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Mariategui o la revolución permanente (página 7)

Enviado por Rafael Herrera Robles


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12

47.- Mariátegui: "Intermezzo polémico", en, "Ideología y Política".

48.- Esto lo exponemos con mayor precisión en "Literatura y modernidad: el indigenismo" (publicación digital), capítulo de "Barbarie y modernidad: el Perú en la globalización capitslista".

Nota final.- En 1964, contribuyendo a la discusión, Aníbal Quijano elaboró su tesis sobre la "cholificación" ("El proceso de Cholificación"), en alusión al sector que a su criterio deja de ser "tradicional" (o indígena). En la década del noventa/, al hacer el balance de su teoría (en "Colonialidad del Poder, cultura y conocimiento en América Latina"), señaló que en ese sector ("cholo") se articulaban "elementos que los dominantes celebraban: la tremenda energía, la persistencia, la sobriedad, la disciplina, la capacidad de trabajo organizado, y ciertamente el rápido aprendizaje de las técnicas del trabajo y de las reglas del mercado del capital" … Pero también estaban presentes, "la reciprocidad, la solidaridad, la compleja densidad de la subjetividad, producto del des-encuentro entre las perspectivas aborígenes de conocimiento y de otra parte, el creciente impulso de la razón tecnocrática del capital".

Se proyectaba, concluye Quijano, "una primera perspectiva de reoriginalización cultural en el Perú y quizás en todo el mundo llamado "andino", por la autonomía respecto de otros "patrones de estructuración", por lo cual la "cholificación" podía enfrentar en igualdad de condiciones a los patrones "criollo oligárquico" costeño y a lo "gamonal-andino" serrano. Pero para su desenvolvimiento era necesaria la democratización de la sociedad –dentro de los marcos del capitalismo como en otros países- desde la economía a la política, que no se realizó, truncándose la "cholificación" como alternativa, con la asunción al poder del reformismo velazquista (1968) que fracasó como proyecto, lo que fue coronado con la imposición contrarrevolucionaria del neoliberalismo dentro de una creciente globalización, cuya máxima expresión política en el Perú lo constituye Fujimori.

En nuestra opinión, lo que Quijano llamó "cholificación" es fruto del proceso de proletarización generalizada, extremadamente heterogénea –para formar el ejército industrial de reserva del capitalismo- que se acentuó con el correr de la segunda mitad del siglo veinte por la expansión capitalista que condujo a la masiva migración del campo a las ciudades, donde los recién llegados se vieron en la necesidad de reinventar su vida de acuerdo a nuevas condiciones, dispuestos a vender su fuerza de trabajo (a cambio de un salario), y en lo que pudieron, siguieron conservando sus costumbres tradicionales, que en caso provengan de la vida comunal andina, se concretizaban entre otras cosas, en la reciprocidad, la solidaridad, la ayuda mutua, -además de sus festividades que comenzaron a recrearlas-, a las mismas que se adscribieron otros estratos sociales incluso de origen urbano.

Los proletarios dispuestos a vender su fuerza de trabajo –su capacidad mental corporal- pueden poseer ciertos medios de vida, entre ellos tierra o instrumentos que no les alcanza para sobrevivir, o no poseen más que su fuerza de trabajo, y en cuanto a su cultura y modo de vida –sumamente heterogénea-, se va moldeando o remodelando constantemente para bien o para mal, que en las grandes ciudades implica su inclusión en el proceso de trabajo como parte de la clase obrera activa, como parte del ejército industrial de reserva de la clase obrera, recreando diversas condiciones de trabajo dignas incluyendo dentro de la informalidad, o formar parte del "lumpen proletariado", un estrato del ejército industrial de reserva que cobija lo más bajo de la sociedad capitalista, extremando la degradación del ser humano.

La "tremenda energía, la persistencia, la sobriedad, la disciplina, la capacidad de trabajo organizado, y ciertamente el rápido aprendizaje de las técnicas del trabajo" que Quijano atribuye a lo "cholo" en la década del sesenta, implica que esas cualidades no las encontraba en los medios indígenas andinos, en el preciso momento en que éstos acrecientan sus luchas para liberarse de la servidumbre, es decir, para superar relaciones de trabajo pre capitalistas.

Contrariamente a Quijano, Mariátegui veía en los andinos o indígenas de inicios del siglo XX, que además de practicar su legado libertario ancestral, tenían, al igual que otros pueblos, aptitudes para asimilar y recrear ciencia, técnica, nuevos ideales, y "encontrar por sus propios pasos, y en muy poco tiempo, la vía de la civilización moderna y traducir, a su propia lengua, las lecciones de los pueblos de Occidente". Debemos admitir que sobre esa base, décadas después, los inmigrantes andinos cargaron a las ciudades gran parte de esa mentalidad y vivencias ancestrales, expandiendo lo andino o indígena al conjunto social.

El advenimiento de la modernidad en Europa, en tanto inmersa en la lucha de clases, está marcada por dos vertientes, la siniestra expresada en gran parte por los intereses de la burguesía (sobre todo cuando asume el poder), y la libertaria expresada por la lucha de clases y pueblos oprimidos por su liberación. La vertiente libertaria tuvo su expresión política más alta en ese siglo en la Comuna de París (1971), y al ser derrotada, la burguesía se consolida en el poder dentro del sistema mundial, asediada por formas de vida e ideas libertarios pre modernos y modernos. En lo fundamental, las grandes conquistas libertarias de la modernidad, institucionalizadas o no, son por acción de las clases trabajadoras y sectores oprimidos.

La modernidad en forma orgánica, como mentalidad y modo de vida adviene con el capitalismo pero no es patrimonio de este régimen sino que lo trasciende, en tanto la burguesía europea reniega de las ideas libertarias que en parte utilizó para hegemonizar la lucha contra la aristocracia feudal y son las clases populares quienes las reivindican, cohesionándolas para la acción política, surgiendo el socialismo.

En los casos de Ecuador Perú y Bolivia, la vertiente siniestra es representada por las clases dominantes que reivindican el legado de los conquistadores manteniendo la estructura colonial como fuente de sus privilegios, mientras la vertiente libertaria hace suyo lo progresivo del legado andino y universal.

En este proceso, la reconfiguración o "reoriginalización" en el ámbito cultural -que Quijano pretendió encontrarlo en la década del sesenta del siglo veinte con la "cholificación"-, a nuestro entender, se proyecta desde las primeras luchas de resistencia contra el colonialismo, en todos los ámbitos, en primera instancia liderado por los descendientes de la nobleza inca comenzando de Manco Inca que desde su refugiado en las montañas de Vilcabamba 1(1536-1544) intenta dirigir la expulsión de los españoles para restaurar el Tawantinsuyo dentro de un nuevo contexto internacional. Posteriormente en la revolución de Túpac Amaru (1780-81), bajo otras condiciones, una de sus tendencias intenta que el estamento (república) de indios domine al estamento (república) de los españoles, y otra tendencia arrastra elementos mesiánicos y milenaristas para recrear el Tawantinsuyo al que consideran una sociedad justa y libertaria, sin dominantes ni dominados. En ambos casos existe una cosmovisión de reoriginalización y cambio frente a las nuevas circunstancias. En el siglo veinte, bajo otras condiciones, la "reoriginalización" cultural se cohesiona inmerso en la lucha por el socialismo, donde confluya el legado libertario aborigen y universal.

Desde la invasión europea han pasado cinco siglos, lapso en el cual, dentro del sistema mundial, territorios y culturas –en países dominantes y dominados- han cambiado en la transición del pre capitalismo al capitalismo y en lucha por el socialismo. En todo este proceso, las clases dominantes, entre ellas la burguesía, cuyos intereses han dejado de coincidir con el progreso volviéndose clase sin historia, representa la vertiente siniestra y bárbara de la modernidad, y los pueblos y clases oprimidas para liberarse hacen suyo la vertiente libertaria de la modernidad. Quijano al no comprender este proceso, tampoco comprende la periodización de la literatura que hace Mariátegui en colonial cosmopolita y nacional, a la misma que (en "Reencuentro y debate: una instrucción a Mariátegui", Lima, 1981) dice (Quijano) que no es "clasista" (marxista). Sabemos que los colonialistas impiden la llegada de la cultura progresiva y libertaria europea, incluyendo en el campo de las artes. En este contexto, en la propuesta de Mariátegui la literatura que crearon los españoles y criollos en la colonia sigue siendo literatura pensada y sentida como española en su variante oscurantista, de casta colonial, que sigue hegemonizando en todo el siglo diecinueve, en plena época republicana. La periodización de Mariátegui no anula el criterio de análisis marxista, sino al contrario, lo confirma, ya que ubica a los países, clases sociales y el quehacer cultural, inmerso en el sistema mundial de desigualdades y combinaciones, donde las peculiaridades nacionales forman parte del conjunto universal.

Para Quijano los criollos en la colonia formaron parte de la ilustración libertaria que habría surgido supuestamente en América al mismo tiempo que en Europa, pero al no enmarcarlo en el proceso mundial de desigualdades y combinaciones, no puede constatar que las mismas ideas que en Europa pueden servir para superar relaciones pre capitalistas de estamentos y castas, en América española sirven para perpetuarlos, cuyo mayor ejemplo es la religión oficial en su variante protestante que en ciertos países europeos coadyuva al desenvolvimiento capitalista, pero por lo general en países colonizados –con excepción de Norteamérica- legitima las relaciones de trabajo pre capitalistas más oprobiosas y los genocidios. Quijano no comprende en su real magnitud que los criollos en la colonia se sentían españoles y pensaban como tales, con criterio colonialista porque para ellos era natural la explotación y opresión sobre las mayorías indígenas. Recordemos sino las palabras del Jesuita arequipeño Juan pablo Vizcardo y Guzmán, que si bien desde el extranjero sintió simpatía por la revolución de Túpac Amaru, a finales del siglo dieciocho dirige su mensaje de independencia sólo para los "españoles americanos", diciendo : "América es nuestra patria y su historia es la nuestra", dejando al margen al universo andino.

Volvemos a repetir que la especificidad, la originalidad, la "identidad" de un pueblo, siempre en proceso de cambio, que se integra cada vez más a la totalidad, hasta formar parte de las determinaciones globales, se encuentra en lo que hace la diferencia, que en el caso de los países andinos, es el legado "autóctono" o "andino" en todos los ámbitos, que con el paso del tiempo se hace más evidente. Hasta ahora no existe un término preciso para este fenómeno que Mariátegui llamó "peruanizar al Perú". Más fortuna en medios académicos tiene "mestizaje", "cultura chola", "cholificación", "sociedad criolla (o meztiza)", etc. Pero peruanizar al Perú abarca todos esos términos.

En un conversatorio promovido por el Instituto de Estudios Peruanos el 23 de junio de 1965 sobre la novela de José María Arguedas "Todas las Sangres", -en el que participa Quijano-, lo condenaron por no "reflejar la realidad". Su error fue juzgarlo como si fuese un escrito político, sociológico, filosófico o científico, olvidando que a una obra literaria se juzga desde un punto de vista literario con sus múltiples determinaciones y proyecciones.

El escritor (Arguedas) quedó dolido de las opiniones de sus críticos. Posteriormente en un poema con el título "Llamado a algunos doctores** dado a conocer primero en quechua el 10 de junio de 1966 y luego en castellano el 17 del mismo mes, en el diario El Comercio, se critica a "algunos doctores" que incapaces de comprender al mundo andino, pretenden extirpar el legado libertario ancestral. Además a Quijano –según Alfredo Quintanilla Ponce ("El wakcha Arguedas y los doctores")-, Arguedas lo reservó el título de "príncipe de los sociólogos".

En su discurso de octubre de 1968 para recibir el premio Inca Garcilaso de la Vega, Arguedas dice que no es un "aculturado", autoproclamándose ser un "quechua moderno", reivindicando –al igual que Mariátegui- el legado libertario andino como cimiento de la nacionalidad. Además, en otro escrito, reivindica que junto a Ciro Alegría, -además de las reivindicaciones indígenas propuestas por intelectuales que lo antecedieron, entre ellos Mariátegui-, reivindican el legado cultural aborigen.

En apuntes de lo que debió de su novela "El zorro de arriba y el zorro de abajo" ambientada en Chimbote, que por esa época (1968) se proyectaba como el primer puerto pesquero del mundo, Arguedas describe la degradación de los migrantes andinos para adecuarse a nuevas formas de trabajo y de vida, contrariando la tesis de Quijano.

Si con su tesis sobre la cholificación (1964) Quijano desmereció el legado andino como promotor del cambio en tanto lo "cholo" sería superación de lo indígena "tradicional", en 1988 ("Modernidad, Identidad y Utopía en América Latina") da un giro de ciento ochenta grados al presentar a los migrantes andinos en las ciudades como inmaculados portadores de valores comunales libertarios que podrían ser eje de resistencia contra el colonialismo. Ya hemos expuesto que los migrantes andinos en las ciudades –con sus virtudes y defectos- son conglomerados sumamente heterogéneos, en su mayoría formando parte de la clase obrera y del ejército industrial de reserva, desde donde realizan su accionar político progresivo o reaccionario. Por esa época el Perú se debatía en una guerra interna por la insurgencia de Sendero Luminoso, que con su accionar terrorista se aísla de vastos sectores sociales –comenzando del campo- que a la postre condujeron a su derrota. Otra organización de menos envergadura alzada en armas fue el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. En la década del noventa, el entonces presidente Fujimori presentaba a la clase obrera sindicalizada como "privilegiada" que con sus reivindicaciones impide la inversión en las zonas marginales (informales), encontrando allí (barrios marginales) su principal base de apoyo, al igual que décadas antes la dictadura del general Odría (1948-1956) aunque bajo un contexto diferente. En otro proceso, con lenguaje populista izquierdista los militares reformistas liderados por el General Juan Velazco Alvarado (1958-1975) también encontraron en esos sectores su base de apoyo, al igual que la izquierda revolucionaria, inmersa en grandes movilizaciones obrero populares de finales de la década del setenta, abriéndose una etapa pre revolucionaria que no se supo enrumbar a la conquista del político.

En el devenir humano a la vez que se puede adquirir atributos que contribuyan a mejorar la vida, se pierden otros. Marx y Engels han dejado escrito que el desmoronamiento de sociedades gentilicias comunales para dar paso a sociedades clasistas, a la vez que puede mejorar la individuación, acarrea entre otras cosas, la pérdida de cooperación entre semejantes y pérdida de unidad con la naturaleza y el cosmos. En territorios andinos la desintegración de las comunidades a inicios del siglo veinte era más que evidente, con grandes diferenciaciones de bienes en su seno. Desde mediados de siglo el deterioro se acrecienta por la expansión capitalista que proletariza al conjunto social, emergiendo a primer plano las migraciones del campo a la ciudad, contexto en el cual se busca la sobrevivencia en los marcos capitalistas con todas sus contradicciones, incluyendo la mentalidad mercantil contraria a lazos comunales primigenios. No obstante, aún sobreviven elementos de vida basados en la reciprocidad y cooperación, que aunado al legado de una cultura ancestral que con una economía planificada venció el problema del hambre, constituyen elementos libertarios subversivos al sistema.

**Llamado a algunos doctores

Dicen que no sabemos nada, que somos el atraso, que nos han de cambiar la cabeza por otra mejor.

Dicen que nuestro corazón tampoco conviene a los tiempos, que está lleno de temores, de lágrimas, como el de la calandria, como el de un toro grande al que se degüella, que por eso es impertinente. 

Dicen que algunos doctores afirman eso de nosotros, doctores que se reproducen en nuestra misma tierra, que aquí engordan o que se vuelven amarillos. 

Que están hablando, pues: que estén cotorreando si eso les gusta. 

¿De qué están hechos mis sesos? ¿De qué está hecha la carne de mi corazón? 

Saca tu larga vista, tus mejores anteojos. Mira, si puedes. 

Quinientos flores de papas distintas crecen en los balcones de los abismos que tus ojos no alcanzan, sobre la tierra en que la noche y el oro, la plata y el día se mezclan. Esas quinientas flores, son mis sesos, mi carne. 

¿Por qué se ha detenido un instante el sol, por qué ha desaparecido la sombra en todas partes, doctor? 

Pon en marcha tu helicóptero y sube aquí, si puedes. Las plumas de los cóndores, de los pequeños pájaros se han convertido en arco iris y alumbran. 

Las cien flores de la quinua que sembré en las cumbres hierven al sol en colores, en flor se ha convertido la negra ala del cóndor uy de las aves pequeñas. 

Es el mediodía; estoy junto a las montañas sagradas: la gran nieve con lampos amarillos, con manchas rojizas, lanzan su luz a los cielos. 

En esta fría tierra, siembro quinua de cien colores, de cien clases, de semilla poderosa. Los cien colores son también mi alma, mis infaltables ojos. 

Yo, aleteando amor, sacaré de tus sesos las piedras idiotas que te han hundido. El sonido de los precipicios que nadie alcanza, la luz de la nieve rojiza, de espantado, brilla en las cumbres. El jugo feliz de los millares de yerba, de millares de raíces que piensan y saben, derramaré tu sangre, en la niña de tus ojos. 

El latido de miradas de gusanos que guardan tierra y luz; el vocerío de los insectos voladores, te los enseñaré hermano, haré que los entiendas. Las lágrimas de las aves que cantan, su pecho que acaricia igual que la aurora, haré que las sientas y las oigas. 

Ninguna maquina difícil hizo lo que se, lo que sufro, lo que gozar del mundo gozo. Sobre la tierra, desde la nieve que rompe los huesos hasta el fuego de las quebradas, delante del cielo, con su voluntad y con mis fuerzas hicimos todo eso. 

No huyas de mi doctor, acércate Mírame bien reconóceme. ¿Hasta cuándo he de esperarte? Acércate a mí; levántame hasta la cabina de tu helicóptero. Yo te invitare el licor de mil savias diferentes. 

Curaré tu fatiga que a veces te nubla como bala de plomo, te recrearé con la luz de las cien flores de quinua, con la imagen de su danza al soplo de los vientos; con el pequeño corazón de la calandria en que se retrata el mundo, te refrescare con el agua limpia que canta y que yo arranco de la pared de los abismos que templan con su sombra a nuestras criaturas. 

¿Trabajaré siglos de años y meses para que alguien que no me conoce y a quien no conozco me corte la cabeza con una máquina pequeña? 

No, hermanito mío. No ayudes a afilar esa máquina contra mi, acércate, deja que te conozca, mira detenidamente mi rostro, mis venas, el viento que va de mi tierra a la tuya es el mismo; el mismo viento que respiramos; la tierra en que tus máquinas, tus libros y tus flores cuentas, baja de la mía, mejorada, mansada. 

Que afilen cuchillos, que hagan tronar zurriagos; que amasen barro para desfigurar nuestros rostros; que todo eso hagan. 

No tememos a la muerte, durante siglos hemos ahogado a la muerte con nuestra sangre, la hemos hecho danzar en caminos conocidos y no conocidos. 

Sabemos que pretenden desfigurar nuestros rostros con barro; mostrarnos así, desfigurados, ante nuestros hijos para que ellos nos maten. 

O sabemos bien qué ha de suceder. Que camine la muerte hacia nosotros; que vengan esos hombres a quienes no conocemos. Los esperaremos en guardia, somos hijos del padre de todos los ríos, del padre de todas las montañas ¿es que ya no vale nada el mundo, hermanito doctor? 

No contestes que no vale. Más grande que mi fuerza en miles de años aprendida; que los músculos de mi cuello en miles de meses; en miles de años fortalecidos, es la vida, la eterna vida mía, el mundo que no descansa, que crea sin fatiga; que pare y forma como el tiempo, sin fin y sin principio.

IV.- EL INTERNACIONALISMO REVOLUCIONARIO

Mariátegui fue internacionalista consecuente. Al fundar en 1928 el Partido Socialista –no obstante las divergencias radicales con el estalinismo- pide su integración orgánica a la tercera internacional, porque a la internacional de la rapiña imperialista, hay que oponer la internacional de los trabajadores. La revolución peruana, es parte de la revolución socialista latinoamericana y mundial. Cuando Trotsky fue desterrado de la Unión Soviética por la burocracia estalinista, Mariátegui escribió: "La revolución rusa debe su labor internacional, ecuménica, su carácter de fenómeno precursor del surgimiento de una nueva civilización, al pensamiento de Trotsky y sus compañeros reivindican en todo su vigor y consecuencias1".

En una de sus conferencias2 luego de su regreso de Europa, Mariátegui explicó que el internacionalismo no es una frase vacía, una mera intención, sino que: "Brota de la vida. Emerge de la realidad histórica. Es la realidad histórica presente. La humanidad no persigue nunca quimeras insensatas ni inalcanzables; la humanidad corre tras de aquellos ideales cuya realización presiente cercana, presiente madura y presiente posible". El proceso económico rompe las trabas locales, regionales y nacionales, internacionalizando la economía, la vida y las costumbres, incluso al margen de la conciencia de los hombres. El rentista inglés que deposita su dinero en un banco de Londres ignora dónde será invertido su dinero, ignora que puede ser copropietario de los ferrocarriles propiedad de la Peruvian Coporation y la huelga de los obreros peruanos puede afectar sus dividendos. Los obreros peruanos también ignoran que parte de su trabajo va a parar a las arcas del rentista inglés.

El internacionalismo burgués y el internacionalismo de los trabajadores, prosigue Mariátegui- es "común y opuesto al mismo tiempo. El propietario de una fábrica de tejidos de Inglaterra tiene interés en pagar a sus obreros menor salario que el propietario de una fábrica de tejidos de Estados Unidos, para que su mercancía pueda ser vendida más barata y más ventajosa y abundantemente. Y esto hace que el obrero textil norteamericano tenga interés en que no baje el salario del obrero textil inglés. Una baja de salarios en la industria textil inglesa es una amenaza para el obrero de Vitarte, para el obrero de Santa Catalina. En virtud de estos hechos, los trabajadores han proclamado su solidaridad y su fraternidad por encima de las fronteras y por encima de las nacionalidades. Los trabajadores han visto que cuando libraban una batalla no era sólo contra la clase capitalista de su país, sino contra la clase capitalista del mundo"…(..), por lo que: "Cada uno de los obreros que cae en estos momentos en las calles de Berlín o en las barricadas de Hamburgo no cae sólo por la causa del proletariado alemán. Cae también por vuestra causa, compañeros del Perú".

Prosigue explicando Mariátegui que el internacionalismo burgués se nutre de la ideología liberal para legitimar la libre circulación de mercancías, siendo las principales abanderadas naciones prósperas como Inglaterra, que con mejor estructura productiva están en ventaja sobre los países más débiles. Sin embargo, la competencia económica puede desembocar en conflictos bélicos entre naciones y entre conglomerados supranacionales como el caso de la primera guerra mundial (1914-1919), evidenciando la contradicción entre el carácter internacional de la economía y la política nacional de las burguesías. "El estado burgués está construido sobre una base nacional; la economía burguesa necesita reposar sobre una base internacional". La burguesía intenta solucionar esa contradicción creando la Sociedad de Naciones, que es "un homenaje de la ideología burguesa a la ideología internacionalista", pero no puede evitar la competencia y rivalidades que se extreman en conflictos bélicos, porque en la Sociedad de Naciones están representados los estados, los capitalistas, pero no están representados los pueblos.

Por ser el internacionalismo una realidad ineludible, los representantes de todas las actividades tienden a organizarse internacionalmente, sea científicos, artístas, filántropos, periodistas, feministas…, hasta bailarines. "En Suiza existen sedes de hasta ochenta asociaciones internacionales". Incluso el fascismo nacionalista "no puede prescindir de cierta fisonomía internacionalista".

Un agregado nuestro. La Sociedad de Naciones (similar a lo que es hoy la Organización de Naciones Unidas ONU), no pudo evitar el estallido de conflictos entre los imperialismos, que se extremaron en dos guerras mundiales en el continente considerado más "civilizado". Tampoco pudo detener las guerras de rapiña imperialista en colonias y semicolonias, porque ese tipo de conflictos son inherentes al sistema capitalista, y tampoco puede detener las rebeliones de los pueblos por su liberación. La ONU en la actualidad se ha degradado más, hasta convertirse en una herramienta dócil del imperialismo, que sirve para legitimar los intereses más viles, entre ellos, las guerras colonialistas en pleno siglo veintiuno para apoderarse del petróleo en los pueblos de "oriente". Nominalmente la ONU representa al conjunto de los estados del mundo, pero en realidad está controlado por un puñado de potencias imperialistas por mediación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, formado por los principales países vendedores y traficantes de armas, los mismos que son los principales violadores de los derechos internacionales.

Actualmente en América existe la Organización de Estados Americanos (OEA), incapaz de evitar conflictos entre estados y de evitar golpes de estado, a los cuales, cuando favorecen al imperialismo, los legitima, como el caso más reciente de Guatemala (2009), donde se condenó de palabra el golpe de estado contra el gobierno legalmente establecido, pero en la practica se legitima a los usurpadores. Antes de la OEA, existía la doctrina del "panamericanismo" patrocinado por Estados unidos, sobre lo cual Mariátegui decía que el "panamericanismo" no nos dará unidad, menos el orden burgués que nos divide en pequeños estados. "Los brindis pacatos de la diplomacia no unirán a estos pueblos. Los unirán en el porvenir, los votos históricos de las muchedumbres3".

"A Norte América sajona le toca coronar y cerrar la civilización capitalista, El porvenir de América Latina es Socialista4".

Mariátegui menciona a representantes del imperialismo europeo, entre ellos, George, Clemenceau, NItty, que en base a una mentalidad impregnada de racismo se preocupan de la opresión de una nación europea sobre otra de ese mismo continente, pero no se preocupan de la opresión, del saqueo y pillaje, de esos mismos países europeos a una nación "cafre, hindú, árabe o piel roja5", a las que consideran bárbaras.

Ese internacionalismo circunscrito a Europa occidental, llegó a su esplendor en el siglo diecinueve, repercutiendo en las internacionales obreras: "El internacionalismo del siglo XIX… tuvo sus fronteras, que si no fueron precisamente las de un continente, fueron las de una raza: la blanca. Lo que descubrió este siglo no fue la solidaridad de todos los pueblos, sino la solidaridad de los pueblos blancos. El sello occidental o blanco del internacionalismo de esos tiempos está impreso hasta en la práctica de las internacionales obreras6".

Gran parte de dirigentes de la primera y segunda internacional hablaban de liberar a la humanidad, pero para ellos la "humanidad" se reducía al continente europeo: "Los trabajadores occidentales consideraban tácita y natural la esclavitud de los pueblos coloniales. Hombres occidentales al fin y al cabo, educados dentro de los prejuicios de la civilización occidental, miraban a los trabajadores de oriente como hombres bárbaros7".

La Tercera Internacional fundada en 1919 al calor de la revolución rusa no hacía distinción entre países "maduros" e "inmaduros" para el socialismo, porque todos forman parte de un mismo sistema donde lo adelantado y atrasado son parte del mismo engranaje de acumulación de capital bajo las más diversas modalidades: tribales, esclavistas, feudales, salariales. Así mismo, la Tercera Internacional acabó con el criterio racista. Mariátegui8 recuerda las palabras de su presidente Gregorio Zinoviev: "La Segunda Internacional estaba limitada a los hombres de color blanco; la Tercera Internacional no divide a los hombres según el color (…) Hilferding dirá despreciativamente: ¡Estos asiáticos, estos tártaros, estos chinos! …"

Mariátegui pone en evidencia que en países de "oriente" donde las elites nativas dominantes han sobrevivido con la misma cultura que sus pueblos, pueden acaudillar movimientos contradictorios en los que lo progresivo y retrógrado coexisten y se combinan, por lo que, legitimándose en el fundamentalismo religioso, al mismo tiempo que se enfrentan al imperialismo, rechazan a ideas revolucionarias como el marxismo y liberalismo. La tarea de los revolucionarios es apoyar todo lo progresivo para que la revolución no se detenga en los marcos capitalistas.

Dirigiéndose a la "vanguardia" del proletariado peruano, Mariátegui9 explicaba que la primera guerra mundial (1914-1919) y la revolución rusa (1917) rompen con el esquema reformista, evolucionista, basado en la creencia en un progreso ilimitado en los marcos del capitalismo y en una evolución gradual y pacífica al socialismo. El racionalismo, el historicismo, el positivismo, ideales que sustentaban la prosperidad capitalista europea, entran en crisis. El movimiento obrero se divide entre reformistas y revolucionarios. Los primeros, que tuvieron su máximo apogeo en la época de bonanza, se limitan a simples reivindicaciones y hasta creen en una transición pacífica al socialismo. Los segundos están convencidos de que la solución a los problemas humanos pasa por un cambio revolucionario. Los reformistas, en tiempos de auge capitalista, "colaboraban para mejorar, paulatinamente, las condiciones de vida de los trabajadores", que al mismo tiempo servía para fortalecer la democracia burguesa. En tiempos de crisis "colaboran para renunciar a toda conquista proletaria", porque el capitalismo no puede hacer concesiones, y el lema de la burguesía es "producir más y consumir menos". Los revolucionarios luchan por la edificación de un orden nuevo.

Ningún país puede sustraerse al devenir mundial. Hay gentes que hablan de la crisis mundial y del socialismo como si fuesen ajenos al Perú. "Esa gente se sorprende de que lleguen al Perú los ideales más avanzados de Europa; pero no se sorprende en cambio de que lleguen el aeroplano, el trasatlántico, el telégrafo sin hilos, el radio; todas las expresiones más avanzadas, en fin, el progreso material de Europa. La misma razón para ignorar el movimiento socialista, habría para ignorar, por ejemplo, la teoría de la relatividad de Einstein. Y estoy seguro de que el más reaccionario de nuestros intelectuales -casi todos son impermeablemente reaccionarios- no se les ocurrirá que debe ser proscrita del estudio y de la vulgarización, la nueva física, de la cual Einstein es el más eminente y máximo representabte10".

Los judíos, esparcidos por el mundo, sin territorio y sin estado, también llamaron la atención de Mariátegui. En un artículo periodístico señala que el renacimiento judío es uno de los fenómenos más importantes luego de la primera guerra mundial. Mencionando que al ser desposeídos y marginados durante la edad media europea, se les empujó a tareas propias del régimen capitalista, y que por el hecho de sufrir la opresión racial y cultural, a los cuales en los sectores plebeyos se sumaba la explotación de clase, fueron propensos a abrazar la causa revolucionaria. Recuerda que Marx fue judío, al igual que sinnúmero de personalidades de la talla de Einstein, Gide, Freud, Waldo Frank,…, lo mismo que Bella Kun, que había sido presidente de la república socialista húngara. Por eso los sectores más reaccionarios de la burguesía, tildan la revolución rusa como obra de "bárbaros" y de "judíos".

Mariátegui condena a Inglaterra por impulsar el sionismo con un carácter empresarial imperialista.

Los judíos no sionistas juegan a dos cartas: La Sociedad de Naciones por banqueros e industriales, ya que esta organización condena el antisemitismo; y el internacionalismo proletario por los obreros y demás sectores oprimidos11.

En otro artículo, Mariátegui presenta a Marx como el "último profeta de Israel", señalando que Israel "no es una raza, una nación, un estado, un idioma, una cultura; es la superación de todas estas cosas a la vez en algo tan moderno, tan desconocido, que no tiene nombre todavía", por lo que su reducción a un estado burgués, sería "la última persecución de Israel". Concluye Mariátegui diciendo que el pueblo que el ama "no habla exclusivamente hebreo ni yedish; es políglota, viajero, supranacional", en predisposición de superar el capitalismo, inmersos en el internacionalismo socialista12.

Cuando Mariátegui escribió lo anterior, todo hacía pensar en el estallido de la revolución europea y mundial, que no sucedió, terminando todo un periodo en el fascismo, el estalinismo y la segunda guerra mundial, por lo que luego del holocausto al pueblo judío por la barbarie fascista, se instaura el estado de Israel, creando a su vez, en el contexto de lucha de clases, razas y culturas, una de las conflagraciones más serias y prolongadas, principalmente por haber sido patrocinado por intereses imperialistas. La solución definitiva solamente es posible con el socialismo, lo que no impide apoyar todo proceso de paz con el respeto mutuo de territorios y culturas.

El internacionalismo de Mariátegui, así como se nutre de la visión marxista de la época, se nutre de la tradición internacionalista de la joven clase obrera peruana. Reseña Mariátegui que durante el gobierno populista de Billingurst (1913-1914), "mutualistas amarillos" se prestaron al juego de representar a los trabajadores peruanos para confraternizar con los trabajadores chilenos, bajo auspicio oficial de ambos gobiernos, intentando limar asperezas por problemas irresueltos como consecuencia de la guerra con Chile, entre ellos los casos de las provincias cautivas peruanas de Tacna y Arica. Fue así como "se cambiaron entre representantes mas o menos falsos de uno y otro proletariado palabras de reconciliación y amistad". En respuesta, los anarcosindicalistas peruanos desconociendo a la representación oficial, enviaron su propio delegado, el obrero Otazú, que en Chile fue recibido por trabajadores de la misma filiación13.

Notas

1.- Mariátegui: "El Exilio de Trotsky". En, "Figuras y Aspectos de la Vida Mundial", tomo III. (La Peruvian Corporation fue propietaria del ferrocarril central del Perú y Santa Catalina y Vitarte era fábricas textiles ubicadas lo que por ese entonces era las afueras de la ciudad de Lima)

2. – Mariátegui: "Internacionalismo y Nacionalismo". En, "Historia de la Crisis Mundial"

3.- Mariátegui: "Temas de Nuestra América", pág. 17.

4 – Mariátegui: "La Novela y la Vida", pág. 64.

5. – Mariátegui: "La Escena Contemporánea", pág. 92.

6. – Mariátegui: "El Artista y la Epoca", pág. 119.

7. – Mariátegui: "La Agitación Revolucionaria y Socialista en el Mundo Oriental", en, "Historia de la crisis mundial"

8.- Mariátegui: "La agitación revolucionaria y socialista en el mundo oriental" (conferencia). En, "Historia de la crisis mundial".

9.- Mariátegui: "La crisis mundial y el proletariado peruano". En, "Historia de la crisis mundial".

10.- Ibid.

11. – Mariátegui: "Semitismo y Antisemitismo". En, "La Escena Contemporánea"

12.- Mariátegui: "La Misión de Israel", en, "Figuras y Aspectos de la Vida Mundial", tomo III.

El problema racial, entre ellos el antisemitismo, ha repercutido en el movimiento revolucionario. Cuando triunfa la revolución rusa en 1917, según el historiador inglés G.D.H. Cole, Lenin propuso que el nuevo gobierno lo presidiera Trotsky, quien se negó, ocupando Lenin ese lugar. Luego se propuso a Trotsky de comisario del interior, "con la tarea de llevar adelante la revolución; pero Trotsky se negó, temiendo que su origen judío perjudicara seriamente sus posibilidades de éxito, especialmente en las zonas rurales (G.D.H.Cole: "Historia del Pensamiento Socialista". F.C.E., Méjico, 1961, tomo V, p. 92)

Durante la persecución estalinista a la plana mayor bolchevique se azuzó los ánimos antisemitas de masas atrasadas, dado el número notable de dirigentes de origen judío que hicieron oposición a la burocracia estalinista (Isaac Deutscher: "Trotsky: El Profeta Desterrado")

Posteriormente, durante el régimen de Kruschov, cuando se produce la ruptura con China, en Rusia se hacía alusión despectiva al "peligro amarillo", para referirse a las culturas de Asia y a la rebeldía de los dirigentes chinos.

El estalinismo no solamente creó animadversión contra los judíos, sino también contra las nacionalidades no rusas en lo que era la Unión Soviética (esto fue denunciado por Lenin desde 1922). No es casual que éstas, luego de la caída de la Unión Soviética a finales del siglo veinte, hayan explosionado en una ola nacionalista.

En el Perú las clases dominantes se hicieron eco de la propaganda imperialista que sindicaba a judíos y "bárbaros" como causantes de la revolución rusa. Por eso en 1929 el gobierno de Leguía inventa un "complot" comunista, encarcelando a Mariátegui (en una clínica dado su mal estado de salud) y sus compañeros, involucrando además, a la colonia judía en Lima. Los últimos, para liberarse, pagaron dinero en efectivo de acuerdo a sus posibilidades. Este racismo de la "aristocracia" peruana, se repitió durante la segunda guerra mundial, en el primer gobierno de Manuel Prado (1939-1945) contra la colonia de japoneses que, con el pretexto de la guerra contra Japón, sufrieron progroms para capturarlos y enviarlos a Estados Unidos en calidad de prisioneros de guerra.

13. – Mariátegui: "Antecedentes y Desarrollo de la Acción Clasista", en, "Ideología y política".

V.- EL PARTIDO SOCIALISTA

Los predecesores directos del marxismo peruano fueron los anarcosindicalistas que rechazaban a toda organización política. Aparecieron a la par que la clase obrera, atrincherándose en los sindicatos, logrando grandes reivindicaciones, entre ellas, las ocho horas de trabajo en enero 1919, aunque en mayo del mismo año fracasaron en la huelga contra el aumento del costo de vida evidenciando su crisis y tramonto. Tuvieron influencia de Bakunin, Kropotkine, Sorel, Cursio Malaparte, entre otros, y en el Perú, su principal referencia fue Manuel Gonzáles Prada (1844-1918), personaje polifacético. Como poeta, abrió horizontes a la influencia francesa. Como contestatario condenó a las clases dominantes ante la derrota en la guerra con Chile y su pensamiento confluye con la naciente y pujante clase obrera. Sus frases directas y lapidarias, como dardos que siempre dan en el blanco y que hasta hoy perduran, dejaron su huella en el rostro social regido por la oligarquía. Recordemos sino su llamado a las nuevas generaciones para romper ese "pacto infame de hablar a media voz", y su condena a los partidos políticos oligarcas: "Sindicatos de ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles. ¿Qué de nuestros caudillos? Agentes de las grandes sociedades financieras, paisanos astutos".

Antes de su viaje a Europa (1919) Mariátegui ya había mostrado su adhesión a las ideas socialistas. Colabora en el diario "El Tiempo" y en 1918, conjuntamente a otros intelectuales funda "Nuestra Época", de vida efímera, porque un escrito suyo sobre gastos en armamento en detrimento de necesidades más primordiales atrae la represión. En 1919 forma parte de un Comité de Propaganda Socialista del que se aparta cuando pretendieron convertirlo prematuramente en partido. En 1919 funda "La Razón", apoyando la reforma universitaria y las luchas obreras. A mediados de ese año viaja con una beca –otorgado por el gobierno- a Europa. A su regreso en el año 1923, prosigue sus actividades proselitistas, declarándose marxista convicto y confeso, dispuesto a contribuir en la creación del socialismo peruano. Dicta una serie de conferencias en las Universidades Populares Gonzáles Prada creadas a iniciativa de la Federación de Estudiantes de Perú, donde se deja notar cierta hostilidad de los anarcosindicalistas1 y colabora en varios medios limeños. Las conferencias han sido publicadas como parte de sus Obras Completas en "Historia de la crisis mundial", donde expone la crisis capitalista y su repercusión en el Perú en tanto parte del sistema mundial, incidiendo en la necesidad de un partido de los trabajadores de clara filiación socialista, ajeno a todo compromiso con las clases dominantes. En 1926 funda la revista Amauta y en 1928 el quincenario "Labor". Amauta, sin desmerecer la denuncia, era una revista de doctrina, de debate de los grandes problemas nacionales y mundiales, mientras que Labor era prensa de agitación que tendía más hacia la crónica de la lucha cotidiana de los trabajadores. A la par de ello, Mariátegui alienta congresos indígenas y congresos obreros. En mayo de 1927, con la acusación de "complot comunista", junto a dirigentes obreros e intelectuales es arrestado y la revista Amauta clausurada seis meses. En 1929, no obstante su precaria salud, en un progrom del gobierno, es detenido junto a la colonia judía de Lima. Los últimos, para salir en libertad tuvieron que pagar determinada cantidad de acuerdo a su condición económica. Por esa época los sectores más reaccionarios del mundo decían que el triunfo de la revolución rusa en 1917 era obra de "bárbaros", "orientales" y judíos.

La lucha de los estudiantes por la reforma universitaria en Indoamérica se radicaliza con el triunfo de la revolución rusa. El movimiento estudiantil peruano fue parte de ese proceso, teniendo entre sus líderes a Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979), que en 1923 fue expulsado del país a raíz de la masiva protesta estudiantil contra la consagración del Perú al sagrado Corazón de Jesús promovido principalmente por anarquistas. En 1924, desde su exilio en Méjico, propone la formación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). En 1926 cohesiona su idea bajo cinco principios2:

1. – Acción contra el imperialismo yanqui.

2. – Por la Unidad Política de América Latina.

3. – Por la nacionalización de tierras e industrias.

4. – Por la Internacionalización del Canal de Panamá y

5. – Por la Solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo.

Mariátegui aceptó el planteamiento de Haya de la Torre y en 1926, al fundar la revista "Amauta" lo pone al servicio del proyecto. Sin embargo el Apra –con excepción de la célula del Cuzco-, no tuvo organicidad en el Perú, pero si estuvo activo con células en algunas ciudades del extranjero formado por exiliados peruanos, entre ellas, Méjico, Buenos Aires, París, La Paz.

El legado anarco sindicalista peruano, las rebeliones campesinas mesiánicas y milenaristas, entre fines del siglo diecinueve y principios del veinte, estaba presente en Mariátegui, lo mismo que su experiencia europea, donde organizaciones políticas reformistas, incluso reclamadas marxistas como las socialdemocracias, que tenían el control del movimiento sindical, fueron un freno para que la clase obrera tome por asalto los bastiones del capitalismo para destruirlos.

En 1927 en el Cuzco –al margen del núcleo de Lima que se agrupaba en torno a la revista Amauta- el historiador José Tamayo Herrera menciona que se había formado un "partido" comunista que se contactó directamente con Buenos Aires donde Codovilla, a nombre de la Tercera Internacional, los reconoció oficialmente3. (No existe más información al respecto).

La principal razón para que el Apra no tenga organicidad en el Perú, era que Haya de La Torre estaba desterrado y Mariátegui, por una parte, promovía una paciente labor de divulgación del marxismo para aglutinar a la mayor cantidad de voluntades; y por otra parte, (hasta 1927) -en una posición muy singular- tenía mentalidad "espontaneísta", pensando que la lucha directa de los pueblos llevaría al socialismo o en todo caso empujaría a organizaciones pequeño burguesas para que enrumben el movimiento al socialismo, poniendo el ejemplo de China y Méjico.

Conjuntamente a Eudocio Ravines, Haya de la Torre fue invitado al congreso antiimperialista de Bruselas (1927) patrocinado por el estalinismo. Allí Haya de la Torre4 criticó que se diera primacía a la unidad con las burguesías nacionales e impidió que se aprobaran las propuestas del joven marxista cubano Julio Antonio Mella.

En 1928, en vez de su proyecto de un frente único, Haya de la Torre, en nombre de un ficticio "Partido Nacionalista" se autoproclama candidato a la presidencia de la república, siendo rechazado por Mariátegui como "caudillismo pequeño burgués". Se da la ruptura y precipita la formación del Partido Socialista en 1928. En 1929 se funda la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) para aglutinar a los trabajadores de la ciudad y el campo.

La revolución mejicana se inicia en 1910 con la participación activa de las mayorías campesinas y entra en declive a partir de 1917. Su principal reivindicación fue la tierra. Sus principales caudillos durante el auge: Francisco Madero y Francisco Villa. En una época como 1926 Mariátegui escribió: "Las formas políticas y sociales vigentes en Méjico no representan una estación del liberalismo sino del socialismo5". Años después se dio cuenta de su error y en marzo de 1930 escribió: "Méjico hizo concebir a apologistas apresurados y excesivos la esperanza tácita de que su revolución proporcionaría a la América Latina, el patrón y el método de una revolución socialista, regida por factores esencialmente latinoamericanos, con el máximo ahorro de teorización europeizante. Los hechos se han encargado de dar al traste con esta esperanza tropical y mesiánica6".

En China la Tercera Internacional estalinista promovía una revolución burguesa liderada por el Kuomingtang para desarrollar el capitalismo, mientras que Mariátegui esperaba que el pueblo insurrecto empuje al Kuomingtang hacia un proceso socialista. Al fracasar la revolución Mariátegui escribió: "La traición de la burguesía China, la quiebra del Kuomingtang, no eran todavía conocidas en toda su magnitud. Un conocimiento capitalista y no por razones de justicia social y doctrinaria, demostró cuan poco se podía confiar, aún en países como China, en el sentimiento nacionalista revolucionario de la burguesía7".

Ni la revolución china ni la revolución mejicana, liderados por movimientos burgueses o pequeño burgueses llegan al socialismo, por lo que Mariátegui extrae la conclusión de que una revolución, para triunfar, necesita de una organización revolucionaria con claros principios socialistas. Los movimientos populistas burgueses y pequeño burgueses, atrapadas entre el movimiento popular y el imperialismo, a la final optan por el imperialismo.

Estamos ante una "ruptura" en el pensamiento político de Mariátegui en los años 1928 1929, acentuando su crítica a movimientos populistas burgueses y "pequeño burgueses" y reivindicando a la clase obrera, por lo que ahonda sus divergencias con Haya de la Torre que a partir de 1928 intentaba formar un Kuomingtang para América Latina luego que esa organización en abril de 1927 asesinara a miles de revolucionarios chinos. En el mismo sentido critica a intelectuales que en vez de la clase obrera, hablan de "pobres", "desheredados", "parias", es decir, de masas amorfas, sin comprender el papel de la clase obrera, como el caso de Barbusse, que según Mariátegui, no comprende lo que es el marxismo. En una exageración, Mariátegui critica el Himno a la Internacional porque comienza reivindicando a los "pobres" del mundo antes que a la clase obrera8.

Sobre América del Sur, Mariátegui escribió que en países como Argentina de notable despliegue capitalista, en razones de intereses económicos, el antiimperialismo puede penetrar "tal vez" en algunos elementos burgueses, pero no en el conjunto de los demás países, menos en los andinos, en los cuales a la explotación de clase sobre las mayorías se agrega la opresión racial cultural como legado siniestro de la conquista. Diferente es el caso de países centroamericanos donde la intervención armada imperialista puede provocar la reacción patriótica en elementos de la burguesía y pequeño burguesía. Por la debilidad de la clase obrera allí podría encontrar mayor fortuna la prédica populista aprista. En América del Sur no hay razones para "recurrir a vagas fórmulas populistas9".

Dentro de ese ambiente Mariátegui deslinda con el sindicalismo europeo patrocinado por Sorel, repitiendo lo que a su regreso de Europa, -en sus conferencias de 1923-, había expuesto, de que el sindicalismo cumplió un papel revolucionario a inicios de siglo contra el espíritu aburguesado, reformista, evolucionista, en el movimiento obrero, pero después de la guerra mundial (1914-1919) ha entrado en crisis. La parte revolucionaria se ha enrolado a los partidos marxistas y la otra ha degenerado, formando parte del reformismo y de la burguesía, incluso en Francia, donde "está tan aburguesado como el socialismo de derecha, con el cual tiernamente colabora10".

No obstante, Mariátegui reivindica el legado de Gonzáles Prada, propagador del anarquismo en el Perú, y admira a Kropotkine y Sorel, entre otros, de los que reivindica su ética, su moral, su espíritu revolucionario irreconciliable con toda forma de opresión. El mito revolucionario que en Sorel se concretiza en la acción, en la huelga general, en Mariátegui se amplía en fe y pasión por la revolución y la libertad. Paralelamente a su acción política, Mariátegui participa en el debate sobre la literatura peruana. A inicios del siglo veinte la radio apenas aparecía en el Perú, por lo que la escuela (sistema educativo), revistas, diarios y libros en sus diversos géneros, eran esenciales para propagar las ideas. Un libro, un escrito, decía Mariátegui en los "7 Ensayos", llega donde llega la universidad. Es por eso el candente debate sobre el carácter de la literatura peruana a inicios de siglo, en el que Mariátegui demolió el edificio colonialista estructurado por el pensamiento oligarca representado por Riva Agüero y a la vez propuso una periodización original, -inmerso en el devenir mundial-, de la literatura peruana11.

En páginas posteriores12 dedicamos especial atención a la llamada "polémica" entre Haya de la Torre y Mariátegui. Aquí recordemos que ambos coincidían en que el Perú era precapitalista ("semifeudal") y Haya de la Torre públicamente hablaba de una revolución social pero no socialista, aunque en secreto al dirigirse a sectores radicales mencionaba la dictadura de obreros y campesinos. Salvo algunos artículos sobre las "clases" medias, aún no había expuesto en forma coherente sus planteamientos que recién aparecieron para la campaña electoral de 1931 y posteriormente en su libro "El Antiimperialismo y el Apra" (Santiago de Chile, 1936)

Como respuesta a Haya de la Torre, Mariátegui insiste en el proyecto original de formación del Apra como frente único de convergencia de diversas tendencias antiimperialistas, y acelera en la tarea de promover un partido revolucionario de claros principios marxistas. En setiembre de 1928, en una reunión secreta, se acuerda formar el Partido Socialista de obreros y campesinos. En Octubre se torna orgánico, nombrando a Mariátegui como secretario general.

Entre 1926 a 1928 Stalin y Bujarin desde Rusia también promovieron la formación de partidos obreros y campesinos en colonias y semicolonias, pero para hacer sólo una revolución democrático burguesa dirigido por una burguesía nacional para desarrollar el capitalismo. La propuesta de Mariátegui era totalmente diferente, para una revolución que partiendo de reivindicaciones democrático burguesas llegara al socialismo, con la particularidad de contar con las comunidades andinas que serían pilares en la colectivización del campo.

En el programa del Partido Socialista se dice que la revolución socialista peruana, consustancial con el legado socialista de las culturas originarias subsistente en las comunidades andinas, es parte de la revolución latinoamericana y mundial.

Hay quienes intentan asociar a Mariátegui con el estalinismo por un pasaje en el punto ocho del programa que dice así: "Cumplida su etapa democrático burguesa, la revolución deviene en sus objetivos y en su doctrina revolución prolataria13…", que en sí mismo no tiene nada que ver con la propuesta estalinista en tanto para Stalin la primera etapa es para promover el desarrollo del capitalismo bajo la dirección de la burguesía nacional, mientras que en el texto aludido no aparece en ninguna parte la burguesía "revolucionaria" sino todo lo contrario, los principales promotores del cambio son los obreros y campesinos y, por mediación de las comunidades andinas se podría saltar la etapa capitalista en el campo con la ciencia y técnica modernas.

En la primera conferencia de Partidos Comunistas de Buenos Aires (junio 1929), bajo directivas del VI congreso de la internacional, recordaron a los delegados que los partidos afiliados a la Tercera Internacional deben llamarse comunistas y ser partido de "clase" (de la clase obrera).

Frente a esto, los delegados peruanos argumentaron que el nombre de socialista era sólo por razones tácticas, ya que así podrían atraer a sectores más amplios y también podrían tener más argumentos para escapar de la represión. Según Alberto Flores Galindo, ese argumento fue un invento de los delegados peruanos para salir del paso14.

Lo cierto es que el programa del Partido Socialista no dejaba lugar a dudas sobre su filiación marxista. Incluso se nombraban "marxistas leninistas", entendiendo como "el método revolucionario de la etapa del imperialismo y los monopolios15".

Mariátegui con sus propuestas enviadas a Buenos Aires puso en tela de juicio el conjunto de la política estalinista internacional en colonias y semicolonias. Como respuesta, la crítica sobre el nombre del partido (socialista) estaba llena de ensañamiento

Mariátegui reivindica la palabra socialista, sobre todo en pueblos como el Perú que no han tenido una tradición reformista: "En Europa la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde ese fenómeno no se ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico, la vieja y grande palabra conserva intacta su grandeza16",

Recordemos que en el seno de la Segunda Internacional llegó a predominar el reformismo, justificando el pillaje y opresión de los países imperialistas a colonias y semicolonias con el argumento de "civilizarlos". Incluso en países como argentina, sectores del socialismo adocenado afiliados a esa internacional se hicieron eco de esas tesis. En el Perú no existía esa tradición claudicante y Mariátegui proponía sus argumentos sobre la base de la realidad concreta peruana. El marxismo peruano no surge como en otros países, del "ala izquierda" de organizaciones reformistas, sino más bien del legado de luchas mesiánicas y milenaristas de los campesinos y de las luchas contestatarias de los anarco sindicalistas. Los últimos, sin claudicar, dieron paso al marxismo de Mariátegui y al aprismo de Haya de la Torre, que también se reclamaba marxista.

Fue un error de los fundadores de la Tercera Internacional imponer un sólo nombre -de "comunista"-, a todos sus partidos afiliados. Pero el estalinismo no pensaba en el nombre de la organización cuando en 1926 proclamó al Kuomingtang chino como miembro asociado de la internacional y cuando nombró a su líder Chiang Kay Shek "miembro honorario" de la misma. El "miembro honorario", en abril de 1927 desató una masacre contra el movimiento revolucionario chino.

La salud de Mariátegui se deterioraba. En 1930, decide viajar a Buenos Aires donde seguiría dirigiendo la revista Amauta. En su itinerario pasaría por Santiago de Chile donde se encontraba Luis Alberto Sánchez preparando las condiciones para una serie de conferencias, pero Mariátegui muere el 16 de abril.

En Argentina Mariátegui tenía amigos, entre ellos, el escritor Samuel Glusberg. Además, luego de su muerte (de Mariátegui el 16 de abril de 1930) una vertiente de trotskistas se declararon sus discípulos. Por mediación de ellos el pensamiento y la figura de Mariátegui fue asociado a la Oposición de Izquierda Internacional que en 1938 diera nacimiento a la IV Internacional. En 1930 uno de los precoces seguidores de Trotsky y Mariátegui, Antonio Gallo, estudiante de diecisiete años, escribió: "…conviene reivindicar a Mariátegui, socialista y revolucionario, ahora que ha aparecido toda la tropa pequeño burguesa -que él mismo odiara- a llorar al "humanista", al "intelectual17".

Pero también en Argentina estaba Codovilla, su más fiero oponente. En marzo de 1930 Eudocio Ravines, que había regresado de Europa, con la aprobación de Mariátegui fue nombrado secretario general del Partido Socialista, cargo que Mariátegui dejaba por su proyectado viaje que no se llega a realizar.

Al estallar la pugna entre Mariátegui y Haya de la Torre, Ravines desde Europa fue uno de los primeros en romper con el fundador del Apra y, además, asistió al segundo congreso antiimperialista (Frankfurt 1929) en el cual Mariátegui, sin asistir, fue nombrado miembro de su Consejo General. Pero según la periodista Angela Ramos, las relaciones de Ravines con Mariátegui no eran cordiales como se pensaba: "Ravinez entró al cuarto de enfermo de Mariátegui y nadie supo lo que había pasado allí (después conocimos que Ravinez le hizo tener un disgusto espantoso a José Carlos en su lecho de muerte y eso no se ha dicho nunca por primera vez lo voy a decir), la gente creía que era el hombre de confianza18".

En mayo de 1930, a semanas de muerto Mariátegui, se cambia de nombre al Partido Socialista por el de Comunista, cumpliendo así con las consignas de la internacional, con la oposición de Ricardo Martínez de la Torre, que ante la falsedad de que el cambio de nombre había sido consultado a Mariátegui, escribió: "Los muertos no pueden defenderse y es impúdico hacerlos aparecer de acuerdo con transitorios intereses de persona o grupo19". Sin embargo, agregó que los principios siguen siendo los mismos.

Martínez de la Torre se hizo conocido por su ensayo sobre la lucha de los obreros en 1919 por las ocho horas, que fue comentado por Mariátegui20. Posteriormente en su ensayo: "¿Perú: Una Nación?", desdeñaba de los campesinos y comunidades indígenas diciendo que son atrasadas para el socialismo. No obstante su desacuerdo en el cambio de nombre al partido, luego de un temporal alejamiento, se hace de un lugar en el aparato estalinista.

A la conferencia sindical latinoamericana de Montevideo (mayo) y de partidos comunistas de Buenos Aires (junio), ambos en 1929, el Partido Socialista ("grupo de Mariátegui"), fue invitado como miembro pleno, pero las relaciones con la internacional no son claras, existiendo diversas versiones entre los estudiosos de la obra de Mariátegui.

Jorge del Prado21, líder emblemático del Partido Comunista afiliado a Moscú, nunca reconoció que Mariátegui tenga la más mínima divergencia con el estalinismo, a pesar de todas las evidencias.

Aníbal Quijano22 dice que la incorporación del Partido Socialista a la internacional se formalizó en el segundo congreso antiimperialista (1929) en el cual Mariátegui fue nombrado Miembro del Consejo General de la Liga Contra el Imperialismo.

En el año de 1929 la polémica con Haya de la Torre era bastante dura. En una carta de Mariátegui a Nicanor de la Fuente, fechada el 20 de junio, se dice: "Como organización continental, el APRA depende de lo que resuelva el Congreso Anti imperialista de París, a cuyas decisiones, inspiradas seguramente en la necesidad de unificar el movimiento anti imperialista, ningún revolucionario puede oponer resistencia. Como organización nacional -esto es, como frente único- queda diferida para después de la organización de las masas según su tendencia o doctrina". Una semana después, el 28 de junio, en una carta a Mario Nerval, Mariátegui señala los nombre de los que proponen el Apra frente único adscrito a la internacional: Goldsmidt y Rivera.

De lo anterior se desprende que Mariátegui iba aceptar un Apra frente único para América Latina, no así en el Perú, mientras no se delimiten claramente las tendencias políticas, con lo cual se habría enfrentado públicamente con la internacional. Pero el congreso antiimperialista realizado en Francfort (Alemana) en 1929, desecha al Apra, -y además nombra a Mariátegui miembro de su consejo general-, por lo que en otra carta a Mario Nerval, fechado el 18 de octubre, Mariátegui escribió: "El APRA está liquidada por la resolución del segundo Congreso anti imperialista mundial".

El proyecto Apra para la internacional quedaba desechado. La pregunta era, qué organización "antiimperialista" representaría al Perú. Cuando en 1928 Haya de la Torre anuncia la formación del "Partido Nacionalista", Mariátegui insiste en un Apra frente único, conforme a la propuesta inicial y no descartaba la unidad con toda organización que haga suyo las reivindicaciones populares. El estalinismo al contrario, por esa época, a cuanta organización no sea comunista (estalinista) comenzaba a endilgarle el membrete de "socialfascista".

Denis Sulmont23 da una fecha supuesta en que Mariátegui habría sido aceptado en la internacional: 4 de marzo de 1930. Al parecer, aquel día Ravines habría sido nombrado secretario general del Partido Socialista, cargo que ocupaba Mariátegui, quien preparaba su viaje a Argentina.

Lo definitivo es que luego de muerto Mariátegui, así como se cambia el nombre del partido, se cambia la orientación, siguiendo al pie de la letra los dictados estalinistas.

Al abandonar, por su política ultra izquierdista, las consignas democráticas más amplias, permitieron al aprismo, de corriente arrinconada y sin organicidad en el Perú, abrirse paso como alternativa a la oligarquía.

Notas

1.- Mariátegui: "Antecedentes y desarrollo de la acción clasista". En, "Ideología y Política"

2.- Los cinco principios del Apra frente único fue enunciado por Haya de la Torre en diciembre de 1926 en la revista The Labour Monthy, los mismos que fueron consignados en el capítulo I de "El Antiimperialismo y el Apra", cuya primera edición salió en 1936 (Ed. Ercilla, Santiago de Chile)

3.- Tamayo Herrera José: "Historia social del Cuzco republicano", Lima, 1945, p. 166-167

4.- Haya de la Torre: "Nota preliminar a la primera edición de El Antiimperialismo y el Apra". La nota está fechada el 22 de diciembre de 1935.

5.- Mariátegui: "Temas de Nuestra América", p. 45.

6.- Mariátegui: "Al margen del nuevo curso de la política mejicana". En "Temas de Nuestra América".

Ver el estudio de Diego Meseguer Illan: "José Carlos Mariátegui y su pensamiento revolucionario" ("La Revolución Mejicana ¿un modelo?")

7.- Mariátegui: "Punto de Vista Anti imperialista". En "Ideología y Política".

Sin embargo, la concepción primigenia de Mariátegui, de que por presión de los pueblos insurrectos, organizaciones pequeño burguesas se vean empujados más allá de sus postulados hacia el socialismo, puede presentarse como excepción que confirma la regla, como el caso de Cuba, donde dirigentes de un movimiento pequeño burgués por presión de su pueblo y por condiciones internacionales favorables, dieron un viraje rumbo al socialismo. El sandinismo en Nicaragua no siguió el mismo camino.

8.- Mariátegui: "Defensa del Marxismo".

9.- Mariátegui: "Punto de Vista Anti imperialista".

10.- Mariátegui: "Mensaje al Congreso Obrero" (enero de 1927), en "Ideología y Política", En los mismos términos se expresaba años antes (ver "La Escena Contemporánea", p. 133)

11.- La propuesta de Mariátegui sobre literatura lo analizamos en: "Literatura y Modernidad", capítulo de: "Barbarie y Modernidad: el Perú en la globalización capitalista".

12.- Capítulo Haya de la Torre y Mariátegui.

13.- Mariátegui: "Principios programáticos del Partido Socialista". En Ideología y Política". En, "Ideología y Política".

14.- Alberto Flores Galindo: "La agonía de Mariátegui: su polémica con la Komintern" Lima, 1980.

15.- Punto 1 del programa del Partido Socialista

16.- Mariátegui: "Aniversario y Balance", editorial de la revista Amauta, (N° 17, septiembre de 1928), luego de su ruptura con el APRA.

17.- Horacio Tarcus: "Samuel Glusberg: entre Mariátegui y Trotsky (II)". En la revista "El Rodaballo", Segunda época, año III, N° 5. Buenos Aires, verano 1966/97.

18.- Angela Ramos: "Mi amistad con José Carlos". En, "Cuadernos Socialistas" N° 2, Lima, mayo 1979, pp. 17-19.

19.- Ricardo Martínez de la Torre: Obra Citada, p. 379.

20.- Mariátegui: "Presentación a "El movimiento obrero de 1919" (de Martínez de la Torre). En, "Ideología y Política".

21.- En la década del treinta el estalinismo tenía entre sus consignas acabar con el "mariateguismo", el "amautismo", el "trotskysmo" el "luxemburguismo", el "aprismo", etc. Luego de este periodo lleno de difamación, en la década del cuarenta el estalinismo canoniza a Mariátegui como "leninista estalinista". Inicia esta canonización, dice Flores Galindo, Jorge del Prado en su ensayo: "Mariátegui, marxista leninista".

22.- Aníbal Quijano: "Reencuentro y Debate: Una Introducción a Mariátegui". Mosca Azul Editores, Lima, 1981.

23.- Denis Sulmont: "Historia del Movimiento Obrero", Lima, 1981, p. 49.

Cuarta parte: Elementos discrepantes sobre estrategia revolucionaria

I.- MARIATEGUI Y LA TERCERA INTERNACIONAL

Con el triunfo de la revolución Rusa en octubre de 1917 se inicia la era de las revoluciones socialistas. Por primera vez en el devenir humano los desposeídos se hacen del poder político proyectando la transformación radical de la sociedad, comenzando en el plano nacional para culminar en el plano internacional (mundial). Por eso en 1919 a iniciativa de Lenin y Trotsky se funda la Tercera Internacional, entendida como vanguardia de la revolución (socialista) mundial. Gregorio Zinoviev fue su primer presidente y a Trotsky se le encomendó redactar las principales tesis de sus cuatro primeros congresos (1919-1922) realizadas en vida de Lenin. Posteriormente el estalinismo se hizo del poder, desfigurando los principios y marginando a los revolucionarios.

Mariátegui desde el inicio muestra su simpatía a la revolución rusa y el socialismo, por lo que en 1928 al fundar el Partido Socialista decide afiliarse a la Tercera Internacional a pesar de las divergencias fundamentales con el estalinismo.

El "testamento" de Lenin

El 21 de enero de 1924 muere Lenin preocupado por la burocratización de la revolución y por el problema de las nacionalidades, no sin antes proponer -en cartas-, la destitución de Stalin del cargo de secretario general del partido y de encargado de las nacionalidades no rusas, que no se llega a cumplir y Stalin se aferra al poder.

Esas cartas fueron conocidas por un pequeño sector de la cúpula dirigente. Para los opositores a Stalin eran el "testamento político" de Lenin. En ellas, además de denostar de Stalin, Lenin reconocía las cualidades de Bujarin y Trotsky. De Bujarin elogia su inteligencia que contrasta con su incomprensión de la dialéctica, y a Trotsky lo reconoció como el "bolchevique más capaz", recomendando no recordar su pasado no bolchevique, criticando a la vez su tendencia a resolver los problemas de manera administrativa, dejando de lado la política.

Max Eastman, notable escritor norteamericano, -por aquel tiempo cercano a Trotsky-, en su libro "Después de la muerte de Lenin", cuya primera versión fue en inglés (1925) dio a conocer las cartas atrayendo la ira de Stalin y los que lo rodearon, los mismos que conminaron a la cúpula dirigente, en especial, a la "oposición", a desmentir la existencia de un "testamento político" de Lenin, porque desestabilizaría el gobierno. Todos accedieron, forzando a Trotsky hacer lo mismo como principal líder de la oposición, lo cual, dice el historiador Isaac Deutscher1, fue dado a conocer en el ámbito del movimiento revolucionario mundial.

Mariátegui2 probablemente conoció en forma fragmentaria el libro por lo que no hace mención al "testamento político" (cartas) de Lenin, pero si hace alusión al autor (Eastman) como "revisionista" y "hereje" dentro del campo revolucionario, diferente al "revisionismo" de Henri de Man, surgido en el campo reformista. Eastman, dice Mariátegui, intelectual "supertrotskysta", lanza duras críticas contra algunos líderes rusos, en especial contra Stalin.

Filosofía y psicoanálisis (freudismo)

Mariátegui también conoció el escrito de Eastman, "La Ciencia de la Revolución", en el cual critica a Carlos Marx y a los líderes bolcheviques por no haberse desembarazado de la dialéctica Hegeliana, es decir, de la filosofía.

Para Mariátegui, la resistencia a la dialéctica proviene del "materialismo" burgués, de la mentalidad utilitaria, pragmatista anglosajona, representado por William James del cual Eastman no ha podido desembarazarse. Si Marx hubiese sido un pragmático, un utilitarista, un "técnico", escribió Mariátegui, su "obra teórica no superaría en trascendencia histórica a la de Proudhon y Kropotkine".

La reducción del proceso revolucionario a un sistema pre establecido, a una acción técnica, a una "ciencia" (de la revolución) por parte de Eastman, induce a Mariátegui reproducir un pasaje donde Emmanuel Berl se burla de ese tipo de determinismo: "La agitación revolucionaria misma acaba por ser representada como una técnica especial que se podría enseñar en una Escuela Central. Estudio del marxismo superior, historia de las revoluciones, participación más o menos real en los diversos movimientos que pueden producirse en tal o cual punto, conclusiones obtenidas de estos ejemplos de los cuales hay que extraer una fórmula abstracta, que se podría aplicar automáticamente en todo lugar donde aparezca una posibilidad revolucionaria. Al lado del Comisario del Caucho, el Comisario de Propaganda, ambos politécnicos3".

Trotsky compartía con Mariátegui (y Eastman) la reivindicación del psicoanálisis. Cuando a mediados de la década del veinte el estalinismo pretendía decretar como doctrina oficial en psicología a la escuela de Pavlov, prohibiendo el psicoanálisis de Sigmund Freud, Trotsky escribió que las propuestas de Freud y Pavlov son ajenas a todo fetichismo y ambos, con sus diferencias metodológicas, intentan husmear en el campo del alma humana: "El método de Pavlov es la experimentación. El método de Freud, la conjetura, a veces fantástica. El intento por declarar al psicoanálisis "incompatible" con el marxismo,…, es demasiado simplista, o mejor dicho "simplón4".

En 1929 Trotsky es deportado de Rusia y el psicoanálisis, al igual que las tendencias de vanguardia en el arte son prohibidas.

A mediados de la década del treinta Eastman, que se había apartado del marxismo, se suma a una pléyade variopinta de intelectuales que desde diversos ámbitos critican a Trotsky y sus seguidores. Eastman decía que Stalin con su pragmatismo, usando el "sentido común" se impuso sobre sus adversarios, entre ellos sobre Trotsky, que no se ha desembarazado del hegelianismo (de la filosofía). Trotsky5 respondió que el "sentido común" presente en todas partes, es "una forma inferior de la inteligencia, necesaria en cualquier condición, es también suficiente en ciertas circunstancias", en un medio social estable, para "practicar el comercio, cuidar a los enfermos, escribir artículos, fundar una familia y multiplicarse. Pero cuando el sentido común trata de escapar a sus límites naturales para intervenir en generalizaciones más complejas, revélase que sólo es el conglomerado de los prejuicios de una clase y de una época determinada", siendo imposible explicar las crisis, las guerras, las revoluciones, las contrarrevoluciones, para las cuales son necesarias facultadas más altas de inteligencia "cuya expresión filosófica ha sido dada, hasta ahora, por el materialismo dialéctico".

Freudismo y literatura

La polémica sobre el freudismo traspasa los límites de la psicología o la política, en tanto vertientes de artistas de vanguardia lo reivindicaron para sus creaciones que a su decir surgen del "subconsciente".

Lenin no era un entendido en cuestiones de arte, menos entendía a las vanguardias. Cuando Lunacharsky en calidad de Comisario de Educación promovió la publicación del poemario "150'000,00" en número de cinco mil ejemplares, del poeta proveniente del futurismo, Mayakovsky, Lenin, en una carta a Lunacharsky fechada el 6 de mayo de 1921 dijo que era una vergüenza. "Es absurdo, estúpido, es una tontería rematada y una presunción".

"A mi juicio deben imprimirse 1 de cada 10 cosas de esas y con una tirada de no más de 1,500 ejemplares para las bibliotecas y los extravagantes".

Terminaba la carta con una broma: "Y a Lunacharsky, darle de azotes por el futurismo6".

En el seno del marxismo, entre otros, para Trotsky, Gramsci, Mariátegui, el surgimiento y proliferación del arte vanguardista en sus diversas variantes, coherentes e incoherentes, expresan su repudio a un orden, con la profanación de todo lo existente, inmerso en la duda, en la negación, en la ironía, pero también se busca nuevos derroteros, nuevos caminos, que muchos lo encuentran en la revolución.

Mariátegui, que dividía a la poesía mundial en épica revolucionaria, lirismo puro y disparate absoluto7, pedía comprensión para los artistas vanguardistas más extremistas, entre ellos, para los dadaístas (a los que catalogaba dentro del disparate absoluto), cuya obra puede causar risa pero para ellos es cosa seria8. Así mismo demostró que los artistas, por más autónomos se crean, no pueden escapar a las contradicciones sociales, cuyo mayor ejemplo es el futurismo en Italia y Rusia: "Los futuristas rusos se han adherido al comunismo: los futuristas italianos se han adherido al fascismo. ¿Se requiere mejor demostración histórica de que los artistas no pueden sustraerse a la gravitación política9?"

Sobre el "arte nuevo"

Mayakovsky en Rusia, pronto fue canonizado por el estalinismo como representante del "arte proletario". Tuvo un fin trágico. Se suicidó. Es uno de los grandes poetas rusos del siglo veinte. Según Trotsky10, su mejor obra es "La nube en pantalones", creada antes de la revolución, superior estéticamente a "150'000.000" que pretendió ser el poema de la revolución.

Lenin tuvo tiempo de rechazar el intento de oficializar como única, a determinada corriente de arte y literatura, criticando a los que pretenden crear un arte nuevo ("arte proletario") al margen de las mayorías, pero fue Trotsky el crítico más coherente al respecto. El nuevo arte, dijo Trotsky (en su obra "Literatura y Revolución" publicada en 1923), solo puede surgir en una sociedad nueva, inmerso en una mentalidad nueva, y será socialista, pero en la transición, la clase obrera y el pueblo serán sus principales promotores, reivindicando el legado libertario del conjunto de la humanidad en todos los terrenos.

Mariátegui comenta la posición de Trotsky11 y se adhiere a ella. En enero de 1927 escribió: "(Trotsky ha planteado ya, en sus justos términos, la cuestión del arte proletario)" 12.

Para referiste a la obra de algunos autores soviéticos Mariátegui emplea el término literatura sobre la revolución, literatura revolucionaria, y también el término "realismo proletario" o "realismo socialista", lo último, para la obra de Gladkov: "El cemento", elogiando su "realismo" que expresa la revolución desde dentro, con sus grandezas y miserias materiales y morales, donde nada humano es ajeno. Diferente al "realismo" burgués donde los personajes tienden a ser aureolados con todos los atributos de la ética y la moral13.

Ya muerto Mariátegui, en la década del treinta, el estalinismo promovió un arte lleno de personajes con todas las virtudes "revolucionarias".

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