianos. A extirpar la ignorancia, fuente de todos los males que aquejan a las Democracias y que imposibilita el sano desarrollo de la República, y a poner en comunicación las vastas y ricas regiones del territorio colombiano para fundirlas en la unidad de la Patria y desarrollar sus industrias y su riqueza natural, deben convergir los esfuerzos todos de los individuos de buena voluntad y de las clases dirigentes de la sociedad colombiana. PAZ, PROGRESO e INSTRUCCIÓN deben ser el lema que guíe al Pueblo colombiano en su marcha al Porvenir.

He leído recientemente el cálculo de lo que han costado las guerras civiles de Colombia después de la emancipación, hecho por un hábil escritor? Este cálculo hace montar ese costo a la enorme cifra de 150 millones de dólares. Si esta suma tan cuantiosa, unida a la energía e inteligencia de los colombianos, pródigamente disipadas en nuestras luchas políticas y en nuestras guerras fratricidas, se hubiera empleado en construir ferrocarriles y en desarrollar industrias. ¿ no es verdad que Colombia ocuparía hoy el primer puesto de la América del Sur, al lado de Chile, el Brasil y la Argentina.?

Refiere un historiador italiano que, poco después de la terrible erupción del Vesuvio que destruyó las hermosas ciudades de Pompeya y Herculano, se levantó un pilar para indicar el límite hasta donde se podría construir nuevas casas o edificios y del cual no podía pasarse, so pena de sufrir los efectos de nuevas desgracias. Sobre este pilar se escribió la siguiente inscripción: «Posteri, posteri vestra rex agitur » (posteridad, posteridad, se trata de tu bien). Las gentes no hicieron caso y he aquí que sobrevinieron otras erupciones y nuevas catástrofes.

Plegue al Dios de las naciones que los colombianos todos, viejos y jóvenes, militares y civiles, eclesiásticos y laicos, gobernantes y gobernados, tengamos presente y no olvidemos, como los habitantes de las cercanías del Vesuvio, el recuerdo espantable de nuestras guerras para que se prolongue indefinidamente la paz que afortunadamente venimos disfrutando hace trece años. Pleguez al Cielo que este período de tranquilidad que, por primera ve después de un siglo, ha disfrutado Colombia, sea indefinido, como están llamados a serIos su engrandecimiento y su progreso en el seno del Orden, la Concordia y la Paz.

Paris, 1915.

 

 

Autor:

José María Quijano Wallis

 

[1] http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/lablaa/historia/paperi/v1/v1_09.pdf

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17
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