La mayoría de los historiadores y geógrafos está de acuerdo en que existen dos unidades geográficas diferenciables: la América anglosajona y América Latina. Las diferencias fundamentales entre ambas están determinadas por aspectos lingüísticos, históricos, culturales, sociales y políticos. Mientras el territorio que comprende la América anglosajona fue conquistado y colonizado -esencialmente- por ingleses, franceses y otros grupos provenientes del centro y norte de Europa, el territorio de la América Latina fue colonizado -en su mayoría- por españoles y Portugueses. Esto marcó diferencias de lenguaje: en la anglosajona, predomina el inglés; en la latina, predominan el español y el portugués. Junto con la herencia cultural que determina el lenguaje, también, se manifiestan diferentes visiones del mundo, actitudes y creencias, que generan diferencias con la parte que se denomina anglosajona. A esta América diferente, los historiadores y geógrafos le han designado el nombre de América Latina como una manera de establecer los rasgos distintivos entre una y otra América.
Con gran frecuencia, se tiende a definir a América Latina de acuerdo a consideraciones de tipo geográfico. Por esta razón, algunos destacan que América Latina es el conglomerado de países que componen México, América Central (incluyendo Belice) América del Sur incluyendo Brasil y las Guyanas y algunas islas del Caribe, tales como Cuba, La Española y Puerto Rico. De hecho, la inclusión de países como Belice, las Guyanas y otras islas del Caribe no hispano en el entorno latinoamericano, ha sido significativamente cuestionada entre algunos historiadores, porque éstas presentan características que rompen con los patrones que -generalmente- se utilizan para justificar la unidad latinoamericana. Belice (Honduras Británica) fue colonia inglesa, y su idioma oficial es el inglés, el cual no proviene del latín ni se constituye como herencia de una cultura latina. Esta peculiaridad -también- es compartida por casi todas las Antillas Menores, las Bahamas, Jamaica y Guyana. Además, se unen a este grupo Aruba y Surinan, en donde se habla varios idiomas, con predominio del holandés. Sin embargo, su posición geográfica, su población y muchas formas de conducta cultural las acercan al conglomerado de los países latinoamericanos.
Sin embargo, podemos señalar que la definición más generalizada destaca que América Latina es un continente que posee una tradición, historia, lengua, cultura y religión comunes, y cuya característica más significativa es el mestizaje. El término "América Latina" apareció por primera vez en 1836, en Francia. Fue acuñado por el francés Michel Chevalier, con el fin de establecer las diferencias, en aquellos momentos, entre América del Norte y América del Sur. El uso del término se expandió rápidamente, y fue aceptado por los recién independizados territorios latinoamericanos, pues representó el reconocimiento de una América distinta de España, Europa y los Estados Unidos de América. Por diversas motivaciones e intereses, España no aceptó la utilización del concepto, y prefirió continuar utilizando los términos Hispanoamérica e Iberoamérica para referirse a lo que hoy denominamos América Latina. Sin embargo, para los latinoamericanos, la utilización del concepto ha servido, hasta nuestros días, como elemento aglutinador, es decir, como elemento que ha dado unidad e identidad a un pueblo. Desde 1836 hasta el presente, sus alcances se han ido ampliando, y alude a una realidad mucho más abarcadora que la diferenciación entre América del Norte y América del Sur.
En resumén podemos decir que Hispanoamérica es el nombre que se da al conjunto de naciones americanas que hablan español e Iberoamérica el nombre con el que se denomina a la parte de América colonizada por España y Portugal.
Las nociones de libertad y nacionalismo surgieron, en América Latina, para fines del siglo XVIII. Antes de la independencia, el pueblo latinoamericano adquirió conciencia de las diferencias existentes entre las metrópolis y los territorios coloniales, y, con esta toma de conciencia, comenzó a manifestarse el sentimiento patrio y de identidad nacional. El concepto libertad adquirió gran significado con el nacionalismo, y la lucha por la libertad y la preservación de la identidad nacional se convirtieron en los estandartes de los pueblos latinoamericanos. El incipiente nacionalismo contribuyó, pues, a cuestionar el orden colonial prevaleciente. Estas posiciones de las colonias engendraron serias divergencias con las metrópolis, lo que contribuyó a allanar la ruta hacia la independencia.
En el proceso de lucha, las colonias vieron surgir un gran número de figuras heroicas que dejaron su huella en el desarrollo de una nueva identidad nacional. Los criollos, respaldados por mestizos, mulatos e indios, lograron sustituir los poderes metropolitanos, y asumieron el mando. El reto mayor fue lograr la integración de los nuevos estados recién creados, pero para esto era necesario algo más que un fuerte deseo de libertad.
LA INFLUENCIA DE LA ILUSTRACION, LA GUERRA DE INDEPENDENCIA DE ESTADOS
UNIDOS Y LA REVOLUCION FRANCESA
Las ideas de la Ilustración, la Guerra de Independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa ejercieron gran influencia en los territorios coloniales de España en América. Gracias a la Enciclopedia de Diderot, las ideas de la Ilustración fueron muy estudiadas entre los sectores educados de Latinoamérica, en especial, por miembros del clero y la burguesía criolla de Hispanoamérica. En estos sectores sociales, las ideas de libertad, igualdad, progreso y soberanía entre otras corrientes se difundieron rápidamente, así como las ideas de Rousseau, Bayle, Mostesquieu, Voltaire y Rainal. Sin embargo, la mayoría de la población no entró en contacto con estas corrientes de pensamiento debido a factores como el analfabetismo y la fuerte censura prevaleciente contra todo aquello que representara un peligro para el Estado colonial. No obstante, las medidas establecidas por España no impidieron la expansión de las nuevas tendencias filosóficas y políticas.
La Guerra de Independencia de los Estados Unidos es ejemplo de la gran influencia que tuvieron las ideas de la Ilustración en América. A su vez, también, tuvo un gran impacto en el pensamiento político latinoamericano, y sirvió de modelo para las colonias hispanoamericanas. Por ejemplo, la Declaración de Independencia y la Constitución de Estados Unidos fueron los modelos para la Constitución de Venezuela, de 1811. Latinoamérica vio a Estados Unidos como la encarnación de la libertad y del republicanismo, ambos, postulados de la Ilustración.
La Revolución Francesa fue otro producto de la Ilustración. Sin embargo, por el contrario de la Guerra de Independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa tuvo un impacto negativo en las colonias hispanoamericanas. Su postulado de igualdad entre todos los hombres no era compatible con los intereses económicos de la clase criolla dominante. Estaban de acuerdo en la igualdad entre los miembros de su propia clase, pero no la igualdad del criollo con los indios, negros, mestizos y mulatos. Por esta razón, las ideas presentadas por la Revolución Francesa no fueron bien acogidas por los sectores dominantes de la sociedad colonial.
Sin embargo, la Revolución Francesa tuvo gran impacto en el Santo Domingo francés. El ambiente revolucionario y los cambios radicales que prevalecieron en Francia se hicieron patentes en la colonia, que se convirtió en escenario de una violenta revuelta de esclavos. Como la violencia se extendió desde Haití hasta las masas de esclavos de Venezuela, los criollos rechazaron con horror las doctrinas revolucionarias francesas, y prefirieron tomar otro modelo más cercano a sus intereses y a su territorio: el modelo norteamericano.
PRELUDIO A LA GUERRA DE INDEPENDENCIA: CAUSAS
La Ilustración sirvió de justificación ideológica para las guerras de independencia latinoamericanas, pero no fue exactamente la causa que la originó. Varias circunstancias inciden para provocar este acontecimiento:
- El fuerte control de los Borbones en todos los aspectos de la vida de las colonias.
- El desarrollo de la burocracia como signo de centralización de las funciones administrativas de la colonia, lo que originó la pérdida de las libertades municipales.
- La exclusión de los criollos de los cargos públicos (con el fin de minimizar su poder).
- Un desarrollo económico fundamentado en la dependencia.
- Los altos impuestos.
- La falta de recursos para mantener el imperio (España no tenía una adecuada fuerza militar y tampoco producía lo suficiente para satisfacer las demandas y necesidades económicas de sus colonias.).
Estas situaciones desencadenaron gran tensión y malestar entre los distintos sectores de las colonias hispanoamericanas. Sin embargo, los indios, los negros y los mulatos fueron los más afectados, pues resultaron oprimidos, además, por la clase criolla dominante.
ANTECEDENTES DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA
Ante la agobiante situación social, y desde mediados del siglo XVIII, se desarrollaron serias convulsiones internas que pusieron de manifiesto la lucha de clases y la decadente administración colonial. Algunos de los movimientos más significativos son los siguientes:
- La rebelión de los comuneros del Paraguay, un movimiento de origen económico y político dirigido a combatir el poder de los jesuitas, quienes controlaban la Economía colonial, y regulaban el trabajo indígena. La protección de los jesuitas hacia los indios provocó choques con los terratenientes, quienes querían tener dominio sobre las tierras dominadas por los jesuitas, e interesaban tener acceso a la mano de obra guaraní. Por esta razón, los terratenientes se levantaron en rebelión contra el dominio de los jesuitas.
- El lanzamiento de Clatayud, en Cochabamba, un alzamiento mestizo y urbano contra la tributación obligada a indios y mestizos. Aunque se estableció el pago de tributos a todos los sectores sociales, éste recaía más sobre los indios. En un intento de equiparar estos pagos, el gobierno español determinó que los indios y mestizos, debían pagar lo mismo. Esta acción del gobierno colonial puso de manifiesto las diferencias sociales entre indios y mestizos y, por esta razón, los mestizos urbanos se alzaron contra el tributo.
- El levantamiento de los hermanos Catari, un levantamiento contra los abusos de los cobradores de tributo y el repartimiento.
- La revuelta contra la Compañia Guipuzcoana de Caracas, un levantamiento de la aristocracia latifundista contra el monopolio ejercido por esta compañía, y el. control absoluto sobre el precio de los productos, lo cual afectaba el desarrollo económico de los comerciantes criollos.
- El alzamiento indio de José Gabriel Tupac Amaru, contra los abusos de la mita y del trabajo obligatorio. Este se proclamó emperador del Perú, y declaró abolidos los repartimientos y la mita. Los indios en la mita tenían pésimas condiciones de trabajo, pues ésta implicaba largas horas de trabajo con sólo una hora de descanso. También, estaban mal alimentados, y la coincidencia de circunstancias provocó una. alta incidencia de mortalidad. Además, produjo el despoblamiento de regiones indígenas, por la emigración de trabajadores que huían de la mita.
Todos estos alzamientos fracasaron por falta de organización técnica y de armamentos militares.
EL CONFLICTO POLITICO ESPAÑOL Y LA CRISIS DE LEALTAD
La Invasión napoleónica a España se considera la causa precipitante de la guerra de independencia. La invasión francesa representó -para España- la pérdida de la unidad monárquica ya que los reyes Carlos IV y Fernando VII fueron obligados a abdicar la corona en favor de José Bonaparte. Con la ocupación francesa, el imperio español enfrentó una aguda crisis internacional e interna: las colonias americanas reafirmaron su lealtad al rey de España, Fernando VII, y -siguiendo el ejemplo de España- en Venezuela, Cuba, Puerto Rico, Chile y otros territorios coloniales, se establecieron juntas que juraron lealtad a la Junta de Sevilla. A pesar del apoyo inicial, en América, ya comenzaba a perfilarse una crisis de lealtad: ¿a quién serían leales? ¿al rey o a la Junta? Ante la ausencia del monarca, ¿tenía España poder sobre las colonias? ,la élite criolla de México determinó que, ante la ausencia del rey, España no tenía ningún derecho que ejercer sobre América.
Basándose en el principio de que la soberanía radicaba en las instituciones criollas, las colonias comenzaron a tomar sus propias determinaciones políticas, lo que, implícitamente, representó una separación de España. En 1810, Caracas estableció la Junta Suprema de Caracas, compuesta por miembros de la élite colonial y del Consejo Municipal. Aunque la Junta declaró su lealtad al rey, no obstante, determinó controlar y gobernar la colonia sin la autorización del gobierno español. Era evidente que la élite colonial no estaba dispuesta a acatar la autoridad metropolitana en unos momentos en que, claramente, se reflejaba la debilidad del imperio español. Por consiguiente, la élite criolla aprovechó la coyuntura internacional y la debilidad de España para declarar la independencia.
GUERRA DE INDEPENDENCIA: LUCHA ARMADA. GUERRA CIVIL, GRUPOS Y HEROES NACIONALES
La Guerra de Independencia de los pueblos hispanoamericanos fue cruenta, encarnizada, y puso de manifiesto las luchas internas de poder entre la élite criolla. La clase dominante se fraccionó en distintos grupos de poder: patriotas realistas, centralistas, federalistas, moderados, liberales y conservadores. Por ejemplo, en Chile, el Congreso Nacional estaba dividido en grupos: moderados e independentistas (encabezados por Bernardo O'Higgins). En Venezuela, el Congreso Nacional mostró, también, diferencias entre los grupos políticos, sin embargo, los grupos a favor de la independencia dominaron. Francisco de Miranda y Simón Bolívar (ambos independentistas) organizaron, en 1810, la Sociedad Patriótica, con el fin de lograr la separación. Venezuela declaró la independencia en 1811, y redactó una constitución que adoptó la forma de gobierno republicano y federal, similar a la Constitución de Estados Unidos. Los conflictos internos y la movilización de las fuerzas españolas sofocaron y suprimieron la Primera República de Venezuela. Ante el fracaso venezolano, y las pocas posibilidades de lograr el apoyo de Nueva Granada para la recuperación de Venezuela, Bolívar decidió exilarse en Jamaica.
En México, los sectores populares más afectados por las luchas entre criollos y peninsulares fueron los indios y los mestizos. Ante las pésimas condiciones sociales y económicas del campesino indígena, el padre Miguel Hidalgo se levantó en rebelión, en 1810. El Grito de Dolores inició la guerra de independencia de México. Este movimiento era esencialmente indígena y campesino, y careció del apoyo de los sectores dominantes como la iglesia y la élite criolla. Ante la derrota y muerte de Hidalgo, en 1811, José María Morelos retomó la lucha armada. Para 1813, éste convocó el Congreso de Chilpancingo, y planteó la independencia absoluta de México. La causa libertaria de Morelos quedó truncada, en 1815, al ser capturado y ejecutado.
En la región de La Plata (Buenos Aires), la lucha entre criollos y peninsulares se vio afectada por otra fuerza externa que ejerció presión sobre la región: Inglaterra. En los años de 1806 y 1807, La Plata fue ocupada por Inglaterra. Esta ocupación provocó una crisis en la administración colonial, pero, también, estimuló el espíritu nacionalista de los porteños, y puso de relieve la fragilidad del imperio español. La única colonia en Sur América que mantuvo la adhesión y lealtad a España fue Perú. Razones de tipo social y racial contribuyeron a este hecho: la clase criolla peruana prefirió mantener la lealtad a España ante el temor de una alianza entre los mestizos y los indios, que eran numéricamente superiores a ellos, pues dicha alianza podía poner en peligro sus intereses económicos y sociales.
En el Caribe, Puerto Rico y Cuba también permanecieron leales a España. Sin embargo, en ambas islas, comenzó a perfilarse un movimiento a favor de la independencia. En Puerto Rico, por ejemplo, hubo una gran simpatía hacia la causa libertaria, y el pueblo puertorriqueño se negó a participar militarmente en contra de los hermanos latinoamericanos. Ante la solidaridad manifiesta de Cuba y Puerto Rico a la guerra de independencia, España decidió reforzar el sistema represivo en las islas con el fin de evitar levantamientos revolucionarios, y logró retener las islas.
Las colonias centroamericanas también se rebelaron contra España. De hecho, la primera provincia en declarar su independencia fue El Salvador. Al contrario de México, la rebelión centroamericana fue fundamentalmente elitista, y tuvo poca participación de los sectores populares. En 1823, el reino de Guatemala -compuesto por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica– declaró la independencia y en 1824,se organizó la República Federal Centroamericana. No obstante, la República Federal Centroamericana enfrentó serias dificultades que la llevaron finalmente al rompimiento que dio origen a las naciones que conocemos hoy. Para 1815, parecía que el movimiento independentista de las colonias españolas había fracasado. En 1816, las fuerzas expedicionarias de Pablo Morillo reprimieron con dureza a Nueva Granada y Venezuela. A pesar de la reacción antirevolucionaria, comenzaron a resurgir fuerzas de resistencia, como las guerrillas. El movimiento independentista renació con el gran triunfo de la batalla de Boyacá, con el cual se liberó Nueva Granada, y se proclamó la formación de la República de la Gran Colombia, compuesta por Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. Bolívar encargó la tarea de libertar al Ecuador al general Antonio José de Sucre, y ésta se completó en 1822.
Mientras la lucha bolivariana se recrudeció en el norte de Sur América, en Chile, las fuerzas realistas dominaban la región, y correspondió a José de San Martín la liberación de este país. En la batalla de Chacabuco, de 1817, San Martín derrotó a los españoles, pero fue en la batalla de Maipú cuando San Martín logró la independencia de la región. El triunfo revolucionario en Chile permitió el establecimiento de un gobierno encabezado por O'Higgins, y con su apoyo, San Martín preparó la campaña para conquistar Perú. En ese mismo año, Agustín de Iturbide, en México, proclamó el Plan de Iguala, que declaró la independencia de México. El encuentro de Bolívar y San Martín se produjo en Guayaquil. Como resultado de la entrevista, San Martín renunció a sus cargos, volvió a Chile, y emigró definitivamente a Europa, Bolívar recurrió a Sucre para la liberación del Alto Perú. La batalla de Ayacucho puso fin a las guerras de independencia, y, con la independencia del Alto Perú, nació Bolivia.
Al contrario de las guerras de Independencia de las colonias españolas, la independencia de Brasil no fue tan devastadora. Brasil se convirtió en la sede del gobierno portugués cuando Napoleón ocupó Portugal, y esta presencia fue importante en el desarrollo de la colonia: Río de Janeiro creció y se fortaleció económicamente, y Portugal permitió reformas económicas en Brasil que beneficiaron a los comerciantes brasileños. En el aspecto político, Brasil era regido como un estado autónomo; no obstante, en 1820, se produjo, en Portugal, un levantamiento que exigió la convocación a cortes y el retorno del rey Joao VI. Ante el retorno del rey, las cortes propusieron revocar el gobierno autónomo de Brasil, y esta situación provocó que el heredero al trono de Portugal, Pedro de Braganza -radicado en Brasil- se pronunciara en contra del gobierno de Portugal. Este determinó levantarse en rebelión, declaró la independencia, y se convirtió en el primer emperador de Brasil.
La lucha por la independencia tuvo serias implicaciones en los recién independizados territorios: la independencia no aseguró el fin de las guerras civiles, y los conflictos regionales se agudizaron luego de la guerra. Las tensiones sociales y raciales prevalecientes durante la guerra polarizaron las sociedades de los nuevos países. El poder político de las naciones independizadas fue débil, y promovió el desarrollo del caudillismo. Aunque la guerra terminó con el monopolio español, las naciones latinoamericanas quedaron a merced de la influencia económica de Estados Unidos e Inglaterra, que dominaban el mercado atlántico. Esto representó un problema adicional, pues el fuerte desarrollo económico de los norteamericanos resultaba demasiado competitivo para los países recien independizados. Además, en ellos, prevalecía un clima de confusión, desorganización e inestabilidad. El Congreso de Panamá no contó con el apoyo de todos los países Latinoamericanos. Luego de la independencia, las naciones latinoamericanas atravesaron serias dificultades de tipo político y económico que más bien generaron la disgresión de los estados. Además, las potencias extranjeras -como Estados Unidos- veían con gran recelo la unidad latinoamericana, pues podía poner en peligro sus intereses sobre la región. Estas razones explican, en gran medida, por qué el Congreso de Panamá, de 1826, no logró su cometido, y el sueño bolivariano de la confederación de los nuevos estados americanos quedó inconcluso.
Después de la independencia, Guatemala buscó apoyo en México como aliado para poder mantener la oligarquía en el poder. Gabino Gaínza declaró su anexión a México e inmediatamente, Iturbide envió un ejército al mando del general Vicente Filísola, que fue muy bien recibido en la capital del reino. Pero se produjo una disensión: El Salvador se sublevó contra los mexicanos, y el ejército de Filísola se dirigió hacia aquella provincia, a la cual pudo someter. A la caída de Iturbide, Filísola volvió a Guatemala, donde la situación había cambiado, y se encontró muchos más partidarios de la separación de México y de una independencia total. Propuso convocar un congreso para decidir lo que había de hacerse. El congreso, reunido el 24 de junio de 1823 en Guatemala, declaró la independencia total. El reino de Guatemala pasó a llamarse Provincias Unidas de Centroamérica, y se nombró un gobierno provisional de tres miembros, encabezado por el doctor Pedro Molina, con la misión de redactar una constitución.
Cuando se redactó la constitución, de influencia norteamericana, en noviembre de 1824, el país pasó a llamarse República Federal Centroamericana. Esta estaba formada por cinco estados, que tenían, a su vez, poderes ejecutivos, legislativos y judiciales completamente autónomos dentro de sus límites territoriales. Las luchas de las oligarquías provinciales para mantenerse en el poder, y la de todos contra el intento centralizador de Guatemala, donde residía el gobierno nacional, llevaron a la disolución de la federación. El presidente, Manuel Arce, y el gobernador de cada provincia (en Costa Rica, Juan Mora Fernández; en Nicaragua, Manuel Antonio de la Cerda; en Honduras, Dionisio Herrera; en El Salvador, Juan Vicente Villacorta; en Guatemala, Juan Barrundia), todos ellos pertenecientes a la oligarquía terrateniente, organizaron gobiernos provinciales fuertes y poco a poco fueron separándose del gobierno central. Nicaragua, Honduras y Costa Rica se declararon independientes en 1838, Guatemala, en 1839, y El Salvador se independizó en 1841.
LOS COMIENZOS DE LA VIDA INDEPENDIENTE
Al concluir el siglo XIX, América Latina quedó dividida en 19 naciones y unos territorios incorporados, inmersos en un proceso de formación de nacionalidades que se caracterizará por la violencia que generará la política de los recién nacidos países, en torno a asuntos tales como la anarquía, los gobiernos dictatoriales y la definición de fronteras. Prácticamente todos los países latinoamericanos, menos Brasil, tendrán conflictos de esta naturaleza. La inexperiencia política de los criollos, junto con las luchas civiles y la ambición imperialista de otros países, propiciará la intervención continua de potencias extranjeras como los Estados Unidos e Inglaterra. Esta intervención será el precio que habrá que pagar por irse incorporando a la economía mundial, y al capitalismo europeo, en especial, con Inglaterra.
Al concluir el proceso de liberación, cada una de las nuevas naciones se inició en el ejercicio de la vida independiente en circunstancias muy variadas. Por ejemplo, México sobresale por la complejidad y variedad de los problemas que tuvo que enfrentar, análogos a los que sufrió durante su vida colonial. Además, su posición geográfica lo coloca en una situación conflictiva, pues es, también, la frontera norte de América Latina, y el punto más propicio para la penetración de los países que quisieron apoderarse del control que había perdido España. En otros países, los procesos fueron menos intensos, más localistas, o más uniformes.
México inicia su vida independiente bajo el imperio de Iturbide, en 1821 pero, en 1824, promulgó su constitución, y se creó la República Federal de los Estados Unidos Mexicanos. Surgen dos bandos: los centralistas y los federalistas, quienes se debatirán el poder durante casi dos décadas. Durante la decada de 1830, ante la creciente inmigración de estadounidenses al territorio de Texas, el presidente Santa Anna ordena las fronteras texanas, por lo que surgió el conflicto de Texas: los texanos se declararon independientes, y Santa Anna atacó la región para reintegrarla a México. Logró su primera victoria en El Alamo pero, más tarde, fue derrotado. Como resultado, Estados Unidos se apoderó del territorio de Nuevo México y la Alta California. En un segundo enfrentamiento, los norteamericanos invadieron México. El tratado Guadalupe-Hidalgo devolvió la paz: México cedió el territorio desde el Río Grande hasta el Pacífico, y recibió 15 millones de dólares como indemnización.
Tras años de continuas luchas por el poder, Santa Anna (caudillo del pueblo) respaldado por el clero y los grandes terratenientes regresó al gobierno, y se convirtió en dictador. Benito Juárez y otros líderes se rebelaron contra la dictadura de Santa Anna, quien fue derrotado y se exilió en Colombia en 1857. Surgieron nuevos ideales de reforma: separar la Iglesia y el Estado; secularizar la educación; reducir el poderío económico de la iglesia quitándole los bienes; impulsar la economía, y establecer un sistema de justicia apoyado por legislación aprobada por una asamblea representativa.
Se promulgó una nueva constitución en 1857, y Juárez asumió el poder. Dicha constitución prohibía la esclavitud y las propiedades de la Iglesia: concedía la libertad de prensa; eliminaba los monopolios y establecía un gobierno democrático representativo.
Costa Rica surge como un país pacífico. A pesar de tener una predominante población blanca, no existían marcadas diferencias sociales. El trabajo, la unidad y la paz caracterizaban al pueblo costarricense, el cual logró desarrollar su economía gracias al cultivo del café, en un marco democrático, y sin necesidad de un ejército. A este auge, le siguen tres cambios sociales importantes: el surgimiento de una clase adinerada junto a una clase media; la diversificación cultural gracias a las posibilidades económicas existentes, y la constitución de un régimen liberal de gobierno.
La República de El Salvador atravesó una serie de golpes de estado y de luchas políticas entre 1841 y 1864. Los salvadoreños exiliados retornaron al país y proclamaron, en 1871, el gobierno de Santiago González, quien comenzó un programa de reformas liberales. Le sucedió Rafael Zaldívar, quien fue derrocado por una coalición, que reunió por primera vez al pueblo y al ejército para llevar a cabo un golpe de estado. El Salvador termina el siglo XIX entre golpes de estado, habiendo conocido 62 presidencias en 58 años. A pesar de ello, se alcanzará un gran progreso material con la creación de sistemas telegráficos, el cable submarino, y el establecimiento de bancos y líneas de ferrocarriles.
Hasta mediados del siglo XIX, Nicaragua atravesó numerosas guerras civiles entre las ciudades de León (de tendencias liberales) y Granada (de inclinación conservadora). Al ocupar los ingleses el puerto de San Juan (con la intención de construir un canal hacia el Pacífico), el pueblo se unió para rechazar la invasión. Ante la impotencia contra el poder británico, se comenzó a negociar entre Inglaterra y Estados Unidos, quienes también pensaban construir un canal por Panamá. La situación termina gracias al tratado Clayton-Bulwer.
En 1849, se comenzó a construir carreteras, gracias a una concesión hecha a la compañía Accesory Transit Company. Se inició una revuelta contra la compañía porque ésta se negaba a pagar las cuotas que establecía el contrato. Poco a poco, se consiguió nacionalizar la ruta, y comenzó a prosperar el país. William Walker llegó al poder mediante la fuerza, lo que provocó que el pueblo se uniera por tercera vez y sacara al intruso, junto con la ayuda de fuerzas militares de países vecinos. Luego de este suceso, se estableció un gobierno con dos presidentes, uno por cada bando, liberal y conservador. De 1859 a 1893, se sucedieron en el poder conservadores y liberales, quienes lograron traer prosperidad y progreso al país.
Una sociedad sin marcadas diferencias de clases, una economía desarticulada, y una geografía que no permitía la libre comunicación fueron las características de este país durante el siglo XIX. En 1880, la constitución sustituyó las leyes españolas, y se consiguió la libertad de prensa. Se enfatizó el cultivo del café y la explotación de las minas como base económica del país. En 1891, se celebraron las primeras elecciones, las cuales aunque libres provocaron una guerra civil. Policarpo Bonilla trató durante su presidencia de crear nuevamente una Federación Centroamericana, como la que existió hasta 1837, cuando América Central se fragmentó en los paises que la constituían. Mientras tanto, los Estados Unidos iban asumiendo un monopolio en la realización de las obras públicas del país. A fines del siglo, se logró reestructurar la economía, basada en el guineo y la explotación minera, lo que desemboca en la entrada de Honduras al mercado mundial.
La República de Guatemala comenzó su vida independiente embarcada en una lucha de poderes entre Francisco Morazas y Rafael Carrera. Carrera asumió la presidencia en 1844, y gobernó hasta su muerte en 1865. Le sucedió Vicente Cerna, quien fue depuesto por Miguel García Granados, quien terminó con el monopolio y dio auge al comercio y a la agricultura. De 1873 a 1895, Justo Rufino Barrios construyó las bases de la moderna Guatemala. Otorgó la libertad de cultos, estableció el matrimonio civil, se encargó de la educación del pueblo, y trató de eliminar la influencia de la iglesia católica en el poder político. Dio auge al cultivo del café como base de la economía. Le suceden en el gobierno Alejandro M. Siniboldi, José María Reina Barrios y Manuel Estrada Cabrera.
La República Dominicana vivió una serie de cambios de potencias dominantes, los cuales condicionaron su desarrollo. Fue invadida por Haití, país que ejerció su dominio hasta 1844. En el plano político, la independencia o separación de Haití, fue favorecida por otro movimiento que se inició en aquel país en 1843 y que se proponía el derrocamiento del Presidente Boyer. Duarte y los trinitarios supieron aprovechar tácticamente este levantamiento, llamado "La Reforma". La participación en la revuelta antiboyeriana facilitó la preparación del movimiento independentista, pero provocó la represión por parte de nuevo gobierno surgido después de la caída de Boyer, presidido por Charles Herard. Duarte y otros trinitarios debieron abandonar el país; Fco. del Rosario Sánchez, reorganizó las fuerzas separatistas que pronto proclamarían la República. El movimiento separatista contó con el apoyo condicional de la diplomacia francesa que proponía un protectorado a la naciente República. Esta propuesta escendió el movimiento entre independentistas puros (duartistas) y simples separatistas (afrancesados). Ambos bandos estuvieron presentes en la Junta Central Gubernativa que finalmente quedó controlada por los últimos. Duarte y los demás liberales fueron expulsados del país en ese mismo año de 1844, por orden del entonces Presidente Pedro Santana.
Años de inestabilidad y nuevas luchas con Haití llevan a lo dominicanos a pedir nuevamente la anexión a España en 1860, la cual duró cinco años. En 1868, Buenaventura Báez quiso anexar el país a los Estados Unidos sin tener éxito. Siguieron años de revueltas y crisis hasta 1887, cuando Ulises Heureaux logró el poder, que conservó por doce años. Este amplía la industria azucarera, ayudado por trabajadores de varios países del Caribe. Aunque la vida del pueblo fue peor que durante la época de la colonia, los Estados Unidos aprovecharán esta ocasión para intervenir en la política del país durante el siglo XX.
Haití sufrió 38 años de luchas políticas y sociales, situación que terminó en 1849, cuando Faustino Soulouque se proclamó emperador. Nuevamente, el crimen, las luchas sociales y el anarquismo sumieron al país en la miseria que heredaron los haitiarios del siglo XX.
Cuba y Puerto Rico continuaron siendo colonias españolas hasta 1898, cuando pasaron a ser posesión de los Estados Unidos, durante la Guerra Hispanoamericana. El sentimiento separatista se había hecho sentir en la islas: Cuba, por su parte, siguió luchando su independencia y el 23 de septiembre de 1868, en Puerto Rico, se dio el Grito de Lares, un intento de los boricuas de liberarse de España. Mientras Cuba logró la independencia, a raíz d el cambio a la soberanía norteamericana, Puerto Rico se enfrenta al siglo XX con un nuevo gobierno, bajo la influencia de otra cultura y de otro idioma, sin dejar de ser parte de la región latinoamericana, en donde había nacido en el siglo XV.
Venezuela sufrió una oligarquía militar durante casi todo el siglo XIX, y la dictadura se impuso como la forma de gobierno predominante. José Antonio Páez encabezó el primer gobierno de la nueva nación; de corte centralista, el gobierno de Páez se caracterizó por: la pérdida del poderío económico y educativo de la iglesia; la aplicación de la pena de muerte para los crímenes políticos, y el continuismo de la esclavitud. Comenzó a levantar la economía, con lo cual logró: amortizar la deuda nacional; construir vías de comunicación, y dar impulso al comercio exterior con la venta del café y el cacao.
En la década del 1848 al 1858, desapareció la credibilidad de la administración pública, y comenzó a decaer rápidamente la economía del país. Los errores del gobierno liberal de los años 60 trajeron como consecuencia una nueva guerra civil, que concluyó con la presidencia de Antonio Guzmán Blanco. Su gobierno se caracterizó por garantizar el voto universal, y la elección directa del presidente por el pueblo. Guzmán Blanco gobernó durante 28 años, y trató de recuperar el crédito exterior, así como las inversiones extranjeras. El último presidente del siglo XIX, Cipriano Castro Ruiz, tomó la ciudad de Caracas al mando del ejército, y se convirtió en el gobernante más corrupto del siglo.
La República de Colombia atravesó 25 guerras civiles después de su independencia. Francisco de Paula Santander logró organizar las finanzas del país; aumentó el comercio interno y el externo; y dio comienzo a una época de prosperidad para la nación, que se interrumpió con la guerra civil de 1840, cuando se formaron los partidos políticos liberal y conservador. Se fomentó la cultura, se adoptó el sistema métrico, y se impulsó el comercio internacional. También, se preparó el tratado con Estados Unidos para la construcción del canal de Panamá. Bajo el gobierno del liberal Juan Hilario López, se pusieron en marcha las reformas del 50, que trajeron problemas con la Iglesia Católica al expropiársele los bienes. La Constitución de 1863 empeoró el problema al garantizar la libertad religiosa, suprimir las órdenes religiosas, y autorizar al gobierno a supervisar el culto público. Se sucedió una serie de gobernantes ineptos hasta 1880, cuando Rafael Núñez se convirtió en el amo. Estableció una nueva constitución, restableció las relaciones diplomáticas con el Vaticano, y el catolicismo volvió a ser la religión oficial del país.
Luego de la independencia, Ecuador vivió una época violenta de luchas políticas y religiosas. Los gobiernos de Juan José Flores y Vicente Rocafuerte intentaron resolver los problemas del país, pero trataron al pueblo con mano cruel y déspota. De 1845 en adelante, el país sufrió momentos de anarquía que duraron hasta fines de siglo. Gabriel García Moreno, apoyado por la iglesia y los ricos terratenientes, subió al poder y trajo el primer periodo de progreso al Ecuador. Construyó escuelas, hospitales y vías de comunicación pero, irónicamente murió asesinado en las escaleras del palacio presidencial. Eloy Alfaro, el sucesor, desmanteló la estructura de gobierno. Dispuso que la educación la impartiría el gobierno y no la iglesia. Reguló los matrimonios, los divorcios y los entierros, y aceleró la economía del país al fomentar la exportación de productos nacionales.
Hasta 1844, en el Perú, se sucedieron cruentas guerras civiles. Bajo el gobierno de Ramón Castilla, el país comenzó a disfrutar de una vida pacífica, pues éste restableció el comercio, explotó comercialmente el salitre y el guano, estableció líneas de ferrocarril y el telégrafo, y abolió la esclavitud negra y el tributo al indio. Por constitución, se establecieron límites al poder presidencial, y se declaró el catolicismo como religión oficial. Antonio Pezot tuvo que enfrentarse a España, que quería recuperar su antigua colonia. Como resultado, se enfatizó la educación militar y la naval. Del 1879 al 1883, se libró la segunda Guerra del Pacífico entre Bolivia, Chile y Perú. Este perdería la zona salitrera, su mejor fuente de ingresos. Luego de otra guerra interna, Cáceres tomó el poder, y logró reorganizar económicamente al país. Piérola reinstaló la dictadura, y estableció un código militar pero fue un buen administrador.
Bolivia adoptó una constitución en 1826 basada en la división de poderes y el derecho al voto. La presidencia sería vitalicia, y el presidente podía nombrar a su sucesor. Se abolieron los privilegios sociales y la esclavitud, y se otorgaron derechos civiles a la población. Antonio José de Sucre, electo presidente, impulsó la economía del país pero no lo pudo sacar de la bancarrota. Su sucesor, Andrés de Santa Cruz, creó universidades y escuelas, e implantó el código penal español. Le siguió un periodo de anarquismo hasta subir al poder Hilario Daza. Durante la guerra del Pacífico, Bolivia había perdido su única salida al mar y los ingresos de la producción del salitre. Para poder salvar al país, había que rescatar la economía, y los sucesores de Daza se encargaron de ello.
La República de Chile comenzó su vida independiente en medio de una gran desorganización administrativa. El pueblo veía el cuerpo militar como la única salvación. Bernardo O'Higgins fue designado director del país. Su administración provocó malestar entre el pueblo, al eliminar los títulos nobiliarios, e intervenir en los asuntos eclesiásticos. Fundó escuelas y la biblioteca nacional. Tras ser obligado a renunciar, el país atravesó una época de anarquía durante la cual se abolió la esclavitud. La constitución de 1826 dividió al país en ocho provincias. Con la subida de Prieto al poder, comenzó una época de progreso y de orden. Se les concedió el voto a los varones mayores de veinticinco años que supieran leer y escribir, y, además, tuvieran propiedades. De 1841 a 1851, comenzó la expansión del comercio de las minas de cobre. Con Manuel Montt, el déspota ilustrado, el país continuó su acelerado progreso económico y cultural.
Fuertes luchas por lograr la unificación territorial de las diferentes regiones argentinas entre federalistas y centralistas iniciaron la vida independiente de la república. Se convocó un congreso en Tucumán como último intento por salvar la unión pero no tuvo efecto. En 1829, se eligió gobernante a Manuel de Rosas, verdadero caudillo del pueblo. Rosas procuró equilibrar las diferentes clases sociales mientras dominó con mano férrea. En 1852, se presentó una constitución que integraba en un país a todas las regiones del antiguo Virreino de la Plata, hecho que trajo como consecuencia otra guerra civil, ante el rechazo que el documento sufrió entre algunos sectores que se oponían a la integración de un gobierno central. Bartolomé Mitre asumió el poder, seguido por Domingo Faustino Sarmiento, y otra guerra civil. En 1880, Buenos Aires fue proclamada capital de la república. A partir de entonces, se terminó la guerra con los indios, se ocupó y colonizó el desierto, se construyeron líneas ferrocarrileras, se fomentó la agricultura, se establecieron el matrimonio civil y la ley de educación.
Tanto el Uruguay como el Paraguay se consideraban provincias de Argentina cuando ésta era, aún, el virreinato de La Plata. Por esta razón, su independencia fue obtenida de la Argentina, y no de España. Durante las dos primeras décadas de vida libre, surgieron los partidos políticos uruguayos: el colorado y el blanco. Sus luchas llevaron al país a vivir un estado de guerra durante casi todo el siglo XIX. El poder logró centralizarse bajo el gobierno de Lorenzo Latorre, en 1876, quien mejoró la ganadería, terminó con el poder caudillista, y pacificó las zonas rurales.
La independencia de Paraguay se reconoció casi a mediados de siglo. Inmediatamente, comenzó un periodo de progreso, gracias a la ayuda de los países europeos y Estados Unidos. El Estado fue el principal empresario, gracias a su flota, sus astilleros y su poderoso ejército. Del 1841 al 1870, se resolvieron los problemas con el extranjero pero no así los internos, ya que una guerra civil dejó destrozado el país en 1865. En los últimos años del siglo, se vivieron días de lucha entre los dos partidos políticos: el liberal y el colorado.
Bajo las monarquías de Pedro I y Pedro II que duraron 67 años, es decir, hasta 1889, el pueblo brasileño conoció una época de progreso que se tradujo en intervenciones activas de Brasil en la política interna de muchos países suramericanos. La iglesia y los terratenientes combatieron la monarquía ante la amenaza de perder sus pertenencias, la primera, y las tierras y los esclavos, los segundos. En 1887, se produjo un golpe de estado que puso fin a la monarquía. Durante más de un año, gobernó una autocracia militar que produjo la separación de la Iglesia y el Estado, y estableció el matrimonio civil.
PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE LA VIDA INDEPENDIENTE
Durante el siglo XIX, los gobiernos de los países recién independizados se vieron influidos por las fuerzas militares, la sucesión dinástica en el gobierno, las técnicas de gobierno no delimitadas, los golpes de estado, el exilio de los ciudadanos más capaces, y el constante fracaso de las constituciones
En el momento de tomar las riendas de los nuevos estados americanos, el elemento criollo no estaba preparado para dirigir el país. Las guerras de independencia fueron encabezadas por hombres dedicados a la carrera militar, que dominaban las técnicas de mando pero que -apenas- poseían cualidades o principios de administración pública. Como consecuencia de sus victorias militares, controlaron las masas populares, y fueron convirtiéndose en caudillos del pueblo, como Simón Bolívar y José de San Martín. Hubo líderes buenos y malos, pertenecientes a todas las clases sociales, del pueblo o de la clase alta, pero todos con algo en común: su preocupación por la patria. La mayoría de las veces, empezaron luchando por causas nobles, aunque terminaran imponiendo su voluntad, por fuerza o por doctrina, para mantenerse en el poder.
El dictador, por lo general, llegaba al poder después de derrocar el régimen existente. Las dictaduras toman auge en América Latina en las postrimerías del siglo XIX.
La diferencia entre ambos líderes, el caudillo y el dictador, estriba en la forma en que llegan al poder: el caudillo recibía el apoyo de las masas del pueblo, era un líder natural, y tenía grandes sectores del pueblo incondicionalmente a sus órdenes. Por el contrario, el dictador era un líder que se apoyaba en las fuerzas militares para ejercer el control de la región. Su gobierno, tiránico y totalitario, menospreciaba o ignoraba el poder legislativo. Tanto uno como el otro promovieron inestabilidad política durante los años posteriores a la independencia.
La única excepción fue Brasil ya que, una vez logró su independencia de Portugal, llevó una vida pacífica libre de dictaduras durante todo el siglo XIX. Esta situación permitió al país iniciar una vida independiente más productiva que la de otras regiones. Como resultado, el desarrollo económico que alcanzó el país durante el siglo XIX fue más sólido.
BIBLIOGRAFIA
- Enciclopedía Ilustrada Cumbre, 25ta edición, 1984
- Enciclopedía Autodidactica Quillet, 26ta edición, 1985.
- Rodríguez, Angel. "América Latina: Tierra de Contrastes". Ediciones Santillana, Pto. Rico. 1992.
Autor:
Alexis Melo
axemt[arroba]usa.net