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La "argentinización" de la economía mundial (página 2)

Enviado por Ricardo Lomoro


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(El único modelo económico que transformó a un país rico en uno pobre)

Para desatar una crisis de proporciones globales hizo falta más que la avaricia de los bancos, el despilfarro de los consumidores estadounidenses y una regulación débil. Según Galbraith, la mejor vacuna para evitar crear la siguiente burbuja no es ya leer sobre las crisis anteriores, sino realmente haber vivido una en carne propia. Esa desafortunada experiencia (podría utilizar el plural), es lo que me impulsa a escribir esta guía. Ojalá sirva de ayuda para evitar la próxima conmoción.

Atrapado en el tiempo (El Día de la Marmota)

Hoja de ruta

Según Wikipedia: Groundhog Day (en español El Día de la Marmota), conocida en España como Atrapado en el tiempo y en Hispanoamérica como Hechizo del tiempo o a veces también como El día de la Marmota es una comedia romántica dirigida por Harold Ramis y estrenada en 1993. Bill Murray y Andie MacDowell protagonizan esta comedia fantástica, cuya temática puede recordar al mito de Sísifo.

El meteorólogo de una cadena de televisión, Phil Connors (Bill Murray), acompañado de su nueva redactora Rita (Andie MacDowell), acude con su técnico de grabación a Punxsutawney, una pequeña población de Pennsylvania en la que cada 2 de febrero, en pleno invierno, el comportamiento de una marmota en la fiesta local determina cuánto tiempo queda hasta que termine la estación fría, el famoso Día de la Marmota. A primera vista vemos que Phil es un hombre frustrado en sus ambiciones y aburrido con su trabajo, y en su arrogancia piensa que su carrera profesional no avanza todo lo rápido que merecería.

Realizadas las tomas de la marmota y transmitidas por televisión, el pequeño grupo se dispone a regresar a Pittsburg para poder cubrir el noticiario de las 5. Sin embargo, una tormenta de nieve les obliga a pasar la noche en el pueblo. A la mañana siguiente suena el despertador con la misma música del día anterior (I Got You Babe) de Sonny & Cher. A medida que se viste y acude al comedor para desayunar, el incrédulo Phil se va dando cuenta de que está viviendo de nuevo el día de la marmota.

Tras repetirse varias veces esta situación, Phil comienza a pensar que no tiene sentido vivir día tras día lo mismo, por lo que decide cambiar drásticamente los acontecimientos. Aprovecha la información que obtiene cada día para beneficiarse "al día siguiente", más tarde decide enamorar a su redactora sin tener suerte. Día tras día es rechazado, así que decide suicidarse al pensar que nunca saldría de este bucle temporal. Coge un coche y se lanza a un acantilado, luego prueba otras formas de suicidarse (se arroja de un edificio, se mete en la bañera con un tostador, etc.), hasta que se rinde. Viendo que esto no funciona empieza a deprimirse pero, aconsejado por Rita se da cuenta que puede mejorar su vida como un benefactor que ayuda a los demás.

De esta manera comienza una vida diaria haciendo el bien a quien necesite, como ayudar a un atragantado aplicándole la maniobra de Heimlich, o salvando a un niño de caer de un árbol. Sin embargo se desanima al no ser capaz de salvar la vida de un anciano sin hogar, a pesar de llevarle a un hospital para que le atiendan. Cuando quiere ver el expediente del occiso la enfermera le da algo de consuelo al decirle que "ya era su momento".

Finalmente se puede ver que Connors mejora sus habilidades, al punto de aprender a tocar el piano, esculpir en hielo, hablar en francés y memorizar la vida de todos los habitantes del pueblo. Y a la vez que mejora sus habilidades físicas también realza su comportamiento, haciendo que sea apreciado por la gente de Punxsutawney. Así mismo confiesa su verdadero amor a Rita, por lo cual ella le acepta y así al fin puede romperse el ciclo al despertarse ya el 3 de febrero. Phil entonces sugiere a Rita quedarse a vivir en el pueblo y así una nueva vida comienza para ellos.

Rendición (Tango cósmico, en dos actos – I -)

En mis épocas de Argentina (hace más de 20 años) se decía que había tres tipos de países en el mundo: los países desarrollados, los países subdesarrollados y la Argentina.

Un caso único, paradigmático, que sorprendía (por su enigma) a los investigadores y catedráticos de economía de las universidades más prestigiosas del mundo.

Un humorista argentino muy popular (Enrique Pinti) relataba en uno de sus monólogos teatrales (Salsa Criolla) que un estudioso norteamericano se había pasado un largo período en Buenos Aires intentando descubrir el misterio de la decadencia nacional. Frustrado, con más dudas que certezas, finalmente le preguntaba al actor: "¿Cómo han llegado ustedes hasta aquí?", a lo que Pinti contestaba: "Y. de a poquito".

De a poquito, esos argentinos que se creían franceses que hablaban en inglés, un día descubrieron que eran italianos que hablaban en español.

De a poquito, esos argentinos que creían vivir en un país rico -entre París y Londres o, como mínimo, Nueva York-, un día descubrieron que vivían en "Villas Miseria" (chabolas) o rodeados de ellas.

El primer "préstamo forzoso" se registró en 1813 (casi cuando aún ondeaba la bandera española). En todo un vaticinio del "dulce porvenir", el primer papel moneda usado como medio de pago fueron los títulos de la deuda.

En 1818 se crea la Caja Nacional de Fondos de Sudamérica, la cual emite "papeles" de uso monetario. En 1826 una "corrida" de los depositantes causó su quiebra. Primera "bicicleta" especulativa (otro síntoma anticipatorio).

La primera "deuda externa" se contrata en 1824 con la Banca Baring (Inglaterra) y el pago final se efectúa en 1904 (ochenta años después; otra señal significativa).

En 1827 el Banco Nacional se convierte en el gran financista a través del recurso fácil de la emisión. El 1836 se cierra el Banco Nacional, sepultado bajo una deuda que cuadruplica el valor de su capital y depósitos. El Estado se hace cargo de los pasivos (comienza la "nacionalización" de las pérdidas).

Entonces se crea la Casa de Moneda, para la emisión de billetes. Comienza la fuerte emisión sin respaldo. Entre 1826-1840 el peso se devalúa un 2.100% (un rasgo característico del "ser nacional").

Si en apenas treinta años de historia -supuestamente- nacional, ya estaban expuestos los "atavíos" económicos que vestirían y desnudarían el "mito del país rico" (una y otra vez, sin solución de continuidad), poco tiempo después (1857) se inician las "consolidaciones de deuda" y "reprogramaciones de pagos" del crédito extranjero (empréstito Baring).

En 1863 nuevos préstamos en Londres (la "auténtica" Madre Patria) sirven para tapar las vergüenzas nacionales y continuar la ficción económica. En 1864 y 1868 otros empréstitos en la City londinense suman y siguen.

En 1864 se establece la primera "convertibilidad" (se inicia con la Ley de Conversión del Papel Moneda), pero en 1876 la Oficina de Cambio tuvo que cerrar y el papel moneda fue declarado inconvertible. En 1881, comienza el segundo período de convertibilidad (1 a 1; otro síntoma), que se suspende en 1885 (por dos años). La "solución" fue una Ley de Bancos Garantidos que en 1887 autorizaba a ciertos bancos a emitir moneda con garantía de la Nación (todo un hallazgo).

En 1873 se produce una crisis mundial por especulación financiera desatada en Londres que tiene su correlato local (1874) con una crisis por cédulas hipotecarias y propiedades que provocan una caída del 50% en el valor de los activos.

Pronto las emisiones quedaron sin respaldo. Entre 1887 y 1894 llegaron a emitirse 191 clases de monedas diferentes (un record digno del Libro Guinness).

Continuando el "devenir" nacional, entre 1880 y 1890 la deuda externa pasó de 86 millones a 335 millones de pesos fuertes. Como la fiesta no es eterna, la prosperidad, el derroche y la especulación se trocaron en pánico, rencor y caos. En consecuencia en 1890, el Banco Nacional comunica a la Casa Baring la imposibilidad de seguir pagando los servicios de la deuda. La Argentina entra en "default" (aunque entonces no se conocía ese término, que más adelante llegaría a formar parte del lenguaje cotidiano de los sufridos habitantes del Río de la Plata).

Recién en 1890 el Congreso sanciona la Ley creando la Caja de Conversión (tercera convertibilidad), unificando la emisión monetaria en una sola institución. Por culpas propias o ajenas (si todos los deudores eran como la Argentina, estaban apañados), la Casa Baring quiebra y los "eternos" pedigüeños" son recibidos por un comité de banqueros encabezado por el Barón Rothschild (¿se podía pedir más?).

En 1891 se producen nuevas corridas bancarias y suspensión de operaciones. Se crea el Banco Nación (el Banco Nacional fue liquidado). En 1892 se entra en una virtual cesación de pagos internacionales. El "arreglo Romero" (1893) procura una reducción de tasas y pago fijo (lo que también puede reconocerse como un adelanto de futuras actuaciones).

Recién en 1899 se establece una nueva convertibilidad (la cuarta), con una relación de 1 a 2,27. En 1914 el estallido de la guerra mundial provoca una corrida bancaria que el gobierno intenta resolver con un feriado bancario (una semana) y suspendiendo las operaciones de la Caja de Conversión. Se sanciona la Ley de Redescuentos (el Banco Nación actúa como un Banco Central).

La Caja de Conversión vuelve a ponerse en funcionamiento (quinta convertibilidad) en 1927, hasta que la crisis de 1929 pone fin a la convertibilidad.

Se repite el mecanismo de la crisis de 1873, 1885, 1890 y 1913: aumento de las tasas de interés internacionales, fuga de capitales, pérdida de reservas, cierre de la Caja de Conversión (todo un clásico).

La Argentina mantiene su cultura económica rentística, centrada en la valoración de la tierra, los empréstitos extranjeros y la inserción tradicional en los mercados mundiales, sobre todo el inglés (si cambiamos el Reino Unido por los Estados Unidos. todo sigue igual).

En 1931 Gran Bretaña abandona el patrón oro. Se autoriza al Banco Nación para otorgar redescuentos a los bancos comerciales y el economista Raúl Prebish "crea" el control de cambios (un "touch" muy argentino). En 1933 se desdobla en mercado de cambios (otro "detallito" autóctono muy característico y reiterativo).

En 1935 otro economista, Federico Pinedo (junto con Prebish) crea el Banco Central. La emisión era respaldada en un 25% con oro y divisas. Se funda el Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias (un embrión del "banco malo"; ¿qué tal?). Se trató de una verdadera operación de rescate del sector bancario (un modelo de anticipación global).

En 1946 se "nacionaliza" el Banco Central y todos los depósitos del sistema bancario. En 1947 el presidente Perón paga totalmente la deuda externa y declara la "independencia económica". En 1948 comienzan los controles de precios (otra nota imperecedera del folklore nacional).

En 1949 comienza el "racionamiento" de divisas (permisos previos de importación y cambios múltiples), se "libera" al Banco Central de mantener el 25% de reservas con respecto al dinero en circulación y queda abierto el camino de la emisión para cubrir el déficit público. Finalmente el Estado "mete mano" al sistema de pensiones sustituyendo el efectivo por bonos estatales.

En 1955 vuelve Prebish (de larga actuación en la década del 30), se da marcha atrás a la "nacionalización de los depósitos", se favorece una apertura a las inversiones extranjeras, se ingresa en el Fondo Monetario Internacional y se proclama el retiro de la intervención del Estado en la economía. Nace el "Club de París" (donde la Argentina ya es socia "vitalicia".).

En 1958 (gobierno de Arturo Frondizi) el déficit público alcanza el 9% del PIB. Fuerte emisión, alto endeudamiento interno y externo. El gobierno pide ayuda al FMI. En 1959 por primera vez en el siglo la inflación alcanza los tres dígitos (114%).

En 1962 el ministro de Economía, Álvaro Alsogaray, en medio de una fuerte restricción fiscal y monetaria impone un empréstito forzoso (Bono 9 de Julio).

En 1963 el gobierno de Humberto Illia (con Eugenio Blanco de ministro de Economía) establece un mercado de cambios controlado pero flexible ("crawling peg").

En 1969 durante el gobierno del General Onganía (militar golpista que había depuesto al gobierno democrático de Illia) nace el Peso Ley 18.188 (se quitan dos ceros al anterior).

En 1970 bajo el gobierno del General Levingston (sucesor militar de Onganía) se restablecen los habituales controles de precios y (por primera vez) se restringe el consumo de carne en Argentina (veda de carne).

En 1971 Estados Unidos suspende la convertibilidad del dólar. Se devalúa el dólar en 1971 y 1973. La OPEP suspende la venta de petróleo en 1973 (embargo petrolero) a consecuencia de la guerra del Yom Kippur.

En 1974 bajo el gobierno de Perón el congelamiento de precios y salarios comienza a trastabillar. Se produce desabastecimiento y se incrementa el mercado negro (un comportamiento permanente y reiterativo del ser nacional).

Muere Perón y lo sucede (como Presidente) su esposa "Isabel". Su ministro de Economía (Gómez Morales) comienza gestiones ante el FMI (rompiendo con otro de los mitos peronistas).

En 1975 se produce una devaluación de la moneda del 50% y el mercado negro alcanza el 40% de la economía (lo dicho).

El siguiente ministro de Economía (Celestino Rodrigo) en sólo 50 días provoca una devaluación del 100%, aumento de la gasolina del 100%, de la energía eléctrica del 76%, del transporte del 80 al 120% y de las tasas de interés del 50% (repito, todo ello ocupando la cartera de economía por un período de 50 días; anda, que si se queda más.).

Los sindicalistas responden al "Rodrigazo" (así lo bautizó el sentir popular), convocando por primera vez a un gobierno peronista, una huelga general de 48 horas.

En julio se alcanza la hiperinflación, con un 476% anual. Arranca la "indexación de la economía" (que, con sus más y sus menos, duró 20 años).

Isabel abandona el poder "transitoriamente"; la sucede Ítalo Luder que, con Antonio Cafiero como ministro de Economía obtiene el apoyo del FMI. El déficit público alcanza el 13% del PIB.

En 1976 la emisión monetaria resulta imparable. Los militares deponen al "impotente" gobierno de Isabel Perón.

Asume el General Videla y nombra ministro de Economía a José Alfredo Martínez de Hoz. El año cierra con un 444% de inflación (nivel nunca alcanzado en Argentina).

De la mano de los militares, Martínez de Hoz impulsa una vigorosa apertura generalizada de la economía. Se liberan los precios pero se mantienen congelados los salarios. Rebaja generalizada y unilateral de los aranceles (que son utilizados como herramienta para "domar" la inflación). El déficit público alcanza el 14% del PIB. El programa recibe el apoyo del FMI (300 millones de dólares) y de la banca privada internacional (1.000 millones de dólares). Comienza la "danza de la deuda externa".

En 1977 se establece una de la piezas claves del programa económico: la Ley de Entidades Financieras (liberación del mercado de capitales; se liberan las tasas de interés pero se mantiene la garantía de los depósitos). Se inicia la financierización de la economía. Arranca la "bicicleta" financiera (una contribución argentina al modelo global, también un anticipo del fracaso por venir).

En 1978 se alcanza una dimensión hipertrófica del sistema financiero. La Argentina se convierte en el reino de la especulación (un "experimento" mundial, en escala de laboratorio).

Para "ahogar" la inflación se crea la "Cuenta de Regulación Monetaria". Se dispone un "efectivo mínimo" equivalente al 45%, sobre el que el Banco Central pagaba intereses (un interesante negocio para los bancos, sin ningún tipo de riesgo por préstamos).

El ministro Martínez de Hoz impulsa las tres medidas claves: la liberación de la entrada y salida de capitales, el nuevo programa de reducción de aranceles y la instrumentación de "la tablita". El ritmo descendente de la devaluación de la moneda -anticipado en 8 meses- empieza a funcionar como un generador de atraso cambiario. Comienzan a aparecer los efectos no deseados del modelo. Llega la era de la "plata dulce" (la ficción financiera hacía que el dólar resultara muy barato a los argentinos).

En 1980 el Banco Central interviene el BIR (la primera entidad bancaria privada del país). Se inicia la "cuesta abajo" del modelo desregulador, privatizador y financiero.

El Banco Central dicta la Resolución 1.050 (pieza célebre) por la cual se establecen los préstamos con cláusula de actualización del valor del capital.

Se intervienen los Bancos Oddone, de los Andes e Internacional (que representaban el 20% de todos los depósitos bancarios privados). Para fines de 1980 el Banco Central había liquidado 30 entidades financieras (toda semejanza con la situación mundial actual debe ser interpretada como un "pequeño" anticipo).

El Banco Central reduce los efectivos mínimos al 10% y otorga abundantes redescuentos. Entre 1980 y 1982 la crisis generó un costo fiscal estimado en el 50% del PIB de Argentina.

En 1981 el General Viola, que sucede al General Videla, nombra ministro de Economía a Lorenzo Sigaut, que tendrá la misión de abandonar la "difunta" tablita. La moneda se devalúa un 30%. Una reforma financiera inspirada por Domingo Cavallo (sí, el "ínclito") provoca otra devaluación del 30%, volviendo al desdoblamiento del mercado de cambios (uno comercial, oficial y otro financiero, libre).

El ministro Sigaut promete subsidios para compensar a los empresarios endeudados en dólares. Marcando el inicio de la transformación de la deuda privada en deuda pública (tarea que continuaría -oportunamente- el "célebre" Cavallo con brío y frivolidad).

En 1982 el General Galtieri reemplaza al General Viola (el "baile" de los Generales) y nombra ministro de Economía a Roberto Alemann. La guerra de las Malvinas hace saltar por los aires cualquier intento de equilibrio fiscal (tan caro a la filosofía del ministro, casi su única meta). El dólar pasa de 10 a 24 pesos entre enero y junio.

El fin de la guerra de las Malvinas (una clamorosa derrota) concluye con el gobierno de Galtieri que es reemplazado por el General Bignone (otro militar del "Proceso"). Dagnino Pastore al ministerio de Economía y Domingo Cavallo al Banco Central. En tan sólo 52 días Cavallo igual se dio tiempo para asegurar el cambio para las deudas de las empresas a la paridad de $ 15,75 y nuevamente desdobló el mercado cambiario.

Jorge Wehbe (por tercera vez ministro de Economía) reemplaza a Pastore y Lucio González del Solar sucede a Cavallo al frente del Banco Central, terminando de "licuar" las deudas privadas.

En 1983 nace el Peso Argentino con cuatro ceros de menos que el anterior y 2 años de vida.

Simultáneamente estalla la crisis de la deuda mundial (626.000 millones de dólares). Argentina se encuentra en virtual cesación de pagos. La inflación alcanza el 165%. El dólar pasa de $ 10 a $ 68. Nuevo acuerdo "stand by" con el FMI.

En 1984 con el regreso de la democracia (gobierno de Raúl Alfonsín), se procura una moratoria internacional. El ministro de Economía (Grispun) dispone la suspensión del pago de los intereses de la deuda hasta junio de 1984, para evaluar su monto y legitimidad. El objetivo del gobierno era que los pagos no superaran el 15% de las exportaciones.

El país recibe un "crédito puente" de 500 millones de dólares de varios gobiernos. Sobre finales del año se alcanza un nuevo acuerdo con el FMI y posteriormente con los bancos privados extranjeros. El año se cierra con una inflación del 688%, mientras el dólar había pasado de 23 a 179 pesos.

En 1985 (con Sourrouille, como ministro de Economía) se establece el "Plan Austral": no emitir dinero para financiar el gasto público, congelación de precios, tarifas y tipo de cambio. Nace el "Austral" (nuevo signo monetario). Uno por mil unidades de la vieja moneda. Se dispone una devaluación del 18% (cambio de US$ 1 por 0,80 australes). Se pone en marcha el "desagio" (desindexación de las cláusulas contractuales económicas). Reforma tributaria. Progresiva reforma del Estado (como objetivo a posteriori). Un éxito inicial "impactante".

En 1986 del congelamiento se pasa a los "precios administrados" (la magia comienza a resquebrajarse). En 1987, el panorama económico se complica; Brasil se declara en "default".

Nueva política salarial (con piso y techo de negociación) y flexibilización de precios. Quinta versión del Plan Austral (con medidas económicas de corte clásico). Nueva negociación con el FMI.

El gobierno no logra el equilibrio (1988). A partir de abril se entra en una virtual cesación de pagos con el exterior. En agosto nace el "Plan Primavera". Desdoblamiento del mercado cambiario. Acuerdo de precios por 180 días. Las negociaciones con el FMI y acreedores internacionales se interrumpen. En septiembre del Banco Mundial otorga 1.300 millones de dólares.

En febrero de 1989 el Banco Central se "retira" del mercado de cambios. En enero se pagaban 17 australes por dólar, en junio, 535 australes por dólar (en 6 meses un incremento del 2.100%). Había estallado la hiperinflación.

Al igual que en todas las demás situaciones, la hiperinflación tuvo en Argentina un largo período de gestación, que se remontaba por lo menos hasta los inicios de la década de 1970. A través de más de quince años, los desequilibrios de la economía estuvieron bordeando el descontrol, hasta que, finalmente, en ese agitado mes de mayo de 1989 los precios al consumidor aumentaron un 78,5%, marcando el inicio formal de uno de los peores momentos de la historia económica del país.

Para la población, los aumentos de precios se convirtieron rápidamente en una obsesión y el principal y casi excluyente tema de conversación. Pero el gobierno estaba lejos de poder detener una hiperinflación que avanzaba de modo meteórico. Eso recién ocurriría de una manera efectiva casi dos años después, con otro gobierno y tras cinco ministros de Economía derrotados en el intento.

Antonio Tróccoli, un viejo dirigente radical, que había sido ministro del Interior de Alfonsín, encontró un modo singular de caracterizar el momento: "sólo queda rezar".

Virtualmente así era, pero tanto los dirigentes políticos como la población esperaban algo más y lo único a mano eran los controles de precios, que, aunque acumulaban una larga lista de fracasos, acreditaban el éxito inicial del Plan Austral.

De modo que el gobierno fue pasando raudamente por listas de precios máximos de efímera duración, un congelamiento de precios previo a las elecciones que casi no existió y un sistema de precios "concertados" con ajustes semanales, con el que llegó hasta el final del mandato. Como era obvio, ninguna de estas medidas podía ordenar semejante caos, pero al menos permitía mantener cierto activismo público e inducir un mínimo punto de referencia en los mercados.

El desequilibrio en los precios pronto comenzó a manifestarse en situaciones de desabastecimiento, que no hacían más que agravar el panorama, dado que la población procuraba hacerse de "stocks" de los productos no perecederos y, con ello, aumentaba artificialmente la demanda.

Alfonsín vencido en las urnas, incapaz de resolver los problemas económicos, e impotente ante los saqueos, adelanta el traspaso presidencial.

Asume la presidencia Carlos Menem. Se promulga la Ley de Emergencia Económica. Se dispone la Reforma del Estado. En noviembre llega un nuevo acuerdo con el FMI (1.500 millones de dólares). Desaparece el justicialismo (peronismo) y comienza el menemismo (cocina de autor).

Diversos planes económicos (Plan B&B, con el ministro Roig; Plan BBII, con el ministro Rapanelli; Plan de ajuste, con el ministro Erman González) no consiguen remitir la inflación, que alcanza el 5.000% (sí, ha leído bien). El pánico se apodera de la población (es lo único que les queda).

En 1990 la respuesta a una corrida sobre los bancos es la "conversión forzosa de los depósitos" (Plan Bonex). Se transforman en bonos el 60% de la masa monetaria.

En 1991 el presidente Menem nombra ministro de Economía a Domingo Cavallo (hasta entonces Canciller). Se promulga la Ley de Convertibilidad.

El esquema de la convertibilidad era sencillo. El Banco Central vendería al tipo de cambio establecido todas las divisas que le fueran demandadas y debería retirar de la circulación todos los australes recibidos en pago. A su vez, podía comprar a precios de mercado todas las divisas que se le ofrecieran, haciendo uso de la emisión si fuera necesario.

Simultáneamente, se establecía que las reservas internacionales en oro y divisas extranjeras debían ser por lo menos iguales a la base monetaria, que es la suma de la moneda en circulación más los depósitos de los bancos en el Banco Central como reservas de liquidez.

Llevó un poco de tiempo explicar a la opinión pública por qué un mecanismo en apariencia tan simple iba a resolver una tendencia recurrente a la hiperinflación que parecía sin solución. Tampoco los legisladores se mostraban al principio muy convencidos.

La clave era que el gobierno se comprometía a emitir moneda sólo en la medida que comprara divisas y debía retirar de la circulación todo el circulante que recibiera cuando las vendía. La piedra angular era que cesaba toda emisión monetaria con destino a financiar el gasto público y el Banco Central quedaba transformado en una simple Caja de Conversión.

En otros términos, se trataba de un mecanismo forzoso para que el Estado abandonara la emisión espuria de moneda. Algo que la abrumadora mayoría de los países del mundo había logrado sin llegar a situaciones ni decisiones tan extremas.

Completando el diseño y para evitar que la inercia de la inflación destruyera el nuevo modelo, la ley preveía el cese de todos los mecanismos de indexación existentes en la economía.

Durante el período 1992-1994 se registra un tramo exitoso de los postulados económicos: apertura del comercio exterior, desregulación, libertad económica, flexibilización del mercado de capitales, privatización.

El esquema básico de la convertibilidad más la privatizaciones facilitan una cuantiosa entrada de capitales del exterior, lo que permite alcanzar el equilibrio fiscal, sostener el tipo de cambio y bajar la inflación. Como efecto no deseado, aparece el saldo negativo de la balanza comercial.

A partir de enero de 1994 se complica el "invento". La FED comienza a incrementar las tasas de interés. En diciembre, en México (otro país, deuda dependiente), estalla el "tequilazo". Los argentinos (más rápidos que el hambre) comienzan a derrumbar el "castillo de naipes". De diciembre de 1994 a mayo de 1995 retiran una quinta parte de los depósitos. El proceso es acompañado por una masiva fuga de capitales.

Cavallo (el "milagroso") pide "socorro" al FMI (2.400 millones de dólares), que junto con el BID y el BM totalizan 4.200 millones de dólares. En alguna medida se logra "restaurar" el equilibrio. Aparentemente la convertibilidad se había salvado.

En 1996 el gobierno emitía bonos por 11.000 millones de dólares anuales para sufragar el déficit fiscal, ingresos que se completaban con los provenientes de las privatizaciones de las empresas públicas y el endeudamiento privado en el exterior.

En junio de 1996 Menem reemplaza a Cavallo por Roque Fernández. El colchón de la deuda permite al gobierno superar la crisis asiática de 1997. En 1998 llega la crisis rusa y los mercados internacionales se cierran.

A fines de 1998 la deuda externa alcanzaba los 139.000 millones de dólares y los intereses representaban 10.000 millones de dólares anuales.

Así y todo, en un discurso "mesiánico y demagógico" ante la asamblea del FMI/BM, el presidente Menem expresa que Argentina está en el primer mundo (?) y que es una potencia (?) (sic).

Eludiendo cualquier cambio de fondo, el gobierno optó otra vez por redoblar la apuesta y procurar convencer al mundo que Argentina era un caso diferente. La estrategia de la diferenciación tuvo su punto culminante cuando el Presidente logró un espacio inusitado en la asamblea anual conjunta del FMI y el Banco Mundial. Hablando en la sesión inaugural -el 6 de octubre de 1998- frente a un auditorio colmado que acababa de escuchar al presidente Clinton, Menem destacó los logros de su gobierno e invitó al resto del mundo a seguir el camino de Argentina para superar la crisis internacional. Más aún, como prueba de fortaleza aumentó en mil millones de dólares la cuota del país ante el FMI. Fue ovacionado.

A pesar de tan surrealista auto elogio el gobierno entra en una era de sombra. La convertibilidad se desvanece, los costos sociales se profundizan y los escándalos se multiplican. Se inicia la recesión (vieja conocida de los argentinos).

En 1999 Brasil devalúa su moneda (dejando flotar el cambio). Mientras, Menem huye hacia adelante y propone la "dolarización", y no sólo de la Argentina, sino de todo el Mercosur (?).

El presidente del Banco Central (Pedro Pou) propone un tratado de asociación monetaria con Estados Unidos (?). Larry Summers (el mismo que está en el epicentro de la actual crisis financiera mundial), le contesta (eufemísticamente) que la dolarización es. "sexy". pero que tiene sus dudas. Finalmente el gobierno desecha la idea.

Menem entrega el gobierno a Fernando de la Rúa (nuevo presidente electo). La economía está en una crisis profunda. Los vencimientos de la deuda eran impagables y el mercado internacional de capitales continuaba inaccesible para Argentina.

El panorama se agravó cuando, pocos días después, el célebre financista internacional George Soros declaró a la prensa que el peso argentino estaba sobrevaluado.

Aunque -por convicción o cautela- la mayoría de los economistas se manifestaban contrarios a una devaluación, algunos de los más prestigiosos a nivel internacional se animaron a plantear con bastante claridad lo crítico de la situación.

Uno de ellos, Paul Krugman, un famoso académico., también coincidió en que el peso estaba sobrevaluado. Cuando el periodista que lo entrevistaba le preguntó: "¿La convertibilidad puede durar 4 ó 5 años más?", contestó sin dudar: "Yo estaría muy sorprendido si persistiera en el tiempo".

Jeffrey Sachs, otra estrella de la economía mundial., que también fue convocado a comentar las afirmaciones de Soros, dijo:

Probablemente está expresando una opinión muy generalizada entre los inversores sobre Argentina (.) Por muchos años mi visión ha sido que el peso estaba sobrevaluado. Esto significa que Argentina es un país muy caro en dólares, comparado con otros países de similares niveles de tecnología y productividad (.) Si Argentina no estuviera atada a la convertibilidad, el peso se devaluaría entre un 20 y un 25 por ciento.

Así y todo tanto el gobierno como los empresarios se "aferraban" a la convertibilidad como a un clavo ardiendo.

En el año 2000, el ministro de Economía Machinea, lanza una profunda reforma impositiva (el "impuestazo"), respaldado por el FMI, que en un nuevo acuerdo concede un crédito "precautorio" (?) de 7.200 millones de dólares (un tipo de crédito que se otorga pero que no puede usarse; una ficción para otra ficción). Anteriormente, en abril de 1999, ya el FMI había concedido al gobierno de De la Rúa una "línea de crédito contingente" (no hay nada nuevo en "el cielo protector" del Fondo Monetario.).

Hacia noviembre el "Plan Gamma" ya había tomado forma a través de un documento secreto. El plan contemplaba dos escenarios. En el primero, el gobierno reestructuraba su deuda, no se producía una corrida bancaria y la convertibilidad sobrevivía. En el segundo, la corrida tenía lugar y la convertibilidad colapsaba.

La burocracia del FMI no estaba nada dispuesta a tomar este riesgo sobre sus espaldas, de modo que la solución se fue encaminando hacia un nuevo acuerdo de tipo convencional. Las condiciones exigidas para ese acuerdo aumentaban la tensión política y social, pero el gobierno ya estaba embarcado en un camino sin retorno. En un breve mensaje personal, el 9 de noviembre De la Rúa anunció nuevas medidas de ajuste.

El apoyo del FMI llegó a la mañana siguiente en la voz del propio director gerente, Horst Kölher: "Los pasos anunciados por el presidente De la Rúa anoche demuestran su fuerte liderazgo y representan un significativo fortalecimiento de la política económica argentina como también una evidencia más del compromiso con el tipo de políticas que se han seguido tan exitosamente por más de una década" (como siempre, el FMI no acierta ni cuando rectifica).

El 24 de noviembre el gobierno enfrentó un nuevo paro general, mientras los mercados contenían el aliento en espera del resultado de las negociaciones con el FMI.

Finalmente, el 18 de diciembre el paquete se hizo realidad bajo la forma de una ayuda sin precedentes denominada "blindaje", que configuraba un monto global en dólares de 39.700 millones, aportados por el FMI (13.700 millones), el BID y el Banco Mundial (2.500 millones cada uno), las AFJP locales (3.000 millones), el gobierno de España (1.000 millones), los principales bancos locales (10.000 millones) y un mecanismo de canje de la deuda (7.000 millones).

La magnitud de la operación era la respuesta a una realidad acuciante y fue vista por muchos analistas -en especial en el exterior- como una "última oportunidad" de sostener la paridad uno a uno del peso con el dólar.

El año concluyó bastante peor de lo que se había previsto. La economía se achicó un 0,8% y en los sectores industrial, agropecuario y de la construcción la recesión fue incluso bastante más fuerte. La inversión cayó casi un 7%, acumulando en dos años un 20% de retracción.

En 2001 previo paso por el ministerio de Economía de López Murphy (otro de los ministros de corto plazo), regresa (nuevamente) Domingo Cavallo -el "incombustible"- (a los 10 años de "su" convertibilidad). Entre todas las medidas desesperadas Cavallo "inventa" el Lecop (un bono para las provincias; una "cuasi" moneda). El FMI concede 8.000 millones de dólares. La situación se torna insostenible.

A la fuga de depósitos el gobierno responde con la Ley de Intangibilidad de los Depósitos y el 1º de diciembre se dispone el congelamiento de los depósitos bancarios. Ha llegado el "corralito" (con "copy right" argentino, para el mundo mundial).

El "corralito", que establecía que no se podían realizar extracciones en efectivo superiores a los US$ 250 semanales por cuenta, mientras que los depósitos a plazo fijo eran convertidos en depósitos a la vista a medida que se producía su vencimiento. El dinero inmovilizado en los bancos podía ser utilizado mediante emisión de cheques o a través de tarjetas de débito o crédito. El 30 de noviembre, día anterior a la imposición de la medida, los depositantes del sistema financiero habían retirado en una sola jornada 1.500 millones de dólares.

La estructura del corralito seguía la filosofía de huida hacia delante propia de casi todas las medidas del período. En los 16 días posteriores a su implantación se registró la apertura de 600.000 nuevas cuentas bancarias, con lo que -aunque a menor ritmo- los retiros de depósitos continuaron. Miles de nuevos titulares de cuentas se abalanzaban a retirar 250 dólares semanales. El fenómeno fue conocido como el "goteo".

Junto a las medidas sobre la disponibilidad de los depósitos, se impuso un severo control de cambios que paralizó las operaciones de comercio exterior.

En la práctica, la convertibilidad había dejado de existir y sólo se conservaba una ficción. Así lo entendió el FMI, que en esos días anunció la suspensión de sus desembolsos y opinó públicamente que consideraba que la combinación de déficit fiscal, deuda pública y régimen cambiario ya no era "sostenible".

Como es conocido, el presidente De la Rúa renunció el 20 de diciembre, en medio de graves alteraciones del orden público y, luego de un breve interinato, fue sucedido por Adolfo Rodríguez Saá, cuyo principal acto de gobierno fue la declaración de "default" de la deuda externa.

El balance del año 2001 es propio de una economía en situación de colapso. El PBI se contrajo un 4,4%, siguiendo un derrotero de declinación que se agravó a medida que transcurría el año. En los últimos meses de éste la actividad económica retrocedía a un equivalente anual del 11 por ciento.

A lo largo del año, los depósitos en el sistema financiero se redujeron en 20.854 millones de dólares, es decir que se perdió aproximadamente la cuarta parte del total. A partir de mediados de año varios importantes bancos del sistema agotaron sus recursos propios para atender los retiros de los ahorristas y el Banco Central comenzó a auxiliarlos mediante crecientes préstamos (denominados operaciones de pase y redescuento). La contracción del sistema se tradujo en una disminución de casi 12.000 millones de dólares en el "stock" de préstamos al sector privado.

El déficit total del sector público ascendió a la sideral suma de 17.000 millones de dólares, la deuda pública se elevó a 144.000 millones de dólares y se perdieron 12.371 millones de las reservas internacionales, es decir el 46% de las que existían al comienzo de la crisis.

El país se inundó de títulos provinciales que circulaban como moneda corriente y que llegaron a totalizar unos 8.000 millones de dólares: Lecop, Patacón, Lecof, Federal, Cecacor, Bocado, Quebracho Boncafor, Petrom y algunos más incorporaron, junto con un nuevo léxico, una anarquía monetaria similar a la de fines del siglo XIX.

En el plano social, el desempleo ascendió al 18,3% y la población por debajo de la línea de pobreza llegó al 38% del total.

Los bancos permanecían cerrados sin capacidad de devolver los depósitos. Las exportaciones paradas, las importaciones atascadas. El Estado en quiebra y las monedas provinciales bajo la forma de bonos representaban dos terceras partes del dinero en circulación. La fuga de depósitos extranjeros había reducido las reservas internacionales a la mitad (como en el crack del 29 o si se quiere algo más folklórico, un regreso a los antepasados, previos a 1853).

En 2002, asume Duhalde (y Remes Lenicov, como ministro de Economía). Temen salir de la convertibilidad por el riesgo de provocar un proceso hiperinflacionario (otra vez).

A pesar del riesgo, se dicta la Ley de Emergencia Económica que pone fin a la convertibilidad y establece la "pesificación" de la economía (cambio oficial 1 US$ por 1,40 pesos, más otro mercado libre). La población establece una "carrera de vivos" con el gobierno. Unos, por sacar todo el dinero posible de los bancos y los otros, por evitar el colapso de los depósitos.

Del "corralito" se pasa al "corralón". Llegan las medidas de amparo judicial (una cascada imparable). La población le hace un "cacerolazo" a Duhalde (otro invento de Argentina para el mundo).

El 19 de enero de 2002 Duhalde anuncia la "pesificación" completa. Al FMI la pesificación le resultaba aceptable (lo mismo Juana, que su hermana.), si no entrañaba costo fiscal. Por temor a la reacción popular el gobierno dispone la pesificación "asimétrica" (nadie se quería quedar del lado malo de las vías del tren.).

Remes renuncia y llega Lavagna al ministerio de Economía. A finales de 2003 el gobierno presenta la primea propuesta de reestructuración de la deuda externa con una quita del 75%. Las necesidades de liquidez bancaria eran atendidas con emisión monetaria. Se mantenía la flotación cambiaria. Se dispone una Ley "antigoteo" para detener la salida de depósitos a través de amparos judiciales.

En mayo, Lavagna lanza un plan de "bonos voluntarios", luego anuncia que no habrá más redescuentos. Se produce el cierre de algunos bancos. Llega Kirchner a la presidencia del gobierno y mantiene a Lavagna al frente de Economía.

Se presenta el plan definitivo de reestructuración de la deuda externa:

75% de quita sobre 94.302 millones de dólares

Intereses del 0,5% al 5%

Plazos de 8 a 42 años

En 2005 se canjean 152 tipos de bonos en 6 monedas diferentes de 2024 a 2038 y 2045, por 3 nuevos bonos.

El 76% de los acreedores aceptaron el canje (un 20% eran los fondos privados de pensiones argentinos – AFJP).

Este proceso de reestructuración de la deuda externa, el ahorro generado por la pesificación de parte de la deuda pública y la nueva deuda emitida para compensar a los ahorristas y bancos ha hecho que se pasara de una deuda total de 144.453 millones de dólares en diciembre de 2001 a 126.567 millones en marzo de 2005. El peso de la deuda sobre el conjunto de la economía -aunque todavía elevado- disminuyó sustantivamente y los servicios de interés pasaron a representar el 10% de los ingresos del gobierno, cuando previamente eran el 22%. En la nueva estructura de la deuda, más de la tercera parte de la misma quedó denominada en moneda nacional.

El proceso de normalización de la economía incluyó también retirar de la circulación alrededor de 8.000 millones de pesos en bonos provinciales que circulaban como moneda, con lo que el país quedó reunificado monetariamente.

Rendición (Tango cósmico, en dos actos – y II -)

Luego de más de 20 años en el exilio y de haber apostado por vivir (supuestamente) en una parte del mundo más predecible, transparente, sostenible y ética. vengo a descubrir (tarde y mal) que al fin. nada es cierto.

¿Amargura? No, pena.

De un país de fracasos desmesurados he pasado al descalabro global del sistema económico capitalista (esta vez, sin escapatoria planetaria). La sumatoria de desaciertos, intentos fallidos, inventos mesiánicos, dogmas desatinados, torpezas o dislates, que han caracterizado la historia económica argentina, se ha propagado por el mundo en una globalización siniestra del descalabro y la decepción.

Si Argentina pudiera cobrar "derechos de autor" por sus diversos y desastrosos modelos económicos, a tantos "usuarios" internacionales, tal vez hoy, podría ser un país "fracaso-dólar", resolver su problema de la deuda "eterna" y sobrarle para hacer inversión extranjera directa (mira tú por donde.). Un "Fondo Soberano" del absurdo.

En uno de sus pocos aciertos (tal vez el único) la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner (Ms. Botox, la Virreina del Plata), dijo que Obama era como Perón, pero que aún no se había dado cuenta. (todo se andará, cuestión de tiempo).

Por buscar paralelos personales podríamos asemejar a Berlusconi con Menem (basta ver sus escándalos matrimoniales y de faldas o rastrear entre sus frivolidades y bufonadas).

Otro parecido interesante podría darse entre Rodríguez Zapatero y De la Rúa (incapacidad, impotencia, falsedad, majadería y memez). Personajes entre Peter Pan y Alicia en el País de las Maravillas. Bobos solemnes. Errores democráticos.

En el archivo de "sexo, mentiras y cintas de video" no puedo dejar de destacar (otros que merecerían el DNI argentino) a Sarkozy, Brown o a Gyurcsany (no me olvido de Blair, que se nos fue, pero aún me guía.)

Si de la política pasamos a la economía, cómo no equiparar a Martínez de Hoz con "burbujita" Greenspan o a Cavallo con "helicóptero" Bernanke. Grandes "desreguladores". grandes "empapeladores". (profetas de fracasos anunciados).

También encuentro correlación entre Lucio García del Solar (licuación de las deudas) y Paulson o entre Pedro Pou (tratado de asociación monetaria con EEUU) y Geithner.

Entre la inepcia y la idiocia. La lista podría continuar.

Para comenzar, les presento algunos artículos periodísticos sobre el esperpento (casi "familiar", digamos), que ayudan a poner "letra" al segundo acto del "Tango cósmico". La "música" sigue siendo argentina. O sea.

Pasen y lean. Pueden juzgar por ustedes mismos (o marcarse un tango, si lo desean).

– Berlusconi amenaza a los medios con represalias por la cobertura de sus "errores" (ABC – 5/4/09)

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, amenazó a los medios de su país con "acciones duras" por sus "calumnias" en informaciones sobre sus supuestos errores en las diversas cumbres de esta semana, informan hoy todos los diarios.

A las ya conocidas excentricidades de Berlusconi, el mandatario italiano sumó esta semana dos momentos analizados por los medios italianos hasta la saciedad, en algunos casos calificados como ridículos y en otros como errores.

A la pregunta de un periodista de cuáles serían sus acciones de represalia, Berlusconi respondió: "¿pero usted piensa que si yo digo que no se vea más una televisión u otra no hay nadie que me siga en Italia?".

La última de sus excentricidades analizadas por la prensa ocurrió ayer, cuando la canciller alemana, Ángela Merkel, lo esperaba a su llegada a la ceremonia conmemorativa del 60 aniversario de la OTAN.

Berlusconi, salió de su automóvil hablando por su teléfono móvil, hizo esperar unos minutos a Merkel y se ausentó momentáneamente de la celebración.

Pocos días antes, Berlusconi sobresaltó a la reina Isabel II de Inglaterra, al decir en voz alta "Míster Obamaaaaaaa", tras la fotografía de familia de los representantes del G-20 realizada en Buckingham Palace.

Del primer asunto se disculpó asegurando que hablaba con el líder turco, Tayyip Erdogan, para desbloquear la elección del danés Anders Fogh Rasmussen como secretario general de la OTAN.

En cuanto al supuesto desencuentro con la reina de Inglaterra, tanto el palacio de Buckingham como el propio Berlusconi desmintieron que se hubiera producido ninguna reprimenda de la reina al líder italiano y que se trató de un comentario realizado en un ambiente relajado.

Los problemas con el protocolo de Berlusconi, que posee la mayor red de televisiones privadas de Italia, han quedado patentes en muchas otras ocasiones.

La penúltima ocurrencia del primer ministro, de 72 años, la pronunció recientemente con motivo de una ola de violaciones registrada en Italia.

"Tendríamos que tener (en las calles) tantos soldados como tantas son las bellas mujeres italianas, creo que no lo lograríamos nunca", dijo en Sassari (Cerdeña), tras anunciar que aumentará a 30.000 los soldados que patrullarán por las principales ciudades.

El pasado mes de noviembre, durante la cumbre bilateral Alemania-Italia, una comitiva alemana encabezada por la canciller Angela Merkel avanzaba con paso decidido al encuentro de Berlusconi y él, envuelto en un abrigo oscuro se escondió tras un enorme pedestal de una estatua.

"Il Cavaliere" se asomó cuando la comitiva ya había pasado y lanzó un sonoro "cu-cú" que sorprendió e hizo retroceder a Merkel y exclamar: "!Silvio!" para fundirse después con él en un fuerte abrazo.

Tampoco el presidente de EEUU, Barack Obama, ha escapado de las burlas del italiano, que lo describió desde Moscú como "joven, guapo y bronceado", cualidades que distan de sus características físicas, con la excepción de la última, que suple con rayos UVA.

– Las meteduras de pata de Silvio Berlusconi (EcoDiario – 16/4/09)

Que hablen de ti aunque sea mal. Esa debe ser la máxima que se repite cada mañana al despertarse Silvio Berlusconi. Mujeres, grandes dirigentes, rumanos o incluso los afectados por un terremoto. Nadie está a salvo del "sutil" humor de Il Cavaliere.

Las salidas de protocolo del presidente italiano ya han dado más de una vuelta al mundo. No se sabe si precisamente por ello, o a pesar de ello, los italianos le mostraron su apoyo en las urnas en las últimas elecciones. Sea como sea, Berlusconi se ha visto arropado y ha agudizado su ingenio.

Sus inoportunas bromas tras el terremoto

La semana pasada Italia vivía una de las grandes tragedias de su historia. Un terremoto en L'Aquila acabó con la vida de 294 personas, por lo que el mandatario italiano se desplazó hasta la zona para asistir a los afectados. Desde entonces no ha dejado indiferente a nadie.

Primero aconsejó a los afectados que se tomarán su estancia en las campos habilitados para los refugiados como "un fin de semana en el camping". "Tomaos unos días, los pagamos nosotros", bromeó. Después aconsejó a los desahuciados irse unos días a descansar en la playa para que sus hijos disfrutasen -haciendo referencia a los hoteles de la costa dispuestos a acogerlos-. Ahora ha puesto la guinda flirteando con una de las médicos voluntarios desplazados hasta la zona.

"No me importaría ser reanimado por ti", aseguró ayer a Fabiolla Carrieri, una médico de "largo pelo rojo y grandes ojos azules", según Berlusconi. Poco después, advertía a una herida de la necesidad de recuperarse para "poder pedirte un baile". Los afectados han sacado hierro al asunto alegando que sólo pretende aliviar un momento muy difícil.

A pesar de las críticas de la prensa, los italianos no se inmutan y siguen apoyándole tras frases como que "Mussolini no mató a nadie, mandaba a los opositores de vacaciones al exilio"; "¡Nueve mujeres! ¡Él solo se lo ha buscado! Le costará dominarlas. El Gobierno Zapatero es demasiado rosa para Italia: Aquí no es todavía tan fuerte la presencia de la mujer" o "los rumanos entran en Italia, roban y atracan lo que quieren".

– La esposa de Berlusconi quiere el divorcio, harta de la conducta de su marido (Yahoo – 3/5/09)

Veronica Lario, esposa del actual jefe del Gobierno italiano, Silvio Berlusconi, ha decidido pedir el divorcio tras 30 años de matrimonio, harta del comportamiento de su marido con su familia y con las jóvenes bellezas, afirma este domingo la prensa italiana.

"La decisión de Veronica: adiós a Silvio", escribía en portada el diario turinés La Stampa. "Veronica, adiós a Silvio: 'lo he decidido, pido el divorcio'" titulaba también en primera página el romano La Repubblica. Ambos periódicos citaban a "amigas y allegadas" de la primera dama italiana.

Los dos afirmaban también que ya se puso en contracto con una abogada de confianza y dio instrucciones para que el procedimiento de divorcio empiece lo antes posible. Hace pocos días, Lario había duramente criticado a Berlusconi por su intención de incluir a jóvenes hermosas en las listas electorales de su partido para las elecciones europeas de junio próximo, obligando al jefe del Gobierno conservador a dar marcha atrás.

Parece, sin embargo, que la gota que colmó el vaso fue la participación la semana pasada de Berlusconi en una fiesta con motivo del 18 cumpleaños de una hermosa joven de Nápoles, cuando el multimillonario y político nunca ha asistido a las fiestas de cumpleaños de sus propios hijos, afirmó Lario. "Mi matrimonio está acabado. No puedo quedarme con un hombre que frecuenta a menores", dijo Veronica Lario a una de sus amigas, según La Repubblica.

"Leer en los periódicos que frecuenta a una menor, ya que la conocía antes de que cumpliese 18 años, leer que lo llama "papi" y que habla de sus encuentros en Roma y Milán, fue francamente inaceptable. ¿Cómo me puedo quedar con un hombre así?", escribía por su parte La Stampa citando también a amigas de la primera dama.

Berlusconi y Lario se conocieron en 1980 y se casaron por lo civil diez años más tarde, ya que el jefe del Gobierno era divorciado. Tienen tres hijos, Barbara, de 24 años; Eleonora, de 22; y Luigi, de 20.

– Silvio Berlusconi, el divorcio y la teoría de la conspiración (El Mundo – 4/5/09)

(Por Irene Hdez. Velasco – Corresponsal / Roma)

Si la justicia le persigue es porque hay un complot de los magistrados rojos contra él. Si fuera de Italia no goza de gran popularidad es por culpa de las maquinaciones de la prensa internacional. Y ahora, ante la noticia de que su esposa va a iniciar esta misma semana los trámites legales para divorciarse de él, Silvio Berlusconi vuelve a recurrir de nuevo a la vieja teoría del complot. Hasta el punto de asegurar que en este embrollo él es la víctima: "Es Veronica la que debería pedirme disculpas públicas», afirma. «Y no sé si eso sería suficiente. Es la tercera vez que en campaña electoral me hace una de estas bromitas. Es demasiado".

Il Cavaliere proclama que es inocente, que no mantiene ninguna relación íntima con la joven de 18 años a cuya fiesta de cumpleaños asistió hace unos días y que lo que ocurre es que su todavía esposa ha sido víctima de una campaña de intoxicación que tiene como objetivo desprestigiarle y ponerle en aprietos políticos.

"Veronica simplemente ha caído en una trampa mediática", insiste en declaraciones hoy al "Corriere della Sera". "Se ha creído muchas cosas inexactas. Y yo sé de quién la está manipulando".

El primer ministro italiano vuelve, como tantas otras veces en sus 15 años de carrera política, a presentarse como víctima de una confabulación. Así, las críticas de Veronica ante la posibilidad de que el partido de Silvio Berlusconi fuera a presentar como candidatas a las elecciones europeas a varias modelos, actrices de televisión y participantes en concursos de belleza eran, siempre según Il Cavaliere, totalmente injustificadas.

"Por desgracia, Veronica ha creído en las muchas cosas inexactas escritas por la prensa", afirma. Y respecto a su muy comentada participación en la fiesta del 18 cumpleaños de la joven Noemi Letizia, quien se dirige a Il Cavaliere por el apelativo de "papi" y que asegura haberse desplazado varias veces a Roma y a Milán para encontrarse con él, también ha sido tergiversada por los medios de comunicación.

"Ese día me llamó el padre de la chica, amigo mío desde hace años. Cuando le dije que por la tarde iba a estar en Nápoles, para controlar el estado del proyecto de realización de un incinerador de basuras, insistió en que me pasara un momento por la fiesta de cumpleaños de su hija.

"Solo dos minutos", me dijo. "El local está muy cerca del aeropuerto. Me harías un regalo enorme". No cedía, y yo no sé decir no. Como íbamos con una hora de adelanto, fui. Nada de extraño".

Entonces, ¿por qué la chica en cuestión le llama "papi"? "Es una broma. Me querían llamar abuelo, pero mejor que me llamen papi, ¿no le parece?".

– España, retrato de un país adolescente (Libertad Digital – 24/4/09)

(Por Carlos Sánchez)

Cuando el sociólogo estadounidense Dan Kiley publicó en 1983 su obra más célebre, El síndrome de Peter Pan: La persona que nunca crece, desveló algo que mucha gente sospechaba. La existencia de jóvenes inmaduros que se niegan a asumir el paso de los años. Se trata de personas (normalmente hombres) que se comportan de una manera infantil en sus relaciones sociales y personales. Como si la edad adulta no existiera.

No estamos ante ninguna patología, pero no hay duda de que el síndrome describe un comportamiento anormal que tiene entre sus principales características el narcisismo. Los que padecen el síndrome son sujetos egocéntricos y caprichosos que están convencidos de que su forma de actuar es la única posible. Y, por supuesto, la mejor.

El libro de Kiley se refiere a personas, pero también es útil para describir el comportamiento de determinadas sociedades, que pueden llegar a abrazar ese síndrome de forma colectiva. Se trata de sociedades jóvenes que han sufrido en pocos años transformaciones radicales, lo que explica una animadversión casi patológica por los cambios. Piensan que están en el mejor de los mundos posibles y que, por lo tanto, no hay nada que cambiar.

Este cuadro clínico coincide con el comportamiento de cierta clase política y social, que no parece dispuesta a romper el statu quo económico (y político) aunque el país se desangre social y económicamente liquidando un tejido productivo que ha tardado años en construirse. El caso español es, probablemente, paradigmático. Un país que hace apenas 20 años reclamaba ayudas para sacudirse el subdesarrollo, se comporta ahora como si fuera un nuevo rico, rechazando de raíz cualquier reforma económica. Como si los cambios que ha sufrido el país en las últimas décadas no fueran consecuencia, precisamente, de su capacidad de adaptación al nuevo contexto.

Recuerda, de algún modo, a esos padres que son despedidos de su trabajo, pero que lo ocultan ante sus familias para no aparecer como fracasados, lo que les obliga a endeudarse para mantener el tren de vida de los suyos.

Lo que ha pasado en las últimas semanas con las propuestas para reformar el mercado de trabajo o la actualización del Pacto de Toledo, ilustra hasta qué punto determinados colectivos han acabado por asumir el síndrome de Peter Pan sin quererlo. No quieren cambios, no vaya a ser que el futuro sea peor. Como si el presente fuera un Eldorado económico. O como si las reformas le hubieran ido mal a la economía española.

Resulta que en el país con más parados de la OCDE -el doble de la media- tanto el Gobierno como los sindicatos se niegan a hablar de cómo hacer más racional el mercado de trabajo. Lo que desde luego nada tiene que ver con una degradación de los derechos laborales. Mientras que los empresarios aprovechan la tormenta para proponer reformas que tienen más que ver con la ley de la selva que con una sociedad estructurada y moderna.

Lo curioso del caso no es tanto el fondo de la cuestión, que también, sino sobre todo la forma. Hoy en día es imposible un debate sereno y constructivo sobre cuestiones de tanto calado como las pensiones, el empleo o la presión fiscal más adecuada para un país en el que el sistema impositivo descansa sobre las rentas del trabajo. Algo que dice muy poco de la clase dirigente, que se ha acostumbrado a quitarse de encima los grandes debates con el expeditivo método de: "y tú más". Una verdadera pena.

– El paro y la cultura de la resignación (El Confidencial – 26/4/09)

(Por Jesús Cacho)

La del viernes 24 de abril de 2009 será una fecha para recordar en la Historia de España. Por primera vez, la tasa de paro superó la cifra de los 4 millones, reduciendo la dura experiencia de la segunda mitad del 92 y el año 93 a casi una anécdota. Si en aquellos 18 meses perdieron su trabajo un millón de españoles, esta vez han sido 1,8 millones los que lo han perdido en apenas 12 meses. Pero esto no queda así; esto se hincha. Las peores previsiones se están haciendo realidad: con un mercado laboral rígido, con una estructura salarial indiciada y con la economía en caída libre, la destrucción de empleo está alcanzando niveles de extrema virulencia. Esto no es una recesión. Esta es la Gran Depresión española. Si la mecha que prendió el fuego fue el desplome de la construcción, el incendio se ha extendido ahora al resto de los sectores y no es aventurado afirmar que terminaremos el año con una tasa del 18,5% de la población activa, y que a finales de 2010 podríamos muy bien alcanzar el 21,5%. En definitiva, en los próximos 24 meses más de dos millones de trabajadores pasarán a engrosar las filas del paro. ¿Puede un país como España resistir una cifra cercana a los 6 millones de desempleados?

Hay quien piensa que no. Hay quien piensa que a la vuelta del verano podemos estar con la gente en la calle golpeando las cacerolas, con la mafia sindical -la que medra con las subvenciones del Estado, la preocupada por el mantenimiento del empleo de los suyos, con desprecio de los que lo han perdido- atrincherada en sus sedes e insultando a los manifestantes al grito de fascistas. Y mientras el país se empobrece y camina hacia esa argentinización a marchas forzadas, el Gobierno sale por la televisión para seguir enmascarando la realidad y pedir calma. No seamos "apocalípticos". Tenemos un Gobierno que está de relator. De cronista mentiroso de la realidad. España ha padecido muchos gobernantes ineptos, pero seguramente ninguno tan peculiar como JLRZ, capaz de unir a su inveterado optimismo una ignorancia catedralicia. "Un nulo pretencioso, con un complejo mesiánico y el cerebro de un boy scout", que dijo Howland Spencer de Roosevelt en los años treinta del siglo XX. Un irresponsable con un poder omnímodo y sin contrapesos. En la mayor tormenta económica de nuestra reciente Historia, que es también crisis política y social, ergo de valores, hemos colocado en el puente de mando a un insensato que por todo mar ha cruzado el Esla a pie y en verano. Zapatero se ha convertido en una tragedia para España, cuyas consecuencias padeceremos durante muchos años.

Un sujeto que hoy mismo nos dirá que lo peor de la crisis ha pasado ya y que, en todo caso, ahí está él para protegernos de las garras de una derecha que pide reducir el gasto público. Que esto va a mejorar ya mismo lo dijo la señora Salgado -viva estampa del drama nacional- el viernes, si bien un día antes había dicho algo peor: que todavía hay margen para seguir endeudándonos. El Gobierno se enfrenta a la dramática coyuntura que padecemos con actuaciones populistas, incoherentes y fragmentarias, que contribuirán a prolongar la agonía y a hacer más difícil la salida del túnel. El diagnóstico de la enfermedad es conocido: la disminución de ingresos derivada de la recesión, el aumento del gasto público discrecional y el dinero que habrá que destinar al salvamento del sistema financiero llevarán el déficit público hasta el 9,5% del PIB en 2009 o muy cerca, y seguramente hasta el 10% en 2010. Entre 2007 y 2008, el Ejecutivo ha dilapidado 6 puntos del PIB sin que ello haya tenido ningún impacto sobre la actividad, toda una curiosa demostración de eficacia por parte del keynesianismo fiscal practicado por Zapatero y Solbes.

En un entorno deflacionario como el presente y en economías altamente endeudadas como la española, la combinación de demanda agregada y precios en caída libre con salarios reales en crecimiento -olé, otra vez, a los sindicatos- se traducirá inexorablemente en nuevos cierres de empresas y en más paro, retroalimentando el proceso recesión/depresión. Se ha dicho hasta la saciedad que una economía rígida y carente de flexibilidad como la española reacciona ante un entorno crítico como el actual destruyendo de forma masiva producción y empleo. Si a ello se le suma una política alocada de gasto público, el panorama adquiere tintes tenebrosos. Vamos de cabeza hacia situaciones de estancamiento tan dilatadas como la de Alemania o Portugal, que lleva más de 10 años en el pozo, por no hablar de Japón. Con la diferencia de que el paro portugués, con ser alto, se ha mantenido en torno al 12% y el japonés nunca ha superado el 5%. Para España, la amenaza de una economía creciendo entre el 0,5% y el 1,5% durante muchos años, con tasas de paro superiores al 20%, está cada día más cerca, lo cual pergeña un horizonte de un empobrecimiento colectivo atroz. Por mantener el Estado del Bienestar en su actual versión a toda costa, corremos el riesgo de acabar con cualquier traza de bienestar.

Ya sabemos cuál es la respuesta oficial: más gasto público y más intervención, la receta que jamás ha sacado a país alguno de la crisis. Con JLRZ en Moncloa, todo lo que sea susceptible de empeorar, empeorará. El nuevo mantra presidencial para estos días consistirá en decirnos que los indicadores económicos van a empezar a mejorar de inmediato, y es cierto: el enfermo tiene el pulso tan bajo, ha perdido ya tanta sangre, que es imposible que siga empeorando. La caída de las ventas de coches tenderá a moderarse, porque ha caído ya todo lo que tenía que caer, y otro tanto ocurre con la mayoría de los indicadores. Pero eso no significa que la recuperación esté cerca. Para volver a la senda de un crecimiento estable es imprescindible articular una política de estabilidad presupuestaria basada en el control del gasto público, y es urgente abordar la liberalización de los mercados (entre ellos el laboral) para dotarlos de mayor flexibilidad. Al mismo tiempo, es necesario acometer una reforma fiscal en profundidad que permita a particulares y empresas hacer frente a sus problemas de liquidez, estimulando el trabajo, el ahorro y la inversión.

La salida de la crisis pasa por purgar los excesos

Esta estrategia implica reconocer de una vez que estamos ante una recesión de caballo y que el ajuste es inevitable. En otras palabras, la salida de la crisis pasa por purgar los excesos cometidos en la fase expansiva del ciclo, algo aparentemente difícil de entender para nuestro flamante ministro de Economía y Deportes. Cualquier iniciativa populista que pretenda frenar esta dinámica con ayudas a los sectores y grupos sociales más afectados, sólo conseguirá prolongar la agonía y retrasar la salida de la crisis. La única intervención justificable es la orientada a evitar el colapso del sistema financiero, y ello porque será imposible que el crédito empiece a fluir con normalidad si cajas y bancos no han limpiado antes sus Balances, es decir, sin unos intermediarios financieros sanos y solventes. Y ahí estamos atrancados. Los planes al respecto preparados por MAFO y Solbes descansan sobre la mesa de la señora Salgado, que necesita estudiarlos. Y el tiempo vuela.

El Gobierno dilapidó la fase alcista del ciclo e ignoró los síntomas inequívocos que anunciaban el final de la gran orgía del ladrillo y el consumo financiado con dinero ajeno. Hizo más: retroalimentó con sus políticas fiscales los desequilibrios macro y microeconómicos que inevitablemente tenían que llevarnos a este final. Zapatero mintió de forma reiterada tratando de ocultar la realidad de la crisis, y ahora, cuando la ola le ha superado de plano, reacciona como lo hicieron los Gobiernos del tardofranquismo, con medidas cuya finalidad no es atacar la raíz de los problemas, sino camuflarlos en espera de que los resuelva, cual deus ex machina, la recuperación de la economía norteamericana, lo que nos lleva de cabeza a una etapa larga y dolorosa de recesión y estancamiento, con paro a mansalva. Ante semejante horizonte, ¿debemos resignarnos?

Tal vez sea esta la parte más dolorosa del momento que vivimos. Lo definía de forma magistral Carlos Sánchez en su columna del viernes en este diario. La española es una "sociedad de adolescentes" que, víctima del síndrome de Peter Pan, se niega a enfrentarse a la realidad y prefiere mirar hacia otra aparte. Siempre, claro está, que nadie toque sus privilegios adquiridos. Capaz incluso de quemar en la hoguera al portador de las malas noticias (el citado MAFO en el caso de las pensiones). Un silencio espeso, impenetrable, rodea los millones de dramas individuales que anuncia el paro. En la sociedad anestesiada, ni una voz discordante. Silencio en el país del miedo. Ante la situación de emergencia nacional que vive España, los egregios banqueros, las grandes fortunas de los años de vino y rosas se han escondido, silentes y acollonadas, esperando que nadie les pida cuentas y pase el temporal. Ni una crítica. Nadie le dice a ZP que esto no puede seguir así ni un día más. Cultura de la resignación.

– El Gobierno bate todos los récords en la financiación de la crisis (Negocios27/4/09)

El Estado mantiene su ritmo de emisión de deuda y amenaza con llegar al límite permitido el próximo año.

(Por Víctor Relaño)

La pérdida de recaudación tributaria, debida al incremento del desempleo, y a la menor facturación de las empresas, unida al crecimiento en el peso de las prestaciones por desempleo está provocando un deterioro cada vez más pronunciado de las magnitudes contables. La crisis económica y la sangría de dinero para frenarla van a situar el déficit en el entorno del 10% del PIB en este año. Pero no sólo eso: el ritmo de endeudamiento para financiar los números rojos del Estado sigue a los mismos ritmos de los últimos meses. En abril, el Estado ha incrementado su deuda en 15.750 millones, según los datos del Tesoro Público.

El empeoramiento de las cuentas del Estado ya enfrentó a España a un expediente de la Unión Europea, al rebasar el déficit público el nivel del 3%, considerado de estabilidad presupuestaria. Esta variable va a empeorar este año de forma sustancial. La financiación de este descomunal déficit va a sepultar la buena trayectoria que había llevado España en los últimos diez años, en cuanto a deuda pública emitida.

Entre el año 1996 y 2007, España pudo reducir esta variable desde el 67,4% hasta el 36,2% del Producto Interior Bruto (PIB).

El endeudamiento del Estado ya registró un cambio de tendencia el pasado año, al finalizar al 39,5% sobre el PIB. Pero el ritmo impuesto en este año hace presagiar que, de no cambiar mucho la situación, se alcanzará el límite del 60% en la segunda mitad del año que viene.

El departamento financiero del Estado ha emitido bonos por importe de 15.750 millones de euros, en este mes de abril. Más que en marzo (13.897 millones) y febrero (14.411 millones).

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La deuda de España sigue creciendo a un ritmo en el que a mediados del próximo año habrá consumido todo el margen de que disponía según el programa de estabilidad presupuestaria. El endeudamiento del Tesoro en este año, mediante la colocación de letras, bonos y obligaciones, se ha incrementado nada menos que en 46.096 millones de euros. Una cantidad que supera con amplitud los cuatro puntos sobre el PIB. Esto significa que la ratio deuda sobre PIB había superado ya con creces el nivel del 44%. Además, hay que tener en cuenta también que las comunidades autónomas podrían incrementar su endeudamiento en 11.495 millones de euros durante este ejercicio, también por la crisis económica, lo que equivaldría a más de un punto sobre el PIB.

De mantenerse los desequilibrios provocados por la crisis, al cierre de este ejercicio, el nivel de deuda sobre PIB podría haberse situado ya en la cota del 57%.

El endeudamiento de abril equivale a que cada español se encuentra lastrado con una deuda de 350 euros nuevos. Aunque no se puede decir que se trata de un endeudamiento en sentido estricto, sí se puede asegurar estos valores mermarán en su momento el volumen de fondos que podrá aportar el Gobierno para infraestructuras o gasto social en el año de la amortización de estos títulos.

Y, en cualquier caso, el pago de los intereses de estos títulos mermará en cada ejercicio la partida de dinero destinado a iniciativas que puedan repercutir sobre los ciudadanos en forma de merma de gasto de los estados.

– El Gobierno nunca acierta en sus predicciones sobre la economía (Negocios – 3/5/09)

Los pronunciamientos incumplidos han socavado la credibilidad del Ejecutivo entre la población.

Existen dos formas de generar expectativas entre los ciudadanos: al estilo Obama o al modo Zapatero. La gran diferencia entre ambas reside en la credibilidad que suscitan entre el público. El presidente de Estados Unidos es capaz de devolver la confianza de los ciudadanos y elevar las cotizaciones de la bolsa. ¿Cuál es el efecto de los pronunciamientos económicos del presidente del Gobierno español o de los miembros de su gabinete?

5 de febrero de 2008. En plena precampaña electoral, Rodríguez Zapatero anunció que su apuesta para los próximos cuatro años sería "el crecimiento, el pleno empleo y las reformas". Un año después, la realidad se ha encargado de certificar la veracidad de estos tres vaticinios.

La batalla electoral desatada en el primer trimestre del año pasado constituyó el germen que ha deteriorado la confianza en el presidente español y su equipo de gobierno. Hasta la vuelta de las vacaciones de verano no se escucharon comentarios en los que abiertamente se admitía la existencia de la crisis.

4 de septiembre de 2008. Cuando la crisis ya comienza a mostrar su peor cara, el vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes realiza una declaración sorprendente, al asegurar que la economía crecerá en 2008 con cifras próximas al 3% y, en cualquier caso, "lógicamente, puede que el crecimiento sea menor y habrá alguna gente que pueda perder empleo". El crecimiento no llegó al 3%, sino al -0,7%, mientras que sí que hubo algunos parados más: más de 800.000 desempleados en el segundo semestre de 2008.

3 de febrero de 2009. El ministro de Industria, Miguel Sebastián, lanza un auténtico obús a la línea de flotación de las entidades financieras al anunciar que al Gobierno "se le está acabando la paciencia con los bancos". Sebastián se refería a que el Gobierno proporciona liquidez a las entidades mediante la compra de sus activos, pero éstas no han aumentado sus préstamos a particulares o a empresas. Los propios compañeros de Sebastián, José Blanco y Pedro Solbes, se encargaron rápidamente de restar toda credibilidad a la declaración de Sebastián y aún hoy se siguen celebrando las subastas sin que la banca haya abierto el grifo del crédito a sus clientes.

22 de abril de 2009. Uno de los tropiezos más graves del Gobierno fue protagonizado recientemente por el ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho. Dos días antes de la publicación de la última encuesta de población activa (EPA), el diputado popular Tomás Burgo había hecho referencia a que ya se habían alcanzado los cuatro millones de parados. El ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, respondía en el Congreso al diputado popular que "parece que tiene usted una especie de inquietud y prisa por que se llegue, para hacer válido aquel principio de cuanto peor, mejor". No era la primera vez que Corbacho había negado la posibilidad de alcanzar en España los cuatro millones de parados. Sólo dos días después de estas palabras, el Instituto Nacional de Estadística confirmó que España había rebasado el listón de los cuatro millones de desempleados.

– Por mandato europeo – Prostitución, tráfico de drogas y contrabando, en el PIB (Libertad Digital – 29/3/09)

Según fuentes del INE, España está obligada a incluir en los próximos años la prostitución, el tráfico de drogas y el contrabando dentro de su contabilidad nacional, de forma que queden reflejadas en el Producto Interior Bruto (PIB). Por mandato europeo.

LD (EFE) El cambio de base -parámetros de cálculo– de la contabilidad nacional, que el Instituto Nacional de Estadística (INE) está preparando, debe tener en cuenta estas modificaciones por mandato europeo, explicaron fuentes del organismo.

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