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Estructura familiar, materialismo y consumo (página 2)


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Los cambios ocurridos en la estructura familiar a partir de la década de los 60"s han sido de influencia en la forma de consumo de las personas. Investigaciones realizadas al respecto pusieron en evidencia que "los jóvenes pertenecientes a familias que quebraron las pautas del modelo tradicional exhiben una conducta de consumo diferente que aquellos que crecieron en una familia de las llamadas "funcionales" (Rindfleisch, Burroughs y Denton, 1997, p.1).

El historiador inglés E. Hobsbawm (1997), ubica la década de 1960 y parte de 1970 dentro de la "edad de oro" del capitalismo que va desde 1945 hasta 1973, desde la derrota de las potencias fascistas y sus aliados, hasta el final del ciclo largo de expansión económica de la posguerra. En este período se desarrollan los sistemas de protección social en los países capitalistas avanzados, acaba el colonialismo, se produce el largo equilibrio entre superpotencias que caracterizó la Guerra Fría y se acelera el avance tecnológico. Por primera vez, la mayor parte de los seres humanos dejan de vivir de la agricultura y la ganadería, y se desarrolla impetuosamente la urbanización del mundo. Se opera un cambio social con transformaciones de largo alcance (idea no textual). Entraremos en la década de los 60 entendiendo que, sin duda, es una de las épocas más recordadas del pasado siglo XX.

2.3. Los 60: los hippies, la pastilla, la prosperidad y el LSD

No se puede hablar de los 60 sin mencionar a la juventud Kennedy, la sublevación de los universitarios contra la guerra de Vietnam, el éxito de los Beatles, los hippies y el surgimiento de una nueva sensibilidad en cuanto al amor, al sexo, la familia y los valores.

La mujer entra de lleno al mercado laboral, pero las obligaciones domésticas siguen recayendo casi exclusivamente sobre ella. Comienza a cambiar la idea de que la mujer únicamente alcanza la felicidad y la estabilidad mediante el matrimonio. En 1960 la mujer estadounidense queda libre de la esclavitud reproductiva porque se aprueba el uso oral de la pastilla anticonceptiva.

En el gobierno de Kennedy, todavía existe la idea desarrollista en la que el Estado debía intervenir por el bien de la familia. El Estado interviene para reafirmar los valores puritanos que habían dado origen a esa nación. Estas conceptualizaciones y métodos se exportaron al resto del mundo occidental (Carballeda, 2001, p. 50).

Cuando AT&T lanza el primer satélite de comunicación en 1962, los medios de comunicación de masas, en continuo desarrollo, difunden las voces y las imágenes de los personajes de la época por todos los hogares. Las telecomunicaciones y la informática se transforman y expanden a niveles inimaginables. Son impulsoras de cambios sustanciales en la economía mundial.

2.3.1. El movimiento hippie: libertad y consumo

Los hippies nacieron como una contracultura muy influyente, marcando revoluciones que son recordadas hasta la actualidad. Este movimiento nace en los EUA como una crítica y rechazo a la sociedad, condenando su materialismo, su violencia, su mediocridad y su burocracia. Expresa hartazgo hacia la brutal guerra de Vietnam, la intervención bélica de su país en otros países, la segregación racial y el machismo[15]Al grito de "haz el amor y no la guerra", aterrorizaron a las sociedades conservadoras de aquel entonces. Para ellos no había mitos ni tabúes, nada era prohibido. Este exceso de autolibertad hace que jóvenes y, a veces, hasta niños consumieran alucinógenos, marihuana y LSD, como parte de su identidad. A este movimiento se sumó la creciente popularidad del feminismo, que repercutió en una marcada masculinización de la vestimenta.

2.3.2. Consumo de LSD y otras sustancias

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Ni las costumbres sexuales, ni las pautas morales, ni el papel de la mujer, o de la música, o de la moda o de la televisión volvieron a ser lo que eran antes de los 60. Resulta interesante observar las estrategias del capitalismo para debilitar a sus críticos y oponentes como lo hicieron, por ejemplo, con el movimiento hippie. Mientras, por un lado, los intelectuales y artistas de la época critican a la sociedad de consumo, por el otro, reivindican el uso del LSD, la heroína y el porro como medios para liberar a la imaginación y a los sentidos.17 La generación de los 70 comienza con la entrada en la edad adulta de la generación de los 60, que de a poco va perdiendo la fuerza revolucionaria. Muchos de los protagonistas de aquella generación, terminaron convertidos en yuppies estresados , representantes de los valores que más odiaron. La generación que sucede a la de los 70 es aún más centrada en el yo, con un aumento del 35 % en el consumo de cocaína.

2.3.3. Coca Cola y el consumismo global

Después de la Segunda Guerra Mundial, el Producto Bruto Nacional de los EUA (PBN) sube por encima de 500 mil millones de dólares en 1960. Una cantidad creciente de estadounidenses se unen a la clase media. Durante la Guerra Fría, florecen las corporaciones multinacionales. En 1968, el 40 % de las inversiones estadounidenses en Francia, Gran Bretaña y Alemania occidental fueron realizadas por solo tres compañías: Ford, General Motors y Standard Oil. Cada base militar de EUA se convierte en un puesto de avanzada de la cultura y marca estadounidense.

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Coca Cola se establece como el símbolo de la cultura del consumismo global. La filosofía publicitaria de la compañía tan cercana a la idea nazi de creación de un nuevo y poderoso orden mundial, se refleja en la publicidad de la época en la que mujeres y hombres, siempre sonrientes, muestran The American way of life [el estilo de vida americano].[16]

2.3.4. La televisión, uno de los inventos que ha cambiado

los hábitos familiares

Desde los años 50, la televisión se ha convertido en el medio de comunicación por excelencia y su importancia no ha dejado de crecer en todo el mundo. Evidentemente, su historia se remonta varias décadas atrás, pero la auténtica revolución que supuso en sus días no es comparable, de momento, con ningún otro sistema de comunicación. Su influencia en los más variados aspectos de la vida es algo que se ha convertido en una realidad más que evidente.

El nacimiento de este medio de comunicación está considerado como uno de los grandes hitos del siglo XX. El "poder" de la pequeña pantalla es tan grande que incluso ha llegado a cambiar las costumbres familiares de la mayor parte de las sociedades del mundo.

Haciendo un poco de historia a este respecto, encontramos que para el año 1969, la preocupación por los efectos de la televisión fue tal, que el interés llegó hasta el senado estadounidense donde se solicitó al secretario de Sanidad, Educación y Bienestar, que iniciara una encuesta para determinar el impacto de la violencia de la televisión sobre la conducta, formando un grupo de doce especialistas científicos para tal fin. Los resultados de esta investigación dieron un informe final titulado "La televisión y el desarrollo del niño: El impacto de la violencia en la televisión". Dentro de los resultados más destacados encontramos que "de 94 programas analizados de dibujos animados para niños, todos, excepto dos en 1967, uno en 1968 y uno en 1969, contenían por lo menos tres veces más episodios de violencia que los programas destinados para adultos" (UNESCO; 1983, p. 24). Una hora típica de dibujos animados contenía seis veces más episodios de violencia que una hora de programas de adultos[17]

Para el año 1961 se demostró que los niños, especialmente entre los tres y cinco años de edad, muestran gran cantidad de aprendizajes sobre la base de la observación directa de la conducta de un modelo adulto, y también se enfatizan dos procesos en la explicación del por qué la violencia en películas y en televisión frecuentemente producen un incremento en las respuestas agresivas de los miembros de la audiencia. Estos procesos son aprendizaje por imitación y efectos inhibitorios y desinhibitorios.

Es decir que, a través de la observación de acciones de terceros, el que observa puede adquirir nuevas respuestas que previamente no tenía incluidas en su repertorio conductual o inhibir otras conductas. Después de la aplicación de diversos experimentos se llegó a la conclusión de que la observación de violencia fortalece las tendencias agresivas de los niños; que los modelos televisados son importantes fuentes de conducta social y no pueden continuar siendo ignoradas como una influencia en el desarrollo de la personalidad.

2.3.5. Liberación de la mujer y explosión tecnológica

La socióloga Arlie Russell Hochschild se ha especializado en la situación de la mujer en el tardo-capitalismo. Su libro: Feminismo, capitalismo, globalización y vida cotidiana, reúne varios ensayos que la autora presenta en la introducción en forma de preguntas: "¿Qué cosas influyen en el amor y el cuidado?", "¿De qué manera ha cambiado esta situación desde que la mujer ha pasado de estar al margen de la vida mercantil en el siglo XIX a estar cada vez más incorporada a ella a principios del siglo XXI?". Los temas involucrados son variados y complejos: emoción, género, capitalismo, globalización; todos ellos en un marco cultural específico en los EUA pero con un interés que lo trasciende por tratarse de una sociedad que es el paradigma de la lógica del capitalismo global.

En el último cuarto del siglo XX el capitalismo de los EUA fue integrando al feminismo, pero de una manera interesada y parcial incorporando solo lo que es funcional a este sistema y al individualismo pero descartando la reorganización entre la vida económica y la vida privada de la mujer trabajadora.

2.4. Esquizofrenia estructural

Castells (1997) indica que hacia el final del segundo milenio las transformaciones operadas en la condición de la mujer y la caída del patriarcado en diversas sociedades conllevan una redefinición fundamental de la familia, la sexualidad y la personalidad. Cambios todos buscados y añorados pero que llegaron de la mano de otros derivados menos deseados como, por ejemplo, una esquizofrenia estructural en la que los individuos se relacionan más con la red y se alienan unos de otros:

Las redes globales de intercambios instrumentales conectan o desconectan de forma selectiva individuos, grupos, regiones o incluso países según su importancia para cumplir las metas procesadas en la red, en una corriente incesante de decisiones estratégicas (…) Nuestras sociedades se estructuran cada vez más en torno a una posición bipolar entre la red y el yo. En esta condición de esquizofrenia estructural entre función y significado, las pautas de comunicación social cada vez se someten a una tensión mayor. Cuando la comunicación se rompe, los grupos sociales y los individuos se alienan unos de otros, ven al otro como un extraño y, finalmente, como una amenaza.

Según el sociólogo R. Sennet (2007) el ideal cultural que requiere el neoliberalismo, la expresión del capitalismo hacia fines del siglo XX y comienzos del XXI, va a contramano de las necesidades reales de los seres humanos.[18] El liberalismo exige que las relaciones sean de corto plazo, y que las personas tengan la habilidad de reciclarse cada ocho a diez años y puedan renunciar a las experiencias del pasado, para constituirse en consumidores en la búsqueda incesante de cosas nuevas.

2.5. Pasión que se autoconsume

Recién en el siglo XX se propusieron estrategias como la del "motor de la moda", para inducir a las familias a tirar los zapatos gastados antes de repararlos o poseer todo un conjunto de prendas para cada estación. La publicidad y los medios masivos de comunicación moldean los deseos para que las personas se sientan insatisfechas con lo que tienen y consuman más (idea no textual, Sennet, 2007).

E. Galeano (1994) grafica esta idea utilizando un diálogo con un taxista ecuatoriano en

Nueva York: "…Y me habla del vértigo, compre, compre, úselo, tírelo, sea comprado, sea usado, sea tirado, y aquí la cosa es abrirse paso a pecho limpio, que aplastas o te aplastan, te pasan por encima, y él está en esto desde que era niño, y me dice que ahora se le fue la mujer. No es culpa de ella, dice, entro y acabo, dice. Ella nunca gozó, dice".

El periodista chileno Moulian Tomas explica la pasión por el consumo:

Los sentidos de vida ligados a la matriz comunitaria han sido sustituidos por otros. Se trata de sentidos de vida centrados en el despilfarro que opera como la lógica global, una visión individualista de la realización del capitalismo. Otro efecto requiere que exista a nivel de cada individuo la esclavización por el consumo como deseo. Efectivamente, el capitalismo actual requiere la instalación de la pauta cultural del consumo como deseo hedonista. De otro modo, ¿qué haría con su enorme capacidad productiva? El sistema necesita de una constante expansión del consumo (1998, pp. 26-27).

En el lenguaje poético, una pasión que nos consume puede connotar una pasión que se autodestruye por su propia intensidad; pero en sentido menos dramático, puede significar que sentimos un deseo muy vivo de tener una prenda determinada pero, a los pocos días de haberla comprado y usado, nuestro interés por ella decae. Aquí la imaginación tiene su forma más vigorosa en la anticipación y se va debilitando permanentemente con el uso. En la pasión que se autoconsume se dan la mano el hartazgo y el derroche (Sennet, 2007). La economía neoliberal fortalece este tipo de pasión, no solo en los grandes supermercados sino también en las relaciones familiares.

Relación entre estructura familiar, materialismo y consumo en los EUA

A pesar de la abundante cantidad de estudios de mercado que se han realizado en los EUA y de la gran variedad de literatura existente sobre diferentes aspectos del marketing, hay escasa información acerca de las preferencias de consumo y actitudes materialistas en las familias no tradicionales y en sus integrantes.

Esto hace pensar que los analistas de mercado se resisten a investigar los cambios vertiginosos que ocurren en la estructura familiar a partir de la década de los 60. Algo muy diferente ocurre con los sociólogos familiares quienes van a la vanguardia explorando la relación entre los cambios en la estructura familiar y las tendencias de consumo de los miembros de familias no tradicionales. Rindfleisch, Burroughs y Denton (1997) se basan en estas investigaciones para proponer que:

  • Jóvenes adultos que crecieron en estructuras familiares disfuncionales manifiestan un nivel más alto de materialismo y consumo compulsivo que aquellos que crecieron en estructuras familiares funcionales.

  • La relación entre estructura familiar, materialismo y consumo compulsivo pueden ser mediadas por las variaciones en los recursos económicos y en el nivel de estrés asociados con la disfuncionalidad familiar.

  • El impacto que tiene la disfuncionalidad familiar sobre los recursos familiares y los factores de estrés es moderado por el estatus socioeconómico.

3.1. Disfuncionalidad familiar y materialismo

La investigación Family Structure, Materialism, and Compulsive Consumption [Estructura familiar, materialismo y consumo compulsivo] fue realizada por sociólogos que, por lo general, ven al materialismo como algo negativo, como el lado oscuro del consumo. Belk (1985) define al materialismo como compuesto por estos tres elementos: posesión, falta de generosidad y envidia. Richins y Dawson (1992) sugieren que un alto nivel de materialismo debe ser asociado con una baja autoestima, falta de satisfacción y un deseo insaciable por alcanzar mayores ingresos económicos. Se acepta, en general, que actitudes materialistas extremas son dañinas para el buen desarrollo del individuo (Rindfleisch, et al., 1997).

Ante la falta de la guía de los padres y el apoyo económico adecuado, las inclinaciones materialistas tienden a agudizarse (Moschis, 1987). Los individuos más materialistas le dan mayor valor a las posesiones de objetos materiales que a las relaciones interpersonales (Belk, 1985 y Richins, 1994).

Si bien la mayoría de la literatura consultada muestra el lado negativo del materialismo, en ciertas situaciones puede actuar como un factor instrumental de redención, capaz de proveer a los individuos los medios para crear experiencias valiosas e incentivar relaciones interpersonales. Mc Alexander (1993) observa que adultos divorciados usan los objetos materiales y actos de consumo como medios para manejar el estrés, producto de esta transición en la vida.

Todas estas miradas llevan a la misma conclusión: los hijos e hijas de familias "disfuncionales" le dan un gran valor a los objetos materiales, en un esfuerzo por ajustar sus nuevos roles como miembros de familias que no cumplen con el ideario social. Es decir que, hay un efecto directo entre sus actitudes materialistas y la disfuncionalidad en sus familias.

Se puede inferir también que familias "disfuncionales" pueden influir indirectamente en las actitudes materialistas de sus miembros. Haveman y Wolfe (1993) observan que las niñas, los niños y los jóvenes que enfrentan situaciones de vida estresante, con frecuencia, experimentan sentimientos de inseguridad que se intentan resolver mediante la posesión y el control de personas y de objetos.

Muchas experiencias de divorcio son acompañadas por un quiebre en la comunicación que indirectamente inciden en la tendencia de consumo de los niños y niñas, quienes pueden llegar a ser más materialistas que los que experimentan comunicaciones más frecuentes y abiertas. Cada vez que los padres divorciados compiten con regalos por el afecto de sus hijos inducen a los niños, en la etapa de socialización primaria, a confundir el afecto con los objetos materiales. Esto puede ser causa de un creciente materialismo.

Para algunos investigadores las posesiones materiales actúan simbólicamente como puentes que cubren el vacío que se genera ante la ausencia de uno de los padres (Belk, 1988 y Richins, 1994).

McLanahan y Booth (1989) ven al materialismo también como un subproducto del tipo de estructura familiar. Los chicos que viven, por ejemplo, en hogares monoparentales con privaciones económicas, con frecuencia asumen responsabilidades equivalentes a la de los adultos, como la de ganar dinero para ayudar al sostenimiento de la familia o cuidar de los hermanos menores.

3.2. Metamorfosis familiar e investigaciones pendientes

En los últimos años los analistas de mercado perdieron interés en el análisis de la familia como unidad de consumo, posiblemente, porque se insiste en el estudio de la familia tradicional mientras se dejan de lado muchas propuestas interesantes relacionadas con los cambios en la estructura familiar (Commuri y Gentry, 2000).

Los analistas de mercado se ocupan casi en exclusividad de los siguientes aspectos: 1) los cambios en el consumo relacionados con el ciclo de vida de la familia; 2) las decisiones que se toman en base a cada rol; 3) la influencia de otros miembros de la familia; 4) la resolución de conflictos y 5) el consumo en los hogares en los que trabajan las esposas.

E insisten en responder las siguientes preguntas: ¿Quiénes son los miembros de la familia que toman las decisiones de compra? ¿Se puede llegar a determinar la influencia de los esposos y las esposas en el consumo del hogar? ¿Cómo inciden los cambios en los ingresos a lo largo del ciclo de vida de la familia?

Fuera de estas consideraciones, se ignoran muchas preguntas importantes. La correlación entre las metamorfosis que afectan a la familia y los cambios en el consumo, constituyen un aspecto crítico que aún no se ha investigado.

3.2.1. Una familia vs. la familia

La mayoría de los investigadores se limitan a examinar lo que le sucede a una familia pero no lo que le sucede a la familia (Harris 1969). Una familia refiere a sus miembros y su experiencia de convivencia, mientras que la familia refiere a la institución y a su rol en la sociedad. Los analistas se concentraron en una familia pero no se preocupan por establecer una relación entre una familia y sus relaciones con los otros constituyentes de la sociedad (Harris, 1969, p. 67; ver también Tallman, 1993).

Resultaría importante y necesario prestar atención al hecho de que la familia sirve como una unidad de consumo, producción, distribución y socialización (Netting, Wilk y Arnould, 1984) y entender la interacción con otros elementos de la sociedad.

3.2.2. Ciclo natural de vida vs. transiciones

Recientemente, Schaninger y Danko (1993) compararon varios modelos del ciclo de vida de familias y comprobaron que el modelo más completo es el de catorce etapas, propuesto por Gilly y Enis (1982). Una debilidad de este modelo es que le da a las parejas que cohabitan el mismo tratamiento que a matrimonios, por lo que se concluye que se necesita refinar esta clasificación para investigar las diferencias que se dan en las diferentes etapas del ciclo de vida en las parejas que cohabitan.

Por otro lado, además de mirar la trayectoria natural del ciclo de vida de la familia, se necesita prestar atención a las transiciones entre etapas y asociar el aumento del estrés en las transiciones con los cambios en los patrones de consumo.

Fellerman y Debevec (1993) fueron los primeros en relacionar las transiciones importantes con la conducta de consumo de las familias. Hay transiciones familiares que establecen un marco de referencia para entender cómo los eventos de la vida afectan el consumo. En familias que, por ejemplo, pierden uno de sus miembros, los sobrevivientes asumen nuevos roles como responsables en la toma de decisiones. Rindfleisch, et al.(1997) examinaron los efectos que ejercen los desajustes causados por el divorcio e informaron que son responsables por las conductas de consumo compulsivo y el creciente materialismo que se da, en especial, en los niños y niñas.

3.2.3. Rol de la mujer vs. rol del varón

La entrada de la mujer al mercado laboral es uno de los mayores cambios sociales en los EUA a partir de la segunda mitad del siglo XX. Antes de los 60, las mujeres tenían que: llegar vírgenes al matrimonio, no tomar iniciativa para tener relaciones sexuales, casarse y quedarse en la casa para criar a los niños. Las transformaciones que se produjeron en los roles de género a partir de esa década fueron tan profundas que motivó al diario The Economist [El Economista] a proclamar a la mujer como el sexo fuerte.21

Cuando la mujer sale a trabajar, se constituye también en proveedora y hay más reparto en las responsabilidades del cuidado de los niños. Se impone, entonces, estudiar la relación entre estos cambios con los procesos de consumo. Junto a los ejes en los que se investigan los efectos en el consumo como consecuencia de la edad y a la cantidad de hijos, habría que incluir uno correspondiente a los roles de género.

3.2.4. Resolución de conflicto vs. nuevas familias

En el caso de resolución de conflictos, es posible que hombres y mujeres procesen la información de manera diferente. También es probable que tales procesos difieran entre las personas que experimentan un primer matrimonio o las parejas que ya estuvieron casadas. Sin embargo, todavía no se ha estudiado el efecto de estas diferencias y los cambios en las tendencias de consumo.

Con el avance de las nuevas tecnologías entre los jóvenes, los hijos deben estar aportando más información que antes en el proceso de decidir qué comprar o dejar de comprar. Las dinámicas e implicaciones de estos cambios aún necesitan ser atendidos.

3.2.5. Familia tradicional vs. familia no tradicional

La definición de familia está sufriendo una metamorfosis. Es difícil encontrar alguna consistencia en cuanto a lo que los investigadores consideran familia. No ha habido una adecuación por parte de los investigadores para prestar atención a las nuevas formas de ser familia que están emergiendo como parejas cohabitando, parejas de un mismo sexo,

familias monoparentales, familias binucleares o familias sin lazos (Ahrons y Rodgers, 1987).

Los siguientes cambios que afectan las conductas de consumo de las parejas, de los padres, de los niños y niñas, aún no han sido investigados:

  • El manejo del dinero y las tendencias de consumo de las parejas de un mismo sexo difieren de las parejas heterosexuales (Blumstein y Schwartz, 1983). A modo de ejemplo diremos que unas y otras privilegian distintos tipos de lugares para realizar sus compras.

  • Ya es un hecho que un número creciente de niños y niñas estadounidenses van a vivir en una familia monoparental en alguna etapa de su vida, ya sea por muerte, divorcio o abandono de uno de sus progenitores. En el 90 % de los casos, los niños viven con su madre y son ellas las que se encargan del bienestar de sus hijos e hijas.

  • La pareja estadounidense tiene cada vez menos hijos. Parecería existir una correlación entre la disminución en el tamaño de la familia y el crecimiento de las oportunidades de consumo. Cuanto menos son las bocas que se necesitan alimentar, más satisfechas podrían estar cada una de ellas.

3.2.6. Papá amo de casa vs. mamá ama de casa

Otra transformación importante que aún no se ha investigado es la relacionada con la redefinición en los roles maritales. ¿Qué sucede con los niños cuando los cuidan principalmente sus padres mientras sus madres salen a trabajar todo el día fuera de la casa? Esos niños, ¿son socializados de una manera diferente?

DeVault (1997) observa que aun en los hogares en los que los maridos son los que cocinan, las mujeres mantienen su rol de administradoras del hogar. Sin embargo, correspondería hacernos la pregunta si la esposa va a mantener ese rol de ama de casa en la medida que este fenómeno siga creciendo. Sin duda, las tendencias hacia el consumo van a variar según sean la mamá, el papá o ambos los amos de la casa. Investigaciones de este tipo servirían para aconsejar a los publicistas y para que se tengan nuevas consideraciones en las políticas sociales.

3.2.7. Decisiones en familia vs. decisiones individuales

Estudiar el comportamiento familia hacia el consumo es más caótico y complicado que investigar la toma de decisiones individuales. Sin embargo, esto no debe ser una excusa para que los investigadores se inhiban de estudiar el comportamiento de la familia.

Para Commuri, et al, (2000), el primer paso que se debería dar para vencer la complejidad en el estudio de la toma de decisiones en familia, es el de abandonar el enfoque individualista. Es decir que, el analista tendría que evitar preguntas del tipo: "Quién fue el responsable en la toma de decisiones ¿el esposo o la esposa?", "¿Quién ganó la pulseada?". Para enfocarse en este tipo de preguntas: "Quiénes participan en la toma de decisiones?", "¿Cómo se consideran las preferencias de cada uno de los integrantes de la familia en el momento de decidir?", "¿De qué manera se van construyendo los roles?".

La influencia de los EUA en la Argentina de los 60

El año 1960 marca un antes y un después en la situación de la familia estadounidense. Hasta 1960 las leyes, la religión, los hábitos y las costumbres impusieron muchas restricciones mientras que, a partir de los 60, la legalización de los anticonceptivos, la despenalización del aborto, de la homosexualidad y del adulterio, la legalización del divorcio y la igualdad legal de los hijos habidos dentro o fuera del matrimonio, dieron paso a una nueva concepción de las relaciones personales, sentimentales, sexuales y familiares.

Estos cambios en los modelos de familia alcanzan a todos los países, incluyendo a la Argentina, que reciben la influencia de la cultura y de la industria de los EUA y de Europa Occidental. Sin embargo, corresponde aclarar que estas transformaciones o estos fenómenos no se produjeron de igual manera en todas partes. Algunas sociedades de América Latina, las culturas orientales y los países islámicos presentaron normas de conducta diferente, más parecidas a las fórmulas tradicionales.

Según M. Raimond y C. Street, en Argentina, el conocimiento acerca del proceso de formación y disolución de uniones ha permanecido relativamente rezagado durante las últimas décadas en comparación con el avance realizado en otras áreas de la investigación socio-demográfica. Esto se debe a las limitaciones que ofrecen las dos principales fuentes de datos secundarios disponibles para su estudio: por un lado, porque no son aptas para registrar fenómenos cada vez más frecuentes que se dan al margen de los dispositivos institucionales, como es el caso de las uniones consensuales, que no son captadas por las estadísticas vitales ya que esta fuente solo registra las uniones legalizadas; por otro lado, porque el instrumento de recolección de datos no cumple con los requisitos necesarios para producir información válida y confiable, como es el caso de los censos de población, que entre 1960 y 1991 no han captado de manera válida el estado civil-legal y el estado conyugal de las personas. Más allá de estas deficiencias, desde el punto de vista del análisis demográfico se pueden obtener indicadores de fuentes que provienen de una observación simultánea de diferentes cohortes presentes en un momento o período, lo que se conoce como análisis transversal (p. 2).

4.1. Costosa transición: la década de los 60 en Argentina

Estos años no fueron fáciles, fue necesario superar: el noviazgo formal, el mandato del casamiento, el rol de la esposa ama de casa y el marido proveedor; para llegar a una época en la que las mujeres se permitiesen ejercer la profesión y salir a trabajar fuera del hogar, y los varones se relacionasen más libremente con sus hijos e hijas. Mientras en EUA florece el movimiento hippie, en Argentina la dictadura de Onganía reparte "palos", en tanto surge el planteo de que es posible armar una familia sin necesidad de pasar por el Registro Civil ni por la Iglesia (Cosse, 2010).

Al final de la década de los 50, Argentina atravesó un acelerado proceso de expansión industrial. Las políticas desarrollistas impulsadas desde el gobierno generaron un clima propicio para las inversiones extranjeras, y muchas empresas estadounidenses y europeas instalaron sus fábricas en el país.

La Guerra Fría en el continente latinoamericano irrumpe con la llegada de la revolución cubana. Como parte de una estrategia para frenar el avance del comunismo, el gobierno de los EUA y organismos como las Naciones Unidas, el Banco Mundial y las fundaciones Ford y Rockefeller comenzaron a financiar estrategias de desarrollo en los países de América Latina.

En nuestra sociedad podemos hablar de una modernidad no cumplida en tanto han convivido permanentemente lo tradicional y lo moderno, la familia extensa y la familia nuclear. Este último modelo se instaló en el imaginario social como ideario y cierto es que los cambios sociales que se producen a partir de la crisis de acumulación capitalista desde mediados de la década del 70 van introduciendo importantes modificaciones al interior de la familia a partir de la transformación de las relaciones entre capital y trabajo (Jong, 2001).

4.2. El boom de la nueva tecnología

A principios de la década del 60, el clima de prosperidad y crecimiento económico se reflejaban de manera evidente en la vida cultural. Esta afluencia de capitales estimuló el desarrollo de varias ramas de la industria, a la vez que multiplicó la producción de bienes de consumo durables como heladeras, televisores, lavarropas y automóviles. Financiado por una reconocida marca nacional de automóviles y electrodomésticos, el Instituto Di Tella pronto se convirtió en un polo de atracción para muchos artistas de vanguardia. Gracias a la nueva tecnología de transistores, la radio y los equipos de música dejaron de ser muebles de grandes dimensiones para convertirse en artefactos más pequeños y portátiles, que permiten trasladar la diversión a los hogares. Durante esta década, la industria del entretenimiento con el tocadisco Winco y la radio Spyka alcanza casi todos los ámbitos de la vida cotidiana.

4.2.1. Series enlatadas de los EUA y su influencia

Un nuevo medio de comunicación irrumpe con fuerza en los hogares argentinos. A principio de los 60, existen en el país casi un millón de aparatos de televisión (Cosse, 2010). Esta novedad tecnológica va desplazando a la radio, para instalarse como el nuevo punto de interés de la vida familiar.

El surgimiento de la televisión privada inyecta nuevos recursos a la producción local, y promueve la creación de nuevos formatos. Se suman las series "enlatadas" de los Estados Unidos, que sirven para promover su ideología y cultura proconsumo.

De tal manera que esta cultura está presente en todos los países del planeta. Son pocos aquellos donde uno puede escapar de las películas, series, McDonald's, Coca Cola, y donde no se conoce a su presidente, donde no se tiene una imagen, por lo menos de la estatua de la Libertad, Casa Blanca, etc.

Aquí en Argentina, a pesar de que mucha gente "odia" a ese país (o lo envidia), no es la excepción, hay locales de McDonald's, publicidades de películas y series estadounidenses en todas las avenidas y calles importantes de la ciudad. Solo en la música parece que no es tanta la influencia.[19]

4.2.2. Estereotipo de familia argentina

En 1962, Canal 13 presenta la telecomedia: La Familia Falcón, auspiciada por la empresa automotriz Ford, que cuenta las vivencias cotidianas de una familia de clase media urbana, uno de los sectores más favorecidos por las políticas económicas desarrollistas. Un tipo de familia que puede acceder a las comodidades de la vida moderna como el automóvil Ford Falcón y el televisor.

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Esta familia se suponía representativa, estereotipo o modelo para los demás y así lo anunciaba la publicidad: "La familia Falcón, una familia como todas, como la de usted, como cualquiera de su barrio, que vive la existencia de todas las familias porteñas".

4.3. Los jóvenes de los 60

A diferencia de sus padres, muchos jóvenes de esta década pueden estudiar sin necesidad de trabajar y, además, disponen de dinero suficiente para gastar en bienes de consumo. Surge así una nueva franja de consumidores que, de a poco, va forjando una cultura propia con el objetivo de diferenciarse del mundo de los adultos, ya sea en su forma de vestir, peinarse, hablar o pensar. Esta cultura juvenil constituye un fenómeno a nivel mundial, que se esparce a la velocidad que imponen los nuevos medios de comunicación y produce grandes cambios. Estas modificaciones, motivadas principalmente por las corporaciones mundiales vienen, en general, cargadas de fuertes cuestionamientos a la autoridad y a los valores establecidos.

4.4. La mujer de los 60

En esta década la mujer atraviesa por una serie de cambios decisivos en su rol social. La mayor presencia femenina en el mercado laboral, así como el aumento en el número de profesionales universitarias, les permite a muchas mujeres gozar de una mayor independencia económica. La aparición de nuevos métodos anticonceptivos les otorga un control más efectivo sobre la maternidad, permitiéndoles vivir su sexualidad de una manera más libre. Muchas jóvenes se alejan del modelo femenino de sus madres y abuelas.

Los medios de comunicación rápidamente reflejan el nuevo modelo de mujer trabajadora e independiente, en especial a través del género de la telenovela, que pasa del habitual drama sentimental hombre rico mujer pobre a argumentos más modernos, con personajes femeninos que trabajan y no necesitan de la ayuda masculina para mantenerse. El caso más representativo es la telenovela: El amor tiene cara de mujer, que narra las vivencias de cuatro mujeres de distintas edades y clases sociales, que comparten el mismo lugar de trabajo.

4.4.1. Virginidad vs. Placer sexual

Pocas mutaciones parecieron tan definitivas como la devaluación del mandato virginal. Se derrumbó la idea de que la virginidad simbolizaba decencia y respetabilidad. Esto no significa que la virginidad hubiera perdido importancia ni que hubiese triunfado completamente la libertad sexual de las mujeres. Por el contrario, seguían operando con fuerza las estigmatizaciones, pero la iniciación sexual de las mujeres comenzó a disociarse de la noche de bodas.

Las ondas expansivas del movimiento feminista a escala internacional hasta el rock con su contestación a la moral sexual dan cuenta de estos cambios a escala trasnacional. En nuestro país, jugaron también las nuevas ideas de la sociología y la psicología, que desplazaron la religión y la moral para pensar la sexualidad.

En esta década se legitimaron tres patrones: el sexo como prueba para el matrimonio, como expresión del amor y como expresión de la atracción, más allá del compromiso afectivo. El nuevo mandato de la época es el placer sexual. Cosse Isabella observa que, en muchos casos, estas innovaciones propusieron nuevas formas de desigualdades entre varones y mujeres.

4.5. Cambios en el noviazgo, el matrimonio y el sexo[20]

La juventud de la época, según la historiadora I. Cosse, creía encaminarse a una revolución de las costumbres. Valores como la lucha contra la hipocresía, o su contracara, la búsqueda de la autenticidad, fueron centrales. Pero esas nociones eran flexibles, cada uno podía darles un sentido propio, podían usarse para legitimar actitudes distintas y contradictorias. Las críticas a la hipocresía legitimaron la aceptación de los divorcios pero, a la vez, fundamentaron posturas que negaban la flexibilización de las pautas morales. La modernización estuvo atravesada por ambigüedades. Fue una época que abrió una catarata de contiendas sobre qué era adecuado y deseable en el sexo, el amor y la familia. Para muchos, la norma heterosexual quedaba fuera de discusión. También surgieron las primeras organizaciones opuestas a la homofobia.

Se modificaron las formas de cortejo y flirteo. En las décadas anteriores dominaban reglas que pautaban los noviazgos y simbolizaban ideales de familia anclados en la doble moral sexual, el matrimonio de por vida y la naturalización de las desigualdades entre los varones y las mujeres. Ante eso, en los 60 se potenció la flexibilización de pautas. Recién a comienzos de los 70, en ciertos círculos, fue rechazado el noviazgo como la institución compuesta por diferentes etapas que conducían al matrimonio. Algunos adolescentes pensaban que la palabra noviazgo "olía a naftalina". El rechazo al noviazgo formal fue un modo de enfrentarse al control de los padres y a los modelos heredados, pero no al valor de la entrega afectiva.

El familiarismo de los 50, entendido como la exaltación del orden doméstico como reaseguro del orden social, fue un núcleo fuerte de los discursos de los intelectuales y las políticas públicas. El primer peronismo siguió promoviendo los casamientos, pero también el divorcio vincular y la mejora de los derechos de los hijos extramatrimoniales. Con la caída de Perón, la defensa de la familia fue una idea central de los actores tradicionalistas que impulsaron la censura, las campañas moralistas y las cruzadas que relacionaban la subversión política con la moral. De hecho, a las puertas del golpe de Estado de 1976, como en los años 30, la familia aparecía como un espacio decisivo para combatir la supuesta descomposición del orden político.

4.5.1. La iniciación sexual en los varones

En este tiempo comienza a discutirse cómo y con quién debían los varones tener su primera relación sexual. Se amplificó la circulación de discursos, entre ellos el psicológico, que impugnaba la iniciación con prostitutas y empleadas domésticas. La criticaban porque encarnaba la doble moral, la degradación del ser humano. Pero también, como se planteaba en los medios, porque evidenciaba la necesidad de pagar para tener sexo y, con ello, ponía en cuestión la capacidad de seducción e, incluso, la virilidad. La visibilidad de estas ideas no implicaba que necesariamente el rito de la iniciación sexual hubiera cambiado. Pero sí se abrieron nuevas discusiones y, fue posible, para algunos, iniciarse sexualmente con pares.

4.6. ¿Matrimonio? ¿Para toda la vida?

En los 60 se cuestionó el modelo conyugal con un matrimonio indisoluble y una relación jerárquica con roles diferenciados. Las innovaciones pusieron en discusión el significado de la pareja, potenciaron la importancia del compañerismo (unión, comprensión, satisfacción sexual) y los conflictos derivados de las expectativas de la igualdad de las mujeres. El afianzamiento de una cultura prodivorcio y, en menor medida, la validación de las uniones "sin papeles", fueron erosionando el mandato del casamiento para toda la vida.

4.6.1. ¿Quién cocina? ¿Quién limpia?

La igualdad representó el problema más álgido de la revalorización del compañerismo. En teoría, suponía la existencia de iguales condiciones y atribuciones para cada integrante de la relación, lo cual contrastaba por completo con las dinámicas cotidianas de las parejas. Esos debates fueron simultáneos a la afirmación de un nuevo estilo de mujer que rechazaba la condición de ama de casa y valorizaba la realización extradoméstica. La cuestión abrió poderosas discusiones en el espacio íntimo y en el público. Fue uno de los nudos más intensos de las discusiones que aún hoy siguen pendientes. Todavía, en la actualidad, en los hogares con mujeres jefas de hogar y varones desocupados, el trabajo doméstico continúa significando una doble jornada para muchas de ellas.

4.7. Maternidad y paternidad

La maternidad sigue siendo central para la condición femenina. Se redefinieron las formas de ser madre pero no se cuestiona el mandato maternal. Emerge una maternidad basada en una matriz psicológica que implicaba una nueva responsabilidad, la de criar seres realizados y plenos. Simultáneamente, se configuró un modelo de paternidad más próximo, menos autoritario y más comprometido con la crianza, que se vio afectado por las exigencias hacia el padre proveedor, con largas jornadas de trabajo y los prejuicios que se traducían en pensar que cambiar los pañales o preparar una mamadera ponía en duda la virilidad.

4.8. Estrategias de los medios y los temas tabú

Existió una mutua retroalimentación entre la renovación del periodismo, que caracterizó a estos años, y la puesta en discusión de temas tabú, como las relaciones prematrimoniales. No todos los medios operaron igual. Tampoco las revistas femeninas. Claudia, posicionada como la revista de la mujer moderna, no confrontó directamente con los mandatos de madre y ama de casa, pero filtraba un nuevo estilo femenino y de relaciones de pareja. Vosotras, en cambio, era una revista con menos pretensiones. La revista se esforzó por interpelar a las nuevas mujeres. Una de las columnas en los 70 se llamaba: "No se quede callada cuando él habla". "Ambas revistas depositaban en las cartas de lectoras, a veces fraguadas, las posturas más disruptivas para presentar esos temas sin comprometer su línea editorial" (Cosse, 2010).

4.9. Golpe de Onganía y conservadorismo

Cuando se tenía la sensación de que el cambio cultural había llegado para quedarse, un nuevo golpe militar cambia drásticamente el escenario. El 28 de junio de 1966, el teniente general Juan Carlos Onganía derroca al presidente constitucional Arturo Humberto Illia. Onganía recorta las libertades políticas e impone una fuerte censura a las actividades artísticas e intelectuales en cuanto asume como presidente de la Nación. En cuestión de meses, todas las audacias estéticas que caracterizaron los primeros años de la década de los 60 comienzan a diluirse, y lo que antes del golpe era considerado como novedoso o alternativo cae bajo el rótulo de sospechoso o subversivo.

Las marcas distintivas de la rebeldía juvenil, como el pelo largo, la ropa colorida, los pantalones anchos y las minifaldas, se convierten en un factor de persecución policial. En cuestión de meses, el clima de censura y recorte de las libertades públicas se traslada a la vida cotidiana y a las formas masivas de producción cultural. Los programas musicales comienzan a mostrar por la televisión un modelo de joven optimista y despreocupado. Y la liberación sexual, que es reprimida en las calles, solo encuentra refugio en las pantallas de los cines. Proliferan las películas picarescas ambientadas en autocines y hoteles por hora, con las divas del cine erótico Isabel Sarli y Libertad Leblanc.

Para la década de los 60"s, la economía capitalista va generando desigualdades sociales. Muchos trabajadores de las provincias se trasladan a las grandes ciudades atraídos por el auge industrial y se instalan en asentamientos precarios o barrios de emergencia. Las "villas miseria" ponen en evidencia que el desarrollo y la modernización no son iguales para todos. Pero hacia finales de 1960 el afán de Onganía por despolitizar al país se vuelve en su contra. En mayo de 1969, una huelga obrera acompañada por el sector estudiantil, "el Cordobazo", se convierte en una verdadera rebelión popular.

4.10. Revoluciones: marchas y contramarchas

Pensemos que estas revoluciones de las costumbres, de las sensibilidades, se desenvuelven en Argentina con marchas y contramarchas. El cambio fue progresivo y, posiblemente, no se vivió en simultáneo con los cambios en los EUA. A mitad de los años 70, cuando Cosse cierra su investigación, ciertos pilares normativos se mantenían firmes: la pauta heterosexual, la condición maternal de las mujeres, la procreación en el marco de una pareja estable. Sin embargo, no resultan desestimables las innovaciones: emergió un nuevo estilo femenino, comenzó a pensarse la igualdad en la pareja, a concebirse legítimo el divorcio y, en menor medida, las uniones sin papeles. Quizás, incluso, más que inclinarnos por uno u otro polo resulte más útil pensar que las dualidades constituyen un nudo central del proceso de cambio cultural, que este significó cuestionamientos profundos al modelo instituido, pero también redefiniciones de sus pilares.[21]

¿Úselo y tírelo?

En su libro Úselo y tírelo. El mundo del fin del milenio visto desde una ecología Latinoamericana, Galeano levanta señales de alerta ante la voracidad y el cinismo de un sistema que devora a hombres, mujeres y tierras para luego descartarlos, exhaustos. Con ironía describe de la siguiente manera el paraíso del mundo globalizado:

Si nos portamos bien, está prometido, seremos todos iguales, sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión ni opinión. Todos veremos las mismas imágenes y escucharemos los mismos sonidos y vestiremos las mismas ropas y comeremos la misma comida y estaremos solos de la misma soledad dentro de casas iguales en barrios iguales de ciudades iguales donde respiraremos la misma basura y seremos conducidos por los mismos automóviles y programados por las mismas computadoras, en un mundo que será maravilloso para todo lo que no tenga piernas, ni patas, ni alas ni raíces (1994, p. 118).

5.1. ¿Usamos y tiramos a la familia – agente de socialización?

El comienzo natural del proceso de socialización para cada niño, niña, recién nacido es su inmediato grupo familiar. En la historia de la humanidad, la familia ha sido la agencia de socialización más importante en la vida del individuo. Sin embargo, en la medida que se consolida el sistema capitalista y avanzan la industrialización y las nuevas tecnologías, se posicionan otras agencias socializadoras como el sistema educacional, los grupos de amigos, Internet y los medios masivos de comunicación.

Las grandes empresas transnacionales comenzaron a visualizar que el desarrollo de determinadas actividades que eran clásicas de la acción social, y que antes eran llevadas adelante por el Estado, pueden ser beneficiosas en términos de mercado, o sea en cuanto a una mejor imagen empresarial, con un consecuente incremento en las ventas. De mantenerse esta tendencia, la conformación de la familia en clave "moderna" puede o no ser útil en términos de mercado, pero ya la familia nuclear moderna no sería imprescindible en cuanto al desarrollo de una sociedad capitalista (Carballeda, 2001).

A pesar de esta disminución de valor, la familia sigue siendo el único agente que, durante un lapso más o menos prolongado de tiempo, tiene prácticamente el monopolio de la socialización. Toda familia socializa al niño de acuerdo con su particular modo de vida, influenciado por la realidad social, económica e histórica de la sociedad en la cual está inserta.[22]

Además, especialmente durante la infancia, muchas veces la familia selecciona o filtra a las otras agencias, escogiendo la escuela, procurando seleccionar a los amigos y amigas, intentando controlar el acceso a la televisión, etc. En este sentido, aquella es un nexo muy importante entre el individuo y la sociedad.

Resulta necesario prestar atención al hecho de que la familia, tradicional o no:

  • sirve como una unidad de consumo, producción, distribución y socialización (Netting, Wilk y Arnould, 1984);

  • no es autónoma ni autosuficiente, necesita de redes sociales de contención que le den posibilidades de proyección.

5.2. ¿Usamos y tiramos a padre y madre?

Un cambio fundamental que se ha producido en la familia "es la disociación entre el vínculo de pareja (conyugalidad) y filiación (vínculos entre padres, madres, hijos e hijas). En la familia tradicional, estos dos vínculos eran indisolubles. En la actualidad, mientras la conyugalidad ha perdido su carácter indisoluble porque es una relación social, la filiación mantiene dicho carácter porque es un vínculo natural. El proceso de secularización implicó, desde este punto de vista, un proceso de transformación de las relaciones de pareja en relaciones temporales y más igualitarias. Pero esta temporalización no afecta a las relaciones de filiación, creando así una nueva fuente de tensiones que se resume en la pregunta acerca de ¿cómo articular conyugalidad con filiación?" (Tedesco, 2002, p61).

5.3. ¿Usamos y tiramos a la familia tradicional?

La familia tradicional, que fue el ideario en la modernidad, prácticamente ya no existe, se transformó. Si bien, todavía, permanece la idea de familia nuclear como modelo de lo que deberían ser los roles y funciones prescriptos en la división social del trabajo, en la actualidad cada familia debe ser comprendida como un producto histórico cultural particular y singular en su constitución (De Jong, Eloisa, 2001, pp.18-19).

La crisis del modelo de familia "moderna", justificada y organizada en base a la supremacía patriarcal, sufre una serie de modificaciones que son producto de la crisis socioeconómica y de la asunción de nuevos papeles por parte de la mujer y los niños en la sociedad (Carballeda, 2001, p. 67).

Mientras esto sucede, la Iglesia cristiana tradicional de Occidente, tanto la Iglesia católica conservadora como el protestantismo fundamentalista, promueven el modelo cultural de familia nuclear como institución social, y contribuyen para que esta estructura se instale como el ideario en el imaginario social. La imposición rígida de este modelo legitima desigualdades, sistemas no flexibles de autoridad, distribución de funciones y roles.

Como observa Castells, en una cultura bipolar entre el yo y Dios, como lo es la cultura de los EUA, hay posturas extremas entre el individualismo libertario y el sometimiento a la ley de Dios. La cultura del familiarismo también define un conjunto de valores que unen a la persona y su contribución a los principios morales de la sociedad. Yo, mi familia y mi Dios constituyen la santísima trinidad de los valores tradicionales de los estadounidenses (2009, p. 168).

En contraste con la Iglesia tradicional, EIRENE Argentina,[23] en uno de los puntos de su ideario, expresa lo siguiente: "Creemos que la familia no es un fin en sí misma sino que está llamada a ponerse al servicio de la comunidad y contribuir a la manifestación del reino de Dios en la Tierra".

Irónicamente, los Evangelios introducen una tensión y, al mismo tiempo, entrañan una novedad, llaman a honrar a padre y madre, pero también expresan que todo el que escucha y practica la voluntad de Dios[24]será familia.

Jesús respondió: "¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos?". Entonces miró a los que estaban a su alrededor y dijo: "Miren, estos son mi madre y mis hermanos. Todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre".28

5.4. ¿Usamos y tiramos a la familia-institución?

Tendremos que aceptar que la familia contemporánea, más que una institución, sea una red de relaciones que, en lugar de ser responsable de transmitir el patrimonio económico social y moral de una generación a otra, tienda a privilegiar la construcción de la identidad personal.

Cada familia se constituye a partir de la internalización recíproca por parte de sus miembros, de su condición de tal, y cada uno de ellos se reconoce en un nosotros, "nuestra familia". Respondiendo, a la vez, a las condiciones materiales y simbólicas de un orden económico, cultural, social en la que produce y reproduce su vida. Por eso, es necesario abandonar criterios de normalidad. Cada familia se constituye como puede, no como debe (De Jong, et al., 2001). Cuanto más sometida está la familia a las representaciones del modelo familiar vigente mayor es la posibilidad de constituir una organización objeto de determinaciones externas, que si no logra parecerse al modelo, se enferma.

5.5. ¿Usamos y tiramos a la familia-unidad de consumo?

A través de los tiempos, la familia ha sido muchas cosas, pero nunca algo estático. La familia ha experimentado cambios radicales y continúa sorprendiendo a los expertos en el tema. Un área así debería ser un campo fértil, una fuente continua de nuevos temas a investigar.

Los analistas de mercado y las asociaciones de consumidores tendrían que prestar más atención a este dominio. En el futuro se deberían integrar las investigaciones sobre familia en una unidad única de sentido y avanzar hacia una teoría de la conducta del consumo familiar.

La falta de interés al respecto podría estar ocultando otras estrategias de mayor aislamiento de las personas en una mayor cantidad de unidades cada vez más consumistas. Bauman Zygmunt observa:

En la modernidad líquida la única entidad que tiene una expectativa creciente de vida es el propio cuerpo. Para Pascal, por ejemplo, la tragedia era la brevedad de la existencia humana, del cuerpo individual mortal, contrapuesta a la sociedad imperecedera. Kant contraponía el cielo estrellado al individuo. E incluso un autor moderno como Émile Durkheim puede ser representante de la modernidad sólida cuando dice que la búsqueda del beneficio individual es insignificante, y que afortunadamente existe una sociedad eterna a la que podemos servir y en la que podemos dejar nuestro sello (…) ¿quién diría algo así hoy en día? (2008, pp. 47-48).

5.6. ¿Usamos y tiramos a la familia en todas sus formas?

De familia de familias a familia extensa a familia nuclear, el modelo hegemónico que se consolida con el capitalismo va rompiendo los lazos de solidaridad comunitarios en nombre de las libertades y de los derechos individuales.

Esta revolución, que no se detiene, sigue avanzando y causando la alienación entre las personas, hasta llegar a una situación en la que al otro, al prójimo, se lo ve como un extraño, una amenaza. La contradicción es, como señala Castells, que mientras mejor nos relacionamos con la red y con los objetos materiales que consumimos, y nos consumen, según enfatiza Sennet, más difíciles resultan las relaciones interpersonales y familiares.

En esta etapa de la globalización se cumple la previsión de Marx de que la lógica del capitalismo acaba destruyendo todos los lazos tradicionales, incluido el de familia. Esto también muestra el error de aquellos que consideran a esta como la estructura ideológica básica del capitalismo (Hochschild Russell, 2009).

Desde la perspectiva evangélica, el proyecto de la familia – así también como el de toda la Iglesia – es "congregar y unir" (Evangelio de Juan 11.50 – 52, NTV). Tapia S. nos dice que cada una de ellas independientemente de su constitución, debe realizar esta misión a través del amor recíproco, el cual hará que el amor de Dios sea real y esté presente. Sin embargo, hoy en día este concepto bíblico de familia -"congregar y unir"— está en vías de desaparición. Cada vez menos gente concibe a la familia como un oficio de sacrificio, entrega, servicio, lealtad a principios, pactos y compromisos permanentes.

Más bien, cada vez más se la entiende como un proyecto para ser feliz. Esto no solo en la sociedad secular, sino también entre los cristianos. En virtud del propósito de "ser feliz", si las cosas no resultan bien, luego de haber "probado y usado" existe la opción de "tirar" para volver a probar. Rehacer la familia cuantas veces sea necesario hasta que se alcance la felicidad. Las metas del proyecto familiar pasan, entonces, por logros como tener una casa cómoda, un auto nuevo, un trabajo excelente para ambos cónyuges, hijos sanos y bien vestidos, un buen colegio y bienes económicos y materiales… (pp. 13 y 14).

¿Qué hacemos entonces? ¿Tiramos a la familia y nos quedamos consumiendo? O ¿escuchamos la profecía de Mick Jagger, quién nos advierte que nada nos traerá satisfacción?:

No consigo satisfacción, no consigo satisfacción,

a pesar de que lo intento, lo intento y lo intento pero no puedo conseguirlo, no puedo conseguirlo.

Cuando estoy conduciendo en mi coche y ese hombre aparece en la radio

y me está dando una y otra vez información inútil,

se supone que para encender mi imaginación, no puedo obtener ninguna, oh no no no.

Hey hey hey, eso es lo que digo.

No consigo satisfacción, no consigo satisfacción,

a pesar de que lo intento, lo intento y lo intento pero no puedo conseguirlo, no puedo conseguirlo.

Cuando estoy viendo mi televisión, y ese hombre aparece para decirme

cómo de blancas deberían ser mis camisas.

Él no puede ser un hombre porque no fuma los mismos cigarros que yo.

No puedo conseguirlo, oh no no no.

Hey hey hey, eso es lo que digo.

No consigo satisfacción.

Y aceptamos que los conflictos nunca acaban, que las sociedades son estructuras contradictorias surgidas de conflictos y negociaciones entre factores sociales, a menudo opuestos (Castells, 2009, p. 165), y vamos en busca de un nuevo acuerdo temporal que le dé poder a la red de relaciones que tienda a privilegiar la identidad personal.

5.7. ¿Usamos y tiramos o cuidamos y valoramos?

Jesús nunca condenó a la familia como institución ni tampoco dijo que vivir en una "familia cultural" no era parte de la voluntad de Dios para la humanidad. Para Jesús, el celibato es tan sagrado como el matrimonio: uno y otro son vocaciones, y los dos requieren una vida activa en la iglesia. Jesús simplemente coloca a la "familia de fe" en primer lugar, y dice que aquellos que renuncien a los lazos de la tradicional pasarán a formar parte de una nueva familia, definitivamente más importante, en la que podrán vivir y crecer (Westerhoff J., 2006, p.135).

Ante la crisis familiar actual, la Iglesia necesita actuar a fin de salvar este pilar esencial de la sociedad humana. El mejor servicio que la Iglesia puede ofrecer a las familias es ser una "familia de fe" para todos, sea cual fuere su estado social: persona separada, viuda, sin hijos, divorciada, único progenitor, familia nuclear, familia extensa, persona soltera que vive sola o en una "familia" con sus compañeros/as de cuarto o amigos/as. Debemos dejar de pensar en un ministerio de o para un grupo particular de edad, de sexo o familiar y comenzar a vivir juntos en comunidad como una "familia de fe" (idea no textual, Westerhoff, 2006, p.149).

Para el que cree en la oración como recurso de transformación, incluimos esta oración modelo al Dios de Jesucristo:

Padre nuestro, estamos delante de tu presencia para presentarte a la familia que tú creaste.

Solo traemos pedazos, lo que queda de ella.

Casi no nos atrevemos a mirarte a los ojos, pues nosotros mismos, los seres humanos, hemos sido sus depredadores.

Nos hemos resistido a tus consejos y no nos hemos detenido en nuestra carrera vertiginosa hacia la destrucción.

Perdónanos Señor, porque nuestro pecado es grande y no tenemos excusa delante de ti.

Nos exponemos a tu Palabra a fin de alinearnos a tu justicia.

Tu Iglesia, tu Pueblo, no solo hemos sido indiferentes a la crisis familiar del mundo, sino que hemos permitido con nuestros propios pecados que esta misma crisis se produzca en el seno de tu Cuerpo.

No ignoramos que de ti sigue tomando nombre toda familia en la Tierra, por lo cual sabemos que tu corazón está entristecido y afectado por nuestra maldad.

Señor, nos arrepentimos de nuestras faltas y de nuestra indiferencia.

En el nombre de tu hijo Jesucristo, nos levantamos para interceder por cada uno de los miembros del grupo familiar.

Bendecimos al marido y a su esposa y los presentamos delante de ti para que nuevamente sean uno bajo tu bendición y tengan la autoridad de la pareja original.

Bendecimos la maternidad y la paternidad del matrimonio ejercida como sacerdocio sobre los hijos y las hijas, la cual ha sido totalmente soslayada en el tiempo actual.

Señor, no ignoramos a las mujeres jefas de hogar, como esposas abandonadas y protectoras de sus hijos, esforzadas en su trabajo e incomprendidas por la sociedad.

Ten misericordia de ellas y levanta obreros y obreras en tu viña para restaurar a las familias monoparentales.

Que esta bendición se establezca, permanezca y prevalezca sobre tu casa. En Jesucristo, amén.[25]

Conclusión abierta y pautas finales

A modo de conclusión abierta, dejaremos planteadas algunas preguntas que pueden servir como "punta de lanza" para avanzar en el proceso de desnaturalizar y revelar las intenciones de los agentes de dominación que actúan en la sociedad y en la Iglesia cristiana:

  • 1. Esta revolución en la forma de hacer familia que comienza en los 60, ¿continúa en la actualidad?

  • 2. ¿Será verdad que cuanto más sometida se encuentre la familia a las representaciones del modelo familiar de "normalidad" vigentes, mayor será la posibilidad de constituir una organización objeto de determinaciones externas?

  • 3. ¿De qué manera el "desinterés" de los voceros del capitalismo por la familia en general revela un compromiso por profundizar la revolución capitalista?

  • 4. ¿Cuál es el aporte que la iglesia debe dar a la sociedad como "familia de fe?

  • 5. ¿Cómo dimensionar el precio que pagará la sociedad si la iglesia local no asume este rol?

  • Pautas a seguir por la comunidad cristiana

Finalmente se dan pautas que la comunidad cristiana puede y debe seguir:

  • La necesidad de acentuar la comunidad sobre el individualismo

Concuerdo con la tesis de John Westerhoff, la vida contemporánea para que pueda ser una vida verdaderamente humana, requiere de una "familia – comunidad de fe":

La vida contemporánea solo podrá construirse y vivirse como plenamente humana en el contexto de una comunidad de fe, de una "familia de fe" que transforme la naturaleza y el propósito de la iglesia institucional y que reúna mediante una relación de pacto las diversas unidades familiares en las que viven las personas. La familia nuclear, sea que sus miembros confiesen o no a Jesús como Señor, no puede constituir el contexto idóneo para la humanización de la vida. Jesús consideraba miembros de su familia a los que compartían su visión y actuaban en consecuencia. No excluyó de este grupo a los miembros de su familia cultural. Pero tampoco quedaron automática y obligatoriamente incluidos (Marcos 3.31-35). Jesús coloca a la "familia de fe" en primer lugar (P.134).

A partir de mi conversión a Jesucristo a los 18 años, experimenté lo que significa integrarse a una familia de fe. Varias personas me enseñaron a perdonar y a bendecir a mi familia biológica, me guiaron a sanar y cambiar mi vida en obediencia a Jesucristo. Probablemente no seguiría en la fe sin el soporte que me brindaron la familia de la Asociación Bíblica Universitaria Argentina (ABUA) y de la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos (CIEE), de la iglesia cristiana Reformada y, luego, de la Iglesia del Centro de Buenos Aires. Soporte que funcionó como trampolín para que yo misma me lanzara a ser familia de otras chicas en necesidad. En el discipulado aprendí a abrirme para recibir la bendición de Dios y pude salir de mi misma y de satisfacer solo mis necesidades para ser de bendición a otras personas.

Como bien expresa Tripp Paul David la familia es una comunidad social:

El conflicto existe porque, como pecadores, tendemos a vivir para nosotros mismos. Nuestro propio bien se convierte en el bien supremo y la gente a nuestro alrededor parece estar siempre estorbándonos. ¡Cuán diferente es la vida cuando la consideramos desde la perspectiva bíblica! La historia de Dios no es simplemente la historia de su carácter y su obra de redención; también es la historia de cómo llama a un pueblo para que sea el pueblo de Dios. Es la historia de cómo forma una comunidad de amor en donde se rompen las antiguas líneas divisorias de raza, género, nación y clase económica. El pueblo de Dios vive como un nuevo hombre, una nueva mujer en Cristo. Una persona de éxito a los ojos de Dios no es solo una persona que le ama, sino también alguien que realmente ama a su prójimo como a si mismo (2012, P. 55).

  • Las células de relaciones personales sobre el institucionalismo de la iglesia

La vida en este mundo caído es difícil. Es por eso que necesitamos vivir en comunidades de amor. Dice Tripp Paul David: "El cristianismo de "Jesús y yo", anónimo, consumista, aislado, independiente y autosuficiente es una copia barata y distorsionada de la enseñanza bíblica. No fuimos creados o recreados en Cristo Jesús para vivir por nosotros o nosotras mismos". La Biblia lo expresa claramente en Génesis 2.18: "No es bueno que el hombre esté solo", y 1 Corintios 12.14: "Ahora bien el cuerpo no consta de un solo miembro sino de muchos", por mencionar solo algunos pasajes. Pensamos que nos conocemos bien a nosotros mismos y olvidamos el poder cegador del pecado. Vemos a la iglesia como:

  • Un lugar al que asistir los domingos

  • Un conjunto formal de actividades

  • Un manjar de ofrendas religiosas bien programadas

  • Un lugar donde se puede disfrutar música y escuchar predicaciones

  • Un club que provee actividades sanas para nuestros hijos e hijas

  • Una red que nos conecta con las misiones en el mundo

Pero, en realidad la Iglesia debe ser una comunidad de personas interdependientes, entretejidas y enfocadas en el amor y la gracia. La Biblia lo expresa claramente, cuando cada parte hace su trabajo, el cuerpo de Cristo madura (Efesios 4). ¡Necesitamos vivir en comunidad! Intencionalmente involucrados unos con otros, centrados en Cristo e impulsados por la gracia redentora. Una vida en comunidad que nos cuida y protege de nuestro propio pecado e inmadurez y que nos estimula a crecer para que no seamos "como paja inútil que esparce el viento (Salmo 1. 4)".[26]

Por la formación que recibí en la ABUA soy una promotora y defensora de los grupos celulares. Me congrego en una iglesia en la que los cultos reúnen unas 600 personas o más, es imposible relacionarse en profundidad. Los grupos celulares son la clave, no como reproductores del culto, sino como comunidades que se atrevan a vivir como familias de fe. Además de reunirse como tal en forma regular una vez a la semana, durante la semana los miembros deben mantenerse en comunicación, orar unos por otros, unas por otras, por sus familias culturales, darse apoyo en situaciones de enfermedad o dificultad económica, celebrar los logros y las fechas especiales, incluir a otros miembros de la familia cultural, alentarse a crecer y madurar… Adhiero a las palabras de Fernando Mora:

Vivimos en un mundo masificado, atomizado y tecnocrático. Dependemos de decisiones tomadas por líderes que no conocemos personalmente. La meta hoy es que cada individuo viva cómodo, sin tener que consultar a nadie, y mucho menos rendir cuenta de sus actos. Los cambios tecnológicos fueron destruyendo la práctica del amor y de la amistad sincera. Quizás la iglesia urbana tiene una misión sorprendente, novedosa: la de proveer un espacio cultural para el nacimiento y la práctica de amistades. (Idea no textual P.44).

Hay que fomentar nuevos modelos de ser iglesia local, basados en grupos pequeños en los que Jesús sea el centro de la vida de esa comunidad. Grupos celulares que: "No se amolden al mundo actual, sino que sean transformados mediante la renovación de su mente (Romanos 12.2)" y obedezcan los mandatos del Señor en Juan 15.12-17: "Y éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando… Éste es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros", (NVI).

  • La misión urgente de buscar el bien común

sobre la separación del mundo

Las personas de fe en Jesucristo no somos del mundo pero vivimos en el mundo. Por eso recibimos su influencia (Juan 17.15 y 16). En la medida que la familia entienda que no es una unidad sellada, la única que influye sobre sus integrantes, sino que recibe influencia de afuera, estará más dispuesta a aprender las reglas de juego de la sociedad en la que vive. El sociólogo Pierre Bourdieu nos insta a conocer las reglas de juego de la sociedad y a adquirir un sentido práctico de invención e improvisación ante situaciones nuevas:

Es interesante la óptica de Pierre Bourdieu en la noción de estrategia, como el producto de un sentido práctico, es decir, la habilidad para sacar el mejor partido de lo que se dispone. Hay que reconocer que el actor social que realiza las elecciones es un agente socializado que no decide en términos individuales y espontáneos, sino que todo esto va a depender de su habitus… Aquellas disposiciones a actuar, a percibir, a pensar y a sentir de una cierta manera por el actor en el curso de su historia, y dentro de los límites y las posibilidades brindadas por las condiciones objetivas de vida. Todo esto se lo puede definir como "lo social incorporado" o "internalización de la exterioridad"… Al rescatar la dimensión activa e inventiva de la práctica y la capacidad generadora de los habitus, entendemos que esta perspectiva recupera el agente social como productor de las prácticas y su capacidad de invención e improvisación ante situaciones nuevas (Gutierrez, 1995: 63).

¿Cómo aprender las reglas de juego? Pongo como modelo a la comunidad de fe que coordino pastoralmente, no por su perfección, sino justamente por su reconocimiento de debilidad y necesidad en un mundo caído.

Personas de fe que hemos sobrevivido a diferentes experiencias dolorosas y somos conscientes de lo que cuesta mantenerse confiando en Dios. Mujeres solteras, divorciadas, viudas, capitalinas, provincianas, peruanas, chilenas, alcohólicas y adictas a sustancias en recuperación y con recaídas, con dificultades de aprendizaje, con temores para formar una nueva familia cultural, entre un sinfín de otros miedos y problemas. Sin embargo, apostando al crecimiento y a la formación personal como podólogas, enfermeras, administradoras en el área de salud, instrumentistas, técnicas en finanzas, otros idiomas. Con el anhelo de: progresar en el estudio exegético y vivencial de las Escrituras, permitir que el Espíritu de Dios renueve nuestras mentes y espíritus y, ayudar a otras personas en necesidad. Al reunirnos por lo menos una vez en la semana para compartir en formar presencial pero mantenernos en comunicación, a través de las redes sociales y otros medios, se bajan ansiedades catastróficas, desarrollamos resiliencia, nos fortalecemos para conocer las reglas de juego del "mundo" en el que vivimos y nos desafiamos a ser agentes de transformación.

  • El modelo del servicio basado en la encarnación sobre el verticalismo que juzga y busca imponer las soluciones desde el poder

Elegir el modelo de la encarnación, de un Dios que se hace fuerte en su debilidad, versus el del Dios de poder. Optar por ser seguidores de un Dios que se rebaja voluntariamente y toma la imagen de siervo para ir contra la rigidez de la objetividad y de los absolutos que nos aprisionan. En palabras del filósofo Gianni Vattimo proponer un pensamiento débil vs un pensamiento fuerte.

Harold Segura relaciona el pensamiento de Vattimo con las familias: "Siendo la familia también un espacio de poder, donde se expresan en muchas ocasiones las formas más crueles de despotismo y de dominio combinadas con abuso espiritual, vale que nos detengamos en estos aspectos para considerar las relaciones entre el poder de Dios (lo que significa declarar que creemos en un Dios de todo poder) y la espiritualidad que deseamos promover… Una espiritualidad pacificadora requiere de una revalorización de nuestra doctrina de la encarnación que, en lugar de acentuar la imagen de Dios soberano absoluto, rescate la imagen del Dios que "se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo" (Filipenses 2.7). En este sentido consideremos la pertinencia de alguna de las ideas del italiano Gianni Vattimo. Como profesante católico Vattimo plantea el vaciamiento de Dios en Jesucristo. Redescubrir la única forma posible de hablar de Dios a partir de la encarnación de Cristo. La encarnación es para Vattimo el núcleo central de la historia de la salvación y el fundamento, de nuestra espiritualidad y valores cristianos.

En un tiempo en el que ni las marchas masivas con la consigna "Ni una menos" en contra de la violencia de género o las campañas del tipo "Un trato por el buen trato" logran frenar el maltrato y la violencia. Necesitamos redescubrir al Jesús siervo y proponer un pensamiento débil versus el pensamiento fuerte, rígido e inflexible. En esta época que marca la superación de la modernidad organizada en torno a grandes verdades, Vattimo nos anima a buscar formas de vida que favorezcan la participación colectiva desde un "pensamiento débil":

La postmodernidad abre el camino a la tolerancia, a la pluralidad y a la diversidad. Es el paso del pensamiento fuerte, metafísico, de las cosmovisiones filosóficas bien perfiladas y estructuradas, de las creencias consideradas verdaderas y absolutas, al pensamiento débil, a una modalidad de nihilismo débil, a un pasar despreocupado y, por lo tanto, alejado de la acritud existencial. Las ideas de la postmodernidad y del pensamiento débil están estrechamente relacionadas con el desarrollo del escenario multimedia, con la toma de posición mediática en el nuevo esquema de valores y relaciones que caracterizan la sociedad actual… los intelectuales están llamados a pensar formas de vida que favorezcan la participación colectiva.[27]

¿Tiene la Palabra algo que decirnos en medio de tantas familias desintegradas? Ruth Padilla Deborst en el evento de la CIEE región andina[28]nos propone que no busquemos en la Palabra modelos rígidos: "La Biblia no prescribe el modelo de la familia nuclear moderna de papá, mamá, un niño y una niña. No define como familia sólo el vínculo biológico. No responde directamente a las inquietudes posmodernas en términos de modelos. La Palabra sí es muy clara respecto al estilo de vida, a los valores, a las marcas subversivas a todo orden social que niegue el valor, la dignidad, los dones, y el aporte de cada miembro de la cada familia. La familia es el espacio fundamental en el cual toda persona construye su sentido de valor, de identidad, y de vocación. Es allí donde aprendemos y desciframos lo que valemos, quiénes somos y para qué vivimos. La familia cristiana debe entenderse como una comunidad en la cual cada integrante reconoce que su valor inamovible descansa en su condición como creación e imagen de Dios, que su identidad central depende de su relación con Jesucristo, y que su vocación plena solo la podrá cumplir bajo el soplo del Espíritu Santo. La familia cristiana es -o debiera ser– la primera e irremplazable escuela de discipulado y servicio. Es en ella que aprendemos lo que significan el servicio mutuo, la protección de los débiles, la hospitalidad, y la ciudadanía en el reino de Dios. Dios nos permita a todas y todos nutrir familias que sean agentes del reino de Dios y de su justicia en su mundo".

Referencias bibliográficas

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Bauman, Z. (2008/2009). Múltiples culturas, una sola humanidad. Buenos Aires, Katz editores.

Burzaco, E. (2006, mayo 23). "El escenario de la violencia joven", La Nación, p. 19.

Berger, P. y Luckman, Th. (1968). La construcción social de la realidad. Buenos Aires, Amorrortu.

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Castells, M. (2001). "La sociedad red", en La era de la información (Vol. 1). Madrid, Alianza Editorial.

Partes: 1, 2, 3
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