Para resolver el peligro de la fragmentación Huntington recurre a los Estados centrales que son los encargados de ordenar y disciplinar los Estados miembros. Huntington enfoca su análisis desde dos vertientes: a) el peligro que representan el Islam y la cultura asiática para Estados Unidos y Occidente; b) las incidencias de los mexicanos en Estados Unidos que no asimilan la cultura de Estados Unidos convirtiéndose en un peligro.
Los planteamientos de Oberg, Adler y Popper sobre el choque de cultura pueden servir de luz, para defender, que el mismo es un proceso que se da entre las culturas, siendo útil para la confrontación racional de los diversos puntos de vistas. El reto de los seres humano en un mundo heterogéneo es la convivencia con puntos de vistas diferentes, sin que esto implique choque de civilizaciones.
El planteamiento de fusión desde Estados núcleos o centrales, se enmarca dentro de la lógica de cohesionar y disciplinar lo disperso desde la perspectiva del poder hegemónico que le preocupa lo plural, heterogéneo y dialógico; postulando un orden al estilo de la Guerra Fría.
En ese sentido, Chomsky ilustra la incidencia del poder político con el ejemplo de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, apasionantes casi hasta el punto de la histeria, apenas si representan los impulsos democráticos más saludables.
Los estadunidenses son alentados a votar, pero no a participar de manera más significativa en la política. Esencialmente las elecciones son un método de marginar a la población. Se organiza una gran campaña de propaganda para concentrarse en esas personalizadas extravagancias cuatrienales y para hacer creer que "esto es política", pero no lo es sino apenas una pequeña parte de la política.
La población ha sido cuidadosamente excluida de la actividad política, y no por accidente. Una enorme cantidad de tiempo y dinero se ha dedicado a privar a muchos del derecho de representación.
Durante los años 60, la explosión de participación popular en la democracia aterrorizó a las fuerzas de la convención, que organizaron una feroz campaña en contra.
Hay demostraciones en la izquierda y en la derecha de que se intenta empujar a la democracia nuevamente al agujero al cual se cree pertenece.
George W. Bush y John Kerry pueden postularse porque están financiados básicamente por las mismas concentraciones de poder que se hallan en manos privadas. Ambos candidatos entienden que la elección tiene como propósito mantenerse alejados de temas candentes.
Ellos son criaturas de la industria de relaciones públicas, que mantiene al pueblo fuera del proceso electoral. Todos se concentran en lo que se define como "cualidades" de los candidatos, no en su estrategia para gobernar. ¿Es el candidato un líder? ¿Un tipo agradable? Los votantes terminan respaldando una imagen, no una plataforma.
En una consulta de Gallup donde se preguntó a entrevistados por qué pensaban votar por Bush o por Kerry. De una lista de múltiples opciones, apenas 6 por ciento de los partidarios del candidato republicano y 13 por ciento de los simpatizantes del demócrata eligieron las agendas/ideas/plataformas/objetivos".
Y eso es lo que prefiere el sistema político. Con frecuencia los temas que más preocupan a la población no entran con claridad en el debate.
Un nuevo informe del Consejo de Relaciones Exteriores de Chicago, que monitorea de manera regular las actitudes estadunidenses en temas internacionales, ilustra esa desconexión. Una considerable mayoría de estadunidenses está en favor de "trabajar con Naciones Unidas, inclusive si adopta pautas políticas que disgustan a Estados Unidos".
La mayoría de los consultados también creen que "los países deben tener el derecho de ir a la guerra por su cuenta sólo si tienen fuertes evidencias de que están en inminente peligro de ser atacados". De esa manera, rechazan el consenso bipartidista de una "guerra preventiva".
En relación con Irak, las encuestas del Programa de Actitudes en Materia de Política Internacional muestran que la mayoría de los estadunidenses están en favor de permitir a Naciones Unidas asumir el liderazgo en torno a la seguridad, la reconstrucción y la transición política. En marzo pasado, los votantes españoles realmente votaron sobre esos asuntos.
Es notable que los estadunidenses mantengan esos puntos de vista similares digamos, en la Corte Internacional de Justicia, o sobre el Protocolo de Kyoto en virtual aislamiento. Ellos raramente escuchan esos temas en discursos de campaña, y posiblemente los considera idiosincráticos.
Al mismo tiempo el nivel de activismo por cambios sociales podría ser mayor que nunca en Estados Unidos. Pero está desorganizado. Nadie sabe lo que ocurre en el otro lado de la ciudad.
En contraste, veamos lo que ocurre con los fundamentalistas cristianos. A comienzos de mes, en Jerusalén, el líder de la derecha religiosa Pat Robertson aseveró que pensaba crear un tercer partido si Bush y los republicanos vacilaban en su respaldo a Israel.
Esa es una amenaza grave, pues Robertson está en condiciones de movilizar a decenas de millones de cristianos evangélicos que ya forman una significativa fuerza política, gracias a una extensa labor a lo largo de décadas en numerosos asuntos, y la formación de candidatos en los niveles que van desde consejos electorales hasta la presidencia.
Las elecciones presidenciales no carecen de activismo orientado hacia temas candentes. Durante los comicios primarios, antes de comenzar la campaña principal, los candidatos pueden plantear problemas y ayudar a organizar respaldo popular por ellos.
Eso podría influir hasta cierto punto en la campaña. Luego de las primarias, simples declaraciones tienen un mínimo impacto si se carece de una organización significativa.
Existe la necesidad de que grupos progresistas populares crezcan y se hagan lo bastante fuertes como para que no puedan ser ignorados por los centros de poder. Las fuerzas de cambio que han surgido de las bases y estremecido la sociedad hasta sus cimientos incluyen a los movimientos sindical, por los derechos civiles, por la paz, feminista y a otros, consagrados a una tarea firme, dedicada, a todos los niveles, cada día, no apenas una vez cada cuatro años.
Pero no se pueden ignorar las elecciones. Hay que admitir que uno de los dos grupos que está compitiendo por el poder es extremista y peligroso, ha causado ya muchas dificultades, y podría causar muchas más.
En cuanto a mí, he adoptado la misma posición que en 2000. Si el lector se halla en un estado en el cual las encuestas muestran una lucha cabeza a cabeza, debe votar para impedir que los peores sean elegidos. Si es otro estado, haga lo que crea mejor. Hay muchas consideraciones a tomar en cuenta.
Bush y su gobierno están comprometidos de manera pública a desmantelar y destruir toda legislación progresista y toda protección a las minorías, algo obtenido mediante la lucha popular durante el último siglo.
A escala internacional, tratan de dominar el mundo mediante la fuerza militar, incluida la "propiedad de espacio" para expandir su vigilancia y para atacar de manera preventiva.
Por tanto, en los próximos comicios, hay que elegir opciones sensatas. Pero esas son secundarias en relación con la seria acción política.
La principal tarea es crear una cultura democrática genuinamente responsable, y el esfuerzo debe concretarse antes y después de las extravagancias electorales, sin importar cual sea el resultado.
Uno de los rasgos más categóricos de la victoria ideológica del neoliberalismo ha sido su capacidad para influenciar decisivamente la agenda teórica y práctica de las fuerzas sociales, las organizaciones de masas y los intelectuales opuestos a su hegemonía.
Si bien este atributo parecería haber comenzado ahora a recorrer el camino de su declinación, reflejando de este modo la creciente intensidad de las resistencias que a lo largo y a lo ancho del planeta se erigen en contra a su predominio, las secuelas de su triunfo en la batalla de las ideas están llamadas a sentirse todavía por bastante tiempo.
Es bien sabido que no existe una relación lineal, mucho menos mecánica, entre el mundo de las ideas y los demás aspectos que constituyen la realidad histórico-social de una época. Esto explica, por ejemplo, que las concepciones medievales sobre la unidad del "organismo social" – justificatorias del carácter cerrado del estamentalismo feudal y de la primacía del papado sobre los poderes temporales- sobrevivieran por siglos al advenimiento de la sociedad burguesa y a una de sus instituciones básicas, el contrato.
No debiera sorprendernos, por lo tanto, si teorizaciones surgidas durante el apogeo del neoliberalismo y coincidentes con el mayor reflujo histórico experimentado por los ideales socialistas y comunistas desde la Revolución Francesa hasta hoy perduren tal vez por décadas, aún cuando las condiciones que les dieron origen hayan desaparecido por completo.Un ejemplo de esa pertinaz colonización ideológica lo ofrece en la actualidad la obra de algunos de los más conocidos intelectuales críticos de la izquierda. Si se examina con detenimiento el pensamiento de autores tales como Michael Hardt y Antonio Negri o la más reciente contribución de John Holloway, puede comprobarse sin mayor esfuerzo cuán vigorosa ha sido la penetración de la agenda, las premisas y los argumentos del neoliberalismo aún en los discursos de sofisticados intelectuales seriamente comprometidos con una crítica radical a la mundialización neoliberal.
Porque ninguno de los tres autores arriba mencionados "se ha pasado de bando", peregrinando a las filas de la burguesía y el imperialismo en busca de reconocimiento u otro tipo de recompensas. Ninguno de los tres abjuró de la necesidad de avanzar hacia la construcción de una sociedad comunista, o por lo menos decididamente "post-capitalista."
Todo lo contrario: el sentido de su obra es justamente el de fundamentar, en las nuevas condiciones del capitalismo de inicios del siglo veintiuno, las formas de lucha y las estrategias que podrían ser más conducentes al logro de tales fines.
En ese sentido es preciso establecer, antes de plantear nuestra divergencia con sus teorizaciones, una clara línea de demarcación entre Hardt, Negri y Holloway y autores tales como Manuel Castells, Regis Debray, Ernesto Laclau, Maria Antonieta Macchiochi, Chantal Mouffe, Ludolfo Paramio y toda una pléyade de ex-marxistas europeos y latinoamericanos que al iniciar una necesaria renovación teórica del marxismo para rescatarlo de la ciénaga del estalinismo culminaron su arrepentimiento con una capitulación teórica tan grosera como imperdonable.
En este descenso, y son pretextos de la supuesta superioridad civilizacional del capitalismo, muchos abandonaron el marxismo dogmático que habían cultivado con especial celo durante largo tiempo para convertirse en furiosos profetas que ahora pretenden persuadirnos de la imposible superioridad ética de un modo de producción basado en la explotación del hombre por el hombre y la destrucción de la naturaleza.
Pocos casos, no obstante, igualan la denigrante trayectoria de María Antonieta Macchiochi, quien transitó desde el más irresponsable ultraizquierdismo hasta el neofascismo, culminando con ignominia su trayectoria política e intelectual en el Parlamento italiano representando nada menos que a Forza Italia y su capo, Silvio Berlusconi.
En ese orden Borón aclara que Hardt, Negri y Holloway de ninguna manera entran en esta lamentable categoría de los que bajaron los brazos, se resignaron y se pasaron a las filas del enemigo de clase. Son, en buenas cuentas, camaradas que proponen un análisis equivocado de la situación actual.
Su integridad moral, totalmente fuera de cuestión, no les ahorra sin embargo caer en la trampa ideológica de la burguesía al hacer suyas, de manera inconsciente, algunas tesis consistentes con su hegemonía y con sus prácticas cotidianas de dominio y que de ninguna manera pueden ser aceptadas desde posiciones de izquierda.
Para la burguesía y sus aliados, para el imperialismo en su conjunto, es imprescindible potenciar el carácter fetichista de la sociedad capitalista y ocultar lo más que se pueda su naturaleza explotadora, injusta e inhumana.
La mistificación que produce una sociedad productora de mercancías y que todo lo mercantiliza requiere, de todos modos, un reforzamiento generado desde el ámbito de aquello que Gramsci denominara "las superestructuras complejas" del capitalismo, y fundamentalmente de la esfera ideológica.
Así, no basta con que la sociedad capitalista sea "opaca" y la esclavitud del trabajo asalariado aparezca en realidad como un universo de trabajadores "libres" que concurren a vender su fuerza de trabajo en el mercado.
Es preciso además silenciar el tratamiento de ciertos temas, deformar la visión de otros, impedir que se visualicen unos terceros y que alguno de ellos se instale en la agenda del debate público. De ahí la importancia que asume para la derecha cualquier teorización (sobre todo si es producida por críticos del sistema) que empañe la visión sobre el imperialismo, el poder y el estado, o que desaliente o impida una discusión realista sobre estos temas.
Si lo anterior no fuera posible, la "segunda mejor" alternativa es hacer que las teorizaciones predominantes sobre estos asuntos sean lo más inocuas posibles. La extraordinaria acogida que tuvo la obra de Hardt y Negri en la prensa capitalista y la "opinión seria" de los países desarrollados es de una contundencia aleccionadora al respecto.
Por su parte, el libro de Manuel Castells, La Edad de la Información, que produce una visión conformista y complaciente del "capitalismo informacional", cosechó extraordinarios elogios en esos mismos ambientes, sobresaliendo en dicha empresa Anthony Giddens, el principal teórico de la malograda "tercera vía," y el ex-presidente del Brasil, Fernando H. Cardoso, cuya gestión en el área económica se caracterizó por la su estricta adhesión a las políticas neoliberales. En síntesis: la tesis fundamental que quisiéramos probar en las páginas que siguen sostiene que la concepción general y las orientaciones heurísticas que se desprenden de los planteamientos que encontramos en la obra de Hardt y Negri y Holloway lejos de instalarse en el terreno político del pensamiento contestatario son plenamente compatibles con el discurso neoliberal dominante.
Reflejan la derrota ideológica sufrida por aquél, y la lamentable vigencia del diagnóstico al que arribara, a finales del siglo diecinueve, José Martí cuando decía que "de pensamiento es la guerra mayor que se nos hace" y convocara a los patriotas latinoamericanos a ganar la batalla de las ideas.
En un libro publicado poco después de la aparición en lengua española de Imperio, la aclamada obra de Michael Hardt y Antonio Negri, sometimos a crítica las tesis centrales de dichos autores, razón por la cual no reiteraremos, siquiera mínimamente, lo dicho en esa oportunidad.
En este trabajo nos limitaremos en cambio a exponer, sucintamente, nuestra disidencia en relación a la noción de "contra-poder" que proponen esos autores.
Esa es, precisamente, la misión ideológica del saber económico convencional, donde la politicidad y eticidad de toda la vida económica se diluyen en los meandros del formalismo, la modelística y la pseudo-rigurosidad de la matematización.
El concepto de "contra-poder" surge como consecuencia de la crisis terminal que enfrenta, según Hardt y Negri, el estado nación y, a raíz de esto, las clásicas instituciones de la democracia representativa que le acompañaron desde el advenimiento de la Revolución Francesa.
El "contra-poder" alude así a tres componentes específicos: resistencia, insurrección y poder constituyente. Hardt y Negri analizan en su obra sus cambios experimentados a consecuencia del tránsito desde la modernidad a la posmodernidad, y concluyen que en las más variadas experiencias insurgentes habidas en la época moderna – ese vasto e indefinido arco histórico que comienza con el amanecer del capitalismo y culmina con el advenimiento de la sociedad "posmoderna"- la noción de "contra-poder" se reducía a uno solo de sus componentes: la insurrección.
Pero, afirman nuestros autores, la "insurrección nacional era en realidad ilusoria" habida cuenta de la presencia de un denso sistema internacional de estados nacionales que hacía que, en esa época histórica, toda insurrección, incluyendo la comunista, estuviese condenada a desembocar en una guerra internacional crónica, la que acabaría por tender "una trampa a la insurrección victoriosa y la transforma en régimen militar permanente".Pero si el papel sumamente relevante del sistema internacional es indiscutible – como lo atestigua la obsesiva preocupación que manifestaran por este asunto los grandes revolucionarios del siglo XX- no es menos cierto que, tal como ocurre reiteradamente en Imperio, H&N incurren en graves errores de apreciación histórica cuando hablan del carácter "ilusorio" de las tentativas revolucionarias que jalonaron el siglo XX.
En efecto: ¿qué significa exactamente la palabra "ilusorio"? El hecho de que una insurrección popular precipite una impresionante contraofensiva internacional llamada a asegurar el sometimiento y control de los rebeldes, con un abanico de políticas que van desde el aislamiento diplomático hasta el genocidio de los insurrectos, demuestra precisamente que en tal situación no hay nada de "ilusorio" y sí mucho de real, y que las fuerzas imperialistas reaccionan con su reconocida ferocidad ante lo que consideran como una inadmisible amenaza a sus intereses.
Si se enseña que la historia latinoamericana, por ejemplo, se comprueba que ni siquiera hizo falta una insurrección popular para que la parafernalia represiva del imperialismo se pusiera en juego.
Lo acontecido con João Goulart en Brasil de 1962, Juan Bosch en República Dominicana en 1965, Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile de comienzos de los años setentas, para no citar sino los casos más conocidos, que demuestran como un simple resultado electoral que proyecte al gobierno nacional a un partido o coalición progresista es suficiente para que comience un juego de presiones desestabilizadoras tendientes a corregir los "errores" del electorado.
Algo semejante ya está ocurriendo en Brasil con el nuevo gobierno del PT. En todo caso, cualquiera sea la experiencia insurreccional que se analice a lo largo de los siglos XIX y XX, resulta evidente que la guerra internacional es mucho menos atribuible a la intransigencia o al apetito expansionista de los revolucionarios que a la furia represora que desata la insubordinación de las masas y sus anhelos emancipatorios.Por otra parte, afirmar como hacen nuestros autores que las revoluciones triunfantes asediadas por los ejércitos y las instituciones imperialistas (entre las que sobresalen el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y otras afines) y que deben enfrentarse para sobrevivir a un repertorio de agresiones de todo tipo -que incluye sabotajes, atentados, bloqueos comerciales, boicots, guerras "de baja intensidad", invasiones militares, bombardeos "humanitarios", genocidios, etc.- se convierten en "regímenes militares permanentes" implica un monumental error de interpretación del significado histórico de dichas experiencias.
Equívoco que, dicho sea al pasar, es típico de la ciencia política norteamericana que procede de igual manera cuando, por ejemplo, coloca en una misma categoría -los famosos "sistemas de partido único"- a regímenes políticos tan diversos como la Italia de Mussolini, la Alemania Nazi, la Rusia de Stalin y la China de Mao.
Nuestros autores subestiman los factores históricos que a lo largo del último siglo obligaron a las jóvenes revoluciones a armarse hasta los dientes para defenderse de las brutales agresiones del imperialismo, a años luz de las sutilezas del imperio imaginado por H&N, esa misteriosa red sin centro ni periferia, adentro ni afuera, y que supuestamente nadie controla para su beneficio.
Si la revolución cubana sobrevive en estos días de un supuesto "imperio sin imperialismo", ello se explica tanto por la inmensa legitimidad popular del gobierno revolucionario como por la probada eficacia de sus fuerzas armadas, que después de Playa Girón disuadieron a Washington de intentar nuevamente una aventura militar en la isla.Por otra parte, la interpretación de H&N revela asimismo el grave yerro en que incurren a la hora de caracterizar a las emergentes formaciones estatales de las revoluciones. Una cosa es lamentarse por la degeneración burocrática de la revolución rusa y otra bien distinta afirmar que lo que allí se constituyó fue un "régimen militar".
El hecho de que Cuba haya tenido que invertir cuantiosos recursos, materiales y humanos, para defenderse de la agresión imperialista no la convierte en un "régimen militar". Sólo una visión de una imperdonable ingenuidad e irreparablemente insensible ante el significado histórico de los procesos sociales y políticos puede caracterizar de ese modo a las formaciones sociales resultantes de las grandes revoluciones del siglo veinte.
Por último, y haciéndonos cargo de todas sus limitaciones y deformaciones, ¿puede efectivamente decirse que las revoluciones en Rusia, China, Vietnam y Cuba fueron apenas una ilusión? Una cosa es la crítica a los errores de esos procesos y otra bien distinta decir que se trató de meros espejismos o de torpes ilusiones.
¿Habrá sido un simulacro baudrillardiano la paliza sufrida por el colonialismo francés en Dien Bien Phu? Y la bochornosa derrota de los Estados Unidos a manos del Vietcong, ¿habrá sido tan sólo una visión alucinada de sesentistas trasnochados, o se produjo de verdad? Esa huída desesperada desde los techos de la embajada norteamericana en Saigón, donde espías, agentes secretos, asesores militares y torturadores policiales destacados en Vietnam del Sur se mataban entre sí para subir al último helicóptero que los conduciría sin escalas del infierno vietnamita al "American dream", ¿habrá sido verdadera o fue una mera ilusión? Los cuarenta y tres años de hostigamiento norteamericano a Cuba, ¿son producto del fastidio que provoca en Washington el carácter ilusorio de la revolución cubana? Y, para acercarnos a nuestra realidad actual: el abierto involucramiento del gobierno norteamericano -con la ayuda de su correveidile español, José M. Aznar- en el frustrado golpe de estado de Venezuela, en abril del 2002, ¿habrá sido propiciado por el carácter ilusorio de las políticas del Presidente Hugo Chávez?Curiosamente, nuestros autores nos advierten que se trata de preguntas que, en realidad, ya son anacrónicas porque según ellos en la posmodernidad las condiciones que tornaban posible la insurrección moderna, con todo su ilusionismo, han desaparecido, "de tal forma que inclusive hasta parece imposible pensar en términos de insurrección".
Afortunadamente, los insurrectos que pusieron fin a la tiranía de Suharto en Indonesia en 1999 no tuvieron ocasión de leer los borradores de Imperio porque de lo contrario seguramente habrían desistido de su empeño.
Los argentinos que ganando las calles a fines del 2001 pusieron punto final a un gobierno reaccionario e incapaz tampoco parecerían haber tomado nota de las elucubraciones de Hardt y Negri, y lo mismo parece haber ocurrido hace unas pocas semanas con los trabajadores bolivianos que pusieron en jaque al gobierno de Sánchez de Lozada.
Pero, el pesimismo que se desprende de esta afirmación se atenúa ante la constatación del crepúsculo de la soberanía nacional y la laxitud del imperio en su fantasmagórica fase actual, todo lo cual alteró las condiciones que sometían la insurrección a las restricciones impuestas por las guerras nacionales e internacionales.Posterguemos por un momento la crítica a este segundo supuesto, el que anuncia la "emancipación" de los procesos insurreccionales de las guerras nacionales e internacionales, y veamos lo que significa la insurrección en el capitalismo posmoderno.
Si en la sociedad moderna aquélla era "una guerra de los dominados contra los dominadores", en la supuesta posmodernidad la sociedad "tiende a ser la sociedad global ilimitada, la sociedad imperial como totalidad," en donde explotadores y explotados se desvanecen en la nebulosa de una sociedad sin estructuras, asimetrías y exclusiones.
Bajo estos supuestos, falsos en la medida en que llevan hasta el límite ciertas tendencias reales pero parciales de la globalización (como por ejemplo, el debilitamiento aunque no la desaparición de los espacios "nacionales"), H&N concluyen, sin ninguna clase de apoyatura empírica o argumentativa, que la resistencia, la insurrección y el poder constituyente se funden ahora en la noción de "contra-poder" que, presumiblemente, sería la prefiguración y el núcleo de una formación social alternativa.
Todo esto es sumamente discutible a la luz de la experiencia histórica concreta, pero aún así el argumento es comprensible. Forzando un poco el mismo podría llegar a decirse que no es novedoso ni tan distinto, en su abstracción conceptual, al que desarrollaran los bolcheviques en el período comprendido entre abril y octubre de 1917.
La resistencia y la insurrección, dos de los tres elementos claves de nuestros autores, se expresaban en el famoso apotegma leninista referido a la situación que se producía cuando "los de abajo" no aceptaban seguir viviendo como antes y "los de arriba" no podían hacerlo tal como acostumbraban; o en los análisis de Gramsci sobre la crisis orgánica y la situación revolucionaria.
El tercer, elemento, el poder constituyente, estaba formado por los soviets y los consejos, en la visión de Lenin y Gramsci.Pero, si existiría la posibilidad de retraducir, insistimos, en el plano de la conceptualización más abstracta, los tres componentes del "contra-poder" al lenguaje de la tradición revolucionaria comunista, no ocurre lo mismo cuando llega la hora de identificar los agentes sociales concretos llamados a encarnar el proyecto emancipador y las formas políticas específicas mediante las cuales éste será llevado a cabo.
Si en la tradición de comienzos del siglo veinte el proletariado en conjunto con las clases aliadas (campesinos, pequeña burguesía, intelectuales radicalizados, etc.) era el soporte estructural del proceso revolucionario y los soviets y los consejos, más que el partido, el vehículo de su jornada emancipadora, el "contra-poder" de H&N no reposa en ningún sujeto, en ninguna nueva construcción social o política o en ningún otro producto de la acción colectiva de las masas sino en la carne, "la sustancia viva común en la cual coinciden lo corporal y lo espiritual".
Es esta sustancia vital la que constituye, en una argumentación de tono inocultablemente metafísico, el fundamento último del "contra-poder", su materia prima. Según esta interpretación los tres elementos que constituyen el "contra-poder" "brotan en forma conjunta de cada singularidad y de cada uno de los movimientos de los cuerpos que componen la multitud." Se consuma, de este modo, una completa volatilización de los sujetos del cambio, quedando la sociedad reducida a un inconmensurable agregado de cuerpos hipotéticamente unificados en el momento fundante y a la vez disolvente de la multitud.
Esta visión reproduce en el plano del intelecto y de modo profundamente distorsionado ciertas transformaciones ocurridas en la anatomía de la sociedad burguesa y, más específicamente, de su estructura de clases: la atomización de los grandes colectivos, la fragmentación de las clases sociales, sobre todo de las clases y capas subalternas, la desintegración y desmembración social producida por el auge del mercado y la mercantilización de la vida social.
Pero, la lectura que Hardt y Negri hacen de las mismas los arrastra insensiblemente a proponer una visión entre metafísica y poética que poco, muy poco, tiene que ver con la realidad. En sus propias palabras: "Los actos de resistencia, los actos de revuelta colectiva y la invención común de una nueva constitución social y política atraviesan en forma conjunta innumerables microcircuitos políticos.
De esta forma se inscribe en la carne de la multitud un nuevo poder, un "contra-poder", algo viviente que se levanta contra el Imperio. Es aquí donde nacen los nuevos bárbaros, los monstruos y los gigantes magníficos que emergen sin cesar en los intersticios del poder imperial y contra ese poder".Es evidente que el planteamiento de nuestros autores adquiere, a estas alturas, un tono inequívocamente vitalista que los aproxima mucho más a los embriagantes vahos metafísicos de Henry Bergson que a las enseñanzas de Spinoza, al paso que los sitúa en un terreno sin retorno en relación al materialismo histórico. No habría que esforzarse demasiado para descubrir los inquietantes paralelos existentes entre la doctrina del "ímpetus vital" del filósofo francés y la exaltación de la carne hecha por H&N.
En todo caso, y para resumir, digamos que una impostación de esta naturaleza del problema del "contra-poder" disuelve por completo el carácter histórico-estructural de los procesos sociales y políticos en la singularidad de los cuerpos que conforman la multitud.
De este modo se arriba a una conclusión desoladoramente conservadora toda vez que, en su vertiginoso ascenso hacia el topos uranos platónico -ese lugar tan excelso donde según Platón reposan las ideas en su pureza conceptual- Hardt y Negri desdibujan por completo la especificidad del capitalismo como modo de producción y las relaciones de explotación y de opresión política que le son propias.
Desaparecidas las clases sociales -en efecto, ¿quiénes explotan y quiénes son los explotados?- y diluidos también por completo los fundamentos estructurales del conflicto social, lo que nos queda es una rudimentaria poética de la rebelión ante un orden abstractamente injusto que nada tiene que ver con los procesos reales que sacuden al capitalismo contemporáneo.
En la formulación de Hardt y Negri el fenómeno del "contra-poder" se diluye por completo en la formalidad de una gramática que, por razones inescrutables, opone la multitud al imperio, sin que se sepa, a ciencia cierta, que es lo uno y que es lo otro y, sobre todo, qué es lo que hay que hacer, y con qué instrumentos, para poner fin a esta situación.
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Glosarios de Conceptos
Absolutismo
Es la denominación de un régimen político, una parte de un periodo histórico, una ideología y una forma de gobierno o de Estado (el Estado absoluto), propios del llamado Antiguo Régimen, y caracterizados por la pretensión teórica (con distintos grados de realización en la realidad) de que el poder político del gobernante no estuviera sujeto a ninguna limitación institucional, fuera de la ley divina. Es un poder único desde el punto de vista formal, indivisible, inalienable, intranscriptible y libre. Los actos positivos del ejercicio del poder (legislación, administración y jurisdicción) se apoyaron en la última instancia de decisión: la suprema monarquía, emanando de ella, no estando por encima sino por debajo; lo que implica la identificación de la persona del rey absoluto con el propio Estado.
Activismo
Es el conjunto de acciones que de manera amplia, dinámica y entusiasta llevan a cabo determinados individuos con el propósito de lograr los principios ideológicos, los planes y programas de la organización a la que pertenecen. Se caracteriza por la participación, iniciativa y entusiasmo de quienes acuden a las sesiones de trabajo, también porque obedecen las órdenes del grupo dirigente, difunden propaganda, hacen proselitismo y colaboran en las campañas electorales. Los activistas prefieren la ejecución y los hechos derivados de la instrumentación de un programa político.
Agnosticismo
Es la creencia de que los valores de verdad de ciertas afirmaciones, especialmente aquellas sobre la existencia o inexistencia de alguna deidad, además de otras afirmaciones religiosas y metafísicas como la teología o el más allá, son desconocidos o inherentemente incognoscibles. El agnosticismo a menudo reflexiona las preguntas mediante la duda y el escepticismo. En un sentido popular, un agnóstico es aquel que ni cree ni niega la existencia de una deidad o deidades, mientras que un teísta y un ateo afirman y niegan, respectivamente.
Anarquismo
El anarquismo es una filosofía política y social que llama a la oposición y abolición del Estado entendido como gobierno y, por extensión, de toda autoridad, jerarquía o control social que se imponga al individuo, por considerarlas indeseables, innecesarias y nocivas. No existe acuerdo académico en cuanto a una taxonomía de las corrientes anarquistas; algunos hacen una distinción entre dos líneas básicas de pensamiento, individualistas y socialistas;4 también es común señalar las cuatro corrientes más importantes, el anarquismo individualista, mutualismo, anarquismo comunista y anarco sindicalismo, y según algunas fuentes, también el colectivismo.
Anti-semitismo
El antisemitismo, en sentido amplio del término, hace referencia a la hostilidad hacia los judíos basada en una combinación de prejuicios de tipo religioso, racial, cultural y étnico. En sentido restringido, el antisemitismo se refiere a la hostilidad hacia los judíos, definidos como una raza no como un grupo religioso, concepción moderna que habría surgido a mediados del siglo XIX como una derivación del racismo y del nacionalismo, diferenciándose así del "antisemitismo religioso" anterior que algunos historiadores prefieren llamar antijudaísmo, y cuya expresión más desarrollada sería el antijudaísmo cristiano.
Antropocentrismo
El antropocentrismo es la doctrina que en el plano de la epistemología sitúa al ser humano como medida de todas las cosas, y en el de la ética defiende que los intereses de los seres humanos es aquello que debe recibir atención moral por encima de cualquier otra cosa. Así la naturaleza humana, su condición y su bienestar -entendidos como distintos y peculiares en relación a otros seres vivos- serían los únicos principios de juicio según los que deben evaluarse los demás seres y en general la organización del mundo en su conjunto. Igualmente, cualquier preocupación moral por cualquier otro ser debe ser subordinada a la que se debe manifestar por los seres humanos.
Aristocracia
La aristocracia es un concepto político cuya acepción más inmediata se refiere a aquellas personas en cuyo nombre recae el poder político y económico de un país, transmutado por derecho hereditario. A la clase de los aristócratas se les llama también «los nobles» o «la nobleza». En los países europeos, por ejemplo, los aristócratas o nobles son los reyes, príncipes, duques, condes, barones, o los que traen causa por nobleza marcadamente militar como adelantados, almirantes, marqueses pero también, en ocasiones, algunos emperadores.
Ateísmo
El ateísmo es, en un sentido amplio, la no creencia en deidades u otros seres sobrenaturales. En un sentido más estricto, el ateísmo es la posición que sostiene la inexistencia de deidades. Algunos la definen como una doctrina o posición que rechaza el teísmo, que en su forma más general es la creencia en la existencia de, al menos, una deidad. En un sentido amplio podría incluirse dentro de la definición de ateísmo, tanto las personas ateas, quienes explicitan la no existencia de dioses, como aquellas que, sin creer en su existencia, no tienen evidencia ni convicción para su refutación.
Biodiversidad
Es el término que hace referencia a la amplia variedad de seres vivos sobre la Tierra y los patrones naturales que la conforman, resultado de miles de millones de años de evolución según procesos naturales y también de la influencia creciente de las actividades del ser humano. La biodiversidad comprende igualmente la variedad de ecosistemas y las diferencias genéticas dentro de cada especie que permiten la combinación de múltiples formas de vida, y cuyas mutuas interacciones con el resto del entorno fundamentan el sustento de la vida sobre el planeta.
Bioética
La bioética es la rama de la ética que se dedica a proveer los principios para la conducta correcta del humano respecto a la vida, tanto de la vida humana como de la vida no humana (animal y vegetal), así como al ambiente en el que pueden darse condiciones aceptables para la vida.
En su sentido más amplio, la bioética, a diferencia de la ética médica, no se limita al ámbito médico, sino que incluye todos los problemas éticos que tienen que ver con la vida en general, extendiendo de esta manera su campo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente y al trato debido a los animales.
Budismo
El Budismo es un camino de enseñanzas prácticas. Las prácticas Budistas, tales como la meditación, son un medio para que uno mismo se transforme, desarrollando las cualidades de consciencia, bondad y sabiduría. La experiencia desarrollada dentro de la Tradición Budista durante miles de años creyó un recurso incomparable para aquellos que desean seguir un sendero del desarrollo espiritual. El sendero Budista nos lleva a lo que se conoce como Iluminación o Budiedad.
Capitalismo
El capitalismo es un orden o sistema social y económico que deriva del usufructo de la propiedad privada sobre el capital como herramienta de producción, que se encuentra mayormente constituido por relaciones empresariales vinculadas a las actividades de inversión y obtención de beneficios, así como de relaciones laborales tanto autónomas como asalariadas subordinadas a fines mercantiles.
En el capitalismo, los individuos, y/o empresas usualmente representadas por los mismos, llevan a cabo la producción de bienes y servicios en forma privada e independiente, dependiendo así de un mercado de consumo para la obtención de recursos.
Catolicismo
Es un término que hace referencia al carácter de la fe profesada por los cristianos fieles de la Iglesia católica, como así también a la teología, doctrina, liturgia, principios éticos y normas de comportamiento derivadas, al igual que al conjunto de sus seguidores como un todo, a quienes se les denomina «católicos». El vocablo «catolicismo» se usa por lo general para hacer alusión a la experiencia religiosa compartida por las personas que viven en comunión con la Iglesia de Roma.
Ciencia
Es el conjunto de conocimientos estructurados sistemáticamente. La ciencia es el conocimiento obtenido mediante la observación de patrones regulares, de razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, a partir de los cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes generales y sistemas organizados por medio de un método científico.
Civilización
En un sentido restringido, es una sociedad compleja. Las civilizaciones se diferencian de las sociedades tribales basadas en el parentesco por el predominio del modo de vida urbano la ciudad, que impone relaciones sociales más abiertas y el sedentarismo que implica el desarrollo de la agricultura y a partir de ella todo tipo de desarrollos tecnológicos y económicos con la división del trabajo, la comercialización de excedentes y, más tarde, la industrialización y la terciarización. Con pocas excepciones, las civilizaciones son históricas, es decir, utilizan la escritura para el registro de su legislación y su religión(aparecidas con el poder político -reyes, estados- y religioso -templos, clero y para la perpetuación de la memoria de su pasado incluyendo la aparición de los conceptos de tiempo histórico y calendario.
Clonación
Mientras que la Biblia no trata específicamente con el tema de la clonación humana, hay principios en la Escritura, que pueden arrojar más luz sobre éste particular. La clonación requiere tanto de ADN como de células embrionarias para poder realizarse. Primero, el ADN es extraído del núcleo de la célula de una criatura. El material, conteniendo la información del código genético, es luego colocado en el núcleo de una célula embrionaria. Habiendo recibido una nueva información genética, a esta célula tendrían que haberle removido su propio ADN para poder aceptar el nuevo.
Si la célula acepta el nuevo ADN, se forma un embrión duplicado. Sin embargo, la célula embrionaria puede rechazar el nuevo ADN y morir. También, es muy posible que el embrión no pueda sobrevivir al haberle extraído de su núcleo, su material genético original. En muchos casos, cuando se intenta una clonación, se utilizan muchos embriones al unísono, a fin de incrementar las posibilidades de una implantación exitosa del nuevo material genético. Mientras que es posible que una criatura duplicada sea creada de esta manera (por ejemplo, la oveja Dolly), la posibilidad de duplicar exitosamente a una criatura sin variaciones, y sin complicaciones, es extremadamente escasa.La opinión cristiana sobre el proceso de la clonación humana puede ser examinada a la luz de varios principios contenidos en la Escritura. Primero, los seres humanos son creados a la imagen de Dios, y por lo tanto, son únicos. Génesis 1:26-27 afirma que el hombre es creado a la imagen y semejanza de Dios, y que es único entre toda la creación. Claramente, eso es algo para ser valorado y no tratado como una mercancía para vender o cambiar. Algunas personas han promovido la clonación humana con el propósito de crear reemplazos de órganos para la gente que necesite trasplantes, pero no puede encontrar un donador adecuado.
La creencia es que al tomar del propio ADN y crear la duplicación de un órgano compuesto por ese ADN, disminuiría de gran manera la posibilidad del rechazo del órgano. Mientras que esto puede ser verdad, el problema es que haciendo esto, se degradaría la vida humana. El proceso de clonación requiere el uso de embriones humanos; mientras que las células pueden ser generadas para hacer nuevos órganos, es necesario matar muchos embriones para obtener el ADN requerido. En esencia, la clonación "tiraría" muchos embriones humanos como "material desechable," eliminando la oportunidad de que esos embriones crezcan para alcanzar su completa madurez.En cuanto a si un humano clonado tendría un alma, miremos nuevamente a la creación de la vida. Génesis 2:7 dice "Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente." Aquí está la descripción de Dios creando un alma humana viviente. Las almas son lo que somos, no lo que tenemos (1 Corintios 15:45). La pregunta es, ¿qué clase de alma viviente sería creada por la clonación humana? Esa no es una pregunta que podamos responder por el momento.Mucha gente cree que la vida no comienza en la concepción con la formación del embrión, y por lo tanto los embriones no son realmente seres humanos. La enseñanza bíblica es diferente. El Salmo 139:13-16 dice; "Porque Tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien.
No fue encubierto de Ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron Tus ojos, y en Tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas." El escritor, David, declara que él fue conocido personalmente por Dios antes de que hubiera nacido, significando esto que en su misma concepción él era ya un ser humano con un futuro y un Dios quien ya lo había conocido íntimamente.Más aún, Isaías 49:1-5 habla del llamado de Dios a Isaías para su ministerio como un profeta, mientras que él aún estaba en el vientre de su madre. También, Juan el Bautista fue lleno con el Espíritu Santo mientras aún estaba en el vientre materno (Lucas 1:15). Todos estos puntos establecen bíblicamente que la vida comienza en la concepción. A la luz de esto, la clonación humana, con su destrucción de embriones, no sería consistente con la postura bíblica sobre la vida humana.Adicionalmente, si el hombre es creado, entonces debe haber un Creador, y por lo tanto el hombre está sujeto y es responsable ante ese Creador. Aunque según el sentir popular—la psicología secular y el pensamiento humanista—tendría uno que creer que el hombre no es responsable ante nadie más que ante él mismo, y que el hombre es la última autoridad, la enseñanza bíblica es diferente. La Biblia enseña que Dios creó al hombre, y le confirió la responsabilidad sobre la tierra. (Génesis 1:28-29 y Génesis 9:1-2).
Esta responsabilidad, conlleva la entrega de cuentas a Dios. El hombre no es la última autoridad sobre él mismo, y por lo tanto él no está en posición de hacer decisiones sobre el valor de la vida humana. Entonces tampoco la ciencia es la autoridad por la cual la ética de la clonación humana, el aborto o la eutanasia son decididos. De acuerdo con la Biblia, Dios es el Único que puede ejercer con justicia el control soberano sobre la vida humana. El intentar controlar tales cosas, es ponerse en la posición de Dios. Claramente el hombre no debe hacer esto.
Si vemos al hombre simplemente una criatura más, y no como la creación única que es, no es difícil ver a los seres humanos como mecanismos necesitados de mantenimiento y reparación. Pero no somos sólo una colección de moléculas y químicos. La Biblia enseña claramente que Dios nos creó a cada uno y que tiene un plan específico para cada uno de nosotros. Más aún, Él busca tener una relación personal con cada uno de nosotros, a través de Su Hijo, Jesucristo.
Mientras que hay aspectos de la clonación humana que parecieran beneficiosos, la raza humana no tiene control sobre el rumbo que pudiera tomar la tecnología clónica. Es tonto asumir que sólo las buenas intenciones intervendrán en la utilización de la clonación. El hombre no está en posición de ejercitar la responsabilidad o el juicio que requeriría el gobernar a seres humanos clonados.
Comunismo
Es una asociación basada en la comunidad de los medios sociales de producción y los bienes que con ellos se producen, mediante la participación directa de sus miembros en un ámbito de vida colectiva. A diferencia de lo que acontece en el socialismo, el comunismo implica el fin de la especialización en la división del trabajo y del dinero.
También, es un conjunto de corrientes y agrupaciones cuyo principal objetivo histórico es —particularmente desde la adopción de la doctrina marxista— la supresión revolucionaria de la sociedad capitalista en tanto última forma de sociedad con clases, y el establecimiento de una sociedad socialista como paso previo a la construcción gradual de una organización social comunista. Las doctrinas de las diversas corrientes comunistas coinciden en la necesidad de suprimir la propiedad privada (especialmente la de los medios de producción social) y en la emancipación del proletariado como la primera clase oprimida sin economía propia, negación de toda posible apropiación privada y por ende tendiente a desaparecer como clase en una comunidad comunista.
Conciencia negra
El Movimiento de Conciencia Negra es un movimiento político económico de activistas anti-Apartheid, aparecido en Sudáfrica a mitad de la década de 1960 para cubrir el vacío político creado por el castigo a los líderes del Congreso Nacional Africano y al Congreso Panafricano, que fueron encarcelados y censurados tras la masacre de Sharpeville en 1960.
"Black Consciousness" tuvo un gran impacto en la sociedad sudafricana, y las iglesias no fueron una excepción. Sus orígenes estaban muy arraigados en el cristianismo. En 1966, la Iglesia de la Provincia de África Meridional (actualmente Iglesia Anglicana de África Meridional), representada por su Arzobispo titular Robert Selby Taylor, convocó a una reunión que más tarde dio lugar a la fundación del Movimiento Universitario Cristiano (UCM), que se convertiría en el vehículo de la Black Consciousness.
Desde aquí, el BCM lanzó un ataque agresivo en contra de los valores tradicionales blancos, especialmente los valores condescendientes de los blancos más liberales. Se negaron a adoptar la opinión liberal blanca y enfatizaron el rechazo al monopolio blanco como ejes centrales de su movimiento. Aunque en un principio esta filosofía no fue bien recibida en los círculos activistas negros anti-Apartheid de Sudáfrica, fue adoptada rápidamente por la gran mayoría como un avance positivo. Como resultado, emergió una gran solidaridad y cohesividad entre los grupos negros en general, que ayudó a impulsar a Black Consciousness a la posición más avanzada de la lucha anti-Apartheid en Sudáfrica.
La política del BCM de cuestionar en todo momento la dialéctica de la Sudáfrica del Apartheid como vehículo de concienciación de los negros le supuso un conflicto directo con la fuerza del Aparato de Seguridad del régimen Apartheid. "Hombre negro, estás solo" se convirtió en el grito político, mientras unos cada vez más presentes comités activistas llevaban a cabo una campaña desafiante contra lo que el BCM denominó el Sistema. El 16 de junio de 1976, con la protesta de los estudiantes en contra del uso del Afrikáans en las escuelas africanas se inició la revuelta de Soweto, confrontación en la que al menos 200 personas fueron asesinadas por las Fuerzas de Seguridad Sudafricanas y que extendió las tensiones por todo el país. La revolución negra en Sudáfrica había empezado.
Sin embargo, aunque se llegó a implementar un exitoso sistema de comités locales para facilitar una resistencia organizada, el BCM fue castigado a través de sus líderes y programas sociales. Hacia el 19 de junio de 1976, 123 de sus miembros clave habían sido prohibidos y confinados a remotos distritos rurales. En 1977, todas las organizaciones relacionadas con el BCM fueron prohibidas, muchos de sus líderes arrestados y sus programas sociales fueron desmantelados bajo el amparo de la Ley de Seguridad Interna En septiembre de 1977, Steve Biko fue asesinado mientras estaba bajo la custodia de la Policía de Seguridad Sudafricana.
Consecuencialismo
El consecuencialismo hace referencia a todas aquellas teorías que sostienen que los fines de una acción suponen la base de cualquier apreciación moral que se haga sobre dicha acción. Así, siguiendo esta doctrina, una acción moralmente correcta es la que conlleva buenas consecuencias y buenos actos.
El consecuencialismo se distingue de la deontología ética en que ésta enfatiza el tipo de acción en lugar de sus consecuencias. También difiere de la ética de la virtud, la cual se centra en la importancia en las motivaciones del agente.
Hay que diferenciar entre la intención y la acción o resolución. Así Kant filósofo alemán, pone énfasis en la intención o razonamiento y los consecuencialistas en la acción o resolución (consecuencias de la acción).
La intención en ética es una propiedad del modo o dirección de razonamiento de una persona. Según Kant, la buena moral debe seguir la búsqueda de verdades o comportamientos universales, sin importar las consecuencias, por otro lado, la idoneidad de una acción o valoración de las consecuencias es una valoración sobre la inteligencia de esa persona o también de las posibles negligencias que ha cometido en su razonamiento o búsqueda de información.
Si bien a una persona no se la puede culpar de sus limitaciones si se la puede culpar por no tratar de superarlas. Así hay negligencia cuando una acción no es idónea cuando en medida de lo posible la verdadera respuesta ha estado dentro del alcance en tiempo y recursos para la habilidad de aprendizaje y razón de la persona en cuestión.
En estos términos se entra siempre en valores subjetivos por lo que la ética en este sentido está fuera de toda lógica si no se aportan argumentos objetivos basados en la experiencia. Así hacer lo correcto en términos de Kant, es decir, tener una buena intención y no mirar las consecuencias permite catalogar a la persona. Y la forma de actuar o acciones se cataloga en función de las consecuencias. Los argumentos para catalogar las buenas intenciones son falseables pues dependen de la veracidad de información que nos de el sujeto, sin embargo, las consecuencias son medibles con argumentos objetivos.
Por otro lado, las responsabilidades de alguien que con buena intención produce resultados negativos según él, inesperados, son aplicables. Si un hombre no actuó con reflexión, convicción y conforme al principio de razón, entonces el sujeto es responsable de todos los efectos negativos que pudieran derivarse de su acción, no así de los buenos (son causa de la casualidad y no realizados con buena voluntad). Esto es, porque el sujeto es inmoral, no ha actuado con buena voluntad. Por otro lado los consecuencialistas argumentarían que las responsabilidades no recaen en cuanto se demuestre que no hay negligencia o no hay posibilidades de conocer las otras formas de acción porque están fuera de la capacidad del individuo. Por lo que la negligencia pasa a traspasarse a si es consciente de su incapacidad o si los demás lo son de la suya. Aun así es posible que no haya pruebas objetivas y se vuelva a entrar dentro de terrenos subjetivos.
Según Kant considerar buena una intención depende de lo universal y aplicable que sea y no puede contener excepciones. Así mentir por ejemplo, no estaría dentro de ningún modo (ninguna excepción) de razonamiento que lleve a buenas intenciones incluso si esto evitara una mala consecuencia, por ejemplo la muerte de otra persona. Esto es así porque según Kant, no mentir siempre es un comportamiento consistente con la universabilidad de buenas intenciones. El ser veraz (sincero) en todas las declaraciones es pues, un sagrado mandamiento de la razón, incondicionalmente exigido y no limitado por conveniencia alguna.
Los consecuencialistas argumentarían que si existe una acción que lleve a mejores consecuencias esta debe ser tomada, pero debe estar basada en argumentos sólidos que correlacionen la acción con la consecución; si no se estaría recurriendo a la falacia ad consequentiam. La consecuencia en si misma no justifica una acción sino los argumentos que justifiquen la relación existente entre la acción y la consecución. Si esta relación es fuerte entonces se reduce el riesgo e incluso puede ser lógica o verdadera. Así si suponemos que mentimos para salvar a otras personas y esas personas mueren, somos responsables de las consecuencias, es decir, de no haber argumentado correctamente y además según Kant de no seguir buenas intenciones, pues hemos mentido.
El gran respeto por la libertad y la dignidad de cada persona en Kant, resulta, sin embargo una dificultad respecto de las consecuencias en la evaluación moral de una persona, puesto que si no tomamos en cuenta los efectos de las acciones y sólo nos guiamos por calificar la voluntad, siempre queda la sospecha de si el sujeto actuó "conforme al querer y no al deber", es decir moralmente o no. Parece que cada persona es la única que puede determinar su moralidad y nuestros juicios éticos sobre las personas carecerían de cualquier valor. Así la expresión: "No existen buenas o malas acciones tan solo las consecuencias", es falaz porque las malas acciones se pueden calificar mirando a la intención de la persona y no a las consecuencias que se originan o no ser falaz si se mira a la inteligencia o capacidad de la persona en razonar, es decir, el resultado de sus razonamientos o acciones/consecuencias. Si se mira a la intención solo la propia persona es capaz de discernir por lógica si está haciendo bien o mal en función de la universalidad de su elección que solo ella conoce y sin preocuparse de las consecuencias y por otro lado si se mira a las consecuencias de sus acciones se pueden justificar con argumentos suficientes que unas acciones pueden llevar a determinadas consecuencias aunque la certeza siempre se esfume ante los imprevistos o fallos en la argumentación. Esto llevaría hasta otra famosa frase que dice: "El camino hacia el infierno (unas malas consecuencias), está plagado siempre de buenas intenciones.
Consumismo
El consumismo puede referirse tanto a la acumulación, compra o consumo de bienes y servicios considerados no esenciales, como al sistema político y económico que promueve la adquisición competitiva de riqueza como signo de estatus y prestigio dentro de un grupo social.
El consumismo o consumo a gran escala en la sociedad contemporánea compromete seriamente los recursos naturales y una economía sostenible,1 si no se ponen en marcha alternativas constructivas relacionadas con el desarrollo sostenible -ecologismo, decrecimiento, consumo responsable, agricultura– . El consumismo, entendido como adquisición o compra desaforada, idealiza sus efectos y consecuencias asociando su práctica con la obtención de la satisfacción personal e incluso de la felicidad personal.2
El consumismo inicia su desarrollo y crecimiento a lo largo del Siglo XX como consecuencia directa de la lógica interna del capitalismo y la aparición de la mercadotecnia o publicidad -herramientas que fomentan el consumo generando nuevas necesidades en el consumidor-. El consumismo se ha desarrollado principalmente en el denominado mundo occidental -extendiéndose después a otras áreas- haciéndose popular el término creado por la antropología social sociedad de consumo, referido al consumo masivo de productos y servicios.
Cosmología
La palabra viene del término "cosmo" que significa orden y "logos" estudio. Estudia al universo o cosmos en gran escala, su origen, historia y desarrollo, además del porqué y cómo la humanidad tiene un sitio en él. Sus inicios son meramente filosóficos y religiosos. De hecho son éstas las primeras ramas de esta ciencia que se desarrollan. La cosmología filosófica trata básicamente de establecer el orden de las cosas y el lugar que ocupa el hombre en ellas.
La cosmología religiosa busca un objetivo semejante pero enmarcado en el plan que la divinidad o divinidades tienen para el ser humano. Ambas tienen sus bases en la antigüedad aunque no sea posible definirlas como ciencias hasta cerca de 1700 cuando los primeros grandes descubrimientos astronómicos empezaron a cambiar la mentalidad de las personas sobre si el ser humano era el centro de la creación o del universo, según la perspectiva. En esta ciencia ya convergen por primera vez la astronomía, la filosofía, la religión y hasta el esoterismo.
Aunque no está establecida una fecha exacta, la rama más joven de la cosmología nace a principios del siglo XX. Es la cosmología física que se apoya sobre todo en la teoría general de la relatividad publicada por Einstein en 1915. Los descubrimientos sobre la curvatura del espacio-tiempo, el encontrar que no existía una única Galaxia sino una infinidad de ellas, la teoría del Big Bang (o la gran explosión) y muchísimas evidencias más hacen que los estudiosos necesiten plantear una solución al viejo problema del lugar que ocupa el ser humano en el Universo y tratan de resolverlo básicamente con modelos matemáticos que conllevan a la aparición de muchas teorías sobre el origen del Universo.
Hay muchas más ramas de la cosmología como la cosmología del plasma o la de la expansión cósmica que apoyan una u otra explicación basada en alguna de las teorías que han surgido. Hoy día y existe un debate muy encendido con las ramas religiosa y filosófica que sería difícil de explicar pero que todos entendemos si ponemos en perspectiva que nuestra sociedad tiene ciertos prejuicios sobre el ateísmo de la ciencia y que muchos confunden con su objetividad. De esta manera las explicaciones de unos vienen a ser entonces ataques para otros. Lo interesante es que se trata de una ciencia dinámica que está en constante evolución y desde ese punto de vista le da validez a sus conocimientos.
Cristianismo
Es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo, el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
Historiográficamente, sus inicios se ubican en la primera mitad del siglo I de la Era Cristiana, en tiempos de Jesús de Nazaret. No obstante, la fe cristiana considera ese tiempo como la llegada del Mesías anunciado en profecías judías del Antiguo Testamento.
Algunos estudiosos del siglo XX no toman como fecha incontrovertible el año33 d. C. para la muerte de Jesucristo. Hay quienes, al indagar en las fechas, sugieren que pudo haber un desfase de 4 a 8 años entre el inicio del cómputo de la Era cristiana y la fecha precisa del nacimiento de Jesús de Nazaret, conocido como Cristo. En adición a esto, no hay clara certeza ni consenso entre estos autores de que éste haya muerto a la edad de 33 años, tal como algunos textos bíblicos parecen mostrar.
Compárese al respecto Jn 2:20, Jn 8:57 y Lc 3:23. En sus primeras décadas, el cristianismo era considerado por algunos como una doctrina sectaria de las tradiciones judías ortodoxas. Desde que el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio romano en el siglo IV, ha influido de manera significativa en la cultura occidental y en muchas otras.
Democracia
Es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.
La democracia se define también a partir de la clásica clasificación de las formas de gobierno realizada por Platón, primero, y Aristóteles, después, en tres tipos básicos: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno «de los mejores» para Platón, «de los menos», para Aristóteles), democracia (gobierno «de la multitud» para Platón y «de los más», para Aristóteles).
Hay democracia indirecta o representativa cuando la decisión es adoptada por personas reconocidas por el pueblo como sus representantes. Hay democracia participativa cuando se aplica un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas o cuando se facilita a la ciudadanía amplios mecanismos plebiscitarios consultivos.
Finalmente, hay democracia directa cuando la decisión es adoptada directamente por los miembros del pueblo, mediante plebiscitos vinculantes, elecciones primarias, facilitación de la iniciativa legislativa popular y votación popular de leyes, concepto que incluye la democracia líquida. Estas tres formas no son excluyentes y suelen integrarse como mecanismos complementarios en algunos sistemas políticos, aunque siempre suele haber un mayor peso de una de las tres formas en un sistema político concreto.
No debe confundirse República con Democracia, pues aluden a principios distintos, la república es el gobierno de la ley mientras que democracia significa el gobierno del pueblo.
Deontología
Es la rama de la ética cuyo propósito es establecer los deberes y obligaciones morales y éticas que tienen que asumir quienes ejercen una determinada profesión. Por lo general, se halla recogida en forma escrita en los llamados códigos deontológicos, habituales en esferas como la medicina o el periodismo, pero que deberían extenderse a cualquier otra disciplina en que se trate con seres humanos o seres vivos.
La deontología es conocida también bajo el nombre de "teoría del deber" y, al lado de la axiología, es una de las dos ramas principales de la ética normativa. Un código deontológico es un conjunto de criterios, apoyados en la deontología con normas y valores, que formulan y asumen quienes llevan a cabo una actividad profesional.
La deontología trata del espacio de la libertad del hombre sólo sujeto a la responsabilidad que le impone su conciencia. Asimismo, Bentham considera que la base de la deontología se debe sustentar en los principios filosóficos de la libertad y el utilitarismo, lo cual significa que los actos buenos o malos de los hombres sólo se explican en función de la felicidad o bienestar que puedan proporcionar asuntos estos muy humanistas. Para Bentham la deontología se entiende a partir de sus fines (el mayor bienestar posible para la mayoría, y de la mejor forma posible).
Los argumentos humanistas de libertad y utilitarismo fueron apropiados en la deontología, con las exigencias ético-racionales que influyeron de alguna manera en el constitucionalismo colombiano (como que fue amigo de Francisco de Paula Santander y Miranda). Bentham coincide con Rousseau en su idea de que, hasta su tiempo, los sistemas morales y políticos están fundados en el irracional histórico y deben ser sustituidos por una moral y un orden político naturales, es decir, racionales; lo cual fue acogido por las nacientes repúblicas americanas.
Los primeros códigos deontológicos se aplicaron después de la segunda guerra mundial luego de ver las atrocidades que los profesionales de la salud (Médicos principalmente) aplicaban con las personas justificándose en el ejercicio de la investigación, pero que tampoco tenían ningún tipo de regulación ni control, es así como durante la guerra fría se comienza a estudiar y aplicar la deontología en Europa.
Como ya se ha observado, América Latina no ha sido ajena a la apropiación de la deontología ya que se han implementado muchos códigos deontológicos y éticos principalmente en el área de la salud, incluso existen leyes apoyadas en la deontología como es el Código Deontológico y Bioético del Psicólogo Colombiano, Ley 1090 de 2006 en el cual el Dr. Nelson Ricardo Vergara C. Psicólogo investigador y gestor de éste código y ley (Psicología Hoy 2005 y COLPSIC), deja ver claramente la base filosófica Humanista liberal y utilitarista benthamista, muy apropiada para la psicología moderna y que no menos se hace notar también en la constitución Colombiana de 1991. Este es un claro ejemplo de la fuerza y la solidez del concepto deontológico aplicado y expresado en las leyes democráticas más modernas.
Puede hablarse también de una deontología aplicada, en cuyo caso no se está ya ante una ética normativa sino descriptiva e incluso prescriptiva. La deontología aplicada al estudio de los derechos y deberes, particularmente enfocados al ejercicio de una profesión, es el caso de la deontología profesional. Para su aplicación se elaboran códigos deontológicos, los cuales reglamentan, de manera estricta o bien a modo de orientación, las cuestiones relativas al "deber", de los miembros de una determinada profesión. La deontología se nutre por un lado del marco jurídico, y por otro del marco moral.
Su concepto básico es que obrar "de acuerdo a la ética" se corresponde con obrar de acuerdo a un código predefinido. Un apartamiento de una norma previamente definida, en general por escrito, constituye una actitud o un comportamiento no-ético. Por tanto, hablamos del argumento supremo que ha de orientar cualquier conducta.
Por el contrario, existe otra rama, denominada Teleología, que define el obrar éticamente como aquella actitud o comportamiento que contempla el bien para la mayoría, determinando qué es correcto y qué no lo es en función del resultado a alcanzar, pues la Teleología es el tratado sobre el fin, de ahí que el fin último solo es correcto en cuanto sea un bien para todos, sin distinción alguna, ni acepción entre las personas. La deontología se divide en 4 fases: Universitaria, Gremial, Ética y normativa.
Epistemología
La epistemología, como teoría del conocimiento, se ocupa de problemas tales como las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a la obtención del conocimiento, y los criterios por los cuales se le justifica o invalida, así como la definición clara y precisa de los conceptos epistémicos más usuales, tales como verdad, objetividad, realidad o justificación.
La epistemología encuentra ya sus primeras formas en la Grecia Antigua, primero en filósofos como Parménides o Platón.
En Grecia, el tipo de conocimiento llamado episteme se oponía al conocimiento denominado doxa. La doxa era el conocimiento vulgar u ordinario del ser humano, no sometido a una rigurosa reflexión crítica. La episteme era el conocimiento reflexivo elaborado con rigor. De ahí que el término "epistemología" se haya utilizado con frecuencia como equivalente a "ciencia o teoría del conocimiento".
Diversos autores distinguen la gnoseología, o estudio del conocimiento y del pensamiento en general, de la epistemología o teoría del modo concreto de conocimiento llamado ciencia. Para otros autores, sin embargo, el término "epistemología" ha ido ampliando su significado y lo utilizan como sinónimo de "teoría del conocimiento".
Por otro lado, las teorías del conocimiento específicas son también epistemología; por ejemplo, la epistemología científica general, epistemología de las ciencias físicas o de las ciencias psicológicas.
Esclavitud
La esclavitud, como institución jurídica, es una situación por la cual una persona(el esclavo) es propiedad de otra (el amo); es una forma particular de relaciones de producción, característica de un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en la evolución de la historia económica. Esclavismo es la ideología que sustenta la esclavitud.
La esclavitud: se remonta a la Edad Antigua, aunque no de forma equivalente en todas las civilizaciones. Parece que su origen histórico proviene de la práctica de aprovechar como mano de obra a los cautivos en las guerras, como alternativa a otra posibilidad también usual: sacrificarlos. También fue la suerte de algunos pueblos conquistados. Otra vía para llegar a la condición de esclavo era la esclavitud por deudas o apremio individual.
El florecimiento cultural de la Atenas de Pericles o de la Roma clásica estaba fundamentado en una economía basada en la fuerza de trabajo esclava. Aristóteles sostuvo que la esclavitud es un fenómeno natural. Con la transición del esclavismo al feudalismo, a partir de la crisis del siglo III, la mayor parte de la fuerza de trabajo ya no era esclava. No obstante, la esclavitud no desapareció, y se mantuvo como una condición social más o menos marginal, según las zonas, durante toda la Edad Media y toda la Edad Moderna, renovándose su utilización masiva durante la colonización de América. El movimiento antiesclavista se desarrolló a partir de finales del siglo XVIII, culminando con la abolición de la esclavitud en la mayor parte de los países del mundo, no sin fuertes resistencias (como la Guerra de Secesión en Estados Unidos).
El Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición se celebra el 23 de agosto, mientras que el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud se celebra el 2 de diciembre. Los tratados internacionales contemporáneos (Convención sobre la Esclavitud, 1926) recogen la prohibición de la esclavitud, que se considera como un crimen contra la humanidad. No obstante, sigue existiendo arraigada culturalmente en determinados países (India, Sudán, Mauritania) y ha reaparecido en otros bajo ciertas condiciones excepcionales, como es el caso de la mano de obra infantil esclava en el Sudeste asiático o determinados tipos de prostitución en todo el mundo.
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