Irak ha jugado desde siempre un papel central en el mercado petrolero del Medio Oriente y de hecho fue la fuente original del petróleo de la región. Un documento de 1947 de la planeación gubernamental de los Estados Unidos intitulado "United States Petroleum Policy" establece: los Estados Unidos deben de buscar la "eliminación o modificación de las barreras existentes a la expansión de las operaciones petroleras Americanas en el extranjero" y "…promover…la entrada de nuevas firmas Americanas en todas las fases de las operaciones petrolíferas extranjeras". Hasta mediados de los años 50 la mayor "barrera" en Irak era la Gran Bretaña, para quienes el petróleo fue la principal recompensa por su colonización temprana en gran parte de la región. De hecho, cuando la Standard Oil de California aseguró la primera concesión occidental en Arabia Saudita en 1932, un consorcio mucho más grande y poderoso estaba ahí para impedir el trato, la "Iraq Petroleum Company" (IPC). La IPC, de dominio Británico, no pensaba que se harían descubrimientos de nuevos mantos petrolíferos en Arabia Saudita (opinión general de aquella época), y ya contaban con más petróleo del que podían manejar en Irak, así que permitieron a los Estados Unidos hacerse de un pequeño nicho en la península Arábiga. La IPC, precursora de compañías como la BP (British Petrol), Shell, Total (de Francia) y Exxon, suprimió por muchos años las noticias de descubrimientos de mantos petrolíferos en Irak y a través de varios mecanismos mantuvo una baja producción con objeto de mantener precios altos. Estas prácticas restrictivas comenzaron en los años 30 y continuaron hasta los 60’s, como habría de descubrir el Subcomité del Senado Norteamericano sobre Corporaciones Multinacionales en el año de 1974. Un documento interno de la IPC de 1967 demuestra que la compañía descubrió vastos depósitos de petróleo, pero "impidió su explotación y no los clasificó en forma alguna porque la apertura de dicha información habría provocado que las compañías" complicaran su posición negociadora con el gobierno Iraquí.
Sin embargo, los intereses petroleros extranjeros tienen un gran enemigo: el nacionalismo; es decir, las tendencias de los líderes o el pueblo de querer beneficiarse por ellos mismos de sus propios recursos. Por algunos años los nacionalistas árabes fueron liderados por el presidente Egipcio Nasser, quien por mucho tiempo fue máximo inspirador en el mundo árabe por sus desafíos al neocolonialismo occidental. Libia fue el primer país en convertirse en enemigo de los Estados Unidos en 1969. Compañías occidentales en Libia suministraban entonces a Europa con petróleo que era valioso por su cercanía y por su bajo contenido en sulfuro.
La IPC estaba administrando su producción de acuerdo a los intereses mundiales de las Compañías participantes y no solamente según los intereses del pueblo iraquí. Andreas Lowenfeld notó que "Esto, por supuesto, ha sido una de las principales imputaciones del gobierno de Irak en contra de la IPC". El conflicto entre las corporaciones y el gobierno Iraquí comenzó en 1972, cuando el gobierno decidió nacionalizar las propiedades de la IPC. Después de la dolorosa batalla, la IPC finalmente firmó el acuerdo de nacionalización el 28 de febrero de 1973, recibiendo compensaciones económicas de Bagdad, pero sin compensaciones de compra (esto es, compensaciones en las cuales las compañías petroleras tienen el derecho a comprar grandes cantidades de petróleo a precios preferenciales) ni para las compañías británicas ni para las americanas (aunque si para Francia). El movimiento fue inmensamente popular: el vicepresidente Saddam Hussein los resumió como: "Nuestra riqueza ha vuelto a nosotros". Ahora, los miembros sobrevivientes del cartel de la IPC, tres de las compañías públicas más grandes del mundo, BP, Shell y ExxonMobil, han manifestado su interés en explotar la caída de Saddam Hussein para recuperar sus viejas posesiones en Irak, argumentando que el acuerdo de nacionalización-compensación fue firmado bajo presión. El profesor Thomas Walde, antiguamente el principal consejero interregional sobre la legislación del gas y petróleo, ha observado con respecto a las empresas petroleras, que, "Si yo fuera su asesor, convertiría esto en carta de negociación con el nuevo gobierno. Podría jugar un importante papel en la carrera por obtener contratos". Así que tenemos que hay grandes ganancias en juego, todas en términos de contratos para reconstruir la industria petrolera Iraquí y para desarrollar nuevas concesiones; con grandes beneficios en el horizonte.
Ésta segunda guerra entre Estados Unidos e Irak será también la culminación de un proceso que comenzó hace medio siglo, cuando los Estados Unidos por primera vez emplearon a su "Central Intelligence Agency" (CIA) de forma secreta e ilegal para derrocar a un gobierno electo democráticamente. El Golpe de Estado maquinado por la CIA en contra del Primer Ministro de Irán, Mohammad Mossadeq, comenzó una cadena de eventos que incluyeron la revolución del Ayatollah khoemeini en 1979 en contra del entonces Sha y su mandamás los Estados Unidos. Esta revolución destruyó uno de los "pilares gemelos" de la estrategia americana en el Golfo: el cultivo de estados-cliente autoritarios y antidemocráticos en Arabia Saudita e Irán como fuente de petróleo y bastiones en contra de la Unión Sovietica. La revolución islámica de Irán demandó entonces una reestructuración mayor de la política exterior Norteamericana de la zona. En el mismo año, la Unión Sovietica invadió Afganistán y los Estados Unidos secretamente comenzaron a armar la resistencia afgana antisoviética, así como también a Osama Bin Laden. Esto puso en movimiento una serie de intrincadas series de realineamientos que en última instancia condujo a los veteranos de la resistencia afgana antisoviética a organizar los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en contra de Nueva York y Washington.
Después de la revolución de 1979 en Irán, los Estados Unidos decidieron respaldar al entonces jurado enemigo de los Clérigos Islámicos: el tiránico presidente Saddam Hussein. En septiembre de 1980, Saddam invadió Irán. Cuando parecía que Irán derrocaría a Saddam, la administración Reagan secretamente comenzó a proveerle con imágenes de inteligencia satelital y armamento, incluidos los precursores para el desarrollo de armas biológicas y los ingredientes básicos para los agentes químicos que utilizó, en palabras del presidente Bush, "para gasear a su propia gente". La guerra de Irán e Irak terminó con una terrible pérdida de vidas para ambas partes. Joost Hilterman, quien prepara un libro devastador en el tema Estados Unidos-Irak, ha escarbado entre montones y montones de documentos no clasificados del gobierno de los Estados Unidos, sólo para descubrir que después que Saddam hubo gaseado a 6,800 kurdos en Habalaja el pentágono salió en defensa de Saddam al parcialmente culpar a Irán por la atrocidad. Un nuevo documento no clasificado del Departamento de Estado demuestra que la idea fue planeada por el pentágono, quien a lo largo de todo esto apoyó a Saddam, y afirma el documento además que los diplomáticos norteamericanos recibieron órdenes de apoyar la versión de la culpabilidad de Irán, pero de no discutir detalles. De no discutir detalles, por supuesto, porque la historia era una mentira. Esto, recordemos, fue cinco años después de que la Secretaría de Seguridad Nacional de los Estados Unidos publicó la Decisión Directiva114 –concluida en 1983, el mismo año de la visita amistosa de Rumsfeld a Bagdad- autorizó formalmente billones de dólares en préstamos y otros créditos a Bagdad. ¿Y ésta guerra trata sobre derechos humanos?.
En 1990, Los Estados Unidos permitió a Saddam creer que toleraría su invasión de Kuwait. Cada líder Iraquí desde 1920 ha hecho votos por invadir Kuwait y reunificarla con Irak, Saddam no fue la excepción. Los Estados Unidos abrazaron entonces la oportunidad puesta por la invasión iraquí para ampliamente expandir su imperio de bases militares en el Golfo Pérsico. Cómo el estudioso del medio Oriente Stephen Zunes observa: "Estados Unidos usó la invasión iraquí de Kuwait como una excusa para llevar más adelante su largamente deseada hegemonía militar, política y económica en la región."
La guerra del Golfo Pérsico en 1991 terminó con un estancamiento entre Irak y las fuerzas aliadas capitaneadas por los Estados Unidos y el primer presidente George Bush. El presidente Iraquí Saddam Hussein fue expulsado de Kuwait, el país que había invadido seis meses atrás. El tratado de paz obligaba a Irak a destruir cualquier arma química o biológica, y un equipo de inspectores de las Naciones Unidas habría de regularmente registrar el país para asegurarse del desarme. Un estricto embargo impedía a Irak vender petróleo o comprar armas en los mercados internacionales hasta que las Naciones Unidas juzgara el total cumplimiento de las resoluciones de paz.
Irak es uno de los más grandes productores de petróleo, y los magnates estadounidenses y sauditas hacen billones de dólares mientras su petróleo se encuentra bloqueado. Hussein originalmente invadió Kuwait por una disputa de petróleo. Ambos presidentes Bush, padre e hijo, han hecho millones de dólares en petróleo. La política de la región es la política del petróleo y grandes cantidades de dinero han de ser hechas y perdidas por los ganadores y perdedores de los conflictos internacionales en la región. Los Estados Unidos y la Gran Bretaña querían la continuación del embargo, mientras que los rusos y franceses (que querían beneficiarse comprando y distribuyendo petróleo Iraquí) pedían la suspensión del mismo.
Atrás en 1991, había muchos en la administración Bush que hubieran deseado que el tratado de paz no se hubiera firmado. Hubieran preferido que las fuerzas norteamericanas hubieran continuado hasta Bagdad y expulsado a Saddam Hussein. Querrían haber instalado un gobierno norteamericano en Irak. Muchos de estos "halcones" estaban también involucrados en el mercado petrolero. A través de los años 90’s, ellos se encontraban fuera del gobierno y relativamente fuera del poder. Escribieron artículos sobre lo que hubiera sucedido si las tropas norteamericanas hubieran invadido Irak, pero a nadie le importó. Luego, en el año 2000, George W. Bush, hijo del primer presidente Bush, fue elegido también presidente de los Estados Unidos. La mayoría de su Gabinete y administración son amigos de su padre e incluye a aquellos quienes hubieran preferido que continuara la primera Guerra del Golfo en 1991. Desde entonces, desde la primera Guerra del Golfo, la gente de la Casa Blanca y del Pentágono, quienes planearon y ejecutaron esa guerra, han deseado volver a Irak a terminar lo que iniciaron. Lo han manifestado así en reportes escritos por el entonces Secretario de la Defensa Dick Cheney en los últimos años de la administración de George Bush padre; y durante el período en el que estuvieron fuera del poder, de 1992 a 2000, han redactado planes describiendo lo que harían si los Republicanos retomaran la Casa Blanca. En la primavera de 1997, en los años de la administración Clinton, Rumsfeld, Dick Cheney y un grupo de otros hombres de derecha (la mayoría involucrados en al industria del petróleo) crearon el "Project for the New American Century" (PNAC), un grupo de presión que demandaba un "cambio de régimen" en Irak. Así que la actual guerra en Irak fue en realidad maquinada cinco años atrás, por hombres como Cheney y Khalilzad, quienes son hombres de petróleo hasta el hueso.
La administración Bush simplemente no podía ir a la guerra sin antes relacionarla de alguna manera con los ataques del 11 de septiembre. Así que primero lanzó una guerra sencilla en Afganistán. Muchos de los consejeros del Presidente Bush han estado esperanzados de que Saddam estuviera detrás de los ataques. Ellos han estado obsesionados tras Saddam Hussein por todo una década y buscaban una excusa para reiniciar la Guerra del Golfo Pérsico. Pero no hay ninguna conexión entre el régimen de Bagdad y Osama Bin Laden. En Afganistán, había al menos una conexión visible entre Osama y el régimen Taliban, con todo y que los Estados Unidos hayan contribuido aún más al desarrollo de Osama como terrorista de lo que haya jamás contribuido Afganistán. Mientras tanto, la Casa Blanca lanzó una de las más extraordinarias campañas de propaganda de los todos los tiempos modernos para convencer al público americano de que un ataque a Saddam debería ser una parte integral de la guerra americana "en contra del terrorismo".
Recordemos: no hay absolutamente ninguna conexión entre Irak y los ataques terroristas del 11 de septiembre y absolutamente nada ha cambiado entre Estados Unidos e Irak por años. A pesar de esta no-conexión, el Presidente George W. Bush y su gabinete han comenzado una guerra en Irak, sin encontrar aún prueba contundente de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak.
A través de la historia, los imperios han gastado más en guerras de conquista de lo que han obtenido a cambio. Pero los costos del imperio son soportados por la sociedad en su conjunto, mientras que los beneficios del imperio son disfrutados por el pequeño grupo influyente. Por lo tanto, en general, para aquellos que hacen las políticas (los cuales comparten intereses y puntos de vista con aquellos que detentan el poder) es completamente racional usar los recursos de la sociedad para asegurar los intereses de los ricos y poderosos, aún cuando el gasto por mucho exceda las ganancias proyectadas. Los costos son socializados, las ganancias privatizadas. Esa es la realidad de nuestro sistema de mercado.
Una guerra hará a unos cuantos ricos aún más ricos, especialmente a los accionistas de las compañías de manufactura de equipo militar. Ha sido discretamente anunciado, que por algún tiempo, después de una victoria norteamericana, solamente a corporaciones norteamericanas le serán otorgados lucrativos contratos para la reconstrucción de las facilidades petroleras iraquíes (ya bajo contrato se encuentra Halliburton, la compañía del vicepresidente Dick Cheney).
Las reservas petroleras de Irak son las segundas más grandes del planeta después de las de Arabia Saudita. Dado que ambos, el presidente y el vicepresidente de los Estados Unidos fueron ejecutivos de compañías petroleras y que el padre del presidente, también antiguamente presidente, fue el fundador de la "Zapata Offshore Oil Company", resulta razonable asumir que estos hombres se encuentran muy familiarizados con las riquezas petrolíferas iraquíes. La compañía "Zapata" perforó el primer manto petrolífero en Kuwait. En 1963, Bush padre unió Zapata con otra firma para crear el gigante Pennzoil, y, en 1966, vendió sus acciones, convirtiéndose en millonario. Durante 1998 y 1992, cuando Cheney era presidente de la "Halliburton Company of Houston", Halliburton vendió a Saddam alrededor de 23.8 millones de dólares en equipo para pozos petroleros. Tal vez la razón por la que Bush hijo está tan obsesionado con Irak es que quiere apoderarse de su petróleo. Los Estados Unidos necesitan una gran cantidad de petróleo para su sector automotriz y también tiene interés en controlar a otros países cuya vida industrial es igualmente dependiente del petróleo importado. Cómo Anthony Sampson, el experto en petróleo y autor del clásico libro en grandes compañías de petróleo, "Las Siete Hermanas", observa: "Los intereses occidentales por el petróleo influencian las políticas militares y diplomáticas, y no es accidente que mientras las compañías americanas están compitiendo por acceso al petróleo en Asia Central, los Estados Unidos estén construyendo bases militares a través de la región".
El Departamento norteamericano de Energía anunció a principios de enero de 2003 que para el año 2025, las importaciones Estadounidenses de petróleo serían talvez de alrededor del 70% de la demanda total Estadounidense. (era del 55% tan sólo hace dos años). Cómo Michael Renner del "Worldwatch Institute" mencionó desoladoramente: "Los depósitos Estadounidenses están crecientemente siendo agotados, y muchos depósitos fuera de la OPEC están comenzando a quedar vacíos". El grueso de las extracciones futuras tendrán que provenir de la región del Golfo". De manera que no es sorprendente que toda la política Energética del señor Bush se encuentre basada en el creciente consumo de petróleo. Cerca del 70% de las reservas probadas de petróleo mundiales provienen del Medio Oriente. Una vez que el régimen norteamericano se establezca en Bagdad, las compañías norteamericanas tendrán acceso a 112 billones de barriles de petróleo. Con las reservas no probadas, es posible que incluso terminaran por controlar hasta el 25% de la totalidad de las reservas mundiales. Al mismo tiempo, es sabido que el petróleo del mar del norte tiene un costo de 3 a 4 dólares por barril, y de acuerdo con John Telling, "líder de una de las pocas compañías occidentales que admiten trabajar en Irak", el petróleo Iraquí podría llegar a costar tan poco como 97 centavos de dólar por barril: "Noventa centavos un barril que se vende por 30 dólares, esa es una clase de negocio en la que uno quisiera estar involucrado". ¿Y ésta guerra no es por petróleo?
La oferta física y el control del precio del petróleo han sido siempre asuntos centrales, pero también otra forma de beneficiarse es a través de los ingresos excedentes de los productores de petróleo que son enviadas a los Estados Unidos a través de depósitos bancarios, compra de papeles gubernamentales y otros tipos de inversiones, y también del envío de estas ganancias a los mercados financieros Británicos. Documentos no-clasificados de los Estados Unidos señalan que: "El Reino Unido afirma que, su estabilidad financiera se vería seriamente amenazada si el petróleo de Kuwait y del Golfo Pérsico no estuvieran disponibles al Reino Unido bajo términos razonables; si el Reino Unido estuviera privado de las grandes inversiones hechas por la región y si la libra fuera privada del soporte proveído por el petróleo del Golfo". Antes de la Guerra del Golfo, Kuwait tenía vastas inversiones en Occidente que incluían Bonos de Tesorería, portafolios administrados por el "City Bank", reservas en oro de la Reserva Federal (E.U.) y Banco de Inglaterra, y 10% en capital de riesgo en la British Petrol –todo lo cual explica ampliamente porque estaba bien para Irak invadir Irán pero no Kuwait. Thomas Ferguson escribió en aquel tiempo que: "los petrodólares excedentes de los Estados líderes del Medio Oriente ya no representan el ‘Amazonas’ del mundo capitalista…[pero] el Golfo ciertamente califica como el Mississippi de la economía mundial, un una fuente de aguas financieras que aún fluyen majestuosamente hacia Nueva York y Londres (donde los Mayores bancos norteamericanos…tienen sucursales)."
No se debe caer en el error de pensar que el único interés norteamericano es mantener los precios bajos del petróleo. Algunas veces es preferible mantener precios altos. A principios de los 70’s, la administración Nixon favoreció los altos precios. La razón era la percepción de que Japón y Europa, más dependientes de recursos energéticos importados que los Estados Unidos, sufrirían más con los altos precios. El asunto no es exactamente el precio, sino el control. La dictadura Saudita hace lo que el tío Sam le comanda, pero la dictadura Iraquí no, ese es el problema. Los intereses del petróleo son privados, pero también tienen múltiples facetas, y no se trata simplemente de maximizar las ganancias de las compañías. El asunto más importante es maximizar el control estadounidense, lo cual tiene gran variedad de beneficios, incluidos beneficios no petroleros y ventajas geopolíticas.
Mientras que las sanciones de las Naciones Unidas han impedido las inversiones extranjeras en los pozos petroleros, "estas sanciones no han impedido a las compañías firmar contratos con la esperanza de explotar los pozos petroleros cuando las sanciones sean levantadas." Francia, Rusia, China, India y otras naciones tienen contratos multimillonarios con Saddam que les confiere el derecho a explotar los pozos petroleros iraquíes. Estos contratos se encuentran actualmente suspendidos por las sanciones impuestas por las Naciones Unidas, pero los países con dichos contratos están claramente dispuestos a proteger sus inversiones. No ven con buenos ojos la idea de que los Estados Unidos pueda poner en la congeladora dichos contratos. Incluso la Royal Dutch/Shell ha firmado convenios con Bagdad. Lukoil, un gigante Ruso, tiene una posesión enorme sobre la explotación de once billones de barriles de crudo; la empresa tiene programado invertir cerca de cuatro billones de dólares durante el período productivo de sus pozos para desarrollarlos. Los contratos son generosos: analistas del Deutsche Bank estiman plausibles tasas de retorno "del orden del 20%".
"The Economist"remarca, "Todo esto deben ser malas noticias para aquellos excluidos de la fiesta: los Americanos." Cálculos en la industria petrolera de los Estados Unidos insisten en que un nuevo régimen rescindiría los contratos, y los líderes del movimiento opositor Iraquí al régimen de Hussein han abiertamente señalado que "Las empresas Norteamericanas obtendrán una buena parte del petróleo Iraquí" –en la eventualidad de un cambio de régimen. Como The Economist señala, "es difícil imaginar que los gigantes norteamericanos no encontrarán un camino para asegurarse una tajada del pastel." La expulsión de Hussein dirigida por los Estados Unidos podría asegurar una nueva época de bonanza para las compañías norteamericanas, largamente desaparecida en Irak, desbaratando los arreglos entre Bagdad y Rusia, Francia y otros países, y reordenando los mercados petroleros mundiales.
Otra teoría popular sostiene que la principal influencia en los pensamientos Estadounidenses sobre el Medio Oriente es el ahora gobernante partido político Likud de Israel. Se estima que el deseo de expulsar a Saddam Hussein de Irak refleja los intereses de largo alcance de los derechistas israelíes, que quieren asegurarse la continuidad de la superioridad militar israelí en la zona. Muchas de las personalidades clave en la administración Bush y en la PNAC tienen íntimas conexiones con el partido Likud.
El amplio ejercito militar de los Estados Unidos no es necesario para su defensa. Estados Unidos tiene dos vecinos pacíficos y relativamente débiles, y no ha sufrido invasión alguna desde la Guerra de 1812. El país se encuentra protegido por vastos océanos en ambos flancos, que hacen de una invasión oceánica algo imposible. No hay un país más protegido contra invasiones que los Estados Unidos. Por cincuenta años los Estados Unidos ha utilizado su poder militar en contra de países tercer mundistas mucho más débiles, como Korea, Vietnam, Panama, Irak. Ninguna de estas guerras ha puesto jamás en peligro la soberanía Norteamericana. Pero en cambio, todas estas guerras han girado alrededor del accesos a recursos naturales y socios comerciales.
Los activistas ampliamente señalaron en el pasado los abusos a los Derechos Humanos cometidos por el Irak de Saddam Hussein, cometidos por muchos años, antes de la Primera Guerra del Golfo. En vez de imponer embargos en esa época, el gobierno de los Estados Unidos apoyó monetaria y militarmente a Hussein en su guerra contra Irán. No fue hasta que Hussein invadió Kuwait (innecesario es recordar a los lectores de los apoyos norteamericanos a Hussein en el pasado, incluyendo cuando uso gas venenoso en contra de los Kurdos e Iraníes, apoyo que desapareció cuando invadió a un régimen productor de petróleo amigable a los intereses norteamericanos: Kuwait) y amenazó los abastecimientos americanos de petróleo que Bush comenzó una retórica de odio en contra de Saddam Hussein, una retórica patrocinada por la avaricia corporativa norteamericana.
Saddam Hussein no es el único líder mundial con armas de destrucción masiva. Existen muchos países con armas nucleares aún mucho más letales incluyendo los E.U., Rusia, Ucrania, China, Francia, Reino Unido, Sudáfrica, India y Pakistán. Más notable es el hecho de que Israel haya emprendido también un programa nuclear. Aún así, las Naciones Unidas y los presidentes norteamericanos jamás han propuesto bombardear a Israel o cualquier de los otros países por su posesión de armas de destrucción masiva. Ciertamente hay mucho de un doble estándar con respecto a Irak.
La milicia norteamericana sirve para mantener el control estadounidense sobre las materias primas mundiales. El gobierno de los Estados Unidos ha ofrecido apoyo a dictaduras (como Arabia Saudita, Indonesia, Zaire) y luchado contra democracias (como en Chile y Nicaragua) con miras a mantener bajos los precios de las materias primas. Si los Estados Unidos estuviera realmente interesado en la democracia en la región del Golfo, debió haber comenzado desde hace mucho tiempo en Arabia Saudita o en cualquiera de las monarquías feudales en las que ha instaurado grandes bases militares –Kuwait, Bahrein, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos y Omán.
No es posible ir a las Naciones Unidas y decir "Hey¡, ésta es mi propuesta y si no la aceptan actuaremos solos". Estados Unidos es uno de los miembros fundadores de las Naciones Unidas y estuvo de acuerdo con la legislación de la ONU. Si ellos promueven la democracia entonces deberían haber respetado la decisión de la mayoría en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de no emprender ataque militar alguno en contra de Irak (¿no hablan ellos todo el tiempo de "democracia"?). Ellos sabían que no obtendrían los nueve votos necesarios en el Consejo de Seguridad para emprender acciones militares en contra del régimen de Bagdad, así que culparon a los franceses sobre la falla de la diplomacia. (los franceses nunca negaron la posibilidad del uso de la fuerza, lo que negaban era el uso inmediato de la fuerza sin justificación alguna, Hussein estaba siendo contenido por las sanciones de las Naciones Unidas y desarmado por el Consejo de Seguridad, y no ofrecía amenaza alguna con su débil economía y debilitado ejercito para nación alguna). Así que, ¿por qué la administración Bush se encontraba tan desesperada por ejercer presión sobre el Consejo de Seguridad para iniciar las hostilidades lo más pronto posible? Porque las temperaturas más frescas hacen más fácil para las tropas norteamericanas operar con los abultados dispositivos químicos y las noches más largas permiten sacar ventaja de sus equipos de visión nocturna, además, las tormentas de arena son un difícil obstáculo que sobrepasar.
La invasión que la administración Bush acaba de iniciar es ilegal y se encuentra por fuera de la Legislación Internacional. Me entristece demasiado ver que la ley del más fuerte se ha impuesto sobre el Derecho Internacional, sobre la Ley.
Toda la información ha sido tomada de los siguientes artículos.
Kelley, Martin
Overview of the Iraq Crisis
March 2003
Kelley, Martin
Why a Military?
Rai, Milan
Oil and War
February 01, 2003
Chien, A.J.
Iraq: is it about Oil?
October 2003
Fisk, Robert
This Looming war Isn't About Chemichal Warheads Or HUman Rights: It's About Oil.
The independent, January 18, 2003
Chalmers, Johnson
Iraq Wars
January 14, 2003
Mario Tejada Harsanyi,
Graduado de Economía de la Universidad de Monterrey, UDEM. Estudiante de Filosofía en la Universidad Autónoma de Nuevo León.