"El capitalismo prepara y, hasta cierto punto, realiza la universalidad y permanencia en la evolución de la humanidad. Con esto se excluye ya la posibilidad de que se repitan las formas evolutivas en las diversas naciones. Obligado a seguir a los países avanzados, el país atrasado no se ajusta en su desarrollo a la concatenación de las etapas sucesivas. El privilegio de los países históricamente rezagados, que lo es realmente- está en poder asimilar las cosas o, mejor dicho, a obligarles a asimilárselas antes del plazo previsto, pasando por alto toda una serie de etapas intermedias. Los salvajes pasan de la flecha al fusil de golpe, sin recorrer la senda que separa en el pasado esas dos armas. Los colonizadores europeos de América no tuvieron necesidad de volver empezar la historia de nuevo…"
"De esta ley universal del desarrollo de la cultura se deriva otra que, a falta de nombre más adecuado, la calificaremos de ley del desarrollo combinado, aludiendo a la aproximación de las distintas etapas del camino y a la fusión de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas. Sin acudir a esta ley, enfocada, naturalmente, en la integridad de su contenido material, sería imposible conocer la historia de Rusia ni la de ningún otro país de avance cultural rezagado, cualquiera que sea su grado". (Trotsky: "Características del desarrollo del Rusia". Capítulo primero de su: "Historia de la revolución rusa")
Los modos de producción y formaciones económico sociales teorizados por Marx encuentran mayor concreción inmersos en las desigualdades, combinaciones y coexistencia de diversas formas de vida teorizadas por Trotsky, tanto en el ámbito de un territorio, como en el ámbito del sistema económico mundial.
7.- Lévano, César: "La lucha por las ocho horas en el Perú". En, La Jornada, suplemento laboral del diario La Prensa. Lima, 29 de abril de 1975.
8.- Respuesta de Arguedas en una entrevista a un periodista chileno. Citado por William Rowe, en: "Mito e Ideología en la obra de José María Arguedas".
9. – Cotler, Julio: "Clases estado y Nación en el Perú". IEP, LIma 1978, pp. 66-67.
10. – Roel Pineda, Virgilio: "Grandezas y Miserias de la Independencia"
11. – Belaunde, Víctor Andrés: "La Realidad Nacional". Editorial Le Livre Libre, París, 1931. (En español).
12. – García Calderón, Francisco: "El Perú Contemporáneo". La primera edición fue en francés (1907).
13. – Julio Cotler: Obra Citada, p. 122.
14. – Existe intelectuales técnico científicos e intelectuales de las ideas. Los primeros encargados de hacer funcionar todo el proceso productivo y los segundos encargados de cohesionar determinada concepción del mundo, legitimando o criticando el orden imperante. Dentro de los intelectuales de la ideología Mariátegui hacía la distinción -en el campo de la sociedad burguesa-, entre los que defienden determinadas clases o facciones de clase de la burguesía (o clase dominante), que pueden ser intereses agrarios, industriales, bancarios, etc.; y los que defienden al orden en su conjunto. Además, políticos europeos como Nitti, Lloyd George, se preocupan por la opresión de un pueblo europeo sobre otro pueblo europeo, pero les parece natural la opresión de los europeos a los demás pueblos del mundo a los que consideran bárbaros.
15.- Sebastián Salazar Bondy: "Lima la horrible". Populibros Peruanos, Lima (s/f), pág. 28. (Según los editores, la primera edición fue de Ediciones ERA, Méjico, 1964)
16.- Manuel Burga, Alberto Flores Galindo: "La mentalidad oligárquica". En, "Apogeo y Crisis de la República Aristocrática". Lima, 1979.
17.- Mariátegui: "Peruanicemos al Perú", p. 26.
18.- Macera, Pablo: "Los proyectos nacionales". Retablo Ediciones, Lima, (s/f).
19.- Barcelli, Agustín: "Crónica de las luchas obreras en el Perú". Cuadernos Sindicales, Lima, 1979. p. 40-46.
20.- Lévano, César: Obra citada.
21.- Barcelli: Ob. Cit. p. 60
22.- Lowy, Michael: "Puntos de referencia para una historia del marxismo en América Latina".
23.- "Haya de la Torre y Mariátegui", en la Cuarta Parte del presente estudio
24.- Tarcus, Horacio: "Samuel Glusberg, entre Mariátegui y Trotsky". En la revista "El Rodaballo". La primera parte en el Año 2, N° 4, otoño invierno 1996, y la segunda parte en Año 3, N° 5, verano 1996/97, Buenos Aires. La parte referida a Mariátegui está bajo el título: "el silencioso recorrido del mariateguismo argentino".
25.- "Bajo la Bandera de Lenin, instructiva sobre la jornada de las tres "L" (Se refieren a Lenin, Luxemburgo y Liebnecht). Publicado en diciembre de 1933 o en enero de 1934 por el Partido Comunista Peruano. Reproducido en la revista "Socialismo y Participación", Nº 11, Lima, setiembre de 1980.
26.- "La Situación Revolucionaria del Perú y las tareas del Partido comunista Peruano". Publicado como folleto por el buró sudamericano de la tercera internacional. Buenos Aires, enero de 1932. Reproducido en "Socialismo y Participación" Nº 11.
27.- Documento del buró sudamericano de la tercera internacional, previo al VII Congreso de la misma. Reproducido en "Socialismo y Participación" Nº 11.
28.- V. Miroshevsky: "El "Populismo" en el Perú". Revista "Dialéctica" N° 1 Mayo Junio de 1942, La Habana, Cuba.
29.- El texto de Jorge del Prado fue: "Mariátegui, marxista leninista, fundador del Partido Comunista. Primer divulgador y aplicador del marxismo en el Perú". Revista "Dialéctica" N° 8, Año 2, julio agosto 1943. El autor, a pesar de las evidencias, siempre negó toda diferencia entre Mariátegui y el estalinismo. Mariátegui no fundó ningún partido comunista. Todo esto lo abordamos en la Tercera Parte del presente estudio.
30.- Arroyo Posadas, Manuel: "A propósito del artículo "El Populismo en el Perú" de V. Miroshevsky". Revista "Dialéctica" N° 17, Año V, Enero febrero, 1946.
31.- Escritos de Trotsky al respecto fueron publicados bajo el título lapidario de "Trotsky contra el Apra" (Ediciones Clave, Lima). Hoy pueden encontrarse esos escritos en Internet.
Fernando León de Vivero, uno de los exiliados apristas peruanos en Méjico que asistió al congreso antifascista, da sus testimonio en una entrevista en la revista Claridad, Año 1, N° 4-5, noviembre 1978, Lima.
32.- Haya de la Torre: "Prólogo" a sus "Obras Completas". Ed. Juan Mejía Baca, tomo I, pág. XXX, Lima, 1977.
33.- Esto lo exponemos en "Historia", capítulo primero de nuestro estudio "Barbarie y Modernidad: el Perú en la globalización capitalista".
34.- Mariátegui: "La Imaginación y el Progreso". Incluido en "Ideología y Política".
SEGUNDA PARTE
I.- DEL CONOCIMIENTO
El ser humano se aventura al conocimiento por necesidad, porque desde sus orígenes, para sobrevivir, sobresalir y diferenciarse del resto del mundo animal, está condenado a ser creador, aventurero, labrándose un devenir en constante lucha por mejorar su existencia.
Cuando logra tener autonomía (relativa) respecto a su manto natural (naturaleza) del cual emerge, cuando adquiere lucidez capaz de producir un pensamiento, que puede ser por mediación de un grito expresando su estado de ánimo, una palabra, una frase, sobre o en respuesta a algún acontecimiento, surge la filosofía, que en su acepción primigenia los griegos lo entendían como "amor a la sabiduría". Pero el amor a la sabiduría está sujeto a diversos compromisos o intereses, sea con la comunidad o sociedad, sea en confraternidad o lucha con la naturaleza, o con intereses de clases sociales.
A diferencia de las demás especies cuyo devenir, en diverso grado, se acomoda a su medio ambiente natural, el ser humano, el más activo de la naturaleza, despliega su ser subvirtiendo a su medio ambiente y así mismo, gracias a su don creativo, con instrumentos cada vez más complejos. Pero esta subversión adquiere carácter libertario o conservador, dependiendo de si coadyuva a mejorar o a empeorar la existencia. En el primer caso, mejorando la existencia, promueve la vida y por tanto la historia1 del hombre en el planeta. En el segundo caso, empeorando la existencia, atenta contra la vida y por tanto está contra la historia, lo cual significa que los intereses particulares, privados, de la clase en torno a la cual se organiza la sociedad, han dejado de coincidir con los intereses humanos, convirtiéndose en clase sin historia o al margen de la historia. Tan cierto es esto, que conocemos clases sociales dominantes que han desaparecido, -entre ellas, autocracias, esclavistas, aristocracia feudal, gamonales, oligarcas- porque sus intereses particulares se convirtieron en obstáculo para vida humana.
La decadencia de las clases al margen de la historia se expresa en el ámbito cultural en la quiebra de sus principios e ideales y por tanto en la ausencia de un "mito", que cohesione el devenir que pretende representar. No es casual que en el momento actual, además de renegar de los grandes ideales con los cuales desplazó del escenario de la historia a la aristocracia feudal europea, los ideólogos de la burguesía proclamen el final de la historia, lo cual ya hemos tenido oportunidad de demostrar que es el final de la historia para la burguesía, porque sus intereses particulares en vez de promover la vida los deterioran, pero no es el final de la historia de la humanidad mientras lucha por mejorar su existencia desplazando del escenario de la historia a la burguesía.
La modernidad en forma orgánica, como mentalidad y modo de vida, adviene con el capitalismo pero no es patrimonio de este régimen sino que lo trasciende, en tanto la burguesía europea, sobre todo al hacerse del poder político, reniega de las ideas libertarias que en parte utilizó para hegemonizar la lucha contra la aristocracia feudal y son las clases populares quienes las reivindican, cohesionándolas para la acción política, surgiendo el socialismo como eje de la vertiente libertaria de la modernidad.
Toda clase que ha emergido al dominio de la sociedad, de una u otra manera, presenta sus intereses particulares (privados) como si fueran del interés general, del interés del conjunto de la humanidad. En el pasado, legitimado por el manto mítico religioso, y en los tiempos modernos tienen primacía ideologías "racionalistas".
Para las clases dominantes es necesario un velo, un camuflaje, para legitimar y ocultar la explotación y opresión. En ese sentido Mariátegui escribió en lenguaje freudiano: "Las clases que se han sucedido en el dominio de la sociedad han disfrazado sus móviles materiales con una ideología que abonada el idealismo de su conducta. Como el socialismo, consecuente con sus premisas filosóficas, renuncia a este indumento anacrónico, todas las supersticiones espiritualistas se amotinan contra él, en un cónclave del fariseísmo universal, a cuyas sagradas decisiones, sienten el deber de mostrarse atentos, sin reparar en su sentido reaccionario, intelectuales impávidos y universitarios ingenuos2".
Carlos Marx, según Mariátegui, "demostró que las clases idealizaban o enmascaraban sus móviles y que, detrás de sus ideologías, esto es, detrás de sus principios políticos, filosóficos o religiosos, actuaban sus intereses y necesidades económicas". Y líneas más adelante: "El vocablo "ideología" de Marx es simplemente un nombre que sirve para designar las deformaciones del pensamiento social y político producido por los móviles comprimidos3".
Lo anterior es evidente. El mundo mágico religioso fue la primera forma de buscar explicación a la existencia y hasta hoy se constituye en una forma de "ideología" con mayor arraigo en las muchedumbres. En palabras de Marx, la religión es una forma de filosofía popular. Cuando aparecen clases sociales antagónicas, las religiones no pueden sustraerse a sus conflictos y surge una religión oficial, -progresiva o reaccionaria- que responde a los intereses de la clase dominante. Al margen de ella, en la religiosidad popular ferviente e ingenua, junto a creencias y ritos más vulgares anidan creencias altruistas y proyecciones libertarias.
En sociedades precapitalistas, sobre todo las clases dominantes, hacían ostentación del lugar que ocupaban y de los privilegios que gozaban, atribuyendo todo, -como manto (ideológico) justificatorio-, a la voluntad de dioses y a la "nobleza" de "sangre" y "alcurnia". La voluntad humana se enajenaba en forma progresiva o conservadora a la ira o benevolencia de dioses por mediación de las religiones. En Europa a partir de los siglos catorce y quince, paralelamente a los descubrimientos geográficos e inventos científicos que en sí mismos contradecían las sagradas escrituras de la religión oficial, con la expansión del comercio y de la economía, -que dan origen al sistema mundial extremando las desigualdades y combinaciones- surgen en Europa los movimientos culturales del renacimiento y reforma (religiosa) sentando las bases para buscar la explicación a la vida en el hombre mismo, es decir en sus relaciones sociales, surgiendo las ciencias físicas naturales y sociales, surcadas de principio a fin por conflictos entre ideales conservadores y libertarios.
Desde el siglo diecinueve, vertientes de investigadores en las ciencias sociales pretenden ponerse al margen de la materia investigada, es decir, al margen de la sociedad, para supuestamente ser "neutrales" y "objetivos" al igual que los matemáticos o los científicos con respecto a la naturaleza. Conocidos como "positivistas", -con mentalidad progresiva o conservadora- intentan trasladar los métodos de los estudios naturales a los estudios sociales. Se destacan Augusto Comte, Durkheim, Saint Simon, por nombrar a tres de diversa filiación. El primero busca la felicidad humana en un mundo dirigido por científicos, el segundo asigna al ser humano estar congénitamente predispuesto a la criminalidad en una sociedad (burguesa) inmutable y eterna, y el tercero, que antecedió a los ya nombrados, socialista utópico predecesor del marxismo, busca la salvación por acción del hombre mismo, pero basado en modelos arbitrarios y hasta en la piedad de los poderosos.
Karl Mannheim (1893-1947) en su obra "Ideología y Utopía", decía que "utopía" es la proyección libertaría del devenir, mientras que "ideología" es la visión particular, parcial, fragmentaria de los intereses de determinada clase social. Reconocía la existencia de clases sociales progresivas, revolucionarias, cuando están en ascenso, y clases conservadoras, en decadencia, lo mismo que el advenimiento socialista como una necesidad para la sobre vivencia humana. También reconocía que las clases sociales tienen influjo (o presión) sobre el investigador social, pero minimiza la predisposición para buscar la verdad de las clases sociales en ascenso. A su criterio, la verdad es la síntesis de visiones de las diferentes clases sociales, creándose una síntesis de "múltiples determinaciones", proyectándose a un "desarrollo progresivo". ¿Quién o quienes son los encargados de realizar esa síntesis? Su respuesta es de la "inteligencia socialmente desligada", que a su entender están al margen de las clases sociales y que se puede encontrar en las universidades e institutos superiores de enseñanza. El paradigma de esto sería Hegel: "¿No fue Hegel, que aparece al final de una época relativamente cerrada, para sintetizar, en su propia obra las tendencias que hasta entonces se habían desarrollado independientemente4?".
Es cierto que Hegel sintetiza toda una experiencia histórica de constantes cambios en todos los ámbitos que en parte, por sí mismos, contradecían los preceptos feudales. Al inicio toma partido -mediante su concepción idealista dialéctica- por el progreso y el cambio, pero a la final, precisamente porque no comprendía el papel progresivo o reaccionario de las clases sociales, se encontró en un callejón sin salida porque al pretender que la realidad es la realización de las ideas que de modo autónomo, surgen en la mente, pone como meta al estado prusiano con el que se llegaría al final de la historia.
En general, la supuesta "inteligencia socialmente desligada", es parte del inmenso espectro de las capas medias que en su modo de vida oscilan entre la burguesía y la clase obrera, y en épocas de profundas crisis sociales optan por la revolución o la reacción. De esos sectores surgen, por lo general, los políticos profesionales de la burguesía y también falanges de ellas se adhieren a los intereses de las clases explotadas.
Como expresión política de las capas medias surgen movimientos o partidos políticos que en América Latina son denominados "populistas" y han llegado al poder muchas veces pero, atrapados entre el imperialismo de una parte, y los sectores populares de otra, a la final optan por el imperialismo. La revolución cubana quizá sea la excepción de un movimiento pequeño burgués que en el proceso de lucha, bajo circunstancias nacionales e internacionales favorables, enrumbó al socialismo. El sandinismo en Nicaragua siguió otro derrotero.
La posición de Mannheim recuerda al fundador del aprismo Haya de la Torre5, que cuando era joven decía que las clases medias y dentro de ellas los intelectuales, serían los caudillos de la revolución social indoamericana para arbitrar desde el "estado antiimperialista" (de todas las clases) el desarrollo de un capitalismo diferente al capitalismo de libre cambio y diferente al capitalismo imperialista, para que a la postre advenga el socialismo.
Haya de la Torre no confiaba en la clase obrera, pero esta clase en la acción, fue columna vertebral del aprismo primigenio de la heroicidad y las catacumbas. A la postre el Apra, al igual que todo movimiento pequeño burgués, presionado por intereses populares y por el imperialismo, claudican.
Cuando a inicios del siglo veinte la naciente clase obrera peruana intentaba organizarse en partido político, José de la Riva Agüero, uno de los más preclaros representantes de la oligarquía, se destacaba por su "sinceridad", de la cual carecen sus émulos de hoy. Reconocía que los partidos políticos encarnan determinados intereses de clase y que "…las ideas políticas no son nunca más que el símbolo o la expresión abstracta de determinados intereses6…"
A su criterio, el dominio de la oligarquía se legitimaba en lo que llamaba "derecho histórico" legado por los conquistadores, y para preservar ese "derecho", al mismo tiempo que deben ocultar la verdad, deben imponer la autoridad, es decir, la represión ("mano firme"). De lo contrario, "todos se convencerán de que sus desgracias son injusticias y echarán mano de todos los medios para sustraerse a su condición7…"
"Y si vuelven las revoluciones, todo estará perdido; no habrá salvación para nosotros8"
Para Riva Agüero no era necesario la creación de nuevos partidos políticos, menos que representen a la naciente clase obrera (que lo consideraba inmadura), ya que son suficientes los partidos de la oligarquía, -por esa época el Civil y el Democrático-, a lo cual Mariátegui9, lustros después, dijo que eso equivalía dejar el poder a la "gente decente", es decir, a una casta. En una carta a Luis Alberto Sánchez en el año 1929, Riva Agüero le decía: "Mucho más que conservador, que podría significar avenido a lo presente, he sido y soy reaccionario". Es decir, más que conservar el presente, intentaba dar marcha atrás las ruedas de la historia. Fiel a sus principios, en la década del treinta terminó enrolado en las bandas del fascismo musoliniano limeño.
¿De dónde proviene la sinceridad de Riva Agüero? De su mentalidad de casta colonial, porque en sociedades precapitalistas, sobre todo las clases y castas dominantes no ocultan sus privilegios, sino al contrario lo ostentan como simbología de dominio y legitimación.
Contrariamente a tendencias positivistas, reformistas, incluyendo algunas vertientes "marxistas", que en sus escritos se consideran "neutrales" ante los conflictos sociales, Mariátegui hace suyo la posición de los fundadores del socialismo científico que identifican su visión del mundo con los intereses de la clase obrera y demás clases explotadas, en tanto promotoras del cambio que confluye con los intereses del conjunto de la humanidad.
Para Carlos Marx las investigaciones sociales no pueden estar al margen de los intereses de clase. "En la Economía Política, la libre investigación científica tiene que luchar con enemigos que otras ciencias no conocen. El carácter especial de la materia investigada levanta contra ella las pasiones más violentas, más mezquinas y más repugnantes que anidan en el pecho humano: las furias del interés privado. La venerable iglesia anglicana, por ejemplo, perdona de mejor grado que se nieguen 38 de sus 39 artículos de fe que el que se prive de 1/39 de sus ingresos pecuniarios. Hoy en día el ateísmo es un pecado banal en comparación con el crimen que supone la pretensión de criticar el régimen de propiedad consagrado por el tiempo10"
Mariátegui se ufanaba que sus ideas expresan los intereses de las clases explotadas y oprimidas. En 1923, luego de su regreso de Europa, en su primera conferencia en las Universidades Populares Gonzáles Prada, dijo: "Yo no sé hablar unciosamente, eufemísticamente, como hablan los catedráticos y los diplomáticos. Tengo ante las ideas y los hechos una posición polémica. Yo estudio los hechos con objetividad; pero me pronuncio sobre ellos sin limitar, sin cohibir, mi sinceridad objetiva. No aspiro al título de hombre imparcial, porque me ufano al contrario de mi parcialidad, que coloca mi pensamiento, mi opinión y mi sentimiento, al lado de los hombres que quieren construir, sobre los escombros de la sociedad vieja, el armonioso edificio de la sociedad nueva11".
En la nota preliminar a la publicación de la "Escena Contemporánea" (1925) Mariátegui escribió: "Pienso que no es posible aprehender en una teoría el entero panorama del mundo contemporáneo. Que no es posible, sobre todo, fijar en una teoría su movimiento. Tenemos que explorarlo y conocerlo episodio por episodio, faceta por faceta. Nuestro juicio y nuestra imaginación se sentirán siempre en retardo respecto de la totalidad del fenómeno". Y en la "Advertencia" a los "7 Ensayos" (1928): "Mi pensamiento y mi vida constituyen una sola cosa, un único proceso. Y si algún mérito espero y reclamo que me sea reconocido es el de -también conforme un principio de Nietzche- meter toda mi sangre en mis ideas".
Más adelante, en el preámbulo al proceso de la literatura: "Mi crítica renuncia ha ser imparcial o agnóstica, si la verdadera crítica puede serlo cosa que no creo absolutamente. Toda crítica obedece a preocupaciones de filósofo, de político o de moralista"
"El espíritu del hombre es indivisible; yo no me duelo de esta fatalidad, sino, por el contrario, la reconozco como una necesidad de plenitud y coherencia. Declaro, sin escrúpulo, que traigo a la exégesis literaria todas mis pasiones e ideas políticas aunque, dado el descrédito y degeneración de este vocablo en el lenguaje corriente, debo agregar que la política para mí es filosofía y religión".
"Pero esto no quiere decir que considere el fenómeno literario o artístico desde puntos de vista extra estéticos, sino que mi concepción estética se unimisman, en la intimidad de mi conciencia, con mis concepciones morales, políticas y religiosas, y que, sin dejar de ser concepción estrictamente estética, no puede operar independientemente o diversamente12".
En toda interpretación, la simple erudición libresca no basta. "Sirven más la sensibilidad política y la clarividencia histórica. El crítico profesional considera a la literatura en sí misma. No percibe sus relaciones con la política, con la economía, la vida en su totalidad. De suerte que su investigación no llega al fondo, a la esencia de los fenómenos literarios. Y, por consiguiente, no acierta a definir los oscuros factores de su génesis ni de su subconsciencia13".
Los datos objetivos en sí mismos no bastan. Es la subjetividad y el sentimiento del investigador –inmerso en determinada promesa de vida- que los clasifica, los incorpora o los desdeña en su exposición. "La historia, en gran proporción, es puro subjetivismo y, en algunos casos, es casi pura poesía14".
Mariátegui reconocía que el arte, si bien no puede sustraerse a los conflictos de clase, -es decir, a la política-, tiene sus propias reglas y métodos, y es de acuerdo a ellas que deben ser juzgadas las creaciones. Trotsky tenía la misma opinión. Cuando en los primeros años de la revolución rusa tendencias dogmáticas y sectarias pretendieron que la política dicte normas al arte, escribió: "El arte y la política no pueden ser abordados del mismo modo. No porque la creación artística sea una ceremonia religiosa, como ha dicho alguien aquí irónicamente, sino porque tiene sus reglas y métodos, sus propias leyes de desarrollo, y sobre todo, porque en la creación artística los procesos subconscientes juegan un papel considerable, y esos procesos son más lentos, mas indolentes, más difíciles de dirigir, precisamente porque son subconscientes15".
En tanto la creación artística –sobre todo en poesía, narrativa o música– el subconsciente juega un gran papel, Trotsky y Mariátegui -reivindicando el psicoanálisis-, compartían la opinión de que un artista puede crear una obra contraria a sus concepciones políticas "racionalistas". En este sentido Trotsky16 señaló que la obra estéticamente mejor lograda del poeta ruso Mayakosky es "La Nube en pantalones", creada antes de la revolución, superior estéticamente a "Cientocincuenta millones", que el poeta lo creó pensando en ser el poema de la revolución. En el mismo sentido Mariátegui17 decía que el poeta Martín Adán, políticamente conservador y reaccionario, había creado una obra vanguardista progresiva. Al igual que en la estrategia del caballo del Troya, el poeta se introduce en los moldes del soneto clásico para destruirlo desde dentro, creando el anti-soneto.
Sin conocer en toda su dimensión los desgarramientos internos de sus gobernantes, Mariátegui alababa la libertad en la que se desenvuelve la creación de arte y literatura en la naciente Unión Soviética, donde las escuelas de vanguardia encuentran campo propicio para desarrollarse, recordando que el "sumo" poeta de la revolución, Mayakovsky, procede de la escuela futurista. En este sentido escribió: "Ni en la sede del capitalismo ni en la sede del socialismo, la ciencia pretende dictar leyes a la política ni al arte18". La sátira, la crítica, son eficaces y durables cuanto más logradas sean estéticamente las obras. Por eso "A la revolución los artistas y los técnicos le son tanto más útiles y preciosos cuanto más artistas y técnicos se mantienen19".
Es evidente que Mariátegui está distante de las posiciones positivistas que pretenden neutralidad frente a la problemática social y en igual medida es consciente de la especificidad de la obra de arte, con lo cual se distanciaba de lo que posteriormente sería la política oficial stalinista de subordinar la creación artística a mandatos del poder oficial.
El marxista italiano Antonio Gramsci en el mismo sentido hizo suya la idea de Benedetto Croce: "El arte es educador en cuento arte, y no en cuanto arte educador, porque en tal caso no es nada y la nada no puede educar20…"
Una cosa es que la política revolucionaria confluya con el arte y literatura que coadyuvan a dignificar la vida, y otra distinta es que se pretenda dominar y dictar normas a los artistas.
Cuando Mariátegui algunas veces alude de modo peyorativo a la "ciencia" y al "racionalismo", se refiere al sentido que estos conceptos adquieren en la filosofía "racionalista" burguesa, en sus inicios progresiva y revolucionaria -en lucha contra la feudalidad europea-, que Marx y Engels reconociendo sus virtudes primigenias –en tanto opuesto al dogma escolástico medieval- le dieron el apelativo de "materialismo mecanicista", "materialismo vulgar", "materialismo burgués", criticándolo por postrarse ante los "hechos", ante la "realidad", incapaz de proyectar el cambio radical hacia la libertad. El materialismo burgués –basado en el cientificismo, que desfigura los acontecimientos- deja de lado a la imaginación y voluntad humana. Por el contrario, para Carlos Marx, son los hombres quienes hacen la historia partiendo del ambiente en el cual se desenvuelven.
En "Prólogo" al libro "Tempestad en los andes" (Lima, 1927) de Luis E. Valcárcel, Mariátegui escribe: " no es la civilización, no es el alfabeto del blanco, lo que levanta el alma del indio. Es el mito, es la idea de la revolución socialista".
No se trata de una actitud que rechaza a la ciencia o a la civilización universal en lo que coadyuve a mejorar la existencia, sino que en la idea citada, "civilización" y "alfabeto" se refiere al sistema opresivo, de dominio que oprime a los pueblos por diversidad de medios, desde el uso de la violencia de las armas a la religión oficial, al sistema educativo, a los grandes medios de comunicación, etc. En este contexto para Mariátegui el indio alfabetizado dentro de la "civilización del blanco" se pone al servicio de sus opresores. Por eso la solución a los problemas de las mayorías no es un tema meramente moral, educativo o religioso, sino un cambio radical en todos los ámbitos, comenzando por la reivindicación de los medios de vida, es decir, de la propiedad de la tierra. Y el nuevo mito, el ideal socialista, no es arbitrario, porque surge de las entrañas de la sociedad, cuya realización sólo es posible reivindicando todo el legado libertario de la humanidad.
Mariátegui tampoco rechaza a la civilización occidental, sino al contrario, reconoce que formamos parte de ella, en la que se contraponen las luchas libertarias y reaccionarias. Por eso critica a intelectuales que llaman a "repudiar" a la "corrompida y decadente" civilización occidental y en particular a la europea, sin tener en cuenta que ciencia, técnica, religión, ideologías, libertarias y conservadoras han surgido de su seno.
Mariátegui fallece el 16 de abril de 1930 criticando la mentalidad de casta de la oligarquía, al reformismo de Haya de la Torre que por ese entonces se reclamaba marxista, y a la Tercera Internacional estalinista, aunque no llegó a procesar en su real dimensión la degeneración burocrática en la Unión Soviética que abarcó todos los ámbitos, incluyendo el arte y la ciencia.
En el terreno del conocimiento, si para el positivismo del siglo diecinueve el investigador social debe ser neutral ante los conflictos sociales, intentando poner a la naturaleza como molde de la sociedad, la burocracia stalinista, según Michael Lowy21, hizo lo contrario, extremando la politización de las ciencias físico naturales, apareciendo raras "ciencias", entre ellas, la física, la biología, la química, etc., "proletarias", "socialistas", supuestamente superiores a sus homólogas del occidente capitalista, a las que echaban al "basurero de la historia" al igual que a todas las artes tachadas de decadentes, incluyendo el legado de culturas primigenias. En Rusia poetas como Pushkin, fueron tachados de decadentes. Y el padre de todas las ciencias y letras resultó ser… Stalin.
Las vanguardias artísticas (a las que Mariátegui elogiaba su libre desenvolvimiento en los primeros años de la revolución) fueron desterradas al igual que el freudismo.
Del mismo modo que se instituyó por decreto una "ciencia proletaria", se instituyó un "arte proletario" primero, y luego un "arte socialista", ya que para Stalin, Rusia a mediados de la década del treinta había superado al capitalismo, constituyéndose en una sociedad socialista, en tiempos en que se agudizaron las contradicciones sociales y se aniquiló a la plana mayor bolchevique (1936-1938) acusándolos de "espías", "fascistas", "agentes del imperialismo ", etc. Trotsky, entonces en el exilio, -había sido deportado en 1929-, era el principal acusado.
Lenin murió (en enero de 1924) preocupado por la degeneración de la revolución, enviando cartas pidiendo se destituya a Stalin del cargo de secretario general del partido bolchevique y de encargado de las nacionalidades no rusas, a las que trataba con prepotencia. Contrariamente a eso, Stalin se afianzó en el poder.
Trotsky, el crítico marxista más coherente contra el estalinismo, señaló que socialismo sólo es posible construir asimilando el legado progresivo del conjunto de la humanidad, con mucha mayor razón en países como Rusia donde las mayorías recién estaban aprendiendo el abecedario. Sobre el arte escribió: "El arte, como la ciencia, no solo no buscan dirección –se refiere a la tutela, cuando pretenden imponer normas a la creación– sino, por su propia naturaleza, no la pueden soportar. La creación artística obedece a sus propias leyes, aun cuando se pone conscientemente al servicio de un movimiento social. Una creación espiritual auténtica, es incompatible con la mentira, la hipocresía y el espíritu acomodaticio. El arte puede ser el gran aliado de la revolución en la medida que sea fiel así mismo. Los poetas, los artistas, los escultores, los músicos, encontrarán por sí mismos sus propias vías y sus métodos, si el movimiento emancipador de las clases y de los pueblos oprimidos disipa las nubes del escepticismo y del pesimismo, que hoy ensombrecen el horizonte de la humanidad22".
NOTAS
1. – Engels: "Introducción a la Dialéctica de la Naturaleza". Incluido en, Marx, Engels: "Obras escogidas". Editorial Progreso, Moscú, p. 255-1566. :
2.- Mariátegui: "Defensa del Marxismo", Lima, 1976, p. 105.
3.- Ibid. pp. 79, 80.
4.- Mannheim, Karl: "Ideología y Utopía". Ed. Aguilar, Madrid, 1973, pág. 154.
5.- Sobre esto: "Haya de la Torre y Mariátegui" del presente estudio.
6.- José de la Riva Agüero: "Carácter de la Literatura del Perú Independiente" (tesis de 1905 en la UNMSM). Edición de la PUCP, Lima, 1962, p. 245
7.- Ibid., p. 251
8.- Ibid., p. 247
9.- Mariátegui: "El proceso de la literatura", en "7 Ensayos".
10. – Marx: "Prólogo" al primer volumen de "El Capital"
11. – Mariátegui: "La Paz de Versalles y la Sociedad de Naciones". En, "Historia de la Crisis Mundial".
12.- Mariátegui: "El Proceso de la Literatura", en los "7 Ensayos", p.199.
13.- Mariátegui: Ob. Cit., p. 214
14.- Mariátegui: "El rostro y el alma del Tawantinsuyo", en "Peruanicemos al Perú".
15. – Trotsky: "El Partido y los Artistas". En "Sobre Arte y Cultura", Alianza Editorial, Madrid, 1974.
16.- Trotsky: "El futurismo". Ob. Cit.
17.- Mariátegui: "Defensa del disparate puro", "El Anti-soneto". En "Peruanicemos al Perú".
18.- Mariátegui: "Historia de la Crisis Mundial", pág. 201.
19. – Mariátegui: "El Alma Matinal", pág. 200.
20. – Gramsci, Antonio: "Literatura y Vida Nacional", Ed. Lautaro, Buenos Aires, 1961, pág. 26.
21.- Lowy, Michael: "Objetividad y Punto de Vista de Clase en las Ciencias Sociales".
22. – Trotsky: Ob. Cit: "Carta a la redacción de la revista Partisana Reve", 17de julio de 1938.
II.- EL TAWANTINSUYO
En el devenir peruano se evidencian dos procesos. El primero, de desenvolvimiento autónomo1, que desembocó en la formación del Tawantinsuyo; y el segundo, cuando a partir del descubrimiento, conquista y usurpación de territorios, se inicia el desenvolvimiento basado en el colonialismo, inmerso en la formación de un sistema mundial de desigualdades y combinaciones en el cual emerge el capitalismo.
A la sociedad incaica Mariátegui lo denomina "comunismo" o "socialismo", término usual en pensadores de distinta filiación, entre ellos, integrantes del movimiento indigenista entonces en ascenso2.
"Todos los testimonios históricos -escribe Mariátegui- coinciden en la aserción de que el pueblo inkaico -laborioso, disciplinado, panteísta y sencillo- vivía con bienestar material. Las subsistencias abundaban; la población crecía. El imperio ignoró radicalmente el problema de Malthus. La organización colectivista, regida por los Inkas, había enervado en los indios el impulso individual; pero había desarrollado extraordinariamente en ellos, en provecho de éste régimen económico, el hábito de una humilde y religiosa obediencia a su deber social. Los Inkas sacaban toda la utilidad posible de esta virtud de su pueblo, valorizaban el vasto territorio del Imperio, construyendo caminos, canales, etc., lo extendían sometiendo a su autoridad tribus vecinas. El trabajo colectivo, el esfuerzo común, se empleaba fructuosamente en fines sociales3".
En su generalidad, en el ambiente marxista de esa época, se reconocía la existencia del comunismo primitivo, del esclavismo, del feudalismo y del capitalismo. El "comunismo" incaico no tenía cabida en esas categorías porque era diferente al "comunismo primitivo" que Engels, en "El origen de la familia, de la propiedad y del estado", lo definió como una organización tribal (comunal) sin clases sociales y sin estado, y también diferente al comunismo de la era industrial conforme al proyecto marxista. Mariátegui era consciente de todo esto, pero utilizó el término para diferenciarlo de otras culturas primigenias. Si bien existía un estado teocrático presidido por el inca, descendiente del Dios sol, la singularidad estaba en las relaciones comunales de propiedad y en la planificación. Además, Mariátegui fue el primero en compararlo con las "sociedades asiáticas", "afines sino consanguíneas con la sociedad incaica", señalando el quietismo e inmutabilidad de las formas comunales: "Hay épocas en que parece que la historia se detiene. Y una misma forma social perdura, petrificada, muchos siglos4".
Mariátegui conoció un pasaje de Marx que se refiere a la sencillez de las sociedades asiáticas, que si desaparecen, vuelven a restaurarse "en el mismo lugar y con el mismo nombre". Siendo esta la explicación de la "inmutabilidad de las sociedades asiáticas que contrasta de un modo tan sorprendente con la constante disolución y transformación de los Estados de Asia, y con su incesante cambio de dinastías. A la estructura de los elementos básicos de la sociedad no llegan las tormentas amasadas en la región de las nubes políticas5".
Posteriormente se conocieron escritos de Carlos Marx sobre las sociedades asiáticas que los estudiosos lo han llamado "modo de producción asiático6" y hasta tienden a incluir dentro de ése régimen a la sociedad Incaica. Al respecto, Agustín Barcelli escribía: "El imperio fundado por los incas reviste los caracteres propios del modo de producción asiático. La base económica del imperio incaico estaba constituida por el ayllu, auténtica comunidad agraria que gozaba de una auténtica autarquía económica, pero sometido al severo control de un estado, que aprovechando la necesidad de grandes obras públicas -irrigaciones, andenes, caminos- actuaba como propietario de la tierra y usando su función de administrador y orientador imponía a la masa del pueblo la entrega de un plus producto en beneficio de una nobleza parasitaria7".
Podemos sintetizar la propuesta de Mariátegui en las siguientes características:
a) la célula de la sociedad eran los ayllus o comunas agrícolas, en posesión común de la tierra, trabajándola igualmente en común. Estos ayllus precedieron a la sociedad incaica, sobrevivieron a la colonia, y en la república se proyectan al socialismo de la era industrial.
b) Por encima de los ayllus se alzaba el estado teocrático, representado por el Inca, hijo del dios sol, la máxima divinidad dentro de la religión politeísta, siendo dueño de tierras y demás riquezas que los repartía a sus súbditos, los mismos que no los podían enajenar ni heredar.
c) El gobierno (estado) se encargaba de dirigir el proceso económico social, al igual que la construcción de infraestructura: caminos, puentes, canales de irrigación, templos, fortalezas, etc. En reciprocidad, el pueblo tenía que trabajar las tierras de la nobleza y de los dioses (sol y luna).
d) La religión politeísta, animista, pragmática, antes que creencia metafísica, era un código moral. "La religión se resolvía en lo social". "La teocracia descansaba en lo ordinario y en lo empírico no en la virtud taumatúrgica de un profeta ni de su verbo. La religión era el estado".
La religión oficial, antes que imposición, fue organizada confluyendo con la religiosidad popular, es decir, no contrariaba tradiciones y costumbres populares legadas de épocas anteriores. Los dioses inkas "reinaron sobre una muchedumbre de dioses menores que, anteriores a su imperio y arraigados en el suelo y el alma indios, como elementos instintivos de una religiosidad primitiva, estaban destinadas a sobrevivirles"… "El "totemismo", consustancial con el "ayllu" y la tribu, más perdurable que el Imperio, se refugiaba no sólo en la tradición sino en la sangre misma del indio. La magia, identificada como arte primitivo de curar a los enfermos, con necesidades e impulsos vitales, contaba con arraigo bastante para subsistir por mucho tiempo bajo cualquiera creencia religiosa8".
Siguiendo a Frazer, Mariátegui dice que el mundo de la magia, universo en el cual el hombre, inmerso en la naturaleza, buscaba el "milagro" (por ejemplo disfrazándose de su presa que iba a cazar), antecedió a las religiones, que en su acepción más metafísica, buscan la salvación en el más allá. El sentimiento religioso andino para Mariátegui, -"que no interroga a la razón sino a la naturaleza"- no se había separado del mundo mágico consustancial con el animismo, el totem y el tabú, que sobrevivió a la destrucción del sistema político incaico. En este sentido Diego Meseguer escribe: "El derrumbe del sistema incaico supuso también la destrucción del sistema religioso del indio, como sistema político, pero no de las creencias más profundas de éste. El indio siguió creyendo en ellas a través de la nueva religión que le fue impuesta9".
Podemos decir que si bien hay semejanza entre las sociedades asiáticas ("modo de producción asiático") y la sociedad incaica, en cuanto al papel del estado y al gobierno teocrático despótico, que se alza por encima de las comunas, dirigiendo grandes construcciones cívico religiosas, pero también existen diferencias fundamentales: La principal, la planificación económico social adecuaba a la biodiversidad de la naturaleza con unidades productivas autónomas, sobre todo en los andes, desde los valles interandinos en el lecho de los ríos a las montañas que bordean los cielos a más de cuatro mil metros de altura, -es decir, diversidad de "pisos ecológicos"- asegurándose variedad de productos para auto abastecerse. No existía comercio generalizado, sino trueque, consustancial con la reciprocidad y cooperación, entre las gentes del común y entre pueblos.
El éxito es incuestionable. La única cultura primigenia en el ámbito universal que logró solucionar el problema del hambre.
El calificativo de sociedad esclavista a la sociedad incaica postulada entre otros por Emilio Choy, no es convincente. Ante la ausencia de propiedad privada y de propietarios de esclavos como en la antigua Grecia y en el imperio romano, Choy dice que el amo era el estado, el Inca, que tenía en propiedad a millones de "esclavos" incidiendo en el autoritarismo y en el despotismo de los autócratas.
Esa posición es difícil de sostener, porque los historiadores registran esclavitud o gérmenes de esclavitud en ciertos estratos de la sociedad incaica, entre ellos en el seno de la servidumbre (los "yana") que podían llegar a ser considerados propiedad de familias nobles, y entre los mitimaes, formados por poblaciones que como castigo por su rebeldía eran enviados a determinados lugares, aunque también -los mitimaes- estaban formados por poblaciones adictas al inca, trasladadas para vivir en regiones conflictivas con el fin de neutralizar a los rebeldes mediante la convivencia.
Gérmenes de esclavitud existían, pero no puede ser generalizado ni siquiera en los sectores antes mencionados. La mayoría de pobladores en el Tawantinsuyo pertenecía a los ayllus. Los comprendidos entre los 25 a 50 años estaban obligados a pagar el tributo, generalmente en trabajo, en las tierras del Inka y de los dioses (Sol y Luna). Una de las formas de división social del trabajo era por la edad, en la que por ejemplo, ancianos, niños o jóvenes, cumplían labores acordes a su fortaleza.
Actualmente el planteamiento de un esclavismo incaico proviene más que de un análisis coherente, de la fobia por parte de sectores reaccionarios y conservadores que así pretenden restar méritos al pasado indígena; y por otra parte, proviene de la escolástica estalinista que solamente reconoce en todo el devenir humano al comunismo primitivo, al esclavismo, al feudalismo y al capitalismo. Por eso, el "modo de producción asiático" para ellos, es sinónimo de esclavismo y el "comunismo inkaico" es una herejía imperdonable, por lo que lo acomodan en el esclavismo.
Notas
1.- En el devenir primigenio existió un desenvolvimiento autónomo, desigual y paralelo entre culturas que incluso no se conocían. Esto lo abordamos en: "Desenvolvimiento autónomo desigual y paralelo" y "Desenvolvimiento desigual y combinado" (Capítulos de nuestro estudio: "Barbarie y Modernidad: El Perú en la globalización capitalista")
2.- Meseguer Illan, Diego: "José Carlos Mariátegui y su Pensamiento Revolucionario".
3.- Mariátegui: "7 Ensayos", pág. 9.
4. – Mariátegui: "7 Ensayos", pág. 292.
5. – Marx, Carlos: "El Capital", F.C.E., Méjico, 1975, tomo I, pág. 292.
6.- Un análisis de la posición de Marx sobre el modo de producción asiático se encuentra en Ernest Mandel: "La Formación del Pensamiento Económico de Marx, de 1843 a la redacción de "El Capital": Estudio Genético". Siglo XXI Editores, Méjico.
7.- Barcelli, Agustín: "Compendio Gráfico de Economía Marxista". N° 1: "Modos de Producción Pre-capitalistas". 2° edición, Lima, 197(?), p. 12. Lamentablemente está inédito un estudio amplio del mismo autor.
Maurice Godelier en su ensayo: "¿Qué es definir una formación económica social? El ejemplo de los incas", sindica a la sociedad incaica en los moldes del modo de producción asiático. Incluido en, Autores Varios: "La categoría de "Formación económica social". Colección "r", Méjico, 1973.
8.- Mariátegui: "7 Ensayos", ("El Factor Religioso")
9.- Diego Meseguer: Ob. C. p. 185.
III.- EL FEUDALISMO COLONIAL
Mariátegui1 elogia al navegante italiano Cristóbal Colón en su cualidad de aventurero y "pionner" considerando que "América ingresó a la historia mundial, cuando Colón lo reveló a Europa". Esto es cierto, pero no se debe olvidar a los primeros seres humanos -los verdaderos descubridores de América- que llegaron a este continente, por el norte, a través del estrecho de Bering, aprovechando los inviernos que congelaban las aguas; y por el sur, desde Oceanía surcando los mares, a lo cual hoy se suma la hipótesis de una nueva ruta, desde Europa hacia Norteamérica bordeando aguas congeladas del Océano Atlántico. Poblaron estas tierras creando las primeras culturas. Miles de años después, en otras condiciones, el "descubrimiento" de América por los europeos da nacimiento al sistema mundial en el cual surge el capitalismo.
El descubrimiento y conquista rompe el desenvolvimiento autónomo de las culturas americanas, surgiendo el sistema mundial del cual es imposible separarse. Los territorios que formaron el Tawantinsuyo son incorporados a ese sistema inmerso en el colonialismo, sin que la independencia del dominio español sea una ruptura: "mientras la conquista engendra totalmente el proceso de la formación de nuestra economía colonial, la Independencia aparece determinada y dominada por ese proceso2".
Un cambio radical del devenir adviene con la conquista: "Una economía indígena, orgánica, nativa, se forma sola. Ella misma determina espontáneamente sus instituciones. Pero una economía colonial se establece sobre bases en parte artificiales y extranjeras, subordinada al interés del colonizador. Su desarrollo regular depende de la aptitud de éste para adaptarse a las condiciones ambientales o para transformarlas3".
El término "orgánico" implica que modo de vida e instituciones han surgido de las contradicciones internas de una sociedad, y por su autonomía pueden llevar hasta el fin las relaciones surgidas en su seno. La parte final de la idea de Mariátegui – "Su desarrollo regular depende de la aptitud de éste para adaptarse a las condiciones ambientales o para transformarlas"- se refiere al impacto de la conquista que puede dejar subsistir el modo de vida de los conquistados o transforma ese modo de vida de acuerdo a sus necesidades, o ambas cosas coexisten y se combinan, lo cual -en un texto no conocido en los tiempos de Mariátegui- había sido esbozado por Marx: "En cuanto a las conquistas hay tres posibilidades. El pueblo conquistador impone al conquistado su propio modo de producción (lo que los ingleses hicieron en Irlanda en nuestra época, y en un grado menor en la India); o bien deja subsistir el antiguo modo de producción y se contenta con extraer un tributo (a la manera de los turcos y los romanos; o bien se establece una interacción que da lugar a una forma nueva, una síntesis (lo cual realizaron las conquistas germánicas en algunos países")4.
La segunda posibilidad, el cobro de un tributo dejando subsistir el modo de producción aborigen por parte de los conquistadores se adecúa mejor a sociedades o culturas de desenvolvimiento autónomo y paralelo, mientras que en el moderno sistema mundial que entrelaza lo adelantado y atrasado, el impacto de las conquistas impone un nuevo modo de producción o altera en forma sustancial el antiguo modo de producción, y ambos procesos se pueden amalgamar coexistiendo y combinándose inmersos en el colonialismo, como el caso de los territorios andinos.
Mariátegui hace la comparación entre los colonizadores ingleses y españoles: "Mientras en Norte América la colonización depositó los gérmenes de un espíritu y una economía que se plasmaban entonces en Europa y a las cuales pertenecía el porvenir, a la América española trajo los efectos y los métodos de un espíritu y una economía que declinaban ya y a los cuales no pertenecía sino el pasado".
"El español no tenía las condiciones de colonizador del anglo-sajón. La creación de EE.UU. se presenta como la obra del pioneer. España después de la epopeya de la conquista no nos mandó casi sino, nobles, clérigos y villanos". Los colonizadores en Estados unidos trabajaban la tierra. Los españoles se sentían "señores", y la codicia por los metales preciosos los remontó a los andes, descuidando lo esencial, la producción agrícola. "Una economía, una sociedad, son la obra de los que colonizan y vivifican la tierra; no de los que precariamente extraen los tesoros de su subsuelo5".
Además de lo anterior, para Mariátegui la conquista y colonización española, más que empresa económica, fue promovida por hechos políticos, militares y religiosos. Por eso los conquistadores destruyeron toda la maquinaria de producción incaica sin reemplazarla por otra mejor. "La sociedad indígena, la economía incaica, se descompusieron y anonadaron completamente al golpe de la conquista. Rotos los vínculos de su unidad, la nación se disolvió en comunidades dispersas. El trabajo indígena cesó de funcionar de un modo solidario y orgánico. Los conquistadores no se ocuparon casi sino de distribuirse y disputarse el pingüe botín de guerra. Despojaron los templos y palacios de los tesoros que guardaban; se repartieron las tierras y los hombres, sin preguntarse siquiera por su porvenir como fuerzas y medios de producción"
"Sobre las ruinas y los residuos de una economía socialista, echaron las bases de una economía feudal6", sin las virtudes, pero con todos los vicios de la decaída metrópoli.
La mentalidad de unos y otros -ingleses y españoles- se fundamenta según Mariátegui, en la religión. En Europa, mientras el catolicismo representaba al régimen declinante del feudalismo, el protestantismo representa un nuevo orden. "El protestantismo aparece en la historia, como la levadura espiritual del proceso capitalista. La reforma protestante contenía la esencia, el germen del estado liberal. El protestantismo y el liberalismo correspondieron como corriente religiosa y tendencia política respectivamente, al desarrollo de los factores de la economía capitalista7".
Mariátegui cita a Engels que en "Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico" decía: "La reforma de Calvino respondió a las necesidades de la burguesía más avanzada de la época. Su doctrina de la predestinación era la expresión religiosa del hecho de que, en el mundo comercial de la competencia, el éxito y el fracaso no dependen ni de la actividad ni de la habilidad del hombre, sino de circunstancias no subordinadas a su control8". Y en líneas posteriores cita a Marx que en "El Capital" escribía: "El sistema de la moneda es esencialmente católico, el del crédito eminentemente protestante. Lo que salva es la fe: la fe en el valor monetario considerado como el alma de la mercadería, la fe en el sistema de producción y su ordenamiento predestinado, la fe en los agentes de la producción que personifican el capital, el cual tiene el poder de aumentar por sí mismo el valor. Pero así como el protestantismo no se emancipa casi de los fundamentos del catolicismo, así el sistema del crédito no se eleva sobre la base del sistema de la moneda9".
Es indudable que los reformadores (protestantes) jugaron un gran papel como levadura espiritual en el desarrollo capitalista, pero su éxito no fue igual en todos los países europeos menos en las colonias. Frente a la escolástica tradicional en decadencia representado por el Papa de Roma que además de tierras y otras riquezas monopolizaba la interpretación de las "sagradas escrituras" (Biblia), el "libre albedrío" (individual) reivindicado por reformadores como Martín Lutero para interpretarla, confluye con ideales "racionalistas" rebeldes en franca lucha contra el régimen feudal de estamentos y castas que se legitimaba en la "alcurnia" y en la sangre "noble". El catolicismo ofrecía recompensas y premios para la otra vida, mientras que vertientes protestantes como el calvinismo enseñaba que el éxito individual en los negocios puede ser señal de haber alcanzado la gracia de Dios, trasladando los premios de los cielos a la tierra, promoviendo el ascenso social a través del individuo y la riqueza.
Mariátegui olvida mencionar que en Europa, al margen de la religión oficial y de los reformadores adocenados al naciente orden capitalista como Lutero o Calvino, surgieron vertientes, sobre todo en el campo, designadas peyorativamente de sectas, que intentaron crear el paraíso bíblico en la tierra, siendo reprimidos para dar libre paso al desarrollo capitalista. Lutero y Calvino, además de condenar a los subversivos, en parte, competían con los católicos (Santa Inquisición) en perseguir a sabios, pensadores y artistas porque sus acciones, creaciones y descubrimientos no concordaban con sus dogmas.
Si bien el protestantismo actuó como levadura espiritual contra la feudalidad europea, para su éxito en el desenvolvimiento capitalista en diversos países se debe tener en cuenta el trasfondo social, la estructura de clases. Solamente así se puede explicar porqué Alemania, conjuntamente a Francia, cunas del protestantismo no tuvieron éxito en el desenvolvimiento capitalista del siglo diecinueve, pero si países como Inglaterra, Holanda, o Estados Unidos de Norteamérica.
Para los casos de Inglaterra y Estados Unidos, -en un texto que Mariátegui no conoció-Trotsky aludía al papel de ideología revolucionaria en que devino una vertiente religiosa: "El súbdito inglés, luchando por su derecho a luchar con el devocionario que mejor le pareciese, luchaba contra el rey, contra la aristocracia, contra los príncipes de la iglesia y contra Roma. Los presbiterianos y los puritanos de Inglaterra estaban profundamente convencidos de que colocaban sus intereses terrenales bajo la suprema protección de la providencia divina. Las aspiraciones por las que luchaban las nuevas clases confundíanse inseparablemente en sus conciencias con los textos de la Biblia y los ritos del culto religioso. Los emigrantes del Maiflower llevaron consigo al otro lado del océano esta tradición mezclada con su sangre. A esto se debe la fuerza excepcional de resistencia de la interpretación anglosajona del cristianismo. Y todavía hoy es el día en que los ministros "socialistas" de la Gran Bretaña encubren su cobardía con aquellos mismos textos mágicos en que los hombres del siglo XVII buscaban una justificación para su bravura10".
Sobre la propuesta de Mariátegui, Diego Meseguer Illan11 escribe que su criterio de privilegiar en demasía los aspectos religiosos y militares para la conquista en desmedro de los económicos sociales se asemeja a la posición "esteticista" de pensadores como Vasconcelos o waldo Frank, lo que es más que evidente. Sin embargo, esto no borra las diferencias entre los puritanos en gran parte rebeldes, que llegan a Norteamérica, con los conquistadores españoles sedientos de poder y de riqueza con mentalidad aristocrática feudal.
En Estados Unidos, de baja densidad de población aborigen, los conquistadores protestantes ingleses eliminaron a los aborígenes, y a los sobrevivientes los segregaron en "reducciones de indios". Trasladaron o implantaron instituciones y formas de producción competitivas, bases para el ulterior desenvolvimiento que lo encumbró a primera potencia mundial. Pero esto no sucedió en otras conquistas de los ingleses ni de otros países protestantes como los holandeses, que en condiciones sociales diferentes a la de Norteamérica se valieron de las más variadas formas de explotación del trabajo, con los métodos más arcaicos, y en cuanto a genocidios, no se quedaron atrás respecto a los españoles. En África del sur, España, Inglaterra, Francia y Holanda, en forma moderna y "civilizada", mediante tratados bendecidos por religiones oficiales -católica y protestante- se repartieron áreas de influencia para el tráfico y caza de seres humanos que por el sólo hecho del color de su piel los convierten en esclavos. Ninguna potencia podía estar ausente de uno de los negocios más rentables de la época12.
Volviendo a Mariátegui, escribe que pasados los tiempos heroicos de la conquista mediante cruzados y militares, llegaron mentalidades adocenadas, burocráticas, para administrar la colonia, imponiendo una feudalidad, "que reproducía con sus vicios y sin sus raíces, el de la decaída metrópoli13". (En el mismo sentido Víctor Andrés Belaúnde, aludiendo a la pobreza espiritual, dijo que el feudalismo colonial fue "sin religión, sin poesía y sin gloria").
Los conquistadores para Mariátegui no supieron apreciar a la persona humana ni siquiera como fuerza de trabajo, exterminando a la mayor parte. "Bajo una aristocracia indígena, los nativos componían una nación de diez millones de hombres, con un estado eficiente y orgánico cuya acción arriba a todos los ámbitos de su soberanía; bajo una aristocracia extranjera los nativos se redujeron a una dispersa y anárquica masa de un millón de hombres caídos en la servidumbre y el felahismo14".
Diezmada la población por el genocidio: "Recorrieron entonces al sistema más anti social y primitivo de colonización: el de la importación de esclavos. El colonizador renunciaba así, de otro lado, a la empresa para la cual antes se sintió apto el conquistador: la de asimilar al indio. La raza negra traída por él le tenía que servir, entre otras cosas para reducir el desequilibrio demográfico entre el blanco y el indio". Pero la esclavitud también fracasa como empresa económica: "la esclavitud, destinada a fracasar como medio de explotación y organización económicos de la colonia, a la vez que reforzar un régimen fundado sólo en la conquista y en la fuerza15".
Nicomé de Santa Cruz16 señala que los negros, en su expresión de "ladinos" ("aculturados", convertidos al cristianismo y que hablaban latín) llegaron desde España y Portugal junto a los primeros conquistadores, muchos de ellos en calidad de lugartenientes. Su suerte fue cambiando en el conjunto de América, convirtiéndose en esclavos, sobre todo donde existían "plantaciones" (haciendas que producían a gran escala para el mercado, nacional e internacional, entre ellas, del azúcar). En el Perú, durante las guerras civiles entre conquistadores, los negros estuvieron con uno y otro bando. Cuando el conquistador español Francisco Hernández Jirón se rebela contra la corona (1554), ofreció libertad a todos los negros que se enrolen en sus ejércitos, pero fue derrotado. Con el correr del tiempo a los negros "ladinos", dice Santa Cruz, se añadieron en forma cada vez más creciente los negros "bozales" arrancados directamente de su suelo en el Africa.
Para Mariátegui en la formación social colonial coexisten y se combinan la feudalidad impuesta por los españoles, formas comunales herencia de la sociedad inca transformadas para servir al colonialismo, y formas esclavistas originados sobre todo con el tráfico de aborígenes africanos negros. La acumulación de capital usurario y comercial se hace en base a relaciones de trabajo pre capitalistas.
Sobre el desenvolvimiento cultural argumenta Mariátegui que consumada la tragedia de Cajamarca, destruida la teocracia incaica, "se esboza una nueva teocracia, en la que el latifundio, mandato económico, debía nacer de la "encomienda", mandato administrativo, espiritual y religioso. Los frailes tomaron solemne posesión de los templos incaicos. Loa dominicos se instalaron en el templo del Sol, acaso por cierta predestinación de orden tomista, maestra en el arte escolástico de reconciliar al cristianismo con la tradición pagana17".
A diferencia de Norte América, razona Mariátegui, donde los colonizadores no tuvieron a quién catequizar y la religiosidad se resolvía en lo individual, en lo pragmático, en el Perú la catequización, la extirpación de idolatrías, se realizó sobre la base de una gran organización eclesiástica de "cruzados" que se aventuran a los diversos territorios. Encargados de la cultura, fundaron la primera universidad de América, enseñaron artes y oficios, establecieron cultivos y obrajes, destacando los jesuitas que, como misioneros en tierras del Paraguay organizaron a los indígenas en prósperas empresas hasta su expulsión en 1767.
Pero la metafísica cristiana para Mariátegui, fue impotente frente al politeísmo y animismo de las poblaciones andinas que sobrevivió a la religión oficial inca. Lo que más atrajo de la religión católica fueron las festividades, los rituales, los decorados.
Los críticos a la propuesta de Mariátegui pueden argumentar que la prioridad de la conquista fue la explotación del oro y la plata bajo un régimen de trabajo que lindaba con la esclavitud. Sin embargo lo decisivo, además de las relaciones en la explotación del trabajo de las mayorías basado en la servidumbre, es la organización social jerárquica basada en estamentos y castas y la forma en que deviene la vida cotidiana propia de regímenes con ideas y mentalidad feudal refrendada en la organización de sus instituciones públicas y privadas. A diferencia del feudalismo europeo con clases sociales e instituciones surgidas en forma orgánica de sus contradicciones internas, en la feudalidad colonial las clases dominantes han sido impuestas, lo cual, unido a la mentalidad racista que origina la dualidad racial cultural, ahonda las contradicciones sociales, por lo que el dominio y explotación se funda en la violencia. En este escenario los conflictos entre conquistadores y conquistados son a la vez entre clases y entre culturas por lo que en lucha para expulsar a los españoles surgieron dos vertientes: la indígena que fracasa, y la criolla que triunfa y preside las repúblicas "independientes", al margen y en contra de las mayorías.
Sobre las conquistas debemos aclarar que en épocas pre capitalistas, inmersos en el desenvolvimiento autónomo y paralelo, cuanto menos entrelazados estén los pueblos por lazos económicos y comerciales, mayor es la probabilidad que los conquistadores respeten el modo de vida de los conquistados, manteniendo gran autonomía el proceso económico social, a la que imponen un tributo. La formación del sistema económico mundial como base del surgimiento y desarrollo capitalista impide esa probabilidad porque se forma una economía entrelazada del país conquistador y del país conquistado mediante la división internacional del trabajo. El país colonizado queda como periferia "pobre" especializado en la explotación de materias primas con las relaciones de trabajo más rudimentarias y arcaicas. Este proceso de sometimiento y empobrecimiento se realiza por la violencia extrema legitimándose básicamente con la religión oficial y en un elemento nuevo: el racismo que, acorde al progreso de las ciencias, sobre todo en el siglo diecinueve, se reclama científico. La religión oficial se adecua a los intereses de los conquistadores, extremando su degradación respecto de su labor progresiva y humanista. Carlos Marx18 en su exposición del papel del colonialismo legitimado por la religión oficial hace suya la denuncia de W. Howitt: "Los actos de barbarie y de desalmada crueldad cometidos por las razas que se llaman cristianas contra todas las religiones y todos los pueblos del orbe que pudieron subyugar, no encuentran precedente en ninguna época de la historia universal, ni en ninguna raza, por salvaje e inculta, por despiadada y cínica que ella sea".
Las conquistas árabes a España y Europa antes del surgimiento del sistema mundial –desde el siglo siete al siglo catorce- permitió cierta autonomía económica a los colonizados (españoles), y en el plano cultural, la religión oficial de los conquistadores, el Islam, toleraba y convivía con cristianos y judíos. No existió "extirpación de idolatrías". Los árabes difundieron su cultura y en parte fueron intermediarios en la difusión del legado espiritual de la antigüedad griega a Europa. Con la expulsión de los árabes en el contexto de la emergencia del mundo moderno y del capitalismo, los españoles, en parte como reacción contra sus conquistadores se tornaron intolerantes, persiguiendo a religiones "paganas" de moros y judíos, a lo cual agregaron el prejuicio racial. En este contexto se produce el descubrimiento y conquista de América legitimado en las peores lacras de la cultura europea.
El islamismo de las conquista árabes a Europa que toleraba y convivía con otras religiones (entre ellas, católica y judía), contrasta con vertientes de islamistas actuales que han recaído en el fundamentalismo y la intolerancia más extrema, que sólo es posible explicarlo inmerso en las luchas clasistas y culturales en el mundo árabe subordinado dentro del sistema mundial, porque toda religión es en lo fundamental una ideología, sobre todo cuando se torna oficial.
Notas
1.- "En el día de la raza" (respuesta a una encuesta de la revista "Variedades" del 13 de octubre de 1928). En, "La Novela y la Vida". Biblioteca Amauta, 1959. (Mariátegui aclara que no hace homenaje a ningún día de la raza)
2.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 12.
3.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 46.
4.- Marx, Carlos: "Fundamentos de la Crítica de la Economía Política".
5.- Mariátegui: "El Colonizador español". En "7 Ensayos".
6.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 9-10.
7.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 154
8.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 155.
9.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 155.
10.- Trotsky: "Historia de la revolución rusa". SARPE, 1985, Madrid, 1985, tomo I. Pág. 38.
11.- Meseguer Illan, Diego: Ob. Cit., pp. 71, 72, 73.
12.- Sobre la esclavitud de los negros en Iberoamérica, Nicomé de Santa Cruz: "El negro en Iberoamérica". Revista "Encuentro", N° 54-55, Lima, 1990. (Reproducido de "Cuadernos Hispanoamericanos, enero, febrero, España, 1988)
13.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 95.
14.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 46.
15.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 47-48.
16.- Nicomé de Santa Cruz: Ob. Cit.
17.- Mariátegui: "7 Ensayos", p. 147
18.- Marx: "El Capital", FCE, Méjico, 1974, tomo I, p. 639
IV.- DESENVOLVIMIENTO CAPITALISTA
El régimen capitalista de producción en Europa Occidental (particularmente Inglaterra), conforme lo enfatizó Marx, está formado por: "Los propietarios de simple fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los propietarios de tierras, cuyas respectivas fuentes de ingreso son el salario, la ganancia y la renta del suelo, es decir, los obreros asalariados, los capitalistas y los terratenientes, forman las tres grandes clases de la sociedad moderna, basada en el régimen capitalista de producción1". En líneas posteriores Marx aclara que estratos intermedios "oscurecen la línea divisoria" entre las que están las capas medias que oscilan entre la burguesía y la clase obrera y por su modo de vida se acercan a una u otra clase.
Las relaciones entre clases se hacen más complejas en colonias y semicolonias, por la existencia de las más variadas formas en la explotación del trabajo y en el cotidiano devenir, que pueden ser tribales, comunales, esclavistas, serviles (feudales), salariales, a lo cual debemos agregar las diferencias culturales, todo lo cual, inmerso en el sistema mundial de desigualdades y combinaciones.
El capital, en su modalidad de usurario y mercantil, data de tiempos antiguos, bajo diversas modalidades de organización social. Mientras en la explotación del trabajo no prime el régimen basado en el salario, mientras el eje del tejido social no se organice teniendo de fundamento relaciones contractuales entre capitalistas y proletarios, no se puede hablar de "predominancia" capitalista en una formación social.
Mariátegui comprendía esto, enfatizando que de la misma forma que el capital (usurero y comercial) antecede al capitalismo, la burguesía (comercial, usurera y bancaria) antecede a la sociedad burguesa: "así como socialismo no es la misma cosa que proletariado, capitalismo no es la misma cosa que burguesía. La burguesía es la clase, el capitalismo es el orden, la civilización, el espíritu que de esta clase ha nacido. La burguesía es anterior al capitalismo. Existió mucho antes que él, pero sólo después ha dado su nombre a toda una edad histórica2".
Sobre todo en siglos anteriores se ha visto dentro del sistema mundial que la producción para el mercado interno u externo, puede monetizar la economía promoviendo la producción para el cambio, pero no necesariamente disuelve o supera relaciones de trabajo precapitalistas, sino que las pueden acentuar, como el caso de Europa Oriental del siglo diecinueve, sobre lo cual Engels decía que se asiste a una segunda feudalidad. En el sur del Perú, a finales del siglo diecinueve y primeras décadas del veinte, la producción de lana para el comercio internacional (hacia Inglaterra) acentuó la monopolización de tierras por parte de hacendados y otros propietarios en detrimento de las poblaciones indígenas, y a la vez se acentuó la explotación bajo formas precapitalistas. Se monetizó la economía pero las formas arcaicas de producción perduran. Incluso pasada la primera mitad del siglo veinte, al acentuarse la explotación bajo formas precapitalistas, extremaron los conflictos sociales como el caso de La Convención y Lares en el Cuzco. No obstante la reforma agraria de los militares (1968-1975), en el sur andino aún se concentra los estratos más pobres del país.
La introducción de la ciencia y la técnica, en sí misma, no necesariamente cambia las relaciones de producción, menos la mentalidad de los grandes propietarios. Lo decisivo es la correlación de intereses de clases sociales con sus respectivas proyecciones progresivas o conservadoras. Trotsky decía que el impacto de la introducción de nuevos instrumentos y conocimientos sobre un pueblo, depende de su especificidad dentro del sistema mundial, "de la capacidad de asimilación". Para el caso de Rusia, "la introducción de los elementos de la técnica occidental, sobre todo la militar y la manufacturera bajo Pedro I se tradujo en la agravación del régimen servil como forma fundamental de la organización del trabajo. El armamento y los empréstitos a la europea -productos indudablemente, de una cultura más elevada, determinaron el robustecimiento del zarismo, que, a su vez, se interpuso como un obstáculo ante el desarrollo del país3.".
Ernest Mandel4, uno de los marxistas de la segunda mitad del siglo veinte que más ha contribuido a la interpretación del sistema mundial capitalista, escribía que en la acumulación de capital usurario y mercantil, lo mismo que en el progreso de la ciencia, la técnica, las artes, -antes del descubrimiento de América y de la formación del sistema mundial- culturas de Asia y Africa, -entre ellas, "el imperio de los mongoles en la india; el imperio del Islam; China y Japón"-, aventajaban a los europeos. Igualmente en esas civilizaciones adquirieron gran impulso la industria a domicilio y la manufactura, pero sometidas a los mercaderes y a un estado despótico, se frenaba un ulterior progreso hacia la gran industria como en Europa Occidental. El estado despótico cada cierto tiempo confiscaba el patrimonio -fabulosas fortunas de capital dinero y en especies- a empresarios particulares, impidiendo su consolidación como clase. La organización social que en terreno fértil, irrigado, se bastaba con el trabajo extensivo suficiente para alimentar a una población en aumento, frenaba la utilización de nuevos instrumentos. En el campo predominaba la renta en especie. El comercio a gran escala se basaba en artículos de lujo. Al contrario, en Europa Occidental fue fundamental la transformación de la renta en especie a renta en dinero acrecentando la producción de mercancías y el tráfico comercial, "creando así las condiciones para el nacimiento del capitalismo industrial". También en Europa –explica Mandel- cuando el poder feudal era fuerte, confiscaba grandes fortunas a particulares, pero a partir del siglo XVI esto es sólo una excepción, y la burguesía, con un gran poder económico se va consolidando como clase, y en lucha contra la feudalidad lidera a los ciudadanos "libres" de las ciudades que formaban el tercer estado.
En el proceso peruano para Mariátegui la conquista rompe el desenvolvimiento autónomo y, a la fuerza, los territorios del Tawantinsuyo son incorporados al sistema mundial mediante el colonialismo. Dentro de la división internacional del trabajo producen materias primas para los centros colonialistas con los métodos más arcaicos (servidumbre, esclavitud).
En lucha contra el dominio español para Mariátegui, surgieron dos vertientes: la indígena y la criolla: "Un artificio histórico clasifica a Túpac Amaru como un precursor de la independencia peruana. La revolución de Túpac Amaru la hicieron los indígenas; la revolución de la independencia la hicieron los criollos. Entre ambos acontecimientos no hubo consanguinidad espiritual ni ideológica5".
La vertiente indígena, cuya expresión más alta fue la revolución de Túpac Amaru (1780-81), fue derrotada y los criollos se vieron en la necesidad de ponerse al frente, creando una república "sin el indio y en contra del indio". Y, "en vez del conflicto entre la nobleza terrateniente y la burguesía comerciante produjo en muchos casos su colaboración, ya por la impregnación de ideas liberales que acusaba la aristocracia, ya porque ésta en muchos casos no veía en esa revolución sino un movimiento de emancipación de la carona de España". Más que a intereses y voluntad de lucha de los criollos, la independencia se debió a circunstancias internacionales favorables. El régimen republicano formalmente liberal y burgués cobija intereses de los descendientes de los encomenderos coloniales, que con mentalidad de casta continuaron usurpando la propiedad de la tierra6.
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