El desencanto de Europa (impotencia, melancolía y suicidio económico) (página 5)
Enviado por Ricardo Lomoro
La oportunidad de oro que pueden tener las energéticas mundiales para lanzarse a por el shale gas europeo son los nuevos tratados de libre comercio e inversión que se negocian con EEUU y Canadá. Antoine Simon, de la organización Friends of Earth Europe, señala que "sabemos que en el TTIP (La Asociación Trasatlántica para la Inversión y el Comercio, en sus siglas en inglés) con EEUU habrá un capítulo energético y por lo tanto las exportaciones de frack gas a Europa serán un asunto importante a discutir". Pero no sólo hablamos de comprar productos foráneos sino también de los mecanismos legales que incluyen estos tratados. Permiten a las empresas denunciar a los Estados si consideran que sus legislaciones van contra estos supra-acuerdos. Antoine Simon explica "el lobby del shale gas quiere dar ese paso a nivel europeo dentro del TTIP para destruir las barreras nacionales al fracking".
Desde hace dos décadas, el Trasatlantic Business Council trabaja para sacar adelante esta versión 2.0 de los Tratados de Libre Comercio. Como destaca la publicación A brave new trasatlantic partnership de la red de organizaciones sociales 'Seatle to Brussels Network', el objetivo no es eliminar las tarifas arancelarias, que casi ya no existen. Ahora se "busca simplificar las regulaciones sanitarias, medioambientales, laborales o agrícolas", según la propia Comisión Europea. Una afirmación que parece extraída de un documento de trabajo de un lobby.
Si este apoyo no fuera suficiente, en un evento reciente, Emma Marcegaglia, la líder de la patronal Business Europe y expresidenta de italiana Cofindustria, decía "tenemos miedos irracionales sobre el TTIP, creemos que es la mejor forma de crear empleos y de generar crecimiento. No sólo para las grandes multinacionales, también para las Pymes, porque un buen TTIP significa que puedan acceder a un mercado complicado". Durao Barroso, presidente de la Comisión, estaba sentado detrás de la italiana. ¿Tomaría buena nota de las recomendaciones de la patronal de patronales?
La legislación comunitaria sobre los lobbies
Creado el 23 de junio de 2011 entre el Europarlamento y la Comisión, el Registro de la Transparencia alienta a las empresas, grupos de representación, asociaciones profesionales, federaciones sectoriales o firmas de consultoría o abogacía a que se inscriban para poder representar sus intereses ante la UE. Los beneficios que ofrece son poder acceder a las instituciones comunitarias, las bases de información y datos así como poder rastrear la legislación y los trabajos que se realizan en la Comisión y Europarlamento. Si no lo hacen no están penadas, pero deben buscar subterfugios administrativos, como figurar como periodistas, para acceder a los edificios de la UE.
El Registro divide a los 6.555 lobbies apuntados en 6 grandes grupos: Consultarías profesionales y Bufetes; Grupos de presión dentro de las empresas; Organizaciones no gubernamentales y Plataformas; Grupos de reflexión y académicos; Organizaciones con fines religiosos; y por último Organizaciones que representan a autoridades locales. El propio Registro explica las causas de la inscripción de los lobbies, porque "la relación de las instituciones europeas con asociaciones ciudadanas, ONG, empresas, organizaciones comerciales y profesionales, sindicatos, grupos de reflexión, etc., es constante, legítima y necesaria para mantener la calidad de la democracia y la capacidad de ofrecer políticas adecuadas a las necesidades y la realidad".
"Las patronales de Francia, Alemania, Italia, Polonia y España han firmado una declaración conjunta en la que reclaman a los nuevos representantes de la UE que igualen sus impuestos y que impulsen una mayor "convergencia presupuestaria". La banca de inversión descarta cambios en las políticas pese al auge del euroescepticismo"… Las patronales europeas piden a la nueva UE "más consolidación fiscal y más reformas estructurales" (Vozpópuli – 26/5/14)
El mundo del dinero apuesta por la continuidad de las políticas de ajuste que se han aplicado hasta la fecha. Así lo leen tanto los empresarios como la banca que consideran que no habrá cambios políticos pese al auge del euroescepticismo.
En una declaración conjunta firmada por los presidentes de las patronales de Francia, Alemania, Italia, Polonia y España y dirigida al europarlamento, las organizaciones empresariales piden a la Unión Europea que continúe con los ajustes. "Los próximos cinco años van a requerir unas opciones políticas valientes. La "Europa de los 28" necesita un realineamiento político que se centre en la competitividad mundial, el crecimiento, la prosperidad y el empleo", afirma una declaración que firma también en nombre de la CEOE, Joan Rosell. Para ello, los empresarios europeos reclaman más "consolidación fiscal" y más "reformas estructurales". "Se deben hacer mayores esfuerzos para priorizar el refuerzo de la competitividad industrial y promover políticas económicas coordinadas, con vistas a aumentar la contribución de la industria al PIB europeo. Es preciso avanzar por la senda de la convergencia presupuestaria y fiscal", concluyen.
La apelación a más políticas de ajuste se deriva de la interpretación que las seis patronales hacen del significado del voto de ayer. Según los presidentes de los empresariados, francés, alemán, italiano, polaco y español, los votos de ayer apuestan por "una mayor integración europea" y por "poner fin a interferencias innecesarias en la vida cotidiana de los ciudadanos (…) para construir una Unión Europea fuerte y competitiva a nivel mundial".
La banca de inversión apuesta por más austeridad
La apuesta por el mantenimiento de las políticas es una visión compartida también por la absoluta mayoría de bancos y casas de análisis de bolsa.
Nomura asegura que "pese a que el auge de los euroescépticos ha conseguido mucha atención mediática, los tres partidos centrales retienen una mayoría de más del 62% de los votos". El banco de inversión apuesta por un mantenimiento de las políticas de ajuste y una lenta recuperación de los mercados periféricos entre los que estaría España aunque la entidad no la menciona explícitamente.
Barclays, por su parte, asegura también que las mayores repercusiones de la votación serán domésticas pero que no cambiarán la austeridad europea. "Hay más euroescepticismo pero tendrá un efecto limitado en las políticas", concluye la entidad. "Las elecciones no varían el actual equilibrio político". Sin embargo Barclays prevé que, "las discusiones sobre asuntos sociales supondrán un mayor reto dada la ausencia de un claro consenso entre los partidos tradicionales".
"La crisis financiera iniciada en 2007 en Estados Unidos con la implosión de las hipotecas subprime puso en evidencia la existencia de una compleja "banca en la sombra", distinta del sector bancario tradicional, pero íntimamente relacionada con él. Pero, ¿de qué se habla cuando se habla de banca en la sombra? ¿quiénes son y qué hacen las instituciones financieras que la componen?"… Desde Arizona hasta Múnich: el largo viaje de una hipoteca (Fedea – 28/5/14)
La historia de la (hipotética) hipoteca comienza con la familia Hidalgo, residente en el estado de Arizona (la Figura 1 ilustra gráficamente el viaje de esta hipoteca). Los ingresos de los Hidalgo provienen de esporádicos y precarios empleos en el sector de la restauración y la familia carece tanto de ahorros como de un historial de crédito. No obstante, y a pesar de que ninguno de los Hidalgo tiene un empleo formal, las favorables condiciones de las hipotecas y la imparable tendencia alcista del precio de la vivienda les llevan en el año 2005 a considerar la compra de una pequeña casa en un suburbio de Phoenix.
1. La familia Hidalgo acude a un bróker de hipotecas (John Adams), quien, tras estudiar su caso y barajar distintas alternativas, les ofrece una hipoteca de la empresa Correspondent Inc., por un 100% del valor de la casa (100.000 US$), a 30 años, y con una baja cuota fija durante los dos primeros años y una cuota variable posterior (condiciones frecuentes en hipotecas de estas características). El Sr. Adams tan sólo media entre los Hidalgo y Correspondent Inc., la cual es la que, tras analizar el riesgo del crédito a los Hidalgo, les concede una hipoteca en los términos descritos y transfiere los 100.000 US$ necesarios para la adquisición de la casa.
2. Para financiar los 100.000 US$ destinados a la hipoteca, Correspondent hace uso de una línea de crédito diseñada para tal propósito y concedida por Warehouse Lender Inc., empresa especializada en la financiación de este tipo de operaciones. Ahora bien, de forma casi inmediata Correspondent vende la hipoteca a una institución financiera, llamada Conduit GS, y con los ingresos obtenidos devuelve los 100.000 US$ a Warehouse Lender y renueva su línea de crédito.
Merece la pena destacar que, si bien Correspondent es la encargada de determinar la adecuación del préstamo hipotecario a las características de la familia Hidalgo y el inmueble adquirido, al deshacerse de la hipoteca tan pronto como la origina, Correspondent no se ve afectada directamente por el posible impago de la misma.
Conduit GS es una mera estructura patrimonial creada por un banco de inversión (pongamos por caso, Goldman Sachs), cuya única actividad es la de servir como "almacén" de la hipoteca de los Hidalgo y de muchas otras. A pesar de que Goldman Sachs es el creador (o "espónsor") de Conduit GS, esta última no es parte ni subsidiaria de Goldman Sachs (lo cual quiere decir que permanecerá fuera del balance de Goldman Sachs). Conduit GS financia la adquisición de las hipotecas mediante la emisión de títulos de renta fija a muy corto plazo respaldados por las propias hipotecas (títulos conocidos como "papel comercial respaldado por activos" o ABCP, por sus iniciales en inglés), lo que quiere decir, en esencia, que, en caso de impago del papel comercial, los poseedores de éste pueden apropiarse de las hipotecas. Este papel comercial, tanto por su plazo como por el respaldo de las hipotecas (así como otras posibles formas de "mejora crediticia", incluyendo seguros o garantías implícitas o explícitas por parte de Goldman Sachs), es considerado como de poco riesgo y es adquirido por muy diferentes inversores institucionales, desde hedge funds a fondos de pensiones o de inversión.
4. Pero Conduit GS tampoco se queda mucho tiempo con las hipotecas. Por el contrario, pronto las vende a un "vehículo especial de titulización" (SPV), también creado por Goldman Sachs y que llamaremos SPV GS. De nuevo, este SPV es un patrimonio separado de Goldman Sachs y no afectado por el riesgo de insolvencia de este último ("bankruptcy remote"), lo que quiere decir que si Goldman Sachs entrara en quiebra, sus acreedores no podrían reclamar los activos de SPV GS.
La hipoteca de los Hidalgo, como tal, se quedará en SPV GS, si bien SPV GS subcontratará los servicios de administración de la hipoteca a una empresa independiente o una subsidiaria especializada. No obstante, el flujo crediticio no para aquí, puesto que SPV GS financia la adquisición de las hipotecas mediante la "titulización" de las mismas. En este caso, la titulización tiene lugar mediante la emisión de "obligaciones hipotecarias colateralizadas" (o CMOs, por sus siglas en inglés), las cuales son, esencialmente, títulos a los que se transfiere el pago de intereses y principal de las hipotecas en el activo de SPV GS. Por tanto, podemos pensar que el crédito hipotecario de los Hidalgo continúa su viaje, transformado ahora en un componente de estas CMOs.
A diferencia de las hipotecas individuales, las CMOs son títulos homogéneos y, por tanto, susceptibles de ser negociados fácilmente en mercados secundarios. Ahora bien, en lugar de emitir un único tipo de título, SPV GS emite distintas series o tramos ("tranches"), con distinta prioridad a la hora de recibir el pago del principal de las hipotecas. Así, el tramo "super-senior" de la emisión de CMOs tiene el derecho a percibir los primeros pagos del capital, mientras que el tramo con menor preferencia (tramo de primeras pérdidas o "equity") sólo recibe pagos del principal una vez que se hayan amortizado los tramos con mayor prioridad.
Además de crear títulos homogéneos (dentro de cada tramo), cada tramo de la CMO se emite con un rating crediticio, emitido por una agencia de calificación (como Moody"s). Este rating, al clarificar (al menos en teoría) el riesgo de las CMOs, contribuye a la liquidez de su mercado. Más aún, como el tramo super-senior con frecuencia recibe la máxima calificación crediticia, se facilita su adquisición por inversores institucionales, como fondos de pensiones o fondos de inversión del mercado monetario, que tienen restringida su política de inversión a activos con alta calificación.
5. La cosa no acaba aquí. En una iteración adicional, las CMOs emitidas por SPV GS son adquiridas por otro SPV, SPV GS2, el cual financia su adquisición (y la de otros instrumentos financieros) mediante la emisión de títulos ("obligaciones de deuda colateralizadas" o CDOs) que se estructuran a partir de las CMOs de forma análoga (aunque con numerosas variaciones) a como las CMOs se estructuran a partir de las hipotecas.
6. Parte de estos títulos se venden a SIV GS, otra estructura patrimonial de distinto carácter y conocida como un "vehículo de inversión estructurado" (SIV). SIV GS también es creada por Goldman Sachs (siempre fuera de su balance) y domiciliada en un paraíso fiscal como las Islas Caimán.
7. SIV GS financia la adquisición de los CDOs, de nuevo, mediante instrumentos de renta fija a corto plazo, como ABCP, que coloca a gestores de activos e inversores institucionales de todo el mundo, como hedge funds, fondos de pensiones, bancos de inversión, o mesas de trading de grandes bancos, entre ellas la del banco alemán CommerzBank, en el que la familia Schmidt, residente en Múnich, tiene depositados sus ahorros. En último término, por tanto, parte de la hipoteca de la familia Hidalgo acaba en la casa de los Schmidt, a más de 9.000 kilómetros de distancia y donde termina su viaje.
Figura 1. El viaje de la hipoteca de los Hidalgo.
Es importante destacar que la trayectoria de la hipoteca de los Hidalgo es hipotética y sólo uno de los posibles caminos que pudo haber seguido. No obstante, el modelo de "originar-para-distribuir" que ilustra esta trayectoria, los laxos criterios de concesión de hipotecas, la importancia de la originación de hipotecas a través de brokers y entidades financieras independientes (ver la Figura 2) y la importancia de la titulización para la financiación de los activos inmobiliarios (ver la Figura 3), son algunos de los rasgos más destacados de la intermediación financiera en Estados Unidos en el periodo anterior a la crisis. Es importante resaltar también que la cadena de intermediación puede ser muy distinta si se origina en otro país. Así, a pesar del enorme crecimiento de la titulización hipotecaria en España en los años del boom inmobiliario, la originación y administración de las hipotecas se mantuvo esencialmente a cargo de los bancos y cajas, que se vieron también obligados a mantener los activos originados en su balance.
Figura 2. Concesión de hipotecas por parte de bancos y otros intermediarios en EEUU, 2004-2008. "Full doc" y "Low doc" hacen referencia a hipotecas con documentación completa e incompleta, respectivamente. "Broker" hace referencia a originadores de hipotecas no bancarios. Extraída de la Figura 1 del artículo Jiang, Wei, Ashlyn Aiko Nelson, and Edward Vytlacil. "Liar"s Loan? Effects of Origination Channel and Information Falsification on Mortgage Delinquency." Review of Economics and Statistics 96, no. 1 (May 15, 2013): 1–18. doi:10.1162/REST_a_00387
Figura 3. Hipotecas en posesión de distintos tipos de intermediarios financieros. "Agency and GSE mortgage pools" se refiere a estructuras patrimoniales creadas por "Government Sponsored Entrerprises" (GSEs), como Freddie Mac. Extraído de la Figura 4 de Shin, Hyun Song y Tobias Adrian (2009). "The Shadow Banking System: Implications for Financial Regulation." FRB of New York Staff Report, No. 382.
La descripción de la trayectoria de la hipoteca de los Hidalgo plantea numerosos interrogantes. ¿Por qué una trayectoria tan larga? ¿Qué riesgos se generan en cada etapa? ¿Tienen las distintas etapas una justificación económica o son simples instrumentos para evitar las restricciones impuestas por la regulación bancaria? ¿Qué implicaciones tiene esta estructura de intermediación para la estabilidad financiera? Y, quizá, la más importante de todas, ¿Cómo regular un sistema financiero como el descrito? Muchos economistas (¿demasiado tarde?) se han puesto manos a la obra para intentar dar respuesta a estas preguntas.
Las causas de la "desafección" europea (ayer, hoy y… ¿mañana?)
(Vuelvo al Paper anterior, redactado en noviembre de 2013):
En definitiva el Fondo Monetario Internacional (FMI) no esconde una nueva vuelta de tuerca a los bolsillos de los contribuyentes europeos. El organismo que preside Christine Lagarde plantea, en su informe Fiscal Monitor de octubre (2013), una eventual quita a la riqueza de las familias europeas para que la deuda pública de 15 estados europeos recupere sus niveles de 2007. En el citado informe, la institución económica llega a concretar una cifra: el 10% de los ahorros familiares.
Se define como capital levy o impuesto sobre el capital. Y sería un one-off. Es decir, la posible reducción se efectuaría de una sola vez. "Sería una medida excepcional para restaurar la sostenibilidad de la deuda pública", explica el FMI en su informe. Para justificar esta posible decisión, el FMI cita que es una medida defendida por destacados e históricos economistas como Pigou, Ricardo, Schumpeter o Keynes.
En el conjunto de países de la OCDE, la deuda pública media se situará el año próximo en un 113,1% sobre el PIB, cuando en 2007 el promedio apenas superaba el 74%. El mayor nivel de deuda pública bruta corresponderá a Japón, con una cifra del 233,1% sobre el PIB en 2014. Además de España, otros nueve países de la OCDE estarán por encima del 100%. Grecia registrará un 189,2%, figurando a continuación Portugal e Italia con niveles superiores al 140%. Irlanda (126,4%), Islandia (124,4%) y Francia (116,3%) también se situarán por encima del promedio de la OCDE. El Reino Unido alcanzará un 113%, mientras que los Estados Unidos llegarán al 110,4% y Bélgica al 104,5%. Austria, los Países Bajos y Alemania superarán el 85%, mientras que Finlandia rozará un 70%.
Entre los países de la OCDE que pertenecen a la Unión Europea destacan los niveles relativamente bajos de endeudamiento de Dinamarca (58,4%), Suecia (52,7%) y, sobre todo, Luxemburgo (32%). Estas tres naciones son la excepción en el conjunto de países de la OCDE, donde la deuda pública media se situará el año próximo en un 113,1% sobre el PIB, cuando en 2007 el promedio apenas superaba el 74%.
Estos "illuminatis" no solo nos "laminan" las prestaciones sociales hasta la extenuación, sino que nos "expropian" de un plumazo, un 10% adicional de nuestro menguado patrimonio. Me queda una sola duda: ¿para cuándo el "derecho de pernada"? (no sé si le apetecerá a Ms. Lagarde, pero estoy seguro que a Mr. Strauss Kahn le hubiera gustado "muchísimo". A verlas venir… entonces.
Lo auténticamente "insostenible" es el círculo vicioso entre estados y bancos
No se entiende el peso excesivo del sector financiero en el PIB. Nunca antes fue tan elevado. Las finanzas se han divorciado del comercio y la economía real, su razón de ser primigenia.
Es necesario volver a encarrilar el sistema financiero. Rediseñarlo introduciendo mecanismos que impidan tropelías como las que todavía seguimos padeciendo. Prohibiendo los instrumentos financieros absurdos que exacerban el riesgo a cambio de nada, cuya letra pequeña nadie entiende, empezando por aquellos que los adquieren y contratan.
Es necesario reducir abruptamente la concentración financiera promovida como consecuencia de la crisis financiera en vigor. Poniendo al mando de las entidades resultantes a gente decente y honrada. Reconvirtiendo el contubernio manipulado en que se ha convertido el sistema financiero mundial obligándolo a retornar a sus esencias mercantiles y comerciales.
La banca nació con el fin de servir como simple intermediario entre comprador y vendedor. Se dedicaba a facilitar las transacciones económicas. Apadrinaba de manera rápida, segura y fiable nuevas aventuras mercantiles otorgando crédito de manera sensata.
Desgraciadamente, las finanzas han dejado de ser un medio capaz de propulsar el bienestar y el comercio para convertirse en un fin en sí mismo. En un lastre y en una bomba de relojería recurrente generadora de burbujas diversas destinadas a explotar cada cierto tiempo una vez que los gurús han vuelto a hacer caja con sus prédicas absurdas. Cambio conceptual que tomó carta de naturaleza desacerbada durante los años 80 del siglo pasado.
La economía financiera, el simple intermediario de antaño, se ha convertido en protagonista absoluto del presente económico, pervirtiendo el sistema y empobreciendo a la mayoría de la población.
El crédito sigue sin fluir hacia particulares y empresas, su razón de ser primigenia. Su único destino actual es financiar a reyes metafóricos y tiranos. La burbuja de deuda pública se incrementa, aquí o acullá, hasta que acabe por reventar. Los sistemas financieros, por el contrario, han dejado de funcionar con aquello para lo cual fueron creados. Se vuelve al trueque, se llamen "bitcoins" u otras iniciativas que están surgiendo fuera del sistema. Brutal paradoja.
En vez de analizar con profundidad los hechos y actuar con sensatez, desde que comenzó la crisis se han reforzado los mecanismos financieros que nos han llevado al desastre. La banca mundial se concentra cada vez en menos actores alejándola del objetivo tradicional: la mera intermediación que promueva el crédito, proporcionar facilidades a los empresarios y agilizar el comercio. El crédito ya apenas se otorga a particulares y empresas más que para especular. Su objetivo primigenio raramente se cumple ya.
El motor económico no podrá arrancar mientras no vuelva a haber un entramado financiero diverso y disperso con objetivos claros, con activos más reducidos respaldados con algo más que aire. Con entidades sanas y profesionales. El poder financiero debe dejar de seguir concentrado en manos de unos pocos desalmados.
"Las cenizas de Ángela"
Es un libro de memorias escrito por el autor irlandés estadounidense Frank McCourt. Fue publicado en 1996 y obtuvo el Premio Pulitzer.
La vida en Irlanda, y especialmente en Limerick, no era fácil en aquella época (años 30 y 40), y el libro la recoge con crudeza. La familia McCourt vive en una casucha minúscula en una callejuela sucia, con una sola bombilla y conviviendo con las pulgas y los chinches, y comparten una única letrina con sus demás vecinos. El padre, vago y alcohólico, apenas logra mantener ningún trabajo, y cuando lo hace es sólo para poder comprar más bebida. Así, la familia se ve obligada a vivir de la caridad, subsistiendo principalmente a base de té y pan…
Cuando leo que los "illuminatis" europeos (y no digamos los "partys" americanos), sostienen que hay que pasar de la "solidaridad indirecta" (estado del bienestar) a la "solidaridad directa" (caridad privada), porque al estar todo cubierto ha subido el estándar de vida y la sensación de felicidad, generando a su vez individualismo, y erosionando en papel de los ciudadanos en la sociedad, mientras que la solidaridad directa, la del apoyo mutuo, tiene un fuerte componente emocional, no puedo dejar de pensar en la "emoción" que sentían Ángela y sus hijos cuando mendigaban caridad, dormían todos en la misma cama, o lamían el papel de diario en el que había sido envuelto el misericordioso alimento. Una "gozada", vamos…
(Junio 2014) Mira tú por donde… Del Limerick de los años 30 y 40 (el de "Las cenizas de Ángela") hemos pasado al Glasgow del 2014, donde la miseria, el hambre y la muerte siguen rondado a los mismos "hijos (tal vez nietos) de un dios menor". Sigue siendo en el mismo Reino Unido (un cementerio de equivocaciones y desenlaces devastadores), desde donde la City de Londres bendice la mesa de los "señores del dinero" (con egoísmo, grandilocuencia, hipocresía desvergonzada y parcialidad miope), y reparte el pan y la sal (si es que sobra) entre los "súbditos".
Vienen a mi memoria escenas de "Los Miserables" (Victor Hugo – 1862)… donde unos desesperados sin nada que perder se lanzan a la rebelión social (la novela sirve como una defensa de los oprimidos sea cual sea el lugar o situación sociohistórica que vivan).
"El humano sometido a la necesidad extrema es conducido hasta el límite de sus recursos, y al infortunio para todos los que transitan por este camino.
Trabajo y salario, comida y cobijo, coraje y voluntad, para ellos todo está perdido. La luz del día se funde con la sombra y la oscuridad entra en sus corazones; y en medio de esta oscuridad el hombre se aprovecha de la debilidad de las mujeres y los niños y los fuerza a la ignominia. Luego de esto cabe todo el horror. La desesperación encerrada entre unas endebles paredes da cabida al vicio y al crimen…
Parecen totalmente depravados, corruptos, viles y odiosos; pero es muy raro que aquellos que hayan llegado tan bajo no hayan sido degradados en el proceso, además, llega un punto en que los desafortunados y los infames son agrupados, fusionados en un único mundo fatídico".
Ellos son "Los Miserables", los parias, los desamparados. (Victor Hugo, Los Miserables)
Con estos "mimbres" a ninguno debería sorprender el resultado electoral del 25 de junio de 2014. Y si me apuran, creo que el "trompazo" ha sido demasiado leve.
Parte III – ¿Quo vadis?, Europa (ruegos y preguntas): la opinión de los que saben
– El triste estado de la Unión. Europa necesita un nuevo gran pacto (Real Instituto Elcano – 9/4/14)
(Por Loukas Tsoukalis)
La crisis en Europa se ha manifestado de muchas maneras diferentes: economías que languidecen e incluso implosionan, partidos antisistema en alza, un creciente alejamiento entre la política y la sociedad, y el apoyo a la integración europea a mínimos históricos. Todo ello de la mano de una fragmentación cada vez mayor entre y dentro de los países.
Algunos de los problemas se remontan a más atrás. Con el tiempo, el proyecto europeo se ha hecho más grande, más intrusivo y menos inclusivo, mientras se intensificaba la competencia externa en un mundo en rápida globalización. El consenso permisivo en el que se basaba durante décadas ya no se puede dar por hecho.
La creación del euro fue el acto de integración más audaz y su motor fue la política más que la economía. Hoy en día está claro que los europeos querían una unión monetaria, pero no tenían medios para hacerla viable a la larga. En ese sentido, el euro fue un terrible error y ahora estamos pagando el precio.
Fue un proyecto defectuoso, pero también fue mala suerte que la primera verdadera prueba llegase con la crisis financiera internacional más grave desde 1929. Fruto de fallos colosales en los mercados y las instituciones que desde luego no se limitaban solo a Europa, la crisis reveló en su curso la debilidad de la construcción de Maastricht así como la fragilidad de los lazos entre gobiernos y dentro de los países. También sacó a la luz a todo tipo de hijos problemáticos en la familia europea y desveló las limitaciones del poder político respecto a una economía sin fronteras que marca el ritmo y a menudo dicta las reglas.
Sin embargo, contra los pronósticos de los euro-escépticos, se ha evitado lo peor. El fin del euro habría tenido unas consecuencias económicas y políticas incalculables dentro y fuera de la unión monetaria. Muchas cosas "impensables" han ocurrido para prevenirlo. Por otra parte, el ajuste resultó ser más doloroso y duró mucho más en la zona euro que en cualquier otro sitio. Los líderes políticos europeos intentaron ganar tiempo, mostrando un fuerte instinto de supervivencia cada vez que se asomaban al borde del precipicio aunque muy poca visión estratégica. ¿Quién paga la factura de la salida de la crisis? sigue siendo la pregunta política más difícil de contestar.
Europa se ha dividido entre deudores y acreedores, entre los países del euro y los demás. Asimismo, la separación se hizo más profunda dentro de los países a la vez que aumentaba la desigualdad. La confianza ha sido poca, la economía débil y la política tóxica. Mientras tanto, la austeridad impuesta a los países deudores tuvo efectos devastadores en sus economías, sociedades y sistemas políticos. Es cierto que estos países habían vivido a base de tiempo y dinero prestado durante demasiado tiempo.
Algunos creen, o esperan, que lo peor haya acabado. Los mercados llevan un tiempo, relativamente tranquilos, mientras que los países empiezan a resurgir de sus dolorosos programas de ajuste y aparecen los primeros signos de recuperación económica. Este es el escenario positivo. Otros, sin embargo, son menos optimistas. Nos recuerdan que Europa coquetea con la deflación mientras que parece que el crecimiento seguirá siendo modesto, frágil y desigual en el futuro próximo. Un gran número de desempleados no podrá encontrar trabajo pronto y el extremismo político está en alza. La deuda pública es ahora mucho más alta que al inicio de la crisis y la deuda privada también sigue siendo muy significativa. Europa parece caminar hacia el futuro con fe en los milagros.
Alemania surgió como el indispensable prestamista de último recurso y la canciller Merkel como la líder indiscutible de Europa en crisis. El equilibrio de poder dentro de Europa se ha desplazado. Alemania disfruta de una ventaja estructural en la unión monetaria que opera como una versión moderna del patrón oro y poco más. La experiencia histórica, sin embargo, advierte que tal situación quizá no sea viable por mucho más si la unión monetaria europea no adquiere además una base fiscal y un soporte político legítimo sobre los que apoyarse.
Las fuerzas centrífugas son fuertes, entre países y dentro de ellos. Lo que sigue manteniendo a Europa unida es el pegamento político que se ha ido solidificando durante varias décadas de estrecha cooperación y, lo que es más importante, el miedo a la alternativa. Existe un gran descontento con el estado de la Unión hoy en día y la integración se ha convertido en un juego de suma negativa en los ojos de muchos europeos. Con todo, la mayoría sigue convencida de que los costes de la desintegración serían aún mayores. En cierto sentido es un equilibrio de terror, que es a la vez un equilibrio inestable y propenso a accidentes.
Europa necesita un nuevo acuerdo general para romper su nudo gordiano. La iniciativa puede llegar solo de parte de los fuertes, no los débiles. ¿En qué medida están los alemanes dispuestos a -o son capaces de- comprometerse con el proyecto europeo? ¿Hasta qué punto están los países deudores (y otros) dispuestos a -o son capaces de- emprender reformas? ¿Los franceses están dispuestos a -o son capaces de- reclamar de modo creíble su papel de co-líder? Son piezas esenciales del puzzle, aunque no las únicas. El nuevo acuerdo general va a requerir que una amplia coalición de países y los principales grupos políticos en Europa reconozcan el valor del proyecto europeo y la necesidad de darle otra forma en un entorno de rápidos cambios.
La economía de la oferta y el objetivo de la consolidación fiscal a largo plazo tienen que empezar a concordar urgentemente con las medidas que reaviven la demanda y promuevan el crecimiento. Sin respuestas aceptables a los problemas de deuda y recapitalización de bancos, sin un programa claro dirigido hacia el fortalecimiento de la faceta económica de la unión económica y monetaria, las perspectivas de crecimiento serán inciertas, si no sombrías, y la viabilidad del euro decaerá más y más.
El proyecto europeo tiene que volver a ser más inclusivo, y así atender cada vez más las necesidades de aquellos que están en el bando perdedor de una larga transformación económica que culminó en la gran crisis de los últimos años. La agenda europea conservadora de hoy en día no puede dar una respuesta adecuada. A menos que cambie, los partidos antisistema y los movimientos de protesta seguirán con su día de gloria, y lo mismo ocurrirá con los nacionalismos y el populismo. Sería muy miope agrupar todas las protestas como populistas y simplemente descartarlas. En cambio, el populismo y el creciente euro-escepticismo deberían servir de alerta de unas heridas que se han estado infectando durante años. Pueden hasta llegar a convertirse en una alerta roja cuando se anuncien los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo a finales del mes de mayo.
El euro se ha convertido en un asunto decisivo para Europa. También, ha llegado a ser el núcleo central del proyecto europeo y parece improbable que eso cambie pronto. Por tanto, debemos extraer las conclusiones necesarias. Tal y como está, la gestión del euro no es ni eficaz ni legítima. Necesita herramientas políticas efectivas, instituciones comunes fuertes, mayor responsabilidad democrática y un ejecutivo capaz de actuar a discreción. Es lo que proporcionará el equilibrio con respecto a una serie de reglas sobre las políticas nacionales que también son necesarias. Y todo ello conduce hacia un tratado nuevo sobre el euro que debería poder enfrentarse a los exámenes democráticos en los países miembros, bajo la condición de que ningún país tenga derecho a impedir que otros avancen, y que a cada parlamento nacional -y/o a los ciudadanos, si se convocara un referéndum- se le presente una opción clara, concretamente: estar dentro o fuera. Habrá que luchar por la legitimidad democrática; no se puede dar por hecho.
Algunos países europeos, especialmente el Reino Unido, aunque también otros, no estarán ni dispuestos ni preparados a emprender el salto adelante en el terreno político. Debería haber sitio para ellos bajo un paraguas más amplio de la UE que se estableciera en el proceso de revisión de los tratados existentes. En una Europa de 28 o de más, serán necesarias más flexibilidad y diferenciación.
Si seguimos improvisando para salir del paso, Europa continuará siendo débil, dividida por dentro y con la mirada puesta en sí misma: un continente que envejece y se deteriora, cada vez menos importante en un mundo de rápidos cambios y con unos vecinos muy pobres e inestables. El reto no consiste solo en preservar la moneda común. También se trata de proporcionar una gestión más eficaz de la interdependencia, apaciguar los mercados, crear las condiciones para un desarrollo sostenible y unas sociedades más cohesionadas, fortalecer la democracia y convertir la integración regional otra vez en un juego de suma positiva, y aunque todo ello ciertamente representa un ambicioso cometido, también supone un desafío digno de luchar por él. Más integración donde se necesita y más responsabilidad nacional y local siempre que sea posible: esta debería ser la consigna para Europa. Si lo logramos, también podremos enseñarle al resto del mundo una lección útil.
(Loukas Tsoukalis Profesor de integración europea en la Universidad de Atenas y profesor visitante en el King"s College de Londres y el Colegio de Europa en Brujas)
– La precaria nueva normalidad de Europa (Project Syndicate – 3/5/14)
Londres.- Hace una década, diez países se unieron a la Unión Europea. Hoy todo el mundo reconoce que Chipre, la República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia son países europeos plenamente integrados. Las extraordinarias transiciones políticas que puso en marcha la caída del Muro de Berlín en 1989, junto con el largo y minucioso proceso de adhesión a la UE que le siguió, produjeron esta nueva normalidad, libre en lo esencial de las distorsiones políticas y económicas de la Guerra Fría.
Hoy Ucrania está tomando este camino, sin la promesa de adhesión completa. En este aniversario, cuando nuevamente desciende sobre el continente europeo una era de tensión geopolítica, merece la pena que recordemos lo que significó este proceso para los países que hace diez años pasaron a formar parte de la UE y lo que podría significar para Ucrania.
Se ha recuperado el "área media faltante" de Europa, separada por la Cortina de Hierro. El comercio en la región ha florecido, gravitando de manera natural hacia la UE, el mayor mercado del mundo. Y en dirección opuesta han fluido las inversiones desde los países con riqueza de capitales a aquellos donde faltan, tal como habrían predicho las teorías económicas.
Si se comparan Polonia y Ucrania quedan claros los beneficios de ser miembro de la UE. En 1989, ambos tenían aproximadamente el mismo estándar de vida; hoy los polacos son tres veces más ricos. La brecha del ingreso de Polonia con Europa Occidental es hoy menor que en cualquier momento desde el año 1500.
Puesto que el PIB combinado de la EU es ocho veces mayor que el de Rusia, cabría esperar que el camino hacia la normalidad para Ucrania signifique que la UE tenga más presencia en su comercio exterior. Pero esto no implica un quiebre total con Rusia, cuyo peso en las exportaciones polacas se ha triplicado desde 2004. Si consideramos su proximidad geográfica y las redes industriales, el potencial de comercio entre Rusia y Ucrania es mucho mayor.
Sin embargo, la democracia y la dignidad también forman parte del concepto de normalidad. Cuesta imaginar que lo que está sucediendo en el tejido social del este de Ucrania pudiera ocurrir en Polonia.
No hay duda de que la integración a la UE ha contribuido a la excepcional transformación política de Polonia que, al igual que Ucrania, sufría una corrupción generalizada en los años inmediatamente posteriores al colapso del comunismo. Hoy se encuentra en mejores lugares en los índices de corrupción que muchos antiguos miembros de la UE. El meticuloso proceso de cumplimiento de las normas y regulaciones de la UE, que ayudó a Polonia a convertirse en un país europeo normal a fines de los 90, podría a ofrecer a Ucrania la perspectiva de amansar sus propios demonios del soborno, el favoritismo y el nepotismo.
Más aún, Polonia ha logrado acceso a grandes niveles de financiamiento de la UE: en la última década su economía ha recibido más de 92 mil millones de euros (128 mil millones de dólares). Asimismo, las inversiones del sector privado han sido mucho mayores en toda Europa Central y del Este, debido a las atractivas condiciones ofrecidas a la inversión extranjera directa. Gran parte corresponde a proyectos de largo plazo con beneficios adicionales, como la transferencia de conocimientos y la introducción de mejores prácticas internacionales.
Crear este tipo de normalidad en Ucrania desencadenaría grandes fuerzas transformadoras, pero esta aspiración se encuentra en serio riesgo, como todos sabemos. Y el precio de su no realización podría ser alto, no solo para Ucrania, sino también para los países de Europa Central y del Este.
Para comenzar, en momentos que las sanciones apuntan a la maltrecha economía rusa, los lazos comerciales que se acababan de renovar han pasado a convertirse en una fuente de vulnerabilidad para ambos países. Ya está ocurriendo que empresas activas en el mercado ruso informan estar teniendo dificultades para encontrar financiamiento, y las inversiones transfronterizas se están posponiendo.
Los efectos van más allá de las inversiones y el comercio de corto plazo. Los costosos cambios de último minuto para aumentar la seguridad energética están posponiendo otras prioridades importantes, como la inversión de largo plazo en investigación y educación terciaria, así como muy necesarias mejoras a los deteriorados sistemas de sanidad pública. Y, a medida que los países de la región y otras áreas perciben la necesidad de aumentar sus gastos de defensa, se va evaporando el "dividendo de la paz" posterior a 1989, que había ayudado a crear espacio en materia fiscal.
Mientras los líderes de Europa sopesan los próximos pasos y piensan en cómo dar respuesta, los ucranios deberían reflexionar en profundidad sobre lo que ganarían con el camino de las reformas institucionales y económicas hacia la normalidad europea. Al mismo tiempo, los países de Europa Central y del Este merecen el apoyo de la UE en sus esfuerzos por limitar sus áreas vulnerables.
(Erik Berglof is Chief Economist of the European Bank for Reconstruction and Development)
– La transformación tecnopolítica (Project Syndicate – 5/5/14)
Ginebra.- Sería insuficiente decir que nuestro mundo está experimentando cambios rápidos y de largo alcance. La economía mundial, el panorama geopolítico, el medio ambiente y la tecnología están sujetos a condiciones de constante variación que se refuerzan y transforman recíprocamente en un sistema de interacciones complejas. En dicho marco impredecible e interconectado, el liderazgo efectivo se tiene que sustentar con perspectivas radicales, capacidades multifacéticas y un entendimiento de la tecnología y el talento.
Las tendencias que están definiendo el mundo del siglo XXI, incluyen la promesa y el peligro. Por ejemplo, la globalización ha sacado de la pobreza a cientos de millones de personas, pero también ha contribuido a la fragmentación social y a un enorme aumento de la desigualdad, sin olvidar los serios daños al medio ambiente. Asimismo, los datos masivos ofrecen beneficios desconocidos a compañías y consumidores, pero plantean una amenaza verdadera a la privacidad y libertad personales.
Una dicotomía similar se aplica a muchos otros asuntos esenciales, incluida la adaptación al cambio climático, los esfuerzos para mejorar la gestión de recursos, la urbanización y el auge de megaciudades, la mayor movilidad laboral y la expansión de capital humano.
La magnitud y complejidad de los desafíos a la vista son sin duda abrumadoras. Sin embargo, el cambio rápido y de largo alcance también presenta oportunidades enormes. Para aprovecharlas al máximo, el mundo necesita dirigentes educados -llamémosles "tecnopolíticos"- que tengan un entendimiento intuitivo de cómo modelar el progreso en este entorno nuevo e impredecible.
Dentro del marco de la tecnopolítica, el crecimiento económico y la innovación tecnológica son dos de los factores más importantes que definen el panorama global. Nuestro futuro colectivo dependerá de cómo nos adaptemos y guiemos su trayectoria.
En términos económicos, el mundo está entrando en una era de expectativas disminuidas. Si, como se ha previsto, el crecimiento anual promedio del PIB será de 3% en el futuro inmediato, se necesitarán 25 años para que la economía mundial crezca el doble –son diez años más de lo que había tardado en llegar a dicho nivel antes que golpeara la crisis económica mundial, cuando el aumento promedio del PIB se situó en 5%. No será fácil aprender a vivir con un ritmo de crecimiento más lento.
Dado que la deuda estimulada por el consumo ha seguido su curso, el aumento de la productividad será crecientemente un motor de crecimiento económico crucial. Sin embargo, en una era en la que la desigualdad creciente está socavando la cohesión social, es muy poco seguro que las condiciones necesarias para lograr dicho aumento -es decir, mejor educación y más incentivos para innovar- se cumplan.
Tal vez lo más importante es que incluso cuando el crecimiento económico ralentiza, el cambio tecnológico continúa a un ritmo vertiginoso, lo que aumenta las preguntas sin respuesta sobre el impacto potencial de dicho cambio para la economía mundial. Si bien, algunos señalan que el progreso tecnológico dejará a muchos sin empleo, otros siguen convencidos de que los trabajadores desplazados encontrarán nuevos empleos que todavía no existen, como ha ocurrido en el pasado. Lo que es indiscutible es que la tecnología y la innovación están alterando prácticamente cada aspecto de la vida.
¿Cómo nos podemos adaptar a un mundo así? ¿Cuál será la base del éxito en este entorno nuevo y desafiante?
En un tecnosistema, dos factores inextricablemente interrelacionados son cruciales: talento e innovación. El talento es ahora el elemento principal que impulsa la competitividad (o la falta de) para las empresas y países por igual. En efecto, el "talentismo" será el credo económico predominante, en el que el capital humano o intelectual se convertirá en el activo más importante -y el más difícil de adquirir y mantener.
La innovación, estimulada por el talento, determinará el éxito. En el futuro, la distinción entre países de altos ingresos y bajos ingresos, o entre mercados emergentes y mercados maduros, ya no será relevante. La cuestión será si una economía puede o no innovar.
Un tecnosistema también reconoce la importancia crucial de la cooperación, el pensamiento estratégico y la adaptación. Los desafíos más grandes de ahora son mundiales por naturaleza, y por ende solo se pueden abordar mediante la participación de los responsables de toma de decisiones y grupos de interés pertenecientes a varios ámbitos. Se tienen que crear nuevas asociaciones, incluso entre actores con intereses aparentemente diferentes. Se debe apoyar a aquellos que tienen dificultades para adaptarse al cambio, no despreciarlos.
Sin embargo, los tecnopolíticos efectivos tienen que ir más allá de los ataques para pensar a largo plazo. Deben ser capaces de responder a nuevos e inminentes acontecimientos sin demora y experimentar constantemente nuevas ideas y procesos. Además, tienen que poder entender y reaccionar simultáneamente frente a múltiples realidades concurrentes.
El papel del tecnosistema es orientar al mundo hacia resultados positivos. Hará que los responsables de toma de decisiones usen su mente y corazón -y también pondrá a prueba sus nervios.
(Klaus Schwab is Founder and Executive Chairman of the World Economic Forum)
– El Big Bang de Europa diez años después (Project Syndicate – 8/5/14)
Bruselas.- Hace diez años, se unieron a la Unión Europea ocho países del antiguo bloque soviético, junto con los Estados insulares de Malta y Chipre; con ellos, la membresía de la UE se incrementó de 15 a 25 Estados. En ese momento, se temía que esta ampliación hacia el oriente fuese a crear tensiones dentro de la UE, ya que los nuevos miembros de Europa central y oriental eran pobres y algunos tenían grandes sectores agrícolas. Debido a que la UE realiza gastos principalmente en regiones pobres y en agricultores, muchos se preocupaban acerca de la posibilidad de que la ampliación fuese a sobrecargar el presupuesto de la UE.
Al final, este problema se resolvió a través de un compromiso europeo típico que permitió que se lleve a cabo la ampliación en el número de miembros, a pesar de que el presupuesto, como proporción del PIB de Europa, se redujo. En gran medida, la agricultura ha desaparecido como un elemento importante en la agenda de la UE. Por otra parte, el horizonte de planificación bajo el Marco Financiero Plurianual de la UE implica que el asunto de quién paga por quiénes tiene que ser abordado solamente una vez cada siete años.
El propósito de la integración económica es, en última instancia, impulsar el crecimiento del PIB y mejorar los niveles de vida. Juzgada desde esta perspectiva, la ampliación del número de miembros ha funcionado bien. Durante la pasada década, los países en transición, han alcanzado en gran manera los niveles de los otros.
A mediados de la década de 1990, el PIB per cápita de muchos países en transición se encontraba en un nivel que alcanzaba a alrededor de un cuarto a un tercio del PIB de los países que conformaban la antigua UE-15 (en términos de paridad de poder adquisitivo). Alguna de la distancia había sido acorta hasta el momento en el que los nuevos Estados miembros finalmente se unieron a la UE, pero el proceso de convergencia continuó, incluso durante la crisis financiera.
El nivel de ingresos de los nuevos miembros ha llegado a ubicarse en aproximadamente dos tercios del nivel de la UE-15. Además, los ingresos de los nuevos miembros más pobres fueron los que aumentaron más (a diferencia de lo que ocurrió con los miembros más pobres de la UE-15, como Portugal y Grecia, que al presente retrocedieron a los niveles de ingresos que vieron por última vez en la década de 1990). Esta convergencia es la razón por la cual los solicitantes de empleo provenientes de los Estados miembros del Este no están abrumando a los mercados laborales más ricos de la UE-15.
En un principio, se constituyó como una fuente de tensión el hecho de que al inicio los nuevos miembros eran mucho más pobres; sin embargo, esto resultó ser una fuente de ventaja económica para ambas partes, ya que las empresas de la UE-15 (especialmente las empresas alemanas) pudieron externalizar tareas intensivas en trabajo. Los países de la UE-15 ganaron en términos de competitividad mundial, mientras que los países que prestaron servicios se beneficiaron con las inversiones directas, los puestos de trabajo y la transferencia de conocimientos que tanto necesitaban. En términos puramente económicos, la ampliación fue claramente una propuesta mutualmente beneficiosa.
Por supuesto, otros aspectos de la ampliación no han funcionado tan bien. Una gran parte de la ayuda que ha fluido desde el presupuesto de la UE hacia los nuevos Estados miembros se utilizó para proyectos de prestigio que enriquecieron a las empresas de construcción locales. Y, a pesar de que este problema no es específico de los nuevos Estados miembros -ya que esto también sucede en países como Italia o Grecia que tienen sistemas administrativos lentos e ineficientes, donde prima una corrupción generalizada- dicho problema se agudizó a consecuencia de la ampliación de miembros; de hecho, muchos de los miembros de países del Este aún tienen administraciones públicas de menor calidad en comparación con lo que uno puede encontrar en el núcleo de la UE.
Por lo tanto, la ampliación debe ser vista como un éxito calificado. Uno de los mayores temores, específicamente que las instituciones de la UE se verían abrumadas por la absorción simultánea de diez nuevos miembros, tampoco llegó a materializarse. Los nuevos Estados miembros se han integrado sin problemas en las instituciones de la UE, en las cuales defienden sus intereses nacionales prácticamente en la misma manera que lo hacen los miembros más antiguos. Las dificultades que la UE ha atravesado en los últimos años tienen poco que ver con el aumento del número de Estados miembros, que ahora ha llegado a 28.
La consecuencia más importante de la ampliación hacia el Este de la UE ha resultado ser una que pocos imaginaron en aquel entonces: la ampliación llevó a la Unión Europea mucho más cerca de Rusia. Y, para una Rusia que se ha vuelto autoritaria y que ha visto cómo la UE puede transformar a los países en transición que se esfuerzan en democracias cada vez más prósperas (aunque imperfectas), Europa se encuentra demasiado cerca y esto le incomoda. La perspectiva de una relativa prosperidad y libertad resultó ser tan atractiva para los ciudadanos de Ucrania que derrocaron a un presidente que prefería una "Unión Euroasiática" liderada por Rusia en vez de un acuerdo de asociación con la UE.
Desafortunadamente, una minoría significativa en el Este de Ucrania no comparte esta "vocación europea" y se siente amenazada por el reciente giro de acontecimientos. Rusia apoya estas tendencias y ha utilizado medios militares y otros medios autoritarios para avivar las tensiones, debido a que el régimen ruso podría verse amenazado por el ejemplo vivo de una Ucrania "europea" que sea democrática y próspera.
Por lo tanto, diez años después, la ampliación está llegando a ser algo distinto a lo esperado. Los desafíos internos han resultado ser manejables, pero ahora la UE tiene que enfrentarse a un desafío externo para el que se encuentra mal preparada. No vamos a tener que esperar una década para averiguar si la UE puede ayudar a estabilizar Ucrania, mientras que al mismo tiempo confronta a una Rusia cuyos líderes se siente amenazados por los valores fundamentales de democracia y estado de Derecho de la UE.
(Daniel Gros is Director of the Brussels-based Center for European Policy Studies. He has worked for the International Monetary Fund, and served as an economic adviser to the European Commission, the European Parliament, and the French prime minister and finance minister…)
– Lo que se juega en Europa (El Confidencial – 10/5/14)
(Por Daniel Lacalle)
"No existe política económica que garantice estabilidad y certeza. Los únicos sitios donde hay estabilidad y certeza son la prisión y la tumba" Milton Friedman
Les doy dos cifras para empezar este fin de semana: 60% y 960.000 millones de euros.
El 60% de los votantes europeos probablemente no va a participar en las elecciones, según Europa Press, y el presupuesto aprobado por la Unión Europea para 2014-2020 es de 960.000 millones de euros. Dinero pagado también con los impuestos de ese 60% que tal vez no vote.
En estas elecciones no se deciden, ni tiene posibilidad de aprobarse, gran cantidad de las propuestas que pueblan los programas económicos de algunos de nuestros partidos. Se decide si Europa va a continuar por la senda del saneamiento y empezar a atraer capital y crear empleo o caer en otro error y agrandar el agujero.
Merece la pena recordar quiénes son los candidatos a presidente de la Comisión Europea: Jean-Claude Juncker (Luxemburgo, conservador) y Martin Schulz (Alemania, socialista). No es una batalla sobre política nacional ni es un debate entre austeridad y despilfarro. En nuestro país, los representantes de los dos grandes partidos sumarán en total un 10%, como máximo, de sus respectivos grupos. Por lo tanto, las soluciones mágicas que se pasean en los medios de comunicación nacionales de volver a 2008 ni entran en la agenda. Son humo. Cualquier entrevista con Schulz o Juncker nos muestra que, gane quien gane:
No se va a cambiar el mandato del Banco Central Europeo (BCE) ni existe posibilidad de aumentar los déficits hasta niveles estratosféricos para "relanzar la economía" y cuando falle, quejarse de que los mercados nos atacan. Los que reclaman "copiar a Obama y Bernanke" monetizando deuda (imprimiendo dinero) en realidad lo que quieren es copiar a Argentina cuando rechazan el mismo nivel de apertura económica, bajos impuestos y flexibilidad de Estados Unidos.
No pueden prometer los eurobonos. Ya lo comentábamos en 2011 en "Eurobonos no, gracias, la deuda no se soluciona con más deuda" . Ni siquiera está en la agenda, y lo rechazaría el propio grupo liderado por Schulz.
Ninguno de los grupos políticos puede garantizar estabilidad ni crecimiento ni reducción de paro. Desde 2008, se han gastado decenas de miles de millones en planes de empleo, un 3% del Producto Interior Bruto (PIB) de la eurozona en planes de estímulo y se ha disparado el gasto público al 49,2% del PIB para acabar con 26 millones de parados.
Las delirantes propuestas de una Europa sin Alemania son simplemente imaginaciones. Sin Alemania, Europa no podría financiar déficits de 4-4,5% del PIB a tipos históricamente bajos, y sin el Bundesbank el Banco Central Europeo sería una anécdota. Europa sin Alemania no contaría ni de lejos con la confianza necesaria para asegurar esa capacidad financiera. Europa no es nada sin Alemania y viceversa. Por eso, Alemania, como una parte de los problemas y las soluciones, no debe sostener un eterno "financiador de proveedores" que nunca paguen. Y por eso se mantienen los apoyos a pesar de incumplimientos consecutivos. Porque para decir que Merkel "nos manda", poco caso hacemos.
Por lo tanto, estamos centrando el debate de Europa en propuestas que ni están en la agenda. Las llamadas inflacionistas siempre olvidan que exigir a Alemania inflación no soluciona nada, cuando un aumento del 5% en sus importaciones del resto de Europa tendría menos de un 0,25% de impacto positivo sobre España y los países periféricos.
Estas elecciones son esenciales para reforzar la confianza empresarial y potenciar el consumo.
Nada más y nada menos. Desafortunadamente, no vamos a ver enormes cambios en la UE, pero continuar bajo la ilusión de que Europa va a salir de la crisis con planes industriales estatales es un error. La verdadera crisis de Europa, y causa de la desindustrialización y deslocalización, ha sido por esos enormes planes estatales que han llevado a sobrecapacidad y sobrecoste en infraestructuras, energía, etc. El coste de todos esos planes Marshall eternos en los que se ha embarcado Europa desde 1999 ha llevado a ahogar a impuestos a empresas y familias.
Ahora toca atraer capital.
Dependiendo del resultado de estas elecciones, las empresas, que son las que invierten y crean empleo, pueden percibir confianza y recuperar el ánimo inversor, o asustarse ante el riesgo de que Europa vuelva a hundir sus economías con innecesarios planes de estímulo que luego implican enormes aumentos de impuestos.
Fíjense en este grafico cortesía de Merrill Lynch que se resume con la palabra desconfianza.
Hemos pasado de la Europa que rebota desde mínimos, empieza a solventar su problema bancario, se financia a mínimos históricos y corrige los desequilibrios alcanzando superávits comerciales, al riesgo de complacencia. Si la Unión Europea es ya de por sí un entramado burocrático, entorpecer aún más la recuperación con intervencionismo y proteccionismo puede hacernos recaer en la crisis.
Queda mucho por hacer:
A pesar de las reducciones de déficit, los niveles de deuda siguen siendo inaceptables en la mayoría de los 27 países. La confianza ha mejorado gracias a la gradual recuperación, pero es muy frágil. En el Eurosistema existe un exceso de liquidez de 180.000 millones de euros según el BCE. No debemos caer en la trampa de liquidez que ha llevado a todas las primas de riesgo a mínimos y entregarnos de nuevo al endeudamiento salvaje. Porque la liquidez extrema se acaba, hasta en los países que imprimen moneda y no evita la necesidad de ajustes presupuestarios.
En Europa hay 26 millones de parados que solo han aumentado con planes, estímulos y comités. Mientras, unos partidos y otros debaten si hay que dar 8.000 o 20.000 millones a un "fondo para combatir el paro juvenil". Ambas cifras son francamente inútiles. No consiguen nada que no se haría, de manera mucho más eficaz, si se redujeran trabas burocráticas e impuestos a las empresas y familias para relanzar el consumo.
Nos pasamos todo el tiempo echando la culpa a Merkel y a Bruselas, o al BCE, de nuestros males, pero a la vez les concedemos una especie de varita mágica que asume que todos nuestros problemas se solucionarían gracias a ellos. Y no es correcto. Ni Bruselas dicta todas nuestras leyes ni su poder o el del BCE es omnipotente.
Europa no va a reducir sus 26 millones de parados recurriendo al déficit y al gasto público. Porque no lo hizo nunca, ni en la época de la expansión. Y porque el sistema financiero europeo sigue siendo demasiado frágil, a pesar de las mejoras incuestionables. Mucho se critica a los bancos, pero casi todo el mundo pide más déficit e inversiones públicas, que deben pensar que se financian en Marte. Luego hablan de deuda odiosa mientras piden más crédito, y, por supuesto, barato.
En Bruselas confían demasiado en un objetivo quimérico de recuperar industria hasta un 20% del PIB, imposible cuando la presión burocrática y fiscal sólo aumenta en sectores subvencionados que encarecen las facturas de los consumidores a niveles inaceptables y en el acuerdo comercial con Estados Unidos que esperan que atraiga hasta 130.000 millones de euros a Europa.
Pero la verdadera solución está en los sectores que ya han sobrevivido a la crisis y en las familias. Un aumento del 3% anual de las inversiones de las empresas europeas y un aumento del consumo del 2% de las familias entre 2014 y 2017 tendría un efecto expansivo que duplica el impacto de los mismos fondos gastados por los estados, y encima no cuestan al contribuyente (correlación observada entre aumento de gasto público y privado con PIB desde 1999).
El coste y burocratización de la UE preocupa, y hay que exigirle el mismo esfuerzo que han hecho empresas y familias. Nos jugamos la partida a dos opciones: volver a repetir los errores del pasado o crear un modelo que pueda competir a nivel global. Estamos saliendo poco a poco del agujero. Espero que, gane quien gane, no compre una pala más grande para cavar más profundo. Porque lo paga usted. Siempre.
– Europa, por las buenas o por las malas (ABC.es – 12/5/14)
(Por Florentino Portero)
Hay circunstancias que tienen la virtud de hacernos ver los límites de nuestra libertad. Cada uno de nosotros, cada Estado europeo, actúa desde unos valores comúnmente aceptados y desde unos principios que informan sus leyes. Individuos y estados hemos optado libremente por formar parte de un proceso de convergencia europea, de extraordinaria importancia política y dimensión histórica. Ese proceso ha supuesto una sucesión de renuncias, siempre dando por descontado que a la postre saldríamos ganando. Pero no siempre somos capaces de interiorizar hasta qué punto nuestra capacidad de acción ha quedado limitada.
La canciller Merkel, mujer de fuertes convicciones morales, reaccionó ante la "crisis griega" desde la sensatez: los alemanes no tenían por qué desviar el fruto de su trabajo para salvar a unos irresponsables -la fábula de la cigarra y la hormiga-, era injusto, era inmoral y suponía establecer un precedente funesto, por el que las muchas cigarras que habitan en el Viejo Continente considerarían que llegado el frío invernal encontrarían en el hormiguero alemán alimento suficiente para sobrevivir. Este comportamiento no es nuevo entre nosotros. Desde el momento fundacional de este proceso Alemania viene pagando un impuesto extraordinario por su pasado belicista, del que los franceses han sabido aprovecharse como nadie. Los nuevos alemanes están hartos, con toda razón, de esta sangría. Por una parte la renovación generacional hace que se sientan menos responsables de su pasado. Por otra, tras la digestión de los cinco lander orientales y la crisis mundial, no les sobra el dinero. La firmeza de Merkel reflejaba el sentir de una nación y de ahí sus problemas.
Merkel no calculó bien la trascendencia de sus movimientos. Lo sensato no es siempre lo posible. En Maastricht Alemania optó por renunciar a ser de nuevo el Imperio Central para convertirse en el pilar de una Europa Unida con dimensión política. Fruto de ese paso es el euro y las medidas adoptadas para garantizar su estabilidad. La Unión Financiera y Monetaria se hizo mal, se aceptaron como miembros estados que no reunían las condiciones y no se previeron mecanismos apropiados para momentos de crisis. Cuando llegaron los fríos invernales unos cuantos gobiernos irresponsables, con el español en el pelotón de cabeza, optaron por la estrategia de la cigarra, conscientes de que las hormigas teutonas estaban atrapadas en la red de intereses creada por el euro y no podrían decir que no. Al final la canciller tuvo que ceder y eso le ha costado dinero y poder. Creo que mi admirado Wolfgang Münchau, columnista del Financial Times, tiene toda la razón cuando afirma que el castigo recibido en las elecciones de Renania del Norte-Westfalia no ha sido tanto por ceder ante la presión griega como por no haber comprendido desde el principio la magnitud del problema y no haber arbitrado una respuesta coherente en el medio y largo plazo. El euro ha tenido y tiene muchas ventajas para Alemania, pero también graves riesgos. Nada va a ser igual en el futuro, pero eso había que haberlo previsto y Merkel no lo hizo.
El gobierno británico, también desde un planteamiento sensato, ha manifestado su intención de no participar en el Plan de Rescate. Ellos no creyeron en el euro y no ven porqué desviar recursos propios para salvar a gobiernos irresponsables. Pero ¿han sido ellos un ejemplo de responsabilidad? ¿puede el país que acoge a la City dar la espalda a una situación de esta envergadura? Si la Reserva Federal norteamericana, el equivalente al banco central, se ha sumado al Plan y el propio presidente Obama se ha implicado hablando con dirigentes europeos irresponsables para forzar su cambio de actitud ¿cómo entender el desplante británico? De entrada se ha enviado el aviso a Londres de que si no ayudan no serán ayudados.
La Unión Europea es una realidad, para lo bueno y para lo malo. Lo que es inadmisible es que nuestros dirigentes no asuman las consecuencias de sus actos. No puede haber moneda común si no hay economía común. O volvemos a las monedas nacionales o avanzamos en el proceso de unificación. No hay espacio para la incoherencia.
– Reconstruir la política europea (Project Syndicate – 15/5/14)
Princeton.- Muchos europeos tiemblan de sólo pensar que, tal como parece probable, la inminente elección para el Parlamento Europeo se salde con una exhibición de fuerza de los partidos antieuropeístas, que casi seguramente querrán presentarse como los auténticos ganadores. Pero con sólo preocuparse no se resolverá la crisis política de la Unión Europea.
Una crisis que ya es muy profunda. En este momento, los partidos antieuropeístas (el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, el Partido de la Libertad de Geert Wilders en los Países Bajos y el Partido de la Independencia de Nigel Farage en el Reino Unido) son los que mejor lograron organizarse dentro de una única "familia" política. Eso sucedió a la par que muchos europeos dejaron de confiar en las otras familias ya establecidas (la socialdemocracia, el liberalismo y el bloque del Partido Popular Europeo, PPE).
El problema es que desde hace varios años los fundamentos intelectuales y morales de los viejos partidos europeos vienen sufriendo un desgaste acelerado, debido en parte a su omisión (o su incapacidad) de adaptarse al sistema paneuropeo. A menos que se apresuren a actuar para reposicionarse como representantes creíbles y eficaces de los intereses de los votantes, corren el riesgo de diluirse en el segundo plano de la política y dejar que el centro del escenario vaya siendo ocupado por populistas irresponsables.
Tomemos el caso de la socialdemocracia, cuya misión ha sido, históricamente, facilitar la redistribución de los recursos. Como en Europa esa redistribución se da fundamentalmente en el nivel de cada país (ya que es allí donde existe la autoridad fiscal necesaria), no parece un proyecto apto para Europa en su conjunto.
De hecho, europeizar la socialdemocracia en las condiciones actuales tal vez sea imposible. Cuanto más profundamente se integra Europa, menos capacidad tienen los gobiernos nacionales para redistribuir, porque las personas, las empresas y los puestos de trabajo pueden, simplemente, irse de los países con impuestos más altos, como ya ocurrió en países como Francia. Y para sostener un Estado de Bienestar paneuropeo financiado con impuestos a las ganancias personales o corporativas harían falta importantes transferencias entre países, lo que agravaría las tensiones, que ya son grandes, entre los estados miembros de la Unión Europea.
En cuanto al liberalismo económico, su capacidad de atraer un electorado amplio también está dañada. Después de la crisis económica global, creció entre los votantes la demanda de intervención estatal, lo que sugiere que muchos dejaron de confiar en los sistemas desregulados del pasado.
Finalmente, están las fuerzas democristianas de centroderecha del PPE, que surgieron en el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, trayendo consigo un énfasis (con bases religiosas) en la solidaridad social como alternativa al colectivismo inhumano del fascismo y el comunismo. Pero con la considerable secularización que se produjo después en Europa occidental, la idea de basar las decisiones políticas en la doctrina social de la Iglesia resulta anticuada para los votantes. Por eso hoy la centroderecha parece vaciada intelectualmente: un grupo de partidos quietistas que se oponen al cambio y no ofrecen ideas nuevas.
Así las cosas, puede ser que el entusiasmo con que los partidos antieuropeístas han acogido al presidente ruso Vladímir Putin y a sus políticas económicas y sociales profundamente antiliberales sea lo único que esté obrando a favor de las familias políticas establecidas. Pero no tiene por qué ser así. Europa puede crear un sistema político eficaz y apto para el siglo XXI, adoptando para ello una nueva visión política que tenga en cuenta las tendencias y los imperativos actuales.
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