"Un articulo que todo colombiano debe leer". Como en primera instancia quiero dejar que esta frase de un distinguido Empresario Colombiano, haga el preámbulo a lo que será un abordaje de la causa del problema en Colombia, "Se siente frustración al percibir en sectores de la sociedad la corrupción que corroe como un mal peor que la propia violencia… Colombia ostenta el vergonzoso segundo lugar en Corrupción en América Latina y el tercer lugar en 52 Países" Citado en el Periódico el Colombiano, 30 de marzo de 2003, Pagina 2b. En Colombia existen problemas que aun terminándose los conflictos con los grupos al margen de la ley (por la vía del sometimiento), estos problemas continuarían, entre estos tenemos: La doble moral, el doble discurso, Corrupción legalizada, Institucionalización de la mentira, El gran abismo existente entre ricos y pobres, Sociedad clasista, elitista y racista, Una clase dirigente en conspiración con los ricos: arrogantes, egoístas y opresores, Discriminación étnica y social, Estigmatización y Exclusión a la cual están sometidas algunas regiones por la clase dirigente nacional en su mayoría del interior del país. El fondo de los problemas del país son una cuestión de voluntad, de decisión, de cambio de actitud y mentalidad hacia(…). Los verdaderos problemas del país no son tan materiales: Desempleo, desplazamiento, violencia, terrorismo, delincuencia. Estos son el reflejo de lo que hay en el fondo, Estos son la punta del ICEBERG de un problema eminentemente arraigado en la mentalidad de los individuos, lo cual ha configurado un imaginario social perverso y dañoso. De suerte que los efectos degenerativos(Desempleo, desplazamiento, violencia, terrorismo, delincuencia, entre otros) son mas sentidos que los problemas que subyacen en el fondo. Nuestros verdaderos problemas están en la mentalidad, de allí que las reglas, las leyes, los condicionamientos no han podido cambiar el perverso proceder. Con las herramientas antes mencionadas se logrará tal vez, el sometimiento temporal del individuo, pero no su consentimiento y voluntad para confiar en que él propenderá por el bien y por una Colombia en paz; puesto que el problema tiene su caldo de cultivo en la mente, de donde se reproduce cada vez que tiene la oportunidad, germina en el suelo fértil de la impunidad, la complicidad, y crece con los nutrientes que le proporciona la conspiración, la intolerancia y el egoísmo. De manera potencial esta sociedad es inclinadamente tendenciosa a la perversidad. No es sino que se haga la ley, para prohibir o controlar algo, cuando ya se crea la trampa; es mas yo pienso que en Colombia, no se aprueban leyes hasta tanto, no se hayan ideado la forma de hacer la trampa a esa ley. Hemos desarrollado toda una industria de la farsa, la hipocresía y la falacia, somos expertos en burlar la ley sin violarla, pero en escandalizarnos cuando lo hacen los demás y descubrir que los demás si la violan.
Dado que el problema no es propiamente material sino mental, sería de lo más conveniente que revisemos nuestros paradigmas, nuestros imaginarios colectivos y todos esos constructos mentales, prejuicios y preconceptos que hemos construido en torno a los demás y para nuestro voraz apetito, esa forma de utilizar al otro solo cuando sirve a nuestros intereses, ese doble discurso de "trabajar por los pobres" solo cuando esto posiciona el nombre en la campaña política. Esa doble moral de organizaciones de ayuda y beneficencia de solo aportar cuando hay catástrofe y están seguras que saldrán por la televisión. Esa doble moral de hacer las leyes para pagar impuestos y dejar una vía de escape(elusión) para el conglomerado empresarial que se representa. Ese doble discurso de una Colombia en donde haya la paz y se respeten los derechos humanos, y condenar a los demás al ostracismo (sálvese quien pueda) y el darwinismo social -si se adapta sobreviva, sino extíngase. No es de extrañar, que existan tantas formas perversas de sobrevivir- unos se adaptan delinquiendo con la violencia, otros se adaptan robando en el erario público, unos se adaptan oprimiendo a los demás y se hacen ricos, otros se adaptan robando el dinero de los contribuyentes, con el cual se hacen ricos y después los humillan, otros se adaptan siendo cómplices de delitos, otros se adaptan conspirando con los ricos para que estos se hagan mas ricos, otros se adaptan haciendo componendas en los tribunales y juzgados para favorecer y obtener grandes sumas de dinero, unos de adaptan extorsionando, otros se adaptan secuestrando, pero ya sea así o de otro manera, todos buscan adaptarse para poder sobrevivir en este DARWINISMO SOCIAL, al cual los ha condicionado el sistema. Todas estas conductas son enteramente reprochables, después de todo, ¿Quién dijo que robarse 1.000 millones de pesos del erario público sea, sea más aceptable QUE lo que hace un ladrón al robarse 500 millones de un banco por medio de un atraco? Toda conducta lesiva en menoscabo de un bien que no es de uno, es altamente reprochable, sin importar el medio que se utilice o la persona que lo haga. ¿Quien dijo que es más loable la conducta del empresario rico que no paga al asalariado, lo que este se merece por su trabajo. (En 5 años de labor (10.000.000), que la conducta del ladronzuelo de la calle que roba 100.000 pesos? Ambas conductas son eminentemente reprochables, pero el imaginario social condena de manera más vil al este ultimo, y quien sale por la cámara de televisión es el ladrón-delincuente de la calle, mientras que el adinerado rico que se apoderó(fraudulentamente) de 10 o 15 millones de pesos asiste al cóctel con la clase empresarial y la clase dirigente, y pretende tener autoridad moral para lanzar juicios contra el ladronzuelo de la calle, y presentarse como paradigma moral, a quien se debe imitar. No es extrañar que ya no sea malo robarle al Estado, pues es un pecado venial que se paga en una casa-cárcel, mientras que el ladronzuelo, comete un pecado capital, que paga en uno de las mazmorras de una cárcel publica. Pero ya sea en una u otra forma como se pretenda adaptarse para sobrevivir, si se hace fraudulentamente es perverso, no importa quien lo haga. No trato aquí de hacer apología al comportamiento salvaje y perverso que muchos ponen de presente en las calles del País, pues la perversidad no se legitima con la perversidad, ni la existencia del mal justifica, la conducta maligna; pero si es bueno dejar claro que el mal es perverso, condenable e inaceptable, no importa si lo hace el ladrón de la calle o el Ministro del Gabinete, no importa si lo hace el delincuente con una arma o si lo hace el Eminente empresario al firmar un contrato leonino para el Estado y para los contribuyentes. No importa si se hace en la calle del cartucho o en Palacio de Nariño, no importa si se hace en las comunas de Medellín o en el Alpujarra, no importa si lo hace el simple y sencillo policía que es cómplice de un negocio ilícito o si se hace en la Oficina de un Honorable Oficial de las fuerzas armadas, no importa si lo hace el delincuente con ínfulas de político o el eminente Senador con apariencia de cordero pero con mentalidad de delincuente. El mal es "mal" y es dañino y de ningún modo inaceptable, Pues esconde la verdad y crea descaro y cinismo. La degeneración del conflicto y el aumento de los problemas en Colombia, deben abordarse en la forma mas profunda con un componente eminentemente moral, y replantear muchos juicios de valores y la forma como se juzgan las cosas. Esa doble moral que dice reconocer la diversidad e igualdad racial, cuando por otro lado se excluye, se estigmatiza, se discrimina y en muchos casos el trabajo menos importante se les deja a etnias y clases desfavorecidas. Esa doble moral de querer acabar con la violencia, cuando no se acaba con el caldo de cultivo. Esa forma de resolver problemas eludiendo la causa, porque toca puntos álgidos, o porque no conviene a la clase empresarial o dirigente. El problema reside en la mentalidad, por eso, me causa risa, verdadera risa, el intento bien intencionado de reformar el Congreso (a menos que estén intentando una reforma moral, que no creo sea el caso). Pues la espiral de perversidad, tal como el camaleón encontrará la forma de mimetizarse en la nueva legislación para el Congreso, la perversidad hallará de nuevo la forma de burlar la ley sin violarla. Pueden atestar el capitolio de leyes anticorrupción, pueden la Jurisprudencia y el acervo de la ley aumentarse mas, pero hasta que no se cambie la mentalidad, y el problema se aborde con un componente eminentemente ético, seguirá él circulo vicioso y el juego del gato y el ratón. Después de todo, ¿Quien dijo que no van a haber disputas en las elecciones por llegar al poder? ¿me pregunto de que medios se seguirán valiendo estos expertos para seguir figurando en el escenario?, ¿Quién dijo que se acabaron los grandes corruptos del sector privado que financian la corrupción, la impunidad y la conspiración en el país? ¿Quién dijo que se ha acabado la manipulación al electorado, que en muchos casos – aun con las evidencias– terminan eligiendo a "los BARRABAS"?. Aquí lo que hay es un problema de mentalidad que no se agota en los intentos superfluos de decirle a los colombianos a través de anuncios publicitarios que cambien – cuando los mismos que emiten esos anuncios ni cumplen con los mensajes bonitos, por cierto, pero que en la praxis no dicen nada-, pues la acción debe ir mas allá, es un asunto que debe empezar por desaprender preconceptos, prejuicios, estigmas, sagas, y crear nuevas bases de aprendizajes y propender por nuevos imaginarios sociales con un sentido mas humano. El problema es eminentemente de mentalidad, lo demás es pura consecuencia. Hace muchos siglos Salomón dijo: "Tal como es el hombre en su pensamiento, así es él".
Sinceramente qué cuando se piensa que las cosas en Colombia van a cambiar, sin un cambio de mentalidad y paradigmas, y sin un verdadero y profundo replanteamiento de los aspectos éticos y morales en la clase dirigente y empresarial, y una tolerancia por parte de los grupos rebeldes y al margen de la ley, es claramente una forma de engañarnos a sí mismo. Ni aun con la legislación mas adecuada, se logrará que esto cambie, a menos que los asociados(Colombianos que conforman el Estado) deseen cambiar de mentalidad y actitud. Pero como queremos que los demás cambien sin nosotros haber cambiado, damos por sentado que operamos bien y estamos comportándonos bien. Bajo el disfraz, los buenos SOMOS MAS, nos escudamos, creyendo, no se si ingenua o ignorantemente que los malos son apenas los que matan, secuestran, extorsionan, los que roban en las calles, los que hacen terrorismo de fusil…, pero se olvidan de que con mil millones de pesos (que es cosa menuda robárselo, aquí en Colombia) tranquilamente se podría resocializar a gran cantidad de delincuentes, terroristas y ladrones de la calle. Se olvidan que entidades como Caprecom, Telecom., Foncolpuertos, Seguro Social entre otras que han sido asaltadas y robadas han generado problemas que difícilmente se resolverán estos años, y que muchos de los que salen a aclamar "LOS BUENOS SOMOS MAS", participaron directa e indirectamente de eso. Es tanto la degradación que en Colombia para ser bueno solo se necesita no aparecer en un listado de delincuente, no aparecer en las cámaras de televisión(como sospechoso), y no ser catalogado como terrorista, así se robe la financiación de la educación en todo un departamento, así se robe la financiación de la salud de 500.000 de beneficiarios del SIBEN, así sea cómplice del mas grande robo de la historia del País, no importa, si no hace terrorismo de fusil… o es delincuente de la calle, no se preocupe usted, es de LOS BUENOS, QUE DISQUE SOMOS MAS. ¿No hay aquí una urgente e inaplazable necesidad de replantear valores?.
Hablan de paz, ¿qué es paz? Llaman paz a eso de que halla un pequeño grupo de ricos y clase dirigente dándose la mejor vida, en un país seguro y tranquilo, mientras la gran mayoría de Colombiano está sumida en la exclusión, la humillación, el abandono, el ostracismo, pero deban permanecer sumiso? A eso llaman paz, pues no cuenten con eso, si esa es la paz que están buscando les pronóstico desde ya, que aquí no habrá paz. La clase dirigente, los ricos y los intelectuales de Colombia deben convencerse que la gente ya come cuento, la gente no confía, esto es un asunto de intereses. ¿Llaman a paz, a eso de que ciertos grupos sociales y raciales no pueden acceder a los altos cargos del Estado, por la discriminación institucional, y estos deban permanecer sumisos?, ¿llaman paz a eso de que los de arriba estén pisoteando a los de abajo y hundiéndolos mas al olvido y la vida paupérrima?, pues les notifico que no habrá tal estado, porque en Colombia parecen haberse leído la frase de Sansón, en los últimos momentos de su vida, "Muera yo y los Filisteos", ¿y quienes eran los filisteos?, pues los que oprimían a Israel, los humillaban, los burlaban y los esclavizaban, pues tal parece que en Colombia se ha levantado un imaginario colectivo(/muy perverso por cierto), en donde los de abajo han jurado, a lo mucho hundirse con los arriba, o mejoran las condiciones para uno o nos hundimos todos. Espero no se me estigmatize como apologista de la perversidad, pero lo que he dicho a través de este escrito bien pudiera titularse "verdades que duelen", porque es la cruda realidad. Aquí habrá terrorismo(como llaman ahora a todo comportamiento de rebelión y protesta) hasta el fin de los días, eso de cambiar las cosas vía sometimiento, eso de cambiar las cosas vía legislación, son solo buenos intentos. Hasta que no se logre poner a acuerdo la voluntad de la nación en torno a un sentimiento de equidad y dignidad humana de todos los colombianos, y que además eso se negocie y pueda garantizarse, no habrá paz en Colombia. Es un asunto de asimetría social, económica y existencial, que están en la mente de un grupo que quiere tener el control de los demás y verlos como inferiores, perversos y cosas indeseables, apenas tolerable su existencia, sin mas derecho que a sobrevivir como puedan, esto de entrada, créame que no es tolerable, y en Colombia hay mucha de rebeldía justificada, de reclamos moribundos que se han hecho violentos, y por desgracia mezclado con terrorismo. Debe haber un momento cuando nos sentemos a hacer un pacto nacional por la supervivencia de este País. Gran parte de los ricos en su mayoría deben reconocer que se han acumulado tantas riquezas del erario publico provenientes de toda suerte de manejos con el dinero de los contribuyentes, la clase dirigente debe entender que todos los asociados, sin exclusión de raza, sexo, condición política, religiosa, social y económica tienen derechos a conducir y construir al mas alto nivel los destinos de la nación(teniendo las competencias). Es necesario un pacto Nacional, que todo colombiano sea sincero, y realmente diga en que País quiere vivir, y se deje claro el sacrificio equitativo y proporcional que corresponde hacer a cada grupo social. Roguemos al Dios del cielo que nuestros modelos mentales sean contextualizado con la realidad y cambien a favor de la paz de Colombia. Eso es un verdadero milagro. Sino pasa esto, dudo mucho, que haya paz en los próximos años. De forma tal que sería infortunado, pero necesario pensar en la misma suerte que corren Israelíes y Palestinos". La historia de sangre. La clase política, la clase empresarial, y los ricos de Colombia parecen haber dicho hace mucho tiempo, y continúan repitiendo, aquello que dijeron los Judíos cuando decidieron discriminar, asestar golpe de humillación y sufrimiento a Jesús, entonces expresaron: "Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos", pues bien señores ahí está, nuestra historia es mas o menos esa. Infortunado, pero es así, pues la sangre, la hambruna, la humillación, la indignidad, el ostracismo, la mendicidad, y toda suerte de discriminación que han sufrido en Colombia los mas desfavorecido ahora parece caer sobre todos los colombianos, pero convertida en una marea de sangre y violencia que no tiene en cuenta ninguna distinción social. Solo un replanteamiento de los valores y una consideración del ser humano con todos sus derechos los dará el punto de partida para lograr la paz, o al menos convivir en la diferencia, y respetar los valores mas elementales.
Autor:
Jose Fredys Rivas Quinto