Descargar

La Revolución Bolivariana y los mitos americanos (página 2)

Enviado por irapavilo


Partes: 1, 2, 3, 4

El poeta Stéphane Mallarmé, hacia finales del Siglo XIX, afirmó que " la mitología cuenta la tragedia de la naturaleza, es decir, la colección de rumores mediante los cuales los hombres de otrora se contaban todo lo que veían u oían.constituyendo así un conjunto de relatos que fueron en mayor o menor medida, desnaturalizados". (3)

Sin embargo, la más difundida y acertada definición de mito fue aportada por Mirce Eliade: "el mito cuenta una historia sagrada; relata un hecho que tuvo lugar en los tiempos primordiales, los tiempos fabulosos de los orígenes. Dicho de otra manera el mito cuenta como, gracias a los hechos de los seres sobrenaturales, una realidad cobra existencia, esa realidad puede ser el cosmos en su totalidad o un fragmento del mismo; una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una institución. Es siempre la historia de una creación, se reporta como algo que se produjo, comenzó a ser. El mito habla de lo que pasó realmente, de lo que se manifestó en toda su plenitud.los mitos describen las diversas y dramáticas irrupciones de lo sagrado (o de lo sobrenatural) en el mundo". (4)

En fin, el mito tiene ciertamente una acepción social y cultural, es una intensa asociación de imágenes, una especie de sueño colectivo, social, que permite expresarse a una comunidad que encuentra en él sus aspiraciones, ansiedades, orígenes, identidad, miedos y esperanzas.

Los mitos fundamentales de las sociedades arcaicas estaban referidos al origen, eran mitos etiológicos, mitologemas, mitos cosmológicos caracterizados por una homologación entre el mundo del Cielo y el de la Tierra. Sin embargo, como lo hemos señalado, no sólo el cosmos como un todo puede ser objeto del mito; más recientemente los estudiosos de la mitología coinciden en señalar que no se puede ni se debe desestimar la función motivadora del mito, impulsora de conductas e ideologías especialmente en el dominio político, económico y social; que además de su influencia en percepciones y concepciones vitales, es también instrumento, medio para obtener una mejor entendimiento de la realidad y de las circunstancias presentes de una determinada comunidad o sociedad.

En efecto, en las reflexiones más recientes acerca del valor e importancia de la mitología, se ha pasado de la concepción del mito como exclusivo contenido, narración, fábula, cuento, leyenda, relato, a otra donde priva la visión del mito como forma, como concepto que fija y circunscribe un hecho, un acontecimiento, una transformación, bien lo señalan, por un lado, Van der Leeuw el mito es "una forma esencial de orientación, una forma de pensamiento, más aún una forma de vida" y, por otro, François Laplantine: ".en momentos de efervescencia social, la imaginación colectiva se dilata al infinito y recurre a lo que hay que llamar, por cierto, lo sagrado."

LOS MITOS AMERICANOS

El descubrimiento de América, el encuentro entre hombres y civilizaciones distintas, disímiles, que se mezclaron física y culturalmente en el espacio geográfico del Nuevo Mundo, replanteó mitos preexistentes, el imaginario de unos hombres ubicados a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento, quienes vieron a la nueva tierra descubierta, al decir de Arturo Uslar Pietri, "más con la imaginación que con los ojos, y aún más que ver, lo que hicieron fue proyectar las visiones que llevaban dentro de ellos, heredadas de una historia en la que no existía América." (5)

Vladimir Acosta en su estudio sobre el imaginario antropológico medieval sostiene que: ".lo maravilloso se inserta de manera casi natural en lo cotidiano, en lo ordinario. Éste conforma su piso, su base. Y lo maravilloso se apoya en él, aunque por un momento lo rebasa y enriquece. La maravilla es lo excepcional respecto de lo natural dentro de lo que aparece; y uno de los rasgos claves de lo maravilloso es esa excepcionalidad, que no lo priva de sentido natural sino que sólo lo hace raro. Y por ello mismo capaz de suscitar asombro." (6)

Nada más natural para los conquistadores españoles que la recurrencia al mito, a lo maravilloso, cuando sus categorías racionales de análisis no sirvieron para explicar, para entender, para interpretar aquello que el Nuevo Mundo ofrecía a sus ojos y a su inteligencia. Basta recordar las impresiones de Bernal Díaz del Castillo: " y desque que vimos tantas ciudades y villas pobladas en el agua, y en tierra firme otras grandes poblazones, y aquella gran calzada tan derecha y por nivel como iba a México, nos quedamos admirados, y decíamos que se parecían a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadis, .y aun algunos de nuestros soldados dezían que, si aquello que vian, si era entre sueños.porque hay mucho que ponderar en ello que no se como lo cuente, ver cosas nunca oídas ni vistas, ni aun soñadas." (7)

Estas realidades maravillosas y deslumbrantes, lo nunca visto ni oído, remitiría a los descubridores, a los conquistadores a sus viejos y cobijados mitos.

Esta apelación al mito por parte de unos descubridores carentes de otros instrumentos de interpretación de la nueva realidad geográfica y humana americana, es también subrayada por el historiador Demetrio Ramos Pérez. (8) En efecto, según su opinión, los españoles pasaron por cuatro etapas en su acercamiento al Nuevo Mundo: la de las ideas racionales operativas, la de las sugestiones alucinantes que determinaron su gran desazón, el brotar del mito dormido y la reversión, es decir, la vuelta a las ideas racionales.

Veamos con más detalle cuáles fueron esos mitos que despertaron al contacto con esa realidad alucinante y desconocida que después tomaría el nombre de América.

La Edad de Oro

Durante muchos siglos, el mito de la Edad de Oro ha estado presente en la imaginación de aquellos soñadores utópicos que pretenden retornar a una época de pretendida bonanza, ingenuidad, inocencia, desprendimiento, fraternidad y solidaridad a ultranza en medio de la abundancia, del poco esfuerzo, de la convivencia pura, sin intereses personales o materiales en el seno de una naturaleza exuberante, donde todo estaba al alcance del hombre para su disfrute y beneficio. La Edad de Oro se contraponía a la Edad de Hierro, durante la cual el hombre, según el poeta Hesíodo, vivía en medio de trabajos, miserias, amarguras y sinsabores que le prodigaban los dioses, andaban enfrentados los hijos a los padres, el amigo al amigo, el hermano al hermano, no existía el amor al prójimo. En fin, era un tiempo de mentira, envidia, falsos juramentos, sin justicia, la maldad prevalecía sobre la bondad, una edad de hombres ruines, de gobernantes injustos, cobardes y corruptos.

Por el contrario, en la Edad de Oro, según Hesíodo, bajo el reinado de Cronos, los hombres "vivían como dioses, libre el corazón de cuidados. No conocían el trabajo, ni el dolor ni la cruel vejez. Juveniles de cuerpo se solazaban en festines, lejos de todo mal, y morían como se duerme. Poseían todos los bienes. La tierra fecunda producía por si sola abundantes, generosas cosechas, y ellos, jubilosos y pacíficos, vivían en sus campos en medio de bienes sin cuento." (9)

Por su parte, el poeta latino Ovidio adornó la Edad de Oro con estas palabras: "reinaba una eterna primavera, el céfiro apacible acariciaba con tibio aliento a las flores nacidas sin necesidad de semilla"; en la visión del bardo corrían ríos de leche, ríos de néctar, la miel rubia caía generosa de los frondosos y verdes encinares. Los hombres no tenían la necesidad de disputarse los bienes materiales, había en demasía y la generosidad campeaba en el corazón del ser humano.

El mito de la Edad de Oro no quedó olvidado y protegido en los ancestrales versos de los poetas de la antigüedad greco-latina. Recordemos que, en la Edad Media, entre 1275 y 1280 fue completado por Juan de Meun el poema inconcluso Le Roman de la rose iniciado por Guilermo De Lorris. Este poema introdujo de nuevo en Europa, en lengua vulgar, el viejo mito de la Edad de Oro que hasta entonces había permanecido resguardado en las bibliotecas de los monasterios medievales. Más tarde, en el Renacimiento encontraremos otros ejemplos vivos y dicentes de la vigencia de este mito, en especial en el imaginario de escritores españoles contemporáneos al proceso de conquista y colonización del Nuevo Mundo. Fray Antonio Guevara, en 1529, en su Libro del Emperador Marco Aurelio en el capitulo XXIII expresa: "En aquella edad, y en aquel siglo dorado, todos vivían en paz, cada uno cultivaba sus tierras, plantaba sus olivos, cogía frutos, vendimiaba sus viñas, regaba sus panes, y criaba a sus hijos: finalmente, como no comían con sudor propio, vivían sin prejuicio ajeno." El mismo Miguel de Cervantes Saavedra, con su magistral estilo, en el propio Don Quijote de la Mancha en el Discurso a los cabreros (I, XI, 1605) pone, en boca del ingenioso hidalgo, las siguientes imágenes y reflexiones acerca del mito que nos ocupa: "Dichosa edad y siglos dichosos aquéllos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que literalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnifica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo."

Con absoluta y sobrada razón, Isaac J. Pardo recuerda, en consecuencia, que: "la obra de aquellos poetas se ha conservado para deleite de la humanidad, y los nombres de Hesíodo y de Ovidio surgen, necesariamente, cuantas veces tratemos de la Edad de Oro, mas no fueron ellos y sus contemporáneos los primeros-ni los últimos añadiríamos nosotros- en soñar en una época pasada con todas las condiciones para que la humanidad fuese dichosa". (10). En efecto, la misiva que Cristóbal Colón escribió a Luis de Santángel aviva, de nuevo, en el imaginario de la época de la conquista del Nuevo Mundo, el mito clásico de la Edad de Oro. El navegante genovés le narra a su amigo y financista español Luís de Santángel lo siguiente: ".es maravilla; las sierras y montañas y las vegas y las campiñas y las sierras tan hermosas y gruesas para plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes, para edificios de villas y lugares. Los puertos de la mar, aquí no hay creencia sin vista, y de los ríos muchos y grandes y buenas aguas y yerbas hay grandes diferencias de aquella de la Juana, en esta hay muchas especerías y grandes minas de oro y otros metales."

Pero si esta fue su visión primigenia de la naturaleza americana y de sus recursos, Colón se queda todavía más estupefacto y desconcertado con la conducta y actitud de los habitantes de ese Nuevo Mundo en proceso de descubrimiento y comprensión, tal como lo manifiesta en diversas ocasiones, y, en especial, en la visita que, luego de su primer viaje a América, dispensara a sus Majestades los Reyes Católicos, cuando afirma que se presenta ante ellos con "riquezas y hombres de nueva forma". Esta nueva humanidad se expresa, se concreta, según carta del Almirante a sus Majestades Reales, que conmovió ideologías y cosmogonías, en la bondad natural e inmanente de los pobladores de aquellas tierras: "andan todos desnudos, hombres y mujeres no tienen acero, ni armas.son sin engaño y liberales de lo que tienen.y muestran tanto amor que darían los corazones.ni he podido entender si tienen bienes propios, que me pareció ver que aquello que uno tenía todos hacían parte, en especial de las cosas comederas."

En criterio de Uslar Pietri, la primera carta donde Colón describe las nuevas realidades naturales y humanas de la futura América revive, reinserta, trae de vuelta a la mentalidad e imaginación de los conquistadores el ancestral mito de la Edad de Oro, para el escritor: "después de ese momento ya no se trata de una leyenda más o menos verosímil que nos llega del más lejano ayer, sino de una realidad contemporánea que ha sido vista y verificada por los mismos hombres que han hallado tierras hasta entonces desconocidas. Creyeron que la Edad de Oro existía realmente y se había conservado en sus rasgos esenciales en aquellas lejanas regiones."(11)

La Edad de Oro se transforma así en la referencia mítica y ancestral, interiorizada y entronizada en la imaginación de los hombres del Descubrimiento que inmediatamente llega, viene a la mente y a la pluma de los comentaristas y comentadores de la hazaña de Colón, Pedro Mártir de Anglería en su obra Décadas de Orbe Novo, 1493 – 1529, sobre la base de las experiencias vividas y contadas por Colón, expresa que cuando se refiere a los indígenas, al Almirante "le viene espontáneamente la metáfora humanística: para ellos es la Edad de Oro. Se ha encontrado margarita, aromas y oro. Así se conforma la primera imagen de tierras nunca vistas, gentes que viven en la Edad de Oro y sus inmensas riquezas."(12), y para no dejar duda alguna de la presunción del conquistador, por su parte, afirmó también: "es cosa averiguada que aquellos indígenas poseen en común la tierra, como la luz del Sol y como el agua y que desconocen las palabras tuyo y mío, semillero de todos los males. Hasta el punto se contentan con poco que la comarca que viven antes sobran campos que faltan a nadie. Viven en plena Edad de Oro, y no rodean sus propiedades con fosos, muros, ni setos. Habitan en huertos abiertos, sin leyes, sin libros y sin jueces, y observan lo justo por instinto natural."

Esta asimilación, esta asociación del Nuevo Mundo y sus gentes con el mito de la Edad de Oro tendría inconmensurables consecuencias, la más importante fue su contribución a la invención de la Utopía. En efecto, un buen número de pensadores está convencido de que esta visión paradisíaca, igualitaria, comunitaria, de inmensa bondad que los europeos -en especial los ingleses y los franceses, luego de las narraciones iniciales de los conquistadores españoles y cronistas de Indias – tuvieron de los parajes y pobladores de América, de sus costumbres societales y de su modus vivendi, de una Edad de Oro vista y confirmada, influyó de manera decisiva en la creación de la Utopía. Uslar Pietri es uno de ellos: "es la primera vez que aparece la idea de la felicidad asociada a la sociedad humana. ¿No pensaban los europeos que el fin del hombre en la tierra era la felicidad? La Iglesia les había enseñado, desde muchos siglos, que esto era el valle de lágrimas. Por lo tanto, aquí no había que esperar felicidad alguna; la felicidad estaba en el otro mundo. Pero esa visión de que había felicidad aquí en la tierra, esa visión de la Carta de Colón no cae en oídos sordos. Esa carta de Colón la recoge Tomás Moro y fabrica la Utopía." (13)

El libro De la mejor condición de una República y de la nueva isla de Utopía, verdadero librillo de oro, tan provechoso como entretenido, que después vendría a conocerse simple y llanamente como Utopía, fue escrito por Tomás Moro, abogado, Canciller de Inglaterra, mártir y santo de la Iglesia Católica, en 1516, en latín y fue impreso en Lovaina. Utopía, es decir, no hay tal lugar, era una isla – posteriormente comentaremos con más detalle la relevancia de las islas, de la insularidad en el imaginario medieval –gobernada por una república honesta, sin vicios, respetuosa de los derechos de los habitantes y muy próspera. Moro juega con los nombres de los sitios y los personajes de su isla, y los denomina con términos que significan todo lo contrario, verdadero mundo bizarro. Así si Utopía es no hay tal lugar, su capital es Amauroto, ciudad entre nieblas, ubicada a orillas del río Anidro, río sin agua, cauce seco, gobernada por Ademo, príncipe sin pueblo. Las maravillas de esta república utópica son prolijamente narradas por un incansable viajero portugués de nombre Rafael Hitlodeo, un experto maestro en tonterías, según la traducción de su apellido latino, un insigne profesor de necedades que sostenía haber acompañado a Américo Vespucci en tres de sus viajes al Nuevo Mundo, en el último de ellos decidió quedarse junto con otros veintitrés compañeros en un remoto y desconocido lugar.

De acuerdo con Uslar Pietri: "Tomás Moro recoge con embriaguez intelectual tamaña novedad. Escribe, acaso, el libro más influyente en el pensamiento y en el desarrollo social del Viejo Mundo. Inventa para ello una palabra que es la clave del pensamiento europeo posterior y cuyos efectos llegan poderosos y visibles hasta nuestros días." (14) En efecto, después de las agudas críticas a la necedad por Erasmo de Rótterdam y antes de las burlas a un orden social corrompido y despilfarrador por parte de Rabelais, el libro de Tomás Moro constituye uno de los mayores aportes a la historia de la reflexión sociológica contemporánea. Sin lugar a dudas, la Utopía ha tenido inmensa aceptación entre los humanistas de la Ilustración como entre los socialistas utópicos del siglo XIX, entre los pensadores políticos modernos como entre los más actuales escritores de ciencia ficción.

De esta manera, la Utopía de Moro condicionó de manera significativa a todo el pensamiento progresista y revolucionario; influenció a Montaigne, a Bacon, a Campanella, encontró expresión en la célebre obra de J. J. Rousseau, El Contrato Social. Carlos Marx y Federico Engels abundaron también en sus conceptos, al denominar a los pensadores que les precedieron en sus tesis sobre el Estado socialista como socialistas utópicos. Isaac Pardo recuerda que:"las críticas de carácter general y forzosamente breves contenidas en la Tercera Parte del Manifiesto Comunista, y las más amplias expuestas en diversos textos, especialmente, en Socialismo utópico y Socialismo científico, de Engels, hacen referencia a las teorías de Saint-Simon y de Fourier, en Francia, y a las de Owen, en Inglaterra." (15)

Tampoco puede desdeñarse su influencia sobre las concepciones de Bakunin y de Lenin, y sobre todo el pensamiento revolucionario de finales del siglo XIX y comienzos del XX, así como sobre los escritores utópicos contemporáneos ( H. G. Wells, A. Huxley, A. Golding), quienes realizan críticas agudas a la utopía, enfatizando su carácter negativo , generador de autoritarismos, creando antiutopías o distopías, En fin, otra vez con Uslar, la noticia según la cual la Edad de Oro existió en América, con su innegable influencia en el surgimiento del pensamiento utópico: ".fue, acaso, más importante que la del mero descubrimiento de un nuevo continente."

La Utopía se asocia con toda obra especulativa que intenta proponer o describir la mejor forma de la sociedad humana; considerado como un término negativo, peyorativo, emerge en la actualidad – y Venezuela no es la excepción- como un concepto vivo y vigente. En este sentido, conviene recordar lo sostenido por el pensador francés Henri Desroche: "lo que ha de retenerse aquí es, sobre todo, la seguridad con que una etiqueta tan despreciada como la de utopía emerge hoy del ambiente peyorativo en que se encontraba relegada. Y no es la única en semejante caso; lo mismo podrá decirse de membretes como secta, primitivo, herejías, sueños, y muchos otros que parecían rotular fenómenos marginales, de los cuales se ha dicho más bien que eran fenómenos marginados."(16)

Las Siete Ciudades de Cíbola (Las Ciudades Encantadas)

La insularidad, la Isla con mayúscula, tuvo una particular relevancia y significación en el imaginario medieval europeo. Algunas de ellas, como la de Cíbola, viajaron en las carabelas españolas para ser descubiertas, confirmadas de nuevo en tierras americanas de irreal realidad, en el maravilloso y desconcertante Nuevo Mundo.

Las islas, desde la más lejana antigüedad, han servido al hombre para asentar, instalar, localizar sus sueños, sus fantasías, transformándolas, indistintamente, en realidad y mito, en ficción y certeza. La isla de los Bienaventurados, la Atlántida de Platón, la isla de Pancaya de Evhemero de Messina, entre tantas otras, se suman, en la imaginación de los habitantes de los inicios del Primer Milenio de la Humanidad, a la isla de la mano de Satanás, a la de Brasil, a la de las Mujeres y la de los Hombres, para ocupar un lugar imaginario en mapas de ficción. Como bien lo señala Fernando Benítez "desde Platón hasta Anatole France, las islas han sido elegidas como escenarios ideales."

En lo concerniente, más específicamente, al cercano Medioevo de los conquistadores españoles, el propio Benítez señala: "La Edad Media vivía soñando con islas. Le horrorizaba el vacío de los mares y se entregó al juego de pobladores con cuentos que tomaban la forma insular: Los cartógrafos, valiéndose de los relatos de marinos y mercaderes, componen unos mapas mitológicos con sus ciudades, sus gigantes, sus enanos, sus monstruos y sus océanos habitados por serpientes descomunales y tentadores sirenas." (17)

Pardo, por su parte, confirma esta concepción medieval: "más allá de mitólogos, filósofos, novelistas y viajeros imaginativos, la fascinación de las islas alcanzó en la Baja Edad Media a historiadores y hagiógrafos, cosmógrafos, navegantes y cartógrafos y los mares fueron poblándose de islas. Según informaron a Marco Polo, sólo en el mar de Cin había siete mil cuatrocientas cincuenta. Al oeste de España, en el gran y temible océano, eran conocidas las islas Canarias o Fortunadas de los latinos, asiento, según se pensaba, de los Campos Elíseos; las Azores y las Islas de Cabo Verde, estas últimas llamadas también Islas Hespérides. Islas todas visibles, palpables y habitables, aunque insuficientes. De manera que por una u otra razón comenzaron a ser imaginadas islas fantasmas como la de San Brandán.También merece atención la isla de Antilia o de Siete Ciudades por la significación histórica que adquirió a pesar de su condición fantasmal."(18)

El Mito de las Siete Ciudades de Cíbola o de las Siete Ciudades Encantadas se origina de forma más bien pecaminosa, en tiempos de la conquista de España por los moros.

"Nace del cuerpo desnudo de la Cava, la hija del conde don Julián que sorprendiera un día el rey Rodrigo en el baño, para desgracia suya y la de España. La imagen de la Venus española enloqueció al monarca, quien se tomó por la fuerza lo que se le negaba de grado. La Cava, burlada, escribió a su padre, el conde don Julián, una carta célebre en la historia de la literatura, en la que le hacía un relato detallado de su deshonra. Las consecuencias de esa carta habían de ser terribles. El conde, hasta entonces fiel servidor al rey, vende su patria a los árabes, derrota al monarca que abusó de su hija y consuma la perdición de España. Don Rodrigo, sin corona, termina sus días en un sepulcro, acompañado por una serpiente que comenzó devorándolo por do más pecado había. Estos lamentables sucesos fueron causa indirecta de que los mapas se adornarán de una nueva isla. En manos de los árabes la Península, siete obispos portugueses, que odiaban la religión del Profeta, decidieron buscar otras tierras a donde no llegara la influencia del Corán, y en medio del mar tenebroso fundaron siete ciudades de prodigio, creándose la isla de las Siete Ciudades, la mítica Cíbola."(19)

El mito de las Siete Ciudades de Cíbola, de las Siete Ciudades Encantadas, también acompañó a los españoles en el largo proceso de conquista y colonización del Nuevo Mundo. López de Gómara narra que: "Fray Marcos é otro fraile franciscano entraron por Culhuacán el año de 38. Fray Marcos solamente, ca enfermó su compañero, siguió con guías y lenguas el camino del sol, por más calor y no alejarse de la mar, y anduvo en muchos días trescientas leguas de tierra, hasta llegar a Sibola. Volvió diciendo maravillas de siete ciudades de Sibola, y que no tenía cabo aquella tierra, y que cuanto más al poniente se extendía, tanto más poblada y rica de oro, turquesa, y ganado de lanas era." (20)

Las Amazonas

De acuerdo con el DRAE amazona es "mujer de alguna de las razas guerreras que suponían los antiguos haber existido en los tiempos heroicos"; en sentido figurado se asocia con una mujer alta y de ánimo viril o con una mujer que monta a caballo.

El viejo mito se remonta a una leyenda griega, según la cual en la región bárbara del río Termodonte, en Leucosiria, en las orillas meridionales del mar Negro, vivía una tribu de mujeres gobernadas por una reina. Según ciertas versiones de la época, las amazonas, que así se denominaban, al llegar la primavera recibían a los hombres de las comarcas vecinas para tener con ellos relaciones sexuales; según otras versiones, los hombres vivían en la propia tribu de las amazonas como esclavos dedicados a los trabajos domésticos, las guerreras les quebraban los huesos de las piernas para inutilizarlos e impedirles hacer uso de las armas que estaban exclusivamente destinadas a las amazonas.

El término amazona proviene del griego: a, privativo, y mazón pecho o teta, es decir, sin tetas, porque se decía que aquellas belicosas mujeres se cortaban el pecho, el seno derecho para facilitar un mejor uso del arco.

Este mito menor helénico, recreado, transformado, también viajó a América en la imaginación de los conquistadores. Sobre este particular Uslar Pietri comenta: "El gran auge de los libros de caballería coincide con el comienzo de la empresa de Indias. Amadís de Gaula, que fue el modelo definitivo del género, apareció bastante antes de que Cortés saliera a la conquista de México. En las cartas y documentos de los conquistadores aparece con frecuencia el recuerdo de los libros de caballería. Uno de los más populares fue el de las Sergas del Esplandián, que narraba las descomunales aventuras del hijo de Amadís. Una de las mayores aventuras del Esplandián fue su tentativa de conquistar el reino de las amazonas. Las amazonas del libro español eran, en el fondo, las mismas del mito antiguo, pero con algunas importantes novedades. La reina guerrera ostenta un nombre nuevo que va a tener, gracias a la Conquista, enorme resonancia histórica y geográfica. La reina se llama Calafia y su país California. Los españoles creen que pueden encontrarlo dentro de la desconocida e imaginaria geografía americana." (21)

Tanta era la convicción de los españoles en el Mito de Las Amazonas que Colón creyó haber pasado cerca de la isla donde reinaba Calafia en alguna de las Antillas Menores. Pedro Mártir de Anglería también se refiera a él en sus célebres Décadas. Esta creencia, este convencimiento, de los conquistadores se ve reforzado por los comentarios y narraciones de los propios indios, tal como lo recoge el cronista Agustín de Zárate:".dijeron a los españoles que cincuenta leguas más adelante hay entre dos ríos una gran provincia poblada de mujeres que no consienten hombres consigo mas del tiempo conveniente a la generación. La reina dellas se llama Gabolmilla, que en su lengua quiere decir cielo de oro, porque en aquella tierra diz que se cría una gran cantidad de oro." (22)

En sus Cartas de Relación, Hernán Cortés menciona la fabulosa isla de las mujeres guerreras; Magallanes también trató de ubicarla en la ignota inmensidad del Pacífico. Bernal Díaz recuerda que Cortés envió a su Capitán Juan Rodríguez de Carrillo a buscarla en el confín occidental de México, quien avizoró por primera vez la costa occidental de la hoy llamada Baja California, confundiéndola con una isla, y la bautizó con el contenido del mito que llevaba en su imaginación: California.

Empero no es sino con la desobediencia de Francisco de Orellana en 1542 que el Mito de Las Amazonas adquiere existencia definitiva en el Nuevo Mundo. En efecto, Orellana, en busca del tan ansiado metal precioso, el oro de las Indias; desatendiendo las órdenes de su jefe Gonzalo Pizarro, se aventuró a recorrer, por su cuenta y sin destino, el que después sería el río más grande de la Tierra. El desobediente aventurero navega dos mil leguas del río y sus afluentes a través de selvas vírgenes, para llegar, al final, a la costa opuesta en el Atlántico, y embarcarse de nuevo a España. A su llegada, temeroso de las represalias a que pudiese hacerse acreedor por su audacia y desobediencia, Orellana adornó su viaje con elementos de la realidad y con otros que extrajo de su imaginación caballeresca, en particular el Mito de Las Amazonas. Así narró que en su travesía fluvial se topó con un ejército de vírgenes desnudas, combatiéndolas tal como en tiempos arcanos lo hicieron Hércules, Aquiles y Teseo.

Producto de esa desobediencia, del combate con una tribu india a fines de junio de 1542, en el que también lucharon las mujeres de la tribu, y, sobre todo, del imaginario medieval, de la fantasía de Orellana, el gran río, ese inconmensurable mar de agua dulce, pasó a conocerse con el nombre de Amazonas.

El Mito del Dorado

Sin embargo, ningún mito despertó tanto la imaginación, movilizó la voluntad y encendió la codicia de los conquistadores como el del Dorado: primero fue un rey, después una ciudad, para luego transformarse en la leyenda por antonomasia del Nuevo Mundo. El sacerdote jesuita Constantino Bayle lo expresa con absoluta claridad: "Las fábulas de Cipango y el concepto equivocado que Colón tenía del globo terráqueo le impulsaron a sus maravillosos descubrimientos. Otra, la del Dorado, fue ocasión de viajes y exploraciones en la América del Sur, que no se habrían realizado sin ella: viajes y exploraciones que abrieron nuevos horizontes a la ciencia geográfica y al comercio." (23)

El mito del Dorado tiene lejanos antecedentes en la cultura europea. En efecto, los incansables buscadores del Vellocino de Oro, los secretos de la alquimia para producir el codiciado metal aurífero, la búsqueda obsesiva de la piedra filosofal, así como los traicioneros poderes mágicos del rey Midas, son, a su manera, variaciones de un imaginario ancestral que llegaron al Nuevo Mundo como antecedentes remotos de nuestro americano mito del Dorado. 

Con el fin de dar con el ansiado país de oro, largas extensiones del sur del continente, ríos, lagos y tierras, desde Quito hasta las bocas del Orinoco, fueron recorridos y explorados por unos europeos insaciables en su codicia y voracidad por conseguir el dorado metal. Como bien recuerda Uslar Pietri: "La lista de buscadores es larga y cubre tres siglos. En 1540 topan, por un increíble azar tres expediciones: la que venía del norte con Jiménez de Quesada, del noroeste con el gobernador alemán Ambrosio Alfínger y la que había partido de Quito con Sebastián de Belalcázar.Ya a fines del siglo XVI vino en su busca nada menos que sir Walter Raleigh, poeta y gran figura de la Corte de la reina Isabel en Inglaterra. Raleigh hace dos viajes hasta el Orinoco en busca del fabuloso mito." (24)

En general, la casi totalidad de los investigadores le otorgan una importancia decisiva a la aventura de Sebastián Belalcázar como fuente originaria de este mito, de la leyenda del Dorado, que se apoderó de la imaginación de los hombres de aquellos tiempos de la Empresa de Indias. Sin embargo, el historiador español Mariano Izquierdo Gallo sustenta que: "antes que los conquistadores de Quito y los fundadores de Popayán tuviesen noticias del Dorado de Cundinamarca, ya Vasco Núñez de Balboa, el descubridor del Pacífico, se representó en su mente con destellante alegría. El Dorado de Dobaiba. En 1510, Núñez de Balboa había descubierto el Altrato, y en 1512, veinte años después de la inmortal epopeya de las tres carabelas, se entregó a la búsqueda del tesoro de Dobaida.." Sin embargo, el mismo investigador apunta, no sin cierta decepción, que: "la historia no conoce más que una tercera parte de la verdad acerca del tesoro de Dobaida. Conoce que ciertamente existió en la región oriental de Altrato un tesoro estupendo de oro, dedicado a la diosa Dobaida; pero nada puede precisarse sobre su magnitud y forma, ni consta si los españoles llegaron a contemplarlo o sí los indios lo sepultaron en el Altrato o en algún lago." (25)

En todo caso, según los historiadores de la conquista del Perú, luego de la fundación en 1534 de la ciudad de Quito por el lugarteniente de Francisco Pizarro, Sebastián Belalcázar, éste planeó explorar nuevas naciones en busca de las ansiadas riquezas que tanto comentaban los moradores del lugar.

Entre ellos encontró Belalcázar uno, cuya conversación, de acuerdo con la versión escrita de Fray Pedro Simón, tuvo el siguiente derrotero: "preguntándole por su tierra, dijo el indio que se llamaba Muizquita y su cacique Bogotá que es, como hemos dicho, este Nuevo Reino de Granada, que los españoles le llamaron Bogotá. Y preguntándole si en su tierra había de aquel metal que le mostraba que era oro, respondió ser mucha la cantidad que había y de esmeraldas, que el nombraba en su lengua piedras verdes. Y añadió que había una laguna en la tierra de su cacique, donde él entraba algunas veces al año en unas balsas bien hechas al medio de ella, yendo en cueros, pero todo el cuerpo lleno, desde la cabeza a los pies de y manos, de una trementina muy pegajosa y sobre ella mucho oro en polvo fino; de suerte que cuajada de oro toda aquella trementina, se hacía todo una capa o segundo pellejo de oro, que dándole el sol por la mañana, que era cuando se hacía este sacrificio y en día claro, daba grandes resplandores, y entrando así hasta el medio de la laguna, allí hacía sacrificio y ofrenda, arrojando al agua algunas piezas de oro, y esmeraldas con ciertas palabras que decía. Y haciéndose luego lavar con ciertas hierbas, como jaboneras todo el cuerpo, caía todo el oro que traía a cuestas, en el agua; con que se acababa el sacrificio y se salía del agua y vestía sus mantas." (26)

Prosigue su narración Fray Pedro Simón comentando las ambiciones que ya se habían fraguado en la voluntad y apetencias del lugarteniente de Pizarro: "Fue esta nueva tan a propósito de lo que deseaba Belalcázar y sus soldados, que estaban cebados para mayores descubrimientos como los que iban haciendo en el Perú, que se determinaron luego a hacer éste de que daba noticia el indio. Y confiriendo entre ellos que nombre le darían para entenderse, y diferenciar aquella provincia de las demás de sus conquistas, determinaron llamarle la Provincia del Dorado, como diciendo: llámese aquélla provincia donde va a ofrecer sus sacrificios aquel cacique con el cuerpo dorado." (27)

Son muchos los conceptos y explicaciones que intentan explicar la importancia y la relevancia que el mito del Dorado tuvo durante la conquista de América, por nuestra parte asumiremos como pertinentes las conclusiones expuestas por el reconocido doradista Demetrio Ramos Pérez:

  • El Dorado no es el fruto de la argucia de los indios para llevar a los españoles de un lugar a otro, ni tampoco era consecuencia de una credulidad incomprensible.

  • El Dorado no existía en ninguna parte, pues era fruto de la concreción de las ideas clásicas sobre indicios de posibilidad, que el conquistador acumuló, por el paso de unas a otras huestes, sobre un supuesto racional: el de la necesidad que existieran unas minas riquísimas en el lugar donde las condiciones naturales fueran óptimas.

  • El Dorado constituye un maravilloso capítulo de la historia de las ideas, en el que colaboran todos los que de cerca o de lejos intervienen en la historia americana del siglo XVI. (28)

El neopopulismo bolivariano

En este capitulo estableceremos la relación entre el Mito de la Edad de Oro, habida cuenta de su repercusión sobre el pensamiento utópico, y su expresión en el acontecer político contemporáneo: el neopopulismo bolivariano encarnado en la persona del Presidente de la República Hugo Chávez.

1. La Edad de Oro, la utopía y el neo-populismo

Precedentemente establecimos la correspondencia, la influencia, que el ancestral mito de la Edad de Oro tuvo sobre el surgimiento de la noción de utopía. Habida cuenta de este parangón, definiremos y caracterizaremos el pensamiento utópico, estableceremos su simbología, teniendo como base el libro emblemático de Tomás Moro, confirmando de nuevo, con el pensador francés Georges Duveau que: "el lugar ocupado por el pensamiento utópico en la elaboración y representación del mundo contemporáneo parece ser cada día más considerable. "

O como también lo confirma Joseph Campbell ".la mitología se muestra tan accesible como la vida misma a las obsesiones y necesidades del individuo, la raza y la época."

Karl Mannheim recuerda que, en su etimología griega, la palabra utopía significa literalmente en ningún lugar y reitera que el primero en utilizarla fue Tomás Moro en 1596; asimismo sostiene que esta palabra se escogió ".como denominación aglutinante de obras de distinto carácter, que –en forma de diálogo, novela o similar – imaginan una sociedad o estado libre, en el que se suponen ya sobrepasadas las deficiencias humanas." (29)

Por su parte, Jean Servier argumenta que "utopía se convirtió en el sustantivo que designa todo proyecto irrealizable y dio origen a dos adjetivos, "utópico" que subraya el carácter imposible de un deseo, de una intención, y "utopista" que califica a los inspiradores de sueños". (30)

Con muy acertado criterio, Arnhelm Neussüss coloca el concepto de utopía en una perspectiva contemporánea, dentro de unos parámetros que resultan, en todo caso, más apropiados a nuestros propósitos. En este orden de ideas, el autor subraya que: "se han distinguido tres variantes de la utilización del concepto de utopía: en primer lugar, aquel relacionado con la forma literaria de la novela utópica; en segundo lugar, el concepto histórico-intelectual e histórico-científico, y por último, el caracterizado, en el sentido de Horkheimer, por su intencionalidad, denominado en adelante como concepto intencional de la utopía."(31) Asimismo opina que "la utopía es el sueño de Occidente, de Fausto que, al olvidarse del sentido de la aventura humana, evocaba temblando la imagen de su deseo y quería al mismo tiempo conjurarlo".

Desde esta perspectiva definitoria, "el concepto de utopía se desformaliza y "deshistoriza". Esta inversión de la forma y la intención aporta consecuencias importantes.Y es con esta transformación del concepto literario e histórico-intelectual, herméticamente definido, en una categoría mucho más general, cuyas posibilidades de definición evidentemente no parecen tener límites cuando se produce realmente el problema de la utopía. Antes podían discutirse los problemas dentro del marco de las investigaciones filológicas y de las manifestaciones histórico-intelectuales. A partir de ahora se puede ya preguntar por qué histórica y socialmente lo utópico se manifiesta como intencionalidad. La nueva interpretación.hace posible el concepto de la mentalidad utópica, del pensamiento utópico, de la intención utópica, de la utopía como sueño del orden social verdadero y justo." (32)

A. Objetivos y características del pensamiento utópico

El pensamiento utópico presenta objetivos, rasgos, elementos e incluso, para algunos, símbolos propios y específicos. (33)

En lo concerniente a algunos de sus objetivos y características, es posible distinguir los siguientes, de acuerdo con diferentes enfoques y perspectivas:

  • Persigue una toma de conciencia de la divergencia que separa los dos sentidos de la palabra Progreso: a la vez camino que lleva hacia la ciudad justa y desarrollo del hombre por medio de las técnicas de la materia.

  • Propicia la certidumbre del reinado del hombre.

  • Acepta y defiende la igualdad de los seres humanos.

  • Promueve un mejor futuro para la sociedad.

  • Describe usualmente una ciudad, una isla, una república caracterizada por su perfección y absoluta justicia.

  • Crítica en forma de sátira o ridiculización al antiguo orden social.

En lo concerniente a los temas propios de la utopía, independientemente de los autores, podemos identificar los siguientes:

  • El acceso a la utopía es un viaje o un sueño.

  • La geografía de la utopía implica aislamiento, situaciones ambiguas o imprecisas.

  • La topografía de la utopía es siempre amurallada, subrayando el aislamiento, la insularidad.

  • La búsqueda permanente de la pureza, la honestidad, la transparencia.

  • El tiempo de la utopía es el pasado, la nostalgia de pérdidas glorias.

En cuanto a los símbolos del pensamiento utópico, los investigadores y estudiosos del tema han identificado los siguientes:

  • El trabajo humano como factor de transformación de la sociedad.

  • La preeminencia de una visión agrarista, la valorización del trabajo rural, del campesino.

  • El ahorro, expresado en la necesidad de contar con graneros, despensas colectivas, silos o almacenes.

  • El comunismo o comunitarismo en relación con la propiedad de los bienes o de los factores o medios de producción, en especial la tierra.

  • El énfasis en la desigualdad entre los hombres.

  • La emergencia de una doctrina o ciencia oficial que se transforma en verdad absoluta, preconizada y defendida por príncipes y sabios.

  • La vestimenta de los correligionarios utópicos es similar, expresa identidad y diferencia a la vez.

B. Clasificaciones de la utopía

La utopía ha sido clasificada atendiendo a diferentes criterios fenotípicos. En función de los mismos podemos diferenciar los siguientes tipos de utopía. (34)

  • Desde el punto de vista cronológico, podemos distinguir: las utopías de la antigüedad, las de la Edad Media, hasta las más contemporáneas.

  • Desde el punto de vista de su complejidad o simplicidad temática, tenemos las utopías imaginarias que sólo han existido e las leyendas, o en la literatura oral o escrita (La Edad de Oro, La República) y aquellas otras que efectivamente se han concretado en la realidad histórica (Esparta, los movimientos milenaristas).

  • Desde el punto de vista de su factibilidad, encontramos utopías verdaderamente imposibles frente a otras realizables, independientemente, en el caso de estas últimas de su posterior éxito o fracaso. Entre las imposibles destacan aquellas que son contrarias a las leyes naturales como que el hombre vuele por sí sólo, mientras que dentro de las posibles, volviendo al ejemplo del vuelo, tenemos la de que el hombre vuele en un artefacto, independientemente de los tantos intentos fallidos que recoge la historia de la aviación.

  • Desde el punto de vista histórico, constatamos la existencia de utopías regresivas, nutridas por la nostalgia, caracterizadas por un ensalzamiento del pasado para añorarlo o revivirlo dentro de la ilusión de volver, de retornar a las bondades de la naturaleza, así como utopías progresivas que, por el contrario, buscan construir un orden nuevo, una sociedad diferente impulsada por un espíritu renovador.

En fin, como bien lo sintetiza Isaac Pardo: "podrían idearse otros patrones de ordenamiento, pero baste con los expuestos, que corresponden a la condición intrínseca de los diferentes planteamientos utópicos: son antiguos o son modernos; son puramente imaginativos o llevan el sello de los históricamente cumplidos; están fuera de toda posibilidad o son anticipación de realidades fecundas; se extinguen entre añoranzas o se expresan en un gesto afirmativo."(35)

C. Concepto y características del neopopulismo

El término neopopulismo –expresión evolucionada del populismo – ha venido adquiriendo particular significación en América Latina, encuentra su base en las viejas concepciones que inspiraron a determinados regímenes y partidos políticos de la década de los años treinta de inspiración populista. El populismo hace referencia a aquellos movimientos políticos que utilizan al pueblo como motivación de sus actuaciones, adjudicándose su representación y defensa. Para muchos autores: "la fuerza de los movimientos populistas deriva de la existencia de de amplias masas obreras o campesinas movilizadas, pero escasamente organizadas, Como movimiento, el populismo ha adquirido diferentes formas según el país donde se desarrolle y la ideología que lo sustente. Son considerados como movimientos populistas autoritarios.el fascismo, el nasserismo, el estalinismo, el castrismo, entre otros." (36)

La investigadora María G. Trocello, sintetiza, desde la perspectiva socio-política, las diferentes concepciones que relevantes pensadores sociales han tenido acerca del populismo."Pueden dentro de esta heterogeneidad al menos vislumbrarse cuatro grupos: 1. Los que lo ven como una forma de movilización socio – política en países subdesarrollados en transición desde la sociedad tradicional a la moderna (G. Germani, Torcuato Di Tella, S. Stein). 2. Otra línea de interpretación histórica estructural ve al populismo como un estadio de desarrollo del capitalismo latinoamericano que surge del modelo agro – exportador. (Cardoso y Faletto.Portantiero y Torre.Touraine.) 3. Otra línea importante es la que centra la mirada en la presencia de líderes y sus atributos…en la tipificación weberiana de legitimidad carismática.centran la mirada en los ritos, los procesos de construcciones mitológicas y las relaciones masa – líder (Herbert Braun, Agustín Cueva). 4. Finalmente, una cuarta línea se define más por el método de análisis ubica el fenómeno populista en al plano del discurso que produce interpretaciones populares antagónicas respecto de la ideología dominante." (37)

Establecer la diferencia entre populismo y neopopulismo no es tarea fácil. En entrevista realizada por el periodista Wilson García Mérida a Fernando Mayorga a propósito de su libro Neopopulismo y Democracia: Compadres y padrinos en la política boliviana, el autor expresa: "si la noción de populismo remite a procesos o prácticas políticas definidas, el término neopoulismo es muy ambiguo, pese a que es utilizado de manera convencional para referirse a ciertos actores políticos que han surgido en América Latina en los últimos años.A pesar del prefijo neo, el populismo del siglo XX que se caracterizaba por un discurso que apelaba al pueblo como sujeto revolucionario; que identificaba pueblo, nación y Estado; que propugnaba el protagonismo estatal en la economía con ideas redistributivas y que incorporó a las clases populares en la política mediante mecanismos corporativos; todo esto, además, en torno a la figura de un líder carismático. Excepto por este último rasgo no es posible pensar en el neopopulismo como una suerte de resurgimiento de ese populismo pretérito."

Para Mayorga, lo definitorio del neopopulismo es un estilo de acción que vendría dado por determinados factores característicos del discurso y la política de los líderes neopopulistas:

  • predominio del carisma personal del dirigente.

  • debilidad de los mecanismos institucionales formales de los partidos políticos en relación con las decisiones del líder.

  • influencia de factores culturales en el intercambio político, con especial influencia de elementos simbólicos y emocionales.

  • precariedad de la ideología en la conformación de la identidad política del gobernante, lo que implica la incorporación desordenada y sucesiva de temas, tesis y planteamientos por parte del líder.

El neopopulismo es también denominado, en las Ciencias Políticas, como Democracia Delegativa (G.O" Donnell) o Hiper-presidencialismo (Cavarozzi). La mayoría de los autores consultados reconocen que el neopopulismo se basa fundamentalmente en la emergencia y actuación de nuevos líderes, en muchos casos un outsider que no proviene de las agrupaciones políticas tradicionales ni de los liderazgos históricos. Otros autores subrayan el rol creciente e intervencionista del Estado en la economía ante el fracaso o poco éxito de las llamadas recetas o fórmulas neoliberales. En todo caso, podemos añadir, sintetizadas, otras de las características más resaltantes que los estudiosos del tema le otorgan al neopopulismo:

  • predominio del personalismo y del paternalismo en la modalidad de actuación política del líder.

  • defensa de un Estado proveedor de soluciones económicas y sociales.

  • desecho y relegación de las formas tradicionales de mediación política, en particular, los partidos políticos.

  • formación de nuevas coaliciones políticas con renovados sectores de la sociedad, muchos de ellos promovidos y sostenidos desde el gobierno.

  • instauración de un modelo económico de corte redistributivo y clientelar, apoyado en la promoción y favorecimiento de organizaciones productivas no tradicionales.

  • difusión de un discurso político que promueve una sinonimía entre régimen y pueblo, entre el líder y el pueblo.

  • aprovechamiento de las debilidades que ofrece una sociedad civil fragmentada y apática frente al hecho político y sus expresiones formales (abstencionismo y decadencia de partido y dirigentes tradicionales).

Una nueva utopía: el neopopulismo venezolano (La Revolución Bolivariana)

La situación política, económica y social de la Venezuela de las postrimerías del siglo XX puede ser caracterizada a partir de los siguientes elementos:

  • oligarquización de la sociedad.

  • primacía de una visión salvífica de corto plazo.

  • burocratización y pérdida de vigencia – con el consiguiente rechazo ciudadano – de los partidos políticos tradicionales.

  • corrupción, malversación de fondos e ineficiencia de la gestión pública.

  • apatía e indiferencia ciudadana ante el hecho político.

  • profundización de las desigualdades de ingreso de la población, mayor pobreza y marginalidad.

  • emergencia de personalidades y movimientos políticos no convencionales interesados en sustituir la partidocracia tradicional.

  • importante disminución de los ingresos en divisas provenientes de la exportación del petróleo y sus derivados.

Ante esta crítica y desoladora situación, en sus tiempos de candidato a la Primera Magistratura, el hoy Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, proclamaba que: "el cambio no es Chávez, la Revolución Bolivariana es indetenible, es la fuerza de millones de venezolanos que despiertan después de cuarenta años de engaños y decepciones."A fin de promover un nuevo hombre en una nueva sociedad, un nuevo contrato social, acuñó el término de la revolución bolivariana, pacífica y democrática, y además bonita, para calificar la Edad de Oro en la que entraría Venezuela bajo su mandato presidencial.

Chávez y sus seguidores revivieron así el viejo mito que había estado guardado en el inconsciente del venezolano, para transformarlo en un nuevo proyecto utópico que otorgaría felicidad e igualdad para todos, y muy especialmente, para los desposeídos, los pobres, los marginales, excluidos de participar en la riqueza y el bienestar colectivo por los representantes de un viejo régimen corrupto e injusto. Examinemos brevemente algunos de los rasgos y características de esta utopía neo-populista venezolana.

A. Simón Bolívar: la regresión motivadora

Uno de los rasgos distintivos de la utopía neopopulista venezolana es su carácter regresivo, la figura, el pensamiento, la obra independentista, la hazaña libertadora de Simón Bolívar es revivida por Chávez y sus seguidores para calificar a su revolución como bolivariana. Para el Presidente: "los latinoamericanos no son ciegos, no son sordos están analizando los procesos. Los pueblos están evaluando. Neruda tenía razón, visionario como era, inmenso como era, decía en su Canto a Bolívar:

Yo conocí a Bolívar una mañana largaen Madrid en la boca del quinto regimientoPadre, le dije, ¿eres o no eres o quién eres?Y mirando el Cuartel de la Montaña dijo: "Despierto cada cien años, cuando despierta el pueblo"

El neopulismo chavista convierte a Bolívar en la inspiración y soporte del proceso revolucionario en marcha. Recordemos de nuevo lo afirmado por el Presidente Chávez el 2 de febrero de 1999, cuando tomó posesión de la Primera Magistratura: ".Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando convoca a la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta. Por mil pueblos, por mil caminos, durante miles de días recorriendo el país durante estos últimos casi cinco años, yo repetí delante de muchísimos venezolanos esta frase pronunciada por nuestro Padre infinito, El Libertador. Ahora ¿por qué esa frase? ¿De dónde viene esa frase? ¿Por qué Bolívar? no se trata de una repetición meramente protocolar y rebuscada de cualquier frase de Bolívar. No se trata de eso, de rebuscar frases y traerlas aquí al Congreso de la República para decirlas delante del país y del mundo. No. Se trata más bien de darle razón a Pablo Neruda, ese grande de nosotros, de los nuestros, cuando cantándole a Bolívar dijo: "es que despierta cada cien años, cuando despiertan los pueblos". Se trata de reconocerle razón al grande de nosotros también que fue Miguel Ángel Asturias cuando dijo cantándole a Bolívar: los hombres como tu Libertador no mueren Capitán, sino que cierran los ojos y se quedan velando; es reconocerle razón al indio Chocaguanca. cuando le cantó a Bolívar y le dijo: "tu gloria crecerá con el tiempo como crece la sombra cuando el sol declina". O es reconocerle razón a José Martí. cuando dijo: "ahora es cuando Bolívar tiene que hacer en América todavía, porque lo que no hizo él está sin hacer todavía."

En discurso pronunciado el 19 de abril de 1999, Chávez no dejaba ninguna duda sobre la fuerza inspiradora de la Revolución Bolivariana: "la ideología que yo he propuesto en estos últimos años y creo que ha venido calando en el pueblo, es la ideología bolivariana, un bolivarianismo revolucionario, un bolivarianismo para este tiempo. La idea bolivariana es la ideología primigenia del nacimiento de las Repúblicas que nos precedieron. Esa idea, acompañada por supuesto de otras muchas ideas y planteamientos, pero Bolívar es el eje central de la ideología venezolana y también de muchos pueblos latinoamericanos."

Los políticos, escritores y pensadores venezolanos y latinoamericanos no desconocen el valor, el aporte de la obra y del pensamiento del Libertador Simón Bolívar en la fundamentación de la venezolanidad. Uslar Pietri, entre tantos otros, es uno de ellos: "no voy a detenerme ante vosotros en el elogio de Bolívar, que forma ya parte inseparable de lo más alto y puro del patrimonio común de gloria del género humano. Fue un gran conductor de pueblos, un heroico capitán de la guerra, un creador de rumbos, un decidor y revelador de las hondas verdades yacentes bajo la fluida realidad histórica, y un sentidor, casi poético y casi profético, de la condición de su América. Su obra de pensador político no es menor que sus realizaciones de guerrero y estadista por las que seis naciones le proclaman como su libertador. En los cuarenta y siete años de su vida humana cupo más tarea creadora que en las de los héroes clásicos, creó Estados pero también creó filosofía política, dirigió batallas para derrotar ejércitos, pero también supo concebir la estrategia para luchar contra las imposiciones del pasado y ganarle un futuro mejor. Tanto como la más brillante de sus campañas militares vale su discurso de Angostura que todavía hoy, a ciento cuarenta años de distancia, es una de las interpretaciones más penetrantes de la difícil y confusa realidad histórica del mundo hispanoamericano. Si ese mismo mundo hispanoamericano tuviera que escoger en su historia un solo personero para representarlo en toda su amplitud, en toda su complejidad, en toda su combativa variedad, no podría escoger, entre sus grandes hombres, a otro más calificado que Bolívar." (Discurso pronunciado en Washington en ocasión de la inauguración de la estatua del Libertador el 27 de Febrero de 1959)

Sin embargo, el culto exacerbado al Libertador que propone la Revolución Bolivariana, la divinización, la superposición de Bolívar por encima de todos los demás mortales, como bien lo expresa el historiador Pino Iturrieta en su articulo La Tropelía de la República Bolivariana en Venezuela Analítica : ".sólo en el caso de un profeta como Mahoma, o de un legislador como Moisés, quienes se anuncian como voceros de la divinidad y quienes son recibidos como tales por sus destinatarios, puede pensarse en la alternativa de un mensaje susceptible de traspasar la barrera del tiempo para determinar la vida de las generaciones posteriores. De ellos manan disposiciones generales y pautas permanentes de origen divino, esto es, lo contrario de las ideas y de las acciones de un personaje histórico que sólo pretende, porque simplemente no puede pretender otra cosa, la atención de los problemas del entorno en el cual se desenvuelve… debido a que no estamos frente a Bolívar uno y único enfrentado a su realidad, sino ante muchos Bolívar en la lucha por el poder y la sobre vivencia.Son muchas las respuestas que tal vez los constituyentes y el primer magistrado no ofrezcan, debido a que niegan la existencia del grande hombre al limitarse a considerarlo como un semidiós."

B. La IV República como La Edad de Hierro

La corrupción y la injusticia, a las que se vino a añadir el criminal apetito de posesión y lucro, Chávez, como Hesíodo, hubiese podido proclamar: "¡OH sí el cielo me hubiese concedido no vivir en esta.generación de hombres, o si me hubiera muerto o nacido después! ¡Porque ahora es la Edad de Hierro!" Terrible IV República venezolana, punto – fijismo generador de todas las injusticias sufridas por unos venezolanos con derecho a ser felices, y cuya felicidad les ha sido birlada por un régimen insensato que, afortunadamente, al decir de Chávez, viene siendo suplantado por la bonita revolución bolivariana, la V República perfecta, la ciudad justa, donde reinará la solidaridad y la fraternidad, y en la que todos los hombres volverán a ser hermanos.

A fin de reforzar el carácter solidario y fraterno de la revolución bonita, de la nueva Edad de Oro venezolana, el Presidente Chávez, en sus innumerables alocuciones y cadenas de radio y televisión, se refiere a sus gobernados, no como ciudadanos ni mucho menos con el execrado término betancourista de conciudadanos, sino como Hermanos, Hermanas.

La IV República, en el discurso utópico chavista, es la cabal y veraz expresión de la oscura e hipócrita Edad de Hierro, durante la cual de "nada valdrán los juramentos, la justicia ni el bien. Sólo se respetará al hombre descomedido y criminal. La fuerza será el único derecho y no habrá conciencia. El cobarde atacará al valiente tratará de justificarse con falsos juramentos. La envidia, de amargo lenguaje y de rostro rencoroso, complacida en la maldad, acompañara cada paso de los miserables humanos."

En consecuencia, en el discurso del nuevo régimen revolucionario, la IV República es responsable por la masacre del 27F, ejecutora de torturas y desapariciones, promotora de la corrupción administrativa, patrocinadora del capitalismo salvaje y del neoliberalismo criminal, defensora de la globalización, artífice de arteras componendas políticas para repartirse el poder entre los dos grandes partidos tradicionales y sus franquicias o sucursales, culpable de la entrega de la soberanía económica a las grandes corporaciones extranjeras, cómplice de los intereses de las grandes potencias, en especial, de los EEUU, entre tantas otras acciones irresponsables, antipopulares y antipatrióticas.

En el caso de nuestra nueva utopía, de la renovada Edad de Oro venezolana, de la revolución bonita, se cumple también con uno de los postulados del pensamiento utópico: el descrédito del régimen precedente, de los gobiernos anteriores, del Ancien Régime, de la Edad de Hierro. Para hacer efectivo, evidente y reiterado este rechazo, el Presidente y sus seguidores se valen de la burla y la descalificación de sus predecesores u oponentes. Producto de esta línea de acción, términos como escuálidos, oligarcas, racistas, golpistas, cúpulas podridas, les son endilgados continuamente – en tono de sorna y burla – a todos aquellos que critiquen o se opongan a las iniciativas presidenciales. Ninguna institución escapa de las críticas mordaces y ridiculizadoras de Chávez: el empresariado, los sindicatos, la sociedad civil, los medios de comunicación social, la Iglesia Católica; sin embargo, la única institución excluida de la mordacidad presidencial es la renovada Fuerza Armada Nacional que "sustituyó" a las viejas, corruptas, antipatrióticas y antipopulares Fuerzas Armadas Nacionales de la IV República. Como bien lo precisa Andrés Stambouli: "Chávez,.esta vez electo democráticamente, se negaba a dialogar y entenderse con los representantes del cuarenta por ciento de los electores que votaron por otras opciones, sino que les declaraba una incesante y descalificadora guerra verbal a todas las organizaciones sociales críticas de su gobierno." (38)

C. De la Democracia representativa a la participativa

Uno de los temas de las ciencias políticas actuales, lo constituye la discusión acerca de la vigencia y validez de la llamada democracia representativa. El profesor Georges Burdeau ya lo había anticipado en su célebre Traité de Science Politique (39), cuando afirmaba que prefería hablar de la presencia de los gobernados en el ejercicio del poder que de su participación en el ejercicio del mismo.

Este es el centro de la discusión acerca del tipo o modalidad de democracia a ser promovida. En efecto, la democracia representativa formal se asienta en los conocidos conceptos de elección popular de los representantes del pueblo mediante el voto directo y universal, y en el principio de la separación de poderes preconizado por Montesquieu. Como bien lo señala José Luís Dellordine en articulo recogido en momografías.com: "Ya se ha dicho que la legitimidad de los gobiernos democráticos es patente en las instituciones representativas. La estructura de las que hoy conocemos sigue el patrón organizativo del constitucionalismo liberal inspirado por Montesquieu, el principio de la "separación de poderes". Con esto se quería conseguir un mecanismo de contrapesos adaptado a los criterios de lo que debía ser la acción de gobierno: la mínima intervención posible en la vida de sociedad. Hay que recordar, sin embargo, que no es este el liberalismo al que se asocia la idea actual de democracia. El sufragio universal es lo que hace posible la democracia y permite el paso del gobierno por consentimiento a una forma indirecta de autogobierno como la democracia representativa. Con esta fórmula política el parlamento legislador adquiere una gran importancia: de él depende la producción normativa a la que los poderes públicos han de someterse, comenzando por el poder ejecutivo."

Sin embargo, para muchos no existe suficiente peso, presencia, participación del pueblo en las decisiones de interés general, en la medida en que su representación la ejercen los legisladores electos bajo el esquema de intermediación de los partidos políticos tradicionales, en fin, para muchos es considerada una democracia de elites. Allan Brewer Carías comparte esta perspectiva, a partir de la situación política venezolana de 1998-1999, el constitucionalista concluye que ".la crisis de la democracia, de su consolidación y afianzamiento, ya no podía resolver simplemente con una reforma constitucional, sino abriendo efectivamente nuevos canales de representatividad y participación democrática para llenar el vacío que nos había dejado el deterioro de los partidos políticos tradicionales y que de nuevo colocaron al país en una orfandad política. El reto que hemos tenido los venezolanos es el de formular un nuevo proyecto político democrático que sustituya el Estado Centralizado de Partidos por un Estado Descentralizado Participativo." (40)

A la luz de estos criterios y realidades acerca de la insuficiencia de la democracia representativa para asegurar una mayor presencia del soberano, del gobernado, en las decisiones de relevancia nacional, la idea de la democracia directa, participativa, ha cobrado relevancia y particular importancia en el pensamiento político contemporáneo, aunque ya en su época J.J. Rousseau había expresado que este era el régimen político conveniente para un pueblo de Dios. La revolución bolivariana ha hecho suyos los conceptos de Burdeau: "en un régimen democrático, las instituciones de la democracia directa restablecen, en consecuencia, el derecho inherente a cada individuo de tener una voluntad personal en materia política y de expresarla sin trabas ni fraudes."

En su primera alocución al país como presidente, Hugo Chávez, refiriéndose a las sentencias dictadas por la antigua Corte Suprema de Justicia favorables a la posibilidad de convocar un referéndum consultivo para convocar la Asamblea Constituyente expresó: "La decisión de la Corte Suprema de Justicia es para la Historia, ciudadana Presidenta. Sin duda que es para la Historia, sentando cátedra de lo que es el Poder Constituyente originario, de lo que es la soberanía, como lo decía Rousseau y como también Bolívar en ese pensamiento que ya cité al comienzo. «Convoquemos la soberanía popular para que ejerza su voluntad absoluta». Pero ¿acaso le podemos tener miedo a la soberanía popular? ¿No hablamos de democracia, pues? La soberanía no es nuestra, el Presidente de la República no es soberano, el Congreso de la República aunque lo llamen soberano no es soberano, la Corte Suprema y los tribunales no son soberanos, el único soberano aquí en la Tierra, en el pueblo, en la tierra venezolana es ese pueblo, no hay otro. Ese es un principio universal y elemental. Después de la decisión histórica de la Corte Suprema de Justicia, se apagaron las voces de los que clamaban todos los días que había que reformar la Constitución y ahora ha cambiado también la dinámica. La decisión de la Corte Suprema de Justicia ha acelerado el proceso y eso habrá que reconocerlo para la Historia, porque todo esto que está ocurriendo en Venezuela, hora tras hora, compatriotas, día tras día, está quedando grabado para las páginas de la Historia. "

De esta forma y por decreto del Presidente de la República, se inició el proceso constituyente que aprobaría la nueva Constitución Bolivariana, en cuyo preámbulo se establece el ".el fin supremo de refundar la República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica." A los fines de hacer posible y factible la promovida democracia participativa y protagónica, la propia constitución estableció en el artículo 70 los medios generales de participación política y social del pueblo soberano, a saber:

  • Políticos: la elección de cargos públicos, el referendo, la consulta popular, la revocación del mandato, las iniciativas legislativa, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas.

  • Sociales y económicos: las instancias de atención ciudadana, la autogestión, la cogestión, las cooperativas en todas sus formas incluyendo las de carácter financiero, las cajas de ahorro, la empresa comunitaria y demás formas asociativas guiadas por los valores de la mutua cooperación y la solidaridad.

Sobre la base de los medios políticos que otorga la constitución para hacer efectiva la democracia participativa, en los años recientes, Venezuela ha sido escenario de los siguientes procesos electorales: 1.-Elección del congreso, gobernadores y asambleas legislativas (noviembre de 1998); 2.- Elecciones presidenciales (diciembre de 1998); 3.- Referéndum consultivo para convocar a la asamblea constituyente (abril de 1999); 4.- Elección de miembros de la ANC (julio de 1999); 5.- Referéndum aprobatorio de la Constitución (diciembre de 1999); 6.- Fallidas mega-elecciones (mayo 2000); 7.- Relegitimación de autoridades nacionales y regionales (julio 2000); 8.- Relegitimación de autoridades locales (octubre 2000).

Sin embargo, las trabas y fraudes de los que hablaba Bordeau como peligros de la democracia representativa, no tardaron en hacerse también evidentes en nuestra democracia participativa, en el caso de la convocatoria del referendo revocatorio del propio presidente, de Hugo Chávez, confirmando lo afirmado por Giovanni Sartori acerca de las llamadas constituciones fachada que son tales porque toman la apariencia de verdaderas constituciones, en realidad son constituciones trampa, porque "en lo que respecta a la libertad y a los derechos de los destinatarios de las normas son letra muerta."

En fin, como bien lo aprecia Brewer Carías, la nueva constitución al promover la democracia participativa: ".si bien abre nuevos espacios para la participación política a través de los referendos, conserva el sistema electoral de representación como el único de rango constitucional, y con ello el riesgo de que al no cambiar el sistema electoral no cambie el régimen de partidos, que es consecuencia del anterior. El Estado de Partidos, por tanto, tiene todas las perspectivas de continuar, pero cambiando, sin embargo, unos partidos por otros." (41)

D. La personalización del poder (el Hiper-presidencialismo)

Cuando analizamos el concepto de neopoulismo, señalábamos que su característica diferenciadora y fundamental con el populismo era la preeminencia de la figura del líder, el peso y condicionamiento de su conducta y opiniones sobre las prioridades y ejecutorias del gobierno; incluso algunos autores hablan de democracia delegativa o de Hiper-presidencialismo como sinónimos de neopopulismo.

Guillermo O"Donnell caracterizó como democracias delegativas a los regímenes presidencialistas en los que la legitimidad plebiscitaria sirve de recurso al gobernante para asumir poderes extraordinarios y gobernar por decreto prescindiendo del control parlamentario. En su análisis, el autor expresaba una valoración muy negativa de tales regímenes, no sólo por la falta de control de las actuaciones presidenciales por parte de los otros poderes políticos, sino también por la desigualdad social, en términos materiales y simbólicos, que generaban. En efecto, el uso particular de los recursos públicos – característico del clientelismo – se traducía en el nuevo contexto en corrupción del entorno presidencial, desigualdad ante la ley e irresponsabilidad de los supuestos representantes democráticos.

Por su parte, el Hiper-presidencialismo ha sido caracterizado preliminarmente como el máximo grado de concentración del poder en la figura ejecutiva del gobierno, Marcel Cavarozzi profundiza los rasgos y elementos más característicos del fenómeno hiper-presidencialista, a saber:

  • La personalización del poder del presidente, del jefe del Poder Ejecutivo.

  • La baja autonomía o pasividad de los poderes legislativos nacionales.

  • La transferencia de responsabilidades a los niveles provinciales o municipales, sin la correspondiente descentralización de los recursos financieros.

  • El debilitamiento del Poder Judicial.

  • La abdicación a la participación o incremento de los niveles de apatía y retracción de la política por los ciudadanos.

Los estudiosos del tema coinciden en señalar que – como sistema político que concentra toda la autoridad y todas las expectativas populares sobre el presidente – contribuye a los abusos del poder cuando el presidente cuenta con un fuerte apoyo público y, por el contrario, favorece la quiebra del sistema en los casos en que, súbitamente, el presidente comienza tomar decisiones equivocadas o la ciudadanía pierde la confianza en él. En el caso de Chávez en Venezuela, el analista social Ramón Piñango lo ha expresado con claridad: "se trata. de ilusiones que nacen en la fe en una persona.es una esperanza.que perdurará tanto como dure la confianza en el Presidente Chávez."

En Venezuela, el presidencialismo, es decir, el predominio del Poder Ejecutivo – traducido en las amplias atribuciones otorgadas al Presidente de la República sobre los otros poderes públicos – ha sido una constante en nuestra historia constitucional contemporánea; la Constitución Bolivariana tampoco escapó de este signo. Luego de un detallado análisis de nuestra historia constitucional, Rafael Badell Madrid constata que: "Venezuela se ha caracterizado por una evidente preponderancia presidencial, respecto de los restantes poderes públicos" y afirma que: "el pretexto de la necesidad de reestructurar las instituciones políticas venezolanas sirvió en verdad para concentrar mayores poderes en el Presidente de la República quien, aun cuando está sometido a un sistema de controles parlamentarios, similares más no idénticos, a los previstos en la Constitución de 1961, tiene mayor preponderancia que en la Constitución de 1961."(42)

En efecto, la Constitución de 1999 enfatiza el carácter presidencialista del sistema de gobierno ampliando las ya importantes atribuciones que la Constitución de 1961 le otorgaba al Jefe del Poder Ejecutivo. Como muestra de este renovado y acentuado presidencialismo tenemos las siguientes:

  • La extensión del período presidencial de 5 a 6 años.

  • La promoción de los ascensos a partir del grado de coronel o capitán de navío.

  • La formulación de la planificación nacional.

  • El establecimiento del número, organización y competencia de los ministerios y otros organismos de la administración pública.

  • La designación de la mitad de los directores y del Presidente del Banco Central de Venezuela.

  • La disolución de la Asamblea Nacional cuando en un mismo período presidencial el Vicepresidente de la República sea removido de su cargo en tres oportunidades como consecuencia de la aprobación de mociones de censura.(Cf. Artículo 236 de la Constitución)

Partes: 1, 2, 3, 4
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente