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Kalimantán-3. (La desnudez de Raisa Milvia.) Novela ensayo


Partes: 1, 2, 3, 4

  1. Los retornos de Raisa Milvia
  2. "Dame una sola razón para no liquidarte"
  3. La boca de la Gioconda (o Pingología cubana)
  4. ¿Monos extraterrestres?
  5. Una relectura oportuna
  6. La facultad de unir el sentido a la pasión
  7. Habrá entonces otro discurso
  8. El texto entero
  9. Epílogo o La desnudez de Raisa Milvia

Capítulo 1.

Los retornos de Raisa Milvia

Recibe el balón pateado desde el centro del terreno. Con el pie lo empuja por el extremo derecho y, sobre sus dos muletas, emprende la conducción con ligereza. En la misma dirección corren los demás; también los gritos se trasladan tras el balón. Sabe el discapacitado que no puede demorarse demasiado, ni darse el simple lujo de quienes juegan sobre sus dos piernas. Pero se mueve hábil con el balón y las dos muletas. Corre, se sostiene sobre ellas para dirigirlo con su única pierna. Cambia la dirección con pericia. Inquisitivo, levanta la cabeza en su vivacidad y pasa la pelota al centro del terreno ("la olla"), el punto de penalti contrario. Como un relámpago, entra al área la delantera, pero un defensa le sale al paso, la bloquea. Ella patea incómoda, casi cayendo. El balón da en la pierna de otro defensa y sale por el lado izquierdo de la portería. "Tiro de esquina", sentencia el árbitro.

Juegan muchachas y muchachos, adolescentes de 12 a 15 años; unos nacieron en el siglo pasado; otros, en el presente siglo.

-Asombra la competencia del diferente ¿verdad? -me dice Raisa Milvia, observando detenidamente el juego-. Tal vez si tuviera las dos piernas no fuera tan bueno.

-Por lo general, la disminución de ciertas capacidades obliga a desarrollar otras más de lo normal -le aclaro una verdad que de sobra conoce.

-Como el sudafricano sin piernas corriendo en las olimpiadas, Oscar Pistorius.

-Pero en Cuba uno se acostumbra. ¿Recuerdas la teleserie juvenil del verano pasado "Mucho ruido"?… Henry, el jovencito en silla de ruedas, jugando baloncesto con los demás. Y eso que la pelota no admite esas cosas. ¿Imaginas a un pelotero robándose una base y deslizándose en una almohadilla con las prótesis de Pistorius?

-Admite otras similares, supongo… Pero fíjate, en el terreno no falta nadie: el negro, la mujer, el discapacitado…

-Faltan, cómo no -le corto las alas para que no se entusiasme, pues ya lo había advertido-; el homosexual, el bi, el viejo, que podría ser el árbitro pero es un jovencito más.

-Puede que estén los LGBT, pero no se nota: están corriendo. Además, a esa edad todavía se está definiendo la identidad, no hay nada definitivo. Las muchachas…

-Sabía que ibas directico. Los negros y las hembras le dan ese toque de inclusividad.

-La presencia del discapacitado es más fuerte, aporta un toque más original.

-Sí, claro, él y las hembras.

-Y los negros.

-El religioso también falta.

-Ese se nota menos en el terreno que los LGBT. De todos modos la visibilidad es de inclusión.

Casi siempre le asiste la razón. Cuando no, discutimos hasta llegar a un acuerdo: ella no cede. A veces temo por tanta obstinación y por la fragilidad que frente a ella suelen mostrar mis verdades.

En este cargadito texto debemos también remarcar lo circunstancial, en contra, incluso, de literatos acatarrados por el polvo sociológico, pues constituye un aspecto significativo de su esencia. O sea, nuestra relación se sostiene de una manera más directa e incisiva. No me refiero -ni soñarlo- al espacio de Macondo, ni al sagrado de José Cemí, aislados del mundo que los rodea, en una temporalidad asincrónica y acaso paradisíaca. Pues una cosa es el escenario que nos rodea y otra, su cronotopo de ella. En fin el problema del topos y Raisa Milvia está en que su espacio reside en mí. (1) No respeta ninguna circunstancia, las desprecia; en ocasiones, las transfigura o las reduce al absurdo.

El otro día me abordó en el cuarto. Estaba yo tirado en la cama, con ropa y todo (había llegado de la calle), medio embelesado, casi dormido. Mi mujer me hablaba desde la cocina y yo no sabía si atenderla a ella o a Raisa Milvia; hasta que la despaché con un desprecio que todavía le duele… Claro, se me fue un poco la mano.

Por su puesto, enfatizaré las circunstancias en que estudiamos, analizamos y creamos este libro. A los dos nos interesa mucho lo que nos está pasando. Cuanto nos rodea constituye una de las savias de este cargadito.

Como una sombra aparece en cualquier lugar, en una cafetería, en la cola del pan, en la barra con mis amigos. Y me aborda con una desfachatez inaudita.

Hace exactamente un mes hoy, el 15 de noviembre, día de mi cumpleaños, tuve un altercado con ella por causa de uno de mis "amigos". Él siempre está en "nota", un borracho empedernido, y por lo mismo, no se olvida de ninguno de los cumpleaños de nosotros, los del grupo que estábamos juntos en El Cacho, en los Camilitos de Pinar del Río. Anda a la caza del ron de las fiestas y celebraciones de cumpleaños. Se ha deteriorado tanto, que le dicen "Buchito" en la barra de la pizzería o en la del hotel. Y uno sabe por qué a la gente le ponen "Buchito".

Bien, el día de mi cumpleaños (acababa de desayunar), Raisa Milvia se me aparece temprano, empeñada en comenzar el estudio para escribir este librito. Tenía yo el día libre y podíamos sentarnos con calma a escribir y analizar. Pero casi a la misma hora, apenas unos minutos después, se aparece "Buchito" con una botella de ron. De él se puede esperar cualquier cosa cuando se trata de ron. No sé cómo ha durado tanto. Mis otros amigos dicen que va a durar mil años, porque está desparasitado. "Compadre -le dije cuando lo vi con la botella-, ya no hay edad para empezar tan temprano. Ven por la tarde, a las 5 o las 6". "¿Y si me fundo antes? -ya a esa hora se tambaleaba-. Esta "media bota" la compré para ti; por lo menos un buchito ahora conmigo, después sigues en lo tuyo y por la tarde…" A Raisa Milvia le dio un ataque de rabia al momento. Me culpó de la actitud y de la borrachera que ya traía "Buchito". Salió como una tapa de lata cuando me di el primer trago. No me volví a empatar con ella hasta una semana después, cuando ni me acordaba de la borrachera que cogimos por la tarde, haciendo cuentos con mis amigos.

Eso es lo único que la ahuyenta, los tragos. Sabe desplazar cualquier otra circunstancia. Y retorna tenaz, a cada instante.

Cuando le expuse mi idea por primera vez, se me quedó mirando como si nunca me hubiera visto. Pero yo tenía las de ganar, ella debía aceptar: bastante había jodido detrás de mí.

Le expliqué todo lo relacionado con el método que emplearíamos para escribir el texto, también el instrumento para defender la propuesta: la literatura misma.

He estudiado algunas maneras de aclarar la paternidad o pertenencia de movimientos artísticos, obras, objetos arqueológicos, pero aún no he encontrado una para nuestro propósito. Se habla constantemente de identidad, de cubanía, pero ¿cómo determinarlas en ciertas realizaciones, en ciertas prácticas? Puede depender hasta de la individualidad, del sujeto que se lo proponga. Se conoce cuando una obra de arte es cubana, argentina, brasileña, aunque pocas veces se detengan a describir las esencialidades (o particularidades) que las adscriben como tales.

Raisa Milvia me recordó Lo cubano en la poesía, pero le dije que era una lectura de antes del '59; incluso el mismo Vitier señaló más tarde que después de esa fecha todos aquellos rasgos cambiaron. (2) Claro, la cubanía que dibujó Fernando Ortiz no es la misma de Heredia. (3) Hay que actualizar lo cubano, reconfigurar la cubanía hoy y dentro de ello, el internacionalismo. No solo ver a este último como esencia de otros pueblos también, sino dibujar su cubanía. Ya a chinos y soviéticos hubo que apremiar cuando la guerra de Vietnam.

Lo cubano es compartir lo que se tiene. Pero eso, es solo un sello, y la complejidad del proyecto puede violentar ese sello.

Varios días nos ha tomado el asunto, pero Raisa Milvia todavía no está muy convencida. Cada vez que aparece el problema (con su millón de aristas), ella debuta con una nueva preocupación. Así vamos avanzando como si arrastráramos un pesado yugo. Me resulta incómodo tener una clara idea de lo que quiero y no conocer al detalle la manera de exponer todos sus resquicios y recovecos. Pero lo vamos inventando por el camino, lo vamos creando.

Prácticamente respiro a través de Raisa Milvia. Solo así se pueden lograr las cosas; sobre todo en este Consolación del Sur, a mil kilómetros de la dinámica metropolitana. Todavía en la universidad me era difícil resolver el fenómeno urbano viviendo aquí, tan atareado en cuestiones de "ciudad agraria". -Ella ha venido ganándome, sin apresuramientos ni pesimismos, como cuando se actúa conociendo de antemano cuanto sucederá. A veces me parece fingida tanta seguridad; pero no, es ese feminismo que ni las mismas mujeres saben defenderlo bien. Nació así. No le va eso de "mujer liberada", cliché endilgado a las que fragmentaban el canon consensuado con determinadas ideas y acciones. Desplaza esa moda como muchas otras hoy, aunque en el discurso literario pretende estar siempre en la última. Piensa y actúa con la naturalidad del feminismo auténtico.

Todo el tiempo se lo pasa metida en mi casa, con mi mujer, y mi hijo, y mis libros, y todos los problemas e inquietudes que tengo. Se parece bastante a mi esposa, a veces dominante, a veces sensual; a veces sumamente culta, o te suelta una palabrota de esas que asustan. Luego en insistencia supera a mi esposa: cuando se propone algo, se entrega entera.

Ya para el final de este cargadito quedará desnuda. Me subyuga su constancia. Imagino sus pezones cuya aureola ("rizoma" de vellos) corona la arrogancia de sus curvas (y valga la romántica imagen).

Cuando empecé a reescribir mi primer libro por última vez (por cierto escribí varias versiones, lo simplifiqué cuanto quise), me molestaba con sus ideas literarias, su intensión de reformular la identidad desde el discurso literario. Y cuando la evadí -le fui dando de largo ante el apremio del segundo-, puso el grito en el cielo; poco le faltó para llamarme traidor. Inconsecuente y falto de seriedad fueron los calificativos más suaves. Tuve que apaciguarla y convencerla con una idea peregrina que, sin darse cuenta, ella misma me había sugerido.

Desde el primer momento aquella idea la paralizó, después se hinchó entre nosotros con sorprendente rapidez. Ella la fue lavando con argumentos y nuevas añadiduras. Ahora escribimos este cargadito que nada tiene que ver con la variante concebida inicialmente; por supuesto, atentos a cuanta vibración nos cala.

Este cargadito lo concebí al principio como la exposición de la solidaridad(4) ofrecida por Cuba en la esfera civil; todo el apoyo material y espiritual del pueblo cubano en las ramas de la salud, la educación, la construcción, la ciencia, el deporte, la cultura, la agricultura. Mas cuando me senté a organizar y analizar la información recogida durante años, choqué con un obstáculo insalvable: la mayoría de los datos ya estaban obsoletos para tal propósito. Al paso del internacionalismo cubano, en el 2030 esas cifras se habrán duplicado y triplicado: médicos, educadores, agricultores, especialistas de las más diversas ramas, científicos y técnicos, si bien a cada momento multiplican las cifras de sus realizaciones y resultados, adicionan también nuevos espacios o lugares donde cumplen sus misiones.

Decidimos entonces releer la concepción del internacionalismo, revisitarla con ayuda del prisma literario.

-Nada -le advierto ahora con una extraña sensación de alegría y pesar, sentados a la mesa atiborrada de libros, cuartillas escritas o emborronadas. Todo sería más fácil si dispusiéramos de una computadora. (De las viejas máquinas de escribir, ni hablar: ya no se producen cintas en ninguna parte.)

– ¿Nada? -esboza una sonrisa de satisfacción.

– No te rías, sería mejor que apareciera algo para saber por dónde empezar.

-No, mejor así. Me gusta emprender las cosas, ser la primera: los primeros intentos merecen, por lo menos, el respeto de los demás.

La mayoría de las veces trabajamos aquí, en mi casa. Ella no tiene prejuicios y poco le interesan las opiniones ajenas sobre sus continuas visitas y permanencia durante horas conversando, estudiando y analizando conmigo. Aunque mucha gente estimula nuestra relación: pregunta por el libro y se alegra de nuestro trabajo. Cuando alguien me visita y estamos en plena faena, siento sus celos y hasta lo interrumpe. Mi esposa también se pone a veces medio celosa: con endebles ideas se mete en las discusiones; pero solo lo hace para romper la intimidad del trabajo en conjunto.

-El vínculo como tal, internacionalismo-identidad nacional, ha sido llevado y traído de diversas formas y maneras, desde distintas perspectivas. Lo que no encuentro, pues tal vez no se ha hecho nunca, es configurar ese vínculo por mediación del discurso literario nacional…

Claro, el internacionalismo se articula entre las esencialidades de la nación. El asunto se complejiza cuando se introduce el discurso literario y se emplea como instrumento, pues ello obliga a definir aquellas constantes, propias del cuerpo literario de la Revolución Cubana, vinculantes del internacionalismo y la nación. Una metodología novedosa solo para la demostración de la cubanía del internacionalismo, o del internacionalismo cubano.

-Se pudiera enfocar de otra manera más sencilla -continúo explicándole-: buscamos entre los elementos y rasgos del discurso literario nacional, aquellos que permitan relacionar al internacionalismo con la cultura cubana, y ya tienes la identidad cubana del internacionalismo.

-Es lo mismo. La dificultad primera sigue siendo apropiarse de un sentimiento como el amor o la amistad y proclamar su paternidad. Resulta relativamente fácil determinar la paternidad de una obra o de un cuerpo literario; pero la pertenencia de un sentimiento parece no ya forzoso, sino grotesco y vanidoso.

-Ya eso lo discutimos, Raisa Milvia, el amor es de todos pero cada cual ama a su manera. La solidaridad, aunque se reconoce como gesto de amor y amistad, posee su propia inmanencia; no es ni uno ni otra, por lo menos en la dimensión actual. Constituye una concepción y una práctica, un principio o valor…

Ciertamente, unos sociólogos la asumen como un principio revolucionario, comunista; otros, partiendo de su ontogenia o prosapia, la consideran una necesidad social, histórica, por encima de su carga sentimental. Hasta los etnopsicoanalistas andan metidos en el rollo. Su lectura, lógicamente, va a depender del momento preciso del análisis. Luego el origen opera definitorio.

Le recuerdo el ejemplo de Hatuey, proveniente de otro país por una necesidad de supervivencia, porque se la iban a pelar en su tierra. Y cuando comienzo a exponerle la división social y sexual del trabajo, me interrumpe hastiada:

-Sí, sí, sí; bla, bla, bla. Ya me lo has dicho varias veces; lo escribiste en tu primer libro, creo.

-No lo escribí en ningún lugar, te lo expliqué; pero tú no pareces haberlo entendido -se me enciende la sangre cuando se mofa e insisto con rabia…

Cuando el hombre andaba con taparrabos, de cueva en cueva, incluso antes de la organización gentilicio tribal bajo lazos de consanguinidad, hubo gestos instintivos de protección, de ayuda al prójimo, lo cual es inherente al ser humano, producto de la hipersociabilidad (característica única) de la especie homo sapiens. Destaco la inherencia de la hipersociabilidad. Recuerdo además, un documental que vi en la televisión:

-Hasta en los animales irracionales se visibilizan esos gestos instintivos, de cooperación. ¿Qué me dices de aquellos delfines que por allá, por Australia, salvaron a una familia del ataque de los tiburones, nadando alrededor de ella y dando coletazos en el agua para espantarlos? Acompañaron a la familia hasta la costa. Hay un documental del suceso.

-Lo vi, lo vi.

– ¿Entonces? Hay otros muchos animales "cooperantes" con otras especies y entre los de su propia población. Ya en el pueblo o la etnia, resulta más fácil demostrar eso, se profundiza la condición social…

En los estudios de identidad el origen es fundamental.

-Por cierto, ¿no será como una necesidad de comunicación que aparece la solidaridad, como el lenguaje -ahora la advierto irónica-, aunque en éste incide también el desarrollo del pensamiento?…Te refieres a una necesidad de supervivencia, instintiva, pero puede ser una necesidad de comunicación social.

Ella como siempre, desmenuzándolo todo, a veces brillante. Su ironía no puede ser más evidente. Pero yo había hurgado bastante en aquellos mamotretos de historia de las comunidades, las formaciones económicas, en psicologías, en etnopsicoanálisis, diversas publicaciones sobre las comunidades. Como una pulsión, me sorprende una idea de Albert Einstein:

-"Casi nunca pienso en palabras",(5) así dijo Einstein. Y los científicos andan locos detrás de esa idea del genio. Idea que ha puesto a temblar a toda una escuela del pensamiento científico, porque separa al pensamiento del lenguaje, de los signos.

Con esa afirmación le refiero la volatilidad de lo aceptado al calor de la ciencia. Todo cae en el campo de la perplejidad ante su perenne empuje.

-Si partimos de cierta inherencia que vehicula la necesidad social, pasamos forzosamente por ese temita de la comunicación y el lenguaje -la escruto, valoro su conformidad con la coda y continúo a la carga-: la comunicación, entonces, fue una necesidad de supervivencia…

Solo en la emigración del África hacia los demás continentes, el hombre hubiera perecido sin la comunicación.

-Aún en la antigüedad, varios siglos aún antes de Cristo -termino la idea-, Epicuro de Samos fue tal vez el primer defensor de tu feminismo. Fue él quien primero admitió a las mujeres en su círculo de amistades.

-Eso sí lo escribiste en tu primer texto.

-En mi ingenioso prólogo -le espeto orgulloso y de inmediato trato de enmendar mi vanidad-, pero no lo relacioné con el feminismo: es por tí que ahora establezco el nexo.

-Te lo agradezco, y a Epicuro también.

-A mí nada más: no creo que Epicuro llegara a ver como las águilas. Aquello fue una conducta altruista, solicitada a gritos por su contemporaneidad, bien lejos de la óptica feminista en tiempos de androcentrismo sin contaminación. Ese fue uno de los pasos dados por la solidaridad de hoy en su evolución… Pero volvamos al inicio -me mira interrogante, tratando de adivinar el referente-. Cuando hablamos del discurso literario, no le prestaste mucha atención a la propuesta que articula el elemento sociocultural con el rasgo literario. Ese es el atajo que buscamos…

El nexo "elemento sociocultural-rasgo literario" garantiza la relación "internacionalismo-identidad cultural"… No sé si entiende y opto por escribirlo en una hoja:

internacionalismo-discurso literario-identidad cultural.

-La mediación del discurso literario de la Revolución Cubana se logra con el nexo elemento sociocultural-rasgo literario.

-Te entendí ¿cómo no? -ahora sonríe cáustica otra vez-. Acercarnos al asunto a través de la sociología de la cultura.

-Uno de los modos de presentar un vínculo conceptual entre el internacionalismo y la identidad nacional -respondo apresurado y en el acto otra pulsión me socorre-: además, no soporto los extremos; cuando oigo hablar de la independencia del arte y la literatura o de las relaciones simbólicas, me altero. ¿Sabes qué dice Parenti sobre eso? (6)

-Parenti puede decir lo que quiera desde su marxismo norteamericano, yo creo en la autonomía de la cultura.

-No la niego, pero no soporto los extremos; enfrento a los culturalistas… Como si militaras en ese clan. Para ustedes lo que ocurre en la cultura es a causa de la propia cultura. La tautología señalada por Parenti: se enamoran "de sus propias arengas delirantes". No ven la condicionalidad económica y política a que están sometidas las relaciones simbólicas… (7)

La autonomía del arte y la literatura opera, digamos, como una retroalimentación de las estructuras sociales, de los basculamientos de las relaciones económicas y políticas. Hasta Martí lo afirmó hace ya más de cien años. (8)

Esa mezcla de Raisa Milvia de literatura, lingüística y semiótica aporta siempre magníficos resultados, pero ella a veces los exacerba… Por emplear "modas" ya superadas que nunca fueron modas, signo del desconocimiento de quienes siempre tienen la última; de quienes se creen tan "avisados" que aplican en nuestro terruño, indiscriminadamente, todo cuanto leen o escuchan del primer mundo.

-Muy marxista tu lógica, pero la propuesta me sigue pareciendo fastidiosa… No obstante, te sigo.

-Muy martiana también, y sobre todo muy política, como decía Castell;(9) Pero… ¿hasta la muerte me sigues?

-No dramatices; no hace falta: hasta que te demuestre lo contrario.

(Quedan claras las pretensiones entre ambos personajes, el "conflicto sutil": escribir un "texto" -cuyas especificidades aún no han establecido claramente; acaso de ambigua tipología-, que demuestre la cubanía del internacionalismo o el internacionalismo cubano, para lo cual deben emplear los elementos socioculturales de la cubanía, visibles en el discurso literario de la Revolución Cubana. Véase también cómo desde este capítulo comienza a homologarse el discurso de la nación con el de la Revolución Cubana. Además, expone el personaje principal el origen de la solidaridad, argumentos de la genealogía del internacionalismo; es decir, esencias primigenias de su historicidad, uno de los elementos socioculturales que verán más adelante, sustentos de la conceptualización del internacionalismo).

Notas. Capítulo No. 1.

(1).-Aínsa, Fernando: "Espacio del imaginario latinoamericano. Propuesta de geopoética". Editorial Arte y Literatura, 2002. pp. 19-22.

(2).-Más de treinta años después de un libro ejemplar, en 1992, Cintio Vitier, en entrevista a Rolando Sánchez Mejía, señala cómo con el triunfo del '59 la mayoría de las constantes de Lo cubano en la poesía (1958) fue sustituida por rasgos superadores o simplemente opuestos. Y concluye: "…rasgo por rasgo, pues, han sufrido un volteo hacia lo inmediato, lo histórico, lo concreto". Revista Unión. Año IV, No. 14/ 1992. pp. 20-21.

(3).-Recuerdo ahora a Nancy Morejón en entrevista a Gerardo Fullera León, del 3 de mayo del 2011, la cubanía de Varela no es la conceptualizada por Fernando Ortiz, ni la de Ortiz es la que hoy debemos reformular. ¿Por qué? "Porque los momentos históricos no son los mismos", contestaría un estudiante con determinada razón, pero otra lectura más enjundiosa debiéramos acotar. El radicalismo de los primeros años de la Revolución, lejos de atenuarse, se ha tornado más lúcido, con el conocimiento y la experiencia de más de medio siglo de sedimentación. Analogía para una cubanización encumbrada por un proceso de análisis más complejo, consentidor de la nacionalidad cubana de quienes no se adscriben como nacionales o renunciaron a la nación. "Tenemos que cubanizar la cubanía", advirtió el Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal Spengler, en el Encuentro de Fidel Castro con los Intelectuales (cubanos y extranjeros), en febrero del 2011, durante la XX Feria Internacional del Libro de La Habana. Frase cuya primera y más general lectura el mismo historiador aportara: "Reconocernos a nosotros mismos", pero sobre todo reconocernos hoy.

(4).-Más adelante, se articula la estratificación de los términos solidaridad e internacionalismo. Mientras tanto, se consideran sinónimos, sobre todo la acepción "solidaridad revolucionaria" empleada por Fidel Castro en su reflexión "El ALBA y Copenhague". Periódico Granma, 20 de octubre de 2009, p. 2; o "Fidel Castro: Unidad e Independencia de América. (Selección temática 1959-2010), de Dolores Guerra López, Orlando Abel Martínez Fernández y Yolanda González Plasencia. Editora Historia, 2012. p. 338.

(5).-"Casi nunca pienso en palabras. Un pensamiento me atrapa y tal vez trate de expresarlo en palabras después… no tengo duda alguna de que nuestro pensamiento sucede mayormente sin el uso de signos y, además, de manera inconsciente". Revista Bohemia, 22 de febrero del 2013. Año 105. No. 4. "Albert Einstein. Una mente que sigue provocando". pp. 24-27.

(6).-Parenti, Michael: "Batalla de la cultura". Editorial de Ciencias Sociales, 2009. pp. 9-20.

(7).-Lejos de sobredimensionar la autonomía del arte y la literatura, urge emplazarla en su espacio exacto. El hecho de que las "esferas de valor" (con M. Weber) adquieran su propia axiología durante el irracional "proceso de racionalización" -lo cual signa dicha autonomía- no las independiza de los basculamientos de las estructuras sociales: operan atadas sólidamente a las oscilaciones y desplazamientos de esas estructuras. En otras palabras, esa autonomía no desborda la incidencia decisiva de las relaciones económicas y políticas.

Ello vehicula también la axiomática esencia de que, en las relaciones de poder, las ideas dominantes de cualquier sociedad son las ideas de la clase dominante. Y por supuesto, aquella pluralización, fragmentación y especialización inherente al "proceso de racionalización" weberiano (que "anuncia el germen" de la crisis) no desplaza dicha esencia marxista. Pues la legalidad y moralidad, en tanto esferas valorativas productoras de significaciones (con Marx) norman, regulan la sociedad en sincronía con las relaciones de poder, en sincronía (ahora es L. Pellicani) con las dos "ideologías madres" de la modernidad hacia el siglo XIX: el liberalismo y el socialismo. A ello se suma la singularidad propia de los paradigmas, precisamente nuestra particularidad: si para algunos estudios culturales avanzados lo popular obra como oposición a la dominación (P. Parmentier), en el caso de la cultura de la Revolución Cubana es el pueblo quien ejerce y legitima esa dominación social y simbólica.

(8).-"Cuando las condiciones de los hombres cambian, cambian la literatura, la filosofía y la religión, que es parte de ella (…) Cada sacudida en la historia de un pueblo altera su Olimpo; la entrada del hombre en la ventura y ordenamiento de la libertad produce, como una colosal florescencia de lirios, la fe casta y profunda en la utilidad y justicia de la naturaleza". (José Martí. Antología mínima. Editorial de Ciencias Sociales. Primera Edición en dos tomos. La Habana, 1972. T2, p. 3.) Acotación martiana a la noción de que cada Revolución crea su propia cultura, su propio arte, su propia literatura. Es decir, la Revolución Cubana ha consolidado en medio siglo toda una cultura sobre la base de bien definidos antecedentes. Escenario sustentado por una política cultural con tareas sociales (y estéticas) superiores cada día, movimientos culturales, entidades oficiales, instituciones especializadas, profesionales y de aficionados, en fin, entidades e instituciones políticas, económicas y sociales, factores decisivos en la configuración de ese contexto cultural, por encima de las erratas de todo proceso experimental.

(9).- "El análisis del proceso político no agota una realidad dada, pero constituye su elemento primordial, porque es la política quien estructura el conjunto del campo y determina sus modos de transformación", anota Manuel Castell en "La cuestión urbana": Editorial Félix Varela. La Habana, 2005. p. 289.

Capítulo No. 2.

"Dame una sola razón para no liquidarte"

Después de examinarme en la consulta y de prolongada conversación entre amigos (que ya molestaba a los pacientes de la cola, sentados en un banco al costado de la puerta), el oftalmólogo me estrecha la mano y me acompaña hasta la salida del pasillo. Nada dice Raisa Milvia, pero la siento incómoda, como quien espera mejor momento para explotar.

Me habían realizado un examen exhaustivo y los resultados no me alegraban: "Voy a ponerte sospecha de glaucoma y tienes que venir para chequearte dentro de seis meses", me dijo Leonardo anotando en la receta.

No había esperado ni cinco minutos: Leonardo y yo nos conocemos desde la niñez, del barrio. Su vocación de médico, entonces, era proverbial: se pasaba la vida diciendo que iba a operar perros y gatos, cuando en verdad se dedicaba a lagartijas y camaleones… Ni se hablaba de veterinarios en Cuba. Su inclinación se asociaba con la medicina. -La enfermera también me reconoció de otras ocasiones, aunque esta vez me vio con una jaba y no me demoró. Una jaba pequeña pero bien surtida: barra de chocolate, lata de leche condensada y un perfume de cuatro c.u.c. Sin embargo, junto a la mesa de consulta, amontonadas descuidadamente, otras tres jabas mostraban los productos obsequiados por otros pacientes: botellas de ron, naranjas, viandas, aguacates. Nada de eso escapó a la mirada inconforme de Raisa Milvia, cuestionadora, sin duda, de la justeza y sinceridad de mi agradecimiento.

Ya en la calle, mientras nos apresuramos hacia la casa para continuar nuestro proyecto, no puede aguantar más su inconformidad y reprocha abiertamente mi actitud. Trato de justificarme, por supuesto:

-Cualquier cubano haría lo mismo; una práctica que se ha ido entronizando y difícilmente se podrá evitar por largos años.

-Una práctica injusta, ¿y quien no lo puede hacer? Muchos viejitos viven de su mísera pensión y no tienen posibilidad de "raspar un peso" como dicen por ahí.

-No piensas lo mismo cuando los receptores de los regalos son los maestros; el día del maestro, por ejemplo.

-También está mal, aunque los maestros por lo menos, es una vez al año.

-Que tú sepas, y aquí en Consolación. En La Habana los regalos llegan a equipos de música y electrodomésticos, incluso, teléfonos celulares. Ni hablar del fraude en todas sus variantes durante todo el año, para acumular puntos en las pruebas, para el escalafón final: desde la venta de exámenes hasta favores y prebendas cotidianos durante todo el año. No me engañas…

– Bien, ¿eso es agradecimiento? No me chives, chico. Para mí son regalos intencionados, aunque todo el mundo los llame agradecimientos. A mí me gusta hacer regalos, pero generalmente evito las situaciones comprometedoras. Los hago cuando te gradúas, terminas una enseñanza, logras una licenciatura o doctorado; cuando tienes un hijo, te casas, el día de tu cumpleaños.

A pesar de todo tiene razón. Hay decenas de situaciones para regalar… No sé cómo será en otros países, pero en Cuba todo es al revés: el que defiende la tesis, o hizo tremendo esfuerzo y se gradúa, le lleva un regalo a los examinadores, al jurado. El enfermo, además de enfermo, tiene que llevarle un regalo al médico. Algunas consultas parecen tiendas mixtas: paquetes de galleticas, meriendas, bocaditos de jamón, leche, refrescos, botellas de ron; hasta pollos he visto en las consultas. Y la gente dice: "Pobrecito, para el médico, porque allá afuera, con lo que él sabe, sería un millonario, mientras aquí le pagan un mísero sueldo". Como si los demás tuvieran mayores posibilidades y ganaran más… Tiene razón Raisa Milvia, la situación se ha generalizado. No obstante, trato de salvarme, pues tengo demasiados argumentos para defender mi posición:

-La salud y la educación son muy sensibles; diría, imprescindibles; la gente, en verdad, se siente agradecida cuando se le atiende bien.

-Aquí todo el mundo juega un papel. Fíjate, si los guajiros no doblan el lomo, Carmen, tu esposa, no te puede cocinar, ni el médico puede comer, ni graduarse gratis.

-Pero el guajiro cobra por lo que produce. Tampoco los sueldos están en armonía.

-El médico cobra por lo que sirve… Los sueldos no le alcanzan a nadie; eso lo sabe todo el mundo. Debías buscar las causas de nuestras carencias…

La entiendo: los regalos comprometen en silencio, exigen un favoritismo, una mejor atención; como si esa atención no fuera un derecho del paciente y una obligación ética del médico o del educador, graduados por la Revolución sin pagar un centavo. Ya hay hasta quien se pone bravo cuando no ve el obsequio en manos del paciente, o compara con el obsequio del otro médico. La misma mentalidad vieja retornó tras el período especial. Digo, se profundizó, pues nunca dejó de existir.

– ¿Pero cuál es tu problema? El que actúa así es porque puede. Ni médicos ni maestros exigen nada -después la empujo hacia el tema que nos mueve-: y son también internacionalistas…

No se pueden separar las cosas: la mentalidad de nuestro tiempo, porque el internacionalista es el mismo médico y el mismo maestro; y el verdadero internacionalista de hoy lo es tanto como los que combatimos en otras latitudes. Problema resuelto desde los inicios, todavía a mediados del pasado siglo: "Ellos hubieran sido como nosotros y nosotros, entonces, hubiéramos sido como ellos".

-Hay un acuerdo tácito, sí; sobre todo entre quienes reciben los regalos… Si todos rechazaran los obsequios, desaparecería esa práctica.

-Te encanta soñar. Con las necesidades que hay, vas a rechazar los regalos.

-Hay lugares donde eso no pasa, y antes pasaba menos. Las mentes no estaban tan metalizadas como ahora. Así nos pasa con todo: nos lanzamos al agua y nos dejamos arrastrar por la corriente; lo más fácil.

Llegamos a la casa. Todo el camino estuvimos dándole vuelta al mismo problema. A nuestro paso saludamos a conocidos, amigos y vecinos, pero no soltamos el tema de los obsequios interesados. Aún en la casa, Carmen viene en mi auxilio:

-No veo nada malo en eso. Si alguien se lo merece es el médico y el maestro. Esos sí no tienen de adonde sacar nada. Los militares tampoco, pero tienen buen sueldo y jaba.

-Mira, Carmen, los militares son como los internacionalistas, nunca están en sus casas, ni pueden ayudar a sus familias; si quieres sus míseros beneficios, pues métete a militar, para que sufras sus sacrificios y penurias. Además, quien "saca algo", "tiene una búsqueda", "raspa un peso", nos está robando a nosotros mismos.

Carmen pone en la esquina de la mesa un plato: pan con jamonada y jugo de guayaba.

-Si le falta azúcar al jugo -dice- aquí está.

Señala la meseta donde descansa la vasija del azúcar y sigue en su ajetreo.

-Gracias, Carmen -agradece Raisa Milvia y toma el bocadito, caliente por el tostador-, ya el estómago me estaba protestando.

Prueba levemente el jugo de guayaba; los labios me remiten a su desnudez.

-Hasta que no pesques una gastritis no vas a parar-me reprocha Carmen-; no se puede trabajar a base de café. Cuando te sientas ahí, ni a tomar agua te levantas.

-Si supieras que esto, a veces, hasta sustituye la comida.

A Carmen no se le puede dar un chance, porque se conecta con una facilidad admirable y para detenerla, hay que decírselo por lo claro: "¿Me vas a dejar trabajar?" Aprovecho para estirarme, la dejo relajarse un poco: le hablo de cualquier cosa.

-Nos queda un problema serio antes de pasar a esos elementos socioculturales de unión del internacionalismo con la identidad nacional -asegura Raisa Milvia y me pone en guardia; a ella le gusta complejizar las cosas-: la relación de la diáspora con todo esto.

Por supuesto, si el mediador es el discurso literario de la Revolución Cubana, se impone una decisión sobre el discurso de la diáspora, fibra de la nacionalidad, en tanto componente de la identidad del cubano.

Me las doy de sabiondo y trato de impresionarla:

-Se impone por las exigencias de nuestra contemporaneidad, pero es un problema resuelto desde hace un buen tiempo. Te lo voy a releer a la luz de hoy, para dejar definido también el nexo literatura de la diáspora – identidad nacional…

Es precisamente la nacionalidad la que une a toda nación con su diáspora.

La ley nueva de emigración exige revisar este asuntico, aunque siempre lo he tenido bien claro. El discurso diaspórico se inserta en el de la nacionalidad como ocurre con cualquier otra diáspora; también el de la nación se inserta en ese discurso. Y tenemos que ir al discurso literario como ente de la cultura, no como ente encerrado en sus propias particularidades. No hay que complejizar el asunto. Hay una cultura nacional y otra de la nacionalidad; esta última contiene la primera. Se lo expongo y luego, le impongo:

-Olvídate de que la literatura cubana es un cuerpo con dos cabezas y de todo enredo con la ciudadanía, la nacionalidad real y literaria, pues la literatura de cada estado-nación tiene en su diáspora la segunda cabeza. (10) Y no estoy simplificando el problema. Lo primero y básico es que lo cubano contiene lo anticubano en tanto unidad inconmovible; un "ortodoxo" par dialéctico.

– Entonces, en este caso quieres decir…

-Que los contrarrevolucionarios portan el mismo gentilicio, tanto los de adentro como los de afuera del país; son también cubanos. La cultura, y la literatura por supuesto, operan de igual forma. Para que me entiendas: tú no puedes excluir de lo cubano, ni olvidar, lo contrarrevolucionario cubano, porque estarías anulando parte de la historia, además de los miles de muertos que le ha ocasionado a este pueblo.

-Está fuerte eso -me mira turbada ante la gruesa verdad, trata de digerirla-. O sea, la literatura de la diáspora se comporta igual: la que está a favor de la Revolución y la que está en contra… Ya se te olvidó el libro de Fornet, Narrar la nación.

-Así es demasiado simple; la de izquierda y la de derecha, si quieres retomar el lenguaje reciclado más abarcador. Hoy debemos hablar con mayor complejidad, nuestro mundo desborda la sencillez. Por cierto, Narrar la nación nos esclarece muchas aristas, pero debió enfatizar ese nexo nación-nacionalidad, pues esa relación resuelve casi todas esas posibles dudas. Ya se sabe que como literatura nacional opera la de la Revolución Cubana en su amplio espectro.

-Hablas entonces del '59 hasta la fecha…

-No excluyo la anterior revolucionaria, pedestal, basamento: es proverbial que la Revolución se inicia en 1868. Déjame explicarte otra cosa: es cardinal para seguir adelante…

Le explico que la cultura nacional (hoy, de la Revolución Cubana) constituye la parte esencial de la cultura cubana, opera dominante en la sociedad, y establece el canon de lo cubano. Por supuesto, posee un amplio espectro, abarca el pensamiento progresista, el pensamiento ecuménico, de todas las religiones, grupos sociales, de la sociedad civil; todo lo simbólico cubano que no obstaculice el avance hacia los objetivos del proyecto social que defiende. Desde el principio se esgrimió un discurso incluyente;(11) y con todo y eso surgió "el quinquenio gris", la parametrización… Aunque de eso podemos hablar también, pues los mal intencionados siempre se aferran a los espacios oscuros, en tanto la "ingenuidad" les hace el juego…

Sigo explicándole que la cultura cubana es más amplia todavía, contiene la cultura de la Revolución Cubana (la nacional gestora) y la cultura contrarrevolucionaria o reaccionaria. Por consiguiente, la literatura cubana está signada por la misma fragmentación, se visibiliza dividida de la misma manera. He ahí la esencia de la identidad cultural y nacional, resuelta desde hace medio siglo, mas en otro escenario…

-Hoy las estructuras sociales y las relaciones simbólicas no son exactamente las de hace más de medio siglo; por supuesto, el mundo tampoco es el mismo. Y las exigencias son otras.

-Estoy de acuerdo contigo, pero la contradicción fundamental de nuestra época sigue siendo el diferendo Cuba-Estados Unidos, y hay esencias muy vigentes, incluso decimonónicas, martianas, sin hablar ya de los clásicos del marxismo. Todo eso ha sido bien trillado por los estudiosos.

-Ahora que me lo recuerdas, ¿conoces algún texto bilingüe de Martí? Fíjate, bilingüe, no escrito en inglés… El bilingüismo es una de las aristas del discurso diaspórico de hoy que debemos resolver. ¿No eres un cubacentrista? (12)

-Vamos con calma; no te apures. También hay esencias cuya distorsión, por incomprensión o intención, se convierten en concesiones costosas…

Las esencias ideológicas, por ejemplo (y esta lo es), permean toda relación simbólica. No se trata de homogeneizar, ni de analizar la diáspora y la identidad en blanco y negro, buenos y malos, sino del carácter totalizador (totalizante) de la cultura dominante de una sociedad. El discurso diaspórico, desde su "contexto multiétnico, multinacional" y multilingüe, responde inobjetablemente a esa circunstancia: opera permeado por esencias ideológicas. No somos menos radicales que en el '59, no. Gozamos de la sedimentación de medio siglo. Si tradicionalmente la lengua (el español de Cuba) ha sido considerada un atributo de la nación, un elemento sociocultural o constante en cualquier análisis identitario, lo va a seguir siendo.

Luego, le pregunto:

– ¿Quieres mejor ejemplo que Daniel Chavarría, (13) perteneciente a la diáspora uruguaya?

-Daniel Chavarría no: es muy fácil; en su caso también podría hablarse de nacionalidad literaria. Dime algo de Piazza Margana, de Casey.

-Hablamos de textos bilingües.

-Y de autores bilingües -discute con habilidad esta preciosura.

-Está bien, en última instancia es el autor quien determina, su proceder y definición, pese a cierta "autonomía textual"…

Partes: 1, 2, 3, 4
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