- Prefacio.
- Evolución Histórica de la oratoria.
- Grandes oradores contemporáneos.
- Clases de oratoria.
- Guión Bibliográfico
En la presente ocasión, abordaremos unos de los temas más fascinantes de la historia humana.
Consistente en aquel don de la oratoria, que ha estado sujeto a transformaciones, desde la Antigüedad, hasta nuestros días.
La Oratoria ocupa un lugar especial, en la vida misma.
El poder de la convicción, de representantes de cada país, es menester en un mundo de transformación.
Estas transformaciones si fuesen en su totalidad, colmadas de ética y moralidad, cuán grande y evolucionado sería la existencia de cada ser.
La Oratoria, es pues, unos de los elementos fundamentales en la unificación de criterios, y la comprensión y el estímulo de masas.
Su intrínseca facultad de la oratoria, está inmerso en cada ser humano, aflorarlo y desarrollarlo es una de las metas de las personas que buscan un bienestar.
Al decir bienestar, no deseamos que se entienda como un bienestar propio y egoísta, más por el contrario ha de entenderse, como la búsqueda de un real bienestar colectivo y mancomunado, velando los intereses de los valores trascendentes de una sociedad y no simplemente aquellos que constituyen valores suntuosos y superfluos, de bienes materiales.
La oratoria, muy bien encaminada, por parte del poseedor, se beneficiará de grandes satisfacciones para su realización. La vida tendrá un nuevo sentido si lo conjuga con lo excelso de la existencia.
Es así, que en la edad contemporánea, se ha dado mayor soltura al aprendizaje de la oratoria, ya se nos es común apreciar, hoy en días, las infinitas invitaciones a cursos de enseñanza mediante folletos, impulsados por grupos culturales.
Este factor de soltura, y de nuevas opciones, otorgan mayor desarrollo al mismo.
Han quedado olvidadas y en buenas horas, aquellas costumbres de las épocas pasadas, que era requisito fundamental dominar los gestos pintorescos, la modulación esterilizada, las posiciones acomodadas, las miradas precisas, etc.
Los cuales, el daño que realizaban eran muchas veces tremendas para el orador, quien se preocupaba más en los factores externos de visualización, olvidando los internos que nacen del corazón del verdadero orador. Estos factores internos deben ser primero cultivados, los restantes vendrán de añadidura. Si un orador, debe demostrar sinceridad, antes bien debe ser sincero consigo mismo y con los demás.
Estas cualidades sólo son obtenidas, en el tiempo; ganadas por las experiencias objetivas de la vida.
Todos estos aspectos, son tomados en cuenta en la actualidad. Hoy, no se busca ser engañado sino comprendido, escuchado, valorado, orientado y legitimado.
Hablaremos de la trilogía de la oratoria y sus cualidades de cada una de ellas. Cuando ingresemos en la segunda parte, de este estudio, correspondientes a los grandes oradores contemporáneos; hemos querido nombrar aquellos más célebres, porque ciertamente sería imposible hablar de todos, más aún sabiendo que cada población por muy pequeña que fuese, siempre posee uno o varios oradores, por supuesto siendo diferentes unos de otros en calidad pero similares en el rol que tratan de desempeñar.
Entonces, recordaremos a individuos que marcaron época, y nos interrogaremos ¿Cual fue la clave de su éxito?, y la respuesta vendrá anexa en sus orígenes de cada uno de ellos, teniendo todos por punto de armonía una cualidad común: "LA CREENCIA A SU PROPIA CAUSA".
Hablaremos desde los comienzo de la Edad Contemporánea, fines del siglo XVIII, retomando los hilos de la historia en Robespierre, posteriormente realizaremos un viaje imaginario a la India, donde encontramos la figura de la no-violencia, aquel "Mahatma o alma grande", que lleva por nombre característico Gandhi.
Después iremos a América, encasillándonos en los Estados Unidos, para recoger de allí a un gran orador y presidente, que supo cumplir con su misión de dar libertad a los negros, y romper las cadenas de la esclavitud y del abuso, para entonces.
Luego de ello, ingresaremos a nuestro país, y trataremos de encajar los tiempos a la historia universal, para extraer de lo recóndito de la historia nacional, a un gran presidente orador que tuvo nuestra República, que es reconocido por los especialistas como "el gran mago de la oratoria", hablamos de don Mariano Baptista Caserta.
Todo esto ocurrirá en la primera parte, ya en la segunda parte, nos abocaremos al estudio de las clases de oratoria, en tres formas: oratoria política, didáctica y forense, dejando esta última para posterior estudio, por parte de otro componente del tema a tratarse. Ya que como sabemos, el siguiente punto corresponde a la oratoria forense y su importancia en el foro.
Con todo ello, hemos deseado haber cumplido con las expectativas de estudio, pudiendo tomar énfasis en los aspectos más sobresalientes de la oratoria.
Recordando siempre que la oratoria, es una virtud trascendente cuando se lo encamina en conseguir logros de notable relevancia en la sociedad, tanto fuese este para la enseñanza educacional, como para resolver conflictos espinudos de la vida civil, y en tanto fuese ella para la vida política donde se dirige a una Nación hacia un fin.
2. Evolución histórica de la oratoria.
La oratoria en la edad contemporánea: grandes oradores contemporáneos.
Si la edad moderna comprende desde la toma de Constantinopla hasta la Revolución Francesa (Fines del siglo XVIII), entonces diremos que la edad contemporánea corresponde a lo subsiguiente de la anterior hasta nuestros días.
Dijimos en anteriores oportunidades que la oratoria es el arte de hablar con elocuencia; de deleitar y persuadir por medio de la palabra.
Para aclarar lo dicho en pocas palabras, diremos que por elocuencia debemos entender aquella facultad de hablar bien y de modo convincente, gracias a la fuerza expresiva poseída por el orador, en todos sus aspectos tanto internos como externos; ahora bien debemos saber que, deleitar es causar placer o agrado en el ánimo o los sentidos de los oyentes y que persuadir significa convencer con razones a otra persona, es decir es el hecho de inducir a uno a creer o hacer algo.
En cuanto a estos aspectos diremos que la oratoria, como arte y la elocuencia como fuerza expresiva, van juntas, ya que no se posee el arte si no se tiene la fuerza vital de esta. Referente al deleite y a la persuasión ambos son consecuencias de las primeras, y es en estas donde estriba el éxito de los oradores. La causa es la facultad del orador y el efecto es la atención, entendimiento, comprensión, convencimiento y los ánimos conseguidos en los oyentes por parte del orador.
La oratoria se encuentra reflejada en el discurso, y el discurso en su conjunto ofrece una trilogía, la cual en el presente periodo, han sido tomados con más énfasis, ya que con ellos se pueden alcanzar los objetivos trazados y los efectos deseados.
El discurso es el razonamiento extenso dirigido por una persona a otra u otras, es la exposición oral de alguna extensión hecha generalmente con el fin de persuadir, y que ella como dijimos se encuentra conformada por tres aspectos que son: Tema o contenido del discurso, Orador y Auditorio.
En primer lugar, tenemos el contenido del discurso, el cual debe ser tejido en el telar de las experiencias, debe estar copado de detalles, ilustraciones, personificaciones, dramatismo y ejemplos en algunos casos; y todos estos expresados con términos familiares y concisos los cuales den la comprensión y el entendimiento adecuado; en donde lo que se quiere decir sea entendidos por todos.
Luego está el orador, el cual debe reunir los atributos adecuados (mentales, físicos y vocales), que contribuyen a vigorizar el discurso. Para tal cometido debe elegir temas por los cuales se siente convencido. Su atributo mental se refleja en copar toda la extensión de su disertación y saber limitarlo en los aspectos más importantes y sobresalientes.
En cuanto al factor físico, corresponde el hecho de dar mayor relevancia en la acentuación mediante los gestos correctos, todos ellos diremos nacidos del corazón, los cuales deben ser realmente sinceros y no fingidos como algunos lo tienen por costumbre, para alcanzar sus apetitos propios, egoístas y vanidosos.
La vocalización es otro atributo, debiendo ser este claro, seguro, vivaz, determinante y conciso.
Aquí se puede agregar un atributo más, el cual sería que todo orador debe estar preparado tanto psíquica, moral y espiritualmente. No debe poseer en su interior el deseo del engaño, ni beneficio enteramente propio, sino que debe ser un interés colectivo, debe sentir el agrado de dar a sus oyentes, en forma espontánea y verdadera las investigaciones realizadas.
Por último nos encontraremos con el auditorio, el objetivo al que se dirige el discurso y el árbitro decisivo del éxito o el fracaso del orador.
El fin del orador es que sea entendido en sus anchas todo lo que desea otorgar al auditorio, para tal cometido los términos usados deben ser de interés de todos los reunidos en dicha oportunidad, debe imperar un ambiente participativo y leal.
Al margen de esto, es necesario que el orador conozca a quienes tiene en frente, por tal motivo, a razón de ejemplo, debe interrogarse ¿cómo es mi auditorio?, ¿el tema que deseo serles partícipes, llegará a ellos y cómo lograr esto?, dichas interrogantes deben ser respondidas por él mismo realizando una investigación cuidadosa al respecto, pero no debiendo caer en una preocupación desmedida al respecto.
3. Grandes oradores contemporáneos.
La oratoria es un don especial para el que lo posee, y un preciado tesoro para quien lo obtuvo, con su gran trabajo.
En esto sabemos que en cada país del mundo, encontraremos muchos virtuosos oradores, los cuales nombrarlos y contarlos uno por uno, sería realmente imposible, ya que muchos seres llevan en su interior este especial dote, algunos de ellos innatos en su ser, más en otros obtenidos por propio esfuerzo, pero impulsados por la voluntad y tenacidad.
Para hablar de los grandes oradores, nos limitaremos tan solo a los más conocidos por la historia universal, a razón de su variedad de los mismos.
Con el objetivo de copar todas las expectativas, nombraremos a oradores políticos, los cuales marcaron épocas tanto en la historia del mundo, como en su país perteneciente. Para lo cual, serán expuestos un personaje de tres continentes; nos centraremos en América, en sus tres aspectos: Sud América, Centro América y North America.
Demos Inicio con:
A.- El Continente Europeo.
Empezamos en Europa, nos encontramos en la época de la Revolución Francesa. Allí está Maximilien de Robespierre, más conocido como "el Incorruptible", abogado de profesión, nacido en Arras, 1758. Sufriría la guillotina, conforme a sus daños causados, dando fin a su existencia el 28 de julio de 1794.
Robespierre emergió de la oscuridad parlamentaria, estableció su preponderancia y habría de gobernar a Francia por medio de la oratoria. Hablando de sí mismo, decía que él había sido hecho para la revolución, y luchó por la revolución casi exclusivamente con palabras. "El amor a la justicia, a la humanidad, a la libertad", dice, definiendo su natural inclinación revolucionaria, "es una pasión como cualquier otra. Cuando nos domina, la sacrificamos todo". Sus habilidades oratorias ya eran evidentes antes de la Revolución, lo mismo que su uso de la oratoria como un instrumento de agitación popular. Durante los meses de excitación prerrevolucionaria y actividades en Arrás había habido quejas de que Robespierre insultaba directamente a la oligarquía local, dirigiéndose a quienes estaban fuera de su esfera. Y sus métodos de elección habían de suscitar el mismo cargo. Ya diputado, iba a ser acusado de Demagogia. La revolución fue una gran época oratoria y Robespierre compartía con sus contemporáneos una excepcional fe en las palabras.
Gozaba leyendo en voz alta a los clásicos franceses, una afición que revela el amor a la música de las palabras y una mentalidad de carácter oratorio. De cuando en cuando se quejaba de que la oratoria formal a la cual eran aficionados los diputados, y que imitaba conscientemente a los modelos romanos, especialmente Cicerón, eran menos valiosas que las efusiones espontáneas que nacían de un corazón simple y sincero, pero él, por su parte, era autor de esos discursos elaborados. Casi siempre leía un texto que ya estaba preparado. Los pocos manuscritos de propia mano que nos han llegado muestran docenas de correcciones que prueban esta actitud. Sus ideas eran compuestas, peinadas y empolvadas tan meticulosamente como su persona, antes de ser presentada al mundo. En ambos casos se dejaba ver el gusto del antiguo régimen, que persistía.
La oratoria revolucionaria en Francia era el producto de modelos clásicos, que en un tiempo habían sido modificados para adecuarlos a las necesidades del púlpito, el tribunal o el salón de conferencias, y que ahora fueron modificados por la revolución. Demóstenes y Cicerón, los máximos oradores de la antigüedad, eran estudiados minuciosamente, así como a los críticos y gramáticos que habían analizado y racionalizado lo que era más esencial en la oratoria. Aparte de estas preocupaciones puramente técnicas, tanto Demóstenes como Cicerón habían sido opositores a los tiranos, el primero a Felipe de Macedonia y el segundo a Julio César. Y sus sentimientos y su pasión republicanos eran más apreciados por lo oradores revolucionarios. Ahora, por primera vez en la historia francesa, los temas de la ciudadanía, el patriotismo y el deber de resistir al rey eran predicados abiertamente. Cuando los revolucionarios volvían a las fuentes de la oratoria antigua, para encontrar en ella inspiración e instrucción, lo hacían en un nuevo espíritu: la sustancia era por lo menos tan importante como el estilo.
Los revolucionarios eran aficionados a la oratoria como se puede ser aficionado a la ópera o el teatro. La carrera de Robespierre era igualmente deudora de la oratoria y, aunque él distaba de ser uno de los grandes oradores de su tiempo – sus contemporáneos Danton y Vergniaud, con temperamentos y carreras muy distintas, compartía ese honor- era muy admirado por sus colegas y podía sostenerse que era el orador más eficaz.
La forma y el fondo son inseparables. Aquí subrayo la forma, ya que el fondo de Robespierrees la base de todo lo que sigue. Cuando el joven Robespierre dio los primeros pasos en la carrera legal, los críticos de la oratoria tribunalicia distinguían dos clases de discursos: los de los abogados, que sacrificaban el estilo al deseo de ganar una causa, y los de los literatos, que utilizaban el estilo para revelar principios básicos racionales.
Robespierre estaba dentro de estos últimos. Robespierre estaba entre estos último. Sus casos legales, por la forma en que los defendió, eran ejemplos específicos de posiciones generales.
El caso Pagès, que versaba sobre un dinero prestado, se convirtió en una consideración sobre la usura; el caso de Mary Somerville, en torno a la herencia disputada, se transformó en una exposición de los derechos de la mujer; el caso Déteuf, que tenía que ver con una falsa acusación de robo, hecha por un monje que quería vengarse de una mujer que había resistido sus intento de seducción, se convirtió en un análisis del lugar que debe ocupar el clero en la sociedad.
Ya hemos visto que el caso pararrayos y el caso Dupond llegaron a ser respectivamente una confrontación entre ciencia y superstición y una diatriba en contra de la justicia arbitraria y el encarcelamiento. Esta costumbre de generalizar liberó a la oratoria de Robespierre, incluso antes de la revolución, de buena parte de la jerga legal y la estrechez profesional que perjudicaba a muchos de sus contemporáneos, que también habían llegado a la revolución desde una carrera en la jurisprudencia. Robespierre rara vez opinaba sobre la oratoria y, cuando lo hacía, no tomaba en cuenta los aspectos técnicos del arte. El consideraba la inspiración, para sí mismo y para cualquiera que hablara con propósito y sentido, como fundamental.
Como orador, Robespierre inició la revolución con ciertas desventajas técnicas, hablaba con un fuerte acento regional artesiano; su voz, demasiado aguda para ser naturalmente agradable, era débil de volumen y carecía de variedad en los tonos.
Su presencia física no era imponente: era un hombre bajo y delgado, con una cabeza voluminosa. Su mala vista le exigía usar gafas, que a veces se levantaba sobre la frente, cuando estaba hablando, para frotarse los ojos. Los gestos que hacía en la tribuna eran breves, un poco bruscos y crispados. En otras palabras no tenía la presencia de un orador importante y dominador, y estas insuficiencias estaban agravadas por la costumbre de leer sus discursos, hundiendo las narices en el texto escrito.
Robespierre era perfectamente consciente de sus falencias, y procuraba vencerlas o lograr que sus oyentes no las notaran. De todos modos, su importancia no radicaba en la perfección técnica de su oratoria, sino en lo que tenía que decir. Lo que no podía aprenderse era lo que más importaba, "una elocuencia que brota del corazón y sin la cual nada es conveniente". Y esta elocuencia él la poseía y se explayaba en la revolución. Incluso era capaz de improvisar brillantemente, aunque lo hacía pocas veces, prefiriendo no entregarse a las pasiones del momento, atento a obtener esa precisión que sólo la da la pluma. En sus manuscritos encontramos dos clases de correcciones. A veces con la pasión de la destrucción, tachaba pasajes enteros "con una red de barras irregulares".
En otras ocasiones sustituía una que otra palabra, buscando cuidadosamente el vocablo justo. Asimismo, los manuscritos de Robespierre revelan mucha atención a los efectos. Insertaba con todo cuidado pausas destinadas a impresionar a los oyentes con el horror o hacer que estallan en aplausos entusiastas. Y como siempre hablaba para los que estaban más allá de las paredes de la Asamblea y que tendrían que leer o escuchar sus discursos de segunda mano, se tomaba el trabajo de lograr que sus palabras fueran repetidas exactamente.
Elaboró un estilo que consistía en hacer pausas frecuentes, como si estuviera dictando su discurso. "Como el elocuente Robespieerre siempre se interrumpe, para mojarse los labios", escribe un periodista, "uno tiene tiempo para escribir".
Estos discursos cuidadosamente preparados, pronunciados con nitidez, con adecuadas citas de Bacon, Leibniz, Condillac y Rosseau, entre los escritores modernos, con las alusiones clásicas favorecidas en esos tiempos, con pausas para lograr efectos dramáticos y énfasis para obtener aplausos, era el medio por el cual Robespierre se revelaba, dictaba una autobiografía revolucionaria al mismo tiempo que revelaba a la Revolución.
Había adquirido ahora el hábito de pensar en voz alta ante sus oyentes, a menos esta era la impresión que daba. Y lo lograba haciendo preguntas retóricas que muchas veces dejaba sin respuesta, con el propósito de sembrar una idea y también obtener un efecto retórico. Esta afectación molestaba e intrigaba a la vez. ¿Que debemos hacer ahora?, ¿Cuál es la mejor manera de asegurar la supervivencia de la Revolución?, ¿Fortalecerá mi muerte los fundamentos de la virtud?. Estas y otras preguntas semejantes era su manera de entablar con sus oyentes un diálogo moral y público, compartiendo con ellos sus dudas y temores.
Robespierre, poseía temores particulares, los cuales no lo incorporaba a su oratoria, y esto por razones obvias; ya que unos de sus temores era previo ingreso a la tribuna, esto por su timidez, y así lo hace saber él mismo a su amigo Etienne Dumont, pero "cuando empezaba a hablar" se veía libre de la angustia y "ya no era consciente de sí mismo".
La mente de Robespierre tendía a un modo dialéctico de pensamiento y expresión. El no buscaba el reposo y la serenidad, aunque la forma de sus discursos expresa orden y equilibrio en un grado extremo. Buscaba el vigor, el trueno de los anatemas, como cuando denunció al general Dumouriez o condenó al despotismo como un mar sin orillas, que inunda al mundo y lo convierte en "el patrimonio del crimen".
Este estilo tiene sus peligros. Robespierre, como Rousseau antes de él, solía ser arrastrado por sus excesos retóricos, se entregaba al tema rapsódico que él mismo componía, quedaba hechizado por los sonidos de las palabras, que rodaban como olas sobre el tema, enterrando el sentido bajo el sonido. Robespierre, cuando pierde el control de su verborrea, cuando se aleja de lo concreto y los detalles, flota patéticamente, acumulando imágenes y abstracciones.
La voz única de Robespierre, tanto tiempo aislada y temida en la Constituyente, se convirtió en la voz de los Jacobinos y después en la de Francia revolucionaria".
B.- Continente Asiático.
Hablaremos en esta ocasión, de un célebre ser, el cual es recordado muy afectivamente en la India, con el seudónimo "el Mahatma", es decir, el "Alma Grande".
Debido a su escasa documentación, en cuanto a su oratoria, es preciso dar una breve reseña bibliográfica de su persona, para llegar a comprender los alcances de su oratoria y los frutos conseguidos. Mohandas Karamchand Gandhi, nació el 2 de octubre de 1869 en Pobandar, capital del principado independiente del mismo nombre y pequeño puerto de la casi isla de Kathiyavar, en la costa noreste de la India. Era el cuarto hijo de Karamchand y Putlibai Gandhi, de la casta de los vaishya y sub casta de los Modh Baniya.
Según la tradición de los vaishya o vaiçya debían dedicarse a la agricultura, la artesanía o al comercio y durante mucho tiempo los Gandhi, como lo atestigua su patronímico, que significa "comerciante de especias", habían mantenido la tradición. Después, por favor del príncipe o méritos personales, el abuelo y el padre de Mohandas fueron Diwan (Primer ministro) de Porbandar.
Aunque el título era pomposo, el cargo era relativamente modesto en tan pequeño Estado, pero proporcionaba al menos, teniendo en cuenta los hábitos locales, vida desahogada y consideración.
Gandhi, tuvo una infancia tranquila; la gran piedad de Putlibai influía vivamente en el entorno. Esta mujer sencilla e inteligente, a la que se le pedía consejo incluso para los asuntos del Estado, era ante todo una ferviente vishnuita. Muy devota a sus principios, llevaba con ella a los niños, al templo, con el nombre de Rama en los labios, cumplía con los ritos y los severos ayunos a los que ni siquiera por enfermedad faltaba.
Por su parte su padre, Karamchand, era a pesar de sus errores, un hombre leal, generoso y de trato fácil a pesar de su temperamento irascible. Poco instruido como la mayor parte de los indios de aquella generación, poseía una merecida reputación por su estricta imparcialidad y su experiencia, que le permitía resolver con facilidad los problemas más complejos. Al igual que su esposa era también vishnuita y un vegetariano consumado.
Es así, que en Mohandas, "empezaba a arraigar, la convicción de que la moral es el fundamento de todo y de que la verdad es la sustancia de toda moral".
Contrajo matrimonio, conforme a la costumbre, a la edad de 14 años, lo cual fue para él una pesadilla, a tal motivo, años después, combatiría en contra de dicha costumbre.
En la escuela su situación era también tensa. La enseñanza, en ingles desde la promulgación de la ley Macaulay (1835), sembraba el desarrollo en el espíritu de los jóvenes. Se les inculcaba el dogma de la superioridad absoluta de todo lo que procedía de Inglaterra, es lo impregnaba de admiración por la gloria de Inglaterra, por su alta civilización, sus conquistas científicas, su organización política, su invencible poderío. En contrapartida, se trazaba el cuadro de todas las deficiencias pasadas y presentes de la India. De forma que ignorando la grandeza de su país, aquellos adolescentes estaban persuadidos que no se convertirían en hombres más que a condición de romper con sus tradiciones, creencias, costumbre, y copiando civilmente a sus maestros.
Mohandas al igual que sus compatriotas soñaba con sacudir el yugo: Deseaba ser fuerte y audaz, y quería lo mismo para sus compatriotas, a fin de poder vencer a Inglaterra y liberar a la India.
El pensaba muchas cosas, algunas de ellas absurdas propias de su adolescencia.
Cuando al acabar la High School de Rajkot, se inscribió en la Universidad de Bhavnagar descubrió que era extraordinariamente inculto, y al sentirse incapaz de seguir los cursos, acudió descorazonado junto a su madre.
Parecía que no tenía solución, ya que su padre ya había muerto; pero tuvo por fortuna un brahmán erudito y amigo de la familia, quien sugirió que le enviasen a Londresa cursar los estudios de Derecho. Gandhi, pensaba las maravillosas perspectivas, afirmando: "ver a Inglaterra, la tierra de los filósofos y los poetas, el corazón mismo de la civilización" pensaba en ella todo, el tiempo. Habría partido ese mismo instante si hubiera estado en sus manos la decisión. A pesar de todas las prohibiciones, Gandhi convenció a su madre, y con desbordante sentimiento embarcó el 4 de septiembre de 1888, dejando a su hermano el cuidado de su mujer y a su hijo recién nacido.
Otras dificultades esperaban a Gandhi, en Londres. Aunque perdidamente admirado de la civilización occidental, ignoraba todo sobre ella, hasta el uso de la cuchara y el tenedor.
La pronunciación del inglés era un suplicio. Para el colmo, estaba él inmerso en vanidades, nada más al llegar, emprendió una tarea sobrehumana, deseaba convertirse en un ‘Gentleman’.
Al cabo de tres meses, sin embargo, había ya sentado cabeza. Y se hizo una promesa consigo mismo: no tacaría el vino, las mujeres, ni la carne.
Terminado su curso, en sus tres años de estadía en Londres; después de pasar la prueba final en la Universidad, la cual fue muy difícil, teniendo por logro el dominio de la lengua inglesa.
Partió de regreso a su tierra natal. Pero allí se dio cuenta de su situación, una timidez enfermiza, unida a una ambición sin empleo, le paralizaba le paralizaba e incapacitaba para hablar en público e incluso para leer lo que había redactado. Además ¿qué es lo que había adquirido en Londres? Unas vagas nociones de derecho inglés, mientras que carecía de cualquier noción de Derecho indio o de la práctica procesal.
Abrió, su bufete con la ayuda de su hermano Laxmidas, pensaba en un exitoso vakîls (abogado) de renombre. Pero no tuvo éxito en su cometido, cerrando su oficina.
Pero la necesidad le era apremiante debía buscar alimento para su esposa e hijo. Un día el destino le concedería una oportunidad, la firma Dada Abdulla y Cía, le ofreció la propuesta de viajar a África del sur, ya que necesitaban un empleado que supiera inglés perfectamente.
Aceptó la propuesta, a sus 24 años sin porvenir aparente.
En África del sur, se había establecido una colonia India de cerca de 10.000 hombres, en virtud del llamado de los residentes ingleses de Natal, como mano de obra barata, para el cultivo de caña de azúcar, té y legumbres. Una contrato de inmigración, cuyas cláusulas habían sido fijados por la India y la colonia Natal, los ligaba por cinco años y en condiciones miserables, prestar servicios con el mismo patrón.
Aquel lugar estaba colmado de racismo, haciendo estragos por doquier; eran considerados como "La plaga negra", y otros como "la basura asiática". Los códigos los designaban como personas pertenecientes a las pueblos salvajes, y las constituciones afirmaban que no serían admitida ninguna igualdad civil, frente a hombres de color.
Por todas partes se aplicaba una segregación brutal: los indios, cualesquiera fuesen sus méritos o la situación adquirida, no eran más que "collies"(criados, mozos de cuerda), un collie no es un hombre. No podían andar por la noche, si no era con un salvoconducto.
A Gandhi, se le previno lo dicho, pero no lo creía, pensaba que tenia una profesión, y que era un ciudadano británico; pero nada más al llegar aprendió que solo era un "abogado collie". Se encontró rechazado por todos, "descubrió que por ser indio, no tenía ninguno de los derechos humanos". Con semejante golpe, Gandhi, se puso firme, y estaba dispuesto a luchar contra el miedo.
En Pretoria realizó su trabajo, y al mismo tiempo se cultivo del derecho procesal de su país. Cambiando sus perspectivas, no soñaba más que en volver a la India. No veía ningún futuro en África del Sur, en donde vivir le resultaba intolerable. "Pero el hombre propone y Dios dispone", porque al leer un periódico local días antes de su regreso, leyó la noticia, de la creación de un proyecto para suprimir el derecho que tenían ciertos indios de elegir representantes en la Asamblea legislativa de Natal. A tal motivo envió información de guardia a los de su terruño, pero ellos les pidieron que él se haga cargo, ya que ellos eran iletrados para esos asuntos, y tan solo miraban, el periódico para saber las cotizaciones de la Bolsa.
Gandhi haciendo gala de una perspicacia, se situó inmediatamente sobre el sólido terreno de los derechos y deberes que conferían a los partidos la ciudadanía británica de los indios.
Mediante una petición dirigida a Lord Ripon, secretario de Estado para las colonias, para la cual, como demostración de su ascendiente, recogió en pocos días, diez mil firmas, obtuvo la suspensión del proyecto.
Pero el gobierno de Natal por otros medios, buscaba sus fines. Los cuales también fueron truncados por la intervención de Gandhi, ya que él aseguró y concretizó: Asambleas, conferencias, debates, cursos nocturnos, creación de Asociación de Indios del Cabo y de Transvaal, Congreso Indio de Natal, Asociación cultural de indios originarios de la colonia, etc.
Por otra parte, como preludio a su intensa producción como periodista, Gandhi alertaba a la opinión pública, desde el África del Sur hasta Inglaterra y la India, mediante la "Llamada a todos los ingleses" y el "derecho al voto de los indios", dos folletos repletos de hechos, cifras y argumentos escrupulosamente expuestos.
En unos pocos meses bajo el peso de la responsabilidad, el futuro jefe de la India es revelaba como maestro de sus excepcionales dones: jurista tan sutil en el manejo de las leyes como consciente de la importancia de los hechos, orador de palabra clara, convincente(se acabó la timidez balbuciente de otros tiempos!), hábil en el manejo de los hombres, trabajador infatigable, eficaz en el presente al tiempo que preparaba el porvenir con un coraje que ninguna vejación disminuía. Desde un principio se atrajo el respeto. Sus mismos adversarios, los diarios locales, le rindieron homenaje alabando su moderación, imparcialidad y entrega desinteresada.
¡Qué lejos estaban sus primeros días en África del Sur!. El pequeño empleado de Abdulla se convirtió en un político influyente y en un abogado extraordinariamente capaz, a que las firmas importantes musulmanas le retribuyen ampliamente sus servicios.
En Durban ya ganaba la considerable suma de 2.000 libras al año; en Johannesburg sus ganancias alcanzaron al más del triple. Siendo para el un resultado no esperado, pero por supuesto bien recibido.
Es aquí cuando nace en su interior la idea de abocarse íntegramente a la vida espiritual, ya que él seguía percibiendo el racismo, la violencia, etc., por todas partes.
Es así que, se cultiva de numerosos escritores como Blavatsky, Upanishad, Brahmana, Bhagavad Gîtâ, Tolstoi, Carlyle, las vida de Mahoma, Sócrates, el Coran, los Proverbios de Zaratustra. Consumandose más tarde en un teósofo eminente. Deseando convertirse en un político esforzado en hacerse santo.
De aquí en adelante será el artífice de la independencia de la India que se propuso conseguir pacíficamente de Gran Bretaña, gracias a su formula "la no-violencia"; sería arrestado y perseguido; será artífice del boicot a los productos importados de Gran Bretaña, huelga de hambre, etc.
Enemigo de la división de castas; tuvo muchos atentados contra su integridad física, hasta que fue asesinado por un fanático, en Nueva Delhi, el 30 de enero de 1948.
C.- América, nuestro Continente.
Para hablar de los oradores de América, empezaremos por Norte América, pasando por centro América y dando por broche de oro Sudamérica, otorgando por exponente a un representante nuestro. Al hablar de E.E.U.U., no existe duda de nombrar a su gran exponente de todos los tiempos, de la historia norteamericana. Para mejor comprensión nos situaremos en los años 1809, en el estado de Kentucky (en una población cerca a Hodgenville), correspondiente al año y lugar de nacimiento de este célebre personaje.
Los primeros años de su niñez, estuvo inmerso en la vida del campo, ya que provenía de una familia que poseía como fuente de ingreso: la labranza.
Este factor, fue fundamental en su preparación tanto física, psíquica como moral. Se cultivó de muchos dones, los cuales dio florecimiento, gracias a su gran apego a la lectura de libros.
Alrededor de los doce años de edad, expuso su primer discurso, en una pequeña parcela, la cual atrajo a los transeúntes, a quienes cautivó con sus palabras colmadas de veracidad y énfasis, causando gran impacto en los escuchas, ya que en forma involuntaria dieron a relucir su aprecio y, comprensión al discurso, proporcionando aplausos, que en esos momentos era todavía exteriorización de sentimientos sinceros de un auditorio que encontró el entendimientos de sus cotidianas actividades, pero más que esto, fue el recibimiento a un nuevo estandarte de Norteamérica, que encontrará su realización años más tardes.
Valga en esta oportunidad, hacer la aclaración, de que el contenido del discurso expuesto por el personaje en estudio, era una repetición de un texto que había leído en sus momentos de ocio, en donde se comentaba la ubicación fundamental del campesino en la sociedad; llegando a agradar en demasía a dicho lector, quién no dudo en hacerlo público, representándolo con palabras entendibles para su corta edad, con la cual no existió oyente alguno que no entendiera. Con el transcurrir del tiempo, fue creciendo en estatura y conocimiento. Acabados sus años de estudios básicos en su terruño, se decidió ingresar en la profesión de la abogacía. Aquella profesión que le otorgaría grandes satisfacciones, llegando a comprender la situación de los Estados, tanto negociables como políticas.
Dolido por el maltrato, que recibían los esclavos negros, quienes eran considerados en una escala de valores reducidísima, inclusive llegando a confundirlos con animales.
Tremendo fue el impacto recibido, más aún cuando se dio cuenta que también los campesinos, fueron reducidos a simples productores de la canasta familiar, sin ninguna intervención en los asuntos del Estado, ya que pocos eran los privilegiados en poder culminar sus estudios profesionales debido al desinterés de ofrecer cultura al campesino, y más aún que los textos de estudios en las escuelas rurales no eran los apropiados en su totalidad. Por esto es que se propuso fehacientemente destruir con esas vanas convicciones, que lo único que causaban era la desunión interna de cada Estado.
Hasta aquí hemos comentado sobre las raíces del célebre personaje de los Estados Unidos.
Es momento de dar su completa identidad, con motivo, que desde el momento de su egreso como Abogado en 1837, empieza su nombre a quedar gravado en el recuerdo, como aquél quien marcó una época en la historia universal, llegando a ser conocidos inclusive fuera de sus latitudes hasta hoy en día, como en esta oportunidad, lo hacemos nosotros.
Es así, que Abraham Lincoln, posterior a su egreso profesional, comienza a dar cumplimiento a su promesa realizada en su fuero interno. Comienza a defender las causas antiesclavistas. Ganando, el reconocimiento por parte de los Estados Unidos, por su preparación tanto jurídica como formativa de su ser.
En el año 1856, es adhiere al Partido Republicano. Constituyendo su elección la detonante de la guerra de Secesión, culminado durante el año 1863, con la abolición total de la esclavitud. Abraham Lincoln, fue conocido por todos los de su época, como un individuo sincero, sencillo, correcto y dotado de claridad en su expresión.
Todos se preguntaban cual era la formula mágica, con la cual Lincoln convertía o producía un pequeño discurso en acción. Ciertamente, el poseía el don de la persuasión, es decir obtener acción por parte de su auditorio, así como lo consiguió, en los años de su juventud en aquel primer auditorio ameno constituidos por labradores.
Aquella anécdota, era recordada por siempre por Lincoln. En algunos discursos él comentaba a su auditorio sus propias experiencias, junto con otras ajenas, nombrando primero al sujeto que recordaba en ese momento, para luego dar inicio al comentario del mismo. De esta manera él informaba, convencía e impresionaba, todo ello como consecuencia a las reales verdades y sinceras palabras que emergían de su interior, ya que él vivía el momento de su discurso como si fuese un pobre, esclavo, negro, campesino, o industrial, dependiendo las circunstancias en que se encontraba.
Así nos lo demuestra, en su declaración: "Mi modo de comenzar un alegato y conseguir el triunfo, consiste, decía Lincoln, primeramente, en hallar un punto de coincidencia". Esto lo realizaba siempre, inclusive cuando iba a abordar el candente problema de la esclavitud. "El Espejo", nombre del periódico neutral, realizó una crónica a una de las charlas de Lincoln: "sus oponentes no podían estar en desacuerdo con ninguna de sus palabras. Desde allí comenzó a conducirlos, poco a poco, apartándose hasta dar la impresión de que habría logrado convertirlos a todos en sus partidarios".
De esta manera Lincoln, al comenzar su discurso, no mencionaba o trazaba los desacuerdos de las partes, sino que buscaba la unidad entre ellas al fin que se deseaba alcanzar. Si sus discursos fueran a atacar y destruir, no tendría sentido el consenso al que deseaba llegar.
Lincoln, ante los jurados, trataba de obtener decisiones favorables. En sus discursos políticos, trataba de obtener votos. Su propósito por consiguiente se dirigía a obtener acción. Antes de proseguir, se debe tener en cuenta que la existencia de Lincoln, como de cualquier otro, no fue un compendio de éxito por doquier.
Lincoln, tuvo que saborear el fracaso, para conocerse más a sí mismo, porque gracias a ella, comenzó a comprender sus cualidades y el enfoque a la que debería dirigirlas.
Como ejemplo, de caídas, recordemos uno de sus errores:
"Dos años antes de ser elegido presidente, Lincoln preparó una conferencia sobre invenciones.
Su propósito era entretener. A menos, ese había sido su objetivo, pero no tuvo mucho éxito en este sentido. En realidad su carrera como conferenciante entretenedor popular fue un fracaso". Pero en contrapartida, tuvo un éxito extraordinario en sus otras disertaciones; algunos de ellos han llegado a ser ejemplo clásico de exclusividad. ¿Por qué? En gran parte, porque en dichos ejemplos conocía perfectamente su objetivo, y sabía cómo llevarlo a cabo.
Muchos oradores no logran coordinar sus propósitos con el de las personas que concurren a escucharlos. Se equivocan y se afligen profundamente.
Al comprender esto Lincoln, se abocó más a los asuntos de dominio propio, a los cuales tenía pasión y sentía convencimiento por ellos ya que constituían el futuro de su Nación. Otras de las cualidades que poseía, era su uso frecuente de términos familiares y concisos que creaban imágenes.
Como ejemplo recordemos a Hebert Spencer, en su famoso ensayo Filosofía del estilo, en donde nos exhorta al uso de imágenes de la siguiente manera:
"Deberíamos siempre evitar (dice Spencer) una frase como esta. En la misma medida en que los usos y las costumbres y diversiones de un pueblo sean crueles y bárbaros serán severas las reglamentaciones de su código penal"
Y en su lugar, deberíamos escribir:
"En la misma medida en que los hombres gozan con la batalla, en las corridas de toros y los combates de gladiadores, castigarán los crimines con la horca, la hoguera y el tormento. Todas estas frases de mayor brillo, actualidad y comprensión son necesarias para que el auditorio no se torne aburrido y se retire a razón del uso excesivo de tecnicismos, que no hacen sino otra cosa que confundir y divagar en asuntos fuera de lugar muchas veces. Lincoln, utilizaba continuamente terminología visual.
Cuando se aburría de ver llegar extensos y complicados expedientes a su despacho de la casa blanca, los rechazaba, no con una descolorida fraseología, sino con una pintoresca expresión que es imposible olvidar para un norteamericano lector: CUANDO envió a alguien a comprar caballo, no quiero que me diga cuántas crines tiene su cola; solo me interesan sus características esenciales".
Definía y especificaba sus observaciones. Lincoln dibujaba cuadros mentales que se distinguían con tanta claridad y precisión, que sus discursos, eran comprensibles tanto para un letrado famoso como para un campesino que lo alcanzaba a escuchar.
Concluiremos diciendo, que Lincoln, tuvo el reconocimiento de sus tiempos y de hoy en día, gracias a que supo dominar los detalles, con los cuales fue amoldando sus ideas a su gran finalidad colectiva, que nació en él, en virtud de las experiencias vividas, que fueron cimiento para su inquebrantable ayuda humanitaria.
D.- Sudamérica.
Hablaremos ahora de Sud América, en especial de nuestro país, Bolivia. Bolivia, tuvo exponentes de gran trascendencia, dentro de la oratoria militar, como el caso del Gral José Ballivián, quién es más conocido, por sus monumentales frases, Tomas Frías y su honestidad reflejadas en sus disertaciones y vida misma, y otros.
En esta ocación debemos hablar de un célebre orador boliviano, a tal motivo, sabiendo conforme al historiador Mariano Baptista Gumucio, que la historia contemporánea de Bolivia, arranca de 1930 hasta nuestros días, sería preciso hablar de esa época. Pero nosotros abocándonos a la historia universal en donde la edad contemporánea abarca desde fines de siglo XVIII hasta nuestro días, es que nombraremos a un personajes que data de fines de 1800 e inicios de 1900, más aún debido a su renombrada capacidad de oratoria, que dicho personaje poseía, siendo ella reconocida por todos los historiadores bolivianos.
Por tanto, estudiaremos a un Presidente nuestro, que talvez es poco recordado en nuestra memoria, pero a constituido unos de los valuarte de la oratoria política boliviana. Hablamos pues, de don Mariano Baptista Caserta, nacido en Cochabamba, en la hacienda Calchani, provincia Ayopaya, el 16 de Julio de 1832.
Realizó sus estudios universitarios en la ciudad de Sucre, hasta graduarse como abogado; su talento y sus dones como orador lo distinguieron entre los jóvenes de su época. Desde su juventud en las filas del partido rojo, iba luchando contra el despotismo y combatiendo por el imperio de la legalidad, sin tregua ni descanso.
Al margen de su tendencia política a la que pertenecía, nuestro interés es su gran fluidez oral que poseía, desde las actividades de su profesión fue renombrada su personalidad.
Pero, será reconocido en la urbe pública mediante la política, en donde nos enseñan sus dones en los hechos realizados.
Recordemos aquel congreso de 1883, en donde constituyó aquel evento en un campo en que se libraron los más rudos combates acerca de la definición de la política exterior de Bolivia. Mariano Baptista aún no siendo Presidente en esa oportunidad, realizó un informe en donde demostraba su conservadorismo, a tal motivo llegó a reputarse de traición a la patria el arreglo alcanzado con Chile. Dicho informe dio lugar a un debate que se ha hecho célebre.
Ante un público excitado y enardecido, en el que abundaban elementos peruanos, Baptista defendió, con los recursos de su brillante dialéctica, la necesidad de hablar claro y de llamar la atención del país sobre sus verdaderas conveniencias.
El examen de la cuestión, en la forma empleada por el gran orador, ante un pueblo hostil a su persona y a sus ideas, analizó los orígenes de la guerra del Pacífico y buscó en los razonamientos realistas la causa de los descalabros sufridos por la alianza.
Demostró cómo Perú y Bolivia, naciones nacidas sobre las ruinas de la civilización incaica, de índole dulce y pacífica, habían tenido que luchar con los descendientes de los rudos y aguerridos araucanos; probó que la formación social de los dos países que, desde el periodo colonial, sólo se habrían preocupado de la explotación de la riqueza minera, sin esforzarse por crear fuentes permanentes de bienestar, nos les permitía enfrentarse con un pueblo que poseía un espíritu retemplado en la lucha diaria contra factores generalmente adversos a su economía; censuró la imprevisión de los hombres de estado que no supieron darse cuenta de que la tendencia expansiva de Chile obedecía a una ley natural y que era necesario buscar la manera de encauzar sus efectos, sin desmedro para la vida y seguridad de los vecinos; condenó la mala administración de los territorios ambicionados por Chile, que no permitió asimilarlos a la vida nacional; criticó la falta de orden y de dirección inteligente en la marcha del país, que no dio lugar a que el tratado de 1874, elaborado con la intención de orillar las dificultades y de sortear con prudencia los peligros, diera los frutos que se buscaron con él.
Este era, según el abanderado del partido pacifista, el "criterio sintético de la situación histórica", que exigía a Bolivia limitarse a la política defensiva.
La exposición del tribuno fue más que pieza parlamentaria, demostración de orden didáctico. Tuvo la suerte de conmover y de convencer, a pesar de la prevención que se le escuchaba y de las pasiones exaltadas de combatía. Y si bien Baptista estaba señalado como presunto candidato a la presidencia de la República, su triunfo fue tan completo que los propios adversarios no pudieron menos que admitir sus conclusiones. La magia de su palabra había calmado la excitación popular.
Mariano Baptista Caserta, fue ganando prestigio, tanto por sus altas funciones a las que representaba, como ser diplomático que realizó misiones en la República de Argentina, Paraguay, como Ministro de Relaciones Exteriores en el Gobierno de Arce, realizó consideradas representación.
Su fama de gran orador contribuía grandemente a consolidar su prestigio, en un país donde las galas verbales lo puede todo en la política.
No tardo mucho tiempo en colocarle por parte de sus conversos y opositores el sobrenombre de "el mago", tanto por el poder seductor de sus palabras cuanto por su habilidad en el manejo de las artes políticas.
A tal motivo no era fácil medirse en las elecciones con Baptista.
La violencia desatada por Arce contra los parlamentarios del Partido Liberal, en las postrimerías se su gobierno, permitió que el Congreso reunido en Oruro, el 5 de agosto de 1892, eligiera a don Mariano Baptista como presidente constitucional de la República.
El 10 de agosto de 1892 se produjo la transmisión de mando, una vez que el Congreso verificó los votos presidenciales. Aniceto Arce entregó las insignias de la alta investidura a don Mariano Baptista, mostrando así que por convenir sus intereses y a los del Partido Conservador imponía al país este gobernante.
Vendría ha ser correspondientemente, uno de los cuatro gobiernos conservadores de la época, denominados esos años "la edad de la plata", por ser los presidentes potentados mineros, a excepción de Mariano Baptista, quien no guardaba relación con ellos. Por tener campos de acción totalmente distintos a los otros. Baptista era abogado, y tanto Gregorio Pacheco como Aniceto Arce, eran mineros y don Severo Fernández Alonso pese a no ser minero (abogado) sería impulsado por ellos.
Es momento de dejar el relato de Mariano Baptista, ya que desde el momento de su investidura presidencial, mantiene sus dotes de orador, pero ellos aparentemente no encajan en la práctica del manejo de un Estado.
Hay quienes afirman: Todos los historiadores coinciden en señalar que el periodo de gobierno de Baptista no hizo ningún aporte positivo en beneficio del país. Al orador de la palabra convincente le faltó sentido práctico para encarar los diversos problemas. Pero, antes de dar una crítica debemos remontarnos a los tiempos de conmoción en que Bolivia vivía en la post-guerra del Pacífico, ya que en esos momentos el país buscaba las riendas de la historia para poder equilibrar tanto su economía como sus problemas limítrofes que se agravaban más con el tiempo.
Mariano Baptista, tuvo que luchar contra las adversidades, si bien no realizó actos de cuantiosa relevancia externa, exceptuando los acuerdos conseguidos que en algo benefició a Bolivia. No es de desmerecer los pequeños cimientos a los que se centró en edificar, como ser el impulso en el campo de la educación, las artes y el conocimiento, factores vitales de una República y más aún si sabemos que para alcanzar la armonía deseada de un país es absurdo pensar en conseguirlo en cuatro años de presidencia.
Y la historia así lo demuestra, porque la enfermedad de Bolivia aún no estaba curada y las convulsiones no tardarían en llegar, llegando a exteriorizarse lo que se temía, la funesta Guerra con Paraguay, hecho que contribuyó en la limpieza de los ojos oscurecidos de Bolivia. A pensar más en su gente y buscar medidas de formación a todo nivel, que hoy en día no se ha concretizado enteramente, sin desmerecer algunos pasos realizados que ayudan a la mejor visualización de hoy.
Evitando caer en la posición de crítica, la cual es muy cómoda para cualquiera. A tal motivo recordaremos aquellas composiciones realizada en 1852, 1857, y 1872, por Mariano Baptista Caserta, extractadas de la biblioteca pedagógica:
Introducción.- En esta ocasión, hablaremos sobre las clases de oratoria, para dicho cometido, tendremos como base y fundamento de investigación la Enciclopedia Universal Europea Espada-Calpe, Diccionarios Juridicos de Manuel Ossorio, Cabanellas, y otros, los cuales serán nombrados en su momento.
Oratoria Política.
Por razón de la gran variedad de asuntos que comprende, es el genero que más transformaciones recibe según las épocas, el auditorio y las circunstancias, y por lo mismo la que goza de una mayor libertad de forma y la que menos puede sujetarse a reglas.
En ningún otro género ofrece el discurso oratorio caracteres tan distintivos, porque las oraciones del púlpito se acercan ya más a las composiciones poéticas, como ya hemos apreciado en anteriores casos, como Roberspierre, Lincoln, y otros; mientras que la oratoria forense pertenece a las obras científicas.
En los encarnizados combates de los partidos y en las graves cuestiones de cuya resolución dependen la dignidad o la vida de las naciones, es donde se manifiesta con más evidencia el carácter apasionado de la oratoria política, pues nunca es más difícil, variables e inconstante el público que en las asambleas políticas.
La oratoria política exige conocimientos vastos y profundos, y más en los tiempos en que la ilustración y cultura se encuentran extendidas.
Además de un perfecto estudio de las cuestiones de política general y conocimientos técnicos en las diversas y complicadas ramas de las ciencias administrativas, debe el orador político conocer a fondo la historia, el modo de ser y sentir del pueblo a que se dirige la palabra.
La historia por tanto, cumple un factor determinante en la oratoria política, ya que el orador que fragüe planes para el porvenir, debe fundar su experiencia en la segura escuela de lo pasado.
Preparación Del Discurso.
En cuanto a su preparación, el discurso político difiere en muchos casos de todo otro linaje de discursos. No siempre es el mejor discurso político el que se prepara con mucho tiempo en la soledad del gabinete; pues sucede con frecuencia que donde lucen con mayor brillo las cualidades del orador es en las rectificaciones, o sea en los discurso que apenas han sido objeto de preparación, verdaderas improvisaciones en que se contesta y refutan las afirmaciones del contrario.
Claro está, que nos referimos a la falta de preparación de forma, pues para conseguir el triunfo oratorio en una rectificación es preciso un profundo conocimiento del asunto y haber pasado horas enteras examinándolo desde todos los puntos de vista.
Elocución.
Varia mucho según el auditorio, pues tendrá que revestir formas templadas si se dirige a una asamblea de personas respetables, por ejemplo en el Senado; más necesitará mayor vehemencia y fogosidad si se trata de un tribuno que se dirige a masas populares. División de la oratoria política.
La oratoria política puede dividirse a su vez en varios géneros:
a) Oratoria Parlamentaria.- es decir los discursos que se pronuncian en las Cámaras para formar y discutir leyes, y censurar o defender la conducta de los gobernantes.
b) Oratoria Popular.- Discursos dirigido al pueblo para formar o dirigir su conciencia política, ilustrándose acerca de sus derechos y encauzando sus voluntades para conseguir el completo reconocimiento de éstos; claro es que hablamos en el supuesto de tratarse de un orador honrado.
c) Oratoria Periodística.-
Esta oratoria, es agregada a esta especie, por parte de COLL y VEHÍ. Considerando la oratoria escrita, por adoptar muchos de los artículos de los periódicos formas completamente oratorias, sobre todo los artículos de fondo que solían y suelen caracterizar a parte de la prensa española.
d) Oratoria Militar.- Discursos o arengas pronunciados por los generales o caudillos en momentos críticos para exaltar el ánimo de los soldados con palabras enérgicas, sin artificio alguno, y dejando que el corazón hable en lugar de los labios. Por tanto diremos, que tiene por objeto animar a las tropas enardecidas al combate o felicitarles por la victoria, o también instruirlas en algún asunto, e inclusive en ocasiones contener sus ímpetus y reprenderlas.
Al respecto de pertenecer como especie de la Oratoria Política, existe muchas contradicciones, ya que se distinguen de aquellas, tanto por su finalidad, como porque las masas militares, a diferencia de los político-populares, está organizadas y dirigidas por la disciplina, cuya base es la obediencia y el respeto a los que mandan.
Cualidades del orador.
El orador militar debe reunir las cualidades especiales, además de las precisas al orador en general. Primero debe ser verdaderamente militar, es decir tener profunda y voluntaria inclinación a la carrera de las arma, y ser denodado, entendiendo por denuedo no la temeridad, sino el valor juicioso, la intrepidez serena e ilustrada, para inspirar confianza al soldado. Su principal estudio será la historia de la antigüedad y de su propio país, profundizando en la del arte de la guerra (si es que se puede llamar arte, lo concerniente a la guerra) y en la de los hechos militares: porque los nombres de los lugares célebres y de los héroes y el recuerdo de sus hazañas le proporcionarán imitaciones y comparaciones seductoras a las cuales puede hacerlas suyas, en su vida objetiva; pero de debiendo abusarse de estos recursos y menos de las citas.
Finalmente, deberá conocer al soldado para apreciar sus cualidades y sus necesidades y defectos, que ha de tener muy en cuenta en sus discursos, y estará presto a dar ejemplo de paciencia en las fatigas, de constancia en las privaciones y poder así imponer silencio a las quejas y ahogar a las amenazas.
Estilo Del Discurso.
Como ya hemos dicho anteriormente, la elocuencia militar nace más del corazón que de la inteligencia, y así debe emplear la brevedad y huir de la severidad académica, usando frases cortas, pero impetuosas; lacónica, pero viva y animada.
Cuando pregunte a los oyentes no les dejará tiempo para reflexionar, sino que les pondrá la alternativa del sí o del no anticipándose a veces a responder por ellos.
Las preguntas y las admiraciones animan las arengas, y uno de los caracteres más salientes de ésta es el de multiplicar los imperativos y de dar a los verbos aire de imperio que arrastra las voluntades; pero es preciso que el orador se incluya a sí mismo, no aislando la acción de los soldados de la suya, sino dándole a conocer que compartirá con ellos los peligros, el combate, las fatigas o las privaciones; debiendo tenerse presente la sencillez del estilo es condición indispensable, y que en ocasiones una frase acaso gramaticalmente incorrecta, un giro vicioso pero felizmente original, a ofrecido efectos que no hubieran producido el más retórico y acabado de los periodos.
En la oratoria militar se hace uso de imágenes extractadas de la naturaleza, con motivo de ejemplo, en mayor compresión a los oyentes, las cuales den una sensación de grandeza y que sea colosal.
Pero al margen de esto, es predominante el uso de las pasiones, en especial aquellas que siendo honradas penetren las entrañas de los soldados, así podemos nombrar: el amor a la patria y la grandeza de esta, el sentimiento de honor, gloria, bravura, fuerza, y coraje, son algunos aspectos útiles para dicho orador, debiendo prestar cuidado a no caer en un chauvinismo recalcitrante.
Aclarando a lo dicho anteriormente, diremos que la eficacia del uso de ciertos sentimientos dependerá de los tiempos o factores exógenos al cual se encuentre un país o un pueblo, es decir dependerá si se encuentran en tiempo de guerra o en tiempo de paz. a) En tiempo de Guerra, habrá de distinguirse si se habla antes de empezar una campaña o durante ésta, y en segundo caso si antes o después de una batalla, durante el sitio de una plaza y dentro o fuera de ella, o si el fin inmediato es reaccionar contra la indisciplina, el cansancio, etc.
Antes de comenzar las operaciones, procede justificar ante las tropas la necesidad de estas y la justicia de la causa en pro de la cual ha de lucharse, haciendo resaltar las ofensas recibidas del enemigo, las proposiciones rechazadas por él, los tratados violados, las amenazas y la indignidad y deshonra que implicaría ceder ante todo ello.
Comenzada las hostilidades y antes de una batalla debe procurarse inflamar el valor del soldado, este caso son de aplicación las palabras que aparecen en la Enciclopedia Militar que escribió en francés una sociedad de militares y literatos.
Durante la acción la elocuencia militar se deja escuchar en medio del choque y el estruendo de las arma, ya reuniendo en una sola palabra batallones intimidados, ya conduciendo los escuadrones a la carga, ya exigiendo que un reducto se tome, ya mandando que , ya exigiendo que un reducto se tome, ya mandando que se refuerce una posición.
En estas ocasiones el orador se contenta con una frase corta y enérgica, debiendo ser sus palabras tan rápidas como sus movimientos.
Después de la acción, si la victoria a coronado los esfuerzo de las tropas, la elocuencia contará las banderas tomadas al enemigo, el botín que dejó en poder a los vencedores, el desastre que ha sufrido, las fatigas y peligros de los perdedores, la importancia de las posiciones tomadas, y las consecuencias de la victoria.
Y si por el contrario, si no se obtuvo la victoria añorada, encontrará la causa de ello en un obstáculo imprevisto o buscará una excusa a la derrota y aún sacará partido de las faltas cometidas para exigir nuevas pruebas de denuedo, como pago de la deuda contraria.
Para el orador militar debe tomar énfasis al tipo de ejército al cual tiene en sus manos o son dirigidas sus palabras; por tanto son útiles todas las recomendaciones frente a un ejército donde reine una emoción fuerte o extraordinaria, a razón de los momentos indignos que se vive. Mientras si el orados se encuentra frente a un ejercito mercenario, no tendrá ningún efecto sus palabras, es decir serán estériles sus aclaraciones y recomendaciones.
Las arengas fueron útiles para alcanzar el efecto deseado, para esta clase de oradores, pero por la grandeza del grupo de ejércitos de hoy en día, es difícil hablar de ellos en su conjunto, como en aquellos días; pero a pesar de todo ello, algunos aún hacen uso de las arengas.
En la antigüedad, fueron muy usadas, en especial por Julio Cesar, las cuales son muy famosas. Desde la invasión de los bárbaros, desapareció la costumbre de arengar a los ejércitos, aunque reviviese con Carlo Magno y otros, no fueron perennes en el tiempo.
Por último la elocuencia militar se hacen manifiesta en muchas ocasiones en expresiones cortas y satisfactorias, más aún si están son inspiradas en el momento mismo de mayor peligro, las cuales son entremezcladas con el amor a la patria o a la gloria, que estos buscan. Constituyendo estas palabras memorables en la Historia; así tenemos las siguientes: — " ¡Soldats, songez que, du haut de ces Pyramides, quarante siècles vous contemplent !" ¡Soldados, recordad! ¡Que desde lo alto de esas pirámides cuarenta siglos contemplan vuestro valor! (Frase pronunciada por Napoleón Bonaparte el 19 de julio de 1798 ante su ejército vencidoi y desmoralizado, momentos antes de empezar la batalla de "Las Pirámides").
— ¡¡ La sangre de Danton te ahoga!!. (Palabras de Garnier de l’Aube a Robespierre, en la memorable sesión de la Convención que derrocó a éste).
— ¡¡ Soldados ese es el sol de Austerlitz !! (Napoleón, en la batalla de Moskowa).
Oratoria Didáctica o Académica.-
Este género, comprende los discursos encaminados a persuadir a los hombres de las verdades científicas, tiene su origen en la creciente necesidad de expansión y propagación que la ciencia moderna va experimentando, y abarca todos los asuntos puramente científicos o de algún modo relacionado con la ciencia, de donde se deduce cuan extenso y general es su objeto, puesto que en nuestros días apenas queda aspecto de la realidad que no sea estudiada por la ciencia. Navarro y Ledesma dice, que esto podría justificar el criterio de los que reputan como forma didáctica este género de oratoria; más para comprender la razón de nuestro concepto, basta fijarse en que el propósito del orador académico no es tanto enseñar o exponer teorías científicas como convencer o persuadir de la verdad de ésta al público, empleando para ello la forma de oratoria.
El orador didáctico tiene que reunir cualidades especiales, pues no le basta un conocimiento completo de la cuestión sobre la que va hablar, es preciso que posea, además, lo que se llama talento expositivo, o facultad de hacer llano, agradable y accesible a todas las inteligencias lo que de por sí es abstracto y difícil.
Los Discursos
Entre las varias especies de discursos didácticos debemos señalar los que se llaman con toda propiedad discursos académicos, porque se leen o pronuncian en las Academias científicas y literarias.
Los de Exposición Científica, en los cuales el orador ilustra a sus oyentes respecto de un punto por el investigado.
Los de Vulgarización, destinados a exponer teorías o descubrimientos modernos, poniéndolo al alcance del público profano.
Y los de Controversia o discursos de puntos opinables de olas nuevas investigaciones.
Oratoria Forense.-
Es la que tiene por objeto ilustrar la inteligencia y mover la voluntad de los jueces para decidir si un hecho se ha realizado o no, si una persona es o no culpable, si ha de aplicarse tal o cual regla jurídica o si ésta ha de interpretarse en uno u otro sentido.
Esta finalidad especial de la oratoria forense requiere 3 reglas especiales, primero las Cualidades del Orador, segundo la Materia del Discurso, y tercero el estilo. Todos ellos llevan conocido grandes valorizaciones, las cuales son reflejadas en el foro. Estos aspectos serán expuestos en los siguientes trabajos posteriores, dejando al siguiente (estudiante) en orden al tema de exposición la correlativa explicación.
Dale Carnegie El Camino fácil para la eficacia. – Ed. Sudamericana.- Buenos Aires, Argentina, 1992.
David p. Jordan Robespierre, El primer Revolucionario.- Ed. Vergara.- Buenos Aires, Argentina, 1986. Suzanne Lassier Gandhi y la no-violencia.- Ed. Paulinas.- , España, 1978. Enrique Finot y Mariano Baptista Nueva Historia de Bolivia, Historia Contemporánea de Bolivia.- Ed. Gisbert.- La Paz, Bolivia, 1978. Gumucio. Segundo T. Maida R. Bolivia, Forjadores de la Historia.- Ed. América Ltda.- Santa Cruz, Bolivia, 1980. Biblioteca El Saber de un Pueblo.- Ed. Ministerio de Educación y Cultura.- Pedagógica. La Paz, Bolivia, 1990. Enciclopedia Europea Universal Espada-Calpe Tomo XL. Ed. Espada-Calpe. . Diccionario oceano. Ed. Oceano,. Sección "Frases Célebres". Barcelona. España. 1990
Autor:
Ciro Añez N.
Santa Cruz – Bolivia. Categoría: Derecho.