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La libertad

Enviado por paulgilbert79


    Índice1. Introducción 2. La libertad: ¿qué es?3. La libertad y la ética 4. La libertad y persona 5. La libertad y educación 6. La libertad y ley 7. Libertad positiva y negativa 8. Conclusiones 9. Bibliografía

    1. Introducción

    ¿Realmente existe la libertad? Sin duda, el desentrañamiento de este tema ha sido motivo de discusión entre filósofos de todos los tiempos, motivo por el cual –aún no sabemos si libremente- decidimos plasmar en estas líneas nuestro respectivo análisis, el cual, reconocemos, es demasiado endeble comparándolo con los profundos estudios de Sartre, de Hegel, de Kant, de Leibniz, del Barón d’Holbach o de Hartmann, por mencionar algunos.

    No obstante ello, la complejidad de abordar este tema no debe ser motivo de susto o declinación para quien desee hacerlo, pues para cualquiera que lo intente resultará provechoso tratar de sumergirse, aunque sea superficialmente, en las profundidades del mismo. Seguros estamos que al terminar de leer este trabajo se tendrá la suficiente información como para poder formarse una opinión propia al respecto, por lo menos.

    Así, conocer si somos libres o no, o mejor dicho, conocer si podemos ser libres o no, creo que es lo menos que como individuos pensantes podemos hacer. Saber si lo que hemos realizado desde que usamos la razón o lo que tenemos planeado realizar como proyecto de vida, fue o será producto del ejercicio de nuestra libertad o tristemente resultado del movimiento de los hilos que Dios, el destino, la naturaleza o como suela llamársele haga de nuestra vida marioneta. He aquí la importancia de saber si existe la libertad.

    Para estudiar la libertad creímos necesario establecer o delimitar los puntos sobre los que nos vamos a enfocar. Es decir, en vista de las muchas concepciones, enfocaremos nuestro estudio en los puntos más importantes y resaltantes, no sin antes establecer una pequeña, pero fructuosa comparación de ideas a modo de marco conceptual para facilitar la comprensión del lector y nuestro desarrollo del tema. En este sentido, este trabajo monográfico, estará segmentado en tres capítulos: en el primero nos avocaremos a los conceptos tocando temas históricos y religiosos; el segundo decidimos por unanimidad concedérselo al campo de la ética y la filosofía debido a la relevancia que estos conocimientos aportan a su estudio y que nos servirá de guía para la posterior racionalización de nuestras ideas a cerca de lo que para nosotros representa el término libertad en su sentido más amplio, y que estarán plasmados en el tercer y último capítulo. Lo invitamos a un paseo por el mundo de las ideas, el que esperamos sea de su completo agrado. Los autores.

    2. La libertad: ¿qué es?

    1. Sobre la libertad se ha dicho y se seguirá diciendo mucho. Se argumenta, por ejemplo, en algunas concepciones, que siendo el hombre libre no lo es del todo pues tiene toda actividad regulada por pautas de conducta que le dicen lo que debe y lo que no debe hacer. A estas se suma la contradicción que sostiene que aún teniendo la conducta regulada por normas existe la disyuntiva de lo que el individuo decide o no decide hacer, otorgándole otra acepción a la palabra libertad, libre albedrío.

      Guillermo Cabanellas al respecto nos dice: se trata de la "facultad humana de dirigir el pensamiento o la conducta según los dictados de la propia razón y de la voluntad del individuo, sin determinismo superior ni sujeción a influencia del prójimo o del mundo exterior", a lo que podemos agregar que, siendo así, el ser humano es libre independientemente de la existencia de las normas que rigen su conducta y de las sanciones que, como resultado de la priorización optada, se deriven.

      Pero este hecho tiene un antecedente nacido de una relación de dependencia, si nos remontamos a los tiempos primeros de la existencia del hombre, como nos dice Juan Monroy: –la única posibilidad que tuvo el animal humano para subsistir dependió de la formación de grupos (clanes, tribus, gangs). Lo que explica un rasgo del hombre tan antiguo como su existencia: su sociabilidad"–. Si a esto le sumamos lo venido después, desde las viejas Concepciones Estatales, Platónicas como Aristotélicas, Rousseau y su Social Contract, el nacimiento del Constitucionalismo, Montesquieu y la Teoría de la Separación de Poderes y el reconocimiento de los Derecho Fundamentales de las Personas, concluiremos –inobjetablemente– que la libertad forma parte de la evolución del hombre y que ha sido tema de discusión y polémica durante toda nuestra existencia y que además se denota una gran dependencia, o necesidad, del hombre a vivir con otros en sociedad para facilitar la respuesta a sus necesidades. Siendo así y dando cuenta que al fin el hombre es libre y que en medio de tanta libertad depende de otros para poder aplacar su necesidad de bienes que le aseguren la subsistencia; la misma relación de dependencia, ¿no constriñe la libertad?

      A continuación enfocaremos el tema según algunos autores.

      Volviendo a Guillermo Cabanellas define a la libertad en una forma genérica como: "Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo cual es responsable de sus actos", sin embargo este mismo autor asigna, en el campo jurídico, la siguiente sentencia: "Entendida la libertad como autonomía individual, absoluta en el pensamiento, y mayor o menor según las relaciones surgidas de la convivencia social, ha movido a definiciones de juristas y legisladores. Envuelta en la anonimia, pero aureolada por notable perspicacia jurídica, los romanos decían: "Libertas est potestas faciendi id quod Jure licet" (La libertad es la facultad de hacer lo que el derecho permite)".

      Justiniano transcribió en el Digesto el concepto y las palabras similares de Florentino: la libertad es la facultad de hacer cada uno lo que le plazca, salvo impedírselo la fuerza o el derecho.

      Aún encadenada así en algo la libertad, su valor es tan grande que Gayo la consideraba como el mayor de los bienes: "Libertas omnibus rebus favorabilior est" (La libertad es la más preciada de las cosas). Y tan elevado es su precio que, ratificando a su colega Ulpiano, exclamaba: "Libertas pecunia lui non potest" (la libertad no se puede pagar con dinero). Los piratas sarracenos, con los cristianos medioevales y los guerrilleros morunos con los prisioneros de guerra del siglo XX, demostrarían que aquel insigne jurista no siempre estaba en lo cierto.

      Paulo, a su vez, expresaba: "Libertas ad tempus dari non potest" (La libertad no se puede conceder temporalmente). Por que esa amenaza de retornar a la esclavitud amarga, como simple condena a la libertad, la transitoria liberación. No obstante, en la realidad procesal y como atenuación penitenciaria, se conoce esa libertad revocable o en cuotas que representan instituciones como la libertad provisional de los procesados y la libertad condicional de los condenados de ejemplar comportamiento ulterior.

      Las Partidas, inspiradas en el Digesto, caracterizaban la libertad cual "poderío que ha todo hombre naturalmente de hacer lo que quisiese, sólo que fuerza o derecho de ley o de fuero se lo embargue".

      En Francia, en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la libertad se consagra como Derecho Fundamental en el artículo 2° y se define en el 4° en estos términos: "La facultad de hacer todo aquello que no perjudique a otro".

      Como conducta personal, la libertad se entiende en el sentido más amplio y a la vez ingenuo. En el Anarquismo Puro, como aquella potestad de hacer lo que se quiere, imposible por carecer de omnipotencia y por el respeto que infunden los demás en su individualidad y en su conjunto. Con sentido más moral, la libertad se circunscribe a hacer cuanto no daña a otro, con la imprecisión consiguiente al daño y a la autoridad para apreciarlo. En aspecto más jurídico, la libertad consiste en el derecho de hacer cuanto las leyes permiten y todo lo que no prohíben.

      Desaparecida la esclavitud, al menos en sus formas más groseras, la libertad personal está garantizada en el orden civil, y es irrenunciable e inalienable. No sucedía así en el Derecho Romano, donde dada la extensión de las facultades individuales, el mayor de 20 años podía vender su propia libertad y transformarse en esclavo, condición digna del capaz de tal suicido moral.

      El propio Escriche, partícipe del entusiasmo que la libertad suscitaba en todos sus aspectos y más en la España del siglo XIX, luego de su calvario constitucional y de la primera de las guerras civiles ganada bajo su signo, declara que la libertad –en su sentido natural y verdadero– es la facultad que tiene el hombre de obrar o de no obrar en todo, como crea convenirle. Por eso toda la ley le es contraria, por que toda la ley le ataca y disminuye. Pero no llega a una conclusión anarquista, como buen jurista.

      Por eso agrega que la ley que nos quita una parte de nuestra libertad nos asegura la porción que nos queda, confiriéndonos los derechos de seguridad personal, de protección para el honor y de prosperidad; de modo que el sacrificio que hacemos para adquirir tan preciosos bienes es mucho más pequeño que la adquisición. La libertad, pues, de los ciudadanos, será mayor o menor según la mayor o menor gravedad de los obstáculos que la ley oponga a sus acciones o actos; y tales pueden ser las leyes de un estado que absorban casi enteramente la libertad de los individuos que lo componen.

      La libertad, por la que se luchaba empeñosamente en Europa en el curso del siglo XIX, se ha convertido en el siglo XX en divisa de carácter internacional. Con el lema de la "Libertad de los Pueblos" hicieron los luego vencedores de la Primera Guerra Mundial; pero a ello siguió una ola de dictaduras en Europa, como nunca se había conocido desde el destruido Absolutismo Real. Por la aspiración de la "Libertad del Iindividuo", oprimido en los sistemas totalitarios, se anunció que se batallaría en la Segunda contienda universal; y también los triunfadores –a tanta distancia ya de su victoria– tienen mucho que cumplir.

      El ansia de libertad, inextinguible en los individuos y en los pueblos por larga que la opresión se muestre e insaciable por mayor tolerancia que se logre o consienta, se manifiesta en la vida de los países coloniales como sentimiento de emancipación e independencia.

    2. Generalidades

      Hay tantas respuestas de libertad como hombres en el mundo. Para unos libertad significa la ausencia de ataduras humanas; otros encuentran la libertad en la democracia; para muchos, la libertad es poder decir y hacer lo que mejor les parece; para otros es no estar esclavizado.

      Según el Diccionario Enciclopédico Ilustrado de la Lengua Española: "la libertad es la facultad que tiene el ser humano de obrar o no obrar según su inteligencia y antojo; es el estado o condición del que no está prisionero o sujeto a otro; es la falta de coacción y subordinación; es la facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas, de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes ni a las buenas costumbres". En fin, de libertad encontraremos infinidades de acepciones y conceptos; pero  para enfocarnos en los aspectos más resaltantes de éste significado tendríamos que penetrar en los puntos de vista histórico, religioso y ético.

      Desde el punto de vista histórico, al igual que toda especie viviente procede por evolución de toda una cadena de especies sin que se produzcan nunca saltos espectaculares, así también toda conducta humana procede por evolución de toda una cadena continua de conductas anteriores, sin saltos espectaculares (y si los hay es preciso buscar los eslabones perdidos en vez de diseñar modernas mitologías). De lo cual es preciso inferir que lo que hoy denominamos LIBERTAD procede por evolución de la ESCLAVITUD, es decir que la realidad que hoy llamamos libertad es una forma evolucionada de una realidad antigua, ya extinguida, que denominamos esclavitud.

      Para muchos libertad es el contrario de esclavitud (y no a la inversa). De manera que si no hubiese existido la esclavitud, ni siquiera se hubiera percibido ni definido la libertad, de la misma manera que si no hubiese oscuridad, nunca hubiéramos percibido y definido la luz, tan esquiva por lo demás a ser definida.

      Esclava es la persona que no es dueña de sí misma, sino que es propiedad de otra persona, física o jurídicamente. Por consiguiente, libre sería la persona sobre la cual nadie ejerce derecho de dominio, es decir de amo.

      Y la primera duda que nos asalta es si no existe la barrera natural, el límite (finis) de la libertad: ¿qué es la esclavitud? ¿Cómo podemos definir esa realidad? Al no tener límites se nos convierte en indefinible, es decir en in-finita, con lo cual a cualquier cosa se le llama libertad.

      Ahora bien, encontramos también que desde la perspectiva religiosa, la libertad es simplemente la verdad de Jesús. Para los religiosos, él es el modelo y el ejemplo de lo que realmente significa ser libre. Sobre todo, Jesús estaba libre del pecado Su vida entera era una expresión perfecta de la justicia de Dios en todos los sentidos. Este hecho es tan conocido que no es necesario entrar en más detalles. También estaba libre de Satanás y de los poderes de las tinieblas. Podía decir de Satanás, "Nada tiene en mí" (Juan 14:30). Estaba libre del temor. Podía denunciar el pecado en los líderes religiosos. No temía a las multitudes que le querían matar. Podía fijar su rostro hacia Jerusalén e ir al encuentro de su muerte. Estaba libre de toda enfermedad. No hay testimonio escrito que indique que su salud fuera menos que perfecta en ningún momento. Estaba libre de la tradición religiosa. No tenía ningún respeto para nada por la religión que no procediera de Dios. Estaba libre de todas estas cosas y muchas más. Pero no sólo estaba libre de sino libre para. Estaba libre para hacer la voluntad de su Padre en todo y todos los días. Estaba libre para ser la perfecta expresión de su padre celestial en todo lo que decía y hacía. Estaba libre para dar su vida por nosotros.

      La libertad que disfrutaba Jesús es la libertad que ofrece a todos aquellos quienes creen en él. En Romanos 8: 19-22 Pablo escribió: "Porque el anhelo ardiente de la creación es el de aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora" ¿Cómo se ha de entrar en esta libertad que predican las religiones cristianas? Encontramos la respuesta en el versículo que ya hemos citado "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". En la religión, la verdad que entra en los corazones de todos los seres humanos, es la que traerá la verdadera libertad a todos. No es la doctrina del hombre que entra en nuestras mentes lo que nos hará libres; si no la verdad que proviene de Dios.

      "Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Jn 8.31-32). De acuerdo con las palabras del Maestro, la libertad del hombre se encuentra en la verdad de su evangelio.

      La mentira es el antónimo de la verdad. A través de los tiempos, la debilidad del hombre lo ha llevado a mentir Los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Apoc. 21.8). La libertad es sinónimo de verdad en toda su esencia. La verdad a medias, no libera al hombre de sus pecados.

      Muchos se convierten en esclavos de los vicios. El licor, el tabaco, las drogas, etc., una vez se posesionan del ser humano se le hace muy difícil liberarse de ellos. En Romanos 7:15-25 el Apóstol Pablo, todo un apóstol, confiesa lo difícil que se le hace vencer la carne. El verso 19 dice: "Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago, y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mi." Lo que es imposible para los hombres es posible para Cristo. "De cierto, de cierto os digo que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado" (Jn. 8.34). "Así que si el Hijo os libertare seréis verdaderamente libres." (Jn. 8.36).

      La libertad es Cristo, porque el vino a romper las cadenas con que nos tenía atados Satanás. Cristo vino a dar la libertad a los presos que estaban encadenados a sus delitos y pecados. La libertad en Cristo no compara con ninguna otra cosa a que pueda aspirar el ser humano. Todo lo que tenemos que hacer es escuchar su voz, aceptar su invitación, y obedecer su palabra. Conocer la verdad no es suficiente para alcanzar la libertad. Sin la obediencia al Evangelio, nadie tiene libertad completa

      En conclusión la libertad necesita de la verdad. La libertad requiere del entendimiento (facultad que busca la verdad) y de la voluntad (facultad que busca el bien). Usando ambas el hombre puede determinar dónde está el bien verdadero y escogerlo. La libertad puede aumentar en el sentido de adquirir mayor facilidad de conocer y escoger el bien. Mejorará a base de realizar buenas elecciones, pues se crea el hábito de optar por el bien. La libertad disminuye con los pecados, pues los vicios dificultan elegir bien. "El que peca es esclavo del pecado". Por ejemplo, la persona que se deja vencer por la pereza cada vez se vuelve más perezosa y le cuesta escoger bien en asuntos que supongan esfuerzo. Los que ayudan a ser libres son los que difunden la verdad –"la verdad os hará libres"–, y ayudan a escoger el bien. Por ejemplo, quien invita a un amigo a drogarse le dificulta la libertad atándole a ese defecto; en cambio, quien anima a trabajar, rezar o comportarse bien facilita el buen ejercicio de la libertad.

      Quien hace el mal adquiere un vicio y si ejerce un acto bueno adquiere una virtud. ¿Por qué? Según los grandes socráticos, es imposible que un hombre ejerza un acto libre sin que en su misma índole de hombre adquiera una profunda reconfiguración intrínseca. La vida humana está entretejida de multitud de actos, pero no es indiferente actuar bien o mal, porque cada acto tiene consecuencias externas, pero también –y sobre todo– consecuencias internas.

      Los vicios nos encadenan, las virtudes contribuyen a hacernos más libres. La libertad es un valor que a menudo está oscurecido. A veces se escucha ¡déjame hacer mi vida! Aquí está la oportunidad para hacerlo. ¿Por qué? Primero, porque en el paso al acto el ser humano no puede ser sustituido. El hombre está en sus propias manos, dice la Antropología Clásica; nadie puede sustituir su iniciativa. Este hallazgo clásico lleva a formular la libertad como Causa Sibi, ser causa en orden a actos, ser causa para sí en orden a actos: desarrollarse, actualizar sus facultades corre a cargo de cada cual.

      Los actos virtuosos los ejercitamos desde la libertad y sólo así podemos progresar en esa libertad. Por eso, la gran tradición clásica hasta Tomás de Aquino, sostiene que el invalorable don de la libertad radica en controlar la propia conducta, es ser Causa Sibi. La libertad ante todo es el autodominio. Es dueño de sí el que tiene virtudes y no es dueño de sí el que no las tiene porque tiene vicios. Por eso, la alternativa ética es ontológica, afecta al ser mismo del hombre: uno se hace bueno o se hace malo. ¿Cómo se hace bueno o se hace malo? A través de sus actos, por esto es por lo que son importantes puesto que el origen de la moralidad está en los actos y éstos se determinan por sus objetos.

      Libertad no es hacer lo que nos da la gana –eso es el libertinaje, corrupción de la libertad– sino hacer lo que hay que hacer, es decir, realizar las cosas según el querer de Dios no forzosa o necesariamente sino libremente, porque nos da la gana de hacerlo.

      La mayor libertad se da en el donde la inteligencia y voluntad alcanzan su mayor perfección, descubren con toda facilidad donde está el bien verdadero y eligen siempre con acierto.

    3. Libertad en lo religioso, moral y ético

      Libertad de Expresión es la libertad de expresar pensamientos, ideas o creencias a través de la palabra (escrita u oral), la expresión artística, científica, etc. Por supuesto que esta libertad tiene sus límites lógicos. Uno de esos límites es el derecho al honor. Otro es el respeto a los sentimientos religiosos de la persona. Por otro lado, no habría que olvidar tampoco, que el Derecho a la Libertad de Expresión es también un derecho importante en una sociedad democrática.

      Considerado lo anterior, surge ahora una reflexión interesante: si el Derecho es capaz de establecer unas pautas éticas tan elevadas cuando regula la libertad de expresión y el derecho al honor, ¿debería ser inferior la norma para los que se rigen además por principios cristianos? Si se acepta que el espíritu de las enseñanzas de Jesucristo es mucho más excelso que las simples leyes humanas, ¿habría alguna justificación para que alguien usara el "lenguaje del odio" o la "vejación gratuita"? No parece que debiera ser así, sobre todo si se tiene en cuenta el espíritu de las admoniciones apostólicas:

      Es triste reconocer que en mucho de lo que se publica, incluido Internet, aparecen expresiones no sólo de crítica o de cuestionamiento de doctrinas religiosas, sino también de "lenguaje del odio" o "vejación gratuita" cuando se denuncia a los Testigos de Jehová o a otras confesiones. Se olvida muy a menudo que la inmensa mayoría de las personas que los componen son personas de fe que desean hacer la voluntad de Dios y vivir vidas pacíficas.

      Pero en otras ocasiones ocurre que son los mismos dirigentes religiosos de algunas confesiones religiosas los que inculcan en sus seguidores el desprecio a otros. Un ejemplo ilustrativo es el de los Testigos de Jehová. Sus dirigentes quizá podrían reflexionar en si es ético, desde el punto de vista del espíritu de las enseñanzas de Jesús, usar un "lenguaje del odio" o de "vejación gratuita" para con los que ya no están entre sus filas o a los que con todo desprecio llaman una y otra vez en sus publicaciones "apóstatas". Manipular incluso las Escrituras para inculcar odio y decir lo que en realidad éstas no dicen, puede verse en este ejemplo, según se publicó en La Atalaya 1 de octubre de 1993: "Los apóstatas están entre los que odian a Jehová y se sublevan contra él. La apostasía es, en realidad, una rebelión contra Jehová."

      El tema es extremadamente sutil, pues el campo de la religión puede ser muy sinuoso y se escapa muchas veces al Derecho Positivo. La falta de ética por parte de los que permiten y enseñan esa política de "aborrecimiento" sólo recuerda al mismísimo Espíritu de la Inquisición que despreciaba absolutamente todos los derechos y libertades de la persona humana.

      De modo que, ¿quién tiene derecho de usar su libertad de expresión para "odiar", "vejar" o "mancillar" a otros? Puede tratarse de los ataques desmesurados o llenos de odio de personas particulares contra alguna confesión religiosa, o al revés, que sea una confesión religiosa la que a través de la propaganda de sus líderes mancille o veje el honor y buen nombre de personas. Pero según lo considerado hasta ahora, habría que llegar a la conclusión de que ninguna ley, jurídica o moral, podría justificar semejante conducta. Al fin y al cabo, ¿no es Dios el Padre de todos y el verdadero Juez de toda la tierra? (Santiago 4:12)

      Sin de los derechos humanos o la falsedad. Pero parece también necesario tener en cuenta que, tanto desde la perspectiva del Derecho como desde los altos valores cristianos, no todos los modos tienen por qué ser lícitos, sobre todo si lo que se desea como meta final es rectificar las cosas para lo que es verdadero, educar en la justicia o contribuir para la edificación de los demás.

    4. Libertad De Expresión
    5. ¿Existen clases de libertad?

    De acuerdo a Ortega y Gaset, el hombre se encuentra inmergido en el mundo y actúa en diferentes planos: en el plano material o mundo de la naturaleza, y en el espiritual o mundo de la cultura.

    El mundo de la naturaleza es el mundo de la necesidad, pues está regido por la ley de casualidad, mediante la cual –de un modo ineluctable– a todo efecto corresponde una causa. En cambio, el mundo de la cultura es el mundo de la libertad, porque dicho mundo es creado por acciones humanas que son realizadas por el hombre no casualmente, sino obedeciendo aun principio teológico finalista. Una piedra debe caer necesariamente, de acuerdo con las leyes de la gravedad; un hombre puede o no realizar un acto, aceptando las consecuencias de su acción u omisión.

    Siendo así, la libertad tiene un concepto amplísimo ya que puede referirse a las cosas del mundo de la naturaleza o bien a la del mundo de la cultura. Según Soler "si algún concepto hay cuyos atributos sean infinitos, inagotables, ese concepto es el de libertad".

    La libertad absoluta no existe pues aún los cuerpos en el espacio se hallan sometido a las leyes de la gravedad universal de Newton o a las del campo unificado de Einstein.

    En el mundo de la cultura tampoco existe la libertad absoluta, por cuanto ella debe detenerse ante la esfera de la libertad de los otros hombres con quienes convivimos.

    De allí que la libertad sea una entidad relativa y podríamos conceptuarla como la no sujeción a algo. Pero esta concepción, vaga y generalizada, debe delimitarse; así decimos: libertad física, o sea no sujeción a algo material; libertad biológica, o sea vida independiente de otros organismos; libertad política, o sea gobierno propio que es independencia con respecto a lo externo y posibilidad de elegir gobernantes o de ser elegido en lo interno; libertades públicas; libertades civiles; libertades económicas; etc.

    En el mundo de la cultura, la libertad puede ser individual o colectiva. La libertad colectiva consiste en la independencia con respecto a otros Estados.

    La libertad individual puede ser pública o privada, o sea libertad política y libertad civil, dentro de la vieja denominación de Aristóteles.

    Así tendremos que una aproximación al concepto de libertad nos la hace mostrar como un derecho, como un derecho imprescindible e inalienable de la persona humana, insito a ella y por ende perteneciente indisolublemente a su naturaleza.

    Esto nos conduce a la concepción de la libertad como un derecho natural, un derecho natural fundamental y primordial.

    De acuerdo a la Enciclopedia Jurídica Omeba, tendremos que Libertad en el sentido de la Filosofía del Espíritu, "es el estado existencial del hombre en el cual éste es dueño de sus actos y puede autodeterminarse conscientemente sin sujeción a ninguna fuerza o coacción psicofísica interior o exterior. Opónese así este concepto al de determinismo causal que, en la medida en que implica forzosidad, es y constituye una limitación a la posibilidad de obrar."

    Lo que nos indica esta definición es que se debe entender por acto libre aquel que se ejecuta con dominio y propiedad en la decisión; esto es, con pleno conocimiento y facultad para realizar otro distinto o, cuando menos, para omitirlo.

    La existencia de la libertad es un hecho de experiencia inmediata y universal en la vida humana; un hecho que es, a la vez, el de la coexistencia social del hombre. Y si la coexistencia social implica la vigencia de uno o más sistemas normativos, resulta que el hombre es libre en tanto posee una inteligencia capaz de comprender el sentido normativo de sus actos y una voluntad capaz de decidir la realización e éstos.

    La libertad humana opera así, tanto en la esfera de la razón como en la de la voluntad. De ahí que todo ejercicio de aquélla signifique una volición no ciega ni absoluta ni instintiva, sino racional. Y de ahí también que el grado de libertad interior depende proporcionalmente del conocimiento del sentido de una acción.

    Sobre todo lo anteriormente dicho, podríamos decir que la libertad es un derecho que otorga el Estado al individuo y no es una norma jurídica sino que es el poder del individuo de realizarse a sí mismo, de resistir a la opresión del Estado y las Leyes, a la esclavitud de las cosas, a fin de desarrollar su íntima personalidad y erigirse en el creador de su propio destino.

    3. La libertad y la ética

    Desde un punto de vista ético la libertad humana se puede definir como la "autodeterminación axiológica." Esto significa que una persona libre se convierte, por ese mismo hecho, en el verdadero autor de su conducta, pues él mismo la determina en función de los valores que previamente ha asimilado.

    Cuando no se da la libertad –o se da en forma disminuida– entonces el sujeto actúa impedido por otros factores, circunstancias y personas, de modo que ya no puede decirse que es el verdadero autor de su propia conducta. De acuerdo con esto se dice que la condición previa de la libertad en un individuo es la captación y asimilación de los valores. En la medida en que un individuo amplía su horizonte axiológico podrá ampliar paralelamente el campo de su propia libertad. Y en la medida en que una persona permanezca ciega a ciertos valores, se puede decir que posee una limitación en su libertad.

    La libertad humana tiene que ir paralela con el sentido axiológico y el sentido de responsabilidad, de no ser así se convierte en libertinaje.

    Uno de los aspectos más importantes en la vida de una persona es su proceso de liberación. La libertad puede aumentar o disminuir a lo largo de la vida. Los primeros factores que limitan la libertad del hombre son los condicionamientos, el Súper Yo, las manipulaciones ajenas, las emociones sofocantes y las ataduras de una filosofía pesimista.

    El tipo de libertad del que estamos hablando es la libertad interior, ésta se rige por valores captados, también es llamada libertad axiológica una vez que se asimilan los valores. El hombre elige realizar algún valor o rechazarlo. La Libertad no existe cuando una persona es ciega para los valores. Actuar libremente significa inclinarse, adoptar y realizar un valor, o rechazarlo. Cuando no existe uno o varios valores en la mente del individuo, su conducta va a estar orientada, no por valores, sino por instintos, reflejos, condicionamientos, hábitos, inclinaciones surgidas del inconsciente, presiones externas, etc. La percepción de los valores es indispensable para que exista un acto libre. Existen dos modos de percibir lo valores:

    1. En forma conceptual: Es la que se logra por medio de explicaciones teóricas o descripciones más o menos distantes del objeto valioso.
    2. En forma intuitiva: Es la que se logra por medio de una vivencia en la cual se capta, se aprecia y se adopta ese valor como tal dentro del mundo personal del sujeto cognoscente.

    Para que la libertad axiológica se pueda dar debe existir la posibilidad de un conocimiento holístico o intuitivo de uno o varios valores. Sin este tipo de conocimiento, muy diferente al conocimiento conceptual, no es posible que se dé la libertad que nos lleva al valor moral. En otras palabras: para elegir un valor primero hay que conocerlo y apreciarlo en cuanto a tal.

    Para un manejo sencillo de las clasificaciones de la libertad, esta se ha divido en dos muy sencillas:

    1. Libertad–de: Significa libertad de obstáculos, de vínculos o de restricciones, sean estos de orden físico o de orden moral.
    2. Libertad–para: Significa libertad para alcanzar un objetivo o para realizar un valor o para llegar a una meta, es de tipo interna y reside en la voluntad.

    La postura que niega la libertad humana es el "determinismo", postura propuesta por Skinner que ha cobrado auge. Este psicólogo conductista rechaza la libertad en función de un fenómeno también real: los condicionamientos en que vive inmersa la mayoría de la gente.

    La tesis central del determinismo dice que el hombre ya está fijado o "determinado" en cierta dirección por diferentes causas que desconoce en el momento mismo y que, por tanto, su decisión "libre" sólo sigue siendo de nombre. Los principales expositores de esta corriente fueron: Leibniz, Spinoza, Freud y Skinner, cada uno con su tesis sobre el comportamiento del hombre.

    Julián Marías, citando a Leibniz, nos dice, por ejemplo, cuando se refiere a la libertad: "Todas las mónadas son espontáneas, por que nada externo puede coaccionarlas ni obligarlas a nada; pero no basta esto para que sean libres. La libertad supone, además de la espontaneidad, la deliberación y la decisión. El hombre es libre por que escoge entre lo posible después de deliberar. Pero tenemos, como dificultad, la presencia divina; Dios, desde un comienzo, ve el ser de las mónadas, y estas encierran en sí todo lo que les ha de acontecer y han de hacer. ¿Cómo es posible la libertad?"

    Leibniz echa mano de algunas agudas distinciones de la teología católica, especialmente del español Molina, para interpretar la ciencia de Dios. Dios tiene tres tipos de ciencia: 1. Ciencia de Pura Intelección; 2. Ciencia de Visión, 3. Ciencia Media. Por la primera, Dios conoce todas las cosas posibles; por la Ciencia de Visión conoce las cosas reales o futuras; por la Ciencia Media Dios conoce los futuribles, es decir, los futuros condicionados, las cosas que serán si se pone una condición, pero sin que esta condición esté puesta. Dios conoce lo que haría la voluntad libre, sin que esté determinado que esto haya de ser así, ni se trate, por tanto, de futuros, como Cristo sabe que si en Tiro y Sidón se hubieran hecho milagros, las gentes hubieran hecho penitencia. Las cosas contingentes no son necesarias; su necesidad sólo viene dada a posteriori, después de un decreto de la voluntad divina, posterior a la ciencia de libre intelección y a la ciencia media.

    Dios crea a los hombres y los crea libres. Esto quiere decir que se determina libremente a obrar, aunque han sido determinados por Dios a existir. Dios quiere que los hombres sean libres, y permite que puedan pecar, por que es mejor esa libertad que la falta de ella. El pecado aparece, pues, como un mal posible que condiciona un bien superior: a saber, la libertad humana.

    Existen otros tipos de Determinismo además de los expuestos por los pensadores mencionados anteriormente; éstos son el Determinismo Biológico y el Sociológico que sostienen la existencia de otras fuerzas rectoras de la conducta humana como pueden ser la programación genética y la coerción social.

    Sin embargo, frente al Determinismo Absoluto que es al que hicimos referencia en los párrafos anteriores, se levanta una postura contraria denominada Libertarismo.

    ¿En qué creen los libertarios? En pocas palabras, creen que la libertad individual es el valor fundamental que debe subyacer a todas las relaciones sociales, intercambios económicos y al sistema político.

    Los libertarios esencialmente predican la libertad en todos los campos, incluyendo el derecho a lo que uno quiera con su propio cuerpo mientras esto no infrinja la propiedad e igual libertad de otros. En este sentido, creen que la gente que quiere tomar drogas, ver pornografía, prostituirse o pagar por una prostituta, o comprometerse en cualquier clase de actividad sexual consensual, debería poder hacerlo sin ser importunada por la ley y asediada por la policía. Prescribe entonces, que ser libre significa elegir y actuar de la forma que se quiera, es decir, poder comportarse de manera distinta de cómo se ha hecho si así se hubiese querido o elegido. Ello significa que se tiene una libertad de decisión y de acción que escapa a toda determinación causal.

    Analicemos ahora la postura media, una posición que deja al margen los extremos y que más allá de postulados incompatibles entre libertad y causa, concilia a ambas, es decir, se reconoce que la conducta del hombre se encuentra determinada, pero que dicha determinación, más que impedir la libertad, es la condición necesaria para ella.

    Esta última postura distingue entre Determinismo Universal, el cual reconoce y acepta; y Determinismo Absoluto, el cual objeta, dado que niega la libertad humana la cual presupone la existencia de varias formas posibles de comportamiento y la posibilidad de decidir libremente entre cualesquiera de ellas.

    La libertad humana no es absoluta. Existen varios obstáculos que disminuyen y, a veces, nulifican la libertad de la conducta humana. El Estudio de ellos proporciona mayor claridad para la comprensión de los actos humanos en la vida real. En la medida en que falta libertad, el acto humano pierde su calidad de humano y llega a convertirse en un simple acto del hombre. A pesar de esto, la libertad puede conquistarse e incrementarse a partir del nivel de desarrollo y madurez propio de cada uno. Afortunadamente existen procedimientos psicológicos que fomentan este gradual crecimiento de la libertad personal.

    1. Factores Que Ayudan A La Busqueda De La Libertad

    La Ignorancia consiste en la ausencia de conocimientos, es un obstáculo ya que para elegir algo es preciso conocerlo. El mejor consejo para obtener la libertad es abrir horizontes, ilustrar acerca de nuevas posibilidades. Muchos fracasos en las carreras profesionales se deben a una elección incorrecta de ella por ignorar otras especialidades que estarían más de acorde con las cualidades del sujeto.

    El Miedo consiste en la perturbación emocional producida por la amenaza de un peligro inminente y es un obstáculo ya que en casos extremos (pavor), puede producir una ofuscación completa de las facultades superiores y todo lo que se ejecuta en esos momentos pierde el carácter de acto humano pues el sujeto no puede responder de ello.

    La Cólera y Otras Pasiones son factores importantes para encontrar la libertad. La cólera, también llamada ira, enojo o coraje, al igual que otras emociones y pasiones producen una fuerte limitación en nuestra capacidad de elegir libremente. Las emociones como el odio, la tristeza, la alegría, los celos, la envidia y el enamoramiento son respuestas orgánicas (de adecuación o de inadecuación, de aceptación o de rechazo) por parte del sujeto cuando percibe un objeto afín o discordante. La emoción llevada a los extremos recibe el nombre de pasión.

    La Violencia es una fuerza externa, física o psíquica, ante la cual es difícil o imposible resistirse. Ésta puede debilitar la libertad del sujeto hasta el grado de suprimir toda responsabilidad en lo que se refiere a la conducta realizada en esos momentos.

    Los Desajustes Psíquicos entre los cuales sobresale la neurosis, debilitan la libertad debido a que la persona se siente atada a ciertos patrones de conducta, a mecanismos de defensa, a lo que le dicta el auto concepto o el Súper Yo, a las emociones exageradas, como la ansiedad y la angustia.

    4. La libertad y persona

    Es difícil aceptar la libertad pues tenemos muchos y grandes condicionamientos, obstáculos, impedimentos. Además, como la libertad no es objetivable, no la podemos demostrar.

    El hombre no sólo es sino que también se hace; es fruto de sí mismo, de su libertad, de sus opciones libres. Es hombre en búsqueda de verdad. Pero además, jerarquiza y realiza los valores según su proyecto personal de vida.

    Es por ello que la sociedad y la comunidad deben dar al niño que nace, las condiciones para que encuentre lo necesario para realizarse como persona en vistas a una integral realización.

    Para la Antropología, el hombre además de individuo es persona, es sujeto, es uno, es único. El hombre se manifiesta, se revela como persona en su relación con los otros. Es un Yo en relación con un Tú. Existe en el mundo con los demás para realizarse personal y comunitariamente.

    Su perfeccionamiento como persona se realiza en relación con el otro. El hombre es un ser responsable de otro. Esto supone responder a la llamada del otro, de otra persona que exige tu atención, respeto y poder vivir en plenitud. Todo esto implica responsabilidad.

    1. La Libertad Y Sus Límites

    Como es lógico, el reconocimiento de una libertad ilimitada haría imposible la convivencia humana, por lo que son necesarias e inevitables las restricciones a la libertad individual. La libertad se define como el derecho de la persona a actuar sin restricciones siempre que sus actos no interfieran con los derechos equivalentes de otras personas.

    La naturaleza y extensión de las restricciones a la libertad, así como los medios para procurarlas, han creado importantes problemas a los filósofos y juristas de todos los tiempos. Casi todas las soluciones han pasado por el reconocimiento tradicional de la necesidad de que exista un gobierno, en cuanto grupo de personas investidas de autoridad para imponer las restricciones que se consideren necesarias. Más reciente es la tendencia que ha subrayado la conveniencia de definir legalmente la naturaleza de las limitaciones y su extensión.

    El anarquismo representa la excepción a todo esto, al considerar que los gobiernos son perversos por su propia naturaleza, y sostener que es preferible su sustitución por una sociedad ideal donde cada individuo observe los elementales principios éticos.

    El equilibrio perfecto entre el derecho del individuo a actuar sin interferencias ajenas y la necesidad de la comunidad a restringir la libertad ha sido buscado en todas las épocas, sin que se haya logrado alcanzar una solución ideal al problema. Las restricciones son en no pocas ocasiones opresivas. La historia demuestra que las sociedades han conocido situaciones de anarquía junto a periodos de despotismo en los que la libertad era algo inexistente o reservado a grupos privilegiados.

    Desde estas situaciones hasta su evolución hacia los estados de libertad individual cristalizados en los gobiernos democráticos, conocidos en algunos círculos como ‘la menos mala de las soluciones’ respecto a ese deseo natural del hombre por ser libre

    5. La libertad y educación

    Es importante mencionar también a la educación. La educación es un factor también muy importante para conocer la libertad. Y es que solo a través del aprendizaje propio del individuo es como este llegara a su independencia ideológica, económica; bajo ciertas circunstancias; y podrá evitar a los "enemigos de la libertad", que no son otra cosa que aquellos factores que no hacen posible la libertad.

    Una educación libre es aquella en la cual se permite la libre expresión de ideas, aunque sean incorrectas para el contexto sobre el que esta trabajando. En vez de regañar se orienta a los educandos para que ellos mismos decidan su libertad.

    En el proceso de educar toman parte los profesores, los alumnos, la familia, la institución educativa, la sociedad, etc. Cada una de estas esferas debe posibilitar un clima de respeto y tolerancia, de autonomía e independencia para la educación en libertad. El educador debe tener respeto a su ideología, a su persona, a su concepción política, a sus iniciativas y al ejercicio profesional. El educando debe cumplir dos condiciones: respeto al docente y autonomía propia. Debe ser tolerante con las opiniones del profesor, siempre que éste no quebrante conscientemente los derechos del alumno. La institución escolar debe estar libre de opresiones y manipulaciones, tanto de la política educativa de la nación, como de presiones sociales, de intolerancia del equipo docente, de intransigencias del alumnado o de los padres de familia. La sociedad en la que está inserta la institución escolar favorece o dificulta también la educación en libertad, ya que no es lo mismo un centro educativo en sociedades totalitarias que en sociedades democráticas. La sociedad proyecta en la escuela su cosmovisión y según sea más o menos respetuosa con la dignidad de la persona humana, resultará fácil o incómodo educar en libertad.

    La educación es correcta, si es una educación de la libertad de o de la libertad para. Con la expresión "libertad de" se habla de la liberación de prejuicios, estereotipos, esquemas mentales de los adultos, que es preciso operar, como terapia, en la mente del educando y del educador. Un docente no liberado es incapaz de educar en libertad a sus alumnos. Sólo el profesor "libre de" puede producir un tipo de educación semejante a la que él ha recibido o se ha auto impuesto.

    Al estar "libres de" el educando y el educador están preparados para auto realizarse como libres para juzgar a los demás entregarse sin prejuicios, dominar la naturaleza, ejercer el mando y otras funciones necesarias en la vida personal y social de los individuos.

    El compromiso del maestro es doble: asistir y ayudar al alumno a que corra su riesgo y arriesgarse él mismo ante sí y ante el alumno. Este compromiso ha de ser liberador y no manipulador; el docente ha de buscar la independencia de juicio y acción, porque cuanto menos necesite el alumno su apoyo, a medida que progresa cronológica y escolarmente, tanto mayor ha sido el provecho obtenido en el proceso educativo.

    6. La libertad y ley

    1. El Derecho De Ser Libre

    Existe un marco legal donde se encuentra la libertad. Es decir, la libertad esta encerrada dentro de la ley, aparentemente. Esta marco comienza con la declaración universal de los derechos humanos.

    La ley toma a la libertad como un derecho que esta otorga. . Lo correcto sería decir que la libertad permite que existan los derechos de la ley. La libertad es una facultad natural de la humanidad. Contamos con ella desde nuestro nacimiento.

    El problema es que debido a nuestra dependencia, también natural, hacia nuestros padres nos es imposible practicar esta facultad. Con el tiempo se nos trata de enseñar lo que es libertad, cuando nosotros ya la poseemos. Esta escrita en nuestro cuerpo. Es la educación que se nos da; la que nos dice que es nuestra libertad o, mas correctamente, como vivirla . Necesitamos entonces una educación liberal para poder conocerla a fondo.

    7. Libertad positiva y negativa

    Coaccionar a un hombre es privarle de la libertad: libertad, ¿de qué? Casi todos los moralistas que ha habido en la historia de la humanidad han enlazado la libertad. Igual que la felicidad y la bondad, y que la naturaleza y la realidad, el significado de este termino se prestan a tantas posibilidades que parece que haya pocas interpretaciones que no le convengan. No pretendo comentar la historia ni los muchísimos sentidos que de esta palabra han sido consignados por los historiadores de las ideas. Propongo examinar nada mas que dos de los sentidos que tiene esta palabra, sentidos que son, sin embargo, fundamentales, que tienen a sus espaldas una gran parte de la historia de la humanidad, y me atrevería a decir, que la van a tener todavía. El primero de estos sentidos que tienen en política las palabras freedom o liberty que empleare con el mismo significado- y que siguiendo muchos precedentes, llamare su sentido negativo, es el que esta implicado en la respuesta que contesta a la pregunta de que cual es el ámbito en que al sujeto –una persona o un grupo de personas- se le deja o se le deja hacer o ser lo que es capaz de hacer o ser, sin que en ello interfieran otras personas. El segundo sentido, que llamare positivo, es el que esta implicado en la respuesta que contesta a la pregunta de que que o quien es la causa de control o interferencia que puede determinar que alguien haga o sea una cosa u otra. Estas dos cuestiones son claramente diferentes, incluso aunque las soluciones que son deán ellas puedan mezclarse mutuamente.

    1. La Idea De Libertad Negativa
    2. Normalmente se dice que soy libre en la medida en que ningún hombre ni ningún grupo de hombres interfieren en mi actividad. En este sentido, la libertad política es simplemente el ámbito en el que un hombre puede activar, sin ser obstáculo por otros. Yo no soy libre en la medida en que otros me impiden hacer lo que yo podría hacer si no me lo impidieran, y si a consecuencia de lo que me hagan otros hombres, este ámbito de mi actividad se contrae hasta un cierto limite mínimo, puede decirse que estoy coaccionado a quizás oprimido. Sin embargo él termino coacción no se aplica a toda forma de incapacidad. Si yo digo que no puedo saltar mas de diez metros o que no puedo leer por que soy ciego, o que no puedo entender las paginas más oscuras de Hegel, seria una excentricidad decir que en estos sentidos estoy oprimido o coaccionado. La coacción implica la intervención deliberada de otros seres humanos dentro del ámbito en que podría actuar si no intervinieran. Solo se carece de libertad política si algunos seres humanos le impiden a uno conseguir un fin. La mera incapacidad de conseguir un fin no es falta de libertad política. Esto se ha hecho ver por el uso de expresiones modernas, tales como libertad económica y su compartida opresión económica. Se dice, muy plausiblemente que si un hombre es tan pobre que no puede permitirse algo respecto a lo cual no hay ningún impedimento legal – una barra de pan, un viaje alrededor del mundo, o recurrir a los tribunales de la misma manera que la cojera mas impide correr naturalmente no se diría que esta incapacidad es falta de libertad y mucho menos falta de libertad política. Solo porque creo que mi incapacidad de conseguir una determinada cosa se debe al hecho de que otros seres humanos han actuado de tal manera que a mí, a diferencia de lo que pasa con otros, se me impide tener suficiente dinero para poder pagarla, es por lo que me considero victima de coacción u opresión. En otras palabras, este uso de este termino depende de una especial teoría social y económica acerca de las causas de mi pobreza o debilidad. Si mi falta de medios materiales se debe a mi falta de capacidad mental, o física, diré que me han quitado la libertad (y no meramente hablaré de pobreza) solo en el caso de que acepte esta teoría. Si además creo que no me satisfacen mis necesidades como consecuencia de determinadas situaciones que yo considero injustas e ilegitimas, hablará de opresión o represión eco Mónica. Rousseau dijo: La naturaleza de las cosas no nos enoja, lo que nos enoja es la mala voluntad. El criterio de opresión es el papel que yo creo que representan otros hombres en la frustración de mis deseos, lo hagan directa o indirectamente y con intención o sin intención de hacerlo. Ser libre en este sentido quiere decir para mí que de esta ausencia de interposición, más amplia es mi libertad.

      Esto es lo que querían decir los filósofos políticos ingleses clásicos cuando usaban esta palabra5. No estaban de acuerdo sobre cual podían o debía ser la extensión del ámbito de esa libertad. Suponían que tal como eran las cosas, no podían ser ilimitadas porque si lo fuera, ello llevaría consigo una situación en la que todos los hombres podrían interferirse mutuamente de manera ilimitada, y una clase tal de libertad natural conducirá al caos social en que las mínimas necesidades de los hombres no estarían satisfechas, o si no las libertades de los débiles serian suprimidas por los fuertes. Como veían que los fines y actividades de los hombres no se armonizan mutuamente de manera automática, y como (cualesquiera que fuesen sus doctrinas oficiales) valoraban mucho otros fines como la justicia, la felicidad, la cultura, la seguridad o la igualdad en diferentes grados estaban dispuestos a reducir la libertad en aras de otros valores y, por supuesto en aras de la libertad misma. Pues sin esto era imposible crear el tipo de asociación que ellos creían que era deseable por consiguiente, estos pensadores presumían que el ámbito de las acciones libres de los hombres debe ser limitado por la ley. Mill, en Inglaterra y Constant y Tocqueville en Francia, que debía existir un cierto ámbito mínimo de libertad personal que no podía ser violado bajo ningún concepto, pues si tal ámbito se traspasaba, el individuo mismo se encontraría en una situación demasiado restringida incluso para ese mínimo desarrollo de sus facultades naturales, que es lo único que hace posible perseguir e inclusivo concebir los diversos fines que los hombres consideran buenos, justos o sagrados. De aquí se sigue que ha que trazar una frontera entre el ámbito de la vida y el de la autoridad publica. Donde haya que trazarla es una cuestión a discutir y, desde luego a regatear. Los hombre dependen en gran medida los unos de los otros, y ninguna actividad humana es tan completamente privada, como para no obstaculizar nunca en ningún sentido la vida de los demás. La libertad del pez grande es la muerte del pez chico, la libertad de algunos tiene que depender de las restricciones de otros. Y se sabe que otros han añadido: La libertad de un profesor de Oxford e suna cosa muy diferente de la libertad de un campesino egipcio.

      Esta proporción cobra su fuerza en algo que al mismo tiempo verdadero e importante, pero la frase misma sigue siendo una engañifa política. Es verdad que ofrecer derechos políticos y salvaguardias contra la intervención del Estado a hombres que están medio desnudos, mal alimentados, enfermos y que son analfabetos, es reírse de su condición, necesitan ayuda medica y educación antes de que puedan entender que significa un aumento de su libertad o que puedan hacer uso de ella. ¿Qué es la libertad para aquellos que no puedan usarla? Sin las condiciones adecuadas para el uso d e la libertad. ¿Cuál es el valor de esta? Lo primero es lo primero. Como dijo un escritor radical ruso del siglo XIX, hay situaciones en las que las botas son superiores a las obras de Shakespeare, la libertad individual no es la primera necesidad de todo el mundo. Pues la libertad no es la mera ausencia de frustración de cualquier clase, esto hincharía la significación de esta palabra hasta querer decir demasiado o querer decir muy poco. El campesino egipcio necesita ropa y medicinas antes que libertad personal, pero la mínima libertad que él necesita hoy y la mayor cantidad de la misma que puede que necesite mañana no es ninguna clase de libertad que le sea peculiar a él, sino que es idéntica a la de los profesores, artistas y millonarios.

      A mí me parece que lo que preocupa a la conciencia de los liberales occidentales no es que la libertad que buscan los hombres sea diferente en función de las condiciones sociales y económicas que estos tengan, sino que la minoría que la tiene la haya conseguido explotando a la gran mayoría que no la tiene, por lo menos, despreocupándose de ella. Creen, con razón que si la libertad individual es una ultimo fin del ser humano, nadie puede privar a nadie de ella, y mucho menos aun deben disfrutarla algunos a expensas de otros. Igualdad de libertad, no tratar a los demás como yo no quisiera que ellos me trataran a mí, resarcimiento de mi deuda a los únicos que han hecho posible mi libertad, mi prosperidad y mi cultura, justicia en su sentido más simple y más universal; Estos son los fundamentos de la moral liberal. La libertad no es el único fin del hombre. Igual que el critico ruso Belinsky, y yo puedo decir que si otros han de estar privados de ella –si mis hermanos han de seguir en la pobreza, en la miseria y en la esclavitud-, entonces no la quiero para mí, la rechazo con las dos manos, y prefiero infinitamente compartir su destino, pero con una confusión de términos no se gana nada. Yo estoy dispuesto a sacrificar parte de mi libertad, o toada ella, para evitar que brille la desigualdad o que se extienda la miseria. Yo puedo hacer esto de buena gana y libremente pero téngase en cuenta que al hacerlo es libertad lo que estoy cediendo, en aras de la justicia, la igualdad o el amor a mis semejantes.

      Debo sentirme culpable, y con razón si en determinadas circunstancias no estoy dispuesto a hacer este sacrificio. Pero un sacrificio no es ningún aumento de aquello que se sacrifica (es decir, la libertad), por, muy grande que sea su necesidad moral o su compensación. Cada cosa es lo que es: la libertad es libertad, y no igualdad, honradez, justicia, cultura, felicidad humana, o conciencia tranquila. Si mi libertad, la de mi clase o nación, depende de la miseria de un gran numero de otros seres humanos, el sistema que promueve esto es injusto e inmoral. Pero si yo reduzco o pierdo mi libertad con el fin de aminorar la vergüenza de tal desigualdad, y con ello no aumento materialmente la libertad individual de otros, se produce de manera absoluta una perdida de libertad. Puede ser que esta se compense con que se gane justicia, felicidad o paz, pero esa perdida queda y es una confusión de valores decir, que aunque vaya por la borda mi libertad económica. Sin embargo, sigue siendo verdad que a veces hay que reducir la libertad de algunos para asegurar la libertad de otros. ¿A base de qué propósito debe hacerse esto? si la libertad es un valor sagrado e intocable, no puede haber tal principio. Una u otra de estas normas –o principios- conflictivas entre si tienen que ceder, por lo menos en la practica, no en normas o máximas universales. Sin embargo hay que encontrar un compromiso practico.

      Los filósofos que tenían una idea optimista de la naturaleza humana u que creían en la posibilidad de armonizar los intereses humanos, filósofos tales como Locke o Adam Smith y, en algunos respectos, Mill, creían que la armonía social y el progreso eran compatibles con la reserva de una ámbito amplio de vida privada, al que no había que permitir que lo violase ni el Estado ni ninguna otra autoridad.- Hobbes y los que comulgaban con él, especialmente los pensadores conservadores y reaccionarios, defendían que si había que evitar que los hombres se destruyesen los unos a los otros e hicieran de la vida social una jungla o una selva, había que instruir mayores salvaguardas para mantenerlos en su sitio y, por tanto, deseaban aumentar el ámbito del poder central y disminuir el del poder del individuo. Pero ambos grupos estaban de acuerdo en que una cierta parte de la vida humana debía quedar independiente de la esfera del control social. Invadir este vedado, por muy pequeño que fuese, seria despotismo. Benjamín Constant, el más elocuente de todos los defensores de la libertad y la intimidad, que no había olvidado la dictadura jacobina, declaraba que por lo menos la libertad de religión, de opinión, de expresión, y de propiedad debía estar garantizadas freneta cualquier ataque arbitrario. Jefferson, Burke, Paine, y Mill recopilaron diferentes catálogos de las libertades individuales, pero el argumento que empleaban para tener a raya a la autoridad era siempre sustancialmente el mismo. Tenemos que preservar un ámbito mínimo de libertad personal, si no hemos de degradar o negar nuestra naturaleza .

      No podemos ser absolutamente libres y debemos ceder algo de nuestra libertad para preservar el resto de ella. Pero cederla toda es destruirnos a nosotros mismos. ¿Cuál debe ser pues ese mínimo? El que un hombre no puede ceder sin ofender a la esencia de su naturaleza humana. ¿Y cual es esta esencia? ¿Cuáles son las normas que ella implica? Esto ha sido, y quizás será siempre, tema de discusiones interminables. Pero sea cual sea el principio con arreglo al cual haya que determinar la extensión de la no interferencia en nuestra actividad, sea este el principio de la ley natural o de los derechos naturales, el principio de utilidad o los pronunciamientos de un imperativo categórico, la santidad del contrato social, o cualquiera otro concepto con el que el hombre ha intentado poner en claro y justificar sus convicciones, libertad en este sentido significa estar libre de: que no interfieran en mi actividad mas allá de un limite, que es cambiante, pero siempre reconocida. La única libertad que merece este nombre es la de realizar mi propio bien a nuestra manera", dijo el que es el mas celebrado de sus campeones.

      Y si esto es así, ¿puede justificarse jamás la compulsión? Mill no tuvo ninguna duda de que si se podía. Puesto que la justicia exige que todos los individuos tengan derecho a un mínimo de libertad, respecto a cada uno de ellos, a todos los demás había que restringirla y si eran necesario, por la fuerza privarles de ella. El efecto la única función de la ley era prevenir estos conflictos y el Estado se reducía a ejercitar las funciones de un sereno o de un guardia de trafico, como desdeñosamente las describía Lasalle.

      Según Mill, ¿qué es lo que hacia que fuese tan sagrada la protección de la libertad individual?. En su famoso ensayo nos dice que, a menos que se deje a los hombres vivir como quieran, de manera que si vida sola concierna a ellos mismos, la civilización no podrá avanzar la verdad no podrá salir a la luz por faltar comunicación libre de ideas, y no abr ninguna oportunidad para la espontaneidad la originalidad, el genio, la energía mental y el valor moral. Todo lo que es sustancioso muy diverso será aplastado por el peso de la costumbre y de la constante tendencia que tienen los hombres hacia la conformidad que solo da pábulo a capacidades marchitas y a seres humanos limitados y dogmáticos y restringidos y pervertidos. La autoafirmación pagana tiene valor como la auto negación cristiana.

      Todos los errores que probablemente puede cometer un hombre contra los buenos consejos y advertencias están sobrepasados, con mucho, por el mal que representa permitir a otros que le reduzcan a lo que ellos creen que es lo bueno".

      La defensa de -la libertad consiste en el fin negativo de prevenir la interferencia de los demás. Amenazar a un hombre con perseguirle, a menos que se someta a una vida en la que él no elige sus fines, y cerrarle todas las, puertas menos una -y no importa lo noble que sea el futuro que ésta va a hacer posible, ni lo bueno que sean los motivos que rigen a los que dirigen esto-, es pecar contra la verdad de que 1 es un hombre y un ser que tiene una vida que ha de vivir por su cuenta. Esta es la libertad tal como ha sido concebida por los liberales del, mundo moderno, desde la época de Erasmo (algunos dirían desde la época de Occam) hasta la nuestra. Toda defensa de las libertades civiles y de los derechos individuales, y toda protesta contra la explotación y la humillación, contra el abuso de la autoridad pública, 'la hipnotización masiva de las costumbres, o la propaganda organizada, surge de esta concepción individualista del hombre, que es muy discutida.

      Sobre esta posición pueden hacerse notar tres hechos. En primer lugar, Mill confunde dos ideas distintas. Una es que toda coacción, en tanto que frustra los deseos humanos, es mala en cuanto tal, aunque puede que tenga que ser aplicada para prevenir otros males mayores; mientras que la no interferencia, que es lo opuesto a la coacción, es buena en cuanto tal, aunque no, es lo único que es bueno. Esta es la concepción negativa de la libertad en su forma clásica. La otra idea es que los hombres deben intentar descubrir la verdad y desarrollar un cierto tipo de carácter que Mill aprobaba -crítico, original, imaginativo, independiente, no conformista hasta el extremo de la excentricidad, etc.~, que la verdad puede encontrarse, y que este carácter sólo puede desarrollarse en condiciones de libertad.

      Estas dos ideas son ideas liberales, pero no son idénticas, y la conexión que existe entre ellas es, en el mejor de los casos, empírica. Nadie defendería que la verdad, la libertad y la expresión puedan florecer donde el dogma aplaste todo pensamiento. Pero las pruebas que proporcionara historia tienden a mostrar (como en efecto, sostuvo James Stephen en el formidable ataque que hizo a Mill en su libro Libertad Igualdad, Fraternidad que la integridad), el amor a la verdad y el ardiente individualismo se desarrollan por lo menos con la misma frecuencia en comunidades que están regidas por una severa disciplina, como, por ejemplo, los calvinistas puritanos de Escocia o de Nueva Inglaterra, o que están bajo la disciplina militar, que en sociedades que son más tolerantes o indiferentes; y si esto es así, el argumento de Mill en favor de la libertad como condición necesaria para el desarrollo del genio humano cae por su base. Si sus dos metas resultasen ser incompatibles, Mill se encontraría frente a un cruel dilema, además de las otras dificultades originadas nada por la inconsecuencia que guardan sus doctrinas con el utilitarismo estricto, incluso en la propia versión humanista que tiene de él.

      En segundo lugar, la doctrina de Mill es relativamente moderna. Parece que en el mundo antiguo casi no hay ninguna discusión sobre la libertad como ideal político consciente (a diferencia del mundo actual en que sí la hay). Ya había hecho notar Condorcet que la idea de los derechos individuales estaba ausente de las ideas jurídicas de los griegos y romanos, y esto parece ser igualmente válido para los judíos, los chinos y otras civilizaciones antiguas que han salido a la luz desde entonces. La dominación de este ideal ha sido más bien la excepción que la regla, incluso en la reciente historia de Occidente. Ni tampoco la libertad considerada en este sentido ha constituido con frecuencia el gran grito de las manifestaciones de las grandes masas de la humanidad. El deseo de que no se metan con uno y le dejen en paz ha sido el distintivo de una elevada civilización, tanto por parte de los individuos como por parte de las comunidades. El sentido de la intimidad misma, del ámbito de las relaciones personales como algo sagrado por derecho propio, se deriva de una concepción de la libertad que, por lodos sus orígenes religiosos, en su estado desarrollado apenas es más antigua que el Renacimiento o la Reforma. Sin embargo, su decadencia marcaría la muerte de una civilización y de toda una concepción moral.

      La tercera característica de esta idea de libertad tiene mayor importancia. Consiste en que la libertad, considerada en este sentido, no es incompatible con ciertos tipos de autocracia o, en todo caso, con que la gente no se gobierne a sí misma. La libertad, tomada en este sentido, se refiere al ámbito que haya de tener el control y no a su origen. De la misma manera que una democracia puede, de hecho, privar al ciudadano individual de muchas libertades que pudiera tener en otro tipo de sociedad, igualmente se puede concebir perfectamente que un déspota liberal permita a sus súbditos una gran medida de libertad personal. El déspota que deja a sus súbditos un amplio margen de libertad puede ser injusto, dar pábulo a las desigualdades, más salvajes o interesarse muy poco por el orden, la virtud o el conocimiento; pero, supuesto que no disminuya la libertad de dichos súbditos o que, por lo menos, la disminuya menos que otros muchos regímenes, concuerda con la idea de libertad que ha especificado Mill. La libertad, considerada en este sentido, no tiene conexión, por lo menos lógicamente, con la democracia o el autogobierno.

      Este, en general, puede dar una mejor garantía de la preservación de las libertades civiles que la que dan otros regímenes, y como tal ha sido defendido por los libertarlos. Pero no hay una necesaria conexión entre la libertad individual y el gobierno democrático. La respuesta a la pregunta de que quién me gobierna es lógicamente diferente de la pregunta de que en qué medida interviene en mí el gobierno. En ¿Esta diferencia es en lo que consiste en último termino el gran contraste que hay entre los dos conceptos de libertad negativa y libertad positiva. Pues el sentido positivo de la libertad sale a relucir, no si intentamos responder a la pregunta de que qué soy libre de hacer o de ser, sino si intentamos responder a la de que por quién estoy gobernado o quién tiene que decir lo que yo tengo y lo que no tengo que ser o hacer. La conexión que hay entre la democracia la libertad individual es mucho más débil que lo que les parece a muchos defensores de ambas. El deseo de ser gobernado por mí mismo o, en todo caso, de participar en el proceso por el que ha de ser controlada mi vida, puede ser un deseo tan profundo como el deseo de un ámbito libre de acción y, quizá históricamente, más antiguo. Pero no es el deseo de la misma cosa. En efecto, es tan diferente que ha llevado en último término al gran conflicto ideológico que domina nuestro mundo. Pues esta concepción positiva de la libertad '-no el estar libre de algo, sino el ser libre para algo, para llevar una determinada forma prescrita de vida-, es la que los defensores de la idea de libertad negativa consideran como algo que no es mejor a veces que el disfraz engañoso en pro de una brutal tiranía.

    3. La Idea De Libertad Positiva

    El sentido positivo de la palabra libertad se deriva del deseo por parte del individuo de ser su propio dueño. Quiero que mi vida y mis decisiones dependan de mí mismo, y no de fuerzas exteriores, sean éstas del tipo que sean. Quiero ser el instrumento de mí mismo y no de los actos de voluntad de otros hombres. Quiero ser sujeto y no objeto, ser movido por razones y por propósitos conscientes que son míos, y no por causas que me afectan,'. por decirlo así, desde fuera. Quiero ser alguien, no nadie; quiero actuar, decidir, no que decidan por mí dirigirme a mí mismo y no ser movido por la naturaleza exterior, o por otros hombres como si fuera una cosa, un animal o un esclavo incapaz de representar un papel humano; es decir, concebir fines y medios propios y realizarlos. Esto es, por lo menos, parte de lo que quiero decir cuando digo que soy racional y que ni¡ razón es lo que me distingue como ser humano del resto del mundo. Sobre todo, quiero ser consciente de mí mismo como ser activo que piensa y que quiere, que tiene responsabilidad por sus, propias decisiones, que es capaz de explicarlas en función de sus propias ideas y propósitos. Yo me siento libre en la medida en que creo que esto es verdad y me siento esclavizado, en la medida en que me hacen darme cuenta de que no lo es.

    La libertad que consiste en ser dueño de sí mismo y la libertad que consiste en que otros hombres no me impidan decidir como quiera, pueden parecer a primera vista conceptos que lógicamente no distan mucho uno del otro y que no son más que las formas negativa y positiva de decir la misma cosa. Sin embargo, las ideas positiva y negativa de libertad se desarrollaron históricamente en direcciones divergentes, no siempre por pasos lógicamente aceptables, hasta que al final entraron en conflicto directo la una con la otra.

    Una manera de aclarar esto es hacer referencia al carácter de independencia que adquirió la metáfora del ser dueño de uno mismo, que en sus comienzos fue, quizá, inofensiva. Yo soy mi propio dueño; no soy esclavo de ningún hombre; pero ¿no pudiera ser (como tienden a decir los platónicos o los hegelianos) que fuese esclavo de la Naturaleza, o de mis propias desenfrenadas pasiones? ¿No son éstas especies del mismo género esclavo,. unas políticas o legales y otras morales o espirituales? ¿No han tenido los hombres la experiencia de liberarse de la esclavitud del espíritu o de la Naturaleza y no se dan cuenta en el transcurso de esta liberación de un yo que les domina, por una parte, y por otra, de algo de ellos que desaparece? Este yo dominador se identifica entonces de diversas maneras con la razón, con mi naturaleza superior, con el yo que calcula y se dirige a lo que satisfará a largo plazo, con mi yo verdadero, ideal o autónomo, o con mi yo mejor, que se contrapone por tanto al impulso raciona a los deseos no controlados, a mi naturaleza inferior, a la consecución de los placeres inmediatos, a mi yo empírico o heterónomo, arrastrado por todos los arrebatos de los deseos y las pasiones que tiene que ser castigado rígidamente si alguna vez surge en toda su Verdadera naturaleza. Posteriormente estos dos pueden estar -representados como separados por una distancia aún mayor: puede concebirse al verdadero yo como algo que es más que el individuo (tal como-se entiende este término normalmente), como un todo social del que el individuo es un elemento o aspecto: una tribu, una raza una iglesia, un estado, o la gran sociedad de los vivos, de los muertos y de los que todavía no han nacido. Esta entidad se identifica entonces como el verdadero yo, que imponiendo su única voluntad colectiva u orgánica A sus recalcitrantes miembros, logra la suya propia y por tanto una libertad superior para estos miembros. Frecuentemente se han señalado los peligros que lleva consigo usar metáforas orgánicas para justificar la coacción ejercida por algunos hombres sobre otros con el fin de elevarlos a un nivel superior de libertad. Pero lo que le da la plausibilidad que tiene a cable, coaccionar a los hombres en nombre de algún fin (digamos p.e. la justicia o la salud públicas) que ellos mismos perseguirían, si fueran más cultos, pero que no persiguen porque son ciegos, ignorantes o están corrompidos. Esto facilita que yo conciba coaccionar a otros por su propio bien, por su propio interés, y no por el mío. Entonces pretendo que yo sé lo que ellos verdaderamente necesitan mejor que lo saben ellos mismos. Cuando más,, lo que esto lleva consigo es que ellos no se me opondrían si fueran racionales, tan sabios como yo, y comprendiesen sus propios intereses como yo los comprendo. Pero puedo pretender aun mucho más que esto. Puedo decir que en realidad tienden a lo que conscientemente se oponen en su estado de ignorancia porque existe en ellos una entidad oculta -su voluntad racional latente, o su fin verdadero-, que esta entidad, aunque falsamente representada por lo que manifiestamente sienten, hacen y dicen, es su verdadero yo, del que el pobre yo empírico que está en el espacio y en el tiempo puede que no sepa nada o que sepa muy poco, y que este espíritu interior es el único yo que merece que se tengan en cuenta sus deseos 11. En el momento en que adopto esta manera de pensar, ya puedo ignorar los deseos reales de los hombres y de las sociedades, intimidarlos, oprimirles y torturarlos en nombre y en virtud de sus verdaderos los, con la conciencia cierta de que cualquiera que sea el verdadero fin del hombre (la felicidad, el ejercicio del deber, la sabiduría, una sociedad justa, la autorrealización) dicho fin tiene que identificarse con su libertad, la libre decisión de su verdadero yo, aunque frecuentemente esté oculto y desarticulado.

    Esta paradoja se ha desenmascarado frecuentemente. Una cosa es decir que yo sé lo que es bueno para X, mientras que él mismo no lo sabe, e incluso ignorar sus deseos por el bien mismo y por él bien de él, y otra cosa muy diferente es decir que eo ipso lo ha. elegido, por supuesto no concientemente, no como parece en la vida ordinaria, sino en su papel de yo racional que puede que no conozca su yo empírico, el verdadero yo, que discierne lo bueno y no puede por menos de elegirlo una vez que se ha revelado. Esta monstruosa personificación que consiste en equiparar lo que X decidiría si fuese algo que no es, o por lo menos no es aún, con lo que realmente quiere y decide, está en el centro mismo de todas las teorías políticas de la autorrealización. Una cosa es decir que yo pueda ser coaccionado por mi propio bien, para ver el cual yo estoy demasiado ciego; en algunas ocasiones puede que esto sea para mi propio beneficio y desde luego, puede que aumente el ámbito de mi libertad. Pero otra cosa es decir que, si es mi bien, yo no soy coaccionado, porque lo he querido, lo sepa o no lo sepa, y soy libre (o verdaderamente libre) incluso cuando mi pobre cuerpo terrenal y mi pobre estúpida inteligencia lo rechazan encarnizadamente y luchan con la máxima desesperación contra aquellos que, por muy benévolamente que sea, tratan de imponerlo.

    Esta transformación mágica o juego de manos (por el que con tanta razón, se rió William James de los hegelianos) sin duda alguna puede también perpetrarse tan fácilmente con el concepto negativo de libertad en el que yo, que no debiera ser violentado ya no es el individuo con sus deseos y necesidades reales tal como se conciben, sino el verdadero hombre por dentro, identificado con la persecución de algún fin ideal, no soñado por su yo empírico. E igual que en el caso del yo positivamente libre, esta entidad puede ser hinchada hasta convertirla en alguna entidad superpersonal -un estado, una clase, una nación o la marcha misma de la historia-, considerada cómo sujeto de atributos más verdadero que el yo empírico. Pero la concepción positiva de la libertad como autodominio, con la sugerencia que lleva consigo de un hombre dividido que lucha contra sí mismo, se ha prestado de hecho en la historia, en la teoría y en la práctica, a esta división de la personalidad en dos: el que tiene el control dominante y trascendente y el manojo empírico de deseos y pasiones que han de ser castigados y reducidos. Este hecho histórico es el que ha tenido influencia. Esto demuestra (si es que se necesita demostración para una verdad tan evidente) que las concepciones que se tengan de la libertad se derivan directamente de las ideas que se tengan sobre lo que construye al yo, a la persona al hombre y de libertad para que signifique todo lo que quiera el manipulador. La historia reciente ha puesto muy en claro que esta cuestión es meramente académica.

    Las consecuencias que lleva consigo distinguir dos yos se harán incluso mas claras si se consideran las dos formas mas importantes que históricamente ha tomado el deseo de auto dirigirse – dirigirse por el verdadero yo de uno mismo- la primera, de la segunda, la de la autorrealización o total auto identificación con un principio o ideal especifico con el fin de conseguir el propio fin.

    8. Conclusiones

    Por Miguel Tamanaja

    Conocer si somos libres o no, o mejor dicho, conocer si podemos ser libres o no, creo que es lo menos que como individuos pensantes podemos hacer. Saber si lo que hemos realizado desde que usamos la razón o lo que tenemos planeado realizar como proyecto de vida, fue o será producto del ejercicio de nuestra libertad o tristemente resultado del movimiento de los hilos que Dios, el destino, la naturaleza o como suela llamársele haga de nuestra vida – marioneta. He aquí la importancia de saber si existe la libertad.

    Y precisamente, en la búsqueda de tal conocimiento, uno se habrá de topar siempre con un principio llamado "de causalidad", postulado que por siglos se había aplicado a las ciencias naturales y que en estos días se ha extendido al campo de las ciencias sociales para poner sobre relieve que la actividad humana, ya sea su modo de pensar, de sentir, de actuar, de organizarse política y socialmente, de comportarse moralmente, de todo cuanto haga se halla sujeto a causas.

    Porque sinceramente sería muy fácil decir que la libertad existe en cuanto que no sufrimos coacción externa o interna de alguna clase y San se acabó. No. La libertad es mucho más que eso. Hasta este punto lo único cierto es que se vive en un mundo causalmente determinado y la incógnita por descifrar es si la libertad y su existencia es compatible o no con este infinito causalismo: Si me gustara la medicina no hubiera estudiado derecho, y si no hubiera estudiado derecho tal vez me preocuparan más otros temas, y si me preocuparan más otros temas quizá nunca hubiera elegido este trabajo de investigación, etcétera, etcétera. Por algo sigo creyendo que mi conducta si está causalmente determinada en cierto grado.

    Ojeando un poco las distintas corrientes filosóficas, sobresalen tres posturas fundamentales que tratan de esclarecer cómo en un mundo sujeto a relaciones de causa – efecto, existe la libertad. Dichas posiciones son las siguientes: un determinismo absoluto, un libertarismo absoluto y por último, un determinismo compatible con cierta libertad, con la cual estoy de acuerdo.

    Luego de un estudio al tema buenamente recopilado por mis compañeros, y quien suscribe, seguro estoy que la libertad existe. Negar su existencia sería tanto como afirmar que nuestra vida es el vivo retrato de una obra de teatro en la cual el guión y el desenlace ya están escritos. Esto no es así.

    Creo firmemente en la posibilidad de que el hombre y la sociedad sean los arquitectos de su destino, al existir la libertad de elegir concientemente entre el actuar en una o en otra dirección. Sin dicha conciencia de los móviles o causas que lo impulsan a comportarse de cierta forma, si insinuaría que la conducta humana es inmediata e irreflexiva. Esto tampoco es así.

    Independientemente del grado de conciencia de los motivos, fines o carácter que llevan al hombre a realizar una acción, no puede existir libertad al margen del causalismo.

    Asimismo, el hecho de que la libertad implique cierta autodeterminación del sujeto para decidirse por la forma de comportamiento más adecuada elegida de entre varias, tampoco significa que dicha autodeterminación se realice al margen de una conexión causal.

    En pocas palabras, el hombre es libre de decidir y de actuar sin que su decisión y acción dejen de estar causadas. Es imposible que nos sustraigamos al contexto histórico – social imperante, generalmente se va a actuar o decidir conforme a ciertas pautas, influencias o posibilidades de acción que nos ofrece el entorno. Después de todo sigo pensando que la libertad es ilimitada, pero dentro de ciertos límites.

    Por Spencer Zapata : Bueno en conclusión, yo diría, que la libertad es la capacidad exclusiva de todo hombre. ¿y porque? Porque el hombre es el único con la capacidad de elegir haciendo uso de su razón e inteligencia; esta razón e inteligencia es lo que nos hace libres porque a través de ella nosotros podemos elegir entre lo que se consideramos bueno o dentro de lo que se consideramos malo, obviamente y lógicamente lo hacemos en función a ciertos valores que se han interiorizado, que se han asimilado previamente. A mi parecer, la libertad si existe pues mi posición es totalmente contraria a los deterministas que niegan la existencia de la libertad.

    Si bien es cierto muchas veces, y en eso coincido con los deterministas, el hombre ignora las causas ocultas de su propia conducta por consiguiente se cree que elegimos libremente cuando no se tiene conciencia de las causas más profundas de nuestra conducta. Pero no todas las conductas son condicionadas o inclinaciones sugeridas por el inconsciente, existen también conductas que está libres de todo condicionamiento, por tanto, el hombre es libre cuando actúa o elige en función a sus valores, éticos y morales, y no en función a sus instintos, condicionamientos, hábitos, reflejos, pasiones externas, etc.

    Libre no es quien hace lo que quiere si no quien hace lo que debe hacer. Muchas veces la libertad suele ser confundida con un " yo hago lo que quiero" pues esta es una confusión entre el uso de la libertad y el libertinaje. No es libre quien hace lo que quiere pues la auténtica libertad se manifiesta en aquel que hace lo que debe hacer, haciendo uso de valores morales y éticos.

    Por Janeth Rubio Por Suray Cortina No es difícil definir la libertad. Lo difícil es entenderla. Entender que mi libertad no termina donde comienza la de los demás, sino que todos tienen una libertad propia y en conjunto tal vez. Y estas dos debe de funcionar en armonía para existir. Si yo deseo hacer algo que dañaría la libertad de alguien mas, debo evitar hacerlo y buscar una alternativa a esa acción. O bien negociar con ese individuo para no dañar su libertad.

    Es fácil definir la "no libertad", es decir aquellas cosas que se hacen no por voluntad propia y que nos desagradan. Pensemos entonces que para ser libre se tiene que tener conciencia de uno mismo y voluntad para realizar las acciones que queremos.

    Existe algo denominado el libertinaje. Esto es el "exceso de libertad". Eso no existe. El libertinaje mas correctamente lo definiría como el usar de pretexto la libertad para aprovecharse de uno mismo y los demás. Para permitirse hacer lo que sea sin importar nada, ni uno mismo ni los demás. Es el poner el placer personal sobre todo lo demás omitiendo así ideas propias y ajenas. El hombre necesita hacer una redefinición de sus valores morales, principalmente de la libertad, para poder así llegar al avance evolutivo como raza del que tanto presume. Es deprimente y penosos el saber que hay países donde aún existe la esclavitud, donde no se pueden expresar loas personas sin sentir miedo, donde ni siquiera existe la posibilidad de saber el significado de libertad. Señores, damas, hablo de México, no de un país africano o sudamericano. En nuestro país se siguen vendiendo a las mujeres. Se siguen reprimiendo a escritores y comunicadores en general. Hay censura donde ni siquiera debería de existir. Aun hay gente que por no saber leer y escribir no puede trabajar y tener una vida digna. Ese es el mejor modo de coartar la libertad de alguien Haciéndolo ignorante de lo que es la libertad. Es importante que sepan que es la libertad, pero es imposible o inútil decir que es a un nivel diferente del personal. Lo anterior solo es una opinión y unas ideas propias bajo las que yo me rijo. Solo el yo puede decir que es su libertad. Es indispensable que busquemos dentro de nosotros mismos ser libres, pues solo a través de esta búsqueda personal es como llegaremos juntos al valor humano del que mas nos sentimos orgullosos:

    LA LIBERTAD. Por Jonathan Cock

    9. Bibliografía

    • Cabanellas, Guillermo (1996) Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual.24ª.Ed. Buenos Aires. Editorial Heliasta. Vol V.
    • DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO ILUSTRADO DE LA LENGUA ESPAÑOLA (1954) Barcelona. Editorial Ramón Sopena, S.A. Tomo II. 2064 p.
    • Monroy Gálvez, Juan (1996) Introducción al Proceso Civil. Santa Fe de Bogotá. Editorial Temis S.A.
    • Petit, Eugene (2001) Tratado Elemental De Derecho Romano. 17ª. Ed. México. Editorial Porrúa.
    • Giovanni Sartori (XXXX) Elementos de la Teoría Política.
    • Bassadre Ayulo, Jorge (1996) Historia del Derecho.2ª.Ed. Lima. Editorial San Marcos. Vol. II.
    • DE WHITE , ELENA G (1988)Exaltad a Jesús.1ª. Ed. Buenos Aires, 388 pp.
    • Papini,Giovanni (1993) Historia de Cristo. Buenos Aires, Editorial "El Ombú"Esmeralda 494. 366 pp.
    • LA ATALAYA. Anunciando el reino de Jehová. 31pp
    • Julián Marías (1979) Historia de la Filosofía. 31ª.Ed. Madrid. Revista de Occidente, 237p.

     

     

    Autor:

    Zapata Salinas, Spencer

    Edad 21 Fecha : lunes 17 de noviembre de 2003