En medio de la última crisis económica que afectó a Argentina, los bancos y las empresas de consumo masivo se unieron para ofrecer promociones y evitar así que se cumplieran los pronósticos que auguraban una brutal caída de las ventas.[61]
Así como las empresas se retiraron parcialmente una vez aminorado los desajustes del mercado, los bancos continuaron con ella, siendo el caso más conspicuo la publicidad de Santander Río, con una lograda puesta graciosa de Stella y Amore, que ha pegado en el público.
¨El Banco va a seguir con estos beneficios que estimulan el consumo y afianzan la relación con los clientes. La estrategia ha sido muy exitosa. El 80% de la gente se maneja con descuentos¨ decía Roberto Ripari, gerente de Marketing del citado banco (fuente citada).
Las empresas son reticentes a esa estrategia, quejándose de una muy baja rentabilidad, que deben intentar mantener para satisfacción de sus accionistas.
Aunque se resisten, es difícil ignorar los descuentos si quieren mantener el nivel de ventas, estimulado por la inflación que estimula a consumir anticipadamente por la expectativa de alza de precios.
De ordinario se puede ver que a pesar de las mayores ventas, si a éstas se les resta la incidencia de la inflación terminan siendo inferiores en comparación con períodos de mayor estabilidad.
Es de ver que muchos rubros de consumo masivo son fuertemente impactados por las crisis, y sufren caídas relevantes en sus volúmenes de venta.
Por ejemplo, los jeans ¨tienen particularidades interesantes, denota desde el ritmo económico de un país (en EEUU, durante la crisis, su venta tuvo una brusca caída y ahora está recuperándose) hasta la identificación, pertenencia a distintos segmentos, tribus. Desde siempre los jeans y las zapatillas identifican¨ asegura Adriana De Bossi, directora de Key Market.[62]
Es interesante ver que en este rubro la marca preferida indiscutiblemente es Levi´s y es marca de una compañía internacional. Las pequeñas y medianas industrias argentinas han logrado, de cualquier modo entrar en los sectores socioeconómicos medios y altos a través de marcas como Rapsodia, Jazmín Chebar, Akiabara, María Cher y Ayres.
Dentro del sector etario de 15 á 18 años y detrás de Levi´s se destacaron Muaa, Kosiuko, Complot y 47Street.
Pero a pesar de que Levi´s es la marca preferida, de la medición efectuada es la más consumida. Resulta que las cinco primeras marcas de venta más vendidas concentran sólo un 15% del mercado, algunas de ellas desconocidas por el público ya que se venden a supermercados y mayoristas bajo otros nombres.
El efecto sustitución se ha debido a precios más económicos y su uso es el específico de prenda de vestir y no relevante de un cierto status real o pretendido. Por ejemplo el target buscado de poder económico y pertenencia es estrategia de la marca Jazmín Chebar y su director Claudio Drescher confiesa que la intención de la empresa no es crear tendencia ni masivos: ¨hemos tenido un modelo muy exitoso y lo dejamos de fabricar, nuestras clientas buscan exclusividad¨.(fuente citada).
Sin embargo no es desdeñable destacar que las ventas de bienes de lujo cayeron en todo el mundo, producto de la crisis, lo cual es novedoso porque los productos y marcas de lujo eran inelásticos a la baja, inmunes a los vendavales económicos.
En el 2009 los productos Premium tuvieron una baja del 8% a nivel mundial, que representa una facturación de 153.000 millones de euros, según indica la octava edición del estudio ¨Luxury Goods World-Wide Market¨ que realiza anualmente Bain&Co., en el que advierten, además, que se esperan cambios dramáticos para la próxima década en el mercado de productos de lujo.[63]
Los pronósticos de Bain&Co para 2009 fueron una caída del 11%; los cueros, zapatos y accesorios con una leve caída del 1% y el más castigado el de las joyas, los relojes y otros productos hard, con una caída de ventas del 18%
Argentina, no ajena a la crisis vió el éxodo de varias franquicias Premium como Armani y Valentino. Algunas resisten en el ghetto fashion de Buenos Aires, el Patio Bullrich donde persisten Hermes, Polo, Salvatore Ferragamo, Ermenegildo Zegna y Hugo Boss.
Los productos de cosmética Premium de L´Oreal (Armani, Cacharel y Paloma Picasso) cerraron el año con caídas de entre el 5% y 10% en unidades, pero con un crecimiento cercano al 5% en facturación, que no alcanzaría a cubrir la desvalorización/deflactación por inflación.
En última instancia, si bien en algunos casos las caídas no fueron relevantes o significativas, si provocaron un freno a nuevas inversiones.
La lucha se ha centrado, en muchos casos en el precio, aún para marcas de lujo, que han tercerizado sus producciones.
La marroquinería estadounidense Coach se fabrica en China e India; Calvin Klein subcontrata en Asia; Las chombas Tommy Hilfiger y Ralph Lauren se cosen en Indonesia; los productos italianos de Prada no se hacen exclusivamente en Italia sino que buena parte se hace en Turquía; Armani recurre a subcontratistas de Europa del este y China; la británica Burberrys hace sus impermeables en el Reino Unido, pero sus remeras en China. [64]
¨Hay dos tipos de deslocalización: uno para buscar un know how que no existe en otra parte y el otro para buscar economías con mano de obra muy barata¨ dice Nicolás Boulanger, de la firma de analistas Eurostaff.[65]
Hasta Chanel, empresa de super lujo del mundo asegura que produce exclusivamente en Francia, pero cuando su bordador no pudo cumplir todas las órdenes de prêt à porter, Chanel subcontrató en India.
Obviamente que el saber hacer (know how), la calidad de producción y el bajo costo de mano de obra, juntos o separadamente son tomados en cuenta para las decisiones de fabricación. Costos más bajos implican, o precios de venta menores o mayor rentabilidad para los accionistas. Tememos que el factor preponderante sea éste último.
Por supuesto que muchas de esas empresas del lujo no hesitan en la utilización de mano de obra infantil, como sugiere el artículo citado para Valentino, usando para sus confecciones la destreza de ¨pequeñas manos egipcias¨ o de inmigrantes ilegales bolivianos y peruanos de ¨cama caliente¨ bajo régimen semi-esclavo para varias marcas conocidas que tienen lujosos locales en los shopping de Buenos Aires.
El temor que tienen las corporaciones multinacionales frente a las críticas de los opositores a la globalización en los países desarrollados es motivo de preocupación, y han salido a hacer una importante defensa del rol de las marcas globales, aduciendo su colaboración al bienestar general y conveniencias de los consumidores y su contribución al desarrollo económico y social.[66]
Por supuesto que, conscientes de cierta falsedad en sus afirmaciones, deben agregar, enfatizando, ¨es condición sine qua non que los empresarios y los hombres de negocios y todos quienes participan con ellos en la función productiva y comercial actúen con la más rigurosa autorregulación ética, plena responsabilidad social y comprometidos con el bien común y el respeto a los derechos de sus consumidores, trabajadores y competidores¨.
Lamentamos tener que afirmar que el párrafo precedente es una utopía, desmentida por la realidad que se nos muestra diariamente en todos los medios.
La búsqueda de mano de obra barata en países del tercer mundo, sin controles del trabajo infantil, sin acceso a obras sociales que velen por su salud, con salarios exiguos y jornadas de trabajo extensas, son una realidad incontrastable.
Desde la aparición del libro ¨The Hidden Persuaders¨ publicado en Argentina como ¨Las formas ocultas de la propaganda¨de Vance Packard[67]en la década del 50 no ha aparecido un libro tan revulsivo como ¨No al Logo¨de Naomi Klein, la nueva abanderada antimarca.
Sostiene la autora que las marcas representan una gran porción del valor de las compañías, y que son la mayor fuente de sus utilidades.
Por ello, estas empresas han adoptado un marketing de aspiraciones, imágenes y estilos de vida y alivianan sus estructuras trasladando sus plantas del primer mundo a proveedores del tercer mundo.
Su poder condiciona a través de la publicidad en todos los medios disponibles, y hemos visto que aquél de mayor penetración, que es la televisión, es una empresa comercial que vive –y lucra- de la publicidad que vende a sus patrocinadores.
Es tan importante la marca, que hemos conocido conspicuos ejemplos, de cuando un personaje representativo de una marca tiene un percance que hace declinar su imagen, inmediatamente ve cancelar sus contratos publicitarios.
Bastan como ejemplos nacional e internacional con Maradona y Tiger Woods respectivamente.
Las nuevas formas de competencia, las marcas de los supermercados y grandes tiendas y cadenas de farmacias, la proliferación de movimientos anti-globalización y activistas contra las corporaciones multinacionales, están haciendo que las marcas globales se sientan vulnerables. Tal desafío implicará algún cambio de estrategia a mediano plazo para revertir la situación, puesto que el deber de las empresas es el de generar utilidades a sus accionistas, y si son crecientes, mucho mejor. Lo cual no está mal, si se cumple el corolario tan bien descripto por Northcote y las compañías dejan de estar insertas en el capitalismo salvaje para ingresar en el capitalismo social.
Las compañías deberán acudir a nuevas formas, estrategias sobre las marcas porque hoy el objetivo son ellas y no el producto. La construcción de las marcas exigirá todos los esfuerzos y no vacilarán en acudir a los sociólogos y psicólogos para ayudarlos a entender y canalizar las preferencias de los consumidores a la marca generada.
¨Podemos adoptar la decisión de usar nuestros crecientes conocimientos para esclavizar a las personas en formas no soñadas hasta hoy, para dominarlas por medios elegidos con tantos cuidados, que tal vez jamás se den cuenta de la pérdida de su personalidad.[68]
Los ingenieros del hombre trabajan en diversos campos para dominar, manipular y moldear la vida de un gran número de personas, y estos tecnólogos se basan en los descubrimientos de la ciencia de la conducta, de la biología y de las ciencias de la computación y comunicación.
Análisis motivacional llaman los especialistas al instrumento utilizado para evaluar los motivos humanos para luego ser aplicados a la manipulación, manejo y adoctrinamiento en cuanto a diversos objetivos, siendo uno de ellos el uso del marca dentro del marketing corporativo. Sin desmedro de otros usos, como por ejemplo las campañas políticas, la selección de personal, los recolectores de colectas, el moldeo de jefes y gerentes para el manejo de sus subordinados y cientos de aplicaciones posibles, hasta llegar a la manipulación de grandes masas a través del uso de la psicología social.
Es probable que un lector inadvertido considere excesivas las afirmaciones sobre lo que dio en llamarse análisis motivacional, o sea todo lo que afecte a los distintos aspectos de la conducta humana.
Para probar que la palabra excesos queda chica para describir algunos experimentos efectuados en prestigiosas universidades estadounidenses como Yale y Stanford, daremos a conocer los mismos, para que el lector saque sus propias conclusiones,
Experimento de Milgram [69]
El experimento de Milgram fue una serie de experimentos de psicología social llevado a cabo por Stanley Milgram, psicólogo en la Universidad de Yale, y descrito en un artículo publicado en 1963 en la revista Journal of Abnormal and Social Psychology bajo el título Behavioral Study of Obedience (Estudio del comportamiento de la obediencia) y resumido en 1974 en su libro Obedience to authority. An experimental view (Obediencia a la autoridad. Un punto de vista experimental). El fin de la prueba era medir la buena voluntad de un participante a obedecer las órdenes de una autoridad aun cuando éstas puedan entrar en conflicto con su conciencia personal.
El investigador (V) persuade al participante (L) para que de lo que éste cree son descargas eléctricas dolorosas a otro sujeto (S), el cual es un actor que simula recibirlas. Muchos participantes continuaron dando descargas a pesar de las súplicas del actor para que no lo hiciesen.
Milgram resumiría el experimento en su artículo "Los peligros de la obediencia" en 1974 escribiendo:
Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros y, con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio.
Stanley Milgram. The Perils of Obedience (Los peligros de la obediencia. 1974
Método del experimento
A través de anuncios en un periódico de New Haven (Connecticut) se reclamaban voluntarios para participar en un ensayo relativo al "estudio de la memoria y el aprendizaje" en Yale, por lo que se les pagaba cuatro dólares (equivalente a 28 dólares actuales) más dietas. A los voluntarios que se presentaron se les ocultó que en realidad iban a participar en un investigación sobre la obediencia a la autoridad. Los participantes eran personas de entre 20 y 50 años de edad de todo tipo de educación: desde los que acababan de salir de la escuela primaria a participantes con doctorados.
El experimento requiere tres personas: El experimentador (el investigador de la universidad), el "maestro" (el voluntario que leyó el anuncio en el periódico) y el "alumno" (un cómplice del experimentador que se hace pasar por participante en el experimento). El experimentador le explica al participante que tiene que hacer de maestro, y tiene que castigar con descargas eléctricas al alumno cada vez que falle una pregunta.
A continuación, cada uno de los dos participantes escoge un papel de una caja que determinará su rol en el experimento. El cómplice toma su papel y dice haber sido designado como "alumno". El participante voluntario toma el suyo y ve que dice "maestro". En realidad en ambos papeles ponía "maestro" y así se consigue que el voluntario con quien se va a experimentar reciba forzosamente el papel de "maestro".
Separado por un módulo de vidrio del "maestro", el "alumno" se sienta en una especie de silla eléctrica y se le ata para "impedir un movimiento excesivo". Se le colocan unos electrodos en su cuerpo con crema "para evitar quemaduras" y se señala que las descargas pueden llegar a ser extremadamente dolorosas pero que no provocarán daños irreversibles. Todo esto lo observa el participante.
Se comienza dando tanto al "maestro" como al "alumno" una descarga real de 45 voltios con el fin de que el "maestro" compruebe el dolor del castigo y la sensación desagradable que recibirá su "alumno". Seguidamente el investigador, sentado en el mismo módulo en el que se encuentra el "maestro", proporciona al "maestro" una lista con pares de palabras que ha de enseñar al "alumno". El "maestro" comienza leyendo la lista a éste y tras finalizar le leerá únicamente la primera mitad de los pares de palabras dando al "alumno" cuatro posibles respuestas para cada una de ellas. Éste indicará cuál de estas palabras corresponde con su par leída presionando un botón (del 1 al 4 en función de cuál cree que es la correcta). Si la respuesta es errónea, el "alumno" recibirá del "maestro" una primera descarga de 15 voltios que irá aumentando en intensidad hasta los 30 niveles de descarga existentes, es decir, 450 voltios. Si es correcta, se pasará a la palabra siguiente.
El "maestro" cree que está dando descargas al "alumno" cuando en realidad todo es una simulación. El "alumno" ha sido previamente aleccionado por el investigador para que vaya simulando los efectos de las sucesivas descargas. Así, a medida que el nivel de descarga aumenta, el "alumno" comienza a golpear en el vidrio que lo separa del "maestro" y se queja de su condición de enfermo del corazón, luego aullará de dolor, pedirá el fin del experimento, y finalmente, al alcanzarse los 270 voltios, gritará de agonía. Lo que el participante escucha es en realidad un grabación de gemidos y gritos de dolor. Si el nivel de supuesto dolor alcanza los 300 voltios, el "alumno" dejará de responder a las preguntas y se producirán estertores previos al coma.
Por lo general, cuando los "maestros" alcanzaban los 75 voltios, se ponían nerviosos ante las quejas de dolor de sus "alumnos" y deseaban parar el experimento, pero la férrea autoridad del investigador les hacía continuar. Al llegar a los 135 voltios, muchos de los "maestros" se detenían y se preguntaban el propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables de las posibles consecuencias. Algunos participantes incluso comenzaban a reír nerviosos al oír los gritos de dolor provenientes de su "alumno".
Si el "maestro" expresaba al investigador su deseo de no continuar, éste le indicaba imperativamente y según el grado:
Continúe, por favor.
El experimento requiere que usted continúe.
Es absolutamente esencial que usted continúe.
Usted no tiene opción alguna. Debe continuar.
Si después de esta última frase el "maestro" se negaba a continuar, se paraba el experimento. Si no, se detenía después de que hubiera administrado el máximo de 450 voltios tres veces seguidas.
En el experimento original, el 65% de los participantes (26 de 40) aplicaron la descarga de 450 voltios, aunque muchos se sentían incómodos al hacerlo. Todo el mundo paró en cierto punto y cuestionó el experimento, algunos incluso dijeron que devolverían el dinero que les habían pagado. Ningún participante se negó rotundamente a aplicar más descargas antes de alcanzar los 300 voltios.
El estudio posterior de los resultados y el análisis de los múltiples tests realizados a los participantes demostraron que los "maestros" con un contexto social más parecido al de su "alumno" paraban el experimento antes.
Además de este proyecto, Milgram realizó otro en el que se utilizaban ratones de experimentación. El experimento consistía en mostrarles la salida a los ratones, dentro de una caja de paredes electrificadas. El ratón entendía que la salida no le beneficiaba y seguía a la próxima pared, para así encontrar la salida. El experimento muestra que el ratón tanto como el ser humano puede ser condicionado con presión para hacer lo que pide el demandante o maestro como en el experimento con alumnos
Resultados
Milgram rodó una película documental que demostraba el experimento y sus resultados, titulada Obediencia, cuyas copias originales son difíciles de encontrar hoy en día.
Antes de llevar a cabo el experimento, el equipo de Milgram estimó cuáles podían ser los resultados en función de encuestas hechas a estudiantes, adultos de clase media y psicólogos. Consideraron que el promedio de descarga se situaría en 130 voltios con una obediencia al investigador del 0%. Todos ellos creyeron unánimemente que solamente algunos sádicos aplicarían el voltaje máximo.
El desconcierto fue grande cuando se comprobó que el 65% de los sujetos que participaron como "maestros" en el experimento administraron el voltaje límite de 450 a sus "alumnos", aunque a muchos les colocase el hacerlo en una situación absolutamente incómoda. Ningún participante paró en el nivel de 300 voltios, límite en el que el alumno dejaba de dar señales de vida. Otros psicólogos de todo el mundo llevaron a cabo variantes de la prueba con resultados similares, a veces con diversas variaciones en el experimento.
En 1999, Thomas Blass, profesor de la universidad de Maryland publicó un análisis de todos los experimentos de este tipo realizados hasta entonces y concluyó que el porcentaje de participantes que aplicaban voltajes notables se situaba entre el 61% y el 66% sin importar el año de realización ni la localización de los estudios.
Reacciones
Lo primero que se preguntó el desconcertado equipo de Milgram fue cómo era posible que se hubiesen obtenido estos resultados. A primera vista, la conducta de los participantes no revelaba tal grado de sadismo, ya que se mostraban preocupados por su propia conducta. Todos se mostraban nerviosos y preocupados por el cariz que estaba tomando la situación y, al enterarse de que en realidad el cobayo humano no era más que un actor y que no le habían hecho daño, suspiraban aliviados. Por otro lado eran plenamente conscientes del dolor que habían estado inflingiendo, pues al preguntarles por cuánto sufrimiento había experimentado el alumno la media fue de 13 en una escala de 14.
El experimento planteó preguntas sobre la ética de la experimentación científica en sí misma debido a la tensión emocional extrema sufrida por los participantes (aunque se podría decir que dicha tensión fue provocada por sus propias y libres acciones). La mayoría de los científicos modernos considerarían el experimento hoy inmoral, aunque dio lugar a valiosos estudios sobre la psicología humana.
En defensa de Milgram hay que señalar que el 84% de participantes dijeron a posteriori que estaban "contentos" o "muy contentos" de haber participado en el estudio y un 15% les era indiferente (respondieron un 92% de todos los participantes). Muchos le expresaron su gratitud más adelante y Milgram recibió en varias ocasiones ofrecimientos y peticiones de ayuda de los antiguos participantes.
Hay un colofón poco conocido del experimento Milgram, reportado por Philip Zimbardo: Ninguno de los participantes que se negaron a administrar las descargas eléctricas finales solicitaron que terminara el experimento (que se dejaran de realizar ese tipo de sesiones) ni acudieron al otro cuarto a revisar el estado de salud de la víctima sin antes solicitar permiso para ello.
Sin embargo, no todos los participantes experimentaron este cambio en su vida. De acuerdo con los estándares modernos, los participantes no fueron totalmente desengañados, y algunas entrevistas de salida indicaron que muchos participantes nunca entendieron del todo la naturaleza del experimento.
En 1981 Tom Peters y Robert H. Waterman Jr. escribieron que el Experimento Milgram y el posterior Experimento Zimbardo en la Universidad de Stanford eran aterradores en sus implicaciones acerca del peligro que amenazaba en el lado oscuro de la naturaleza humana.
Interpretaciones
El profesor Milgram elaboró dos teorías que explicaban sus resultados:
La primera es la teoría del conformismo, basada en el trabajo de Solomon Asch, que describe la relación fundamental entre el grupo de referencia y la persona individual. Un sujeto que no tiene la habilidad ni el conocimiento para tomar decisiones, particularmente en una crisis, lo cual llevará la toma de decisiones al grupo y su jerarquía. El grupo es el modelo de comportamiento de la persona.
La segunda es la teoría de la cosificación (agentic state), donde, según Milgram, la esencia de la obediencia consiste en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un instrumento que realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se considera a sí mismo responsable de sus actos. Una vez que esta transformación de la percepción personal ha ocurrido en el individuo, todas las características esenciales de la obediencia ocurren. Este es el fundamento del respeto militar a la autoridad: los soldados seguirán, obedecerán y ejecutarán órdenes e instrucciones dictadas por los superiores, con el entendimiento de que la responsabilidad de sus actos recae en el mando de sus superiores jerárquicos.
Experimento de la cárcel de Stanford [70]
El experimento de la cárcel de Stanford es un conocido estudio psicológico de la respuesta humana a la cautividad, en particular a las circunstancias reales de la vida en prisión y los efectos de los roles sociales impuestos en la conducta. Fue llevado a cabo en 1971 por un equipo de investigadores liderado por Philip Zimbardo de la Universidad de Stanford. Se reclutaron voluntarios que desempeñarían los roles de guardias y prisioneros en una prisión ficticia. Sin embargo, el experimento se les fue pronto de las manos y se canceló en la primera semana.
Y le siguen otros como los experimentos de Sherif que trata sobre la influencia del grupo sobre el pensamiento individual; el experimento de Asch, que trata sobre el poder de conformidad de los grupos o el de Robber´s Cave sobre el prejuicio en los grupos sociales. Estos últimos, afortunadamente menos morbosos pero no por ello menos inquietantes que los dos primeros.
Como conclusión podemos decir, siguiendo a Northcote, que uno no puede dejar de presumir que no sería improbable la utilización de todos los medios a su alcance para que los encargados de marketing usen estas herramientas en la búsqueda de consumidores, sin descartar a los niños y adolescentes.
¨La publicidad ofrece más que la alegría de la posesión; promete la inserción en un grupo, la validación social. Y ese es un proceso que comienza en el mundo infantil¨, dice el Dr.en Ciencias de la Comunicación y profesor de la Universidad de Sao Paulo Clovis de Barros Filho.[71]
En la opinión de numerosos investigadores citados en el artículo referido coinciden que el resultado del bombardeo de publicidad dirigida a los niños provoca un cercenamiento de la creatividad en la infancia, obteniendo niños clones unos de otros, que escuchan la misma música, usan ropas similares y tienen pautas de comportamientos análogos.
En definitiva los chicos están siendo víctimas de una sociedad que hemos consagrado como modelo maravilloso de tecnificación, donde se va dejando de lado el reconocimiento de los seres humanos, nos dice Eva Giberti, especialista en niños.
Por lo tanto consideramos que cierto control sobre los contenidos publicitarios no sería desacertado con el objetivo exclusivo y especial de que tomen vigencia las propuestas de autorregulación, ética y responsabilidad social que le cabe a toda la sociedad, sin detenerse exclusivamente en las corporaciones multinacionales.
Esto es deber de la sociedad en su conjunto y en un contexto mayor que la simple oferta y demanda de productos y técnicas de marketing, y su instrumento, la marca.
Autor:
Cristina R. Díaz
Ciencias de la Comunicación
Universidad de Buenos Aires
Consultor:
Roberto Yrago
Licenciado en Administración
Posgrado en gestión de Pyme´s
Universidad de Buenos Aires
2010
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