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Mariategui o la revolución permanente (página 9)

Enviado por Rafael Herrera Robles


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12

67.- El texto de Jorge del Prado fue: "Mariátegui, marxista leninista, fundador del Partido Comunista. Primer divulgador y aplicador del marxismo en el Perú". Revista "Dialéctica" N° 8, Año 2, La Habana, julio agosto 1943. El autor, a pesar de las evidencias, siempre negó toda diferencia entre Mariátegui y el estalinismo.

68.- Arroyo Posadas, Manuel: "A propósito del artículo "El Populismo en el Perú" de V. Miroshevsky". Publicación (a mimeógrafo) del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de San Marcos, en base a la publicación de la Revista "Dialéctica" N° 17, Año V, Enero febrero, 1946.

II.- HAYA DE LA TORRE Y MARIATEGUI

Las nuevas ideas

Las tres primeras décadas del siglo veinte son vitales en el devenir del Perú porque a las luchas campesinas, incontables desde la conquista, emergen a la vida política nacional nuevas clases y sectores sociales –clase obrera y capas medias- que con sus reivindicaciones libertarias modernas, cambian la faz socio política del país.

Frente a la mentalidad colonial de casta, excluyente, de la oligarquía, las nuevas ideas y reivindicaciones populares adquieren carácter radical, primero con los anarcosindicalistas, teniendo en Manuel Gonzáles Prada su máxima expresión ideológica; y luego con el marxismo y el indigenismo, que en la propuesta de Mariátegui (y Haya de la Torre en sus inicios) confluyen. Las comunidades indígenas serían pilares en la colectivización del campo, alzándose así al primer plano de la política nacional.

Entre las ideas de los intelectuales orgánicos de la oligarquía -Riva Agüero, Belaúnde, García Calderón, entre otros- y las nuevas ideas bajo las cuales hacían sus reivindicaciones las clases populares no había lugar a la conciliación, al diálogo, por la postura conservadora y reaccionaria de los primeros. Entre las clases dominantes y el conjunto del pueblo no existía un movimiento intermedio (reformista) que sirva de colchón amortiguador a los conflictos. Esto se explica porque desde la conquista, los intereses particulares, privados, de las clases dominantes, no han logrado confluir con los intereses de la sociedad, lo que se agrava porque a la explotación de clase se suma la opresión racial cultural.

Si para la oligarquía la historia peruana comenzaba desde la conquista, siendo lo anterior "exotismo", para las clases populares en su expresión anarcosindicalista y luego marxista enarbolado por Haya de la Torre y Mariátegui, -el último con una visión más coherente-, la historia se remonta a la aparición de las culturas primigenias, y la conquista es una ruptura donde se incorpora a la fuerza al naciente sistema económico mundial bajo un régimen feudal esclavista, siendo una de sus expresiones lo que Mariátegui llamó "dualidad racial cultural". Los problemas que agobian el presente se originaron siglos atrás y la solución pasa por un cambio radical.

Antes del descubrimiento de América y el advenimiento del capitalismo, escribió Arnold Toynbee1, en Europa se hacía la distinción entre cristianos (creyentes) y paganos ("gentiles", no creyentes). Las luchas y conflictos entre clases y de pueblos contra pueblos se legitimaban en nombre de la conversión de los paganos y persecución de las herejías, por lo cual se incluía a toda la humanidad como merecedores a la "conversión", a la "salvación", en tanto renuncien a las creencias paganas y se conviertan a la religión oficial. En el mundo musulmán -explica- ha sobrevivido esa mentalidad, con los conflictos entre "creyentes" y "no creyentes". Con la concepción racista (moderna), -desde la conquista de América– una parte de la humanidad, las "razas de color", quedan por siempre en calidad de inferioridad frente a la "raza blanca", ya que el fundamento de la distinción está en el cuerpo. El racismo, concluye Toynbee, es peor que el criterio de discriminación religiosa, ya que se fundamenta en supuestos rasgos biológicos genéticos, siendo por esto el prejuicio racial, una "reflexión seudo intelectual de los sentimientos raciales de Occidente".

La modernidad en forma orgánica surge con el capitalismo, pero no es patrimonio de este régimen sino que lo trasciende, en tanto los intereses de la burguesía entran en contradicción con las tendencias libertarias modernas y con el legado progresivo de las culturas primigenias que son reivindicados por las clases populares surgiendo el socialismo, primero en su acepción utópica y luego, con Marx y Engels, en su acepción científica. La burguesía europea, sobre todo luego de ascender al poder económico y político, reprime las aspiraciones socialistas, encarnando la vertiente siniestra de la modernidad, lo que se extrema enarbolando ideologías como la racista, mientras las clases populares en lucha por sus reivindicaciones encarnan la vertiente libertaria de la modernidad.

En su mayor parte, las reivindicaciones que tiendan a mejorar las relaciones entre seres humanos en los diversos aspectos (económicos, políticos, sociales), es obra de las luchas de las clases explotadas, que en parte la burguesía en el poder se ve obligada a legitimarlos. Leo Kofler escribió al respecto: "…el más humano fruto de la lucha secular burguesa, la forma democrática de organización y de vida de la actual sociedad, en modo alguno ha sido obra de la burguesía -en especial en lo que se refiere a su consumación práctica-, sino ante todo de las clases no burguesas, de la pequeño burguesía y del proletariado. Sin ninguna justicia la burguesía presenta la democracia como su más auténtico patrimonio y los apologistas del orden capitalista no saben bien lo que hacen cuando, frente a cada exigencia moderna de seguir progresando en el dominio social, responden con su orgullo por las instituciones democráticas3". (Kofler hace una recusación incluso a pensadores y movimientos plebeyos revolucionarios de Europa que marginaban a las mayorías, entre ellas, marginaban las reivindicaciones de las mujeres).

Podemos decir que han sido y son las luchas sociales inspiradas en el cristianismo libertario primigenio (y otras religiones), el socialismo, anarquismo, comunismo, sindicalismo, marxismo, movimientos femeninos, movimientos ecologistas, movimientos autóctonos (indigenistas) etc., en sus diversas tendencias, que han hecho posible las grandes reivindicaciones sociales que ayudan a dignificar la condición humana. De lo contrario:

La esclavitud basada en el color de la piel seguiría legitimado por las religiones oficiales y por leyes.

La jornada laboral seguiría en doce, catorce o más horas.

Las "razas de color", las mujeres, los niños, seguirían recibiendo menor salario que los "blancos", trabajando el mismo tiempo y haciendo las mismas cosas.

Las mujeres, los analfabetos, los pobres (que carecen de propiedad), serían excluidas, sin derecho a voto en los procesos electorales de la democracia formal.

No existiría el seguro social, el seguro de salud, el derecho a vacaciones pagadas, el derecho a la jubilación, el derecho a la protesta. En suma, los trabajadores carecerían de todo derecho laboral.

Existirían en el mundo ciudadanos de primera, segunda, tercera categoría, amparado por leyes.

La educación sería más elitista de la que es hoy, porque las leyes lo legitimarían.

Las relaciones de trabajo, sobre todo en los países del "tercer mundo", seguirían siendo esclavistas, "feudales" (basado en la servidumbre), condenando a las mayorías, además de la pobreza y sumisión, al analfabetismo, etc.

Es verdad que subsiste la discriminación racial, con mayor preponderancia en los países considerados más "civilizados", que la jornada laboral muchas veces sobrepasa las ocho horas, que a las mujeres, niños y "razas de color", en gran parte se les paga menos que a los hombres en general y menos que a los hombres "blancos", por el mismo trabajo. Es verdad que se sigue discriminando por ser mujer y que la mayoría de seres del planeta está excluido de la seguridad social, pero, por lo menos, sino es en la mayoría, en gran parte de países, formalmente no es legal, porque las leyes no las amparan. Todo esto, gracias a la lucha de hombres y mujeres de movimientos libertarios socialistas y comunistas de diversas tendencias, que en todas partes del mundo han entregado su existencia por una vida más digna para toda la humanidad.

Esto solo bastaría para hablar del éxito de los socialistas, de los marxistas, gracias a los cuales, por lo menos formalmente, en gran parte de países, la barbarie más extrema no está legitimada mediante constituciones y leyes.

Si historia4 es, según la expresión de Hegel, el devenir en la lucha por la libertad, en lucha por dignificar la vida, las clases dominantes, cuando sus intereses particulares dejan de confluir con el interés general, con la lucha por dignificar la vida, se convierten en clases sin historia, pasando a formar parte de la vertiente siniestra de la modernidad.

Es necesario aclarar que una cosa son las personas individuales, de las cuales no dudamos que -unas más que otras- sean portadoras de lo inherente a todo ser humano: la solidaridad con sus semejantes y medio ambiente. Pero ese sentimiento altruista no se plasma, no se concretiza políticamente, cuando defienden intereses de un régimen social que ha dejado de confluir con la solidaridad y los más preciados valores humanos.

La emergencia de las clases populares a la vida política nacional implica el inicio orgánico de nuestra modernidad en su vertiente libertaria, reivindicando el legado progresivo de las culturas ancestrales y el legado progresivo del conjunto de la humanidad desde sus orígenes. El marxismo, confluyendo con otros movimientos libertarios, es parte fundamental de la modernidad en su vertiente libertaria, inmerso en la especificidad de cada pueblo. En el Perú la vertiente socialista y el indigenismo son pilares de la modernidad en su acepción libertaria.

En lucha contra el dominio español surge en primera instancia la vertiente indígena, siendo su expresión más alta la revolución de Túpac Amaru (1780) que al ser derrotada, el liderazgo recae en la tendencia criolla, que al triunfar, funda una república al margen y contra las mayorías nacionales manteniendo la estructura colonial como fuente de sus privilegios. Por la debilidad de las clases dominantes, en primera instancia surge el militarismo hasta 1872 en que se inicia la república de la oligarquía con la asunción al poder de Manuel Pardo. Ese dominio se vio interrumpido por la guerra contra Chile para luego reestructurarse llegando a su apogeo entre 1894 a 1919 que los historiadores han dado en llamar República "Civilista" o "Aristocrática". Por la emergencia de nuevos sectores populares a la vida nacional, en 1919 se inicia la crisis orgánica del dominio de la oligarquía que se prolonga hasta 1968 cuando los militares reformistas dan inicio a la república burguesa, que arrastra los peores lastres de la república oligarca.

Durante el auge de la oligarquía, sus representantes políticos emergían de sus propias entrañas, por lo que podemos decir que se auto representaban corporativamente como si cumplieran un rol natural acorde a su posición social, simbolizando una mentalidad tradicional de estamentos y castas legado del colonialismo, diferente al dominio burgués moderno cuyo poder se delega a políticos profesionales (por lo general) provenientes de las capas medias y se pretende que representan el "interés general". La oligarquía, todo lo contrario, se ufanaba de su espíritu colonial de casta y de su "cultura" (modo de vida) diferente y supuestamente superior al conjunto de la sociedad. Desde 1919, año en que se inicia su crisis irreversible, hasta 1968, sus intereses estuvieron respaldados, incluso desde el estado, por la fracción más siniestra de las fuerzas armadas, lo que el historiador Jorge Basadre5 llamaría el tercer militarismo para salvaguardar el orden puesto en tela de juicio por las luchas sociales, diferente del primer militarismo después de las guerras por la independencia que era para cubrir la falta de clases dominantes y diferente al segundo militarismo después de la derrota en la guerra contra chile intentando evitar el caos.

El oncenio de Leguía

1919 marca el inicio de la crisis irreversible del dominio de la oligarquía y también el tramonto del anarcosindicalismo que, sin claudicar como movimiento revolucionario, comenzó a ser desplazado de la dirección de las organizaciones obreras por el marxismo de Mariátegui y Haya de la Torre. En enero de ese año los anarcosindicalistas dirigieron con éxito la huelga por las ocho horas, aunque en mayo fracasaron en la huelga contra el hambre.

La crisis de dominio oligarca se produce inmerso en el ascenso de las luchas populares y en la pugna entre el imperialismo tradicional de Inglaterra, mayormente basado en el comercio, y el joven imperialismo norteamericano, que junto al comercio comienza a exportar capitales, con inversiones en minería banca, industria, etc. El gobierno de Augusto B. Leguía (1919-1930) representa al imperialismo de Estados Unidos.

La demagogia izquierdizante de Leguía le valió ser proclamado "maestro de la juventud" y ganar las elecciones presidenciales en 1919 desplazando del poder a los sectores más tradicionales de la oligarquía asociados mayormente al imperialismo británico que no reconocieron su triunfo electoral y tuvo que intervenir la gendarmería el 4 de julio (simbólicamente el día de proclamación de la independencia de Estados Unidos). Su primera tarea como presidente, -dice Agustín Barcelli-, consistió en apaciguar los ánimos de los obreros luego de feroces enfrentamientos contra las fuerzas del orden en las protestas contra el hambre y por el abaratamiento de las subsistencias.

"Si en un primer momento Leguía logra apaciguar los ánimos y neutralizar la violencia que ha prendido en las clases explotadas -liberación de dirigentes del paro de hambre, apoyo a la reforma estudiantil, congresos de indígenas, ley del empleado-, muy pronto mostrará su verdadero rostro, una dictadura "a la veneciana": ley sobre las huelgas, complot comunista [1927], destierros, desorganización total del movimiento obrero". Desplazó de los cargos políticos "los nombres de prosapia aristocrática -Pardo, Prado, Aspíllaga- por otros nombres de claro sabor mesocrático -Salazar, Rada y Gamio, Salomón, etc.6"

Para Julio Cotler, Leguía subordinó políticamente a la clase dominante al estado asociándolo al capital financiero norteamericano, por lo cual el estado llegó a ser "expresión cabal y depurada de los burgueses exportadores7" (Se refiere a los latifundistas exportadores costeños a los que Mariátegui, por su espíritu de casta, los llamaba propietarios "semifeudales").

Los cuantiosos préstamos norteamericanos al Perú fueron condicionados para que las inversiones no compitan con sus productos. La subordinación llegó a tal punto que: "A fin de asegurar el control financiero del país, la banca norteamericana exigió y obtuvo que la administración aduanera y presupuestaria pasara a manos de uno de sus funcionarios8".

Los intereses particulares de la oligarquía que la política estatal de Leguía logra subordinar, no llegaron a confluir con los intereses de la sociedad.

Para Mariátegui9, Leguía recurre a la demagogia para atacar la "feudalidad y sus privilegios", lo mismo que a las "antiguas oligarquías", ofreciendo hacer de cada peón un pequeño propietario, pero en la práctica no toca a la gran propiedad, a pesar que un reparto de la tierra no afecta mayormente los intereses del imperialismo.

En 1920, escribe Agustín Barcelli10, se formó un "Comité Pro Derecho Indígena Tawantinsuyo", que el gobierno (de Leguía) en sus horas de demagogia lo aplaudió. Dicho comité promovió la organización de congresos indígenas desde 1921 a 1924, constituyendo un gran avance para denunciar la explotación y abusos de que eran víctimas por los gamonales refrendados por el clero y por el poder oficial. En su tercer congreso (1923), junto a otras reivindicaciones revolucionarias, haciéndose eco de la prédica anarquista y la lucha de los estudiantiles, pidieron la separación de la iglesia y del estado. Ese año también se funda la "Federación Obrera Regional Indígena". El gobierno, presionado por el clero y los latifundistas, comenzó a desbaratar esos organismos, persiguiendo a los dirigentes de la federación. En 1927 disuelve por completo el "Comité Pro Derecho Indígena Tawantinsuyo".

La protesta del 23 de mayo de 1923 por la libertad de conciencia, contra la consagración del Perú al Sagrado Corazón de Jesús promovido principalmente por anarquistas que logran comprometer a otros sectores como el movimiento estudiantil, representa la ruptura definitiva del diálogo entre el gobierno y el movimiento obrero popular. Haya de la Torre, entonces presidente de la federación de estudiantes, es deportado a Méjico, desde donde, en 1924, propone formar el Apra.

Incapaz de solucionar las más apremiantes reivindicaciones populares, el gobierno de Leguía se convierte en una dictadura abierta con el manto de democracia liberal. Reprimió las reivindicaciones obreras y populares y desmanteló políticamente a los sectores más rancios de la oligarquía. Se hizo reelegir en 1924 y en 1929. Inmerso en la crisis generalizada del sistema capitalista mundial y en la crisis de dominación nacional, jaqueado por sectores tradicionales oligarcas y por las luchas populares, es derrocado por el comandante del ejército Luis M. Sánchez Cerro en 1930.

El proyecto de formación del Apra

Las reivindicaciones liberales de las capas medias en América Latina, expresadas en el movimiento estudiantil que desde una posición antiimperialista promueve la reforma universitaria se radicalizan, solidarizándose con la revolución rusa y con el socialismo. El liberalismo para cumplir con sus objetivos libertarios se vuelve socialista, lo que Mariátegui sintetizaría tiempo después: "la función del liberalismo, histórica y filosóficamente, ha pasado al socialismo (…) siendo el liberalismo un principio de evolución y progreso incesantes, nada es hoy menos liberal que los viejos partidos de este nombre11".

En 1919 se funda la Tercera Internacional como "vanguardia de la revolución mundial", entendiendo que el triunfo de la revolución en Rusia era sólo el comienzo del tránsito al socialismo que debe coronarse con la revolución mundial. Por eso, a la internacional de la rapiña imperialista debe oponerse la internacional de los trabajadores por mediación de partidos revolucionarios en cada país.

Michael Lowy12 señala que en la mayoría de países de América Latina los partidos marxistas (comunistas) que surgen en la década del veinte tienen dos orígenes distintos:

a) De ciertos partidos socialistas se desprenden minorías (su "ala izquierda") como en el caso de Argentina en 1918, o la mayoría se adhiere a la revolución rusa como los casos de Uruguay (1920) y Chile (1922).

b) "La evolución hacia el bolchevismo de ciertos grupos anarquistas o anarcosindicalistas: Méjico 1919, Brasil, 1922".

El caso peruano es diferente por la ausencia de un partido político obrero, en tanto los anarcosindicalistas que hegemonizaban los sindicatos repudiaban a las organizaciones políticas. Existieron intentos por crear una organización política obrera comenzando de la propuesta de Manuel Gonzáles Prada (1848-1918) -el principal propagador del anarquismo en el Perú- de formar la Unión Nacional que llegó agrupar algunos intelectuales y obreros pero no pasaron de la declamación y el grupo se extinguió. Entre 1918 a 1919 Mariátegui con algunos intelectuales y obreros organizan un Comité de Propaganda Socialista intentando atraer contingentes obreros. Mariátegui se aparta de ellos cuando intentan transformarlo prematuramente en partido.

Los anarcosindicalistas saludaron la victoria de la revolución rusa en 1917, aunque tendencias extremas comienzan a criticar a sus principales líderes, Lenin y Trotsky, presentándolos como los "nuevos opresores", sobre todo, luego de la represión contra la insurrección anarquista de Kronstadt (1921).

En enero de 1919 el anarcosindicalismo conquista las ocho horas, pero también sufre un serio revés en mayo del mismo año, en el paro contra el hambre. Comenzaba su tramonto.

No existe organización política obrera pero comienza la confluencia entre las luchas obreras bajo influencia anarcosindicalista con el movimiento estudiantil universitario que participa de las luchas por la reforma universitaria –al igual que en los demás países de América Latina-, con una ideología antioligárquica y antiimperialista. Se asiste a las últimas movilizaciones indígenas mesiánicas milenaristas y a la emergencia de una intelectualidad rebelde en provincias reestructurándose el movimiento indigenista.

En el transcurso de la década del veinte el marxismo, bajo influencia de la revolución rusa se abre camino, y el anarcosindicalismo, sin haber claudicado se va disolviendo y, a la postre, sus mejores miembros engrosaron las filas del socialismo de Mariátegui y del aprismo de Haya de la Torre (que también se reclamaba marxista).

En la huelga por las ocho horas en enero de 1919 los estudiantes por intermedio de su dirigente Haya de la Torre intentaron mediar entre los obreros y el gobierno, sin resultado. Décadas después, uno de los dirigentes obreros dijo: "Los estudiantes no estaban dentro del asunto mismo, no comprendían las inquietudes de los obreros, incluso plantean como alternativa las 9 horas de trabajo, o sea la jornada de las ocho horas con una hora más pagada, pero los obreros no aceptamos este planeamiento13". La jornada de ocho horas era una reivindicación universal de los trabajadores y la clase obrera peruana la hizo suya sin claudicaciones.

La labor paralela entre Mariátegui y Haya de la Torre ha sido en gran parte expuesta por Diego Meseguer Illan ("José Carlos Mariátegui y su pensamiento revolucionario", Lima, 1975), el intento más serio de presentar el entorno cultural en el cual surge el pensamiento de Mariátegui; y posteriormente Ricardo Luna Vegas (Mariátegui, Haya de la Torre y la verdad histórica, Lima, 1978) aborda la trayectoria paralela entre Haya de la Torre y Mariátegui pero omite toda divergencia con la propuesta de la Tercera Internacional controlada por el estalinismo.

A raíz de las protestas estudiantiles, en 1923 Haya de la Torre como presidente de la federación de estudiantes es deportado a Méjico. Las protestas en parte, tuvieron un matiz antirreligioso propio del anarquismo, principal instigador del movimiento, pero también fue contra la imposición autoritaria que comulgaba con la mentalidad de casta de las clases dominantes, por lo que los estudiantes reivindicaban la libertad de conciencia, la separación de la religión (iglesia) y la política (estado).

En 1923 Mariátegui, poco antes de las protestas estudiantiles, regresa de Europa, declarándose marxista convicto y confeso. Uno de sus primeros actos fue exponer una serie de conferencias sobre la revolución rusa y la crisis mundial en las Universidades Populares Gonzáles Prada creadas por acuerdo de la federación de estudiantes del Perú en 1919. Mariátegui siente cierta hostilidad de los anarquistas14.

La revista "Claridad" fundada en 1923 como vocero de las Universidades Populares Gonzáles Prada, -ante el exilio de su fundador director Haya de la Torre- desde el N° 4 es dirigida por Mariátegui, el mismo que lo convierte desde el N° 5 en vocero de la Federación Obrera Local, cambiando radicalmente su orientación.

En 1924 desde su destierro en Méjico, Haya de la Torre propone la formación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), cuyo programa lo expone en el año 1926 en "The Labour Mounthly", resumido en cinco puntos:

1.- Acción contra el imperialismo yanqui.

2. – Por la Unidad Política de América Latina.

3. – Por la nacionalización de tierras e industrias.

4. – Por la Internacionalización del Canal de Panamá y

5. – Por la Solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo.

Mariátegui aceptó el planteamiento de Haya de la Torre y dos años más tarde la revista "Amauta", cuyo primer número sale en setiembre de 1926, se convierte en "órgano de este movimiento15" entendido como un frente amplio de las clases explotadas. En la presentación16 Mariátegui escribe que "Amauta" no representa a un "grupo" sino a un "movimiento", a un "espíritu". No obstante, aclara que no es "tribuna libre" para todos, y entendiendo que hay ideas buenas e ideas malas, "rechaza todo lo que es contrario a su ideología así como todo lo que no traduce en ideología alguna".

Con el argumento de "complot comunista", Amauta fue clausurada entre junio y diciembre de 1927, al mismo tiempo que se disuelve (en junio) la Federación Obrera Local que estaba realizando su segundo congreso, con encarcelamiento y deportación de muchos intelectuales y obreros. Mariátegui, por razones de salud, es confinado por algunos días a un hospital. Dos años después, el 18 de noviembre de 1929 las fuerzas del orden asaltan la casa de Mariátegui y otras, en su mayoría de judíos, con el pretexto de un "complot judío". Más de ciento ochenta personas fueron encarceladas17. Mariátegui es secuestrado en su casa junto a su familia. Su biblioteca es desmantelada de preciadas obras.

Los miembros de la colonia judía en Lima, acusados de conspiradores y agitadores, salieron en libertad luego de pagar una "fianza" de acuerdo a su condición social.

(Posteriormente, en un acto similar, la humilde colonia japonesa en el Perú fue encarcelada durante la segunda guerra mundial (1939-1945) por el gobierno oligarca de Manuel Prado y entregados como prisioneros de guerra a las fuerzas armadas de los Estados Unidos que los sometieron a vejámenes. La razón para esto es que el estado peruano se adhirió a la lucha de las "democracias" contra el fascismo y sus aliados, en particular a la guerra de Estados Unidos contra Japón)

Mariátegui, dice Alberto Flores Galindo, tenía buenas amistades entre la colonia judía en Lima. Un estudiante, Miguel Adler, traducía textos del ruso y del alemán para Amauta18.

En la persecución a la colonia judía se juntaron razones xenófobas y políticas. Los sectores más reaccionarios del mundo presentaban la revolución rusa como obra de "judíos" y de "orientales". El mismo espíritu xenófobo ocurrió durante la segunda guerra mundial contra la colonia japonesa. Las clases dominantes peruanas, que desde la conquista jamás han logrado confluir con el interés general, hacen suyo las tendencias más siniestras de la modernidad, mientras que las clases populares para liberarse forman parte de la tendencia libertaria de la modernidad.

La revista "Amauta" y el socialismo (marxismo)

Del contenido de la revista Amauta -en la que también colaboraba Haya de la Torre- nadie duda de su proyección socialista. Probablemente sea la publicación marxista más importante de América en esa época, con algunos textos traducidos especialmente para Amauta, entre ellos, el retrato de Lenin escrito por León Trotsky, con el siguiente encabezado: "En el tercer aniversario de la muerte de Lenin, nos parece oportuno ofrecer a los lectores de Amauta uno de los sugestivos y vigorosos estudios escritos por León Trotsky sobre el gran jefe de la revolución19". En uno de sus pasajes Trotsky muestra a Lenin que en el receso de un congreso político lleno de discusiones se entretiene jugando con perros, en una actitud muy humana, que contrasta con la aureola de santo en que lo fue convirtiendo el estalinismo.

No obstante su carácter amplio, Amauta no hacía concesiones, sobre todo cuando se trataba de grandes acontecimientos. Recordemos por ejemplo cuando César Falcón (amigo de Mariátegui) desde Madrid escribe sobre la huelga general en Inglaterra del año 1926, argumentando que el estado debe controlar las minas de carbón -uno de los más importantes bastiones de la economía inglesa- en un contexto burgués, repitiendo el mismo argumento de la tercera internacional estalinista. Mariátegui critica a Falcón llamándolo "revisionista", recordando que el estado burgués muchas veces se ve en la necesidad de controlar la economía para salvaguardar mejor al sistema y que en el caso de Inglaterra la proyección debió ser hacia la nacionalización del conjunto de la economía bajo ideario socialista20. Esa era la propuesta de los sectores más combativos de la clase obrera inglesa y también de Trotsky, que en Moscú criticaba -bajo límites impuestos-, a la política estalinista.

Haya de la Torre se reclamaba marxista y en sus artículos de la época -recopilados en 1927 en su libro "Por la Emancipación de América Latina"-, en parte escritos en la revista Amauta, se caracterizaba por su radicalismo, especialmente contra el imperialismo "yanqui". En 1925, en una carta a un estudiante argentino (recopilado en el mencionado libro), escribió que las comunidades indígenas servirían de base para extirpar desde la raíz la propiedad en el agro. Además, al igual que Mariátegui, Haya de la Torre reivindicaba al "socialismo incaico" como raíz del socialismo marxista peruano.

No es extraño que en los "7 Ensayos", al abordar el problema de las comunidades y el latifundio, Mariátegui dijera: "Escrito este trabajo, encuentro en el libro de Haya de la Torre "Por la emancipación de América Latina", conceptos que coinciden absolutamente con los míos sobre la cuestión agraria en general y sobre la comunidad indígena en particular. Partimos de los mismos puntos de vista, de manera que es forzoso que nuestras conclusiones sean también las mismas21".

Hasta 1927 en el Perú existía el proyecto de formar un gran frente (el Apra) propuesto por Haya de la Torre, pero no existía una organización que lo representara, menos existía una "ideología aprista", o en otros términos, una ideología que se distinguiera del socialismo marxista. Se entiende que en el proyecto de formación del Apra confluirían diversas tendencias de izquierda, entre ellas marxistas, promovidas principalmente por Mariátegui, al igual movimientos como el indigenismo promovido por la intelectualidad de diferentes regiones.

En febrero de 1927 Haya de la Torre asiste junto a Eudocio Ravines al primer Congreso Antiimperialista mundial realizado en Bruselas promovido por la Tercera Internacional estalinista que proyectaba formar un frente pluriclasista. Haya de la Torre critica que se privilegie la alianza con la burguesía nacional supuestamente "revolucionaria" para luchar contra el imperialismo (el enemigo "externo") y la feudalidad, mientras la lucha de clases por el socialismo quedaba para los partidos comunistas: "Discrepamos [con el estalinismo] en cuanto al frente incondicional con las burguesías y en cuanto limitar nuestra acción a una mera resistencia antiimperialista, dejando la beligerancia política al Partido Comunista, bajo cuya dirección debería quedar sometida el Apra a través de las fallidas "ligas22". No obstante, concluye, con algunas enmiendas, lo suscribieron con reservas.

En ese congreso, Haya de la Torre también discrepó con el joven revolucionario cubano Julio Antonio Mella, a quién califica como un "luchador puro antiimperialista". "Lo conocí –escribe Haya de la Torre- desde que llegué desterrado a Cuba de paso a Méjico en 1923, pero los debates de Bruselas, en los que refuté y conseguí el rechazo de su proyecto de resolución sobre las condiciones económicas y políticas de Indoamérica, nos distanciaron definitivamente23". Probablemente las ideas de Mella eran ultra izquierdistas si recordamos su opúsculo publicado poco después bajo el título intencional de "¿Qué es el Arpa?".

1928: VI congreso de la Tercera Internacional (estalinista)

La derrota de la revolución china (1927) repercutió en el movimiento revolucionario mundial. La dirección estalinista, ante las críticas, comienza a cambiar de táctica. De una posición derechista pasa a una posición ultra izquierdista. Si antes ponían como meta consignas democrático burguesas subordinándose a la burguesía, con el cambio al otro extremo (ultraizquierdismo) se hacen llamados para la formación de soviets, pero no señalan el camino para llegar a ellas, dejando de lado consignas democráticas burguesas más amplias. No obstante esta propuesta, postergaban la revolución socialista en América latina como objetivo remoto. A las organizaciones que no comulguen con ellos se les endilgaba el epíteto de "socialfascista".

La principal víctima de esas "orientaciones" fue el pueblo chino. Cuando el movimiento revolucionario estaba en ascenso, cuando las reivindicaciones obreras y populares sobrepasaban a la dirección oficial del Kuomingtang, el estalinismo llamaba a someterse a la dirección de esa organización. Pero cuando el pueblo sufrió una derrota con decenas de miles de víctimas, el estalinismo, olvidando las reivindicaciones democráticas más amplias, llama a formar soviets, llevando por uno y otro camino a la derrota24.

El cambio de estrategia estalinista se oficializa en el VI congreso de la Tercera Internacional realizado en Moscú en agosto de 1928.

Luego del triunfo revolucionario ruso de 1917, la crisis económica y la lucha de los trabajadores hacía pensar en estallidos revolucionarios en Europa Occidental, pero faltaban sólidas organizaciones revolucionarias.

Al fracasar la revolución europea, Lenin y Trotsky dirigieron su mirada a los pueblos de "oriente", particularmente a China. América Latina no había recibido atención sino años más tarde, en el VI Congreso, en el cual, Bujarin en su informe, dijo que el comunismo ha tocado por primera vez América Latina. El representante de Brasil, Lacerda, responde que "no es el movimiento comunista el que ha tocado por primera vez América Latina; es la Internacional Comunista la que, por primera vez, se ha interesado por el movimiento comunista de América Latina", recordando que desde 1920 existían partidos comunistas en Méjico, Brasil, Argentina, Uruguay, Chile y Guatemala25.

Pronto Bujarin, -aliado de Stalin entre 1926 a 1928 durante el periodo derechista- es marginado y luego separado de la internacional. Había llegado a la conclusión de que Stalin era un "oportunista sin principios". Acusado de contrarrevolucionario, a mediados de la década del treinta fue condenado a muerte junto a la plana mayor bolchevique.

Según el VI congreso, las organizaciones reformistas, entre ellas la socialdemocracia, -que en Europa tenían el control mayoritario de las direcciones sindicales-, son "socialfascistas" (socialistas de palabra, fascistas en los hechos), negándose a la unidad en la acción con ellos, aislándose de la mayoría de los trabajadores que tenían direcciones reformistas, facilitando que el fascismo (Hitler) se hiciera del poder en Alemania26.

Los antecedentes del término "socialfascismo" lo encontramos cuando la tendencia revolucionaria del marxismo denominó "social patriotas" y "social traidores" a los reformistas por su complicidad en los actos de rapiña imperialista y por subordinarse a los estados burgueses durante la primera guerra mundial (1914-1919), impidiendo que se transforme en guerra revolucionaria contra toda forma de opresión. Con el triunfo de la revolución rusa en 1917 la crítica a los reformistas se extrema, llegando al ultra izquierdismo, lo que fue enmendado con las tesis sobre el frente único propuesto por Trotsky en 1921, teniendo de antecedente el escrito de Lenin (1920): "El ultra izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo".

Mariátegui en el Perú fue ferviente seguidor del frente único proletario para reivindicaciones concretas, que no implica confusionismo alguno, porque "cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio credo. Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados por la lucha contra el adversario común". Además: "La existencia de tendencias y grupos definidos y precisos no es un mal; es por el contrario la señal de un periodo avanzado del proceso revolucionario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendencias sepan entenderse ante la realidad concreta del día27".

Con el frente único proletario propuesto por Mariátegui se está en mejores condiciones de extender la unidad hacia otros sectores que estén dispuestas a la lucha, manteniendo cada cual su independencia orgánica y política.

En mayo de 1929 se realiza el congreso latinoamericano sindical en Montevideo y en junio el primer congreso comunista latinoamericano en Buenos Aires, -bajo las instrucciones del VI congreso de la tercera internacional (1928)- en los cuales la presencia del "Grupo de Lima" (de Mariátegui y sus compañeros) causó acaloradas discusiones. Sus propuestas fueron rechazadas28.

La ruptura entre Haya de la Torre y Mariátegui

Más que en el Perú, el Apra como organización estuvo activo por mediación de células, en algunas ciudades del extranjero, entre ellas, Méjico, Buenos Aires, París, La Paz. En el Perú la célula aprista activa era la cuzqueña.

Haya de la Torre estaba desterrado y Mariátegui por esa época (hasta 1927), además de considerar prematuro la formación de una organización obrera por la persistencia del anarco sindicalismo, tenía mentalidad "espontaneista", pensando en que los pueblos en lucha presionarían a organizaciones pequeño burguesas para que enrumben el movimiento revolucionario al socialismo, poniendo el ejemplo de China y Méjico. Al fracasar esos movimientos, Mariátegui extrae la conclusión de que es necesario un partido revolucionario de claros principios socialistas, ya que las organizaciones pequeño burguesas, atrapadas entre el imperialismo y el pueblo, a la final optan por el imperialismo. Se entiende su oposición radical a la propuesta de Haya de la Torre de convertir el proyecto de frente único del APRA en partido (1928), a semejanza del Kuomingtang chino, luego que esta organización en 1927 realizara una matanza de decenas de miles de obreros, estudiantes y campesinos.

En Enero de 1928 Haya de la Torre desde Méjico lanza un manifiesto llamando a derribar al gobierno de Leguía y a la transformación del proyecto de Apra frente único en un Apra partido, a lo cual sigue otro manifiesto fechado supuestamente en Abancay, de un "Partido Nacionalista Libertador" patrocinando la candidatura de Haya de la Torre a la presidencia de la república, con un programa que reivindica la tierra para los campesinos y la lucha contra el imperialismo, contra la oligarquía y contra el gamonalismo. Se hace un llamado a la unidad de las clases explotadas (clase obrera, campesinos y capas medias).

Mariátegui y sus compañeros29 rechazaron la "farsa electorera". En una carta fechada el 16 de abril de 1928 a la célula aprista mejicana, en la que Mariátegui hizo la confidencia de que lo había redactado en estado delicado de salud, precisa que el "manifiesto" (del Partido Nacionalista) pertenece a la vieja politiquería basado en el "bluf y la mentira", pretendiendo cambiar el proyecto inicial de formación de un frente único (Apra) en un partido. "¿Y es en esos términos de grosera y ramplona demagogia criolla, como debemos dirigirnos al país? No hay ahí ni una sola vez la palabra socialismo. Todo es declamación estrepitosa y hueca de liberaloides de antiguo estilo". "Me opongo a que un movimiento ideológico que, por su justificación histórica, por la inteligencia y abnegación de sus militantes, por la altura y nobleza de su doctrina ganará, si nosotros mismos no lo malogramos, la conciencia de la mayor parte del país, aborte miserablemente en una vulgarísima agitación electoral…". Decía además que los métodos de Haya de la Torre lo hacían recordar a los inicios del fascismo italiano, lo que no es exagerado si recordamos que Mussolini en Italia y Hitler en Alemania –ambos, "resentidos" del socialismo-, usaban demagogia "revolucionaria". Pero en el caso de Haya de la Torre y el Apra no sucedió eso, pero sí en la primera organización fascista en el Perú fundada en 1931 por Luis M. Sánchez Cerro que se hizo llamar "Unión Revolucionaria".

En respuesta (20 de mayo) a la comunicación de Mariátegui a la célula de Méjico, Haya de la Torre se burló de Mariátegui utilizando epítetos como "enfermo" y "lisiado", expresando además que al leer su carta lo hizo pedazos y lo tiró al canasto, para rematar diciendo: "Pero la revolución la haremos nosotros sin mencionar el socialismo pero repartiendo las tierras y luchando contra el imperialismo…"

De esta manera se corta toda correspondencia personal.

En una carta colectiva fechada el 10 de julio de 1928 por parte de Mariátegui y sus compañeros de Lima a todas las agrupaciones extranjeras, se precisaba en su punto uno: "El Apra debe ser oficialmente definida y constituida como alianza o frente único y no como partido". (El resaltado es nuestro).

Y en su punto dos decía que los marxistas (o socialistas) están dispuesto a integrar el frente incluso con elementos de la pequeño burguesía y burguesía que estén dispuestos a la lucha por las reivindicaciones nacionales, manteniendo la independencia orgánica y política.

En la misma carta, sobre la pretensión de Haya de la Torre de construir una organización a semejanza del Kuomingtang chino, se precisa que se debe aprender de otras experiencias, pero: "El alejarnos de formas europeas no debe conducirnos a una estimación exagerada de las fórmulas asiáticas…", que además, no llegan a América directamente, sino según la versión europea.

Hasta aquí (1928) debemos resaltar varias cuestiones:

1.- En el Perú no existía organización aprista, por lo que Mariátegui dijo que el Apra no pasó de ser un plan, un proyecto, que no prosperó. Esto explica por qué Haya de la Torre para auto proclamar su candidatura a la presidencia de la república, en tanto no tenía ascendencia con los que realmente impulsaban las luchas populares, recurre a la mentira, al "bluf" (a la "criollada"), inventando de la noche a la mañana un "Partido Nacionalista Libertador".

2.- Mariátegui no renuncia al proyecto inicial de un gran frente antiimperialista. El desviacionista, el confusionista, el divisionista que ha creado una crisis fue Haya de la Torre.

3.- Por la época de la ruptura existían coincidencia entre Mariátegui y Haya de la Torre en catalogar a la sociedad peruana como feudal o semifeudal, lo mismo en desechar de la dirección de la lucha revolucionaria a la burguesía nacional, sobre la cual, ambos coincidían en que está entrelazada a la feudalidad y subordinada al imperialismo. Quienes leyeron por esa época los textos de ambos, no les quedaban dudas que estaban embarcados en la misma dirección, es decir, por la revolución socialista. El lenguaje de Haya de la Torre era más encendido, de un agitador que llama a la acción, especialmente contra el "imperialismo yanqui", mientras que el lenguaje de Mariátegui además de la agitación, era más conciso, más certero, más coherente.

Luego de la ruptura, Haya de la Torre no repitió los argumentos radicales contra el imperialismo. Cuando Mariátegui lo reprochaba por no usar la palabra socialismo, la respuesta de Haya de la Torre –que hablaba de "revolución social"- era que harán la revolución en los hechos, sin mencionar al socialismo. Por lo demás, Haya de la Torre sacó ha relucir el término "europeísta" contra Mariátegui, que no era nuevo, sino utilizado por la oligarquía, -desde sus ideólogos más representativos hasta por sus plumíferos de ocasión- para criticar la propagación de las ideas revolucionarias. Mariátegui al referirse a ellos (oligarcas) decía que si de verdad se creen nacionalistas a ultranza, deben quedarse con la época precolombina, porque desde la conquista, el Perú es parte del proceso mundial, y que la nacionalidad peruana se está formando con los "aluviones" de la civilización occidental que se mezclan y combinan con lo autóctono. Además, argumentaba, que los reaccionarios, si son consecuentes, del mismo modo que rechazan a las ideas revolucionarias como "extranjerizantes", "europeístas", deben rechazar la ciencia, la técnica, al idioma (entre ellos el castellano), la religión (cristiana), etc., que no han surgido en el Perú30.

La ruptura entre Mariátegui y Haya de la Torre estaba consumada. El editorial de la revista Amauta N° 17 de setiembre de 1928, titulado "Aniversario y balance", deslinda con el "Partido Nacionalista, pequeño burgués y demagógico". "La historia es duración. No vale el grito aislado, por muy largo que sea su eco; vale la prédica constante, continua, persistente". Y en la lucha entre dos sistemas antagónicos "no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer término". "La revolución latino-americana será nada más ni nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será pura y simplemente revolución socialista. A esta palabra agregad, según los casos, los adjetivos que queráis: "antiimperialista", "agrarista", "nacionalista-revolucionaria". El socialismo los supone, los antecede, los abarca a todos".

El liberalismo, al igual que el marxismo, -continúa Mariátegui-, llegan a los confines del mundo producto de las contradicciones del capitalismo, al igual que las inversiones. Por otra parte: "El socialismo, en fin, está en la tradición americana. La más grande organización comunista primitiva, que registra la historia, es la inkaica31".

El 16 de setiembre de 1928 se constituye la "célula" inicial del Partido Socialista Peruano. El 7 de octubre se torna más orgánico siendo elegido Mariátegui secretario general. Estamos ante la primera organización política moderna, con ideología coherente y principios programáticos para la transformación social del país, teniendo como base a los obreros y campesinos. Internacionalista consecuente, Mariátegui piensa que a la internacional de la rapiña imperialista se debe oponer la internacional de los trabajadores, por lo que, a pesar de las divergencias sustanciales con el estalinismo, se acuerda la adhesión a la Tercera Internacional32.

En 1924, -según el historiador José Tamayo Herrera33-, bajo influencia de Haya de la Torre se constituye en el Cuzco una célula aprista, la misma que por mayoría, en el segundo semestre de 1927 se reclaman comunistas y en setiembre da origen a un Partido Comunista. "Los fundadores enviaron la documentación a Buenos Aires donde funcionaba el núcleo sudamericano de la Internacional Comunista, y éste les devolvió un acta de reconocimiento firmada por Vittorio Codovilla"

Según Alberto Flores Galindo34, los cuzqueños eran comunistas "ortodoxos" y no se inspiraban en el mundo andino. "Había que construir un mundo nuevo, mirar hacia el futuro, olvidar la historia: entre la clase y la nación no advertían ninguna confluencia y escogían por la primera".

El 10 de noviembre (1928) aparece el N° 1 del "quincenario de información e ideas", "Labor". Para Mariátegui, la revista Amauta se circunscribe a la prédica doctrinaria, abordando los grandes problemas nacionales e internacionales, y "Labor" pretende un público más amplio donde junto a la crónica de sucesos, cumpla con tareas de agitación propias de una prensa de partido, de facción35.

En diciembre del mismo año aparece "7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana", conformado por un conjunto de escritos desde el año 1926 referentes al Perú, en diversas publicaciones, entre ellas, Amauta. Allí, en los "7 ensayos", se aborda la problemática peruana desde la economía a la religión, desde la educación a la literatura. En las palabras preliminares bajo el título de "Advertencia", Mariátegui escribió: "No falta quienes me suponen un europeízante. Que mi obra se encargue de justificarme, contra esa barata e injustificada conjetura. He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salvación para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeo u occidentales".

Más de cuarenta años después, el que motejara a Mariátegui de "europeízante", es decir, Haya de la Torre, -en palabras preliminares para la segunda edición (1971) de su libro "Treinta años de aprismo", escrito durante su asilo en la embajada colombiana (1948-1954)-, al referirse a los "7 Ensayos" dijo: "Sin duda el libro más orientador e importante entre los publicados en este siglo por un hombre de nuestra generación sobre problemas concretos del Perú36".

En 1929 Mariátegui funda la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP). Ese mismo año se realiza el segundo congreso antiimperialista en Francfort (Alemania), al que asiste Eudocio Ravines, y Mariátegui –sin asistir- es nombrado miembro del Consejo General de la liga contra el Imperialismo y por la Independencia Nacional. Mariátegui dedica algunas palabras elogiosas a ese congreso, realzando las organizaciones y personalidades del mundo allí presentes.

Mariátegui no comentó la asistencia de Haya de la Torre y Eudocio Ravines al primer congreso antiimperialista realizado en Bruselas (1927). Su nombramiento como miembro de la liga en 1929 debió causarle sorpresa. La interrogante es si el frente antiimperialista en el Perú pasaba por la formación del Apra o se crearía otro organismo. Nada de esto pudo ser descartable. Mariátegui hasta el final estaba dispuesto a la unidad con diversas tendencias sobre reivindicaciones concretas manteniendo la independencia orgánica y política.

Comentando el accionar de Haya de la Torre, en una carta fechada el 25 de septiembre de 1929 a Esteban Pavletich, por ese entonces enrolado en las fuerzas revolucionarias de Nicaragua comandadas por Sandino, Mariátegui le decía: "No se trata pues, de discrepancias entre marxistas. Haya se ha situado en un terreno de caudillaje personal oportunista y pequeño burgués… Y mientras ostensiblemente toma esta actitud, recorre al doble juego de dirigirse a algunos de nuestros compañeros acusándonos de "divisionistas"…"

Mariátegui vaticinó que el aprismo, luego de una "temporal borrachera nacionalista" caería en brazos del imperialismo.

Llama la atención las conclusiones opuestas que Haya y Mariátegui extraen de experiencias como la revolución china y mejicana. Mientras para Haya de la Torre las direcciones de esos procesos son ejemplos a seguir, intentando por eso crear un Kuomingtang latinoamericano, para Mariátegui el proceso chino y la revolución mejicana han demostrado que no han llegado al socialismo por la ausencia de una organización con claros principios socialistas (marxistas), ya que los movimientos pequeño burgueses -como en los casos de Méjico y China-, atrapados entre el imperialismo y los intereses del pueblo, a la postre optan por el imperialismo.

En 1930, enfermo, Mariátegui decide establecerse en Argentina para seguir publicando Amauta. En Chile estaba Luis Alberto Sánchez haciendo gestiones para que a su paso por Santiago dictara algunas conferencias. Eudocio Ravines, que había llegado clandestinamente al Perú, es nombrado secretario general del Partido Socialista (cargo que ocupaba Mariátegui). En preparativos para su viaje, muere el 16 de abril de 1930, sin conocer lo que poco tiempo después sería la ideología aprista elaborada por Haya de la Torre a través de escritos y discursos que no contradicen a "El Antiimperialismo y el Apra", según Haya de la Torre escrito en 1928, pero publicado recién en 1936 en Santiago de Chile.

Luis Alberto Sánchez se ufanaba haber acompañado en su trayectoria política a Mariátegui y luego a haya de la Torre. Al morir Mariátegui, por la errada política estalinista, al igual que muchos intelectuales, se pasó al proyecto aprista. Décadas después, recuerda que con ocasión del homenaje al escritor norteamericano Waldo Frank que estuvo en Lima a fines de 1929, Mariátegui "fleta un movimiento de frente único- ¿partido burgués?-, en el cual trata de juntar a individualidades tan diversas como las de Alberto Ulloa, Mariano Iberico, Alberto Ureta, Jorge Basadre,…., y a pesar de la polémica anterior (sobre el indigenismo), Luis Alberto Sánchez… La dualidad del procedimiento es innegable37"

No existe ninguna dualidad. Una cosa es la organización de un acto político, y otro, de homenaje a una personalidad como Waldo Frank a la que es lícito la concurrencia de amigos y admiradores de su obra. El marxismo es una forma de entender el mundo que confluye con las diversas manifestaciones humanas que tiendan a dignificar la existencia. Por otra parte, un homenaje es un acto de amistad, pero por la coyuntura, -la polémica entre Haya y Mariátegui- no faltaron los comentarios al respecto y Luís Alberto Sánchez habría manifestado que Haya de la Torre era un político "vanidoso" y "veleidoso".

Sobre Mariátegui y Trotsky, Luis Alberto Sánchez escribió que "cualquiera que fuesen las coincidencias o discrepancias doctrinales,…, hay entre ellos visibles puntos de contacto formales, lo cual no pretendo afirmar ni negar que Mariátegui estuviese teñido de trotskysmo38".

Debemos decir al respecto que al margen de las coincidencias entre Mariátegui y Trotsky, que son muchas y fundamentales, a Mariátegui no se le puede encasillar en determinada tendencia, por la originalidad y la fuerza de su pensamiento que lo colocan como el principal promotor del marxismo en Indoamérica.

"Europeísmo"

El epíteto de "europeízante" contra Mariátegui era injusto desde todo punto de vista. El marxismo es una forma de interpretar el mundo y no un conjunto de enunciados dados de una vez y para siempre. Marx, como él mismo lo explicara, estudió al capitalismo como modo de producción y como formación social en los países más avanzados de Europa, particularmente Inglaterra, ya que allí tenían su más alta expresión las clases sociales básicas, -burguesía y clase obrera- lo mismo que las relaciones económicas capitalistas expresadas en el salario, la plusvalía, la renta, etc., y los mecanismos formales de legalidad (constituciones, aparatos de coacción, etc.) de ese régimen.

Pero si bien es cierto que la existencia del modo de producción capitalista implica la relación entre capital y trabajo, entre burguesía y clase obrera, su aparición y desenvolvimiento adquieren especificidad en cada pueblo dentro del sistema mundial de desigualdades y combinaciones. Es decir, no siguen el molde europeo occidental. Incluso Marx preconizó que en ciertas coyunturas algunos pueblos como la atrasada Rusia de mediados de la segunda mitad del siglo diecinueve podría "saltarse" la etapa capitalista si hace su revolución socialista basada en las comunidades campesinas subsistentes, aunque esto no sucedió, porque el capitalismo desintegró esas comunidades.

En su mensaje al congreso obrero el año 1927, Mariátegui escribió: "El marxismo, del cual todos hablan pero pocos conocen y, sobre todo comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya en la realidad y los hechos. No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia. El marxismo en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades39".

Una tendencia del marxismo denominada "positivista", "economicista", "evolucionista", "reformista", -al que Mariátegui denomina "socialismo domesticado", "fariseo", "pseudohumanitario", "pseudcristiano"-, reduce el marxismo a un sistema de fórmulas, entre ellas, de que los países atrasadas deberían pasar por las mismas fases del capitalismo europeo. Para ellos, mientras el capitalismo no se desarrolle plenamente en los países atrasados a semejanza europea, no puede existir socialismo. Pertenecen a esta tendencia, entre otros, Kautsky, Plejanov y Stalin. Los primeros, en gran parte, fueron creadores y su pensamiento, a pesar de sus errores, cubrió toda una época progresiva del movimiento revolucionario. Kautsky fue discípulo directo de Engels y "autoridad" máxima del marxismo en el mundo; a Plejanov se le reconoce con toda justicia entre los primeros promotores del marxismo ruso y es conocida su contribución a la interpretación del arte. Ambos, con sus limitaciones, fueron sembradores que en su momento contribuyeron al avance de la historia. El caso de Stalin es diferente porque representa una tendencia regresiva (contrarevolucionaria) al negar, en pleno despertar de los pueblos, la posibilidad de socialismo en colonias y semicolonias, a lo cual agregó su única tesis original: el "socialismo en un sólo país".

Mariátegui pertenece a la tendencia revolucionaria libertaria del marxismo, junto a Rosa Luxemburgo, Trotsky, Gramsci, entre otros. Los dos primeros, junto a Lenin, formaron parte de la tendencia "izquierdista" de la Segunda Internacional. Mariátegui y Gramsci representan una nueva hornada de revolucionarios surgidos al calor de la revolución rusa. Haya de la Torre en sus inicios, cuando se reclamaba marxista, ocupó una posición intermedia, a la izquierda del estalinismo, en tanto desechaba de la dirección del proceso revolucionario democrático burgués ("antiimperialista" y antifeudal) a la burguesía nacional, pero al mismo tiempo esperaba un pleno desarrollo capitalista (diferente al imperialista) antes de llegar al socialismo.

Los apristas (sobre todo en la década del treinta) se decían auténticos marxistas y criticaban al "marxismo congelado" (estalinista), a los "epígonos" y "colonos mentales" de Moscú en América Latina. La expresión "colonos mentales" no era nueva. El poeta César Vallejo lo utilizó en sus escritos para criticar a Stalin y al estalinismo. En uno de ellos, al abordar la conceptualización del arte socialista40, reivindica a Trotsky como "la mejor inteligencia bolchevique en la materia", explicando que el arte socialista lo creará: "Sólo un hombre sanguíneamente socialista, aquel cuya conducta pública y privada, cuya manera de ver una estrella,…, de sentir un dolor,.., de amar a una mujer y de levantar una piedra,…, son orgánicamente socialistas…" Terminaba diciendo: que lo sepan "los desorientados colonos de Moscú en América".

En otro artículo41 Vallejo critica a la "calaña de hombres" reclamados marxistas que intentan acomodar la realidad a las fórmulas. "La vida viene, en este caso, a servir a la doctrina en lugar que ésta sirva a aquella…" "Qué lastimosa orgía de eunucos repetidores del marxismo…" "panegiristas y papagayos de El Capital". Luego reivindica a Lenin por no seguir ese camino. Sobre Trotsky escribió: "Otras tantas lecciones de libertad ha dado Trotsky (…)… la insurrección trotskysta constituye un movimiento de gran significado histórico. Constituye el nacimiento de un nuevo espíritu revolucionario dentro de un estado revolucionario. Es el nacimiento de una nueva izquierda dentro de la izquierda, que por natural evolución política, resulta a la postre de derecha. El trotskysmo desde este punto de vista, es lo más rojo de la bandera roja de la revolución y, consecuentemente lo más nuevo y ortodoxo de la nueva fé".

Vallejo, como es sabido, se afilió al Partido Comunista Español (1931) de orientación estalinista, pero no renunció a sus ideas libertarias. Luego de un pequeño lapsus en que criticó enconadamente a Trotsky –entre 1929 a 1930- siempre lo reivindicó entre los máximos exponentes del marxismo. Si bien apoyó los frentes populares estalinistas –España y Francia– fue consciente de sus limitaciones, por lo que también los criticó. En su creación poética jamás cantó loas al estalinismo, sino que cantó la gesta heroica del soldado ignoto de la revolución social.

Comunismo (estalinismo) y aprismo

Mariátegui murió polemizando con la tercera internacional estalinista y con Haya de la Torre. Además de ideas, dejó un partido (el socialista), una revista doctrinaria (Amauta), un quincenario de agitación (Labor) y una central de trabajadores de la ciudad y el campo: la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), además de su activa participación en congresos indígenas y obreros, todo lo cual desdice a los que pretenden que no era un hombre de acción, sino sólo un "intelectual".

Luego de muerto Mariátegui se cambió el nombre del partido "socialista" por "comunista", sometiéndose a la errada política estalinista, la misma que ordenó acabar con el amautismo, es decir, con las ideas de Mariátegui. Contrariamente a eso, en Argentina una agrupación de trotskistas se declaran sus discípulos. Por mediación de ellos la figura y el pensamiento de Mariátegui estuvo asociado a la "Oposición de Izquierda" internacional que en 1938 dio nacimiento a la Cuarta Internacional. Uno de los precoces seguidores argentinos de Mariátegui (y Trotsky), Antonio Gallo, de sólo 17 años, escribió en 1930: "Sobre todo, conviene reivindicar a Mariátegui, socialista y revolucionario, ahora que ha aparecido toda la tropa pequeño burguesa -que él mismo odiara- a llorar al "humanista", al "intelectual42".

El cambio de nombre del Partido Socialista por Comunista en mayo de 1930 fue criticado tiempo después por Martínez de la Torre al renunciar (temporalmente) a ese partido (1931), argumentando que los muertos no pueden defenderse y es impúdico hacerlos aparecer con consignas para tal o cual grupo, aclarando que Mariátegui no había estado de acuerdo con ese cambio. Sin embargo, en el mismo texto también dice que el cambio de nombre fue formal, conservándose la orientación política.

Flores Galindo menciona que Martínez de la Torre en 1929, en cartas a Mario Nerval que se encontraba en La Paz, "se mostraba furibundamente antitrotskysta dispuesto a construir una organización de acero43".

En un opúsculo aparecido luego de la muerte de Mariátegui: "¿Perú: una nación?", Martínez de la Torre desdeña de las comunidades indígenas y de los campesinos a los que considera atrasados para el socialismo. Luego de un temporal alejamiento del aparato estalinista, vuelve a sus filas, promoviendo el desarrollo capitalista bajo la dirección de una burguesía nacional "revolucionaria".

"Stalin" significa "hombre de acero" y con ese apelativo se intenta asociarlo como encarnación de principios marxistas. Henri Barbusse, connotado escritor y publicista socialista francés escribió un libro elogiándolo con ese apelativo. No envano Mariátegui había escrito que Barbusse no comprendía en su real dimensión lo que es el marxismo y la lucha de clases44.

Stalin no era expresión de los principios marxistas sino todo lo contrario, encarna la desfiguración del marxismo. Lo más original fue su "teoría" del "socialismo en un sólo país", en una época en que es impensable ni siquiera el capitalismo en un sólo país, porque este sistema (capitalismo) desde sus orígenes, tuvo de escenario el conjunto del planeta. Sin el mundo colonial, sin el pillaje y los metales preciosos, sin el oro y la plata de América, era imposible pensar el capitalismo en Europa, menos en el resto del mundo. Una de las contradicciones del capitalismo es el desborde de la economía por encima de las fronteras nacionales. Stalin simboliza la usurpación del poder a las clases trabajadoras en Rusia asesinando a la plana mayor que dirigió la revolución. Además, negó la posibilidad del socialismo en colonias y semicolonias. El estalinismo defendió a la Unión Soviética frente a potencias extranjeras porque así salvaguardaba su existencia como casta burocrática45. La violencia y el terror contra los revolucionarios que en diversas partes del mundo intentaban establecer el socialismo, tuvieron el mismo sentido.

En el mes de setiembre de 1930 con Haya de la Torre en el destierro, se funda el Partido Aprista Peruano, siendo elegido secretario general Luís Eduardo Enríquez, uno de los animadores del Apra en Europa. A su regreso (inicios de 1930) trajo consigo un documento "secreto" fechado el 25 de febrero, que entregó a la célula aprista del Cuzco, firmado por Haya de la Torre y supuestamente por personeros apristas de Europa, Buenos Aires, Santiago de Chile y Sicuani, en el cual Haya de la Torre se expresaba en términos radicales, argumentando que lo más importante es el poder, halagando a los apristas cuzqueños como auténticos "marxistas" que se oponen a los "pseudo socialistas" de Lima. Así mismo elogiaba a los campesinos, en especial a los indígenas. "Lo que interesa al Apra es que la revolución se cumpla, tanto más amplia, tanto más radical, tanto más izquierdista, tanto más roja cuando la realidad lo permita…" Luego se dice que el Apra es capaz de imponer la "dictadura" de obreros y campesinos. Pero también se decía: "No importa qué palabras usemos para enarbolar nuestras ideas revolucionarias". A los "socialistas limeños" les critica porque contrariando al marxismo, "consideran que el imperialismo no es capitalismo". Esta última crítica es certera, porque para el estalinismo, el imperialismo era una abstracción situada fuera de las fronteras y no impulsaba el desarrollo capitalista en colonias y semicolonias, sino al contrario, decían que era una traba.

A la postre Enríquez renuncia al Apra (1948) dejando como constancia su libro "La estafa política más grande de América Latina" (1951), donde demuestra con lujo de detalles las veleidades caudillistas de Haya de la Torre, y cuando se refiere a las ideas, o mejor dicho a la falta de coherencia en ellas y al cambio de las mismas, el autor es preciso, prodigándose en citar fuente, página, párrafo y línea. Ese mismo año (1951) la poeta Magda Portal denuncia a los líderes apristas en su opúsculo "¿Quiénes traicionaron al pueblo?".

Inmerso en la crisis mundial, en 1930 fue derrocado el gobierno de Leguía por el Comandante Sánchez Cerro, que asediado por las protestas populares a las que reprimió con ferocidad, y asediado por las clases dominantes más tradicionales que habían sido marginadas del poder por Leguía, lo obligaron a renunciar. Intentan estabilizar el poder desde el estado con un gobierno presidido por el presidente de la Corte Suprema, Dr. Elías, renunciando a los dos días y asumiendo el poder el comandante Gustavo Jiménez (de tendencia izquierdista) que se vio obligado a entregar el poder a un gobierno de "consenso" presido por David Samanez Ocampo que llama a elecciones.

Haya de la Torre regresa del exilio y cumple uno de sus ambiciones: ser candidato a la presidencia de la república. Con su principal adversario, el Comandante Sánchez Cerro, líder y fundador del partido fascista "Unión revolucionaria", polarizan las elecciones, resultando ganador el segundo, triunfo que el Apra desconoce alegando fraude, incitando a subvertir el orden.

Los comunistas peruanos en la campaña electoral de 1931 tildaban al Apra de "social fascista", al igual que a otras organizaciones que no comulgaban con el comunismo (estalinismo) haciendo imposible la colaboración y el frente único. Se deja de lado la propuesta de Mariátegui de la unidad más amplia para la acción sobre la base de reivindicaciones concretas. Con fraseología radical, los comunistas llamaban a formar soviets y repúblicas indígenas de aymaras y quechuas, pero no mostraban el camino que conduce a ello. Dejaron de lado las reivindicaciones democrático burguesas más amplias que puedan comprometer a todos los sectores, permitiendo que el Apra, de corriente arrinconada, sin organicidad en los tiempos de Mariátegui, se abriera camino como alternativa popular contra la oligarquía y el imperialismo.

El aprismo en el proceso electoral -teniendo de trasfondo los cinco puntos planteados en 1926 como "programa máximo"- dio a conocer públicamente los lineamientos ideológicos y programáticos en discursos de su líder y en manifiestos del partido que serían recopilados en el libro "Política Aprista" (1931). El "Antiimperialismo y el Apra", según Haya de la Torre escrito en el año 1928 -como respuesta al virulento ataque de Julio Antonio Mella contra Haya de la Torre y el Apra en "¿Qué es el Arpa?"-, fue publicado en 1936 en la editorial Ercilla de Santiago de Chile, donde se exponen con mayor amplitud los principios.

Haya de la Torre por encargo del partido expuso en la campaña electoral, el "plan mínimo", en un concurrido mitin en la Plaza de Toros de Acho, en el cual se ofrecía seguridad social, educación elemental gratuita, aumento de tributación de los más pudientes, aranceles para defender la producción nacional y fomentar industrias básicas para importar menos. Expropiación de propiedades improductivas pero pagando su "justiprecio", justicia social y emancipación de los trabajadores según las condiciones. En resumen, los actos de mayor envergadura como nacionalizaciones y socializaciones estaban dentro del "programa máximo", para una época futura. La división infranqueable entre programa máximo y programa mínimo esbozado por los líderes apristas, de corte típicamente reformista, contrastaba con la mentalidad de sus bases que luchaban por un cambio radical, revolucionario, rumbo al socialismo.

Haya de la Torre decía que el aprismo es la forma indoamericana de ser marxista, por lo que en muchos sectores recibían a sus líderes cantando el himno a la internacional.

Tres concepciones sobre la revolución peruana y latinoamericana

A finales de la década del veinte del pasado siglo, surgen tres concepciones sobre la revolución en Indoamérica: La estalinista de la tercera internacional; la pequeña burguesa de Haya de la Torre y la marxista de Mariátegui. Las tres concepciones señalaban al Perú como un país precapitalista, (semifeudal), estando a la orden del día las reivindicaciones democrático burguesas. La semifeudalidad, Mariátegui lo asignaba para los países andinos, mientras que el estalinismo y Haya de la Torre lo extendían al conjunto de Indoamérica.

El estalinismo negaba que el capitalismo en América Latina se desenvuelva de acuerdo a intereses del imperialismo, ya que a su entender, "desarrollo capitalista significa el desarrollo normal de la economía nacional y no la adaptación a las necesidades del mercado internacional46". En tanto el estalinismo promovía un desarrollo capitalista al margen del imperialismo, significaba "independencia nacional". Contrariamente a eso, para Haya de la Torre y Mariátegui el capitalismo es impulsado por intereses imperialistas, por lo que a más capitalismo hay mayor dependencia o, como decían, mayor colonialismo.

¿Quién o quiénes promueven y acaudillan la lucha y consecución de las reivindicaciones democrático burguesas? Para el estalinismo esas tareas se cumplirían en el proceso de una revolución democrático burguesa dirigida por la burguesía nacional, "revolucionaria", para que desarrolle el capitalismo y en una época remota vendría el socialismo. Durante la época ultra izquierdista (1928-1933), formalmente se criticaba a la burguesía nacional y a cuanta organización no sea estalinista como fascista o "socialfascista", pero seguían con la tesis de la imposibilidad del socialismo en América Latina con el argumento de que antes de llegar al socialismo se debe pasar por una serie de etapas para desarrollar plenamente el capitalismo47. A partir de 1934 se vuelve al periodo derechista mediante la estrategia de los frentes populares y a su clásico planeamiento de que las reivindicaciones democrático burguesas lo acaudillaría la burguesía "revolucionaria" para desarrollar el capitalismo. Tenían un esquema por el que deberían pasar forzosamente, de modo lineal, todos los pueblos, comenzando del comunismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo. Por eso, a la semifeudalidad solamente podría sucederle el capitalismo, sea en países como China o el Perú, la India o Méjico.

Haya de la Torre decía que la burguesía nacional está entrelazada al feudalismo y subordinada al imperialismo, por lo que la revolución lo acaudillarían las "clases" medias y dentro de ellas, los intelectuales, por mediación de un estado antiimperialista promotor del desarrollo capitalista diferente al imperialista, para que posteriormente venga el socialismo. Se debe vigilar a las clases medias para que no evolucionen a gran burguesía, ya que sería una "regresión" al imperialismo. A la burguesía nacional Haya de la Torre lo incluye dentro de su propuesta corporativa del Congreso Económico Nacional junto al estado y los trabajadores, para discutir "juntos la realidad". Esto tiene clara influencia del corporativismo de movimientos fascistas europeos y también de Víctor Andrés Belaunde48 que, con su catolicismo conservador, rechazaba la democracia liberal, reivindicando "la democracia gremial, funcional o corporativa", pensado que los sindicatos obreros en el capitalismo podrían cumplir un papel semejante a los gremios de la edad media europea.

Para Mariátegui no existía una burguesía nacional revolucionaria y la conducción del proceso recaería en la clase obrera en alianza con los campesinos y el pueblo en su conjunto. Pero la revolución no se detendría en la solución de las reivindicaciones burguesas, sino que partiendo de ellas marcharía al socialismo. Un pasaje que sintetiza este tránsito de las reivindicaciones democrático burguesas al socialismo dice así: "El estado actual en estos países reposa en la alianza de la clase terrateniente y la burguesía mercantil. Abatida la feudalidad latifundista, el capitalismo urbano carecerá de fuerzas para resistir a la creciente obrera. Lo representa una burguesía mediocre, débil, formada en el privilegio, sin espíritu combativo y organizado que pierde cada día más su ascendencia sobre la fluctuante capa intelectual49". Las comunidades indígenas en los andes serían pilares en la colectivización del campo mediante la técnica y la ciencia, inmersos en la revolución latinoamericana y mundial. Se entiende por esto que Mariátegui preconice un partido de obreros y campesinos50bajo principios socialistas.

Lo importante para Mariátegui era que el proceso conduzca al socialismo, al margen de los adjetivos que se empleen, que podían ser: "nacionalista revolucionaria", "antiimperialista", "agrarista", etc., ya que el proceso revolucionario los abarca a todos. Igualmente las fases, alianzas, transacciones, concesiones, se realizan de acuerdo a las condiciones concretas.

La posición ideológica de Haya de la Torre y del Apra, con enmiendas que su principal líder realizaba con el correr de los años, se mantuvo a la izquierda del estalinismo por lo menos formalmente hasta la década del cuarenta. Se trataba de una visión plebeya donde se condensa las aspiraciones de diversas clases y capas sociales explotadas. Para las capas medias tradicionales empobrecidas ante el avance capitalista, se trataba de frenar ese avance intentando mejoras económicas y ocupar un lugar privilegiado en la política para desarrollar el capitalismo de acuerdo a sus intereses condensados en parte en el programa aprista. Para los obreros, y con ellos para el conjunto de desposeídos, se trataba de luchar por un cambio radical con una visión socialista (en un partido que se reclamaba marxista). Haya de la Torre tomó partido por las capas medias. Se olvidó de las comunidades indígenas y su propuesta inicial de colectivizar el agro. La nacionalización de tierras e industrias quedó para el futuro como parte de su programa "máximo". En cuanto a organización política, por encima del partido estaba el caudillo, sindicado como el "jefe", que implica obediencia, sumisión y fidelidad. Desde su surgimiento, en las manifestaciones agitaban pañuelos blancos con la mano izquierda. Posteriormente se añadió el saludo a semejanza fascista, extendiendo la mano derecha en dirección al "jefe".

Julio Cotler escribe que "el Apra promovió el desarrollo de organizaciones sindicales, culturales, juveniles, estudiantiles, profesionales y deportivas a fin de penetrar en las diferentes esferas de la sociedad civil y lograr su hegemonía sobre las clases populares y medias propiciando de esta manera la formación de una identidad nacional y popular51". En esto, el Apra asume el legado del anarcosindicalismo que promovía una cultura popular por mediación de veladas literarias, deportes, festividades, etc., para contrarrestar la política cultural excluyente de la oligarquía que por su mentalidad de casta se preciaba tener su propia cultura supuestamente superior al pueblo. Inmerso en esta política está la reivindicación par las masas apristas de la religiosidad popular ferviente e ingenua, donde anidan las más vulgares creencias y a la vez los más osados proyectos libertarios52.

Mariátegui y Haya de la Torre coincidían en el carácter internacional de la revolución como única manera de establecer el socialismo.

Mariátegui53 sustenta su posición internacionalista manifestando que las fuerzas productivas de la misma manera que sobrepasaron la estrechez de los feudos medievales, sobrepasan las fronteras nacionales, internacionalizando la economía y las costumbres, que es contrario a los intereses capitalistas concurrentes y rivales organizados en los estados nacionales, lo que es causa de las guerras que asolan a la humanidad. La revolución socialista en la Unión Soviética era sólo el inicio de la revolución mundial.

Para que el socialismo se desenvuelva plenamente en Rusia, Haya de la Torre esperaba la revolución mundial, porque de lo contrario sería ahogada por el imperialismo. Igualmente la revolución peruana será parte de la revolución continental y mundial.

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