Descargar

El Espíritu Santo del punto de vista Pentecostal

Enviado por Autor


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

    1. Fondo bíblico e histórico
    2. La personalidad y deidad del Espíritu Santo.
    3. La obra del Espíritu Santo.
    4. El bautismo en el Espíritu Santo
    5. Dones espirituales y frutos
    6. Otras relaciones del Espíritu Santo

    CAPÍTULO I

    FONDO BÍBLICO E HISTÓRICO

    1. Introducción.
    2. El Espíritu Santo en el Antiguo Testamento.
    3. El Espíritu Santo en el Nuevo Testamento.
    4. El Espíritu Santo en la historia.
    5. Los Títulos (Nombres) del Espíritu Santo y Su significado.
    6. Los símbolos del Espíritu Santo y su significado.
    1. INTRODUCCIÓN.

    El estudio de la persona y de la obra del Espíritu Santo debe ser necesariamente, para el cristiano devoto, una cuestión de vital interés. Estudiar lo concerniente al Espíritu Santo, es estudiar lo concerniente a aquella actividad de Dios por medio de la cual El se mueve para comunicarse a sí mismo, y para ministrar aquellos que le pertenecen. El Espíritu Santo es aquélla persona de la santa trinidad cuyo oficio es tocar sobre el creyente, y servir como el canal divino que provee comunión personal. El conocimiento de Dios por parte del creyente no puede nunca ser completo si no conoce la tercera persona de la Deidad.

    El ministerio activo del Espíritu Santo marca la edad de la Iglesia como la "Edad del Espíritu", en contraste con la era de los Evangelios que es descripta como la "Era del Hijo", y el Antiguo Testamento que es llamado "La era del Padre". Todos aquellos que están genuinamente en la Iglesia del Señor Jesucristo, son producto de la obra creativa del Espíritu Santo por medio de Sus múltiples ministerios.

    El Espíritu Santo morando en el creyente le asegura la verdad que el Cristianismo no es la mera mirada intelectual en la naturaleza de una religión filosófica. Contrastando conceptos analíticos o naturalmente éticos, la doctrina Cristiana llega a ser una fe vivificada con ímpetu dinámico y validez convincente. La diferencia es debida al ministerio del Espíritu Santo. Puede ser dicho que en la medida que el creyente ha apropiado el Espíritu Santo, en esa medida ha participado del poder del Evangelio de Cristo Jesús.

    Para el creyente, el Espíritu Santo es la llave a toda dádiva y aproximación espiritual. Bien se ha dicho: "El Espíritu Santo es la experiencia de Dios en el creyente", y "El Espíritu Santo es la acción viviente de Dios en el mundo". El Espíritu Santo en su ministerio se concierne especialmente en transmitir al creyente los frutos de la victoria de la obra consumada por Cristo sobre el Calvario.

    El estudio del Espíritu Santo permite al creyente:

    1. Apreciar más adecuadamente la naturaleza y la persona de Dios.

    2. Comprender mejor la naturaleza de la Iglesia como cuerpo orgánico vivificado por el poder del Espíritu Santo.

    3. Comprender el plan de Dios para el creyente y Su provisión divina para una vida Cristiana victoriosa.

    Al estudiar acerca del Espíritu Santo el creyente no está estudiando acerca de un ser extraño; él está estudiando a Dios. La naturaleza y el ministerio del Espíritu Santo son exactamente los de Dios el Padre y Dios el Hijo.

    Las enseñanzas de las Escrituras concernientes a la doctrina del Espíritu Santo son más limitadas que aquella que conciernen al Padre y al Hijo. El Espíritu Santo mismo es responsable de esto, pues El es autor de la Escritura. Modestamente el Espíritu Santo rehúsa sobrecargar Su obra con detalles acerca de Sí mismo. Aún cuando es positivo que Cristo haya hecho muchas referencias verbales acerca del Espíritu Santo durante Su ministerio terrenal, sin embargo no hay más que cinco referencias registradas en las Escrituras, pronunciadas antes de la semana de Su muerte. Sin embargo, fue necesario durante Sus últimos días sobre la tierra, y que Sus declaraciones concernientes al Espíritu Santo fuesen preservadas, y por consiguiente, encontramos numerosas referencias al Espíritu Santo en los discursos de Jesús durante la semana de la Pasión.

    B) EL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.

    El hecho de que la mayoría de las referencias al Espíritu Santo se hallan en el Nuevo Testamento no es suficiente razón para declarar que la doctrina del Espíritu Santo no esta en el Antiguo Testamento. Al considerar la doctrina del Espíritu Santo es esencial apelar a toda la Biblia, pues cada parte de los registros sagrados hacen su contribución apropiada. La Biblia es para el hombre el único origen de información divina revelada concerniente a esta verdad. Hay una referencia al Espíritu Santo al principio de la Biblia en Génesis 1.2, y otra al fin, en Apocalipsis 22.17.

    Dos palabras distintas son usadas en el idioma original Hebreo: "RUACH" Y "NESHAMAH"

    La primera significando el Espíritu de Dios o del hombre (determinado por el contexto), y la segunda significando el soplo de vida del cuerpo. Existe una gran variedad de referencias al Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, un total de ochenta y seis (86), y se hallan en veintidós (22) de los treinta nueve (39) libros del Antiguo Testamento. Todas estas referencias preparan el terreno que luego ocupan los pasajes del Nuevo Testamento.

    Entre los nombres usados para el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento, la expresión "El Espíritu del Señor" ocurre por lo menos veinticinco (25) veces; "Espíritu de Dios" catorce (14) veces; y "Espíritu Santo" dos (2) veces. Aún cuando las enseñanzas o están del todo desarrolladas, los rudimentos de la doctrina están claramente trazados.

    H.L. Turner declara: "Todo lo revelado acerca del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento, ya ha sido hallado en el Antiguo Testamento, con una sola excepción. Esa es la palabra "Bautizar".

    C) EL ESPÍRITU SANTO EN EL NUEVO TESTAMENTO.

    Hay en el Nuevo Testamento doscientas sesenta y un (261) referencias sobre el Espíritu Santo es especial y directamente mencionado. Con la excepción de Filemón, II y III de Juan, el Espíritu Santo es mencionado en todos los libros del Nuevo Testamento.

    El libro de Los Hechos tiene cincuenta y siete (57) pasajes que se refieren directamente al tema. Es el libro "especial" de las Escrituras que se refieren al Espíritu Santo; y se nos dice más acerca del ÉL aquí que en ningún otro libro.

    Una de las grandes características de los pasajes del Nuevo Testamento acerca del Espíritu Santo, es la gran variedad de nombres con que ÉL es conocido.

    D) EL ESPÍRITU SANTO EN LA HISTORIA.

    Fue solamente con el correr del tiempo que la Iglesia transformó el legado escritural de la verdad concerniente al Espíritu Santo en una formulación doctrinal y teológica. Muchos de los Padres de la Iglesia Primitiva y la mayoría de los primeros credos hicieron referencia al Espíritu Santo, pero por o general la doctrina no fue hecha objeto de controversia, y por consiguiente no fue desarrollada. El credo de los Apóstoles que simplemente dice: "Creo en el Espíritu Santo", data del primer siglo en su compilación original.

    Recién en el siglo cuarto (IV) le dio su forma moderna. Es evidente que las primeras décadas de la Iglesia por lo menos estaba entregada a la verdad de la existencia y el ser del Espíritu Santo.

    Uno de los primeros autores que mencionaron el Espíritu Santo fue:

    Clemente de Alejandría (155-220 D. C. ). Escribió: "El espíritu Santo es uno y el mismo por todas partes". Él enseñó que el Espíritu Santo, descendiendo del cielo sobre el hombre, le hacía capaz de contemplar las cosas divinas.

    Tertuliano describió en el (160-222 D. C. ), sobre el bautismo en aguas, una confesión específica de fe en el Espíritu Santo es indicada, antes de la inmersión. Tertuliano fue el primer Padre de la Iglesia que usó el término "trinidad" aplicado en referencia a las personas de la Deidad, colocando consecuentemente al Espíritu en la misma base con el Padre y con el Hijo.

    En cierta ocasión Tertuliano se refirió al Espíritu Santo como el "Vicario" de Cristo. Esta palabra significa "substituto", pero desde entonces ha sido adoptada por la Iglesia Romana y es usada para el Papa.

    Orígenes (186-253 D. C. ) En una declaración de las doctrinas de su tiempo dijo: "El Espíritu Santo es asociado con el Padre y el Hijo en honor y dignidad. No es claro si fue o no engendrado. Él inspiró a los escritores sagrados". De otros escritos es evidente que Orígenes adoptó la posición de creer que el Espíritu Santo es increado. Enseñó que el ministerio del Espíritu Santo era para otorgar santidad, y que la doctrina del Espíritu emanaba solamente de la revelación.

    Por otro lado no todos los registros antiguos concuerdan con la ortodoxia.

    Los Monarquíanos Al comienzo del (segundo) II siglo, enseñaban que el Espíritu Santo no es distinto del Padre y del Hijo.

    Pelagio (360-420 D. C. ) rechazó la doctrina de la obra creativa del Espíritu en regenerar a los creyentes, y con esto comenzó una línea de pensamientos que ha llegado a estar representada por el Unitarianismo y ciertos liberales extremados.

    La Escuela Macedonia Anterior al concilio de Nicea (425 D. C. ) negó la personalidad y la Deidad del Espíritu.

    Hipólito (Siglo III) es responsable de haber presentado al Espíritu Santo como una mera fuerza en vez de una persona.

    Aún los creyentes ortodoxos no siempre estaban de acuerdo con la sana doctrina. Las funciones de la Palabra y el Espíritu eran evidentemente confundidas.

    La Homilía de Clemente (95 D. C. ) Menciona al Espíritu Santo, pero aparentemente adopta la posición de que el Espíritu era un ser creado. Aún cuando Tertuliano es considerado ortodoxo, también se nota que él enseñó que el Espíritu Santo era algo material, y que de alguna manera el Espíritu mejoraba los efectos del bautismo en agua. En términos generales, la doctrina del Espíritu que nos han dejado los Padres de la Iglesia es fragmentaria y falta de sistema, y en el juicio de la mayoría de los eruditos modernos de la Biblia sería declarada doctrina no-ortodoxa.

    En el año 325 D. C. El Concilio de Nicea en su Credo original solamente declaró: "Creemos también en el Espíritu Santo". Fue más tarde en el año 381 D. C. Cuando el Concilio de Constantinopla preparó el Credo de Nicea más conocido, el cual declaró que fe ortodoxa incluye creer: "En el Espíritu Santo, el Señor y Dador de vida, quien procede del Padre, quien con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado, quien habló por los Profetas". Es aparente que esta versión corregida del Credo de Nicea, quiso transmitir la idea de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son seres no creados y que deben ser adorados en conjunto como un solo Dios. Sin embargo, fueron necesarios siglos de discusiones antes que finalmente el Credo apareciera con la declaración que completó la intención original del Credo.

    Estas discusiones fueron conocidas como las controversias de "Proceso" (que precede).

    En el siglo anterior al desarrollo de las controversias de proceso, tuvieron lugar en dos Concilios de la Iglesia:

    1 – El Concilio de Alejandría (362 D. C. ).

    2 – El Concilio de Constantinopla (381 D. C. ).

    Trataron en parte de la doctrina del Espíritu santo. La posición ortodoxa que mantenía que el Espíritu era de la misma sustancia del Padre y el Hijo, fue apoyada. Atanasio (300-373 D. C.) Durante este período el campeón de la ortodoxia, quién refutó a Arrio en el Concilio de Nicea, tuvo ocasión de disputa con Macedonio, Obispo de Constantinopla. Este último mantenía que el Espíritu Santo era un asistente y sirviente de la Deidad con la posición de un ángel.

    Arrio, además de sus ideas confusas concernientes a la deidad de Cristo, había declarado que el Espíritu Santo era meramente un ser creado. Contra estos dos opositores, Atanasio fue vencedor.

    La controversia de proceso surgió en el principio del Siglo V (quinto) y fue una disputa en cuanto a la terminología usada en el Credo de Nicea. Se llegó a la conclusión que la palabra latina "filioque" debiera ser agregada de tal manera que se leyese: "Quien procede del Padre y del Hijo". (La palabra filioque significa " y al Hijo").

    En el Concilio de Toledo en España en el año 589 la palabra "filioque" fue oficialmente insertada en el Credo por los clérigos del occidente (romanos) que estuvieron presentes.

    Más de un siglo anterior al Concilio de Toledo, la Iglesia Oriental había abrazado las enseñanzas de Theodoret, enseñanzas opuestas a la doctrina del "proceso" del Espíritu del Hijo. Por lo tanto la acción tomada en el Concilio de Toledo no fue aceptable a la Iglesia Oriental. El punto de vista de la Iglesia Oriental era que solamente Cristo podía ser descrito como "Procediendo de" en su encarnación. Las diferencias suscitadas entre el Oriente y Occidente en relación a la controversia del proceso fueron una de las causas mayores que finalmente produjeron la división entre las Iglesias del Oriente y Occidente en el año 1054 D.C.

    Debe ser notado que en conexión con el Espíritu Santo la expresión "procede" es bíblica: "…el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre.." Juan 15.26. Se mantiene el hecho de que el Espíritu Santo, eternal y esencialmente procede como un aspecto específico de la naturaleza divina.

    Walvoord dice: "… Proceso tal como la generación eterna de Cristo no es parte de creación, comienzo de existencia, o análogo en ninguna manera a las relaciones físicas comunes en la esfera humana. Por el contrario. "Procede" de la misma naturaleza de la Deidad, siendo esta necesaria a su existencia. Sin el Espíritu Santo, la Deidad no sería lo que es".

    Por el hecho de que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no es más inferior, como tampoco lo es Cristo en Su posición como resultado de la "generación de Cristo".

    A través de los siglos desde los tiempos primitivos hasta el presente, los conceptos pertinentes al Espíritu Santo muy rara vez han sido enfatizados adecuadamente, pero por lo general entre aquellos quienes eran verdaderos Cristianos, han sido mantenidos ortodoxamente.

    Excepciones a esto incluyen tales movimientos como los místicos del siglo XVI (16)

    quienes eran conocidos por "Luz Interior" , en los Socinianos del mismo siglo. Sebastián Frank, quien murió en 1542, del movimiento Luz Interior, enseño que el Espíritu Santo es una posesión natural del hombre que le permite alcanzar "vistazos de comprensión" en las Escrituras.

    El Socinianismo adoptó la posición de que el Espíritu Santo es nada más que el poder y la influencia de Dios.

    A medida que el antiguo liberalismo se desarrolló, la persona del Espíritu Santo fue más y más subordinada. Schleiermacher (1768-1834), enseñó que el Espíritu Santo era una emanación de Cristo y meramente una fuerza espiritual obrante. Ritschl (1822-1889), transfirió la persona del Espíritu a un concepto de un poder impersonal que emanaba de Dios y que moraba en la Iglesia.

    El desarrollo final de tal dirección de pensamiento trajo como resultado la oscuridad de distinciones, de tal manera que la persona y el ser del Espíritu Santo se confunde con cualquier buen propósito en el corazón humano.

    El movimiento de Oxford de Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVIII (18), trajo a la escena una disputa pertinente al sentido del "Soplo Divino" del Espíritu o la inspiración de las Escrituras.

    Este movimiento, naturalmente, se identificó con la iglesia del liberalismo y rechazó la tradicional inspiración plenaria de las Escrituras. En los Estados Unidos de América, medio siglo más tarde. Horacio Bushnell (1802-1876) descontaba al Espíritu Santo como agente especial en la salvación del hombre. Además Buschnell mantuvo la idea de que el carácter de una persona era transmitido por la generación natural y que solamente precisaba ser nutrido y animado en vez del nuevo nacimiento.

    Consecuentemente los maestros de esta época, decidieron expulsar al Espíritu, tanto de Su ministerio en relación a las Escrituras, como de Su ministerio en relación al nuevo creyente.

    La neo-ortodoxia de hoy da lugar a una entrega interior y a una experiencia personal que tienen paralelos con una obra genuina del Espíritu Santo, pero al efectuar una investigación precisa de las enseñanzas de esta doctrina, la misma es hallada tristemente fallida.

    El concepto neo-ortodoxo del Espíritu Santo aparenta ser cualquier cosa que uno desee hacerlo; un sentir de convicción, un sentir de desesperación un sentir de represión propia. No hay una comprensión genuina de un Espíritu Santo divino y personal quien lleva a cabo una obra milagrosa en el corazón y la vida del convertido.

    La entrega existencial de la neo-ortodoxia aparenta sustituir en lugar de la regeneración milagrosa operada por el Espíritu, la entronización del "ego" interior.

    Finalmente la heterodoxia de la neo-ortodoxia en su doctrina del Espíritu Santo es también evidente en su posición concerniente al ministerio del Espíritu en inspirar e iluminar las Escrituras.

    El punto de vista neo-ortodoxo no está dispuesto bajo ningún punto de vista a colocar al Espíritu Santo en la posición que le corresponde: En el centro de la revelación de Dios. La neo-ortodoxia se contenta con hablar acerca de la Escritura "inspiradora", y considera que la obra que es hecha por el Espíritu Santo es hecha como una obra subjetiva en el lector, en vez de un proceso objetivo que garantiza un libro infalible.

    E) LOS TITULOS (NOMBRES) DEL ESPÍRITU SANTO Y SU SIGNIFICADO.

    Las Escrituras nos presentan una amplia variedad de designaciones en referencia al Espíritu Santo, muchas de las cuales son vitalmente importantes para la comprensión de Su naturaleza y el desarrollo de Su obra.

    1. EL ESPÍRITU SANTO.

    Lucas 11.13 – "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"

    Este nombre enfatiza el carácter moral del Espíritu, pero no significa que el Espíritu es más santo que el Padre o el Hijo. Este título tiene preferencia a Su carácter oficial.

    El es el autor de Santidad. Este título lo distingue de todo otro espíritu en el mundo.

    A Él ha sido encomendada la obra de ejecutar santidad divina en todo el universo, y en el hombre. Este título, Espíritu Santo pone el énfasis, no sobre la persona, sino sobre el poder, la manifestación y la operación del Espíritu.

    1. Efesios 4.30 – "Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención".

      Este título enfatiza el origen divino, el carácter divino y el poder divino del Espíritu. El Espíritu está específicamente relacionado con el Padre, pues procede del Él. Además representa al Padre aquí en la tierra, y es el canal del poder de Dios. Hay once (11) títulos en las Escrituras que prueban Su relación con el Padre: Espíritu de Dios – Espíritu del Señor – Espíritu de nuestro Dios – Su Espíritu – Espíritu de Jehová – Tu Espíritu – Espíritu del Señor nuestro Dios – Espíritu del Padre – Espíritu del Dios viviente – Mi Espíritu – y Espíritu de Él. El Espíritu Santo ha sido prometido por Dios, dado por Él, y enviado de Él, con el fin que Él cumpla la buena voluntad del Padre.

    2. EL ESPÍRITU DE DIOS.

      Romanos 8.9 – "… Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él".

      El Espíritu Santo está muy especialmente relacionado con el Señor Jesucristo. El imparte la vida de Cristo (Romanos 8.2), Él produce el fruto de Cristo (Filipenses 1.11), Él revela las cosas de Cristo (Juan 16.16), Él imparte el poder de Cristo (Hechos 1.8 y Juan 14.12) y Él toma el lugar de Cristo ascendido (Juan 14.16-18). Cinco (5) títulos relacionan al Espíritu Santo con el Hijo: Espíritu de Cristo – Espíritu de Cristo Jesús – Espíritu de Jesús – Espíritu de Su Hijo – Espíritu del Señor. El Espíritu ministra para hacer a Cristo presente en la Iglesia, y para formar a Cristo en el creyente tan real como Él formó el cuerpo del Jesús humano antes de Su nacimiento aquí en la tierra.

    3. EL ESPÍRITU DE CRISTO.
    4. EL CONSOLADOR.

    Juan 14.26 – "Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho".

    "Consolador" es el título dado al Espíritu Santo en el Evangelio de San Juan capítulo 14.16. La Palabra "Consolador" viene de la palabra "paracletos" en el idioma original griego y significa: "Uno llamado al lado de otro para el propósito de ayudarle". El Espíritu Santo como Paracleto es Aquél que está listo para proveer: coraje, fuerza, sabiduría, y gracia para toda necesidad. Él puede suplir todo cuanto un compañero amante puede proveer al corazón humano anhelante. Él Espíritu Santo como Consolador representa al Señor Jesucristo al creyente. El Espíritu es dado para que Él sea a los creyentes aquí en la tierra lo que Cristo sería si Él estuviere presente personalmente.

    1. EL ESPÍRITU DE GRACIA.

    Hebreos 10.29 – " … e hiciere afrenta al Espíritu de Gracia?".

    Aún cuando Cristo es el origen y la fuente de Gracia, el Espíritu Santo es el canal por el cual esta gracia es transmitida a la humanidad. Hace real en la vida de los creyentes las provisiones potentes del don de la gracia. La designación del Espíritu Santo por medio de este título implica que su bondad para con los hombres no depende de la dignidad de los hombres.

    6. EL ESPÍRITU DE GLORIA (GLORIOSO).

    1º Pedro 4.14 – "Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, por que el glorioso Espíritu de Dios…"

    El espíritu Santo se dedica a traer gloria para Dios, e impartir "gloria" en el corazón de los creyentes. "Gloria" lleva en sí la idea de honor y de alabanza ascripta en la adoración.

    El Espíritu Santo, al llenar al creyente con un sentido de lo divino, le mueve a rendir este honor y alabanza.

    1. Juan 16.13 – "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad…"

      Pero cuanto Dios es el autor de la verdad, Su Espíritu, es el Espíritu de verdad. El Espíritu es aquél que revela la vedad, un testigo de la verdad, y la personificación de la verdad, opuesto al espíritu de error. Una prueba bien definida de que el creyente ha sido llenado del Espíritu es si su vida y mensaje están en armonía con la verdad. Fue Jesús quien dio este título al Espíritu Santo. Lo usó tres veces. Puede decirse que el Espíritu Santo manifestó completamente Su palabra como espíritu de verdad al inspirar a los escritores del Sagrado Libro.

      Fue allí donde dio testimonio del Padre y del Hijo en toda verdad. El error y el engaño están en abierta contradicción con la naturaleza del Espíritu Santo, y fue por esta causa que Ananías y Safira perdieron la vida. Hechos 5.1-11.

    2. EL ESPÍRITU DE VERDAD.
    3. EL ESPÍRITU DE VIDA.

    Romanos 8.2 – "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte".

    "Creo en el Espíritu Santo, el Señor, y Dador de la vida" consta en el antiguo credo, El Espíritu de vida nos libra de la ley del pecado, nos da vida espiritual y produce en nosotros fruto. El Espíritu vivifica al hombre muerto en delitos y pecados, y les imparte nueva vida. En la presencia del Espíritu Santo, la ley del pecado y de la muerte que es la herencia natural de hombre es reemplazada por un torrente de vida divina que fluye dentro del creyente.

    9. EL ESPÍRITU SANTO DE LA PROMESA.

    Efesios 1.13 – "En el también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa".

    Es así llamado porque el recibimiento de su poder y de su gracia constituye una de las bendiciones sobresalientes prometidas en el Antiguo Testamento. Ezequiel 36.27; Joel 2.28.

    Él cumple las promesas del Señor en las vidas de los creyentes y en el corazón del creyente da seguridad de que todas las promesas del Señor serán cumplidas. El Espíritu Santo está relacionado con las promesas concernientes al Señor Jesucristo en Su primera y segunda venida, y también a las promesas de Dios a Cristo durante su venida aquí en la tierra.

    10. EL ESPÍRITU DE ADOPCIÓN.

    Romanos 8.15 – "…sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!".

    Cuando una persona es salvada, no solamente se le da el nombre de hijo de Dios, y es adoptado en la familia divina, sino que también recibe dentro de su alma la conciencia de que es participante de la naturaleza divina. El Espíritu Santo que imparte esa conciencia al creyente de que es hijo de Dios, y es Su presencia en el creyente la que constituye el impartimiento de la naturaleza divina dentro del ser del creyente.

    1. El ESPÍRITU DE SABIDURÍA

    Éxodo 28.3 – "…a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría…"

    Toda la sabiduría verdadera procede del Espíritu Santo y Él es el autor y el canal de la sabiduría. Véase en Isaías 11.2; Efesios 1.17.

    12. EL ESPÍRITU DE ARDIMIENTO (DEVASTACIÓN).

    Isaías 4.4 – "Cuando el Señor lave las inmundicias… con espíritu de juicio y con espíritu de devastación (ardimiento)".

    La función de ardimiento del Espíritu enfatiza el ministerio del Espíritu en buscar, refinar, consumir la escoria, e iluminar. La palabra "ardimiento" se utiliza en la antigua versión de Cipriano de Valera.

    F) LOS SÍMBOLOS DEL ESPÍRITU SANTO Y SU SIGNIFICADO.

    Pardington dice: "La palabra SÍMBOLO, viene de dos palabras griegas: SUN, que quiere decir justo; y la palabra BALIO que quiere decir tirado; significando literalmente algo que ha sido tirado junto con otra cosa, uno al lado del otro, el uno para representar y explicar el otro. En otras palabras un símbolo es un emblema material que muestra y descubre una verdad espiritual".

    Estos símbolos, son dados por Dios para que podamos más fácilmente comprender lo que el idioma mismo no puede explicar o expresar. Son empleados para describir las operaciones del Espíritu Santo.

    1. EL FUEGO. – "… él os bautizará en Espíritu Santo y fuego"

    Mateo 3.11.

    El fuego calienta, ilumina, purifica, prueba, produce energía, y genera poder. El fuego consume el combustible, y refina o purifica aquello que no puede ser consumido. Espiritualmente, presenta la presencia de Dios en Su capacidad como Juez. En el creyente, el Espíritu Santo, como el poder de Dios, purifica el alma, consume la escoria, e imparte pasión ardiente y gran celo. El Espíritu como fuego ministra calor al corazón y luz a la mente.

    2. VIENTO. – "El viento sopla de donde quiere… así es todo aquel que es nacido del Espíritu". Juan 3.8.

    El viento simboliza la obra redentora del Espíritu como misteriosa, invisible, poderosa, penetrante, que da vida, exhalarante y refrescante. Es invisible en su operación e inesperado en sus consecuencias. De los originales Hebreo y Griego, la palabra Espíritu puede ser traducida: espíritu, o viento, o aliento. El Espíritu Santo es el aliento (hálito), exhalado de Dios. El Espíritu Santo es la atmósfera en la cual el creyente vive.

    Sin la constante renovación y vivificación del Espíritu que imparte vida, el creyente no podría sobrevivir. Véase Ezequiel 37.7-10. Job dijo: "El Espíritu de Dios me hizo, Y el soplo del Omnipotente me dio vida". Job 33.4.

    3. AGUA. – "Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás".

    Juan 4.14.

    El poder del Espíritu Santo hace en el terreno de lo espiritual lo que el agua hace en el orden material. E agua purifica, refresca, apaga la sed y convierte el campo estéril en tierra fructífera. Purifica lo que está manchado y restaura la limpieza; es un símbolo muy apropiado de la gracia divina que no solamente limpia el alma sino que le añade belleza. El agua es un elemento indispensable de la vida física: el Espíritu Santo es como un elemento indispensable de la vida espiritual.

    "Agua viva" es el agua en contraste con las aguas estancadas de cisternas o pantanos; es un agua que salta a borbotones y fluye siempre en comunicación con la o el material del cual procede.

    El creyente tendrá agua viva solamente mientras esté en contacto con su divina fuente, que es Cristo Jesús mismo. El Espíritu limpia de los hábitos pecaminosos, y sirve como fuente que produce ríos de santidad, y se transforma en un río de vida que satisface las demandas del alma, refrescándola y renovándola, para que Su presencia sea bendición al que recibe, y a otros por medio del que recibe.

    4. NUBE, LLUVIA Y ROCIO. Salmo 72.6; Salmo 133.3; Oseas 14.5.

    Así como la lluvia o el rocío desciende sobre la tierra árida y seca para refrescarla, de la misma manera el Espíritu Santo desciende sobre el alma del creyente que responde a la voz del Espíritu.

    5. SELLO. – "… fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa".

    Efesios 1.13.

    Véase además Efesios 4.30 y 2ª Corintios 1.22. El sello es puesto sobre una cosa de valor y denota una transacción terminada, como así también algo que es genuino, incambiable y de gran valor.

    En los tiempos de la Biblia el sello demostraba la propiedad, daba autoridad y prometía seguridad. Véase Daniel 6.17. En vista de que el contrato de la redención de Dios bilateral – hecho entre el Dios el Padre y Dios el Hijo – la función del Espíritu es la de servir como testigo, a fin de que nunca se dude de la eficiencia de la misma. Al mismo tiempo, el Espíritu mismo es el sello que Dios el Padre pone en el corazón del creyente a fin de asegurarle la certeza de una transacción completa. En todo caso, cuando el Espíritu descansa sobre el creyente, existe evidencia, indiscutible de que el mismo se ha apropiado de la validez de la obra consumada en el Calvario.

    6. ACEITE. – "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido

    para dar buenas nuevas a los pobres…"

    Lucas 4.18; Hebreos 1.9

    En los tiempos de la Biblia, la unción con aceite era usada primordialmente para limpiar, suavizar y relajar; y para hermosura como sub-producto. Muchos de los rituales del Antiguo Testamento requerían el uso del aceite, y en solemne ceremonia de unción de aceite, los reyes, profetas y sacerdotes fueron puestos aparte para su llamamiento divino. El creyente ungido del Nuevo Testamento representa su real sacerdocio, 2ª Pedro 2.9, pues por la virtud de la unción del Espíritu, cada creyente es tanto sacerdote como rey. Como aceite, el Espíritu es visto no solo en la unción sino también en la sustentación (aceite es alimento), proveyendo luz, sanando, y suavizando. Así como fue prohibido imitar el aceite de la unción en el Antiguo Testamento y usarlo para propósitos seculares, de igual manera nadie puede imitar con validez la unción del Espíritu Santo.

    7. PALOMA. – "… y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu

    de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él"

    Mateo 3.16.

    El interés del Señor en este suceso es evidente por el hecho que se registra en los cuatro evangelios. Una tradición judía traduce Génesis 1.2. de la siguiente manera: "El Espíritu de Dios como una paloma cobijaba el haz de las aguas". Las características de la paloma son: gentil, tierna, graciosa, inocente, suave, pacífica, pura, paciente, fácilmente contristada o asustada y fiel. El hecho de que el Espíritu Santo es representado como una paloma indica que Él nunca demanda ni fuerza a los suyos; Él obra por medio de suaves directivas o persuasiones. Cristo instruyó a los creyentes de ser "sencillos como palomas", Mateo 10.16. El tener al Espíritu Santo morando dentro como paloma es saber que uno está en paz con Dios.

    8. VINO. – "…Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino …"

    Isaías 55.1.

    Es un símbolo de alegría, Salmo 104.15; un ingrediente de la adoración, Joel 1.10; y un complemento del pan, Jueces 19.19.

    El vino del Espíritu es el estímulo espiritual Divino que Satanás procura falsificar por medio del estímulo del alcohol.

    El vino es aquello que suelta las restricciones e inhibiciones, da denuedo y produce abundancia de palabras. El trabajo del Reino requiere obreros vigorosos, entusiastas y estimulados, para una realización de obra más efectiva. La expresión de los observadores en el día de Pentecostés fue cínica: Hechos 2.13. Fue en el vigor y el estímulo de esta clase de relación con el Espíritu Santo como los apóstoles proclamaron el mensaje del Evangelio en ese día y vieron tres mil almas añadidas a la Iglesia.

    9. ARRAS. – "… y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones".

    2ª Corintios 1.22.

    Las "arras" es la seña de pago de algo que será pagado en su totalidad en un tiempo futuro. Véase Números 13.2325. Las arras obligan a ambas partes a cumplir su parte del contrato.

    Cuando Dios da de Su Espíritu Santo al creyente, ÉL se compromete a mantener para siempre Su provisión para ese creyente. De igual manera, el creyente al recibir el Espíritu se entrega a sí mismo a perpetua fe en su Señor. El Espíritu Santo que Dios da en esta vida es solamente un "arras", pero su otorgamiento es prueba amplia de que bendiciones inagotables del mismo calibre están disponibles, y que serán derramadas.

    Coro evangélico

    ESPIRITU DEL TRINO DIOS, VEN SOBRE MI;

    ESPIRITU DEL TRINO DIOS, VEN SOBRE MI;

    QUEBRANTAME, TRANSFORMAME, CONSUMAME Y LLENAME.

    ESPIRITU DEL TRINO DIOS, VEN SOBRE MI.

    CAPÍTULO II

    LA PERSONALIDAD Y DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO.

    A) PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU SANTO.

    1. El Espíritu Santo tiene un oficio que demanda una personalidad.
    2. Pronombres personales aplicados al Espíritu Santo.
    3. El Espíritu Santo es identificado con otras personalidades.
    4. Hechos personales adscriptos al Espíritu Santo.
    5. El Espíritu Santo es susceptible al tratamiento personal.

    B) LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO.

    1. Nombres divinos dados al Espíritu Santo.
    2. El Espíritu Santo posee atributos divinos.
    3. El Espíritu Santo hace hechos y obras divinas.
    4. El Espíritu Santo está relacionado con el Padre y con el Hijo.
    5. La Escritura interpreta al Espíritu Santo ser Dios.
    1. LA PERSONALIDAD DEL ESPÍRITU SANTO.

    La personalidad del Espíritu Santo es uno de los aspectos más descuidados. Aún creyentes responsables se refieren al Espíritu Santo como "eso" o como "algo" en vez de considerarlo como ÉL, y en muchos casos no existe el concepto de la posibilidad de una relación personal entre el Espíritu y el creyente. Él debe ser distinguido de una mera influencia, emanación o manifestación.

    El Dr. R. A. Torrey dice: "Es de suma importancia que nosotros decidamos si el Espíritu Santo es solamente algo misterioso y un poder maravilloso que nosotros en nuestra debilidad e ignorancia podamos de alguna manera alcanzar y usar, o si el Espíritu Santo es una persona, infinitamente sabia, infinitamente santa, e infinitamente tierna, QUIEN va a tomar posesión de nosotros y usarnos".

    E el desarrollo de la historia, la iglesia declaró como herejía las enseñanzas de los Arrianos, Sabelianos y Socinios, quienes o bien rechazaron o ignoraron la personalidad del Espíritu Santo.

    Cada uno de estos grupos trató de adherirse a la idea que el Espíritu Santo es meramente la energía que eternamente procede de Dios.

    Esta posición ha caracterizado al movimiento Unitario moderno.

    Cambrón dice: "El nombre personal del Espíritu Santo es desconocido. Se le designa con el título "Espíritu Santo", lo que Él es; este no es su nombre. El silencio de las Escrituras en relación a su nombre es muy significativo. Retiene Su propio nombre para que el nombre del Señor Jesucristo sea exaltado".

    "Personalidad" no es el cuerpo físico compuesto de ojos, manos, pies, oídos, etc. La verdadera "persona" es el espíritu dentro del cuerpo. El Espíritu Santo es una persona; pero Él es un Espíritu que no posee un cuerpo físico. No es necesario que el Espíritu Santo tenga un cuerpo físico como nosotros para ser una Persona. Los elementos esenciales de la personalidad son cuatro:

    1. Intelecto – Poder de pensamiento. 1ª Corintios 2.10-13; Juan 14.26.
    2. Sensibilidad – Poder de sentir las cosas. Romanos 15.30.
    3. Voluntad – Poder de hacer a nuestro deseo. 1ª Corintios12.11.
    4. Conciencia moral – Conocer el bien y el mal. Juan 16.9; Juan 16.13.

    1. EL ESPÍRITU SANTO TIENE UN OFICIO QUE DAMANDA UNA PERSONALIDAD.

    "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro consolador, para que esté con vosotros para siempre …" Juan 14.16,17.

    Fue Cristo mismo quien designo el oficio básico principal del Espíritu Santo: CONSOLADOR. Otros oficios incluyen el de: Autor, 2ª Timoteo 3.16; Maestro y guía, Juan 14.26; Testigo de Cristo, Juan 15.26; y el de Creador, Salmo 104.30.

    En las Escrituras, solamente el Señor Jesús usó la palabra CONSOLADOR para describir el oficio del Espíritu Santo. Implicó con esto que el Espíritu Santo habría de ser para los creyentes, lo que Él había sido para sus discípulos aquí en la tierra.

    La palabra CONSOLADOR significa: instructor, guía, abogado, uno que comparte, uno que da consejo, gobernador, asistente ayudante o cuidador. Es además, la palabra "Paracleto".

    Ciertamente, ninguno de estos oficios puede ser efectuado por una "mera influencia" impersonal.

    1. El Señor Jesús prefirió hablar acerca del Espíritu Santo como el CONSOLADOR , pues esta palabra permite el uso de un pronombre personal masculino. Juan 16.7 y 14. En el capítulo 16 de San Juan el pronombre personal masculino "ekeinos" es usado dos veces en referencia al Espíritu Santo. Una sana base teológica ha sido usada al traducir Romanos 8.16 y 26 con la expresión "El Espíritu mismo".

    2. PRONOMBRES PERSONALES APLICADOS AL ESPIRITU SANTO.
    3. EL ESPÍRITU SANTO ES IDENTIFICADO CON OTRAS PERSONALIDADES.

    El hecho que el Espíritu Santo es la tercera persona de la santa trinidad es prueba notable de Su personalidad. Esto se ve en la fórmula de bautismo y en las bendiciones de la Biblia.

    Mateo 28.19 y 2ª Corintios 13.14.

    El Espíritu se identifica con los creyentes al hacer decisiones personales. Hechos 15.28. Aún cuando el Espíritu es un Canal de Poder, sin embargo no es meramente un poder mecánico ni inanimado. Las Escrituras hacen una distinción entre el Espíritu y Su poder. Hechos 10.38 y 1ª Corintios 2.4.

    En la manera de obrar, el Espíritu Santo y nuestro Señor son uno. Si el Padre es una persona, también lo es el Espíritu. 2ª Corintios 3.17.

    1. HECHOS PERSONALES ADSCRIPTOS AL ESPÍRITU SANTO.

    a) "todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios". 1ª Corintios 2.10.

    b) El Espíritu Santo habla. Hechos 13.2, 21.11, 1ª Timoteo 4.1.

    c) El Espíritu Santo intercede por nosotros. Romanos 8.26.

    d) El Espíritu Santo nos enseña. Juan 14.26, Nehemías 9.20.

    e) El Espíritu Santo nos guía. Hechos 16.6, Romanos 8.14.

    f) El Espíritu Santo testifica. Juan 15.26.

    g) El Espíritu Santo participa o tiene comunión. 2ª Corintios 13..13.

    h) El Espíritu Santo obra milagros. Hechos 10.38.

    i) El Espíritu Santo llama y pone en puesto. Hechos 20.28.

    Estos pasajes muestran operaciones personales del Espíritu, tales como: Su hablar, Su dirigir y guiar, Su retener y dar convicción, y todo esto solo puede ser adscripto a una persona.

    Tales características exceden la actividad de una mera influencia o emanación. Todos aquellos que aceptan la inspiración y veracidad de las escrituras deben sentirse convencidos con el hecho de Su personalidad revelada por medio de Sus acciones.

    1. El Espíritu Santo puede ser afectado por las acciones de personas de igual manera que cualquier otra persona puede ser afectada pues:

      1. El Espíritu Santo es contristado. Efesios 4.30.
      2. El Espíritu Santo es enojado. Isaías 63.10.
      3. El Espíritu Santo es resistido. Hechos 7.51.
      4. Es posible rebelarse contra el Espíritu Santo. Isaías 63.10.
      5. El Espíritu Santo es mentido. Hechos 5.3.
      6. El Espíritu Santo es afrentado. Hebreos 10.29.
      7. El Espíritu Santo es blasfemado. Mateo 12.31-32.
      8. El Espíritu Santo puede ser apagado. 1ª Tesalonicenses 5.19.
    2. EL ESPÍRITU SANTO ES SUSCEPTIBLE ALTRATAMIENTO POERSONAL.

    El Espíritu Santo en sí mismo es una persona divina, distinta, viviente, poderosa e inteligente. Él está vital íntimamente relacionado con el Padre y el Hijo. Por cierto que Él no es meramente una bendición, o sentimiento, influencia o la mera refulgencia procedente de Dios el Padre, así como se exhala el aliento del cuerpo. En la época del Antiguo Testamento, Él reveló al Padre; en tiempos del Nuevo Testamento fue por medio de Él que Cristo fue concebido, y es por medio de Él hoy día que todo convertido recibe vida espiritual que no debe ser restringida o medida por ningún "recipiente" humano en el cual Él mora.

    Se ha dicho: "Cristo es el abogado para con el Padre por nosotros, mientras que el Espíritu Santo es nuestro Abogado del Padre con nosotros". Él esta presente para usar al creyente como canal divino, y de llevar a cabo la obra del Reino sobre la tierra. Como persona, Él es bondadoso y sabio, y digno de la confianza y rendición total del creyente.

    Sanders dice: "Si Él fuera meramente una influencia, nuestro blanco constante sería: ¿Cómo puedo obtener más de esta influencia? Pero si Él es una Persona Divina, nuestra actitud consistente será: ¿Cómo puede él tener más de mí?".

    El Espíritu Santo hoy día busca ser para los creyentes lo que Cristo fue para sus discípulos, cuando anduvo sobre la tierra, los creyentes pueden disfrutar la comunión del Espíritu, y en el proceso, humillarse, a fin de que vivan bajo Su control. Es particularmente en virtud del hecho de que el Espíritu mismo es una persona, que en el proceso de relacionarse con los creyentes, les es posible hacer real la persona del Señor Jesucristo. Siendo ÉL mismo una persona le es posible hacer partícipe al creyente la persona de Cristo.

    1. LA DEIDAD DEL ESPÍRITU SANTO.

    Como resultado de las disputas teológicas del siglo IV (cuarto) y V (quinto) se llegó a la afirmación de la deidad del Espíritu Santo en el Concilio de Calcedonia en el año 451 D. C.

    En su existencia esencial, el Espíritu Santo no difiere de Dios el Padre y Dios el Hijo. Con ellos Él es coigual y coeterno. Sus atributos son idénticos con los del Padre y el Hijo, visto que en esencia ambos son deidad. Es bien válido y correcto decir que el Espíritu Santo es Dios.

    1. Las Escrituras nombran a Dios o al Señor y al Espíritu Santo en el mismo contexto, lo que indica que los nombres son claramente intercambiables. Es así, que el Espíritu es llamado Dios y Señor. Hechos 5.3-4; 1ª Corintios 12.4-6; 1ª Corintios 3.16; 2ª Corintios 3.17.

    2. NOMBRES DIVINOS DADOS AL ESPÍRITU SANTO
    3. EL ESPÍRITU SANTO POSEE ATRIBUTOS DIVINOS.

    Cuatro de los atributos de la deidad son adscriptos al Espíritu Santo:

    a) Eterno Hebreos 9.14

    b) Omnipresente (en todo lugar) Salmo 139.7-10.

    c) Omnisciente (Sabe y conoce todo) Juan 14.26 y 16.13.

    d) Omnipotente (todo poder) Lucas 1.35.

    La vida de existencia propia poseída por el Espíritu Santo le caracteriza definitivamente como Divino, Romanos 8.2.

    3. EL ESPÍRITU SANTO HACE HECHOS Y OBRAS DIVINAS.

    Muchas cosas llevadas a cabo por el Espíritu Santo, solamente pueden se hechas por un ser divino: crear, levantar a los muertos e impartir vida, regenerar, dar convicción, y echar fuera demonios. El Espíritu Santo es descrito en las Escrituras como el ejecutor del plan divino; Él es el agente activo y el poder de la deidad. Job 26.13; Romanos 8.11; Juan 3.5-7; Juan 16.8; Mateo 12.28.

    El Espíritu Santo es el principio fundamental de vida activa en todo el universo. Adán vivió porque el Espíritu Santo "Sopló aliento de vida", Génesis 2.7; y todo organismo viviente desde este día, depende de él. Job 33.4. El Espíritu Santo como principio de vida fue responsable de la concepción del Señor Jesús. Y como "Señor y dador de vida" pudo levantar a Jesús de entre los muertos transformándolo en las primicias de los que durmieron.

    La inspiración de las Escrituras y el origen de la profecía divina son obras del Espíritu Santo en su deidad. 2ª Pedro 1.21. Todo esto ciertamente establece el hecho de la deidad del bendito Espíritu Santo.

    4. EL ESPÍRITU SANTO ESTA REALACIONADO CON EL PADRE Y CON EL HIJO.

    L a Escritura identifica explícitamente al Espíritu Santo como un miembro de la deidad:

    a) En el bautismo de Jesús Mateo 3.13-17.

    b) en el mandato apostólico Mateo 28.19.

    c) En la fórmula de bautismo Mateo 28.19.

    d) En la administración de la Iglesia Efesios 4.4-8 y 1ª Corintios 12.4-6.

    Aquí le vemos sobre la misma base de igualdad con el Padre y el Hijo. El Espíritu Santo existe como el poder y la virtud de Dios, y Él es el medio por el cual Dios mismo se transmite y se comunica a hombre. La salvación del creyente es llevada a cabo como un esfuerzo cooperativo por la Trinidad co-igual y coeterna. Padre, Hijo y Espíritu Santo son personalidades separadas, pero cada uno representando la totalidad de la esencia divina, y por lo tanto disfrutando relaciones el uno con el otro, y aplicando pronombres personales el uno al otro. Cómo puede el Espíritu Santo ser uno con Dios y el Hijo, y al mismo tiempo distinto de Dios y el Hijo, constituye una parte del misterio de la trinidad.

    5. LA ESCRITURA INTERPRETA AL ESPÍRITU SANTO SER DIOS.

    En varias ocasiones, el Nuevo Testamento, al referirse al Antiguo Testamento, adscribe al Espíritu Santo obras o puntos de vista, que en el momento original fueron atribuidos a Dios o al Señor. Compárese Isaías 6.8 con Hechos 28.25; con Hebreos 3.7-9 y Jeremías 31.33 con Hebreos 10.15,16. El Espíritu Santo es Dios, y por lo tanto Él es el agente y ejecutor de los propósitos divinos. El Espíritu de Dios mismo comunicándose al hombre, de igual manera que el Hijo es Dios manifestándose a sí mismo al hombre. Las características del Espíritu Santo son tales que lo que es conocido de Él, no puede ser predicado en ningún otro que no fuera Dios mismo. Experimentalmente el creyente en quién Dios el Espíritu Santo opera, dará gustosamente testimonio de la realidad de la deidad del Espíritu operando en él.

    En la experiencia del creyente, hay un solo Espíritu divino, el Espíritu Santo, y Él es al mismo tiempo el Espíritu del Padre y el Espíritu del Hijo.

    CAPÍTULO III

    LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO.

    1. La obra del Espíritu Santo en el Universo físico.
    2. La obra del Espíritu Santo en el hombre no regenerado.
    3. La obra del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento.
    4. La obra del Espíritu Santo en el Señor Jesucristo.
    5. La obra del Espíritu Santo en la Iglesia.
    6. La obra del Espíritu Santo en el creyente.
    1. Es bien claro en las Escrituras que el Espíritu Santo fue agente en la creación original.

      Génesis 1.2; Salmo 33.6; Job 33.4; Job 26.13. Y la función especial del Espíritu Santo parece haber sido la de dar orden y organización a lo que estaba siendo creado.

      La Escritura introduce al Espíritu Santo en el segundo versículo de la Biblia para hacer evidente su asociación con la obra creativa divina. El Espíritu Santo además es el principio básico de vida en todo el universo físico. No solo en la vida de las plantas y en la vida animal, pero también en la vida humana.

      Desde la época de la creación original hasta el presente, el Espíritu ha sostenido el universo físico. Salmo 104.30.

      WALVOORD dice: "La creación ha sido ordenada por Dios en tal manera, que en cierta medida se sostiene a sí misma; pues la vida de las plantas y de los animales se perpetúan a sí mismas. Sin embargo, detrás de todo este fenómeno maravilloso está la obra del Espíritu Santo, sosteniendo, dirigiendo y renovando".

    2. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL UNIVERSO FÍSICO.
    3. LA OBRA DEL ESPIRITU SANTO EN EL HOMBRE NO REGENERADO.

    El Espíritu Santo constantemente busca de guiar a todos los hombres a buscar y a conocer a Dios. Sus esfuerzos son resistidos por el hombre carnal y por el Adversario. Véase Juan 14.17 y 1ª Corintios 2.14.

    El espíritu Santo obra sobre la persona no regenerada desde afuera; ÉL no mora el inconverso.

    La obra básica del Espíritu para con el no regenerado es la de CONVICCIÓN. ÉL ministra para proveer un "sentido de maldad – pecado" a fin de que el hombre se sienta impelido a apropiarse de la justicia de Cristo Jesús.

    Hay un triple aspecto de la obra de convicción de pecado:

    1. Descubrir el pecado.
    2. Denunciar el pecado.
    3. Pronunciar juicio sobre el pecado.

    Consecuentemente es solamente por medio del ministerio del Espíritu Santo que el pecador se convierte, y nunca por el mero esfuerzo o argumento humano. Y como "Fiscal" divino, el Espíritu Santo obra personalmente en las vidas de los seres humanos. Cristo lo expresó claramente en San Juan 16.7-11, donde tres aspectos son claramente enseñados:

    1. El pecado de incredulidad. Versículo 9.
    2. La justicia de Cristo. Versículo 10.
    3. El juicio de Satanás. Versículo 11.

    El Espíritu Santo hace efectiva la predicación del Evangelio y el llamado a la penitencia.

    Una buena parte del ministerio del Espíritu Santo consiste en Su testimonio de Cristo a través de las vidas de los creyentes en los cuales ÉL mora.

    El Dr. Torrey dijo: "El Espíritu Santo no tiene otro medio de alcanzar a los inconversos excepto por medio de nosotros que ya somos salvos". Nótese la declaración de Pedro en Hechos 5.30,32.

    C) LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTEO.

    Cristo en Juan 14.17, al decir "el Espíritu mora con vosotros, y estará en vosotros", hizo notar el contraste entre el creyente del Antiguo Testamento y el creyente del Nuevo Testamento en su relación con el Espíritu Santo. Las Escrituras en el A. T. indican lo siguiente:

    1. El Espíritu vino sobre él Números 24.2; Jueces 11.29.

    2. Llenado del Espíritu Éxodo 31.3; Miqueas 3.8.

    3. Posó sobre ellos el Espíritu Números 11.25-26.

    Cambrón dice acerca de la era del Antiguo Testamento:

    El Espíritu Santo los llenó pero nunca hizo morada con ellos.

    "Ningún creyente del Antiguo Testamento fue bautizado con el Espíritu Santo. El bautismo inicial vino el día de Pentecostés, cincuenta días después que Cristo resucitó".

    Véase Salmo 51.11; Éxodo 31.3,4.; Jueces 13.24,25; 2ª Pedro 1.21.

    Puede ser dicho que en la era del Antiguo Testamento las operaciones del Espíritu Santo estaban bajo la voluntad soberana de Dios.

    Turner clasifica el ministerio del Espíritu Santo en el A. T. En cuatro:

    1. Números 11.15,17; 1ª Samuel 10.6,10.

    2. Políticamente, como con Moisés o Saúl para dar poder e investidura.

      al avivamiento nacional. Jueces 6.34.

    3. Moralmente, como con Gedeón para prepararlo para guiar al pueblo
    4. Físicamente, como con Sansón dándole fuerza, o como con Ezequiel dándole energía. Jueces 14.6 y Ezequiel 2.2.

      1. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL SEÑOR JESUCRISTO.
    5. Intelectualmente, como con Bezaleel y sus ayudantes, dándoles capacidad para construir el tabernáculo. Éxodo 31.2,3; 35.31,35.

    Toda la vida de Cristo aquí en la tierra fue consistentemente identificada con el Espíritu Santo. Notemos lo siguiente:

    1. Su nacimiento Lucas 1.34,35.

    2. Su bautismo en agua. Juan 1.32; Mateo 3.16.

    3. Su tentación Mateo 4.1; Marcos 1.12; Lucas 4.1,2.

    4. Su ministerio Lucas 4.14; 4.17,21; Isaías 61.1,2; 11.1,2.

    5. Su muerte Hebreos 9.14; Lucas 9.30,31; Juan 2.19; Mateo 16.21.

    6. Su resurrección Romanos 1.4; 8.11; 1ª Pedro 3.18; Juan .1,3.

    7. Su ascensión Juan 1.33; Juan 16.7; Hechos 2.33.

    En nuestra era podemos decir que el Espíritu Santo no obra en el Señor Jesucristo sino que obra por Él. Consecuentemente, el Espíritu Santo ministra para revelar a Cristo al creyente y para reproducir en Él la vida de Cristo.

    E) LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA.

    La Iglesia debe su origen y existencia misma al Espíritu Santo.

    El día de Pentecostés el principio de vida fue impartido a la Iglesia, y mientras que la Iglesia exista aquí en la tierra, ese mismo Espíritu Santo continuará morando en la Iglesia y dándole la vida tan especial.

    Hay un sentido en el cual el Espíritu Santo es "Encarnado" en la iglesia, así como la segunda persona de la Trinidad fue encarnada en la humanidad de Jesús. El Espíritu Santo es aquél por medio de quien el Señor Jesucristo se hace presente en Su Iglesia. El don del Espíritu Santo el día de Pentecostés es inseparable de la obra del Hijo sobre el Calvario.

    El Espíritu Santo opera para edificar la Iglesia. Efesios 2.22.

    Fusiona a los creyentes que constituyen la iglesia. 1ª Corintios 2.13. y por morar en todos los creyentes, el Espíritu provee unidad para la Iglesia. 1ª Corintios 3.16; Efesios 4.3.

    Es la presencia del Espíritu Santo morando en los creyentes e impartiendo la vida de Cristo que determina el hecho que la Iglesia es un organismo y no una organización.

    Una de las contribuciones importantes del Espíritu Santo a la Iglesia es constituida por el hecho que ha dado y confirma la Palabra escrita. Por medio de una intuición directa en el corazón del creyente el Espíritu Santo constituye una declaración de que Dios es el Autor de las Escrituras.

    Todos los negocios y el programa de la Iglesia en la tierra deben estar bajo la dirección y la guía del Espíritu Santo. Hechos 20.28; 15.28. La Iglesia progresa en la medida que el Espíritu Santo es permitido de ser el líder.

    La unidad de la Iglesia es obra del Espíritu Santo. Efesios 4.3. No es el deseo del Espíritu Santo de proveer uniformidad, pero sí unidad con diversidad. Es unidad espiritual, no unión organizacional.

    1. LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN EL CREYENTE.

    El Espíritu Santo se constituye en el poder y la capacitación para el creyente, para toda operación y función espiritual. Para que un creyente pueda ser espiritual, se requiere la presencia y el ministerio del Espíritu Santo. Su ministerio es interno, tocando profundamente el ser en quien obra. El creyente no debe estar satisfecho con tener una "teología" del Espíritu Santo; debe tener un sentir viviente de Su presencia y poder. El Espíritu Santo:

    1. Regenera. Juan 3.5 – Tito 3.5 – Juan 3.6.

    2. Da seguridad Romanos 8.16 – Efesios 4.30.

    3. Mora en el creyente Romanos 8.9 – Juan 14.17 –1ª Corintios 3.16,17

    1ª Corintios 6.19 – 2ª Corintios 13.5

    4. Santifica Gálatas 5.22,23 – 1ª Pedro 1.2

    5. da fortaleza 1ª Tesalonicenses 1.5 – Efesios 3.16.

    6. Guía y dirige Romanos 8.14 – Juan 16.13 – Juan 14.26.

    7. Ayuda al creyente en la adoración y en la oración. 1ª Corintios 14.15 –

    Efesios 6.18 – Romanos 8.26.

    8. Vivifica Romanos 8.11.

    9. Adopta Romanos 8.15,16.

    10. Tiene comunión Filipenses 2.1 – 2ª Corintios 13.14.

    11. Unge. 1ª Juan 2.20,27.

    12. Sella. 2ª Corintios 1.22 – Efesios 1.13.

    CAPÍTULO IV

    EL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU SANTO

    1. La naturaleza del Bautismo del Espíritu.
    2. Fondo histórico de la doctrina del Bautismo del Espíritu.
    3. El propósito del Bautismo del Espíritu.
    4. El proceso (Secuencias posibles) de recibir el Bautismo del Espíritu.
    5. La evidencia del Bautismo del Espíritu.
    6. Los resultados del Bautismo del Espíritu.
    7. El Bautismo del Espíritu y la terminología del Nuevo Testamento.
    8. El Bautismo Pentecostal distinto a la conversión.
    9. Bautismo del Espíritu y Santificación.
    10. Bautismo del Espíritu y plenitud día por día.
    1. La palabra "Bautismo" siempre implica el ser completamente cubierto, y cuando la idea es relacionada con el Espíritu Santo implica la saturación completa del ser interior por la Tercera Persona de la Deidad. Este bautismo es una comunicación directa entre Dios y el hombre, y también debe ser un estado de completa rendición.

      Aún la lengua funciona de acuerdo al control del Espíritu. Santiago 3.8 – Hechos 2.4.

      La experiencia de recibir el bautismo del Espíritu Santo es el último paso en el proceso de modificar la carne y de rendirse al Espíritu. Romanos 8.13.

      Frecuentemente, aún cuando no necesariamente el bautismo del Espíritu Santo produce como resultado una "sacudida emocional intensa" en el creyente, que llena el alma de éxtasis celestial.

      La persona que recibe el bautismo del Espíritu Santo, es inundado con gloria divina que electrifica su naturaleza. Un Pentecostés personal puede ser descrito como "un nuevo descubrimiento del Señor Jesucristo viviente, hecho cuando Dios, el Espíritu Santo comienza su morada en el creyente". Debe ser por lo tanto recordado que las relaciones de la persona, ya sean tenues o intensas, son las relaciones de la carne y no son manifestaciones del Espíritu. Es obvio que los ciento veinte (120) en el aposento alto fueron movidos profundamente, pues dijeron de ellos: "Están llenos de mosto". Hechos 2.13.

      La experiencia del bautismo del Espíritu Santo libra al que busca de sí mismo y lo identifica con la Deidad. Por primera vez, el creyente es sometido a la operación sin límites de lo divino; un pequeño "gusto" de lo que un día será amplio. 2ª Corintios 1.22. y la Escritura hace claro el hecho que la porción que recibe el creyente es solamente las arras de lo que disfrutaremos. Efesios 1.13, 14.

      Loa teólogos evangélicos no están de acuerdo con la posición Pentecostal, sin embargo tienen su propia posición bien definida en relación a la plenitud del Espíritu.

      Talbot dice: "Tiene más del Espíritu el hombre que ha sido llenado del Espíritu, que aquél que no ha sido llenado? No, por el contrario, el Espíritu tiene más de algunos creyentes que de otros".

      Cambrón dice: "Sería mejor decir ser ‘controlado’ por el Espíritu, en vez de decir ‘llenado’ por el Espíritu". La verdad básica es que: "NO ES CUANTO DEL ESPÍRITU UNO TIENE, SINO CUANTO DE UNO TIENE EL ESPÍRITU". Es evidente que para ser lleno del Espíritu, no hay lugar para el ego.

    2. LA NATURALEZA DEL BAUTISMO DEL ESPÍRITU.
    3. FONDO HISTÓRICO DE LA DOCTRINA DEL BAUTISMO DEL ESPÍRITU.

    La venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue declarado como el cumplimiento específico de Joel 2.18,19, profecía que prometió la experiencia a todas las personas de diferentes clases. Isaías 28.11; 1ª Corintios 14.22.

    Juan el Bautista incluyó la predicción del bautismo del Espíritu, como aspecto del ministerio del Mesías que habría de venir. Lucas 3.16; Juan 1.33. Durante su ministerio terrenal nuestro Señor se refirió al cumplimiento de la profecía de Joel. Los Evangelios registran ocho predicciones hechas por Cristo de un derramamiento Pentecostal.

    El Pentecostés original validó la obra de Cristo, y constituyó un acontecimiento dispensacional al venir a la tierra para morar en Su Iglesia, el Espíritu Santo, el administrador

    Divino, véase también Juan 14.16; Marcos 16.17; Juan 16.7; Hechos 1.5; Juan 7.37-39, Juan 14.26; Juan 15.26; Lucas 11.13; Lucas 24.49.

    La fiesta de Pentecostés en el Antiguo Testamento tomó lugar cincuenta (50) días después de la Pascua. Representaba el comienzo de la cosecha. Simbólicamente, el derramamiento inicial del Espíritu en el día de Pentecostés fue el comienzo de la cosecha del Evangelio. Los 120 tuvieron que esperar, no porque no estuviesen listos para recibir, sino que Dios no estaba listo para derramar su Espíritu. Sin embargo, esos días de espera produjeron, sin lugar a dudas, una medida de sumisión y rendición y rendición sí mismos. Desde ese día, el esperar no es descrito. Véase Hechos 10.44.

    Aun cuando el Espíritu de Dios había obrado anteriormente en la tierra, El no había establecido su morada permanente en los corazones de creyentes para constituirlos en Iglesia. El derramamiento del Espíritu significaba que el Mesías había completado su obra redentora y había ascendido a la gloria.

    El pentecostal original fue un tiempo llamativo fenomenal de carácter sobre natural. El público no fue atraído por debate teológico, sino por el milagro de las lenguas, y de las lenguas de fuego y aun el impacto hecho sobre el edificio donde estaban congregados, como si Dios dijera al mundo que el derramamiento Pentecostal no era un incidente trivial.

    Una experiencia similar al modelo de Loa Hechos 2 continuó siendo normal en la Iglesia del Nuevo Testamento. Hay un total de cinco casos en el libro de los Hechos que describen un derramamiento Pentecostal similar en clases y manifestación al caso original del día de Pentecostés. El último caso registrado en la Biblia está en Hechos 19, y esto tomó lugar unos veinte y uno años después del derramamiento original. El modelo Pentecostal parece haber sido bien autenticado y establecido.

    Testimonios de experiencias Pentecostales en la Iglesia Primitiva, datan de la fecha de los primeros escritos de los padres durante el II y III siglo:

    Ireneo (130-202) escribió: "Llamamos personas ‘perfectas’ aquellas que han recibido el Espíritu de Dios, y quienes por medio del Espíritu de Dios hablan lenguas".

    Clemente de Alejandría – Hacía mención de "un derramamiento total del Espíritu Santo".

    Tertuliano – Durante la misma época hizo mención de la continua manifestación de los dones del Espíritu.

    Crisóstomo (347-407) declaró: "Todo aquel que era bautizado en tiempos apostólicos, inmediatamente habló en lenguas; de inmediato recibieron el Espíritu".

    San Agustín (354-430) escribió: "Todavía hacemos lo que los Apóstoles hicieron cuando les impusieron las manos a los Samaritanos y pidieron el descenso del Espíritu sobre ellos. Esperamos que los convertidos hablen en nuevas lenguas".

    A medida que se fue desarrollando la Iglesia Romana, el aspecto fenomenal del bautismo en el Espíritu Santo gradualmente se transformó en un ritual. Al llegar al fin del siglo V (5), la practica general era que se constituía una pequeña sala detrás del altar, y era usado como el lugar donde recibir el Espíritu Santo. Luego de ser bautizado en agua, el candidato pasaba a la sala de oración, y allí el obispo el imponía las manos y era ungido con aceite. El obispo pedía a Dios que enviase el Espíritu Santo, pero también gradualmente con el correr del tiempo, no se esperaba ninguna manifestación. Consecuentemente, hoy día, la ceremonia de la confirmación es el resultado, y la Iglesia Romana mantiene que en el momento de ese rito el candidato recibe el bautismo en el Espíritu Santo. No se hace mención del hablar en lenguas.

    A través de los tiempos la historia nos preserva el registro de la manifestación Pentecostal, no solamente entre el pueblo evangélico pero también entre los miembros de la Iglesia Romana, Monjes del siglo XIII (13) practicaban en hablar en lenguas.

    San Vicente Ferrer (1350-1419) tenía el don de lenguas.

    Francisco Xavier (1506-1552) misionero en la China, según la Enciclopedia Católica hablaba en lenguas.

    Souer En su Historia de la Iglesia Cristiana (volumen 3, página 406) dice: "El Doctor Martín Lutero fue un profeta, evangelista, hablador en lenguas e intérprete en una persona, investido con todos los dones del Espíritu Santo".

    Tomás Walsh – Ayudante de Juan Wesley, escribió en su libro diario el 8 de marzo de 1750.

    "Esta mañana el Señor me dio un lenguaje que yo no conocía, elevando mi alma hacia ÉL en una manera maravillosa".

    R. Boyd – En su libro Pruebas y Triunfos de Fe (1875), escribió acerca de los avivamientos de D.L. Moody en Inglaterra: "Cuando llegue a los cuartos de los jóvenes de la Asociación Cristiana de jóvenes, la reunión encendida por el fuego celestial, los jóvenes estaban hablando en lenguas y profetizando. ¿Qué significaba esto? Simplemente que el hermano Moody les había estado hablando durante la tarde".

    F.B. Meyer – Cuando visitó Estonia encontró a congregaciones de bautistas en las cuales escribió a Londres: "Dios está renovando entre esta gente aquellas maravillosas manifestaciones que fueron evidentes durante la primera predicación del Evangelio. El don de lenguas se oye a menudo en las reuniones. Cuando estos mensajes son interpretados significan lo siguiente: JESÚS VIENE PRONTO OTRA VEZ; JESÚS ESTA CERCA; ESTEMOS LISTOS".

    Carlos G. Finney y D. L. Moody – Estos Evangelistas dieron testimonio de experiencias espirituales que eran positivamente Pentecostales en su naturaleza y en sus resultados.

    Al comienzo del presente siglo, en el día de Año Nuevo de 1901, el Espíritu Santo descendió en forma Pentecostal sobre un grupo de estudiantes en un pequeño Instituto Bíblico en la ciudad de Kansas en los Estados Unidos. Este derramamiento fue precedido por estudios minuciosos de las Escrituras, y los alumnos habían llegado a la conclusión de que la evidencia del bautismo en el Bautismo del Espíritu Santo era hablar en nuevas lenguas. De allí se esparció en Texas y a California, donde el año 1906 tomó lugar un gran derramamiento que a continuado a todas partes del mundo en lo que va del siglo XX.

     

    Partes: 1, 2, 3, 4, 5
    Página siguiente