Barbusse.- En cuanto al cristianismo, no se le puede escamotear su papel en el devenir universal, menos limitarlo a decálogos y dogmas. Al reseñar el libro "Jesús", donde Barbusse, con gran emoción humana, en su mentalidad de "racionalismo ochocentista" presenta a Cristo que renace en cada creyente, pero deja de lado veinte siglos de cristianismo porque a su criterio ha sido "mistificado", Mariátegui lo critica por no saber valorar la historia real y concreta del cristianismo en veinte siglos, haciendo suya la ironía de Pierre Naville cuando escribía: "Porqué Pablo eligió a Jesús como ejemplo y porqué Jesús tuvo necesidad de Barbusse veinte siglos después, mas bien que de Pablo, su contemporáneo, para predicar su verdadera doctrina y restablecer el sentido de su acción, es algo que no se sabrá jamás16".
Volvamos a reiterar cuando Mariátegui hace suyo la concepción del escritor liberal Piero Gobetti: " abandonando al dogma cristiano, nos hemos encontrado más ricos de valores espirituales, más conscientes, más capaces de acción ( ), nuestra filosofía santifica los valores de la práctica17".
Nostalgias ultraterrenas.- Mariátegui critica a la civilización capitalista en decadencia que para legitimarse, para adormecer la conciencia de las muchedumbres, para ocultar que los intereses de las clases dominantes han dejado de coincidir con el progreso, abdica de su certidumbre científica, de su racionalismo, buscando refugio en "ocultismo orientales" que le sirvan de "estupefaciente". Y "Contra los deliquios sentimentales –no religiosos- contra las nostalgias ultraterrenas de una clase que siente concluida su misión, una nueva clase dirigente, no dispone de defensa más válida que su ratificación en los principios materialistas de su filosofía revolucionaria18".
Para Mariátegui el socialismo, el marxismo, en ética, en moral, en mística, está por encima de las religiones tradicionales que han envejecido. Por eso no duda en decir que Rosa Luxemburgo "despertará la misma devoción y encontrará el mismo reconocimiento que una Tereza de Avila. Espíritu más filosófico y moderno que toda la caterva pedante que la ignora –activo y contemplativo, al mismo tiempo– puso en el poema trágico de su existencia el heroísmo, la belleza, la agonía y el gozo, que no enseña ninguna escuela de la sabiduría19". Y también hará suya la idea de Vasconcelos de que "el atormentado Marx está más cerca de Cristo que el doctor de Aquino20"
Volvamos a mencionar a Diego Meseguer cuando escribe que con el mismo criterio de Mariátegui, Antonio Gramsci "no temía afirmar que una Rosa Luxemburgo o un Carlos Liebknecht "son más grandes que los más grandes santos cristianos. El objetivo de su combate es concreto, humano… y, por eso, los luchadores de la clase obrera son más grandes que los luchadores de Dios21".
En una encuesta realizada por la periodista Angela Ramos22 Mariátegui dice que siendo adolescente, su "actitud fue más literaria y estética que religiosa y política". Luego dice que ha "madurado" y que en su camino ha "encontrado una fe", "Pero lo he encontrado porque mi "alma había partido muy temprano en busca de Dios".
La nueva fe, Mariátegui lo encontró en el socialismo como alternativa para la "salvación" humana. Incluso se puede interpretar que en su adolescencia, creyente en un Dios ultraterreno, cuando creaba poesía mística, tenía una actitud más literaria y estética, pero cuando abraza la causa de la revolución social, su actitud es más política y más religiosa. Por eso cuando –en la misma encuesta- lo preguntan cuál es el movimiento revolucionario idealista de mayor trascendencia, su respuesta fue: la revolución rusa, por encima del movimiento liderado por Gandhi en la India por el que también sentía admiración.
Progresar es realizar utopías.- Mariátegui no cree en divinidades religiosas, pero cree en el mito y en la idea –de carácter relativo- de la lucha final que ha reemplazado a las antiguas religiones, porque el hombre como "animal metafísico" no puede vivir sin una fe, sin una esperanza, sin un mito que guíe su derrotero, que en nuestro tiempo es la revolución social23. Los mitos, antes divinos, se han vuelto terrenales. El hombre que antes buscaba su salvación en los cielos, hoy busca su salvación en la tierra. Claro ejemplo de búsqueda de fe es un poema de Henri Frank, donde el poeta siente la necesidad de creer y busca a Dios, pero en los tiempos modernos no lo encuentra, "el verbo del Sinaí no puede capturarlo". "Israel ha muerto de haber dado un Dios al mundo". Busca un mito moderno, a la "Razón", pero para Frank, "la razón no es el universo". Finalmente piensa que "la verdad es el entusiasmo sin esperanza". La conclusión que le asigna Mariátegui es: "El hombre porta su verdad en sí mismo".
El devenir humano para Mariátegui es una constante realización de utopías promovidas por la imaginación humana, que a su vez tiene sus delimitaciones, sus confines: "En todos los hombres, en los más geniales, como en los más idiotas, se encuentra condicionada por circunstancias de tiempo y espacio. El espíritu humano reacciona contra la realidad contingente. Pero precisamente cuando reacciona contra la realidad es cuando tal vez depende más de ella. Pugna por modificar lo que ve y lo que siente; no lo que ignora. Luego, son válidas aquellas utopías que se podrían llamar realistas".
El mito que encarna en las multitudes no es arbitrario ni eterno, sino acorde a su espacio tiempo, a su época. Por eso el mito de las antiguas religiones ha pasado, el mito del fascismo que intenta resucitar las verdades del medievo es un fracaso, al igual que el mito "racionalista" liberal burgués que ha "envejecido demasiado". El nuevo mito acorde al devenir, que reivindica todo el legado progresivo de la humanidad, es la revolución social.
Fe, pasión, voluntad.- Contra la critica racionalista burguesa a la teoría y técnica de los revolucionarios, Mariátegui escribió: "La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad24". Aquí Mariátegui no rechaza a la ciencia. Solamente dice que la fuerza de los revolucionarios está en su fe, en su mito, en su ideal, que no es arbitrario porque emerge de la vida. Y en una actitud voluntarista, siguiendo a Sorel, recuerda las palabras de Renán, filósofo que a su criterio, entendía el sentido religioso del socialismo: "A cada experiencia frustrada, recomienzan. No han encontrado la solución: la encontrarán. Jamás les asalta la idea de que la solución no existe, he ahí su fuerza".
Pero la fe, la pasión, la voluntad, al igual que los mitos y grandes ideales altruistas que mueven a las muchedumbres, no son arbitrarios, porque surgen de las entrañas del devenir. Es decir, el ser humano, el más activo de la naturaleza, deviene subvirtiendo su medio y subvirtiéndose así mismo –para bien o para mal- por mediación de multiplicidad de procesos y determinaciones a las que no puede escapar a pesar de la osadía de su acción y de lo ilimitado de su imaginación y fantasía que Mariátegui reivindicó, señalando así mismo sus límites. Un gran ideal para Mariátegui: "Es la realidad histórica presente. La humanidad no persigue nunca quimeras insensatas ni inalcanzables; la humanidad corre tras de aquellos ideales cuya realización presiente cercana, presiente madura y presiente posible. Con la humanidad acontece lo mismo que con el individuo. El individuo no anhela nunca una cosa absolutamente imposible. Anhela siempre una cosa relativamente posible Al niño que persigue a la mariposa puede ocurrirle que no la aprese, que no la coja jamás; pero para que corra tras ella es indispensable que la crea o que la sienta relativamente a su alcance. Si la mariposa va muy lejos, si su vuelo es muy rápido, el niño renuncia a su imposible conquista. La misma es la actitud de la humanidad ante el ideal. Un ideal caprichoso, una utopía imposible, por bella que sean, no conmueven nunca a las muchedumbres25".
Contra el reformismo y evolucionismo que se nutren del más estrecho cientificismo y evolucionismo, Mariátegui aclara que: "La bancarrota del positivismo y del cientificismo, no compromete absolutamente la posición del marxismo. La teoría y política de Marx se cimientan invariablemente en la ciencia, no en el cientificismo26". Por cientificismo se entiende al "racionalismo" en su acepción de filosofía burguesa de la época en que los intereses de la burguesía dejan de coincidir con el progreso, es decir, dejan de coincidir con los intereses humanos, y para legitimarse, su pensamiento filosófico se aparta cada vez más de la realidad, de la ciencia. También las religiones, a criterio de Mariátegui, cuando llegan a su decadencia se apartan de la ciencia. Por el contrario el marxismo, el idealismo ("racionalismo") materialista se cimenta en la ciencia (no en el "cientificismo").
Al pesimismo de Spengler incapaz de vislumbrar una alternativa libertaria a la decadencia de occidente, Mariátegui contrapone la dialéctica revolucionaria de Trotsky que de acuerdo a las contradicciones sociales ve con optimismo el porvenir de la humanidad. El "maquinismo" cada vez más perfecto que promueve el orden burgués, en sí mismo, no soluciona los problemas, sino al contrario, deshumaniza la vida. La alternativa es el socialismo, que con nuevas relaciones sociales, mediante la ciencia y la técnica, superando toda forma de explotación y opresión, según palabras de Trotsky (citadas por Mariátegui) "humanizará las costumbres", sobre lo cual Mariátegui agrega: "El socialismo, tan motejado y acusado de materialista, resulta, en suma , una reivindicación, un renacimiento de valores espirituales y morales, oprimidos por la organización y los métodos capitalistas. Si en la época capitalista prevalecieron ambiciones e intereses materiales, la época proletaria, sus modalidades y sus instituciones se inspirarán en intereses e ideales éticos27".
Ciencia y racionalismo.- Cuando Mariátegui algunas veces alude de modo peyorativo a la "ciencia" y al "racionalismo", se refiere al sentido que estos conceptos adquieren en la filosofía "racionalista" burguesa, en sus inicios progresiva y revolucionaria -en lucha contra la feudalidad europea-, que Marx y Engels reconociendo sus virtudes primigenias –en tanto opuesto al dogma escolástico medieval- le dieron el apelativo de "materialismo mecanicista", "materialismo vulgar", "materialismo burgués", criticándolo por postrarse ante los "hechos", ante la "realidad", incapaz de proyectar el cambio radical hacia la libertad. El materialismo burgués –basado en el cientificismo, que desfigura los acontecimientos- deja de lado a la imaginación y voluntad humana. Por el contrario, para Carlos Marx, son los hombres quienes hacen la historia partiendo del ambiente en el cual se desenvuelven.
En el mismo sentido se debe entender cuando en el "Prólogo" al libro "Tempestad en los andes" (Lima, 1927) de Luis E. Valcárcel, Mariátegui escribe: " no es la civilización, no es el alfabeto del blanco, lo que levanta el alma del indio. Es el mito, es la idea de la revolución socialista28".
No se trata de un rechazo a la ciencia o a la civilización universal en lo que coadyuve a mejorar la existencia, sino que en la idea citada, "civilización" y "alfabeto" se refiere a la estructura del sistema mundial, al sistema dominante, a la "civilización", al "alfabeto del blanco" que oprime a los pueblos por diversidad de medios, desde el uso de la violencia de las armas a la religión oficial, al sistema educativo, a los grandes medios de comunicación, etc. En este contexto para Mariátegui el indio alfabetizado dentro de la "civilización del blanco" se pone al servicio de sus opresores. Por eso la solución a los problemas de las mayorías no es meramente moral, educativa o religiosa, sino un cambio radical en todos los ámbitos, reivindicando la propiedad de los medios de vida, comenzando por la propiedad social de la tierra para el que lo trabaja. Y el nuevo mito, el ideal socialista, no es arbitrario, porque surge de las entrañas de la sociedad, cuya realización sólo es posible reivindicando todo el legado libertario de la humanidad.
Mariátegui rechaza la "civilización del blanco" entendido como un sistema opresivo, de dominio, pero reivindica el legado progresivo de la civilización universal, dentro de ello de la civilización occidental dentro de la cual ubica a los países andinos y a América. Por eso también critica a parte de intelectuales que llaman a "repudiar" a la "corrompida y decadente" civilización occidental y en particular a la europea, sin tener en cuenta que el marxismo y otras vertientes libertarias son parte de la cultura occidental. El Perú para Mariátegui es parte de un mundo que sigue una trayectoria solidaria.
Es evidente que la fe, la pasión, la voluntad, están presentes en todas las epopeyas libertarias. Hace algún tiempo, un intelectual egipcio, Anouar Abdel Malek, comentaba las reflexiones de un ex secretario de defensa de Estados Unidos, Macnamara, que no entendía porqué la primera potencia mundial fue derrotada por el pueblo de Vietnam: "Estudiamos lo más precisamente posible todos los hechos, la densidad de la población, la economía, las cosechas, las cifras, el kilometraje el porcentaje de muelles en los puertos, el clima, la vida social de las poblaciones, las clases, las etnias, las religiones, todo se tomó en cuenta y todo –es lo que él dice- fue transferido a la IBM para intentar ver qué sería necesario emprender para dar cumplimiento a esto y dedujimos que a esta realidad X era conveniente aplicar durante un tiempo Y una cantidad X de bombas, a tal densidad de kilómetros cuadrados, y que al cabo de dieciocho meses las cosas habrían terminado29 " pero todo fue en vano. Su "ciencia" no pudo contra la fe y voluntad de un pueblo.
La fe en los valores altruistas es intrínseca a la lucha por la libertad. Cuando Trotsky al ser desterrado de Rusia promovía la creación de una nueva internacional de los trabajadores, se vio asediado por el desaliento de algunos de sus seguidores, frente a lo cual dijo que un revolucionario puede ser culto o ignorante, pero lo que jamás debe faltar es la fe en el porvenir humano, que es capaz de mover montañas. Uno de sus discípulos, Yoffe, antes de morir, dejó su mensaje de esperanza: "Hace más de treinta años que abracé la idea de que la vida humana sólo tiene sentido en la medida en que se dedica al servicio del infinito, y para nosotros el infinito es la humanidad. Trabajar con cualquier propósito finito -y todo lo demás es finito- carece de sentido. Aun cuando la vida de la humanidad llegara a un término, esto en todo caso sucedería en una época tan remota que nosotros podemos considerar a la humanidad como el infinito absoluto. Si se cree, como creo yo, en el progreso, puede suponerse que cuando llegue el momento de la desaparición de nuestro planeta, la humanidad habrá encontrado mucho antes los medios de emigrar u establecerse en otros planetas más jóvenes… Así, todo lo que se haya logrado en nuestro tiempo para beneficio de la humanidad sobrevivirá de algún modo en las épocas futuras; y en virtud de esto nuestra existencia adquiere el único sentido que puede poseer30".
Historia y antihistoria.- Podemos decir que el ser humano deviene inmerso en la lucha entre historia y antihistoria. A diferencia de las demás especies cuyo devenir, en diverso grado, se acomoda a su medio ambiente natural, el ser humano, el más activo de la naturaleza, despliega su ser subvirtiendo a su medio ambiente y así mismo, gracias a su don creativo, con instrumentos cada vez más complejos. Pero esta subversión adquiere carácter libertario o conservador, dependiendo de si coadyuva a mejorar o a empeorar la existencia. En el primer caso, mejorando la existencia, promueve la vida y por tanto la historia del hombre en el planeta. En el segundo caso, empeorando la existencia, atenta contra la vida y por tanto está contra la historia, lo cual significa que los intereses particulares, privados, de la clase en torno a la cual se organiza la sociedad, han dejado de coincidir con los intereses humanos, convirtiéndose en clase sin historia o al margen de la historia. Tan cierto es esto, que conocemos clases sociales dominantes que han desaparecido, -entre ellas, autocracias, esclavistas, aristocracia feudal, gamonales, oligarcas- porque sus intereses particulares se convirtieron en obstáculo para vida humana.
La decadencia de una civilización es la decadencia de la clase dominante en torno a cuyos intereses se organiza la sociedad y que han devenido contrarios a la especie humana, convirtiéndose en clase al margen de la historia o en clase sin historia, que en el ámbito cultural se evidencia en la quiebra de sus principios e ideales y por tanto en la ausencia de un ideal, de un "mito", que cohesione el devenir. No es casual que en el momento actual, además de renegar de los grandes ideales con los cuales desplazó del escenario de la historia a la aristocracia feudal europea, los ideólogos de la burguesía proclamen el final de la historia, lo cual ya hemos tenido oportunidad de demostrar que es el final de la historia para la burguesía, porque sus intereses particulares en vez de promover la vida los deterioran, pero no es el final de la historia de la humanidad mientras lucha por mejorar su existencia destruyendo el poder de la burguesía.
Notas
1.- "Bajo la Bandera de Lenin, instructiva sobre la jornada de las tres "L" (Se refieren a Lenin, Luxemburgo y Liebnecht). Publicado en diciembre de 1933 o en enero de 1934 por el Partido Comunista Peruano. Reproducido en la revista "Socialismo y Participación", Nº 11, Lima, setiembre de 1980.
Las divergencias entre Mariátegui, el estalinismo y la Tercera Internacional lo analizamos en la Cuarta Parte del presente texto.
2.- Alberto Flores Galindo: "La agonía de Mariátegui: su polémica con el Comintern", Lima, 1980.
3.- Diego Meseguer Illan: "José Carlos Mariátegui y su pensamiento revolucionario". IEP, Lima, 1974.
4.- Mariátegui: X.- "Freudismo y Marxismo", incluido en "Defensa del marxismo"
5.- Mariátegui: "El "Freudismo" en la Literatura Contemporánea". Incluido en "El Artista y la Epoca". Ed. Amauta, Lima, 1959.
6.- Mariátegui: XVI.- "La ciencia de la revolución", incluido en "Defensa del marxismo".
7.- Trotsky: "El "Sentido Común". En "Su Moral y la Nuestra". Juan Pablos Editor. Méjico, 1973.
8.- Gramsci, Antonio: "El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce". Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1973, p. 120.
9.- Mariátegui: XIII.- "El idealismo materialista", en "Defensa del marxismo".
10.- Mariátegui: "La agonía del cristianismo" por don Migues de Unamuno", en "Signos y Obras".
11.- Mariátegui: XIII.- "El idealismo materialista"
12.- Mariátegui: XIII.- "El idealismo materialista"
13a.- Meseguer, Diego: Ob. C. p. 135
13b.- Este deslinde de Mariátegui con el sindicalismo revolucionario por lo menos en la teoría, lo encontramos desde 1923, entre otros textos, en su primera conferencia en las Universidades Populares Gonzáles Prada el 15 de junio de 1923: "La crisis mundial y el proletariado peruano", incluido en "Historia de la crisis mundial"; en "La Escena Contemporánea" (al referirse al comunismo francés), p. 133; o en su "Mensaje al congreso obrero" (enero de 1927), incluido en "Ideología y Política". Sin embargo la actitud de Mariátegui hasta 1927 fue privilegiar la acción directa por mediación de las organizaciones sindicales, relegando la organización política.
14.- Mariátegui: "El proceso de la Literatura", en, "7 Ensayos"
15.- Diego Meseguer: Ob. C. p 185
16.- Mariátegui: "Jesús" de Henri Barbusse", en "Signos y Obras".
17.- Mariátegui: XIII.- "El idealismo materialista"
18.- Mariátegui: XIII.- "El idealismo materialista"
19.- Mariátegui: XIII.- "El idealismo materialista"
20.- Mariátegui: "La agonía del cristianismo" de Don Miguel de Unamuno", en "Signos y Obras"
21.- Meseguer, Diego: Ob. C. p. 135)
22.- "Una encuesta a José Carlos Mariátegui", por Angela Ramos para la revista Mundial del 23 de julio de 1926, incluido en "La novela y la vida". Amauta, Lima, 1959.
23.- Mariátegui: Los ensayos reunidos bajo el encabezado "La emoción de nuestro tiempo", incluidos en "El Alma Matinal "
24.- Mariátegui: "Defensa del marxismo", p. 46
25.- Mariátegui: "El Internacionalismo", en "Historia de la crisis mundial"
26.- Mariátegui: "Defensa del marxismo", p. 46
27.- Mariátegui: "Trotsky", en, "La Escena Contemporánea"
28.- Valcárcel: "Tempestad en los andes" con Prólogo de Mariátegui, publicado por la editorial Minerva, Lima, 1927.
29.- Anouar Abdel Malek: "Para una sociología de la revolución". Revista mensual Postdata, Año I, setiembre de 1974, Lima.
30.- Citado por Deutscher, Isaac en: "Trotsky: el profeta desarmado". Ediciones ERA, Méjico, 1971, pp. 350-351.
II.- EUROPA Y EL MARXISMO
En una carta a Samuel Glusberg fechada el 10 de enero de 1927, Mariátegui decía: "Hago a mi modo la defensa de occidente, denunciando el empeño conservador de identificar a la civilización occidental con el capitalismo y de reducir la revolución rusa, engendrada por el marxismo, esto es, por el pensamiento y la experiencia de Europa, a un fenómeno de barbarie oriental".
Mariátegui denuncia que en la mentalidad e ideología imperialista teñida de prejuicios raciales, todo lo que no es europeo, todo lo que no es "blanco", es tildado de "bárbaro", de "oriental", de "primitivo", sin hacer mayores distinciones culturales de los pueblos dominados. Esta política tiene raíces en las conquistas europeas que dieron nacimiento al colonialismo moderno, legitimándose en una supuesta superioridad de la "raza blanca" sobre las "razas de color", uno de los legados en la que se sustenta la política burguesa. Liberales como Nitti1, se preocupan de la opresión de un país europeo a otro país europeo, pero les parece natural el dominio y opresión de Europa al resto del mundo. Esta mentalidad se extrema en sectores más reaccionarios2, entre ellos, de tendencia monárquica y fascista, que presentan a la revolución rusa como obra de "bárbaros", de "orientales" y de "judíos", renegando además de movimientos culturales progresivos, entre ellos, el renacimiento y reforma, por considerarlos precursores del socialismo (marxismo) al que responsabilizan de la crisis y decadencia europea.
Irónicamente, -dice Mariátegui- los sectores europeos más reaccionarios que despotrican contra el siglo diecinueve al que sindican depositario del renacimiento, la reforma y la ilustración, que condujo al orden demo liberal burgués, son los que mejor usufructúan de sus logros materiales, como el caso curioso del político monarquista francés León Daudet, sentenciado a cuatro meses de prisión por el delito de difamación, logra fugar de la cárcel con la ayuda del teléfono, herencia del siglo diecinueve.
En el Perú, los sectores más reaccionarios y arcaicos, argumentaban que rechazan al marxismo por ser ideología extranjerizante originada en Europa, a lo cual Mariátegui decía que para ser consecuentes, también deben rechazar la religión cristiana, el idioma castellano, el liberalismo, la ciencia, la técnica que no son originarios, para quedarse con las culturas precolombinas a las que contradictoriamente desdeñan como "primitivas" y "bárbaras".
A la vez que crítica radical contra toda forma de explotación y opresión del pasado y del presente, Mariátegui explica que el marxismo surge en base a lo más adelantado de la cultura europea expresado entre otros aspectos en la economía política inglesa, el socialismo utópico francés, la filosofía clásica alemana, la ciencia y las artes, a lo cual podemos agregar las tradiciones comunales aún vigentes como en Rusia de la segunda mitad del siglo diecinueve, base sobre la cual Marx proyectó el socialismo en ese país, intentando evitar las "fatales vicisitudes" del régimen capitalista.
El socialismo solo es posible reivindicando todo el legado libertario de la humanidad, incluyendo del seno del capitalismo, por lo que: "El Capital" -en referencia al libro de Marx-, a la par que da las bases para una ciencia socialista, es la mejor versión de la epopeya del capitalismo3". Y en otro texto, Mariátegui advierte: "Antes de Marx, el mundo moderno había arribado ya a un momento en que ninguna doctrina política y social podía aparecer en contradicción con la historia y la ciencia4"
Los reformistas en el seno del marxismo, entre ellos, la socialdemocracia europea organizada en la Segunda Internacional liderada por Carlos Kautsky, decían que el triunfo revolucionario en un país atrasado como Rusia no estaba dentro de los cánones marxistas, porque el socialismo sólo era posible en los países más industrializados. Es decir, imbuidos de mentalidad burguesa, limitaban el socialismo a Europa Occidental.
Al respecto debemos recordar que Carlos Marx (1818-1883), si bien había aclarado que sus estudios se limitaban sobre todo al desenvolvimiento capitalista en Europa Occidental, a mediados de la segunda mitad del siglo diecinueve había visto con esperanza la posibilidad de que Rusia, un país precapitalista, llegue al socialismo moderno sobre la base de las comunas rurales subsistentes, saltándose la etapa capitalista, con ayuda de la ciencia y la técnica de Europa Occidental, lo que por una serie de razones no se llegó a concretar. Algo semejante propuso Mariátegui a inicios del siglo veinte para los territorios andinos dominados por el imperialismo5. El capitalismo en Rusia se desenvolvió -originando una clase obrera si bien minoritaria, combativa-, coexistiendo y combinándose con formas precapitalistas feudales y comunales, base sobre la cual estalló la revolución victoriosa en 1917.
Mariátegui constata que contrariamente a los reformistas que delimitaban el socialismo a Europa y al "mundo blanco", la Tercera Internacional fundada en 1919 al calor de la revolución rusa promovía la revolución mundial. Su presidente Gregorio Zinoviev, en uno de sus discursos, dijo: "La Segunda Internacional estaba limitada a los hombres de color blanco; la Tercera Internacional no divide a los hombres según el color6". La revolución puede estallar en la cadena más débil del sistema mundial, sea un país imperialista o un país oprimido.
Muchos intelectuales hispano americanos, en parte contagiados de las ideas de Spengler sobre la decadencia de "occidente", que lo limitaba a Europa, tendían dejar de lado la cultura europea.
Alfredo Palacios, notable pensador argentino, escribía: "Nuestra América, hasta hoy ha vivido de Europa teniéndola por guía " la guerra mundial (1914-1919) evidencia su disolución y: "no nos sirven los caminos de Europa ni las viejas culturas". Basado en eso, la revista "Valoraciones" editada en Argentina era portadora de ideas como: "Liquidemos cuentas con los tópicos al uso, expresiones agónicas del alma decrépita de Europa".
Mariátegui comenta: "¿Debemos ver en este optimismo un signo y un dato del espíritu afirmativo y de la voluntad creadora de la nueva generación? Yo creo reconocer, ante todo, un rasgo de la vieja e incurable exaltación verbal de nuestra América. La fe en el porvenir de América no necesita alimentarse de una artificiosa y retórica exaltación de su presente". Luego prosigue: "Está bien que América se cree predestinada a ser el hogar de la futura civilización. Está bien que se diga: "por mi raza hablará mi espíritu". Está bien que se considere elegida para enseñar al mundo una verdad nueva. Pero que no se suponga en vísperas de reemplazar a Europa ni que declare ya fenecida y tramontada la hegemonía intelectual de la gente europea7".
Para Mariátegui, "La producción intelectual del continente (Latino América) carece de rasgos propios. No tiene contornos originales". Los intelectuales más representativos " no han conseguido consustanciarse ni solidarizarse con el suelo sobre el cual la colonización de América los ha depositado". La raza autóctona está fuera de su espíritu. No aflora el "alma indígena". La retórica nacionalista "aprendida en los "evangelios imperialistas de Europa" ignora el pasado autóctono y por tanto carece de raíces.
Mariátegui razona que la crisis que recorre el mundo no preludia necesariamente el colapso de Europa, porque el sistema capitalista en crisis puede ser tramontado y Europa renacer en un nuevo sistema, por lo que no hay motivo para repudiar a Europa en su conjunto, sino buscar la confluencia de voluntades libertarias en lucha por el socialismo. La emancipación del pensamiento hispano americano no puede desligarse del proceso libertario mundial que transita hacia el socialismo acorde a las peculiaridades de los pueblos donde lo autóctono y lo universal forman parte de un mismo proceso. Dentro de este contexto Mariátegui dividía el proceso cultural literario –sobre todo en los países andinos- en un periodo colonial, un periodo cosmopolita y un periodo nacional. Desde esta perspectiva gran parte de intelectuales que con palabrería radical repudian a Europa y al pensamiento europeo con una prédica "aprendida en los "evangelios imperialistas de Europa", marginan lo autóctono, lo indígena, porque no se han emancipado de la mentalidad colonial aunque funjan de nacionalistas.
En el Perú algunos indigenistas, entre ellos Luís E. Valcárcel (en sus inicios), tendían hacia una posición jingoísta de rechazo al occidente (Europa) "decadente y corrupto". Frente a ellos, Mariátegui se declara partidario del indigenismo que no sueña con "utópicas restauraciones", explicando que el Perú es parte de la realidad mundial, inmersa en la cual se está gestando una nueva peruanidad sobre cimiento andino con los "aluviones" de la civilización occidental que se mezclan y combinan con lo autóctono8. Cuando el periodista Federico More exagera su autoctonismo e indigenismo identificando a Lima sólo con el colonialismo, Mariátegui elogia su vehemencia para defender lo autóctono, pero al mismo tiempo le recuerda que en Lima "se ha balbuceado o se a pronunciado la primera palabra resonante de marxismo9". Es decir, en Lima se agitan fuerzas colonialistas y libertarias, dentro de lo último, el socialismo, el marxismo.
Para Mariátegui el Perú y América forman parte de la cultura occidental que no debe identificarse sólo con la cultura burguesa, sino también con ideales libertarios y luchas sociales que en el terreno de la política dieron origen a movimientos emancipatorios como el socialismo.
NOTAS
1.- Mariátegui: "La crisis de la democracia". En "La escena contemporánea".
2.- Mariátegui: "Occidente y Oriente". En "Figuras y aspectos de la vida mundial" (tomo II).
"Especimenes de la reacción". En, "EL Alma Matinal" y (el mismo texto) en "Defensa del marxismo".
"Historia de la crisis mundial".
Mariátegui: "Occidente y Oriente" ("Figuras y aspectos de la vida mundial", tomo II)
3.- Mariátegui: "Defensa del Marxismo", p. 72.
4.- Mariátegui: "Defensa del Marxismo". Ed. Amauta, Lima 1976, p. 67.
5.- Sobre esto remitimos al capítulo dedicado a las comunidades y el socialismo del presente estudio.
Sobre el movimiento indigenista de ese periodo destaca la obra de José Tamayo Herrera: "Historia del Indigenismo Cuzqueño", Historia del Indigenismo puneño"
Autores Varios: Carlos Ivan Degregori, Augusta Alfajeme, Mariano Valderrama, Marfil Francke Ballve: "Indigenismo, clases sociales y problema nacional". Ediciones CELATS, Lima.
6.- Mariátegui: "Zinoviev", en, "La Escena Contemporánea".
7.- Mariátegui: "¿Existe un Pensamiento Hispano-Americano?". En "Temas de Nuestra América". Ed. Amauta, Lima, 1975, pp. 21-26.
8.- Mariátegui: "Lo nacional y lo exótico", "El rostro y el alma del Tawantinsuyo". En "Peruanicemos al Perú".
9.- Mariátegui: "Ricardo Palma, Lima y la Colonia", acápite de "El Proceso de la Literatura", en "7 Ensayos".
III.- LOS PROSEGUIDORES DE MARX
Para muchos, entre ellos para el fundador del Apra Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) cuando reniega del socialismo, el marxismo surge sobre las premisas técnicas científicas del siglo diecinueve, por lo que se habría vuelto obsoleto con la ciencia y técnica del siglo veinte.
La posición de Haya de la Torre carece de fundamento porque la ciencia y la técnica en si mismos no determinan las concepciones del mundo. Engels señalaba que los griegos con una técnica y ciencia rudimentaria estaban adelantados filosóficamente a los europeos del siglo dieciocho con sus adelantos técnicos científicos infinitamente superiores.
Lo decisivo en todos los casos son las relaciones sociales, la interrelación entre los hombres y con la naturaleza y el cosmos. El marxismo surge de las relaciones sociales que se extreman en el capitalismo con la contradicción entre burgueses y proletarios. Mientras exista contradicción entre capital y trabajo, en base a lo cual Marx basó su teoría, el marxismo seguirá vigente.
Hace poco más de un siglo, en 1908, en la introducción a su obra "Materialismo y Empiriocriticismo", Lenin escribía: "Centenares y miles de veces se ha proclamado al materialismo [marxismo] refutado, y hoy se le continua refutando por centésima y milésima vez". Sin embargo, concluye, esos críticos pasan al olvido y el marxismo sigue su trayectoria.
Los argumentos para la refutación al marxismo en ese entonces, eran los mismos que décadas después utilizó Haya de la Torre, es decir, los adelantos de la ciencia y psicología volverían obsoleto al marxismo.
El "empiriocriticismo", -una tendencia científica filosófica de gran aceptación en Europa- refutado por Lenin en su libro antes mencionado, también tenía influencia en intelectuales que estaban cercanos o se reclamaban marxistas, incluyendo adscritos al partido bolchevique, entre ellos Lunatcharsky y Máximo Gorky. Su manera de "ayudar" al marxismo consistía en ponerlo parches religiosos y metafísicos para supuestamente revitalizarlo con la psicología, la ética y la moral nuevas.
En el mismo contexto Mariátegui menciona al belga Henri de Man que en su libro "Más allá del marxismo" achacaba al movimiento revolucionario una supuesta falta de ética, de moral, y para revitalizarlo, intentaba introducir recetas de la psicología y el psicoanálisis modernos. Para Mariátegui, muchos de los problemas planteados como originales por de Man, no son originales, sino que ha sido y son preocupación constante en el seno del movimiento obrero marxista. Además, argumenta Mariátegui, Henri de Man no conoce el sentido heroico y creador del socialismo. Su desilusión proviene del reformismo belga con sus líderes políticos y sindicales adocenados, domesticados, en un país que por razones económico sociales carece de autonomía en su devenir1.
Haya de la Torre, que en su juventud se reclamaba marxista, conforme exponemos en un capítulo posterior, en las décadas del treinta y cuarenta decía que Marx, reivindicando la dialéctica hegeliana, elaboró su doctrina de acuerdo a los avances técnico científicos del siglo diecinueve dentro del "espacio tiempo" europeo, y que Haya de la Torre, de acuerdo a los avances técnico científicos del siglo veinte, reivindicando la dialéctica marxista, pondrá al día al marxismo para superarlo. El movimiento que lideraba, el aprismo, hasta la década del cuarenta, estuvo a la izquierda del comunismo (stalinista), para luego, desde el "espacio tiempo americano" renegar del marxismo y convertirse en defensor del gamonalismo, de la oligarquía, de la burguesía y del imperialismo. Ya en la década del veinte, cuando surge la discusión entre aprismo y socialismo, Haya de la Torre tildó a Mariátegui de "europeísta" y "extranjerizante". En respuesta, Mariátegui dijo que su trayectoria y su obra se fundamentan en la realidad peruana, parte de la realidad mundial, vaticinando que luego de una temporal "borrachera nacionalista", Haya de la Torre y el Apra caerán en brazos del imperialismo.
Para Mariátegui el marxismo, si bien surge de las contradicciones capitalistas en Europa, primer centro del sistema mundial moderno, no se reduce a un conjunto de enunciados como si fueran decálogos, sino que se apoya en la realidad y los hechos, de acuerdo a las especificidades nacionales, parte de la realidad mundial: El marxismo "No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia. El marxismo en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades. Por eso, después de más de medio siglo de lucha, su fuerza se exhibe cada vez más acrecentada2".
El marxismo no es solo patrimonio de Europa. "Es un movimiento mundial, al cual no se sustrae ninguno de los países…" al igual que el liberalismo, la democracia, el parlamento, la ciencia, la técnica…. adquiriendo en cada pueblo, especificidad. En un mundo que tiende a su integración inmerso en la diversidad. Además, Mariátegui encuentra que el socialismo está en la tradición americana: "La más avanzada organización comunista, primitiva, que registra la historia, es la inkaica3".
En el seno del marxismo, Mariátegui constata la existencia de dos tipos de "revisionismo", el reformista, representado entre otros por Ferdinand Lasalle, Bernstein, kautsky, que bajo métodos diversos intentan acomodar la prédica socialista en los marcos del capitalismo; y el "revisionismo" revolucionario encarnado en los auténticos proseguidores de Marx, que por mediación de su método dialéctico hurgan la realidad concreta, presente, actuando a partir de ella para superar al capitalismo por considerarlo un sistema que ha dejado de coincidir con los intereses del conjunto de la humanidad.
Ejemplo de esto son los marxistas rusos han reivindicado en la teoría y la práctica, el sentido heroico y creador del socialismo: "La revolución rusa en Lenin, en Trotsky, y otros ha producido un tipo de hombre pensante y operante, que debía dar algo que pensar a ciertos filósofos baratos llenos de todos los prejuicios y supersticiones racionalistas, de que se imaginan purgados e inmunes".
"Marx inició este tipo de hombre de acción y de pensamiento. Pero en los líderes de la revolución rusa aparece con rasgos más definidos el ideólogo realizador. Lenin, Trotsky, Bukharin, Lunatcharsky, filosofan en la teoría y la praxis. Lenin deja, al lado de sus trabajos de estratega de la lucha de clases, su "Materialismo y Empiriocriticismo". Trotsky, en medio de la guerra civil y de la discusión de partido, se da tiempo para sus meditaciones sobre "Literatura y Revolución". ¿Y en Rosa Luxemburgo acaso no se unimisman a toda hora la combatiente y la artista? Vendrá un tiempo en que, a despecho de los engreídos catedráticos, que acaparan hoy a la representación oficial de la cultura; la asombrosa mujer que escribió desde la prisión esas maravillosas cartas a Luisa Kautsky, despertará la misma emoción y encontrará el mismo reconocimiento que una Teresa de Avila. Espíritu más filosófico y moderno que toda la caterva pedante que la ignora -activo y contemplativo al mismo tiempo- puso en el poema trágico de su existencia, el heroísmo, la belleza, la agonía y el gozo que no enseña ninguna escuela de la sabiduría4".
Los proseguidores del marxismo no se limitan a repetir frases de los fundadores, sino que hurgan en la realidad concreta, viviente, evidenciado en múltiples facetas del devenir, confluyendo y apoyándose en las más diversas gamas del conocer y actuar, porque ninguna teoría, por sí sola, está en capacidad de comprender la totalidad. Por eso para el marxismo nada de lo humano le es ajeno. La liberación de la humanidad solo es posible con la confluencia de todas las fuerzas espirituales y materiales que buscan dignificar la existencia.
Con sus aciertos y limitaciones, es indudable el carácter creador -en el pensamiento y la acción- de los marxistas mencionados por Mariátegui. Rosa Luxemburgo murió en la insurrección obrera alemana de 1919 de la cual –junto a Karl Liebnecht- fue su principal dirigente. Lenin muere en enero de 1924, mientras que Trotsky prosiguió demostrando el carácter creador del marxismo hasta su muerte en agosto de 1940.
Consideramos que Rosa Luxemburgo es proseguidora de Marx por:
a) Haber enfatizado en su obra "La Acumulación del Capital" (1913), que el proceso de acumulación y reproducción del capital tiene dos fuentes: mediante relaciones salariales, propias de un régimen capitalista, principalmente en el continente europeo; y por el saqueo mediante la violencia directa y de relaciones de trabajo precapitalistas, -esclavistas, serviles, comunales, etc.-, en el mundo colonial. Ambas fuentes forman parte de un mismo proceso: la acumulación de capital.
b) Para Rosa Luxemburgo el socialismo es una solución real a los problemas, incluso en los países atrasados (precapitalistas), por la presencia de la clase obrera en el proceso revolucionario que, partiendo de reivindicaciones democrático burguesas, en la acción, sobrepasarán al capitalismo para llegar al socialismo, inmerso en la revolución mundial. Además, decía que el socialismo moderno y formas comunales primigenias que aún subsisten confluyen en lucha contra el capitalismo. Sin embargo, para el caso de Rusia, criticaba a Lenin y Trotsky porque a su entender, hacían demasiadas concesiones hacia los campesinos que se desenvolvían dentro de una economía que promovía el capitalismo.
c) La clase obrera organizada para la acción con el conjunto del pueblo, será capaz de pasar por encima de las direcciones reformistas burocráticas aburguesadas de los sindicatos, para tomar por asalto y liquidar los bastiones del capitalismo.
El estalinismo intentó silenciar su pensamiento pero su memoria vive en las muchedumbres que luchan por el socialismo.
Podemos decir que Lenin es continuador de Marx por lo siguiente:
a) Por sus dotes políticas fuera de lo común que le permitieron construir una organización revolucionaria adecuada a la realidad rusa.
b) Por sus estudios sobre "El desarrollo del capitalismo en Rusia" (1899), demostrando que los populistas, que negaban ese desarrollo, estaban equivocados, aunque a inicios del siglo veinte no pudo prever el desenlace de los conflictos sociales que conducirían al socialismo, sino que solamente preludió una revolución burguesa dirigida por la alianza democrática de obreros y campesinos para desarrollar el capitalismo. Además, en su obra ya mencionada logró ver en parte las particularidades del desenvolvimiento ruso con sus desigualdades y combinaciones, aunque no logró extraer (en un primer momento) todas las proyecciones. Sin embargo, posteriormente enmienda rumbos, dirigiendo la revolución socialista de 1917.
A la par que sobre economía, Lenin dejó escritos sobre Filosofía, entre ellos, Materialismo y Empiriocriticismo" (1908) y "Cuadernos Filosóficos" (lo último, comentarios a los escritos de Hegel publicados póstumamente).
c) En su obra sobre el imperialismo como una fase superior del capitalismo (1917), inmerso en desigualdades y combinaciones en el ámbito mundial, Lenin fundamentó las bases del internacionalismo proletario y porqué la revolución puede estallar en el "eslabón más débil" del sistema, que puede ser un país atrasado o adelantado en el desarrollo capitalista. Contrariamente a algunos apologistas del capitalismo que se reclamaban marxistas, entre ellos Kautsky, que decían que en su época imperialista las contradicciones capitalistas se atenúan o desaparecen, evitando las guerras, Lenin enfatizó que las contradicciones serán más graves entre conglomerados supranacionales de naciones, en base a lo cual el marxismo logró vaticinar que la segunda guerra mundial (1939-1945) será más atroz que la primera (1914-1919).
d) En "El Estado y la Revolución", libro basado en las ideas de Marx y Engels, Lenin señaló al socialismo como una sociedad diferente y superior al capitalismo en todos los terrenos y que el estado, en tanto órgano de dominación de clase, debe desaparecer dando paso a una sociedad libre, sin clases.
d) Al final de su vida logró ver el peligro de la burocratización de la revolución, por lo que estuvo empeñado en separar a Stalin del cargo de secretario general del partido bolchevique y de encargado de las nacionalidades no rusas, lo que lamentablemente no fue posible hacerlo por su temprana muerte (enero de 1924) y porque el burocratismo había ganado demasiado terreno.
Podemos decir que Trotsky es proseguidor de Marx por lo siguiente:
a) Basándose en las confrontaciones de las clases sociales en Rusia que en 1905 estallaron en una revolución (derrotada) de la cual fue su principal caudillo, en obras como "1905" y "Resultados y Perspectivas", dedujo que si bien la revolución rusa comienza como burguesa, no se detiene en los marcos capitalistas, sino que, por la presencia en la dirección de la clase obrera en alianza con los campesinos y demás clases explotadas, marchará en forma permanente al socialismo, inmerso en la revolución mundial. Las etapas, fases, pactos, alianzas, concesiones, etc., se realizan de acuerdo a las condiciones concretas de cada país sin renunciar al objetivo final que es el socialismo. Se enunciaba así la teoría conocida como revolución permanente, que se vio coronado con el triunfo de la revolución rusa de 1917.
Los orígenes de la estrategia de la revolución permanente se remontan a mediados del siglo diecinueve cuando para ciertos países atrasados de Europa Occidental, entre ellos Alemania, donde estaba a la orden del día la lucha bajo consignas democráticas burguesas para liquidar la feudalidad, Carlos Marx en algunos textos, entre ellos, el "Mensaje del Comité Central a la Liga de los comunistas" (1850), escribió: "La relación entre el Partido Obrero revolucionario con los demócratas pequeño burgueses es ésta: marcha con ellos en contra de la fracción a la que pretenda derrocar, se opone a ellos en todo aquello por medio de lo cual tratan de consolidar su posición en su propio provecho Su grito de batalla debe ser: la revolución permanente".
La idea, por una parte, es que el proceso revolucionario arroje del poder una tras otra a las diversas facciones de las clases dominantes hasta la conquista del poder político por la clase obrera para dar inicio a la construcción del socialismo; y por otra parte, la revolución no se puede detener en los marcos nacionales, sino que por su misma naturaleza, es internacional, en la medida que las fuerzas productivas –capacidad mental-corporal humana materializada en la ciencia y la técnica y el sistema productivo- sobrepasan las fronteras nacionales.
Esta teoría fue olvidada por la Segunda Internacional liderada por Kautsky y puesta al día a inicios del siglo veinte por Trotsky. A finales de la década del veinte ya desterrado de Rusia, dio la versión definitiva en su obra "La Revolución Permanente".
Los cuatro primeros congresos de la tercera internacional -entre 1919 a 1922- promovieron la revolución mundial fundamentándose en la estrategia de la revolución permanente que luego fue dejado de lado.
b) El estalinismo basaba su estrategia en los rasgos generales, comunes, impregnados por el capitalismo en los diversos países, sean "adelantados" o "atrasados". Trotsky, en el Prólogo a "La revolución permanente", volvió a recordar que las especificidades, las peculiaridades, las originalidades de los diversos países inmersos en el sistema mundial, son fundamentales en la estrategia revolucionaria, poniendo de ejemplo a Rusia que por sus especificidades, la clase obrera logró hacerse del poder antes que los obreros de países más adelantados, entre ellos, de Europa Occidental.
c) En Rusia los populistas intentaban ver las particularidades, las originalidades de su desenvolvimiento, pero apartándose del resto del mundo, llegando así a la eslavofilia y al chauvinismo, mientras que para los fundadores del marxismo ruso, entre ellos, Plejanov y Vera Zásulich, el devenir de Rusia debería ser igual que del occidente europeo. Ambas posiciones estaban equivocadas.
Fue Trotsky -que en su juventud pasó por la escuela del populismo-, quien desentrañó las originalidades del desenvolvimiento ruso como parte del sistema mundial basado en desigualdades y combinaciones, en escritos de inicios de siglo mencionados anteriormente y en su célebre "Historia de la Revolución Rusa", en la que cohesiona su teoría del desenvolvimiento desigual y combinado.
La aparición del moderno sistema mundial en el cual surge el capitalismo implica el fin del desenvolvimiento autónomo y paralelo de culturas -que en el pasado podían llegar a desarrollar todas sus posibilidades-, para dar paso al sistema mundial donde se extreman las desigualdades y combinaciones con la coexistencia de las más dispares relaciones de trabajo y de vida del planeta.
El régimen capitalista en los diversos países adquiere especificidades. Así, en Rusia, el surgimiento de la gran industria no pasa por las fases europeo occidentales de cooperación simple y manufactura para llegar a la gran industria, sino que el gran capital, de golpe, puede implantar (enclavar) las industrias de avanzada, combinándose y coexistiendo con otras formas sociales anteriores (feudalidad, régimen comunal) y con procesos iniciales de capitalismo (cooperación simple, manufactura, gran industria).
d) Entre las diatribas del estalinismo contra Trotsky, fue de estar en contra de las realizaciones nacionales en Rusia, esperando la revolución mundial. Sin embargo Trotsky, conjuntamente a sus seguidores, entre ellos Preobrahensky, en 1924 propusieron la planificación de la economía para iniciar la construcción socialista en Rusia, pero Stalin, que ya concentraba el poder, se opuso, diciendo que es la "cumbre de la utopía". Es decir, el estalinismo se opuso a la planificación, sin proponer otra alternativa. A finales de la misma década, promovidos por la política estalinista bajo el lema, "campesinos enriqueceos", sectores del campo enriquecidos en una economía de mercado, amenazaban el proceso revolucionario por lo que el estalinismo se vio forzado iniciar el proceso de planificación quinquenal, con métodos prepotentes sin respetar la democracia popular, teniendo como consigna la construcción del "socialismo en un sólo país" y la liquidación del "mujik" (campesino rico).
Cualquier persona medianamente ilustrada, puede deducir que es imposible el capitalismo en un sólo país, es decir, aislado del resto del mundo. El socialismo es más imposible todavía. Una cosa es iniciar la construcción del socialismo en un país, conforme lo entendía Trotsky, y otra cosa distinta es aislarse del mundo.
e) Trotsky, como acertadamente dijera Mariátegui, se convirtió en el principal intérprete de la revolución en filosofía y arte. Toda discusión sobre el particular, no puede obviar la posición de Trotsky, con sus aciertos y limitaciones.
f) La burocracia estalinista para Trotsky es un caso nuevo en el devenir humano. Surge de la deformación de la revolución socialista, usufructúa de sus logros y del plus trabajo del pueblo, pero no es una nueva clase social como pensaban y piensan muchos, porque no es propietaria de los medios de vida –tierra, gran banca, gran industria- y no puede heredar a sus descendientes. Tampoco tiene ideología propia como en mayor o menor grado tienen las clases dominantes. Desfigura el marxismo para legitimarse.
Los intereses de la burocracia estalinista son distintos a los intereses imperialistas, por lo que una invasión terminaría con su dominio. De ahí que la burocracia defienda para sus propios fines a la Unión Soviética. En tal sentido, en caso de agresión imperialista, los revolucionarios, dice Trotsky, no deben ser neutrales, sino ponerse del lado del estalinismo para defender las conquistas sociales de los trabajadores, porque si triunfa la invasión imperialista restauraría el capitalismo con todas sus lacras.
En el seno de la burocracia existen diversas tendencias, desde las fascistas hasta las marxistas, las últimas, cada vez menos. Por encima de ellas se levanta el poder omnipotente de una camarilla comandada por Stalin. Esas tendencias, en forma menos clara, también se encuentran en el conjunto social. La cúpula estalinista al elevarse por encima de las diversas facciones y por encima de la sociedad, es una forma de bonapartismo.
"Dos tendencias opuestas –escribe Trotsky en "La revolución traicionada"- crecen en el seno del régimen. La una, al desarrollar las fuerzas productivas, al revés del capitalismo estatificado, crea los fundamentos económicos del socialismo; la otra, extremando las normas burguesas de la repartición en su complacencia hacia los dirigentes, prepara una restauración capitalista. La contradicción entre las formas de propiedad y las normas (burguesas) de la repartición no puede crecer indefinidamente. De uno u otro modo se extienden las normas burguesas a los medios de producción o las normas de repartición deberían ajustarse a la propiedad socialista".
Como proyección del posible desenlace, Trotsky señaló que si triunfa el pueblo barrerá con la burocracia construyendo el socialismo. En caso de una invasión imperialista liquidaría a la burocracia y se regresaría al capitalismo. Y en caso que la burocracia continúe por largo tiempo: "La evolución de las relaciones sociales no cesa. Es evidente que no puede pensarse que la burocracia abdicará en favor de la igualdad socialista. Ya desde ahora se ha visto obligada, a pesar de los inconvenientes que esto presenta, a restablecer los grados y las condecoraciones; en el futuro, será inevitable que busque apoyo en las relaciones de propiedad. Probablemente se objetará que poco importan al funcionario elevado las formas de propiedad de las que obtiene sus ingresos. Esto es ignorar la inestabilidad de los derechos de la burocracia y el problema de su descendencia. El reciente culto de la familia soviética no ha caído del cielo. Los privilegios, que no se pueden legar a los hijos pierden la mitad de su valor; y el derecho de testar es inseparable del derecho de la propiedad. No basta ser director de trust, hay que ser accionista. La victoria de la burocracia en ese sector decisivo crearía una nueva clase poseedora".
En "El programa de transición", Trotsky puso el dilema: "O la burocracia se transforma cada vez más en órgano de la burguesía mundial dentro del estado obrero, derriba las nuevas formas de propiedad y vuelve el país al capitalismo; o la clase obrera aplasta a la burocracia y abre el camino hacia el socialismo".
A quedado demostrado que la burocracia estalinista reprimiendo a los revolucionarios prepara el camino a la restauración capitalista con elites emergidas de sus tendencias más corruptas y siniestras que cumplieron el rol de "compradores", de correa de transmisión para una restauración capitalista. 1989 fue la culminación de un largo proceso contra revolucionario iniciado en la década del veinte. Hoy, como parte fundamental de la restauración capitalista, pululan en lo que era la Unión Soviética, además de pandillas que se disputan el control de las ciudades, mafias transnacionales de tráfico de drogas, de personas, de bienes culturales.
NOTAS
1.- Mariátegui: "Defensa del Marxismo", pp. 19-30.
2.- Mariátegui: "Mensaje al Congreso Obrero" (realizado en Lima en enero de 1927). En, "Ideología y Política". Editora Amauta, Lima, 1971.
3.- Mariátegui: "Aniversario y Balance" (con motivo del segundo aniversario de la revista Amauta, escrito en setiembre de 1928). En, "Ideología y Política".
4.- Mariátegui: "Defensa del Marxismo", pp. 44-45.
III.- MARXISMO Y REFORMISMO
Mariátegui critica a los que por ignorancia y mala fe sindican al marxismo de "materialismo", entendido como determinismo económico, y también critica a reformistas que reclamándose marxistas, -organizados en la Segunda Internacional- hablan de justicia social pero renuncian a la revolución, acomodando la prédica "socialista" dentro del orden capitalista. Entre otras cosas, los reformistas se negaron convertir la primera guerra mundial (1914-1919) en guerra civil revolucionaria.
A reformistas y evolucionistas de inicios del siglo veinte que incluso se reclamaban marxistas, Mariátegui los denomina "fariseos", "pseudo humanitarios", "pseudo cristianos", "espíritus mediocres", porque intentan acomodar los ideales socialistas en los marcos del capitalismo, es decir, en un orden que ha dejado de coincidir con los intereses del conjunto de la humanidad.
Para Mariátegui: "Marx no podía concebir ni proponer sino una política realista y, por esto, extremó la demostración de que el proceso mismo de la economía capitalista, cuanto más plena y vigorosamente se cumple, conduce al socialismo; pero entendió siempre como condición previa de un nuevo orden, la capacitación espiritual e intelectual del proletariado para realizarlo a través de la lucha de clases. Antes que Marx, el mundo moderno había arribado ya a un momento en que ninguna doctrina política y social podía aparecer en contradicción con la historia y la ciencia1".
Es decir, el progreso no está garantizado de antemano, la revolución no es consecuencia mecánica de una crisis y de una bancarrota. El devenir humano puede ser catastrófico si no surge una voluntad socialista para el cambio.
Mariátegui recuerda la frase atribuida a Lenin: "¡Tanto peor para la realidad¡", en respuesta a los que criticaban al revolucionario ruso estar "contra la realidad"2. Muchos, por no decir todos los estudiosos de Mariátegui, atribuyen a esto un impulso "irracionalista", "voluntarista". Puede ser cierto, pero también es cierto que el marxismo, fiel a sus premisas de cambio, está contra la realidad a la que pretende superar.
Nada de lo humano es ajeno al marxismo, ya que el socialismo para Mariátegui, "es no sólo la conquista del pan, sino también la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del espíritu3". Concepción que también lo encontramos en el discurso que Trotsky pronunció en el sepelio del poeta Sergio Essenin que Mariátegui calificó de "emocionada despedida". Allí Trotsky dijo: "La revolución, ante todo, conquistará en dura lucha para cada individuo, no sólo el derecho al pan, sino también el derecho a la poesía. En su última hora, ¿a quién escribió Essenin su carta de sangre? ¿No se dirigía quizás a un amigo que no ha nacido aún, al hombre del futuro que algunos preparan con sus luchas y Essenin con sus cantos? El poeta a muerto porque no era de la misma naturaleza que la revolución. Pero en nombre del porvenir, la revolución lo adoptará para siempre4".
El espíritu evolucionista, reformista y pacifista congruente con el orden burgués, que se interiorizó en las internacionales obreras, -entre ellas la Segunda Internacional-, según Mariátegui, se formó cuando en Europa Occidental la bonanza económica gracias al saqueo del mundo colonial y neocolonial permitía a la clase obrera de los imperialismos de ese continente, la conquista de grandes reivindicaciones sociales, engendrando un clima de colaboracionismo de clases y de de paz social, adormeciendo la conciencia revolucionaria, haciendo pensar que el progreso llegaría por medio de una evolución gradual y pacífica al socialismo. Otro rasgo del espíritu reformista, fue su prédica de liberar a la humanidad de toda forma de explotación, pero para ellos, la humanidad se restringía a Europa o al "mundo blanco". Contradiciendo esa mentalidad, estalla la crisis, saliendo a luz todas las lacras del capitalismo: desocupación, pobreza, violencia, guerra mundial en el continente más "civilizado". El orden capitalista, dentro del cual se acomodan los reformistas, se ve acosado por dos frentes: la revolución y la reacción, la última, extremada en el fascismo. Al no poder reprimir las reivindicaciones populares por medios legales, la burguesía apela al fascismo. Se termina así toda una época. "No volverán quien sabe hasta cuando, los tiempos de vivir con dulzura. La dulce vida pre bélica, no generó sino escepticismo y nihilismo. Y de la crisis de este nihilismo y de este escepticismo, nace la ruda, la fuerte, la perentoria necesidad de una fe y de un mito que mueva a los hombres a vivir peligrosamente5".
La crisis capitalista de inicios del siglo veinte inmersa en la decadencia de una civilización, es total, desde la economía a la política, desde la filosofía y religión a las artes. La burguesía podrá encontrar paliativos para remediar en algo la crisis económica, pero la crisis cultural, moral, ética, es irreversible. "Más probable me parece –escribe Mariátegui- que deban acomodar sus programas a la presión de la atmósfera espiritual, a cuya influencia su trabajo no puede sustraerse6".
En el arte, la quiebra espiritual de la burguesía se evidencia en la crisis del Yo individualista burgués liberal, base del arte tradicional, y como negación y búsqueda de nuevos derroteros surgen las vanguardias, cuyo espectro abarca desde el "disparate absoluto" representado sobre todo por el dadaísmo, hasta movimientos progresivos como el expresionismo o el surrealismo. Ninguna corriente puede sustraerse en época de crisis y confrontaciones entre clases antagónicas, a la gravitación política. Unos se adhieren a la revolución, otros a la contrarrevolución. Los surrealistas apuestan por la revolución al igual que el futurismo ruso, mientras que el futurismo italiano tomó partido por la reacción (fascismo). En un mismo artista caben todas las dudas, todas las posibilidades, predominando una7.
Cuando Mariátegui escribió lo anterior, el fascismo y movimientos monárquicos europeos renegaban del renacimiento y la reforma8 (religiosa). Es decir, movimientos que en siglos anteriores incubaron y proyectaron los más preciados ideales modernos que en parte la burguesía utilizó para desplazar del escenario de la historia a la aristocracia feudal, aunque al hacerse del poder reniegue de ellos.
Conforme vaticinó Mariátegui, a lo largo del siglo veinte, el sistema capitalista ha logrado paliar en algo la crisis económica, por lo menos en los grandes imperios, succionando recursos de las mayorías del planeta. Pero la crisis espiritual es irreversible. El orden burgués reclamado liberal y democrático reivindica ideas que en la primera mitad del siglo era patrimonio del fascismo. En este contexto se proclama el "final de las ideologías", el "final de la historia", arremetiendo contra todos los ideales de justicia y libertad, comenzando del renacimiento y la reforma. No es casual que se eleven a primer plano dentro de las religiones oficiales sus tendencias más siniestras y bárbaras como el OPUS DEI en el caso del catolicismo.
En otra parte hemos dicho que la historia es la lucha por promover y dignificar la vida9. Cuando los intereses de la burguesía en torno al cual se organiza el orden mundial se vuelven contrarios al interés general, contrarios a promover y dignificar la vida, se convierte en clase al margen de la historia, por lo que es congruente que predique el final de las ideas libertarias, el final de la historia, que en realidad es el final de la historia para la burguesía pero no para la humanidad mientras siga en su empeño de lucha por la libertad.
Mariátegui concuerda con Oscar Wilde cuando dice que "progresar es realizar utopías" y con Araquistaín, cuando dice, "sin imaginación no hay progreso de ninguna especie", a lo cual (Mariátegui) agrega: "La historia les da siempre la razón a los imaginativos" y de su seno surgen los héroes, como los hombres que en América del Sur lucharon contra el dominio español o los que en Europa lucharon por la revolución francesa. Todo lo contrario sucede con los que intentan conservar el orden: "Luís XVI y María Antonieta [los reyes derrotados en la revolución francesa] le parecen a mucha gente, sobre todo, desgraciados. A Nadie les parece grandes10".
Igual podemos decir de las clases sociales y gobernantes que sucumbieron en el torbellino de las revoluciones sociales en el siglo veinte comenzando de los zares rusos, de los mandarines chinos, de los dictadores cubanos, etc., mercenarios de regímenes que han dejado de coincidir con el progreso, por lo que a lo mucho se les compadece, porque los héroes y mártires pertenecen a los que hacen historia, entendiendo por historia la lucha por la libertad, la lucha por ennoblecer y dignificar la existencia.
Influenciado en parte por el ambiente anarcosindicalista que privilegiaba la acción revolucionaria antes que la organización política, prestando más atención a las organizaciones sindicales, en un primer momento, hasta 1927, Mariátegui tenía la esperanza que procesos como la revolución china y mejicana, acaudillados por movimientos pequeño burgueses y burgueses nacionalistas, empujados por el pueblo en armas, enrumben al socialismo. Incluso en 1926, sindicaba de "socialista" al proceso mejicano. Pero esos movimientos, atrapados entre el imperialismo y el pueblo, a la final se pusieron del lado del imperialismo, produciéndose una ruptura en el pensamiento de Mariátegui, que a partir de allí extrema la reivindicación política de la clase obrera y de la necesidad de la preparación orgánica (partido) y espiritual para el cambio revolucionario: "Los marxistas no creemos que la empresa de crear un nuevo orden social superior al capitalismo, incumba a una amorfa masa de parias y oprimidos guiada por evangélicos predicares del bien. La energía revolucionaria no se alimenta de compasión ni de envidia"… "Una nueva civilización no puede surgir de un triste y humillado mundo de ilotas y de miserables, sin más título ni más aptitud que su ilotismo y su miseria11".
Mariátegui no hacía concesiones ideológicas a los reformistas. En una carta a su amigo argentino Samuel Glusberg con fecha 30 de abril de 1927 escribió: "Estoy políticamente en el polo opuesto al de Lugones. Pero creo que entre hombres de pensamiento neto y posición definida es fácil entenderse y apreciarse, aún combatiéndose. Sobre todo, combatiéndose. Con el sector político con el que no me entenderé nunca es el otro: el del reformismo mediocre, el del socialismo domesticado, el de la democracia farisea".
Se entiende su crítica acérrima a Haya de la Torre que intentaba crear un movimiento similar al kuomingtang chino luego que esa organización en abril de 1927 asesinara a miles de obreros, campesinos y estudiantes. También critica a intelectuales como Henri Barbusse, -a quién apreciaba-, porque idealiza a la "masa intemporal, eterna, sobre la que pesa opresora la gloria de los héroes y el fardo de las culturas… Pero la masa no es el proletariado moderno, y su reivindicación genérica no es la reivindicación revolucionaria y socialista12".
Mariátegui llega a criticar el himno a la internacional porque comienza aludiendo a los "pobres" del mundo antes que a la clase obrera.
Cuando Barbusse elogia a Mahatma Ghandi, que por medios pacifistas, con ayunos y oraciones, pretendía liberar a su pueblo, diciendo que Lenin en su lugar hubiese hecho lo mismo, Mariátegui –que también admiraba a Gandhi-, dice que es imposible liberar a un pueblo con ayunos y oraciones: "Los revolucionarios de todas la latitudes tienen que elegir entre sufrir la violencia o usarla. Si no se quiere que el espíritu y la inteligencia estén a órdenes de la fuerza, hay que resolverse a poner la fuerza a órdenes de la inteligencia13".
Al reseñar el libro "Jesús", donde Barbusse, con gran emoción humana, en su mentalidad de "racionalismo ochocentista" presenta a Cristo que renace en cada creyente, pero deja de lado veinte siglos de cristianismo porque a su criterio ha sido "mistificado", Mariátegui lo critica por no saber valorar la historia real y concreta del cristianismo en veinte siglos, haciendo suya la ironía de Pierre Naville cuando escribía: "Porqué Pablo eligió a Jesús como ejemplo y porqué Jesús tuvo necesidad de Barbusse veinte siglos después, mas bien que de Pablo, su contemporáneo, para predicar su verdadera doctrina y restablecer el sentido de su acción, es algo que no se sabrá jamás14".
De acuerdo a las peculiaridades nacionales inmersas en el sistema mundial, en 1928 Mariátegui funda el Partido Socialista de obreros y campesinos, entendiendo que los campesinos de las comunidades andinas también son sujetos de cambio al socialismo.
Entre 1926 a 1928, desde Rusia, Stalin y Bujarin también impulsaban la formación de partidos de obreros y campesinos pero su acción se delimitaba a luchar por una revolución democrático burguesa que desarrolle el capitalismo. Mariátegui proponía el socialismo.
NOTAS
1.- Mariátegui: "El determinismo marxista". En, "Defensa del Marxismo".
2.- Mariátegui: Ibid.
3.- Mariátegui: "Sergio Essenin". En, "El Artista y la Epoca". Biblioteca Amauta, Lima, 1959.
4.- Trotsky: "En memoria de Sergio Essenin". En "Sobre Ate y Cultura". Alianza Editorial, Madrid, 1973.
5.- Mariátegui: "Dos concepciones de la vida". En, "El Artista y la Epoca".
7.- Los escritos de Mariátegui sobre arte están diseminados en el conjunto de su obra. Destacándose la recopilación en "El Artista y la Epoca", "Signos y Obras", "7 Ensayos", etc. Es de importancia singular su división que hace de la poesía en: épica revolucionaria, lirismo puro y disparate absoluto, lo mismo que la periodificación de la literatura peruana en: colonial, cosmopolita y nacional. Sobre lo último remitimos a nuestro ensayo: "Literatura y Modernidad: (el indigenismo)"
8.- Ver al repecho los escritos de Mariátegui reunidos bajo el título de "Especímenes de la Reacción" en "Defensa del Marxismo".
9.- Rafael Herrera Robles: "Historia y Antihistoria". Capítulo I del libro "Barbarie y Modernidad: El Perú en la globalización capitalista".
10.- Mariátegui: "La imaginación y el progreso". En "El Alma Matinal". Biblioteca Amauta, Lima, 1970.
11.- Mariátegui: "Sentido heroico y creador del socialismo". En "Defensa del Marxismo".
12.- Ibid.
13.- Mariátegui: "El Mensaje de Oriente". En "La Escena Contemporánea".
14.- Mariátegui: "Jesús" de Henri Barbusse". En "Signos y Obras". Pierre Naville formaba parte del grupo primigenio que junto a Breton, Paul Eluard y Luis Aragón, animaban el movimiento surrealista en París. Se aparta de ellos para militar en las filas del trotskysmo, siendo uno de los promotores de la fundación de la cuarta internacional en 1938. Mariátegui lo tenía una gran consideración.
IV.- EL HOMBRE PENSANTE Y OPERANTE
Haciéndose eco de una de las tesis de Marx sobre Fehuerbach, Mariátegui piensa que en el marxismo se unimisman el pensamiento y la acción: "No nos basta condenar la realidad, queremos transformarla. Tal vez esto nos obligue a reducir nuestro ideal; pero nos enseñará, en todo caso, el único modo de realizarlo. El marxismo nos satisface por eso: porque no es un programa rígido, sino un método dialéctico1".
Mariátegui resalta el carácter creador del marxismo en tanto promueve el conocimiento de la realidad para transformarla de acuerdo a las especificidades culturales de los pueblos, parte integrante de la realidad mundial. Por eso a la obra de Marx, "hay que desistir de consultar como si fueran las memorias de una pitonisa2…".
El hombre es el hacedor de la historia: "el sujeto de la historia es, ante todo, el hombre. La economía, la política, la religión, son formas de la realidad humana. Su historia es, en esencia, la historia del hombre3…" Pero los hombres no hacen su historia a su libre arbitrio, sino inmersos en la realidad múltiple en la cual se desenvuelven, en un inicio subordinados a la naturaleza, luego, luchando por ponerla a su servicio. En este sentido: "La de los Incas fue una civilización agraria. La de Marx y Sorel, es una civilización industrial. En aquella el hombre se sometía a la naturaleza. En esta la naturaleza se somete a veces al hombre4".
En efecto, el origen del hombre se pierde en la criatura que llega a diferenciarse de los demás animales gracias a sus atributos biogenéticos que le permiten una inteligencia superior para acrecentar y extender sus aptitudes con la creación de instrumentos, sea mentales sobre la base del lenguaje, sean físicos, en las herramientas, en un proceso que los estudiosos han denominado de "hominización", que a su entender culmina en la diferencia corpórea con las demás especies. Nosotros preferimos llamar a ese proceso, "humanización", entendiendo como la constante lucha por dignificar la vida, que constituye el fundamento de la historia, que aún prosigue su trayectoria.
Si la historia es el devenir en lucha por la libertad (Hegel), en una sociedad de dominantes y dominados esa lucha encarna en determinadas clases sociales a las que llamamos clases con historia porque sus intereses particulares, privados, confluyen con bastos intereses humanos. En contraposición existen clases sin historia porque sus intereses particulares han dejado de confluir o nunca han confluido con los intereses humanos.
Debemos enfatizar que cuanto más primigenias las culturas, mayor es la subordinación del ser humano a las fuerzas naturales. La primera forma de buscar explicación a la existencia es por mediación del mundo mágico religioso, enajenando la voluntad a la ira o benevolencia de dioses, a la "verdad revelada". Sus dioses al inicio –en religiones politeístas- palpables, porque lo constituyen elementos de la naturaleza y del cosmos (montañas, animales, sol, luna, estrellas, fenómenos meteorológicos, etc.); en el transcurso de milenios se tornan monoteístas, con un único Dios, que no obstante ser "invisible", se representa con rostro humano, coexistiendo en las sociedades modernas con concepciones "racionalistas", que en sus vertientes libertarias, en parte expresadas en el marxismo, buscan la verdad en el hombre mismo, es decir, en su modo de producir y reproducirse inmerso en sus relaciones sociales.
En tanto los intereses de las clases dominantes jamás confluyen con los intereses del conjunto de la humanidad, necesitan de una ideología que justifique y legitime sus intereses particulares, privados: "Las clases que se han sucedido en el dominio de la sociedad, han disfrazado siempre sus móviles materiales con una mitología que abonaba el idealismo de su conducta. Como el socialismo, consecuente con sus premisas filosóficas, renuncia a este indumento anacrónico, todas las supersticiones espiritualistas se amotinan contra él, en un cónclave del fariseísmo universal, a cuyas sagradas decisiones sienten el deber de mostrarse atentos, sin reparar en su sentido reaccionario, intelectuales pávidos y universitarios sinceros5".
Mariátegui6 coincide con el escritor norteamericano Max Eastman, un "hereje de la revolución", en la valorización del psicoanálisis en el análisis de la sociedad: "Marx demostró que las clases idealizaban o enmascaraban sus móviles y que, detrás de sus ideologías, esto es, detrás de sus principios políticos, filosóficos o religiosos, actuaban sus intereses y necesidades económicas".
"El vocablo "ideología" de Marx es simplemente un nombre que sirve para designar las deformaciones del pensamiento social y político producido por los móviles comprimidos".
Para Mariátegui no se debe confundir la "ideología", en su acepción de velar, de encubrir la realidad, con el idealismo encarnado en bastos sectores sociales que puede ser revolucionario, como el caso del "idealismo socialista", que no obstante su concepción materialista, está lleno de valores éticos y morales. La biografía de Marx y sus seguidores, "no tiene nada que envidiar, como belleza moral, como plena afirmación del poder del espíritu, a las biografías de los héroes y ascetas que, en el pasado, obraron de acuerdo con una concepción espiritualista o religiosa, en la acepción clásica de estas palabras7".
Coincidiendo con intelectuales liberales revolucionarios, entre ellos con Piero Gobetti, Mariátegui escribe que: "La función del liberalismo, histórica y filosóficamente, a pasado al socialismo y que, siendo el liberalismo, un principio de evolución y progreso incesantes, nada es hoy menos liberal que los viejos partidos de este nombre8".
Entre otras cosas, la reivindicación de las comunidades andinas para el proceso socialista inmerso en valores ético morales precapitalistas induce a Michael Lowy9 hablar de la vertiente romántica del marxismo a la que pertenecería Mariátegui, que a sus presupuestos científicos suma la voluntad, la ética y moral contestataria contra la sociedad capitalista.
Esto es cierto, pero el romanticismo en Mariátegui trasciende los valores precapitalistas, en tanto rechaza toda traba que impida el potencial desenvolvimiento humano. A sus presupuestos científicos, el marxismo suma la voluntad, la ética y moral contestataria contra una sociedad que lo ha convertido todo en mercancía. En este sentido para Mariátegui también existe un romanticismo socialista, por ejemplo, en la poesía de Vallejo.
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