El desencanto de Europa (impotencia, melancolía y suicidio económico) (página 3)
Enviado por Ricardo Lomoro
Las primeras proyecciones sobre votos escrutados en Italia confirman la victoria del Partido Democrático (PD) del primer ministro de Italia, Matteo Renzi, que amplía la diferencia respecto al Movimiento 5 Estrellas (M5S) de Beppe Grillo. Según los datos de SWG Italia, el PD obtendría en los comicios europeos entre un 36,8 y un 38,8 %, mientras que el M5S alcanzaría entre el 23,3 y el 25,3 % de los votos.
Grecia
La izquierda radical liderada por el candidato a la presidencia de la Comisión Europea Alexis Tsipras ha ganado al Parlamento Europeo, con una ventaja cómoda frente a los conservadores en el Gobierno que le llevaron a reclamar el anticipo de comicios generales. Syriza obtuvo el 26,5% frente al 23,2 % alcanzado por los conservadores de Nueva Democracia, el partido del primer ministro Andonis Samarás. Se trata de la primera vez que un partido situado a la izquierda de la socialdemocracia gana unas elecciones en este país, y en comparación con las elecciones europeas de 2009, cuando alcanzó un 4,70 %, Syriza obtuvo un resultado casi seis veces superior.
Dinamarca
El ultranacionalista y xenófobo Partido Popular Danés ha logrado una rotunda victoria, con más de la cuarta parte de los votos, e infringió una dura derrota a socialdemócratas y liberales. Escrutado el 92 % de los votos, el Partido Popular Danés obtuvo el 26,7 %, once puntos más que en 2009 y que le valieron para conseguir cuatro de los trece escaños en disputa.
Francia
La victoria del Frente Nacional (FN), que se ha convertido en el partido más votado de Francia, unida a la derrota histórica del Partido Socialista (PS) con sus peores resultados en unos comicios europeos, ha provocado un seísmo político de consecuencias difíciles de estimar. El FN obtuvo, según los resultados parciales comunicados poco antes de medianoche con un 80 % del voto escrutado, cerca del 26 % de los votos, lo que podría darle entre 23 y 25 escaños de los 74 que estaban en juego en Francia. Eso significa que el partido de la extrema derecha francesa cuadruplicó el 6,3 % conseguido en 2009, cuando se había tenido que conformar con tres diputados, y duplicó con creces el 11,7 % de 1989, que era su techo hasta ahora en unas europeas. Por detrás quedó la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP) con alrededor del 20,6 % (de 18 a 21 diputados), netamente por debajo del 27,8 % de 2009. Y a la tercera posición quedó relegado el Partido Socialista (PS) en el Gobierno, con alrededor del 13,8 % (13 escaños), peor incluso que el "suelo" de la formación, que databa de 1994 con el 14,5 %.
Austria
Los democristianos han vencido en las elecciones europeas en Austria y la ultraderecha euro-escéptica ha logrado una fuerte subida, según indican las primeras proyecciones de voto emitidas tras el cierre de los colegios electorales a las 15.00 GMT. El Partido Popular ÖVP lograría el 27,1 por ciento de los votos, casi tres puntos menos que en las europeas de 2009, mientras que el Partido Socialdemócrata SPÖ obtendrían el 23,8 por ciento, prácticamente el mismo resultado que hace cinco años, según los cálculos del centro demoscópico SORA. Conservadores y socialdemócratas, ambos europeístas, son socios en el Gobierno austríaco.
Portugal
El principal partido opositor, el Socialista (PS), ha ganado en Portugal con el 31,58 por ciento de los votos, por delante de la coalición gobernante de centro-derecha (Alianza Portugal), que obtuvo el 27,9 %. Según datos oficiales, con el 95 % de los votos escrutados, la abstención se situó en el 66,66 %, aún superior a la de 2009 (63,22 %) y la mayor de la democracia lusa.
"Resultados en las elecciones del 25M de 2014 de los principales partidos antieuropeístas de cada país"… Dos mapas para entender el avance del antieuropeísmo en las elecciones europeas (El Confidencial – 26/5/14)
Europa tiene un enemigo en casa. Y aún más tras el fin de semana electoral, en el que los electores de Francia, Inglaterra, Italia, Dinamarca, Finlandia, Suecia y hasta Alemania han dado fuerza a las formaciones más antieuropeístas.
Las caras adversas a Europa en los estados del Viejo Continente han cambiado desde las pasadas elecciones, pero no su presencia, que ha aumentado, como se refleja en el siguiente mapa (relativo a las elecciones de 2009) y en el que encabeza este comentario (con los datos de 2014).
Un ejemplo es el caso de Italia, donde en 2004 la mayor fuerza en contra de Bruselas era la Liga Norte, que ahora alcanza una cuarta parte de los votos de otro partido antieuropeo, aunque de forma bien diferente: el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo. Algo parecido ocurre en Alemania, donde el la formación Alternativa por Alemania no existía hace cuatro años.
Las fuerzas antieuropeístas en 2009
En Francia Marie Le Pen era una cara conocida. Su programa xenófobo y populista ha calado a fondo en la sociedad francesa, y su formación, el Frente Nacional, eleva así a 23 el número de sus escaños en el Parlamento Europeo. Veinte más que en 2009, con unos resultados que en ninguna región del país galo han bajado del 15%.
En Francia Marie Le Pen era una cara conocida. Su programa xenófobo y populista ha calado a fondo en la sociedad francesa, y su formación, el Frente Nacional, eleva así a 23 el número de sus escaños en el Parlamento Europeo. Veinte más que en 2009, con unos resultados que en ninguna región del país galo han bajado del 15%.
En Alemania la sorpresa se llama Alternative fur Deustchland, Alternativa para Alemania. El partido pretende adelantar por la derecha la conservadora CDU de Angela Merkel con un discurso que define la moneda única europea como un "error fatal que amenaza la prosperidad de Alemania". Su propuesta se basa en la salida del euro y el fin de las garantías ante la deuda de otros países. No es un partido con fuertes connotaciones xenófobas, sino que se centra en un discurso económico dirigido a las clases altas, "que están preocupadas por el futuro de sus capitales", en palabras del Stephen Evans, corresponsal de la BBC en Berlín.
La formación no participó en las anteriores elecciones, por lo que no aparece en el mapa con los resultados de 2009. Pero irrumpe en el de 2014 -que encabeza esta noticia-, logrando un 7,9% de los votos en el "Land" de Berlin, y un 10,1%, en Sajonia, donde se convierte en la cuarta fuerza. Muchos analistas han señalado el reciente bandazo a la derecha de las políticas Angela Merkel en materia de protección social a inmigrantes como un intento pre-electoral de acercarse a las posiciones del AfD.
A Niegel Farage también se le esperaba, pero quizás no tan fuerte. El líder del partido británico de Extrema Derecha UKIP se ha consagrado como primera fuerza del país, dejando sobre su camino una clara víctima: el líder del Partido Liberal-Demócrata, Nick Clegg, que se aferró a la defensa del europeísmo durante toda su campaña y que se encuentra ahora sin representantes en el Parlamento Europeo. En Escocia, el UKIP ha logrado su primer eurodiputado.
Farage llevará así a doce sus candidatos en Bruselas, donde, previsiblemente, hará valer su arma ganadora: el endurecimiento de políticas migratorias. Un terremoto en las islas británicas provocado por tan solo tres de cada diez de sus habitantes: la participación ha sido del 36%.
Grecia e Italia ya habían vivido el "expoit" antieuropeista y populista ya en sus últimas elecciones nacionales, y los resultados de estas europeas confirman la tendencia: Alba Dorada y 5 estrellas de Beppe Grillo son fuerzas políticas con las que la UE tiene que contar sí o sí. En el caso griego, el gran ganador, ha sido, esta vez, el nuevo líder de la izquierda en Bruselas: Alexis Tsipras.
Destaca que la oleada de populismo y antieuropeísmo llegue también desde el norte: Dansk FolksParty y los True Finns Finlandeses se mantiene entre el 10 y el 15%, subrayando cómo las diferencias entre Norte y Sur de Europa se han convertido en un argumento para conseguir votos.
Excepción la hace el caso de Bulgaria, donde el partido prorruso de ATAKA ha pasado del 12% de las elecciones de 2009 a no alcanzar el 4%. Tras unos años de radicalización de su discurso antieuropeo, no mandarán ningún parlamentario a Bruselas.
"Merkel ha impuesto el poder de los jefes de gobierno sobre el Parlamento Europeo, un modelo que brinda más fuerza a Alemania sobre el resto de países. ¿Pero hasta cuándo podrá aguantar el bipartidismo convencional en los países del sur, incluido Francia?"… ¿Quo vadis?, Europa: ¿atenderá Merkel el terremoto de Francia? (Vozpópuli – 26/5/14)
Noviembre de 2010, romántico atardecer en el balneario francés de Deauville. Cual enamorados primerizos, Merkel y Sarkozy pasean en el magnífico marco de las playas normandas, escenificando su idilio político. Una inspiración que les sirve para fijar las reglas de hierro de los rescates de Estados en dificultades. Según el patrón acordado por el "Merkozy", la deuda soberana encajaría quitas. La traición a la periferia se consuma, los mercados entran en pánico y la bala de plata con la que se pretendía matar la crisis acaba siendo un tiro en el pie. Desde entonces, los salvamentos europeos se suceden con los mismos resultados que un bombero pirómano: ahuyentan a los inversores que en principio debían atraer. Y sólo la intervención de Mario Draghi en julio de 2012 detiene la sangría.
Deauville, noviembre de 2010. Ése fue el momento y el lugar en que se traicionó a la Unión Europea. Dos países decidieron por su cuenta y riesgo sobre el destino de los demás. De modo que… ¿para qué sirven las elecciones al Parlamento Europeo si Merkel es la que manda? Las decisiones se toman en los Consejos Europeos de jefes de Gobierno. Y ahí siempre se impone Merkel. Las recomendaciones de reformas incluso se ponen por escrito. Y de esa guisa la UE se ha convertido en una suerte de "Tourmalet" permanente en el que todos los países han de pedalear al ritmo que marcan los germanos. Sin la movilidad laboral para que los trabajadores se desplacen allá donde hay más demanda, sin transferencias fiscales que compensen la asimetría de los shocks, las costuras del euro se resienten. Basta con recordar las palabras del clarividente economista Martin Feldstein en 1997, antes de que se aprobase la creación de la moneda única:
"No hay país en parte alguna del mundo que no tenga su propia moneda. Una moneda nacional es tanto un símbolo de soberanía como la clave de la persecución de una política monetaria y presupuestaria independiente (…) Si la EMU (el euro) entra en vigor, lo que parece cada vez más probable, cambiará el carácter político europeo de tal forma que podría llevar a conflictos en Europa y a enfrentamientos con EEUU".
"¿Cuáles son las causas de estos conflictos? Al principio habría importantes desacuerdos entre los países miembros de la EMU sobre los objetivos y métodos de la política monetaria. Éstos se verían exacerbados cada vez que el ciclo económico llevara a un aumento del desempleo en uno o varios países. Tales desacuerdos económicos podrían contribuir a una desconfianza más generalizada entre las naciones europeas. A medida que se desarrolle la unión política, nuevos conflictos podrían reflejar perspectivas incompatibles en diversos puntos".
Y aprovechando unos comicios que no valen para nada y que se interpretan en clave nacional, estas elecciones europeas han supuesto el momento en el que los ciudadanos han expresado su desconfianza hacia la Unión Europea. Aunque con matices muy distintos en cada país, el bipartidismo convencional se desmorona en Francia, Reino Unido, Italia y España. Los eurófobos han ganado en Francia y Reino Unido. El propio primer ministro galo, Manuel Valls, tuvo que comparecer para hacer sonar todas las alarmas y calificar el resultado de seísmo político. "El momento que vivimos es muy grave para Francia y para Europa", declaró.
El crecimiento es anémico y por lo tanto incapaz de corregir el inmenso legado de desempleados y deuda que la crisis soberana nos ha dejado. Así las cosas, la pregunta es insoslayable: ¿hasta cuándo podrá aguantar el bipartidismo convencional en el sur de Europa, incluido Francia?
La semana anterior a las elecciones, el semanario The Economist daba la bienvenida a este varapalo porque representaba la oportunidad de devolver el poder a los parlamentos nacionales, "donde reside la verdadera legitimidad". Sin embargo, eso significa precisamente reforzar el sistema que ha impuesto Merkel, por el cual los intereses particulares de los países se superponen a los del colectivo. No hay mejor ejemplo que el del BCE: cuando Alemania era el enfermo crónico de Europa, el banco central se amoldó a sus necesidades, provocando burbujas por toda la periferia. En cambio, ahora, pese a que el objetivo de inflación es el 2 por ciento, la institución sita en Fráncfort deja que la media de los precios en la eurozona se sitúe en el 0,7 por ciento con tal de evitar que la inflación en Alemania roce el 2 por ciento.
Las cosas se podrían haber hecho de forma más indolora de haber existido un liderazgo con una visión paneuropea y no exclusivamente germana. Costó más de dos años y la presión de EEUU y China para convencer a Merkel de que había que saltarse la ortodoxia del Bundesbank y restañar la hemorragia de las primas de riesgo. No parece éste el mejor modo de adoptar decisiones. El "Deutschland über alles", Alemania por encima de todo, no puede ser. Su principal socio, Francia, acaba de pedir socorro.
¿Atenderá Merkel la llamada de auxilio ante el terremoto en Francia? La crisis del Sistema Monetario Europeo en 1993 quizás pueda ofrecer valiosas lecciones. Entonces, como un paso previo a la unión monetaria, las divisas se vincularon para cotizar dentro de una banda de fluctuación del 4,5 por ciento respecto al marco. Sin embargo, en ese momento los germanos estaban absorbiendo a la RDA y prácticamente establecieron la paridad entre los marcos de una y otra Alemania. Semejante canje entre los distintos marcos brindó una capacidad adquisitiva inimaginable para los ciudadanos del Este comunista, pero a la vez generó unas presiones inflacionistas enormes que obligaron al Bundesbank a subir los tipos de interés.
Y para continuar vinculados al marco en el Sistema Monetario, el resto de naciones tuvo que encarecer también el precio del dinero, lo que provocó una recesión. Los países no podían seguir el ritmo de Alemania; y los mercados apostaron por que algunos no aguantarían.
La libra inglesa y la lira italiana no resistieron y fueron expulsadas del Sistema Monetario Europeo. España y Finlandia tuvieron que devaluar. Pero ni por esas cedió Alemania… hasta que las sacudidas llegaron a las orillas del Sena. Sólo ahí los alemanes temieron que se podía destruir el proyecto europeo y volver a la rivalidad de antaño. Alarmados, primero prestaron fondos a los franceses y, al final, se vieron obligados a ampliar el rango de fluctuación hasta el 30 por ciento.
Luego de esta historia se desprenden dos lecciones: la primera, que después de muchos forcejeos y sufrimientos Berlín abre la mano, sobre todo al ver peligrar a sus vecinos galos. Así que es bastante probable que esta vez Merkel capte el mensaje de un Valls comprometido con las reformas pero asediado en las urnas. Y la segunda, dado que del euro no podemos salir sin corralitos y quiebras, que estamos abocados a competir con Alemania. Y cuanto antes nos entre en la cabeza, mejor.
Pese a sus errores, Merkel diagnostica bien el problema europeo: la eurozona abarca el 7 por ciento de la población mundial, el 25 por ciento del PIB global y el 50 por ciento de todo el gasto social que se desembolsa en el planeta. Si no se acometen las reformas, "Lifestyle Europe" es insostenible. Europa ha de apostar por un sistema del bienestar que la hace más cohesionada y eficiente, pero cuyo mantenimiento conlleva altas dosis de responsabilidad y sacrificios por parte de sus ciudadanos. Y los mandatarios del viejo continente deberían mostrar el liderazgo suficiente como para explicarlo, en lugar de retratar siempre como culpables a Bruselas, la Troika o incluso a Merkel. Tras años enquistados en el poder, los partidos tradicionales deberían acometer una regeneración que fuese ejemplarizante y empezase por ellos mismos. De lo contrario, el voto tirará cada vez más, y con razón, hacia los populismos de corte nacionalista, ya sea en París, en Londres, o en Barcelona.
"El terremoto euroescéptico que ha sacudido la UE convertirá la política comunitaria en una tarea más hostil y abocada a la renacionalización de algunos de los planteamientos que hasta ahora sólo se discutían desde una perspectiva europea. Un total de 15 partidos anti UE procedentes de 13 países han conseguido entrar en la Eurocámara, donde ocuparan 100 asientos de acuerdo con el recuento oficial que aún no ha finalizado. Quince fuerzas que han llevado en sus programas electorales promesas como la destrucción del euro, el levantamiento de controles fronterizos, el fin de la libre circulación o la salida de sus respectivos países de la Unión Europea"… La eurofobia crea un socavón en la Unión Europea (elmundo.es – 27/5/14)
Los análisis que siguen a estas elecciones europeas coinciden en minimizar el efecto de estos partidos dentro del Parlamento Europeo, ya que ocuparán sólo un 13,1% de los 751 escaños. Pero reconocen que tendrán una gran influencia en la política comunitaria a través de la presión que hagan a los Gobiernos de sus países.
Los casos de Reino Unido y Francia son los más simbólicos por la fuerte irrupción de dos fuerzas euroescépticas que se han convertido en la opción más votada por los electores. El Partido de la Independencia británico (Ukip) obtiene 23 asientos y podrá crear en torno a la figura de su líder, Nigel Farage, un grupo parlamentario (Europa por las Libertades y la Democracia, EFD) con una mayor presencia que en la anterior legislatura.
Este resultado deja al primer ministro británico, David Cameron, en una situación complicada. El mensaje que los electores han enviado a través de las urnas es que la UE plantea más problemas que soluciones, así que la lucha de Reino Unido para repatriar competencias y restar influencia a la Unión Europea en los asuntos nacionales será a partir de ahora más intensa. Este país, siempre un socio incómodo dentro del Consejo Europeo, amenaza con celebrar un referéndum para decidir si continúa o no el club de los Veintiocho y Cameron puede verse obligado a radicalizar aún más su lucha contra el poder de Bruselas para garantizar la estabilidad en la política interna del país.
"El aumento del voto antieuropeo es un toque de atención para los líderes de la UE: si no se inician grandes reformas y se devuelven competencias, los ciudadanos pueden acabar pronto optando por una salida de la Unión Europea", apunta Mats Persson, director de Open Europe.
Algo similar ocurre en Francia. Su debilitado presidente, François Hollande, no sólo ha restado escaños a la familia socialista europea, sino que se encuentra ahora con una dura oposición de la extrema derecha de Marine Le Pen, crecida tras los excelentes resultados de estas elecciones. Su partido, el Frente Nacional, ha obtenido el respaldo del 25% de los votantes (24 escaños) y sus planteamientos eurófobos condicionarán el modo en que Francia negocia con el resto de países en el Consejo Europeo.
Junto a Ukip y el Frente Nacional, el Partido Popular Danés es el otro movimiento euroescéptico que ha resultado ser la fuerza más votada en su país. Este grupo sumará cuatro escaños a la alianza antieuropea que empieza a gestarse con las primeras conversaciones entre sus líderes. En Hungría los radicales del Jobbik son la segunda opción preferida por los electores, con un respaldo del 14% que aportará otros tres diputados. Hay además otros cuatro países en los que el euroescepticismo ha acabado los terceros: el FPÖ austriaco (4 diputados), el PVV holandés de Geert Wilders (tres escaños), los verdaderos finlandeses (dos representantes) y los nazis de Amanecer Dorado, en Grecia, desde donde aportarán otros tres diputados.
En Italia, la sorpresa ha sido positiva para los europeístas, ya que el partido en el Gobierno de Matteo Renzi ha sorprendido con un gran resultado. Sin embargo, este país aportará dos partidos de corte euroescéptico, aunque muy diferentes entre sí: la Liga Norte, de extrema derecha, suma cinco escaños; mientras que la alternativa de izquierda Movimiento Cinco Estrellas, de Beppe Grillo, aportará nada menos que 17 representantes.
Lo mismo sucede en Alemania, donde hay dos fuerzas contrarias a la UE que han conseguido colarse por primera vez en la Eurocámara, después de que el país eliminara el umbral mínimo del 5% de los votos. Alternativa por Alemania (AfD) logra siete escaños, mientras que el partido filonazi NPD obtiene uno. La lista se completa en Polonia, con tres escaños para el Congreso de Nueva Derecha; Suecia, que aporta dos asientos con los Demócratas Suecos; y Bélgica, donde el Vlaams Belang logra un eurodiputado.
"El avance de los radicales en las elecciones del 25-M (y la caída del bipartidismo) causa inquietud en las instituciones europeas, metidas en una batalla que se adivina larga por la presidencia de la Comisión Europea. Pero sobre todo provoca espanto en algunas capitales: el nerviosismo se apoderó ayer de los líderes de los países más afectados por el ascenso de los extremistas en la Unión, especialmente Francia y Reino Unido. La primera gran bronca de la era post 25-M está en marcha: a su llegada a una cumbre informal, en Bruselas, el presidente socialista francés, François Hollande, y el premier conservador británico, David Cameron, reclamaron una reacción fulminante de la UE para abortar esa tendencia en las urnas, que refleja el desencanto de muchos votantes"… Los líderes reaccionan al latigazo electoral (El País – 28/5/14)
Italia está también por la labor. El continente se rebela así -con la boca pequeña, de momento- contra el diktat de la canciller Angela Merkel: al hilo de los resultados electorales vuelve el redoble de tambores contra la austeridad alemana que ha dominado la gestión de la crisis en los últimos tiempos, en favor de las políticas de crecimiento y de una relajación de las reglas fiscales. Y llegan también nuevos vientos para reformar la Unión; una especie de segunda transición, aún poco definida, que permita frenar a los extremistas.
París levantó ayer la voz, alto y claro, por primera vez en mucho tiempo. Tras dos años y medio desdibujado por sus problemas internos, Hollande regresó al discurso que llevaba después de ganar las presidenciales francesas de 2012, y emplazó a poner en marcha una ambiciosa agenda reformista: "Europa se ha vuelto ilegible, distante, básicamente incomprensible, incluso para los gobiernos. Eso no puede seguir así. El proyecto europeo tiene que ser simple y claro, y debe retirarse de donde no sea necesario", dijo, en un mensaje muy poco habitual para un dirigente francés. "Es mi deber reformar Francia y reenfocar Europa", agregó en un guiño claro al primer ministro italiano, Matteo Renzi, la nueva esperanza de la izquierda tras su espectacular triunfo en las europeas. Renzi está a punto de asumir la presidencia temporal de la Unión. Y ha dejado clara su intención de aprovechar ese semestre para activar una especie de proceso constituyente en Europa, que incluya una flexibilización de las normas fiscales y otros asuntos. Aunque para eso deba convencer a Merkel, un hueso duro de roer.
Cameron fue también directo al grano, con el habitual toque británico: "La Unión no puede ignorar estos resultados y seguir como antes. Necesitamos un cambio. Europa debe concentrarse en lo que importa, en el crecimiento y el empleo, y no intentar hacer tanto en tantos otros ámbitos. Bruselas se ha vuelto demasiado grande, demasiado autoritaria, demasiado entrometida", dijo rotundo a su entrada a la cumbre.
Parece inevitable que el 25-M provoque una sacudida en Bruselas; queda por ver en qué dirección cristaliza la irritación que emerge en las capitales. La cumbre, que estaba diseñada para empezar a mercadear con los principales cargos de las instituciones, es la primera muestra de que vienen curvas; de que el mensaje de los votantes empieza a generar reacciones en varios Ejecutivos, tanto los citados como otros con dificultades (el de Grecia, por ejemplo). Atrapada en una lasaña de complejidades, atascada en una crisis devastadora, entorpecida por un gobierno colectivo ineficaz y agobiada por una llegada de inmigrantes que el continente no sabe exactamente cómo gestionar, los líderes de los Veintiocho se reunieron para reaccionar a los resultados del 25-M.
Las primeras declaraciones dejan entrever el malestar contra Alemania: con Italia y Francia aquejadas de problemas económicos similares -parecidos también a los de España: el presidente Mariano Rajoy reclamó anoche políticas "un poco más expansivas"-, vuelve a ganar enteros la posibilidad de crear un eje franco-italiano capaz de contrarrestar a Berlín. Renzi ha abanderado en las últimas semanas la necesidad de acordar una nueva agenda para la Unión, que incluye una "operación keynesiana" con estímulos e inversiones, además de una convención constitucional para relajar las estrictas reglas fiscales de la eurozona. Cameron, Hollande y Rajoy, junto con otros líderes, fueron en la misma línea: lanzaron mensajes directos para Merkel, que tiene la llave de casi todo, incluido el controvertido nombramiento del próximo presidente de la Comisión Europea, tal vez el cargo fundamental en el entramado institucional de Bruselas.
No parece fácil que la canciller dé su brazo a torcer. Su partido perdió escaños, pero sigue dominando en Alemania pese al ascenso de los socialdemócratas de Martin Schulz. Y en la Unión está por ver el papel de Schulz, que acabó lejos del conservador Jean-Claude Juncker en la carrera por la presidencia de la Comisión. Los cinco grandes partidos de la Eurocámara movieron ayer ficha, en un mensaje telegrafiado a los primeros ministros: dieron un mandato a Juncker para que trate de forjar una mayoría que le permita acceder a ese cargo. Pero este es un partido que se juega en varias canchas: los líderes dieron a su vez el mandato al presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, para que negocie con los grupos. Varios países apoyaron de forma explícita a Juncker, pero Merkel dio la medida justa de por dónde van los tiros: también apoyó al candidato conservador, pero a media voz, y a renglón seguido exigió al Parlamento que no tergiverse los tratados. En ningún lugar, vino a decir, se habla de automatismos entre los resultados electorales y la presidencia de la Comisión. La canciller dejó la guinda para el final: explicó que en Alemania "ha habido presidentes que no necesariamente eran del partido más votado". "Las prioridades que acuerde el Consejo para esta legislatura las puede aplicar Juncker, y también otros".
Merkel no le cierra el paso definitivamente a Juncker, pero tampoco le da un portazo a Cameron, que no le quiere ni en pintura. La Eurocámara, eso sí, amenaza con bloquear el proceso si el Consejo se saca de la chistera nombres que no hayan concurrido a los comicios. En caso de desacuerdo, se avecina una batalla larga y enconada, que históricamente ha perdido el Parlamento.
"La victoria del Frente Nacional (FN) de extrema derecha en las elecciones francesas al Parlamento Europeo supone una conmoción casi tan grande en Berlín como en París. Pese a que el resultado se ajustó a las previsiones, los alemanes apenas pueden dar crédito a lo que está ocurriendo al otro lado del Rhin. Durante décadas, París y Berlín han trabajado juntos dirigiendo la eurozona -y han abordado las tensiones mutuas"… Berlín observa con preocupación el euroescepticismo en Francia (Expansión – 28/5/14)
Pero ahora, la mitad francesa de la relación sufre problemas -y el socio alemán comparte los perjuicios y se pregunta al mismo tiempo por los peligros que plantea para el resto de la UE el auge populista en Francia.
El ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble condenó con vehemencia al FN, que fue el partido más votado en las elecciones del domingo (25/6) con el 25% de los votos. Para Schäuble, de 71 años, era algo personal. Su primera lengua extranjera era el francés, creció durante la reconstrucción de Europa después de 1945 y ha dedicado su carrera política a la UE.
En una conferencia, condenó al FN calificándolo de "fascista". Y advirtió de que su éxito representaba un reto no sólo para Francia, sino también para el resto de Europa, Alemania incluida. "Tenemos que pensar en los errores que hemos cometido para que una cuarta parte del electorado (en Francia) votase no ya a un partido de derechas, sino a un partido fascista extremista", señaló.
En un tono más tranquilo propio de su estilo, la canciller alemana Angela Merkel reafirmó su compromiso con París, asegurando que Berlín tenía "sumo interés en la prosperidad de Francia".
Pero no será fácil rescatar a Francia. Antes incluso de las elecciones del domingo, el presidente francés François Hollande registraba cotas de popularidad en mínimos históricos. Hace tiempo que Hollande se muestra ambivalente sobre los planes alemanes para una mayor integración de la eurozona. El triunfo del FN, y sus demandas de poner fin a la eurozona y devolver el poder a las capitales nacionales, limitará aún más su margen de maniobra.
A nivel personal, la conservadora Merkel no es una socia estrecha para el socialista en el Palacio del Elíseo. Pese a sus frecuentes discusiones con su predecesor gaullista de la UMP, Nicolas Sarkozy, mantuvo una mejor relación de trabajo con él. Sin embargo, ha cumplido con su deber hacia Hollande, invitándole, por ejemplo, a visitar antes de las elecciones europeas su distrito electoral de Stralsund, al noreste de Alemania.
Ante los buenos resultados de los partidos populistas en el resto de Europa, especialmente en Reino Unido, algunos alemanes sienten la cercanía de una amenaza existencial para el orden político que ha propiciado un próspero periodo de posguerra.
La reacción instintiva de Merkel fue centrarse en la economía. "La pregunta reside en cómo recuperar a los votantes", dijo tras conocerse los resultados. "Pienso que un enfoque que se centre en la competitividad, el crecimiento y el empleo es la mejor respuesta a la decepción".
El remedio de Schäuble, según explicó a poco de conocerse los resultados electorales, consiste en combinar las propuestas económicas de Merkel con una mayor integración de la eurozona, y cierta relajación de las normas de la UE para las naciones no pertenecientes a la eurozona.
Pero no será fácil. Alemania y Francia representan polos cada vez más opuestos en el debate económico. Berlín sigue defendiendo que la disciplina fiscal y la competitividad llevan a la prosperidad, y Francia quiere más inversiones públicas (pagadas en gran parte por Alemania). Tal y como señaló Merkel tras la cumbre del martes: "Coincidimos en la necesidad de crecer, pero tenemos opiniones distintas sobre cómo generar crecimiento".
La canciller alemana puede consolarse con el éxito de la coalición pro-Europa en Alemania y del Partido Democrático del primer ministro Matteo Renzi en Italia. Pero para que la UE funcione, Francia y Alemania harían bien en encontrar una forma de limar asperezas. Marine Le Pen, la líder del FN, está ganando fuerza. Y, como dejó claro inmediatamente, pretende llevar su revolución contra el orden establecido más allá de las fronteras de Francia. "Si a causa de la incompetencia y la debilidad de nuestros líderes Alemania se ha convertido en el corazón económico de la Unión Europea", señaló Le Pen, "entonces Francia ha sido y será el corazón político de Europa".
"Nada está nunca seguro, estemos prevenidos sobre las consecuencias de una vuelta atrás, advertía Jacques Delors. Las elecciones europeas del domingo muestran que, en medio de una crisis y bajo la dirección de Angela Merkel, vuelve a aflorar todo aquello para cuyo combate nació la propia Comunidad: los nacionalismos, el populismo, la demagogia, la xenofobia y el racismo. Todo aquello a lo que la Europa comunitaria se opuso con crecimiento, empleo y armonización, todo, vuelve a asomar hoy el hocico"… ¿Tienen en realidad algún proyecto? (El País – 1/6/14)
Sin memoria no hay futuro, decía también Delors. Europa se construyó con dos obsesiones, la paz y el empleo. Con la idea obsesiva de los políticos alemanes, franceses o italianos de la posguerra de que los europeos tenían que poder trabajar en condiciones dignas y de que Europa tenía que poder crecer equilibradamente, es decir, sin la fractura social y geográfica que se está dibujando, de nuevo, en el mapa.
No se trata de tener nostalgia, sino de recuperar la capacidad de imaginar alternativas y la capacidad de defenderlas políticamente, escribió Tony Judt. "Rechace la idea de que no existe alternativa", propuso hasta el día de su muerte.
Hay otra manera de hacer las cosas, insiste otro de los líderes de aquella otra Europa, Felipe González, que tiene memoria: "¿Cuándo se va a enterar el Consejo Europeo de que no puede seguir adelante con su actual política? ¿Cuándo se comprenderá que en la Unión no puede decidir Alemania, con el consentimiento pasivo del resto de los países? No se puede seguir adelante en Europa con un modelo que es totalmente inaceptable para la socialdemocracia y que además no es sostenible económicamente, porque genera una monstruosa destrucción de empleo y de tejido productivo".
No es cierto que hayamos fracasado, parece ser la respuesta de Merkel y su equipo: hemos salvado al euro. Cierto. ¿Y creen que ese mensaje hará que los ciudadanos pierdan su muy justificado miedo? ¿Creen que, por el mero hecho de existir, el euro creará empleo, relanzará el crecimiento, ofrecerá alternativas políticas a los ciudadanos? ¿O más bien está resultando lo contrario? Seguramente no es justo acusar al Gobierno alemán de egoísmo. No se trata de eso, se trata de una escandalosa falta de visión, como la que denunció Franklin D. Roosevelt al hacerse cargo de la presidencia de EEUU en medio de la Gran Depresión.
En una situación parecida a la que sufre hoy el sur de Europa, Roosevelt lanzó el "new deal": "Millones de ciudadanos desempleados se enfrentan al problema de una existencia sombría, y otra gran multitud contempla cómo su trabajo recibe muy poco salario. Solo un optimista tonto puede negar las realidades oscuras del momento". "La Unión necesita acción y acción rápida", determinó Roosevelt, para anunciar inmediatamente su más importante tarea: crear empleo y mejorar sus condiciones.
¿Creen los dirigentes de la Unión Europea que la victoria del Frente Nacional tiene algo que ver con este mensaje? ¿Les importa la sombra de la bestia? Seguramente sí, pero la realidad es que los ciudadanos no les hemos oído una palabra al respecto. De lo que se ocupan ahora es de mantener una buena pelea para aclarar quién elige al presidente de la Comisión, si el Parlamento o el propio Consejo.
Por el momento, han decidido retrasar la designación de Jean Claude Juncker, cabeza de lista del partido que ganó las elecciones, en una muestra más de la pasmosa falta de sentido político que padecen. Podían haber advertido que la falta de legitimidad democrática de las instituciones es uno de los motivos del aumento del euroescepticismo. Pero no. A la ligera, completamente ciegos, han optado por pasar algunas semanas (o meses) en una lucha descarnada por el poder, cuchicheando y cambiando naipes. ¿Por qué no Christine Lagarde? ¿Y Pascal Lamy, que es tan listo? No hay por qué contar papeletas. Basta, por lo que se ve, con "interpretar" el sentido del voto. Y mientras esperamos, atónitos, que el juego de manos no llegue a producirse, nadie nos dice palabra de lo que importa. ¿Tienen algún proyecto?
"La jefa del ultraderechista Frente Nacional francés, Marine Le Pen, dijo, en una entrevista con la revista alemana Der Spiegel, que quiere destruir la UE pero no quiera destruir a Europa y defendió proyectos de cooperación como Airbus o Ariane. "Lo que quiero destruir es la UE, no Europa. Creo en una Europa de las naciones. Creo en Airbus y en Ariane, en una Europa de la cooperación pero no quiero esta Unión Soviética europea", dijo Le Pen en la entrevista"… Le Pen: quiero destruir la UE pero no quiero destruir a Europa (Cinco Días – 1/6/14)
Le Pen además rechazó la idea de que la UE sea un proyecto de paz y dijo que la Europa actual lo que representa es la guerra económica. "Europa es la guerra. La guerra económica, un aumento de las hostilidades entre los países. A los alemanes se les insulta y se les acusa de crueles, a los griegos de estafadores y a los franceses de vagos", dijo la política francesa. Además, según Le Pen, la canciller alemana Angela Merkel actualmente "no puede ir a ninguna parte sin que la protejan cientos de policías". "Eso no tiene nada que ver con la fraternidad", dijo.
Le Pen tiene la intención, según dijo, de impedir que la UE "siga respirando, que toque todo con sus tentáculos y que se meta en todas las esquinas de nuestra legislación". "En nuestra gloriosa historia tuvimos millones de muertos para seguir siendo un país libre. Hoy sencillamente nos estamos dejando robar el derecho a la autodeterminación", dijo.
Le Pen dice además que un euro fuerte, como lo defiende Alemania, arruina la economía francesa pero aclara que eso no implica un ataque a Merkel. "Cuando oigo ataques a Alemania digo: no podéis reprocharle a la señora Merkel que defienda sus intereses. No le puedo reprochar a Merkel que defienda un euro fuerte. Los reproches se los hago a nuestros políticos que no defienden nuestros intereses. Un euro fuerte arruina nuestra economía", dijo Le Pen.
El Frente Nacional fue el partido más votado en las elecciones europeas en Francia con el 25 por ciento de los votos.
"No ya uno, sino tres grupos parlamentarios podrían tener los grupos críticos con la Unión Europea desde la derecha. Marine Le Pen ha presentado esta semana a sus cuatro escuderos, a partir de los cuales quiere formar el grupo más extremo de la Cámara a la derecha: la Alianza Europea para la Libertad (EAF). Sólo necesita dos socios más para constituirse en Grupo Parlamentario. Nigel Farage, flamante líder de UKIP, declaró este domingo mostrarse esperanzado con el "sí" de Beppe Grillo, el líder del Movimiento 5 Estrellas (M5S). Después de la defección de la Liga Norte, que se ha comprometido con Le Pen, el M5S le granjearía al grupo liderado por Farage, Europa de la Libertad y la Democracia (EFD), mantener el sexto Estado: le faltaría uno para constituir Grupo Parlamentario"… Críticos y enemigos de la UE: Riesgo y oportunidad (Gaceta.es – 1/6/14)
Caso aparte es la Europa de Conservadores y Reformistas (ECR), liderado por el Partido Conservador de Gran Bretaña y Ley y Justicia, de Polonia. Es un grupo crítico, pero no opuesto a una unión europea más abierta, menos invasiva con las decisiones nacionales, y más democrática. Ideológicamente se parece más al Partido Popular Europeo. Y tiene por sí sola la fuerza suficiente para crear grupo parlamentario: Supera, como EAF y EFD los 25 parlamentarios mínimos, ya que tiene 43. Y además cuenta con eurodiputados de ocho Estados miembros (siete es el mínimo): República Checa, Croacia, Letonia, Lituania, Holanda, Polonia, Eslovaquia y Reino Unido.
Hay 112 eurodiputados de la derecha escéptica. La alarma ha recorrido toda Europa, con un escalofrío. ¿Ha ido demasiado lejos el modelo europeo? ¿Han cambiado los ciudadanos del viejo continente? ¿Es esta una china en el largo camino de la UE, o supone un reto permanente? ¿Es un riesgo o una oportunidad?
Así como el bloque de izquierdas es muy homogéneo en términos ideológicos, los grupos críticos con la UE en la derecha son muy distintos entre sí. Los hay partidarios de un marcado libre, como UKIP o el Congreso de la Nueva Derecha de Polonia, uno de los grupos no adscritos y que podrían otorgar a EAF o EFD la cualidad de Grupo Parlamentario. Otros están en el consenso de la política socialdemócrata, como el neonazi (o ex neonazi) Partido Libre de Austria. Y otros tienen una orientación nacionalista y xenófoba, netamente antiliberal, como es el caso del Frente Nacional, entre otros. Aún hay otros que son netamente de extrema derecha, y cuya posición les deja fuera incluso del EAF de Marine Le Pen.
Ante esta diversidad, quizás sea útil distinguir entre quienes son críticos con las instituciones europeas, y los que se oponen netamente a ellas. El "think tank" pro europeo Open Europe propone esta distinción, para poder "salvar" a una parte de la derecha crítica: "La línea que distingue el euroescepticismo del eurocriticismo es muy delgada, pero una vez se hace, este movimiento de críticos se podrían galvanizar como una fuerza constructiva para un espacio político en la UE más integrado y legítimo". Y menciona al M5S, el Partido Finlandés o Alternativa por Alemania. "Muchos de estos grupos no deberían verse como anti europeos, sino como críticos de un sistema que ha fallado, y las soluciones que proponen se centran sólo marginalmente en reclamar una mayor soberanía nacional", razona Open Europe. De hecho, "el mayor riesgo de los pro europeos es que se pongan a cubierto de las críticas, rehúyan las preocupaciones y los miedos de los votantes y caigan en la trampa del business as usual".
Esta sería una estrategia inteligente. No se puede desoír a una parte importante del electorado. ¿No es la lejanía de las instituciones europeas ya un lugar común? ¿No está claro que las instituciones nacionales son mucho más democráticas? Si valoramos la democracia, ¿no podemos hacerlo devolviendo parte de las competencias a los Estados? Quizás no haya que ir tan lejos. Al fin y al cabo, el Tratado de Lisboa prevé que el Parlamento Europeo elija por mayoría al presidente de la Comisión, y es en esta elección cuando se interpreta en la práctica, por primera vez, hasta dónde llega esa "democratización".
Ahora bien, Angela Merkel, la canciller alemana, lo primero que ha hecho tras las elecciones es asentar el viejo poder del Consejo Europeo, es decir, el club de los gobiernos nacionales, que son los que siempre han elegido al presidente de la Comisión. La discusión versa sobre una larga palabra alemana: Spitzenkandidaten. Con esta palabra se refiere al principio de que el candidato más votado debe presidir el Parlamento Europeo. De ser así, los electores tendrían mucho poder a la hora de elegir la dirección de la política europea, ya que el presidente de la Comisión, aunque dentro de unos estrechos márgenes, puede gobernar el complejo barco europeo. Y de ser así, asimismo, el Consejo Europeo tendría poco, o muy poco que decir. Alberto Alemanno, desde Europe's World, dice que "los ciudadanos de la Unión Europea, o al menos aquéllos que se han molestado en votar, percibirán, y con razón, que cualquier desviación del principio del Spitzenkandidaten como una traición".
Los críticos con la UE lo saben. Y señalarán con el dedo al poder de Merkel y a la vuelta a lo que llaman "modelo tecnocrático y autoritario" (Marine Le Pen) para incidir en la falta de democracia, en el "fraude" democrático que es a su juicio la Unión Europea.
La tentación para Angela Merkel de aferrarse al viejo modelo es muy grande. Tanto como para poner en duda la elección del Spitzenkandidaten, pese a ser de su mismo Grupo Parlamentario en Europa: Jean Claude Juncker. El motivo es el probable cambio en el equilibrio de poderes en Europa. El primer partido de Francia, en las Elecciones Europeas, es el Frente Nacional. Eso pone en duda el eje Francia-Alemania que ha impulsado la integración desde el comienzo. Y deja a Alemania más poderosa, y más sola, que antes. Desde esta clave es como se entiende que el líder del bloque de izquierdas, el heleno Alexis Tsipras de Syriza se ha sumado a la teoría del Spitzenkandidaten, pese a la distancia ideológica que le separa de Juncker, que es del Partido Popular Europeo. Lo hace porque limita el poder del Consejo, y por tanto de Angela Merkel.
De modo que Europa puede aferrarse a su modo habitual de funcionar: Unas élites adheridas a las instituciones europeas toman las grandes decisiones, y limitan la incidencia de la democracia en su funcionamiento. El riesgo es que una parte importante de los europeos no sólo se ha dado cuenta, sino que vota a opciones antes inimaginables.
Hay una tentación muy comprensible: la de desoír a los críticos con la UE, y aceptar el riesgo de alimentar su discurso. Por un lado por aferrarse a la idea de que el voto a los críticos es y será siempre inútil. Y por otro porque se entiende que el voto a la derecha populista, a la derecha crítica con la UE está alimentada por la crisis económica.
Es verdad que muchos europeos ven a la UE con malos ojos, por lo que se refiere a la gestión económica. Desmond Lachman, del American Enterprise Institute, dice en un reciente análisis: "Si la alta tasa de desempleo ha minado la política europea hasta ahora, ¿Cómo no va a contribuir el mantenimiento del alto paro a un nuevo debilitamiento de los partidos políticos en el futuro?".
Pero la economía no explica el auge de este voto. Acaso parte de la medida de su éxito, pero quizás ni siquiera eso. El Partido Libre de Austria se ha convertido en el tercero de su país, con un 19,5 por ciento del voto. Y Austria ha vadeado la crisis con notable éxito, en comparación con otros países. Y, como señala Albena Azmanova, "El auge del populismo precede a la actual crisis en una década: Comenzó en los años 90", en un contexto de crecimiento económico y bajo desempleo".
De modo que el principal problema de la imagen de la UE es político, y su solución habrá de ser también política.
""Ellos están preocupados", dijo Marine Le Pen, la líder del Frente Nacional francés. Espetó la frase en el edificio que, simbólicamente, pretende derribar, el Parlamento Europeo. No lo considera una institución legítima para dirigir a sus compatriotas y ese "ellos" iba dirigido a los dos partidos que guían la política comunitaria desde su nacimiento, conservadores y socialdemócratas"… No hay cordón sanitario contra el imparable auge euroescéptico (El Confidencial – 4/6/14)
Le Pen no sólo ha heredado de su padre, Jean Marie, el apellido y el partido; también la fortaleza de carácter y el gusto por las proclamas rotundas. "Vamos a dar lo máximo para evitar cualquier progreso realizado en el Parlamento Europeo", amenazó la "dama de azul". A su lado, la corta melena repeinada hacia atrás, el también euroescéptico y líder del holandés Partido por la Libertad, Geert Wilders, sonreía pese a la pérdida de tres escaños.
Son dos de las voces más críticas contra la UE junto al excéntrico británico Nigel Farage, líder del UKIP, quien se autoimpuso en la noche electoral el objetivo de sacar al continente del proyecto común, no sólo a "su" Reino Unido. Deberá esperar al menos cinco años más en Bruselas y Estrasburgo para conseguir su objetivo o asaltar democráticamente Downing Street para, desde el poder, desgajar al Reino Unido de la UE y provocar tal cataclismo político que las escisiones se sucedan. Un horizonte similar al de Le Pen en Francia.
El premier británico David Cameron lanzó el órdago en el Consejo Europeo de junio (2014), según la prensa alemana. Si el candidato conservador, Jean Claude Juncker, sale elegido nuevo presidente de la Comisión, Reino Unido podría abandonar la UE. Hasta 2007 era imposible, ya que los tratados europeos establecían que la incorporación y los compromisos que acarreaba ser socio comunitario eran irrevocables. Sin embargo, desde la entrada en vigor ese año del Tratado de Lisboa, hay un artículo (el 218.3) que contempla la posibilidad, aunque con muchas piedras en el camino.
La primera, no está claro que este procedimiento legal pueda aplicarse a un país del euro, porque los tratados específicos de la Unión Monetaria no lo recogen. Basta evocar los peores días de la crisis de deuda para recordar las afirmaciones rotundas de dirigentes europeos sobre la imposibilidad de que Grecia volviera al dracma. Por mucho que se empeñaran las previsiones de la City, Bruselas esgrimía la imposibilidad legal.
Reino Unido, al estar fuera de la moneda única, sí puede llevar al Consejo Europeo su intención de abandonar el barco. Hay dos vías para ello: la primera es que el país lo solicite formalmente, para lo que deberá negociar sus futuras relaciones con la UE, el coste de la salida y las repercusiones en un tratado internacional. El Consejo de los 28 países miembros deberá aprobarlo por mayoría cualificada del 72%, sin que participe el interesado. Y esa mayoría deberá representar al menos al 65% de la población comunitaria. El segundo camino, que pasen dos años sin que el Consejo se pronuncie o amplíe el plazo para negociar la petición de abandono. Entonces, el país interesado podría irse por su cuenta.
Este nuevo papel de Cameron surge por la presión euroescéptica, ya que "el mayor desafío son los efectos del crecimiento de las fuerzas "anti" en los Estados miembros, cómo afectan a los grandes partidos, a los Gobiernos, a los presidentes. Cómo condicionan las políticas nacionales de los socios comunitarios", dice Janis Emmanouilidis, del European Policy Centre. El director de estudios del "think-tank" bruselense alerta de la deriva antieuropeísta en Francia, donde, si los grandes partidos asumen estas tesis, el proceso de construcción europea sí se estancaría o retrocedería.
Una tendencia que puede aumentar en los próximos años, como destaca la investigadora de estudios europeos del CEPS, Sonia Piedrafita, porque "debido al gran apoyo que están teniendo estos partidos más radicales y euroescépticos, al final los grandes partidos intentan adaptarse para consolidar su apoyo electoral". "Un efecto indirecto" a ojos de Emmanouilidis con "una consecuencia en Europa".
Avanza la regresión comunitaria, pese a que los euroescépticos ocupan una cuarta parte del nuevo Parlamento, por su capacidad para condicionar la política y a los partidos tradicionales. Aunque no puedan imponer su agenda ya que "dentro del parlamento aún hay un 70% de escaños "mainstream", de los partidos tradicionales", como destaca Neil Corlett, de los liberales del ALDE. Para Corlett, "dentro del frente euroescéptico se pueden formar tres o hasta cuatro grupos, desde los neofascistas hasta grupos más moderados que podrían integrarse en la Alianza de Conservadores creada por Cameron", lo que dificultaría su lucha política.
Esta fragmentación parlamentaria procede de las divergencias ideológicas de todos estos grupos, por eso Emmanouilidis prefiere llamarlas fuerzas "anti". "Son heterogéneos, anti-UE, antieuro, antiinmigración, la mayoría de ellos son "anti-establishment"… y han entrado al Europarlamento en un número mucho mayor de lo que nunca habían hecho". El Partido Popular Europeo no subestima esta presencia electoral, según una fuente de la propia formación, ya que "la tendencia electoral es más preocupante, el que hayan subido a lo largo de estos años… y un caso como el de Francia sí que es llamativo".
Pese al crecimiento parlamentario o el atractivo mediático de sus propuestas, no todas gozan de apoyo. Por ejemplo, según una reciente encuesta del Instituto Pew Research Center, la idea de abandonar el euro no está tan extendida. En Francia, donde el Frente Nacional ganó las elecciones, sólo el 36% de la población querría regresar al franco. Grecia, castigada por dos rescates internacionales y la presencia omnipotente de la troika, sólo contaría con un 26% de ciudadanos dispuestos a recuperar la antigua monedad nacional, un porcentaje similar al de Alemania.
En la Alianza de Izquierdas Europea reconocen que habrá lucha parlamentaria durante los próximos cinco años y serán necesarios acuerdos con grupos como Los Verdes para evitar un retroceso comunitario. Se lanzaría una estrategia aplicada en Austria cuando el Partido de la Libertad de Jörg Haider alcanzó la segunda posición del hemiciclo y formó un Gobierno de coalición. Entonces, la UE boicoteó cualquier nombramiento internacional de dirigentes austríacos.
Está por ver si los grandes partidos bloquean el ascenso de los políticos euroescépticos a puestos claves en las comisiones de Bruselas y Estrasburgo. No obstante, "habrá que hacer una reflexión sobre por qué aumentan estos partidos", señala el dirigente popular mencionado. Quién sabe si conducirá a sanciones políticas como las apuntadas anteriormente, que sí son factibles para el profesor Carlos J. Moreiro, cátedra Jean Monnet de Derecho e Instituciones Europeas. Aunque "salvo violación de principios o normas jurídicas fundamentales del Derecho de la UE, no puede excluirse de la acción política parlamentaria" a los grupos euroescépticos.
En países como Alemania o Grecia, partidos con mensajes políticos racistas o neofascistas como Amanecer Dorado obtuvieron representación europarlamentaria. Dado que la circunscripción para estos comicios es estatal, no europea, corresponde a las legislaciones nacionales decidir si estas propuestas vulneran la legalidad. De lo contrario, pueden seguir presentándose a las elecciones y difundir su discurso. El control jurisdiccional interno sería el que prevalecería y sólo, en contados casos, actuarían el supranacional Tribunal de Justicia Europeo o el internacional Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Un cordón sanitario legal contra estos partidos resulta, por tanto, muy complicado porque, apunta Moreiro, "si los programas se limitan a ser "eurófobos", o muy restrictivos con relación al reconocimiento del ejercicio de derechos y libertades por los extranjeros, no puede excluirse "a priori" su participación electoral".
En 2009, los euroescépticos no ocupaban más de 100 escaños porque no todos los parlamentarios del ECR, el European Conservatives and Reformist Group creado por Cameron, lo eran. Ahora, son en torno a 140 eurolegisladores y su crecimiento bebe del río de desempleo y desencanto provocado por la crisis económica. También, para Piedrafita, porque su auge "no se ha contrarrestado con una estrategia de comunicación eficaz en los países explicando todos los beneficios sociales, políticos y económicos de la UE".
En los últimos cinco años, la representación europarlamentaria de estos grupos creció casi un 40% y, de continuar la tendencia, podría subir a 200 diputados en la próxima legislatura. Todo dependerá de cómo evolucione la crisis económica y la respuesta política dentro de los Estados durante los próximos años. "Esa es la clave", según Emmanouilidis, "para saber si ganan más atractivo o no. Pero dada la dureza de la crisis en los últimos años, incluso podríamos decir que es sorprendente que no tengan más apoyo".
Ante estas incertidumbres políticas y económicas, nadie se atreve a poner fecha o decir si será posible que los euroescépticos dominen en un futuro los Parlamentos de Bruselas y Estrasburgo. Necesitarían 376 diputados para desarrollar claramente sus objetivos políticos. La Eurocámara tiene un poder legislativo relativo porque la iniciativa corresponde a la Comisión y el Consejo dicta las directrices políticas. Pero sí puede vetar las propuestas que le llegan o condicionar su sesgo a través de las comisiones. En 2013, bloqueó el presupuesto de la UE por los recortes sociales que ocasionaban las políticas de austeridad.
Los grupos euroescépticos se fijan esta meta para empezar a demoler la UE. Un bloqueo institucional perenne y la difusión de Directivas europeas que devuelvan las competencias a los Estados sería el camino para dejar el edificio comunitario como la madera devorada por la carcoma. Entonces, el europeísmo no tendría sentido y el descenso de 15 puntos en este sentimiento, reflejado durante el último año en la encuesta de primavera del Pew Research, podría aumentar. La falta de confianza comunitaria es sólo del 45% y Francia es el país donde más retrocede, casi 20 puntos.
Sólo un 41% de los galos apuestan por la UE, una cifra que supera incluso al país euroescéptico por excelencia, Reino Unido. Y, como dice Emmanouilidis, "los asuntos europeos son particularmente importantes desde países como Francia; si tenemos una Francia débil es malo para todo el conjunto del sistema. Se necesita un París alineado con Berlín". Merkel apuesta por la austeridad en todo el continente. Le Pen quiere, con su proteccionismo y recentralización, llevar el miedo a la canciller.
Vestidos para la ocasión (una imagen vale más que mil palabras)
David Cameron, Angela Merkel, Fredrik Reinfeld y Mark Rutte, en un bote, en las afueras de la residencia de verano de Reinfeld, en Harpsund, al sur de Estocolmo, Suecia (9/6/14)
Del camarote de los Hermanos Marx, al bote de los náufragos del "U.E. Titanic". De "más madera", a "sálvese quien pueda"… De la metáfora, a la fábula… Aunque en este Esopo II, los "animales" además de hablar, "legislan", lo que resulta más surrealista.
El primer ministro británico, David Cameron, la canciller alemana, Angela Merkel; el primer ministro holandés, Mark Rutte, y el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeld, pasearon un rato en bote en las afueras de la residencia de verano de Reinfeld, en Harpsund, al sur de Estocolmo, Suecia.
Reinfeldt, el anfitrión, recibió a Cameron, Merkel y Rutte para tratar asuntos de la Unión Europea. La minicumbre se cerró sin lograr avances respecto a quién sucederá a José Manuel Durao Barroso al frente de la Comisión Europea.
Los cuatro líderes insistieron en la importancia de consensuar reformas en la UE antes de hablar de nombramientos y no profundizaron en la polémica por la posible elección del conservador luxemburgués Jean-Claude Juncker para suceder al actual presidente de la Comisión Europea.
"El foco de la reunión no estuvo en las personas, sino en el contenido", dijo Merkel en una conferencia de prensa conjunta. El primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, habló de que lo esencial es acordar las "prioridades" para la UE. Su par holandés, Mark Rutte, resumió: "Primero los contenidos, luego las personas". Merkel sostuvo que el luxemburgués Juncker es el "candidato principal" por su condición de cabeza de la lista más votada en los pasados comicios en la UE, la del Partido Popular Europeo (PPE), pero bajó el tono de la polémica surgida la semana anterior con Cameron y apeló al "espíritu europeo" para lograr un acuerdo.
"Ha habido demasiadas declaraciones en los últimos días, tenemos que volver al camino responsable", dijo la canciller alemana. El primer ministro británico siguió también esa línea conciliadora. Después de amenazar con sacar a su país de la UE si sale elegido Juncker, a quien considera representante de la "vieja guardia", dijo: "Quiero que el Reino Unido siga en una UE reformada". "Creemos que la UE debe cambiar en respuesta a la intranquilidad de los electores. Ese es el claro mensaje de los comicios europeos", afirmó Cameron.
Iluminado por estas "deposiciones" de los líderes más preclaros de la Unión Europea, no puedo dejar de pensar que el resultado electoral ha sido demasiado magnánimo con semejantes "indocumentados". No aprenden, no escarmientan. No rectifican… A la primera oportunidad, vuelven a "escamotear" a los ciudadanos el resultado electoral.
El conservador luxemburgués Jean-Claude Juncker, fue, de alguna manera, la cabecera de cartel del Partido Popular Europeo, en las pasadas elecciones. Aunque creo que muy pocos votantes (tal vez ninguno), lo tuvieran presente a la hora de depositar su voto (mayoritariamente realizado en clave nacional), fue quien participó de los debates electorales, con los líderes de los demás partidos políticos, realizados con toda pompa en la Universidad de Maastricht (para más inri) y trasmitidos a todo el mundo mundial por "Euronews" (el medio audiovisual patrocinado por la Comisión Europea, para difundir sus mensajes de cohesión y participación democrática).
Con las urnas aún calientes, ante un mensaje electoral contundente, con un frente antisistema que pretende dinamitar el proyecto comunitario, a riesgo a hacer saltar la Unión Europea por el aire, después de 63 años de ejercicio antidemocrático, vuelven a burlarse de los electores, "haciendo de su capa un sayo", y amañando "atrezzos" de espalda a los ciudadanos. Desde la tierra de Bergman podríamos pensar que estos "actores aficionados" están "reponiendo", "Detrás de un vidrio oscuro", o "De la vida de las marionetas". La "comedia" del consenso, solo resulta un "espectáculo" patético.
¿Es necesario que Angela Merkel (escasa de cintura) perpetre un "fraude electoral" para intentar contentar a David Cameron (que por otra parte, nunca se dará por satisfecho)?
¿No ha aprendido Angela Merkel (invidente histórica voluntaria) que los ingleses jamás serán socios de fiar de la Unión Europea?
¿Entenderá Angela Merkel que los europeos no debemos pagar el complejo de culpa alemán ante los redomados traidores ingleses que, sin escrúpulo alguno, nunca pelearan en la misma trinchera?
No siempre los malos son gente escuálida. Con David Cameron el refinamiento de estas habilidades alcanza actualmente unos niveles de sofisticación indescriptibles.
¿Podrá alguna vez Angela Merkel abandonar la contabilidad doméstica?
A veces en la Historia (la misma que niega o desconoce Angie) ocurren episodios en el que ganan los más aviesos, que no los mejores, básicamente porque obtienen un cuerpo de ventaja en la carrera por ver quien engaña más, mejor y durante más tiempo, imponiéndose silenciosamente a la verdad en retirada, desnudándola de cualquier propiedad virtuosa y deslegitimando su propia autenticidad. En este arte (de apuñalar por la espalda) hay unos avezados especialistas al otro lado del Canal de la Mancha.
¿Mientras trastabilla en el bote, Angela Merkel sabrá admitir (y reaccionar con urgencia) que Europa se debate entre un regreso al pasado y un incierto salto al futuro?
¿Será capaz de "liderar" (perdón por la ironía) una Unión Europea, donde su Parlamento 2014-2019 estará más polarizado que el anterior y en la que los partidos tradicionales perderán terreno ante las formaciones de ambos extremos?
Esta nueva correlación de fuerzas tendría un impacto en políticas económicas y de empleo. La más que probable gran coalición entre populares y socialdemócratas podría suavizar las medidas de austeridad, incrementar la regulación financiera y fomentar el gasto público. Por otro lado, la presión de la extrema derecha sobre partidos tradicionales podría resultar en más barreras a la inmigración y dificultades para convencer a la ciudadanía sobre la conveniencia de una mayor integración política y económica de la UE.
Otros temas clave de la agenda europea para la próxima legislatura serán la dependencia energética de la UE y sus alternativas, el tratado comercial con EEUU y la expansión del mercado interior de la UE. No menos importante, el debate sobre futuro de la integración europea será moneda corriente en Bruselas y en las capitales europeas. La apuesta por "más Europa" nunca tuvo tantos detractores. Sus defensores deberán ser más precisos y explicar a la ciudadanía qué implica concretamente, y si tal extensión de las competencias de la UE iría acompañada de más control democrático por el Parlamento Europeo.
De todos modos, el éxito y la credibilidad de este proceso se confirmarán si el próximo presidente de la Comisión Europea es uno de los candidatos principales. Lo contrario sería un varapalo a la democracia paneuropea.
Ha sonado la señal de alarma: el resultado de las elecciones ha sido una conmoción que ha dado paso a una coalición de descontentos de todo color e ideología. La solución no está en las viejas formas de hacer política. Muy difícil seguir intentando "hacer tortillas sin romper huevos" (no sigas las recetas del "chef" David, "köchin" Angie). Imposible continuar dirigiendo la Unión Europea en clave electoral local (cuídate de los cantos de la "sirena" David, "Schäferin" Angie).
Hacer "seguidismo" de los "americanos" es indigno ("acomplejada" Angie), pero someterse al "diktat" de los "británicos" es sencillamente grotesco ("vacilante" Angie).
La esencia de Europa radica en su capacidad de reflexión: "Una vida no examinada", sostenía George Steiner, "no merece la pena ser vivida". Joaquín Almunia (vicepresidente de la Comisión saliente) reclama análisis, pero pide también acción: "No hacer nada sería un suicidio", dice uno de los socialdemócratas más influyentes de Bruselas, que apoya sin reservas al conservador Jean-Claude Juncker para presidir la Comisión (evitando así una confrontación institucional y una parálisis peligrosa).
En resumen: los resultados de las elecciones europeas son un castigo a ese magma llamado Bruselas: Comisión, Consejo, Eurogrupo, BCE, Alemania, todo eso. Espero que la dirigencia europea lo sepa comprender a tiempo y actuar en consecuencia. Frau Merkel: hay que convencer, con liderazgo, que la UE es la solución y no el problema.
Parte II – ¿Y cómo se llegó a tal estado de "eurofobia"? (el "seguidismo" estúpido)
Los "hombres de negro", miembros de la Troika (FMI, BCE y CE) en Lisboa.
Penas y olvidos (un TAC de la crisis que permitía "pronosticar" el seísmo europeo)
Del Paper – Los "nuevos" pobres, de los países ricos (un relato trágico de la crisis) (II), publicado el 15/3/14
– Parte II – El "fusilamiento" del Estado de Bienestar Europeo
"Manos libres" (mi versión "conspirativa" de la historia, con los debidos respetos)
Después de veinticinco años residiendo en Europa, con toda humildad y respeto, me animo a decir que el Estado de Bienestar ha sido un "placebo" que EEUU y las grandes corporaciones multinacionales norteamericanas "prescribieron" a la sociedad europea occidental en 1945, para "evitar" el avance del comunismo por la vía electoral.
En la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, en una Europa devastada y hambrienta, había que evitar que la URSS ampliara sus fronteras de cualquier manera. Plan Marshall (1947-1952), OTAN (1949)… y de ser necesario una política "socialdemócrata" (falsa), que no sentían como propia, ni los EEUU (que de hecho nunca aplicó en su territorio), ni los políticos de Europa Occidental (débiles y sumisos), ni sus empresas (desbaratadas y sin mercados), dispuestos a "postrarse" ante el amigo (y salvador) americano. En el simulacro participó hasta el Vaticano (Italia, DC, mafia).
El Estado del Bienestar (en alemán Wohlfahrtsstaat), Estado Benefactor o Estado Providencia (en inglés The Welfare State), es un concepto de las ciencias políticas y económicas con el que se designaba a una propuesta política o modelo general del Estado y de organización social, según la cual el Estado provee ciertos servicios o garantías sociales a la totalidad de los habitantes de un país.
Según Claus Offe, "El Estado de Bienestar ha sido el resultado combinado de diversos factores (…) El reformismo socialdemócrata, el socialismo cristiano, élites políticas y económicas conservadoras ilustradas, y grandes sindicatos industriales fueron las fuerzas más importantes que abogaron en su favor y otorgaron esquemas más y más amplios de seguro obligatorio, leyes sobre protección del trabajo, salario mínimo, expansión de servicios sanitarios y educativos y alojamientos estatalmente subvencionados, así como el reconocimiento de los sindicatos como representantes económicos y políticos legítimos del trabajo"… Bajo ese concepto -y comenzando en 1945- se implementaron en Europa Occidental las políticas socio económicas que llegaron a ser conocida como Estado del Bienestar moderno.
Karl Popper describe -en 1956- los logros de esa propuesta en los siguientes términos: "En ningún otro momento, y en ninguna parte, han sido los hombres más respetados, como hombres, que en nuestra sociedad. Nunca antes los Derechos Humanos y la dignidad humana, han sido tan respetados y nunca antes ha habido tantos dispuestos a hacer sacrificios por otros, especialmente por aquellos menos afortunados que ellos. Esos son los hechos"…. "quiero enfatizar que estoy al tanto de otros hechos. El poder todavía corrompe, incluso en nuestro mundo. Empleados públicos todavía se comportan a veces como amos descorteses. Todavía abundan dictadores de bolsillo… pero todo eso no se debe tanto a falta de buenas intenciones como a la falta de habilidad e incompetencia".
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