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Mariategui o la revolución permanente (página 10)

Enviado por Rafael Herrera Robles


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Para el caso de América Latina -dice Haya de la Torre- las fronteras que surgieron con la independencia fueron "artificiales", que no corresponde a criterios económicos ni técnicos. Posteriormente la penetración imperialista dividió más el continente, creando nuevas repúblicas siendo el último caso Panamá, territorio arrebatado a Colombia. "Las fronteras políticas actuales de nuestros países son fronteras económicas, pero correspondientes a una etapa feudal. Las demarcó la clase feudal criolla al libertarse de España; pero no corresponden a una delimitación económica moderna anti-feudal y menos a una delimitación revolucionaria y científica". Una delimitación "científica" agrupará a conglomerados de países según criterios geográficos, económicos y culturales, por ejemplo lo que es Méjico y Centro América y lo que son los países "bolivarianos" donde se desenvolvió el Imperio Incaico54.

Reivindicación de la figura de Mariátegui y Trotsky por el proselitismo aprista

En el Apra, algunos líderes e intelectuales, entre ellos Luis Alberto Sánchez, luego de muerto Mariátegui, decían que no existieron divergencias ideológicas entre Haya de la Torre y Mariátegui y que la ruptura se debió a intrigas de agentes estalinistas. Cuando fue elegido representante del Apra para la Asamblea Constituyente, a nombre de su partido, el 7 de enero de 1932 presenta un proyecto de ley para que el estado subvencione la manutención y educación de los hijos de Mariátegui, del que –entre otros elogios- dijo que fue un "agitador de conciencias que planteó orientaciones nuevas a los problemas del Perú" y que "jamás" claudicó55. El proyecto no prosperó porque dos días después la dictadura de Sánchez Cerro, promulgando una ley de emergencia persiguió a apristas y comunistas.

Luis Alberto Sánchez llega a decir que enfermo, desde marzo de 1929 hasta el 16 de abril de 1930 en que falleció, Mariátegui "no fue dueño de sus actos56", intentando restar valor a las duras críticas lanzadas por Mariátegui contra Haya de la Torre. En el lapso en que Sánchez dice que no fue dueño de sus actos, además de su polémica con Haya de la Torre, Mariátegui polemizó con la tercera internacional (estalinista) mediante sus escritos enviados a la conferencia sindical de Montevideo y a la reunión comunista de Buenos Aires (1929), a lo que se suma la publicación de artículos hasta marzo de 1930.

Los apristas también reivindicaron a su manera a Trotsky. Contingentes de trabajadores e intelectuales que estaban en el proyecto socialista de Mariátegui se pasaron a filas del aprismo, que por ese entonces se reclamaba marxista y criticaba desde una posición de izquierda al estalinismo.

Décadas después, cuando habían claudicado en todas las formas, para pasar a defender los intereses de la oligarquía, del gamonalismo y del imperialismo, los apristas siguieron utilizando la figura de Trotsky para hacer proselitismo. Haya de la Torre en 1977 escribió que Trotsky desde su exilio en Méjico lo envió un mensaje que decía: "Díganle a Haya de la Torre que cuando discutimos en Rusia no lo entendí cabalmente, pero que ahora, desde su Indoamérica lo comprendo57". Uno se pregunta porqué Haya de la Torre esperó que transcurran más de cuarenta años para hacer público ese supuesto mensaje, cuyos supuestos intermediarios tampoco lo dieron a conocer.

Lo cierto es que Trotsky, durante su exilio en Méjico, entabló amistad con desterrados apristas peruanos. Durante un congreso antifascista (1938) patrocinado por el estalinismo, los apristas peruanos desterrados, -que asistieron por propia iniciativa-, conjuntamente a representantes de Puerto Rico, hicieron aprobar una resolución de condena a toda forma de imperialismo, en contra de la posición estalinista que pedía una condena solamente a los países fascistas. Trotsky58 mencionó ese hecho como lo mejor del congreso. Poco después Haya de la Torre y el Apra dan marcha atrás para supeditarse a la política de "buena vecindad" del imperialismo norteamericano. En cierta ocasión Trotsky llamó "demócrata" a Haya de la Torre. Los desterrados apristas protestaron porque a su criterio, el líder aprista era un auténtico revolucionario, un socialista y hasta un marxista. La respuesta de Trotsky fue que los demócratas en los países imperialistas por lo general son reaccionarios, pero en colonias y semicolonias, si son consecuentes, están del lado del progreso y la justicia, por lo que en el caso de Haya de la Torre es mejor ser un buen demócrata antes que un mal socialista. Pero aún así, como demócrata, -concluyó Trotsky- Haya de la Torre defecciona porque en vez de buscar la unidad con los trabajadores norteamericanos, se supedita a la política imperialista de "buena vecindad" de Roosevelt. Intentando tomar distancia del estalinismo que desde 1933 se subordina a la misma política, Haya de la Torre maquilla su posición con el lema: "inter americanismo democrático sin imperio".

Trotsky reconocía en el aprismo de la década del treinta a una organización de frente único pero organizado en partido, que por sus ideales y su acción revolucionaria estaba a la izquierda del estalinismo en América Latina, haciendo votos para que no degenere. Llamaba a sus seguidores a privilegiar el frente único con los apristas, sobre reivindicaciones concretas, manteniendo la autonomía orgánica e ideológica. En esto era congruente con la tradición marxista si recordamos que fue Trotsky quien redactó las tesis sobre el frente único, que con apoyo decisivo de Lenin fue aprobado –con gran resistencia– en el comité ejecutivo de la Tercera Internacional en 1921.

Ricardo Melgar Bao59 narra las relaciones entre apristas y trotskistas en Méjico que, sobre todo al inicio, se sustentaba en ideales comunes: "Haya de la Torre encontró en el líder ruso en el exilio, un apoyo a su oposición a las tesis de Dimitrov sobre el frente antifascista; así lo ratificó en una carta suya a Luis Alberto Sánchez: "¿Leíste en Octubre, revista trotskista de México, el ataque de Trotsky contra los frentes populares? ¡Formidable!".

Cuando el estalinismo dio un viraje al uiltraizquierdismo –de 1928 a 1933- endilgando a cuanta organización no sea comunista (estalinista) el epíteto de socialfascista, con lo que se aislaron de los trabajadores organizados, contribuyendo, entre otras cosas, al ascenso del nazismo en Alemania, Trotsky, criticando esa política, propuso el frente único antifascista lo más amplio posible con organizaciones de diversa filiación política, incluyendo burguesas, pero sin subordinarse a ellas, sin perder el objetivo final de lucha por el socialismo. Todo lo contrario a la propuesta estalinista que cuando se pasa a una posición derechista, desde 1933, promueve los frentes populares antifascistas subordinándose a organizaciones burguesas a las que en el periodo anterior -de ultra izquierdismo- habían motejado de "social fascistas", delimitando toda acción a los marcos burgueses, acarreando funestos resultados, como la derrota en la guerra civil española (1936-1939), en la que el gobierno del frente popular, a los combatientes que intentaban ir más allá de los intereses burgueses –entre ellos trotskistas y anarquistas- para crear un poder popular autónomo de los trabajadores, se los reprimió con ferocidad, creando desconcierto en los frentes de batalla. Paralelo a ello, la contrarrevolución estalinista condenó a la pena de muerte en los infames juicios de Moscú (1936-1938) a la plana mayor bolchevique.

Ricardo Melgar Bao se equivoca cuando dice que "Trotsky cede en 1938 ante el populismo aprista y ante el ala radical del cardenismo". Lo último –cardenismo- para referirse al gobierno nacionalista de Lázaro Cárdenas en Méjico (1934-1940), que entre otras cosas, nacionalizó el petróleo, medida que Trotsky apoyó considerando que era progresivo porque Lázaro Cárdenas se enfrentaba desde una posición nacionalista burguesa al imperialismo. En el caso del Apra existían más afinidades con el trotskismo, porque –por esa época- Haya de la Torre aún desechaba a la burguesía nacional como caudilla de la revolución en América Latina, por lo que en un primer momento, hasta mediados de 1938, criticó los frentes populares estalinistas.

El apoyo crítico de Trotsky a Cárdenas en Méjico, al igual que su relación con el Apra, se sustenta con las tesis sobre el frente único basado en reivindicaciones concretas, que incluso se puede extender a partidos burgueses, con la finalidad de comprometer a la mayor cantidad de trabajadores a luchar por sus reivindicaciones. El viraje aprista hacia el imperialismo yanqui desde finales de la década del treinta trae consigo renuncias en su seno, lo que Melgar Bao atribuye erradamente a razones conspirativas del trotskysmo.

En otro contexto, cuando en la década del treinta Japón invade China, Trotsky60, -criticando a posiciones ultra izquierdistas que se mostraban neutrales- llamó al pueblo chino a desalojar a los invasores luchando conjuntamente a los ejércitos del jefe del Kuomingtang Chiang kay Shek, que como se sabe, fue un contrarrevolucionario que en 1927 asesinó a miles de revolucionarios. Pero en ese momento se enfrentaba al enemigo principal, a los invasores imperialistas japoneses.

También contra la discriminación racial a los negros, en casos como de Sudáfrica61, Trotsky dijo que podría darse la coyuntura de que su liberación tenga que pasar creando una república burguesa negra que respete los derechos de la minoría blanca, para luego dar el salto al socialismo, en contra de la posición de muchos de sus seguidores que desde una posición ultra izquierdista, reducían su accionar a las luchas reivindicativas de clase.

En todos los casos, los revolucionarios deben conservar su independencia orgánica y política, para que, llegado el momento, puedan marchar con el conjunto del pueblo al socialismo.

Marxismo, aprismo y tránsito al capitalismo

El "Antiimperialismo y el Apra" tiene como premisa la originalidad o peculiaridad de las sociedades de América Latina dentro del contexto mundial, concepción metodológica -de la especificidad dentro de la totalidad- que en Mariátegui está presente con mayor claridad que en Haya de la Torre, lo cual los diferencia de la concepción estalinista.

Si para Lenin el imperialismo era una fase superior y última del capitalismo, para Haya de la Torre esto es cierto solamente para los países industrializados, pero en Indoamérica el imperialismo resulta ser la primera etapa del capitalismo que explota a las clases trabajadoras y coloniza pueblos. Se crea la "dualidad" con la segmentación de la economía en dos "intensidades", en "dos modos de producción". La imperialista. avanzada, "acelerada", y la nacional "retrasada62 ".

Esta interpretación "dualista" de las sociedades indoamericanas por parte de Haya de la Torre se diferencia del dualismo tradicional que segmenta en estancos lo "avanzado" y lo "atrasado", lo "moderno" y lo "primitivo", lo "capitalista" y lo "feudal", porque en la interpretación de Haya de la Torre cada parte, cada sector, está interrelacionado al sistema mundial, por lo que cada parte puede incidir sobre el conjunto. La solución también está interpretada en un contexto donde lo nacional es parte de lo internacional. Ambos sectores -internos y externos- explotan a millones de trabajadores, cotizan en la misma moneda "y parecen fundirse en un mismo destino. Pero son diferentes, son opuestos; están en contradicción y lucha. Dentro del gran sistema capitalista, uno representa la etapa lejana de los caminos iniciales, y el otro las formas culminantes y poderosas de la plenitud y el desborde moderno. Tesis y antítesis que imponen una síntesis de equilibrio y libertad dentro de un plan de nueva economía indoamericana, no apartada de la evolución económico social mundial, pero capaz de detener para siempre el sojuzgamiento y la opresión del imperialismo63"

El "dualismo" está, o mejor dicho, está inmerso en la totalidad y dentro de esa totalidad se intenta legitimar el proyecto (aprista) de un capitalismo diferente al clásico liberal europeo y diferente al imperialismo.

La resultante de la penetración imperialista para Haya de la Torre, es una deformación de la economía semejante a la de un niño de crecimiento anormal: "Económicamente Indoamérica es como un niño monstruoso, que al devenir hombre le creció la cabeza, se le desarrolló una pierna, una víscera, quedando el resto del organismo vivo pero anquilosado en diferentes periodos del crecimiento. Examinando el panorama social de nuestros pueblos encontramos esta coexistencia de etapas que deberían estar liquidadas. Cada una conserva vitalidad suficiente para gravitar sobre el todo económico y político64…"

La tarea principal de los revolucionarios es la liberación nacional contra el imperialismo, desarrollando un nuevo tipo de capitalismo arbitrado por un "estado antiimperialista" que cuidará que el imperialismo, necesario para el desarrollo, no avasalle, y cuidando que las clases medias no se conviertan en gran burguesía ya que eso significaría una "regresión al imperialismo".

En la teoría económica marxista para el devenir europeo occidental se vislumbraban dos posibilidades de transito del feudalismo al capitalismo mencionados ya por Marx y Engels en el siglo diecinueve: La vía revolucionaria donde la acción de las clases populares barre con la feudalidad y sus vestigios, siendo el caso más aleccionador Francia; y la lenta transformación de los terratenientes en capitalistas, conservando y coexistiendo con la servidumbre, cuyo mejor ejemplo era Alemania de mediados de siglo. Una alternativa diferente surgía con la presencia de la clase obrera promoviendo que la lucha contra la feudalidad tramonte las reivindicaciones burguesas para enrumbar al socialismo, esbozando lo que se llamaría la "revolución permanente".

Lenin, a inicios del siglo veinte para el caso de Rusia, sintetizó los caminos de la siguiente manera: "O bien la antigua economía terrateniente, ligada por millares de lazos con el derecho de servidumbre, se conserva, transformándose lentamente en una economía puramente capitalista, de tipo junker. (…) O bien la destrucción de la propiedad de los terratenientes y de todos los pilares principales de la vieja "superestructura" correspondiente; el papel predominante del proletariado y de la masa de campesinos con la neutralización de la burguesía vacilante o contrarrevolucionaria; el desarrollo más rápido y libre de las fuerzas productivas sobre la base capitalista"… creando las mejores condiciones "para el ulterior cumplimiento por la clase obrera de su auténtica y fundamental misión, la transformación socialista65".

Por esa época -inicios del siglo veinte- Lenin promovía una solución capitalista con participación popular a la servidumbre rusa, mientras que Trotsky promovía la tesis de un tránsito permanente de las tareas burguesas a las socialistas.

Para Mariátegui el desarrollo capitalista en países como el Perú –coincidiendo en esto con Haya de la Torre- se realiza impulsado por intereses imperialistas por lo cual, a mayor desarrollo capitalista hay mayor dependencia, mayor colonialismo.

Mariátegui describe el proceso de cómo, luego de la independencia contra el dominio español, los propietarios descendientes del virreinato, con mentalidad colonial de casta, hacen el papel de burguesía "liberal". Luego, en gran parte ligados a ellos, desde la época del guano y el salitre -mediados del siglo diecinueve- surgen nuevos sectores amparados por el estado, pero a la final no pueden oponerse a la avalancha imperialista que los margina de los sectores económicos más rentables, incluyendo haciendas agro exportadoras, en las que, no obstante su avanzado industrialismo, impera la mentalidad colonial de casta. El capitalismo para Mariátegui se desenvuelve bajo intereses y espíritu del feudo, por lo que su superación sólo puede ser el socialismo.

En otras palabras, el tránsito al capitalismo es de acuerdo a los intereses de la oligarquía y del imperialismo que controlan los enclaves –principalmente haciendas y minas- a partir de lo cual, en forma lenta, diversifican sus inversiones al sector urbano industrial, asediados por las reivindicaciones obrero populares, que en muchas ocasiones han puesto en tela de juicio el conjunto del orden, como los casos de la revolución aprista de Trujillo (1932) o la rebelión campesina de la Convención y Lares66 (1958-1964) en el Cuzo, donde los campesinos comenzaron sus reivindicaciones en la legalidad, contra el trabajo gratuito y cuando el estado viola sus propias leyes dando la (sin) razón a los hacendados, expropiaron la tierra, y frente a la represión, organizan su autodefensa, surgiendo un poder popular, sucumbiendo por falta de armas, pero a la final las tierras expropiadas quedan en poder de los campesinos. En 1968 los militares reformistas asumen el control del estado para realizar reformas intentando detener la subversión, sobre todo en el campo. La oligarquía tradicional es despojada de lo más emblemático de su poder: las haciendas agro exportadoras de la costa. Sin embargo desde tiempos atrás ya había diversificado sus inversiones al sector urbano industrial, y ante el fracaso de las reformas de los militares, se constituyen en el eje del poder político, arrastrando los peores lastres de la antigua oligarquía.

La clase obrera

Uno de los fundamentos para oponerse a la revolución socialista por parte de Haya de la Torre fue la supuesta debilidad de la clase obrera peruana y latinoamericana, a su entender, incapacitada para luchar y ejercer el poder político.

Para que una nueva clase asuma al dominio de la sociedad son necesarias dos cosas: Primero, una crisis de decadencia de la clase dominante, -convirtiéndose en clase al margen de la historia– porque sus intereses particulares, privados, no han confluido o dejan de confluir con el conjunto o con gran parte de los intereses de la sociedad tendientes a mejorar la vida; y segundo, que los intereses particulares de una nueva clase ascendente confluyan con el conjunto o con gran parte de la sociedad, -convirtiéndose en clase con historia-, en tanto lucha por mejorar las relaciones sociales.

En la sociedad precapitalista ("semifeudal") peruana de inicios del siglo veinte, el poder político giraba en torno los sectores oligarcas ligadas al imperialismo, principalmente propietarios de haciendas agro exportadoras de la Costa, que tenían de principales aliados a los hacendados (gamonales) del interior andino; junto a ellos, en el sur (Arequipa) los grandes comerciantes de lana intermediarios del imperialismo inglés. A lo anterior se suma conglomerados de capas medias heterogéneas por su origen y proyección. El poder se dispersaba en cada grupo que tenía influencia regional y se conectaba directamente al extranjero. La "clase dominante" era débil. La clase obrera, joven y aún en gestación, había mostrado su fortaleza en grandes jornadas reivindicativas como la conquista de las ocho horas de trabajo en 1919, apoderándose de las calles de Lima y Callao mediante piquetes de huelga.

Dentro de las contradicciones sociales Mariátegui vio la debilidad de las clases dominantes y valoró el potencial revolucionario de la clase obrera y su proyección al socialismo, contando en el campo con las comunidades indígenas que serían pilares en la colectivización de la agricultura. Haya de la Torre vio el número, la cantidad, pero no la cualidad, por lo que proyectó como solución un capitalismo diferente al imperialismo. Sin embargo luego de la muerte de Mariátegui, por la errada política estalinista, el aprismo primigenio se hizo de un lugar en los sectores más avanzados de la clase obrera y del pueblo. En la Costa norte los obreros de las haciendas azucareras y en Lima, obreros ligados a la industria, entre ella, a la textil. El comunismo tuvo mayor arraigo en los trabajadores de la gran minería.

Cuando estalla la crisis capitalista mundial de los años treinta, el gobierno de las clases dominantes se descompone mostrando su fragilidad. El poder, literalmente, estaba tirado en la calle. El heroísmo y la pujanza del pueblo quedó demostrado en grandes jornadas de lucha con participación esencial de la joven clase obrera en lugares estratégicos como las minas en los andes centrales y en los ingenios azucareros del norte, lo cual contrastaba con su falta de dirección política; con los comunistas (estalinistas) dando consignas ultraizquierdistas al margen de la realidad; y con el Apra que además de desdeñar de la clase obrera, sus dirigentes mostraban una actitud ambivalente, indecisos entre la revolución a la que empujaban sus bases, y la reforma para pactar con el imperialismo. Esa fue la tragedia del pueblo peruano en esa coyuntura.

En mayo de 1931 Manuel Seoane, connotado líder aprista, en una entrevista para una publicación en inglés editada en Lima comparaba al Apra con el laborismo inglés que llega al poder dentro del orden, sin interferir con los intereses establecidos. Y a la pregunta porqué hablan contra el imperialismo, la respuesta fue: "No supone ningún ataque contra el capital67".

Eran tiempos electorales polarizados por dos candidatos: el Comandante Sánchez Cerro por el partido "Unión Revolucionaria" de marcado carácter fascista, y el Apra representado por Haya de la Torre, quién, en plazas y calles despotricaba contra el imperialismo norteamericano, pero en secreto se entrevista con el embajador de ese país, el cual, en una extensa carta fechada el 7 de setiembre de 1931 al Secretario de Estado, como conclusión señala: "…puedo pensar que si [Haya de la Torre] llegara a ser presidente del Perú, no tendríamos nosotros nada que temer y por el contrario podríamos esperar una excelente y benéfica administración, de tendencia fuertemente liberal en la que en general se haría justicia y se daría inicio a un periodo de confianza y bienestar68".

Se daba así la razón a Mariátegui cuando en 1929 escribió que el imperialismo utiliza "el poder de la clase feudal en tanto que la considera la clase políticamente dominante. Pero sus intereses económicos no son los mismos". Por lo cual el imperialismo puede llegar a una "estrecha alianza" con la pequeña burguesía, aun "la más demagógica"… "El capital financiero se sentiría más seguro, si el poder está en manos de una clase social más numerosa, que, satisfaciendo ciertas reivindicaciones apremiosas y estorbando la orientación clasista de las masas, está en mejores condiciones que la odiada clase feudal de defender los intereses del capitalismo, de ser su custodio y su ujier. La creación de la pequeña propiedad, la expropiación de los latifundios, la liquidación de los privilegios feudales, no son contrarios a los intereses del imperialismo de un modo inmediato69…".

Luego del triunfo electoral de Sánchez Cerro, Haya de la Torre y el Apra desconocieron las elecciones llamando a subvertir el orden. Las protestas estallaron en el ámbito nacional. El pueblo estaba harto del gobierno de las clases dominantes. Las fuerzas armadas, como sucede durante toda crisis social, se resquebrajaron, con tendencias que se pusieron del lado del pueblo.

Revolución de Trujillo (7 al 11 de julio de 1932)

El 7 de julio de 1932, en la ciudad de Trujillo, por ese entonces la segunda en importancia luego de Lima, estalla una insurrección obrero popular acaudillado por sindicalistas apristas de las haciendas azucareras, que entendían al aprismo como la forma de ser marxista en América Latina conforme decían sus líderes. Comandados por Manuel "búfalo" Barreto toman por asalto el cuartel O'Donnovan haciendo prisioneros a muchos oficiales. La ciudad de Trujillo queda bajo su poder. Destituyen a las autoridades reemplazándolas por otras, surgiendo así un poder popular. Resistieron hasta el once de julio el ataque por mar, aire y tierra.

"Por primera vez en América Latina -escribe Denis Sulmont- aviones sirvieron para reprimir una población civil70".

No se sabe con precisión cuántos murieron, -según los apristas cinco mil- en parte fusilados en las afueras de la ciudad, en las ruinas precolombinas de Chan Chán, -la ciudad de adobe más grande del mundo-, donde se les obligaba cavar su propia sepultura. Frente a ello, los apristas decapitaron a oficiales del ejército que tenían de prisioneros.

"La muerte de oficiales y soldados en el momento de repliegue de los apristas -escribe Julio Cotler-, y los fusilamientos en masa que ejecutó posteriormente el ejército, acabó sellando la alianza entre las capas populares y el APRA y, de otro, la del ejército con las clases propietarias que percibían al APRA como su principal enemigo. A partir de entonces el ejército se constituyó en el "perro guardián de la oligarquía", como años más tarde lo definiera públicamente un connotado general71".

Como repercusión o extensión, se produjeron levantamientos en diversos lugares, entre ellos, en la ciudad andina de Huaráz, donde un joven con el grado de Mayor del ejército, Raúl López Mindreau, comandó una insurrección cívico militar que se apoderó de la ciudad, nombrando al dirigente aprista Carlos Alberto Philipps prefecto por la provincia de Huaylas, quién, luego de develado el levantamiento, antes de ser fusilado dijo: Dios salvará mi alma y sólo el Apra salvará al Perú (SEASAP). La última parte (SEASAP: sólo el Apra salvará al Perú)) se convirtió en emblema del partido, aumentando el mesianismo y a la vez el sectarismo.

Para los principales líderes apristas, las acciones se "precipitaron", por lo cual no estuvieron presentes. Sin embargo, la principal razón del fracaso de esa y otras rebeliones es la ambigüedad de la ideología aprista, agravada por el doble discurso de sus líderes que en público llamaban a la revolución pero en secreto pactaban con las clases dominantes.

Los cuatro días de resistencia es una muestra del compromiso de la mayoría de la población y, sobre todo, -hecho de vital importancia-, la dirección del movimiento estuvo a cargo de obreros. Frente al poder oficial de las clases dominantes surgió un poder popular de los insurrectos, que por falta de visión política no lograron promover iniciativas para el conjunto de la sociedad.

Fue una revolución proletaria fallida que hasta hoy los historiadores no quieren reconocer porque consideran que la clase obrera peruana no era capaz de promover una revolución por ser numéricamente inferior a otras clases. Una interpretación lógica formal que no explica la dinámica social interna, para lo cual es necesaria la lógica dialéctica que descubre las contradicciones sociales. Existía una situación revolucionaria donde las clases dominantes, desarticuladas, frágiles, -incluso con el surgimiento de tendencias libertarias al interior de las fuerzas armadas-, no podían gobernar como antes y el pueblo no podía vivir como antes. La clase obrera y sectores populares mostraron su espíritu de lucha, pero carecieron de dirección política.

Buena Vecindad y Frentes Populares

Haya de la Torre, acorde a la ambivalencia de su ideología, desvirtúa los principios programáticos del Apra valiéndose de la distinción entre programa máximo, para el futuro, y programa mínimo para el presente. Las nacionalizaciones de tierras e industrias lo relega al programa máximo, para el "futuro". Del punto primero que hacía referencia a la acción contra el imperialismo yanqui, se quita la palabra yanqui, argumentando que la lucha sería contra todo imperialismo.

Cuando pierde las elecciones el partido republicano en Estados Unidos que practicaba la política del "garrote", para dar paso al gobierno del partido demócrata con Franklin Delano Roosvelt, promoviendo desde 1933 la política del "buen vecino", aún Haya de la Torre despotricaba contra el "imperialismo yanqui". En diciembre de 1935 (como nota preliminar para la primera edición del "Antiimperialismo y el Apra" que salió en 1936) escribió que si bien la "política del garrote" del Partido Republicano ha dado paso a la "política del buen vecino", el "imperialismo económico sigue en pie" contra el cual se debe luchar con la unidad de todos los pueblos, para que las fronteras políticas sean meras demarcaciones administrativas, nacionalizando la riqueza "bajo un nuevo tipo de Estado72". Cuando Luis Alberto Sánchez publica por esa época la primera versión de la biografía de Haya de la Torre y el Apra, resalta la beligerancia aprista contra el imperialismo yanqui, criticando los frentes populares promovidos por el estalinismo para subordinándose a la política del "buen vecino".

El fascismo de Mussolini en Italia se había hecho del poder en la década del veinte, y en Alemania, facilitado por el ultraizquierdismo estalinista, Hitler se hizo del poder en 1934.

Desde 1934, la Tercera Internacional comunista (estalinista), de una política ultraizquierdista -durante la cual llamaba a toda organización reformista o que no comulgue con ellos, "socialfascista"-, pasó a una posición derechista llamando a subordinarse -mediante los "frentes populares"- a las mismas organizaciones que antes llamaron "socialfascistas". Durante la guerra civil española (1936-1939) a los que intentaban crear un poder popular autónomo rumbo al socialismo fueron reprimidos por el frentepopulismo estalinista que se reclamaba socialista pero defendía el orden capitalista.

Haya de la Torre y el Apra luego de una inicial postura beligerante, a finales de la década del treinta claudicaron, llamando a subordinarse a la política del "buen vecino", maquillado con el lema del "interamericanismo democrático sin imperio" que se agrega como 6° punto al programa aprista propuesto en192673, con lo cual el punto tres del programa aprista: Por la Unidad de América Latina se desvirtuaba, en tanto había sido pensado en la unidad indoamericana contra el imperialismo yanqui. Igualmente del punto primero: Acción contra el imperialismo yanqui se le quita la palabra "yanqui".

En 1938, -conforme explicamos en páginas anteriores-, cuando el Apra aún mostraba beligerancia contra el imperialismo yanqui, se organizó una conferencia internacional contra el fascismo y la guerra patrocinado por la Tercera Internacional estalinista, asistiendo por propia iniciativa apristas peruanos exiliados en Méjico, entre ellos Fernando León de Vivero, quienes, conjuntamente a los delegados de Puerto Rico hicieron aprobar la moción de una condena no sólo contra los regímenes fascistas, conforme querían los estalinistas, sino contra todo imperialismo opresor de pueblos. Pero pronto, por iniciativa de Haya de la Torre claudicaron.

La posición de Haya de la Torre era distinta a la década del veinte cuando condenaba al "imperialismo yanqui", y junto a Mariátegui y otros revolucionarios promovían la unidad de los pueblos indoamericanos. Mariátegui decía por esos años que no son los brindis pacatos de las diplomacias patrocinadas por Estados Unidos mediante el "panamericanismo" -que antecedió a la política del "buen vecino"- los que unirán a los pueblos de América, sino el voto multitudinario de las muchedumbres. Y en una encuesta, respondió: "Hispano- América, Latino-América, como prefieran llamarlo, no encontrará su unidad en el orden burgués. Este orden nos divide forzosamente en pequeños nacionalismos. Los únicos que trabajamos por la comunidad de estos pueblos, somos, en verdad, los socialistas (…) A Norte América Sajona le toca coronar y cerrar la civilización capitalista. El porvenir de América Latina es socialista73".

No obstante dejar de lado ideales primigenios, hasta la década del cuarenta el movimiento aprista estaba a la izquierda del estalinismo. Dan cuenta de ello rebeliones cívicas militares de sus bases, siendo la última de ellas la del 3 de octubre de 1948, traicionada por los dirigentes apristas.

En 1939 es derrotada la revolución española asumiendo el poder de toda España el General Francisco Franco. Ese año Stalin firma un pacto de "no agresión" con Hitler, repartiéndose territorios, pensando que así evitaría un ataque a la Unión Soviética. Olvidaba que en el fascismo se extrema la ofensiva burguesa contra las reivindicaciones obreras y contra el socialismo. Como era de esperarse, Hitler "traiciona" a Stalin invadiendo lo que era la Unión Soviética. Stalin se une a las democracias imperialistas. Más de veinte millones de víctimas fue el costo para desalojar a los invasores y pasar a la ofensiva.

En 1943, como un acto de buena fe hacia sus aliados de occidente, Stalin disuelve la Tercera Internacional que se fundó en 1919 para ser la vanguardia de la revolución mundial.

Haya de la Torre en un escrito de mayo de 194374 sobre el "rompan filas" de la Tercera Internacional dijo que era un hecho "realista", porque no existe lucha de clases sino de pueblos; y un año después, en mayo de 194475 escribió que "Stalin y sus hombres siguen siendo filosóficamente los mejores dialécticos del mundo" por ser "realistas". Y páginas después: " Stalin es el forjador ruso de un nuevo, poderoso e imperial nacionalismo eslavo".

Derrotado el nazi fascismo (1945) se reparten Europa. El este quedaba bajo influencia de Rusia. Desde Moscú se hacen llamados para que los combatientes contra el fascismo en Europa Occidental, entre ellos guerrilleros, entreguen sus armas a las fuerzas del orden de sus respectivos países para garantizar la coexistencia pacífica entre capitalismo y "socialismo", y la paz social entre burguesía y proletariado. Esto ayudó a evitar el estallido revolucionario en Europa Occidental que salió de su crisis mediante el "Plan Marshall" patrocinado por Estados Unidos. Comenzaba lo que se llamó "guerra fría", por la desconfianza mutua, que paulatinamente, con al paso de los años, se fue aminorando.

Para China, Stalin y las potencias imperialistas acordaron reconocer como único vocero oficial al Kuomingtang de Chiang Kay Shek. Desde Moscú presionaban a los revolucionarios chinos subordinarse a esa organización terrateniente burguesa. En 1945 Stalin firma un pacto de colaboración con el Kuomingtang por treinta años. En 1949 triunfa la revolución china contra los designios estalinistas. Mao Tse Tung se ufanaba que el pueblo chino se valió de sus propias fuerzas para la victoria.

No obstante la disolución de la Tercera Internacional, las organizaciones comunistas siguieron fieles a los mandatos de Moscú, aunque algunos se excedían como el caso del líder norteamericano Earl Browder que buscaba un "imperialismo bueno" al cual subordinarse.

El estalinismo en el Perú

Mariátegui fundó el Partido Socialista en 1928 y muere el 16 de abril de 1930. Semanas después, en mayo, lo cambiaron el nombre de Partido Socialista por Comunista, iniciándose así, con Eudocio Ravines, su subordinación a los mandatos estalinistas. Contingentes de trabajadores e intelectuales que estuvieron en el proyecto socialista de Mariátegui se pasaron a filas apristas.

Al margen de los virajes derechistas y ultraizquierdistas, el estalinismo en la década del treinta tenía entre sus consignas para América Latina, luchar contra el "trotskysmo", contra el "luxemburguismo", contra el aprismo y contra el "mariateguismo".

Los comunistas peruanos, subordinados al estalinismo, desde una posición ultra izquierdista entre 1930 (en que fallece Mariátegui) hasta 1933, donde a cuanta organización no comulgue con sus errados planteamientos era tachada de "socialfascista", se pasa a la posición derechista de los frentes populares formalizado por directivas del VII Congreso de la Tercera Internacional. Si antes se dejaba de lado consignas democrático burguesas, ahora éstas resultan ser la meta. Si antes se catalogaba a cuanta organización que no sea comunista (estalinista), de fascista o social fascista, ahora se someten a esas organizaciones supuestamente para luchar contra el fascismo.

En 1936 –durante el periodo frentepopulista- se realizan elecciones en el Perú, formándose un gran frente liderado por el Dr. José Antonio Eguiguren que gana las elecciones con masivo apoyo aprista. Los comunistas (estalinistas), que anteriormente habían llamado "socialfascista" a Eguiguren también lo apoyaron. El presidente del Perú, el general Benavides, desconoce el triunfo de Eguiguren, argumentando que la ley prohibía la intervención de organizaciones de carácter internacional como el Apra, quedándose en el poder hasta 1939, en que convoca nuevamente a elecciones, siendo uno de los candidatos el bancócrata Manuel Prado, el ala supuestamente progresista de la oligarquía, al que los comunistas le dieron su apoyo y hasta lo llamaron -según Luis Alberto Sánchez- "Stalin peruano". El Apra intenta condicionar su apoyo a Prado pidiendo amplias libertades y que dejen de perseguir a sus militantes. Sin embargo, al igual que los comunistas, claudican, por lo que los salarios se estancan a pesar de una relativa mejora en la economía.

En el primer congreso nacional del Partido Comunista realizado en 1942, se critica a la "camarilla" derechista de Ravines, a la que expulsan del partido, pero creen que el apoyo a Manuel Prado es "justo", criticando las "exageraciones". En setiembre de 1944 realizan su primera conferencia nacional donde señalan: "A la política de coexistencia internacional entre el mundo capitalista y el mundo socialista, deberá corresponder una política de colaboración de clases entre la burguesía y el proletariado"

En tal sentido se debe evitar conflictos sociales (huelgas) y promover la "Unión Nacional benéfico tanto para la burguesía como para el proletariado y todos los sectores progresistas".

La burguesía "ha fortalecido sus raíces hasta convertirse en una clase independiente capaz de liquidar el feudalismo".

Se proponen cambiar el nombre de comunista al partido y "reconocer que el comunismo es un objetivo remoto".

En el ambiento sindical reinaba el descontento. Los rebeldes dentro del comunismo (estalinismo) fueron tildados de "trotskistas" y comenzaron averiguar el significado de ese término. En 1943 junto a disidentes del Apra formaron el Grupo Obrero Marxista que en 1946 se transforma en el Partido Obrero Revolucionario (POR). En la carátula, del primer número de su prensa, -según testimonio público de uno de sus principales promotores, Félix Zeballos-, pusieron la imagen de Trotsky con un letrero en grandes caracteres que decía "VIVE".

En su segundo congreso nacional de marzo de 1946, los comunistas siguen por la misma senda, llamando a buscar la unidad con los sectores "progresistas" "más cercanos", entre ellos, con el "benavidismo" y sectores "progresistas del Apra". Esa política, buscando subordinarse al "ala izquierdista" de las clases dominantes, es una constante en el estalinismo pro ruso –en su tendencia derechista-, mientras que su tendencia ultraizquierdista representada por grupos maoístas surgidos en la década del sesenta, hacen suyo la política estalinista ultraizquierdista de los años 1928 a 1933, tildando a lo que era la Unión Soviética de super potencia imperialista (o "social imperialismo"), a su criterio más peligrosa que el imperialismo, reivindicando además, todo el historial estalinista.

Oscar R. Benavides entró a la política nacional sirviendo a los intereses de la más rancia oligarquía en 1914, derrocando mediante un golpe de estado al presidente constitucional de tendencia reformista Guillermo Billingurst (24 de setiembre de 1912- 4 febrero de 1914). En 1933, ante el asesinato del presidente constitucional Sánchez Cerro, el Congreso Constituyente nombra a un miembro de las fuerzas armadas, Benavides, presidente de la república para que culmine el periodo de Sánchez Cerro, es decir, hasta 1936, en que convoca a elecciones prohibiendo la participación del Apra pretextando que tiene vinculaciones internacionales. Gana un conglomerado de fuerzas anti oligárquicas presidida por el Dr. Luís Antonio Eguiguren, con apoyo aprista y comunista. Benavides anula las elecciones y se autonombra presidente hasta 1939, año que entrega el poder a un conspicuo miembro de la oligarquía: Manuel Prado. En 1940 las clases dominantes premiaron a Benavides erigiéndolo Mariscal del Perú. Ese es el historial del "benavidismo" a quienes los dirigentes comunistas buscaban subordinarse.

No es de extrañar que hasta la década del cuarenta el Apra, a pesar de la claudicación de sus líderes, estuviera a la izquierda del estalinismo, para posteriormente, desde la década del cincuenta, pasar a defender los intereses de la oligarquía, del gamonalismo y del imperialismo.

Cogobierno aprista y antimarxismo

Para las elecciones de 1945 se forma el "Frente Democrático" (antioligárquico) presidido por el abogado arequipeño José Luis Bustamante y Rivero que es elegido presidente con masivo apoyo aprista, organización que, con mayoría parlamentaria, cogobierna hasta 1948, olvidando sus promesas revolucionarias.

Julio Cotler reseña que en 1945: "En la plaza San Martín, en un célebre discurso frente al Club Nacional, reducto oligárquico por excelencia, Haya tendió sus brazos a sus miembros, invitándolos a aunar esfuerzos y olvidar los odios que dividían al Perú, toda vez que el APRA "no venía a quitar la riqueza a quién la tiene, sino crearla para quién no la tiene".

Es por esto, prosigue Julio Cotler, el APRA –que tenía mayoría parlamentaria- "no propuso en el Parlamento ninguna medida para modificar significativamente la estructura social y política del país76".

Por esa época Haya de La Torre había "descubierto" que el problema principal de América Latina no es el económico, sino el "complejo de inferioridad" frente a las grandes potencias, para a la final, en la década del cincuenta, rematar diciendo que la solución a los problemas está en la democracia y el capitalismo.

El gobierno presidido por Bustamente y Rivero fue el típico populismo tradicional77 que, presionado por las clases dominantes y, en este caso, presionado por el Apra desde el congreso y por los sindicatos, pretende quedar bien con todos, excediéndose en los gastos y a la final estalla la crisis en 1948. En esas condiciones el Apra se aparta del gobierno y llama a la subversión, por lo que el 3 de octubre estalla un levantamiento de marinos en el Callao, que es develado, porque una vez más, como en ocasiones anteriores, los líderes apristas dejan solos a los insurrectos. Era la última vez que el aprismo logra engatusar con su demagogia a tendencias izquierdistas dentro de las fuerzas armadas. El 31 de octubre el general Manuel Apolinario Odría depone a Bustamenta y Rivero, y para legitimar su dictadura se aleja del poder, llama a elecciones y se presenta como candidato único. Haya de la Torre se asila en la embajada colombiana permaneciendo hasta 1954, donde escribe su libro "Treinta años de aprismo", revisando en gran parte su doctrina.

En una entrevista del año 1950 desde su asilo en la embajada de Colombia, para sorpresa de todos, incluyendo la mayoría de líderes apristas, entre ellos Luis Alberto Sánchez, Haya de la Torre ofreció a Truman, entonces presidente de Estados Unidos, enviar cinco mil soldados apristas para combatir junto a los ejércitos yanquis contra el pueblo de Corea del Norte. Esa guerra duró tres años y costó cuatro millones de muertos. Con ayuda del ejército rojo de China la parte norte del territorio coreano quedó en poder de los revolucionarios.

Cuando surgen los partidos burgueses Democracia Cristiana (1955) y Acción Popular (1956), el Apra ya estaba en el campo de la reacción, en abierto contubernio con la oligarquía presidida por Manuel Prado (1956-1961), por lo que el fundador de Acción Popular, Fernando Belaúnde Terry, pudo decir en 1959: "Maneja actualmente al Perú una estrecha argolla de financistas a la antigua, con la complicidad de un partido pseudo revolucionario que ha claudicado para ponerse al servicio de sus verdugos de ayer78".

La falta de coherencia ideológica del APRA, -distintivo de todo movimiento pequeño burgués-, hicieron que se deje presionar o arrastrar, primero por la clase obrera, luego por la oligarquía y a la final por la burguesía. A cada una de esas clases, en su momento, el APRA le rindió (y le rinde) pleitesía.

En el Perú, pasada la primera mitad del siglo veinte, en gran parte por temor a las reivindicaciones populares promovidas por la izquierda revolucionaria que podían desembocar en un desborde popular amenazando el conjunto del orden oligarca, las fuerzas armadas como institución, la iglesia oficial, sectores reformistas burgueses, la mayoría de la intelectualidad, etc., veían la necesidad urgente de reformas, entre ellas, la agraria. En el mismo sentido, en la década del sesenta, por temor a que se repita el ejemplo cubano o chino, un sector del imperialismo norteamericano patrocinaba reformas –entre ellas, la agraria- en América Latina, por mediación de la Alianza para el Progreso. Solamente los sectores más arcaicos, más reaccionarios, -entre ellos, oligarcas y gamonales- estaban contra las reformas y es a estos sectores que el Apra llegó a representar conjuntamente a la Unión Nacional Odriista.

En las elecciones de 1963 Acción Popular con Belaunde –el que motejó al Apra de unirse a sus "verdugos de ayer"- gana las elecciones pero no cumplió sus promesas de reformas.

Según una anécdota, en Méjico coincidieron el poeta Juan Gonzalo Rose –ex aprista, luego adherido al marxismo– y Haya de la Torre. El líder aprista se acerca y en tono bonachón le dice al poeta: "UD. ha sido aprista". La respuesta fue: "Usted también ha sido aprista", dando a entender que Haya de la Torre había abandonado los ideales primigenios del aprismo.

A la par que el viraje a la derecha, en el seno del aprismo se gestaron movimientos rebeldes, entre ellos, en los años 1943-46, en que disidentes del Apra y del Partido Comunista dieron origen al Grupo Obrero Marxista, constituyendo la primera organización trotskista en el Perú; posteriormente se gestan nuevas escisiones, siendo la más importante la que en la década del sesenta se organizó en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), de clara inspiración castrista guevarista, que intentando emular el ejemplo cubano se levantan en armas comandados por el abogado Luis de la Puente Uceda, sucumbiendo en 1965.

No obstante lo anterior, Haya de la Torre además de atribuirse paternidad de las reformas del gobierno militar de Velasco (1968-1975), argumentando que estaban en el programa aprista primigenio, reclamando democracia para llevarlas a la práctica, en una entrevista para la revista Caretas (N° 431, marzo 1971) también se ufanaba que el modelo "socialista autegostionario" de Yugoeslavia coincide con el primigenio programa aprista (¡!).

Espacio tiempo histórico

Entre las décadas del treinta y cuarenta Haya de la Torre escribió varios ensayos sobre el "Espacio tiempo histórico79", a su entender, sustentados en la dialéctica marxista y la teoría de la relatividad de Einstein. Sobre esa base, entre otras cosas, dice que el espacio tiempo histórico americano es distinto al espacio tiempo histórico europeo.

¿Qué es el espacio tiempo histórico? Cada pueblo, cada cultura, dice Haya de la Torre, tiene su propia visión del devenir de acuerdo a su espacio tiempo histórico. "Para que un Espacio-Tiempo Histórico devenga determinador en la dialéctica de la Historia debe existir no sólo como escenario geográfico y pueblo que lo habite; no sólo como Continente y contenido histórico en movimiento, sino como plena función vital de su conciencia social del acontecer de la historia. En otras palabras, como la capacidad psicológica de un grupo social para realizar su historia y para interpretarla desde su propia realidad80". De acuerdo a esta concepción, la distancia entre pueblos "no sólo es espacial, es también distancia en el tiempo histórico, que no se mide por relojes81", sino por mediación de múltiples relaciones sociales que a su vez implican el grado de dominio sobre la naturaleza. "Este conjunto de relaciones inseparables da a la historia una medida de tiempo también inseparable de las condiciones del espacio y permite plantear un nuevo punto de vista histórico filosófico82".

Si lo anterior quiere decir que todo el devenir está inmerso en determinado espacio tiempo histórico que implica para todos –elites y multitudes- una manera específica de entender la vida sea en forma coherente o incoherente, en la multiplicidad de procesos que subyacen en todas las actividades libertarias o retrógradas, no tenemos nada que objetar.

En su exposición, Haya de la Torre reivindica al marxismo: "o el marxismo es dogma yerto, inerte cual un ídolo, o es devenir vivo y móvil; en este caso queda sujeto también, como todo en el universo, a la ley de la negación. De aquí el planteamiento de esta nueva proposición: Si el marxismo es como Filosofía "toda una nueva concepción del mundo" (Plejanov), concepción realista, materialista, vale decir basada en la realidad del universo, de la materia, en la Naturaleza y en la Historia, debemos admitir que esa concepción filosófica no puede ignorar los progresos incesantes de la ciencia, el progreso tenaz de la civilización, el desenvolvimiento constante de la humanidad y de las ideas83".

La teoría de la relatividad que Einstein promovió para el campo de la física, Haya de la Torre lo traslada a la sociedad, argumentando que toda interpretación es relativa porque depende de su espacio tiempo histórico. Desde esta perspectiva, en el espacio tiempo histórico europeo el imperialismo es la última fase del capitalismo, pero en el espacio tiempo histórico de Indoamérica resulta ser la primera etapa, en tanto el capitalismo nace o surge de acuerdo a intereses imperialistas sin pasar por el capitalismo basado en la libre competencia como sucedió en Europa del siglo diecinueve.

Ya hemos expuesto en líneas anteriores que Mariátegui y Haya de la Torre, -el primero con mayor claridad y coherencia-, compartían la interpretación de que el capitalismo en el Perú, en tanto es impulsado por intereses imperialistas extranjeros, a más capitalismo hay más dependencia, mayor colonialismo. De esta manera las inversiones imperialistas que promueven el capitalismo coloniza la economía, primando -por esa época- la modalidad de enclave, que coexiste y se combina con diversas expresiones de acumulación de capital (cooperación simple, manufactura, etc.) y con formas pre capitalistas (servidumbre, relaciones comunales), y en tanto integran el sistema mundial dominada por unas cuantas potencias, carecen de autonomía. Mientras para Mariátegui la antítesis de este proceso es el socialismo, para Haya de la Torre es un capitalismo -diferente al de libre competencia del pasado y diferente al imperialista del siglo veinte-, promovido y arbitrado por un estado antiimperialista (de todas las clases oprimidas), cuestión que no ha sucedido en ninguna parte del mundo, porque el imperialismo de los monopolios desde inicios de siglo ha seguido su curso, concentrando más los medios de producción, desembocando en lo que a finales de siglo se ha denominado capitalismo de las transnacionales, con lo que se puede decir que el sistema mundial que extrema la coexistencia y combinación de diversas formas de vida es dominado por el capitalismo en su forma imperialista transnacional.

Bajo la óptica relativista, para Haya de la Torre: "No hay, pues, una sola Historia antigua o una antigüedad y una edad media y moderna, sino tantos periodos semejantes cuantos procesos sociales y culturales adquieren desarrollo, consistencia y perennidad en el devenir histórico mundial84".

La división de la "Historia Universal" en edad antigua, media y moderna –de acuerdo al molde europeo occidental-, deja al margen a diversidad de culturas, entre ellas, de América autóctona85a, por lo que no es universal, sino europea.

Lo anterior es evidente en culturas -anteriores a la formación del sistema mundial-, basadas en un devenir desigual autónomo y paralelo85b, que se desenvuelven de acuerdo a sus contradicciones internas, sin interferencia externa y tienen mejores posibilidades de coronar todas sus posibilidades de desarrollo -aunque no necesariamente bajo la fórmula edad antigua, media y moderna-, pero las conquistas y formación del sistema mundial que engloba lo "adelantado" y "atrasado", lo "moderno" y lo "arcaico", corta esa posibilidad de desenvolvimiento autónomo, y es imposible la repetición de etapas sucesivas sino más bien –conforme a la propuesta de Trotsky desde inicios del siglo veinte- las diversas fases se homogenizan en un sistema mundial que extrema el desenvolvimiento desigual y combinado, convirtiendo al mundo "en un único organismo económico y político". Pero esto, al igual que no disminuye las confrontaciones inherentes al sistema, sino las exacerba, estallando crisis y guerras cada vez más violentas; tampoco borra las peculiaridades en el devenir pueblos y territorios, en base a lo cual se establecen las reivindicaciones libertarias.

Sobre el relativismo, Haya de la Torre olvida señalar que es de todas las épocas y culturas, adquiriendo carácter libertario o reaccionario. Lo primero, reivindicado por clases sociales y pueblos que luchan por la libertad y justicia social, reconociendo las diferencias que confluyen en la lucha por dignificar la existencia del conjunto de la humanidad. Lo segundo, por las clases sociales privilegiadas, sobre todo las que se han sucedido en el dominio de la sociedad, que para perpetuarse y legitimarse tienden a presentar las diferencias entre privilegiados y oprimidos, entre explotadores y explotados, como algo "natural", pero rechazan las diferencias que ponen en tela de juicio su dominio.

Haya de la Torre encuentra en "Decadencia de Occidente" de Oswald Spengler una interpretación relativista, pero, aclara, no es el relativismo moderno, dialéctico, basado en Einstein, sino basado en Ptolomeo y Copérnico, resultando (Spengler) "un observador europeo inmóvil86", con una clasificación "estática" de los diversos espacios tiempos, a su entender, cíclicos.

Haya de la Torre no comprende que el relativismo de Spengler al reconocer las diferencias entre clases, naciones y culturas, es para legitimar el dominio y opresión de Europa en el sistema mundial, con la primacía de Alemania.

En 1924 Mariátegui hizo la contraposición entre Trotsky, que representa la dialéctica de la revolución y Spengler que representa el pesimismo sobre el devenir. Y en mayo de 1927 Mariátegui escribió: "El famoso Untergang des Abendlandes, de spengler, se reduce, quizá políticamente, al Declin of England de León Trotsky. La tesis del profesor alemán, les perece sin duda a los intelectuales burgueses, más controlable y verificable que la tesis del revolucionario ruso. Pero la razón de esto es que la tesis de Spengler representa una filosofía de la historia, mientras la tesis de Trotsky traduce la dialéctica de la revolución87".

Inglaterra, escribió Mariátegui, declina –inmerso en la crisis capitalista mundial de ese entonces- en todos los aspectos, desde el político, con la crisis de sus instituciones democráticas, hasta científicas y filosóficas, con la quiebra de la concepción evolucionista, darwinista. "El evolucionismo, en todos sus aspectos, sufre una revisión despiadada".

Volviendo a Haya de a Torre, a su entender, la diferencia entre la visión "estática" y "dialéctica" está ligado a la influencia de las ciencias físico naturales en la teoría del conocimiento, para lo cual se apoya en Federico Engels cuando en su obra "Ludwig fehuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana" escribía que la antigua metafísica que considera las cosas terminadas, estáticas, sin movimiento, sin evolución, se basó en la Ciencia Natural que examinaba cosas acabadas, -muertas o vivas-, pero al margen de toda evolución. Cuando la Ciencia Natural progresa, examinando las transformaciones, suena la hora de muerte para la metafísica. "…si hasta el siglo XVIII, las ciencias naturales eran una ciencia eminentemente coleccionista –la ciencia de las cosas acabadas- en el siglo diecinueve se transforma en la ciencia que coordina, en la ciencia de los procesos del origen y de la evolución de las cosas y del encadenamiento que liga en un gran todo esos procesos naturales88".

Aclaremos que para Engels las ciencias naturales surgen en el devenir humano, influyen en el conjunto de la vida social, pero en su proceso de elaboración difieren de las ciencias sociales, al contrario de Haya de la Torre que traslada mecánicamente los presupuestos de las ciencias físico naturales a la sociedad.

Además, recordemos que al materialismo que ve las cosas acabadas, "muertas", estáticas, -teniendo de imaginario a las ciencias naturales- Marx y Engels lo denominaron materialismo burgués, materialismo mecanicista, materialismo metafísico, etc., para diferenciarlo de la dialéctica (del "materialismo") de los procesos, de las contradicciones, del cambio. Los fundadores del socialismo científico, además de considerar al hombre como el ser vivo más activo de la naturaleza, hacían la distinción entre los procesos naturales y los procesos sociales. Los primeros –cuando poseen plena autonomía, al margen del hombre- se rigen por la evolución en sus múltiples determinaciones y manifestaciones, incluyendo cambios radicales, a causa de fenómenos como el clima, terremotos, caída de meteoros, etc.; mientras en los procesos sociales interviene la voluntad humana a través de las contradicciones entre clases sociales conservadoras y libertarias que se expresan en los modos de vida interrelacionados a la naturaleza por mediación de las relaciones de trabajo, de la ciencia y la técnica.

Para Haya de la Torre, más que en las relaciones sociales, el marxismo surge por el avance de las ciencias físico naturales, lo cual, a la postre, lo conduce a renegar del marxismo por considerar que éste es incompatible con el progreso de las ciencias, dentro de ellas, con la energía nuclear del siglo veinte.

Hace más de un siglo, en 1908, en la introducción a su obra "Materialismo y Empiriocriticismo", Lenin escribía: "Centenares y miles de veces se ha proclamado al materialismo [marxismo] refutado, y hoy se le continua refutando por centésima y milésima vez". Sin embargo, concluye, esos críticos pasan al olvido y el marxismo sigue su trayectoria.

Los argumentos para la refutación al marxismo en ese entonces, eran los mismos que décadas después utilizó Haya de la Torre, es decir, los adelantos de la ciencia y psicología volverían obsoleto al marxismo.

Carlos Marx alababa al capitalismo por desarrollar la ciencia y la técnica más que todas las formaciones sociales que lo antecedieron, y en una carta a Joseph Weydemeyer (del 5 de marzo de 1852) aclaró que no es el descubridor de las clases sociales ni de la lucha entre las mismas, -presentes en historiadores burgueses-, sino que su contribución a sido demostrar que las clases sociales aparecen de acuerdo determinadas formas de producción, y que el capitalismo es la sociedad donde se extreman las contradicciones entre clases –burguesía y clase obrera- que será superada promoviendo una sociedad sin clases, sin opresores ni oprimidos. De lo contrario, el capitalismo extremaría la barbarie y la humanidad desaparecería.

Mientras exista capitalismo con las contradicciones expuestas por Carlos Marx, su doctrina permanecerá vigente. Hasta hoy, las categorías o conceptos que utilizó mantienen plena vigencia. Mercancía, valor de uso, valor de cambio, moneda, renta, plusvalía, salario, interés, crisis periódicas…, además de las clases sociales fundamentales, -burguesía y clase obrera, a lo que se pueden agregar los terratenientes-, las instituciones políticas, culturales, la ideología, incluyendo a la religión, etc., siguen teniendo plena validez en el siglo veintiuno. Una de las tesis centrales de Marx, la tendencia a la concentración de los medios de vida y la apropiación privada de la riqueza en pocas manos y el carácter social de su producción, es más que elocuente. Del capitalismo de "libre cambio" del siglo diecinueve se ha pasado al capitalismo de las transnacionales en un mundo cada vez más globalizado. Es decir, la fase imperialista del capitalismo, con mayor concentración de riqueza, y una producción social que engloba al planeta, confirma las tesis de Marx. Nada de eso ha recibido la crítica de Haya de la Torre.

Para la aparición del capitalismo en Europa –según Marx- entre otras cosas son necesarias: la presencia de capitanes de empresa (burgueses) para la acumulación de capital dinero que entre otros medios se logró mediante el botín de metales preciosos saqueado principalmente a las culturas de América; y el despojo violento de toda propiedad –tierra, instrumentos, recursos naturales etc.- a las mayorías de Europa, para convertirlos en proletarios, no quedándoles más que su fuerza de trabajo para venderlo al capitalista a cambio de un salario, surgiendo la clase obrera. Los que no encuentran empleo forman parte del ejército industrial de reserva. Este proceso de proletarización se ha expandido al conjunto del planeta extremando el proceso desigual y combinado –bajo diversas especificidades nacionales y territoriales- desde las conquistas de siglos pasados y continúa en el presente siglo, utilizando las formas más oprobiosas de colonialismo, con invasiones para apoderarse de recursos energéticos, entre ellos, del petróleo.

Las dos clases sociales que surgen con el modo de producción capitalista, burguesía y clase obrera, como expresiones del capital y del trabajo, con todas sus peculiaridades, se consolidan en el transcurso del siglo veinte en el ámbito mundial. No siempre aparecen o se originan de la misma forma y en toda su pureza, pero a la larga tienden a cohesionarse como tales. En su generalidad, la clase obrera, no solamente ha aumentado en número, sino en cualidad técnica científica, para poner en funcionamiento la estructura moderna del gran capital. Además de los asalariados "manuales" tradicionales, están los asalariados que en décadas pasadas los llamaban de "cuellos blanco", en empresas públicas y privadas, conformado por técnicos y profesionales que solamente cuentan con su fuerza de trabajo, es decir, con su capacidad corporal mental, que lo venden a cambio de un salario para subsistir y reproducirse.

Para Carlos Marx89, el maestro de escuela, al igual que el trabajador que produce salchichas, son obreros asalariados porque solo cuentan con su fuerza de trabajo –es decir su capacidad mental corporal- para venderlo a cambio de un salario. La diferencia está en que mientras uno moldea la cabeza de los niños el otro hace productos alimenticios.

Oscilando entre burguesía y clase obrera están las capas medias. Y, sobre todo en los países del tercer mundo, se agitan muchedumbres que no tienen cabida en la estructura productiva moderna, a las que también se les ha denominado "población marginal". Son desocupados o con empleos precarios, en gran parte integrantes activos del ejército industrial de reserva, mano de obra disponible para el capitalista, que influye directamente en la baja de los salarios. Es decir, están incorporados al sistema en calidad de parias. Sin ellos, el capitalismo colapsaría, ya que aún en épocas de bonanza son indispensables para la acumulación del capital, aumentando la masa laboral disponible, presionando en la baja de los salarios. Por eso, en un mundo globalizado, los países más industrializados, en determinadas coyunturas, alientan el ingreso a su territorio de contingentes obreros (proletarios) del "tercer mundo", mientras en otras coyunturas los persiguen a sangre y fuego. Otra parte de proletarios lo constituyen muchedumbres sobre las que se extrema la degradación económica moral, condenados a la marginalidad total, integrando en forma pasiva el ejército industrial de reserva, porque son pocas las posibilidades de encontrar un lugar en el proceso económico moderno y en la vida social. Sin embargo, a pesar de la precariedad de sus recursos, como simples consumidores –por ínfimo sea- están integrados a la acumulación de capital pero privados de todo beneficio.

Cuando en el siglo diecinueve Marx menciona al terrateniente, -conjuntamente a burgueses y obreros como las clases fundamentales de la sociedad capitalista inglesa-, se refería al propietario que alquila la tierra al capitalista recibiendo a cambio una renta, aunque ese propietario puede ser al mismo tiempo capitalista, por lo que además de renta obtiene plusvalía por la explotación de trabajo asalariado. En el mundo colonial las clases sociales, en particular los propietarios de tierras, adquieren especificidades, como en los casos de los hacendados de los países andinos de América del Sur hasta la primera mitad del siglo veinte, que podían representar relaciones pre capitalistas, entre ellas feudales, como los "gamonales"; y en el caso de los oligarcas, eran capitalistas por la explotación del trabajo en base al salario, y "señores" por los resabios pre capitalistas y por su mentalidad "aristocrática" de raigambre colonialista. Con las reformas agrarias, gamonales y oligarcas han desaparecido como expresión económica social, aunque su "legado" político sobreviva en forma contradictoria, por ejemplo, en el caso peruano bajo legado gamonal, en un "nacionalismo" chauvinista que no obstante reivindicar autoctonismo, promueven un orden autoritario y jerárquico. Mientras que el legado oligarca es reivindicado por la política oficial que no perdona a los militares haber realizado una reforma agraria burguesa.

Se conoce como fases del capitalismo europeo occidental: cooperación simple, manufactura y gran industria, donde cada fase supera a la anterior por el empleo de descubrimientos y técnicas más avanzadas. La gran industria, base del capitalismo contemporáneo, en su devenir (según Ernest Mandel) ha conocido tres revoluciones técnicas científicas. La primera, basada en el carbón y el vapor, la segunda, además de las anteriores, basada en el petróleo y a electricidad; y la tercera revolución se despliega en base a la energía atómica y la automatización, coexistiendo y combinándose en las formas anteriores.

Está demás decir que cada revolución requiere de mayor preparación técnica científica de los trabajadores, pero las relaciones básicas del capitalismo siguen siendo entre burguesía y clase obrera, entre capital y trabajo, de acuerdo a las especificidades de tiempo y lugar. La energía nuclear no contradice ninguna de las afirmaciones ni proyecciones marxistas como pretende Haya de la Torre, sino todo lo contrario, bien utilizada, contribuye a mejorar la vida tal como pensaba uno de los principales promotores de la energía atómica en el siglo veinte, Albert Einstein.

La ciencia y la técnica adquieren valor por su aplicación al proceso productivo según determinadas relaciones de trabajo. Y su influjo en el pensamiento social no es automático, no es "mecánico" como equivocadamente piensa Haya de la Torre. Engels señalaba –en su "Dialéctica de la naturaleza"- que los griegos de la antigüedad con su "ciencia" y técnica rudimentarias, tenían una concepción filosófica del mundo más avanzada que los europeos de la primera mitad del siglo dieciocho con todos sus adelantos científicos y técnicos.

En el mismo sentido, actualmente existen naciones capaces de crear una bomba atómica, pero en su vida cotidiana no salen de la mentalidad de estamentos y castas, aunque en sus relaciones internacionales –comerciales, militares y diplomáticas- se muestren eficientemente modernos. Las clases dominantes, -en estos casos, las autocracias de "oriente"-, extreman la coexistencia y combinación en todos los aspectos, de lo "arcaico" y lo "moderno" en lo material y espiritual. Pueden ser capitalistas y autócratas al mismo tiempo.

Lo fundamental para la implementación -progresiva o conservadora- de los conocimientos científicos y técnicos en el proceso productivo lo constituye la forma en que devienen las relaciones entre clases sociales (la estructura social). Ernest mandel90, uno de los marxistas de la segunda mitad del siglo veinte que más ha contribuido a la interpretación del sistema mundial capitalista, escribía que en la acumulación de capital usurario y mercantil, lo mismo que en el progreso de la ciencia, la técnica, las artes, -antes del descubrimiento de América y de la formación del sistema mundial- culturas de Asia y Africa, -entre ellas, "el imperio de los mongoles en la india; el imperio del Islam; China y Japón"-, aventajaban a los europeos. Igualmente en esas civilizaciones adquirieron gran impulso la industria a domicilio y la manufactura, pero sometidas a los mercaderes y a un estado despótico, se frenaba su ulterior progreso hacia la gran industria como en Europa Occidental. El estado despótico cada cierto tiempo confiscaba el patrimonio -fabulosas fortunas de capital dinero y en especies- a propietarios particulares, impidiendo su consolidación como clase. La organización social y del trabajo, que en terreno fértil, irrigado, se bastaba con el trabajo extensivo, suficiente para alimentar a una población en aumento, frenaba la utilización de nuevos instrumentos. En el campo predominaba la renta en especie. El comercio a gran escala se basaba en artículos de lujo. Al contrario, en Europa Occidental fue fundamental la transformación de la renta en especie a renta en dinero acrecentando la producción de mercancías y el tráfico comercial, "creando así las condiciones para el nacimiento del capitalismo industrial". También en Europa –explica Mandel- cuando el poder feudal era fuerte, confiscaba grandes fortunas a particulares, pero a partir del siglo XVI esto es sólo una excepción, y la burguesía, con un gran poder económico se va consolidando como clase, y en lucha contra la feudalidad lidera a los ciudadanos "libres" de las ciudades que formaban el tercer estado.

Tampoco la implementación de avances técnico científicos en el proceso productivo implica necesariamente mejoras en las relaciones sociales, sino que todo depende del papel de culturas y clases sociales. En la formación del sistema mundial moderno, mientras en ciertos países de Europa Occidental de siglos pasados los descubrimientos técnico científicos contribuyeron –por la correlación favorable de las contradicciones sociales- al surgimiento de nuevas relaciones de trabajo basados en el salario que coadyuvan a mejorar ciertas condiciones de vida y a empeorar otras-, deteriorando y liquidando relaciones de dominio basadas en estamentos y castas; en territorios del mundo colonial como Indoamérica, las relaciones sociales impuestas o trastocadas de su sentido original para servir a la acumulación del capital, tienden a empeorar las relaciones, llegando al genocidio.

En otro contexto, Trotsky reconocía que el impacto de la introducción de nuevos instrumentos y conocimientos sobre un pueblo depende de su especificidad dentro del sistema mundial, "de la capacidad de asimilación". Para el caso de Rusia, "la introducción de los elementos de la técnica occidental, sobre todo la militar y la manufacturera bajo Pedro I se tradujo en la agravación del régimen servil como forma fundamental de la organización del trabajo. El armamento y los empréstitos a la europea -productos indudablemente, de una cultura más elevada, determinaron el robustecimiento del zarismo, que, a su vez, se interpuso como un obstáculo ante el desarrollo del país91".

En el devenir se han creado instrumentos mentales del saber y conocer con sus métodos y técnicas propias, base de las invenciones materiales e ideológicas. Dentro de lo último, libertarios o reaccionarios, comenzando del universo de las ideologías, dentro de ellas las religiones, que en los tiempos modernos para el caso europeo, bajo forma de protestantismo confluyó en siglos pasados con la lucha contra relaciones de casta, pero en las colonias, conjuntamente al catolicismo y a una ideología moderna: el racismo, se adecua en primera instancia para legitimar la explotación y opresión precapitalistas para el autoconsumo y para la acumulación de capital, llegando al genocidio.

Las relaciones y lucha entre clases inmerso en las tradiciones culturales, es fundamental para mejorar o empeorar las relaciones de trabajo, siendo uno de los ejemplos más significativos entre culturas de la antigüedad, el Tawantinsuyo que, con instrumentos rudimentarios, si lo comparamos con otras culturas (egipcios, romanos, chinos, etc.), logró, mediante una economía planificada, solucionar el problema del hambre.

Todo lo anterior fue soslayado por Haya de la Torre, lo que no disminuye el mérito de haber puesto en el debate la teoría del espacio tiempo histórico, -con sus aciertos y errores-, ¡hace ya ochenta años!, lo que hoy es ignorado en medios académicos y políticos, incluyendo los que se autoproclaman críticos del euro centrismo que recién lo han descubierto en textos de autores como Wallerstein, que a la vez se reclama su descubridor.

La teoría del espacio tiempo histórico permitió que el aprismo, reivindicando la especificidad de desenvolvimiento de los pueblos dentro del sistema mundial se diferenciara del estalinismo que imponía fórmulas estereotipadas, iguales, para todos los países; pero también, reivindicando el espacio tiempo histórico americano diferente al europeo, Haya de la Torre tiende a dejar de lado las contradicciones entre clases sociales, porque su "marxismo", más que en las contradicciones sociales, aparece promovido por las ciencias físico naturales.

La negación de las contradicciones sociales como promotoras del devenir, poniendo en ese lugar a la ciencia, se extrema cuando reniega del marxismo. En un artículo de enero de 1960 escribió: "La ciencia todo lo invade y cambia: la guerra y la paz, la estructura y la super-estructura de las instituciones humanas, la fisonomía de las colectividades y su "behaviour", la economía, el estado y –para no olvidar la tesis de Bertrand Russell- la psicología individual y colectiva92".

La ciencia para Haya de la Torre, por encima de las relaciones de producción, por encima de las contradicciones sociales, se convierte en algo así como la piedra filosofal que se buscaba en siglos anteriores para poder descifrar todos los enigmas.

Pasando por alto los genocidios de Hiroshima y Nagasaki, la energía nuclear según Haya de la Torre, solucionaría los grandes problemas humanos, incluyendo la violencia, porque a su entender, su utilización (de la energía atómica) en la industria militar no persigue fines violentos, expansionistas, de conquista, sino todo lo contrario, es un simple elemento disuasivo, ya que los gobernantes son conscientes que su utilización destruiría al conjunto de la humanidad, y pone como "prueba" la coexistencia entre las dos grandes potencias: Estados Unidos, capitalismo privado "democrático" y Rusia, capitalismo de estado "totalitario".

Es evidente que para Haya de la torre la ciencia, por si misma, influye en el devenir por encima de las contradicciones entre clases sociales, haciendo apología al capitalismo –régimen violento cuyo devenir está lleno de confrontaciones-, que privilegia la utilización de los adelantos técnico científicos en la industria de guerra, en la industria para la muerte, con despilfarro de incalculables recursos.

1989 simboliza la regresión al capitalismo en Europa Oriental y muchos proclamaron el advenimiento de la paz mundial, en tanto el occidente capitalista no tenía potencia a quién enfrentarse. Sin embargo, la violencia no se ha detenido, sino que ha aumentado, porque anida en las entrañas del sistema capitalista cada vez más putrefacto. A las invasiones colonialistas en pleno siglo veintiuno se agrega las agresiones contra los derechos más elementales de trabajadores y pueblos. El continente más "civilizado" (Europa) fue escenario en la primera mitad del siglo veinte de dos guerras mundiales y del fascismo de Hitler y Mussolini, frutos de las contradicciones del capitalismo. Los mismos países, conjuntamente al imperialismo norteamericano, son los principales promotores de violencia que hoy asola a la humanidad.

Los instrumentos (armas) militares, en todas las épocas, pueden cumplir papel de agresivas o disuasivas, pero esto no depende del instrumento en sí mismo como lo atribuye Haya de la Torre a la energía nuclear, sino del pueblo o nación que lo utiliza inmerso en determinado contexto.

Veamos un ejemplo: En 1949 triunfa la revolución China recibiendo el respaldo de la Unión Soviética, que así cumplía una función disuasiva frente al imperialismo. Entre 1951 a 1953, chinos y norteamericanos se habían enfrentado en Corea, dividiendo el territorio, con un saldo de cuatro millones de muertos, dividiendo el territorio. En la década del sesenta se da la ruptura entre China y la Unión Soviética, y el imperialismo, capitaneado por Estados Unidos prepara opinión pública favorable para invadir China. Los grandes medios de comunicación mundial propalaban la "noticia" que China está en camino de construir una bomba atómica para "arrojarla" sobre el "mundo libre" y hablaban del "peligro amarillo". La invasión no se consumó porque los chinos, antes de lo previsto por los imperialistas, lograron probar con éxito una bomba atómica y poco después una bomba de hidrógeno, suficiente para disuadir todo ataque.

En esa coyuntura el escritor alemán Gunter Grass, -autor de El tambor de hojalata-, ironizaba que la humanidad prosigue su trayectoria con quinientos millones de chinos y planteaba la interrogante si el planeta Tierra podría soportar a quinientos millones de alemanes.

La propuesta política de Haya de la Torre, dentro de ello, su relativismo, además del marxismo, tiene influencia de pensadores como Spengler, -ya lo mencionamos anteriormente- y de Arnold Toynbee, que si bien son relativistas –el primero conservador y el segundo progresista- no fueron capaces de entender las contradicciones entre clases sociales.

Toynbee es crítico de la visión evolucionista "lineal" por la tendrían que pasar todos los pueblos, lo mismo que del racismo y etnocentrismo europeo, lo cual es un gran mérito. Sin embargo, al no comprender el origen y el papel de las clases sociales y la lucha entre las mismas con sus respectivas proyecciones, no pudo descifrar las contradicciones internas de las "civilizaciones". Cuando menciona a "clases proletarias" internas y externas a las civilizaciones, se está refiriendo a pueblos o culturas, (muchas veces en desintegración), es decir, a conglomerados heterogéneos. Y cuando menciona a las elites decadentes y emergentes, tampoco los ubica en el proceso productivo.

Haya de la torre en su estudio "Toynbee frente a los panoramas de la historia93", se propone rescatar de Toynbee su visión relativista, en contra del eurocentrismo, pero queda atrapado dentro de la visión estereotipada de la autonomía de las "civilizaciones" como unidades en las que minimiza las contradicciones internas concretizadas en clases sociales con sus respectivas proyecciones. Aquí está uno de los fundamentos para que Haya de la Torre disocie el espacio tiempo americano del europeo y para que paulatinamente abandone sus propuestas iniciales de una transformación al socialismo.

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