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Los Dictadores en América Latina

Enviado por arianagaribay


    1. Antecedentes.
    2. Desarrollo
    3. Conclusión.
    4. Fuentes de información.

    INTRODUCCIÓN.

    En la antigua Roma, cuando la república debía enfrentarse a situaciones de extrema gravedad, los cónsules designaban a un dictador que asumía todos los poderes hasta el restablecimiento de la normalidad. Tras el surgimiento de las modernas democracias en el siglo XIX, el término de la dictadura volvió a ser utilizado, esta vez para designar aquellos regímenes políticos cuya legitimación no se fundamentaba en el modelo democrático liberal.

    Se llama dictadura o régimen autoritario a una forma de organización política según la cual el poder está encarnado en una persona o en un pequeño número de personas, que lo ejercen de forma absoluta. Tal sistema político recibe también, a veces, la denominación de totalitario, si bien el concepto de totalitarismo se ha utilizado más estrictamente para designar a movimientos ideológicos en que la persona y la sociedad se subordinan al estado, como sucedió en el fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán o el socialismo estalinista.

    Por lo general de un régimen dictatorial suele ser el resultado de un proceso de profunda convulsión social, provocada por una situación revolucionaria o por una guerra, y se produce normalmente por medio de un movimiento militar contra las estructuras del poder anteriormente establecido, movimiento que adopta la forma de golpe de estado. En unos casos, tal movimiento militar se produce en defensa de los intereses de los grupos minoritarios del estado; en otros, en apoyo de sectores más amplios.

    En ocasiones, el origen de un régimen dictatorial no se halla en un golpe militar, sino en un golpe de estado político, llevado a cabo desde las propias estructuras del sistema que se pretende abolir. Tal fue el caso de la dictadura nazi impuesta por Adolf Hitler en Alemania o el de la dictadura fascista de Benito Mussolini en Italia. La debilidad de las instituciones es aprovechada en estos casos para imponer la atribución explícita del poder político a un partido de talante no democrático, que ya a impuesto socialmente su prepotencia.

    Los estados dictatoriales han buscado su legitimación en teorías como la del "caudillaje", según la cual en determinadas épocas históricas surgen en algunas comunidades personas dotadas de un especial carisma o dotes providenciales y destinadas a conducir a la nación hacia determinados objetivos de valor trascendente. En otros casos, estos regímenes se han dotado de formas democráticas que aceptan, incluso, la existencia de partidos políticos afines, así como la celebración periódica de elecciones, ganadas invariablemente por aquellos mismos que las convocan.

    Además de las habituales medidas policiales o de fuerza que utilizan para asegurar su mantenimiento en el poder, las dictaduras suelen recurrir también, de manera sistemática, a la propaganda política y al culto a la personalidad del máximo dirigente como medio eficaz de asegurarse el apoyo activo de la población.

    En América Latina, pese a la poderosa influencia que en su origen y posterior configuración tuvieron las ideas de la revolución francesa, numerosos países latinoamericanos vivieron desde su nacimiento largos períodos de anormalidad democrática. El siglo XIX presenció el surgimiento de numerosos caudillos que, desde provincias o regiones periféricas, se rebelaron contra los débiles gobiernos centrales y se hicieron con el control político de sus respectivos países. Son ejemplos destacados del caudillismo decimonónico Juan Manuel de Rosas en la Argentina, José Gaspar Rodríguez de Francia en Paraguay y Antonio López de Santa Anna en México. Ya en el siglo XX, la instauración de regímenes dictatoriales respondió en general a situaciones nacionales de mayor complejidad en las que las motivaciones personales de quienes dirigieron los levantamientos desempeñaron un papel no exclusivo.

    ANTECEDENTES.

    Guerra de independencia: lucha armada, guerra civil…

    La Guerra de Independencia de los pueblos hispanoamericanos fue cruel, encarnizada, y puso de manifiesto las luchas internas de poder entre la élite criolla. La clase dominante se fraccionó en distintos grupos de poder: patriotas realistas, centralistas, federalistas, moderados, liberales y conservadores. Por ejemplo, en Chile, el Congreso Nacional estaba dividido en grupos: moderados e independentistas (encabezados por Bernardo O'Higgins). En Venezuela, el Congreso Nacional mostró, también, diferencias entre los grupos políticos, sin embargo, los grupos a favor de la independencia dominaron. Francisco de Miranda y Simón Bolívar (ambos independentistas) organizaron, en 1810, la Sociedad Patriótica, con el fin de lograr la separación. Venezuela declaró la independencia en 1811, y redactó una constitución que adoptó la forma de gobierno republicano y federal, similar a la Constitución de Estados Unidos. Los conflictos internos y la movilización de las fuerzas españolas sofocaron y suprimieron la Primera República de Venezuela. Ante el fracaso venezolano, y las pocas posibilidades de lograr el apoyo de Nueva Granada para la recuperación de Venezuela, Bolívar decidió exilarse en Jamaica.

    En México, los sectores populares más afectados por las luchas entre criollos y peninsulares fueron los indios y los mestizos. Ante las pésimas condiciones sociales y económicas del campesino indígena, el padre Miguel Hidalgo se levantó en rebelión, en 1810. El Grito de Dolores inició la guerra de independencia de México. Este movimiento era esencialmente indígena y campesino, y careció del apoyo de los sectores dominantes como la iglesia y la elite criolla. Ante la derrota y muerte de Hidalgo, en 1811, José María Morelos retomó la lucha armada. Para 1813, éste convocó el Congreso de Chilpancingo, y planteó la independencia absoluta de México. La causa libertaria de Morelos quedó truncada, en 1815, al ser capturado y ejecutado.

    En la región de La Plata (Buenos Aires), la lucha entre criollos y peninsulares se vio afectada por otra fuerza externa que ejerció presión sobre la región: Inglaterra. En los años de 1806 y 1807, La Plata fue ocupada por Inglaterra. Esta ocupación provocó una crisis en la administración colonial, pero, también, estimuló el espíritu nacionalista de los porteños, y puso de relieve la fragilidad del imperio español. La única colonia en Sur América que mantuvo la adhesión y lealtad a España fue Perú. Razones de tipo social y racial contribuyeron a este hecho: la clase criolla peruana prefirió mantener la lealtad a España ante el temor de una alianza entre los mestizos y los indios, que eran numéricamente superiores a ellos, pues dicha alianza podía poner en peligro sus intereses económicos y sociales.

    En el Caribe, Puerto Rico y Cuba también permanecieron leales a España. Sin embargo, en ambas islas, comenzó a perfilarse un movimiento a favor de la independencia. En Puerto Rico, por ejemplo, hubo una gran simpatía hacia la causa libertaria, y el pueblo puertorriqueño se negó a participar militarmente en contra de los hermanos latinoamericanos. Ante la solidaridad manifiesta de Cuba y Puerto Rico a la guerra de independencia, España decidió reforzar el sistema represivo en las islas con el fin de evitar levantamientos revolucionarios, y logró retener las islas.

    Las colonias centroamericanas también se rebelaron contra España. De hecho, la primera provincia en declarar su independencia fue El Salvador. Al contrario de México, la rebelión centroamericana fue fundamentalmente elitista, y tuvo poca participación de los sectores populares. En 1823, el reino de Guatemala -compuesto por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica– declaró la independencia y en 1824,se organizó la República Federal Centroamericana. No obstante, la República Federal Centroamericana enfrentó serias dificultades que la llevaron finalmente al rompimiento que dio origen a las naciones que conocemos hoy. Para 1815, parecía que el movimiento independentista de las colonias españolas había fracasado. En 1816, las fuerzas expedicionarias de Pablo Morillo reprimieron con dureza a Nueva Granada y Venezuela. A pesar de la reacción antirevolucionaria, comenzaron a resurgir fuerzas de resistencia, como las guerrillas. El movimiento independentista renació con el gran triunfo de la batalla de Boyacá, con el cual se liberó Nueva Granada, y se proclamó la formación de la República de la Gran Colombia, compuesta por Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. Bolívar encargó la tarea de libertar al Ecuador al general Antonio José de Sucre, y ésta se completó en 1822.

    Mientras la lucha bolivariana se recrudeció en el norte de Sur América, en Chile, las fuerzas realistas dominaban la región, y correspondió a José de San Martín la liberación de este país. En la batalla de Chacabuco, de 1817, San Martín derrotó a los españoles, pero fue en la batalla de Maipú cuando San Martín logró la independencia de la región. El triunfo revolucionario en Chile permitió el establecimiento de un gobierno encabezado por O'Higgins, y con su apoyo, San Martín preparó la campaña para conquistar Perú. En ese mismo año, Agustín de Iturbide, en México, proclamó el Plan de Iguala, que declaró la independencia de México. El encuentro de Bolívar y San Martín se produjo en Guayaquil. Como resultado de la entrevista, San Martín renunció a sus cargos, volvió a Chile, y emigró definitivamente a Europa, Bolívar recurrió a Sucre para la liberación del Alto Perú. La batalla de Ayacucho puso fin a las guerras de independencia, y, con la independencia del Alto Perú, nació Bolivia.

    Al contrario de las guerras de Independencia de las colonias españolas, la independencia de Brasil no fue tan devastadora. Brasil se convirtió en la sede del gobierno portugués cuando Napoleón ocupó Portugal, y esta presencia fue importante en el desarrollo de la colonia: Río de Janeiro creció y se fortaleció económicamente, y Portugal permitió reformas económicas en Brasil que beneficiaron a los comerciantes brasileños. En el aspecto político, Brasil era regido como un estado autónomo; no obstante, en 1820, se produjo, en Portugal, un levantamiento que exigió la convocación a cortes y el retorno del rey Joao VI. Ante el retorno del rey, las cortes propusieron revocar el gobierno autónomo de Brasil, y esta situación provocó que el heredero al trono de Portugal, Pedro de Braganza -radicado en Brasil- se pronunciara en contra del gobierno de Portugal. Este determinó levantarse en rebelión, declaró la independencia, y se convirtió en el primer emperador de Brasil.

    Efectos de la guerra

    La lucha por la independencia tuvo serias implicaciones en los recién independizados territorios: la independencia no aseguró el fin de las guerras civiles, y los conflictos regionales se agudizaron luego de la guerra. Las tensiones sociales y raciales prevalecientes durante la guerra polarizaron las sociedades de los nuevos países. El poder político de las naciones independizadas fue débil, y promovió el desarrollo del caudillismo. Aunque la guerra terminó con el monopolio español, las naciones latinoamericanas quedaron a merced de la influencia económica de Estados Unidos e Inglaterra, que dominaban el mercado atlántico. Esto representó un problema adicional, pues el fuerte desarrollo económico de los norteamericanos resultaba demasiado competitivo para los países recién independizados. Además, en ellos, prevalecía un clima de confusión, desorganización e inestabilidad. Luego de la independencia, las naciones latinoamericanas atravesaron serias dificultades de tipo político y económico que más bien generaron la disgresión de los estados. Además, las potencias extranjeras (como Estados Unidos) veían con gran recelo la unidad latinoamericana, pues podía poner en peligro sus intereses sobre la región.

    Después de la independencia, Guatemala buscó apoyo en México como aliado para poder mantener la oligarquía en el poder. Gabino Gaínza declaró su anexión a México e inmediatamente, Iturbide envió un ejército al mando del general Vicente Filísola, que fue muy bien recibido en la capital del reino. Pero se produjo una disensión: El Salvador se sublevó contra los mexicanos, y el ejército de Filísola se dirigió hacia aquella provincia, a la cual pudo someter. A la caída de Iturbide, Filísola volvió a Guatemala, donde la situación había cambiado, y se encontró muchos más partidarios de la separación de México y de una independencia total. Propuso convocar un congreso para decidir lo que había de hacerse. El congreso, reunido el 24 de junio de 1823 en Guatemala, declaró la independencia total. El reino de Guatemala pasó a llamarse Provincias Unidas de Centroamérica, y se nombró un gobierno provisional de tres miembros, encabezado por el doctor Pedro Molina, con la misión de redactar una constitución.

    Cuando se redactó la constitución, de influencia norteamericana, en noviembre de 1824, el país pasó a llamarse República Federal Centroamericana. Esta estaba formada por cinco estados, que tenían, a su vez, poderes ejecutivos, legislativos y judiciales completamente autónomos dentro de sus límites territoriales. Las luchas de las oligarquías provinciales para mantenerse en el poder, y la de todos contra el intento centralizador de Guatemala, donde residía el gobierno nacional, llevaron a la disolución de la federación. El presidente, Manuel Arce, y el gobernador de cada provincia (en Costa Rica, Juan Mora Fernández; en Nicaragua, Manuel Antonio de la Cerda; en Honduras, Dionisio Herrera; en El Salvador, Juan Vicente Villacorta; en Guatemala, Juan Barrundia), todos ellos pertenecientes a la oligarquía terrateniente, organizaron gobiernos provinciales fuertes y poco a poco fueron separándose del gobierno central. Nicaragua, Honduras y Costa Rica se declararon independientes en 1838, Guatemala, en 1839, y El Salvador se independizó en 1841.

    Comienzo de la vida independiente

    Al concluir el siglo XIX, América Latina quedó dividida en 19 naciones y unos territorios incorporados, inmersos en un proceso de formación de nacionalidades que se caracterizará por la violencia que generará la política de los recién nacidos países, en torno a asuntos tales como la anarquía, los gobiernos dictatoriales y la definición de fronteras. Prácticamente todos los países latinoamericanos, menos Brasil, tendrán conflictos de esta naturaleza. La inexperiencia política de los criollos, junto con las luchas civiles y la ambición imperialista de otros países, propiciará la intervención continua de potencias extranjeras como los Estados Unidos e Inglaterra. Esta intervención será el precio que habrá que pagar por irse incorporando a la economía mundial, y al capitalismo europeo, en especial, con Inglaterra.

    Al concluir el proceso de liberación, cada una de las nuevas naciones se inició en el ejercicio de la vida independiente en circunstancias muy variadas. Por ejemplo, México sobresale por la complejidad y variedad de los problemas que tuvo que enfrentar, análogos a los que sufrió durante su vida colonial. Además, su posición geográfica lo coloca en una situación conflictiva, pues es, también, la frontera norte de América Latina, y el punto más propicio para la penetración de los países que quisieron apoderarse del control que había perdido España. En otros países, los procesos fueron menos intensos, más localistas, o más uniformes.

    México

    México inicia su vida independiente bajo el imperio de Iturbide, en 1821 pero, en 1824, promulgó su constitución, y se creó la República Federal de los Estados Unidos Mexicanos. Surgen dos bandos: los centralistas y los federalistas, quienes se debatirán el poder durante casi dos décadas. Durante la decada de 1830, ante la creciente inmigración de estadounidenses al territorio de Texas, el presidente Santa Anna ordena las fronteras texanas, por lo que surgió el conflicto de Texas: los texanos se declararon independientes, y Santa Anna atacó la región para reintegrarla a México. Logró su primera victoria en El Alamo pero, más tarde, fue derrotado. Como resultado, Estados Unidos se apoderó del territorio de Nuevo México y la Alta California. En un segundo enfrentamiento, los norteamericanos invadieron México. El tratado Guadalupe-Hidalgo devolvió la paz: México cedió el territorio desde el Río Grande hasta el Pacífico, y recibió 15 millones de dólares como indemnización.

    Tras años de continuas luchas por el poder, Santa Anna (caudillo del pueblo) respaldado por el clero y los grandes terratenientes regresó al gobierno, y se convirtió en dictador. Benito Juárez y otros líderes se rebelaron contra la dictadura de Santa Anna, quien fue derrotado y se exilió en Colombia en 1857. Surgieron nuevos ideales de reforma: separar la Iglesia y el Estado; secularizar la educación; reducir el poderío económico de la iglesia quitándole los bienes; impulsar la economía, y establecer un sistema de justicia apoyado por legislación aprobada por una asamblea representativa.

    Se promulgó una nueva constitución en 1857, y Juárez asumió el poder. Dicha constitución prohibía la esclavitud y las propiedades de la Iglesia: concedía la libertad de prensa; eliminaba los monopolios y establecía un gobierno democrático representativo.

    Chile

    La República de Chile comenzó su vida independiente en medio de una gran desorganización administrativa. El pueblo veía el cuerpo militar como la única salvación. Bernardo O'Higgins fue designado director del país. Su administración provocó malestar entre el pueblo, al eliminar los títulos nobiliarios, e intervenir en los asuntos eclesiásticos. Fundó escuelas y la biblioteca nacional. Tras ser obligado a renunciar, el país atravesó una época de anarquía durante la cual se abolió la esclavitud. La constitución de 1826 dividió al país en ocho provincias. Con la subida de Prieto al poder, comenzó una época de progreso y de orden. Se les concedió el voto a los varones mayores de veinticinco años que supieran leer y escribir, y, además, tuvieran propiedades. De 1841 a 1851, comenzó la expansión del comercio de las minas de cobre. Con Manuel Montt, el déspota ilustrado, el país continuó su acelerado progreso económico y cultural.

    Argentina

    Fuertes luchas por lograr la unificación territorial de las diferentes regiones argentinas entre federalistas y centralistas iniciaron la vida independiente de la república. Se convocó un congreso en Tucumán como último intento por salvar la unión pero no tuvo efecto. En 1829, se eligió gobernante a Manuel de Rosas, verdadero caudillo del pueblo. Rosas procuró equilibrar las diferentes clases sociales mientras dominó con mano férrea. En 1852, se presentó una constitución que integraba en un país a todas las regiones del antiguo Virreino de la Plata, hecho que trajo como consecuencia otra guerra civil, ante el rechazo que el documento sufrió entre algunos sectores que se oponían a la integración de un gobierno central. Bartolomé Mitre asumió el poder, seguido por Domingo Faustino Sarmiento, y otra guerra civil. En 1880, Buenos Aires fue proclamada capital de la república. A partir de entonces, se terminó la guerra con los indios, se ocupó y colonizó el desierto, se construyeron líneas ferrocarrileras, se fomentó la agricultura, se establecieron el matrimonio civil y la ley de educación.

    Cuba

    Cuba continuó siendo colonia española hasta 1898, cuando pasó a ser posesión de los Estados Unidos, durante la Guerra Hispanoamericana. El sentimiento separatista se había hecho sentir en la isla, pero Cuba siguió luchando su independencia y la consiguió.

    Problemas fundamentales de la vida independiente

    Durante el siglo XIX, los gobiernos de los países recién independizados se vieron influidos por las fuerzas militares, la sucesión dinástica en el gobierno, las técnicas de gobierno no delimitadas, los golpes de estado, el exilio de los ciudadanos más capaces, y el constante fracaso de las constituciones

    En el momento de tomar las riendas de los nuevos estados americanos, el elemento criollo no estaba preparado para dirigir el país. Las guerras de independencia fueron encabezadas por hombres dedicados a la carrera militar, que dominaban las técnicas de mando pero que apenas poseían cualidades o principios de administración pública. Como consecuencia de sus victorias militares, controlaron las masas populares, y fueron convirtiéndose en caudillos del pueblo, como Simón Bolívar y José de San Martín. Hubo líderes buenos y malos, pertenecientes a todas las clases sociales, del pueblo o de la clase alta, pero todos con algo en común: su preocupación por la patria. La mayoría de las veces, empezaron luchando por causas nobles, aunque terminaran imponiendo su voluntad, por fuerza o por doctrina, para mantenerse en el poder.

    El dictador, por lo general, llegaba al poder después de derrocar el régimen existente. Las dictaduras toman auge en América Latina en las cercanías del siglo XIX.

    La diferencia entre ambos líderes, el caudillo y el dictador, estriba en la forma en que llegan al poder: el caudillo recibía el apoyo de las masas del pueblo, era un líder natural, y tenía grandes sectores del pueblo incondicionalmente a sus órdenes. Por el contrario, el dictador era un líder que se apoyaba en las fuerzas militares para ejercer el control de la región. Su gobierno, tiránico y totalitario, menospreciaba o ignoraba el poder legislativo. Tanto uno como el otro promovieron inestabilidad política durante los años posteriores a la independencia.

    La única excepción fue Brasil ya que, una vez logró su independencia de Portugal, llevó una vida pacífica libre de dictaduras durante todo el siglo XIX. Esta situación permitió al país iniciar una vida independiente más productiva que la de otras regiones. Como resultado, el desarrollo económico que alcanzó el país durante el siglo XIX fue más sólido.

    En el siglo XX

    México

    El 18 de Julio de 1872 fallece el presidente Lic. Benito Juárez, declarado Benemérito de las Américas, y, tras de ocupar la Presidencia de la República el Lic. Sebastián Lerdo de Tejada, se proclama el plan de Tuxtepec y el 28 de Noviembre de 1876 asume la Presidencia por primera vez el Gral. don Porfirio Díaz, quien, olvidándose de las viejas causas liberales por las cuales combatiera tan brillantemente, principia por establecer una dictadura patriarcal, que si bien da al país 30 años de paz, pronto degenera y crea una casta de privilegiados que se confabulan con la aristocracia de caciques, hacendados y latifundistas que explotan y oprimen al pueblo.

    Por un período muy corto está en la presidencia Manuel González y en 1880 regresa Porfirio Díaz a ocuparla nuevamente. En las siguiente elecciones estaban, Francisco I. Madero candidato del Partido Antireleccionista en contra de Porfirio Díaz y Madero fue hecho prisionero en San Luis Potosí mientras se realizaban las elecciones.

    Díaz se reeligió y Madero escapó de la cárcel y se refugio en San Antonio, Texas donde dio a conocer el Plan de San Luis. En él declara nulas las elecciones desconocía al régimen de Díaz, exigía el sufragio efectivo y la no reelección y, señalaba el 20 de Noviembre de 1910 para que el pueblo se levantara en armas contra el tirano.

    Al llamado Plan de San Luis, se pronunciaron hombres como Pascual Orozco, Pancho Villa, Emiliano Zapata etc. La insurreción se extendió poco a poco por todo el País. En Mayo de 1911 cayó Ciudad Juárez en poder de los maderístas. Debilitado el gobierno de Díaz entra en negociaciones y el 25 del mismo mes el dictador presentó su renuncia y abandonó el país el 25 de mayo de 1911.

    La revolución Maderista del 20 de noviembre de 1910 derrotó al dictador Porfirio Díaz y logró sentar en la Presidencia con sufragios efectivos a don Francisco I. Madero. En Coahuila don Pablo González, el viejo magonista, y estando de acuerdo con don Francisco I. Madero y con Venustiano Carranza para lanzarse contra la Dictadura Porfirista, lo hizo pronunciándose al grito de "!Viva Madero!" el 22 de enero de 1911 en el Puerto del Carmen, del Municipio de Nadadores, Coahuila, al frente de muchos después connotados jefes como Francisco Murguía, Cesáreo Castro, Idelfonso V. Vázquez, Teodoro Elizondo y muchos más.

    Francisco I. Madero inmaculado prócer y mártir de la democracia a partir de los Tratados de Ciudad Juárez del 10 de mayo de 1911 y con la renuncia de don Porfirio Díaz, dejó como presidente interino al Lic. Francisco León de la Barra y al antiguo Ejército Federal porfirista según acuerdos en pie, error tremendo que criticó don Venustiano Carranza: "Revolución que tranza, Revolución que se pierde".

    Por otra parte, los Porfiristas reclamaban sus antiguos privilegios; los zapatistas exigían el reparto de tierras; la prensa lo atacaba a diario y las rebeliones de Félix Díaz y Bernardo Reyes, independientes entre sí, confluyeron en la llamada Decena Trágica para asentarle el golpe definitivo a Madero.

    Chile

    En 1946 ganó las elecciones Gabriel González Videla, líder del Partido Radical, apoyado por una coalición de izquierda cuyos principales componentes eran su propia agrupación y el Partido Comunista. Videla nombró a tres comunistas para ocupar carteras ministeriales, pero la coalición consiguió mantenerse apenas seis meses, ya que los ministros comunistas, con frecuencia enfrentados con los demás miembros del gabinete, fueron destituidos en abril de 1947. Hacia finales del mismo año, Chile rompió relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. En 1948 centenares de comunistas fueron encarcelados en virtud de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, que proscribió al Partido Comunista. Poco después fue sofocada una rebelión militar encabezada por el antiguo presidente Ibáñez. Durante los años siguientes fueron frecuentes las manifestaciones sociales y sindicales. En 1951 se produjeron huelgas en casi todos los sectores de la economía. Al año siguiente, la reacción popular contra los partidos tradicionales tuvo como consecuencia la elección del general independiente Carlos Ibáñez, quien restauró el orden en cierta medida, aunque no pudo solucionar los problemas económicos y sociales. En 1958 asumió la presidencia Jorge Alessandri, y propuso un plan de diez años que establecía reformas fiscales, proyectos de infraestructura y la reforma agraria. En 1964 rompió relaciones diplomáticas con Cuba, aunque restableció los vínculos con la Unión Soviética. En 1960, un maremoto y un terremoto sacudieron al país provocando enormes daños y miles de muertos, especialmente en la zona de Valdivia. En las elecciones presidenciales de 1964, el antiguo senador Eduardo Frei Montalva, candidato de la centrista Democracia Cristiana, derrotó a una coalición de izquierdas. Las importantes reformas de Frei, como la nacionalización parcial del sector del cobre (la denominada ‘chilenización del cobre’), provocaron la insatisfacción de algunos sectores de la derecha, lo que desembocó en una violenta oposición política. Al aproximarse las elecciones presidenciales de 1970, la oposición de izquierda se coaligó en la Unidad Popular. Nombró candidato a Salvador Allende quién ganó las elecciones y comenzó rápidamente a cumplir sus promesas electorales, orientando al país hacia el socialismo (con su popular lema "vía chilena al socialismo". Se instituyó el control estatal de la economía, se nacionalizaron los recursos mineros, los bancos extranjeros y las empresas monopolistas, y se aceleró la reforma agraria. Además, Allende lanzó un plan de redistribución de ingresos, aumentó los salarios e impuso un control sobre los precios. La oposición a su programa político fue muy vigorosa desde el principio y hacia 1972 se había producido una grave crisis económica y una fuerte polarización de la ciudadanía. La situación empeoró aún más en 1973, cuando el brutal incremento de los precios, la escasez de alimentos (provocada por el recorte de los créditos externos), las huelgas y la violencia llevaron al país a una gran inestabilidad política. Esta crisis se agravó por la injerencia de Estados Unidos, que colaboró activamente por desgastar al régimen de Allende. El 11 de septiembre de 1973 los militares tomaron el poder mediante un golpe de Estado, pereciendo Allende en la defensa del palacio presidencial. (La opinión generalizada es que Allende se suicidó durante el asalto al palacio de la Moneda).

    Argentina

    A principios del s. XX se manifestó la necesidad de reformar el sistema político en un sentido democrático. En la presidencia de Roque Sáenz Peña se aceptó una nueva ley electoral que desde 1912 permitió fundamentales renovaciones. Distintos matices de la democracia argentina se personificaron en Juan B. Justo, Lisandro de la Torre e Hipólito Yrigoyen. Éste asumió la presidencia en 1916 como representante de los radicales. Lo sucedió en 1919 Marcelo T. de Alvear, pero en 1928 Yrigoyen volvió al poder. En 1930 un movimiento armado derrocó el régimen constitucional y puso en el poder al general José Félix Uriburu. Varios presidentes se sucedieron en un período turbulento en el que se adoptaron políticas cada vez más conservadoras y autoritarias. Presionado por los Estados Unidos, el gobierno de Pedro P. Ramírez declaró la guerra a Alemania y Japón en 1944. En las elecciones presidenciales de 1946 triunfó el entonces coronel Juan D. Perón, que fue reelegido para el período 1952-1958. En septiembre de 1955, la revolución encabezada por el general Eduardo Lonardi lo obligó a renunciar a su cargo. En febrero de 1958 fue elegido presidente constitucional para el período 1958-1964 Arturo Frondizi, quien no consiguió detener la crisis económica que asolaba al país desde 1950. A partir de 1962, cuando fue destituido Frondizi por las fuerzas armadas, se sucedieron diversos gobiernos militares y civiles. Perón volvió al poder en 1973, y tras su muerte, ocurrida al año siguiente, lo sucedió en la presidencia su esposa, María Estela Martínez. Continuaron aumentando los problemas económicos y los conflictos sociales, y en 1976 un golpe de estado dio el poder a una junta militar, presidida sucesivamente por Jorge Rafael Videla, Roberto Viola y Leopoldo F. Galtieri. El 2 de abril de 1982 las fuerzas armadas argentinas recuperaron las islas Malvinas, en posesión británica. La derrota ante la armada británica trajo como consecuencia la caída del gobierno castrense. Raúl Alfonsín asumió la presidencia en 1983 e intentó infructuosamente sanear la economía nacional, agobiada por la falta de inversiones y el endeudamiento externo. En 1989 las elecciones dieron el triunfo al peronista Carlos Saúl Menem. Su objetivo fundamental fue recuperar la disciplina económica y atraer la inversión. Durante su gobierno se redujo la inflación y la economía se recuperó.

    Cuba

    Desde 1909 la vida política de Cuba se desenvolvió normalmente, con las alternativas de algunos movimientos armados. Desde 1933 se hizo sensible la gravitación política de Fulgencio Batista, triunfante en la revolución del 4 de septiembre de ese año y presidente de 1940 a 1944. Batista volvió a la presidencia en 1952, encabezando un movimiento armado, gobernando desde entonces tiránicamente. En 1956, Fidel Castro desembarcó en la isla, iniciando un movimiento revolucionario que en dos años derrocó a las autoridades constituidas. Castro entró en la Habana en enero de 1959. El primer presidente revolucionario, Manuel Urrutia Lleó, debió renunciar a corto plazo por oponerse a las influencias comunistas dentro de su gobierno. Bajo la presidencia de Osvaldo Dorticós Torrado, Fidel Castro proclamó en 1961 la "República Socialista". Entre las medidas decretadas desde entonces figuraron la reforma agraria, la reforma urbana, la nacionalización de la educación, la reorganización del poder ejecutivo, la supresión de las elecciones y el mejoramiento de la flota mercante. Durante las décadas de 1960 y 1970, Cuba se convirtió en un país satélite de la Unión Soviética, encargándose de exportar la revolución comunista al Tercer Mundo. Al iniciarse los años ochenta, había tropas cubanas en Angola y Etiopía, y Cuba prestaba ayuda a gran cantidad de movimientos guerrilleros en América latina. Para desligarse de su imagen de mero seguidor de la URSS, Castro asumió un papel de liderazgo en el movimiento de países no alineados. La caída del comunismo, primero, y la posterior desaparición de la Unión Soviética (1991) supusieron el aislamiento político y económico de Cuba. En 1993 el presidente Castro anunció medidas para liberalizar la economía, la cual se encontraba sumida en una profunda crisis.

    DESARROLLO

    Los dictadores

    México

    Porfirio Díaz

    Porfirio Díaz, militar y político mexicano, presidente de la República (1876-1880; 1884-1911), cuyo ejercicio del poder ha dado nombre a un periodo de la historia de México conocido como Porfiriato. Nació en Oaxaca y se alistó en el Ejército, participando en tres guerras: la guerra mexicano-estadounidense (1846-1848); la guerra civil (1858-1861) entre liberales y conservadores, llamada guerra de Reforma, en la que apoyó la causa liberal de Benito Juárez y la guerra patriótica (1863-1867) contra Maximiliano I, archiduque de Austria y emperador de México.

    Díaz no alcanzó la presidencia de México frente a Juárez en 1867, ni tampoco en 1871. Después de cada derrota encabezó sendas e infructuosas rebeliones militares, mediante las que pretendía alcanzar el poder. En 1876 protagonizó una prolongada serie de acciones militares y derrocó al presidente Sebastián Lerdo de Tejada, asumiendo la presidencia de la República. Según la Constitución mexicana, Díaz no podía permanecer en la presidencia durante dos mandatos consecutivos por lo que tuvo que renunciar en 1880 aunque continuó en el gobierno como secretario de Fomento. Fue reelegido en 1884 y consiguió la aprobación de una enmienda a la Constitución que permitía la sucesión de mandatos presidenciales, permaneciendo en el poder hasta 1911.

    Al frente de México, casi como delegado divino, Porfirio Díaz… Don Porfirio, que era, para la generación adulta entonces, una norma del pensamiento sólo comparable a las nociones del tiempo y del espacio, algo como una categoría kantiana. Atlas que sostenía la República, hasta sus antiguos adversarios perdonaban en él al enemigo humano, por lo útil que era, para la paz de todos, su transfiguración mitológica.

    A la cultura de la Revolución Mexicana la anteceden los treinta y tantos años de dominio avasallador del general Porfirio Díaz, décadas de arraigo profundo de una interpretación reverente (tanto activa como pasiva) del autoritarismo. Que el nombre del dictador bautice o sintetice el periodo se explica con facilidad y no sólo por razones políticas. Comparten rasgos una persona (Porfirio Díaz), una élite política e intelectual (el grupo conocido como los "científicos" y sus alrededores literarios) y lo más visible y reconocible de una época. Tienen en común el orden impuesto a como dé lugar; la estricta jerarquización del sistema político y la existencia cotidiana; la devoción ante el modelo europeo (del que adoptan los rasgos externos, el cuidado de la apariencia, el fetichismo de la respetabilidad); la fe en un progreso constituido de modo tangible con ferrocarriles y fábricas y empréstitos y reconocimiento de los demás estados; las vagas líneas divisorias entre decoro y decoración.

    Su régimen estuvo marcado por logros importantes, pero también por un gobierno severo. Durante el mandato de Díaz, la economía de México se estabilizó y el país experimentó un desarrollo económico sin precedentes: se invirtió capital extranjero (sobre todo estadounidense) en la explotación de los recursos mineros del país; la industria minera, la textil y otras experimentaron una gran expansión; se construyeron vías férreas y líneas telegráficas; y el comercio exterior aumentó aproximadamente en un 300%. Por otra parte, los inversores extranjeros agotaron gran parte de la riqueza del país, casi todos los antiguos terrenos comunales (ejidos) de los indígenas pasaron a manos de un pequeño grupo de terratenientes, y se extendió la pobreza y el analfabetismo. Las manifestaciones del descontento social fueron reprimidas por Díaz con mano de hierro, hasta que se produjo la Revolución de 1911, encabezada por Francisco Ignacio Madero. Díaz fue obligado a dimitir y a abandonar el país. Murió en el exilio, en París.

    Chile

    Augusto Pinochet Ugarte.

    Augusto Pinochet Ugarte, político y militar chileno, jefe del Estado (1973-1990). Nació en Santiago y estudió en la Academia Militar de Chile. Tras sucesivos y constantes ascensos de graduación, fue nombrado general de brigada durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964-1970). En la época presidencial de Salvador Allende fue comandante de la guarnición de Santiago y, en 1972, se le designó comandante en jefe del Ejército. Protagonizó el golpe de Estado de 1973, apoyado desde Estados Unidos, que culminó con el derrocamiento y la muerte de Allende. Pronto, como jefe de la Junta de Gobierno, limitó la actividad política y su régimen de represión y autoritarismo fue condenado por la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, en 1977.

    En 1980, una Constitución promovida por él le confirmó en el poder para un periodo de ocho años; dicha Constitución también declaraba que, al final de ese lapso, se celebraría un plebiscito para determinar si debía continuar en el desempeño de la jefatura del Estado. El referéndum tuvo lugar en octubre de 1988 y le negó el derecho a prolongar su presidencia a partir de marzo de 1990 (los votos fueron del 55% en contra de su prórroga presidencial y el 43% a favor), aunque se mantuvo en su cargo de comandante en jefe del Ejército. El 7 de enero de 1998, la Cámara de Diputados aprobó una declaración de rechazo a la inminente incorporación de Pinochet al Senado, tras su retirada de la jefatura del Ejército, la cual tuvo lugar, el 10 de marzo de ese año.

    Augusto Pinochet Ugarte suspendió inmediatamente la Constitución, disolvió el Congreso, impuso una estricta censura y prohibió todos los partidos políticos. Asimismo, lanzó una fuerte campaña represiva contra los elementos izquierdistas del país: miles de personas fueron arrestadas y centenares de ellas ejecutadas o torturadas; muchos chilenos se exiliaron, mientras que otros pasaron largos años en prisión o se dieron por desaparecidos.

    Durante los años siguientes, la Junta Militar gobernó al país con gran rigor, aunque hacia finales de la década pudo apreciarse una cierta apertura. En 1978 se levantó el estado de sitio (aunque siguió en vigor el estado de emergencia) e ingresaron más civiles en el gabinete. Sin embargo, Chile siguió siendo esencialmente un Estado policial. Una nueva Constitución, la de 1980, sometida a referéndum el día del séptimo aniversario del golpe militar, legalizó el régimen hasta 1989; Pinochet inició en marzo de 1981 un nuevo periodo de gobierno, ahora como presidente, con una duración de ocho años.

    En el ámbito económico, el gobierno de Pinochet aplicó medidas de austeridad que provocaron el recorte de la inflación y una mayor producción entre 1977 y 1981. No obstante, a partir de 1982, la recesión mundial y la caída de los precios del cobre provocaron un retroceso de la economía chilena. En 1983 se produjeron amplias protestas contra el gobierno, seguidas de una serie de atentados en las grandes ciudades. El aumento de la tensión popular y el progresivo deterioro de la economía llevaron a Pinochet a reinstaurar el estado de sitio en noviembre de 1984. A finales de ese mes, se firmó un tratado con Argentina, en el que se ratificaba la soberanía chilena sobre tres islas del canal de Beagle (Picton, Nueva y Lennox). En septiembre de 1986, tras un fallido intento de atentar contra la vida de Pinochet, se desarrolló por parte del gobierno una nueva campaña represiva.

    En agosto de 1988 se levantó finalmente el estado de emergencia y dos meses después se permitió a los chilenos organizar un plebiscito sobre si debía o no prorrogarse hasta 1997 el mandato de Pinochet, que terminaba en marzo de 1989. A pesar de que casi el 55% del electorado votó por el "no", el mandato de Pinochet se prorrogó automáticamente hasta marzo de 1990, a la espera de la celebración de las elecciones presidenciales y legislativas. En diciembre de 1989, durante los primeros comicios presidenciales en 19 años, los votantes eligieron por mayoría al candidato demócrata cristiano Patricio Aylwin, quien dio inicio al proceso de transición a la democracia, promovió una serie de reformas económicas y nombró una comisión para investigar las violaciones de los derechos humanos cometidas por el régimen de Pinochet. Las reformas económicas iniciadas por Aylwin permitieron que más de un millón de chilenos salieran de la pobreza. En las elecciones presidenciales de 1993, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, hijo del antiguo presidente Eduardo Frei Montalva, resultó triunfador.

    En 1994 Chile solicitó su entrada en el Tratado de Cooperación Económica Asia-Pacífico (CEAP) y en el Tratado de Libre Comercio Norteamericano (NAFTA). En 1996 el gobierno de Eduardo Frei logró la integración de Chile en el Mercado Común del Sur (Mercosur).

    En las elecciones legislativas de diciembre de 1997, la Concertación de Partidos por la Democracia (integrada por la Democracia Cristiana, el Partido Socialista, el Partido por la Democracia y el Partido Radical Socialdemócrata) alcanzó la mayoría en el Congreso de los Diputados. Sin embargo, y a diferencia de las elecciones de 1993, la derechista Unión por Chile consiguió aumentar sus escaños. En el Senado se consolidó también el bloque de derechas, lo que impedirá llevar a cabo reformas democráticas en la Constitución de 1980, aprobada durante la dictadura.

    Un mes después, en medio de duras críticas y acusaciones contra Augusto Pinochet, senador vitalicio a partir de marzo de 1998, el presidente Eduardo Frei destituyó a su ministro de Defensa, Edmundo Pérez Yoma, por mantener una postura demasiado cercana al militarismo y al ex-general.

    Argentina

    Peronismo

    El peronismo es un movimiento político argentino de carácter populista surgido en 1945 y liderado por Juan Domingo Perón. Integrado por corrientes muy diversas, que con el tiempo originarían profundas contradicciones en su seno, y sin la cohesión de un programa ideológico definido, el peronismo se centró en la personalidad y en la obra de Perón.

    La victoria del peronismo en las elecciones del 26 de febrero de 1946 se apoyó fundamentalmente en el voto de los pequeños y medianos propietarios, en el de los trabajadores y en el de la burguesía industrial. Esta coalición política supo aprovechar los intereses de los nuevos sectores sociales que el proceso de industrialización había conformado. Apoyado institucionalmente en el Ejército y en los sindicatos, el peronismo persiguió la creación de un capitalismo nacional independiente. Dio un decidido impulso a la industria del país, se nacionalizaron importantes sectores de la misma, hasta entonces en manos de capital extranjero, y se invirtieron grandes cantidades en obras públicas. La política social, dinamizada por la fuerte personalidad de María Eva Duarte de Perón (Evita), reportó importantes avances laborales, que culminaron con la proclamación de los Derechos del Trabajador, y mejoras sociales como el sufragio femenino o la construcción de miles de escuelas y centros de salud.

    Uno de los objetivos principales del peronismo fue la disminución de las desigualdades y la búsqueda de una conciliación de clases que evitara los conflictos sociales. Hasta la década de 1950, el gobierno justicialista de Perón desarrolló su política con éxito, pero, a partir de estas fechas, las dificultades y la pérdida de apoyos debilitaron al movimiento peronista, que exhibió desde entonces una tendencia más acentuada hacia el autoritarismo. Hacia 1952, dos malas cosechas consecutivas provocaron la disminución de la capacidad exportadora, que, junto al aumento de la inflación y de la especulación, determinaron una crisis económica, agravada por la falta de reservas del Banco Central y por el endeudamiento exterior.

    La presión de la oligarquía; el acoso de la burguesía industrial, que había visto frustradas sus expectativas; la oposición de la Iglesia, que no aceptaba medidas como la ley del divorcio o la legalización de los matrimonios civiles; el descontento de algunos sectores del Ejército; la muerte de Eva Duarte, que privaba al peronismo de su figura más popular, y la ruptura del bloque de fuerzas que lo conformaba fueron, en conjunto, motivos que debilitaron el gobierno de Perón y forzaron su retirada del poder en 1955. Sin embargo, el peronismo, como corriente política, logró mantenerse y resistir durante la dictadura militar. Tras el triunfo del Frente Justicialista en 1973, el peronismo retomó el poder, convocó nuevos comicios y situó a su líder en la presidencia. La muerte de Perón (1974) agudizó los enfrentamientos internos.

    En 1976, un golpe de Estado militar desalojó del gobierno a los peronistas. La recuperación del poder por los peronistas se consiguió en 1989, seis años después de la restauración de la democracia en Argentina —y del triunfo del radicalismo en las elecciones democráticas de 1983—, de la mano de Carlos Saúl Menem, líder del peronismo y desde entonces presidente de Argentina.

    Juan Domingo Perón

    Juan Domingo Perón (1895-1974), político argentino, fundador del peronismo (movimiento político actualmente aglutinado en el Partido Justicialista), presidente de la República (1946-1952; 1952-1955; 1973-1974) y una de las figuras latinoamericanas más destacadas del siglo XX, que llevó a cabo importantes cambios en la política de Argentina.

    Nació en Lobos (provincia de Buenos Aires) el 8 de octubre de 1895, y estudió en el Colegio Militar (1911-1913) y en la Escuela Superior de Guerra (1926-1929). En 1930 participó en un levantamiento militar que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen, y fue nombrado secretario privado del ministro de la Guerra (1930-1935). Más tarde impartió clases en la Escuela Superior de Guerra, pasó un año en Chile como agregado militar, publicó cinco libros sobre historia militar y viajó a Italia para estudiar métodos militares alpinos. A su regreso a Argentina en 1941, Perón, admirador del dictador fascista italiano Benito Mussolini, fundó el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), que en 1943 protagonizó un golpe de Estado que depuso a Ramón Castillo y procedió a transformar el movimiento sindical, debilitando la influencia que ejercían sobre él los partidos de izquierdas, para lo que promulgó nuevas leyes, reformó las existentes y creó nuevos sindicatos. Alcanzó popularidad entre las clases obreras, pero según crecía su poder (fue nombrado vicepresidente de la República además de ministro de la Guerra) aumentaba la oposición entre las Fuerzas Armadas. El 9 de octubre de 1945 fue obligado a dimitir de sus cargos, siendo detenido y encarcelado. La dimisión de Perón provocó una crisis de gobierno que fue resuelta el 17 de octubre, cuando sus seguidores sindicalistas, especialmente la Confederación General del Trabajo (CGT), lograron su puesta en libertad. Cuatro días más tarde, Perón, que era viudo, se casó con su compañera, María Eva Duarte, más conocida por el nombre de 'Evita', quien, como primera dama de la Argentina, dirigió las relaciones sindicales y los servicios sociales puestos en marcha por el gobierno de su marido, hasta su prematura muerte en 1952. Adorada por las masas, influyó para que se estableciera el sufragio femenino (logrando la integración de la mujer en la vida política argentina) y fue, más que nadie, la responsable de la popularidad del régimen de Perón (quien manejaba a las masas con consumada habilidad). En octubre de 1946, Perón promulgó un ambicioso plan quinquenal para la expansión de la economía, que consistía principalmente en utilizar el gasto público como medio para reactivar el mercado luego de la recesión por la que había pasado.

    Tras una campaña electoral represiva y violenta, Perón fue elegido presidente en 1946, con el 56% de los votos. Creador de su propio movimiento, el peronismo, siguió políticas sindicalistas, nacionalistas y populistas, con la ayuda de su esposa, que pasó a ser un destacado miembro influyente, pero informal, de su gobierno. Sin embargo, a principios de la década de 1950 comenzaron a disminuir las ventajas de que gozaba la clase trabajadora de las ciudades. La muerte de Evita (1952), las dificultades económicas, la creciente agitación laboral y la excomunión de Perón por parte de la Iglesia católica debilitaron aún más su gobierno. Su derrocamiento a manos del Ejército, en 1955, fue reflejo del rechazo popular a su gobierno dictatorial. Sin embargo, durante sus 18 años de exilio, Perón contó con la adhesión de los sindicatos y su influencia en la política de Argentina, apoyando a sus seguidores en su intento por alcanzar el poder. Finalmente, se le permitió regresar a Argentina, una vez que los peronistas, agrupados en el Frente Justicialista de Liberación, vencieron en las elecciones presidenciales de 1973, y fue reelegido presidente, con su tercera esposa, María Estela Martínez de Perón, como vicepresidenta. Murió, en el ejercicio de ese cargo, el 1 de julio de 1974, sustituyéndole al frente de la presidencia su esposa.

    Carlos Saúl Menem

    Carlos Saúl Menem, político argentino, presidente de la República (1989-hasta ahora ), el primero que accedió al cargo, desde 1928, siguiendo los cauces constitucionales de sucesión del anterior jefe de Estado.

    Nacido el 2 de julio de 1930 en Anillaco (La Rioja), hijo de inmigrantes sirios, fue educado como musulmán suní. En su adolescencia, se convirtió al catolicismo e inició su actividad política cuando realizaba sus estudios universitarios. A los 25 años, se licenció en derecho por la Universidad de Córdoba. Miembro del Partido Justicialista (la organización política del peronismo), en 1955 fundó las Juventudes Peronistas. Al año siguiente, fue encarcelado por su participación en el intento de restablecer en el poder al desterrado Juan Domingo Perón, y se convirtió en asesor legal de la Confederación General del Trabajo (CGT), el sindicato peronista, función que desempeñaría hasta 1970. En las elecciones de 1962, se presentó candidato al cargo de gobernador adjunto de su provincia natal de La Rioja, pero el golpe militar que derrocó al presidente Arturo Frondizi malogró la aplicación práctica de los resultados de los comicios. Sin embargo, en 1963 fue elegido presidente provincial del Partido Justicialista.

    En 1973, tras el regreso al poder de Perón, Menem venció en los comicios para elegir gobernador de la provincia de La Rioja. Fue encarcelado en 1976, cuando la presidenta María Estela Martínez de Perón, viuda y sucesora del dictador, resultó derrocada por un golpe militar que supuso el acceso al poder de la Junta Militar presidida por Jorge Rafael Videla, y no salió en libertad hasta 1981.

    Reelegido gobernador de La Rioja en 1983 y 1987, al año siguiente recibió la nominación peronista para la candidatura presidencial. En mayo de 1989, fue elegido presidente de la República tras vencer a E. C. Angeloz, el candidato de la Unión Cívica Radical. Sustituyó, por tanto, a Raúl Alfonsín (el primer presidente elegido democráticamente después del lapso dictatorial que había transcurrido desde 1976 hasta 1983), con lo que se confirmaba el pleno retorno a la democracia en Argentina, al producirse, en julio de 1989, la primera transición plenamente constitucional desde hacía 71 años. Figura hasta cierto punto extravagante, describió la corriente política a la que pertenecía desde su irrupción en la vida pública, el peronismo, con los calificativos de: nacionalista, populista, humanista, socialista y cristiana. Menem trabajó desde el principio de su mandato para reformar la estructura del Estado, privatizar el sector público industrial, alcanzar un mercado libre, profundizar en el perdón a los militares implicados en la dictadura (en diciembre de 1990, su gobierno concedió el indulto a los miembros de las distintas juntas militares) y restablecer relaciones con Gran Bretaña tras la guerra de las Malvinas (1982). En 1991, el gobierno de Menem se unió a los de Brasil, Paraguay y Uruguay para firmar el Tratado de Asunción, que confirmó la intención de estos países de crear el Mercado Común del Sur (Mercosur). En 1992, el mismo año en que se reanudaron las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña, Menem ordenó que se hicieran públicos todos los expedientes secretos sobre las actividades nazis en Argentina posteriores a la II Guerra Mundial. Dos años más tarde, Argentina se adhirió al Tratado de Tlatelolco (cuyo acuerdo original databa de 1967) y entró, por tanto, a formar parte del Organismo para la Proscripción de Armas Nucleares de América Latina (OPANAL).

    En mayo de 1995, tras lograr un año antes la reforma constitucional que le permitía renovar mandato, resultó reelegido presidente de la República, y el Partido Justicialista obtuvo la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados; su victoria se basó en la estabilidad económica de que gozaba el país, lo que beneficiaba a las clases altas, así como en el arraigo del peronismo en las clases populares. En febrero de 1997, Menem se autodescartó para presentarse a un tercer mandato, lo que habría provocado una nueva reforma constitucional, ya que la última sólo permitía dos mandatos consecutivos. En las elecciones de octubre de ese año, que, entre otros cargos, renovaban parcialmente la Cámara de Diputados, el peronismo fue ampliamente derrotado por la Alianza por el Trabajo, la Educación y la Justicia (formada por la Unión Cívica Radical y el Frepaso), con lo que el gobierno de Menem vio complicados sus dos últimos años en el poder.

    Cuba

    Fidel Castro

    Fidel Castro (1927-y aún sigue ), político cubano, principal dirigente de la República desde 1959, artífice de la Revolución Cubana y uno de los más destacados líderes de Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XX. Nacido el 13 de agosto de 1927 en Mayarí, hijo natural de un inmigrante español, plantador de azúcar, Castro se afilió al Partido del Pueblo Cubano en 1947, y se doctoró en leyes por la Universidad de La Habana en 1950. Después de que Fulgencio Batista se hiciera con el control del gobierno cubano en 1952 y estableciera una dictadura en el país, Castro se convirtió en el líder del grupo Movimiento, una facción antigubernamental clandestina cuyas acciones culminaron con el asalto al cuartel de Moncada (en Santiago de Cuba) el día 26 de julio de 1953, hecho por el cual fue encarcelado. En el juicio subsiguiente se hizo cargo de su propia defensa, cuyo alegato se manifestó por medio de un discurso (la historia me absolverá) que, más tarde, se convertiría en una importante consigna política para los revolucionarios.

    Condenado a 15 años de prisión, fue amnistiado en 1955, y se exilió sucesivamente en Estados Unidos y México, donde fundó el Movimiento 26 de Julio. El 2 de diciembre de 1956, regresó a Cuba con una fuerza de 82 hombres, de los cuales 70 murieron en combate nada más desembarcar desde el barco Granma en la playa de las Coloradas, en el extremo suroccidental de la isla. Castro, su hermano Raúl y Ernesto Che Guevara se encontraban entre los 12 supervivientes. Con su base principal en sierra Maestra, donde habían conseguido internarse los revolucionarios dirigidos por Fidel Castro, el Movimiento 26 de Julio fue ganando apoyo popular, principalmente en los ámbitos estudiantiles (Directorio 13 de Marzo), y en diciembre de 1958, con respaldo del Partido Popular Socialista, avanzó hacia La Habana, ciudad de la cual hubo de huir Batista el 1 de enero de 1959 y en la que entró el propio Castro siete días después, acto que pondría colofón al definitivo triunfo de la Revolución Cubana. Castro se declaró a sí mismo primer ministro en febrero de 1959, cargo que ostentó hasta 1976, en que asumió la presidencia del Consejo de Estado, que según la nueva Constitución de diciembre de ese año englobaba la jefatura del Estado y del gobierno.

    Fracasado su intento de establecer relaciones diplomáticas o comerciales con Estados Unidos, negoció acuerdos sobre armamento, créditos y alimentos con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y llevó a cabo la depuración de sus rivales políticos. Nacionalizó los recursos cubanos, afrontó una profunda reforma agraria basada en la colectivización de propiedades y estableció un Estado socialista de partido único (el Partido Unido de la Revolución Socialista, que en 1965 pasaría a denominarse Partido Comunista Cubano y cuya secretaría general asumiría el propio Castro), que llevó a un gran número de cubanos ricos al exilio. Estados Unidos vio con disgusto cómo el nuevo régimen embargaba las empresas de titularidad estadounidense, y en 1960 anuló los acuerdos comerciales que mantenía, a lo que Castro respondió en septiembre de ese año con la Primera declaración de La Habana, reafirmando la soberanía cubana frente al imperialismo estadounidense. Un grupo de exiliados cubanos recibió el respaldo del gobierno de Estados Unidos, en un infructuoso intento por derrocarlo que tuvo lugar en abril de 1961 y pasó a ser conocido como el desembarco de bahía de Cochinos.

    Desde ese momento, Castro se alineó abiertamente con la URSS, dependiendo cada vez más de su ayuda económica y militar. En 1962, estuvo a punto de producirse una guerra nuclear, cuando la URSS situó en Cuba cabezas nucleares de alcance medio, ante la oposición estadounidense. La llamada crisis de los misiles de Cuba concluyó tras la celebración de negociaciones entre el presidente estadounidense, John Fitzgerald Kennedy, y el máximo dirigente soviético, Nikita Jruschov.

    Durante las siguientes décadas, Castro alcanzó gran reconocimiento entre los países miembros del Tercer Mundo, gracias a su liderazgo de la Organización de Países No-Alineados (que presidió desde 1979 hasta 1981). A finales de la década de 1980, cuando la URSS inició sus procesos de glasnost (en ruso, ‘apertura’) y perestroika (en ruso, ‘reestructuración’), bajo el gobierno de Mijaíl Gorbachov, Castro mantuvo la aplicación del régimen marxista-leninista que había instaurado a principios de la década de 1960. Sin embargo, con el inicio del proceso de desintegración de la URSS y del COMECON (Consejo de Ayuda Mutua Económica) en 1990, los problemas económicos de Cuba empeoraron. En 1993, en un intento por alcanzar una economía mixta, Castro aprobó reformas económicas limitadas que legalizaron algunas empresas privadas.

    En 1996, el Congreso de Estados Unidos aprobó la denominada Ley Helms-Burton, que articulaba legalmente el boicoteo económico a Cuba, al pretender penalizar a las empresas que mantuvieran relaciones comerciales con otras radicadas en la isla. Por su parte, la Unión Europea (UE), en clara oposición, presentó una serie de medidas aprobadas por los ministros de Asuntos Exteriores de los países miembros para neutralizar los efectos de la Ley Helms-Burton.

    Durante su intervención en el V Congreso del Partido Comunista Cubano (octubre de 1997), Castro reafirmó la idea de que Cuba no se dirigiría hacia el capitalismo, lamentando las aperturas que su gobierno hubo de consentir debido a la caída de los principales regímenes comunistas. En febrero de 1998, poco después de una visita histórica del papa Juan Pablo II a la isla, resultó reelegido nuevamente por la Asamblea Nacional del Poder Popular como presidente de la República, por otro mandato de cinco años. El socialismo y las conquistas de la revolución, cada vez más acosadas por las amenazas y el bloqueo estadounidenses, permanecieron como referencias ineludibles del propio Castro en su discurso de clausura de la constitución de la cámara que le había elegido, en el cual volvió a reiterar que no habría transición al capitalismo en Cuba. De otro lado, el gobierno del presidente estadounidense Bill Clinton decidió, a finales de marzo, suavizar su embargo sobre la isla.

    Conclusión.

    El arte de mentir les es constitutivo, sobre todo en América Latina, donde, con la excepción tal vez de las dictaduras de Castro y de Pinochet (inspiradas en una concepción ideológica no democrática reivindicada como fuente de legitimidad), todos los tiranuelos y dictadorzuelos que han estado presentes en América Latina, no basaban su poder en creencia, filosofía o idea alguna, sólo en el apetito crudo de llegar al poder y perpetuarse en él para aprovecharlo hasta el hartazgo. Es natural que en las bocas de estos hombres fuertes y generalísimos, padres de la patria, benefactores, caudillos, etc. y en el de los letrados, polígrafos a su servicio, el vocabulario político se prostituyera sin remedio y palabras como "legalidad", "libertad", "democracia", "derecho", "orden", "equidad", "igualdad", adoptaran, una personalidad que era falsa, no eran ellos sino lo que querían que la gente conociera de ellos y lo demás estaba escondido, aunque finalmente salía a la luz.

    Por un golpe de estado llegaron al poder Perón y Pinochet, Fidel Castro se nombró a él mismo en el cargo y Díaz derrocó al presidente Lerdo de Tejada. Todos hicieron algo por su país, sin embargo sus regímenes dejaron muchas cosas desagradables, como la pobreza. Ahora aún siguen en el poder tanto Fidel Castro en Cuba como Carlos Menem en Argentina.

    Fuentes de información.

    Enciclopedia Hispánica

    Ed. Britannica.

    Tomo 5.

    Enciclopedia Larousse

    Ed. Planeta

    Tomo 3.

    México Profundo, una civilización negada.

    Bonfil Batalla, Guillermo.

    Ed. Grijalbo.

    Hacia el México moderno: Porfirio Díaz.

    Roeder, Ralph.

    Fondo de Cultura Económica

    Tomo I y II.

    País de un solo hombre: El México de Santa Anna.

    Gonzalez Pedrero, Enrique.

    Fondo de Cultura Económica.

    Fuentes Carlos.

    Nuevo Tiempo Mexicano.

    Series Nuevo Siglo.

    Aguilar. México, 1994.

    pp. 81-93.

    http://site10.fwa.com.ar/trabajos/revoluciones/revoluciones.html

    http://site10.fwa.com.ar/trabajos/jovenesdictadura/jovenesdictadura.html

    http://site10.fwa.com.ar/trabajos/indephispa/indephispa.html

     

     

    Por

    Maria G. Chávez