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Kalimantán-3. (La desnudez de Raisa Milvia.) Novela ensayo (página 3)


Partes: 1, 2, 3, 4

Ningún elemento ni rasgo caracteriza por sí solo a un pueblo o discurso. Todos los elementos socioculturales que empleamos se perciben en cada pueblo o gestualidad. Y solo cuando aplicamos el mismo esquema a todos, podemos apreciar las semejanzas y diferencias. La paternidad de un discurso o práctica no se puede determinar valorando las diferencias con las demás prácticas o gestualidades, pues la identidad, cualquiera que sea, literaria, cultural, nacional, se compone de semejanzas y diferencias. (La etimología de identidad viene de identitas, identitati, que en el fondo tiene idem, o sea lo mismo.) (29) La cubanía del internacionalismo, o exactamente, el internacionalismo de la Revolución Cubana, como ente integrado a la cubanía, pues otros también lo integran a sus identidades, no se ha de aprehender hasta que no logremos engarzar todos los elementos socioculturales seleccionados con esa praxis. La resultante de varios aspectos -rasgos o elementos- es la que aporta la particularidad nacional. Por ejemplo, cuando se fusiona la ideología revolucionaria con determinados aspectos de la idiosincrasia y de la historia o la tradición, la resultante es diferente en cada pueblo o nación y constituye la particularidad nacional…

Le explico todo, por supuesto, con varios ejemplos y cierta ampulosidad.

-Déjame ver si entendí -me propone ahora sin miramientos, resuelta- La cubanía se articula en el mismo conjunto de elementos que caracteriza a otras identidades. En ese conjunto determinados elementos y rasgos son más visibles que otros por diversas razones y esas particularidades junto a las semejanzas configuran la identidad del cubano. Se parte de bases iguales para todos.

-Exacto. Cuando se habla de ideología, puede ser la revolucionaria, la neocolonialista, la burguesa, o una teología. Por otro lado, se debe tener en cuenta la flexibilidad en la selección de los rasgos y elementos, los hay tan débiles que no se evidencian en determinada identidad, mientras en otras se aprecian con facilidad. Y ten siempre presente que son seleccionados de acuerdo al objeto de estudio; pueden haber tantos que ni me imagino: matices que en determinados espacios o estructuras se convierten en rasgos…

-El ejemplo de los otros días: esa frialdad, esa sangre de pez oceánico, el aislamiento calculador de los anglosajones,…nada tiene que ver con la sociabilidad y calidez de los latinos.

-Llévalo ahora a la práctica que analizamos.

-Nada… la identidad se evidencia como un "libro-rizoma", un haz de filamentos donde se impone una lectura.

-Bueno, si la quieres ver así. Como tu nombre, Raisa, una raíz o tallo. No es un ejemplo horrible,…en cuyos filamentos hay que saber leer…

Todos los árboles poseen raíces, pero generalmente se diferencian entre sí. Hay quien reprocha las clasificaciones, quien prefiere dejar el mundo atado a los mismos aires con los que nació; pero el hombre necesita "nombrar las cosas", como decía Carpentier del hombre americano. Y también cada tiempo trae su lenguaje. Decía Bajtín que las palabras huelen a un día, una hora, a una generación. Si no fuera así hoy no estuviéramos pensando en ecología, sostenibilidad, inclusión. Los vocablos, signos, códigos, se amplían continuamente; también las tipologías se amplían aunque uno no lo quiera. Garrandés habla de los textos "zafados" de los 90 del pasado siglo y a este cargadito lo estoy degustando, poco a poco, como un "libro entero" aunque parezca vanidoso y no tenga que ver con el guilleniano Son Entero.

-Cuando hablas de tipologías estás hablando de identidad también, la de los objetos y los textos -la dejo con su duda; de todos modos, lo mejor está al final, en su profunda desnudez-. Establecemos la relación del internacionalismo con cada uno de los elementos socioculturales que caracterizan lo nacional, solo al final quedará desmenuzado el conjunto del nexo internacionalismo – identidad nacional, los contenidos o esencialidades de nuestro internacionalismo…

Hasta ahora hemos trabajado con lo histórico y lo ideológico, en tanto elementos pertenecientes a la cultura dominante en nuestra sociedad. Pudiéramos incluir otro elemento de la cultura dominante: el lenguaje (o el español de Cuba). Una constante hegemónica cuando se trata de relaciones simbólicas y de poder. Pero me resisto a incluirlo, pese a su inclinación por la lingüística y la semiótica. Si el centro de la especulación fuera el discurso literario, no podríamos prescindir del lenguaje, pero como el centro, el objeto de estudio, es el internacionalismo, son más pertinentes lo histórico y lo ideológico. Le explico y ella de inmediato me entiende:

-Pasaremos entonces a los elementos de la cultura residual: lo folklórico, lo idiosincrático y la insularidad. Como decía Martí, "los elementos naturales del país".

-Por eso, entre otras muchas cosas, somos marxistas y martianos. Martí incluye la lengua, el origen. Y del origen vamos a hablar después. Propongo esos tres elementos residuales, tradicionales, bien complejos en conjunto, entre los cuales a veces se desdibujan las fronteras de uno y otro. Escucha lo que escribí:

… La insularidad y el folklore se articulan con la idiosincrasia como otros rasgos y elementos; cualquier mirada atenta los puede descubrir. Al mismo tiempo, el folklore y la idiosincrasia pueden inclinar desfavorablemente la balanza de la perplejidad. Lógica sería la duda. Todo el discurso de la Revolución posee en sus bases aspectos de los tres elementos socioculturales. Ahora bien, el folklore (conjunto de tradiciones, creencias y costumbres populares) está determinado por filamentos étnicos, procesos raciales, creencias mitológicas y religiosas y, a su vez, impacta directamente en la idiosincrasia. Sin embargo, la idiosincrasia se encuentra permeada siempre por factores externos más recientes, como la educación y la instrucción. Se va reconfigurando, secularizándose en perenne proceso de transformación. Con el folklore ocurre un proceso inverso y menos dinámico: si no se rescata a tiempo se desdibuja y cuando se conserva, se engrosa como cepa a lo largo de decenios…

-Pero solo vamos a trabajar los elementos que más se evidencian en el internacionalismo.

-Para ti esos elementos serían la idiosincrasia y la insularidad. Por mi parte incluiría lo folklórico también, con él se demostraría el carácter popular.

-Solo una parte de lo folklórico se pudiera emplear; lo real maravilloso carpenteriano, que a mi modo de ver constituye la otra buena porción del contenido de lo folklórico literario, o sea, lo mágico, lo barroco y los contextos, no definen en nuestra propuesta; en cambio, lo idiosincrático y la insularidad además de extenderse a ciertas manifestaciones simbólicas, permean otras muchas realizaciones.

– ¿Y lo popular?

-Lo analizaremos más adelante, ya al final; como argumento resultará mejor. Estos que propongo son más novedosos y adecuados para el internacionalismo. Ahí no admito réplicas -ahora soy yo quien da la orden-. Lee el último parrafito, donde opera el engarce, la juntura con el próximo capítulo. Léelo en voz alta.

En cualquier momento me empiezan a picar los ojos, señal de agotamiento. Con ella el tiempo es un absurdo, como si lo anulara.

Al decir de Raymond Williams, "lo que ha aprehendido lo dominante es de hecho la definición dominante de lo social". (30) Dos elementos socioculturales concatenados esencialmente, que saltan de lo social en primerísima instancia y hemos vinculado con el internacionalismo: lo histórico y lo ideológico. Se precisa entonces, a continuación, la socialización de la tradición selectiva, para concluir con una preemergencia centrada en el entrecruzamiento generacional.

(Agotada la especulación sobre el vínculo del internacionalismo con la cultura dominante de nuestra sociedad, los personajes se disponen a esclarecerse y escribir la relación con la cultura residual, por medio de dos elementos socioculturales, lo idiosincrático y lo insular; disquisición sobre la socialización de la tradición selectiva; en otras palabras, la descripción del vínculo del internacionalismo con los elementos tradicionales de los cuales se apropió la cultura de la Revolución Cubana en su proceso de configuración; siempre empleando los rasgos del discurso literario).

Notas del Capítulo 5.

(24). – Williams, Raymond: ob. cit. pp. 145-163.

(25).-Laclau, Ernesto: "La imposibilidad de la sociedad" en Sociología de la cultura, en dos tomos. Editorial Félix Varela, La Habana, 2006. T1. p. 164.

(26).-Verón, Eliseo: "Lo ideológico y la cientificidad" en Sociología de la cultura, en dos tomos. Editorial Félix Varela, La Habana, 2006. T1. pp. 180-186.

(27).-Vega Quintana; Laritza: "Sociología, cultura y literatura" en Sociología de la cultura, en dos tomos. Editorial Félix Varela, La Habana, 2006. T2. p. 209.

(28).-"Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plena; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia; desinterés; altruismo; solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo." He ahí el concepto de Revolución de Fidel Castro Ruz.

(29).-Bernal Valdés, Sergio: Lengua nacional e identidad cultural del cubano. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1998. p.15.

(30).- Williams, Raymond: ob. cit. p. 210.

Capítulo No. 6.

La facultad de unir el sentido a la pasión

Carmen me exige apoyo con la mirada, pero no la puedo ayudar. Cuántas veces no me he visto en esta situación. Ella solo expone cuanto ha escuchado de la gente por ahí, sin mayor análisis; o las ideas de su esposo. Raisa Milvia, en cambio, esgrime juicios extraídos de profundas meditaciones. A mi esposa se lo agradezco en el alma (por eso es mi esposa…, entre otras cosas, claro), pero no puedo compartir todos sus criterios. No puedo por justicia primero y por convicción después; y no siempre justicia y convicción andan de la mano: muchas, muchas veces la complejidad del asunto las contrapone. Por cierto, en este mundo complejo generalmente andan enfrentadas.

Ahora mismo mi esposa no puede entender que quienes fueron a jugársela a Etiopía, Angola, quienes cayeron en Bolivia, o en el Congo, sean iguales a los internacionalistas de hoy, que tienen tantos nombres… desde colaboradores hasta asistentes, cooperantes, asesores y sabe Dios cuántos más. "Y lo que van es a buscar pacotilla", remata Carmen…

En el fondo quiero a Carmen, pero a veces me saca de paso por las cosas que le oigo decir; últimamente tiene el contrarrevolucionario conectado, pues los precios están muy altos. Cuando la situación estaba dura de verdad, por allá por los 90, tiempo de apagones y balseros, lo mantenía conectado, era un repetidor catódico: cuanto oía en la calle lo repetía en la casa como si ella lo hubiera descubierto. Entonces, le explicaba cada detalle hasta convencerla. Después, cuando todo fue mejorando, me fue más fácil y ella fue menos incisiva. Pero a veces se le conecta el contrarrevolucionario y se le queda pegado el relay. En estas crisis de fuertes polémicas (antes le decían de definición, porque ya ni así le dicen a los tiempos), de lineamientos económicos, y cuentapropistas, y cooperativistas, y entrega de tierras, y desigualdades, y bandidos, y ladrones, y corruptos, y estafadores en los agros y en todos los lugares (porque estos últimos proliferan en las crisis y en las salidas de las crisis); en estos tiempos de unificación de las monedas y de precios "ambivalentes", a menudo se le está pegando el relay. Ya le he dicho que cuanto hace la Revolución hoy es para los hijos y los nietos y bisnietos: nosotros no vamos a ver nada de lo bueno al final del túnel, por eso hay que sacrificarse y defenderlo. Pero no se conforma, sigue haciéndole el juego a la gusanera: no aceptar las ideas de Raisa Milvia en las actuales circunstancias, es hacerle el juego a la gusanera.

Raisa Milvia está muy clara y en eso yo la apoyo con los ojos cerrados. Por poco la elogio cuando le dijo a Carmen: "Óigame, usted quiere que la gente asalte el Moncada o desembarque en el Granma ahora, en pleno 2013". No sé si Carmen se la llevó, pero Raisa Milvia volvió a arremeter: "Mire, Carmen, en Angola no hay guerra, ni en Bolivia guerrilla, ni en el Congo. La gente no puede cumplir ese tipo de misión militar porque no existe esa posibilidad, son otros los tiempos. Hoy meterse en las selvas y en los más recónditos lugares a construir, alfabetizar, salvar vidas en una catástrofe, es su Angola, su Etiopía, su Sierra Maestra. Y para mí tiene el mismo valor, el mismo peso moral…"

Los gusanos dicen que van a buscar pacotilla, y que Cuba está viviendo de eso; falsean la importancia y credibilidad de las misiones. Incluso, el cumplimiento de esas misiones estremece el bloqueo, y no hay lucha más legítima para salvar al homo sapiens contemporáneo.

Pero Raisa Milvia no se quedó ahí; ante una réplica de Carmen, le dijo: "Si usted quiere haga una prueba simple; pregúntele a los combatientes de Angola si ahora están dispuestos a cumplir otra misión. Estoy segura que va a recibir la misma disposición para partir cuanto antes. Y se comportarán igual a los jóvenes de ahora. De hecho, eso ha sucedido y está sucediendo: combatientes de misiones militares cumplen actualmente misiones civiles. Pero pregúntele a los jóvenes de hoy si lo hubieran hecho en aquellas guerras…" Si los de hoy tienen la posibilidad de adquirir determinados medios y mercancías con el sudor de su trabajo y sacrificio… Suerte para ellos… Por eso metí la cuchareta: "Carmen, si ahora yo fuera a cumplir mi tercera misión, hiciera lo mismo con orgullo y dignidad. Y si no lo hiciera, tú fueras la primera en criticarme".

Claro, están los verdaderos internacionalistas, pero también hay traidores y desertores, como en toda empresa. ¿Acaso no los hubo en la gesta boliviana, o en la Sierra Maestra? En aquellas guerras hubo menos porque eran pequeños destacamentos comparados con toda una nación. De todo puede haber, pero eso no desvirtúa el gesto de los cabales.

Estas polémicas siempre han estado latentes en cualquier revolución profunda. En los 60 del pasado siglo la comparación surgió entre mambises y rebeldes. Pero se resolvió muy fácil; para siempre se resolvió: "Ellos hubieran sido como nosotros y nosotros, entonces, hubiéramos sido como ellos", había sentenciado Fidel.

La idiosincrasia se percibe en el carácter y temperamento de los cubanos. Ella exterioriza la valentía, el humor, la sensualidad, la sensibilidad, dignidad, autoestima, apasionamiento y desenfado; y con palabras de Marinello, la espontaneidad, el ímpetu, la elocuencia, la sabia frescura que viene de nuestros campos, de nuestros mares y nuestra gente. Pero fue José Martí hace ya más de un siglo, en su artículo "Vindicación de Cuba" de 1889, quien mejor testificó el carácter y temperamento del cubano. (31) Ningún otro, ni antes ni después, caló tan profundamente nuestra naturaleza: "Parece que hay en la mente cubana una dichosa facultad de unir el sentido a la pasión, y la moderación a la exuberancia". Ante esta definición resulta frágil aquello de que los cubanos o no llegan o se pasan. -Nunca antes hemos sido los cubanos más dignos de esa idea martiana, aún con los errores cometidos.

"Vindicación de Cuba" refutó las calumnias publicadas por el periódico de Filadelfia The Manufacturer, que calificaba a los cubanos como pueblo "afeminado", "perezoso", "deficiente en moral", con "aversión a todo esfuerzo" y que "no se sabe valer".

Martí en 1889 era parte de la diáspora cubana, vivía "en el monstruo", lo había observado y sufrido. La experiencia acumulada, el análisis de la historia de Cuba y de América toda, de las pretensiones estadounidenses -que en noviembre desenmascara en el "Congreso internacional de Washington" y en 1891 en "La conferencia monetaria de las Repúblicas de América" -, lo habían convertido acaso en el latinoamericano mejor informado y más visionario de la época. Su prestigio intelectual y político le propicia en 1890 el nombramiento sucesivo como cónsul de Argentina, Paraguay y Uruguay. ¿Quién si no él, podía conocer mejor al cubano y proyectarlo hacia el futuro?

En "Vindicación…" argumenta una lectura de la nacionalidad cubana tan vigente, que hoy lo sitúa en sincronía con la nueva ley migratoria. "Esos "perezosos" que "no se saben valer", llegaron aquí hace veinte años con las manos vacías, salvo pocas excepciones; lucharon contra el clima; dominaron la lengua extranjera; vivieron de su trabajo honrado, algunos en holgura, unos cuantos ricos, rara vez en la miseria (…) Un puñado de trabajadores cubanos levantó a Cayo Hueso. Los cubanos se han señalado en Panamá por su mérito como artesanos en los oficios más nobles como empleados, médicos y contratistas". Y continúa enumerando actividades, empleos y espacios ocupados por los cubanos en el continente. Luego, caracteriza a la cubana, sus labores y esfuerzos; cómo "marchitó su cuerpo en el trabajo"; "la "señora" se puso a trabajar; la dueña de esclavos se convirtió en esclava; se sentó detrás de un mostrador; cantó en las iglesias; ribeteó ojales por cientos; cosió a jornal; rizó plumas de sombrerería, dio su corazón al deber". Y más adelante, otra verdad de entonces y de ahora: "los conocimientos políticos del cubano común se comparan sin desventaja con los del ciudadano común de los Estados Unidos". En verdad, la similitud hoy resulta conservadora: la idiosincrasia, como ya anotamos, dada su perfectibilidad, se ha transformado bajo el influjo directo de la educación e instrucción; argumento apodíctico de la Revolución.

Otros dos aspectos, esenciales para el presente texto, saltan a la vista en "Vindicación…" Desde el mismo segundo párrafo del artículo, en más de treinta líneas, deja clara la segmentación de la diáspora: la remite a los espacios de la nación y la nacionalidad. Ambas permeadas por un nexo medular en este caso: lo cubano y lo anticubano, los que ansían la libertad e independencia y los que anhelan la anexión a Estados Unidos. Véase, no se mencionan a quienes emigran a otros países, porque la contradicción fundamental sigue siendo la misma, independientemente de los matices. La antinomia no se establece entre los cubanos de adentro y los de afuera: en los dos espacios geográficos se plantea la misma antinomia; sigue operando entre los cubanos honestos, nacionalistas, revolucionarios y los cubanos anexionistas. Todo el artículo fundamenta nuestra propuesta identitaria.

Otro aspecto salta a la vista, el señalado como una de las grandes causas de la derrota de la Guerra de los Diez Años: "una confianza infantil en la ayuda cierta de los Estados Unidos". Ya en el tercer párrafo se lee: "Merecemos en la hora de nuestro infortunio, el respeto de los que no nos ayudaron cuando quisimos sacudirlo" (el yugo opresor). Los reproches por la actitud antisolidaria del vecino del norte aparecen al inicio y al final del artículo. Luego en el "Congreso internacional de Washington" Martí, más incisivo, toca el fondo del problema: destaca la prosapia de la antisolidaridad estadounidense:

"De raíz hay que ver a los pueblos, que llevan sus raíces donde no se las ve, para no tener a maravilla estas mudanzas en apariencia súbitas, y esta cohabitación de las virtudes eminentes y las dotes rapaces. No fue nunca la de Norteamérica, ni aún en los descuidos generosos de la juventud, aquella libertad humana y comunicativa que echa a los pueblos, por sobre montes de nieve, a redimir un pueblo hermano, o lo induce a morir en haces, sonriendo bajo la cuchilla, hasta que la especie se pueda guiar por los caminos de la redención con la luz de la hecatombe. Del holandés mercader, del alemán egoísta, y del inglés dominador se amasó con la levadura del ayuntamiento señorial, el pueblo que no vio crimen en dejar a una masa de hombres, so pretexto de la ignorancia en que la mantenían, bajo la esclavitud de los que se resistían a ser esclavos". (32)

Ningún análisis definitorio de identidades puede prescindir de esta esencia martiana, que obliga a buscar en las causas, en la "raíz" de los pueblos, método empleado en el presente empeño.

En fin, Martí fundamenta lo idiosincrático, establece la división político ideológica al interior de la nación y de la nacionalidad, y expone el origen y naturaleza de la antisolidaridad norteamericana. Tres aspectos meridianos para la relectura del internacionalismo contemporáneo…

-Contrasta esa antisolidaridad norteamericana con la historia de Cuba -interrumpe Raisa Milvia la lectura en voz alta-. Y eso que también es una nación de emigrados. Como escribiste en otro texto, cubanos y cubanas le prestaron ayuda solidaria a Washington aún antes de la formación de la nación y, más recientemente, Cuba estuvo dispuesta a socorrer a ese pueblo con decenas de médicos cuando el Katrina. Claro, no se puede olvidar tampoco la reciprocidad del desaparecido Lucius Walker y sus seguidores religiosos, rompiendo el bloqueo. Si he entendido toda tu explicación, es la antinación norteamericana la solidaria con nosotros.

Busca en mí la aprobación de su juicio, pero yo la dejo concluir con sus ideas, mientras espero que continúe la lectura sobre lo idiosincrático:

-Habla de cubanos y cubanas, describe la labor de las cubanas: es feminista -sonríe y me impacienta.

-Revolucionario -le rectifico-; todo revolucionario cabal, en el más elevado sentido de la palabra, que es de lo que se trata aquí, integra hoy el feminismo a sus concepciones; continuidad de la apuesta de Epicuro de Samos…

Si hurgáramos un poco en el pensamiento martiano, se pudiera escribir un grueso tomo sobre la inclusividad. En cualquiera de sus escritos aparece un juicio acertado sobre el indígena, la mujer, el negro, el niño, el más débil, el excluido de siempre. Ellos se pronunciaron por mediación de su verbo: él les otorgó el mayor espacio en su obra. Las mujeres mambisas, cuya estirpe anida en Raisa Milvia, se ganaron su respeto.

Así se lo hago saber, pero además, le recuerdo no solo a Lucius Walker y sus seguidores en tanto ciudadanos de la antinación norteamericana, sino todos los norteamericanos que lucharon por la independencia y libertad de Cuba.

-Pero lee, lee: también recojo lo del Katrina -la incito "despreocupado".

Le gusta cuando hablo de su estirpe mambisa, luego es modesta y continúa la lectura.

…El internacionalismo cubano transpira esa idiosincrasia y vehicula, además, las diferencias entre los pueblos. "…nuestros mestizos y nuestros jóvenes de ciudad son generalmente de cuerpo delicado, locuaces y corteses, ocultando bajo el guante que pule el verso, la mano que derriba al enemigo"; "…hombres nuestros que saben, de un golpe de machete, echar a volar una cabeza". Así lo hizo el internacionalismo con armas más sofisticadas en las selvas del Congo, en Angola, Etiopía, Guinea, Nicaragua, Bolivia.

Hoy ese mismo internacionalismo ostenta su idiosincrasia en otros muchos campos, como la medicina, la construcción, la educación, el deporte, la ciencia. Ahí está la asistencia a los niños de Chernóbil; una sensibilidad inusual en medio de "la hecatombe".

La hecatombe porque desaparecían la URSS y el campo socialista, caía en pedazos el muro de Berlín, se desdibujaba aceleradamente el marxismo y Cuba emprendía el tramo más difícil del período especial. El asedio imperialista, el apogeo de las necesidades al interior del país; el hambre estrangulando; las divisas más costosas, logradas a lo largo de treinta años, se desvalorizaban.

Pero aún así, el 29 de marzo de 1990, Fidel recibe el primer grupo de niños ucranianos, víctimas del más grande accidente atómico conocido por la humanidad (un escape de uranio movido por el átomo), la catástrofe nuclear de Chernóbil. 136 niños con enfermedades onco-hematológicas graves. Los pioneros cubanos ponen su campamento de Tarará, al este de la capital, a disposición de los niños enfermos de Chernóbil. Se inicia con encomiable amor el programa de atención médica y rehabilitación. Un "canto a la esperanza", como lo calificara años después el doctor Julio Medina, quien llegó a ser director del hospital que allí se creó, y coordinador del programa.

Medicamentos costosos e importados, equipamiento necesario e importado también, técnicas quirúrgicas modernas. El personal cubano, sobre la marcha, aprende aceleradamente, Varios hospitales y centros de investigación de la capital colaboran en el empeño. Cientos, miles de médicos, especialistas, investigadores, enfermeros y enfermeras, personal médico en general, dejan su impronta en el programa. Cuando el período especial toca fondo, Cuba mantiene la atención a los niños enfermos. Una atención gratuita: medicamentos, servicios de salud, alimentación, transportación y demás aseguramientos. Cuba comparte lo poco que le va quedando.

Las historias que guarda Tarará son conmovedoras, hasta de niños desechados por médicos en las capitales de sus países, pues sus padecimientos eran irreversibles.

Menos de dos años restan para cumplir el cuarto de siglo de un programa que ha devuelto a la vida a miles de niños y adultos de Ucrania, Rusia y Belarús principalmente.

"Tarará llegó a contar con 3000 pacientes y acompañantes; y en la actualidad se reciben entre 700 y 800 cada año". (33)

También se recuerda el ofrecimiento de ayuda al pueblo de Estados Unidos, en septiembre del 2005, durante la tragedia en Louisiana, por la devastación provocada por el huracán Katrina, y cómo se creó el contingente internacionalista "Henry Reeve" (para brindar ayuda a los países que fueran azotados por desastres naturales), tras varios días de prolongado silencio, en espera de que las autoridades norteamericanas decidieran si recibirían o no la ayuda que Cuba le brindaba al pueblo sufriente, cuyos cadáveres flotaban en las aguas estancadas o abandonados en las calles y aceras de la ciudad. El gobierno de Estados Unidos, con silencio prepotente, se negó a recibir la ayuda ofrecida por Cuba desinteresadamente. Era demasiada afrenta a su arrogancia milenaria; y prefirió la muerte de los excluidos al "ultraje" a su falsa capacidad de actuar en tales situaciones de desastres.

Poco después de formado el destacamento, sucediéronse otras dos catástrofes, una en Centroamérica, con las lluvias torrenciales dejadas por el azote del huracán Stan, principalmente en Guatemala, y el devastador sismo registrado en Paquistán, con un estimado de alrededor de 50000 muertos y más de 60000 heridos. Cuatro brigadas del "Henry Reeve" con 400 médicos partieron hacia Guatemala y 100 médicos, hacia Paquistán, a miles de kilómetros de la patria, en contraste doloroso con la escuálida ayuda que enviaron otros países: varios millones de dólares, algunos medios y equipos.

En esta oportunidad Fidel sentenció: "Ningún país tiene la historia de Cuba". Y recordó las donaciones de sangre para el Perú, Chile, cuando ocurrieron allí los terremotos, y otras muchas acciones internacionalistas del pueblo cubano.

Un año después de aquel terremoto llegaban al aeropuerto de Solo, en la isla Java, Indonesia, 135 profesionales de la salud, entre ellos personal hospitalario y médicos especialistas (quienes en su mayoría acumulaban la experiencia de Paquistán), para asistir a las miles de víctimas de otro devastador terremoto.

Solo una sensibilidad anclada en raíces muy profundas, de un origen y una sedimentación particular y auténticamente humanista, convertida en estilo de conducta cotidiana y en segmento de idiosincrasia nacional, puede navegar en semejantes hecatombes.

Porta, pues, el internacionalismo cubano, esa sensibilidad que contiene la idiosincrasia secularizada por la instrucción, la educación y la historia misma en el más extenso sentido de la palabra, lo cual remite no solo a lo ideológico revolucionario, al comprometimiento ético y moral, sino también a la insularidad en ese amplio marco. Veámoslo a continuación.

– ¿Sabes una cosa? -ya viene el estacazo: en cómico gesto se disculpa por lo que va a decir-, me preocupa la autolimitación de las ilustraciones: todos los ejemplos pertenecen a la medicina, como si los únicos cubanos que cumplieran misiones fueran los militares y los médicos.

-Enfatizo el humanismo real, las profesiones imprescindibles para este caso: los médicos salvan miles de vidas; los militares también y además, van dispuestos a ofrecer las suyas… Pero tienes toda la razón, no es justo -ya lo digo, actúa como mi balanza, mantiene mi equilibrio-; vamos a tratar de emplear otros ejemplos, aunque tampoco pretendo desplegar un muestrario de acciones desplegadas por Cuba…

Quien necesite una información más amplia (pues siempre faltará algo), que vaya al museo: allí está casi toda la información, quizá la documentación más compacta que existe en el planeta sobre el tema. Sería una tarea pantagruélica aquilatar en un libro toda la información allí aquilatada, archivos, soportes magnéticos, pabellones, salas y salones.

-No digo que incluyas todo aquí…

-Te entiendo, te entiendo. Tienes razón. Pero nuestro interés no va más allá de una relectura del internacionalismo a la luz de la identidad nacional. No debemos extendernos demasiado; pretendemos un pequeño libro.

-Vaya con la cantaleta.

-Cuando uno se pone viejo, repite mucho las cosas por temor a que se olviden, o no se hagan como uno quiere.

-Viejo por conveniencia -me mira traviesa, tal vez aludiendo a otras cosas…

No somos anglosajones. A veces es preciso relajarse para liberar tensiones.

-Vamos, vamos…, vamos para la insularidad.

(Agotada la referencia de la idiosincrasia, con una de las más sólidas argumentaciones que demuestran la cubanía del internacionalismo, hurgando en la raíz, en el origen del pueblo, se apresuran a descalzar otra de sus más absorbentes dimensiones: la insularidad, "el capricho" de la insularidad contemporánea. Con lo cual quedaría dicha realización certificada por la aprehensión de la tradición selectiva).

Notas. Capítulo No. 6.

(31).- Martí, José: Antología mínima. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana. Primera Edición en dos tomos, 1972. T1. pp. 63-68.

(32).- Ibídem. p. 216. El subrayado es nuestro.

(33).-Concepción Pérez, Elson: "Canto a la esperanza". Periódico Granma, 29 de mayo del 2007. p. 5.

Capítulo No. 7.

Habrá entonces otro discurso

"Casi todas las utopías -anota Fernando Aínsa en su geopoética- han sido imaginadas en islas, en todo caso en lugares siempre aislados". (34) Luego el internacionalismo, por la semántica del vocablo, debiera hacer añicos la referencialidad simbólica de la insularidad: la sola mención del término desplaza cualquier aislamiento, cualquier incomunicación entre los humanos. Sin embargo, lejos de desvalorizarlo, el internacionalismo se nutre de la referencia identitaria que ofrece lo insular en el caso de Cuba. Aludimos a cierto espíritu insular, "cierta voluntad de insularidad" característica de nuestra nación; más aún con la connotación que alcanza hoy, cuando otros muchos han seguido el derrotero graficado por Cuba en el continente.

Casi no hay país cuyo discurso (literario) escape a la amplia referencialidad de lo insular, a la diversidad de sentidos que refiere lo insular. El uruguayo Fernando Aínsa en su libro Espacio del imaginario latinoamericano (2002) mapea cada uno de estos sentidos: espacio cerrado que invita a la exhaustividad; promueve la sensación de pertenencia; como símbolo y universo concentrado, de carácter secreto; como expresión de condición esencialmente femenina de connotaciones espirituales y esotéricas; como espacio rocoso definido por acantilados y por "una cintura de plegarias"; lugar donde se obtiene y se logra la felicidad, como paraíso. "Islas del ensueño y de la memoria que condensan los arquetipos de la felicidad, islas opresivas y carcelarias, "isla-tema", verdadero hilo conductor del botín artístico, literario y pictórico acumulado por la cartografía imaginaria y real en que se representa la constante del espacio isleño". (35)

Pero la ubicación del archipiélago cubano en el mero centro de las Américas, condiciona primero la insularidad real y después, la imaginaria. Por aquí entró Colón al paraíso americano y tras él, toda la ontogenia de la cubanía. Por ello aquí se evidencian con encomiable calidez casi todos, si no todos, los sentidos de lo insular. Así, por ejemplo, el discurso literario opera penetrado por ese espíritu insular. Si bien Lezama lo revela en Paradiso (1963) cuando, al decir de Aínsa, José Cemí disfruta del paraíso de su hogar en medio de una dictadura que oprime y depreda el contexto general, acentuando esa condición paradisíaca, no es menos cierto que Carpentier y otros autores revelan de manera particular esa insularidad, cuando los personajes de sus textos se mueven continuamente en las Antillas o a través de mares y océanos, recordando el ir y venir en puertos de islas; el mar intranquilo de las costas e, incluso, avatares de corsarios y piratas. (O más recientemente, la plástica de Kcho, cuya insularidad remite a la emigración y al desarraigo cubanos en una época de transterritorialidad, como anota Jorge Fornet.)

Otro referente, sin embargo, se entronca en el internacionalismo y remarca su cubanía; referente inducido por el conocimiento del origen y la historia del pueblo cubano; desde los influjos que llegaron al archipiélago y configuraron el mosaico étnico de la cubanía, con sus transculturaciones (de adonde nos viene parte del desprendimiento), hasta las realizaciones (permanentes) de honrosas misiones internacionalistas. Lo insular, entonces, en la Cuba contemporánea, sugiere un sentido de pertenencia, de soberanía e independencia, de modelo de justicia social único -ya no tan a(isla)do en el continente-, en tanto se mantiene el bloqueo más largo de la historia, redundantes en patriotismo. De ahí también el proverbial "Isla de la Libertad". Es decir, lo insular se condensa como patriotismo. Un patriotismo complejo, caprichosamente relacionado con el mar. Y complejo porque, por múltiples razones, antes de 1959 quienes se iban de Cuba, generalmente retornaban para la conquista de la patria; después de 1959 quienes se van, ya no son tan patriotas. La Isla, pues, operó antes del triunfo revolucionario como la patria que se debía conquistar, lo cual se confabula con el "exterior como nuestra patria", o el "espacio refugio", señalado por Fernando Aínsa en su geopoética, "abierta a un pluralismo teórico y conceptual". (36) Después de esa fecha, para la aplastante mayoría de los cubanos, la patria es la Isla asediada, esotérica, o el paraíso conquistado.

Todo ello sustenta el nexo insularidad–patriotismo.

Los antecedentes de dicho nexo se remontan a la conquista. En ese sentido lo primero que llegó por el mar fue el gesto de resistencia de Hatuey y tras él, la conquista y la colonización con su secuela de sangre y raíz. Del mar llegaron españoles, negros esclavos, franceses, mexicanos, árabes, chinos e italianos. Se aquilató la resistencia de sus culturas. Corsarios y piratas navegaron en nuestras aguas y utilizaron nuestras costas como moradas o refugios. Pepe Antonio demostró la resistencia aquilatada. Pero el patriotismo entonces comenzaba a pegarse a la Isla. Nacido de ese sentido de pertenencia (nacido aquí), llegaba por continuas oleadas aún antes de 1868. Por el mar llegó la bandera de la estrella solitaria, atracó en Cárdenas y después, parafraseando a Martí, limpia de todo compromiso con la sangre y el sudor de millones de cubanos, abrazó la nación y enraizó con firmeza. Por el mar llegaron los culíes chinos para también enraizarse y engrosar las filas del Ejército Libertador.

Cientos, miles de cubanos (nacidos aquí) retornaron a través del mar en numerosas expediciones, para luchar por la independencia y soberanía del pueblo cubano. Tres figuras, epítomes de la historia, avalan dicha afirmación: Maceo desembarcó en Duaba, Martí lo hace en Playitas y Fidel, en Las Coloradas. Los tres nacieron aquí (la patria no les pertenecía entonces, no tenían patria; moraban en el espacio exterior, en el "espacio refugio") y vinieron del mar, a conquistar "el reducto del hogar" sagrado y hollado.

En el prólogo a Expediciones navales en la Guerra de los Diez años 1868-1878 (2000), de Milagros Gálvez Aguilera, el Historiador de La Habana, Dr. Eusebio Leal Spengler, escribe: "Al leer estas páginas, colmadas de emoción y de peripecias inimaginables, podemos comprender la verdad y el significado de la insularidad en nuestra historia. No es posible escribirla, ni interpretarla sin el mar".

Luego al nexo insularidad-patriotismo Martí le aporta la dimensión que ya la historia de este pueblo exigía por su origen y praxis: "Patria es humanidad". Martí conceptualiza, reconfigura, ajusta el patriotismo con la dimensión internacionalista. El gesto de cooperación primitiva, y de admiración, de Hatuey, evolucionó con la figura de Máximo Gómez Báez; se reconfiguró con Martí, y alcanzó una envergadura hasta entonces desconocida, al organizar a un pueblo y lanzarlo a la guerra para el equilibrio del mundo. He ahí la raíz de la nacionalidad consolidada y de la actual nación. Otros continúan la senda echada; acaso Mella sea el más distinguido después, en el tiempo histórico que le tocó vivir. Pero el salto contemporáneo lo aporta la Generación del Centenario. Se purificó el internacionalismo con Ernesto Che Guevara, paradigma universal, pero adquiere su más elevada expresión conceptual y práctica con la figura de Fidel Castro Ruz.

Todo cuanto se ha escrito y difundido sobre el internacionalismo del pueblo cubano en diversas latitudes, incluso la epopeya en África y al interior del país, y que solo revela una magra parte de dos siglos de acciones gloriosas, viene a corroborar este elemento sociocultural contenido en el nexo insularidad–patriotismo, filamento del "rizoma" identitario.

En fin, lo que en otras latitudes solo alcanza el imaginario estético y literario, en Cuba salta a la brillantez incomparable de las realizaciones humanas, y engarza al internacionalismo.

-Cuando te refieres al interior del país, ¿a qué aludes? -apenas puede reprocharme algo y se aferra a un resquicio casi inasible.

-Ahí no hay alusión alguna; el lector debe aportar el humanismo, el altruismo y la solidaridad entre nosotros los cubanos, la hipersociabilidad del homo sapiens cubano en la comunidad…

Sé por qué lo pregunta: ella sí alude…Le recuerdo el período especial, arrancando numerosos valores. Se impuso hasta "Lo mío primero" en jabitas de nylon, frase odiosa; la moda del "Tú no eres familia mía". Egoísmos bien distantes de lo cubano. Hasta por la radio y la televisión, sin explicación alguna, trocaron una fórmula martiana por un principio revolucionario, (38) haciéndole el juego a la "apertura" y la "tolerancia". (Por cierto, muchas de estas modas aún se siguen utilizando.) Luchar no solo significó (ya no tanto) robar, sino obtener un beneficio personal al precio de lo inconmensurable, trasnochado marcó en determinado círculo de intelectuales, al revolucionario o a quien trataba de serlo. Comprensión, tolerancia, apertura, cambio, inserción en la arena internacional, protagonizaron el discurso en boga, el juego global de la derecha arropado con un vocabulario neoliberal. Por encima de eso se impuso la madera cubana…

Le recuerdo los ciclones, las sequías, el pueblo siempre derrochando altruismo, aquí, en Pinar del Río, por allá, por Oriente, en toda la Isla siempre prevaleció la ayuda al prójimo; gente evacuada en casas de vecinos y familiares. Aquel lenguaje fue más una moda de unos pocos, que una conducta generalizada. Y ahora, en este período actual, conviven el individualismo de unos pocos y el rescate de los valores de la mayoría, pues si bien pululan cientos de delincuentes, corruptos, burócratas, ladrones y acaparadores, al mismo tiempo, son casi anulados por millones de internacionalistas. Ahí está el ciclón del año pasado, el Sandy. Asoló Santiago, Guantánamo y Holguín ¿Cuántas brigadas de otras provincias no se movilizaron y acudieron al auxilio de los orientales? Eso no sucede en la mayoría de los países.

Sin duda, los valores no se han perdido. Ellos están ahí, en la mayoría, como la solidaridad, aunque muchos sí han renunciado a ellos. Período en el que el internacionalismo convive con la desvalorización de muchos, resiste al deterioro ético y moral, constituye el reducto firme que va ganando espacio…

Me detengo, todo se lo dije, creo, con demasiada rabia; pero ella no se inmuta:

-Lo mejor de ustedes, los "ortodoxos a raja tabla" es ese optimismo ciego a veces. Hay cientos de cubanos que merecen lo peor.

-Está bien, pero somos millones; siempre los hay en todos los lugares, personajillos egoístas… Lo cierto es que no existen elementos para negar el altruismo y el sentido humano prevalecientes entre los cubanos a través de la historia, incluso en los 90.

-Nadie te obliga a ser tan rotundo. Hablas como si tuvieras toda la verdad y no es tan así como lo planteas -ahora es ella quien comienza a alterarse: habla más bajito, con la voz reprimida, y más rápido, para evitar el olvido de alguna verdad ineludible-. Todavía, y ya este siglo tiene más de una década, hay una pila de gente pregonando por ahí la frasecita de "tú no eres familia mía". Pero el gran problema no es el grupo de gente haciendo barbaridades, perdidos en educación, faltándole el respeto a todo el mundo, negociando sucio; como dicen ahora, "raspando" o robando, y creyendo que se lo merecen todo. Ese no es el gran problema. El problema serio aparece cuando te pones a pensar que toda una generación, y parte de la otra, nació y se crió en ese contexto desvalorizado, de "sálvese quien pueda a dentelladas"; y buena parte de los jovencitos y jovencitas se adaptaron también a ese "sálvese quien pueda a dentelladas".

-Estás ocurrente hoy -sonrío mientras organizo un poco el reguero de la mesa; recojo algunas cuartillas con diversas anotaciones, varios libros, diccionarios. El asunto del período especial lo hemos discutido tantas veces…

Tiene razón, por supuesto, para resolver esa situación urge transformar el entorno, "cambiar todo lo que debe ser cambiado", desde las estructuras hasta la mentalidad, sin tocar la esencia… ¿Y cómo saber si se está actuando bien o mal, si en el mundo nadie ha construido el socialismo y cuanto se haga será sobre las movedizas arenas de la experimentación?… Pero no se lo digo, porque me alertará sobre el peligro de que eso se convierta también en consigna.

– ¿Ocurrente? ¿Acaso piensas…?

-No, chica, me río porque al "sálvese quien pueda" de los 90 le colgaste un "a dentelladas" perfecto.

-Un pleonasmo para enfatizar.

-Sí, el "sálvese quien pueda" siempre es "a dentelladas".

-Ahora que hablas de los 90, ¿sabes?: me dejaste preocupada por las tipologías y tu indiferencia con el libro-fomento. Lo relacionaste con los textos zafados…; no recuerdo bien.

-Ya veo, a veces estoy hablando y tú andas buscando la forma de presionarme. Pierdes lo mejor de las razones sobre mis inquietudes. Hablo a veces demasiado, pero porque repito las cosas y nadie entiende; se hacen los locos, ¿o el loco soy yo?

-Te entendí cuando me lo explicaste -trata ahora de escurrirse; Raisa Milvia sabe manejar casi a la perfección las discusiones conmigo: si se siente perdida, se transforma en una sofista de la Grecia antigua; pero como conozco su estirpe mambisa, que no cede, he aprendido a enfrentarla-. ¿Esperas el consenso, la aceptación de libro-fomento? Además, aquel texto ni se acerca a esa clasificación tuya…Genette escribió toda una teoría para generalizar la transtextualidad y con todo y eso, Glowinski lo rectificó y lo dejó todo en meta/archi/intertextualidad. Cuidado no te veas obligado a escribir otro Palimpsesto para que te acepten la propuesta.

-La sola curiosidad por conocer la esencia de un texto-fomento ya le granjea un beneficio adicional a la idea de creación del museo del internacionalismo.

-Oye, oye, en este partimos de un tiempo posterior a la creación del museo… Ya lo visitamos, tiene su programa…

-Sí, su espacio reside en mí, como tú… Pero ni Genette ni Glowinski tenían el museo del mundo en la cabeza. Sería demasiada coincidencia… Mira, tú conoces la diversidad tipológica que ostenta el discurso literario de la Revolución Cubana, desde la narrativa de la violencia, sin olvidar ni la de campaña, hasta los textos aporísticos y narcisistas de los 90, descritos por Abreu Arcia en Los juegos de la escritura…(39) Ya recordaste el transtexto, que se desdobla en varios tipos, si bien Genette los acuña como relaciones; sin hablar de los géneros tradicionales, la poesía, el cuento, la biografía, la novela, el ensayo, el testimonio, la río, los relatos de la tierra, la crónica…

-Pero lo estás mezclando todo.

-A propósito, por supuesto: por ahí para atrás se llega hasta la lírica y la épica…

Claro, retomo ahora la idea carpenteriana de la necesidad de "nombrar las cosas" y no solo en el nuevo mundo. No es que cada generación ni promoción trate caprichosamente de imponer su supremacía sobre la vieja, o trate de marcar su espacio, como los perros cuando mean en el tronco de los árboles: la necesidad obliga. Un texto aporístico no supera al de la violencia; cada uno nos está refiriendo un tiempo histórico, una nación, una noción. Lo sabe Raisa Milvia. Semiótica pura, y Bajtín, y Eco, y Fabri, y Morin, y Barbero, y Wolf, y Ramonet. El texto desborda la literariedad y por lo mismo, agota con su temporalidad toda clasificación. ¿Entenderá ella mi indiferencia ante la aceptación y el consenso?…

Para mí, los textos zafados de los 90 son solo textos sobreactuados, en tanto gestualidad del teatro para las más lejanas lunetas. Caricaturas grotescas de la cordura. Esa Veneno limpiando con la lengua sus propias heces en el pene sacado de su propio orificio, en Fiesta en casa del Magíster, de Pedro de Jesús; ese ocaso del sujeto homo transfigurado en su propia madre, para ser poseído por el negro Emiliano, en La carne de los insectos, de Ray Faxas. ¿Cuál es la intencionalidad de esos textos zafados de toda pretensión estética o literaria, según Garrandés? (40) ¿La fama, el dinero, el mercado, la necesidad de impactar para ser editado? ¿Pensarán que son los "descubridores" de latitudes tan subterráneas, porque si no lo piensan, no operan tan zafados?… También estas son manifestaciones de las crisis, saturación de la obscenidad o "la influencia de Charles Bukowski y sus epígonos", (41) como anota Ambrosio Fornet. Lo sucio, lo escatológico, lo obsceno, el sálvese quien pueda, lo desequilibrado, no dejan de ser, como en toda crisis, reciclajes generalmente infaustos. (42)

¿Pretenden una manera de derrumbar los muros de la homofobia con semejante discurso? Eso es "más de lo mismo", el mismo discurso de hace cien años. Y la otredad dolida exige un discurso incluyente, socializador de sus esencias, donde lo homoerótico no se articule con la marginalidad ni con la aberración, donde no se homologue a lo bajo, al sucio espacio al que lo han condenado siempre. La sociedad cubana es mucho más rica que tales reciclajes. Textos como Taxi driver, de Marilyn Bobes, o La fuerza del parecido, vehiculan propuesta socializables, secularizan la homosexualidad de toda la indumentaria aberrante colgada por los siglos, es cuanto necesita la otredad dolida.

Raisa Milvia se me queda mirando cuando termino mi disertación, dubitativa:

-Pero cada cual escribe lo que quiere, con sus experiencias e inquietudes -me monto ahora en sus réplicas; son tantas las cosas que me vienen a la mente…-. Tú quieres ahora un Gargantúa y Pantagruel.

-Para escribir cualquier cosa y estar en la moda, mejor me dedico a algo más beneficioso, o no lo publico, pues la literatura tiene un rol, una responsabilidad.

-El de la testificación, entre otros. Entiende tú mi inmediatez, mi irreverencia a lo felizmente aceptado.

-Prefiero El lobo, el bosque y el hombre nuevo, de pura esencia cubana. Hay una similitud loable entre el Rabeláis y el Senel Paz de esos textos, una irreverencia a sus respectivos cronotopos de la que debieras aprender. Muchos de los 90 me parecen forzados, no zafados; como se decía entonces, plásticos.

-Prefieres el código moderno, el humanismo centrado de la modernidad, el constructo moderno, el elitista.

-Te hablo del cubano. La referencia sigue siendo el internacionalismo cubano. Te libero ahora de tus preocupaciones por este, nuestro librito. Podríamos discutir de eso toda la tarde. Te aseguro, hay muchos seguidores de tu irreverencia desequilibrada, pero de la mía hay más. No sé cómo puedes disfrutar o beber de aguas tan subterráneas. Me asombras a veces.

-Debo estar actualizada ¿no?

-Mejor di: a la moda…Te decía que este cargadito lo considero no un texto-fomento, sino entero.

-Ahora sí, otra clasificación.

– ¿Cada cual no escribe lo que quiere, incluso por encima de lo elementalmente racional?… Es posible conceptualizar la identidad internacionalista de los cubanos en un texto lineal, de determinado género. Aquel otro lo escribí por primera vez hace ya más de una década, mientras éste recoge una sedimentación, una experiencia ilustradora de cierta avidez de experimentación, aunque sea reciclada.

-Cierta vejez, querrás decir.

-Vieja es tu bisabuela mambisa; y no te creas tan pepilla… Mis respetos para la figura, pero…

-Bueno, bueno, no empieces.

-Me pinchas y luego le coges miedo a los ojos del pescado.

-Para relajar, viejo.

-Vaya, caramba; dale con el viejo -sonríe, no sabe cómo salir-. Correcto…

Cuando un texto se funda desde la testificación o la fabulación, y se sublima en la defensa de una idea significativa, promueve todo un movimiento alrededor de ella, estás en presencia de una esencialidad-fomento, gestora de todas las demás particularidades, la literariedad, la búsqueda. La mayoría de los textos promueven, fomentan, alguna idea. Paradiso por ejemplo: el sabio falo de Farraluque, Fronesis y Lucía, Foción y el Pelirrojo, narcisos y apolíneos, humedades y masturbaciones ¿no promueven la idea de la emancipación sexual, dada la multiplicidad de la sexualidad? La sublimación de la sexualidad permeada de simbolismo y logocentrismo, opera como desacralización de su esencialidad. Lezama promueve, encumbra, invoca una gestualidad; solicita una aceptación.

-Paradiso viene también de la estirpe del Rabeláis promotor del humanismo y la solidaridad; pero son libros complejos y extensos. Cuanto propongo es mucho más sencillo, breve, fácil de leer, que apenas le robe tiempo al lector, un tipo de "cuaderno para la acción", un texto liso, aunque en él se involucren varios géneros: sin complejidades ni logocentrismo.

-Nada de neobarroquismo de moda.

-Eso me faltó señalar en el paratexto del otro, pues uno sigue pensando en "la igualdad de la mentalidad"; todo el mundo es bueno; la homogeneidad. En esa "ingenuidad" nos educamos. Mi propuesta es esencialmente ideológica, signada por la ideología revolucionaria y complementada por los demás aspectos formales…

Si fomentas la estolidez, la irracionalidad, la aberración y el desequilibrio, ya no se trata de una promoción. Esa constituye la principal divisa del texto-fomento. Ciertamente, en el neobarroco no predominan esas esencias, pero entre sus antecedentes opera aquel posmodernismo desequilibrado. Si bien el neobarroquismo contiene lo barroco, también articula toda la irracionalidad que descobijó aquel debate modernidad/posmodernidad; (43) de allí partió.

-Ni siquiera la aceptación del término.

-Raisa Milvia, vamos hacia el proyecto martiano por todas las vías posibles. Ojalá la humanidad tenga tiempo para llegar allá. Salvo algunos saltitos, no hemos hecho nada nuevo… Para quienes anuncian una autonomía por encima de los basculamientos de las estructuras sociales, un logos sobre el cadáver del cronotopo bajtiniano.

-Hasta la muerte la sociología, no puedes prescindir de ella.

-Hasta la muerte el marxismo, tú lo sabes…

Martí lo avala y no era marxista; dice:"No hay letras, que son expresión, hasta que no haya esencia que expresar en ellas. Ni habrá literatura hispanoamericana hasta que no haya Hispanoamérica". "La justicia primero y el arte después (…) ¡Todo al fuego, hasta el arte, para alimentar la hoguera!". Contextos de enunciación, aparte, por supuesto.

El internacionalismo constituye una de esas esencias que expresar en las letras… Otra literatura debutará cuando se logre el proyecto martiano, otro arte, protagonizados por el internacionalismo en tanto uno de los contrafuertes de ese proyecto. Las sorpresas de hoy no pasan de articularse en el simbolismo de una sociedad de tránsito por muy inusitadas que parezcan. Luego el internacionalismo sí es la medida exacta del proyecto martiano, precisamente cuando el mundo sea un museo. Solo entonces emergerá otro discurso…

(El más avanzado discurso de la contemporaneidad -para algunos, referencia de un futuro no lejano- no desborda la discursividad transitoria de nuestra temporalidad. Luego el internacionalismo, que sí desborda la integración continental que pretende el presente latinoamericano, primer escalón de encomiable ascenso, constituye una de las esencialidades del proyecto martiano, la conquista de toda la justicia. El internacionalismo opera como uno de los accesos hacia el equilibrio del mundo. Así lo siente el personaje principal. Y agotados los elementos de la cultura residual -lo folklórico, lo idiosincrático y la insularidad-, se apresta a la exposición del único elemento de la cultura emergente que considera necesario en la relectura del internacionalismo cubano).

Notas. Capítulo No. 7.

(34). -Aínsa, Fernando: ob. cit. p. 47.

(35).-Ibídem. p. 35.

(36).-Ibídem. pp. 20 – 23.

(37).-Véase en el prólogo de Expediciones navales en la Guerra de los Diez Años 1868-1878 de Milagros Gálvez Aguilera. Edición Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2000.

(38).-"Con todos y para el bien de todos" es el título del discurso pronunciado por José Martí en el Liceo Cubano de Tampa, en noviembre de 1891, durante su activo proselitismo. La crisis de valores provoca temor y perplejidad en los honestos, pero también oportunidad en los contrarios que se oponen al socialismo. Mientras estos últimos propagan el germen de la involución, los primeros ingenuamente, con esa frase martiana, socializan el discurso de la "tolerancia", de la "apertura" a múltiples referentes ajenos a nuestras esencias y a nuestros propósitos. Dicha frase se adopta como un principio y se emplea sin explicar la diferenciación que realiza Martí en dicho discurso, porque realmente fue un slogan. Cuando Martí lanza ese "Con todos y para el bien de todos", como fórmula del amor triunfante que debe ornar la estrella en la bandera nueva, no está esgrimiendo un principio, sino un medio para un fin. Es la convocatoria a todas las fuerzas posibles para emprender la "guerra necesaria". En ese discurso se define la utilidad del veterano de la guerra grande y del primogénito heroico, el derecho del negro y su amor por el negro, al campesino sin heredad y a la turba obrera, pero también (en gesto discriminatorio, de exclusión) al ladrón y al cómplice, a los lindoros, olimpos y alzacolas que perturban la unión, o "las bocamangas de galón de oro", que en Cuba, "ponen el vino del veneno en los labios de los hijos que se han olvidado de sus padres". Y por si alguno de estos últimos se suma a la empresa, alivia la perplejidad: "Eso mismo que hemos de combatir, eso mismo nos es necesario". Tal es la perentoriedad de las circunstancias, y su sagacidad política así lo advierte. -Mientras la fórmula (o slogan) se esgrime para un fin inmediato, el principio opera como lineamiento o guía para la acción.

(39).-Abreu Arcia, Alberto: ob. cit. pp. 400 – 404.

(40).-Garrandés, Alberto: La lengua impregnada. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2011. pp. 121 – 123.

(41).-Fornet, Ambrosio: El otro y sus signos. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008. pp.244 – 245.

(42).-Por cierto, los signos literarios de los 90 advertidos por Leonardo Padura y señalados por Ambrosio Fornet en la nota 7 de El otro y sus signos, página 283, son las mismas características de casi todas las crisis: "…el pesimismo, el desencanto, la agonía, la marginalidad, la cerrazón y la suciedad". Acaso la mejor caracterización del discurso de los 90 la escribe el propio Fornet en ese libro.

(43).-En Sedición en la pasarela. Cómo narra el cine posmoderno, Rufo Caballero anotó: "Los crédulos que se creen incrédulos impugnan la posmodernidad por no ofrecer demasiadas respuestas. Terrible error. El cometido de la posmodernidad no era resolver nada, sino someterlo todo a revisión, a replanteo, a un desnudo público colosal. Su sentido y su altivez histórica estuvieron, están, en la desmesura de un inmenso interrogante a los tiempos. Eso todo es cuanto hay que agradecerle, y no es poco". (Editorial Arte y Literatura, 2001. p. 179.) Las polémicas, generalmente, amortiguan los deslices. Esa afirmación de Rufo Caballero, por ejemplo, anula el carácter espontáneo de la razón posmoderna, la dota de la premeditación que suele acompañar a los proyectos, a las racionalidades cuyo origen anuncia un objetivo o fin determinado, y esboza una estructura o configuración. Hoy sabemos a qué atenernos (dirán los incrédulos), pero recuérdese que la posmodernidad emergió como un "gran saco" de contradicciones inconciliables y de nociones permeadas de absurdos, entre las cuales figuraba aquel "fin de la Historia". Acaso se ha olvidado ya su contenido inicial y cuánto hubo que discriminar para llegar a este punto. Ciertamente, tal vez el discurso de la posmodernidad opere también como el discurso de los olvidos. -La afirmación de Rufo Caballero es aplicable a la zona positiva del debate. De modo que el "terrible error" no es un horror. Y el posmodernismo -en su ambivalencia- "no llegó a poner el huevo"; tampoco el posestructuralismo llegó a ponerlo en la Francia de los 60 ó 70. Especularon con suficiencia, "desenmascararon" el espacio, minaron la verdad, desplegaron un nuevo léxico, graficaron los achaques de la modernidad agotada, incluso underground en ciertas latitudes. En Cuba atracaron los descalces del primer mundo, las aporías, el reciclaje, el canibalismo: somos acaso excesivamente receptivos a las modas. Desconstruir, reconfigurar, articular el campo, vehicular, desplazar, obliterar, son los términos y códigos que se esgrimieron y aceptaron. Y el peligro asoma en la extrapolación indiscriminada de esencias primermundistas extrañas a nuestro cronotopo. Loable, sin embargo (y ahora con Rufo Caballero), por su utilidad y hasta por su trascendencia, opera la visibilidad promovidas por esos post, aunque no se articulen como proyectos encadenados a la modernidad.

Capítulo No. 8.

El texto entero

Imposible concebirme sin Raisa Milvia metida en todos mis problemas. Nuestra relación toca muy diversas aristas. De ello conocen cuantos nos rodean y cuantos molestamos con nuestros caprichos: familiares, amigos, vecinos. Se revela firme. La agradecen por la autoestima y reciprocidad que destila, y también, porque me mantiene alejado de otras pasiones insanas. No imagino el mundo sin Raisa Milvia, sin su persistencia, sin sus dolores e inquietudes, sin su complicidad.

Toda persona, en las graves depresiones, recurre a su "Hada Protectora": ayuda a sortear situaciones delicadas, a enfrentar la condición social, a veces más cargada de lo habitual y de cuyo influjo nadie escapa.

Primera en conocer mis cuitas, Raisa Milvia tiene siempre la respuesta más adecuada; muchas veces, después de reproches que cortan como bofetadas. Intenta comprenderme hasta cuando la situación se torna más desfavorable. Después, les cuento a los demás si así lo considero. En ocasiones, me recomienda guardar el secreto de alguna torpeza cometida. Nuestra complicidad se ha robustecido hasta el empacho, porque mira que yo he hecho barbaridades en esta vida. He metido la pata las veces que nadie se imagina.

Todo el mundo tiene un confidente así, una voz interminable, un codelincuente, ¿mi Alter Ego? No. Un coautor… Eso, eso, una coautora de quien todos los días me enamoro más, pues lucha como una mambisa antillana.

¿LGBT?… Ciertamente, bisexual, condición que adquiere mucho después de conocerla bien. Atizadas por las alternativas, las mutaciones andan de moda por estos tiempos. LGBT que no lo eran, militares que no lo eran, santeros que no lo eran, deportistas que no lo eran, espiritistas que no lo eran, cuentapropistas que no lo eran, médicos que no lo eran, campesinos que no lo eran, borrachos que no lo eran, técnicos que no lo eran, negociantes que no lo eran, artistas que no lo eran, cristianos que no lo eran, bandidos que no lo eran, paleros que no lo eran, estafadores que no lo eran, prostitutas que no lo eran, proxenetas que no lo eran, funcionarios que no lo eran, cooperativistas que no lo eran. Y en esta diversidad (en la buena y virtuosa) internacionalistas que no lo eran.

-Cada cual hace con su culo lo que quiere; hasta ahora ni homosexuales ni matrimonios de homosexuales han podido tumbar una Revolución -son sus palabras groseras, a veces muy cultas, tomadas de una de mis referencias a Parenti-. Cuba sigue siendo bandera en la inclusión y los derechos humanos, con las operaciones quirúrgicas de esas personas que desean y exigen el sexo opuesto al otorgado por la naturaleza. Una conquista del pensamiento más avanzado.

Por eso me gusta su estirpe mambisa, leal y atrevida. Siempre anda con varios libros y un montón de ideas en la lengua, cuestionándolo todo, pues en ella se confabulan inteligencia y experiencia.

En ocasiones, me sorprenden el desenfado y la valentía con que asume su bisexualidad. Si bien no anda pregonándola por ahí, tampoco anda escondiéndola: la asume con naturalidad. Para mí es una lástima: ese cuerpo y esa ternura (de pronto agresiva y soez) perdiéndose en los brazos de otra mujer. Tremenda hembra, como diría mi padre. Ese color cubano -no el guilleniano contentivo del español y el africano, sino el color cubano contemporáneo- incita a cualquiera, con esos muslos y esas nalgas. Ya me he acostumbrado a discutir y ella también se ha acostumbrado a mí. Pero siempre me pregunto hasta qué punto yo, un heterosexual casi chapado a la antigua…casi…, puedo tener relaciones sexuales con una mujer homo o bisexual. Recuerdo ahora a un amigo, novio de varias homosexuales. El me decía: "Oye, cágate en la noticia; si te cuadra, pásale la cuenta. Lo que yo sí no admito es pasarle la cuenta a un tipo, pero a una jeva… que vengan todas las que quieran, yo soy su semental". ¿Es la moral el canon consensuado por la mayoría en cualquier sociedad?… No, claro que no, es el impuesto por el poder. Si toda la vida se ha vivido de una manera, cuidando precisamente el prestigio y las buenas costumbres, cómo romper con todo eso tan simplemente. "Tú eres muy culto para unas cosas -me reprochaba entonces mi amigo-, pero la cultura es eso, saber asumir cuando hay que asumir; ahorita a casi nadie le va a preocupar eso. Además, las bi son más locas en la cama, porque saben de todo". Hoy sigue siendo un machista riguroso, medio parecido a mí. También me decía: "Mira, lo difícil de verdad ha de ser cuando una jeva se acuesta con un tipo homosexual. Saber que el tipo se las manda igual que ella, que las besa y se las mete en la boca; es para matarlo… Esos tipos sí son unos puercos".

¿Le asistía (o le asiste) la razón? No lo puedo afirmar, ni hasta qué punto predecía la sociedad futura. Tal vez mañana nos califiquen de comemierdas, por desperdiciar la posibilidad de diversificar el placer que nos brinda esa misma naturaleza. Pero para mí ya no habrá ese mañana y soy el producto de una extensa sedimentación cultural.

Lo cierto es que hasta ahora me siento atrapado, enredado y empinado en las madejas de Raisa Milvia, entre ella y su bisexualidad. Estoy, según ella, demasiado comprometido con mi pasado y con este tiempo; metido en mil problemas, proyectos, aspiraciones. Dice, necesito dos vidas para lograr todo cuanto quiero, sin contar lo que ella me exigiría, pues también necesita dos vidas.

Ahora, después de tomar un jugo de naranja delicioso, traído a la mesa por mi esposa, me obliga a leer lo que escribió; el último elemento mediador en el nexo internacionalismo – identidad nacional. Ya imagina lo preparado para el final. Tal vez escriba el epílogo con su desnudez.

Me mira cómo sonrío para mi fuero interno, pero la hurto de la incertidumbre con la lectura.

En el discurso literario de la Revolución Cubana se visibiliza, como elemento sociocultural emergente, el entrecruzamiento generacional; el único que proponemos en la conceptualización del internacionalismo nacional. Este término, entrecruzamiento generacional, aunque vehicula la confluencia de diversos contenidos (discursos, signos, temporalidades, racionalidades) alude, entre otros, a sus bases, a la causa propiciadora de esa visibilidad (contentiva a su vez de la tarea estética y la riqueza adquirida en el archipiélago), más que al descentramiento cultural atribuido al proyecto socialista, sutilmente homologado a la modernidad capitalista contemporánea; -sugiere además, el carácter popular, el inclusivismo participativo inaugurado el Primero de Enero de 1959. Y el adjetivo generacional signa uno de los referentes de nuestro proyecto, remarca el diálogo de las distintas generaciones y promociones en el espacio de la Revolución, dado entre otros, por la esperanza y calidad de vidas de la población, abonadas por la salud y la educación, principales conquistas sociales de nuestro pueblo.

La apertura a la socialización del conocimiento privilegió a todos. La masificación de la cultura (44) constituye el derecho de todos los estratos sociales al conocimiento y la educación, apoyatura de dicho entrecruzamiento. Derecho sedimentado en Cuba desde la época colonial, con las figuras de Caballero, Varela, Martí y su "ser culto es el único modo de ser libre", Fidel y su "no le íbamos a decir cree, sino lee" del Moncada, (45) o aquel "la cultura es lo primero que hay que salvar" del Congreso de 1993, en el fondo del período especial.

Cuando se propone este elemento sociocultural de emergencia, se enfatiza el fenómeno de visibilidad de esa realización. Pues precisamente la fuerza profunda de la Revolución Cubana origina esa emergencia y desarrollo, bien lejos del referente que proyecta el término entrecruzamiento en el arsenal metodológico de los avisados posestructuralistas y posmodernistas "actuales"; por supuesto, se renuncia también al hibridismo discursivo que proclaman. (46) El entrecruzamiento generacional al que nos referimos, no se limita a la imbricación de las diversas racionalidades sociales que dialogan con "lógica de funcionamiento propio" en el espacio de la modernidad, según M. Weber, ni al "pluralismo de visiones, explicaciones y concepciones del mundo, tanto de tipo político-sociales, cientistas, filosóficas, estéticas, como de la vida en general". Su connotación desborda el espacio de la modernidad y se emplaza en el tránsito de esa modernidad capitalista al socialismo, cuya racionalidad difiere a cada paso -en la medida que se profundiza el proyecto revolucionario- de la elitista, de la económica y de la abstracta de la iglesia. Tampoco revela la mezcla de signos culturales provocada por la secularización de la cultura en Latinoamérica, debido al proceso de democratización cultural (y socialización de la enseñanza) fomentado por la creciente industria cultural.

Nuestro entrecruzamiento cultural opera, en tanto manifestación de una socialización socialista (seguida ya por algunos países latinoamericanos) y resultado de categóricas particularidades revolucionarias, como noción identitaria, que supera al provocado por el "proceso de racionalización" y prefigura una gestualidad particular, verdaderamente amplia y sustentada en la cultura popular modelada.

Por supuesto, remarcamos aquí (pues también de discursos hablamos) todo lo escrito sobre el tema de las generaciones literarias, (47) desde Antonio de Bustamante y Montoro hasta Portuondo y sus Capítulos de literatura cubana (1981), aunque la ampliación y profundización de la esperanza y calidad de vida, resultantes de la salud y educación en la Cuba revolucionaria, violenta la temporalidad "consensuada" de las generaciones.

Ahora bien, en la práctica internacionalista del pueblo cubano se desdibujan los límites generacionales, casi como en cualquier realización socialista. De ahí ese entrecruzamiento de abuelos y nietos, padres e hijos. Y no solo en las misiones militares, durante las numerosas acciones combativas, sino, más aún, en los momentos actuales. Bien que el internacionalismo debe su continuidad, en gran medida (precisamente ahora, en enérgica intransigencia con la pérdida de valores de muchas personas que se afianzó en el período especial), al ejemplo y educación de bisabuelos a bisnietos, abuelos a nietos y padres a hijos. Esa ha constituido, entre otras muchas, la condición para la singular visibilidad -a un tiempo y en un mismo espacio geográfico- de distintos grupos etarios, mujeres y hombres de la tercera edad, de 30 o 40 años y jovencitas y jovencitos de 17 a 20 años. Todo ello vehicula una particularidad cubana cuyas características difieren del canon culturalista; o del estereotipado grupo aupado a protagonista de cualquier realización capitalista: joven, anglosajón, blanco, rico y varón.

Aún se recuerda que al África acudieron a combatir estudiantes de artillería del último año de los centros de estudios militares, y soldados del servicio militar. Esos casi adolescentes de entonces son los padres y abuelos de los estudiantes de medicina que con mayor facilidad y menor peligro, por supuesto, culminan el último año de sus carreras después de haber cumplido honrosas misiones internacionalistas, de prácticas, en otros países (en pesquisajes y estudios), junto a viejos y avezados especialistas. O sea, "se gradúan" primero de internacionalistas y luego, de sus profesiones. Pero esta participación masiva, que borra los límites generacionales, no solo se evidencia en la esfera militar y la medicina, también en el campo de las ciencias con jóvenes y experimentados doctores, en la construcción, en el campo de la cultura con los instructores de arte y la misión "Corazón Adentro", en el deporte y en diversas tareas sociales con los trabajadores sociales. Aunque se intenta la colaboración con especialistas de mayor experiencia, la realidad mundial exige un número de ellos por ahora imposible de alcanzar, y la evidencia ofrece esa diversidad de grupos etarios y esa masividad participativa, ese entrecruzamiento generacional.

Por último, obsérvese al interior del país, cómo se involucran todos los grupos etarios ante la ocurrencia de un desastre natural, en la práctica masiva de ese sentimiento altruista. Se tendrá entonces, una clara percepción de la relación entrecruzamiento generacional – internacionalismo, filamento constitutivo de la emergencia y del nexo que nos ocupa: internacionalismo – identidad nacional. (En literatura ese entrecruzamiento signa la concurrencia o mezcla de recursos literarios, estilos, métodos, temas, etc.)

Otra razón poderosa se aprecia en este elemento sociocultural emergente: la instrucción que complementa la educación, sobre todo su esencialidad político-ideológica, firmemente engarzada con lo ideológico en tanto elemento dominante en la configuración de la cultura nacional. La instrucción y educación político-ideológica han calado de tal manera en la esencia de la cubanía, su pilar revolucionario, que tanto jóvenes como viejos consideran el internacionalismo una obligación moral, ética, patriótica de la sociedad. No es extraño escuchar en Cuba a una persona de avanzada edad lamentarse ante un joven por no haber podido cumplir misión, u ofreciéndole mil razones a un nieto o nieta por no haber cumplido misión como los demás, lo cual significa entre otros, que esa persona de avanzada edad lo percibe como una obligación moral, ética y es también un internacionalista en su fuero interno, lo incorporó a su concepción de patriotismo, a su estilo de vida cotidiana.

Véase en esas gestualidades la mutación final del concepto de internacionalismo cubano, su transformación, su cristalización en talento nacional.

Pero dicha cristalización no debe obstruir el paso hacia el último de los aspectos que debemos retomar: la inmediatez, dada su estrecha relación con el entrecruzamiento generacional. Ya en el epígrafe sobre la cultura dominante anotamos la inmediatez como uno de los rasgos del elemento o núcleo de la historicidad. Sin embargo, en una doble función, también revela determinada emergencia que decide, a su vez, esa cierta dimensión emergente en aquella historicidad. O sea, dos caras muestra la inmediatez, ya desde la dominación, ya desde la emergencia.

La inmediatez circunstancial refiere la disposición del internacionalismo cubano ante la inminencia, la disposición del pueblo cubano a la acción de ayuda y de socorro altruista y profundamente humana, en tanto testificación del propio internacionalismo; regeneración, revalorización de una gestualidad o de una práctica revolucionaria. Evidentemente, todo ello va configurando una memoria redundante en historicidad, pero al mismo tiempo vehicula una continua renovación y reciclaje solo posible sobre una muy específica base revolucionaria. La solidaridad, por ejemplo, puede en alguna circunstancia no renovarse, en cambio el internacionalismo posee raíces revolucionarias tan profundas, que siempre está dispuesto a manifestar su disposición para actuar. Se renueva en su continua disposición y actividad. Cuba siempre ha estado dispuesta a tomar acción ante cualquier desgracia que les ocurre a los demás pueblos, o a prestar la ayuda solicitada siempre que sea sobre la base de la más meridiana justicia.

No es abstracta, pues, la inmediatez de referencia, la inmediatez cotidiana, poseedora de una clara dimensión social, histórica; se concreta en la disposición para la acción del internacionalismo cubano, sustentada en su ideología, en su concepción profundamente humanista.

-Pero no puedes terminar ahí, estás en la obligación de redondear, concluir el escrito, llegar a que el vínculo internacionalismo – identidad nacional se establece conceptualmente por mediación del discurso literario de la Revolución Cubana, evidencia de la cubanía.

-A veces te contradices: la literatura debe quedar subterránea, me dijiste ¿no? Estamos empleando elementos y rasgos literarios. No es necesario volver a enfatizar lo mismo…Esto, claro, lleva un resumen bien escrito.

-Adicionarle un epílogo u otro paratexto.

-Ni un paratexto más -responde tajante Raisa Milvia-; te encantan los paratextos. Ya asumiste la idea esa de acumular en las Notas de los distintos Capítulos, buena parte de la teoría literaria del discurso nacional, y en el texto como tal, todo lo del vínculo.

-Lo he intentado, no lo niego, llevar a las Notas todo lo que subyace del discurso literario y dejar en el texto lo del vínculo con el internacionalismo: si llevo al texto lo que aparece en las Notas, se pierde el camino en la ampulosidad.

-Podrías eliminarlas, algunas por lo menos; resumirlas; hacerlas más breves.

-Al lector se le deben ofrecer algunas herramientas, para que comprenda de dónde salen las cosas en este tipo de texto, también para demostrar otras. Por cierto, la principal "virtud" del texto entero es leerse a sí mismo, desnudarse totalmente… Ahora me preocupas, porque si tú hablas así, no has entendido bien este engranaje -lo digo para preocuparla y que acepte mis ideas-. Defiendes la literatura, pero me mandas a eliminarla.

-Me interesa el texto bien escrito, su coherencia, su unidad, su escritura… Incluso admito esos bocadillos aclaratorios al final de cada capítulo, que son de vieja data.

– ¿Y a mí, no? Me interesa la literariedad del libro, no solo del texto, la búsqueda en sentido general, y para ello, hay que sacrificar un poquito lo demás -no me interesa discutir ese tema, sé que tengo la razón total-. Mira, esta última parte se puede ampliar mucho más. Las ilustraciones pueden ser menos generales, con cifras: los guarismos casi siempre refieren veracidad.

-Aquí no me gustan nada.

-Pero caben, la densidad que hemos acumulado admite mucho más. Quiero decirte como a los pintores en cierne, están todas las "líneas estructurales" pero faltan algunas "expresivas".

Seguro que no es contenido lo que falta, en contenido hemos saturado el espacio.

-No seas vanidosa, no hay tal saturación posible, no subestimes la inteligencia de los demás. En Cuba das una patada en el piso y salen diez doctores, veinte licenciados y cuarenta técnicos medios; por suerte, hay nivel suficiente para la propuesta.

-Pero no eres tú quien tiene que apreciar si lo logramos o no…

-La crítica no me quita el sueño: conoces mis razones. Cuando exista otra crítica, entonces.

-El consumidor, el público es quien dice la última palabra. Además, precisamente por el nivel que hay, si no los atrapas, el libro se pudre en las librerías.

-Ay María Silvia, María Silvia. Qué maravilla me has regalado con esta Raisa Milvia -la miro como si la desnudara-. En Cuba se da el internacionalista como las hojas de los árboles.

Perpleja me penetra con una mirada inquisidora, ya comienza a comprender.

Partes: 1, 2, 3, 4
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