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Festividad navideña

Enviado por jorgemarin1


    1. Navidad cristiana
    2. Las celebraciones
    3. Ritos sociales
    4. La simbología Noel
    5. Rituales religiosos
    6. Navidad negra (black sabbath)
    7. Casi una conclusión
    8. Bibliografía consultada

    El término Navidad es la contracción del vocablo latino navitas que significa "nacimiento". A partir de este concepto, surge un símbolo muy arraigado y complejo en su estructura. La no es sólo un recuerdo de un suceso histórico. Constantemente la Liturgia Cristiana subraya que el hecho del nacimiento de Jesucristo está ordenado a la Redención, a la Pascua, a la Parusía. Según la terminología de los antiguos, la Navidad es una memoria (misterio), cuyo centro es la muerte y resurrección de Jesucristo, siempre presente y operante, como alma de toda celebración litúrgica.

    Alrededor de la Liturgia de Navidad se ha formado, en el decurso de los siglos, una serie de costumbres que han contribuido a crear un ambiente festivo en la intimidad de las familias y en las calles de aldeas y ciudades. Lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo el aspecto exterior, sino su significado interior; se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo para así poder vivirlas intensamente. Se recrean: el arbolito, el pesebre, los regalos, las comidas típicas, la decoración en general, y los niños esperan con ansiedad la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos, cuyo origen se remonta a las antiguas costumbres y ritos que pueden determinarse dentro de un marco histórico, que es el motivo central del presente ensayo.

    Hoy se considera a estas fiestas como las de mayor trascendencia en todo el mundo; su celebración abarca desde el 25 de diciembre al 6 de enero, con distintas conmemoraciones, algunas trasformadas al cristianismo: la Noche Buena, la Navidad, el Día de los Santos Inocentes, la Noche Vieja, el Año Nuevo y el Día de Reyes (Epifanía).

    NAVIDAD CRISTIANA

    Las fiestas de Navidad se remontan a antiguas costumbres paganas conocidas como la "adoración del culto solsticial". El culto solsticial representa la acción del sol creador, su perduración terrenal mediante el fuego y su drama celeste: nacimiento del sol, su muerte aparente y su resurrección. En otras épocas, el 24 de diciembre se celebraba el nacimiento de un dios solar. En distintos países, toma un nombre diferente: Krisna y Buda en India, Mitra en Persia, Horus en Egipto, Apolo en Grecia, Bochica entre los Chibchas de Colombia, Kulkuká entre los Mayas, Quetzocoalt entre los Aztecas y Wiracocha entre los Incas. Se consideran que estos dioses descendieron al Hades (infierno) y regresaron otra vez llenos de vigor, del mismo modo que lo hace la Naturaleza con su renovación periódica de los ciclos estacionales anuales. Para las diversas costumbres, la Navidad ha representado el advenimiento de un acontecimiento cósmico por excelencia, cuyo hecho más trascendente radicaba en garantizar la supervivencia del hombre pagano o campesino, del renacimiento anual de la divinidad salvadora, encarnado en el mito milenario por excelencia.

    El arraigo a este culto no pudo ser desterrado, ya que en cada celebración participaban los cristianos. A pesar de que los Evangelios no establecía esa fecha como la del nacimiento del maestro Jesús, la Iglesia, en un principio, no lo celebraba. Durante los siglos siguientes, al comenzar a aflorar el deseo de celebrar el natalicio de Jesús de una forma clara y diferenciada, algunos teólogos, basándose en los textos de los Evangelios, propusieron datarlo en fechas tan dispares como el 6 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 y 25 de mayo y algunas otras. Pero el Papa Fabián (236-250) decidió terminar con tanta especulación y calificó de sacrílegos a quienes intentaron determinar la fecha del nacimiento del nazareno. La Iglesia Católica de Armenia fijo su nacimiento el 6 de enero, mientras otras iglesias orientales, egipcios, griegos y etíopes propusieron fijar el natalicio en el día 8 de enero.

    A raíz de este acontecimiento, por disposición del Papa Julio I, en el Siglo IV, concertó que la Navidad comenzara el 25 de diciembre y culminara el 6 de enero con la fiesta de Epifanía. "Los motivos para la innovación están declarados con gran franqueza por un escritor sirio cristiano: ‘La razón de que los Padres transfieran la celebración del 6 de enero al 25 de diciembre fue ésta: era costumbre de los paganos celebrar en el mismo día 24 de diciembre el nacimiento del sol, haciendo luminarias como símbolo de la festividad. En estas fiestas y solemnidades, tomaban parte también los cristianos. Por esto, cuando los doctores de la Iglesia se dieron cuenta de que los cristianos tenían inclinación a esta fiesta, se consultaron y resolvieron que la verdadera Navidad debería solemnizarse en ese mismo día, y la fiesta de la Epifanía en el 6 de enero.’ Por esa razón y continuando la costumbre, se siguen encendiendo luminarias hasta el día 6… Parece ser, pues, que la Iglesia Cristiana eligió la celebración del nacimiento de su fundador el día 25 de diciembre con el objeto de transferir la devoción de los gentiles del sol al que fue llamado después Sol de la Rectitud". (Frazer, 1996:414)

    A partir de entonces, la Cristiandad celebra el nacimiento de Jesús de Nazaret. "En un principio, la festividad de la Navidad tuvo un carácter humilde y campesino, pero a partir del siglo VIII comenzó a celebrarse con la pompa litúrgica que ha llegado hasta hoy, creando progresivamente la iluminación y decoración de los templos, los cantos, lecturas, misterios y escenas piadosas que dieron lugar a representaciones al aire libre del nacimiento del portal de Belén". (Rodríguez, 1997:20/1)

    EL PORTAL DE BELÉN

    Aunque la tradición haya marcado que el nacimiento se produjo en el primer año de la era cristiana, lo cierto es que no se puede fijar con exactitud su fecha, al igual que el lugar geográfico donde se produjo.

    Existen dos antecedentes biográficos en la Biblia, el de San Mateo y San Lucas, que situaron dos lugares geográficos diferentes entre sí: Belén (Judea) y Nazaret (Galilea), respectivamente.

    El lugar de nacimiento sigue siendo, para los expertos, muy discutido. "Tanto Marcos (Mc 1,9) como Juan (Jn 1,45) señalaron rotundamente que Jesús era oriundo de Nazaret (Galilea) y no de Belén (Judea) y Lucas (Lc 2,4) situó a José y María viviendo en Nazaret antes del parto." (Rodríguez, 1997:27/8)

    Para la mayoría, situar en Belén su nacimiento, cuestión remarcada por Mateo, se justificaría, no porque fuese un hecho cierto, sino que fue necesario para poder forzar el cumplimento de las profecías, a fin de otorgar a Jesús la descendencia davídica (Hijo de David) y validar el mesianismo que le adjudicaron sus seguidores.

    Precisamente, la Iglesia en el Siglo IV, también fijo el natalicio de Jesús en el año 6 antes de nuestra era y concertó que el lugar geográfico fuera Belén.

    LAS CELEBRACIONES

    Existen distintas celebraciones que comprenden una serie de acontecimientos importantes, entremezclados con matices paganos y religiosos: Noche Buena, Día de los Santos Inocentes, Noche Vieja, Año Nuevo y Día de Reyes (Epifanía).

    NOCHE BUENA

    La Noche Buena (Noche Santa) comienza a la caída del sol del día 24 de diciembre. Los fieles cristianos se preparan para ver en el cielo la luminaria estrella y, a las doce, celebran el nacimiento de Jesús de Nazaret, el Salvador, con cantos y villancicos, tanto en los actos públicos como en la celebración Misa de Gallo. Se entremezcla con esta celebración, la llegada de Papá Noel que trae obsequios a los niños y los disparos de fuegos de artificio.

    DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES

    La cristiandad recuerda el 28 de diciembre como el Día de los Santos Inocentes. Es un hecho que tuvo como protagonista a Herodes, quien, por venganza, mandó a ejecutar todos los niños recién nacidos, porque los Magos le anunciaron la llegada del Salvador, y quedaron en regresar para informarle el lugar, pero éstos huyeron.

    Si bien este hecho histórico no puede precisarse con exactitud, la fecha no es coincidente, dadas las contradicciones de los relatos bíblicos, y el tiempo que tardaron los Reyes Magos –12 días, según la tradición– para encontrar el pesebre.

    En Mateo (2,13-18) se recrea este episodio que es relatado como un suceso mítico, el que puede proceder de Oriente, tal vez de la India o de Egipto, principalmente, es en este último lugar donde fuera redactado el Evangelio (Año 90 d.C.). "Parece obvio, por tanto, que la leyenda de la "persecución y huida" existía ya previamente en la mítica pagana y que estaba asociada al destino triunfante de grandes personajes; pero queda por tratar un argumento de peso para los creyentes, eso es que dos profetas, Oseas y Jeremías, habían anunciado este suceso. De hecho, si repasamos el texto de Mateo (Mt 2,13-18), encontraremos que la verdad del relato se basa en que viene a dar cumplimiento a lo dicho en Os 11,1 y en Jer 31,15, una presunción que carece de fundamento." (Rodríguez, 1997:67)

    Entonces, "lo que el mito muestra es, de nuevo, el ciclo estacional de la Naturaleza. El perseguidor, siempre viejo, terrible y hostil, es la representación del invierno, que pretende eternizarse para siempre. El perseguido, recién nacido, es el sol –en su solsticio hiemal– que promete crecer hacia la primavera, llenando de dones, esperanza y posibilidad de supervivencia a la humanidad. Un año tras otro, el Niño Sol vence al Viejo Invierno desbaratando sus negros propósitos. Esto es la Navidad." (Rodríguez, 1997:68)

    Esta celebración tiene además otras connotaciones paganas. En este día, se organizan distintas bromas a los amigos o vecinos despistados. Cuando la broma concluye se expresa a viva voz: "¡qué la inocencia te valga! Es un deseo de buen augurio, porque la víctima de la broma aún conserva la calidez infantil.

    NOCHE VIEJA

    La noche vieja –para nosotros "Vísperas de Año Nuevo"– era una celebración consideraba como la "noche de los oráculos". Una antigua tradición señala que echando unas gotas de plomo fundido en el agua, las solteras podían descubrir la profesión y el nombre del futuro pretendiente; también si arrojaban un zapato por el aire podían saber la dirección en que llegaría. Una tradición reciente se entremezcla con esta celebración, la de "las doce uvas de la suerte".

    AÑO NUEVO

    El Año Nuevo tiene como antecedente histórico la creencia, desde los tiempos míticos, de que cada año se reclama "una reparación, una renovación y una reafirmación periódicas… En ocasión del nuevo año, los inmortales son considerados como sí estuvieran de nuevo sobre la tierra… Simbólicamente, pues, el mundo comienza cada año: los inmortales lo hacen estable, sano, rico, santificado, tal como era en el comienzo de los tiempos. En ocasión de la fiesta del año nuevo, se reitera el paso del caos al cosmos, se repite en el presente la cosmogonía… Se trata de una costumbre análoga con la de ‘fijación de las suertes’ del nuevo año babilónico, que se transmite hasta nuestro tiempo en las ceremonias del Día del Año". Cada año nuevo se "repite siempre el acto cosmogónico por lo que los ‘doce días’ que separan Navidad de la Epifanía, se consideran todavía en la actualidad como una prefiguración de los doce meses del año". (Eliade, 1991:191/2)

    Para la tradición cristiana, el Año Nuevo, es el día de la Circuncisión de Jesús, y la Solemnidad de María, Madre de Dios, y los doce días que abarca la Navidad, se considera el tiempo en que tardaron los Reyes Magos para encontrar el pesebre. En el Año 2000, se añadió la celebración del nuevo siglo y el nuevo milenio.

    DÍA DE REYES (EPIFANÍA)

    El Día de Reyes (Epifanía) es una celebración que el cristianismo había adoptado desde el Siglo II y que aún continúa vigente. Las primeras celebraciones eran de carácter formal, porque coincidía con el natalicio de Jesús, en el que también se celebra su bautismo y su primer milagro. Los Reyes Magos, para la concepción Cristiana, son considerados santos.

    A partir del siglo XVIII, esta fecha toma carácter de infantil, cuya finalidad fue la de competir con la muy establecida tradición de San Nicolás.

    Los Reyes Magos no trajeron juguetes hasta mediados del siglo XIX, sino que, con anterioridad, sus regalos consistían en elementos de la vida cotidiana: alimentos, ropa, calzados, etc.

    La tradición mantenida hasta el presente consiste en que los niños pongan sus zapatos limpios en la puerta de entrada o ventanas, con una cartita, y se les provea a los camellos de pasto y agua. En agradecimiento, los Reyes Magos depositan sus obsequios. Si no pueden cumplir con el pedido, le dejan otra cartita muy tierna: "Los Reyes Magos son pobres, pero te dejamos otro regalito que te va a encantar".

    En la actualidad, los Reyes Magos traen juguetes y golosinas a todos los niños y se organizan festivales de los más diversos, con características muy particulares: los Reyes Magos no sólo vienen en camellos, sino también a caballo, en moto o en la lancha, según la zona a la que arriban.

    También en distintos países se tiene por costumbre que los niños, munidos de alcancías, pidan su aguinaldo a las personas adultas: "Me da mis Santos Reyes", es la consigna.

    RITOS SOCIALES

    Una serie de ritos sociales se practican en estas celebraciones; algunos se remontan a las antiguas costumbres paganas, pero ahora están camufladas con un nuevo ropaje simbólico cristiano.

    LOS REGALOS

    Hacer regalos es una costumbre, heredada del neolítico, que tenía ciertos matices singulares en las fiestas del culto solsticial. Cada regalo era ofrecido a cambio de otro. Si no se cumplía el intercambio, la persona que lo recibía podía tener malos augurios.

    En un principio, la Iglesia se había opuesto, pero como no pudo desterrar esta costumbre fue reemplazada por la que existía en Roma el día primero del año, llamada estrenas. Al principio, se simbolizaba que era el niño Jesús quien ofrecía los regalos, y más adelante, serían los Reyes Magos quienes distribuyeran los dones, y como tal, debían nacer del corazón, dádivas generosas sin pedir nada a cambio.

    En la actualidad, el intercambio de obsequios estrecha lazos afectivos entre familiares y amigos.

    FUEGOS DE ARTIFICIO

    Otra de las costumbres más generalizadas en esta celebración consiste en disparar fuegos de artificio, sonar campanas, sirenas, disparos de escopetas y gritos.

    El origen de celebrar con disparos de fuegos de artificio y mucho ruido data de una antigua tradición china que simboliza "la magia imitativa que asegura la provisión de luz y calor del sol y su finalidad es la de ser purificadora, ya que logra la destrucción de las fuerzas del mal". (Cirlot, 1992:210)

    También se debe destacar que los artefactos pirotécnicos fueron inventados a partir de una observación muy particular, como el caso de los cracker, que aun hoy se comercialización en los países de Europa, tal como su inventor Tom Smith, lo creara en 1840.

    Smith conocía la costumbre china de incluir en los caramelos algunas frases. A partir de allí surge los bombons pasando a formar parte de una golosina por excelencia. Del bombón tradicional pasó al cracker. Tom Smith, por un accidente casero que provocó la estampida de un madero, se le ocurrió hacer los primeros bombones con estampidos, pero le puso otro nombre: Cosaques, pero para comienzos de 1880 fue suplantado por el nombre más común de cracker.

    Debido a que esta costumbre está fuertemente arraigada en la cultura popular, es casi imposible que pueda ser prohibida, a pesar de los accidentes que provoca el mal uso de la pirotecnia. En la actualidad, la comercialización de estos elementos hace previsible un control, principalmente por parte de las fuerzas militares, para que sean menos riesgosos e, incluso, inofensivos.

    LA MESA FESTIVA

    La mesa de Navidad y Año Nuevo, por lo general, se convierte en un lugar donde se come y se bebe con desmesura. En tal sentido, se retoma la antigua tradición pagana de "saturliana", festividad que se celebraba del 17 al 24 de diciembre en honor a Saturno, el dios de la agricultura. Durante la saturliana se suprimían las diferencias sociales y todos los habitantes del imperio romano se consideraban iguales. Se llevaban a cabo todo tipo de diversiones populares, loterías y juegos de azar. Con cantos y mucha alegría, la gente se libera momentáneamente de una rígida estructura social, y con la ayuda del alcohol, lograban confundir sus roles.

    En la actualidad, tanto en Nochebuena como en la Noche Vieja, sirven de excusas para que las familias se reúnan en torno a la mesa, incluidos aquellos miembros que apenas se relacionan entre sí o los que viven en lugares alejados. Se preparan suculentos platos para celebrarse a sí mismos. En la sociedad secularizada de nuestros días, la alegría por la familia unida es el pretexto, quedando eclipsada el verdadero origen de este rito familiar: el nacimiento del "niño divino".

    Este panorama festivo se le suma modernos menúes, sofisticados, ajenos al espíritu de conmemoración, incluso en cada país se han reemplazado algunos platos tradicionales por otros, cuya preparación culinaria es diferente y es matizada con distintos trucos locales.

    Las comidas típicas se consideran a las nueces; jamón cocido; el budín de Navidad (potaje de maíz, ciruelas y carnes); el pavo como plato central; el pastel de Navidad que se prepara con carne picada, frutas y especies; el pan dulce que llevan ingredientes con muchas calorías; además de la torta de Navidad o duodécima torta, cuya elaboración consiste en preparar una mezcla con frutas, especies y azúcar que es decorada con estrellas, flores, coronas, etcétera.

    Dentro de la amplia gama de comidas se encuentran una variante de golosinas típicamente estacionales. El origen de estos productos se encuentran ligados al significado del trigo y otros granos, que tiene una importancia capital para la supervivencia humana. Desde épocas paganas, se tomó como el regalo más preciado de los dioses, simbolizado en el don de la vida y la inmortalidad, "el ciclo eterno de la fertilidad representado por el ciclo biológico del trigo: grano, siembra, vida, cosecha, muerte, grano y vuelta a empezar". (Rodríguez, 1997:218)

    Por ello, este acto ritual se sigue repitiendo con el agrado de elementos típicos: todas las formas de pan, roscas de reyes, garrapiñadas, turrones, entre otras. Los símbolos que encierran estos banquetes se remontan a las antiguas costumbres, que luego pasaron al cristianismo.

    El "budín de Navidad" y el "pan dulce" provenía de la antigua creencia de que los habitantes de un lugar podían conservarlo, no sólo como alimento, sino que los protegía de muchos males. Con la posterior cristianización, los panes eran llevados a la Iglesia para su bendición. Después de la consagración, cada miembro de la familia comía un trozo y el resto lo guardaba para dárselos a personas o animales enfermos.

    El "roscón de Reyes" es una variante de la "rosca de Navidad". Antiguamente, cada rosca contenía la figura de un hada. Las hadas representaban un símbolo muy peculiar; se la relacionaba con la muerte y los muertos, y la prosperidad provenía de ella (cielo, muerte/renacimiento), siendo un amuleto protector de desgracias. "En el día de Reyes, final del ciclo de celebraciones navideñas –que incluían el culto a los antepasados muertos en las tradiciones precristianas y que, en suma, conmemoran el eterno renacimiento de la vida en el tránsito desde el invierno a la primavera–, el hada oculta en el roscón adquiere mucho sentido, dando a este dulce el carácter de "pastel de la suerte" por propiciar la fortuna de quien se encuentra la semilla leguminosa en su parte del bollo." (Rodríguez, 1997:221)

    Las bebidas tradicionales son el champagne, la sidra, una variedad de vinos y el infaltable ponche caliente que es una mezcla de azúcar, agua caliente, zumo de limón, especias, brandy y ron.

    El brindis es otra tradición infaltable; se lo puede asociar con la antigua tradición celebrada en honor al dios Baco, quien argumentaba: "La sedienta tierra se empapa de lluvia, bebe y se alampa para beber más. Las plantas chupan de la tierra y bebiendo sin vado se mantienen verdes y gentiles. El mismo mar… se bebe dos veces mil ríos tan caudalosos que desbordan su vaso. El afanoso sol –como presumo por su rostro de borracho– se bebe el mar. Luego, luna y estrella se beben al sol, y al tiempo que beben, danzan su propia luz y están de fiesta toda la noche. Nada en natura es sobrio. Es un brindis inacabable que va a la redonda, de uno a otro ser". (Mitos Nº 28, 1987:87/88)

    A finales del Siglo XVIII, los brindis comenzaron a adquirir solemnidad y se constituyeron como una tradición ritual de todos los banquetes y celebraciones. En Navidad, época de buenos deseos, el champagne o cava es la bebida festiva por excelencia.

    Otra costumbre proveniente de España, nacida en el primer tercio del siglo XX, en el ritual central de la Noche Vieja, es la conocida como las "doce uvas de la suerte", que se invita a comer una por cada repique, con el preludio de besos, abrazos y deseos de felicidad para el año que se inicia. Si bien, muchos afirman que es una costumbre española, otros italiana, lo cierto es que relaciona con una antigua tradición judía, en la que se obsequiaban a los invitados tantas piezas de fruta de la propia cosecha como horas habían pasado juntos. Luego se la asoció con la Noche Vieja.

    LA DECORACIÓN

    La decoración de las casas y todo paseo publico posee características rituales. Los adornos con coronas de muérdago o pino, campanitas, medias, velas y guirnaldas recreaban el ritual solsticial que tenía por objeto el "agradecer el regreso del sol, la otra gran fuente de calor. Se consideraba prudente hacer algo para agradar al dios Sol y asegurar así su regreso el año venidero…" (Morris, 1993:41) En esencia, simboliza la perduración de la primavera.

    A pesar de que la Iglesia se opuso desde el principio a este ritual pagano, luego fue adoptado como parte de la celebración, incorporando distintos elementos como los ángeles e imágenes de los Santos.

    La Corona de Adviento es un símbolo especial compuesto por una corona siempre de color verde con 4 velas: 3 moradas y una rosada.

    Las piñas es un elemento por excelencia, ya que simboliza la inmortalidad de la vida vegetal y animal, representa el cíclico y eterno retorno de la Naturaleza y expresa la eclosión de la vida primaveral y la posibilidad de retorno. También las piñas representan un canto de esperanza, en cada uno de los acontecimientos, o también, si es creyente, el que se espera tras la muerte.

    La planta de muérdago es el heraldo que anuncia al espíritu de la Navidad. Los ramilletes de muérdago, en forma de coronas, se cuelgan en los marcos de las puertas y ventanas de la casas para beneficiarse de buena suerte. Una antigua tradición señala que si una muchacha soltera recibe un beso debajo del muérdago, al año siguiente se casará; si es casada, quedará embarazada. También se lo asocia con antiguos rituales paganos, siendo la planta elegida por excelencia. A pesar de que existen escasas leyendas cristianas para evangelizar el simbolismo pagano del muérdago, la planta siguió asociada a los ancestrales poderes mágicos y a la protección, prosperidad y buena suerte.

    Se quiso cambiar la antigua tradición del muérdago, porque era considerado como portador de supersticiones y reemplazarlo por el acebo, al que se le confirió el carácter de "ramo de la suerte"; pero esta función es relativamente reciente y carece de base simbólica tradicional que la sostenga. La Iglesia prohibió la presencia de los muérdagos en los hogares, aduciendo que era una costumbre bárbara e idólatra, quiso sustituir su presencia con el acebo, ya que según su punto de vista "las hojas del acebo recuerdan las espinas de la corona de Cristo y sus bayas rojas simbolizan la sangre derramada durante su pasión". (Rodríguez, 1997:157)

    A pesar de que muchos cristianos han adoptado al acebo, el muérdago sigue siendo irremplazable.

    Los símbolos de los colores son diversos, pero se pueden asociar a este ciclo invernal: el color verde representa a la naturaleza, a la vida que aporta su presencia, por eso se lo considera como el símbolo de la esperanza. El amarillo es el color del sol, del oreo y de las espigas maduras de trigo, símbolos poderosos que por excelencia que aseguran prosperidad y felicidad. El rojo, color del fuego y de la sangre, está íntimamente ligado a la vida y también está asociado a un simbolismo como expresión del amor divino, con la generosidad sin límites. El color blanco es extremo opuesto del negro aunque ambos representen al absoluto; este color significa pureza, inocencia, virtud, fe y hasta iluminación. El azul, frío, distante y vacío se encuentra representando el límite del "otro lado", por eso simboliza el cielo con sus hierogamias.

    En la actualidad, la industria del plástico si bien ha puesto al alcance de todos estos elementos, en algunos casos ha desvirtuado a la tradición por la de adquirir objetos utilitarios, con fines decorativos.

    TARJETA NAVIDEÑA

    Es habitual que se envíe una tarjeta de felicitación para las fiestas. Esta costumbre se originó en las escuelas inglesas, donde se pedía a los estudiantes que escribieran algo que tuviera que ver con la temporada navideña, antes de salir de vacaciones de invierno y lo enviaran por correo a su casa, con la finalidad de que sus padres recibieran un mensaje de Navidad.

    Fue en 1843, en Inglaterra, cuando W. E. Dobson y Sir Henry Cole hicieron las primeras tarjetas de Navidad impresas, que tuvo una tirada de 1.000 ejemplares, con la única intención de promocionar las obras de arte que representaban al Nacimiento de Jesús, acompañada de una frase donde se expresaba felicidad y prosperidad.

    En 1860, Thomas Nast, creador de la imagen de Santa Claus, organizó la primera venta masiva de tarjetas de Navidad en las que aparecía también impresa la frase "Feliz Navidad".

    Esta práctica se difundió por todo el mundo, y hoy se pueden adquirir tarjetas sencillas, dobles, con filigranas, brillantinas e incluso musicales.

    NAVIDAD BLANCA

    Otra característica la remarca la presencia de la Navidad Blanca que se refleja en la mayoría de las tarjetas y, en general, en todos los productos navideños que contienen paisajes invernales, con mucha nieve. Esta circunstancia se recrea gracias a la influencia literaria ejercida por la obra Canción de Navidad, de Charles Dickens, publicada en 1843. El escritor inglés recordaba que las Navidades de su infancia siempre fueron nevadas, las que volcó en su libro y, muy pronto, se hizo tan famoso que la imagen de la Navidad Blanca se tomó como típica. Se popularizó, aún más, cuando en 1943, Hollywood produjo una película protagonizada por Bing Crosby y Fred Astaire, cuyo tema central: Navidad Blanca ganara un Oscar de la Academia.

    EL ARBOLITO NAVIDEÑO

    En todas los lugares, la presencia del arbolito de Navidad es infaltable. Su origen se remonta a las antiguas creencias de los germanos que adoraban al roble. Creían que el mundo y todos los astros estaban sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el "divino Idrasil" o el "dios Odín", al que le rendían culto cada año y se lo decoraba, porque se tenía como creencia que cuando un árbol perdía su follaje era porque los espíritus lo habían abandonado. Por ello, se lo adornaba con papeles, frutas, trozos de vidrio, y antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol para que los espíritus retornaran en la época primaveral. En torno al árbol cantaban y danzaban adorando a su dios.

    Con la posterior cristianización, el roble fue remplazo por el abeto, ya que al tener forma de triángulo personificaba a la Santísima Trinidad, con Dios Padre en la cima, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo ocupando ambos extremos inferiores. Según la leyenda, San Bonifacio, evangelizador de Alemania, derribó el árbol que representaba al dios Odín, y en el mismo lugar plantó un pino, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano: las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo como Salvador. Esta costumbre se difundió por toda Europa en la Edad Media y con las conquistas y migraciones llegó a América.

    Con el perfeccionamiento de las técnicas industriales, se comenzó la fabricación de todo tipo de ornamentos, incluso de material plástico. También se lo decora con adornos en forma de bolitas, que en un principio fueron de vidrio. Esta costumbre tiene su origen en Bohenia, Alemania, hace más de doscientos años. Los "sopladores de vidrio" se entretenían realizando competencias para hacer la bola más grande y, entre juego y juego, éstas eran descartadas. Dicha circunstancia no pasó al olvido. Las mujeres, al rescatarlas, decidieron adornar las puertas de las casas. Se le dio el nombre de bola espiritual, ya que tenía como finalidad la de ahuyentar el mal de ojo. "Se explicó que su especial valor residía en su reflexión circular que hacía que el mal de ojo se viera reflejado en ellas cuando se intentaba introducir en las casas, lo cual resultaba intolerable". (Morris, 1993:121/22)

    Las esferas, para la tradición cristiana, simbolizan las oraciones que hacemos durante el periodo de adviento: las azules son de arrepentimiento, las plateadas de agradecimiento, las doradas de alabanza y las rojas de petición.

    Se acostumbra poner una estrella en la punta del pino, simbolizando la fe y se colocan adornos de diversas figuras, que representan las buenas acciones y sacrificios, los "regalos"" que le daremos a Jesús en la Navidad.

    El juego de luces intermitentes es otro de los elementos decorativos. En un comienzo se habían utilizado velas. Según la antigua tradición pagana se celebra el nacimiento del dios sol en el Año Nuevo. La Iglesia, al transformar esta creencia, dijo que como "Cristo era la luz del mundo", la llama de la vela simbolizaba su influencia. Asimismo se sugería que la brillante luz de la vela simbolizaba a la Estrella de Belén.

    EL AGUINALDO

    El aguinaldo representa una costumbre generalizada en toda Europa cristianizada, extendiéndose a los demás países, cuyo origen puede remontarse a antiguas costumbres del solsticio de invierno y el comienzo del año en todas las culturas de la antigüedad.

    Tradicionalmente, en España, han sido los servidores públicos y privados, quienes al felicitar por la Navidad a los beneficiarios de su labor, se le solicitaba una pequeña retribución económica o material. Por extensión, los hijos pedían el aguinaldo a sus padres y vecinos para época de Navidad o Reyes.

    En la actualidad, no sólo perdura esta costumbre de antaño, sino que ha sido oficializada mediante leyes laborales para favorecer a todos los trabajadores.

    Otras vías para llegar al aguinaldo se encuentran en las llamadas Rifas y las Cestas Navideñas.

    Las Rifas Navideñas son un recurso del azar, una afición lúdica que en nuestra cultura no se ha dejado de practicar, desde la celebración de las Saturnales Romanas.

    Las Cestas Navideñas son una fastuosa vianda indispensable para las épocas festivas: turrones, frutas secas, conservas, vino, champagne, café, embutidos, jamón, y entre ellos una caja de puros habanos. Refleja una vieja costumbre conocida como la Sportola de los antiguos romanos, que llega hasta nuestros días. De un modo involuntario, se lo relacionó con la crisis económica. En los años ´60, en vez de que se llenaran las canastas con estas dádivas, se las ofrecía a las personas carenciadas como "obsequios de Navidad". La cesta es, sin duda, la reina de los aguinaldos.

    LOTERÍA DE NAVIDAD

    Existe una costumbre muy generalizada de vincular una celebración religiosa con elementos sociales, principalmente, en lo referente al juego. "En alguna medida, la lotería de Navidad ha acabado por constituirse en el centro de gravedad del significado básico, propiciatorio y esperanzador, de los ritos asociados al solsticio de invierno. Al mismo tiempo que nuestra sociedad urbana fue elevando el uso del dinero a la categoría de instrumento básico y todopoderoso para la supervivencia, fue variando también el sentido de los cultos agrarios propiciatorios dirigidos hacia el divino Sol –fuente del renacimiento anual de la vida que posibilita la pervivencia humana– o elevados hacia los mitos religiosos que de él se derivaron, hasta desviar la atención y el deseo hacia otras cosechas, como la del dinero abundante y salvífico que mana del cielo en forma de premio de la lotería." (Rodríguez, 1997:295/96)

    La lotería proviene de antiguas costumbres de las fiestas saturnales, como los juegos de suerte que consistían en realizar un sorteo. Se seleccionaba una varilla de un conjunto, que tenían inscripciones acerca del futuro; un niño la extraía del cofre y se la daba al peticionante, quien luego de leer el texto sagrado, interpretaba su mensaje.

    Este sistema fue teniendo una amplia difusión, principalmente para los cargos públicos, y en el siglo XV fueron cambiados los textos por números, llegando así a la clásica "lotería de números", en el cual se hacía un sorteo público y se controlaban los cartones que habían sido repartidos, idea que se inspiró de los boletos de rifas del Siglo XIII.

    Es una costumbre mencionar al premio mayor de la lotería de Navidad como Gordo. La imagen del llamado "fanático por la lotería" o "Enano afortunado", es "una estrafalaria y rechoncha figura humana repleta de números y bolas de sorteo que, desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, figuró impresa en casi todo cuanto tenía que ver con la lotería, convirtiéndose en una especie de amuleto favorecedor de la serte que animaba a la gente a jugar, a intentar realizar sus sueños a través de los premios de la lotería. A quien le tocaba compartir la suerte de ese gordo afortunado se le arreglaba la vida (o casi); tal como viene sucediendo hasta hoy." (Rodríguez, 1997:303)

    El primer sorteo celebrado en Navidad tuvo lugar en Cádiz, el 18 de diciembre de 1812. El billete se vendió en 10 pesetas y repartió 40.000, una cifra extraordinaria para la época.

    La primera vez que apareció la denominación "Sorteo de Navidad", que sustituyó a la leyenda habitual de "Prósperos de premios", fue en el sorteo del 23 de diciembre de 1892, y no figuró impresa en los billetes hasta la Navidad de 1837.

    A partir de entonces, el sorteo de Navidad pasó a ser una institución popular de gran éxito, que se extendió a otras celebraciones: Año Nuevo y Reyes. En Argentina, este ritual se celebra a partir de la década del ´60.

    Cada año se renueva la esperanza, de un futuro generoso y próspero, la puerta de acceso al mundo mágico de la suerte.

    NAVIDAD.COM

    Los avances tecnológicos no pudieron estar ausentes en la fiesta más celebrada por todas las culturas del planeta, que reside en razones profundas: una esencia religiosa, social y espiritual. En Internet es posible reconstruirla gracias a la ayuda de múltiples páginas que proliferan en la Web site, que recrean las leyendas de Papá Noel y los Reyes Magos, se cuentan historias de cómo se celebra la Navidad en distintos países del mundo, así como también hay páginas de distintas culturas reconocidas como grupos "anti–Navidad" por motivos varios: algunos tienen un buen bagaje de explicaciones racionales y argumentos históricos; otros reniegan del espíritu consumista que marca a la celebración por estos días, y se oponen por puro ejercicio de contradecir a la mayoría o son lunáticos sin cura.

    También hay una serie dedicada al público infantil para que los niños puedan escribirles a Papá Noel o a los Reyes Magos, o bien, participen de juegos interactivos: seguir la ruta de los Reyes Magos hasta el Portal de Belén; se saquen una foto con los Reyes Magos o Papá Noel utilizando los recursos del escáner, o recrear su imagen a modo de caricatura, y luego puedan imprimirlos.

    Como se podrá observar, la tecnología no deja de sorprendernos y es un elemento que nos permite una comunicación que sigue estrechando lazos de amistad con personas de distintos lugares del planeta, ya que se pueden enviar tarjetas postales con mensajes predefinidos o una salutación personal, mediante el correo electrónico.

    LA SIMBOLOGÍA NOEL

    Dos figuras centrales son veneradas por la tradición, como portadora de buenas intenciones: Papá y Mamá Noel.

    PAPÁ NOEL

    Los chicos esperan con ansiedad la llegada de Papá Noel. Se sabe que él convertirá las ilusiones en un regalo.

    De una antigua manera de representar al invierno, con la imagen de un viejo, nació Papá Noel. Una teoría acerca de su origen señala que Papá Noel es una derivación del dios Saturno. Igualmente, cada cultura lo ha teñido con una imagen particular: "En Alemania, el Viejito Pascuero se ha mezclado con el Weihnachtsmann. El Viejito Pascuero es un alma feliz, en cambio el Weihnachtsmann está irritado de andar cargando sus baúles de regalos. Además, lo acompaña un hombre oscuro que a veces lo persigue y golpea con un bastón; a este personaje se le reconoce por varios nombres, entre ellos, Hans Muff, Knecht Rupprecht and Butz, y se le representa con un oscuro rostro de animal". (Mitos, Nº 8, 1986:s/n)

    La figura de Papá Noel, para nuestra tradición, se fusionó a la San Nicolás o Santa Claus, cuyos nombres también fueron muy populares.

    San Nicolás fue un Obispo que tenía por costumbre hacer regalos a los niños pobres. Su festividad era el 6 de diciembre, día de su fallecimiento. La Iglesia, al aceptar esta celebración, en el siglo IV, la traslada al día de Navidad. Existen varias leyendas que hablan acerca de la vida de este Santo.

    En cierta ocasión, el jefe de la guardia romana de aquella época, llamado Marco, quería vender como esclavo a un niño muy pequeño llamado Adrián y Nicolás se lo impidió. En otra ocasión, Marco quería apoderarse de unas jovencitas si su padre no le pagaba una deuda. Nicolás se enteró del problema y decidió ayudarlas. Tomó tres sacos llenos de oro y en la Noche de Navidad, en plena oscuridad, llegó hasta la casa y arrojó los sacos por la chimenea, salvando así a las muchachas.

    Marco, quien quería acabar con la fe cristiana, mandó quemar todas las iglesias y encarcelar a todos los cristianos que no quisieran renegar de su fe. Así fue como Nicolás fue capturado y encarcelado. Cuando el emperador Constantino se convirtió y mando liberar a todos los cristianos, Nicolás había envejecido. Cuando salió de la cárcel, tenía la barba crecida y blanca y llevaba sus ropajes rojos que lo distinguían como obispo; sin embargo, los largos años de cárcel no lograron quitarle su bondad y su buen humor.

    Los cristianos de Alemania tomaron la historia de los tres sacos de oro echados por la chimenea el día de Navidad y la imagen de Nicolás al salir de la cárcel, para entretejer la historia de Santa Claus. A fines del siglo XIX y principios del XX la costumbre del San Nicolás reinventado en Nueva York, se fue extendiendo por casi toda Europa. El Nombre de Santa Claus viene de la evolución paulatina del nombre de San Nicolás: St. Nicklauss, St. Nick, St. Klauss, Santa Claus, Santa Clos. Fundo sus bases en Gran Bretaña como Father Christmas o Padre Navidad, y de ahí pasaría a Francia bajo el nombre de Père Noël o Papa Navidad, del cual derivaría Papá Noél, como se lo conoce en España, Argentina y gran parte de América latina.

    La imagen que se conoce actualmente de Santa Claus fue dibujada por primera vez en 1863 por Thomas Nast, quien publicó sus ilustraciones en la revista Harper’s, de entre 1860 a 1880. Nast añadió detalles: su taller en el polo norte con muchos duendes que lo ayudan a fabricar todos los regalos que le piden los niños por medio de cartas y su vigilancia sobre ellos, buenos y malos, de todo el mundo. Él le dio el color rojo y su vestuario de pieles.

    Pero finalmente, fue la Coca-Cola la que le dio su actual aspecto en 1931. Para la campaña publicitaria de la Navidad de este año, la Coca-Cola le encargo a Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de Nast, un viejito un poco más alto que un duende, pero con idénticas características . Él creo un Santa Claus más alto, todavía más gordinflón, aunque más simpático, con un rostro bonachón, con una agradable sonrisa y su clásico "jo, jo, jo", de ojos pícaros, chispeantes y amigables, con pelo cano y luenga barba y bigote, también blancos, sedosos y agradables. La vestimenta mantuvo los colores rojo y blanco, que son los de la compañía, pero su traje se hizo más lujoso y atractivo: un pijama con un gorro de dormir, botas y cinturón.

    Otras alusiones a su figura mítica se encuentran en el poema de Clement Moore, Una visita de San Nicolás, escrito en 1822. Papá Noel entra por la chimenea y esta alusión se amalgama de antiguas tradiciones, principalmente las que tiene su origen en Finlandia. El poema contiene dos importantes claves: por un lado, se escuchan los renos en el techo y, por el otro, de un solo salto se arroja por la chimenea. También, se traslada en un trineo tirado por ocho renos. La idea de los ocho renos, haya surgido de una antigua leyenda del dios teutón Odín, quien montaba un caballo de ocho patas llamado Sleipnir, vistiendo una amplia capa y sombrero, cuando visitaba a su gente y repartía los premios y castigos a que se habían hecho acreedores. A partir de esta alusión, quizás, se pueda argumentar que Odín fuera el precursor de la figura de Papá Noel–Santa Claus. Los renos tienen nombres singulares: Pompón, Vondín, Danzarín, Lindo, Veloz, Listo, Cometa y Rodolfo. Además se le proveyó de una bolsa mágica en donde entraban todos los juguetes.

    Cuando se publicó el poema, el 23 de diciembre de 1823, de inmediato se hizo inmediatamente popular y, a partir de entonces, se cambió por completo la imagen de Papá Noel; nunca más vendría a caballo, sino con un trineo tirado por ocho renos que volaba por los aires; ya no golpearía las puertas para dejar sus obsequios, sino que ingresaría por la chimenea.

    Como dato ilustrativo se puede mencionar que Robert L. May, en 1939, fue quien dibujó por primera vez a Rodolfo para un aviso publicitario y, en 1949, Johny Marks compuso la canción Rodolfo, el Reno de la roja nariz, que fuera grabada por Gene Autry y Bing Crosby.

    "La laicalización de Santa Claus no sólo fue indispensable para permitir su supervivencia y expansión, sino que fue la razón que le catapultó como símbolo universal dentro de una sociedad industrial que, aunque consumista insolidaria y egoísta, gusta soñar con los valores tradicionales de la Navidad. Santa Claus permite participar del "espíritu de la Navidad" sin ponernos ante disyuntivas ético–religiosas ni, menos aún, hacernos entrar en contradicción con lo que somos o hacemos durante el resto del año." (Rodríguez, 1997:118)

    MAMÁ NOEL

    Recientemente se ha incorporado la presencia carismática de Mamá Noel, que junto a la de Papá Noel, han enriquecido la Navidad. Viste con un atuendo rojo y blanco, usa anteojos y se la puede asociar con la imagen de un ama de casa.

    Se pueden mencionar dos antecedentes de Mamá Noel: en Italia, los niños "reciben regalos de una bruja llamada La Befana, a veces la señora del Viejito Pascuero. De acuerdo con la leyenda, los Reyes Magos le pidieron a La Befana que los acompañara en el viaje que guiaba la estrella hasta Belén, pero ella no los quiso acompañar pretextando que tenía demasiado que hacer en su casa. Los niños italianos, en la actualidad, creen que La Befana regresa todos los años para Navidad y recorre casa por casa, dejando regalos, en busca del Niño Dios". (Mitos, Nº 8, 1986:s/n) En Austria se tiene la creencia que "una mujer llamada Berchte, en la noche de Navidad, busca a los niños malos para cortarles el vientre con un cuchillo". (Mitos, Nº 8, 1986:s/n) De esta creencia se presume el origen de la receta de cocina: "niños envueltos".

    EL SIGNIFICADO DEL SÍMBOLO

    Desde un punto de vista psicoanalítico se han incorporado a esta leyenda los elementos masculino y femenino, enriqueciendo las imágenes míticas. Carl G. Jung, en su teoría de los "Arquetipos", señala al elemento masculino como "ánimus" y al elemento femenino, "ánima".

    El ánimus es generador "de juicios y opiniones. Cumple el rol de constante crítica y normativa. Posee una orientación lógica y objetiva". (Grecco, 1995:46) Como "padre", establece en su simbología que representa a los "elementos aire y fuego. También cielo, luz, rayos, y el origen". (Cirlot, 1992:347)

    El ánima, representada en esta caso por una anciana, cumple la función de ser "generadora de estados de ánimo. Es la fuente de creatividad y de la intuición".(Grecco, 1995:46) Como madre, indica que es un "símbolo del inconsciente colectivo del lado izquierdo y nocturno de la existencia, la fuente del agua de la vida". (Cirlot, 1992:291)

    RITUALES RELIGIOSOS

    Para el Cristianismo, existen además otros rituales de la propia religiosidad: el pesebre, la Misa de Gallo, los Villancicos, y los Cantos Gregorianos.

    EL PESEBRE

    El pesebre es el único elemento enteramente cristiano de la Navidad. San Francisco de Asís fue quien lo incorporó en 1224, organizando la primera representación y, más tarde, se difundió en los monasterios y conventos de Europa.

    Según el relato de San Buenaventura, el primer pesebre tenía un suelo cubierto con heno, y allí podía verse un buey, un burro y los personajes bíblicos. En el Renacimiento, esta representación se caracterizó, entre otras cosas, por las artes visuales y detalles ambientales. Pero en el Barroco del siglo XVII, especialmente en las regiones de Sicilia y Nápoles, tuvo el máximo esplendor.

    En cuanto a las clases de pesebres, existen dos tipos: la primera configura una teatralización del pesebre viviente, y la restante, una representación en miniatura del nacimiento, confeccionada por artesanos, en una suerte de maquetas. Al principio, eran de madera con imágenes de yeso. Hoy se pueden adquirir en el mercado pesebres de diversos tamaños y con distintos elementos: cristal de roca (energéticos), de plástico, etcétera.

    LA ESTRELLA DE BELÉN

    Mateo (2,1-12) es el único testimonio que se relaciona con la estrella de Navidad. Si nos atenemos a la tradición, todos los nacimientos de los dioses solares también tuvieron como señal la estrella que brillaba en el firmamento, anunciando la calidad sobrenatural del recién nacido. Numerosos ejemplos se pueden aportar como el nacimiento de Osiris, Buda, Krisna, entre otros.

    Resulta obvio pensar que la inclusión de la estrella en el relato se debiera a esta fuerte influencia, pero también se cree posible que en esta época haya ocurrido un fenómeno astronómico inusual.

    Hay, sin embargo, muchas hipótesis: algunos opinan que la luz brillante es la de Venus, otros que es el cometa Halley o una supernova que había explotado y que su luz podía verse incluso de día. Pero la opinión más acertada es la Kepler que data de 1646: "… la estrella de los magos no fue otra cosa que la rara triple conjunción de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando el Sol pasando por Piscis. En esta conjuntio magna los planetas aparecen en el mismo grado de longitud, de modo que a ojos de un observador terrestre se presentan como una sola estrella muy brillante." (Rodríguez, 1997:45) Lo que Kepler atribuye a esta conjunción es que se produjo en el año 7 a.C. y esto concuerda aproximadamente con la fecha otorgada por la Iglesia, año 6 a.C.

    Pero este fenómeno no pudo marcar un camino, ni se detuvo en Belén, ni pasó rozando las palmeras, lo cual se contradice con el relato de Mateo. En este caso, lo que se puede establecer es que el relato mítico impresiona sobremanera y recalca el suceso para que no pase inadvertido y tome carácter sobrenatural.

    La "estrella de Belén" contiene un simbolismo muy particular: iluminaba "tres lugares maravillosos: son tres puntos que señalan la revelación de Zoroastro en el Irán primitivo; el encuentro de los Magos en Babilonia, con la figura imponente del profeta Daniel, la visión sublime y terrorífica del Sol de Osiris, anunciando el fin de las monarquías absolutas de Oriente y el advenimiento de Cristo. Estos tres acontecimientos caracterizan tres etapas del verbo solar". (Schuré, 1995:170)

    La estrella más representativa de la decoración de la Navidad es la de cinco puntas, pero sin cola de cometa, que simboliza el microcosmo humano. También se lo puede asociar con "los cinco sentidos corporales, pero su número encarna también la convergencia del principio masculino y femenino –simbolizados por el 3 y el 2, respectivamente– en una unión fecunda (el 5 es signo de unión, armonía y equilibro; representa también la hierogamia, el enlace nupcial entre el principio generador celeste el 3, y el principio terrestre materno, el 2), implicando matrimonio, felicidad y realización." (Rodríguez, 1997:185) Dispuesta la estrella hacia arriba, anima y representa a la magia teurgia o magia blanca, e invirtiéndola la goecia o magia negra.

    Las menos frecuente son las estrellas de seis y ocho puntas: la de seis vértices es conocida como la "estrella de David", símbolo del judaísmo, que "representa la unión total y perfecta entre el espíritu puro y la materia, entre lo activo o masculino y lo pasivo o femenino, entre lo celeste y lo terrestre." (Rodríguez, 1997:184) La de ocho puntas suele aparecer en algunas ilustraciones, principalmente en las pinturas anteriores al siglo XIX. "El número ocho representa el equilibrio cósmico y, la forma octogonal, según uno de sus significados más antiguos, simboliza la vida eterna y la resurrección, un mensaje que se ajusta perfectamente a la esperanza que los cristianos celebran con el nacimiento del "niño divino" y que proclaman anunciada desde la propia estrella (que cumple así con la antigua función de los astros de ser pregoneros de inminentes sucesos prodigiosos)." (Rodríguez, 1997:185)

    LA VIRGEN, EL NIÑO Y JOSÉ

    La imagen de la Virgen María con el "niño divino" recostado en el pesebre, representa a una de las alegorías más importantes del culto solsticial.

    Pepe Rodríguez señala que "en el solsticio de invierno –Navidad–, los sacerdotes de Isis, vestidos con sobrepelliz blanca y con la cabeza tonsurada, sacaban del santuario la imagen de Horus, en forma de niño recién nacido, para exponerla a la adoración pública de las masas y pasarla en procesión. El divino niño Horus, venido al mundo para traer la felicidad, era representado como un bebé de cabello dorado que tenía un dedo en la boca y el disco solar –origen del nimbo cristiano– sobre su cabeza. La imagen más corriente la representaba en brazos de su madre Virgen." (Rodríguez, 1997:33)

    Este ejemplo es lo suficientemente elocuente para ilustrar la iconografía del nacimiento de Jesús de Nazaret, cuyas reproducciones siempre fueron fieles a estos modelos culturales.

    También en la antigüedad precristiana, fue un hecho común, aceptado y extendido, que los grandes personajes divinos y reyes gozaban del privilegio de ser concebidos por una madre virgen. El mismo caso ocurre con María (Lucas 1,18-25), que estando desposada de José, antes de que convivieran se halló de haber concebida por el Espíritu Santo; situación que ya había sido profetizado por Isaías muchos siglos antes, incluso proclamó el nombre de Emanuel, es decir, "Dios con nosotros".

    Jesús es la manifestación del "niño divino". Representa "lo extraordinario en lo ordinario, lo sobrenatural encarnado en lo natural y lo divino hecho carne en el ser humano". (Naranjo, 1994:48) De este modo, el niño es un ser humano dotado de cualidades especiales que pueden atribuirse a la divinidad, que en sus valores intrínsecos (estéticos, humanos y religiosos), en su mítico más allá, emanan de los seres y cosas de este mundo.

    La visión del "niño divino", para la Iglesia, representa el milagro, la promesa que Dios a enviado a su único hijo a fin de que, por medio de él, los hombres fueran restituidos a su verdadera humanidad. No sólo puede interpretarse como "una "venida"… sino también un "acceso" del hombre a una Realidad trascendente que le ofrece la "divinización" con la felicidad eterna. Dios se revela en todo su misterio por amor. La propuesta más fundamental de la fe cristiana es que "Dios es amor", "sólo el Amor es digno de fe y sólo la fe digna de amor". Es el Amor mismo el que se nos manifiesta. Este es el misterio de Dios…" (Camarero Benito, 1997:60/1)

    José, el carpintero, fue uno de los hombres más injustamente tratados por la historia cristiana. En las primitivas representaciones, aparecía como un hombre joven, fuerte y sin barba, pero como consecuencia del inicio del culto a María, instaurado por el Concilio de Efeso (343) por Cirilo de Alejandría, la figura del carpintero fue postergada y relegada al papel de encargado de aprovisionar de alimento a la familia. Junto a este proceso también se lo hizo envejecer hasta la senectud, de forma que, siendo ya nulo su vigor no fuese obstáculo ni sombra de sospecha que impidiese proclamar la virginidad perpetua de María.

    Surge un simbolismo muy arraigado: la imagen de María, el niño Jesús y José representa a la Sagrada Familia.

    LOS PASTORES

    En el relato de Lucas (2,8-14) se menciona la presencia de pastores en el portal de Belén, que fueron a adorar al niño recién nacido. Si bien existe la incongruencia de esta participación, por ser una época fría y lluviosa, también es cierto que existen contrariedades entre los relatos de Mateo y Lucas (puede deberse a que escribieron sus evangelios en tierras distintas), porque están recreadas de leyendas diferentes. "Mateo tiñó de orientalismo el nacimiento de Jesús, mientras que Lucas se adaptó a tradiciones míticas que eran más creíbles en la capital del Imperio." (Rodríguez, 1997:39)

    La narración de Lucas es la que dio origen al Belén navideño que se recrea actualmente, y que tiene características similares a los nacimientos de Buda, Krisna y Confucio, que fueron desarrollados entre los pueblos agrarios, en la sagrada ceremonia de la siembra.

    El relato de Lucas concuerda con los mitos de las culturas agrarias acerca de los nacimientos prodigiosos. "Tras muchos tanteos, la Iglesia, al situar la fiesta de la Navidad en el solsticio de invierno, creyó poder conectar las alegrías de esta gran solemnidad con las antiquísimas prácticas religiosas; remozando, con cada retorno del Sol y en una universal solidaridad, la alegría de los siglos pasados. Y es por eso por lo que, cuando los cristianos entonan el himno de la Navidad, nadie puede escucharlo sin sentir una profunda emoción. Parece como si los viejos gritos paganos resucitasen de los siglos pasados. Es la voz de nuestros hermanos, y también la de millares de nuestros antepasados que se levantarían de nuevo para unírseles a su coro cantado: ¡Navidad, Navidad, nos ha nacido un dios, el joven Sol sonríe en su cuna!" (Rodríguez, 1997:41)

    Debido a que la Iglesia Católica se desarrolla en contextos urbanos, pero asentadas en culturas agrarias, acentuó la importancia de los pastores y mantuvo su participación litúrgica en el portal, acompañando la escena con un coro de ángeles y una señal luminosa en el cielo.

    LOS REYES MAGOS

    En cuanto a la figura de los Magos, existen distintas versiones. La Biblia menciona la visita de los Magos de Oriente (San Mateo, 2–2) sin hacer alusión a su número y la Iglesia del siglo I lo relaciona como hombres poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo, hombres que por su cultura y espiritualidad cultivaban su conocimiento de hombre y de la naturaleza esforzándose especialmente por mantener un contacto con Dios.

    La adoración de los Reyes Magos ha sido una de las más celebradas por la iconografía religiosa hasta el Siglo XVII; en el que muestra una importante evolución.

    En un principio, tuvieron el carácter de magos y su vestimenta eran tocados con el gorro frigio de los sacerdotes–astrólogos del dios persa Mitra. Como la astrología estaba prohibida, la Iglesia consideró a sus figuras como de duda reputación.

    Quinto Septimio Florencio Tertuliano (c. 160-220) fue el primero en hacer una afirmación oportuna: Nam et Magos reges habuit fore Oriens, esto es, "se ha sostenido que los magos eran reyes de Oriente", apoyándose en un versículo de los salmos (Sal 72,10), el cual se tomó como otra profecía más.

    Gracias a Orígenes y Tertuliano, la cristiandad se encontró con tres reyes, que hacía referencia a los presentes otorgados al niño Jesús, y se los denominó "Reyes Magos". Luego se les cambió la vestimenta: en lugar del gorro frigio se les colocó coronas reales a la usanza latina.

    Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar fueron incorporados a partir del Siglo XIII, mediante un poema aparecido en España, titulado El auto de los Reyes Magos. Este poema toma la denominación de "auto" por ser el primero en su género, anónimo y propio del teatro religioso primitivo del medioevo, aparecido en lengua romance. También, el Martirologio menciona a San Gaspar el primero de Enero, San Melchor el día seis y San Baltasar el once (Acta SS., I, 8, 323, 664). Los sirios tienen a Larvandad, Hormisdas, Gushnasaph, etc.; los armenios Kagba, Badadilma, etc. (Cf. Acta Sanctorum, May, I, 1780), entre otros.

    En un principio, los Reyes Magos eran de raza blanca, pero a partir del Siglo XVI, en todas las representaciones se le adjudicó a Baltasar la raza negra. Las nuevas necesidades ecuménicas "llevaron a implantar un simbolismo inédito, identificando a los tres magos con los tres hijos de Noé –Sem, Cam y Jafet– que, según el Antiguo Testamento, representaban las tres partes del mundo y las tres razas humanas que lo poblaban, según se creía en esos días. De este modo, Melchor, el anciano de cabello y barba canos, pasó a simbolizar a los herederos de Jafet, eso es los europeos y ofreció al Niño divino el noble oro; Gaspar, rubio y lampiño, representaría a los semitas de Asia y su don era el preciado incienso; Baltasar, negro y barbudo personificaría a los hijos de Cam, los africanos, participando en la adoración universal con su entrega de mirra." (Rodríguez, 1997:55)

    Dentro del camino del "niño divino", la figura de los Magos, emisarios de Zoroastro, representa la encarnación de lo sagrado en cada hombre y el rol del Mago hace que se pueda cumplir con este camino en un "nivel consciente". Los Magos utilizaron en su advenimiento los poderes naturales representados en tres elementos, que simbolizan los estados por los cuales debe transitar el maestro Jesús a lo largo de su peregrinación como Salvador. El incienso simboliza la purificación de las almas y el poder de curación espiritual. La mirra, la iluminación que es el estado conectivo del creador y el maestro. El oro se lo encuentra asociado con la "imagen de la luz solar y a la inteligencia divina", es decir, con la Epifanía. Epifanía significa "manifestación", porque Dios se había revelado en la presencia de los "Magos".

    También se ha identificado a los Reyes Magos como representantes de la Santísima Trinidad, para lo cual, sus obsequios representaban: "el oro provenía del Padre glorioso; la mirra –usada como ungüento funerario desde la Antigüedad y, por tanto, asociada con la muerte y resurrección–, del Hijo; y el incienso –elemento purificador esencial en todo ritual–, del Espíritu Santo." (Rodríguez, 1997:57)

    Los astrólogos modernos, basándose en que la "Estrella de Belén" fuera la triple conjunción de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando el sol pasando en Piscis, interpretan los presentes del siguiente modo: "oro por el Sol (reyes), incienso por Júpiter (religión, dios supremo) y mirra por Saturno (regente de la muerte), los tres planetas mayores del stellium característicos del niño, añadiendo que en astrología clásica, Jesús sería un tipo Piscis muy claro (se propagó el símbolo a comienzos del Cristianismo), pues el stellium está en el Signo". (Rodríguez, 1997:57)

    Los Magos escucharon en sueños que no volviesen a Herodes y "volvieron a su país por otro camino" (Mt 2,12). Ese camino pudo haber sido por el Jordán, de tal manera que eludiese Jerusalén y Jericó; o un rodeo hacia el sur a través de Berseba, al este del camino principal (ahora la ruta de la Meca) en el territorio de Moab y allende el Mar Muerto. Se dice que después de su retorno a su patria los Magos fueron bautizados por Santo Tomás y trabajaron mucho para la propagación de la fe en Cristo. Los magos ya como Sinus Presbyteri Orientes, se dedicación a la evangelización hasta su muerte. Sus restos se localizaron en Saba y se ordenó su traslado a Costantinopla. Otra leyenda le atribuye que las reliquias de los Reyes Magos se encontraban en la Iglesia de San Eustorgio. En 1164, Federico Barbarroja saqueó Milán y el arzobispo Raynaud Dassel, de Colonia, robó las reliquias y fueron depositadas en un sarcófago de oro y plata, y en su honor, en el Siglo XIII, fue construida la Catedral dedicada a los "Tres Reyes de Colonia".

    La historia posterior es narrada por un escritor ariano, no antes del siglo VI, cuya obra está impresa como Opus imperfectum in Mattheum, entre los escritos de San Juan Crisóstomo (P. G. LVI, 644). Este autor admite que lo ha descrito a partir del apócrifo Libro de Seth, y es claramente legendario.

    MISA DE GALLO

    La Misa de Gallo es considerada la de mayor importancia porque "tiene lugar justo antes del amanecer y esto se debe a que se atribuye al gallo el haber cacareado para anunciar su nacimiento". Sin embargo, la misa de medianoche es la más antigua costumbre y "obviamente le confiere su nombre, ya que la palabra ‘Christmas’ (Navidad) proviene del inglés antiguo (Cristes Maesse). Se celebra desde el siglo V… Tradicionalmente se celebraban tres misas: una a medianoche, otra al cantar el gallo y una tercera a plena luz del día". (Morris, 1993:64)

    Las tres misas que señalan para esta fecha el Misal de Gelasio y el Gregoriano, y éstas con un martirologio especial y sublime, y con la dispensa, si fuera necesaria, de la abstinencia, todavía hoy son guardadas. Si bien Roma señala sólo tres Misas para la Navidad, Ildefonso, un Obispo español en el 845, alude a una triple Misa en Navidad: Pascua, Pentecostés, y la Transfiguración. Estas Misas, de medianoche, al alba, están místicamente relacionadas con la distribución judía y cristiana, o al triple "nacimiento" de Cristo: en la Eternidad, en el Tiempo, y en el Alma. Los colores litúrgicos variaban: negro, blanco, rojo; y el Gloria era sólo entonado al principio de la primera Misa de ese día.

    LOS VILLANCICOS

    Los villancicos son cantos heredados de antiguas costumbres paganas que representaban "los placeres de la carne", más que a la noche santa. Se cantaban danzando en una ronda. En un principio, estuvieron prohibidos y los trovadores ambulaban de pueblo en pueblo y los cantaban, porque la gente común amaba esas canciones.

    Los primeros villancicos que se conocen fueron compuestos por los evangelizadores en el siglo V, con la finalidad de llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer. Sus letras, escritas en lenguaje popular, se referían al misterio de la encarnación y estaban inspirados en la Liturgia de la Navidad, compuestos con un tono sensible e ingenioso de los sentimientos de la Virgen María y de los pastores ante el Nacimiento de Cristo. En el siglo XIII, se extienden por todo el mundo junto con los nacimientos de San Francisco de Asís.

    El famoso Stabat Mater Speciosa es atribuido a Jacopone Todi (1230–1306); Adeste Fideles data del siglo XVII. Pero, éstos aires populares, e incluso palabras, deben de haber existido desde mucho tiempo antes de que fueran puesto por escrito.

    Noche de Paz es uno de los más famosos. Fue creado por el padre José Mohr, en un pueblito de Hallin de los Alpes Austríacos, el 24 de diciembre de 1818. Esa misma noche, el padre Mohr estaba organizando su sermón para la Misa de Gallo, y al leer un pasaje del Evangelio de San Lucas, escribe las primeras estrofas. A las pocas horas, concluye con su letra. Francisco Javier Guber se ofrece gustoso para componer su partitura original. Se ejecutó con el acompañamiento de guitarras. Años más tarde se lo interpretó con el coro de niños de la Capilla; en 1832, en la Catedral de San Petesburgo y luego se lo difundió por todo el mundo.

    "Hoy los villancicos han quedado desligados de los bailes y de las licenciosas representaciones de antaño y se han convertido en algo tan respetable que la mayoría de las catedrales e iglesias organizan conciertos y villancicos, permitiendo así el retorno de una antigua tradición que en un tiempo fue condenada como obra del demonio". (Morris, 1993:136)

    CANTOS GREGORIANOS

    Los Cantos Gregorianos pertenecen a una antigua tradición cristiana medieval. En los antiguos monasterios, los monjes interpretaban en latín fragmentos de las Sagradas Escrituras. Se caracterizan por ser cantos sopranos, utilizando una combinación de sólo 5 notas musicales: re, mi, fa, sol, la, dando un clima de elevación y misterio: la proclamación pública de la palabra de Dios hecha carne en Jesús, el día de la Navidad.

    Hoy, los Cantos Gregorianos de los Coros de las Abadías de Montserrat, Maumont, Saint Wandrille, Hautecombe, Einsiedeln y Dominicano de Francia se hicieron populares en todo el mundo y se interpretan en cada Liturgia Cristiana.

    NAVIDAD NEGRA (BLACK SABBATH)

    En último término, cabría la posibilidad de analizar el nacimiento negro del dios de las tinieblas, cuya celebración tiene idénticas características con el nacimiento del dios solar.

    Existe una segunda comunidad religiosa que es el contrapunto con el Cristianismo: la adoración a Satanás o Black Sabbath.

    El Sabbath o aquelarre tiene su origen en las sociedades primitivas y "algunos pretenden afirmar más y dan como seguro que las concentraciones de Brujas para adorar a Satanás provienen de las fiestas que se celebraban en honor a Dionisios". (Mitos Nº 17, 1987:s/n)

    Existen cuatro Sabbaths, uno por cada estación. En la época romana, en el solsticio de invierno (Navidad) se celebraba el nacimiento del dios Nirmo. Hoy se celebra el nacimiento del dios Wicca, bajo la forma del dios Pan y de otras divinidades con cuernos: dios Sol Niño y la Candelaria (diosa) que "se vuelve a renovar y vuelve a salir al mundo como virgen". (Crowley, 1991:255)

    Esta festividad simboliza que "el viejo Dios debe aceptar las consecuencias de la paternidad. Pues, cada nuevo nacimiento nos acerca un poco más a la muerte. En Candelaria, el dios deja a la diosa. Él sabe que su propia fuerza se está apagando y que así no puede retenerla y le permite volver a la Tierra para que se lleve su fertilidad. Esta etapa es crucial para el niño. Tiene que separarse de su madre a cierta edad, que en términos del ciclo del Dios corresponde a los siete años, para iniciarse en los misterios masculinos. Cuando ha aprendido todo lo que sabía el viejo Dios, llega un momento en que ambos se deben reunir en figura humana y luchar. Es la batalla de la luz y la oscuridad, de lo viejo y de lo nuevo. El nuevo Dios tiene que demostrar que es un sucesor y heredero digno de salir a la luz de la conciencia…" (Crowley, 1991:255)

    El nacimiento del dios se produce en una cueva. Recibe la visita de las brujas, acompañadas de íncubos y súcubos (demonios) que les otorgan los dones del príncipe del mal: piedras preciosas, azufre y plantas venenosas.

    Al igual que en el culto solsticial se recrean los distintos ritos paganos que despiertan a las fuerzas de la naturaleza: se arma el arbolito y son trasladados los banquetes de la fiesta saturliana, se bebe mucho alcohol y se realizan prácticas sexuales, y se celebra además una "misa negra".

    De esta manera, Satán instruye "toda clase de secretos maléficos", le hace conocer "las plantas venenosas", enseña "las palabras encantadas", además de realizar los "sortilegios durante las noches… de San Juan, las Navidades y durante todos los primeros viernes del mes… para ofender a Dios y en gloria del Diablo". (Flores Arroyuelo, 1985:97)

    "El Satanismo ha sido interpretado tradicionalmente como la adoración del mal, una religión basada precisamente en los mismos principios que el Cristianismo rechaza. Como tal, el satanismo existe únicamente donde existe el Cristianismo, y puede ser entendido en el contexto de la cosmovisión cristiana. Las cosas están, por así decirlo, invertidas: el diablo que conoce los cristianos se convierte en el dios de los satanistas: para éstos, las virtudes cristianas se convierten en vicios y los vicios en virtudes. Se interpreta la vida como una constante batalla entre los poderes de la luz y de las tinieblas, y el satanista lucha en favor de las tinieblas, creyendo que al final, éstas lograrán la victoria". (Mc Dowll y Stewart, 1989:56/7)

    En este contexto se pude hablar de una Navidad Negra, que implica la parodia del culto solsticial, recreados esencialmente bajo un concepto cristiano.

    CASI UNA CONCLUSIÓN

    En una breve recorrida se ha presentado el significado que encarna la Navidad: la ornamentación, las costumbres y la adoración religiosa, incluso la adoración a Satanás.

    En tal sentido, es meritorio destacar la opinión de Desmond Morris que hace de esta fecha tan especial: "Aunque oficialmente la Navidad es la celebración del nacimiento de Cristo, casi nada de lo que hacemos durante las festividades navideñas tiene la más mínima conexión con la cristiandad y menos aún con el arribo del niño Jesús. Salvo los oficios religiosos y las escenas de la natividad, casi todo lo demás surge de las antiguas prácticas paganas, o es el resultado de modernas innovaciones comerciales". (Morris, 1993:12)

    Se puede observar en un raconto que en todas las costumbres perdura el significado trascendente de buscar la proyección de un ritual solar, transformado al Cristianismo. Este es, en esencia, el significado que encierra la Navidad.

    © Copyright. Jorge Marín, 2002.

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    JORGE MARÍN