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La marca, anzuelo para el consumidor (página 2)

Enviado por Roberto Yrago


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Es decir que este capítulo intentará ubicarnos en el contexto histórico, con sus efectos económicos sobre los mercados, ambiente en el cual luego nos moveremos para referirnos específicamente a las marcas, como componentes del producto/servicio.

Una mirada hacia la Historia

El fenómeno histórico que da origen al inicio de la Modernidad se encuentra en el quiebre del orden feudal dando lugar a un nuevo orden en un contexto histórico liderado por la burguesía en ascenso. Esta nueva ideología es un saber que viene sobrepuesto sobre una clase social, que la utilizará como arma fundamental en su lucha.

La ciencia social, que es una de las armas poderosas del enfrentamiento se transforma en un saber totalizador, pretendiendo comprender toda la realidad pasada, presente y futura.

Se supera el orden vigente de la primera etapa del siglo XVIII, donde el orden feudal consideraba la idea de progreso como negatividad (no como estancamiento) dando lugar al pensamiento burgués, donde el progreso se convierte en positividad, siendo el cambio necesario y deseado.

El nuevo orden social toma la noción de etapa, y esta nueva sociedad pasa a ser considerada como una etapa más avanzada respecto de la anterior, es decir como progreso positivo.

Estamos en el período del absolutismo y aún no se han constituido las grandes naciones capitalistas.

A mediados del siglo XIX surgen las dos grandes construcciones históricas universales de los tiempos modernos.

Por un lado el Positivismo, como construcción histórico-universal del orden burgués y por el otro el Marxismo, que se realiza a partir de aquel, oponiéndosele como arma ideológica por una nueva clase surgida de la revolución industrial y representada por el proletariado.

La semejanza entre positivismo, marxismo y el cristianismo preexistente es que todas son construcciones histórico-universales, que totalizan el saber humano y comprenden todo el devenir social desde el punto de vista de un conjunto o sistema de ideas, que entiende y responde a todo.

Los dos sistemas nuevos son de origen naturalístico, es decir no basados en la idea de Dios, sino a partir del conocimiento natural de las cosas.

El Positivismo tiene su raíz fundamental en la filosofía cartesiana.

Los cuatro famosos conceptos del ¨Discurso del Método¨ encierran el fundamento del método cartesiano y son la base de todo el pensamiento posterior.

1º) No aceptar jamás ninguna cosa por verdadera si no veo evidentemente que lo es…y no incluir en mis juicios nada más que lo que se presente tan clara y distintamente a mi espíritu, que no tenga ninguna ocasión de ponerlo en duda,

2º) Consiste en dividir cada una de las dificultades que examino en tantas partes como sea posible y necesario para resolverlo mejor.

3º) Ordenar los pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, subiendo lentamente por grados hasta los conocimientos más complejos.

4º) Hacer de todo enumeraciones tan completas y visiones tan amplias que sea imposible omitir nada.

Luego todo punto de partida para un conocimiento debe basarse en el pensamiento; de ahí toda la tradición y tendencia racionalista que tiene la escuela positivista, siendo la objetividad uno de los elementos de la sociología burguesa.

La objetividad se presenta como una separación radical entre sujeto y objeto. El pensamiento del hombre tiene un ¨afuera¨, que es la realidad exterior y la misma posee un ordenamiento, una lógica de funcionamiento, un orden interno, descubierto a través del principio básico de la objetividad, que establece la experimentación, para evitar que el sujeto imponga su propia connotación subjetiva a la conclusión.

Podríamos decir que el principio de objetividad es la reacción bipolar al principio de subjetividad del cristianismo o del mundo religioso, que entiende que el mundo de los hechos es preestablecido; que posee un grado de necesidad inmodificable, y que el hombre no puede variar la realidad más allá de su mero acontecer cotidiano. La realidad está determinada a cumplir un determinado ciclo, que es absoluto e inmodificable. Vale decir, la fe, el conocimiento que surge de la fe más profunda es el único conocimiento válido.

La reacción del positivismo consiste en arrancar la subjetividad al conocimiento para transformar a la razón en su elemento fundamental, estableciendo una separación radical entre la razón que conoce y este objeto, que tiene que ser conocido por la razón. Esto permitió la liberación del sujeto de la atadura de la necesidad inmodificable y lo proyectó a la posibilidad de investigar libremente a la realidad.

Evidentemente, el optimismo por la objetividad, aparece en las condiciones históricas de la burguesía y el capitalismo triunfante, que observaba como la realidad social se iba transformando y modificando estructuradamente de acuerdo al desarrollo económico, conforme sucedía el afianzamiento del orden que se instauraba.

Esta noción de objetividad, este optimismo, hace crisis a fines del siglo XIX y principios del XX, cuando las grandes luchas sociales comienzan a cuestionar la validez histórica, la legitimidad del sistema, comenzando el repliegue hacia la subjetividad dentro del pensamiento de tradición burguesa.

Ello modifica sustancialmente la visión de las Escuelas de Administración, que había partido de los postulados de Taylor y Fayol para devenir en la Escuela de las Relaciones Humanas.

Aparecen la fenomenología, el existencialismo, el psicoanálisis, incorporando nuevos enfoques que, al margen de sus aportes positivos, no resuelven la radical separación entre sujeto y objeto, que es propia de la tradición del pensamiento burgués.

Así hasta la actualidad, cuando se están cuestionando los paradigmas, cada vez con mayor énfasis, debido al fenómeno de la globalización –que por cierto no es un fenómeno actual, como veremos más adelante.

Hay diversas visiones de las teorías económicas, y en especial se destacan las críticas más ácidas y la descalificación del neoliberalismo.

Dice Forrester [1]¨ Vivimos en medio de una falacia descomunal: un mundo desaparecido que nos empeñamos en no reconocer como tal y que se pretende perpetuar mediante políticas artificiales. Millones de destinos son destruidos, aniquilados por este anacronismo debido a estratagemas pertinaces destinadas a mantener con vida para siempre nuestro tabú más sagrado: el trabajo.

¨ Una ínfima minoría, provista de poderes excepcionales, propiedades y derechos considerados naturales, posee de oficio ese derecho. En cambio, el resto de la humanidad para merecer el derecho de vivir, debe demostrar que es útil para la sociedad, es decir, para aquello que la rige y la domina: la economía confundida más que nunca con los negocios, la economía de mercado. Para ella, útil significa casi siempre rentable, es decir que le de ganancias a las ganancias. En una palabra, significa empleable ¨.

La influencia de la Modernidad naciente también tuvo repercusiones sobre el arte, puesto que éste constituyó una visión nueva sobre todos los aspectos de la cultura.

Recordemos también que la noción moderna de ¨arte¨ no se distingue de la de ¨artesanado¨ hasta el Renacimiento; donde la pregunta de las ¨artes decorativas¨ se plantea en forma progresiva sólo a partir del siglo XIX; que después de la fotografía y el cine se han desarrollado nuevas especies en el curso del siglo XX, desde el diseño hasta las perfomances, el arte corporal, el video y las instalaciones.

En el siglo XVIII, Europa vió duplicada su población y a la par de este crecimiento demográfico se abrió al mundo. Los informes de los misioneros acerca de la civilización china atrajeron a las élites cultas que desarrollaron el culto por lo exótico e influenció a renombrados artistas como Modigliani y Picasso.

El desarrollo de las ciencias y las técnicas se basó esencialmente en los inventos relacionados con la ciencia y aplicados, en especial, a la industria.

La puesta en práctica de los descubrimientos fundamentales efectuados en el siglo anterior por Galileo, Leibnitz y Newton provocó un verdadero despegue tecnológico.

Los pensadores ilustrados tomaron el ideario que les permitió realizar el evangelio de la razón, fundado en las ideas de Descartes.

Según los racionalistas, la razón bastaba al hombre para descubrir las leyes de la naturaleza y aplicarlas para regular la vida social con prescindencia de los preceptos religiosos utilizados para consolidar los estados autoritarios.

La renuncia a los intolerantes dogmas religiosos sería una consecuencia natural del uso público y privado de la razón. La importancia de la ideología de la razón, sustento de los racionalistas, reconoció un origen común- como ya lo anticipamos- en las doctrinas filosóficas de René Descartes, expuestas en 1637, en el mencionado Discurso del Método lo que le valió ser considerado como el padre o fundador de la Modernidad.

Tanto en el ámbito científico como en el filosófico y político, este movimiento de Ilustración puede ser caracterizado en común sólo por la enorme confianza depositada en la mente humana, que entre otras cosas sería el artífice de la noción de Progreso, una idea que permitía presumir que la sociedad, organizada de acuerdo a la Razón, mejoraría indefinidamente.

En todo caso, emancipar al espíritu humano de la superstición e ignorancia parece ser el rasgo común de los pensadores ilustrados, en contra de los defensores del Antiguo Régimen y de los privilegios feudales y clericales.

Los científicos contaban con instrumentos ópticos que multiplicaban la percepción visual y con instrumentos de medición fiables gracias al progreso de la relojería.

En un clima cultural favorable, se desarrollaron las matemáticas y la física y proliferaron las sociedades de pensadores y las publicaciones especializadas.

Las obras de divulgación despertaron el interés público y los trabajos de las Academias comenzaron a contar con el apoyo de los soberanos. Se registraron progresos notables en geografía, botánica, mineralogía, medicina, farmacia, física y química. Y se habían descubierto los grandes principios de la gravitación universal, las leyes que rigen la evolución de los seres vivos, a través del darwinismo.

Aspectos sociales, políticos y económicos

El humanismo intentó una nueva síntesis entre el objetivo dominante de la salvación en la vida post-terrena y las posibilidades de realización del hombre en su existencia aquí y ahora.

Este delicado equilibrio entre las esferas espiritual y material tenía profundas consecuencias en dos cuestiones principales. Por una parte, las relaciones entre el poder espiritual de la Iglesia y el terrenal de los príncipes.

Por otra, desde la perspectiva de la ética del Cristianismo, la legitimidad de la búsqueda del beneficio, incluyendo el del interés sobre los préstamos.

Estos fueron dos conflictos dominantes a lo largo de la Baja Edad Media y ambos fueron plenamente resueltos durante el Primer Orden Económico Mundial, surgido de la revolución industrial.

La primacía del poder religioso sobre el secular fue rechazada por quienes encarnaban la filosofía renovadora del Renacimiento.

Dante Alighieri (1265-1321) y Marsiglio de Padua (1280-1343) subrayaron la autonomía de las esferas temporal y espiritual y depositaron en el emperador la autoridad suprema en el ejercicio del poder terrenal. Esta tesis influyó en la posterior evolución del pensamiento político, en particular de Tomás Hobbes (1588-1679).

La reivindicación de la supremacía del poder político y su autonomía frente a la esfera eclesiástica se consumó con la obra de Nicolás Maquiavelo (1469-1527).

Los análisis teológicos fueron eliminados del análisis de la naturaleza del poder y su ejercicio. ¨Los hombres no gobiernan el Estado rezando el Padrenuestro¨ nos decía Maquiavelo, malquistándose para siempre con la jerarquía eclesial.

La acumulación mercantilista y la evolución de las ideas fueron demoliendo progresivamente la concepción de un mundo cristiano unificado, del ser humano consagrado a la salvación eterna y lo efímero de los intereses terrenos, los cuales subordinados a los espirituales debían quedar bajo la autoridad suprema de la Iglesia. Ya hemos hablado del quiebre del orden feudal y esta concepción es uno de sus fundamentos esenciales.

Las ideas económicas dominantes registraron cambios convergentes con los desarrollos del pensamiento político y las transformaciones económicas impulsadas por la expansión mercantil y urbana.

Los mercaderes compatibilizaban la especulación y el préstamo a interés con el apoyo a la Iglesia y el financiamiento de la construcción de catedrales y el arte religiosos. La salvación era compatible con el éxito en el mundo real de los negocios.

Hacia 1500 el cuestionamiento de la moral cristiana al beneficio y el interés estaba en franco retroceso.

A partir del siglo XVI, la Reforma amplió el sustento teológico de la acumulación de la riqueza como expresión legítima de la realización del hombre en su existencia terrena y de la Salvación.

Justamente, es ésta la ideología de la clase burguesa en ascenso, en el aspecto religioso.

Como dato sumamente significativo: aparece un mercado local que superaba al doméstico, casi de supervivencia, además del mercado internacional que se acrecienta.

Los mercaderes y cambistas propiciaron una educación práctica fundada en la escritura y la aritmética, que contribuyó al desarrollo de los registros de contabilidad por partida doble (Luca Paccioli) y a la reforma de la empresa con la aparición del concepto de la responsabilidad limitada. Esto, a su vez, desembocaría en la formación de las primeras sociedades por acciones.

El uso del cero, de los numerales árabes, el empleo de la datación moderna y la medición precisa del tiempo facilitaron el registro y el desarrollo del comercio y los cambios. La necesidad de personal capaz de emplear las nuevas técnicas contables y administrar empresas, en las cada vez más complejas relaciones entre mercaderes y cambistas, estimuló la formación de recursos humanos calificados.

El desarrollo de la imprenta y la difusión del libro, convertido en un producto artesanal contribuyeron a la capacitación del personal requerido.

El desarrollo económico se basaba en el factor fundamental dado por la acumulación de capital, que dio origen a la evolución económica y social su fuerza motriz esencial.

El nuevo carácter de la aplicación del ahorro y de las inversiones en Europa provocó transformaciones radicales en la actividad económica, el desarrollo social y el comportamiento político.

Las fuerzas desencadenadas por la revolución cultural y la urbanización del Renacimiento sirvieron para que fundaran un proyecto de expansión planetaria, reflejada en la expansión de ultramar y del comercio internacional.

El capitalismo implica la existencia de dos condiciones. Por una parte, la existencia de la empresa que emplea capital y mano de obra en la producción de bienes y servicios y/o su comercio, en la búsqueda permanente de beneficio y su reinversión. Por otra, la progresiva organización de la mayor parte de la actividad económica sobre la base de tales empresas y de un mercado en el cual se transan los bienes y servicios producidos y los factores de la producción.

Profundización sobre el aspecto social burgués

La fase inicial de la industria, que es la del capitalismo trajo ventajas sobre el orden feudal preexistente.

Hubo un notable progreso científico y tecnológico, y por primera vez en la historia humana, resultó teóricamente posible satisfacer las necesidades básicas de toda la población para la cual la economía doméstica, local, regional, comienza a resultar insuficiente.

Se elevó el nivel de vida de la población, se incrementó la libertad personal y apareció la posibilidad de ascender y descender por la escala social, sin importar accidentes como el origen o la casta. Paulatinamente se va dejando atrás la sociedad estamental.

La iglesia católica pierde su autoridad para coartar la libertad de pensamiento y de investigación científica.

El hombre pasa a ser individuo siendo que en la Edad Media el hombre solo era consciente de sí mismo como miembro de una raza, pueblo, partido, familia o corporación, es decir a través de alguna categoría general.

El desarrollo del individualismo corrió paralelamente en las esferas cultural, social y económica especialmente, fomentando la empresa privada.

El ascenso gradual del nivel de vida debido a las nuevas y crecientes demandas y a los nuevos medios de satisfacerlas va dando origen al capitalismo.

Las viejas definiciones de precio justo y de justicia social se desintegraron al aumentar la riqueza y los gremios se disolvieron al aumentar también el capital necesario para adquirir equipos y maquinarias sofisticados.

Como consecuencia del individualismo y a diferencia del sistema feudal, donde como hemos visto, cada quien ocupaba un lugar fijo en un sistema social ordenado y transparente; se cambia hacia el subjetivismo, donde cada individuo conducía su destino dentro de las posibilidades del nuevo entorno.

El modo de producción capitalista está imbuido de cambio y la necesidad de producir inmensas cantidades de mercancías, condicionado por un determinado desarrollo de las fuerzas productivas y a su vez por una determinada relación entre los hombres, propietarios de medios de producción (burgueses) y propietarios de su fuerza de trabajo (el proletariado).

El individuo en relación de dependencia con el que posee la propiedad obtiene una teórica libertad absoluta en cuanto a su trabajo y se sujeta en forma abstracta y no concreta, porque el trabajo deja de ser una cosa concreta para constituirse en una abstracción: una mercancía. El individuo deja de serlo para constituirse en fuerza de trabajo y se define como el proletario de la fuerza capitalista.

El desarrollo burgués clásico se caracteriza por un gran proceso de acumulación de capital, a su vez recolocado en la inversión y reproducción de fuerzas productivas, para abastecer una demanda creciente del mercado interno, identificado como consecuencia de la aparición de la Nación como característica distintiva del capitalismo, en oposición a los absolutismos.

La Nación surge como consecuencia de la ruptura de todo el sistema aduanero interno que existía en la edad feudal.

No sólo la afirmación del poder estatal por sobre las autonomías humanas y locales requerían esa violencia.

El nuevo orden estatal y capitalista liberaba al siervo feudal de sus cadenas pero asimismo los despojaba de sus medios de producción –tierra, las fuentes comunitarias de subsistencia, sus herramientas-. Las reglas del mercado capitalista intentarían imponer un difícil equilibrio entre la reclamada igualdad en el proceso circulatorio de bienes con una marcada desigualdad en el mercado productivo.

La acumulación de capital – y la reinversión de la renta generada por él- originó a la empresa capitalista.

Su objetivo manifiesto fue la generación de riqueza en modo indefinido, de acuerdo con la pauta de progreso permanente.

Como consecuencia de la riqueza, ésta se asocia al poder, y a su vez éste es reorientado a los efectos de seguir obteniendo riqueza.

El primero de los rasgos, conforme a la definición marxista, ve como una de las características del capitalismo, a la transformación de la sociedad en una inmensa acumulación de mercancías.

Esta necesidad está condicionada por un determinado desarrollo de las fuerzas productivas, que a su vez establece una determinada relación entre los hombres: los propietarios de los medios de producción –minoritarios- y los no propietarios –proletarios-, que son mayoría.

El trabajo deviene una mercancía adquirible por el capitalista en el mercado, al precio fijado por la oferta y la demanda.

Luego, la existencia del capitalismo está conectada no sólo a la propiedad de los medios de producción sino a la existencia de la mano de obra asalariada, que en idioma sociológico estaría corporizado en el proletariado.

Las sociedades capitalistas se convierten en un subtipo de las sociedades modernas, con rasgos típicos.

Otro rasgo a mencionar es la innovación tecnológica, fruto de su naturaleza competitiva y expansiva.

La innovación tecnológica es el fruto de onerosas inversiones en investigación y desarrollo, medio necesario para la obtención de innovaciones constantes con el objetivo de lograr competitividad.

El saber hacer – know how-, tecnologías, equipamiento y productos están sujetos a patentes.

Se consideran una mercancía más, y por ende exigen el pago de royalties, a los efectos de recuperar las inversiones efectuadas en investigación y desarrollo, más un margen –mark up- por utilidad.

Sobre el lugar de uso de las tecnologías de vanguardia, y aún en la onerosidad de la misma objetivizado por los royalties, hay muchísimas críticas de intelectuales adscriptos al nacionalismo, o a la corriente del keynesianismo latinoamericano, encabezado por Raúl Prebisch, quien pergeña un desarrollo capitalista para los países en desarrollo.

Damos a continuación un ejemplo, transcribiendo literalmente la opinión del Juez Losada.[2]

¨Uno (de los problemas) se refiere a la tendencia decreciente en la eficacia sustitutiva de esa sustitución de importaciones cuando el proceso es controlado por compañías extranjeras. Como ellas son parte de un sistema de decisiones que transciende el horizonte nacional de cada país aisladamente, tienden a descentralizar geográficamente ciertas actividades y a centralizar otras. Entre estas últimas, es decir en las centralizadas, están las actividades apoyadas en tecnologías de vanguardia, por lo cual, en la medida que se avanza en la sustitución de importaciones de productos más complejos, aumenta la dependencia de insumos provenientes de la empresa matriz¨.

Asimismo, en el punto ¨Los correctivos¨ expresa su alineamiento con el criterio de la Corte para fallar en el caso ¨American Cyanamid c/Unifa,21-12-72 al validar el art.4º de la Ley 111 de Patentes, que exime del patentamiento a las composiciones farmacéuticas , porque ¨el altísimo interés nacional de la salud conduce razonablemente al legislador a excluir a esa composiciones farmacéuticas de la protección constitucional de la propiedad. Continúa: pues bien, ¨el altísimo interés nacional del desarrollo (ya no solo las patentes atinentes a la salud), debe también legitimar la libre captación internacional de toda aquella tecnología que efectivamente concierne al desarrollo¨.

Otros autores calificarían a tal actividad como piratería, en un contexto de inseguridad jurídica, que desalienta la inversión privada, extranjera o nacional.

La empresa capitalista, en su versión multinacional constituye un tipo surgido del período de la post Segunda Guerra Mundial.

Al fenómeno de conglomeración o concentración, aumentando su tamaño y su capital accionario, se le suma la combinación, es decir la diversificación sectorial, no sujetándose ya a las grandes empresas extractivas de materias primas o producción energética, sino abarcando la totalidad de los sectores económicos, con especial énfasis en los más dinámicos.

Asimismo, se la acompaña con una diversificación geográfica.

El capitalismo está corporizado hoy día en las empresas transnacionales (supra-nacionales), con un capital accionario mayoritariamente anónimo, que se cotizan, compran y venden en Bolsas de Valores internacionales.

Su objetivo es esencialmente económico, y la incursión en la política de los Estados en que actúan, es funcional a su objetivo económico.

La visión de la empresa capitalista es internacional, buscando el beneficio a través de múltiples herramientas. El aumento de la productividad o la disminución del costo del factor trabajo está orientado a la consecución de una mayor utilidad.

Sus filiales, distribuidas a lo largo de los mercados desarrollan las políticas diseñadas por su casa matriz; es decir que el centro de decisiones está alejado del /los centro/s de operación/es y responden a aquél.

Por lo cual superan o potencialmente pueden superar las facultades soberanas de los Estados, puesto que sus objetivos pueden ser divergentes, siendo su mayor injerencia en los países en vías de desarrollo con instituciones débiles y en muchos casos sub-gobernadas bajo un sistema populista.

El Iluminismo y la construcción del Estado

Según la manera en que estaba organizada la cosa pública; esos Estados que habían surgido en Europa a partir del siglo XIII y que, desde fines del siglo XVII habían dado lugar a los gobiernos absolutistas y concentradores del poder en una monarquía, oscilante en sus apoyos entre una burguesía urbana y los poderes tradicionales; cambian paulatinamente.

La aparición de la Ilustración fue el momento en que la burguesía emprendió claramente su lucha contra estos poderes tradicionales de la nobleza y del clero, y también en parte contra el absolutismo monárquico.

Se aceptó entonces la noción monárquica de soberanía, pero con el reconocimiento de que ésta no era propiedad de un particular, sino que está conformada por todos los que han pasado de ser súbditos a ciudadanos.

La misma condición de ciudadano irrogaría la contradicción de pretender incluir, pero en realidad practicar la exclusión de aquellos que no podrían integrar esa categoría, sobre todo cuando quedaba emparejada con la noción de voto.

Niños y jóvenes, extranjeros, minorías y mujeres serían personas de segunda categoría, al no gozar de muchos de los derechos que tendrían sólo los ciudadanos.

Otra contradicción surgiría de la idea de ´contrato¨, que resulta fundamental para esta economía del poder.. Aquella misma concepción individualista que ponía su fe en la razón humana es la que está en el origen de los diversos modelos de ¨contratos ¨, que explicarían en la Ilustración las formaciones políticas basadas en el individuo, características del pensamiento liberal y opuestas a las previas formas organicistas.

El liberalismo, que pretende ser el único heredero de las diversas ideas de contrato social, aparece reflejado en las ideas de Locke.

Este pensador del siglo XVII hace hincapié en la tolerancia y en los derechos naturales –hoy derechos humanos- como límites al accionar de los gobiernos.

Locke teoriza sobre un gobierno liberal en política y en economía, con un Estado con poderes y funciones limitados. El Estado solo se justificaría si sirve para asegurar los derechos que ya existen en el derecho de naturaleza.

El contrato tiene dos partes: a) los individuos deciden entre ellos la creación de una autoridad superior, consensuada por los individuos para la formación de un Estado político; y b) con la salvedad de que los derechos naturales no dependen de esa institución, es decir no ceden todos sus atributos ni la aparición de estos como consecuencia del contrato, sino que estos atributos –naturales- y entre ellos el más importante de todos, que es la propiedad, preexisten y subsisten a la constitución del Estado.

La idea de estado de naturaleza de Locke se identifica con la racionalidad, la libertad y la igualdad de los individuos, derechos universales de los individuos que el Estado debe resguardar y proteger.

El concepto de democracia de Locke, liberal, reconoce la validez de leyes superiores al propio Estado; de ahí son sus ideas sobre la separación de religión y política, democracia, soberanía popular y derecho de resistencia, que son las claves del contractualismo llevado a la práctica mediante las declaraciones de derechos y constituciones que llegan hasta la actualidad.

En todo caso, emancipar el espíritu humano de la superstición y la ignorancia parece ser el rasgo común de los pensadores ilustrados en contra de los defensores del Antiguo Régimen y de los privilegios feudales y clericales.

Todas las ideas y pensamientos filosóficos se expresaron a la vez en la Enciclopedia, diccionario razonado de las ciencias, artes y técnicas, obra colectiva en la cual los franceses pretendían registrar todo el conocimiento adquirido hasta entonces.

Los promotores de este proyecto fueron Diderot y D´Alembert y en la obra escribieron desde Montesquieu hasta Rosseau.

Sin embargo los que escribieron en esta monumental obra no dejaban de ser una muestra del absolutismo ilustrado. Casi todos los hombres de la Ilustración, incluido Kant, no creían necesario un cambio de régimen, ni discutir sobre la legitimidad en la soberanía. Ellos creían que cualquier gobierno era positivo si estaba guiado por la razón y tenía como objetivo la educación del pueblo para que todos alcanzaran la verdad y obrar conforme a ella.

La Ilustración debe su fuerza al aumento de la producción y del comercio posibilitada por los adelantos técnicos.

No es casual que sus representantes hayan surgido de los sectores burgueses más prósperos, que miraban a Inglaterra y admiraban la organización política de ese Estado, que había sido limitado en su poder político.

Todas estas discusiones filosóficas nunca se pensaron como ajenas a los problemas, a la vez teóricos y prácticos de la organización social, de los fundamentos del poder y de los límites del ser humano en el trato con otros seres humanos. La discusión era –y es- una discusión sobre el poder.

El análisis de la estructura de las sociedades –uno de los grandes temas de la Sociología- también puede ser efectuado desde las construcciones históricas universales modernas: el Positivismo y el Marxismo.

El concepto marxista para intuir la estructura, necesita considerar ciertas premisas: considerar al hombre como un ser histórico, que se analiza a través de la relación dialéctica entre necesidad y satisfacción.

El elemento fundamental que une los dos elementos es el trabajo.

Por lo tanto, la sociedad humana es el producto de esta necesidad-satisfacción-trabajo, y a través de ese movimiento circular, constante, dialéctico, los hombres se relacionan unos con otros en una actividad cooperativa.

El marxismo no definió a la estructura; luego en base a los elementos o premisas premencionados se podría arriesgar una definición a los efectos expositivos: ¨la sociedad sería la objetivación de la necesidad humana¨.

El positivismo define a la estructura como ¨un conjunto de partes o aspectos interrelacionados entre sí, que forman la sociedad¨.

Los aspectos interrelacionados son: a) la existencia de la cultura, b) un grupo humano portador de la cultura y c) una estructura básica de personalidad, donde adquieran realidad psicológica los contenidos de la cultura, aspectos que se interrelacionan en analogía con el organismo, por lo cual se la considera Organicista.

El análisis estructural posee dimensiones, que son segmentos de esa estructura, pasibles de ser estudiados como categorías.

El análisis de la dimensión institucional estudia los aspectos interrelacionados de esta categoría, definiéndose a las instituciones como el conjunto de normas estandarizadas.

Uno de los aspectos dimensionales es la estratificación social y los modelos básicos con los que trabaja el positivismo son: a) el sistema de castas, cerrado y sin movilidad, siendo el ejemplo más elocuente la India; b) sistema de estamentos, cerrado, pero con movilidad, que identificamos con el feudalismo y c) el sistema de clases abiertas, que pertenece a la sociedad industrial.

El concepto de interrelación en la dimensión institucional definido por el Positivismo es ¨el ajuste recíproco de las partes, lo cual implica la búsqueda automática del equilibrio (homeostasis) ante la aparición de un desajuste¨.

Este desajuste es el conflicto y es considerado como una patología y no como un elemento de transformación, por medio de la dialéctica.

La aparición de la globalización, o mundialización como se prefiera nombrar al fenómeno, se sucede a escala planetaria y constituiría, en sus efectos, una disfunción de la estructura.

VIGILANCIA

Todo este período de la Modernidad va provocando la consolidación de la forma Estado y de la aparición de las relaciones típicamente capitalistas, que requirieron una legislación punitiva.

En el siglo XIII europeo apareció la estructura del Estado, y a través de ella se comenzó a gestionar el conflicto utilizando dicha legislación.

El Estado absolutista, que impuso una forma punitiva, sería fuertemente cuestionado en el sigo XVIII por el Iluminismo, que tuvo un concepto propio para la vigilancia.

Se plantearía la idea del contrato para justificar al Estado y la necesidad de orden desde la igualdad y libertad de los individuos, poniendo límites al Estado y al ejercicio del poder punitivo, relacionado con los principios jurídicos, de legalidad y las garantías individuales.

Ya durante el siglo XX se recurrirá a los estudios de la sociedad como sistema y a analizar las funciones que cumple el delito, la pena y las instituciones que mantienen el orden por medio del control y la prevención del comportamiento desviado.

Estado y capitalismo están intrínsecamente unidos ya que son dos aparatos de la nueva forma del ejercicio del poder. La soberanía implica que la autoridad –sea cual fuere- puede dictar leyes y no limitarse a aplicar las existentes o consuetudinarias.

Cuando se creó un aparato de Estado aceptado, supuso la aparición de una jerarquía de servicios especializados en el mantenimiento del orden –origen de jueces y policías- y el propio derecho se hizo coercitivo, estableciendo penas para los delitos de acuerdo con códigos emanados de una autoridad central.

Hay una escisión entre la empresa capitalista o industrial y la vigilancia ejercida por el Estado, al igual que se verá en el monopolio del poder militar.

El concepto de vigilancia genera aparatos para hacer operativa la misma, supervisando las actividades de la sociedad en la integralidad de sus aspectos, por lo cual incorpora los controles administrativos, políticos, de la información, económicos, sanitarios, ecológicos, etc, todos ellos sustentados en cuerpos legales positivos.

En plena sociedad medieval la violencia es ejercida por los caballeros, bandas de jóvenes sin raíces, obligados a la aventura para sobrevivir, puesto que siendo la tierra el equivalente de la riqueza, se temía que se menguara el patrimonio a causa de la herencia, lo cual dio lugar a la institución de la primogenitura.

Los hombres de guerra vivían dispersos en el reino y su deporte era la guerra o el simulacro de ella en los torneos.

El clero es quien comienza a propugnar asambleas, predicando ¨la paz de Dios¨, origen de una especie de codificación de la guerra, relegando el uso de la violencia a espacios limitados y determinados.

El éxito del monopolio de los medios de violencia recién se asegura en el Estado moderno conjuntamente con el establecimiento de la conexión del poder militar con el industrialismo, debido al avance de la producción masiva y avanzada tecnológicamente de armas, bajo ese sistema productivo.

El advenimiento del contrato social, y sus derivados como el contrato laboral escinde a la empresa capitalista o industrial del uso de los medios de violencia, que se monopoliza en el Estado, para el mantenimiento del orden interno y con una mirada hacia el exterior, a través de hipótesis de conflicto, según las determinaciones de la geopolítica.

El uso de la violencia institucionalizada por motivos económicos se manifiesta en la expansión territorial o búsqueda del espacio vital, para obtener o asegurar el abastecimiento de materias primas de las grandes industrias extractivas en los dominios coloniales, incluyendo el expolio y la utilización de mano de obra semiesclava.

También se incluye el uso de la violencia para el cobro compulsivo de deudas crediticias por medio de expediciones militares y el bloqueo naval, que recién se limita a principios del siglo XX por la aceptación internacional de la Doctrina Drago, que propugnó la imposibilidad de la intervención armada de los países acreedores sobre los países deudores.

De la globalización y sus consecuencias

Durante el final de los años 60 y principios de los 70, McLuhan acuñó el término "aldea global" para describir la interconexión humana a escala global generada por

los medios electrónicos de comunicación.[3]

Muchas personas adoptaron a esa fecha como el inicio de la globalización, pero Ferrer [4]sostiene que el sistema internacional global se constituye en la última década del siglo XV con los viajes de Cristóbal Colón y Vasco da Gama. El primero descubriendo el nuevo continente y da Gama con su llegada a Oriente.

Hasta ese momento el desarrollo del intercambio comercial era eminentemente de carácter intraeuropeo. Los reducidos excedentes comerciables, dice, se transaban en los mercados locales y el comercio internacional representaba porcentajes aproximados del 2% del total del comercio, por lo cual el impacto sobre la economía global era insignificante.

Con el aumento de la productividad laboral y un orden mundial global se constituyen los dos supuestos básicos de la globalización.

Dejamos aquí de manifiesto dos cuestiones relevantes sobre los efectos no deseados o soslayados por los implicados, que son la pobreza y los ataques al ecosistema.

En ello Ferrer coincide plenamente con Samuelson[5]quien dice con todas las letras: ¨Los mecanismos del mercado necesarios y suficientes para impulsar la productividad global, desgraciadamente agravarán, al mismo tiempo las desigualdades entre ricos y pobres¨.

Poco después opina: ¨Nuestro sistema democrático ¿logrará estos modos de compensar los daños al ambiente y las penosas desigualdades de riqueza? No. Definitivamente, no¨.

Sabemos que son relevantes las definiciones, que toman el lugar de hipótesis para luego elaborar conclusiones sobre ellas.

Generalmente hay coincidencias en las definiciones, encontrándoselas similares, con la imposición de matices que no perjudican la esencia de la misma; aunque no es menor que en los detalles se encuentra la diferencia.

No es menos cierto que las definiciones van cambiando paulatinamente a través del tiempo, con el advenimiento de nuevos paradigmas (teorías o modelos), que no son axiomas sino objetos de cambio, destinados a ser reemplazados por nuevas versiones, depuradas por el transcurrir del tiempo y por los aconteceres históricos, que le incorporan sus realidades.

Como hemos esbozado al inicio del capítulo, la metodología innovadora de Descartes, los descubrimientos científicos y sus aplicaciones tecnológicas acumulativos, el surgimiento de una clase burguesa sostenida por una filosofía, que fue el Positivismo y con una corriente económica como era el capitalismo, instauró la idea del progreso indefinido. Tal momento histórico tiene como consecuencia el inicio de la primera revolución industrial, a principios del siglo XIX.

A nuestros efectos, nosotros utilizaremos la definición del vocablo ¨globalización¨ dada por Yip.[6]

¨Muchas fuerzas están impeliendo a las empresas de todo el mundo a globalizarse, en el sentido de ampliar su participación en mercados extranjeros, pero también necesitan globalizarse en otro sentido: integrando su estrategia mundial.

Esta integración global contrasta con el enfoque multinacional, en el cual las compañías establecen sucursales nacionales que diseñan, producen y distribuyen productos o servicios adaptados a las necesidades locales. Este modelo multinacional se cuestiona hoy, y se puede considerar como una ¨estrategia multilocal¨, a diferencia de una estrategia realmente global¨.

Ya en el prólogo, el autor advierte a los gerentes de compañías o negocios locales y a los proveedores de compañías multinacionales, que las estrategias globalizadoras podrán afectarlos y que sus negocios podrán marchitarse rápidamente si la casa matriz de su cliente opta por una estrategia global de abastecimiento.

Hemos podido ver tales consecuencias en la realidad argentina, y hacemos mención a la industria autopartista, cuando las empresas transnacionales mudaron sus fábricas y con ello sus producciones a Brasil, cuando éste último, en 1999, devaluó su moneda, mientras Argentina se mantenía atada a la Ley de Convertibilidad, que se transmutó en un ancla demasiado pesada para la industria nacional.

De la propia definición de Yip se desprende que la mudanza de instalaciones fabriles a países que otorguen mayor rentabilidad forma parte de la estrategia global.

De allí puede colegirse que la caída de rentabilidad por el aumento de costos de producción dispara la decisión en la casa matriz para proceder a tomar otros rumbos y localizarse en otros países.

Las ventajas comparativas puntuales que pueda ofrecer un país son tomadas inmediatamente en aras del beneficio para los accionistas. En la página 15 de la obra, Yip menciona como impulsor de costo al ¨surgimiento de países industrializados con capacidad productiva y bajos costos de mano de obra (v.gr., Taiwan, Thailandia, China, etc)¨. Por eso es que trataremos dichas vinculaciones, preferencialmente con China más adelante, donde se produjo un surgimiento de una fuerza de trabajo altamente calificada, a nivel de operarios, técnicos y equipos gerenciales, con bajos salarios.

La capacidad productiva y los costos emergentes son factores de enorme gravitación en la localización de las transnacionales, pero no constituyen el único factor. Como dice Palmisano[7]¨si lo fueran se constituirían en commodities y el trabajo se desplazaría en una sola dirección¨.

Por eso, muestra como alternativa para las escasas empresas nacionales de relevancia (citando a Techint y Arcor) el ¨segundo imperativo de la integración global: la especialización, por medio de estrategias de diferenciación de sus productos¨.

Por conocida no deja de ser válida, pero de alguna manera la solución propuesta para las empresas nacionales de menor envergadura pareciera ser la de incursionar casi exclusivamente en nichos de mercado, dejando el gran mercado consumidor en manos de las transnacionales globales. Aunque no es menos cierto, que las transnacionales también tienen estrategias de atención de los mercados locales en los cuales se radican, optando por atender las necesidades emergentes, ajustadas a las pautas culturales de dichos mercados. O sea, una estrategia multilocal, atendiendo tanto el mercado externo como las necesidades del mercado interno, con posiciones cuasi-monopólicas que dejan estrecho margen para operar por parte de las pequeñas y medianas empresas, mayoritarias en las economías en vías de desarrollo.

Se puede observar que en las fusiones y adquisiciones por empresas extranjeras del rubro de alimentos y productos de consumo masivo, los compradores tuvieron la precaución de garantizarse una red de distribución inmediata para abastecer a miles de minoristas dispersos, con la ayuda de su centro de logística apoyado en las tecnologías de información, que aseguran el objetivo.

Porter[8]el experto más reconocido internacionalmente dice: ¨La esencia de la formulación de una estrategia es hacer frente a los competidores¨, e identifica tres estrategias genéricas para lograr una ventaja competitiva: 1) liderazgo en el costo, 2) diferenciación y 3) focalización.

Las reglas para poder competir o ¨Análisis de las Cinco Fuerzas¨ las identifica en las siguientes variables: 1) el ingreso de nuevos competidores, 2) la amenaza de sustitutos; 3) el poder de negociación de los compradores, 4) el poder de negociación de los proveedores y 5) la rivalidad entre los competidores existentes.

El grado de integración de estas cinco fuerzas competitivas arroja como resultado, obtener una tasa de rentabilidad promedio sobre la inversión, que supere al costo de capital.

Por lo tanto, se puede deducir que las transnacionales acuden a las estrategias y reglas, tanto en el mercado internacional como en el local, usufructuando su mayor capacidad patrimonial, organizativa y tecnológica que les permite obtener liderazgo también en los mercados de países emergentes, a quienes atienden, reiteramos, en forma cuasi-monopólica.

En el caso de Argentina, un país con una población cercana a los 40 millones de habitantes para el año 2008, es lo suficiente pequeño como para intentar acercarse hasta el último consumidor/ cliente, en especial si se trata de productos de consumo masivo, que por propia definición intentan copar al universo de consumo.

La focalización es una estrategia y a ella hace mención tanto Porter como Ries, considerado uno de los estrategas más renombrados en el área de marketing, quien junto a Jack Trout esbozan la estrategia de la focalización en su afamado libro titulado precisamente, ¨Posicionamiento¨.

Yip no se priva de mencionar a los impulsores gubernamentales: ¨Privatización de economías antes dominadas por el Estado, sobre todo en América Latina¨, y para mostrar dicho fenómeno acudimos brevemente al fenómeno argentino.

La apertura de la economía al mundo, impulsada en la presidencia de Carlos Menem cabe a la perfección en este esquema.

Los detractores de ese gobierno deducirán que la política puesta en marcha por ese gobierno fue entreguista. Con una mirada diferente, otros dirán que hubo un pecado de ingenuidad y que junto con las relaciones carnales, formaron parte de un encandilamiento por el auge de la globalización, el deseo de no salirse, sino por el contrario incorporarse al primer mundo sin prever las salvajes reglas del juego ni tener la fortaleza para contrarrestar las fuerzas de empresas tan poderosas, que facturan más que la totalidad del PBI argentino.

El fenómeno de la hiperinflación desata olas de pánico, constituyéndose la convertibilidad como una panacea para ser gozada sin modificaciones para siempre.

Con inflación galopante se puede observar que la mayoría de los contratos se ligan a un índice de precios o a una moneda extranjera, en la búsqueda de mecanismos indexatorios que resguarden el capital en juego.

Los mercados financieros se ven impactados por la fuga de capitales y los empresarios se refugian en bienes tangibles, sean materia prima o propiedades.

Cuando se ingresa en la hiperinflación los precios se tornan caóticos y se desorganiza la producción y con ello los mecanismos de oferta y demanda agregados.

El vuelco hacia el acaparamiento de bienes de resguardo de valor potencia la demanda ante una oferta reticente.

Ese era el escenario en el cual concluye el gobierno de Alfonsín, que incluyó saqueos en los supermercados por los sectores marginados, imposibilitados de hallar un mecanismo resguardatorio.

Los factores de difusión de la inflación, sea por expectativas o por indexación, no inician la inflación pero le dan persistencia a lo largo del tiempo, mediante mecanismos propagadores de la pugna por la distribución del ingreso.

Cuando el gobierno de Menem accede al poder, y con especial énfasis luego de 1991, el hecho más notable de su gestión fue su capacidad de formar una alianza política entre las bases populares tradicionales del peronismo y los intereses económicos dominantes en el país y en los centros de poder internacional, hecho inédito en la Argentina.

Como las medidas neoliberales y monetaristas son compatibles con la alianza gobierno/grupos hegemónicos locales y extranjeros, el monitoreo del FMI es funcional a las "políticas amistosas" para los mercados.

Eran políticas funcionales y deseadas por la combinación de intereses económicos y políticos sobre la cual descansaba el ejercicio del poder en la Argentina.

En los países exitosos el pleno ejercicio de los grados de autonomías disponibles y posibles para consolidar el dominio de los intereses locales en el proceso de acumulación, transformación productiva y crecimiento, constituye la esencia misma del sistema. En cambio el gobierno profundizó la vulnerabilidad externa, reduciendo enormemente la autonomía de la política económica.

Se promulgó el alineamiento incondicional con los postulados del Consenso de Washington y puso en marcha la política de liberación de importaciones, las privatizaciones y la desregulación financiera.

A comienzos de 1991, con la aplicación del Plan de Convertibilidad, se afianzó la estrategia de cambio estructural en la estabilidad de precios. Por primera vez desde el patrón oro, el sistema monetario argentino consistía en un régimen de caja de conversión según la cual la base monetaria está respaldada por las reservas de divisas del Banco Central.

El éxito estabilizador de la convertibilidad fue posible porque en esa época volvió a reiniciarse la corriente positiva neta de recursos hacia América Latina. En el período 1991 – 1996 esa transferencia superó los USD 130 mil millones, de los cuales un 25% correspondió a la Argentina. El régimen de tipo cambio fijo y libre movimiento de capitales facilitó el arbitraje de tasas de interés entre la plaza argentina y la internacional y atrajo capitales especulativos a corto plazo.

Los recursos externos, los ingresos generados por las privatizaciones y el repunte inicial de la recaudación tributaria permitieron recuperar el comando de las finanzas públicas. Pero ello es necesario pero no suficiente para mantener a largo plazo el ascenso de la economía.

A continuación se verán las diferencias de las condiciones sociopolíticas con los países exitosos.

Las condiciones sociopolíticas

  • Marco político e institucional: se estaban consolidando las instituciones, luego de repetidos golpes de estado y frustrados retornos a la democracia.

  • Las elites: El sistema económico revelaba un extraordinario grado de extranjerización. Las filiales de empresas extranjeras aumentaron su participación del 33% al 51% entre 1990 y 1995. El 60% de las inversiones extranjeras eran por la administración de las empresas públicas privatizadas. Las principales inversiones eran en energía, petróleo, telecomunicaciones, gas, agua y supermercados. Su financiamiento se realizó en gran parte mediante la capitalización de deuda externa.

La extranjerización de la banca alcanzó al 40% del sistema, reduciendo la participación local a la banca oficial y bancos cooperativos.

La élite local delegó, inevitablemente, el liderazgo del proceso de acumulación y cambio técnico en empresas extranjeras lo cual tiene grandes repercusiones. Debilitó la integración del sistema productivo interno, ya que las transnacionales se abastecen, en general, de insumos de sus filiales, aumentando el contenido importado de la producción.

Disminuyó la acumulación interna de capital, ya que las utilidades no se reinvierten, generando demanda de divisas a causa de la transferencia al exterior de utilidades e intereses.

  • Las ideas económicas: La concepción del desarrollo nacional en torno de sus propios ejes y metas se disuelve en un proceso de alienación cultural y subordinación ideológica, que va en contra de las ideas predominantes de los países exitosos

  • El Estado: Fue plenamente funcional a la penetración del capital extranjero y a las alianzas estratégicas de los grupos económicos locales con las filiales de las corporaciones transnacionales, todo esto ayudado por la desregulación financiera y el tipo de cambio fijo.

  • Derecho de propiedad y costos de transacción: Las variables más importantes para el pleno ejercicio del derecho de propiedad para el capital son la apertura, las privatizaciones, la evolución del mercado interno, la distribución del ingreso, los cambios en las plazas financieras internacionales y la convertibilidad.

Los costos de transacciones tienden a disminuir debido a la estabilidad institucional y la desregulación de los mercados.

  • Integración social: No existe tal, la estrategia de gobierno tendió a generar una economía dual; por un lado los grupos económicos locales asociados al mercado internacional, la inversión extranjera en la industria y los servicios públicos y la explotación de los recursos naturales; y por el otro la mayor parte de las Pymes nacionales, los trabajadores y las economías regionales. Esto resulta en un aumento del desempleo, subempleo y actividades marginales, la disminución en la participación en el ingreso del 60% de la población, el deterioro de la educación, salud y vivienda por la reducción de presencia del Estado.

Las variables económicas

  • Ventajas competitivas: La competitividad descansa en las ventajas comparativas estáticas de los recursos naturales. Las exportaciones son mayoritariamente, productos primarios, sus manufacturas y energéticos. Disminuyó el autoabastecimiento de bienes de capital y manufacturas complejas sustituyéndose por importaciones. Es menester reconocer que la demanda de productos primarios continúa sostenida, pero dentro de un contexto internacional distinto, debido a la inclusión de nuevos jugadores como los son los países del sudeste asiático, entre ellos China.

  • Precios: El logro estabilizador del Plan de Convertibilidad es espectacular, la Argentina, logró ser el país con menor inflación del mundo, pero depende en exceso de los movimientos de capitales especulativos de corto plazo y el aumento de la deuda externa.

El análisis precedente no contempla ciertas particularidades que es menester destacar, y que harían necesario otro trabajo dedicado específicamente a la privatización de las empresas públicas.

Para la construcción de los comentarios anteriores se acudió al esquema propuesto por Ferrer en el V Desayuno mensual de FIDE, sobre su libro ¨El capitalismo argentino¨.

Las doctrinas económicas, de uso y predominancia a nivel global de la economía, enfrentadas por postulados antagónicos son el modelo de Wall Street y el modelo de Main Street.

Haremos una breve referencia sobre temas económicos, a los efectos de dejar de manifiesto las consecuencias de las doctrinas económicas mundiales, que tienen fuertes implicancias con la tan reputada globalización.

El modelo neoclásico llamado ¨Modelo de Wall Street¨ tiene cuatro supuestos básicos, que son los siguientes:

1) Se verificará mayor crecimiento económico sólo si hay más inversión en capital físico.

2) Se logrará una mayor inversión en capital físico sólo si se mantienen bajas las tasas de interés.

3) Habrá tasas de interés bajas sólo en un contexto de mayor ahorro y estabilidad de precios.

4) Por lo tanto, sólo habrá mayor crecimiento económico si se logran altas tasas de ahorro y se mantiene controlada la inflación.

Es decir que para que exista un mayor crecimiento económico según este modelo las únicas variables para tener en cuenta son las tasas de inflación y las tasas de ahorro.

El Consenso de post Washington fue motivo de análisis por Stiglitz [9]del cual ponemos los conceptos más relevantes a continuación:

El Consenso de post-Washington sostuvo que el logro de buenos resultados económicos requería de la liberalización comercial, de la estabilidad macroeconómica y de la correcta determinación de precios.

Estas cuestiones son importantes para que los mercados funcionen bien. Los inversores no pueden tomar decisiones correctas si la inflación gira en el entorno del 100%.

Hacer funcionar bien los mercados requiere algo más que una baja inflación; requiere regulación fiscal, políticas para la competencia, políticas que faciliten la transmisión de tecnología y promuevan la transparencia, por citar algunos aspectos no tratados en el consenso de Washington.

Se deben incluir otras metas distintas del crecimiento, tales como el desarrollo sostenible, el desarrollo equitativo y el desarrollo democrático.

Hoy en día, una parte muy importante del desarrollo consiste en buscar estrategias complementarias, que sirvan para avanzar en todas estas metas simultáneamente.

Algunas lecciones de la crisis financiera

Como introducción se debe anunciar que los países del Este Asiático no habían seguido estrictamente las recetas dictadas por el Consenso.

La política industrial de estos países, diseñada para acercarse tecnológicamente a los países más avanzados, era, de hecho, contraria al espíritu del Consenso.

Algunos ideólogos han aprovechado la coyuntura para sugerir que la raíz del problema (crisis financiera del Sudeste asiático) radicaba en el sistema de intervención estatal activa.

Sin embargo, los logros, que no solo incluyen aumentos del PBI per capita, sino también incrementos en la esperanza de vida, en el nivel de educación y en una gran reducción de la pobreza, son mejoras reales y más duraderas que la crisis financiera sufrida.

El Consenso también olvidó o subestimó la educación y las mejoras en tecnología, bases del desarrollo sostenible.

El éxito del Consenso como doctrina intelectual se basa en su simplicidad: las políticas se basan en unos pocos indicadores económicos, tales como: inflación, crecimiento de la oferta de dinero, tasas de interés, déficit presupuestario y comercial, que sirven de base para efectuar recomendaciones generales de política económica, pero insuficientes.

No son desdeñables los consejos, porque tienden a lograr un equilibrio macroeconómico fundamental, pero insuficientes, y en algunos casos erróneos.

Luego, son insuficientes en lo que se refiere a limitarse a establecer sólo los prerrequisitos para el desarrollo.

El proceso político puede tener un importante papel en la elección de una dirección económica.

Por lo tanto, la estabilidad macroeconómica y la liberación comercial, como la reforma del sistema financiero, el papel del gobierno como complementador del sector privado y la mejora de la efectividad estatal son aspectos importantes no tratados por el Consenso.

La liberalización comercial y la privatización son aspectos claves de toda política macroeconómica sana, pero no son fines en si mismos.

Solo son medios para alcanzar un mercado menos distorsionado, más competitivo y más eficiente y deben ser complementados por regulaciones efectivas y por políticas de competencia.

Tan importante al menos como crear competencia en el sector anteriormente protegido frente a las importaciones resulta hacerlo en el sector exportador, para mejorar el Sector Externo, fuente de divisas genuinas.

El modelo stándard de teorías económicas predice que los países cambiarán inter-sectorialmente, moviéndose a lo largo de su frontera de producción potencial produciendo más de aquello en lo que son mejores y comprando más de aquello en lo que son peores -ventajas comparativas-, entendiéndose como frontera de producción que no se puede producir un bien adicional sin disminuir la producción de otro a la capacidad máxima de producción.

Haremos un breve resumen sobre los postulados básicos relacionados exclusivamente con el marketing; al cual nos referimos en forma general y a las marcas en forma particular en nuestro trabajo.

Estableciendo la regulación:

La competencia es un ingrediente esencial de toda economía exitosa, pero no es viable en los monopolios naturales.

Las nuevas tecnologías han expandido el ámbito para la competencia en muchos sectores que históricamente han estado fuertemente regulados, como las comunicaciones y la energía eléctrica.

Permitir a una empresa; con poder de mercado en una parte de la industria regulada, ganar una posición de completa dominación sobre las otras partes de esa industria comprometerá seriamente la eficiencia económica.

Forjando políticas de competencia.

Aunque el ámbito de competencia posible se ha expandido, ésta es normalmente imperfecta, sobre todo en los países en vías de desarrollo.

La competencia puede ser suprimida de varias maneras, que incluyen la colusión implícita y los precios predatorios.

El establecimiento de leyes antimonopolios para los países en desarrollo es un tema que no ha sido examinado cuidadosamente. Los países deben elaborar sus propias normas y no tomarlas textuales de normativas más sofisticadas como las de EEUU.

La mejor manera de neutralizar estos abusos sería elaborar leyes de juego limpio para el comercio y la competencia a partir del conocimiento más profundo sobre la naturaleza de la competencia, que ha sido elaborada a lo largo del siglo XX por las autoridades antimonopolios y los economistas de la organización industrial.

El gobierno como complementador de los mercados

Las políticas del Consenso se basaban en el rechazo del papel activista del Estado con una posición antikeynesiana y en la promoción de un Estado minimalista y no intervencionista. La premisa implícita era que los gobiernos son peores que los mercados. Por consiguiente cuanto menor el tamaño del Estado era mejor.

Conseguir que el gobierno se centre en las cuestiones fundamentales –políticas económicas, educación básica, salud, caminos, ley y orden- constituye un objetivo básico.

Pero centrarse en lo fundamental, en absoluto equivale a recetar un gobierno minimalista.

El Estado tiene un rol importante que jugar en la producción de regulaciones apropiadas, la protección y el bienestar social. El Estado debe implicarse más allá de su tamaño.

El gobierno debe servir como complemento de los mercados emprendiendo acciones que hagan que estos funcionen mejor y corrigiendo fallas del mercado, haciendo de catalizador de tales baches. Luego de desarrollado su rol catalítico el Estado debe retirarse, dejando de ser operador activo para pasar a ser controlador activo.

Transfiriendo tecnología

La contabilidad del crecimiento atribuye la mayoría de los aumentos registrados en el ingreso per capita al mejoramiento de la productividad total de los factores, que proviene del incremento de la cantidad de producto por unidad de insumo- valor agregado-, lo que se debe en parte al mejoramiento de la tecnología.

Los beneficios derivados para la sociedad de un aumento de la inversión en tecnología sobrepasan de lejos los beneficios obtenidos por los empresarios individuales.

Sin la acción del gobierno habrá demasiada poca inversión en la producción y adopción de nuevas tecnologías.

Para la mayoría de los países que no se encuentran en la frontera tecnológica o sea al límite máximo de tecnología, es preferible escoger los beneficios asociados con la facilitación de la transferencia de tecnología, que los derivados de la inversión en I+D original. Es decir, dar el salto tecnológico superando estados intermedios.

Las políticas para facilitar la transferencia de tecnología constituyen, pues la clave del desarrollo.

Otra política que puede promover la transferencia de tecnología es la inversión extranjera directa, que llega cuando hay seguridad jurídica y perspectivas de rentabilidad, inexorablemente.

Es posible que surja una tensión entre los incentivos para producir conocimiento y los beneficios derivados de su mayor diseminación.

Un mecanismo probable a adoptar para ello es el sistema acumulativo de la secuencia: copiar-adaptar-innovar-difundir de los países asiáticos. Y formar el Triángulo de Sábato, es decir: la tríada empresa-gobierno-sistema de ciencia y tecnología. [10]

Ampliando las metas del desarrollo

El Consenso de Washington abogó por el uso de una pequeña serie de instrumentos (que incluían la estabilidad macroeconómica, la liberalización comercial y las privatizaciones) para alcanzar una meta limitada: el crecimiento económico.

El consenso post Washington reconoce que es necesario tener un conjunto más amplio de instrumentos.

Incrementos en los niveles de vida, incluyendo mejor educación y salud y no sólo aumentos del PBI. Buscamos desarrollo sostenible.

Pretendemos desarrollo equitativo y que asegure a todos los grupos de la sociedad y no sólo una élite, gocen los frutos del desarrollo.

Y perseguimos desarrollo democrático para que todos los ciudadanos participen por múltiples vías en las decisiones que afectan a sus vidas, reconociéndose que el incremento en tecnología provoca inicialmente un incremento en la desigualdad, por la expulsión de mano de obra no calificada.

El incremento posterior será beneficioso, pero los resultados no son rápidos ni de alcance universal.

Observaciones finales.

El objetivo del Consenso de Washington se basó en el deseo de evitar los peores desastres. Aportó algunos de los fundamentos para el buen funcionamiento de los mercados, pero en forma incompleta y en algunos casos induciendo a errores, que son corregibles ampliando sus postulados.

El éxito de las economías asiáticas dependió de muchas más cosas que la estabilidad macro o las privatizaciones.

Sin un sistema financiero sólido – en cuya creación de reglas intervenga el gobierno- resulta muy difícil movilizar el ahorro o asignar eficientemente el capital.

Si la inversión pública en recursos humanos y transferencia de tecnología es insuficiente, el mercado por sí solo no llenará la brecha.

Estas son las ideas emergentes del Consenso de Washington, y mejoradoras del mismo, reconociendo con humildad su autor, que no tiene todas las respuestas.

En la actualidad las explicaciones sobre el crecimiento económico coinciden en la importancia del aumento de la productividad y fundamentalmente del progreso tecnológico. Pero la perspectiva para el siglo XXI y las deducciones sobre las causas reales del crecimiento económico generaron una revisión acerca de la sostenibilidad de altas tasas de crecimiento en el largo plazo y la participación fundamental del Estado en el pasado y hacia el futuro.

Además de considerar la intensificación del capital, también debemos tener en cuenta los avances tecnológicos. La suma de ambos factores provoca un aumento de la producción por trabajador.

Con los avances logrados en los procesos de producción, los nuevos productos como la electrónica, los avances en la metalurgia, las mejoras en el sector servicios, da lugar a asentarse en una situación estable; la economía disfruta de una creciente producción por trabajador, una suba de los salarios y una mejora en el nivel de vida.

En resumen, el cambio tecnológico, que aumenta la producción obtenida con un conjunto dado de factores, es un ingrediente fundamental del crecimiento de los países, y las diferencias tecnológicas constituyen la principal causa de las diferencias entre los niveles de vida de ellos.

La influencia de Schumpeter –el adalid de la innovación- es notoria.

Con ello arribamos al Modelo de Main Steet donde la premisa fundamental es el avance tecnológico, estimulado por la promesa del uso rentable de la innovación mediante la protección del invento a través de derechos de propiedad, licencias y patentes.

Pero el cambio tecnológico responde a los incentivos del mercado, por lo que, si las expectativas sobre el crecimiento son negativas los empresarios reducen la inversión en investigación.

Es decir que, el beneficio potencial que estimula el avance tecnológico depende de las expectativas sobre el aumento de la demanda agregada, que se logra a través de salarios altos que estimulan el consumo y que son financiados por el aumento de la productividad y la promoción estatal de cambio tecnológico y la inversión pública.

El modelo puede resumirse en cuatro supuestos:

1. El crecimiento se basa en el cambio tecnológico

2. La innovación tecnológica es una función del beneficio potencial.

3. El beneficio potencial es una función del aumento previsto de la demanda, es decir, de las expectativas de crecimiento que generan mejores beneficios esperados.

4. Por lo tanto, el crecimiento es una función el aumento previsto de la demanda.

En síntesis, el modelo de Main Street dice que únicamente la innovación es insuficiente para generar crecimiento si no hay expectativas favorables.

Por ello, el Estado, como agente activo y para lograr esos fines debe promocionar la tecnología y el bienestar, como políticas de Estado, utilizando todos los instrumentos a su alcance.

El modelo de Main Street, da lugar a muchos éxitos en la conducción económica de los países en vías de desarrollo, dando lugar a un incremento de la producción de bienes y servicios y por ende a una disminución paulatina de los niveles de desempleo, incremento de la capacidad de consumo de los trabajadores, mejoramiento de la rentabilidad empresaria, superávit de las cuentas fiscales y del saldo comercial de la balanza de pagos y reconstitución de las reservas.

Reconoce Arriazu [11]que este proceso, puesto en funciones en Argentina está generando una incipiente puja distributiva sectorial salarios/precios, que se reconoce como una de las fuentes incipientes de inflación. Asimismo las retenciones a los productos exportables dan pie al descontento de los sectores involucrados. Luego, puede esperarse un recrudecimiento de los conflictos si no se armoniza el comportamiento de las principales variables económicas, políticas y sociales, y se logra un balance entre objetivos de corto y largo plazo.

Para concluir con el análisis de la globalización, con algunos comentarios sobre Argentina, damos paso a los comentarios finales.

El fenómeno de la expansión de las corporaciones capitalistas hemos visto que no es nuevo y ello se reafirma con un ejemplo a renglón seguido.

Creemos interesante insertar los comentarios ad hoc de la entrevista realizada por Seminario a Dipesh Chakrabarty, físico y Dr. en Historia, hoy profesor de la Universidad de Chicago, investigador relevante en el área de la historiografía.[12]

El autor dice sobre el entrevistado: ¨Desde un punto de vista europeo u occidental, podría decirse que Dipesh Chakrabarty desarrolló una interpretación de la historia desde los márgenes de la historia. Pero ocurre que el legado poscolonial de ese eurocentrismo que este académico indio juzga a la vez necesario e insuficiente para explicar los procesos históricos del mundo en desarrollo – y de la India en particular- es justamente lo que él mismo convirtió en su objeto de estudio¨.

En una apretada síntesis de las respuestas dadas por Chakrabarty, extraemos su visión de que las mismas palabras, como derechos, igualdad y democracia, que de algún modo son parte de la expansión europea y la dominación, si bien conceptualmente significan lo mismo en todas partes, en la práctica expresan cosas distintas.

También está convencido que ¨el capitalismo no necesariamente homogeneiza el mundo¨. La globalización en la India, afirma, beneficia a un 30% de sus habitantes, es decir que excluye a una mayoría del 70% . Hay un legado de colonialismo aún en la globalización y que el temor de India hacia este ¨neocolonialismo¨ es parte del propio legado colonial, en el que Occidente es, en su conjunto, una potencia depredadora¨.

Interesantes conceptos, matices a incorporar en cuanto se desee reflexionar sobre los beneficios y perjuicios de la globalización, y en especial determinar en suma, si el saldo es superavitario o no.

Clamar acríticamente por las ventajas de la globalización es tan malo como denostarlas con igual actitud.

No deja de ser cierto que en los últimos diez años y hasta fines de 2007 el PBI mundial creció a una tasa promedio anual del 4,8% superior a la media histórica del 3%.

La contribución de China en alcanzar estas magnitudes es significativa, y lo hizo a través de la exportación de productos y servicios basados en uso de capital intensivo y mano de obra barata.

Las exportaciones de China fueron durante 2006 de 970 billones de dólares, desplazando del primer lugar como exportador a Alemania. Todo ello en un contexto de aumento del precio del petróleo, inédito en la historia.

Asimismo y para destacar el grado de independencia logrado por China debemos observar la falta de impacto de la crisis de liquidez desatada por el affaire de las hipotecas con créditos sub prime en EEUU.

Tanto la UE como EEUU acudieron a la aplicación de medidas monetaristas ortodoxas iniciando la baja de tasas de interés y la inyección de ingentes masas de liquidez para propiciar el consumo, y por ende sostener la demanda en los mercados.

En su lugar, China hizo exactamente lo contrario, intentando enfriar su economía, recalentada por años y años de crecimiento sostenido y acumulativo anual de más del 9% del PBI. Lo cual abona la tesis de que una economía fuerte, con una unidad de mando que tiene políticas de Estado basadas en la planificación, puede –y debe- tener autonomía para adoptar las medidas que beneficien a su mercado.

Esta recorrida por el nacimiento del capitalismo, la creación espontánea de los mercados, los cambios de cultura de la sociedad y algunos ejemplos de doctrinas económicas aplicadas con cambiante éxito, está orientada a situarnos en el contexto, donde inserto a él se encuentra el mercado que será el target adonde apuntará la estrategia de marketing pergeñada por la empresa.

La industria cultural

Introducción a la Industria Cultural

A través de la historia el individuo humano se ha visto esclavizado de diversas maneras. Muchas corrientes, pensadores y acontecimientos surgieron en contra de esta situación y a favor de la liberación del hombre. Muchos cambios y luchas sucedieron para lograr lo que hoy llamamos libertad. Pero, ¿Somos realmente libres? Porque hasta la actualidad la liberación humana es solo una farsa, una promesa incumplida, de la que cada uno ya se ha familiarizado.

"El hombre es víctima de la Industria Cultural, producto del proceso Capitalista". Ese es el corazón, digamos el centro, la esencia de nuestra posición. Es una protesta cuestionadora de la civilización capitalista moderna, y para ser más precisos la del capitalismo salvaje, refiriéndose a valores sociales, culturales, políticos, religiosos, etc.

Se asemeja de alguna manera a una crítica romántica, porque en el Romanticismo se encuentran estos dos elementos: una critica, una protesta, un rechazo muchas veces profundo, rotundo, radical de la civilización capitalista. El Romanticismo[13]no es solamente una escuela literaria, sino que es una protesta cultural en contra del capitalismo; o de una manera más amplia, en oposición a la civilización industrial capitalista moderna. Es un movimiento cultural que atraviesa todos los campos de la cultura humana, el arte, la literatura, la filosofía, la teología, la política, las ciencias sociales, la antropología, la economía; está presente en todos esos terrenos.

En ese clima, donde los signos de la industrialización surgen en distintos campos productivos nació una profunda revolución intelectual, en el campo de la sensibilidad, de las ideas, del pensamiento, de la creación artística, que dió cuenta del arribo definitivo de una época inédita y moderna.

Lo Romántico tiene entonces ese fondo antiguo, como fantasmal para develar sobre que se trata ese sueño moderno, que venía a llenar pero a la vez, vaciar al mundo. Y en ese contraste, brotó una crítica romántica por la pérdida de ese sentimiento que reúne lo humano, que construye la clave del hombre particularizado, del hombre en singular, del yo intransferible. Reconciliar al hombre partido en alma y cuerpo. Suturar las distancias que separan mundo y lenguaje, verdad y felicidad, ideas y sentimientos, razón y sin razón, ciencia y videncia. Arte y mito. Naturaleza y criatura.

El Romanticismo percibía las hondas grietas que se abren bajo la lógica racional moderna entre el hombre y la naturaleza. Entre el hombre y una auténtica relación con el mundo. Entre el hombre y ese cúmulo de sentimientos indecibles, oscuridades, instintos, voliciones, que lo constituyen. La razón científica, la ley mecánica, el mundo devenido extensión medible, cuantificable, calculable, no da cuenta de los sentidos y de la naturaleza más genuina de lo humano en la historia.

Esa será la crítica más severa y abarcadora del pensar romántico.

El Romanticismo abrió las compuertas literarias pero también las existenciales, de lo que la vida tiene de secreto, de magia, de experiencia intransferible. El Romanticismo fue la gran madre proveedora.

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