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La era de las revoluciones 1763-1848

Enviado por lkloss


     

    Indice1. Introducción. 2. La independencia Norteamericana: Una revolución burguesa. 3. Fases del proceso revolucionario. 4. Napoleón o la revolución exportadora. 5. La onda de 1820: La revolución en el sur. 6. La independencia griega. 7. La revolución en el corazón de Europa.

    1. Introducción.

    Entre 1763 y 1848 Europa y América se vieron envueltas en distintas revoluciones. En este periodo histórico pudo observarse como los dos continentes dejaban de lado el Feudalismo para entrar al nuevo sistema: El Capitalismo. Durante este periodo se sentaron las bases para la expansión de formas de propiedad, de la misma manera se superaba el estado Absolutista para asentar nuevos estados nacionales en términos de ciudadanía y mercado. Se impulsó el crecimiento económico a través de la libertad de contratación y de asociación de capitales, al mismo tiempo se restringía el derecho a asociación a la clase obrera. Los procesos revolucionarios no van solo desde el año 1763 al 1848, el primer ciclo de revoluciones que comenzó en los Países Bajos del Norte (Holanda) data del sigloXVI, para luego seguir con la revolución inglesa en el siglo XVII, en el mismo sentido, 1848 solo representa una de las fases de la revolución. Dos conceptos son necesarios para comprender un cambio revolucionario: crecimiento y desarrollo. Ninguna sociedad es estática y de las contradicciones nacidas de sus relaciones sociales iran surgiendo nuevas formas de organización de la producción y nuevos grupos sociales que las empujen.

    2. La independencia Norteamericana: Una revolución burguesa.

    La complejidad social de las colonias nos obliga a interpretar los hechos acaecidos entre 1763 y 1783 en función de los distintos intereses, ya que la configuración social y política de las mismas no era idéntica. No debemos entender bajo ningún punto de vista la revolución como una solución de continuidad de los hombres que dirigían Las Asambleas Legislativas de las trece colonias. Es decir, desde hace mucho tiempo (cuando todavía eran colonias) este país se rige bajo unas medidas muy claras: Sus propios intereses. La revolución norteamericana no debe ser tratada sino como una revolución burguesa, donde la metrópoli ponía trabas al desarrollo del capital industrial norteamericano. A finales de la guerra de los siete años Inglaterra quiere reformar el pacto colonial para de esta manera poder centrar el poder en las instituciones feudales, es decir, dotar de poder virreinal a los gobernadores de las trece colonias, además ubico a sus soldados en los hogares de los norteamericanos e impuso una serie de impuestos indirectos sobre los cultivos producidos en el agro norteamericano y comercializados en sus principales puertos.

    Conciencia revolucionaria. Los dirigentes de las trece colonias eran burgueses acostumbrados a gozar del poder social y de un amplio poder político, de aquí que mostraran total insumisión a las medidas tomadas por la metrópoli. La riqueza estaba desigualmente dividida: en el campo la tensión entre grandes hacendados y pequeños propietarios venia de antiguo; en la ciudad los grandes comerciantes se agrupaban en una elite social mientras veían el descontento de artesanos, obreros y marineros, estos conflictos fueron parte de la propia revolución y la dotaron de una reconocible participación campesina. El desarrollo de una conciencia revolucionaria popular, es anterior a la proclamación de la política fiscal por parte de Londres. A partir de 1765 el movimiento popular se une con los patriotas burgueses y Gran Bretaña pasa a ser el gran enemigo. De la inestabilidad de esta alianza y de la intervención armada por parte de la metrópoli se puede establecer una cronología interna de la revolución.

    3. Fases del proceso revolucionario.

    1763-1767 El gobierno ingles debido a sus crisis fiscal incrementa los impuestos sobre las colonias, procede a una reordenación militar y promulga la ley Stamp Act con el fin de evitar el contrabando. Los lideres burgueses rechazan estas medidas. Entran en escena los Hijos de la Libertad, grupos radicales de menestrales y obreros que se encargan de hacer un boicot sobre las mercancías inglesas. En 1766 ante la posición de las fuerzas de las Colonias, Londres derogara las Stamp Act e intentara disminuir la presión metropolitana. 1767-1770 Londres decreta un nuevo incremento de la fiscalidad sobre sus colonias. Intentando evitar una repuesta, suspende la Asamblea de Nuevo York, por no aplicar las leyes de acuartelamiento. Se desencadenan protestas y se produce un movimiento radical protagonizado por los Hijos de la Libertad. En 1770 sobrevino la matanza de Boston, él ejercito británico dispara contra la multitud. 1770-1775 La matanza de Boston es utilizada como herramienta de movilización por los Hijos de la Libertad, para los cuales la solución dentro del imperio es poco menos que imposible. Londres adopta una posición de fuerza y reserva el monopolio del comercio del té a la Compañía de las Indias Orientales, con sede en Londres. Los radicales de la ciudad arrojan al agua los cargamentos que debían ser embarcados y Londres aplica en 1774 las Leyes Intolerables: cierre del puerto de Boston, restricción de los poderes a las Asambleas, y juicios de traición efectuados por tribunales ingleses. Ante esta legislación Jefferson publica su primer obra soberanista. 1775-1781 La posición de Inglaterra y sus colonias era irreconciliable. Comienza la guerra en la primavera de 1775. En mayo de 1776 el segundo congreso intercontinental produjo la Declaración de la Independencia y organizo la resistencia armada frente a la metrópoli, se nombro a George Washington cabeza del ejercito de las colonias Unidas. La guerra se prolonga hasta 1881. La internacionalización del conflicto perjudica los intereses de Gran Bretaña y favorece la construcción de los nuevos Estados Unidos de América.

    La revolución francesa y la vía campesina. La revolución en su curso no solo abolió la feudalidad (17 de julio de 1793) sino que la orientación que en ella tuvo la intervención de los campesinos y de las clases populares posibilito la consolidación de amplios sectores del campesinado como propietarios plenos de las tierras, en ese sentido la revolución fue democrática. Hay otros elementos que le confieren mayor singularidad a la revolución francesa: desde la rápida homologación del sistema métrico hasta la unificación lingüística.

    La Asamblea Nacional Constituyente y la Asamblea Legislativa, 1789-1792. Los pensadores franceses admiraban la organización política, social, económica y la filosofía inglesa. De esa admiración surgieron las ideas principales de la Ilustración francesa: Fe en el progreso humano. Los hombres mejoran a través de la educación. Libertad religiosa. Todos los seres humanos son esencialmente iguales. El gobierno de un pueblo surge por convenio de los ciudadanos. Los agobios financieros del estado hicieron que Luis XVI enfrentara graves problemas económicos que no se resolvieron con poner impuestos. Entonces encargo su solución a los Estados Generales, asamblea formada por representantes de la nobleza, el clero y el pueblo. Esta asamblea también fracasó. Los representantes del pueblo formaron aparte la Asamblea Nacional. El julio la corte de Luis XVI intento evitar las reuniones, pero esta fue la chispa que incendio Paris y provoco los sucesos del 14 de julio. La capital quedo en manos del pueblo, que protegía a la recién nacida Asamblea a través de la recién creada Guardia Nacional. Las noticias de Paris intensificaron y difundieron al movimiento campesino que ya había empezado y que a su vez provocó una serie de revoluciones municipales. Los campesinos asaltaban los registros señoriales para borrar a fuego las escrituras de los privilegios feudales que los aherrojaban. La revolución resultaba de una fusión de movimientos: el burgués de los monárquicos de la asamblea y el del pueblo urbano y campesino. La alianza era inestable, solo se compartían algunos objetivos. La posición mayoritaria de los asambleístas quedó reflejada en la constitución de 1791 que convirtió a Francia en una monarquía constitucional en la que el verdadero poder pasaba a manos de los asambleístas. Los cargos públicos, incluidos los militares se abrieron al talento, el país se dividió en una serie de departamentos y estos subdivididos en distritos y cantones. En abril de 1792 la alianza entre la burguesía y el pueblo se rompía. El club de los Jacobinos y el club de los Cordeleros se unían ahora contra la mayoría de la asamblea. El 10 de agosto la multitud parisina marcha hacia Tullerias. La asamblea intenta canalizar el movimiento popular encarcelando al monarca y convoca a elecciones que darían un nuevo régimen al país.

    La primera Republica: entre la guerra y el terror, 1792-1794. En 1792, gobernada por la Convención Nacional, se proclama la República. Los diputados Girondinos intentan frenar a los montañeses que apuestan por una republica social que trace los precios, regule la producción y frene la especulación y la inflación. Los Jacobinos están convencidos de que sin esas concesiones la guerra contra Austria y Prusia que había sido declarada en Abril de 1792 no podía ganarse: El apoyo popular es la única vía para convertir la guerra en nacional. El 21 de enero de 1793 Luis XVI es ejecutado. El 31 de mayo se produce un nuevo levantamiento de las secciones parisinas, los diputados Girondinos serán eliminados de la Convención. Entre marzo de 1793 y marzo de 1794 se instaura en Francia un periodo llamado del Terror, donde su mayor expresión es la guillotina, va dirigido contra los sospechosos de frenar el asentamiento de la republica social, contra agiotistas y contra especuladores que aprovechan la situación para enriquecerse a costa de la miseria popular. Pero no solo la guillotina: a su lado, los decretos revolucionarios que obligan a la escolarización universal, que erradican la feudalidad y que promueven la libertad de cultos.

    La reacción Termidoriana y el Directorio, 1794-1799. La Convención Nacional estuvo controlada hasta finales de 1794 por el 'grupo termidoriano' que derrocó a Robespierre y puso fin al Reinado del Terror. Se clausuraron los clubes jacobinos de toda Francia, fueron abolidos los tribunales revolucionarios y revocados varios decretos de carácter extremista, incluido aquél por el cual el Estado fijaba los salarios y precios de los productos. Después de que la Convención volviera a estar dominada por los girondinos, el conservadurismo termidoriano se transformó en un fuerte movimiento reaccionario. Durante la primavera de 1795, se produjeron en París varios tumultos, en los que el pueblo reclamaba alimentos, y manifestaciones de protesta que se extendieron a otros lugares de Francia. Estas rebeliones fueron sofocadas y se adoptaron severas represalias contra los jacobinos y sans-culottes que los protagonizaron. La moral de los ejércitos franceses permaneció inalterable ante los acontecimientos ocurridos en el interior. Durante el invierno de 1794-1795, las fuerzas francesas dirigidas por el general Charles Pichegru invadieron los Países Bajos austriacos, ocuparon las Provincias Unidas instituyendo la República Bátava y vencieron a las tropas aliadas del Rin. Esta sucesión de derrotas provocó la desintegración de la coalición antifrancesa. Prusia y varios estados alemanes firmaron la paz con el gobierno francés en el Tratado de Basilea el 5 de abril de 1795; España también se retiró de la guerra el 22 de julio, con lo que las únicas naciones que seguían en lucha con Francia eran Gran Bretaña, Cerdeña y Austria. La guerra con Inglaterra obliga a enviar una expedición a Egipto en 1798-1799 al mando de un joven general Napoleón Bonaparte. El expansionismo y sus amenazas interiores y exteriores van fraguando una alianza, y el 18 de brumario de 1799 se concreta un golpe de estado, uno de de los implicados el general Bonaparte es ahora cónsul de Francia. Esta alianza al avanzar un paso mas se convierte en dictadura bonapartista, y luego en imperio napoleónico. La primera republica queda atrás y la forma monárquica se recupera, pero su depositario es un hijo de la revolución.

    4. Napoleón o la revolución exportadora.

    En 1803 Francia entra de nuevo en guerra con Inglaterra. El Gran Imperio con su red de territorios anexionados fue tomando forma. En 1805 surgía el reino de Italia. Suiza, Holanda y Bélgica estaban subordinadas a Francia. Tras la campaña de 1806-1807 dieciocho príncipes alemanes se colocan bajo protección de Francia. En 1807 la Polonia Prusiana se transformo en el Gran Ducado de Varsovia. En 1808 José Bonaparte ocupa el trono vacante de España y Junot se encarga de Portugal. En términos generales, el gobierno napoleónico destruyo las instituciones del antiguo régimen, abolió la feudalidad, desamortizo diezmos, aplico los derechos de herencia y propiedad del código civil. Europa se revoluciona con Napoleón, pero también contra Napoleón. En 1806 Federico Guillermo de Prusia pide que la burguesía liberal del país apoye la defensa de Prusia frente a Napoleón, para esto se alía con la clase señorial Prusiana, con el fin de expulsar a los ministros reformadores. La clase señorial se convirtió en un empresario rural que cultivaba su tierra mediante mano de obra asalariada. En 1808 las tropas napoleónicas invaden España y se desencadena la guerra, pero también la revolución. José Bonaparte se convierte en el nuevo monarca y estallan diferentes formas de descontento popular. Algunas pretenden contener la movilización popular, pero otras quieren organizar la resistencia contra el invasor. En 1808 se forma una junta central, que toma el poder, pero lo resigna poco después (1810) y convoca una consulta al país para la convocatoria de unas cortes que, a la postre, serán Constituyentes. En Cádiz a partir de septiembre de 1810 se impone la facción liberal, allí se lleva a cabo la revolución jurídica contra el feudalismo. La constitución de 1812 aglutina esta obra de destrucción de lo existente y construcción de un estado nación de contenidos liberales y aspiraciones democráticas.

    Colonias en América. Los criollos hispanoamericanos se harán eco de los argumentos expresados por las Juntas Españolas de 1808. La situación revolucionaria que vive España y el arranque de los procesos de independencia hispanoamericanos son dos caras de la misma moneda. El 22 de enero de 1809, la Junta Central decreta que los dominios españoles de América no deben ser tratados como colonias, sino en pie de igualdad con el resto de España. El primer brote de emancipación en América surge en Caracas en 1810, se suprimen los impuestos sobre las importaciones, se decreta la libertad de comercio, se erradica la alcabala para los artículos de primera necesidad, así como el pago de tributos de indios y se prohíbe él trafico de esclavos (Aunque no su posesión). El ejemplo Caraqueño se expande a otras partes: Buenos Aires, Quito, Santa Fe de Bogota, Nueva España y Chile. A partir de entonces y hasta 1826 Hispanoamérica vive un proceso revolucionario.

    El trono y el altar: En tiempos del congreso de Viena. Derrotado Napoleón en la batalla de Waterloo, en junio de 1815, sus vencedores se reunirán en el Congreso de Viena con el objetivo de reordenar el mapa de Europa. Eran conscientes que durante las guerras napoleónicas las insurrecciones populares habían adquirido un componente nacional, y por ende liberal. Pretendían a toda costa que Italia o Alemania no sean concebidas como estado nación, puesto que estas eran fruto revolucionario de una Europa ocupada por las tropas napoleónicas. De lo que se trataba ahora era de recomponer el viejo sistema de estados en su configuración prerrevolucionaria.

    Contradicciones del nuevo equilibrio europeo. La decisión de mantener la división estatal en Alemania e Italia era presupuesto esencial del sistema de equilibrios dibujado en Viena. En Alemania se estableció una Confederación Germánica que constituía un conglomerado de 39 estados soberanos. En Italia la atomización territorial jugo a favor de las grandes potencias, las cuales fueron recuperando distintos territorios. Sin embargo a pesar del aparente retorno al orden pronto surgieron diferencias entre las potencias (Austria, Rusia, Prusia, Gran Bretaña y Francia), existían diferencias de organización socioeconómica y política, que pronto se tradujeron en intereses distintos.

    Francia e Inglaterra a la virtud liberal. De los Estados participantes del Congreso de Viena, la mayoría eran "naciones de nobleza", sin embargo dos de ellos eran naciones soberanas. En Francia, la Restauración no fue ni jurídica ni social, aunque sí dinastica. Los intentos por parte de Carlos X por recrear un estado absoluto fracasaron, convirtiéndose en causa directa de la revolución que en 1830 derribo a los Borbones. En Inglaterra se había establecido un equilibrio entre la Corona, la alta Aristocracia y la nobleza terrateniente. Aunque el parlamentarismo ingles tenia fuertes rasgos del Antiguo Régimen la autoridad absoluta de la realeza había dejado de existir. La actitud de Francia e Inglaterra, no tan férrea en la salvaguarda del absolutismo, tenia su origen en el componente liberal de ambos países, pero también en sus objetivos estratégicos de política exterior. A su vez, la política exterior estaba íntimamente relacionada con el tipo de crecimiento económico que experimentaban. La revolución industrial transformaba la economía de ambos países y exigía a sus gobiernos la atracción de zonas de influencia que pudiesen convertirse en futuros mercados.

    5. La onda de 1820: La revolución en el sur.

    Entre 1815 y 1848 el mundo occidental vivió tres grandes oleadas revolucionarias que dieron al traste con buena parte de los propósitos restauradores del Congreso de Viena. El primero tuvo lugar en 1820 y tuvo como foco a Portugal y Grecia donde la revolución tuvo continuidad y éxito nacional. Mas allá de Europa, las regiones hispanoamericanas bajo dominio colonial reanimaron sus movimientos de liberación.

    La revolución en España y Portugal. El 1 de enero de 1820 el general Riego se manifiesta con sus tropas contra el absolutismo y a favor del restablecimiento de la constitución de 1812. La situación se decantó a favor de una nueva situación liberal. Aunque fraccionada la burguesía se adueño de la escena política. Para la burguesía progresista aliarse con la pequeña burguesía radical era la única manera de vencer la presencia de una contrarrevolución realista, compuesta por un campesinado descontento con las medidas fiscales tomadas por el nuevo poder. En julio de 1822 los exaltados consiguieron hacerse con el poder. En abril de 1923 para satisfacción de Fernando VII las tropas de la alianza acababan con la experiencia revolucionaria restableciendo el absolutismo. Mientras en España ocurría el segundo de los movimientos revolucionarios, al mismo tiempo en Portugal aconteció el primero. La burguesía comercial de ciudades como Oporto fue el motor de la revolución de Agosto de 1820. En 1822 se proclama la constitución. La situación revolucionaria de 1820 a 1823 fue seguida por un interregno en el cual las fuerzas absolutistas y las liberal-burguesas libraron un pulso que se prolongo hasta 1834. A partir de entonces, la transformación jurídica de la propiedad y las relaciones sociales pudo consumarse, nació el Portugal contemporáneo.

    El levantamiento napolitano. En 1819 el ejercito austriaco se retiro de Nápoles. El gobierno del territorio crea una milicia para atajar el bandolerismo que arreciaba. La constitución española de 1812 fue asumida por los liberales napolitanos y el rey tuvo que jurarla.

    6. La independencia griega.

    El 1 de enero de 1822 el Congreso Nacional Griego declara la independencia de Inglaterra, asumiendo la ley constitucional basada en la soberanía popular. Tal y como había sucedido en Italia la guerra revolucionaria de Francia fue crucial en Grecia. En 1797 cientos de campesinos se alistaron en el regimiento jonico de la Republica Francesa; al tiempo, otros griegos con apoyo francés luchaban por la independencia del Epiro. En la época de la Restauración europea los patriotas griegos confiaron en que Rusia les deparase ayuda en su deseo independentista frente a Turquía. No conocían que la prioridad de Alejandro I era acabar con todo fermento revolucionario. En abril de 1821 se produce un levantamiento en el Peloponeso dirigido por clérigos ortodoxos, terratenientes burgueses y magistrados que, de hecho, inicio la guerra independentista. Los Griegos contaron con el apoyo de Gran Bretaña, y a la vez de Rusia y Francia. La internacionalización del conflicto jugo a favor de la independencia griega, aunque la guerra se prolongo hasta 1829.

    1830: Avances del liberalismo doctrinario y de la cuestión social. Radicalismo, utopía, democracia. Las revoluciones de 1830 tuvieron mas extensión que las de 1820, aunque Gran Bretaña y Estados Unidos fueron ajenas a ellas, experimentaron importantes transformaciones y conocieron la entrada a sus escenarios políticos del movimiento obrero. Los disturbios obreros que sucedieron en 1829 impulsaron el nacimiento de un sindicalismo revolucionario, aunque este fracasó una parte de quienes estuvieron implicados en el dieron apoyo a los lideres del movimiento cartista. Aunque los movimientos obreros continentales no puedan compararse con el británico, no cabe duda de que los movimientos obreros estaban presentes en muchas de las revoluciones de la década. El movimiento obrero buscaba formas de organización pero en condiciones pésimas. En Francia una parte de los mismos se organizaba en sociedades de socorros mutuos.

    Las Jornadas de Julio. Las Jornadas de Julio de 1830 no supusieron solo un cambio dinástico en Francia. Demostraron que el movimiento popular urbano estaba todavía vivo y que sé nutria de una ideología radical y democrática. Hicieron emerger la cuestión social al mostrar que buena parte de los clubs parisinos tenían una composición obrera y que en ellos se debatía tanto sobre las condiciones de trabajo como sobre el futuro político del país.

    El liberalismo centroeuropeo. Francia marco la pauta en julio de 1830, pero ese mismo año, se unieron a la suya las revoluciones iniciadas en Bélgica, Polonia, Suiza y Estados de Alemania e Italia. Solo en Bélgica acabo con éxito, con la independencia respecto de Holanda proclamada el 4 de octubre de 1830. La incidencia revolucionaria en el resto de las regiones puso de manifiesto que el arraigo del liberalismo constitucional y del nacionalismo entre sectores de la burguesía y las clases populares iva a hacer sudar tinta a aquellos monarcas empeñados en mantener sistemas despóticos.

    La revolución burguesa en España. En España el proceso revolucionario había comenzado en 1808 y proseguido en 1820-1823. Estas dos situaciones decantaron a gran parte de la burguesía liberal a no contemplar la posibilidad de una alianza con el movimiento campesino. Muchos radicales en un primer momento, habían atemperado sus posiciones, aunque manteniendo el objetivo de acabar con el gobierno absoluto. Bajo la apariencia de una guerra dinastica, la revolución burguesa española comenzó en 1834 y se prolongo hasta 1843. El arranque inicial hizo que el protagonismo pase al movimiento campesino. Pronto la consecuencia fue la llegada al poder de un dirigente liberal, Mendizábal, que intento ampliar el frente liberal, aunque sin atreverse a modificar el Estatuto Real. En 1836 los motines se reprodujeron, pero esta vez su fruto fue la consecución de unas cortes constituyentes, que además de aprobar un texto constitucional (1837) sancionaron la abolición de los señoríos. Al cabo de 1843 todas las grandes reformas liberales estaban realizadas y ahora cabía asegurar sus resultados y crear dispositivos represores contra cualquier conato radical.

    1848: La primavera de los pueblos. La revolución democrática. En 1847 una aguda crisis financiera, se cernió sobre Europa: su origen estaba en la especulación y el agio desatados en la década precedente en torno a los ferrocarriles y los negocios bancarios. A la par, en la primavera de ese mismo año, un rosario de motines de subsistencias se producían en Gran Bretaña, Bélgica, Francia, Remania, el norte de Italia y Galitzia, ese mismo año en Suiza se abría camino una revolución liberal. En enero de 1848 comenzaba un movimiento revolucionario en el Reino de las Dos Sicilias. Al mismo tiempo en Francia el país real se había distanciado del país legal. El 21 de febrero se convocó en Paris un banquete donde debían hacerse un brindis contra la situación imperante. Fue prohibido. Al día siguiente las barricadas comenzaron a levantarse. La guardia nacional se niega a combatir a los revolucionarios y fuerza la dimisión de Guizot el día 23. La multitud no acepta tampoco el gobierno de Thiers y fuerza la abdicación de Luis Felipe. Los moderados jugaran entonces la baza de un vate popular. Lamartine, a quien creen capaz de contener a los revolucionarios: su método será proclamar la Republica, e instaurar un gobierno provisional. Se convocaran elecciones por sufragio universal para una asamblea constituyente; se decretara la libertad de prensa y asociación, se acabara con la pena de muerte por delitos políticos, con la esclavitud de las colonias y con las odiadas penas de cárcel para los deudores. Este componente social de la Republica mueve a muchos liberales a pensar que este nuevo 1789 va a tener su 1792. Y no lo pretenden, presionan al gobierno. Una manifestación de apoyo a las medidas es reprimida. Con ellos se abre un abismo entre la pequeña burguesía demócrata y las clases obreras. Ese mes se celebran elecciones en la Asamblea Constituyente y en ellas el campesinado se decanta hacia la derecha liberal. Las elecciones configuran un nuevo gobierno de mayoría moderada y con un solo representante radical, Ledru-Rollin, el represor de la manifestación del 17 de abril. La izquierda socialista queda al margen, pero todavía puede hacer sentir su fuerza en los clubs parisinos. La solución al drama se produce el 15 de mayo, en el que la guardia nacional reprime la revuelta encabezada por lideres radical-socialistas. Acto seguido, se produce la contrarreforma social: es el fin de la comisión nacional del trabajo, de los talleres nacionales. Una nueva sublevación de respuesta, el 23 de mayo, es reprimida con dureza por 30.000 soldados del ejercito. A partir de ese momento se institucionaliza el nuevo orden, y se abre un proceso electoral para elegir presidente por cuatro años. El 12 de diciembre es elegido Luis Napoleón Bonaparte quien recibe el voto de la mayoría de los campesinos. La revolución democrática tiene ahora un movimiento popular bien definido y apunta hacia un estado no solo democrático sino también social. La próxima vez que las clases populares parisinas intenten la toma del poder en 1871 lo harán sin alianza alguna con la burguesía. La francesa fue la única de las revoluciones que podemos tildar de democrática, en el sentido de que profundizaba en una raíz liberal.

    7. La revolución en el corazón de Europa.

    Desde los inicios de la revolución francesa, Austria apareció como el bastión más férreo de la reacción. Sin embargo el 13 de marzo de 1848 frente a una revuelta popular el rey Fernando I tuvo que aceptar la creación de una Guardia Nacional, decretar la libertad de prensa y asegurar que se caminaría hacia un régimen constitucional. Ante la avalancha revolucionaria el monarca de Prusia, Federico Guillermo IV, tuvo que prometer la constitución de un Parlamento democrático y asegurar que estaba dispuesto a convertirse en referente de la unidad de Alemania. Algo similar sucedía en el Imperio Austriaco, mientras la revolución se radicalizaba en Viena, en los territorios checos así como en Hungría surgían movimientos revolucionarios que apuntaban una orientación nacionalista fluctuante entre la plena autonomía dentro del imperio o la definitiva segregación para erigirse como nuevos Estados nacionales. Esta dualidad en la orientación marcaba la división entre los sectores. Los debates entre estos dos sectores impusieron una ralentización en los procesos revolucionarios que vino muy bien a quienes querían acabar con ellos de raíz. El 3 de marzo de 1848 Kossuth, portavoz de la pequeña nobleza de Hungría presento una moción al emperador austriaco solicitando un gobierno autónomo y la abolición de las prestaciones feudales. Las peticiones fueron aceptadas en Viena y las nacionalidades no magiares de Hungría se animaron a seguir un camino similar.

    La situación revolucionaria en Italia. En julio de 1847 los ejércitos austriacos ocuparon la ciudad de Ferrara en signo de oposición a las medidas aperturistas adoptadas por el papa Pio IX. La oleada de indignación tuvo su expresión el 12 de enero de 1848 en Palermo donde los liberales se sublevan al rey y proclaman la constitución. En Cerdeña y Toscana se produjeron movimientos similares en marzo. Cuando en marzo estallo la revolución en Viena, la situación italiana giro. Algunas ciudades se levantaron y fueron en busca de la unidad para conseguir la expulsión de los austriacos. El movimiento fracasó, pero en vez de apagarse los ecos de la revolución se dio pie a que se entre en una nueva fase de la revolución, en ese momento se reunió una Asamblea Nacional Constituyente. Se celebraron las elecciones a dicha Asamblea y la nueva cámara proclamó el fin del poder temporal del papado y el nacimiento de la Republica Romana. El movimiento democrático se extendió a Toscana y al Piamonte. Sin embargo, el triunfo de la reacción en Francia, Alemania y Austria, aisló a los radicales italianos, provocando su derrota y la del Risorgimento de Italia.

     

     

     

    Autor:

    Laureano Kloss