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Bajo las alas del águila (José Rodríguez Cerna) (página 2)

Enviado por Ariel Batres V.


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La prensa, la mayor parte de la prensa, quedaba en éxtasis de yogui, ante el hombre probo y justiciero, el omnipotente y omnipresente, que no admitía ni la más leve insinuación del más pequeño consejo, de la más pálida advertencia. El criterio de este hombre era simplista como el de Omar, cuando quemó la biblioteca de Alejandría: si esos libros dicen lo mismo que el Corán, salen sobrando; si enseñan lo contrario, hay que destruirlos. Y el Corán era él.

[…]

Unas cuantas obras materiales que pudieron hacerse sin sacrificar a nadie, entre la paz de una nación tranquila. […]

Quedan, es cierto, los edificios; pero sus cimientos son de dolor, así como sus construcciones son más bien para la ostentación y el fausto y no para un verdadero servicio de la colectividad. Son fachadas de egolatría sin contenido humano, ni respuesta a las urgentes demandas sociales. Así, mientras en el centro de la capital se elevaba un mastodonte suntuoso, los enfermos fallecían en el hospital, sin tener siquiera una cama en qué agonizar y morir. Se abrían carreteras, pero no se pagaba a los míseros trabajadores. La Universidad, un remedo de Universidad, vegetaba lejos de su auténtica misión educadora. La tribuna, la prensa, la cátedra, eran otros tantos focos apagados o sólo encendidos para los fuegos de bengala oratorios en loa del todopoderoso.

¡Condiciones inhumanas de barbarie, esclavitud y servidumbre! Feudalismo y militarismo por todas partes, ahogando las fuerzas vivas del país, impidiéndoles cualquier resquicio de crecimiento, aniquilándolas en provecho del clan privilegiado. […]

El "fenómeno" patológico ubiquista está crudamente retratado, esculpido más bien, en estas páginas desolladas de OMBRES CONTRA HOMBRES, del compatriota Efraín de los Ríos, que ha tenido ya larga resonancia de prensa. […]

Es una obra dura y cruel, porque es exacta, porque está empapada de gimiente miseria de una juventud truncada y mancillada en la ergástula infamante. Efraín de los Ríos entró joven a la cárcel. Fue despedido como una cosa sin valor de la corriente vital. Por cuatro, por siete años -fueron dos períodos- tuvo una envejecida experiencia de siglos. […]

Algunos desaparecieron, agotados, en la imposibilidad de continuar siendo. Entraron enteros y salieron deshechos. La Penitenciaría tragaba hombres y devolvía piltrafas. […]

El libro habla por sí mismo. No hay en el autor, sencillo y llano, preocupaciones literarias. Es el relato sin adornos de un testigo y de una víctima. […]

Esperamos, deseamos, tenemos la seria confianza, de que en Guatemala han sido liquidados para siempre los regímenes despóticos, afrenta de la dignidad y de la ciudadanía. Hemos asistido, estamos asistiendo, a un insospechado renacimiento. El ejército se reduce a su papel propio, sin mezclarse en política, y hay en él una plausible y notoria labor de adecentamiento. Los trabajadores, los obreros se agremian cada vez más, para defender sus auténticos derechos a una vida mejor, y seguramente sabrán conquistarlos y defenderlos. Un grupo de universitarios, encabezados por un notable maestro y doctor en filosofía y letras, dirige el país. Se trabaja intensamente por la cultura del pueblo, desde la escuela primaria a la universidad.

Si no se vacila, si no hay desorientaciones, el porvenir es nuestro. [31]

Acerca de Rodríguez Cerna escribió el literato Enrique Muñoz Meany (1907-1951), el que cinco meses antes de morir tuvo tiempo de actualizar su propia obra, Preceptiva Literaria (1933).

En efecto, Muñoz Meany al revisar y publicar en septiembre de 1951 la quinta edición de Preceptiva Literaria, no podía saber que en diciembre de ese año fallecería, y que las frases de encomio para con Rodríguez Cerna llegarían a tiempo, pues éste muere siete meses después, el 20 de julio de 1952.

"José Rodríguez Cerna es hoy el primero de nuestros prosistas, y al propio tiempo un artífice de la forma, un verdadero poeta en prosa. Su estilo se distingue por su belleza lírica y por la riqueza de sus imágenes. Esto último -el dominio de la imagen nítida, expresiva, original- es la nota distintiva de Rodríguez Cerna. Antonio Rey Soto califica de lapidaria y única a la prosa de Rodríguez Cerna, y agrega que, cualquiera de sus páginas es digna de figurar en las más depuradas antologías. […]

Cultiva la crónica, la crítica de arte, las impresiones de viaje, el periodismo. Su obra maestra es, sin disputa, Tierra de sol y de montaña […]" [32]

El poeta peruano José Santos Chocano alabó a Rodríguez Cerna diciendo "que era el primer prosista de Guatemala", [33]en tanto que el padre Antonio Rey Soto a la par de las virtudes que le reconoce, recuerda que tuvo amistad con Rubén Darío:

"José Rodríguez Cerna, extraordinario pudelador del idioma, de portentosa erudición y sorprendente ideología -fue gran amigo de Rubén, que le admiraba y le demandaba consejo-" [34]

Como "Cronista de aspectos americanos" según lo clasificó Rafael Cansinos Assens, resulta que José Rodríguez Cerna incursionó también en la crítica de libros, a veces alabando y otras cuestionando, no importando si el autor fuese amigo o paisano, e incluso se refirió a otros cronistas que escribían en los periódicos, rechazándolos cuando los comentarios que emitían respecto a determinadas obras o autores, rebasaban la glosa o el análisis para convertirse en simples encomios, y como siempre, se declaró contrario a las guerras. Una muestra se observa en las siguientes:

  • Víctor Miguel Díaz (1865-1940), conocido en el gremio periodístico de 1918 como "El Viejo Repórter", y él mismo se daba el sobrenombre pues venía laborando en el Diario de Centro-América desde su fundación en 1880 y no lo dejó sino hasta el día de su muerte, escribió diversas crónicas acerca de los terremotos que asolaron a Guatemala desde la época de la colonia, las cuales publicó en 1910 con el título de Narraciones. Lo "extraño" de la edición de 1910 es que va precedida de una carta de ofrecimiento para el mandatario y mil veces Benemérito de la Patria, don Manuel Estrada Cabrera, a quien el autor se la dedica en función de los pasados terremotos de fines de 1917 y principios de 1918. Esto es, resulta insólito que una obra impresa en 1910 por la Tipografía Nacional incluya una epístola de 1918, a la cual sigue el "Prólogo" escrito nada menos que por José Rodríguez Cerna y fechado por éste en junio de 1918 y dentro del contenido del texto se contengan 13 de 31 crónicas describiendo los terremotos de 1917-18. Es lógico pensar que hay error en el año impreso en la portada (1910), toda vez que en ese año no hubo ningún movimiento telúrico. En el texto de la misma el autor le dice al mandatario en forma por demás servil:

"Ante la catástrofe que arruinó la bella capital de Guatemala, aparece, como el único rayo de esperanza, vuestra actuación tan enérgica, tan patriótica, tan oportuna y tan sabia.

Las fuerzas ciegas de la Naturaleza destruyeron; vuestra iniciativa rehará, mejorándola con todas las modernas condiciones, la que fuera orgullo de Centro América.

Dignaos, Señor, de aceptar con vuestra proverbial benevolencia, las desaliñadas líneas en que he procurado condensar la historia de los sucesos aciagos que han flagelado las diversas capitales de Guatemala, y muy especialmente, los que causaron la reciente ruina, tan lamentada." [35]

Acerca del autor y de la obra en su conjunto, Rodríguez Cerna no se anda por las ramas. Le endulza el oído ensalzándolo como persona pero lo critica fuertemente en cuanto al texto:

"Don Víctor Miguel Díaz (no conoce Guatemala quien no le conozca), es hombre que ya tramonta las cumbres de occidente, lo que vale decir que anda por los linderos del medio siglo. Magro de carnes, cenceño y cetrino de rostro, avellanado de miembros, entrecano el lacio cabello, pobre de barba y bigotes, gran madrugador y amigo de la caza . . .de noticias. Su figura, que por lo alargada y enjuta es la de un hidalgo del Greco, da la sensación de ascetismo de la Tebaida, de un solitario enflaquecido por rigurosos ayunos y sumergido en las profundidades de Dios.

Nerviosísimo, como quien sólo de nervios parece estar formado, acompaña y subraya el discurso con multiplicadas gesticulaciones vivaces que le dan color y vida. Suele dispararse repentinamente con velocidad de cohete de un punto a otro: es que a lo lejos ha pasado un suelto de gacetilla…. Está en todas partes y con tal rapidez cambia de sitio que parece no estar en ninguna. Pila nerviosa en perpetuo funcionamiento, la quietud y el reposo le son desconocidos, siempre y cuando se trate del cumplimiento de su deber; y como siempre está en él, resulta que ha llegado a resolver en la práctica como los sabios en la teoría el problema del movimiento continuo. Raudal de energía en acción que se alimenta de sí misma….

[…]

En la primera parte- de este trabajo (para mi gusto la mejor de él), Díaz se manifiesta en una de las fases más simpáticas y acaso la que mejor le sobreviva, de su actividad: como gran rebuscador de archivos, desempolvador de datos y de joyas de crónica que saca a la luz, perseguidor de manuscritos y de páginas amarillas de años. Útil andamiaje para las construcciones de los Taine futuros, de los Macaulay del porvenir. […]

[…] Ojalá que don Víctor Miguel coleccionara en forma de libro todos sus trabajos sobre el particular, que los tiene muchos y buenos, aumentándolo, si es posible, que con ello prestará un verdadero servicio a la historia nacional, proporcionando por lo menos preciosos materiales para cuando llegue a escribirse bien documentada y completa, dentro de los más rigurosos cánones científicos. Y a este propósito, un consejo, o dos, aunque no los haya menester y él pueda darlos antes que recibirlos; escriba con menos nerviosidad y más reposo, porque de ambas cosas se resienten sus Narraciones: y no haga caso, ahora ni nunca, de cuantos mordiscos puedan tirarle los anónimos cultivadores del chiste.

[…]

Es una fotografía fiel de instantes como ningunos supremos en nuestra vida. Acaso echemos de menos alguna riqueza de colorido, más vigor en los toques y menos desnudo efectismo en el sentimiento, que en ciertos pasajes se excede; acaso quisiéramos una mayor visión de conjunto en sobrias síntesis y menos abundancia de superfinos detalles. Pero nos olvidamos que esta obra no es más que un capítulo de una vida de esfuerzos, y sobre todo, que el padrino no es quien debe señalar lunares al infante en la pila bautismal…" [36]

  • En 1938 su amigo Rafael Arévalo Martínez publicó la novela El mundo de los Maharachías. Era la primera novela del poeta y para financiar la edición el director de "El Imparcial", que la había leído estando inédita, ofreció cinco quetzales (en tal año el tipo de cambio era igual a cinco dólares) a todos los que escribieran un artículo comentando la ficción de unos hombres con cola que eran tan sabios que… Autores como David Vela, Francisco Méndez, León Aguilera, Antonio Morales Nadler y otros, emitieron su dictamen, con opiniones desfavorables a la nueva obra de Arévalo Martínez. Pero él esperaba los de "el Gran José, el inimitable" como le llamaba, y al poco tiempo José Rodríguez Cerna le dio pero un veto:

"Ya es difícil, después de la exégesis de David Vela y León Aguilera, hablar alguna novedad de la última obra de Arévalo Martínez, El mundo de los Maharachías. Sin novedad en el intento, porque ya el tema y su desempeño están dados a conocer, procuraremos la única que nos queda, dentro de nuestra inopia crítica, para la cual el Señor no fue servido llamarnos. Leal saber y leal entender, bien o mal expresado, sin hacer caso de la antigua amistad que nos une con el poeta y a riesgo de levantar alguna ampolla en su bien conocido amor propio; y si no lo tuviera, no sería poeta, porque estos seres de tan finas antenas, aunque no las lleven en la cola, son por esencia y naturaleza quisquillosos y la única actitud que quieren ante ellos es la de que uno se coloque boca abajo, como los musulmanes cuando dirigen sus oraciones a la Meca.

Muy amigo, y a honra, somos de Arévalo Martínez. Hemos reconocido siempre, desde antaño, sus cualidades; pero ello no puede impedirnos que ahora le digamos la verdad, lo que creemos verdad, nuestra verdad. Ya es hora de que dejemos a un lado la masonería del bombo mutuo y de esa especie de obligación del elogio, que tiene hastiados a los lectores, que se creen que viven en un mundo de genios y de hombres famosos, sólo porque va un amigo y viene y le atiza cada floreo que llega a los lindes del ridículo. El que publica una obra es para que la juzguen y no sencillamente para que le digan que es la octava maravilla del mundo. Eso, que ya cansa a los que hacen de críticos, debiera también cansar -y ruborizar- a los autores. Si son buenas, que se nos diga; pero si son regulares o malas, que se nos rompa la columna vertebral del estacazo." [37]

Nótese el fuerte cuestionamiento de Rodríguez Cerna para su amigo Arévalo Martínez, pues no se privó de decir su verdad, aunque 30 años antes hubiera escrito del mismo en las columnas del diario "La República" del cual era director, que

"Después de largos años de íntima camaradería (hasta donde puede haber intimidad con lo extraterrestre), […] Pero el reino del poeta no es de este mundo. Conciente de su superioridad y eternamente atormentado, paga poca atención a las burlas semiamistosas del medio. […] Es seguro que nos compadecía por nuestra estrechez mental […] Neurastenia, anemia, como se llame la enfermedad de Rafael, ella debe ser bendecida, desde el punto de vista estético." [38]

  • Siendo Rodríguez Cerna nacido en la región oriental del país, le atrajo el contenido de Cactos: estampas orientales (1943), publicado por el escritor chiquimulteco Rafael Zea Ruano. Después de valorar la obra escribió en "El Imparcial" un comentario crítico en su columna "Mensajes al viento", [39]el cual se incluyó como introducción en la segunda edición que fuera editada con un nuevo epígrafe: Cactos: estampas de Oriente (1952). En su mensaje señala:

"Nosotros que conocemos de cerca de este hombre sencillo y noble, todo ilusionado por el hogareño solar, con sus raíces orientales de fuera por las calles metropolitanas, sabíamos que tenía que ocurrir lo inevitable: que editase un libro sobre su patria chica. Esta grávido de un ensueño, y dio a luz "con toda felicidad a un hermoso niño", como dicen nuestros inefables cronistas sociales, casi merecedores de un campo de concentración.

Este libro Cactos no se presenta hostil de espinas, ni es símbolo unilateral de regiones llenas de vientos cargados del polvo en que se deshace la tierra estéril, sino que, por el contrario, se ofrece como el alma de su autor […]

Nuestra pequeña región oriental, tan ingenua y varonil, tan entera y pobre, tan sencilla como una oración de niño y tan llena de epicismos cuando teníamos la heroica estupidez de las guerras, está aquí toda en sus costumbres […]

También diríamos, sin que sea reparo, que falta algo de autenticidad psicológica a la región, un tanto desvaída, la autenticidad, en la multitud de sucedidos. Son piedras sueltas, piedras preciosas si se quiere; pero falta el lazo de unión de una síntesis general. En los pequeños dramas, desearíamos como conjunto, mayor dramatismo. Y bien está que Zea Ruano haga hablar a aquellas gentes sencillas su propio lenguaje de caites y chamarra; su manera casi dialectal de expresarse. Pero no hay que abusar de ello. El autor mismo acaso no debiera hacerlo cuando se expresa por su cuenta. -Ver "Piedra Imán".

Vivimos solitarios, y nos complace este cántaro de agua fresca en el que están la voz y el alma del oriente nacional, y especialmente de su cálido autor al cual le decimos públicamente ¡gracias paisano!" [40]

Respecto a fechas de nacimiento y deceso, en varias referencias biográficas y bibliográficas se anota el año 1894 como el de su venida al mundo. Carlos Silva Salarminaga, autor de una colección de biografías refiere 1885, relatando:

"Nació en San Luis Jilotepeque, Jalapa, el 18 de septiembre de 1885. Se dice que su nacimiento coincidió con el fallecimiento del General Justo Rufino Barrios. Falleció en la ciudad de Guatemala el día 20 de julio de 1952, a la edad de 67 años."[41]

En consecuencia, el año correcto de su nacimiento es 1885, aunque no necesariamente coincidió con la fecha de fallecimiento del caudillo de la Reforma liberal de 1871, pues éste murió el 2 de abril en tanto que Rodríguez Cerna nació cinco meses después. Donde quizá pudiera anotarse una casi coincidencia en fechas es en julio: un 19 de julio pero de 1835 nace Justo Rufino Barrios.

En algunas biografías también se cita 1885 como el año de nacimiento de José Rodríguez Cerna, de tal suerte que aquellas donde el lector encuentre diferente año debe tomarlo como equivocado.

Otras referencias acerca del cronista pueden encontrarse en:

  • Barrios y Barrios, Catalina; José Rodríguez Cerna. Guatemala : Letras de Guatemala. Revista semestral No. 2, Facultad de Humanidades, Universidad de San Carlos de Guatemala, diciembre de 1980. Páginas 29 a 40.

  • Bonilla, Mario René; Biografías morenas. Doctor Silvano Antonio Carías Recinos. José Rodríguez Cerna. Guatemala, octubre de 1999.

  • Brañas, César; José Rodríguez Cerna; o, El esplendor de la crónica literaria. Guatemala, "El Imparcial" de fechas 10 al 30 de julio y 3 de agosto de 1956. Publicado como libro en Guatemala : Unión Tipográfica, 1956. 213 p.

  • Estrada, Ricardo; Los terremotos de 1917 a través de tres escritores guatemaltecos. Guatemala, septiembre de 1969.

  • Herrera, Marta Josefina (1896-1971). Semblanzas (1966). Le dedica algunas páginas biográficas recordando que su viuda Elvira Sandoval de Rodríguez Cerna le obsequió un ejemplar autografiado de Tierra de sol y de montaña, el que ella aprecia "por su valor intrínseco, por ser el autor el príncipe de las letras", escribiendo en la semblanza: "Ahora que su voz está perdida en la distancia; ahora que su sonrisa bonachona o sarcástica otras veces, y su palabra efusiva se han eclipsado para siempre, evoco con nostalgia esta última visita que me hiciera José Rodríguez Cerna". [42]

  • Meléndez de Alonzo, María del Carmen; El modernismo y el postmodernismo en Guatemala. 1998.

  • Ministerio de Educación Pública; Homenaje Nacional a tres escritores ilustres: Rafael Arévalo Martínez, José Rodríguez Cerna y Lisandro Sandoval. Guatemala, 1947

  • Sandoval, Humberto; El público y el correo. "Juan José Arevalo condecorando a José Rodríguez Cerna, Lisandro Sosa [43]y Rafael Arevalo Martínez". Guatemala, noviembre de 1946.

Producción literaria (ensayo y crónicas)

Refiriéndose a Tierra de sol y de montaña (1930), Rafael Cansinos Assens justipreció a su autor indicando que: "el genio literario del escritor guatemalteco pasa en este libro por todas las pruebas y acredita su valer en todos los géneros: en la crónica, en el cuadro de costumbres, en el cuento de ambiente y de análisis sicológico, en la leyenda evocadora." [44]

La producción literaria de José Rodríguez Cerna incluye artículos periodísticos, crónicas, ensayos, cuentos, algunos poemas y obras académicas. Una muestra de sus trabajos es la siguiente:

  • Relicario (1905);

  • Lo que dijo fray Luis (1914);

  • Neurastenia (1914);

  • El libro de las crónicas (1914);

  • El Poema de La Antigua (1914);

  • "Prólogo" a: Díaz, Víctor Miguel; Narraciones. Guatemala : Tipografía Nacional, 1910.

  • Entre escombros (1918); [45]

  • Refutación (1922);

  • Palabras de comentario (1919);

  • La sin ventura doña Beatriz de la Cueva (1924)

  • Tierra de sol y de montaña (1930);

  • Un pueblo en marcha : Guatemala (Geografía física, comercial y económica, leyes, historia y literatura) (1931);

  • La Prensa de Guatemala y la cuestión de límites con Honduras (1932);

  • "Prólogo" a: Galope de Astros (1936) de Malín D"Echevers;

  • Nuestro derecho internacional : sinopsis de tratados y anotaciones históricas, 1821-1837 (1938);

  • El hermano Pedro(1938);

  • Irisarri y la Guerra de Secesión Americana (1939); [46]

  • Colección de tratados de Guatemala -3 volúmenes (1939);

  • Bajo las alas del águila (1942);

  • Interiores : semblanzas y paisajes (1942);

  • Itinerario (1943);

  • Mirador de España (1943); [47]

  • Pactos con países europeos y asiáticos (1944);

  • "Mensaje al viento", introducción a: Cactos: estampas de Oriente (1952), segunda edición de Rafael Zea Ruano. La primera edición lleva el título de Cactos: estampas orientales (1943);

  • Referencia de Gómez Carrillo(1946);

  • Centro América en el congreso de Bolívar : contribución documental inédita para la historia de la primera asamblea americana (1956), edición póstuma;

  • Poema "A Rafael Arévalo Martínez", [48]en: Poemas para Rafael Arévalo Martínez (1909 a 1965), 1966; y,

  • El viajero inmóvil (inédita).

Los libros y crónicas escritas por Rodríguez Cerna en la actualidad son de difícil si no imposible adquisición. Por tal razón, a continuación se reproducen los comentarios de Catalina Barrios, Gilberto Valenzuela y Carlos Silva Salarminaga respecto a algunos:

"Relicario está lleno de narraciones antigüeñas, provincianas, con detalles desapercibidos para la generalidad de los habitantes, aquellos no proclives a la observación ni sensibles al mínimo hecho de una comunidad. En las páginas de Relicario se deja escuchar el canto amoroso de su juventud. De Relicario, César Brañas en su obra José Rodríguez Cerna o el esplendor de la crónica literaria, se pregunta ¿fue Relicario el primer libro de prosa artística escrito en Guatemala? Y él mismo responde: "es indudable que fue el fruto más acabado de la estilística en ese tiempo entre nosotros".

Rodríguez Cerna trabajaba la prosa fina que pedía el Modernismo de su época. Antes de él Domingo Estrada y Enrique Gómez Carrillo sin lugar a duda. Nuestro autor se coloca, pues, con Relicario en buen lugar durante los primeros años del siglo veinte." [49]

"1. Mirador de España

Tipografía Nacional. -229 páginas

Es de suponer, leyendo estas crónicas, que estamos viviendo en aquella España, arrojando a su rey para proclamarse la República Española. Al autor le tocó convivir con los peninsulares largos años de efervescencia política en la que encontró motivos suficientes a las crónicas publicadas en este volumen: "Unas Elecciones Municipales", "La Proclamación de la República", "Panorama Electoral", "Las Constituyentes", "El Conde de Romanones", "El Estatuto de Cataluña", y otras de ambiente político. "Canta a España," "Campiña Gallega," "Santiago de Compostela," "Santander," "Bilbao," "Cataluña," "La Puerta del Sol," "Sevilla", y en amenas crónicas "La Real Academia Española" y "Capilla Pública en Palacio".

Componen el libro setenta y dos crónicas amenas e interesantes.

2. Itinerario

Tipografía Nacional. -227 páginas

Crónicas recopiladas en "Itinerario" bordan temas salvadoreños, hondureños, mexicanos, cubanos, italianos y de otros países más, y muchos literarios y bibliográficos. Entre ellos: "El Pavor de la Muerte" "Una Pérdida de Respeto" y "Envejecer" y crónicas aparecidas en varias publicaciones de Centro América, tales las que con el título de "La Cosecha Intelectual de José Rodríguez Cerna", se publicaron en "Diario de Hoy", de San Salvador." [50]

"Cronista por excelencia, publicó varios volúmenes. El primero de ellos en el año 1901, con el título de Relicario, el cual contenía 150 páginas en las que se podía apreciar una especie de vivencias propias transcurridas durante su niñez y juventud. De los años 1905 a 1914, se le reconoce la publicación de un nuevo volumen titulado Libros de Crónicas. Este contiene casi un centenar de páginas que le dieron vida al título de Poema de la Antigua. Aparecen del mismo autor nuevas crónicas conocidas con los títulos: Tierra de Sol y de Montaña, Entre Escombros, Itinerario, Guatemala en Marcha, El Mirador de España y Bajo las alas del águila. Publicó algunos cuentos: El Señor Juan, La Historia de Juan María, La Tragedia de Mimí, El Hombre que veía venir la muerte. Ensayista y narrador. Destaca en sus ensayos a los personajes como Juan Arquí Batres, Víctor Ángel Díaz. [51]Reportero eterno del Diario Centro América." [52]

Algunas observaciones referentes a lo anotado por Silva:

  • Relicario no fue producido en 1901 sino en 1905, cuando el autor tenía 20 años.

  • Respecto a los "cuentos" El Señor Juan, La Historia de Juan María, La Tragedia de Mimí, y El Hombre que veía venir la muerte, los mismos figuran en la antología que constituye Tierra de sol y de montaña. Dentro del grupo de crónicas "Entre escombros", dedicadas a los terremotos de 1917-1918 aparece La Tragedia de Mimí. Los otros tres se encuentran distribuidos en "Visiones diversas".

  • El Señor Juan (cuento), fue publicado también en Revista Cultural del Ejército. Año VI, Volumen 16-17. Guatemala, 30 de junio de 1979. Páginas 91 a 93.

  • El Poema de la Antigua no es parte del Libro de Crónicas (1914) sino una obra en prosa diferente, producida en 1914 con 75 páginas de extensión e impresa en Guatemala por Tipografía Sánchez y De Guise.

Catalina Barrios, al efectuar un análisis de los clasificados como "cuentos" de Rodríguez Cerna, comenta desapasionadamente que: El Señor Juan, "tiene un pequeño soporte narrativo propio del cuento, aunque el autor divaga en la nota costumbrista -ironía, humorismo, moraleja-"; La Historia de Juan María, "rasgo naturalista, brevísima nota política; todavía el costumbrismo no desaparece"; La Tragedia de Mimí, "resalta la crueldad e incomprensión para la niña, no lo logra con maestría pero su temática cambia"; y, El Hombre que veía venir la muerte, "es más ensayo descriptivo que cuento, mejor semicuento, en que las reflexiones internas lo llevan al campo filosófico". Como resultado de su crítica Barrios sentencia:

"En resumen, José Rodríguez Cerna no es un cuentista en el verdadero sentido de la forma. En sus contenidos deja huellas de corrientes anteriores y se anticipa en leves rasgos a otras. Lo que sucede con este autor es que vive en un momento de transición, en géneros y corrientes de la literatura guatemalteca. De manera que sostiene diluida tonalidad y trata de engarzar en obras de maduro pensamiento y nuevo cuño. En lo que sí es representativo es en la crónica, por su prosa ágil y poética. Su puesto, está claro y firme dentro de los modernistas nacionales de los primeros años del siglo veinte, fue por esas virtudes que se le llamó "El príncipe de la crónica"." [53]

El escritor Juan Fernando Cifuentes (1936-2006) incluye a José Rodríguez Cerna como miembro de la llamada "Generación de 1910", a la que se le denominó también "del cometa" porque en dicho año hizo su aparición el cometa Halley. Lo clasifica como post modernista debido a que si bien escribió crónicas como Rubén Darío y Enrique Gómez Carrillo, su temática fue acerca de asuntos nacionales, quizá olvidando que Bajo las alas del águila (1942) se refiere a lo que observó y vivió en los Estados Unidos, y que en Itinerario (1943) aborda temas salvadoreños, hondureños, mexicanos, cubanos, italianos y de otros países.

Cifuentes analiza la crónica "La venida de los lacandones", que su autor incluyó entre las páginas de Interiores : semblanzas y paisajes (1942), comentando que originalmente la publicó en el periódico en 1941 y que como escritor asume que el público ya conoce autores europeos como Pedro Loti y en virtud que en esa época eran pocos los capitalinos que podían presumir de haber ido al Petén, todo mundo sabía que tres jóvenes intrépidos (Armando Sandoval Alarcón, Arturo Méndez Herbruger y Mario Monteforte Toledo) recién regresaron de la selva petenera y que uno de ellos, el escritor Monteforte, había sido el promotor de la idea de traer lacandones a la ciudad, para exhibirlos en la feria de noviembre, que cada año se celebraba en honor del cumpleaños del dictador. Aclara Cifuentes que en la crónica no figuran dichos nombres y en particular el del escritor, pero "todos saben quién es", lo cual no deja de ser válido considerando que éste publicó después su novela Anaité (1948) donde describió dicho viaje por el caudaloso río Usumacinta donde Jorge, el personaje principal, conoce a una lacandona de quien se enamora. Así también, Cifuentes explica que en su crónica Rodríguez Cerna descubre su opinión como autor: "su postura ideológica y su disimulada crítica, en una época en que era peligroso para el periodista, hacerla." [54]

Reseña de Bajo las alas del águila (1942)

José Rodríguez Cerna dio a conocer su obra Bajo las alas del águila en 1942, misma que fue impresa por la Tipografía Nacional en 249 páginas. A juicio de quien esto reseña, se trata de una amena colección de 68 crónicas; todas están expuestas entre dos a cuatro páginas de extensión.

Las 68 crónicas fueron escritas con base en sus recuerdos de la ciudad de San Francisco, California, a la cual llegó en 1919, anotando y comentando vivencias peculiares de situaciones que observó o bien en las que le correspondió participar.

Bajo las alas del águila (1942), debe su nombre a que del total de narraciones personales que incluye, 67 de las mismas fueron redactadas en los Estados Unidos -en ciudades como San Francisco y Los Ángeles-, a excepción de una ("Con todos los respetos") que fuera elaborada en Madrid (página 212).

El águila es una evidente referencia al águila calva, ave nacional de los Estados Unidos, la cual aparece en muchos distintivos o enseñas, como por ejemplo en "las monedas en que el águila impera, poderosa y rapaz" ("La bofetada que vale un millón"; página 203), donde el calificativo de rapaz se aplica a muchos ciudadanos y capitalistas de dicha nación: usureros, codiciosos o avarientos, que sinónimos hay muchos para describir "sentimientos" alrededor del becerro de oro que es el dinero, "poderoso caballero es don dinero" decía el español Francisco Quevedo y el novelista guatemalteco José Milla y Vidaurre en sus Cuadros de costumbres incluye un cuadro con dicho título.

No obstante que en la primera crónica "De Guatemala a San Francisco", cita año y mes específico (febrero de 1919), en las siguientes debe deducirse la temporalidad en virtud que si bien muchas de éstas pueden situarse en 1919 o bien en el transcurso de los años 20, hay otras que corresponden a 1940 cuando el mundo está en plena segunda guerra y menciona a Roosevelt, Stalin y Churchill. En la crónica "El Presidente de Irlanda" escribe "los cruceros que con desagradable frecuencia visitan nuestros puertos" (página 104) anota la siguiente aclaración a pié de página: "Visitaban: 1940)".

En varias de las crónicas se advierte un estilo a lo Enrique Gómez Carrillo (1873-1927), llamado "El Cronista Errante" por uno de sus biógrafos, sobre todo en la descripción de paisajes, artistas de la música y pintura e incluso de lugares urbanos en San Francisco, como los que Gómez narrara en sus obras. [55]

Todas las narraciones tienen título propio, aunque la temática abordada es disímil, no hay un hilo conductor que reúna al conjunto o partes del mismo; tan solamente el "águila" imperialista o capitalista, que para el caso es lo mismo según la visión del autor. Con las reservas del caso, a José Rodríguez Cerna podría aplicársele lo que él mismo dijo de Rafael Zea Ruano y su libro: "Son piedras sueltas, piedras preciosas si se quiere; pero falta el lazo de unión de una síntesis general". [56]

Así, plantea comentarios acerca de lo que observó en diversos lugares de California, o bien de situaciones que le correspondió vivir como participante, referentes al trabajo, el modo de ser "americano", el alcohol, la moda, el cine, el arte, el sexo débil que no lo es tanto porque lo llama el tercer sexo, la discriminación contra latinos y negros, la exigencia de indemnización por cualquier cosa que ocurra, el comunismo y los rusos, de los abogados, del boxeo y los toros, el tiempo es dinero, suicidios por quiebra en la bolsa de valores, y a veces de literatura. Sin embargo, y no obstante que su obra se ocupa de los Estados Unidos, no por ello deja de recordar el terruño, comparando hechos que en el país anglosajón suceden, con algunos de Guatemala; es como si insistiera en su planteamiento expuesto en las Palabras iniciales de Tierra de sol y de montaña (1930) y un año después en el Prólogo de Un pueblo en marcha : Guatemala (1931):

"Naciente país que se ciñe túnica de claridad y levanta los brazos ajorcados de maravillas (y del cual este libro quiere dar apenas una impresión artística). Yo lo amo por su alma ingenua y su belleza loca; porque es bueno y cordial como ofrenda de naranjas y de miel de caña; por su fragancia campesina, su petrificada tempestad de montañas, su lujuria de selvas y sus ímpetus de luz y de huracán. Yo lo amo, sobre todo, porque es mío…" [57]

"En Europa y Estados Unidos hay, con respecto a nosotros, un desconocimiento insondable. La ignorancia es tan fundamental, que forma horizonte. En los norteamericanos hay alguna disculpa, por su idiosincrasia, su ideología, su idioma, todo lo que en espíritu nos separa, aunque geográficamente vecinos. Pero que en España, desde donde escribo, se crea que formamos parte de la Argentina o del Perú, es demasiado fuerte. […]

Para infinidad de españoles, América no es más que México, Cuba y la República del Plata. A mí me han visto con asombro si, después de decir que soy americano, sostengo que no nací en Buenos Aires. Cuando me declaro hijo de Guatemala no saben qué es lo que quiero decir, y colocan a mi país, indefectiblemente, en la América del Sur, lo mismo que los italianos y los franceses." [58]

A falta de hilo conductor, el autor de estas líneas se atreve a organizar algunas de las 67 crónicas, ubicándolas bajo epígrafes que considera pueden ser de utilidad para el lector.

El puerto de San José

En la colección de crónicas reunidas en Bajo las alas del águila (1942), el autor inicia contando de su salida de Guatemala en febrero de 1919, de donde parte a bordo de un vapor anclado en San José, "puerto patrio llagado de pantanos" lugar al que se deduce que poco a poco está llegando la "civilización", aunque los pobres "paisanos" indígenas no sepan qué es y menos disfruten de los beneficios, al tenor de lo que Rodríguez Cerna anota:

"[…] estalla cohetería de palmeras frente al horizonte de volcanes y cara a la fragancia de senos desnudos de que está muriendo la selva sensual. La aurora es prerrafaélica: candor nácar en cielo infantil. El mediodía brutal y después la barbarie oro y rojo del ocaso. Elásticos yanquis, marineros con los bolsillos llenos de puertos y que tienen oscilaciones de barco, paisanos palúdicos en casitas sobre pivotes y con pasarelas, indígenamente acurrucados bajo cocoteros. Blancos oficinistas de aduana. Chicuelos estrujados de sol recogen caracoles en la playa, ensordecidos por los saxófonos de las olas." ("De Guatemala a San Francisco"; páginas 15 a 16).

La discriminación

Rodríguez Cerna destaca cómo desde 1919 en los Estados Unidos existe la discriminación hacia el latino, sea éste mexicano, centroamericano o suramericano, en cuya población encontró trazos de querer apropiarse hasta del sol, aduciendo que el astro rey es mejor en California que el de los países tropicales, respecto a lo cual él socarronamente se burla pues tenía frío; pero, qué se le va a hacer si el sol es artículo hasta de exportación en dicho Estado:

"-El tan ponderado de ustedes, me decía en febrero un amigo, no está mal del todo para ser de república tan pequeña. Pero es poco civilizado. Genera miasmas, selvas y zancudos. El nuestro nos enriquece con uvas, ciruelas y manzanas. Véalo usted, agregaba: ¿no es esto gloria y privilegio de la dulce California?

Y como que se abanicaba por el calor, mientra yo por buena educación miraba al cielo, en donde hacía millones de años que no figuraba el sol.

-En efecto, le contestaba tiritando, mientras la niebla se me deshacía en los dedos; no hay otro sol como el de California.

Mi amigo era propagandista solar, porque el astro es aquí artículo de anuncio y bombo: elemento de exportación como películas y naranjas. En el Este se burlan de los "booms" desenfrenados de los californianos, a los que se considera todavía bastante primitivos." ("La dulzura del sol"; páginas 25 a 26).

Otro ejemplo de discriminación lo ofrece el autor cuando refiere la muerte del mexicano José Delgado. Tenía varios meses de estar sin trabajo y cuando al fin lo encuentra como albañil, cae muerto al pie de la construcción donde obtendría ingresos para llevar el pan a su familia.

"Miseria que se congela en los mexicanos, estimados aquí como gente inferior. Mala fama que las películas propagan y fijan morbosamente, belfos morenos, cabellos lacios, caravanas que huyen de cañonazos redentores… Las mandíbulas del dólar contraen desprecio. A pesar de champagnes de panamericanismo y fraternidad continental.

José Delgado obtuvo colocación. El intocable conoció días relativamente felices, fue tratado como prójimo y pudo llevar pan y "corridos" de dicha al hogar. De pronto, la catástrofe: se quedó sin trabajo. Hay que saber lo que esto significa de tragedia en los Estados Unidos. La lucha no da tiempo a la compasión. […]

Por fin… Al pasar frente a una obra, el constructor lo llamó para emplearlo. Era el deshielo: el pan, la luz inicial. Tomó herramienta y comenzó a trabajar. Cayó muerto. Lo mataba la vida que se le ofrecía. En vez de cimientos, cavó su propia sepultura." ("La muerte del mexicano"; páginas 179 a 180).

Siendo evidente la discriminación hacia los inmigrantes, resulta que es una "desgracia" no haber nacido en los Estados Unidos, donde se aprecia el folklore de los países tropicales pero de ahí no pasan; no importa ser vecinos divididos por tan solo una delgada pared, toda vez que ésta es una:

[…] muralla que nos separa, sobre todo si tenemos la desgracia de ser latinos, que es casi como no pertenecer al género humano, a pesar de floreos de turistas y exportadores" ("Una ley sentimental"; páginas 190).

Igual ocurre con un californiano que llega a Colombia cargado de armas para su propia defensa, pues le han dicho que ahí hasta se comen a la gente con salsa dulce importada.

"Un señor John Walters acaba de llegar a Colombia. El es ciudadano de los Estados Unidos, y más concretamente, nativo de California. […] Lo que llama la atención de autoridades y periodistas de la ciudad de Medellín, fue que Walters llevara a la cintura tres tremendos pistolones. Y al preguntarle para qué quería ese armamento como para militarizar a Andorra, contestó muy serio:

-Well… Se me dijo que este es un país de antropófagos, que no sólo asesinan a las gentes, sino que las guisan con mantequilla y de Del Monte sauce. Como todo era absolutamente salvaje en las selvas necesitaba estas Colt para protegerme." ("La decepción de un californiano"; página 229).

La ley seca

Cuatro meses después de establecerse en San Francisco, entra en vigor la ley seca, aquella tan afamada en las películas de "gángsters", así como en la serie televisiva "Los Intocables". En efecto, a partir del 1 de julio de 1919 rige la disposición que prohíbe el consumo y venta de whiskey, vino y cerveza. Empero, muchos se las ingenian para burlarla -y lo logran- no obstante la pena de dos años de prisión a quienes les sea comprobado la comisión del delito. En forma por demás sarcástica, Rodríguez Cerna se burla de la ley y sus efectos, haciendo acopio de los personajes de la mitología griega, del Tío Sam y hasta del novelista Poe, así como que en medio de todas las repulsas priva el interés pecuniario, afectado por el decreto draconiano; además, compara el hecho referente a que si la prohibición se hubiera dado en un país latino, los generales y sus ejércitos hubieran dado golpe de estado a quien se hubiera atrevido a cometer semejante sacrilegio en las costumbres inveteradas del país en cuestión, lo que nunca fue de temer en los Estados Unidos, donde todo mundo critica o cuestiona una norma legal, pero no por ello llegará a provocar una asonada para derogarla:

"Dyonisos acaba de morir. ¡Plantad una vid sobre su tumba! Los faunos lloran y las bacantes están tristes. Edgar Allan se indigna. La ley ha aplastado las uvas generosas. Los Estados Unidos han jurado no beber más; así lo decretaron asociaciones puritanas y el Santo Oficio de la Anti Saloon League. El país se ha convertido en "no man's land", según pérfida frase de los caricaturistas. Sam no quiere ya dar traspiés y jura por la Biblia que su perilla no se deshonrará en tabernas. Declara guerra a narices rojas y piernas vacilantes. Su moralidad aspergia antros y el vicio comienza a retorcer agonía.

[…]

Los americanos, es decir, millones de americanos, suscriben las anteriores lamentaciones; pero viendo también, desde luego, el lado práctico de la cuestión, porque aquí los números se clavan hasta en el flanco mismo de Afrodita. Como ciudadanos, como hombres y como productores. A ellos les duele más el "dry", porque además de atropellarles la libertad y el gusto, les afecta el bolsillo, que es la parte más sensible de la Gran República. […]

Las autoridades y sus agentes hacen observar la ley con celo neófito, sin hacer caso de gemidos de latinos y protestas de americanos. Así fue como al sonar las doce en la noche del 30 de junio de este año (1919) cesó la venta pública de licores en la ciudad. ¡Lo que habría sucedido en México, por ejemplo, con medida semejante! Cien, doscientos generales se habrían lanzado a los campos de batalla en pro de reivindicaciones constitucionales y contra los "reaccionarios". Pero el anglosajón, completamente gregario, obedece los preceptos legales… o no los viola con tanta publicidad como nosotros. "Ces sont des moutons" exclamaba indignado un oficial francés en el restaurant Voltaire, ante la pasividad de la masa. Tenía razón, pero ignoraba sociología.

No pudiendo, pues, los sanfrasciscanos hacer otra cosa (a pesar de que su voto fue adverso a la prohibición) no desenfundaron pistolas ni levantaron barricadas, sino que tomaron el asunto a broma; y la primera parte de esa triste noche del 30 de junio fue juerga vertiginosa, en la que sobre la panza de Sileno fulgieron los ojos alucinados de Cayo Calígula. Se bailó con delirio y se bebió con furor. Como todo lo hacen a conciencia, las borracheras de los yanquis son concluyentes y definitivas." ("La muerte de Baco"; páginas 28 a 31).

Y como el americano atiende las leyes y sus preceptos, o por lo menos "no los viola con tanta publicidad" según el autor, en otra crónica se refiere al Barrio Latino en el cual conviven italianos, mexicanos y de otras urbes latinoamericanas, donde -al ingresar a un establecimiento- todos lo saludan con camaradería: "¡Y qué gran trago de whiskey, extraído de complicada cafetera humeante, en un restaurante italiano!". ("El Barrio Latino"; página 36). Más adelante, explica que "Cada convención da banquetes o fiestas de aniversario, en los que se burla la ley seca, de la cual no se burla el que no quiere" ("Association and Company"; página 55), o bien que en el edificio donde trabaja "el italiano del ascensor, vejete que huele a alcohol desde la prohibición" ("La huelga y sus misterios"; página 60). Pero no solo los pobres infringen la ley; también los políticos de alcurnia, como el candidato por el partido demócrata que perdió las elecciones frente a Hoover, y para reponerse de los avatares de la campaña electoral sale de vacaciones para la Habana, donde violará la ley a sus anchas pues ahí no existe prohibición alguna, y de paso se asustará que ahí cuenten con algunos de los beneficios de eso que llaman modernidad, pues él pensaba que eran exclusivos de países civilizados como el suyo:

"… Smith llegó a La Habana con su eterno cigarrillo, lanzando humo azul, como si se fumase el cielo. No ha hecho declaraciones. Va a gozar de lo "spanish", -posiblemente a asombrarse de que en la América no sajona haya gente civilizada, con luz eléctrica, tranvías, corbatas y todo; y a tomarse tal vez algunos tragos de eso a que llamaban "sotto voce" en San Francisco cuando la nación se convirtió en arenal prohibicionista. Acaso, empapado de trópico, recoja violetas silvestres y masculle versos, como su colega el gobernador de Alfonso Daudet." ("Las vacaciones de Smith"; página 128).

El tercer sexo

Rodríguez Cerna clasifica a la mujer "americana" como "del tercer sexo", no porque sea lesbiana o algo así, sino por la libertad que tiene para actuar, tomar decisiones, e incluso mandar a los hombres, sean estos novios o esposos. Comenta en consecuencia que una dama puede ser llamada "superhombre", debido al hecho que ni es mujer ni es hombre, sino aspira a convertirse en superior al varón; a eso es a lo que llama el tercer sexo, lo cual contraría las costumbres de las mujeres guatemaltecas: "nuestras recatadas doncellas y dignas madres de familia consideran a los Estados Unidos como país de libertinaje y abominación." ("El tercer sexo"; página 43). Y tales mujeres, tan recatadas, se asustarían de haber sabido -durante la época en que el autor escribe-, que:

"[…] Las americanas -y no sólo ellas- combaten eficazmente al hombre (del cual ya no queda el recuerdo y apenas los pantalones) en campos de superación, y vibran lanza victoriosa sobre el destartalado edificio de la ex supremacía masculina. ¿Derechos políticos, urnas, curules? La sensibilidad no impide que la mujer sea el más práctico de los seres, que no se conforma ya con esas conquistas, que tienen tanto de eficacia como construir túneles en Neptuno o canales de irrigación en la luna. Intuitivas y profundas, no quieren perder prestigio en funciones democráticas tan desacreditadas por los hombres. Las campañas de las sufragistas pertenecen a la paleontología." ("La mujer del día"; páginas 84 a 85).

Nótese que Rodríguez Cerna escribe en forma sarcástica acerca de los derechos de la mujer en distintos órdenes políticos, y como a partir de los años veinte del siglo pasado iniciaron las luchas de las sufragistas, que se extendieron hasta la década de los años 50 cuando en Guatemala y otros países de Latinoamérica lograron que por fin se les "otorgara" el derecho al voto, su creencia en que éste fuera efectivo no pasa de calificarlo como una conquista pero ineficaz. Obviamente que era un hombre de su tiempo y como tal escribe, un tanto sorprendido:

"La mujer se ha emancipado… Y uno se pregunta con espanto hacia dónde vamos y si la única línea de separación entre ella y nosotros va a ser sólo la biológica (la "pequeña diferencia") aunque sea bastante por sí misma; por más que los hombres de ciencia, que han hecho y dicho todos los disparates y que transforman la vida echándola a perder; por más, decimos, que los hombres de ciencia puedan, en la más infausta de las horas, encontrar la transmutación de los sexos, como encontraron ya la de algunos metales." ("La mujer del día"; página 85).

En tal sentido, Rodríguez Cerna mantiene en el fondo la misma línea de pensamiento expresada en Un pueblo en marcha : Guatemala (1931), acerca de la mujer, el divorcio y la preeminencia del hombre:

"El espíritu es tolerante y cordial. La mujer, muy poco aficionada por tradición y por educación a mezclarse en asuntos políticos, ni aun a organizarse para diversos fines, como no sean religiosos o deportivos, continúa siendo en especial la reina indisputable del hogar; y no fue sino hasta hace algún tiempo que comenzó a emplearse buscando independencia económica en oficinas públicas y particulares y en almacenes comerciales, para lo que le sirve la rápida difusión de la taquimecanografía. Es católica en su inmensa mayoría. No goza todavía de derechos políticos; pero su personalidad se independiza y acentúa cada vez más en la vida de relación y en la legislación civil. El divorcio está en las leyes, pero poco en las costumbres. El hombre es realmente el jefe y sostén de la familia." [59]

Brujos y hechiceros en Los Ángeles

Como en esa época (1919) desapareció una tal Mrs. Aimée Semple de Los Ángeles, que se dedicaba a hacer dinero en su capilla pues todos creían que había sido visitada por el Espíritu Santo, es buscada con ahínco por la policía; al ser encontrada señaló que fue secuestrada, lo cual se comprobó como falso siendo que la "sacerdotisa" angelina estuvo escondida con su amante, lo que da pábulo al autor para referir que Los Ángeles, sin mencionar que estaba habitada por un fuerte grupo de latinos, tenía lo que en países como Guatemala es normal: "metrópoli que a pesar de su modernidad está llena, con sus alrededores, de curanderos, magos, brujos, mesías y ermitaños medio desnudos, flacos y de grandes barbas." ("El tercer sexo"; página 45), situación que se mantiene así hasta en el presente siglo XXI.

Ligas de ladrones

En varias de sus crónicas Rodríguez Cerna no puede olvidar el lugar de sus orígenes, ni las leyendas citadinas como las del famoso "Pie de Lana" que narra el novelista José Milla y Vidaurre (1822-1882) en sus Cuadros de Costumbres (1882). Así por ejemplo, cuando describe que en los Estados Unidos hay Asociaciones de todo tipo, y si alguien quiere trabajar primero debe asociarse o sindicalizarse, a riesgo de ser llamado esquirol por no formar parte del gremio, existiendo inclusive grupos de "gángsters" que también ejercen su profesión respetando las reglas; si alguien es reprendido por no haber ametrallado al banquero de enfrente, no obstante que estranguló a la modista del primer piso, el dirá que esa tarea no le corresponde:

"-Porque el banquero no es de mi distrito de operaciones. De media calle para allá, les toca operar a los compañeros de The Middle West Gansters Association.

Así da gusto raptar niños, violar muchachas y degollar millonarios. Estamos lejos del individualismo romántico de José María o de nuestro Pie de Lana. Condenar a un bandido de éstos, a un respetable racketeer todo complicado de subvenciones y de amistades, es exponerse a las iras de asociaciones poderosas. Los jueces sienten miedo, a lo mejor hay elevados cómplices y protectores, y los malhechores se llenan de oro y se ríen de la ley." ("Association and Company"; página 57).

"Acercarse al Water Front es peligroso. A un mi amigo, turista salvadoreño que se llegó ignorante por sus proximidades, lo dejaron medio muerto a estacazos, porque lo tomaron por esquirol. Los contratados extra para la carga y descarga, se entran por los puntos de atraque. Por el lado de tierra, ni soñarlo. A esto llaman libertad de trabajo." ("La huelga y sus misterios"; página 61).

El miedo a los totalitarios

Si en el siglo XXI, a partir de los sucesos en Nueva York del 11 de septiembre de 2001, los islamistas son acusados de terroristas tan solo por llevar barba y tener costumbres y creencias diferentes, en la segunda década del siglo XX lo eran los soviéticos y todo lo que olía a comunista o tenía un leve o fuerte color rojo. Rodríguez Cerna, burla burlando, describe con suaves pinceladas ese miedo atroz, el "coco" conque amenazaban las abuelitas a los niños que se portaban mal; nótese que escribe recién pasada la primera guerra mundial cuando la Rusia de Lenin y sus bolcheviques recién "empiezan":

"[…] los bolcheviques, son ahora pesadilla de Yanquinlandia, coco de este niño colosal. Leo que los afiliados a la I.W.W. son responsables de los incendios que destruyen, como todos los años, magníficos bosques de California. Esta sociedad plutocrática odia más a los marxistas que a los alemanes, contra los cuales se eriza todavía el recuerdo de la guerra; y entre Guillermo y Lenin, prefiere a Guillermo, porque representaba el orden y era garantía de estabilidad, en tanto que los soviets son destructores del capital y de otros sagrados fundamentos de la sociedad. Morgan y Hehenzollern se dan la mano. El cheque se siente amparado por la fuerte espada de la autocracia, protegida y protectora de los intereses creados, y huye de mongólicos bigotes leninistas. En los parques de diversiones es frecuente ver muñecos de goma personalizando un caricaturesco Kaiser, bajo bombardeo de pelotazos. La gente ríe en pueril venganza contra un peligro que pasó. Pero en los rusos, que empiezan, se temen con razón grietas y desquiciamientos para el porvenir.

[…]

¡La revolución social! Si alguna vez estallase aquí, pues al fin y al cabo los yanquis pertenecen al género humano aunque se crean superiores a él; si pierde el juicio este inmenso conglomerado de razas, miserias, riquezas, cóleras y esperanzas, los fragmentos cubrirían la tierra, y el movimiento ruso parecerá tan inofensivo como los ojos en blanco de un tango argentino." ("La huelga y sus misterios"; páginas 60 a 62).

Otra forma de señalar el miedo a los totalitarios, del que padecieron o fueron víctimas los norteamericanos de antaño, de antes y durante la segunda guerra mundial (una lucha de perros), lo constituye esa extraña forma de interpretar y adaptar los textos bíblicos a determinada situación. Rodríguez Cerna demuestra su desafecto por las lecturas de textos sagrados, en vida manifestó siempre su irreligiosidad, pero sobre todo contra ese prurito de utilizar la Biblia para cualquier fin. En este caso, decir que el libro de Daniel tiene profecías contra Hitler e incluso Churchill.

"Quienquiera que haya sido Daniel, su libro -mérito literario aparte-, nos interesa a los profanos muy escasamente. […]

Este libro de Daniel, tan llameante y venerable y que nos ofrece comunión de fuego, ha sido aprovechado ¿quién lo creyera?, para arrojárselo a la cabeza, a guisa de proyectil democrático, a herr Mussolini y a herr Hitler, que bastante tienen con sus enemigos contemporáneos para que se les sume en la adversa fila nada menos que un profeta del Antiguo Testamento. Es de pensar que Churchill, Roosevelt y Stalin son ya bastantes como para que tengan necesidad del auxilio de tan formidable y legendario personaje. En fin, que en estos pocos visionarios días, Daniel penetra en la cueva de los leones… totalitarios.

En una comunidad […] de Oklahoma […] se publica un diario […]. Y su editor y redactor […] encuentra que en el versículo veintiuno, capítulo onceno, del Libro de Daniel, "hay un rayo de esperanza para el futuro". Porque ese versículo sagrado se refiere y distintamente, no al barbudo Nebrucadezzar ni al helenizante Antíoco, sino… a los países del Eje, a sus jefes, a Churchill, a todos los pueblos y directores engarzados en la lucha de perros de la guerra actual.

[…] Lo mismo sucede con el versículo veintidós, que señala la facilidad con que el sangriento dictador alemán subió al poder y se deshizo de sus enemigos. […]

[…] Y como las palabras "for a time" indican un lapso de siete años, es matemático, es indudable, que se refieren a Hitler, puesto que su carrera ha culminado en siete años, precisamente, de 1933 a 1940. La prueba, por lo aplastante, no admite discusión.

[…]

Tales conceptos graves fueron leídos en la cámara de representantes de Washington, en la sesión del 24 de febrero de este año de 1941." ("El libro de Daniel"; páginas 239 a 242).

Pero si en los Estados Unidos existía un miedo cerval hacia cualquier cosa que oliera a totalitarismo, o tuviera color rojo por tenue que éste fuera, la Guatemala de tiempos de Jorge Ubico no tenía por qué preocuparse. En 1931 cuando el gobierno de este iniciaba, y aún antes, el centralismo era la norma y los partidos no tenían ideología de derecha o izquierda. Rodríguez Cerna lo describe de la siguiente manera:

"El Ejecutivo ejerce en casi todos los órdenes una influencia decisiva. La Iglesia se mantiene en su esfera propia, pues no puede inmiscuirse en los asuntos del Estado. Liberales y conservadores representan las conocidas tendencias y las orientaciones que sus nombres indican. Ninguno de los partidos sigue a su jefe, y como no tenemos sistema parlamentario, no hay turno de ellos en el Gobierno por el voto de una mayoría en la Asamblea. Las cuestiones de libre cambio o proteccionismo, socialismo, etc., no influyen en el doctrinarismo ideológico de nuestros partidos." [60]

"Son desconocidos el boicot y el sabotaje. El socialismo no existe de hecho como organización militante, aunque se le estudie y cuente con adeptos entusiastas, porque el país no es industrial; no hay miseria y faltan brazos; ni cuestión agraria, porque sobran tierras." [61]

Los abogados

El autor siempre tiene en mente a su tierra natal y sus costumbres cuando escribe sus crónicas llenas de humor -algunas- y fino sarcasmo. Así por ejemplo, comenta que en San Francisco es muy fácil divorciarse, cuesta caro eso sí, no tanto por lo que puedan cobrar los abogados sino por lo que el esposo debe entregar a cambio de su libertad, quedándose a veces prácticamente en la calle, aunque ello no importa si logra salir del atolladero en que podría vivir toda la vida. Llega el interesado a quejarse ante el juez que ya no aguanta a la esposa, quien de novia era toda un "candy" pero se convirtió en "murciélago, perro rabioso, arpía. Excuso detalles, señor juez. Hablen por mí chichones y arañazos." El togado accede inmediatamente al ver la prueba en cara y cabeza del agraviado. En Guatemala no ocurría así en los años veinte del siglo pasado, ni en la actualidad -no obstante la fementida "Ley de divorcio Express" en vigencia desde julio de 2010. Rodríguez Cerna, abogado también, explica:

"Un juez nuestro, formalista, dentro de leyes casuísticas y celoso de los procedimientos, le habría comunicado a Ferchette en proveído rubricado: "Preséntese por escrito en el papel del sello correspondiente. Hágase saber a la otra parte. Ratifíquese…" Pero su señoría Morgan admitió la demanda diciendo a la víctima:

-"Por desgracia, su experiencia es la de mucha gente. Durante el noviazgo, la mujer es "candy" y nadie puede saber nada de ella sino pasado algún tiempo de matrimonio".

Los jueces americanos se permiten psicologías en su actuación, hacen reflexiones y dan consejos. No se atienen al texto sino al fondo humano del asunto. Si la ley está contra sus convicciones o lo que aprecian sus ojos sapientes, peor para ella; la hacen a un lado. Lo cual sería una dislocación universal para nuestros abogados, todos llenos de "traslados en incidente" o "para mejor fallar". Los litigantes pierden la paciencia y la vida, pero se salvan las tramitaciones. Nuestros jueces son artículos e incisos; los yanquis son hombres, gustan inclusive de dar bromas y aún citan a Epicteto y La Rochefoucauld." ("Un marido en Babia"; páginas 66 a 67).

Autoservicio y comida rápida

En pleno siglo XXI los restaurantes de comida rápida son lo común, en los que se paga por adelantado y después le sirven al comensal, quien si pensaba salir sin cancelar después de haber consumido, no podrá hacerlo; hace cien años en Guatemala no ocurría así, pero en los Estados Unidos ya era casi la norma que en las cafeterías se hiciera cola para entrar, se tomara una bandeja con cubiertos, eligiera lo que se deseaba comer o podía hacerse según el precio, pagaba en la caja y en la siguiente ventanilla recibiera los comestibles. Y del tiempo para deglutir ni hablar, ya no se diga de la posibilidad de hacer la sobremesa comentando los sucesos del día; esto es lo que Rodríguez Cerna extraña de su país:

"Es también escuela que nos enseña demasiado objetivamente a aprovechar el tiempo. Su rapidez es indudable: el "time is money" ejemplarizado en restaurant. Se ha creado para gentes que siempre están de prisa como éstas, a las que parece que el diablo les fuera mordiendo las canillas. Entre nosotros, encontramos por la tarde, en el mismo lugar y entre alcohólicas discusiones, a los mismos comensales del mediodía. Aquí el público se renueva cada cuatro horas.

Pero faltan aroma, chisporroteo verbal, y echamos de menos el buen gusto, el reposado cigarrillo de la pereza digestiva. Imposible hacer confidencias y soñar. Son preferibles nuestros almuerzos hasta el véspero y nuestras comidas hasta la media noche, porque somos amos y no sirvientes, no se nos aja el amor propio pagando por adelantado y gustamos salsas de buena conversación. La cafetería es demasiado simple. Tiene la preocupación de la oficina, del tren que va a partir, del próximo negocio, y hace olvidar que la mesa es una de las bellas artes. Nadie sería capaz de imaginarse a Lúculo en una cafetería." ("En las cafeterías"; página 76).

Literatos y literatura

De literatos y literatura como que a propósito no escribe mucho el autor de Bajo las alas del águila (1942), tan solo leves referencias de autores y títulos de algunas obras. Sin embargo, hace ver un "mal" común entre escritores: la mayoría literalmente se muere de hambre, no puede vivir de la literatura y si quiere subsistir debe encontrar un arte u oficio complementario, o mejor dicho tomarlo como el principal en tanto que su producción espiritual debe pasar a un segundo plano. Hace referencia a que Paul Fort, a quien llama el príncipe de los poetas franceses, lanzó un tremendo grito: "se estaba muriendo de hambre", lo cual le sirve como introducción para hablar de la muerte de Frederick van Reuseler Dey, autor de novelas policíacas "de a diez centavos" desde 1890; al crear su personaje "Nick Carter" no hubo semana en que no entregara a los lectores un nuevo ejemplar de la serie. No obstante su éxito editorial murió pobre, siendo la moraleja: escribir prolijamente no basta para alcanzar riquezas materiales:

"Los yanquis, amigos de reducir a cifras la existencia, nos han dicho admirados que, salvo los domingos, escribió ¡el desgraciado! cinco mil palabras por día; lo cual da para la obra completa cuarenta millones de palabras. Y tuvo tiempo para hacer novelas de distintos géneros, en las cuales empleó pseudónimos innumerables. Su Nick Carter, especie de héroe nacional a lo Buffalo Bill, llegó allá a ser tan universal como el chicle, la hachita de Washington o la ignorancia popular. Para el público, sus éxitos equivalían a las acrobacias de Fairbanks o a los pistoletazos de Tom Mix.

Con todo, van Reuseler Dey muere en la miseria. Bien es verdad que el signo infausto se abate sobre los escritores, ya dejen cuarenta millones de palabras o solamente cuatrocientas." ("Un muerto de hambre"; página 125).

En forma casi cómica comenta que formó parte de un grupo que quiso fundar una revista o semanario, donde se publicarían artículos políticos y literarios para exaltar la región centroamericana. En menos de lo que canta un gallo la oficina queda montada, ni siquiera tuvieron que salir a buscar a quienes les dotarían de mobiliario o les harían los trabajos de tapizar paredes y efectuar las instalaciones eléctricas o telefónicas: si una ley económica dice que la oferta crea su propia demanda, en este caso ocurrió a la inversa, en virtud que fue la oferta quien llegó a buscar a los consumidores de servicios; es a lo que el cronista llama "El poder de la eficiencia". El problema para el grupo fue que la empresa editorial no funcionó y tan solo les quedaron las tarjetas de presentación, donde por lo menos podían presumir de ex directores de una revista, que ya es algo.

"Varios centroamericanos, lo bastante ilusos como para creernos hombres prácticos, dispusimos fundar en San Francisco un semanario en lengua de Castilla. Discutimos título y programa en varios restaurantes, nos distribuimos los puestos de la publicación, todos de primer orden, y alquilamos un pisito adecuado en la calle Post. Inmediatamente vacilaron las flojas piernas del primer desaliento, en el local vacío y sucio. Pensamos en ir a entendernos con mueblistas, empapeladores y pintamonas más o menos Tizianos. […]

Mas en ese instante, alguien que a través de las ventanas nos oía gesticular, entró ofreciéndose como limpiador; y antes de que pudiéramos entenderlo, nos envolvió en nubes de polvo. A poco llegó un fulano a proponernos servicio de lavabo por modesta suma mensual. No transcurrieron muchos minutos, y ya agentes de muebles, máquinas de escribir y útiles de escritorio habían tomado nota de nuestros deseos. […]

En un día quedamos instalados, sin necesidad de movernos. Fueron agentes y obreros los que llegaron espontáneamente, porque allá, casi siempre, el que necesita algo no lo va a buscar, sino que aquello que quiere llega a buscarlo a él. La oferta sale al encuentro de la demanda, adivina deseos y los satisface.

[…]

Las facilidades anteriores constituyen en parte la "eficiencia", que es la oportunidad y la acomodación de las cosas unidas a la rapidez y un cuidadoso estudio de las necesidades para satisfacerlas en el acto. […] El guatemalteco ignorado en la patria hasta se envanece de ver cómo lo buscan todos los agentes y vendedores de la ciudad. Aquí vivimos pendientes de lo que se sirva disponer la Divina Providencia, y casi nos arrodillamos para el que obrero acepte un trabajo de urgencia y tenga a bien concluirlo, si su dignidad se lo permite, siquiera medio año después del plazo convenido.

[…]

Volvamos a nuestro episodio […] solo acudieron tres o cuatro anunciantes, a pesar de que poco precio prometíamos la conquista comercial de la América española. En cuanto a subscriptores, eran miembros de la colonia ¿y quién les iba a cobrar a paisanos y amigos, que nos fortalecían con su consejo y colaboraban con sueltos sobre matrimonios, nacimientos y cumpleaños? Tampoco podíamos rechazar producciones líricas de jóvenes que hermanaban la poesía con rudos trabajos en los astilleros o lavando platos en los hoteles.

Nuestro programa comprendía inmensamente "información política, literatura, comercio, arte y variedades", en cuatro páginas de lectura. E hicimos una inocente campaña contra el gobierno salvadoreño presidido por don Jorge Meléndez, con el doctor Alfonso Quiñónez Molina detrás del trono. [62]El semanario, financiado por mecenas generoso, era, en suma, obra de tres ilusos que leían cuatro gatos y flotaba como bandera en un desierto. Sucumbimos llenos de centroamericanismo y patriótica indignación.

Pero así como hubo quien mandara hacer sus tarjetas con esta leyenda épica: "Fulano de tal, ex pasajero de primera clase del vapor Alfonso XII", nosotros podíamos blasonar de esta otra: "Ex director de un semanario castellano en los Estados Unidos"." ("El poder de la eficiencia"; páginas 139 a 143).

Quién sabe cuáles otras razones pudo haber para que la proyectada revista o semanario no funcionara. Lo que no es de dudar, es que la misma pudo haber traído ratos de solaz esparcimiento a sus lectores, y si éstos eran centroamericanos radicados en San Francisco California, seguramente se hubieran visto influidos por más de algún artículo con fuerte tendencia europea en lo que se refiere a estilo y gracia, toda vez que Rodríguez Cerna propendía algunas veces hacia la literatura del viejo mundo, tendencia de la época. Así por ejemplo, en 1931 escribió acerca de Guatemala para darla a conocer al mundo:

"De las literaturas extranjeras, las que más influyen son la francesa, la española y la rusa. En las ciencias médicas, muy adelantadas, predominan la francesa y la alemana. La cultura europea imprime en todo un sello predominante. Nuestros estudiantes consagran mayor espacio al desenvolvimiento intelectual que a la cultura física, aunque los deportes han recibido un vigoroso impulso. No hay aristocracia en el sentido de nobleza hereditaria." [63]

"Nuestra concepción universitaria se acerca más al tipo francés que al anglosajón."[64]

"Artículos de prohibida importación […] Libros, estampas o impresos monográficos u obscenos." [65]

"¿Influencias en la juventud actual? La española (Unamuno, Valle-Inclán, los Machado, Juan Ramón Jiménez); la de algunos hispanoamericanos, señaladamente Darío, Blanco-Fombona, Herrera Reissig, Chocano; la francesa y la rusa, que se acentúan cada vez más: Baudelaire, Verlaine, Barbusse, Proust, Gorki, Dostoiewski, Artchibatzef. De los lusos, Eça de Queiroz cuenta con los más entusiastas sufragios; así como, entre los de lengua inglesa, Poe, Wilde y Bernard Shaw. Y además, D"Annunzio, Maeterlinck, Ibsen, Heine. Es inútil decir la boga de los novelistas y ensayistas de la postguerra. En filosofía se siguen con apasionamiento los últimos conductores: Ortega y Gasset, Keyserling, Spengler. No preocupan las cuestiones religiosas; sí, y mucho, las investigaciones sociológicas y sociales. Después del 71 vino, como una reacción, la escuela de Comte. Ahora predominan los estudios económicos propios, en una activa indagación de la raigambre nacional y un vivo deseo de dominar prácticamente las perspectivas del porvenir." [66]

Algunas costumbres en California

Criticar o comentar las costumbres que José Rodríguez Cerna observó en California, equivale a decir que igual las tienen en otros estados de la Unión. El becerro de oro está latente en todas sus transacciones, operaciones y en la más nimia actividad diaria, así como ese sentimiento hacia el tiempo; éste es dinero y por tanto no se debe perder. Hacia sus congéneres, el norteamericano promedio no tiene más conocimiento que un simple hola y adiós, sin preocuparse de lo que pueda ocurrirle a sus vecinos, y menos si éstos tienen alguna necesidad. Cada quien, en su individualismo, debe resolver sus problemas. En varias de las crónicas presentadas en Bajo las alas del águila (1942), el autor hace referencia a tales actitudes, y aprovecha para lanzar agudos comentarios dirigidos tanto hacia los "americanos" como a los ciudadanos de otras urbes de países menos desarrollados, incluida Guatemala; las siguientes son algunas muestras:

"Escribo en una de las semanas del año. Esto parece tontería, pero no lo es, porque yo tengo más inteligencia que un pato o un cronista social. No se trata del calendario gregoriano, sino de algo que no conocemos por esas tierras de la fecunda zona.

Aquí, en ciertas épocas, dedican cada semana a alguna cosa práctica, humanitaria o artística. Es como ampliación de los días, que ya comenzamos a copiar los monos tropicales, bastante arrimados a la cola. Conmemoration Day, Thanskgiving Day. […]

Recordemos también la del buen inglés. Sabido es que el que se habla aquí es aproximadamente un idioma distinto del de Inglaterra, y que el slang de cada región no lo entienden más que los respectivos indígenas. Palabras o mitad de palabras que no vinieron en el Mayflower. Pues en esta semana se dedican o así lo afirman, a hablar lo menos mal posible, acaso recordando que mientras mejor sea el lenguaje más claro el pensamiento […] fuera de que siempre, a la siguiente semana, se quitará la casaca del buen decir para vestirse el overall del diario hablar.

[…] El patriotismo conmemora o glorifica. Roma dedicaba meses enteros a algún culto nacional. Sería de insinuarse la celebración de la semana o del año en que los Estados Unidos no se preocuparan tanto por nuestra felicidad y nos dejaran vivir en paz." ("La época de las semanas"; páginas 132 a 135).

"Si fuera información de alguno de los nuestros, sonreiríamos escépticamente, porque no tenemos la candidez de tomarnos en serio, salvo a la hora de ser muy hombres, es decir, de destrozarnos, que ha sido de nuestras ocupaciones más altas y frecuentes; pero como la da un americano, nos rendimos a la evidencia e inclinamos ante la realidad: existe un plesiosaurio.

[…]

Sapientes calvas se inclinarán sobre él. Fundamentalistas y evolucionistas librarán a su alrededor épicas batallas. Se precisarán sus condiciones fotogénicas y trabajará al lado de una ingenua desmayada en inefable bobería. Empresarios financiados por Rockefeller lo llevarán a los circos, a la sombra de Barnum. Y ya está protegido por la doctrina Monroe: "Los plesiosaurios para los americanos"." ("La tragedia del plesiosaurio"; páginas 136 y 138).

Y si en la Guatemala actual algunos protestan porque habiendo tantas necesidades y pobreza extrema, un selecto grupo de personas gasta miles en brindar casa, comida, hospital y "spa" a sus mascotas, enterrándolas en cementerios construidos ex profeso para animales, resulta que es una "tradición" que deviene de los mismos Estados Unidos, llegándose a la situación lamentable en que más de algún millonario hereda a su perro, el cual tiene el elegante mote de chucho en la tierra del quetzal. Hay otros que organizan tremendo funeral para su lebrel, con oración y cortejo fúnebre incluidos. Rodríguez Cerna habla de esta última costumbre, en ocasión de la muerte del cachorro propiedad del actor de cine mudo Rodolfo Valentino, que se convirtió en ilustre -el can- sin haber tenido méritos para ello. Pero así son los "americanos".

"No se trata de Jorge V, a pesar de que los cronistas tienen ya listos clichés, datos biográficos, oración fúnebre. […]

El que acaba de morir no es rey, militar, ni siquiera escritor, sino sencillamente un perro llamado Kobar, lo cual parece (la palabra) nombre de bajá turco o de piedra preciosa. Un chucho que deja tras sí estela de llantos y suspiros, pañuelos húmedos y cuerpos desfallecidos. ¿Alegró circos con acrobacias o resolvió con las patas el binomio de Newton? ¿Superperro por la raza ilustre?

A su solemnísimo entierro concurrió la resplandeciente y pactólica aristocracia del cine. Los funerales del animal ¡sea eterna su memoria! fueron, naturalmente, en Hollywood, que tomó bromuros y valerianas y guardó respetuoso minuto de silencio. […]

Se explica esto, que de otro modo sería absurdo aun en los mismos Estados Unidos, por un hecho fundamental: Kobar fue el perro mimado de Rodolfo Valentino. Las tinieblas se rasgan y la luz se hace. Los funerales debieron haber sido los de un dios, en recuerdo del gallardo mozo y artista cursi, que impuso imperativo sexual a las señoritas cursis de todas las naciones." ("Una víctima ilustre"; páginas 147 a 148).

Y si de actores y actrices se trata, el norteamericano común se aflige y llora desconsoladamente cuando algún personaje del cine fallece, pero no el personaje de ficción sino el de la vida real. Sin embargo, dado que los actores son artículo de exportación, resulta que en países como "los nuestros" también son muy queridos y conocidos, de tal suerte que la muerte de una actriz da lugar a que Rodríguez Cerna recuerde que en Guatemala él la vio y disfrutó, no importa si en películas de cine mudo, como calmante en los aciagos días de los terremotos de 1917, que prosiguieron en 1918.

Partes: 1, 2, 3
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