NOTAS
1.- Mariátegui: "Temas de Nuestra América". Biblioteca Amauta, Lima, 1975, pág.82.
2.- Mariátegui: "Defensa del marxismo", p. 75.
3.- Mariátegui: "Temas de Nuestra América", p.16.
4.- Mariátegui: "7 Ensayos", p., 66.
5.- Mariátegui: "Defensa del Marxismo", p. 105.
6.- Mariátegui: "Freudismo y marxismo". En "Defensa del Marxismo".
7.- Mariátegui: Mariátegui: "Defensa del Marxismo". pág., 103
8.- Mariátegui: Ob. Cit., p. 77.
9.- Lowy, Michael: "El marxismo romántico de Mariátegui". Revista "Márgenes", año I, N° 2.
V.- EL MARXISMO EN EL PERU
El marxismo y las clases dominantes
Las clases dominantes presentaban (y presentan) al marxismo y demás ideas libertarias como "extranjerizantes", ajenos a la "peruanidad".
Es cierto que el marxismo, -razonaba Mariátegui-, no surgió en el Perú o América, sino en Europa, pero llega a los confines del mundo, al igual que llega la ciencia, la técnica, la religión, el idioma, la ideología burguesa, etc. Y si las clases dominantes peruanas son nacionalistas a ultranza, deben quedarse con las culturas precolombinas, ya que a partir del descubrimiento y conquista, la nacionalidad peruana se forja con los aluviones de la civilización occidental que se mezclan y combinan con el legado de las culturas aborígenes.
Esta crítica también alcanza a un sector de indigenistas que en su reivindicación de lo autóctono intentaban dejar de lado a la totalidad de la cultura venida de fuera. Una posición semejante al populismo ruso que en el Perú no prosperó, porque en el pensamiento de Mariátegui se logró la confluencia entre marxismo e indigenismo, entre autoctonismo e internacionalismo: "Tenemos el deber de no ignorar la realidad nacional; pero también tenemos el derecho de no ignorar la realidad mundial. El Perú es fragmento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria1". Las comunidades indígenas serían pilares en la colectivización del campo en un proceso socialista, saltándose la etapa capitalista, inmersos en la revolución latinoamericana y mundial.
Mariátegui explica que la propagación y desarrollo de las ideas revolucionarias en el mundo colonial y semicolonial es un proceso irreversible, en tanto surge de las contradicciones del sistema capitalista mundial, dentro del cual los países industrializados imperialistas, de la misma manera que exportan mercancías y capitales promoviendo el surgimiento de nuevas relaciones sociales, no pueden impedir la propagación de ideas, entre ellas, el liberalismo y el marxismo: "Penetra en el Asia, importada por el capital europeo, la doctrina de Marx. El socialismo que, en un principio, no fue sino un fenómeno de la civilización occidental, extiende actualmente su radio histórico y geográfico… En la Primera y Segunda Internacionales, no estuvieron representados sino los proletarios de Europa y de América. Al congreso de fundación de la Tercera Internacional en 1920 asistieron, en cambio, delegados del Partido Obrero chino y de la Unión Obrera Coreana". En eventos posteriores se fueron sumando proletarios de otros países. Igual es el proceso de propagación de las ideas revolucionarias en América del Sur: "Hace más de un siglo vino de Europa a estos pueblos de América una ideología revolucionaria. Y conflagrada por su revolución burguesa, Europa no pudo evitar la independencia americana engendrada por esa ideología. Igualmente ahora, minada por la revolución social, no puede reprimir marcialmente la insurrección de sus colonias2".
Las ideas vivientes encarnan en bastos intereses sociales, que para el caso del marxismo se encuentra en la aparición de la clase obrera cuyas reivindicaciones coinciden con los intereses del conjunto de la humanidad.
La peculiaridad de los pueblos
Por su misma naturaleza, el marxismo es creador en tanto promueve el conocimiento de la realidad para transformarla de acuerdo a las especificidades culturales de los pueblos, parte integrante de la realidad mundial. Esta particularidad integrante de la totalidad, lo expresaba Mariátegui en los siguientes términos: "El marxismo, del cual todos hablan pero muy pocos conocen y, sobre todo comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad y en los hechos. No es como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia. El marxismo en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades3".
Lo anterior es evidente. Los movimientos revolucionarios que han confluido con las más diversas manifestaciones progresivas, desde la economía a la política, desde la religión al arte y literatura, han triunfado; mientras los que se han desligado de ese torrente de manifestaciones progresivas y libertarias han fracasado. Se incluye también a formas de vida de pueblos en los cuales la actividad mercantil no se ha interiorizado en sus conciencias, como los casos de las comunidades andinas reivindicadas por Mariátegui para un proceso socialista a inicios del siglo veinte o las comunas rusas de la segunda mitad del siglo diecinueve reivindicadas por Marx4.
Stalin decía que el internacionalismo revolucionario se basa en los "rasgos generales del capitalismo, iguales en su esencia en todos los países" y los rasgos específicos, "no son más que un complemento de los rasgos generales". Trotsky lo criticó argumentando que la economía mundial no es la suma de factores nacionales idénticos, en los que los "rasgos específicos" sean sólo un complemento de los rasgos generales. "En realidad, las particularidades nacionales representan en sí una combinación de los rasgos fundamentales de la economía mundial. Esta peculiaridad puede tener una importancia decisiva para la estrategia revolucionaria durante un largo periodo. Baste recordar el hecho de que el proletariado de un país retrógrado haya llegado al poder muchos años antes que el de los países más avanzados5".
Frente a los primeros marxistas, -entre ellos Vera Sázulich y Jorge Plejanov- que veían el desenvolvimiento ruso semejante al europeo occidental, y frente a los populistas que para encontrar la originalidad desligaban el devenir ruso del resto del mundo, Trotsky dio un salto cualitativo al encontrar la originalidad, la peculiaridad del desenvolvimiento ruso inmerso en el sistema mundial, mediante su teoría del desenvolvimiento desigual y combinado6, donde lo adelantado y lo atrasado, lo moderno y lo arcaico, están entrelazados, por lo que los países en su devenir, principalmente coloniales y neocoloniales pierden autonomía, y sus modos de vida son truncados y trastocados de su sentido original, autónomo, para incorporarlos al torrente internacional de acumulación de capital con la combinación y coexistencia de diversas relaciones en la explotación del trabajo y en los modos de vida.
La delimitación de países "maduros" e "inmaduros" para el socialismo por parte del estalinismo, con consignas iguales para cada sector, sin tener en cuenta las peculiaridades nacionales inmersas en la totalidad, se basa en el evolucionismo naturalista vulgar que considera que todos los países deben pasar por las mismas fases de los países europeos, cuando la experiencia histórica demuestra todo lo contrario con el estallido de revoluciones en países más atrasados en el desenvolvimiento capitalista, en tanto parte de un mismo proceso mundial. Esto también se evidencia en la lucha por reivindicaciones inmediatas, por ejemplo en la reivindicación de las ocho horas de trabajo, que en el Perú "se conquistó antes que en Cuba, Argentina, Brasil o Chile, y varios meses antes que en Francia7".
La Oligarquía
La oligarquía peruana no tuvo un proyecto nacional, porque su principal actividad (como intermediara del imperialismo) basada en los enclaves, -minas, haciendas de azúcar y algodón-, producía para el extranjero, sin unificar económicamente el país. Por la forma de producción, que combinaba relaciones capitalistas y precapitalistas, hacían de amos y capitalistas al mismo tiempo. A esta realidad económica se suma la dualidad racial cultural heredado de la conquista que lo distanciaba más de las grandes mayorías nacionales, sobre las cuales, a la explotación de clase se suma la opresión racial cultural. Por eso José María Arguedas8 llegó a decir: "Entre el zar de Rusia y un mujik creo que había menos distancia que entre un comunero de Andahuaylas (mi tierra natal) y cualquiera de los presidentes del Perú".
Los principales aliados de la oligarquía fueron los hacendados (gamonales) del interior andino, esas reminiscencias feudales, que frente a la casa hacienda construían su plaza de armas, su iglesia y su cárcel. Lo último, lugar de castigo para los que infringían sus "leyes" que no estaban en ninguna constitución de la república.
A oligarcas y gamonales se sumaba una burguesía comerciante, siendo la más importante la que tenía de sede Arequipa, intermediaria entre los productores de lana, -haciendas, comunidades, minifundios-, con las casas comerciales inglesas.
Los intereses particulares (económicos y culturales) de las clases dominantes desde la conquista, no han logrado confluir con el progreso, con la lucha por mejorar las relaciones sociales, constituyéndose por tanto en clases sin historia, que a los lastres del pasado agregan nuevos, integrando la vertiente conservadora y reaccionaria de la modernidad. Esta es la explicación al papel conservador y reaccionario de los "criollos" durante la colonia, en el proceso de la independencia y en la república.
Es aleccionador que mientras en España -escribe Julio Cotler9- un movimiento liberal promovía la secularización de la sociedad; en el Perú, el 28 de julio de 1821, día que San Martín proclamara la independencia, "La Gaceta", portavoz de la "aristocracia" limeña se congratulaba de la separación de España: "¡Gracias a Dios que ya no pertenecemos a semejante Nación! La religión va a refugiarse en nuestros países. Esto solo bastaría para justificar la independencia que proclamamos hoy "
Virgilio Roel Pineda señala que el general José de San Martín y el último virrey La Serna evitaron enfrentamientos en Lima, por temor al desborde de guerrillas y montoneras compuestas mayormente de indios, negros y patriotas consecuentes que tenían sitiada la capital y que podían poner en peligro la estructura colonial10.
Ambos autores coinciden en que la proclamación de la independencia por San Martín el 28 de julio de 1821 fue un acto contrarevolucionario, ya que así lograron apaciguar caldeados ánimos populares y preservar la tranquilidad y el orden heredado de la colonia.
El devenir del dominio de la oligarquía se puede explicar de la siguiente manera: En la colonia se instaura el estamento de españoles y el estamento de indios. Los hijos de españoles nacidos en América son los criollos que, a pesar de pertenecer al estamento español, son relegados de ocupar altos cargos. En lucha contra el dominio español, al ser derrotada la vertiente andina liderada por Túpac Amaru (1780-1781), los criollos toman el liderazgo, presidiendo una supuesta república "independiente" al margen y en contra de las mayorías, manteniendo la estructura colonial como fuente de sus privilegios.
Iniciada la república, a falta de una clase dominante cohesionada, surge lo que Jorge Basadre llamaría el militarismo después de la victoria, para evitar el caos, al amparo del cual surge la oligarquía, distinguiéndose los siguientes periodos.
1.- El periodo de formación, en el cual, luego del triunfo contra los españoles en la guerra por la independencia, surgen los grandes propietarios -herederos de los encomenderos- que se reinsertan en el sistema económico mundial como exportadores. Entrelazados a ellos se suman nuevos ricos, -llamados desdeñosamente "plutócratas"-, beneficiarios de la explotación del guano y del salitre, beneficiarios del pago de la deuda de la independencia y beneficiarios del pago por la manumisión de la esclavitud a los negros.
Hacendados, plutócratas, grandes comerciantes, con un gran poder económico, se disponen hacerse del poder político creando el "Partido" Civil (1871), -es decir, un "partido" de los "civiles" para enfrentarse a los militares- con el cual, ganan las elecciones en 1872, inaugurando la república de los oligarcas. La guerra con Chile iniciada en 1879 interrumpe el proceso y a la vez se inicia lo que Basadre llamó el militarismo después de la derrota, para evitar el caos y desgobierno.
2.- El periodo de esplendor se inicia cuando la oligarquía luego de la guerra contra chile se consolida en el poder, y entre 1894 a 1919, periodo que los historiadores han denominada República "Aristocrática" o "Civilista", se suceden en el poder, mediante elecciones, los "partidos" Civil y Democrático, con la breve interrupción del gobierno populista de Billingurst (1913-1914) que fue depuesto por un golpe militar comandado por Oscar R. Benavides.
3.- Finalmente, en 1919 se inicia el periodo de ocaso y agonía de la oligarquía por acción de las luchas obreras y populares que para frenarlas, surge lo que Basadre llamaría el militarismo para salvaguardar el orden ante el acecho de las clases populares. Entre 1968 a 1975 el gobierno reformista de los militares liderados por el General Juan Velasco Alvarado, intentado evitar la subversión, decreta una reforma agraria, liquidando lo más emblemático del poder oligarca (del poder los "barones" del azúcar y del algodón): las haciendas azucareras y algodoneras de la Costa, al mismo tiempo que se liquida el poder de los gamonales andinos. Se inaugura la república burguesa, que arrastra los peores lastres de la república oligarca, porque en parte la burguesía ha nacido como una rama o tendencia urbano industrial de la oligarquía, siendo Manuel Prado Ugarteche su máximo representante político, llegando dos veces a la presidencia (1939 1945 y 1956-1961).
La debilidad de la burguesía fue uno de los principales factores del fracaso del proyecto reformista militar. El historiador Pablo Macera lo explicó metafóricamente diciendo que el General Velasco hizo ver a los empresarios peruanos el inmenso mercado internacional -comenzando del Pacto Andino– pero ellos prefirieron quedarse con el mercado de la feria de Huancayo.
En 1980 con la vuelta a la "civilidad", ese grupo burgués -que tiene el alma de los antiguos oligarcas-, al que devolvieron los grandes medios de comunicación confiscados en 1974 por el velasquismo, adquiere un gran poder que, aunado a su experiencia de dominio y contando además con elites políticas que antes sirvieron a la antigua oligarquía, se convierte en eje del poder oficial y hasta hoy -demostrando su mentalidad arcaica- no perdona a los militares haber realizado una reforma agraria burguesa.
La burguesía peruana ha crecido y diversificado, pero hasta hoy, el núcleo heredero de la oligarquía arrastra al conjunto.
Intelectuales de la oligarquía
La oligarquía tuvo sus intelectuales orgánicos en el terreno ideológico, proveniente de sus propias entrañas, siendo los primeros en ocuparse de los grandes problemas nacionales, pero a la defensiva, porque -como representantes de una clase sin historia- no logran confluir con el progreso, con los intereses generales de la sociedad. Su principal preocupación era cómo detener las aspiraciones de los obreros, campesinos y del pueblo en su conjunto. La historia del Perú, para ellos, comenzaba con la conquista. La cultura aborigen era según su visión, "exótica".
Mencionemos a José de la Riva Agüero y Osma (1885-1944), -que en España Logra revalidar su título de Marqués de Montealegre y Aulestia-, decía que siempre viviremos subordinados al ideal europeo y norteamericano, pero refiriéndose solo al ideal conservador y reaccionario. En una de sus cartas a Luis Alberto Sánchez (del año 1929) confesaba que más que conservador, avenido a lo presente, es reaccionario, porque quiere volver atrás las ruedas de la historia.
En su obra primigenia: "Carácter de la literatura del Perú independiente" (Lima, 1905), en la cual expone lo medular de su pensamiento, reconoce que: "…las ideas políticas no son nunca más que el símbolo o la expresión abstracta de determinados intereses…" representados por mediación de partidos políticos y del estado.
Frente a la naciente clase obrera peruana que intentaba organizarse en un partido político, Riva Agüero, que rechazaba la modernidad libertaria y sobre todo rechazaba al socialismo, decía que no son necesarios más partidos políticos, menos de la clase obrera, porque son suficientes los partidos "históricos", el "civil" y el "demócrata" (ambos de la oligarquía), lo cual Mariátegui criticaría años más tarde acusándolo de intentar perpetuar el dominio de la "gente decente", es decir, de una casta que añora el virreinato.
Por su mentalidad de casta, Riva Aguero gustaba ostentar públicamente sus privilegios -en tanto símbología- para así legitimar su posición en la sociedad. No tuvo reparos en decir que el dominio de la "aristocracia" (oligarquía) se legitimaba en el "derecho histórico" impuesto por los conquistadores, y para preservar ese "derecho", llamaba a ocultar esa verdad e imponer la autoridad por medio de la represión. De lo contrario, "todos se convencerán de que sus desgracias son injusticias y echarán mano de todos los medios para sustraerse a su condición…"
"Y si vuelven las revoluciones, todo estará perdido; no habrá salvación para nosotros".
En 1915 lo vemos secundando a Víctor Andrés Belaúnde (Arequipa 1885 – Nueva York 1966) en la fundación del Partido Futurista, intentando ampliar la forma de dominación oligarca integrando a nuevos sectores, fracasando. En 1919, al iniciarse la crisis irreversible de la oligarquía, Riva agüero convoca a los partidos del orden para perpetuar el dominio tradicional y enfrentar unidos a las reivindicaciones sociales promovidas por nuevos sectores emergentes: clase obrera y capas medias, fracasando. La dominación tradicional oligarca bajo tutela del imperialismo británico se resquebraja dando paso a la tutela del joven imperialismo de Estados Unidos. Europa perdía la hegemonía mundial. Luego de una larga agonía, asediada por las reivindicaciones populares, la república de la oligarquía da paso en 1968 a la república burguesa.
Consecuente con sus ideas, en la década del treinta Riva Agüero se enrola en filas del fascismo limeño de tinte musoliniano.
Víctor Andrés Belaunde se ufanaba ser de los primeros en condenar al gamonalismo (caciquismo) y defender a la comunidad indígena desde una perspectiva "católica" corporativa. Escribió "La Realidad Nacional11" como respuesta a los "7 Ensayos" de Mariátegui, oponiéndose a las ideas socialistas, con ideas religiosas corporativas de tinte corporativo medieval a las que debían someterse organizaciones modernas como los sindicatos.
Francisco García Calderón (1883-1953), escribió a inicios del siglo veinte "El Perú Contemporáneo12", donde por primera vez se intenta presentar una visión del conjunto de la sociedad peruana. Para contener la rebeldía popular señalaba la necesidad de un gobierno fuerte (con un dictador), proponiendo "el establecimiento de una aristocracia del espíritu que actuara tras bambalinas ocupadas por un gendarme, quien debía llevar a viva fuerza a la masa ignorante a su previsto destino como un pastor a su rebaño13".
Esos intelectuales representaban al orden imperante (oligarca) en su conjunto por encima de las facciones -por lo tanto eran intelectuales orgánicos14- y para mantener ese orden, proponían reformas para ampliar y dar mayor consistencia y legitimidad al grupo de poder (oligarquía), lo cual los convirtió en cierto sentido, en ariscos a su clase. Belaunde y García Calderón ponían en tela de juicio la supervivencia de los gamonales del interior andino que mantienen en la servidumbre a los campesinos. Belaunde, ya al final de su vida (1966), -en un lapsus- enrostró a la oligarquía haber despilfarrado cuantiosos capitales desde la época del guano y del salitre, siendo por tanto, los directos culpables del atraso del Perú. García Calderón hizo suya la expresión de un escritor brasileño al denominar como oikocracia el dominio de la oligarquía, es decir, de unas cuantas familias con sus parientes y allegados. Así mismo criticaba a la "aristocracia" peruana, descendiente de la "nobleza" colonial, por no haber logrado constituirse en una clase coherente y no sentir el orgullo de aristocracias de otras latitudes, ya que incorporan fácilmente en su seno a advenedizos, entre otros medios, por vía del matrimonio, de preferencia extranjeros con fortuna. Para el desarrollo de las capas medias, de donde surgirían nuevas organizaciones políticas y nuevos líderes, postulaba la necesidad de promover la inmigración, para que se dediquen al comercio y la industria ya que allí estaba la clase "laboriosa".
Clases inorgánicas al margen de la historia
La debilidad de las clases dominantes (virreyes, oligarcas y burgueses) tiene su génesis en la conquista donde se impuso bajo mentalidad de estamentos y castas a gobernantes o "clases" dominantes inorgánicos, en tanto no se han originado de las contradicciones internas de la sociedad, sino que han sido impuestas desde el exterior. A eso se agrega la dualidad racial cultural que acrecienta el divorcio entre el Perú formal de las clases dominantes representadas en el estado y el Perú real de las mayorías (Basadre), y también allí se origina la "aristocracia" peruana, sobre la cual Sebastián Salazar Bondy15 escribió: "Antes del medio siglo de surgida la ciudad ya existía aristocracia limeña (Eran mercachifles que después de haber cargado con las maletas … se enriquecían y ponían tienda: después compraban ostentosos títulos… Courtés de Chardiére)"
Esa misma aristocracia, -prosigue Salazar-, con el advenimiento de la república, no tuvo reparos al entregar a sus hijas en matrimonio a los hijos de labriegos y viñateros de origen europeo que habían amasado fortuna.
Los extranjeros -a los que se refiere Salazar Bondy- que ostentaban poder económico y que incluso podían utilizar tecnología moderna lo mismo que relaciones salariales en la explotación del trabajo, se asimilaban a la mentalidad y al modo de vida "aristocrático"16.
El primer "aristócrata" en el devenir peruano fue analfabeto, el conquistador Francisco Pizarro, al que le otorgaron el título de Marqués, simbolizando a cabalidad la tendencia siniestra y bárbara de la modernidad, mientras que la tendencia libertaria de la modernidad encarna en los pueblos y clases sociales explotadas que luchan por su liberación.
Podemos decir que hasta las primeras décadas del siglo veinte esa "aristocracia" (oligarquía), -con el respaldo de los sectores más siniestros de las fuerzas armadas-, podían considerarse amos y señores. Posteriormente, a partir de 1919, en que comienza su larga agonía, su poder es asediado por reivindicaciones obrero populares y por nuevas formas de vida, -dignas e indignas- que a mediados de siglo se acentúan por las migraciones del campo a la ciudad. Quebrantado sus fuentes de poder económico tradicional (haciendas agro exportadoras) por los militares reformistas (1968-1975), su mentalidad de casta tramuta en el grupo de poder -la burguesía que nació de su entorno o a su sombra en décadas anteriores- que abiertamente mostraron su prejuicio racial cuando Alberto Fujimori llegó a la presidencia (1990), intentando derrocarlo. Igual hicieron con el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2005) -por sus rasgos andinos- que estuvo a punto de ser declarado inepto moral por presión de lo grandes medios de comunicación. Poco importó que ambos se sometieran a los mandatos mediáticos.
Fujimori dio un golpe de estado (abril 1972) disolviendo el congreso y, -a la buena o a la mala, incluso repartiendo prebendas materiales– a gran parte los hizo danzar al ritmo del "baile del chino" durante su gobierno, el más corrupto en la historia republicana (1990-2000), periodo en el cual puso a su servicio con métodos ilegales a los grandes medios de comunicación. Para las elecciones del 2011 esos mismos medios se pusieron al servicio de sus huestes políticas, pero de manera legal, por propia voluntad, oponiéndose a que Vargas Llosa conduzca un programa político en la televisión, porque el premio Nobel de literatura estaba contra la candidata Keiko Fujimori (hija de Alberto Fujimori). Los mismos que en 1990 inmersos en su mentaliad de casta despotricaron contra lo que dijeron un "japonés" que llegó a palacio de gobierno, veinte años después se asocian a sus huestes.
Donde pueda existir ganancia, allí está el capital, sin importar valores éticos morales y sin importar el riesgo personal. En la década del ochenta del pasado siglo, mientras algunos altos mandos de las fuerzas armadas se disputaban con líderes de "sendero Luminoso" el cobro de cupos al narcotráfico para que dejen aterrizar y despegar sus avionetas, los grandes bancos, nacionales y extranjeros, instalaban sucursales -en poblados que acaso ni aparacen en el mapa geográfico- para acopiar dinero de la coca.
Dos vertientes en lucha contra el dominio español
Conforme a la intuición de Mariátegui, en la lucha contra el dominio español surgieron dos vertientes, la indígena y la criolla: "Un artificio histórico clasifica a Túpac Amaru como un precursor de la independencia peruana. La revolución de Túpac Amaru lo hicieron los indígenas; la revolución de la independencia lo hicieron los criollos. Entre ambos acontecimientos no hubo consanguinidad espiritual ni ideológica17". Aunque no hace mayores explicaciones directas sobre el tema, Mariátegui fue preciso en mencionar las dos vertientes, aclarando además que en la guerra de la independencia los criollos utilizaron a los indígenas para sus propios fines.
La vertiente indígena, liderada por descendientes de la nobleza inca fue derrotada, siendo su expresión más alta la revolución de Túpac Amaru (1880), movimiento paralelo a la revolución francesa y a la revolución separatista de los criollos de Estados Unidos contra el dominio de Inglaterra.
Ante el fracaso del movimiento indígena, los criollos asumieron la dirección, creando una república contra las mayorías nacionales. En todo ese proceso sucumbieron las elites descendientes de la nobleza inca y los indígenas, sin dirección política, se limitaron a reivindicaciones locales o regionales, y cuando se alzaron a las alturas de la política, a fines del siglo diecinueve e inicios del veinte, asumieron una posición milenarista mesiánica, intentando la resurrección del Tawantinsuyo, en momentos en que hace su aparición política la clase obrera, surgiendo el marxismo, que en la propuesta de Mariátegui, lo autóctono (indígena) y lo universal confluyen por el cambio revolucionario.
Para el historiador Pablo Macera18, el antecedente más remoto de lo que llama "proyecto" criollo, habría sido la rebelión de los conquistadores comandados por Gonzalo Pizarro intentando separarse de la corona española, lo cual es cierto, aunque no hay comparación entre la codicia y sacrificio de los conquistadores separatistas, con sus descendientes que tres siglos después, como lo reconoce Macera, no tenían mayor iniciativa, por lo que, por temor a ser desbordados por movimientos populares donde estaban comprometidos negros "cimarrones", para ellos (criollos): "No importa quién (españoles o Argentinos) controlace la plaza de Lima. Lo que interesaba era una tropa que garantizase la seguridad pública o lo que se tenía como tal".
Además, entre otros "proyectos", señala Pablo Macera: "Hubo un proyecto mestizo que fracasó antes de terminar el siglo XVI. Fue liderado por los hijos de los conquistadores y mujeres incas. Pretendían la conducción del país en virtud de un doble título contradictorio:" descendientes de conquistadores y descendientes -vía materna- de los incas.
Debemos aclarar que si bien conquistadores y mestizos –y más tarde oligarcas y burgueses- pueden tener un proyecto, éste no es nacional, porque sus intereses no implican la integración económica nacional, menos la integración cultural, por la dualidad racial cultural.
Para el ámbito internacional del siglo veinte, Macera dice que los proyectos criollos de independencia preservan las estructuras sociales legadas por el colonialismo, mientras los proyectos "nativos" conducen a cambios radicales como el caso de Vietnam.
Sobre lo último, Macera olvida aclarar que en el siglo veinte los proyectos nacionales nativos tienen éxito en lucha por la libertad cuando se enmarcan en un proceso socialista. De lo contrario se truncan como el caso emblemático de la India con Mahatma Gandhi, Sudáfrica con Nelson Mandela o los nacionalismos de pueblos "orientales" legitimados en el escolasticismo religioso. Recordemos así mismo el movimiento afro americano libertario que triunfa en Haití en lucha contra el dominio colonial a inicios del siglo diecinueve pero –por su ubicación dentro del sistema mundial en calidad de semicolonia (o neocolonia)- fracasa en crear una república próspera.
En el caso peruano la vertiente indígena –finales del siglo dieciocho- con la revolución de Túpac Amaru logró confluir con las aspiraciones de las mayorías, incluyendo –en un primer momento- criollos descontentos de la metrópoli, mientras que el movimiento criollo, -a partir del siglo diecinueve- cuya aspiración es mantener la estructura colonial como fuente de sus privilegios, creó una república al margen de las mayorías.
Desde sus orígenes, la vertiente indígena ha tenido matices, subyaciendo en todo su devenir una visión milenarista mesiánica, intentando la resurrección del Tawantinsuyo al que consideran una sociedad justa y libertaria. En el siglo veinte el núcleo o núcleos centrales, que incluye al mesianismo y milenarismo, confluyen con el socialismo, y, en el otro extremo, una minoría, que representa la mentalidad de los gamonales andinos, si bien puede reivindicar en parte el legado cultural andino, políticamente es reaccionaria. El gamonalismo como expresión económica fue liquidado por el gobierno de Velasco, pero parte de su "legado", conservador y reaccionario, está inmerso movimientos como el "etnocacerista" o "etnacionalista" surgido a finales del siglo veinte, llegando al racismo contra los "blancos".
Ricardo Palma, que en política era conservador, pero en su obra literaria -"Tradiciones peruanas"- se burlaba del orden colonial, decía que en el Perú todos tienen algo de inga y algo de mandinga. Es decir, nadie puede reclamar pureza de sangre "blanca", "negra" o "indígena". Esto es notorio incluso en posiciones racistas de extrema derecha que desprecian a las "razas de color" y también en los "etnonacionalistas" (o "etnocaceristas"). El racismo es una ideología que forma parte de la tendencia siniestra de la modernidad, que en siglos pasados surgió para legitimar las conquistas y el genocidio de los europeos sobre las "razas de color".
Dentro del actual sistema mundial no existe pueblo o cultura que no haya recibido en mayor o menor grado influencia foránea, originando lo que comúnmente se denomina "mestizaje", sociedad "criolla". Lo último puede ser distintivo nacional en los casos de Argentina, Uruguay o Chile, (en los cuales la población aborigen fue ínfima), cohesionándose en su devenir -con todas las contradicciones- una mentalidad común sobre raíz "extranjera", que pronto encuentra originalidad, especificidad, que llega representar lo "nacional" dentro del conjunto mundial.
La especificidad, la originalidad, la "identidad" de un pueblo, que se integra cada vez más a la totalidad (mundial), hasta formar parte de las determinaciones globales, se encuentra en lo que hace la diferencia, que en el caso de los países andinos, es el legado "autóctono" o "andino" en todos los terrenos, que con el paso del tiempo se hace más evidente.
La otra cara de lo andino es su usufructúo por motivos comerciales, para atraer el turismo, por lo que -en gran parte, reducido al "folklore"- se convierte en política de estado.
Clase obrera y anarcosindicalismo
El desenvolvimiento limitado de la manufactura –en el siglo diecinueve- bajo protección del estado, que dicta leyes en nombre de la libertad de industria y de trabajo, y la avalancha de manufactura extranjera, arruina a los gremios de artesanos, los que, según el pionero del estudio de las luchas sociales, Agustín Barcelli19, respondieron de dos maneras: organizándose para la ayuda mutua y por la violencia.
La primera organización de ayuda mutua, -escribe-, se funda en 1848 con el nombre de Sociedad Democrática Filantrópica el Callao. Entre otras agrupaciones mutualistas destacaron la Confederación de Artesanos Unión Universal fundada en 1884, la Hermandad de Patateros y sombrereros fundada en 1885, y en 1901 se funda la Asamblea de Sociedades Unidas, que intenta agrupar a todas las asociaciones mutualistas.
Entre las formas violentas destacan los motines de artesanos en Lima y Callao de los años 1851, 1858 y 1865. En 1851 contra la ley que apertura el ingreso de manufactura extranjera al Perú. En 1858 los artesanos arrojan al mar artículos como puertas y ventanas de origen extranjero y al mismo tiempo incendian un tren con las mismas mercancías que se dirigía a Lima. En 1865 estalla un motín popular incendiando y robando en tiendas de Lima que vendían mercadería extranjera.
Desde finales del siglo diecinueve, entrelazados a los artesanos, aparecen los primeros contingentes propiamente obreros, surgiendo el anarcosindicalismo, que tuvieron de principal mentor ideológico a Manuel Gonzáles Prada (1844-1918), personaje polifacético. Como poeta, abrió horizontes a la influencia francesa. Como contestatario se alzó casi solitario en su condena a las clases dominantes ante la derrota en la guerra con Chile y posteriormente su pensamiento confluye con la naciente y pujante clase obrera. Sus frases directas y lapidarias, como dardos que siempre dan en el blanco y que hasta hoy perduran, dejaron su huella en el rostro social regido por la oligarquía. Recordemos sino su llamado a las nuevas generaciones para levantarse y luchar contra ese "pacto infame de hablar a media voz".
Los anarcosindicalistas, a la par que las direcciones gremiales de los artesanos, se atrincheraron en los sindicatos obreros para promover el ideal igualitario y libertario, haciendo mención en su prédica al mundo indígena y también a la sociedad incaica como antecesora del socialismo moderno. En 1913 conquistan las ocho horas de trabajo para los trabajadores del muelle Dársena en el callao. En enero de 1919 mediante una huelga general en Lima y Callao consiguieron las ocho horas de trabajo en el ámbito nacional y meses después (mayo) fracasaron en la huelga por el abaratamiento de las subsistencias.
La huelga por las ocho horas fue contundente, al igual que sus ideales. Se apoderaron de las calles de Lima y el Callao, y al gobierno de Manuel Pardo no le quedó otra cosa que ceder a sus exigencias.
Los anarcosindicalistas lograron comprometer a todos los sectores populares, entre ellos a los estudiantes que tenían entre sus dirigentes a Víctor Raúl Haya de la Torre. Al respecto, César Lévano escribe: "En un momento, los estudiantes proponen una transacción; que se acepte trabajar ocho horas; pero con el compromiso de laborar una hora extra con pago especial. En realidad la jornada de nueve horas con aumento20".
Esta opción fue rechazada, porque las ocho horas -dijeron los anarcosindicalistas- es una reivindicación universal de la clase obrera.
Los anarquistas en el Perú no se valieron del terrorismo para sus reivindicaciones como en otros países, sino que se atrincheraron en los sindicatos para orientar las luchas sociales. A pesar de predicar una nueva sociedad sin opresores, no fueron más allá de las reivindicaciones inmediatas porque no estaban preparados para hacerse del poder desplazando de la historia a las clases dominantes. Sin claudicar, comienza su tramonto.
Una clase burguesa moderna se autoproclama representar el interés general, la oligarquía, por su mentalidad de casta, decía tener su propia cultura, que excluía el legado aborigen y a las mayorías; los anarcosindicalistas, además de reivindicar el legado aborigen, -en tono contestatario- dijeron tener su propia cultura "proletaria", -diferente a la oligarca- que en realidad consistía en ilustrarse así mismos y tratar de ilustrar al pueblo en los conocimientos más elementales de la cultura nacional y universal. Entre otras expresiones culturales contaban con publicaciones obreras, fiestas populares, veladas literarias, teatro, deporte, etc. En esta demarcación entre opresores y oprimidos aún puede notarse la mentalidad gremial, estamental, de dominantes y dominados, resquicio de sociedades precapitalistas.
Cuando triunfa en 1917 la revolución rusa los anarcosindicalistas al inicio lo saludaron pero luego, -algunos sectores- lo criticaron, presentando a Lenin y Trotsky como los nuevos opresores. Sin haber claudicado como movimiento, el anarcosindicalismo fue forzado ha retirarse del escenario político. Sus mejores exponentes engrosaron las filas del naciente movimiento marxista liderado por Mariátegui y posteriormente aprista liderado por Haya de la Torre que por esa época se reclamaba marxista.
Sobre la prensa popular y anarquista Barcelli escribe que fue prolífica. Antecediendo al anarcosindicalismo menciona: "La luz eléctrica, 1886-97, periódico satírico y crítico implacable de la política criolla y de la religión; Integridad, 1889-19, que desde 1891 se convirtió en el órgano oficial del Partido Unión Nacional fundado por Gonzáles Prada. El primer número de Germinal apareció el 1° enero de 1889, clausurado el mismo, publicándose ocho números. Reaparece el 21 de noviembre de 1901, publicándose 85 números, dejó de existir en julio de 1906. Entre los periódicos netamente anarquistas podemos citar: La idea libre 1900-03; Los parias, 1904-10, que logró editar 53 números; la Simiente roja, 1904-07; El hambriento, 1905-10; El Oprimido, 1907-09, que contó con caracterizados dirigentes obreros como Manuel y Delfín Lévano, panaderos, y Rómulo Quezada, portuario, y el apoyo activo de los obreros textiles de Vitarte; finalmente debe citarse La Protesta, órgano del grupo "Luchadores por la verdad" y que tuvo una influencia decisiva en las luchas sociales de su época, 1910-26; reapareciendo en 1947-48, con una clara influencia del anarcosindicalismo español. En esta enumeración no podemos pasar en silencio al periódico Juventud, 1905, publicado en Arequipa21".
Mariátegui, Haya de la Torre y el marxismo
Michael Lowy22 señala que en la mayoría de países de América Latina los partidos marxistas (comunistas) que surgen en la década del veinte tienen dos orígenes distintos:
a) De ciertos partidos socialistas se desprenden minorías (su "ala izquierda") como en el caso de Argentina en 1918, o la mayoría se adhiere a la revolución rusa como los casos de Uruguay (1920) y Chile (1922).
b) "La evolución hacia el bolchevismo de ciertos grupos anarquistas o anarcosindicalistas: Méjico 1919, Brasil, 1922".
Debemos advertir que el caso peruano es diferente por la ausencia de un partido político obrero, en tanto los anarcosindicalistas que hegemonizaban en la dirección de los sindicatos repudiaban a las organizaciones políticas. Existieron intentos por crearla, comenzando de la propuesta de Manuel Gonzáles Prada de formar el Partido Unión Nacional que llegó agrupar a algunos intelectuales y obreros, pero no pasaron de la propaganda y el grupo se extinguió. Entre 1918 a 1919 algunos intelectuales (incluyendo a Mariátegui) y obreros organizan un Comité de Propaganda Socialista intentando atraer contingentes obreros. Mariátegui se aparta de ellos cuando intentan transformarlo prematuramente en partido.
Mariátegui (1894-1930) estuvo en Europa entre 1919 a 1923 donde, a su decir, "desposó una mujer y algunas ideas", regresando marxista "convicto y confeso", dispuesto a contribuir en la creación del socialismo peruano.
En sus inicios, en lo que llamó su "edad de piedra", Mariátegui se cobijaba bajo el manto de la oligarquía, pero pronto se rebela junto a otros intelectuales, formando el movimiento "Colónida" que publica la revista del mismo nombre (1916), -de vida efímera-, jefaturado por Abraham Valdelomar, que haciéndose llamar Conde de Lemos, con sus poses y atuendo, ridiculizaba a la "aristocracia" limeña. Disuelto el grupo colónida, al calor del triunfo de la revolución rusa (1917) Mariátegui se orienta hacia los sectores populares confluyendo con una emergente intelectualidad de las provincias que reivindicaba la cultura aborigen, surgiendo en este contexto, en la década del veinte, al calor de las luchas populares, el marxismo peruano.
La oligarquía por su carácter reaccionario propio de clases al margen de la historia cuyos intereses no confluyen con el progreso, es decir, con la lucha por promover y dignificar la vida, empujaba a las capas medias y al pueblo hacia posiciones radicales, siendo imposible el surgimiento de movimientos reformistas que sirvan de colchón amortiguador en los conflictos sociales.
La lucha de los estudiantes por la reforma universitaria en Indoamérica se radicaliza con el triunfo de la revolución rusa. El movimiento estudiantil peruano que tuvo entre sus dirigentes a Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) fue parte de ese proceso, por lo que en 1923 fue expulsado del país a raíz de la protesta contra la consagración del Perú al Sagrado Corazón de Jesús promovido por anarquistas que lograron comprometer a los estudiantes. En 1924, desde su exilio en Méjico, propone la formación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). En 1926 cohesiona su idea de unidad bajo cinco principios.
1. – Acción contra el imperialismo yanqui.
2. – Por la Unidad Política de América Latina.
3. – Por la nacionalización de tierras e industrias.
4. – Por la Internacionalización del Canal de Panamá y
5. – Por la Solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo.
Mariátegui aceptó el planteamiento de Haya de la Torre y en 1926, al fundar la revista "Amauta", lo pone al servicio del proyecto. Sin embargo, el Apra no tuvo organicidad en el Perú, -siendo la excepción una célula en el Cuzco- pero sí estuvo activa con células en algunas ciudades del extranjero formado por exiliados peruanos, entre ellas, Méjico, Buenos Aires, París, La Paz. La principal razón para que en el Perú el Apra no tenga organicidad, era que Haya de La Torre estaba desterrado y Mariátegui por esa época (hasta 1927) -en una posición muy singular- tenía mentalidad "espontaneista", pensando en que la lucha directa de los pueblos llevaría al socialismo o en todo caso empujaría a organizaciones pequeño burguesas para que enrumben el movimiento al socialismo, poniendo como ejemplos a China y Méjico. Al fracasar esos movimientos Mariátegui extrae la conclusión de que es necesario un partido revolucionario de claros principios marxistas, ya que las organizaciones pequeño burguesas, atrapadas entre el imperialismo y el pueblo, a la final optan por el imperialismo. Haya de la Torre, todo lo contrario, reivindica las direcciones "pequeño burguesas" del proceso chino y mejicano, intentando convertir al proyecto Apra en el Kuomingtang latinoamericano, luego que esa organización en 1927 había asesinado a miles de revolucionarios chinos.
En 1928 Haya de la Torre, en vez de su proyecto de frente único, intenta fundar un "Partido Nacionalista" lanzando prematuramente desde el extranjero su candidatura a la presidencia de la república, lo que es rechazado por Mariátegui como "caudillismo pequeño burgués", proponiendo como alternativa el proyecto inicial para formar un gran frente. Ese año Mariátegui funda el Partido Socialista y el quincenario "Labor", y en 1929 la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP).
El Partido Socialista se reclamaba de obreros y campesinos, en tanto la clase obrera y los campesinos (de las comunidades andinas), eran pilares en el proyecto socialista. Esta propuesta de partido en Mariátegui era diferente a la propuesta estalinista que entre 1926 a 1928 también promovía partidos de obreros y campesinos pero delimitaban la revolución dentro de los marcos burgueses para desarrollar el capitalismo.
Mientras vivió Mariátegui el estalinismo no prosperó en el Perú, y Haya de la Torre y el Apra fueron reducidos a su mínima expresión, por lo cual, para lanzar su candidatura a la presidencia, Haya de la Torre lo hace a nombre de un inexistente "Partido Nacionalista".
El 16 de abril de 1930 muere Mariátegui cuando eran evidentes sus diferencias con la Tercera Internacional estalinista y con el "caudillismo pequeño burgués" de Haya de la Torre. En mayo se cambia de nombre al Partido Socialista por el de "Comunista", simbolizando su sometimiento a la dirección estalinista por mediación de Eudocio Ravines. El partido aprista se funda en setiembre de ese año, siendo su primer Secretario General Luís Eduardo Enríquez, que en 1948 renuncia al Apra al que denuncia como "La Estafa Política más Grande de América Latina" conforme al título de su libro aparecido en 1951.
En realidad, en 1924 y años posteriores, el APRA -aparte de su programa de cinco puntos- no tenía ideario preciso, coherente. Haya de la Torre se decía marxista y en sus artículos de la época -recopilados en 1927 en su libro "Por la Emancipación de América Latina"-, si bien reivindicaba en parte a las capas medias, se caracterizaba por su radicalismo, a veces extremo, por ejemplo cuando en 1925 escribió que las comunidades indígenas servirían de base para extirpar la propiedad en el campo desde la raíz. En 1928 cuando rompe con Mariátegui, Haya de la Torre se niega llamarse públicamente socialista, menos marxista, aunque en secreto, al comunicarse con sectores revolucionarios, no escatima en utilizar terminología marxista, haciendo mención a la dictadura de obreros y campesinos. Ya muerto Mariátegui, Haya de la Torre se reclama en público auténtico marxista, criticando al "marxismo congelado" de Moscú. No obstante el doble discurso de sus líderes, el aprismo en América Latina se mantuvo hasta la década del cuarenta a la izquierda del estalinismo.
Mariátegui vaticinó que luego de una "temporal borrachera nacionalista", el aprismo caería en brazos del imperialismo.
Al estallar la gran crisis mundial de los años treinta, los trabajadores organizados políticamente en el Partido Socialista transformado en comunista y en el aprismo, mostraron en todo momento espíritu de lucha, sucumbiendo por falta de orientación. Los comunistas (estalinistas) permitieron que el aprismo, de corriente arrinconada y sin organicidad en el Perú, se abriera paso como alternativa contra la oligarquía.
Haya de la Torre, conforme lo exponemos en otro capítulo23, decía que la clase obrera peruana es minoritaria, incapaz de liderar una revolución. Pero el 7 de julio de 1932 estalla en Trujillo una revolución obrera popular liderada por sindicalistas apristas -de las haciendas de caña de azúcar-, que entendían al aprismo como la forma de ser marxista en América Latina. Los insurrectos –que contaron con la adhesión del pueblo- tomaron por asalto un cuartel militar, se apoderaron de la ciudad, -por ese entonces Trujillo era la ciudad más importante luego de Lima- destituyeron a las autoridades oficiales reemplazándolas por otras, creando un poder popular que irradió su acción en bastos sectores, incluyendo la Sierra. Fueron derrotados por falta de coordinación en el ámbito nacional y por falta de orientación política. Los principales líderes apristas brillaron por su ausencia, mientras el estalinismo tildaba al Apra de "socialfascista", aunque cuando estalló la revolución, en parte apoyaron a los insurrectos. El gobierno de Sánchez Cerro reprimió a los revolucionarios por aire, mar y tierra. La resistencia popular duró cuatro días. A los combatientes revolucionarios, antes de ser fusilados, se les obligó cavar su propia sepultura en las afueras de la ciudad, en las ruinas pre hispánicas de Chan chán.
Este episodio revolucionario aún no ha merecido la debida atención. Por primera vez en el Perú la clase obrera y el pueblo organizan su propio poder.
Haya de la Torre en un inicio fue crítico de la política -de "buena vecindad"- del presidente norteamericano Franklin Delano Roosvelt, pero pronto, para competir con los frentes populares estalinistas, se declara partidario de la política del "buen vecino", maquillando su claudicación con el lema: "ínter americanismo democrático sin imperio". En este contexto, del programa inicial aprista, Haya de la Torre, por su acercamiento al imperialismo norteamericano, suprimió la palabra yanqui.
Cuando por presiones del imperialismo Stalin liquida la Tercera Internacional en 1943, Haya de la Torre alude al "rompan filas" de esa organización, sindicando a Stalin como el "mejor dialéctico", ya que la lucha -dijo Haya de la Torre- no es entre clases, sino entre pueblos y Stalin representa al gran nacionalismo "eslavo". En 1945 Haya de la Torre señaló que el principal problema del Perú y América Latina no era el económico, sino el "complejo de inferioridad" frente a las grandes potencias. Por esa época, mediante su teoría del "espacio tiempo histórico", decía que del mismo modo que Marx y Engels reivindicando la dialéctica hegeliana superaron al hegelianismo, en el siglo veinte, Haya de la Torre reivindicando la dialéctica marxista, ha superado al marxismo, rematando años después que la solución a los problemas es el capitalismo y la democracia burguesa.
Legado de Mariátegui, estalinismo, trotskysmo, aprismo
Luego de muerto Mariátegui una agrupación de trotskistas argentinos se declaran sus discípulos y, por mediación de ellos, su figura y pensamiento estuvo asociado a la Oposición de Izquierda Internacional que en 1938 diera nacimiento a la Cuarta Internacional. Uno de los precoces seguidores argentinos de Mariátegui (y Trotsky), Antonio Gallo, de sólo 17 años, escribió en 1930: "Sobre todo, conviene reivindicar a Mariátegui, socialista y revolucionario, ahora que ha aparecido toda la tropa pequeño burguesa -que él mismo odiara- a llorar al "humanista", al "intelectual24".
Además de sus escritos periodísticos, las ideas de Mariátegui y sus divergencias con el estalinismo se evidenciaron en 1929, en la conferencia sindical de Montevideo (mayo) y en la conferencia de partidos comunistas de Buenos Aires (junio).
El estalinismo en la década del treinta, tuvo entre sus consignas para América Latina, liquidar al "trotskysmo", al "luxemburguismo" al "aprismo" y al "mariateguismo". Para lo último, la consigna era: "¡Acabar con el Amautismo!", es decir, con el pensamiento de Mariátegui.
Lenin murió preocupado por la burocratización de la revolución, por lo que desde su lecho de enfermo pide a su partido destituir a Stalin del cargo de secretario general del partido y de encargado de de las nacionalidades no rusas, que no se realiza sino todo lo contrario, sobre todo luego de la muerte de Lenin en enero de 1924, Stalin se afianza en el poder. A finales de esa década Trotsky fue expulsado de Rusia y perseguido al igual que sus seguidores. Las consignas impartidas por el estalinismo para la persecución son difundidas en el ámbito mundial bajo el título: "Cómo liquidar al trotskysmo", en el que se les presenta como contrarrevolucionarios de nacimiento. Se escribieron varias "historias" oficiales sobre la revolución rusa marginando cada vez más a Trotsky. Entre 1936 a 1938 cuando Trotsky estaba en el exilio, conjuntamente a la plana mayor bolchevique, en juicios amañados, son condenados a la pena de muerte. Junto a ellos –en la década del treinta- entregaron su vida alrededor de un millón de revolucionarios. El 20 de agosto de 1940 un sicario estalinista asesinó a Trotsky en su exilio de Méjico. Pero el movimiento trotskista prosiguió. En 1956 Nikita Krushov, máximo dirigente de la Unión Soviética, hace públicos los crímenes de Stalin con la finalidad de acrecentar su poder en las luchas internas de la burocracia. Anuncia la "desestalinización", pero los métodos de dominio y control son los mismos, y las publicaciones contra Trotsky y el trotskysmo se acrecientan. Como vaticinó Trotsky, regímenes como el estalinista sustentados en órganos de represión, siempre son inestables. La salida podía ser una revolución que acabe con la burocracia para avanzar al socialismo, o una contrarrevolución en la que los elementos más corruptos de la burocracia harían el papel de "compradores", como correa de transmisión para una restauración capitalista.
Sobre el "luxemburguismo" y el "mariateguismo" se decía: "El luxemburguismo no es nuestra divisa en tanto doctrina llena de errores…" "El luxemburguismo tiene poco contacto con el leninismo…" Pero se dice que la propia Rosa Luxemburgo combatió el luxemburguismo. Concluyendo: "Con Carlos -se refieren a Carlos Liebnecht, junto a Rosa Luxemburgo líderes de la insurrección espartaquista alemana de 1919-, con Marx y Engels, con Lenin y Stalin vamos a triunfar, contra el trotskysmo, el luxemburguismo y otras ideologías que tratan de desviarnos …"
Entre esas otras ideologías está el "mariateguismo", que es definido como "una confusión de ideas procedentes de las más diversas fuentes. No hay casi tendencia que no esté representada en él…" "Son en realidad muy pocos los puntos de contacto entre el leninismo y el mariateguismo y estos contactos son mas bien incidentales. El mariateguismo confunde el problema nacional con el problema agrario, atribuye al imperialismo y al capitalismo en el Perú una función progresista; sustituye la táctica y la estrategia revolucionaria por el debate y la discusión".
Se hace un llamado a la lucha "implacable e irreconciliable" contra el mariateguismo, que impide la "bolchevización orgánica e ideológica" para colocarse a la cabeza de los "grandes acontecimientos". Pero sería el propio Mariátegui, aun muerto, el principal crítico del mariateguismo: "El primero en reconocer esa esencia del mariateguismo y por lo tanto de combatirlo sin piedad ha sido el mismo camarada Mariátegui. Con haber muerto, no quiere decir que pueda seguir combatiendo con nosotros contra el mariateguismo, el aprismo, el anarquismo, el reformismo y demás tendencias que nada tienen en común con los intereses de clase del proletariado25"
En otro documento se acusa a Mariátegui de preconizar que el imperialismo, aliado a la burguesía y los terratenientes, impulse el proceso de liquidación de la feudalidad, criticando así mismo por oponerse a la creación de "repúblicas autónomas" de aymaras y quechuas. Sobre el Partido Socialista se dice que fue conspirativo. Del aprismo de tiempos heroicos se dice que utiliza "el arsenal contrarevolucionario de la literatura trotskista (el trotskysmo no ha sido desenmascarado aún ante los ojos de los trabajadores del Perú26…").
El aprismo era catalogado por el estalinismo de fascista o socialfascista y Mariátegui presentado como aprista o que no logró desprenderse de su pasado aprista. En un informe previo al VII congreso de la tercera internacional se dice que Mariátegui: "Conservó su ilusión sobre el papel revolucionario de la burguesía peruana y subestimó la cuestión nacional indígena a la que identificaba como cuestión campesina. En el Partido Comunista Peruano, incluso hasta hoy, se deja sentir la presencia de diversos restos de Mariateguismo, que repercuten en su trabajo práctico27"
La crítica stalinista a Mariátegui es una burda falsificación semejante a los juicios de Moscú que condenaron a muerte a la plana mayor bolchevique acusándolos ser espías del fascismo.
En la década del cuarenta se publica un escrito de Víctor Miroshevsky, -intelectual estalinista-, acusando a Mariátegui de ser populista28, porque supuestamente intentaba crear un socialismo basado en las comunidades andinas al margen de la clase obrera. Entonces aparecieron "defensores" de Mariátegui en filas del comunismo (estalinismo) peruano. Comenzaba, -lo ha señalado Alberto Flores Galindo-, la canonización de Mariátegui por el estalinismo, inaugurado con un escrito de Jorge del Prado29.
Manuel Arroyo Posadas30 criticó en forma directa a Miroshevsky, argumentando que Mariátegui no era populista porque reconoció a la clase obrera como dirigente de la revolución, recordando además que Marx y Engels en la segunda mitad del siglo diecinueve habían visto la posibilidad de que Rusia realice su socialismo sobre la base de las comunas rurales. Sin embargo, Arroyo Posadas concuerda con Miroshevsky en que la sociedad incaica no era "socialista" como decía Mariátegui, sino esclavista, y de que la revolución en el Perú era democrática burguesa para desarrollar el capitalismo.
(Cuando Mariátegui señaló a la sociedad inca como "socialista" se apartaba conscientemente de los cánones establecidos, reconociendo que era diferente al comunismo primitivo y diferente al comunismo moderno. Debemos decir que de las culturas de la antigüedad, con la que menos afinidad tiene la sociedad incayca, es con las sociedades esclavistas. El esclavismo en el incario se reducía a una parte del servicio doméstico y a sectores de poblaciones mitimaes. Con la que más similitudes formales tiene la sociedad inca es con lo que se ha llamado "modo de producción asiático", aunque con grandes diferencias. Ninguna de esas sociedades realizó la proeza de los Incas: solucionar el problema del hambre y ninguna de esas sociedades utilizó la biodiversidad para planificar una economía de autoabastecimiento).
Los escritos de Jorge del Prado y Manuel Arroyo Posadas, no obstante su sentido conservador, se ubicaban a la izquierda de la línea oficial durante el periodo de máxima claudicación de los comunistas (estalinistas) peruanos, época que según Luis Alberto Sánchez, al presidente Manuel Prado (1939-1945), -representante del sector urbano industrial de la oligarquía-, lo llamaban "Stalin peruano". En esto, eran consecuentes con la política stalinista de que a la coexistencia entre estados socialistas y capitalistas corresponde la unidad entre burguesía y clase obrera. A los críticos a esa errada política, sobre todo en el sector sindical, los tildaron de "trotskistas". Los rebeldes se preocuparon por conocer el significado de ese término ("trotskysmo") y, en unidad con disidentes del Apra forman la primera agrupación trotskista en el Perú: el Grupo Obrero Marxista. En el primer número de su prensa pusieron de portada el retrato de Trotsky y, con letras en grandes caracteres, la palabra ¡Vive!
En el Apra, algunos líderes e intelectuales, entre ellos Luis Alberto Sánchez, luego de muerto Mariátegui, decían que no existieron divergencias ideológicas entre Haya de la Torre y Mariátegui y que la ruptura se debió a intrigas de agentes estalinistas. Es más, ponían a Gonzáles Prada y Mariátegui como antecesores del Apra y de Haya de la Torre. También reivindicaron a su manera a Trotsky. Contingentes de trabajadores e intelectuales que estaban en el proyecto socialista de Mariátegui se pasaron a filas del aprismo, que por ese entonces se reclamaba marxista y criticaba desde una posición de izquierda al estalinismo. En la clandestinidad, los apristas primigenios se daban maña en hacer público sus ideas que iban desde la economía a la política, desde la religión al arte.
Trotsky, desde su exilio en Méjico, entabló amistad con desterrados apristas peruanos. Durante un congreso antifascista (1938) patrocinado por el estalinismo, los apristas peruanos desterrados, -que asistieron por propia iniciativa, al margen de su dirección-, conjuntamente a representantes de Puerto Rico, hicieron aprobar una resolución de condena a toda forma de imperialismo, en contra de la posición stalinista que pedía una condena solamente a los países fascistas. Trotsky31, que saludo ese hecho como lo mejor del congreso, en cierta ocasión dijo que Haya de a Torre era un "demócrata". Los desterrados apristas protestaron porque a su criterio, el líder aprista era un auténtico revolucionario, un socialista. La respuesta de Trotsky fue que los demócratas en los países imperialistas por lo general son reaccionarios, pero los demócratas en colonias y semicolonias, si son consecuentes, están del lado del progreso y la justicia, por lo que en el caso de Haya de la Torre es mejor ser un buen demócrata antes que un mal socialista. Pero aún así, como demócrata, -concluyó Trotsky- Haya de la Torre defecciona porque en vez de buscar la unidad con los trabajadores norteamericanos, se supedita a la política imperialista de "buena vecindad" de Roosvelt. Esta crítica es porque luego del congreso de Puerto Rico los máximos dirigentes apristas claudicaron subordinándose a la política de Roosvelt.
No obstante lo anterior, incluso cuando había claudicado en todas las formas, para pasar a defender los intereses de la oligarquía, del gamonalismo y del imperialismo, Haya de la Torre en 1977 escribió que Trotsky desde su exilio en Méjico lo envió un mensaje que decía: "Díganle a Haya de la Torre que cuando discutimos en Rusia no lo entendí cabalmente, pero que ahora, desde su Indoamérica lo comprendo32".
Uno se pregunta porqué los apristas y Haya de la Torre demoraron cuarenta años en hacer conocer el supuesto mensaje.
Tres concepciones sobre la revolución en Indoamérica
A finales de la década del veinte surgen tres concepciones sobre la revolución en Indoamérica: La stalinista de la tercera internacional; la pequeña burguesa de Haya de la Torre y la marxista de Mariátegui. Las tres concepciones señalaban al Perú como un país precapitalista, (semifeudal), estando a la orden del día las reivindicaciones democrático burguesas. La semifeudalidad Mariátegui lo asignaba para los países andinos, mientras que el estalinismo y Haya de la Torre lo extendían al conjunto de Indoamérica.
El estalinismo negaba que el imperialismo, de acuerdo a sus intereses, promueva el desarrollo capitalista, mientras que para Haya de la Torre y Mariátegui, el capitalismo es impulsado por intereses imperialistas, por lo que a mayor capitalismo hay mayor dependencia, mayor colonialismo.
Para el estalinismo, era necesario que el capitalismo se desarrolle plenamente antes de llegar al socialismo. Por eso, hasta 1928, con toda claridad, señalaban que las reivindicaciones democrático burguesas se cumplirían en una revolución burguesa dirigida por la burguesía nacional "revolucionaria", para que desarrolle el capitalismo que implicaba a la vez independencia nacional. A partir de 1928, se da un viraje al ultra izquierdismo y, a cuanta organización no comulgue con ellos, se les designaba como "socialfascistas". A pesar de esto, a pesar que se llama a formar soviets, conforme acordaron en la reunión de partidos comunistas de Buenos Aires en 1929, si bien no se menciona a la burguesía nacional "revolucionaria" como caudilla del proceso, pero se hace hincapié en que el socialismo es un objetivo remoto en América Latina, ya que previamente, en una serie de etapas, se debe desarrollar plenamente el capitalismo. A partir de 1933, con la política de los frentes populares, se vuelve a le versión original de subordinación a organizaciones burguesas, incluyendo a las que poco antes habían designado como "socialfascistas". En 1943, presionado por sus socios del imperialismo "democrático", el estalinismo disuelve la Tercera Internacional y pregona que a la coexistencia entre estados capitalistas y socialistas corresponde la unidad entre burguesía y proletariado, quedando el socialismo como un objetivo remoto.
Haya de la Torre decía que la burguesía nacional está entrelazada al feudalismo y subordinada al imperialismo, por lo que la revolución lo acaudillarían las "clases" medias y dentro de ellas, los intelectuales, por mediación de un estado antiimperialista promotor del desarrollo capitalista diferente al de libre cambio y diferente al imperialista, para que posteriormente venga el socialismo. Se debe vigilar a las clases medias para que no evolucionen a gran burguesía, ya que sería una "regresión" al imperialismo. A la burguesía, Haya de la Torre lo incluye en su propuesta corporativa del Congreso Económico Nacional, junto al estado y los trabajadores, para discutir la realidad.
Para Mariátegui las tareas democráticas burguesas serían impulsadas por la alianza de obreros, campesinos y el conjunto del pueblo, pero no se detendrían en reivindicaciones burguesas, sino que partiendo de ellas harían avanzar la revolución al socialismo. Las comunidades indígenas serían pilares en la colectivización del agro, con la ayuda de la ciencia y la técnica, inmersos en la revolución mundial.
Mientras Stalin proclama el socialismo en un sólo país, Haya de la Torre y Mariátegui estaban convencidos de la necesidad de la revolución mundial para el triunfo del socialismo. El fundador del aprismo dijo expresamente que para que triunfe el socialismo en Rusia es necesario la revolución mundial. Mariátegui reivindicaba de Trotsky el internacionalismo y la lucha contra el burocratismo.
El estalinismo tildó a Trotsky de derrotista, porque supuestamente está contra las realizaciones socialistas en Rusia. Recordemos al respecto que en 1924 Trotsky propuso la planificación de la economía para comenzar la edificación del socialismo y fue Stalin quien se opuso, argumentando que es la cumbre de la utopía, sin proponer ninguna alternativa. En 1928, por la crisis, el estalinismo se vio forzado a iniciar a la planificación mediante planes quinquenales.
Una cosa es iniciar el proceso socialista en un país, para concluir en el ámbito internacional, y otro distinto, intentar establecer el socialismo en un sólo país, cosa imposible, porque ni siquiera el desarrollo capitalista es posible al margen del sistema económico mundial.
Marxismo y modernidad
Desde su aparición, el marxismo se ha constituido en parte fundamental de la modernidad en su tendencia libertaria, en confluencia con otros movimientos emancipatorios, reivindicando todo el legado progresivo de la humanidad, promoviendo, proyectando, una nueva sociedad.
La modernidad en forma orgánica, como mentalidad y modo de vida, adviene con el capitalismo pero no es patrimonio de este régimen sino que lo trasciende, en tanto la burguesía europea, sobre todo al hacerse del poder político, reniega de las ideas libertarias que en parte utilizó para hegemonizar la lucha contra la aristocracia feudal y son las clases populares quienes las reivindican, cohesionándolas para la acción política, surgiendo el socialismo.
Lo intrínseco al ser humano es que para sobrevivir tiende a subvertir toda forma de opresión y enajenación. Por eso Hegel decía que la historia es el devenir en lucha por la libertad33, lo cual es evidente desde los orígenes, cuando una criatura logra sobresalir por encima de las demás especies animales, emergiendo el ser humano, que jamás se ha postrado ante las injusticias y, -a pesar de todas las precariedades-, desde las culturas más primigenias ha soñado con establecer una sociedad justa y libertaria, al inicio bajo manto mítico religioso, luego, -con el advenimiento de la modernidad- basado en sus propias fuerzas, por que ha comprendido que la verdad del hombre debe buscarse en el hombre mismo.
Mentalidades conservadoras y reaccionarias tildan al marxismo de ser una utopía, porque, según ellos, el proyecto socialista es irrealizable. Son incapaces de comprender que el devenir humano es una constante realización de utopías34, incluyendo las utopías libertarias de las religiones que desde tiempos antiquísimos se ponen del lado de los humildes, y en las sociedad moderna confluyen en luchar por grandes reivindicaciones populares, sin perder su meta de establecer el paraíso bíblico en la tierra.
En la antigua Grecia, frente a las luchas de los esclavos por la libertad, Aristóteles decía en tono de burla que la esclavitud desaparecería cuando las hilanderías y telares caminen solos. No imaginó que en nuestros días, -cuando la invención humana hace posible la creación de vida-, no sólo hilanderías y telares caminan solos, sino también máquinas que oradan espacios interestelares, lo cual es un indicativo de que las condiciones materiales para establecer una sociedad libertaria están dadas.
Hoy, el capitalismo se parece a culturas decadentes de la antigüedad con instituciones públicas y privadas copadas por la corrupción en todas sus formas. No obstante, para sus apologistas, si es que no vivimos en el mejor de los mundos, vivimos en el único posible. Eso mismo decían los autócratas, los esclavistas, los señores feudales, los mandarines, los encomenderos, los corregidores, los virreyes, los gamonales, los oligarcas, etc., a cuyos regímenes se recuerda como oprobiosos.
Todas las reivindicaciones que tiendan a dignificar la condición humana han sido fruto de grandes luchas por parte de las clases explotadas y oprimidas, pero siempre una clase se ha hecho del poder político, la misma que ha usufructuando los mejores logros materiales y espirituales. La explicación a esto es de que las clases explotadas no estaban preparadas para hacerse del poder, y los intereses particulares, privados, de la clase que ascendía al poder, no ha llegado ha coincidir, a confluir, con el conjunto de los intereses de la humanidad. El marxismo, confluyendo con otros movimientos emancipatorios -feministas, ecologistas, nacionalistas libertarios, etc., expresan el anhelo de auto emancipación del conjunto de la humanidad.
Para los defensores del colonialismo, en el Perú la historia comienza con la conquista. Todo lo anterior para ellos, es "exotismo", con lo cual no solamente legitiman el genocidio del pasado, sino también la explotación y opresión del presente sobre las mayorías. Con el surgimiento del anarquismo y del marxismo, -conjuntamente al indigenismo, ejes de la vertiente de la modernidad libertaria peruana- se comienza a criticar de manera orgánica, coherente, el edificio espiritual colonialista de las clases dominantes, surgiendo una nueva visión en las ciencias sociales. La historia para la nueva visión comienza con las culturas más primigenias que, domesticando plantas y animales, legaron entre otras cosas, parte de lo que hoy constituye base de la alimentación mundial. Y la sociedad incaica, -que ha decir de Arnold Toynbee, está entre las "civilizaciones" confluentes sobre las que se erige el mundo moderno-, a la par que la más solidaria entre las culturas primigenias, es la única en el devenir universal que con una economía planificada logró solucionar el problema del hambre. Por eso Mariátegui decía que el socialismo indoamericano está en nuestra tradición.
El marxismo es la concepción libertaria más coherente de la cultura moderna, que en el Perú confluye con movimientos emancipatorios como el indigenismo, contra la mentalidad de casta representada por la oligarquía. Además de las grandes conquistas sociales que dignifican la existencia, en el siglo veinte nuestros más insignes valores de las letras y las artes han surgido inmersos en la inquietud de cambio promovido principalmente por el marxismo y demás movimientos emancipatorios como el indigenismo. Muchos se han arrepentido de su inicial osadía, pero en los más dotados para la creación, su obra queda de testimonio que dieron su voto por el porvenir.
Desde hace algunos decenios se ha propagado la idea apocalíptica de que la historia humana ha llegado a su fin, que lo entienden como el final de la realización de los grandes ideales altruistas cohesionados en la modernidad, incluyendo en el seno de las religiones, por lo que para ellos, el final de la historia, el final de las ideologías, significa también el final de la era moderna y el advenimiento de la "postmodernidad".
En realidad, lo que ha sucedido, es que la burguesía se ha tornado en una clase sin historia, en tanto sus intereses particulares, privados, han dejado de coincidir con los intereses humanos y, al igual que todas las clases dominantes del pasado, identifica su destino con el destino de la humanidad. Cuando la aristocracia feudal europea era desplazada por la burguesía, presentaba ese hecho como el final de la humanidad, pero era solo el final de una clase cuyos intereses se habían tornado arcaicos para el devenir.
Notas
1.- Mariátegui: "Lo Nacional y lo exótico". En "Peruanicemos al Perú".
2.- Mariátegui: "Oriente y Occidente". En "La Escena Contemporánea". (Aclaración importante: La Tercera Internacional se creó en 1919 y no en 1920 como dice Mariátegui)
3.- Mariátegui: "Mensaje al Congreso Obrero" (1927). En "Ideología y Política".
4.- Sobre esto ver en el presente estudio: "Las comunidades indígenas y el socialismo".
5.- Trotsky: "Prólogo" a su libro "La revolución permanente".
6.- Carlos Marx viendo la perspectiva del desenvolvimiento de los pueblos conquistados, escribía: "El pueblo conquistador somete al conquistado a su propio modo de producción (es lo que los ingleses hacen en este siglo en Irlanda y parcialmente en la India); o bien se deja subsistir el antiguo modo de producción y se limita a obtener un tributo (por ejemplo los turcos y los romanos), o bien se produce una interacción, de la que sale una nueva forma, una síntesis (particularmente las conquistas romanas). En todos los casos, el modo de producción, sea el del pueblo conquistador como del pueblo conquistado, o el que resulte de la fusión de los dos, es determinante para la nueva producción que se establece." ("Fundamentos de la Crítica de la Economía Política")
Se enunciaba así la distinción entre formación económica social y modo de producción. La primera categoría engloba el conjunto social donde confluyen diversas formas de producción, siendo una de ellas (determinado modo de producción) la que predomina o hegemoniza, modificando las "tonalidades particulares".
Sin embargo, en el contexto europeo de mediados del siglo diecinueve inmerso en el cual Marx formuló su teoría, una "producción determinada" (un modo de producción) no necesariamente puede modificar todas las "tonalidades particulares", sobre todo en países atrasados como Alemania, donde Marx se dio cuenta que coexisten los "males" modernos y pasados, capitalistas y precapitalistas, porque el capitalismo no ha podido dar su "tonalidad" al conjunto, sino que convive y coexiste, con diversas formas que conservan gran autonomía. Esto se extrema en los países de Europa Oriental que eran los más atrasados en el desenvolvimiento capitalista europeo y se extrema aún más en las colonias donde la incorporación para la acumulación originaria del capital se vale de diversidad de formas de trabajo coexistiendo y combinándose entre sí, con el agravante de que en vez de configurar una formación social inter relacionada internamente por lo menos en lo económico, como en algunos países europeos, en las colonias se balcaniza, se divide territorios en actividades económicas de acuerdo a los requerimientos de las potencias colonizadoras, hecho que aún se deja sentir en el presente siglo veintiuno.
Los populistas rusos, que se reclamaban discípulos de Marx, teniendo en cuenta las diferencias en el devenir de su país respecto de Europa Occidental, negaban que el capitalismo pueda desarrollarse en Rusia, por su "originalidad", llegando al jingoísmo, al chauvinismo, a la eslavofilia, proyectando como solución un socialismo sobre la base de las comunidades rurales subsistentes, al margen del devenir mundial. Los primeros marxistas rusos, entre ellos Plejanov, al contrario, esperaban un desarrollo capitalista ruso similar a Europa Occidental para que acabe con la feudalidad subsistente y en una etapa posterior, venga el socialismo.
Pero contrariamente a lo que creían los populistas, el desarrollo capitalista, que se aceleró con la reforma agraria de 1861, desintegraba la economía rural, dentro de ello a las comunas, lo cual indujo a Carlos Marx señalar, que de seguir así el proceso, se "desperdiciará la más bella ocasión que la historia a ofrecido a un pueblo para esquivar todas las fatales vicisitudes del régimen capitalista" ("El Capital", tomo I) Marx tenía la esperanza de que Rusia marche al socialismo, -saltándose las fatales vicisitudes del proceso capitalista-, teniendo de base las comunas rurales subsistentes. Pero a diferencia de los populistas que se enclaustraban, Marx esperaba que paralelo a la rusa estalle la revolución europea para que ayude con la ciencia y la técnica.
Pero tampoco el capitalismo se desenvolvía de modo idéntico a Europa Occidental como creían los primeros marxistas rusos imbuidos de una mentalidad evolucionista, sino con grandes especificidades, entre ellas, la coexistencia del capitalismo, incluso con tecnología moderna, con formas pre capitalistas subsistentes por siglos.
El populismo fue el movimiento por el que inicialmente pasaron gran parte de los que serían preclaros exponentes del marxismo, entre ellos León Trotsky (1879-1940), que desde su juventud se propuso descifrar la especificidad u originalidad del desenvolvimiento ruso, pero a diferencia de los populistas (sus primeros maestros) que se enclaustraron en el chauvinismo y eslavofilia, y de los primeros marxistas "ortodoxos" (Plejanov) que tenían a los países adelantados de occidente como modelo a seguir, Trotsky ubicó a Rusia en el contexto del sistema económico mundial inmerso en desigualdades y combinaciones, dentro del cual es imposible un devenir "lineal", ya que el sistema mundial dominado por el capitalismo los engloba, impidiendo autonomía, y las formas precapitalistas, por esa época predominantes en la mayor parte del planeta, van siendo incorporadas como parte de la acumulación del capital. Esto ya estaba inmerso o intuido, en sus primeras obras, entre ellas "1905" y "Resultados y Perspectivas", escritos entre 1905 y 1906, ambas, teniendo de precedente la revolución (derrotada) de 1905 y las perspectivas de la lucha de clases partiendo de reivindicaciones democrático burguesas que conducirían al socialismo, propuesta conocida como teoría de la revolución perramente. Pero es en su "Historia de la Revolución Rusa", (publicada en 1932), donde expone de manera más coherente la teoría del desarrollo desigual y combinado:
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