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El adiós europeo al Estado del Bienestar (Parte I) (página 5)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Efectivamente, tal y como recogen algunos destacados estudios sobre la materia -uno de ellos elaborado en 2008 por el hoy presidente del BCE, Mario Draghi-, Italia aplicó un impuesto sobre el capital en 1920, con tipos que oscilaban entre el 4,5% y el 50%, aunque el pago podía extenderse durante un total de 20 años; Checoslovaquia también aprobó una tasa progresiva especial sobre todo el patrimonio de las familias que iba del 3% al 30%, aunque recayó, principalmente, sobre una minoría de origen alemán; otros países como Austria o Reino Unido intentaron imitar estas medidas, pero fracasaron al retrasar su aplicación, disparando la fuga de capitales; en Japón, las fuerzas de ocupación impusieron dicho impuesto tras la Segunda Guerra Mundial, aunque se limitaba a castigar a quienes se hubieran enriquecido con la guerra.

Chipre y la propuesta alemana

El ejemplo más cercano es el de Chipre, en donde se aprobó una quita sobre los grandes depósitos (de más de 100.000 euros) para reducir la deuda, no del Estado, sino de sus grandes bancos insolventes, aunque a cambio de acciones de dichas entidades. Casualmente, la troika y el Gobierno chipriota tildaron de "impuesto" esta quita especial sobre los ahorradores.

Además, hace poco más de un año, destacados analistas alemanes propusieron un impuesto similar con el fin de reducir la deuda pública de los países en problemas, pero restringida a las grandes fortunas. "Los gobiernos deberían considerar la imposición de un impuesto sobre el capital de los ricos con el fin de refinanciar y reducir la deuda nacional". ¿Su idea? Un impuesto sobre el capital del 10% sobre el patrimonio personal neto superior a 250.000 euros por contribuyente (500.000 para parejas) e incluso un tipo más elevado sobre los patrimonios superiores a 500.000 y un 1 millón de euros, respectivamente. Para los gobiernos de la periferia del euro, estas particulares quitas podrían suponer una "fuente adicional" de ingresos para asegurar la refinanciación de su deuda pública, "sin tener que depender de la ayuda externa", añadían.

Sin embargo, también advertían de que "la imposición de tales gravámenes es compleja, ya que implica la valoración de los activos y prevenir la evasión fiscal. Si la élite rica espera que tales gravámenes se repitan, esto podría desalentar la inversión y estimular la fuga de capitales". En este sentido, Peter Bofinger y Lars Feld, dos de los principales asesores económicos de la canciller alemana, Angela Merkel, recomendaron gravar específicamente la riqueza inmobiliaria de las familias del Sur de Europa en caso de precisar un rescate soberano, por ser activos fijos, sin la movilidad propia de los productos financieros, evitando así los nefastos efectos de la fuga de capitales que, sin duda, conllevaría una medida similar.

En definitiva el Fondo Monetario Internacional (FMI) no esconde una nueva vuelta de tuerca a los bolsillos de los contribuyentes europeos. El organismo que preside Christine Lagarde plantea, en su informe Fiscal Monitor de octubre, una eventual quita a la riqueza de las familias europeas para que la deuda pública de 15 estados europeos recupere sus niveles de 2007. En el citado informe, la institución económica llega a concretar una cifra: el 10% de los ahorros familiares.

Se define como capital levy o impuesto sobre el capital. Y sería un one-off. Es decir, la posible reducción se efectuaría de una sola vez. "Sería una medida excepcional para restaurar la sostenibilidad de la deuda pública", explica el FMI en su informe. Para justificar esta posible decisión, el FMI cita que es una medida defendida por destacados e históricos economistas como Pigou, Ricardo, Schumpeter o Keynes.

En el conjunto de países de la OCDE, la deuda pública media se situará el año próximo en un 113,1% sobre el PIB, cuando en 2007 el promedio apenas superaba el 74%. El mayor nivel de deuda pública bruta corresponderá a Japón, con una cifra del 233,1% sobre el PIB en 2014. Además de España, otros nueve países de la OCDE estarán por encima del 100%. Grecia registrará un 189,2%, figurando a continuación Portugal e Italia con niveles superiores al 140%. Irlanda (126,4%), Islandia (124,4%) y Francia (116,3%) también se situarán por encima del promedio de la OCDE. El Reino Unido alcanzará un 113%, mientras que los Estados Unidos llegarán al 110,4% y Bélgica al 104,5%. Austria, los Países Bajos y Alemania superarán el 85%, mientras que Finlandia rozará un 70%.

Entre los países de la OCDE que pertenecen a la Unión Europea destacan los niveles relativamente bajos de endeudamiento de Dinamarca (58,4%), Suecia (52,7%) y, sobre todo, Luxemburgo (32%). Estas tres naciones son la excepción en el conjunto de países de la OCDE, donde la deuda pública media se situará el año próximo en un 113,1% sobre el PIB, cuando en 2007 el promedio apenas superaba el 74%.

Estos "illuminatis" no solo nos "laminan" las prestaciones sociales hasta la extenuación, sino que nos "expropian" de un plumazo, un 10% adicional de nuestro menguado patrimonio. Me queda una sola duda: ¿para cuándo el "derecho de pernada"? (no sé si le apetecerá a Ms. Lagarde, pero estoy seguro que a Mr. Strauss Kahn le hubiera gustado "muchísimo". A verlas venir… entonces.

Lo auténticamente "insostenible" es el círculo vicioso entre estados y bancos

No se entiende el peso excesivo del sector financiero en el PIB. Nunca antes fue tan elevado. Las finanzas se han divorciado del comercio y la economía real, su razón de ser primigenia.

Es necesario volver a encarrilar el sistema financiero. Rediseñarlo introduciendo mecanismos que impidan tropelías como las que todavía seguimos padeciendo. Prohibiendo los instrumentos financieros absurdos que exacerban el riesgo a cambio de nada, cuya letra pequeña nadie entiende, empezando por aquellos que los adquieren y contratan.

Es necesario reducir abruptamente la concentración financiera promovida como consecuencia de la crisis financiera en vigor. Poniendo al mando de las entidades resultantes a gente decente y honrada. Reconvirtiendo el contubernio manipulado en que se ha convertido el sistema financiero mundial obligándolo a retornar a sus esencias mercantiles y comerciales.

La banca nació con el fin de servir como simple intermediario entre comprador y vendedor. Se dedicaba a facilitar las transacciones económicas. Apadrinaba de manera rápida, segura y fiable nuevas aventuras mercantiles otorgando crédito de manera sensata.  

Desgraciadamente, las finanzas han dejado de ser un medio capaz de propulsar el bienestar y el comercio para convertirse en un fin en sí mismo. En un lastre y en una bomba de relojería recurrente generadora de burbujas diversas destinadas a explotar cada cierto tiempo una vez que los gurús han vuelto a hacer caja con sus prédicas absurdas. Cambio conceptual que tomó carta de naturaleza desacerbada durante los años 80 del siglo pasado.

La economía financiera, el simple intermediario de antaño, se ha convertido en protagonista absoluto del presente económico, pervirtiendo el sistema y empobreciendo a la mayoría de la población.

El crédito sigue sin fluir hacia particulares y empresas, su razón de ser primigenia. Su único destino actual es financiar a reyes metafóricos y tiranos. La burbuja de deuda pública se incrementa, aquí o acullá, hasta que acabe por reventar. Los sistemas financieros, por el contrario, han dejado de funcionar con aquello para lo cual fueron creados. Se vuelve al trueque, se llamen "bitcoins" u otras iniciativas que están surgiendo fuera del sistema. Brutal paradoja.

En vez de analizar con profundidad los hechos y actuar con sensatez, desde que comenzó la crisis se han reforzado los mecanismos financieros que nos han llevado al desastre. La banca mundial se concentra cada vez en menos actores alejándola del objetivo tradicional: la mera intermediación que promueva el crédito, proporcionar facilidades a los empresarios y agilizar el comercio. El crédito ya apenas se otorga a particulares y empresas más que para especular. Su objetivo primigenio raramente se cumple ya.

El motor económico no podrá arrancar mientras no vuelva a haber un entramado financiero diverso y disperso con objetivos claros, con activos más reducidos respaldados con algo más que aire. Con entidades sanas y profesionales. El poder financiero debe dejar de seguir concentrado en manos de unos pocos desalmados.

"Las cenizas de Ángela"

Es un libro de memorias escrito por el autor irlandés estadounidense Frank McCourt. Fue publicado en 1996 y obtuvo el Premio Pulitzer.

La vida en Irlanda, y especialmente en Limerick, no era fácil en aquella época (años 30 y 40), y el libro la recoge con crudeza. La familia McCourt vive en una casucha minúscula en una callejuela sucia, con una sola bombilla y conviviendo con las pulgas y los chinches, y comparten una única letrina con sus demás vecinos. El padre, vago y alcohólico, apenas logra mantener ningún trabajo, y cuando lo hace es sólo para poder comprar más bebida. Así, la familia se ve obligada a vivir de la caridad, subsistiendo principalmente a base de té y pan…

Cuando leo que los "illuminatis" europeos (y no digamos los "partys" americanos), sostienen que hay que pasar de la "solidaridad indirecta" (estado del bienestar) a la "solidaridad directa" (caridad privada), porque al estar todo cubierto ha subido el estándar de vida y la sensación de felicidad, generando a su vez individualismo, y erosionando en papel de los ciudadanos en la sociedad, mientras que la solidaridad directa, la del apoyo mutuo, tiene un fuerte componente emocional, no puedo dejar de pensar en la "emoción" que sentían Ángela y sus hijos cuando mendigaban caridad, dormían todos en la misma cama, o lamían el papel de diario en el que había sido envuelto el misericordioso alimento. Una "gozada", vamos.

La mala educación

edu.red

De los tres próximos temas a tratar (educación, salud y pensiones), los asuntos vinculados con la enseñanza (instrucción, formación, cultura, orientación, ilustración, adiestramiento), son los que me resultan más cercanos y trascendentes.

En Febrero, de 2010, publiqué el Ensayo titulado: Esperando la rebelión de los "ni-ni" (ni estudian ni trabajan): Los "babylosers" – De la "Generación Peter Pan" a la "Generación Cero": el becarismo rampante

En el Apartado: – Ya sé; no me digás, tenés razón: la vida es una herida absurda… (*)

(*) (De la letra del Tango "La última curda" de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo)

Decía:

"Me resulta tan odioso seguir como conducir". Nietzsche

Estimado joven amigo: No tengo la menor autoridad para sermonear a nadie (apenas soy, un millonario en fracasos) y aunque la tuviera, no la desearía utilizar (intento ser liberal hasta el renunciamiento personal). Por otra parte, tampoco puedo dirigirme a mis contemporáneos (los que no se han dado por "vencidos", disfrutan del hedonismo pasivo de última instancia, mientras duren las migajas). Por supuesto, poco interesan mis pensamientos a nivel académico, por incómodos y fuera de contexto (fui expulsado de las Escuelas de Negocios, por antiglobalizador, desde antes que ese término trascendiera al gran público, o por intentar enseñar ética, a los que sólo se preparaban para matar).

Así y todo, por el mérito de haber trabajado para ti (sí, al menos para los que aún leen, por supuesto) desde el año 1998, estudiando, documentando y escribiendo sobre temas de economía para facilitar la difusión, el entendimiento y el debate de ideas desde una óptica "políticamente incorrecta", además de dejar un amplio archivo de Informes y Hemeroteca para que "no se olvide lo inolvidable", permíteme compartir contigo esta "confesión".

El 54% de los miembros de tu generación ("de los ciudadanos de 18 a 34 años", según los analistas, que no ahorran en sarcasmos, al llamarlos ciudadanos), no tiene proyectos ni ilusión. No aciertan a vislumbrar una salida airosa, ni combatir este estado de cosas. No tienen prisa para hacerse mayores.

El virus del desánimo está minando la naturaleza vitalista y combativa de la gente joven. Mientras tanto, el discurso consumista ha resultado una trampa para tantos jóvenes audaces que creyeron en el maná crediticio y el crecimiento económico sin fin.

Vivir peor que sus padres… Podemos estar asistiendo al primer proceso masivo de descenso social desde los tiempos de la Revolución francesa.

¿Ha surgido una generación apática, desvitalizada, indolente, mecida en el confort familiar? Aplican la estrategia de flexibilizar los deseos (individuos de plastilina) y de restar compromisos (seres invisibles, presentistas). Aprovechar el momento "aquí y ahora".

Esclavos libres… Jóvenes rotos… Presa fácil de la devastación laboral, corren el riesgo (casi la certeza) de un nivel de vida peor que el de sus padres. Nuestra sociedad excluye aquellos que representan el futuro, transformándolos en extranjeros de sí misma. Excluidos del futuro, desarrollan una actitud nihilista porque no les exige estar motivados, ni asumir responsabilidades.

¿Será posible que esta juventud supuestamente acomodaticia y refractaria a la utopía sea la llamada a abrir nuevos caminos? Vivimos un tiempo sin ideologías. Vivimos en una sociedad "anestesiada". Una sociedad en la que todo vale. Es mejor no aspirar a mucho y "pillar" lo que se pueda.

Generación decepción… La apatía destructiva que se deriva de la ausencia de valores, de la relatividad moral, de la indiferencia ante quienes nos rodean.

El riesgo de la eterna adolescencia (síndrome de Peter Pan)… alcohol… beber hasta la embriaguez… drogas… problemas en las aulas… abandono y fracaso escolar… indisciplina y violencia

Crisis de identidad… desconfianza y ausencia de valores… conformismo irreversible… Los jóvenes se han instalado en una "impotencia confortable"…

Seguramente algunos padres (ojalá que muchos, entre los que me incluyo) se estén preguntando: ¿Y qué hemos hecho nosotros para merecer esto? Mi respuesta sería: "todo mal" (asumo mi parte del fracaso).

Hemos criado niños eternos; les hemos dado objetos y no afectos; hemos estado demasiado ausentes demasiado tiempo; no le hemos enseñado el valor del esfuerzo, del trabajo, de la responsabilidad; nunca nos hemos sentado con ellos a escucharlos; nunca les hemos dicho que no; hemos desvalorizado el papel de los maestros; hemos sido permisivos, relativistas, consumistas, hedonistas, egoístas, indiferentes, individualistas, insolidarios… y todo ello se ha trasmitido a los hijos.

Hemos deseado que no sufrieran lo que habíamos sufrido nosotros, que tuvieran todo aquello que no habíamos podido tener nosotros, que lograran (sin mirar cómo, ni para qué) el título universitario que no habíamos podido lograr nosotros. Hemos transformado a nuestros hijos en un "trofeo" para demostrar nuestro éxito en la vida.

Y ahora, tarde y mal, nos damos cuenta que el "trofeo" es un fiasco, que hemos malogrado nuestros objetivos y lo que peor aún, hemos estropeado a nuestros hijos.

Estamos cosechando lo que hemos sembrado. Los jóvenes no tienen culpa. La culpa es nuestra. La generación que dirige (simula) el mundo es la nuestra, la generación que dirige (especula) los negocios es la nuestra, la generación que educa (por decir…), cura (en fin…) y da de comer (según…), es la nuestra. La generación que trasmite (muy poco) los valores es la nuestra. Somos los "titulares" de todos los descalabros. Nuestros hijos son el resultado de ellos. La prueba final de la insensatez total.

Después de este "acto de contrición", volvamos a ti, joven amigo:

¿Con todos estos "agravantes" y tantos "atenuantes" que piensas hacer tú? ¿Seguir en el vacío total? ¿Continuar excluido del futuro? ¿Esperando heredar la nada?

Las opciones (visto lo visto) son: idiota o ilota… Tú eliges (aunque no es mucho). Los "ni-ni" no dan para más (y tampoco lo desean los amos del universo). Te mearán en la cabeza y te dirán que es lluvia… ¿Y tú te dejas?

Por mucho menos que esto, estalló la Revolución Francesa, por mucho menos que esto se asaltó el Palacio de Invierno, por mucho menos que esto se produjo el mayo del 68.

Y tú ahí, impotente confortable, sentado en el salón viendo la tele (fútbol + reality shows), llenándote de mierda el "gruyere" cerebral que te dejó el sistema, la droga y el alcohol, esperando la sopa boba que tu anciana madre te pone de limosna… sin aspirar a mucho, pillando lo que puedes…

Levántate y anda. Apaga la tele. Desconecta el MP3. Date de baja en Facebook. Abandona el Twitter. Deja de enviar SMS. No recargues el móvil… Patea algún culo, aunque sea el equivocado. Revélate. Toma la calle. Manifiéstate. Tira piedras… Toma la Bastilla, asalta el Palacio de Invierno, revive el espíritu de mayo del 68…

Mientras te lo piensas, intenta contestar alguna de las siguientes preguntas, trata de reflexionar sobre alguna de las siguientes frases y actúa en consecuencia (ojalá). Te guste o no, tú heredaras el mundo. Que sea igual, peor o mejor, está en tu mano.

Nuestra generación fracasó (a las pruebas me remito), intenta que tus hijos no piensen lo mismo de la vuestra. De no ser así, sólo les quedará esperar el final del final…

¿Qué tan lejos puede llegar la desigualdad antes de que el sistema se derrumbe?

¿Es imaginable otro escenario posible?

¿Existen algunas medidas de prevención económica?…

Antes que sea demasiado tarde.

Tal vez haya que elegir caminos de heterodoxia.

Tal vez haya llegado el fin de la era de los simulacros cosméticos, máscaras y prótesis.

Tal vez estemos ante el fin de la economía de las siliconas.

Un ciclo que toca a su fin.

El fin de las promesas ficticias.

El fin del reino de lo homogéneo y simultáneo.

El fin de los "teoremas asesinos" de los Organismos Financieros Internacionales.

El espectáculo debe terminar.

Es imposible negar la miseria que crece en medio de la abundancia.

Es imposible no sentir el silencio de las víctimas.

¿Puede existir la liberación con exclusión?

Habrá que optar entre el hombre y el instrumento, entre la innovación y la tradición, entre lo nuevo y lo perdurable.

Habrá que optar por reconducir al capitalismo antes que muera de sobredosis… Si aún es posible.

Ni Wall Street, ni Silicon Valley, ni Hollywood, son los personajes de la Historia, es el hombre, y a él se debe responder…

Tal vez todo sea cuestión de cambiar una economía de cabotaje por una economía de altura…

Por mucho que la escenografía quiera tapar la realidad, cuando el móvil deje de ser el corazón de la información, cuando la vida cotidiana sea algo más que un SMS, cuando tus pensamientos puedan ir más allá del Twitter (140 caracteres), no heredarás el viento (humo).

Desde tu insignificancia (la levedad del ser), pero también desde tu grandeza (la fuerza del sujeto activo) podrás ayudar a evitar la "cadena de errores" (las alarmas no saltan hasta que ya es demasiado tarde). La derrota del pensamiento no es generalizada, y el triunfo de la barbarie todavía no es efectivo.

También los enemigos persisten y siguen siendo los mismos: los promotores del orden tal cual es. El objetivo sigue siendo indefectiblemente nietzscheano: "Castigar la estupidez". De otro modo, ésta triunfará en forma absoluta, hasta el punto que los autoritarismos de antaño parecerán opacos y pálidos en comparación con los que habrán logrado sojuzgar los cuerpos, pero también, y sobre todo, las almas.

Hay que hacer una revolución copernicana, terminar con el sometimiento de los hombres a la economía liberal y a su locura generalizada, para someter a la economía a un proyecto de vida en común. No ya servir al capital, sino poner este a disposición de los hombres. El triunfo del capitalismo determinó la muerte de lo político y de la política a favor de un elogio simple y llano de la técnica de la administración de los hombres como bienes.

Todo prolegómeno al reencanto del mundo pasa por esta revolución copernicana: terminar con esa religión de la economía que hace del capital su Dios, y de los hombres vulgares fieles moldeados a su voluntad. De modo que hay que promover un ateísmo en esta materia, al menos un confinamiento de la economía al único registro de los medios, y no de los fines. Debe estar al servicio y no exigir que se la sirva. Para que esto ocurra, debe someterse a lo político; desde hace demasiado tiempo, la política actúa como sirvienta de la economía.

Y tú joven amigo (mientras) inmóvil, paralizado, clavado como un insecto a un corcho, estás al completo servicio de un orden en el cual no tienes opción. Busca el sentido…

Antes, en la Introducción del Ensayo les había dejado el siguiente mensaje:

Mientras tú, joven amigo, flotas en la idiocia (trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en las primeras edades de la vida) otros resuelven por ti. Te "mean en la cabeza" mientras te dicen que no te preocupes, "que es lluvia"… Lo único que esperan de ti, es que seas un "idiota feliz", un "adicto al consumismo" (y a otras drogas), un "zombi abducido", un "esclavo libre", un "extranjero" en tu propia sociedad, una "presa fácil" de la devastación laboral, un "excluido" del futuro…

En las próximas páginas, si me acompañas, intentaremos aclarar si ¿ha surgido una generación apática, desvitalizadora, indolente, mecida en el confort familiar?, buscaremos las razones por las que el virus del desánimo está minando la naturaleza vitalista y combativa de la gente joven, procuraremos demostrar que el discurso consumista ha resultado una trampa para tantos jóvenes audaces que creyeron en el maná crediticio y el crecimiento económico sin fin…

¿Será posible que esta juventud supuestamente acomodaticia y refractaria a la utopía sea la llamada a abrir nuevos caminos?

El asunto no es baladí: podemos estar asistiendo al primer proceso masivo de descenso social desde los tiempos de la Revolución Francesa.

Vivimos en una "sociedad anestesiada". Una sociedad en que "todo vale", y en ella los jóvenes se han instalado en una "impotencia confortable", en una "apatía destructiva" que se deriva de la ausencia de valores, de la relatividad moral, de la indiferencia ante quienes nos rodean.

Entre la melancolía de la izquierda y el cinismo de la derecha los líderes políticos están expropiando los años venideros. Resultan ser (por acción u omisión) los enemigos del futuro.

En medio de este escándalo, muchos de los bancos acusados de pirómanos -y que se salvaron de la quema con montañas de dinero público- vuelven a pagar bonus millonarios a sus ejecutivos. Vuelven a realizar sus actividades inútiles… si no destructivas, desde el punto de vista social.

– ¿Y después?

Günter Grass nos ayuda a contestar la pregunta, en "Mi Siglo", citando el último párrafo del breve poema "A los que han de nacer":

Cuando se hayan agotado los errores

tendremos como último acompañante

la Nada en frente.

Primero la desesperación, luego la cólera y finalmente… la violencia.

Lo explica muy bien Albert Camus en "El Hombre Rebelde": ¿Qué es un hombre rebelde? Es un hombre que dice no. Y se niega, no renuncia: es un hombre que dice sí.

Un esclavo que ha recibido órdenes toda su vida -sigue razonando Albert Camus- de pronto juzga inaceptable un nuevo mandato ¿Cuál es el contenido de este no?

Habrá que saber escuchar para saberlo…

Luego, en el Apartado: – Mar de fondo (no hay camino, no hay derecha, izquierda, adelante, detrás)

– Chau… no va más! (para continuar con los tangos) (*)

(*) (Tango de Virgilio Expósito y Homero Expósito)

Escribía:

Estimado joven amigo: Te voy a contar una historia. Una historia de "ganadores" y "perdedores". Luego, al final, tú me dices de qué lado de las vías del tren has quedado (si del lado bueno o del lado malo)… Perdona que necesite algo más que un Twitter.

La desvalorización del "capital humano"

La crisis económica alcanza ahora, incluso en Occidente, a amplias capas sociales, que hasta entonces se habían librado. Por eso la cuestión social vuelve en el discurso intelectual. Pero las interpretaciones continúan adoleciendo de una notoria ligereza y parecen francamente anacrónicas. La polarización entre pobres y ricos, exacerbada de forma irresistible, no encuentra todavía un nuevo concepto. Si el concepto marxista tradicional de "clase" tiene una súbita coyuntura favorable, eso es ante todo una señal de desamparo. En la comprensión tradicional, la "clase obrera", que producía la plusvalía, era explotada por la "clase de los capitalistas" por medio de la "propiedad privada de los medios de producción".

Ninguno de estos conceptos puede explicar con exactitud los problemas actuales. La nueva pobreza no surge por cuenta de la explotación en la producción, sino por la exclusión de la producción. Quien todavía está empleado en la producción capitalista regular figura ya entre los relativamente privilegiados. La masa problemática y "peligrosa" de la sociedad ya no se define por su posición en el "proceso de producción", sino por su posición en los ámbitos secundarios, derivados de la circulación y de la distribución. Se trata de desempleados permanentes, de receptores de operaciones estatales de transferencia o de agentes de servicios en los campos de la terciarización, hasta llegar a los empresarios de la miseria, los vendedores ambulantes y los rebuscadores de basura. Esas formas de reproducción son, según criterios jurídicos, cada vez más irregulares, inseguras y a menudo, ilegales; la ocupación es irregular, y las ganancias transitan en el límite del mínimo necesario para la existencia o incluso, caen por debajo de esto.

Inversamente, tampoco la "clase de los capitalistas" puede aún ser definida en el viejo sentido, según los parámetros de la clásica "propiedad privada de los medios de producción". En el cuerpo del aparato estatal y de las infraestructuras así como en el cuerpo de las grandes sociedades accionistas (hoy transnacionales) el capital aparece en cierto modo como socializado y anonimizado; se volvió abstracto, dejando la forma personalizable de toda la sociedad. "El capital" ya no es un grupo de propietarios legales, sino el principio común que determina la vida y la acción de todos los miembros de la sociedad, no solo exteriormente sino también en su propia subjetividad.

En la crisis y a través de la crisis, se efectúa una vez más una mutación estructural de la sociedad capitalista, disolviendo las situaciones sociales antiguas, aparentemente claras. El meollo de la crisis consiste justamente en que las nuevas fuerzas productivas de la microelectrónica funden el trabajo y, con él, la sustancia del propio capital. Dada la reducción cada vez mayor de la clase obrera industrial, se crea cada vez menos plusvalía. El capital monetario huye rumbo a los mercados financieros especulativos, visto que las inversiones en nuevas fábricas se vuelven no-rentables. Mientras partes crecientes de la sociedad fuera de la producción se pauperizan o incluso caen en la miseria, por otro lado se realiza tan sólo una acumulación simuladora del capital por medio de burbujas financieras. Por lógica, eso no es nada nuevo, pues ese desarrollo ya marca al capitalismo global hace dos décadas. Pero lo que es nuevo es que ahora la clase media en los países occidentales también sea atropellada.

Barbara Ehrenreich (ensayista norteamericana) había publicado ya en 1989 un libro sobre la "angustia de la clase media ante la quiebra". Sin embargo el problema fue aplazado enseguida por una década entera, ya que la coyuntura basada en burbujas financieras de los años 90, junto con el impulso de la tecnología de la información y de la comercialización de Internet, despertó una vez más nuevos sueños de florescencia. El colapso de la nueva economía y la explosión de las burbujas financieras en los Estados Unidos, en Europa y, en parte, en Asia, comienzan ahora (desde el año 2000 en adelante), a hacer efectiva de manera brutal la quiebra de la clase media, ya temida anteriormente.

Se propagó el concepto del "Estado antisocial"; las asignaciones para formación y cultura, para el sistema de salud y numerosas otras instituciones públicas fueron cortadas; se iniciaba la demolición del Estado social. También en las grandes empresas sectores enteros de actividad calificada fueron víctimas de la racionalización. Dado el desmoronamiento de la nueva economía, hasta las mismas calificaciones de muchos especialistas "high-tech" se vieron desvalorizadas. Hoy ya no se puede ignorar que la ascensión de la nueva clase media no tenía una base capitalista autónoma; por el contrario, dependía de la redistribución social de la plusvalía proveniente de los sectores industriales. De la misma manera que la producción social real de plusvalía entra en una crisis estructural debido a la tercera revolución industrial, los sectores secundarios de la nueva clase media van siendo sucesivamente privados de su suelo fértil. El resultado no es solamente un desempleo creciente de académicos.

La privatización y la terciarización desvalorizan el "capital humano" de las calificaciones incluso en el interior de la parcela empleada y degradada en su estatus. Jornaleros intelectuales, trabajadores baratos y empresarios de miseria como los free-lance en los medios de comunicación, universidades privadas, despachos de abogados o clínicas privadas no son ya excepciones, sino la regla. A pesar de esto, a fin de cuentas tampoco Kautsky tuvo razón. Pues la nueva clase media decayó, es verdad, pero no para convertirse en el proletariado industrial clásico de los productores directos, convertidos en una minoría que va desapareciendo pausadamente. De forma paradójica, la "proletarización" de las capas calificadas está ligada a una "desproletarización" de la producción.

Por otra parte la desvalorización de las calificaciones corre pareja con una expansión objetiva del concepto de "capital humano". Al revés de la decadencia de la nueva clase media, se realiza en cierto modo un inédito "pequeño-aburguesamiento" general de la sociedad, cuando los recursos industriales e infra-estructurales aparecen más como megaestructuras anónimas. El "medio de producción independiente" se deteriora hasta llegar a la piel de los individuos: todos se convierten en su propio "capital humano", aunque sea simplemente el cuerpo desnudo. Surge una relación inmediata entre las personas atomizadas y la economía del valor, que se limita a reproducirse de manera simulada, por medio de déficits y burbujas financieras. Cuanto mayor se vuelven las diferencias entre el pobre y el rico, más desaparecen las diferencias estructurales de las clases en la estructuración del capitalismo.

Ruegos y preguntas

Es muy probable que a los "ideólogos" del mercado les convenga más una sociedad "religiosamente" controlada como la india o una sociedad "políticamente" controlada como la china para desarrollar nuevos consumidores que sustituyan a las clases medias de los países desarrollados. Es la creación de una sociedad de consumidores "sin pasado" (sin las conquistas del pasado).

Ha llegado el fin del matrimonio perfecto: el consumidor de "última necesidad" y la "estructura industrial" (antigua forma de producción). La "eutanasia" (más o menos lenta) del consumidor burgués. El desmantelamiento de la clase media, columna vertebral de la revolución industrial, custodio de la defensa de los derechos de propiedad, consumidores pasivos y… estúpidos perfectos. Ya no se los necesita más. ¿De quién van a defender los derechos de propiedad?

La pauperización de la clase media es quizás la desmentida más cruda de la promesa originaria de progreso colectivo…

Empobrecimiento individual o familiar, empobrecimiento como ciudadano y como trabajador son las facetas de una caída colectiva comenzada hace más de dos décadas y que hoy continúa…

Con la caída económica cae un valor central de nuestro imaginario: la creencia en el progreso ¿Qué lugar queda entonces para la esperanza? ¿Qué futuros nos esperan?

Estimado joven amigo: si has llegado hasta aquí (venciendo la analfabetismo funcional imperante), te ruego que sigas un poco más, e intentes contestar las siguientes preguntas:

¿Habrá llegado la hora final de la ambigüedad pequeño-burguesa?

¿Se convencerá la clase media (o lo que queda de ella) que debe dejar de ser la clase "contrarrevolucionaria"?

¿Será capaz de exigir la firma de un nuevo Contrato Social?

¿Tendrá voluntad y fuerzas para oponerse a la "voladura" del Estado del Bienestar?

¿Podrá alcanzarse la alianza de la clase media (o lo que queda de ella) con la clase obrera?

De la traición a la promoción del cambio…

Del servilismo a la revolución…

Más adelante, en el Apartado: Conductas bastardas (buscando el futurible perdido)

– Lo que dejó la crisis (con la ayuda del árbitro)

Proponía:

Estimado joven amigo: Al momento de escribir este apartado (10/8/09) se cumple el segundo aniversario de la "crisis de las hipotecas subprime" y creo que puede resultarte de interés "repasar" algunos aspectos de la misma (el incendio y las vísperas):

El 9 de agosto de 2007 marcó el inicio de la mayor crisis económica y financiera global de la historia moderna. Ni siquiera el "crack del 29" y la Gran Depresión posterior pueden compararse con el caos vivido en los últimos dos años. Las quiebras de algunas de las empresas más grandes del mundo se han ido sucediendo a lo largo de estos meses y las economías de las principales potencias se han deteriorado hasta extremos inimaginables hace apenas 24 meses. A pesar de las ingentes inyecciones de capital acometidas por los gobiernos y bancos centrales, la recuperación se prevé aún lejana y, en estos momentos, volver a ver los índices de crecimiento anteriores a la crisis es una utopía.

El sector financiero fue, sin duda, el detonador de esta crisis y a pesar de que los problemas financieros de la banca se iniciaron en Estados Unidos, el efecto dominó no se hizo esperar y los bancos europeos también se vieron -aún hoy lo hacen- salpicados por la crisis. Las quiebras de algunos de los principales bancos, aseguradoras, cajas de ahorros o entidades hipotecarias han protagonizado muchas de las portadas de los últimos meses.

El origen de las turbulencias es muy concreto: un número limitado de entidades financieras estadounidenses especializadas en las hipotecas más arriesgadas, las tristemente conocidas subprime, empezaron a pagar la explosión de la burbuja. El contagio fue inmediato. La primera crisis financiera de la globalización se extendió con una virulencia formidable. Al cabo, la dilatada fase de expansión se había cimentado sobre bases muy débiles, alimentada por bajos tipos de interés, sobreendeudamiento y persistentes desequilibrios globales. Aunque eso sólo se publicó después: apenas nadie vio venir el incendio.

El fuego, iniciado en el mundo desarrollado, se propagó por todo el sector financiero y con el tiempo acabó abrasando la economía real, pese a que los principales bancos centrales, ese mismo 9 de agosto, inundaron de liquidez los mercados a modo de cortafuegos. Y así siguen dos años después, sin poder evitar que el incendio siga activo en tres cuartas partes del mundo: desempleo, pobreza, pérdidas, sequía crediticia, problemas en prácticamente todos los sectores y un lacerante etcétera sin un final claro a la vista. Y alguna paradoja. A veces el capitalismo parece reírse de nosotros: muchos de los bancos acusados de pirómanos -y que se salvaron de la quema con montañas de dinero público- vuelven a pagar bonus millonarios a sus ejecutivos.

"Ojalá vivas tiempos interesantes", reza una vieja y ambigua maldición china. Así es esta crisis: no hay un único culpable, no hay una sola causa sino una serie de historias entrelazadas que explican la Gran Recesión con el vibrante ritmo de un thriller difícil de encasillar. Porque la verdadera naturaleza de la crisis todavía es incierta. El economista la resume como la combinación "de una política monetaria demasiado laxa -esto es, bajos tipos de interés-, de mala regulación financiera, de la formación de burbujas mientras los bancos centrales miraban hacia otro lado y de la avidez de los banqueros, entre otras cosas". Efectos secundarios de un capitalismo mal hecho.

El desenlace del thriller tampoco está claro. Los políticos insisten desde hace meses con los brotes verdes, una fórmula tramposa: lo único cierto es que ha bajado el ritmo de desplome. La economía sigue cayendo; eso sí, a menor velocidad. Los Gobiernos observan ese cambio con agrado, pero en el fondo se trata de una satisfacción ruinosa: queda crisis para rato. "La resaca va a ser dura. Mientras no se revitalice el crédito y no se constate una reactivación duradera en los mercados, se seguirán viendo efectos del shock, sobre todo el paro", vaticinan algunos analistas, pese a la reciente mejoría del desempleo en EEUU. Tan sólo se dan las precondiciones para que la economía empiece a moverse en la dirección correcta. Lo peor tal vez haya pasado, pero no hay atisbos de tranquilidad.

De hecho, los problemas económicos -paro incluido- se han convertido en la primera preocupación de los ciudadanos de los países desarrollados, por encima del terrorismo, la guerra, el acceso a una vivienda o la inmigración. Pero la crisis también afecta, por supuesto, a los más pobres. El incesante incremento del desempleo está causando estragos en las familias y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que 50 millones de personas se sumarán a las listas de parados en 2009, con lo que la cifra total se situará entre 210 y 239 millones.

En esta coyuntura, la pobreza mundial se está disparando. Según las previsiones de la OIT, a finales de este año habrá alrededor de 1.422 millones de pobres, lo que representa casi la cuarta parte de la población mundial. El empleo tampoco es garantía de estabilidad en muchos países porque un alto porcentaje de los nuevos pobres tienen un puesto de trabajo, pero ganan menos de dos dólares.

Pero estos asuntos, estimado joven amigo, forman parte de las "crisis invisibles", aquellas de la que casi nadie se acuerda o quiere acordar. Para que te enteres, en el mundo hay crisis visibles e invisibles.

La crisis financiera está en los radares de los medios y en la atención permanente de los gobiernos. La de la pobreza o el desempleo sólo aparece en las páginas de temas sociales.

En algunos casos la visibilidad de una noticia -paraísos fiscales o activos tóxicos- esconde una esencial invisibilidad con una técnica similar a la que usó Edgar Allan Poe en su célebre cuento "La carta robada": la mejor manera de esconder una carta comprometedora es dejarla a la vista…

Luego, en el Apartado: Esperando el estallido social (la hora de los "justos")

– Cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás… (*)

(*) (De la letra del Tango "Yira, yira" de Enrique Santos Discépolo)

Recordaba:

Estimado joven amigo: Según dicen los libros de Historia (es que a los viejos nos gusta la Historia)… ya en proceso de desatarse la revolución francesa, cuando la gente del pueblo, a falta de harina y trigo, fue directamente a Versalles a encarar a la Reina, ésta habría respondido con la frase: "Que coman pasteles" (Qu"ils mangent de la brioche), lo que causó un gran enojo en el pueblo, algo que sólo ayudó a odiar más a María Antonieta.

Hay muchas versiones que señalan por qué María Antonieta habría dicho aquello. Sin embargo, el filósofo Jean-Jacques Rousseau dice que la frase no provino de ella, sino de otra reina María Teresa de Austria (esposa de Luis XIV); la frase original era "S'il ait aucun pain, donnez-leur la croûte au loin du pâté" (Si no tienen pan, que les den el hojaldre en lugar del paté. "Pâtè en croûte"), pero para muchas personas María Antonieta fue la que dijo esa frase, que en cierto sentido ha sido analizada y reconocida por todo el mundo…

El 10 de agosto (1792) se produce la insurrección. Las Tullerías son asaltadas, el Rey se refugia en la Convención, que vota su suspensión provisional, y ambos son internados en el convento de los Feuillants. Al día siguiente, la familia real es transferida a la prisión del Temple. Allí moriría, casi dos años más tarde, su segundo hijo varón, a los 10 años de edad, conocido como Luis XVII, aunque por supuesto nunca reinó. Durante las matanzas de septiembre, la princesa de Lamballe, víctima simbólica, es salvajemente asesinada y su cabeza se exhibe en la punta de una pica, paseándola por delante de las ventanas tras las que se hallaba María Antonieta. Poco después, cuando ya la guerra ha empezado, la familia real queda retenida por la Convención. A principios de diciembre, se descubre el "armario de hierro" en el que Luis XVI guarda sus papeles secretos. El proceso, a partir de ese momento, es inevitable.

El 14 de agosto de 1793, María Antonieta es puesta a disposición judicial ante el Tribunal revolucionario, presentándose como acusador público Fouquier-Tinville. Si en el juicio de Luis XVI se había intentado guardar las apariencias de una cierta equidad, no se hizo así con el proceso a María Antonieta. El dossier se prepara a toda prisa; es, a todas luces, incompleto, Fouquier-Tinville no logra encontrar todos los documentos de Luis XVI.

María Antonieta es condenada a la pena capital el 16 de octubre, dos días después del inicio del juicio, acusada de alta traición. De madrugada escribe una carta a Madame Isabel, la hermana de Luis XVI:

"Acabo de ser condenada, no a una muerte honrosa, que se reserva para los criminales, pero voy a reunirme con vuestro hermano".

Al mediodía del día siguiente María Antonieta es guillotinada, sin haber querido confesarse con el sacerdote constitucional que le habían propuesto. Fue enterrada en el cementerio de la Madeleine, calle de Anjou-Saint-Honoré, con la cabeza entre las piernas. Su cuerpo fue exhumado posteriormente el 18 de enero de 1815 y transportado el 21 a Saint-Denis.

Frases relevantes en sus últimos momentos

• Días antes de su muerte, después de que su marido fuera ejecutado, sus hijos arrancados de su lado, el Delfín manipulado para acusarla de estupro, y completamente sola, en su prisión María Antonieta se golpeó la cabeza contra una viga del techo haciéndose una herida que no paraba de sangrar. La todavía reina no se quejó. Ante la pregunta de uno de los guardias: "¿Os habéis hecho daño?", María Antonieta contestó: "No, ahora ya no hay nada que pueda hacérmelo".

• Vale la pena recordar uno de sus momentos más estremecedores cuando supo el descuartizamiento cruel y sangriento de su leal amiga María Luisa de Saboya-Carignan, princesa de Lamballe, quien fuera salvajemente asesinada en la prisión de la Force, el 3 de septiembre de 1792, y su cabeza peinada y empalada fue desfilada por las calles entre risas y gritos salvajes.

• El día de su ejecución, mientras el pueblo entero la abucheaba e insultaba, María Antonieta se tropezó subiendo al cadalso y pisó al verdugo que estaba a punto de guillotinarla. La reina le dijo: "Disculpe señor, no lo hice a propósito".

(En el mismo Paper (de febrero de 2010) se citaban algunos escritos anteriores)

Decía en "Los "animales" modelo" – (Paper publicado el 5/2/06):

– Cuando la violencia es el mensaje

"Hace alrededor de cuarenta años, los jóvenes bullían por el mundo -hoy aquí, mañana allá- pugnando por romper el cemento que cuajó tras el horror de la Segunda Guerra Mundial y el miedo a la Guerra Fría. La década de los 60, aquella década prodigiosa, trajo las protestas estudiantiles, la lucha por los derechos civiles y el rechazo de la guerra de Vietnam en los campus y en las contagiosas calles de los Estados Unidos. Los jóvenes disidentes pugnaban por quebrar en Praga y en más sitios el granito de las dictaduras comunistas. Fueron los años de la contracultura en la Costa Oeste y de los adoquines de mayo en París. La música trajo el pacifismo, la ilusión de las drogas y del amor libre. Florecieron las comunas, las formas de vida y de organización alternativas, y se alzó la canción, y el cine, y el teatro de protesta y de denuncia.

¿Qué queda de todo aquello? Queda bastante, porque las corrientes de cambio impregnaron la vida cotidiana de la gente. El cambio tuvo la paradoja de integrarse tanto en los nuevos usos que desapareció como fuerza distinguible. "El sida y las calaveras del caballo y de los narcos fueron imprevistas resacas dolorosas de las noches de vino y flores" (dice Manuel Hidalgo – El Mundo – 9/12/05). El sistema decidió que ya había habido un reparto suficiente de libertades personales y de conquistas colectivas. Hoy hay más democracia que entonces, es verdad, pero el triunfo del mercado y del consumo, unidos diabólicamente a la inseguridad económica y al pánico al desempleo, han echado el cerrojo al espíritu del cambio. Sobran nuevos motivos para el surgimiento de otra generación revoltosa, pero, de momento, prima el instinto de conservación frente al afán de ruptura. Por poco tiempo, creo…

Todos tuvimos siempre una impresión maravillosa de Francia, una admiración por su cultura y su democracia, aún antes de visitar París y de conocer algunos de sus barrios no digo que deprimidos pero sí populares. Supe entonces que no todo París son los Champs Élysées, y eso se ha hecho hoy notorio gracias a la asonada de las zonas pobladas por inmigrantes (aunque pertenezcan a inmigrantes ya con muchos años en Francia), en las que la discriminación social y racial han finalmente eclosionado en disturbios en los que predominan la cólera y el descontento. No era, ya lo suponíamos, oro todo lo que relucía. Francia va a tener que aprender de verdad, o de nuevo, la tolerancia y la igualdad, la libertad y la fraternidad que parecía que sus habitantes habían dejado sólo para el himno nacional. Nada justifica los desmanes, pero son en definitiva una campanada, una voz de alerta para este país maravilloso. Los marroquíes, los moros, los negros, los latinos, los pobres en definitiva, deberán ocupar el lugar que se merecen como seres humanos.

Si no es así, y rápido, los coches seguirán ardiendo. Y luego sabe Dios que más…

Las huelgas generales, las letales olas de calor, los juicios a colaboradores nazis…, les parecen legítimos y suficientes motivos a un inglés para dar rienda suelta a su regocijo en su fuero interno…por la sencilla razón de que no resulta probable que sucedan en su propio suelo. A propósito de los recientes disturbios acaecidos en Francia, las chanzas y burlas sobre las barriadas en llamas son omnipresentes y, por las conversaciones de algunos, cabría pensar que tal cosa resulta efectivamente inimaginable en suelo inglés. Pero ha ocurrido: hace tan sólo cuatro años, tres localidades del norte de Inglaterra -en especial Bradford- presenciaron disturbios a gran escala. Las tensiones entre británicos blancos y de color -que representan uno de cada ocho residentes en Gran Bretaña- siguen siendo potencialmente explosivas. Como para dar fe de tal afirmación basta señalar la reciente apertura del juicio a dos hombres acusados del asesinato, en el año 2004, del estudiante de bachillerato Anthony Walter, de 18 años, en Huyton, Merseyside, que falleció porque el miembro de una banda le hundió el filo de un hacha en la sien. El muchacho estaba esperando el autobús en una parada en Huyton cuando un grupo de jóvenes blancos los acosaron a él, a su novia y a su primo. Los tres, para evitar complicaciones, se desplazaron a una parada cercana, pero sus acosadores los siguieron y atacaron bárbaramente a Anthony. Paul Taylor ya se ha declarado culpable de su asesinato. El fiscal sostiene que él y su amigo Michael Barton decidieron perseguir y dar alcance a Anthony Walter y a su primo "por ninguna otra razón que el color de su piel".

¿Hasta qué punto se halla extendida la violencia de carácter racial en Gran Bretaña?

Según el Crown Prosecution Service -departamento gubernamental que entiende de delitos penales y actúa bajo la supervisión de la fiscalía general-, la cifra de delitos debidos a odio racial en Inglaterra y Gales ha aumentado notablemente en el año 2005. El CPS ha denunciado a 4.600 personas por tales delitos de carácter penal entre marzo del 2004 y marzo del 2005, cifra que representa un aumento de un 29% sobre el año anterior. Pero la violencia no es el único problema. Al igual que en Francia, existen indicios de que las comunidades de color instaladas desde hace mucho tiempo en Gran Bretaña se hallan sometidas a una segregación no oficial, así como a la discriminación en el mercado de trabajo y al acoso policial. Trevor Phillips, responsable de la Comisión por la Igualdad Racial, advirtió que "ciertos distritos de ciudades inglesas van de cabeza hacia su pronta conversión en guetos"…

"Estamos contentos… ¡Qué bien se vive en el suelo!"

¿Cuántas personas podrían decir lo mismo?

La bomba atómica lanzada sobre Hiroshima destruyó 62.000 hogares. Las inundaciones provocadas por la rotura de los diques que separan la ciudad del lago Pontchartrain han desplazado o dañado irreversiblemente más de 200.000 viviendas del área metropolitana de Nueva Orleáns. Han sido arrasados por el agua los barrios marginales donde se concentran los afroamericanos más pobres: San Bernardo, Lafitte o Seventh Ward, pero también los barrios de los negros de clase media, Pontchartrain Park o City Park. Tampoco se han librado las mansiones de la alta burguesía blanca, expulsada de sus confortables casas de Lakeview o Lake Shore -tan sólo el 28% de la población de Nueva Orleáns es de raza blanca, frente a un 67% de ciudadanos afroamericanos-.

El paso del "Katrina" fue demoledor. Los muertos "oficiales" dejaron de contarse el 1 de octubre, cuando el Departamento de Salud declaró 1.067 fallecidos. Pero sigue habiendo decenas de personas buscando a familiares desaparecidos, 6.000 en total. Lo cierto es que el desbordamiento de las aguas del lago Pontchartrain y la destrucción de los barrios del este de la ciudad ha sido la causa del mayor éxodo producido en el interior de los EEUU. De los más de 1.300.000 habitantes de la gran Nueva Orleáns metropolitana, un 80% de almas tuvo que abandonar su hogar. Aunque el drenaje ha concluido, gran parte de esos residentes sigue sin regresar tres meses después, porque el agua, la electricidad y el gas no han sido aún restablecidos…

"Se diría que el ser humano puede soportarlo todo", escribió William Faulkner. "Incluso somos capaces de sobreponernos a la idea de que ya no nos será posible soportar más dolor"…

El edificio donde Faulkner escribió "La paga del soldado" es hoy una mítica librería cerrada por los destrozos del "Katrina". Algún muchacho guatemalteco o mexicano, transportado al Mississippi en busca de un sueño, arreglará el tejado de la casa en la que un día vivió el gran escritor del sur norteamericano.

Creamos nuestro Godot, que nunca va a venir. Le tenemos miedo, le veneramos, no queremos que nos abandone, nos humillamos, doblamos hasta renunciar a nuestra esencia sólo para apaciguar nuestro miedo por el futuro y no sentirnos abandonados en un vacío existencial.

Lo malo es despertar…

Así y todo, el único modo de orientarse en el porvenir es hacerse cargo de lo que ha sido el pasado cuyo entorno es inequívoco, fijo e inmutable.

Parafraseando a Henry George, podríamos acercarnos a la certeza de que "la pobreza que, en medio de la abundancia oprime y embrutece a los hombres y todos los males que de ella se derivan, nacen de la negación de la justicia".

Los acontecimientos de Londres, Nueva Orleáns y París, ocurridos durante el año 2005, puede que, para ciertos analistas y más aún para el público general, no tuvieran ninguna relación "aparente" y menos aspectos vinculantes.

Con toda humildad, intentaré establecer algunas afinidades, cierta correspondencia, encadenamiento, connotación, y por sobre todo una clara "igualdad" entre quienes los han provocado y/o padecido. A lo peor, puede servir como "alerta previa" ante próximos sucesos violentos"…

– "Low cost" (De los bolsones de "pobreza "a los bolsones de "odio")

Lo más sorprendente de estos sucesos es que hayan sorprendido tanto.

Lo único novedoso es la "ferocidad, que irá a más, si nadie se ocupa de reparar las causas.

Dos Inglaterras (la rica y el resto), dos Estados Unidos (el rico y el resto), dos Francias (la rica y el resto)…sólo pueden engendrar la "rebelión de los miserables".

Si desean pueden modificar la frase anterior sustituyendo la "rica" por la "blanca", el resto sigue igual, y los resultados serán los mismos…

En todos estos países (puede extenderse a la Unión Europea) existe segregación económica, territorial y étnica.

La "integración" (francesa) falló, la "multiculturidad" y el "comunitarismo" (inglés, norteamericano u holandés) falló. Los inmigrantes de segunda o tercera generación (en Inglaterra, Francia, Holanda, Alemania, Bélgica…) siguen siendo siempre "los otros" y los negros de "enésima" generación (en Estados Unidos) siguen siendo siempre "esclavos".

Ni Bush (el texano tóxico), ni Chirac (el megalómano), ni Blair (el chambelán), ni Villepin (el aristocrático), ni Sarkozy (el converso), supieron (¿quisieron?) escuchar "los gritos del silencio".

Ninguno de ellos supo (¿quiso?) ver los almacenes consentidos de la miseria, donde la gente de "bajo precio" habita.

Le Monde ha recordado en un editorial una frase de François Mitterrand, pronunciada en 1990, que retrataba ya la situación: ¿Qué puede esperar un ser joven que nace en un barrio sin alma, que vive en un edificio feo, rodeado de otras fealdades, de muros grises sobre un paisaje gris para una vida gris, con toda una sociedad a su alrededor que prefiere girar la mirada y que sólo interviene cuando hay que enfadarse, prohibir?

Éste es ahora el caso…

Las distintas "fórmulas" de explosión social espontánea utilizadas resultan una advertencia de los peligros que se ciernen sobre todos nosotros.

En las sociedades complejas, interdependientes, globalizadas, todos los ciudadanos sin excepción están a merced de fuerzas económicas que no pueden controlar y necesitan y exigen protección del Estado.

No es un problema de integración, sino de promoción.

El hedonismo desalmado, la práctica de la deslocalización industrial, la competitividad y el librecambio, provocan la escasez de empleos de media y baja cualificación, que contribuyen a crear familias y grupos sociales estables…

La lección que puede sacarse es que a menudo los débiles y los vulnerables tienen cosas útiles que enseñar a los fuertes.

Avanzando un poco más, Günter Grass en Mi Siglo, nos dice: "A veces, aunque con retraso de decenios, incluso ganan los que tiran piedras"…

"Despertares abruptos" producto de la falta de esperanza, dignidad y justicia.

El ascensor social no funciona. "Out of order".

Ante la fractura social, los líderes (apócrifos) de turno (rapacidad y ambición: pura ansia de poder) sólo atinan a proclamar la "tolerancia cero". Aunque -tal vez-, estos indocumentados conservadores compasivos, sean los "auténticos" terroristas.

¿Declararán la rebelión de los miserables como el eje del mal?

¿Revelarán que las manifestaciones violentas son un arma de destrucción masiva?

¿Invadirán las zonas de la revuelta?

¿Lanzarán bombas con uranio empobrecido a los pobres sublevados?

¿Les arrojarán explosivos con fósforo blanco a los invisibles de la Tierra?

– ¿Y después?

Un fracaso de todos

Mucho me temo que el "después", sólo sea una repetición de lo dicho por María Antonieta (esta vez en cabeza de la "Reina Madre" Barbara Bush, o si ustedes prefieren de la "Papisa Negra" Condi Rice), cuando preguntaba:

"¿Por qué chillan?"

Y le contestaban: "Porque tienen hambre, no tienen pan".

Y ella replicaba con toda la "buena intención" (?) del mundo:

"Pues que les den brioche" (bollo de leche – pâtisserie).

Para concluir, desearía recurrir a una magnífica frase de Charles Maurice de Talleyrand:

"Un descontento es un pobre que piensa"…

Decía en "Egalité, fraternité y… "globalité" – (Paper publicado el 17/4/06)

Contrato de Precariedad Eterna – La teoría de la "flexiseguridad"

"Éste es un "Paper de barricada". Sin anestesia, pero con preaviso. Ese que no se quiere dar a los jóvenes.

Con espíritu "sesenta y ochista". Aunque dé pena recordar que entonces se gritaba: "la imaginación al poder" y ahora -apenas- se mendiga: "un puesto de trabajo".

La riqueza no alcanza para todos. Prosperidad y pobreza de fondo.

La generación de la precariedad. La "cláusula" del país más precario.

De la banlieue a la Sorbona. De la indignación a la rebelión. Que de eso se trata.

Los males se veían venir. Un prolongado "vía crucis" hacia el precipicio social…

El 21 de septiembre de 2005 el Gobierno de Dominique de Villepin proponía retirar el subsidio de desempleo a los parados que rechacen tres veces un empleo. Los parados que rechacen el primer trabajo que se les ofrezca podrán ser penalizados con una rebaja del 20% del subsidio de desempleo y perder definitivamente el 100% de la prestación al tercer rechazo consecutivo…

El 20 de diciembre de 2005 tomaba "estado público" una movilización sin precedentes, cuyo nombre escogido como bandera lo decía todo: "Generación Precaria". En apenas tres meses, y a partir de Internet, habían logrado organizar una movilización sin precedentes de los becarios franceses, un colectivo atomizado y al margen de la lógica sindical que nunca hasta entonces había levantado la voz. Su objetivo, acabar con la situación de explotación laboral a la que se enfrentan muchos de los 800.000 estudiantes franceses que realizan prácticas en empresas…

Paro, deslocalizaciones, precariedad laboral, pérdida de poder adquisitivo…, el panorama tiene sumidos en un profundo desánimo a los franceses, haciéndoles perder el gusto por el porvenir.

El problema del día a día que más temen los franceses es que el dinero no llegue a fin de mes (92%), mientras de cara al futuro les preocupa tener garantizada una buena protección de salud, poder pagar la educación de los hijos, la jubilación, disponer de ahorros, la vivienda…

Si el ascensor social no funciona entre generaciones, tampoco lo hace entre clases sociales. La violenta crisis de las "banlieues", que el pasado noviembre conmocionó a todo el país, puso dramáticamente en evidencia el grave problema de la exclusión social en las periferias urbanas, del que son víctimas los hijos de la inmigración, tratados en la práctica como franceses de segunda.

El sistema se ha quedado sin aliento. Hay un conjunto de problemas que son comunes a otros países europeos, como los vinculados a la globalización. Además en Francia hay una cultura del Estado muy acusada. Y la clase política no tiene un discurso movilizador. Se está ante el caso de un país que no tiene confianza en sus líderes, unos líderes que no muestran el camino. El declive acaba pesando en los espíritus… (males de Francia, males de Europa)…

El mal de esta Europa tranquila y modélica es no darse cuenta de que todo el éxito alcanzado puede dilapidarse si no se tienen en cuenta cuestiones tan básicas como el esfuerzo, el conocimiento, la iniciativa y el imprescindible reparto de la riqueza entre los que tienen mucho y los que no tienen casi nada, ni siquiera la esperanza de un futuro con cierta esperanza.

El fin del comunismo y el emerger de un mercado amplísimo supusieron barra libre para la economía neoliberal. La gran receta. Es más: la norma única sin alternativa posible. Y las sociedades del Estado del bienestar occidental zozobran. Fallan todos los resortes y la brecha se hace cada vez más ancha y honda. Estados Unidos, campeón de la libertad de mercado, desmontó el andamiaje del New Deal rooseveltiano. Margaret Thatcher y Tony Blair han seguido con decisión el cambio de rumbo. Pero los estados continentales europeos, los gobiernos europeos, los políticos europeos, se mueven con un estrecho margen de maniobra. Desfloran el Estado protector hoja a hoja, pétalo a pétalo, ante la gran pregunta: ¿no hay alternativa?, ¿es obligado agachar la cabeza y aceptar que hemos entrado en el único, angosto, camino andadero?

La cuestión es cómo quemar las naves sin provocar tremendas convulsiones. Que no aparezca, visible de un golpe, la descripción del futuro que el analista francés François Khan expone: "Precariedad laboral de larga duración, tribalismo generalizado, búsqueda compulsiva de la ganancia a cualquier precio, exasperación de las relaciones intersociales, egoísmo institucionalizado, encierro en el comunitarismo, exasperación de las relaciones de dominación y violencia, relegación, amoralidad, fracturación de la sociedad".

¿Negras tintas, predicciones excesivamente tenebrosas? Basta mirar en torno: lentamente, en una pendiente más o menos graduable, los síntomas van aflorando pese a la fuerza de la inercia, a las muchas aportaciones que concurren en el trabajo de anestesiar la conciencia colectiva, el sentido crítico, la exigencia de transparencia.

Hay países, colectividades, que todavía no perciben que el agua les llega a la cintura.

Sigue dando vueltas el carrusel del consumo, sirviéndose del endeudamiento de por vida, del trabajo a salto de mata y las previsiones personales en plazos cada vez más breves…

Casi al final del Ensayo (Esperando la rebelión de los "ni-ni"…), enviaba el siguiente mensaje:

Post data: La brújula (claves económicas)

Días antes de finalizar la redacción de este Ensayo (20/8/09), se cumplía el segundo aniversario del estallido de la crisis de las hipotecas subprime. Casi simultáneamente, comenzaron a publicarse algunos datos y análisis que anticipaban el fin de la recesión…

Querido Twitter, he roto aguas… (ahora estoy midiendo las contracciones con una aplicación para el iPhone)…

Jóvenes amigos, por favor, antes que sea demasiado tarde, guarden estos antecedentes para que jamás se pueda borrar la memoria. No olviden lo inolvidable. Conserven el "huevo de la serpiente", para tener claro quiénes son los culpables y cuáles sus efectos.

Nada de lo ocurrido ha sido casual (hechos de la naturaleza), el desempleo no es un daño colateral (efecto no deseado) y los jóvenes no han sido "vaciados" de todo pensamiento accidentalmente (cadena de errores). Es una estrategia de ingeniería social, a largo plazo, para crear ejércitos de consumidores "anestesiados" que no vean, no escuchen y no hablen… sólo consuman (cadena de favores). Generar una juventud idiota feliz… (NINJA: no income, no job, no assets). Y lo están logrando.

Entre la melancolía de la izquierda y el cinismo de la derecha los líderes políticos están expropiando los años venideros. Son los enemigos del futuro.

En vuestras manos, jóvenes amigos, está no permitirlo. Primero, tomando conciencia (para lo que hay que estudiar), segundo, llevando a la calle el reclamo social (para lo que hay que pasar a la acción) y finalmente, de ser necesario, levantando nuevamente las guillotinas (para lo que hay que tener hambre y sed de justicia). No se dejen arrear como sus padres (me incluyo). Al menos, expresen la bronca de saber que les roban un futuro que no han pedido…

Para que no se les olvide, o por si los "borradores de cabeza" vuelven a intentarlo, les dejo algunos de los artículos publicados sobre el "segundo aniversario de la crisis". Nos encontramos en la historia…

También les adjunto los primeros análisis que anticipan "el fin de la recesión", producidos -muchos de ellos- por los "socios del silencio" (presuntos implicados), que les sugiero tomar con mucha cautela. Cuidado con los cantos de sirena. Puede que hayamos tocado fondo, pero podemos arrastrarnos por el fondo durante bastante tiempo. Hay crisis para rato, y para los trabajadores, para más rato. Recomiendo continuar velando las armas. El tiempo dará o quitará razones. Nos encontramos en la historia…

Estimados jóvenes amigos, no les pido un juramento contra la codicia (que también), sino que con vuestra actitud (no consumista, no crédito dependiente, de recuperación de la ideología, de reclamación social permanente…) le cierren los espacios operativos (las fuentes de ambición) a los codiciosos. Si por lo menos no pueden dejar de ser "los de abajo", que no sigan siendo "los de afuera". Nos encontramos en la historia…

"Había seres humanos y cerdos pero cuando volvió la mirada no sabía diferenciar entre unos y otros", escribió George Orwell en "Rebelión en la granja".

Este largo recorrido por mis antiguos escritos, no ha sido un bucle melancólico, tampoco una conversación sobre viejas y queridas causas perdidas o la amargura de la victoria, aunque, tal vez, tenga la intención de resaltar ciertas dramaturgias y evitar algunos olvidos.

Como antes, me siguen sacando de las casillas la injusticia, la estupidez, la mentira, la mediocridad moral intelectual, la traición, la corrupción, la hipocresía y la cobardía.

Como antes, me siguen enardeciendo unos líderes que castigan, que no abrazan ni comprenden. Que son unos integristas del predominio de la aristocracia del poder, de la liturgia amurallada del dinero y de la intransigencia dogmática del mercado.

Como antes, me sigue resultando difícil no perder la confianza en las "instituciones" en un mundo donde los que trabajan ven menguados sus salarios mientras los más pudientes aumentan obscenamente sus beneficios, en unos países asolados por una crisis cuyos responsables quedan impunes mientras sus víctimas no reciben justicia, donde la tarea bien hecha tantas veces cuenta menos que la trampa o la conexión clientelar.

Como antes, me sigue alarmando la indecisión y la cobardía política de unos gobernantes mediocres que han perpetrado la "dejación" de Europa. La globalización (internacionalización) de los bancos y empresas ha llevado a la Unión Europea a una situación de baratura y proletarización "tercermundista", por la enorme devaluación de sus activos y de las rentas de sus ciudadanos, que está totalmente fuera de lugar en una Europa tradicional (previsible).

Como antes, sigo echando en falta a ciertos "estadistas" que según Churchill, son la transformación de los políticos que se convierten en tales "cuando comienzan a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones".

Y eso es de lo que se trata (volviendo al tema de la educación), de "pensar en las próximas generaciones"…

En medio de una crisis que está dejando a Europa a un precio de saldo en lo político, en lo social, en lo económico y, ahora también, en lo ético y moral ¿hay alguien que lo esté haciendo? ¿hay alguien que esté pensando más allá de su bolsillo? Algo que ni saben, ni pueden, ni quieren abordar. El des-valor de los valores.

La educación en algunos países europeos (tal vez, demasiados) está sufriendo una "colisión" contra sí misma. En muchos casos (tal vez, demasiados) no se está haciendo una evaluación "seria", del costo y la eficiencia del sistema público de educación. La extrema ideologización lleva a algunos gobiernos (tal vez, demasiados) a obviar las evaluaciones de calidad / precio.

Igualdad de oportunidades no quiere decir "igualar haca abajo". Masificación estudiantil, relajamiento del nivel de exigencia y endogamia académica, no son garantía de talento, sino pruebas de vulgaridad y analfabetismo funcional.

Las falacias argumentales de la izquierda, que en muchos países (tal vez, demasiados) mantiene un título de propiedad a perpetuidad sobre los asuntos de la formación, han conseguido un sistema educativo insufriblemente lento y caprichoso, sincrético y manipulable al tiempo, a lo que se añade la existencia de una elite académica (altamente ideologizada, sectaria y corporativista) con una gran capacidad para moldearlo a su gusto.

Educación a la carta, endogamia docente, meter la mano en programas, circuitos formativos, salir (seguir) siempre a flote, dando además, lecciones morales. Final del experimento: una educación raquítica. Una educación provinciana, dogmática, masificada, incompetente (en todos los sentidos), difusa, confusa, poco efectiva, postrada, ineficiente y sumisa.

Ante tamaño fracaso del sistema público de educación en muchos países europeos (tal vez, demasiados), como puede constatarse en los pobres resultados de los informes PISA, ¿quiere esto decir que debe "privatizarse" la educación?

La experiencia de los Estados Unidos, con una educación pública de pésima calidad y una educación privada de excelencia, pero solo para los miembros de las familias ricas, representantes deportivos de elite, o alumnos que se endeudan por largo plazo para pagar las tasas y matrículas, no parecería un objetivo democrático y de igualdad de oportunidades. Resultado: una educación magnífica para los ricos y muy deficiente para el resto de la sociedad.

La experiencia del Reino Unido, con una educación pública de bajo nivel y una educación privada (a veces, de alta calidad y otras, no tanto) en la que el gobierno conservador (David Cameron) ha puesto las tasas y matrículas a niveles casi prohibitivos, poniendo en serias dificultades de continuidad, incluso, a ciertos alumnos que están próximos a la finalización de la carrera. Resultado: una educación de excelencia para el que se la puede pagar y más allá… la desigualdad.

"El capitalismo como sistema económico-social genera desigualdad en sí mismo, siendo el Estado el responsable de redistribuir la riqueza y compensar las desigualdades a través del denominado Estado del Bienestar, esencialmente en su intervención en la educación y la sanidad. Ha sido la escuela pública la que en la segunda mitad del siglo XX ha tratado de universalizar la educación posibilitando que todos tengan las mismas posibilidades de acceder a la educación en todos sus niveles, posibilitando la igualdad de oportunidades y compensando las desigualdades producidas por el sistema capitalista. Un niño podía cursar toda la escolaridad desde los 3 años hasta finalizar la Universidad de forma gratuita y con ayudas cuando lo necesitaba por el sistema de becas.

Con los recortes actuales en educación se va a producir más desigualdad, ya que la desigualdad que produce el capitalismo no va a contar con el elemento compensador, en este caso la escuela pública. La privatización de la escuela pública va a significar un elemento más de potenciación de la desigualdad en nuestra sociedad. Podemos volver a los años 60, en donde de cada 100 alumnos que comenzaban la primaria solamente el 3 llegaban a la universidad, lógicamente, de familias pudientes.

Es necesario, por lo tanto, comprender los procesos de privatización de la educación pública que se van desarrollando con el fin de hacerlos visibles y proponer alternativas viables, ya que algunos de ellos se ven como algo natural y necesarios, y otros ni se perciben ya que están encubiertos en medidas perversas.

La educación como mecanismo de cohesión social en una sociedad en libertad, tolerante y cohesionada, se ha llevado a cabo esencialmente a través de la escuela pública, que ha actuado como referente clave de una sociedad democrática, en donde la integración, la tolerancia y la equidad constituyen logros conseguidos en la escala de valores asumidos por la sociedad.

Como nos dicen Ball y Youdell (2007, p.14), "las tendencias de privatización son fundamentales en el cambio que se está produciendo de considerar a la educación como un bien público que sirve a toda la sociedad, a pasar a considerarla como un bien privado que sirve a los intereses de las personas con mayor grado de educación, de los empresarios y de la economía". Privatizar significa ceder parcelas de poder y responsabilidad a entes privados, que per se deben buscar un beneficio económico, lo que conlleva el desarrollar valores y referencias que en una escuela pública serían cuestionables y, desde luego, innecesarias"… (La privatización de la educación pública, un camino encubierto hacia la desigualdad, por José Luís Bernal Agudo y Juan Lorenzo Lacruz, Universidad de Zaragoza, Revista Profesorado, Sept. – Dic. 2012)

Que quieren que les diga, como graduado universitario que ha realizado toda su carrera (jardín de infantes, escuela primaria, escuela secundaria, y facultad) en el sistema público de educación, la anterior "argumentación" (citada) me suena demasiado dogmática, corporativista e ideologizada (sectaria). Creo que termina defendiendo y respaldando al docente del sistema público, y en el nombre sacrosanto de la "igualdad" (gran mantra utilizado para arrear la manada), todo lo justifican y toleran, interesándose poco por el alumno y el resultado académico.

Pareciera que lo único que les importa, a ciertos talibanes del sistema público de educación, es llenar las aulas de alumnos (la manada), para seguir manteniendo su puesto de trabajo (a perpetuidad), sus ventajas sindicales (sistema de promoción tasado, jornada reducida, límite de alumnos por aula, largas vacaciones, bajas médicas prolongadas -muchas veces innecesarias-…), sus canonjías y sinecuras.

Si los alumnos aprenden o no, qué más da. ¿A quién le importa? ¿A las autoridades de educación, encerradas en su burbuja ideológica, indiferentes a las necesidades formativas del mercado de trabajo, preocupados por llevarse bien con el gremio docente, y evitar que los estudiantes salgan a protestar a las calles? ¿A los padres, que muchas veces, no saben o no contestan, y que otras, lamentablemente, solo les importa que su hijo esté en una "guardería" para jóvenes el mayor tiempo posible? ¿A los mismos estudiantes, casi siempre incapaces (por voluntad propia y mérito ajeno), de entender de qué se trata, exigir y exigirse, y que dilapidan su tiempo y su vida, en largas jornadas de vacío, ignorancia, anestesia, sms, whatsapp, o enredados en las redes sociales?

En vez de debatir sobre educación pública o privada, lo que podría resultar de más utilidad sería buscar la excelencia, controlar el rendimiento, premiar el éxito, castigar el fracaso, exigir a los alumnos y a los docentes, dar libertad de cátedra, dejar que los institutos de enseñanza compitan entre sí, desregular el sistema, dar posibilidad de elección abierta del instituto educativo… (podría seguir).

Entonces recién, una vez puesto el sistema educativo a un nivel de calidad y exigencia serio y riguroso (con un sistema de premios y castigos práctico), libre de toda sospecha corporativista, se podría comenzar a reestablecer la famosa "igualdad de oportunidades" (justa y necesaria), para posibilitar a los alumnos más capaces el acceso a la enseñanza con un sistema de becas, en función de sus posibilidades económicas (propias o familiares).

Sin hacer demagogia con la enseñanza, sin masificaciones inconducentes, sin sindicalización docente ni estudiantil, con un alto nivel de exigencia (en alumnos y profesores), con un ojo puesto en la formación académica (de excelencia) y el otro en las necesidades del mercado (futuro laboral), y dando las debidas garantías a los más capaces (alumnos y profesores) que tendrán una plaza asegurada en la institución en función de sus calificaciones y rendimiento. Simple meritocracia.

¿Sería eso romper la cohesión social? ¿Sería eso generar desigualdad? ¿Sería eso atentar contra el Estado del Bienestar? ¿Sería eso romper la universalización de la educación? ¿Sería eso eliminar que todos tengan las mismas posibilidades de acceder a la educación en todos sus niveles?

Señores burócratas (en mi humilde opinión): lo que produce desigualdad (una vez resuelto un sistema de becas que garantice el acceso a los más capaces), no son las posibilidades económicas. Sino los malos programas de estudio (como queda demostrado en el ranking de universidades), los malos profesores (como muchos de ustedes) y los pésimos alumnos (que van a la universidad a pasar el rato, y para sacar un diploma con el que sus padres adornen el salón de su casa).

Un enorme desperdicio de recursos públicos, una estafa social, y una imperdonable dejación de responsabilidades (de parte de las autoridades educativas, profesores y alumnos). En definitiva: no es un problema de dinero, sino de capacidad y gestión.

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