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Informe sobre sexualidad, sensualidad y sexo

Enviado por sinreal


    1. Función sexual = Sexo + Sexualidad
    2. No se nace, se hace
    3. Despertando el deseo
    4. El imperio de los sentidos
    5. El yin-yan de la sensualidad
    6. Sadomasoquismo: profunda alteración psicosexual
    7. Fetichismo
    8. Sexo

    Técnicamente, el acto de que una mujer use su boca o lengua sobre el pene de un hombre se le conoce como "felación". El hecho de que un hombre use su boca o lengua sobre la vulva de una mujer se le conoce como "cunnilingus"

    Función sexual = Sexo + Sexualidad:

    El sexo despierta, probablemente, más interés y, al mismo tiempo, más confusión que cualquier otro aspecto de la vida humana.

    Concepto de sexo: A nivel puramente biológico, el sexo es un mecanismo mediante el cual los humanos, al igual que cualquier otra especie animal y vegetal evolucionada, se reproducen. El proceso consiste en llevar una célula reproductiva masculina (espermatozoide) hacia la célula reproductora femenina (el óvulo) la cual es fecundada. Durante 9 meses, el óvulo fecundado se desarrolla dentro de la madre y se convierte en un nuevo individuo, en una nueva vida.

    Concepto de sexualidad: Es la capacidad de expresar sentimientos y emociones profundas como el amor que enriquece el espíritu y condiciona muchos aspectos del comportamiento afectivo del individuo. La función sexual no es otra cosa que la integración armónica del sexo (netamente biológico) con la sexualidad (que se manifiesta mediante la actitud psicológica frente al sexo e implica, al mismo tiempo, la expresión de sentimientos).

    Mientras la sexualidad se limita exclusivamente a los órganos genitales, es una respuesta instintiva y tiende a la repetición, la sensualidad abre una amplia gama de posibilidades que "junto con el despertar de la imaginación" logra innovadores efectos en quienes saben cómo utilizarla.

    Algunas personas suelen atribuirle la sensualidad a la mujer y la sexualidad al hombre. Pero, la verdad es que ambos tienen una porción de cada una en su personalidad, tal como los dos comparten lo masculino y lo femenino en su ser. La combinación perfecta incluye sensualidad y sexualidad por igual, un lado sensible y dulce con un aspecto práctico y directo. De hecho, si la relación carece del aspecto sensual, pronto se llega a la monotonía y al consecuente aburrimiento.

    Una mirada sugestiva, un suspirar al oído o una caricia en el lugar adecuado pueden decir más que mil palabras. Y, lo más importante, de esto es que conlleva la magia de iniciar un juego inagotable que invita a explorar las posibilidades de los cinco sentidos, sin limitarse específicamente al acto sexual.

    No se nace, se hace

    La sensualidad, lejos de ser un instinto, es algo que se aprende , la mayoría de las veces, por imitación. Pero, para poder ser sensual necesitas estar en armonía con tu interior, tener confianza en ti misma y sentirte bien con tu forma de ser.

    La sensualidad es una postura ante la vida es una forma de relacionarnos con los demás en todos los aspectos, no necesariamente buscando un encuentro sexual. Lo interesante es que cualquier persona puede ser sensual si se lo propone, lo único que necesita es tener su autoestima alta y saber expresarse a través de los sentidos de manera asertiva. Con estas dos herramientas provocarás reacciones en las personas que te rodean. Y los beneficios de ser notada son muchos: desde el gusto que puedan sentir las personas cuando están a tu lado, hasta la satisfacción de sentirte deseada por el simple hecho de saber cómo mirar o tocar a tu pareja.

    Despertando el deseo

    Una persona sensual es aquella que provoca atracción o reacción en los sentidos de otra. Pero, para cautivar a tu pareja no sólo es necesario que sepas utilizar tus sentidos, también debes tener en cuenta otros aspectos de tu persona que conforman el concepto de sensualidad: tu forma de ser, de vestirte, hablar y moverte.

    1. Tu forma de ser denota quién eres realmente y de dónde provienes. Es importante que aprendas a conocerte y logres confianza en ti misma para llegar a ser una persona sensual.

    2. A través de tu vestimenta las personas juzgan tus gustos y preferencias. Pueden definir rasgos de tu persona y, en algunos casos, hasta tu profesión. Es importante que poseas un estilo propio y no te esfuerces en "producir" uno determinado para agradar: lo más seguro es que termines por sentirte incómoda y los demás lo noten.

    3. Aquello de que "por la boca muere el pez" suele ser bastante cierto. A través de tus palabras y tono de voz indicas datos adicionales que pueden ir desde tu estado de ánimo hasta tu nivel cultural. Recuerda que ser educada, culta y sofisticada son atributos de una persona sensual. Otra cosa que debes tener en cuenta es la modulación y dicción: por lo general, las personas que hablan muy duro o rápido suelen provocar tensión en quienes las rodean.

    4. Saberse mover es todo un arte. Si tus gestos son bruscos y secos, seguramente inspirarás más apatía y torpeza que amor. No olvides que tu imagen exterior es lo primero que la gente ve y que no importa cuán interesante sea tu manera de ser, lo que digas o tu forma de vestir: si no combinas este conjunto de cosas con los gestos adecuados, nunca despertarás la curiosidad en los demás.

    El imperio de los sentidos

    La sensualidad emana a través de los sentidos y saber cómo explotar su potencial es importante para revitalizar el deseo de tu pareja. Si quieres volverlo loco, es importante que tengas en cuenta lo siguiente:

    1. Olfato: el olor natural de una persona puede desencadenar un vivo deseo en su pareja y además define la esencia de cada persona, pero es importante tener en cuenta que los olores fuertes no producen una respuesta positiva en la mayoría de las personas.

    2. Oído: hay muchos sonidos que tienen un carácter extremadamente erótico: los gemidos, jadeos e incluso el sonido que produce un beso puede ser suficiente para excitar a tu pareja.

    3. Vista: a través de la mirada se pueden expresar todas las emociones posibles y producirlas también, por lo que saber qué efectos producen en las personas es muy importante para la sensualidad.

    4. Tacto: a través del tacto exploras el cuerpo de tu pareja y encuentras zonas específicas en las que una determinada caricia puede producir una respuesta inmediata.

    5. Gusto: besar es uno de los placeres más grandes de la vida en pareja. El intercambio de afecto que produce un beso es determinante para poner alerta a los otros sentidos. También debes prestar especial atención a tu higiene bucal: una boca mal cuidada o el mal aliento arruinan lo que los demás sentidos logran.

    El yin-yan de la sensualidad

    Tanto mujeres como hombres pueden explotar su sensualidad. Sin embargo, muchas personas tienden a asociar el comportamiento con el género femenino exclusivamente. Lo ideal es que el hombre sepa que ser sensual no implica afeminamiento. Si bien la sensualidad femenina es más delicada, evidente y aceptada socialmente, el hombre posee su propia forma de expresarla: ser viril, galante, caballeroso y educado son algunas de las características que todo hombre sensual debe poseer.

    Además, la sensualidad masculina viene dada por una confianza bastante grande en sí mismo que le permita expresarse con soltura y sentirse bien con su forma de ser.

    Contra la monotonía

    La sensualidad debe estar estrechamente ligada a la sexualidad cuando de vida en pareja se trata. Algunas parejas sienten que la cotidianidad del "matrimonio" mata la magia de las relaciones sexuales, pero los verdaderos culpables de dejar que la chispa se extinga son las personas que llevan esa relación. No cabe duda de que con el matrimonio cambia la relación sexual. Es posible que se convierta en algo monótono, pero precisamente por eso se debe prestar especial atención a la estimulación de la sensualidad para, a partir de ahí, recuperar la sexualidad. La sensualidad tiende a la innovación, despierta la curiosidad y la imaginación debido a que no es tan limitativa como la sexualidad.

    SADOMASOQUISMO: PROFUNDA ALTERACIÓN PSICOSEXUAL

    Erich Fromm cita un fenómeno sádico muy esclarecedor: es el que encontramos en el síndrome de violación y saqueo de los soldados de una ciudad conquistada, con permiso expreso o tácito; no se escapa nada al paso de su acción agresiva, ya sean personas de cualquier edad y sexo, animales, objetos, viviendas, etc. Cesa sólo por orden imperativa del Mando Superior.

    El sadomasoquismo, es una exploración erótica del dolor o "sexo radical"; ha llegado a institucionalizarse en la sociedad moderna; no busca en su voluntad una finalidad procreativa.

    Otras desviaciones sexuales, según las circunstancias, en la opinión de psicólogos, médicos y sociólogos, pueden no ser enteramente patológicas; pero las manifestaciones del sadismo y masoquismo siempre están dentro de lo anormal, perverso, con desórdenes psicológicos graves.

    El placer sexual se deriva del dolor provocado activamente por el sádico o sufrido pasivamente por el masoquista: apaleados, flagelados, encadenados, esposados, destratados, insultados, vejados, semiahorcados, etc., según el concepto ortodoxo. Habitualmente, se dan juntas ambas aberraciones en una misma persona. En el sadomasoquismo, las formas graves pueden derivar en severas injurias físicas y culminar con la muerte, algunas veces, por acción traumática directa; otras, en forma refinada, indirecta, inducida por actividad psicológica.

    Krafft Ebing considera: que el impulso patológico del sadomasoquismo es el deseo de dominar y humillar a la otra persona y esclavizarla física o psíquicamente, haciéndola dependiente.

    Freud lo conceptúa: como una neurosis severa y considera que el masoquismo nace del sadismo vuelto contra la propia persona, bajo la influencia del sentimiento de culpa oculto en el inconsciente. Freud nos habla del sadomasoquismo moral y menciono con énfasis el más sutil, subliminar y tenue: el intelectual, psicológico, incorporal, pero tan agraviante o más que el físico, pues hace estragos en los sentimientos nobles y en la moral, que son agredidos.

     H. Tudicus nos refiere: una señora que desde muy joven padecía de un tenue sadomasoquismo incorporal con sus familiares y relaciones amorosas, paulatinamente se hizo una neurosis severa sadomasoquista integral con algunos rasgos de refinamiento intelectual, que le servía para causar ingeniosos enredos y enemistades entre compañeros, esposo, familiares y personas de bien. Por otro lado nos relata otro caso: un novio, cuando faltaban dos días para su casamiento con una distinguida señorita, pasa en su coche por la puerta de su prometida con una mujer de vida airosa, provocando una agresión que rebotó en su propia persona.

    El nombre sadismo deriva del Marqués de Sade (1774-1814), escritor francés que trató ampliamente la crueldad como medio de obtener gratificación sexual. El masoquismo es un estado en que la persona experimenta placer sexual cuando se la humilla o causa daño. Recibe el nombre del novelista austríaco Von Sacher-Masoch (1836-1905), pero los antecedentes primarios de ambos vienen de la prehistoria.

    Esta perturbación sadomasoquista se da en todas las escalas sociales: es común en directivos, empresarios, ejecutivos, personas de mando, políticos, magistrados, banqueros, etc. (de ambos sexos), como una manera de descargar sus tensiones y su estrés.

    En los actos sádicos, el actor busca reforzar su autoestima, muchas veces venida a menos por su propio carácter disconforme e interiormente conflictivo.

     Para Alex Confort, el sadomasoquismo se expresa muchas veces en su forma atenuada físicamente: por fantasías, como juego amoroso simbólico, gentil y aparentemente cariñoso, explicativo y justificativo; pero siempre, infringiendo dolor, sufrimiento, impotencia y dominio de manera sublimar, que el receptor percibe en forma subconsciente y a veces con fascinación y alegría; pero siempre, contrario al amor y al respeto. Hay una inhibición de la capacidad de amar y existe intención de destrucción de la persona.

    Erick Fromm afirma: Es el afán del poder total, de dominio absoluto sobre todo ser, aún ocasionalmente, con cierto grado de benevolencia y comprensión, revelándose el sadomasoquismo atenuado como una actitud socialmente aceptable y de fácil justificación; aunque siempre es falso, mentiroso y no desea en forma inconsciente la descendencia.

     L. Newes relata casos que se dan habitualmente; por ejemplo, mujer soltera, culta, que durante años manifestó siempre su más íntimo y sublime deseo como "desiderátum vital" de tener descendencia con su "amada pareja", una vez embarazada, con la alegría de su novio, hace en forma unilateral la eliminación del fruto de la concepción.

    Al sadomasoquismo se lo entiende comúnmente como un impulso parcial, esencialmente de carácter sexual; pero es algo mucho más profundo y amplio.

     Es una forma de ser y actuar, una manera diferente de vivir y proceder con los demás, como lo cita Newes: dama madura, ejecutiva, con muchas facetas de inteligencia , compartía parte de su trabajo con su esposo, pero se recreaba con los compañeros, creando expectativas; aquel, menoscabado, se retiró y abandonó esa actividad. También recibía de visita en su hogar a un "amigo" en común al que le hizo una escena amorosa, frente a la mirada de su marido, persona de nobleza, honor , saber y repleto de magnanimidad.

    El fin de todo empeño sadomasoquista es el dominio absoluto, la omnipotencia sobre todos; es la mutilación de las funciones esenciales del cuerpo y del espíritu. Es una aberración psicológica y pérdida de la autoestima, solamente reversible con una fuerte autocrítica y una psicoterapia profunda, ayudada por una poderosa voluntad en acción. Siguiendo el principio de Freud: Lo que era "ello" debe hacerse "yo".

    Fetichismo

    Por Luis Sifuentes

    En su sentido estricto la palabra fetichismo viene de la antropología. A fines del siglo XIX era usada por los académicos para referirse a los pequeños dioses individuales que protegían a algunas etnias africanas, los cuales los acompañaban toda la vida. Esta idea de tener un objeto idealizado fue llevada a la psicología y la sexología para designar un tipo de parafilia referida a la desviación de los deseos y las fantasías sexuales hacia objetos. Es decir el fetichista es alguien que enfoca su sexualidad en objetos más que en personas.

    Una parafilia eminentemente masculina

    "Un fetichista", dice el psicoanalista Moisés Lemlij, "es alguien que tiene intensas fantasías y deseos a partir del uso de objetos que son el centro de toda su atención, hasta el punto de que solo responde sexualmente si tiene el objeto deseado. A veces el objeto es más importante que la persona misma", dice el psicoterapeuta. "Entre Julia Roberts y un zapato de tacones altos, el fetichista elige el zapato", agrega el especialista. Otra característica del fetichismo es que es un parafilia eminentemente masculina.

    La obsesión por un zapato

    "El fetichismo se refiere a necesidades sexuales y fantasías con objetos exclusivas en hombres, pues raramente se da en mujeres. Entre los objetos típicos de un fetichista están las ropas de mujer, generalmente las prendas íntimas diminutas, y los zapatos taco aguja", dice Lemlij. Si bien todos podemos tener un toque fetichista en nuestras relaciones (guardar cartas o atesorar algún objeto dado por el ser amado, por ejemplo), la diferencia es que un fetichista clínico es alguien que siente la necesidad excluyente y conminatoria por poseer los objetos de su adoración.

    Sexo

    Diferencia física y de conducta que distingue a los organismos individuales, según las funciones que realizan en los procesos de reproducción. A través de esta diferencia, por la que existen machos y hembras, una especie puede combinar de forma constante su información genética y dar lugar a descendientes con genes distintos. Algunos de estos descendientes llegan a adaptarse mejor a las posibles variaciones del entorno.

    El sexo está presente en todos los niveles de organización biológica, excepto en los virus. Ya en los niveles más simples, las bacterias intercambian un cromosoma sencillo y largo que pasa desde el macho (por analogía), o célula donante, a la hembra, o célula receptora. En grupos más avanzados, los seres multicelulares tienen órganos especializados (gónadas), que producen células sexuales (gametos). En el momento de la fecundación, la información genética se transfiere desde unos espermatozoides pequeños y móviles (gametos masculinos), a unos óvulos más grandes (gametos femeninos). Muchos organismos, entre los que se incluye a la mayoría de las plantas, muchos protozoos e invertebrados y algunos peces, poseen tanto gónadas masculinas como femeninas y se denominan hermafroditas (véase Hermafroditismo). Sin embargo, en los organismos hermafroditas es rara la autofecundación. Los órganos reproductores masculinos y femeninos suelen madurar en distintos momentos, que coincidan con la maduración de otros individuos, lo que hace posible una fecundación cruzada. Es frecuente en el mundo de los peces la sucesión de sexos en el mismo individuo pero de modo completo, es decir, el pez es totalmente macho o totalmente hembra según el momento de su vida.

    Enciclopedia Microsoft® Encarta® 2002. © 1993-2001 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

    Sexualidad

    Conjunto de fenómenos emocionales y de conducta relacionados con el sexo, que marcan de forma decisiva al ser humano en todas las fases de su desarrollo.

    El concepto de sexualidad comprende tanto el impulso sexual, dirigido al goce inmediato y a la reproducción, como los diferentes aspectos de la relación psicológica con el propio cuerpo (sentirse hombre, mujer o ambos a la vez) y de las expectativas de rol social. En la vida cotidiana, la sexualidad cumple un papel muy destacado ya que, desde el punto de vista emotivo y de la relación entre las personas, va mucho más allá de la finalidad reproductiva y de las normas o sanciones que estipula la sociedad.

    Además de la unión sexual y emocional entre personas de diferente sexo (véase Heterosexualidad), existen relaciones entre personas del mismo sexo (véase Homosexualidad) que, aunque tengan una larga tradición (ya existían en la antigua Grecia y en muchas otras culturas), han sido hasta ahora condenadas y discriminadas socialmente por influencias morales o religiosas.

    Durante siglos se consideró que la sexualidad en los animales y en los hombres era básicamente de tipo instintivo (véase Instinto). En esta creencia se basaron las teorías para fijar las formas no naturales de la sexualidad, entre las que se incluían todas aquellas prácticas no dirigidas a la procreación. Hoy, sin embargo, sabemos que también algunos mamíferos muy desarrollados presentan un comportamiento sexual diferenciado, que incluye, además de formas de aparente homosexualidad, variantes de la masturbación y de la violación. La psicología moderna deduce, por tanto, que la sexualidad puede o debe ser aprendida. Los tabúes sociales o religiosos —aunque a veces han tenido su razón de ser en algunas culturas o periodos históricos, como en el caso del incesto— pueden condicionar considerablemente el desarrollo de una sexualidad sana desde el punto de vista psicológico.

    El neurólogo Sigmund Freud postuló la primera teoría sobre el desarrollo sexual progresivo en el niño, con la que pretendía explicar también la construcción de una personalidad normal o anormal en el mismo. Según Freud, el desarrollo sexual se inicia con la fase oral, caracterizada porque el niño obtiene una máxima satisfacción al mamar, y continúa en la fase anal, en la que predominan los impulsos agresivos y sádicos. Después de una fase latente o de reposo, se inicia la tercera fase del desarrollo, la genital, con el interés centrado en los órganos sexuales (véase Aparato reproductor). La alteración de una de estas tres fases conduce, según la teoría de Freud, a la aparición de trastornos específicos sexuales o de la personalidad. Con el paso del tiempo, algunas de las tesis postuladas en su teoría del psicoanálisis han sido rechazadas, en especial sus teorías sobre la envidia del pene y sobre la vida sexual de la mujer.

    A partir de la década de 1930, comenzó a realizarse la investigación sistemática de los fenómenos sexuales. Posteriormente, la sexología, rama interdisciplinar de la psicología, relacionada con la biología y la sociología, tuvo un gran auge al obtener, en algunos casos, el respaldo de la propia sociedad, principalmente durante los movimientos de liberación sexual de finales de la década de 1960 y principios de la de 1970. Los primeros estudios científicos sobre el comportamiento sexual se deben a Alfred Charles Kinsey y a sus colaboradores. En ellos pudo observarse que existen grandes diferencias entre el comportamiento deseable exigido socialmente y el comportamiento real. Asimismo, se observó que no existe una clara separación entre el comportamiento heterosexual y el homosexual ya que, según encuestas de esa época, el 10% de las mujeres y el 28% de los hombres admitían tener comportamientos homosexuales y un 37% de los hombres estar interesados en la homosexualidad. En la década de 1960, William H. Masters y Virginia E. Johnson investigaron por primera vez en un laboratorio los procesos biológicos de la sexualidad, elaborando el famoso "Informe de Masters y Johnson".

    Actualmente, en el límite de las formas ampliamente aceptadas de comportamiento sexual se encuentran las llamadas perversiones. La evolución en los usos y costumbres y el ensanchamiento del margen de tolerancia ha hecho que conductas consideradas tradicionalmente perversas se admitan como válidas en el marco de los derechos a una sexualidad libre. Sólo en los casos de malestar o de conflicto del propio individuo con sus tendencias, o en aquellos en los que se pone en riesgo la integridad física y moral de terceros, se impone la necesidad de tratamiento psicoterapéutico. La sexualidad, en definitiva, no debe apartarse de dos principios fundamentales: el mutuo consentimiento y la superación de la autocensura, para que cada individuo se acepte a sí mismo, aunque ello exija a veces lograr el difícil equilibrio entre las inclinaciones individuales y ciertos prejuicios y atavismos sociales.

    El sado masoquismo

    Se define como fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que implican el hecho (real, no simulado) de ser humillado, pegado, atado o cualquier otra forma de sufrimiento.

     

     

    José Thomas Milano Hernández