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Historia moderna

Enviado por martindisanto71


    Historia moderna

    La revolución científicaFilosofía, astronomía y física en la edad moderna

    Indice1. La revolución científica en la historia 2. Los teóricos de la ciencia 3. El desarrollo de la revolución científica 4. Bibliografía utilizada

    1. La revolución científica en la historia

    "La ciencia moderna no ha brotado perfecta y completa de los cerebros de Galileo y Descartes, (…) había sido preparada por un largo esfuerzo del pensamiento. Y no hay nada más interesante, más instructivo ni más sobrecogedor que la de la historia de ese esfuerzo, la historia del pensamiento humano que trata con obstinación los mismos eternos problemas, encontrando las mismas dificultades, luchando sin tregua contra los mismos obstáculos y forjando lenta y progresivamente los instrumentos y herramientas, es decir, los nuevos conceptos, los nuevos métodos de pensamiento, que permitirán por fin superarlos". Alexandre Koyré El término o concepto de Revolución Científica, lo debemos a los historiadores del período de la Ilustración, quienes calificaron las transformaciones introducidas por Copérnico, Galileo, Newton y otros en la astronomía y física como rupturas revolucionarias con el pasado que iniciaron periodos nuevos en el pensamiento. Esta interpretación que ve el desarrollo de la ciencia puntuado por discontinuidades creativas interesa desde hace mucho tiempo a los historiadores. El sello de la revolución científica está impresa en la investigación actual: quien acuñó el concepto fue el ruso Alexandre Koyré, quien la empleó por primera vez en 1939. Rupert Hall lo utilizó como titulo para su libro The Cientific Revolution (1954), y la idea se incorporó al acervo anglo-norteamericano a través de The Originas of the Modern Science 1300-1800 de Butterfield (1949). Otro ejemplo "paradigmático" es el de Thomas S. Khun con La Estructura de las Revoluciones Científicas de 1962. La investigación en estos términos se ha visto enfrentada a numerosos problemas, como por ejemplo el de la cronología. La mayor parte de los historiadores afirman que la revolución científica se extiende a lo largo de los siglos XVI y XVII, desde Vesalio y Copérnico hasta Newton. Otros consideran periodos más cortos centrando la revolución en el siglo XVII, y otros incluso algunos períodos más largos, remontando a los pensadores "modernos" a partir del siglo XIII. Por otra parte los historiadores tampoco se ponen de acuerdo respecto a que lugar ocupa la revolución científica en el conjunto de la historia, situándola algunos como parte de otras revoluciones como la burguesa; o a la inversa, como Hall que considera el cambio científico como al margen de presiones socioeconómicas y políticas. Para la realización de este trabajo sobre la revolución científica tomaré una posición intermedia entre ambas, ya que el desarrollo que concluye con una ciencia institucionalizada se mantuvo prácticamente aislado de presiones políticas y económicas, en entidades como la Royal Society o la Academia de Ciencias de Paris, y a su vez ninguna filósofo natural o institución se encontró totalmente ajeno a las circunstancias socioeconómicas y políticas, ni de "los limites de lo pensable" de su época. Según Koyré, Butterfield, Hall y sus discípulos, la ciencia se había transformado por medio de saltos impredecibles de la razón, idea conocida como "Interpretación Clásica". Para ellos, la ciencia es fundamentalmente pensamiento, y como tal y en ultimo extremo filosofía; es una empresa profundamente intelectual, cuyo objeto reside en alcanzar una comprensión del cosmos en términos que son en último extremo filosóficos. La formación de la actitud científica moderna es una línea divisoria mucho mas importante que el Renacimiento o la Reforma, fue el momento en que en Europa se produjo la llegada de una nueva era intelectual y espiritual en que la civilización occidental superó las mitologías tradicionales para afrontar las realidades de la naturaleza, y constituyó una gran línea divisoria entre la mentalidad tradicional o primitiva de los "antiguos" y la racionalidad madura de los "modernos". Rupert Hall caracteriza la revolución científica como el conocimiento del mundo externo que actualmente suponemos que existe con independencia del hombre –aunque en el pasado reciente existía la creencia universal de que una de las mejores razones para estudiar la naturaleza era la intima relación entre esta y el hombre-. (…) es el fenómeno de desplazamiento –todavía parcial, incompleto- de una idea de la naturaleza por otra idea; de una "visión del mundo" por otra. (…) la ciencia moderna se diferencia notablemente (…). Exige criterios rigurosos en la observación y los experimentos. Excluye los agentes espirituales de su esfera y acepta un materialismo puro (..). Distingue entre teorías confirmadas, hipótesis plausibles y especulaciones tentativas: tres grados de confianza y tal vez, a la inversa, tres grados distintos de estímulo intelectual. Es sumamente matemática en su estructura y argumentos. (…) la mejor prueba de una teoría es la verificación de las conclusiones (predicciones) extraídas de ella. Además las teorías incitan a la investigación y los frutos de ésta imponen la formulación de teorías. (…) Estas características se adquirieron mediante el estudio de la naturaleza durante un periodo de transición que desde finales del siglo XVII se denomina por conveniencias "revolución científica" y se retuvieron mediante el desarrollo detallado tanto del conocimiento basado en datos como en su ordenamiento teórico. Hall concluye: "podría decirse que este libro trata de la victoria de la racionalidad sobre la religiosidad". Parece útil caracterizar las transformaciones que ocurrieron en la ciencia en los siglos XVI y SXVII como revolucionarios. Las doctrinas tradicionales se habían atrincherado fuertemente en los seminarios y Universidades, libros de texto, programas y en las mentes cultas, y estaban protegidas por los guardianes de la ortodoxia intelectual: las iglesias cristianas, el papado; en episodios claves como la quema de Giordano Bruno y el juicio a Galileo. Lo cierto es que el siglo XVII fue un escenario de violentos conflictos entre filosofías naturales rivales, que se convertían en luchas entre lo viejo y lo nuevo. Muchas ciencias experimentaron reorientaciones fundamentales: en astronomía, física, química, desde el punto vista metodológico, y uno de los más importantes: en las matemáticas, cuyos adelantos dieron la ciencia la posibilidad de calcular y controlar aspectos que antes habían sido impresionistas. Consideradas colectivamente, este conjunto de investigaciones supusieron una progresión de fructíferas reformulaciones de fundamentos hasta que, especialmente con Newton, se alcanzó una síntesis coherente, de extraordinario alcance y potencial y capaz de solucionar tanto los problemas cotidianos, como de generar futuras investigaciones. Las transformaciones ocurridas en la ciencia no solo eran revolucionarias en cuanto a las técnicas y conceptos, sino también en la medida que situaron a la ciencia en un papel no conocido en la cultura y conciencia europeas. Impusieron nuevas concepciones de la naturaleza y de la relación del hombre con ella, una naturaleza que se había descubierto como realmente era: racional, regulada, gobernada por leyes y mecánica. Mas exactamente las ciencias del siglo XVII impusieron su propio modelo de naturaleza como orden regular y mecánico que legitimaba el control intelectual y practico de la naturaleza por parte del científico. Se elaboraron nuevas formulaciones de los principios fundamentales. Fue necesarios insistir en una división entre Dios y la naturaleza, quien en la filosofía mecánica se atribuía toda actividad, pero con un papel cada vez más distante, quedando la naturaleza reducida a una maquina inerte y pasiva. También con el cartesianismo fueron separados en hombre y la naturaleza, separación que le permitió actuar sobre ella. Una vez que la naturaleza había sido "desencantada", los científicos reclamaron cada vez con mas fuerza el derecho del hombre –como dijo Bacon- a "conquistarla y subyugarla", a someterla a la "tortura" para que revelara la verdad. Dios se hizo más remoto y la naturaleza menos sacrosanta. El derecho del hombre al progreso a través de la consecución del conocimiento de la naturaleza pasó a ser el eje central de las teorías más influyentes sobre el destino humano, y la conquista de la naturaleza se convirtió en un objetivo practico, noble, incluso divino. La transformación material de Occidente durante los últimos tres siglos habría sido imposible sin la capacidad técnica generada por la ciencia del siglo XVII, pero también habría sido impensable sin la sanción y el estimulo de nuevas visiones de las ciencias y la naturaleza formuladas por el baconianismo, el cartesianismo y otras filosofías paralelas del siglo XVII. Una característica importante del desarrollo científico durante los siglos XVI al XVIII, es que las ciencias actúan en subculturas, quedando al margen en diversos grados, de las presiones políticas diversas, elemento que debemos tener en cuenta por ser uno de los rasgos fundamentales y duraderos de la transformación científica del período. En efecto, el siglo XVII contemplo dos acontecimientos fundamentales con respecto a la posición social de la ciencia. El primero de ellos es la fundación de sociedades dedicadas exclusivamente a la ciencia natural (…), con frecuencia bajo protección real, pero generalmente con una cierta autonomía. (…) la ciencia fue "socializada" y, en consecuencia, por primera vez se alcanzó una cierta presencia pública con independencia de la corte, la Iglesia o la Universidad. En segundo lugar, la ciencia adquirió una voz internacional más estable. En especial, el incremento de publicaciones científicas a través de la revistas institucionales como la Philosophical Transactions, de la Royal Society, hizo surgir un autentico cosmopolitismo científico. (…) a través de este tipo de acontecimientos iría tomando forma una comunidad científica. Todo este tipo de acontecimientos dio a la ciencia una extraordinaria continuidad como institución social que en parte explican que se haya visto inmune desde el siglo XVII a los ataques de los contrarrevolucionarios.

    2. Los teóricos de la ciencia

    Thomas Khun y Alexandre Koyré: Para desarrollar la historia de la revolución científica y su papel en la Edad Moderna y en el desarrollo de la civilización occidental, utilizare como marco teórico, dentro de la denominada Interpretación Clásica, a diferentes obras de Thomas S. Khun y Alexandre Koyré. En los estudios de reflexión sobre la ciencia, existen diferentes aportes que vienen de diferentes dimensiones, vinculadas a la epistemología, la filosofía de la ciencia, la historia de la ciencia, la sociología de la ciencia y la psicología y psicoanálisis de la ciencia. Los modelos que utilizaré que actualmente están en concurrencia son: el campo anglosajón, cuyas referencias fundamentales hacen énfasis en la historia y la sociología de la ciencia; y el campo francés, que hace énfasis en la epistemología y la historia de la ciencia. Thomas S. Khun: Dentro del campo anglosajón, Thomas Khun es uno de los más destacados referentes. De su obra La Estructura de las Revoluciones Científicas, tomaré el concepto de paradigma, muy utilizado en las ciencias físico-naturales y también en las ciencias sociales. Dicho concepto designa entre otras cosas tipos específicos de prácticas de investigación, también se utiliza en sustitución de "esquema teórico", "cuadro teórico", "estructura organizada de supuestos". Adquiere una dimensión más compleja cuando si le asocia a los que Khun llama "ciencia normal". Para Khun la historia de la ciencia tiene periodos de crisis o de revoluciones, y periodos de "ciencia normal". En los periodos de ciencia normal los sabios trabajan para desarrollar las implicaciones sobre puntos particulares. Se relaciona con el termino paradigma en el sentido que la ciencia normal, debe responder al paradigma dominante. La investigación, en los períodos de ciencia normal es tratada de manera que los hechos que estudia puedan ser clasificados en las casillas suministradas por el paradigma. Los paradigmas suministran los criterios de validez de los enunciados al fijar el consenso de la sociedad de sabios. La investigación normal se preocupa muy poco de encontrar novedades. Cuando un enigma científico es tan grande que no puede ser resuelto y llega a ser considerado como una anomalía, aparece una transición hacia una crisis, es el pasaje de la ciencia normal a la ciencia extraordinaria. Las revoluciones científicas o periodos de ciencia extraordinaria aparecen cuando los especialistas no pueden ignorar por mas tiempo las anomalías que aparecen en la tradición establecida en la practica científica, cuando los fracasos se acumulan y los sabios dudan de sus propios principios. Las crisis comienzan con un cuestionamiento al paradigma, por un debilitamiento de las reglas de investigación normal, y surge una necesidad de considerar otro s tipos de investigación. Para que una revolución científica tenga lugar, el sabio debe renunciar a la visión del mundo que tenia hasta ese momento y adecuarse a una nueva visión. Dice Khun al respecto de la revolución científica: La ciencia normal es la que produce los ladrillos que la investigación científica esta continuamente añadiendo al creciente edificio del conocimiento científico. Esta concepción acumulativa del desarrollo científico es familiar y ha guiado la elaboración de una considerable literatura metodológica. (…) Pero el desarrollo científico manifiesta también una modalidad no acumulativa, y los episodios que la exhiben proporcionan claves únicas de una aspecto central del conocimiento científico. (…) Los cambios revolucionarios son diferentes (…), ponen en juego descubrimientos que no pueden acomodarse dentro de los conceptos que eran habituales antes de que se hicieran dichos descubrimientos. (…) cuando este tipo de cambio de referentes acompaña un cambio de ley o teoría, el desarrollo científico no puede ser totalmente acumulativo. No se puede pasar de lo viejo a lo nuevo mediante una simple adición a lo que era ya conocido. El ejemplo más importante que desarrolaré es el de la transición de la física aristotélica a la newtoniana. Las características del cambio revolucionario que Khun enumera, son las siguientes: a) los cambios revolucionarios son en un sentido holistas, no pueden hacerse poco a poco y contrasta así con los cambios normales o acumulativos; b) se desarrolla un cambio en que se determinan sus referentes, en el lenguaje no solo se alteran los criterios con que los términos se relacionan con la naturaleza, altera además el conjunto de objetos o situaciones con los que se desarrollan esos términos, se genera un cambio en las categorías taxonómicas. La característica esencial es su alteración del conocimiento de la naturaleza intrínseco al lenguaje mismo. La violación o distorsión de un lenguaje científico que previamente no era problemático es la piedra de toque de un cambio revolucionario. Alexandre koyré: Alexandre Koyré está incluido en el denominado campo francés. Su método consiste en preguntarse, frente a un autor, a su obra, cuales fueron en su época las limitaciones de lo pensable y dentro de esos límites, qué explica que ese pensamiento haya aparecido en lugar de otro. De la misma forma que Bachelard y la mayoria de científicos y filosofos en el campo francés, Koyré asume una posición "discontinuista" en epistemología e historia de las ciencias, característica por ejemplo, de Michel Foucault, en quien influyo fuertemente. Señala que el cambio del pensamiento filosófico y científico del siglo XVII, transforma al hombre de espectador de la naturaleza en posesor y maestro, conduciendo finalmente a la mecanización de la concepción del mundo. Coincide con Bachelard en su antiempirismo: para él la experiencia es secundaria, el mundo de las ideas es fundamental. Dice que el papel de la "subestructura filosófica" ha sido de suma importancia –sino fundamental- en el desarrollo de las ciencias, a pesar toda la carga en contra de esa subestructura por parte de los historiadores de orientación positivista de los siglos XIX y XX. Admitamos, pues, que las consideraciones filosóficas no son mas que andamios… ahora bien, dado que raramente se ve que las casas se construyan sin estos, la comparación podría llevarnos a una conclusión diametralmente opuesta, la de la necesidad absoluta de los andamios que sostienen la construcción y la hacen posible. (…) la historia del pensamiento científico nunca ha estado enteramente separada del pensamiento filosófico. Las grandes revoluciones científicas siempre han estado determinadas por conmociones o cambios de concepciones filosóficas. El pensamiento científico (…), no se desarrolla in vacuo, sino que siempre se encuentra en el interior de una cuadro de ideas, de principios fundamentales, de evidencias axiomáticas que habitualmente han sido consideradas como pertenecientes a la filosofía. De este comentario de Koyré se desprende la absoluta importancia de la filosofía y el pensamiento en la transición a la ciencia moderna, especialmente en lo referente a la astronomia y la física.

    3. El desarrollo de la revolución científica

    Filosofía, astronomía y física en la Edad Moderna De La Filosofía Natural A La Ciencia Moderna Tomando la concepción de la historia de la ciencia de Koyré, trataré brevemente un panorama de la filosofía moderna del siglo XVII, y su relación con la ciencia, o más exactamente como la filosofía natural se fue gradualmente escindiendo hasta convertirse en dos entidades separadas e incluso opuestas: la filosofía y la ciencia. Los caracteres generales de la filosofía del siglo XVII: este periodo señala la madurez de la conciencia filosófica moderna y abarca su etapa más productiva. Se desarrolla un pensamiento cuyos caracteres difieren notablemente del renacentista anterior. Encontramos nuevos métodos en las prescripciones baconianas y cartesianas, de hecho, la filosofía moderna adulta se inaugura con dos tratados metodológicos: el Novum Organon de Francis Bacon, y el Discurso del Método de Rene Descartes. La filosofía del siglo XVII adopta un tono severo muy próximo al de las ciencias, y mantiene con estas una estrecha relación. Muchos de sus hombres son al mismo tiempo científicos. Los influjos de unos sobre los otros no proceden del adoctrinamiento universitario, que suele mantenerse en el terreno de la tradición medieval, la comunicación entre filósofos se entabla por la lectura de sus obras, el trato personal, el acercamiento en viajes, y mediante una correspondencia científica y filosófica sumamente abundante. Para el progreso del pensamiento, especialmente de las ciencias, fue considerable la creación de las Academias, que contrastaba con el envejecido y anquilosado de las Universidades. A la propensión mística de los pensadores renacentistas, sucede un intelectualismo que se escinden el racionalismo de Descartes, Spinoza y Leibniz, y el empirismo de Bacon, Locke, Berkeley y Hume. A partir del siglo XVII la ciencia adquiere un ímpetu y una influencia sobre la vida humana que antes no poseía, se inicia lo que podría llamarse la profesionalización de la filosofía en ciencia. Este es el primer siglo en que se puede distinguir, aunque no con precisión, estos dos tipos de sabios: científicos y filósofos. En este momento los filósofos ya no pueden considerase "hombres de ciencia". A partir del siglo V aC.. Cuando surgieron los primeros filósofos naturales, y hasta bien entrado el siglo XVI dC., la ciencias y la filosofía fueron la misma cosa, tuvieron el mismo nombre: filosofía natural, y fueron cultivadas sin distinción desde Tales de Mileto hasta Leonardo Da Vinci. Naturalmente, al iniciarse la separación entre científicos y filósofos, la nuevas especie que predomino por buen tiempo fue la híbrida. Sin embrago, los hombres del siglo XVII, tenían ya su vista dirigida al futuro y sus esperanzas en este mundo, diferente de los de la Edad Media.

    El profeta de la nueva filosofía era Francis Bacon (1561-1626), quien llegó a prometer que la nueva filosofía conduciría a la Instauratio Magna, la restauración de todas las cosas por la ciencia: se conseguiría el paraíso terrenal. Propuso el método inductivo, que presuponía reunir gran cantidad de hechos, a los que se llegaba por medio de la observación y la experimentación: a la práctica, en contraposición a lo puramente verbal. El método baconiano surgió como un intento de corregir las deficiencias de la teoría aristotélica clásica, pero en realidad solo aporto un procedimiento para hacer inducciones graduales y progresivas, y un método de exclusión. Otra gran contribución fue su insistencia en que el conocimiento científico no solo conduce a la sabiduría, sino al poder, y que la mejor ciencia es la que se institucionaliza y se lleva a cabo por investigadores. René Descartes (1596-1650) es considerado como el fundador de la filosofía moderna. No acepta las bases filosóficas establecidas e intenta construir un edificio filosófico completo de novo. De la misma manera que Bacon, Descartes concibió a la ciencia como una pirámide cuya cúspide estaba ocupada por los principios generales de la realidad. Pero mientras Bacon llegaba a esa cúspide por medio de inducciones progresivas, Descartes propuso que el conocimiento científico se inicia en la cumbre y de ahí procede hasta abajo, siguiendo el camino de la deducción. Tiene la certeza de que el conocimiento puede alcanzarse a priori, en ausencia de la realidad y la experiencia, cuya síntesis es su cogito ergo sum. Los aspectos más sobresalientes de la filosofía cartesiana son el dualismo y el mecanicismo. Con respecto al primero, postula la existencia de dos mundos paralelos pero incapaces de articularse entre sí: el cuerpo y la mente. Con relación al segundo, la filosofía cartesiana es rígidamente determinista. La innovación más fructífera fue la conjunción del sistema deductivo de Descartes con el método inductivo de Bacon. Lo que provocó en gran parte la explosión científica del siglo XVII fueron los dos sistemas: la reunión de los "hechos" de Bacon y la luz del análisis cartesiano.

    De la revolución copernicana a newton: La revolución copernicana: Para Thomas Khun. la revolución copernicana fue una revolución en el campo de las ideas, una transformación del concepto del universo que tenia el hombre hasta aquel momento y de su propia relación con el mismo, y tuvo lugar en las más recónditas y oscuras minucias de la investigación astronómica. En 1543 Nicolás Copérnico se propuso incrementar la sencillez y precisión de la teoría astronómica vigente, transfiriendo al sol muchas de las funciones que hasta entonces se atribuían a la tierra. Esa revolución no se limita a una reforma astronómica, sino que con la publicación del De Revolutionobus de Copérnico se produjeron enseguida una serie de cambios radicales en la forma de comprender la naturaleza por parte del hombre, innovaciones que culminaron un siglo mas tarde con el concepto newtoniano del universo. Copérnico vivió y trabajó en un periodo caracterizado por rápidos cambios de orden político, económico e intelectual que prepararían las bases de la moderna civilización europea y americana, se convirtió en un foco de las apasionadas controversias religiosas, filosóficas, y sociales. La concepción aristotélica del cosmos fue la principal fuente y el punto de apoyo para la practica astronómica precopernicana. El principio de autoridad típicamente medieval que emanaba de los escritos de Aristóteles deriva del brillo y la originalidad de sus ideas, y de su extensión y coherencia lógica. El primitivo concepto del espacio aristotélico es muy diferente de nuestra idea newtoniana del mismo. El espacio newtoniano es físicamente neutro, al contrario del primitivo, que podríamos denominar como un espacio vital: el de una habitación, una casa o una comunidad: existe un "arriba", un "abajo", etc., cada posición es una posición "para" un objeto o "donde" se produce una actividad determinada. Los maestros de Copérnico creían aun en que la estructura del universo era como la describían Aristóteles y Ptolomeo, con lo que quedaban enmarcados en el seno de la tradición antigua. A principios del siglo XVI se seguía creyendo en la antigua descripción del universo, pero ya no se le atribuía el mismo valor. Copérnico siguió estudios universitarios a finales del silgo, lo que le convierte en heredero de Ptolomeo y Aristóteles. Si bien la ciencia jugo un importante papel a finales de la Edad Media, no debe olvidarse que las fuerzas intelectuales dominantes eran teológicas. Sin embrago, las criticas escolástica a la obra de Aristóteles ofrecieron unas alternativas importantes en algunos puntos específicos, que desempeñaron una función de máxima importancia en la preparación del camino de Copérnico. Durante la Edad Media y gran parte del Renacimiento, la Iglesia Católica fue la autoridad intelectual dominante en toda Europa. Sin embargo, la actitud de la Iglesia con respecto a la astronomía no se mantuvo uniforme, ya que tenia periodos mas o menos permisivos, mas o menos represivos. La teoría copernicana se desarrolló en el marco de una tradición científica apadrinada y apoyada por la Iglesia. La ciencia pagana y secular derivada de los contactos con el oriente musulmán y bizantino dejaban de ser una amenaza siempre que la Iglesia pudiera seguir manteniendo su liderazgo intelectual a través de la integración de las concepciones procedentes de aquella. Dentro de una erudición de corte cristiano, se mantuvo a lo largo de cinco siglos el monopolio católico sobre la ciencia. La estructura física y cosmológica del nuevo universo cristiano plenomedieval era básicamente aristotélica, derivada de las concepciones de Tomas de Aquino (1225-1274). La critica que realizaron los escolásticos al sistema aristotélico tienen sus mayores exponentes en Nicolás de Oresme y su maestro Juan Buridan durante el siglo XIV. Los siglos durante los que perduró la escolástica son aquellos en que la tradición de la ciencia y la filosofía antigua fue simultáneamente reconstruida, asimilada y puesta a prueba, a medida que iban siendo descubiertos puntos débiles, se convertían de inmediato en focos de las primeras operaciones investigativas del mundo moderno. En astronomía, hasta mediados del siglo XV los europeos no produjeron una tradición astronómica capaz de rivalizar con la obra de Ptolomeo. Para los europeos contemporáneos a Copérnico, la astronomía planetaria era un campo casi nuevo, que fue elaborado en un clima intelectual y social muy distinto de que hasta entonces se habían enmarcado los estudios astronómicos. La vida de Copérnico transcurrió entre 1473 y 1543, las décadas centrales del Renacimiento y la Reforma. La agitación en la Europa renacentista y reformista facilitaron la innovación astronómica de Copérnico.

    Dice Khun del periodo Los musulmanes amenazaban de nuevo con absorber vastos territorios de una Europa presa de rivalidades dinásticas por las que la nación-estado reemplazaba ala monarquía feudal. Una nueva aristocracia comercial, acompañada por rápidos cambios en las instituciones económicas y en la tecnología, comenzaba a rivalizar con las viejas aristocracias d la Iglesia y la nobleza terrateniente. Lutero y Calvino encabezaban las primeras revueltas contar la hegemonía religiosa del catolicismo. (…) Una serie de características especificas de esa época tuvo efectos más concretos sobre la astronomía. El Renacimiento fue un periodo de viajes y exploraciones. (…) Los viajes de los portugueses a lo largo de las costas africanas habían comenzado a excitar la imaginación y la avaricia de los europeos. (…) El éxito de las exploraciones exigía una mejora en los mapas y las técnicas de navegación, aspectos que dependían parcialmente de un mejor conocimiento de los cielos. El príncipe Enrique El Navegante (…), hizo construir uno de los primeros observatorios de Europa. Las necesidades de la exploración contribuyeron a crear una demanda de astrónomos competentes, con lo que, hasta cierto punto, cambio la actitud de estos hacia su propia ciencia. Cada nuevo viaje revelaba nuevos territorios, nuevos productos y nuevos pueblos. Los hombres no tardaron en comprender hasta que punto podía ser erróneas las antiguas descripciones de la tierra. (…) Las discusiones en torno a las reformas de los calendarios tuvieron un efecto más directo y dramático en la práctica de la astronomía renacentista, pues el estudio de aquellos enfrentó a los astrónomos con la inadecuación e insuficiencia de las técnicas de computación que se venían empleando. (…) Tales proyectos (de reforma de los calendarios), no se pusieron en marcha en forma eficaz hasta el siglo XVI, cuando las crecientes dimensiones de las entidades políticas, económicas, y administrativas dieron una renovada importancia a la necesidad de encontrar un medio eficaz y uniforme de computar las fechas. Dicha reforma se convirtió entonces en un proyecto oficial de la Iglesia. (…) El calendario gregoriano, adoptado por primera vez en 1582, se basaba sobre el establecimiento de cálculos fundados en Copérnico. Puede comprenderse entonces porque la revolución copernicana se realizó ocurrió precisamente en ese momento. Sin embargo otros aspectos del Renacimiento, de carácter más intelectual, desempeñaron un papel dentro de esta revolución: aspectos vinculados al humanismo.

    Koyré, al respecto del desarrollo científico durante el Renacimiento, dice que (…) la inspiración del Renacimiento no fue una inspiración científica. El ideal de la civilización de la época que se llama justamente Renacimiento de las letras y de las artes, no es de modo alguno un ideal de ciencia, sino un ideal de retórica. (…) la época del Renacimiento fue la menos dotada de espíritu crítico que haya conocido el mundo. Es la época de las más burda y profunda superstición, una época en que la creencia en la magia y en la brujería se propagó de una manera prodigiosa y estuvo infinitamente mas extendida que en la Edad Media. (…) el gran enemigo del Renacimiento, desde el punto de vista filosófico y científico, fue la síntesis aristotélica, y se puede decir que su gran obra es la destrucción de esta síntesis. (…) La credulidad, la creencia en la magia, me parecen consecuencias directas de esta destrucción. Efectivamente, después de haber destruido la física, la metafísica, y la ontología aristotélicas, el Renacimiento se encontró sin física y sin ontología, es decir, sin posibilidad de decidir con anticipación si algo es posible o no. (…) Una vez que esta ontología es destruida y antes de que una nueva, que no se elabora hasta el siglo XVII, haya sido establecida, no hay ningún criterio que permita decidir si la información que se recibe de tal o cual "hecho" es verdadera o no. De esto resulta una credibilidad sin limites. (…) Ahora bien, si esta credulidad del "todo es posible" es el reverso de la medalla, hay también un anverso. Este anverso es la curiosidad sin limites, la agudeza de visión y el espíritu de aventura que llevan a los grandes viajes de descubrimiento y a las grandes obras de descripción. (…) Lo que falta, en cambio, es la teoría clasificadora. (…) La tendencia erudita produce igualmente sus frutos. (…) Los grandes textos científicos griegos que eran desconocidos (…) son traducidos, editados o retraducidos y reeditados. (…) También los grandes matemáticos griegos son traducidos y editados a lo largo del siglo XVI. Una de las características del humanismo, el desapego de lo mundano, derivaba de una tradición filosófica que ejerció gran influencia en los primeros padres dela Iglesia, eclipsada después del siglo XII con el redescubrimiento de Aristóteles: el neoplatonismo. Dicha tradición, descubría la realidad no en las cosas efímeras de la vida cotidiana, sino en un mundo espiritual exento de todo cambio: el neoplatonismo pasó de un salto desde el cambiante y corruptible mundo de la vida cotidiana al mundo eterno del espíritu puro, y las matemáticas mostraron la forma de llevar a cabo su cabriola. En el universo de Platón, la divinidad se hallaba convenientemente representada por el sol, que proporcionaba luz, calor y fertilidad. (…) Es pues manifiesto el neoplatonismo que preside la actitud de Copérnico frente al sol y a la simplicidad de la matemática. La publicación del De Revolutionibus orbium caelestium inaugura un profundo cambio dentro del pensamiento astronómico y cosmológico. De ella se deriva un enfoque nuevo de la astronomía planetaria, la primera solución simple y precisa al problema de los planteas, y una nueva cosmología. De hecho fue escrito con el objeto de resolver el problema de los planetas que Copérnico opinaba que ni Ptolomeo ni sus sucesores había podido solucionar. Para hallar esa solución, se debía definitivamente abandonar los supuestos de un universo centrado en la tierra, y él fue uno de los primeros en dar cuenta de que el movimiento de la tierra podía resolver ese problema estrictamente científico.

    La Revolción Copernicana Y La Iglesia "Al cristiano le basta con creer que la causa única de todas las cosas creadas, celestes o terrestres, visibles o invisibles, es la bondad del creador, el único Dios verdadero, y que nada existe, salvo Él mismo, cuya existencia no tenga origen en Él."

    San Agustín. "Me doy cuenta, Santísimo Padre, de que ciertas personas, desde el momento que conozcan que en estos libros sobre las revoluciones de las esferas del mundo atribuyo ciertos movimientos a la tierra, clamaran pidiendo una rápida condena, tanto de mi persona como de mis opiniones."

    Nicolás Copérnico, Prefacio del De Revolutionibus al Papa Pablo III. Copérnico murió en 1543, mismo año de la publicación del De Revolutionibus. Fuera del mundo de la astronomía, su repercusión fue bastante escasa, al menos en los primeros años. Su victoria final se consiguió por infiltración, convirtiéndose finalmente en una obra de referencia para todos los que se ocupaban de los problemas de la investigación astronómica. De todas formas, el copernicanismo, gradualmente, fue ganando terreno en forma inexorable. Sin embargo, a medida que el debate planteado alrededor de la obra excedía los limites de los círculos especializados, adquiría caracteres más tumultuosos. Los clamores hicieron su aparición con lentitud. Los argumentos anticopernicanos, (…) aparecen una y otra vez durante la primera mitad del siglo XVII, momento en que la controversia sobre el movimiento de la tierra alcanza su mayor violencia e intensidad. El movimiento de la tierra, decíase, viola los principios del sentido comun, entra en conflicto con las ya largamente establecidas leyes del movimiento (…). Dichos argumentos poseían la suficiente fuerza para convencer a la mayor parte de la gente. No obstante, no eran las armas más potentes al servicio del anticopernicanismo ni tampoco las que generaron una mayor efervescencia. Este papel fue jugado por la religión y, en particular, por las Escrituras. (…) Con frecuencia siempre en aumento, los copernicanos recibían los epítetos de "infieles", "ateos", y cuando alrededor de 1610 fueron puestas en el Índice el De Revolutionibus y todas las obras en las que se admitía el movimiento de la tierra, se prohibió a los católicos enseñar, e incluso leer, las teorías copernicanas. La teoría copernicana planteaba algunos problemas de enorme importancia para los cristianos, obviamente de índole teológicos. Dirigentes como Lutero y Calvino blandieron las Escrituras contra Copérnico e incitaron a la represión contra sus seguidores, pero en general el protestantismo abandona la lucha una vez que las teorías de Copérnico se vieron confirmadas con pruebas indiscutibles.

    Durante los sesenta años posteriores a la muerte de Copérnico, la oposición de los católicos a su teoría fue mínima comparada con la desplegada por los protestantes. Durante los siglos XIV, XV y XVI la Iglesia no impuso doctrina alguna a sus fieles en materia de cosmología El propio De Revolutionibus era un producto de la libertad concedida al clero en los dominios de la ciencia y la filosofía secular (…). Con la condena de la Iglesia a partir de 1610 y con la creciente adhesión a una interpretación literal de la Biblia que se esconde debajo, debe interpretarse en parte como una reacción frente a las presiones que soportó a causa de la Reforma, de hecho, la condena al copernicanismo ocurrió durante la Contrarreforma. Lo cierto es que una vez puesto en marcha el mecanismo de la Inquisición, era muy difícil pararlo.

    Tycho Brahe (1546-1601) fue la autoridad más importante durante la segunda mitad del siglo XVI en materia de astronomía, aunque mostraba una línea de pensamiento relativamente tradicional, incluso opuesta a Copérnico. Sin embargo, Brahe fue responsable de cambios de enorme importancia en las técnicas de observación astronómica y en los noveles de precisión que exigían la recolección de datos astronómicos. El sistema de Tycho Brahe, conocido como ticónico, es una adecuación como solución de compromiso a los problemas planteado por el De Revolutionibus, ya que mantiene a la tierra en el centro del universo, por lo que reconcilia su propuesta con las Escrituras, aunque es equivalente al sistema heliocéntrico de Copérnico en lo que respecta a las matemáticas. A pesar de esto, la observación de Tycho de los cometas, le obligó a sus partidarios a abandonar las "esferas de cristal", que supuestamente eran el soporte de los planetas en sus órbitas.

    Johanes Kepler (1571-1630), es uno de los mas celebres colegas de Brahe, fue copernicano toda su vida, aunque trabajó con argumentos matemáticos mucho mas sólidos. De hecho acabó por resolver el problema de los planetas: los planetas se desplazaban a lo largo de elipses y no con movimientos circulares como se creía. La intuición física kepleriana introduce un concepto mas de suma importancia en el desarrollo de la ciencia en el futuro: el anima motrix, fuerza que emanaba del sol y responsable de la órbita de los planetas. Al resolver este problema, Kepler acabo por convertir al copernicanismo a todos los astrónomos a partir de 1627, cuando publica las Tablas Redolfinas.

    Lo que es realmente nuevo en la concepción el mundo de Kepler es la idea de que el universo esté regido en todas partes por las mismas leyes y por leyes de naturaleza estrictamente matemática. Su universo es, sin duda, un universo estructurado, jerárquicamente estructurado en relación al sol y armoniosamente ordenado por el Creador, que se manifiesta a sí mismo en él como en un símbolo. (…) El dios platónico de Kepler construye el mundo geometrizándolo.

    Galileo Galilei (1564-1642) escrutaba a partir de 1609 los cielos con un telescopio por primera vez, instrumento que permitió descubrir en sus manos innumerables testimonios a favor del copernicanismo, aportando a la astronomía los primeros datos cualitativos desde los recogidos en la antigüedad. La observación detallada de la superficie lunar, las manchas y rotación solares y el descubrimiento de las lunas de Júpiter, terminaron de destruir la supuesta perfección de la región celeste. Las lunas de Júpiter ofrecían un modelo visible del sistema solar copernicano.

    Kepler (y Bruno) pueden ser incorporados al Renacimiento; con Galileo salimos sin ninguna duda y definitivamente de esta época, Galileo no tiene nada de lo que la caracteriza. Es antimágico en el mas alto grado. (…) Lo que le anima es la gran idea de la física matemática, de la reducción de lo real a lo geométrico. De este modo, geometriza el universo, es decir, identifica el espacio físico con el de la geometría euclidiana.

    (…) Galileo se nos presenta al mismo tiempo como uno de los primeros hombres que comprendió de manera muy precisa la naturaleza y el papel de la experiencia en las ciencias. (…) El experimentum, para oponerlo justamente a la experiencia comun, (…) es una pregunta hecha a la naturaleza, una pregunta hecha en un lenguaje muy especial, en el lenguaje geométrico y matemático; sabe que no basta observar los que existe, lo que se presenta normal y naturalmente a los ojos.

    Los instrumentos con que trabaja y lleva a cabo el experimentum –como el telescopio-, son encarnaciones de la teoría. La ruptura con todo lo anterior es extremadamente profunda.

    Con Galileo y después de galileo tenemos una ruptura entre el mundo que se ofrece a los sentidos y el mundo real, el de la ciencia. Este mundo real es la geometría hecha cuerpo, la geometría realizada.

    A mediados del XVII es difícil encontrar ya un astrónomo que no sea copernicano, a fines de siglo es ya imposible. Quedaba allanado el camino hacia una concepción newtoniana del mundo.

    Camino al nuevo universo: De Aristóteles a Platón, de la teoría del Ímpetus a la Ley de Gravitación Universal Koyré caracteriza la actitud mental e intelectual propia de la revolución espiritual acaecida en el siglo XVI, rasgos que caracterizaron a la ciencia moderna: 1°, la destrucción del cosmos y, por consiguiente, la desaparición en la ciencia de todas las consideraciones fundadas en esta noción; 2° la geometrización del espacio, es decir, la sustitución de la concepción de un espacio cósmico cualitativamente diferenciado y concreto, el de la física pregalileana, por el espacio homogéneo y abstracto de la geometría euclidiana.

    Divide la transición a la ciencia moderna en tres etapas o épocas, que corresponden a tres tipos diferentes de pensamiento: primero, la física aristotélica; a continuación, la física del ímpetus, salida, como todo el resto, del pensamiento griego y elaborada en el curso del siglo XIV por los nominalistas parisienses; Finalmente, la física moderna, matemática, del tipo de Arquímedes o Galileo. La física del ímpetus progresó mucho en los trabajos de Galilei, bajo la influencia innegable de Arquímedes y Platón, sin embargo, encuentra que es imposible matematizar, es decir, transformar en concepto exacto, matemático, la grosera, vaga y confusa teoría del ímpetus. Hube que abandonar esta concepción a fin de edificar una física matemática en la perspectiva de la estática de Arquímedes. Hubo que formar y desarrollar un concepto nuevo y original del movimiento. Este nuevo concepto es el que le debemos a Galileo. (…) El papel y el puesto de las matemáticas en la ciencia no es realmente un problema nuevo. Muy al contrario: durante mas de dos mil años ha sido el objeto de la meditación, la investigación y la discusión filosóficas. (…) Vemos que para la conciencia científica y filosófica de la época, (…) la oposición, o mejor, la línea divisoria entre lo aristotélico el platónico es perfectamente clara. Si reivindicamos para las matemáticas un estatuto superior, si además le atribuimos un valor real y una posición decisiva en física, somos platónicos. Si, por el contrario, vemos en las matemáticas una ciencia abstracta, así, pues, de menos valor que aquellas –física y metafísica- que tratan de ser real; si particularmente sostenemos que la física no necesita ninguna otra base que la experiencia y debe edificarse directamente sobre la percepción, que las matemáticas deben contentarse con el papel secundario y subsidiario de un simple auxiliar, somos aristotélicos.

    A medida que se iban haciendo más difícil dudar de la innovación introducida en la astronomia, más urgente se hizo la necesidad de efectuar ciertos ajustes en otros dominios del pensamiento. La astronomía copernicana aniquilaba las respuestas tradicionales a muchas cuestiones, pero no ofrecía nada en sustitución. Eran necesarias una nueva física y una nueva cosmología, que finalmente fueron creadas por sabios que pertenecían a la minoría copernicana.

    Después de la muerte de Copérnico la tesis neoplatónica proporciona un motivo y un tema central a los escritos cosmológicos de un místico italiano Giordano Bruno. Según él, el sol era (…) una de las infinitas estrellas que se esparcían a lo largo y ancho del espacio infinito; entre los cuerpos celeste que moran en el espacio, deben existir planetas habitados, como la tierra. Con tal punto, no solo la tierra, sino también el sol y el sistema solar en su conjunto, se convertían en insignificantes partículas perdidas en la infinitud de la creación divina. Puesto que el copernicanismo destruía la unicidad de la tierra, suprimía la distinción terrestre-celeste y sugería la infinitud del universo, el vacío infinito de los atomistas era el receptáculo natural para este sistema solar de Copérnico. El atomismo comenzó a resurgir intensamente a partir del siglo XVII, y mezclado con el copernicanismo se convirtió en uno de los principios fundamentales de una nueva filosofía que guiaba la imaginación científica. La otra trayectoria histórica que conduce del cosmos heliocéntrico al universo newtoniano, es la que se desarrolla a través de toda una serie de tentativas encaminadas a resolver el problema más acuciante que planteo el copernicanismo: ¿qué provoca el movimiento de los planetas? Como vimos anteriormente, Kepler fue uno de los primeros en introducir fuerzas dimanantes del sol que fundamentaban el movimiento planetario: el concepto de anima motrix, precedente primitivo de la gravedad newtoniana. Desde el punto de vista conceptual que conduce de Kepler a Newton es relativamente sencillo. Bastaba con introducir una serie de correcciones de importancia para convertir el sistema kepleriano en otro cualitativamente muy similar al de Newton. Estas correcciones son consecuencia directa de del reconocimiento de la función de la inercia en la física celeste, aspecto desarrollado en los trabajos de Descartes.

    Kepler descubre la fuerza de atracción mutua de todos los cuerpos materiales, la atracción de todas las cosas por la tierra. Estas correcciones en los sistemas fueron realizadas por G. A. Borelli (1608-1679) y Robert Hooke (1635-1703), que se acercan en grado sumo a los rasgos cualitativos del sistema newtoniano. Otro problema planteado por el copernicanismo es la cuestión de porqué los cuerpos pesados caen sobre la superficie de la tierra. Dicho problema ha llevado a los historiadores de la ciencia y la filosofía a caracterizar a la física moderna por uno de sus rasgos más distintivos: el principio de inercia. La física moderna estudia en primer lugar el movimiento de los cuerpos que nos rodean. El principio de inercia es muy simple: afirma que un cuerpo abandonado a sí mismo permanece en estado de reposo o movimiento tanto tiempo como no este sometido a la acción de una fuerza exterior cualquiera. Descartes contestó que estos cuerpos son empujados hacia la tierra por impactos procedentes de los corpúsculos de aire del vórtice centrado en la tierra, explicación corpuscular de la gravedad que Descartes publicó en 1644, y de suma importancia para le proceso hacia el newtonianismo. Entretanto, Newton y Hooke dieron un paso que tuvo enormes consecuencias, guiados por la idea cartesiana por el que el mecanismo que regia las caídas terrestres y celestes era el mismo, sugirieron que la fuerza que atraía a los planetas hacia el sol y la luna a la tierra, era la misma que la que causaba la caída de "piedras y manzanas". Newton centró su atención en este problema a partir de 1666, descubriendo los valores matemáticos que regían la caída de los planetas y los objetos pesados. Estas deducciones matemáticas no tenían precedente alguno en la historia de las ciencias, de hecho la ciencia del siglo XVII alcanzo su apogeo con este descubrimiento. Estos trabajos fueron el preludio para la publicación de los Philosophiae Naturalis Principia Mathematica de Newton.

    Paralelamente, la concepción de un mundo constituido por átomos, cuyo movimiento eterno obedece a unas pocas leyes promulgadas por Dios, había cambiado para muchos hombres la imagen de la propia divinidad. En el universo-reloj, Dios aparecía muy a menudo como simple relojero, como el ser que había diseñado si sus componentes atómicos y establecido las leyes del movimiento, abandonándolo a sí mismo después de puesto en marcha. A la muerte de Newton acaecida en 1727, la mayoria de los científicos y hombres cultivados concebían el universo como un espacio infinito y neutro donde moraban un número infinito de corpúsculos sometidos a leyes pasivas como la de la inercia, y había reemplazado definitivamente al ruinoso universo aristotélico.

    Durante el proceso conocido como Revolución Científica que llevó a la instauración de la ciencia moderna, hemos visto como la filosofía aristotélica propia del medioevo y que representaba la autoridad de la Iglesia, fue reemplazada por el neoplatonismo; cómo el principio de autoridad que ejercía la Iglesia a través de las Escrituras y los textos, tanto religiosas como filosóficas y científicas, fue reemplazado por otro nuevo criterios de verdad, con la teoría –hipótesis-, y la observación de la realidad; cómo la filosofía y las ciencias se van paulatinamente diferenciando y distanciando hasta convertirse en disciplinas diferentes; en el campo del lenguaje fueron mutando conceptos que facilitaron la comprensión de la realidad, como por ejemplo el concepto de ímpetus en el de inercia, para dar finalmente con la Ley de Gravitación Universal; pero fundamentalmente, la revolución científica representa y contribuyo significativamente a la visión del universo que aun hoy en la actualidad tenemos, y que es uno de los pilares de la modernidad. Martín Di Santo

    4. Bibliografía utilizada

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    • Koyré, Alexandre, "Pensar la Ciencia" (fragmento) en el suplemento Primer Plano, Suplemento de Cultura de Pagina 12, Domingo 28 de mayo de 1995.
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    • Romero, José Luis, "La Filosofía Moderna", Fondo de Cultura Económica, México.
    • Schneer, Cecil J., "Mente y Materia", Ed.. Bruguera, Barcelona, 1969.

    Nombre: la revolución científica – filosofía, astronomía y física en la edad moderna- Categoría: historia, filosofía Palabras clave representativas: historia, filosofía, revolución científica, galileo, copernico, astronomía, newton, khun, koyre . Autor: martín di santo Estudiante de 3° año de la carrera de licenciatura en historia de la universidad nacional de la Patagonia San Juan Bosco (Trelew – Chubut) Edad: 31 años El trabajo fue realizado en diciembre del 2002

     

     

    Autor:

    Martín Di Santo