El desencanto de Europa (impotencia, melancolía y suicidio económico) (página 2)
Enviado por Ricardo Lomoro
Walter sufrió convulsiones por el alcohol, parálisis temporal y cirrosis en el hígado. Su doctor le advirtió que otro litro de alcohol podía causarle daños permanentes en el cerebro e incluso la muerte. Pero ni eso lo convenció de parar. "De alguna forma no pensé que me pasaría a mí", reflexiona. "También pensaba que de todas formas todos moriríamos joven".
Eventualmente, y gracias a la insistencia de su hija, Walter dejó la bebida y ahora lleva un club de adictos en recuperación con los que se reúne en el centro The Bridge todos los domingos. Algunos nadan, otros participan en talleres de música o simplemente pasan el día en el café. En la última década, Walter cuenta que ha escuchado de ocho casos de suicidios en las residencias donde solía vivir.
"Uno era un amigo, nunca sospeché que sería alguien que pudiera hacerlo. Sencillamente se fue a casa y se ahorcó. Y también hubo otros que había visto en el bar. Era a los que les preguntabas cómo estaban, y ahora, de repente, ya no están".
Las tasas de homicidio en Glasgow han disminuido casi un 40% desde 2007, en parte debido a un proyecto policial innovador para atacar el crimen con navajas. Pero aun así, la ciudad tiene el doble de asesinatos que Londres, y el abuso de drogas también es algo común.
Fondo del problema
¿Qué explica un comportamiento tan autodestructivo? Psicólogos, epidemiólogos, sociólogos y otros expertos han debatido mucho sobre qué es lo que pasa en Glasgow que socava fatalmente la salud y el bienestar.
Harry Burns, quien hasta hace poco era el jefe médico del ayuntamiento, tiene su propia teoría. Cree que la desindustrialización en una ciudad, en la que una vez decenas de miles de personas trabajaban en fábricas y astilleros, ha herido profundamente el orgullo local. Están desmoralizados.
"Ser un soldador en un astillero era un trabajo frío y peligroso", señala. "Pero te daba una identidad cultural". "Nadie está diciendo que la gente de Glasgow son un modelo de salud, pero sencillamente no hay pruebas de que somos lo que somos porque comemos grandes cantidades de grasa o fumamos inmensas cantidades de cigarrillos. Esa no es la explicación", agrega Burns.
Este experto está convencido de que los problemas económicos y sociales que la ciudad ha experimentado durante las últimas décadas tienen que ver con lo que llama "la tormenta perfecta de adversidades". "En los lugares donde las comunidades tradicionales pierden las anclas de sus tradiciones culturales, ocurren las mismas cosas: aumenta la mortalidad a causa del alcohol, drogas y violencia", explica. "La respuesta no es la típica promoción de la salud, pues donde pierdes el sentido de control de tu vida hay muy poco incentivo para dejar de fumar o beber. La respuesta está en redescubrir un sentido del propósito y autoestima".
Algunos lo logran en carpinterías donde martillan y cincelan la madera. La fundación Galgael ofrece tanto a hombres como mujeres cursos que les ayuden a superar sus adicciones y problemas para la salud. Esta comunidad de carpintería se trata de crear amistad y reconstruir la confianza.
Jack, un hombre de casi 30 años, está tallando dragones celtas en una tabla de madera. Su doctor lo remitió a Galgael, un recinto que en el pasado fue uno de los mayores centros de construcción de barcos del mundo, después de haber sufrido palpitaciones, ataques de pánico y agorafobia aguda. "Hace como año y medio me desconecté completamente, cerré mi puerta y no salí", cuenta. "Venir me ha ayudado a volver a acostumbrarme a estar rodeado de gente".
El inicio y no el final
El efecto Glasgow bien podría aliviarse con los proyectos de integración social. Pero sus raíces son, de acuerdo con algunos, tan profundas que tienes que excavar un poco más para encontrar una explicación. A unos kilómetros de Galgael, en la zona acaudalada de la ciudad, hay una mujer con su propia teoría -una que está atada a la historia de Glasgow.
La autora Carol Craig dice que para entender las muertes prematuras que ocurren aquí no hay que fijarse en el fin de los astilleros y fábricas, sino en el inicio. A principio del siglo XVIII, el escritor Daniel Defoe describió esta ciudad como "la más limpia, hermosa y mejor construida del Reino Unido". Pero cuando la Revolución Industrial atrajo a miles de personas de todas partes del país, hubo una explosión de la población, y para muchos el lugar se convirtió en un auténtico infierno.
Craig explica que en 1891 la ciudad de Londres describió aglomeración como dos o más personas en una habitación. Mientras que en la capital británica un tercio de la población caía en esta categoría, en Glasgow eran dos de cada tres, o incluso el doble, los residentes que vivían hacinados.
La escritora considera que la proximidad forzada obligó a los hombres a salir de sus hogares hacia el bar. "Era una especie de mecanismo de supervivencia. En el Glasgow de antes, los viernes -cuando los hombres recibían la paga- veías a las mujeres haciendo cola fuera de sus lugares de trabajo y bares para rescatar algo del dinero".
Craig sugiere que la rápida industrialización en Glasgow produjo una tóxica masculinidad que destruyó la vida familiar. "Hay un fracaso de las relaciones personales que nadie está enfrentando". "Es significativo porque ¿qué es lo más importante en la salud de los hombres? Estar casados, puede significar tanto como siete años más de expectativa de vida. Así que si queremos descubrir por qué la salud en Glasgow es tan pobre, creo que una de las cosas por la que nos tenemos que preguntar es la relación de pareja".
¿Cuestión de genética?
Burns está de acuerdo en que las relaciones son clave. Habla de la necesidad de construir un "capital social" para que las personas se ofrezcan amistad y apoyo mutuo. Se necesitaron décadas para crear los problemas actuales de Glasgow. Llevará décadas arreglarlos.
David Walsh, uno de los académicos que acuñó el término "efecto Glasgow" cree que el fenómeno del exceso de mortalidad se debe a una serie de factores "horriblemente complicados" que afectan de distintas formas a diferentes partes de la población, así que no le ve sentido a buscar una sola cosa que lo solucione. El clima puede ser uno de esos factores, el frío, la lluvia y falta de luz solar ha causado una deficiencia grave de vitamina D. Otros lo atribuyen a una cultura de pesimismo, mientras que hay quienes piensan que el sectarismo entre católicos y protestantes puede ser responsable.
El ministro de salud de Escocia culpó a la exprimera ministra británica Margaret Thatcher de llevar a los escoceses a las drogas y el alcohol al destruir la industria pesada en los años 80. Conservadores locales calificaron las acusaciones de absurdas. Pero lo que es cierto es que no hay respuestas fáciles para el efecto Glasgow. Incluso en los mejores vecindarios, el índice de mortalidad es un 15% más alto que en distritos parecidos de otras grandes ciudades.
Burns sugiere que influencias ocultas en los genes pueden ser responsables de este fenómeno. "Esto nos lleva al campo de la epigenética, el negocio de los asuntos que se activan y desactivan dependiendo del medioambiente en que crecemos. Hay un impacto epigenético en la dieta a la que fueron expuestos nuestros padres y abuelos. Ahora podemos encontrar con facilidad explicaciones científicas para esto, sólo que todavía no lo hemos probado".
La idea de que el estilo de vida de los abuelos -el aire que respiraron, los alimentos que comieron- puede afectarnos directamente es desorientadora. Muchos lo ven como una bofetada al fatalismo. ¿Cuál es el sentido de tratar de llevar una vida sana si estás condenado por los malos hábitos de tus antepasados? La noción epigenética va en contra de las visiones convencionales de que el ADN lleva toda la información heredable y de que nada de lo que un individuo haga en su vida se pasará biológicamente a sus niños.
Pero quizás cuando se trata del efecto Glasgow, ninguna teoría se puede descartar.
– Una clase en Birmingham: "Los cristianos son blasfemos; sus mujeres, prostitutas" (El Confidencial – 10/6/14)
(Por Celia Massa)
"¿Creemos en la Navidad? No, no creemos. Y ¿qué son los cristianos? Los cristianos son blasfemos". Alumnos de tan sólo seis años responden a las preguntas del profesor con la cantinela que les han enseñado en clase. A las niñas se les prohíbe hablar con los niños. Es más, son los propios educadores los que les aconsejan no acudir a las actividades extraescolares. Desde pequeñas, tienen que asimilar que su lugar está en casa. Al fin y al cabo, tal y como dice el maestro, "mientras que las mujeres musulmanas son morales, las blancas son como prostitutas". El extracto pertenece al informe de la Agencia de Financiación en Educación británica.
Un niño juega en Birmingham durante el Eid Mela, una fiesta de la diversidad cultural musulmana, en agosto de 2013
Oldknow Academy no está en un país gobernado por islamistas radicales. La escuela se encuentra en Birmingham. Se trata de la segunda ciudad más poblada del Reino Unido, aunque algunos la conocen como el "mejor sitio de Europa para ser un musulmán puro".
El colegio ha sido uno de los 21 centros investigados por el regulador británico Ofsted después de que un supuesto complot islamista haya hecho saltar todas las alarmas. Cinco escuelas afrontan ahora la posibilidad de cerrar y otras seis deben tomar medidas especiales por no haber sabido detectar los riesgos para sus estudiantes. El informe publicado ayer por la institución señala que en algunos de los centros existe "una cultura del miedo e intimidación". El documento advierte que algunos docentes "han sido marginados o forzados a dejar el trabajo" y alerta de que "hay pruebas de que ha habido una campaña organizada para hacerse con el control en ciertas escuelas".
Fue en marzo cuando salió a la luz una carta anónima que había empezado a circular por las oficinas del Ayuntamiento y varios colegios de la ciudad. Detallaba un plan bautizado como "Operación Caballo de Troya". El objetivo era cumplir con los principios islámicos y acabar con las directivas de aquellos centros que estaban "corrompiendo" a los menores con "educación sexual, enseñanzas sobre homosexuales, rezos cristianos y natación mixta".
La misiva señalaba que en varios colegios de Birmingham ya se había conseguido "instaurar la operación" y daban directrices a otros centros de Bradford y Manchester para seguir sus pasos.
Las autoridades comenzaron a indagar si todo aquello era cierto y se encargaron cuatro investigaciones llevadas a cabo por Ofsted, el Ayuntamiento de Birmingham, el Ministerio de Educación y la llamada Agencia de Financiación en Educación (EFA). Fue esta última la que alertó de que algunas escuelas utilizaban el tiempo de aviso previo a la auditoría para prepararse y mostrar que apoyaban la diversidad cultural.
En aquellos sitios donde fueron sorprendidos, como Oldknow Academy, los inspectores quedaron aterrados por el uso de términos como "prostituta blanca" y "fuego del infierno" en las asambleas de los viernes, donde a los profesores no musulmanes les estaba prohibido participar.
Los cristianos, una minoría marginada
En los baños masculinos los retretes para chicos habían sido retirados ya que bajo la ley islámica no pueden orinar de pie. A las niñas se las trataba de manera diferente y los que tenían cristianismo en la clase de religión se las tenían que apañar con un libro porque no les ponían siquiera profesor. Eran una minoría marginada. De los 600 estudiantes del centro, el 95 por ciento es musulmán. Son porcentajes bastante frecuentes en algunas zonas de la ciudad, como Alum Rock, donde a uno se le olvida fácilmente que está en el Reino Unido.
En Birmingham alrededor del 42% de los residentes no son blancos. El 46,1% se considera cristiano frente al 21,8 musulmán. La cuestión es que no todos los cristianos son practicantes. Según el último censo de 2011, el número total de personas en Inglaterra y Gales que se describieron a sí mismos como cristianos se redujo en 4,1 millones, una disminución del 10%, mientras que el número de musulmanes aumentó en un 75%. Según el Ministerio de Educación, ya tienen 136 escuelas, 125 de ellas en el sector privado.
Los centros ahora en el punto de mira niegan las acusaciones de radicalizar a los alumnos. David Hughes, del Park View Education Trust, que regenta varios colegios asegura, que "la velocidad y la ferocidad con la que han sido condenados ha sido realmente impactante". Naeem Yousef, de la Asociación de Padres, señala que se podrían tomar acciones legales, ya que las conclusiones de los informes están equivocadas. Por su parte, Abdul Khan, padre de uno de los alumnos, asegura que todo se ha sacado de contexto y lo que está ocurriendo le parece "un insulto".
En conjunto estos resultados indican que el tipo de empresas y el tipo de investigación que cada uno de estos programas financia puede ser substancialmente diferente. Valdría la pena explorar con más detalle estos efectos a la hora de entender el valor que aportan estos incentivos a la investigación tanto a las empresas como a la sociedad en general.
Aparte de generar otro problema más a la integración -el 60% del público británico tiene una imagen negativa de los musulmanes-, la polémica ha provocado una importante disputa en el gabinete del Gobierno a tan sólo once meses de las elecciones generales. El ministro de Educación, Michael Gove, y la responsable del Interior, Theresa May, se acusan ahora el uno al otro de tener la culpa por llegar a esta situación.
Tim Boyes, responsable del Queensbridge School, asegura que ya advirtió en 2010 de que algunos grupos radicales estaban intentando tomar los colegios. Entonces denunció la situación al Ministerio de Educación, pero no se tomaron medidas.
Por su parte, otro docente llamado Michael White asegura que el "complot islamista" se planteó por primera vez hace más de 20 años. El profesor fue despedido en 2003 del Park View School, localizado en Alum Rock, después de años luchando contra la directiva que, según alega, fue tomada por "una secta" en 1993. Aunque expuso su caso ante la autoridad educativa local, sus reclamaciones no fueron investigadas.
El primer ministro británico, David Cameron, presidió ayer el llamado "grupo de trabajo sobre extremismo" para abordar la situación. De momento, ha anunciado que las inspecciones se realizarán a partir de ahora por sorpresa. La mayoría de expertos descarta que, en el futuro, los musulmanes sean el grupo mayoritario en las islas. Pero eso no significa que no vayan dejando su huella. El Reino Unido ya cuenta con 1.600 mezquitas.
"Charlando" las noticias (entre la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser)
En los 45 años que llevo como economista (los últimos 25 años, residiendo en Europa), nunca me imaginé teniendo que comentar una situación tan esperpéntica y surrealista, en el, supuestamente, "Primer Mundo" (ahora, sin duda, "en vías de subdesarrollo").
El "fenómeno" Conchita Wurst, representa una "metáfora perfecta" de esta Europa postmoderna; una sociedad asexuada, amorfa, ni del todo hombre, ni del todo mujer; la "mujer barbuda" del circo europeo. Un triste espectáculo de indignidad y decadencia.
¿Este relativismo, permisivismo, voluntarismo, buenismo, idiocia, ignorancia, incultura, tontería, memes, simpleza, habría sido lo que esperaban de la Unión Europea sus Padres Fundadores (Adenauer, Monnet, Schuman y de Gasperi)?
¿Podrían haber imaginado un futuro en el que se tuviera que computar la prostitución y el tráfico de drogas, para "mejorar" el cálculo del Producto Bruto Interno?
En tren de "estimular" el cómputo económico ¿por qué no incorporar también el crimen organizado?… Y ya que estamos, el contrabando, el blanqueo de dinero, y la corrupción. Es probable que de hacerlo (en especial la corrupción de la casta política), la Unión Europea pueda superar el PIB de los EEUU y China ya no juegue los "play off".
Puedo adivinar a los "burócratas" europeos, procurando "estimular" el aumento de la productividad del "business" de la siguiente manera: ¡"Follen", muchachos, "follen"!… ¡Hagan "patria", métanse una raya!… ¡La "corrupción" engrandece Europa! …
¿Hasta dónde puede llevar la "ficción" estadística o la "voracidad" fiscal? ¿Oportunismo superficial o desesperación recaudatoria? ¿Ingeniería contable o cirugía plástica del déficit y la deuda pública? Todo esto, me resulta inmoral, obsceno, indignante. Un casino demente, con complicados sistemas de apuestas. Un mal radical.
Es un fracaso europeo estruendoso que el último refugio de la desindustrialización, la precariedad laboral, el desempleo, la desigualdad y las carencias sociales, sea el alcoholismo, con el aumento de las probabilidades de muertes prematuras de la población (efecto Glasgow: donde los residentes tienen aproximadamente 30% más probabilidades de morir joven, y el 60% de esas muertes prematuras son debido a cuatro cosas: drogas, alcohol, suicidio y violencia).
Y mientras los ciudadanos europeos se "mueren" a las puertas del paraíso o entran "caminando hacia atrás" en el futuro, la "humanista" Europa (¿cínica, hipócrita, pigmea, ignominiosa, mediocre?) deja que los inmigrantes "islamicen" sus instituciones.
Cuando los nacionales no retiran a sus mayores dados de alta en los hospitales, para no hacerse cargo de su mantención, o donan sus muertos a las facultades de medicina para no tener que pagar el entierro, o se alcoholizan, drogan, mueren jóvenes o se suicidan, los inmigrantes imponen su religión, lengua, usos y costumbres, a la "inerte" Europa.
Si ha fracasado la "integración" (modelo francés) y el "multiculturalismo" (modelo inglés), ¿hay que continuar abriendo las fronteras a una inmigración indiscriminada?
¿Justicia social? ¿Dignidad humana? ¿Cuál es la libertad de escoger? ¿Hasta dónde puede llegar la codicia, la explotación y el fracaso?
El libre camino de la libertad de empresa ¿ofrece a la gente oportunidad de elegir? ¿es el mercado libre la mejor forma de lograrlo?
El sistema no parece estar contribuyendo al bienestar de la gente. Europa no es una democracia. La plutocracia europea gobierna para el 1% de la población (como en EEUU). Intentan convencer a la gente que la propiedad privada, la motivación de la ganancia y el mercado, son compatibles con las Leyes de Dios y las enseñanzas de la Biblia. ¿Es esta la verdad moral o la verdad de los poderosos?
"La marea está cambiando" (como decía la canción de "Pink Floyd" en The Wall)
El "aviso" electoral del 25 M (2014) me permite presentir que "the game is over". No estoy manifestando que la batalla haya sido ganada, señores del dinero, pero "la marea está cambiando".
¿Quién es el más fuerte? ¿Quién es el ganador? ¿Una persona un voto? La aristocracia (los señores del dinero) no lo va a permitir más (ahí reside el principal riesgo a sus riquezas y poder).
Allí debe comenzar la rebelión de los "ciudadanos". Exigiendo que se cumpla "The Second Bill of Rights" (propuesta por Franklin D. Roosevelt en su discurso sobre el Estado de la Nación, el 11 de enero de 1944)
Employment, with a living wage
Food, clothing and leisure
Farmers" rights to a fair income
Freedom from unfair competition and monopolies
Housing
Medical care
Social security
Education
Nota: también los ciudadanos de los EEUU se pueden unir a la "rebelión cívica" europea, porque (después de 70 años) tampoco allí se han puesto en práctica los "postulados" de Roosevelt.
Parte I – Terremoto electoral en la Unión Europea (un "euroescepticismo" en alza)
Después de tantos bandazos, mientras en la Unión Europea no saben los que son, la gente no sabe a qué atenerse (la impotencia de los unos y el recelo de los otros).
Hagamos un breve recorrido por la hemeroteca previa a las elecciones europeas (las vísperas del seísmo):
"Los europeos se sienten más ligados a sus instituciones, pero aún son críticos con su funcionamiento, revela una encuesta paneuropea del Centro Pew Research"… El euroescepticismo afloja, aunque persiste la frustración de los ciudadanos con las políticas de la UE (Expansión – 13/5/14)
La encuesta examina la percepción de los ciudadanos sobre la Unión Europea (UE), el euro, el Banco Central Europeo (BCE), el Parlamento Europeo y la integración económica en Europa, realizada entre el 17 de marzo y el 9 de abril (2014) entre 7.022 adultos de siete países europeos: España, Francia, Alemania, Grecia, Italia, Polonia y el Reino Unido.
El 34% de los españoles cree que la economía mejorará en los próximos 12 meses, 11 puntos más que en 2013, aunque sólo un 8% ve la situación actual de su país buena frente al 85% de los alemanes.
"No es que sea un gran optimismo, pero es el segundo mayor de los países consultados, después de Gran Bretaña", donde un 45% de la población espera que las cosas mejoren en los próximos 12 meses, según el experto del Centro Pew.
El 62% de los españoles pronostica que el futuro de sus hijos será peor que el de ellos, frente a un 86% de los franceses, un 72% de los británicos, un 67% de los italianos, un 65% de los griegos, un 58% de los polacos y un 56% de los alemanes.
Por lo demás, el respaldo al euro permanece alto en España, donde un 68% apoya la moneda común europea frente al 72% en Alemania, el 69% en Grecia y el 64% en Francia. Solo los italianos coquetean con la idea de abandonar la zona euro, con un 44% de la población a favor de volver a usar la lira.
Un 52% de los entrevistados tiene una percepción favorable de Europa, frente al 46% de 2013. Además, un 38% considera que la integración en la UE ha fortalecido la economía, frente al 26% que creía lo mismo el pasado año.
Esa mejora en la percepción llega poco antes de la celebración de las elecciones al Parlamento Europeo, pero coincide también con una visible frustración con Bruselas.
Así, el 71% de los entrevistados cree que su voz no cuenta en Bruselas; el 65% opina que la Unión Europea no entiende las necesidades de sus ciudadanos; un 63% que la UE es entrometida, y un 57% la considera ineficiente.
El país más negativo sobre Europa y sus instituciones es Italia, donde un 74% piensa que su nación se ha debilitado a raíz de la entrada en la UE, frente a la media del 53% en la UE. Esa frustración va de la mano del idealismo. Así, un 70% de los consultados considera que la Unión Europea ayuda al mantenimiento de la paz.
El sentimiento antiinmigrante en España es menor que en Grecia, Italia, Francia o el Reino Unido, según la encuesta, que muestra que los españoles tienen también una percepción más favorable de los musulmanes y gitanos que los ciudadanos de otros países europeos.
El sondeo revela, por ejemplo, que un 86% de los griegos quiere que se permita la entrada de menos inmigrantes en su país, porcentaje que en Italia alcanza el 80%; en Francia, el 57% y en el Reino Unido, el 55%.
Un 46% de los consultados dijo tener una percepción negativa de los musulmanes, frente al 49% de los españoles que ven a los musulmanes con buenos ojos. "El que el 46% tenga una visión negativa de los musulmanes no es maravilloso, pero es menor que en Polonia (50%), Grecia (53%) o Italia (63%)", destacó Stokes.
Los franceses son los que tienen una mejor percepción de los musulmanes (72%), seguido de Gran Bretaña, donde el 64% los considera bien. En el caso de los gitanos, son los españoles los que tienen una percepción más favorable (56%) de los países consultados. En el extremo opuesto está Italia, donde un 85% de la población se confiesa no favorable a esa minoría.
Por el contrario, la opinión sobre los judíos es mayoritariamente positiva en los países consultados, con la excepción de Grecia, donde un 47% tiene una percepción negativa, porcentaje que se iguala al que tiene una visión positiva.
En España el 72% tiene bien considerados a los judíos, mientras que un 18% tiene una opinión negativa de ellos. Por lo demás, la mayoría de los griegos (70%), italianos (69%), polacos (52%) y franceses (52%) cree que los inmigrantes son una carga para las economías de sus países.
"La semana que viene, unos 40 millones de jóvenes podrán votar por primera vez en unas elecciones al Parlamento Europeo. Según los sondeos, una buena parte de ellos pasará de ejercer su derecho. Y según las estadísticas, es muy probable que tanto ellos como los que votaron o se abstuvieron por primera vez en 2009 estarán en el paro antes y después del 25 de mayo"… La impotencia de la UE ante un paro endémico (Cinco Días – 16/5/14)
En total, 5,5 millones de personas entre 15 y 24 años no logran encontrar trabajo en la Unión Europea. Otros 18,8 millones de personas de esa misma edad tienen empleo. Pero casi un tercio se encuentra en unas condiciones de precariedad y temporalidad que a menudo son mucho más duras que las de generaciones anteriores.
Si alguno de ellos echa un vistazo a los programas electorales para los comicios descubrirá que todos los partidos políticos les tienen en mente. Y que el fomento del crecimiento y la creación de empleo constituyen la prioridad número 1 de los aspirantes a sentarse en el hemiciclo europeo o a presidir la Comisión Europea.
El problema es que ninguna de esas instituciones dispone de grandes armas para combatir el paro. Ni parece haber voluntad política para dotarlas de los instrumentos o recursos necesarios para que la lucha contra el desempleo se libre a nivel europeo. A raíz de la crisis financiera, la UE ha establecido una unión bancaria para evitar que, en el futuro, cada país tenga que hacer frente en solitario al desplome de sus entidades. El Parlamento Europeo y la Comisión aseguran que se romperá así el vínculo entre deuda pública y privada que condenó a Irlanda al rescate y forzó a España a pedir un préstamo de 41.000 millones de euros al resto de la zona euro.
En cambio, cada país tiene que afrontar en solitario las consecuencias sociales de esa misma crisis, que en España o Grecia se han traducido en unas tasas de paro de más del 26% y de casi el 60% entre los menores de 25 años. Y lo mismo ocurre con la factura de la cobertura de ese paro que, en el caso español, asciende a unos 30.000 millones de euros al año, tanto como los intereses de la deuda.
El Grupo de Izquierda Unitaria, liderado a nivel europeo por el griego Alexis Tzipras, plantea como solución un programa de inversión, aunque sea a costa de aumentar una deuda pública que en la UE supera el 87% del PIB y en la eurozona roza el 93%.
La propuesta de Tzipras, que el 15 de mayo (2014) participó por primera vez en un debate con el resto de candidatos a presidir la Comisión (el popular, Jean-Claude Juncker; el socialista, Martin Schulz; el liberal, Guy Verhofstadt; y la Verde, Ska Keller), no cuenta con muchos adeptos entre los otros partidos.
"Necesitamos más crecimiento, no más deuda", señalaba poco antes del debate, el equipo de Juncker. E incluso los socialistas se muestran cautos, a sabiendas de que la expansión del gasto podría costarles votos en los caladeros electorales del norte y del centro de Europa.
La propuesta más novedosa, defendida por ejemplo por los socialistas franceses, apunta al establecimiento de una cobertura de paro europea, que financie el subsidio con una hucha común similar a la que se va a establecer para la liquidación o reestructuración de entidades financieras con problemas. Pero en el caso del paro se trataría de fondos públicos, por lo que sería necesaria una cesión de soberanía presupuestaria que puede tardar años en llegar.
A más corto plazo, los socialistas sugieren que se aumente en 10.000 millones de euros la partida de la llamada Garantía Juvenil, un programa europeo dotado con 6.000 millones de euros y que, en teoría, debe ofrecer trabajo o prácticas a cualquier joven en un plazo máximo de cuatro meses.
Se trata, en cualquier caso, de una o dos gotas de agua en un problema oceánico para el que Bruselas no tiene solución porque sigue en manos exclusivamente de las capitales nacionales. La Comisión Europea se resigna hasta tal a punto a convivir con las cifras actuales de desempleo que, hasta el pasado mes de marzo (2014), cifraba en el 23% el desempleo estructural de España. Es decir, la tasa de paro endémica que debe soportar el país con o sin crisis económica. Una siniestra perspectiva que las urnas europeas no pueden todavía evitar.
""Una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse". Sobre este versículo del Evangelio de Marcos, Abraham Lincoln construyó en 1858, dos años antes de la guerra civil estadounidense, su célebre discurso de Cooper. No esperen nada parecido de los dirigentes europeos. La Unión está dividida, pero en esta asociación de países ricos y democráticos los problemas graves no se discuten en público. Esa es una de las razones del desinterés ciudadano. La crisis económica no sólo ha dejado en evidencia la viabilidad del sistema de bienestar, seña de identidad de la Unión. También ha creado una fractura entre acreedores y deudores. Unos, encabezados por Alemania, quieren estabilidad y poca inflación. Otros, con España e Italia al frente, necesitan crecimiento e inflación para aliviar la deuda. La casa dividida no puede sostenerse. Pero hay que sostenerla. No hay alternativas a una crisis permanente"… Europa, el gran desengaño (elmundo.es – 18/5/14)
¿Crece el descontento con Europa? Sí, en bastantes países. En España, que fue apasionadamente europeísta, el malestar es perceptible. En Alemania, en cambio, la mayoría está satisfecha con la UE, y aún más con el trabajo de Angela Merkel. Coexisten dos relatos muy distintos, engarzados por una común falta de entusiasmo por seguir construyendo una federación que unos años atrás constituía el proyecto más ambicioso del mundo. En el peor momento de la UE, la participación puede ser la más baja. La compleja tecnocracia de Bruselas y los egoísmos nacionales fomentan un desinterés rampante.
Francia fue desde el principio, desde la vieja Comunidad Europea del Carbón y del Acero (1951), uno de los dos puntales del proceso de unidad continental. Acérquense ahora a cualquier quiosco de París, escuchen una emisora francesa o charlen un rato en un café-tabac, y les sorprenderá la casi completa unanimidad contra Europa. Francia se mantiene aún en el bando de los ricos, los acreedores, pero ha encallado. Su clase política ha perdido el antiguo prestigio, porque no manda. Y no manda porque no puede.
Más del 70% de las legislaciones nacionales procede de Bruselas, donde nadie sabe exactamente quién manda. La Comisión es un vago mecanismo de representación territorial, sin poderes ejecutivos. El poder permanece en el Consejo, que reúne a los gobiernos. Y entre ésos hay uno, el alemán, con un poder desproporcionado. Los franceses añoran la grandeur gaullista y el orgullo industrial, en otro tiempo era representado, paradójicamente, por el obrerismo del Partido Comunista. ¿Dónde se refugian ahora porciones sustanciales del electorado que fue gaullista y comunista? En el Frente Nacional, un partido antieuropeo que ha evolucionado desde el posfascismo hacia un populismo autoritario. El FN no tiene más que alzar banderas tricolores y viejos billetes de 100 francos para atraer una sociedad nostálgica.
Europa siente nostalgia. De la imagen idealizada de lo que fueron sus naciones, como en Francia, o de la propia Europa de antes, la que nos habría mercados, nos daba dinero y nos protegía de nuestros demonios interiores, como en España. Cualquier intento de explicar cómo hemos llegado hasta la nostalgia y el descontento desemboca en tres cuestiones esenciales: la decadencia relativa de Europa (de entre las mayores 500 empresas mundiales creadas después de 1975, menos de cinco son europeas) frente a China y las potencias emergentes; la incapacidad para establecer en la Unión un sistema de participación y control democrático que permita a los ciudadanos sentirse representados; y la pujanza alemana.
La caída del muro de Berlín, en 1989, fue el momento supremo del europeísmo. Ya no existía el telón de acero, ya no existía la amenaza de los misiles soviéticos, ya era posible unificar el continente desde Dublín hasta la frontera rusa. Sólo los más viejos entre los zorros viejos, gente como François Mitterrand y Giulio Andreotti ("me gusta tanto Alemania que prefiero que haya dos"), tipos que habían vivido la guerra y recordaban lo fácil que resulta desestabilizar Europa y para qué se había forjado el proyecto, adivinaron que la unificación alemana iba a crear una situación complicada. Unir la RFA y la RDA costó dinero, y sucesivos gobiernos alemanes agradecieron la solidaridad de la UE con generosas contribuciones a los fondos comunes.
No se puede culpar a Berlín de tacañería. Sí de miopía o incluso insensatez en su política exterior. Como cualquier potencia continental sin fronteras naturales, puso un gran empeño en crear a su alrededor, y especialmente hacia el este, un mini-imperio económico o, dicho de forma más dulce, un área de influencia económica directa. La presión con la que en 2005 introdujo en la UE a uno de sus protectorados, Croacia, resulta paradigmática. Alemania fomentó la expansión hacia el Este con el beneplácito de Estados Unidos y Gran Bretaña. El resultado, la Unión con 28 miembros, constituye, como era de prever, una cacofonía inmanejable. La justificación geoestratégica de esa galopada hacia Oriente se basaba en la paz y en la estabilidad: había que evitar nuevas Yugoslavias, había que salvar de la amenaza rusa a los bálticos, había que echar una mano a naciones tan precarias como Ucrania. Las consecuencias resultan visibles en Kiev y Sebastopol. Adicionalmente, Alemania depositó su suministro energético en manos de Moscú. Error sobre error.
El protagonismo alemán se incrementó en cuanto estalló la crisis, en 2008. El endeudamiento de los países periféricos se debía en parte al derroche, pero la causa fundamental radicaba en los defectos originales de la unión monetaria, que Alemania nunca quiso corregir. Moneda única, tipos de interés baratos y crecimiento estimularon la vida a crédito, financiado con el dinero acumulado por los alemanes gracias a su superávit comercial con el resto de la Unión.
Ese es un factor relevante en la ecuación europea: exportando mucho a sus socios e importando poco de ellos, Alemania estrangula poco a poco a su clientela natural. Llegado el colapso, Angela Merkel, hija de un pastor luterano y educada en una sociedad comunista, y el presidente del Banco Central, Mario Draghi, que fue director general del Tesoro italiano en los años convulsos de la corrupción y la irrupción del berlusconismo y luego uno de los directivos del megabanco Goldman Sachs, se hicieron con las riendas de Europa. De los rescates y las ayudas no ha quedado agradecimiento, como tras el Plan Marshall estadounidense, sino resentimiento y desconfianza. Se ha salvado de momento el euro y se ha salvado la banca, incluida la alemana. Por el camino ha quedado el prestigio de los gobiernos nacionales, cuyo escaso poder frente a la economía global ha sido puesto en evidencia.
¿Austeridad o austericidio?
En teoría, las circunstancias podrían propiciar un interesante debate electoral y estimular la participación. Las dos grandes familias ideológicas europeas, conservadores y socialistas, han hecho algún esfuerzo por corregir la tradición nacionalista ("vamos a Bruselas y Estrasburgo a pelear por nuestros intereses") y presentar estas elecciones como una confrontación entre quienes defienden las políticas de austeridad y saneamiento y quienes denuncian un austericidio y fomenta el paro. En la práctica, eso no se dará. Porque Merkel mantiene una influencia decisiva sobre las políticas económicas, y en su gobierno de coalición CDU-SPD, democristianos y socialdemócratas, figuran tanto quienes exigen recortes como quienes hablan de austericidio. No parece verosímil que las cosas vayan a cambiar, sea cual sea el resultado.
Los gobiernos y las instituciones europeas intentan difundir el mensaje de que lo peor de la crisis ha pasado. Eso no es cierto en Francia, y resulta discutible en España, donde el altísimo desempleo apenas se reduce y la deuda soberana crece día a día. En cualquier caso, permanecen sin resolver las dos cuestiones que, junto al poder alemán, atenazan a Europa: la decadencia relativa y el mal funcionamiento interno. En el tablero internacional, la UE aparece como un gigante indefenso, un coloso comercial fragmentado en decenas de diplomacias divergentes, titubeante ante el nacionalismo ruso y atemorizado por las presiones migratorias. Los problemas europeos no son muy distintos a los de una superpotencia como EEUU, a punto de ser superada económicamente por China, pero brilla una diferencia: en Washington existen poderes ejecutivos que actúan, bien o mal, con rapidez, respaldados por una diplomacia efectiva y una potente maquinaria bélica.
La UE ha necesitado casi dos años para conseguir un sistema bancario unido. Hacía falta, no hay más que recordar que al contribuyente español el colapso de las cajas le costará al menos 60.000 millones. Mientras tanto, los ciudadanos han percibido la recesión no como un problema financiero, sino como una tormenta que ha destruido o degradado el empleo y dibuja un porvenir oscuro para próximas generaciones. Ante la ausencia de un proyecto político común mínimamente atractivo han rebrotado los nacionalismos (que la UE debía domar para siempre), la xenofobia, los fenómenos populistas. En el propio núcleo de la Unión, en Holanda y Bélgica, prosperan grupos comparables al lepenismo francés, al antieuropeísmo británico, a los xenófobos de la Liga Norte (que hacen campaña quemando banderas europeas) o a los antisistema del movimiento Cinco Estrellas en Italia.
Europa ha devastado los ecosistemas políticos nacionales. En Italia han tenido tres primeros ministros no elegidos, impuestos desde Berlín y Bruselas. En España, que desde el franquismo ha intentado organizarse en torno a un cierto "patriotismo constitucional" con la Carta Magna como tótem supuestamente inmutable, la Constitución fue modificada en dos semanas por exigencia europea. Lo antiguo ya no rige. Lo nuevo aún no existe. La ausencia de responsables europeos visibles y percibidos como legítimos (en las elecciones continentales sigue sin elegirse directamente al presidente de la Comisión, pese a sus limitados poderes) ha generado una confusión entre instituciones y mercados. Ya no es posible dilucidar si la política de recortes y austeridad es algo impuesto por los acreedores y los mercados o si existe un designio político detrás de ellos. No es extraño que los franceses reclamen más nación y menos Europa, que los británicos suspiren por su antiguo aislamiento, que los daneses mantengan un cortafuegos de referendos frente a las medidas comunitarias, que los bálticos desconfíen de la capacidad europea para protegerlos ante el expansionismo ruso o que los españoles perciban en estas elecciones algo tan modesto como un simple referéndum sobre si Rubalcaba da la talla.
Las 38 preguntas (Fuente: Enric González – elmundo.es – 18/5/14)
Alemania debe mantener el euro como su moneda.
En la UE deben seguir introduciéndose decisiones políticas comunes.
La UE debe permitir el cultivo de plantas modificadas genéticamente.
Los países de la UE deben acoger más refugiados.
¿Desea la introducción de un salario mínimo en toda la UE, cuya cantidad dependa de los ingresos promedio en cada Estado miembro?
La UE no debe aceptar más nuevos miembros.
La UE solo debe promover la ganadería ecológica.
Edward Snowden debe recibir asilo político en un país de la UE.
Los ciudadanos de la UE deben poder recibir prestaciones sociales solo de su propio país.
Desea la introducción de un impuesto a los productos financieros.
La UE debe entenderse como una comunidad de valores cristianos.
La UE debe reducir significativamente el apoyo financiero a la agricultura.
La UE debe establecer cuotas femeninas en los consejos de administración de las empresas cotizadas.
Los países de la UE deben formar un ejército común.
El presidente de la UE debe ser elegido directamente por los ciudadanos europeos.
Los matrimonios entre personas del mismo sexo deben ser reconocidos en todos los países de la UE.
La UE debe reforzar sus fronteras para proteger sus propios productos.
La UE debe marcarse metas más exigentes de reducción de emisiones de CO2.
La Unión Europea debe firmar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
La UE debe desarrollar proyectos contra la extrema derecha.
Todos los países de la zona euro deben responder por la deuda contraída por cada uno de ellos.
Las cualificaciones profesionales deben ser reconocidas por igual en todos los países miembros.
Alemania debe apoyar la entrada de Turquía en la UE.
Debe introducirse un tipo mínimo comunitario para la fiscalidad de las empresas.
El uso de servicios sexuales a cambio de un pago debe ser objeto de sanciones.
Debe articularse una política exterior común de la UE.
Todos los bancos deben ser nacionalizados.
En todos los países de la UE debe regir el mismo Derecho de Asilo.
Los cambios en los Tratados Europeos deben ser votados en referéndum en Alemania.
Hay que dar prioridad a las vías férreas en la financiación de infraestructuras en la UE.
La UE debe dedicar más presupuestos a la ayuda al desarrollo.
La UE debe prohibir los productos de baja eficiencia energética.
Los países de la UE deben ser capaces de cubrir sus gastos con los impuestos que cobran.
En la UE todos los adultos deben ser donantes de órganos a menos que no hayan formulado objeciones.
Los recursos financieros para las regiones económicamente más débiles de la UE deben ser reducidos.
En las fronteras alemanas deben introducirse de nuevo controles de identidad.
Sobre la remuneración de sus altos directivos deben decidir libremente las empresas.
La UE debe desarrollarse hasta convertirse en un Estado europeo.
"La crisis económica no sólo se está traduciendo en un declive inédito del bipartidismo que, hasta ahora, lideraban conservadores y socialdemócratas en países tales como España, Grecia, Portugal o, más recientemente, Francia, sino que, al mismo tiempo, se observa un fenómeno similar en el conjunto de la UE, tras incrementarse la brecha entre europeístas y antieuropeístas hasta cifras récord"… Los euroescépticos se abren paso en la UE gracias a la crisis (Libertad Digital – 20/5/14)
Los partidos minoritarios se han abierto un hueco en diferentes parlamentos nacionales como consecuencia de la crisis económica. Mientras que a nivel de la UE el fenómeno político más destacado es el auge del euroescepticismo, es decir, partidos que apoyan la salida de sus respectivos países la UE y del euro como, por ejemplo, El Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, el Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo en Italia, la formación comunista Syriza de Alexis Tsipras en Grecia o el independentista británico UKIP que lidera Nigel Farage. Asimismo, cabe señalar el ascenso de formaciones neonazis, como Amanecer Dorado en Grecia o El Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik).
Las encuestas avanzan que los euroescépticos podrían ganar más de 20 escaños en el Parlamento Europeo, de un total de 751, una cifra récord. Este movimiento ha crecido de forma sustancial entre los países más golpeados por la crisis y en los que reina el pesimismo acerca de la situación económica.
Según el último Eurobarómetro, chipriotas (con el 51% de los encuestados) y británicos (47%) son los europeos que muestran, hoy por hoy, un mayor rechazo hacia la UE, ya que consideran que su país puede afrontar mejor el futuro fuera de la Unión. Peo no son los únicos: en Austria, República Checa y Eslovenia este porcentaje supera el 40%; mientras que en Portugal, Francia, Italia, Croacia, Hungría, Polonia, Letonia y Suecia se sitúa por encima del 30%. En el caso de España, ronda el 25%.
Chipre fue el último país rescatado por la "troika" -Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional- tras la quiebra de su banca, que supuso la aplicación de quitas a los depósitos de más de 100.000 euros. Asimismo, en el caso de Reino Unido, en donde la opinión pública siempre se ha mantenido muy escéptica respecto a las instituciones europeas, este sentimiento ha aumentado tras los últimos desacuerdos que han mantenido Londres y Bruselas respecto al futuro de la UE. Prueba de ello es que UKIP roza en la actualidad el 32% de intención de voto en Reino Unido de cara a las elecciones europeas que se celebrarán entre el 22 y 25 de mayo.
Por otro lado, la última encuesta elaborada por el prestigioso Pew Research Center en siete países miembros (Francia, Alemania, Grecia, Italia, Polonia, España y Reino Unido) refleja el desplome que ha experimentado la imagen de la UE durante la crisis. Entre 2007 y 2013, la opinión favorable hacia las instituciones comunitarias bajó 34 puntos porcentuales en España, hasta situarse en el 46% de los encuestados, 21 puntos en Francia (41%) y 20 puntos en Italia (58%). Pese a ello, ha subido en el último año, al subir del 46 al 52% de media, conforme ha mejorado la economía europea
De igual modo, el porcentaje de encuestados que considera que la integración europea fortalece su economía nacional ha crecido del 26 al 38% en el último año, aunque esta opinión sigue siendo minoritaria en la mayoría de países, sobre todo en Italia (apenas el 9% de los encuestados), Grecia (17%), Francia (26%) y España (38%).
Además, menos de la mitad de los encuestados apoya ceder más poder y competencias a Bruselas para combatir la crisis. Estas tasas son especialmente bajas en Reino Unido (19%,) Grecia (27%), Italia (38%) y España (43%).
De hecho, incluso la mayoría de alemanes (50%) y franceses (55%) rechaza fortalecer el poder que ostentan las autoridades comunitarias.
En cuanto al euro, el apoyo a la moneda única sigue siendo fuerte en la mayoría de países, a excepción de Italia, en donde el 44% de los encuestados apoyaría el regreso a su moneda nacional (la lira).
Sin embargo, lo más relevante es que la confianza en la moneda única ha caído de forma sustancial durante la crisis.
También destaca el hecho de que tan sólo el 22% de los europeos está satisfecho con la situación y dirección que lleva su país. Los más críticos son los griegos, españoles e italianos, con tasas inferiores al 10%, mientras que en Alemania casi el 60% de la población considera que avanzan en la dirección correcta.
Entre 2007 y 2013, la opinión favorable sobre la situación económica se ha desplomado 61 puntos porcentuales en España, 54 en Reino Unido, 22 en Italia y 21 puntos en Francia. Los alemanes, por el contrario, son los más optimistas, ya que el 85% cree que su economía está bien encaminada, aunque también destaca Reino Unido, en donde la opinión favorable sobre su economía se ha triplicado desde 2009.
Por último, llama la atención la opinión desfavorable hacia la inmigración que se ha registrado en los últimos años. Una media del 55% de los encuestados en los siete países citados desea que haya menos inmigrantes.
Esta tasa es especialmente alta en Grecia (86%), Italia (80%) y Francia (57%). De media, el 52% considera que los inmigrantes son una carga porque ocupan puestos de trabajo en detrimento de los nacionales y consumen prestaciones sociales.
En concreto, los italianos muestran un especial rechazo hacia los musulmanes &3%), mientras que los griegos son los más antisemitas, con casi un 47% de la población mostrando una opinión desfavorable.
""¿Quién gobierna?" es la pregunta central de la que arranca la reflexión politológica. "Somos nosotros mismos los que deliberamos y decidimos conforme a derecho sobre la cosa pública", dijo en el 431 a.C. un Pericles orgulloso. A lo que se sumó Lincoln en 1863 con su clásica definición de la democracia como "el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", todavía hoy vigente en el artículo 2 de la Constitución francesa. La respuesta en ambos casos es la misma: nosotros nos gobernamos"… ¿Quién gobierna en Europa? (El País – 24/5/14)
Aplicada a Europa, esa pregunta sobre la democracia no tiene una respuesta clara. ¿Quiénes somos nosotros?, es decir, ¿dónde está el pueblo (demos)? ¿Y quién nos gobierna?, es decir, ¿dónde está el poder (cratos)? ¿Gobierna la Comisión? ¿el Consejo? ¿Alemania? ¿la Troika? ¿el Banco Central Europeo? ¿los mercados? El problema no es sólo la respuesta, sino la pregunta. Porque si en una democracia la pregunta de quién gobierna no tiene una respuesta clara, no se puede hacer responsable a quien gobierna de los errores cometidos, ni controlar sus acciones, ni implicarse en la elección de representantes democráticos, ni confiar en la separación de poderes, ni articular la opinión pública o crear espacios para la deliberación.
El sentido último de las elecciones es elegir a los que gobernarán y legislarán en nuestro nombre. Nuestro voto, expresión última de la soberanía de una nación y de la igualdad entre sus ciudadanos, tiene una doble función: premiar o castigar a los que nos han gobernado y designar a los que nos gobernarán, señalándoles cómo queremos que nos gobiernen. Ello requiere que existan alternativas, y que los que gobiernen puedan llevarlas a cabo. Pero si como hemos experimentado y experimentamos de forma creciente en los últimos años, las alternativas no existen, se difuminan o simplemente son inviables, entonces la democracia se vacía de significado. Echar a los malos gobernantes está bien, es el gran avance histórico que ha supuesto la democracia. Pero lograr que se gobierne al servicio de la mayoría es lo que da el sentido último.
La crisis del euro ha complicado sobremanera la relación entre la democracia y el proyecto de integración europeo. Nuestras democracias adolecían ya de un número de problemas bien conocidos, entre los que destaca el anquilosamiento de la representación y la participación política. A ellos, la crisis que comenzó en 2008 ha añadido un problema específicamente europeo: el de cómo gobernar el euro de forma eficaz y a la vez democrática. Porque el euro se ha gobernado mal tanto desde el punto de vista de los procedimientos como desde el de los resultados. Ahí reside la fuente de lo que podemos denominar el malestar democrático con la Unión Europea, en la sensación de que la democracia se ha evaporado del ámbito nacional pero no ha aparecido en una manifestación coherente en el ámbito europeo. Aunque para algunos sería un desastre, para muchos seguramente sería un alivio pensar que la democracia nacional habría sido sustituida en el ámbito europeo por una verdadera democracia en la que los ciudadanos pudieran elegir entre opciones diferenciadas y con posibilidades reales de ser llevadas a la práctica. Pero no se trata de que la Unión Europea haya usurpado la democracia nacional imponiendo una estructura de gobierno equivalente (¡ojalá!): esa visión es una caricatura, falsa e interesada.
El problema es que el campo de juego para la política se ha estrechado, en casa y en Europa. La crisis del euro ha alterado la configuración política de Europa y redibujado la política democrática de forma preocupante. En el ámbito nacional, asistimos a la fragmentación y polarización de la política en torno a la integración europea. Por primera vez en su historia democrática, muchos españoles han sentido que su capacidad de decidir no se acrecentaba al compartirla con sus socios europeos, sino que se reducía. La transferencia de nuevos y más amplios poderes al ámbito europeo, justificada bajo el argumento de la necesidad de salvar al euro, ha implicado un vaciamiento de la política nacional: sin política monetaria ni fiscal, sometidos a la vigilancia de instituciones nacionales y europeas, los gobiernos se asemejan a un Ulises amarrado al mástil.
En el ámbito europeo, el equilibrio institucional tradicional se ha visto alterado, repartiendo el poder y los recursos entre las instituciones, existentes y nuevas, de una forma muy anómala: la Comisión ha perdido capacidad de impulso político, el Parlamento se ha visto marginalizado por unos Gobiernos que han preferido ignorarlo y confiar en su lugar en el Eurogrupo, la Troika o el Banco Central Europeo. En este sentido, la Unión Europea es también víctima, no sólo causante de este nuevo déficit democrático: a lo largo de la crisis, las instituciones europeas más representativas de la ciudadanía y de los intereses generales de la Unión también se han vaciado de capacidad decisoria y democrática.
Democracia y eficacia han estado y estarán siempre en tensión, máxime aún en sociedades técnicamente complejas e interdependientes entre ellas, y entre ellas y unos mercados globales. Si la interdependencia vacía la democracia, son posibles dos alternativas: una, reconstruir la democracia a una escala superior donde las decisiones representen y beneficien a una mayoría; dos, restaurar la democracia en el ámbito nacional, lo que supondría limitar al máximo la interdependencia y, por tanto, deshacer o limitar la integración europea. La primera opción es la sostenida por los federalistas: es hora, dicen, de abandonar ese viejo cascarón inútil en el que se ha convertido el Estado-nación. La segunda opción es la de los populismos eurófobos, tan ejemplarmente representados por las fuerzas políticas que han aparecido por toda Europa al calor de las elecciones europeas y que, pese a sus divergencias, nos proponen un programa común: acabar con el euro, volver a la moneda nacional, recuperar la soberanía perdida, defender la identidad nacional y detener la inmigración. Son dos saltos al vacío, paralelos, aunque en direcciones contrarias. El primero nos lleva a un pasado que muchos añoran, pero es un pasado idealizado, muy problemático. El segundo, nos lleva a un futuro del cual desconocemos casi todo. Europa vive atrapada entre esos dos saltos: el salto al pasado, que desgraciadamente parece posible, aunque indeseable, y el salto al futuro, que a muchos nos parece deseable aunque imposible en las circunstancias actuales.
¿Qué hacer? ¿Cómo desbloquear la situación actual? Abriendo, en paralelo al debate sobre más o menos Europa, un debate sobre cuánta democracia queremos ejercer dónde y con quién. Europa no es todavía una democracia, pero sí un espacio político diferenciado en el que ya hay políticas y políticos. Con esos ingredientes se puede hacer una democracia: sólo se necesita ensanchar dicho espacio y dotarlo de los instrumentos y recursos adecuados. Reconstruir la democracia y recuperar a la ciudadanía, en casa y en Europa, pasa por dar más espacio a la política, no menos, para que los ciudadanos puedan elegir políticos de verdad y políticas de verdad.
Ahora, hagamos un breve recorrido por la hemeroteca, desde la jornada electoral en adelante (sobre el seísmo y sus réplicas: una respuesta a los fracasos subyacentes):
"Los ciudadanos de los 28 países miembros de la Unión Europea han estado votando desde el 22 y hasta este 25 de mayo para elegir a sus representantes. Sus decisiones afectarán a 500 millones de ciudadanos"… En gráficos: las preocupaciones de la Unión Europea (BBCMundo – 25/5/14)
El Parlamento Europeo tiene ahora más poder que nunca, incluso influencia sobre el presupuesto de la UE, la reforma bancaria, la agricultura y la política energética.
Las cifras de las cuestiones claves para los votantes europeos.
Empleo
Reducir el desempleo masivo es uno de los principales desafíos que enfrenta la Unión Europea. De hecho, para muchos electores, es una prioridad.
Estos gráficos muestran el impacto de la crisis de la deuda, la apuesta por la austeridad y la recesión en la Eurozona (ZE en el gráfico).
El desempleo se disparó en España y en Irlanda después del estallido de la conocida como "burbuja inmobiliaria" en ambos países, mientras que Grecia recortó miles de empleos públicos bajo la presión de los prestamistas internacionales. La recesión italiana ha repercutido en la contracción del sector público y el cierre de muchos negocios.
Además, entrar al mercado laboral se ha convertido en una tarea casi imposible para muchos jóvenes europeos. El desempleo juvenil ascendió a niveles récord -superando el 50% en Grecia y España-. Uno de los principales problemas de la UE es la discordancia entre la formación de la fuerza laboral y las vacantes.
Por ejemplo, en Alemania hay demanda de ingenieros y especialistas en sistemas, pero muchos de los jóvenes que buscan empleo en Europa no están cualificados para esos puestos.
Soberanía
Las encuestas de opinión indican un crecimiento del euroescepticismo en el continente.
En los países rescatados de la Eurozona, especialmente Grecia, Chipre y Portugal, las duras medidas de austeridad impuestas por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional se tradujeron en sentimientos negativos hacia los "decretos" de Bruselas.
En muchos países, los partidos que abogan por recuperar poderes delegados a Bruselas son más populares que nunca. Entre los más destacados está el británico UKIP, que quiere que Reino Unido salga de la UE.
Dos de los miembros fundadores de la Unión, Francia y Holanda, también han visto un repunte en los partidos euroescépticos.
Los sentimientos negativos hacia la UE también se traducen en los altos índices de abstención en las elecciones europeas. La participación ha caído en cada votación desde que los europeos acudieran a las urnas por primera vez en 1979. Muchos votantes aseguran que simplemente no entienden lo que sucede en Bruselas y que no se sienten involucrados.
Inmigración
El gráfico a continuación muestra el incremento de la inmigración desde 2007 de los países de la eurozona más afectados por la crisis de la deuda a las naciones industrializadas, donde es más fácil encontrar empleo.
Hay una gran preocupación por la creciente brecha económica entre el norte y el sur de Europa. La inmigración es un tema clave en muchos países de la UE. Se espera que los partidos que han levantado la bandera contra la inmigración al quejarse de que los extranjeros "se aprovechan" de los servicios sociales y "roban" empleos ganen terreno en las urnas, pero además muchos políticos de los partidos convencionales se han cuestionado el principio de la UE de libertad de movimiento.
La inmigración de fuera de la UE también es causa de preocupación en muchos países. Los controles se han fortalecido en las fronteras externas del continente, en lugares a donde tratan de llegan miles de personas de África y Asia que huyen de la pobreza y la persecución.
En los últimos meses, Italia y Malta han tenido problemas para enfrentarse al aumento de barcos de inmigrantes africanos, mientras que las autoridades españolas han lamentado en las instituciones europeas el incremento de la presión migratoria en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, en el norte de África.
La agencia fronteriza europea Frontex tiene cifras de los inmigrantes que han detectado tratando de alcanzar su territorio, pero otros muchos consiguen entrar a Europa sin que existan registros de ello.
La devastadora guerra civil de Siria ha provocado un enorme éxodo de ciudadanos, algunos de los cuales trataron de llegar a Europa.
La pobreza y la violencia de Afganistán han hecho que ese país siga siendo uno de los principales países de origen de inmigrantes, mientras que la represión estatal en Eritrea fuerza a mucha gente a buscar una mejor vida en el extranjero.
Energía
El costo de la energía es otra gran preocupación para muchos votantes. En Reino Unido y Alemania, entre otros muchos países, hay un fuerte debate sobre el incremento de la factura energética de los hogares.
La crisis en las relaciones con Rusia ha puesto en relieve la dependencia de Europa del petróleo y el gas importado ruso y han llevado a la diversificación de fuentes energéticas.
La reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) para combatir el cambio climático también es un factor que hace buscar alternativas a los combustibles fósiles.
El siguiente gráfico muestra los diversos patrones de consumo de energía en Europa.
Por ejemplo, el combustible fósil, principalmente el carbón, es mucho más usado en Polonia que en Suecia. Los países nórdicos y Austria han adoptado las energías renovables, principalmente la hidráulica y eólica, mucho más que otros de sus vecinos.
Desde 2011, España y Portugal han incrementado considerablemente su generación de energía renovable, principalmente eólica y solar. Pero el año pasado, como medida para enfrentar los problemas económicos, el gobierno español redujo drásticamente los subsidios a ese tipo de energías alternativas. Y, mientras que la energía nuclear supone más del 75% de la generada en Francia, pero en Alemania esa fuente energética está siendo erradicada.
"Marine Le Pen, del Frente Nacional, llegó primera en las elecciones francesas para el Parlamento Europeo, de acuerdo con las encuestas a boca de urna, lo que el primer ministro francés, Manuel Valls, calificó como un "terremoto político""… Un terremoto euroescéptico sacude Europa (BBCMundo – 26/5/14)
Los partidos euroescépticos también parecen haber obtenido ganancias en otros países, como Dinamarca y Grecia. Y el centroderechista Partido Popular Europeo (PPE) parece encaminado a mantenerse como el mayor bloque en el Parlamento Europeo.
La participación en los comicios, celebrados entre el 22 y el 25 de mayo, alcanzó al 43,11%, una cifra similar a la de las últimas elecciones europeas de 2009. Esta sería la primera vez que la participación no está por debajo de la elección previa, aunque el aumento fue de apenas un 0,1%.
"El pueblo ha hablado alto y claro", dijo una triunfante Marine Le Pen ante partidarios congregados en la sede del Frente Nacional en la capital francesa, París. "La gente no quiere ser guiada por aquellos que están fuera de nuestras fronteras, por comisarios y tecnócratas de la Unión Europea que no fueron elegidos. Ellos quieren ser protegidos de la globalización y tomar las riendas de su destino", exclamó.
Los resultados preliminares sugieren que el Frente Nacional podría lograr 25 escaños en el Parlamento Europeo, un muy notable aumento ante los tres que tenía en 2009. Respecto a esta victoria, Martin Schulz, expresidente socialista del Parlamento Europeo, dijo: "Es un mal día para la Unión Europea cuando un partido con un programa racista, xenófobo y antisemita obtiene el 25% de los votos".
Según los cálculos del Parlamento Europeo, se prevé que el PPE obtenga 221 de los 751 escaños, lo que representa el 28% del bloque. Esto hace que mantenga su posición de grupo más fuerte, aunque habría perdido más de 60 escaños. A continuación está el grupo Socialista, con 193 escaños (25,7%); los Liberales, con 74 (9,9%); y los Verdes, con 58 (7,7%).
Con la incorporación a sus filas del Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés), el derechista y euroescéptico grupo Europa de la Libertad y la Democracia quedaría con el mismo número de escaños de la última elección.
Sin embargo, es previsible que el aumento del número de eurodiputados derechistas que no están inscritos en su grupo dé un impulso al frente euroescéptico. Al respecto, el líder del UKIP, Nigel Farage, predijo que su partido se ubicaría de primero en Reino Unido: "La inevitabilidad de la integración europea termina esta noche", aseveró.
En Alemania e Italia se contuvo el avance del voto euroescéptico. En el país más grande de Europa, Alemania, el bloque conservador liderado por la canciller Ángela Merkel logró imponerse en las elecciones europeas, aunque registró su peor resultado en estos comicios. La Unión Cristianodemócrata (CDU) y su hermana bávara, la Unión Socialcristiana (CSU) lograron el 35,3% de los votos, que se traduce en 34 de los 96 escaños.
En Italia, el centroizquierdista Partido Democrático, del primer ministro Matteo Renzi -con menos de 100 días en el poder-, consiguió la victoria al imponerse al euroescéptico Movimiento 5 Estrellas, de Beppe Grillo.
Entre tanto, el grupo ultraizquierdista en el Parlamento -opuesto a las medidas de austeridad- obtuvo notables ganancias, especialmente por las victorias de Syriza en Grecia e Izquierda Unida en España. Ganó alrededor de 12 escaños.
Esta elección es el mayor ejercicio de democracia multinacional en el mundo. El voto afectará las vidas de 500 millones de ciudadanos de la Unión Europea. Los poderes del Parlamento han aumentado desde la última elección en 2009. Ahora, este órgano espera tener una voz decisiva respecto a quién obtiene el puesto más importante de la Unión Europea: la presidencia de la Comisión Europea. El favorito será el candidato del PPE, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, si bien para lograrlo necesitará contar con la aprobación de los líderes de los gobiernos nacionales, lo cual no está garantizado, dicen los analistas.
"Los grupos euroescépticos tendrán una importante presencia en la Eurocámara, que estará dominada de nuevo por el Partido Popular Europeo (PPE), vencedor de los comicios europeos, en los que el ultraderechista Frente Nacional (FN) causó un terremoto en Francia, al ser la fuerza más votada"… Los resultados provisionales de las europeas, por países (Expansión – 26/5/14)
Reino Unido
El líder del antieuropeo Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), Nigel Farage, se ha declarado ganador de las elecciones europeas en el Reino Unido, aunque los resultados definitivos aún no se conocen. Según el lento recuento de las elecciones celebradas el jueves para elegir a 73 eurodiputados en el Reino Unido, sólo diez escaños han sido atribuidos de momento. UKIP ha tomado ventaja con cerca del 30% de los votos al lograr cuatro eurodiputados, frente a tres laboristas y tres conservadores. El partido euroescéptico y populista de Nigel Farage gana dos eurodiputados frente a los que tenía en 2009, mientras los laboristas logran uno más y los conservadores pierden uno.
Italia
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