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La nueva normalidad: economía desigual, pobreza, exclusión social y marginalidad (página 5)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Lo que no esperábamos es que, como señala el  informe, una parte importante del empleo en servicios, ventas y ocupaciones de la construcción también cuente con una elevada probabilidad de ser informatizado. El mercado de robots de servicios personales y domésticos ya está creciendo un 20 por ciento anual (2013) y en la medida en que se vayan mejorando las prestaciones de los ingenios mecánicos, disminuirá la ventaja comparativa del trabajo humano. En segundo lugar, aun cuando la actividad comercial requiera de un grado evidente de presencia personal y de inteligencia social, algunas de sus áreas, como los cajeros, los empleados de mostrador y los teleoperadores de marketing verán cómo el número de sus puestos de trabajo desciende sensiblemente. En tercer lugar, la prefabricación transformará las obras de construcción, lo que terminará por reducir sustancialmente la mano de obra empleada.

El sector profesional de alto valor añadido tampoco se libra de estos procesos y está sufriendo sensiblemente los embates de la informatización. Incluso sectores en teoría poco susceptibles de ser reemplazados por máquinas, como los diseñadores de chips de ordenador, los asesores fiscales o los arquitectos están viéndose afectados por los programas de software.

Las negras consecuencias de los avances tecnológicos

Hay áreas en las que el peso de los sistemas informáticos está creciendo, como es la jurídica, en la que los programas están sistematizando y procesando grandes cantidades de información de forma que hacen prescindibles a buena parte de sus profesionales medios. Estas nuevas formas de automatización han renovado el debate sobre las consecuencias económicas de los avances tecnológicos. David H. Autor, profesor de economía en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, aseguraba al New York Times que esta tendencia está provocando que se pierdan muchos puestos de trabajo en la parte media de la pirámide económica, y  que el crecimiento del empleo en la parte superior esté desacelerándose.

Las predicciones, pues, son mucho más negativas de lo que creemos. "Los abogados, profesores o periodistas verán cómo se automatiza su trabajo, y con bastante éxito" señala Lord David Finkelstein, Editor Ejecutivo del diario The Times, toda vez que tareas en las que entendíamos que se necesitaba inteligencia humana, como era la calificación de exámenes escritos, es posible ya realizarla, "y bastante bien", a través de ordenadores.

Y dado que el grado de eficacia en la tarea va a ser similar y que las máquinas son más baratas que el trabajo humano, es claro que "se van a necesitar menos personas en el proceso productivo". Una situación que puede intentar paliarse en las sociedades occidentales a través de nuevas políticas redistributivas, y en ese sentido van algunas de las propuestas que se están debatiendo en Gran Bretaña estos días, como la reducir impuestos a aquellas empresas que suban el sueldo a los asalariados peor retribuidos. Pero todo tiene sus límites, afirma Finkelstein, no solamente porque la aplicación de ese tipo de políticas puede generar problemas, sino porque no termina de solucionar un problema de fondo complejo y profundo.

La respuesta más popular

Dado que las políticas fiscales, tanto en lo que se refiere al aumento de la presión como a su rebaja, no son la panacea y que la tendencia a la reducción de puestos de trabajo parece imparable, nos encontramos ante una encrucijada a la que debemos dar respuesta urgente. La más habitual y la más popular es la que señala la necesidad de que nos formemos (y formemos a nuestros hijos) en matemáticas y ciencias, de modo que seamos nosotros los que mandemos sobre las máquinas y no al revés. Pero esta solución tiene mucho de ficticio porque en un entorno de destrucción de empleo poseer un mejor currículo puede ser individualmente útil, pero deja el problema intacto: aun cuando cuenten con mejores armas, mantiene al mismo número de luchadores en la arena compitiendo por los mismos premios.

El empleo en los años próximos va a ser un asunto central, como lo será el manejo de las tensiones sociales que causará el descenso de número de puestos de trabajo. Sin embargo, el asunto parece pasar desapercibido, preocupados como estamos de generar políticas que aseguren la devolución de intereses de deuda y no de generación de puestos de trabajo. El problema sigue ahí: harán falta menos seres humanos…

33 – Capitalismo "unilateral": cara, yo gano; cruz, tú pierdes

¿Capitalismo unilateral? (el ganador se lleva todo)

"Los estadounidenses más acaudalados casi triplicaron sus ingresos en las tres décadas anteriores al 2007, mucho más que todos los otros segmentos de la población, informó el martes la Oficina de Presupuestos del Congreso, o CBO, de Estados Unidos"… Los estadounidenses más ricos triplican sus ingresos en 30 años (The Wall Street Journal – 25/10/11)

La entidad dijo que los ingresos tras impuestos crecieron en 62% durante el período de 30 años. Sin embargo, los ingresos del 1% de los estadounidenses más acaudalados ascendieron 275% en ese lapso, mientras que el ingreso posterior a impuestos de un quinto de los hogares de menores ingresos creció sólo 18% entre 1979 y 2007.

Para los estadounidenses más acaudalados, excluyendo al 1% en el tope, el ingreso por hogar creció en 65% durante el período, mientras que para el 60% en la mitad de la escala de ingresos, la expansión tras impuestos estuvo justo por debajo de 40%, según la CBO.

Gran parte del crecimiento de esta brecha se debe el ingreso antes de impuesto y las transferencias del gobierno crecieron para los más acaudalados. El 1% de la población dio cuenta de todo el ingreso en 2007, frente a 50% en 1979.

Y subiendo… (la crisis no pasa por ellos)

"Un informe de la consultora Wealth-X, afincada en Singapur y que trabaja para empresas y entidades financieras que tienen a los ultrarricos como objeto de negocio, revela que unos 25 billones de dólares están en manos de apenas 185.795 personas, y afirma que dicho volumen de dinero continuará aumentando de la mano de Asia, cuyo crecimiento económico le hará ser el continente con más multimillonarios del mundo. En 2024 superará a Europa en el segundo peldaño y en 2032 hará lo propio con Estados Unidos"… 25 billones de dólares, en manos de 185.000 megarricos (Cinco Días – 15/11/11)

Esos 25 billones equivalen al 40% del Producto Interior Bruto mundial, y multiplica por siete, por ejemplo, el PIB alemán.

De esos más de 185.000 mega ricos, al menos 1.235 de ellos son milmillonarios, y acaparan una fortuna de 4,18 billones de dólares -tocarían a 3.300 millones cada uno-, mientras que el 97,5% del total poseen entre 30 y 500 millones. La última lista Forbes situaba a Carlos Slim como el hombre más rico del planeta, con 63.300 millones de dólares de riqueza, seguido por Bill Gates (59.000) y Warren Buffet (39.000).

Pese a que el informe alerta a las empresas, administradores de riquezas o marcas de lujo de que no pueden ignorar la coyuntura actual, con una galopante crisis de deuda en Europa, el miedo a una doble recesión en Estados Unidos o la situación política en el norte de África, la realidad es que los hábitos de los ricos continúan inamovibles, tanto en su gasto como en estilo de vida, ya que su realidad está aislada de las tendencias macroeconómicas. Viven en su propia burbuja. Pero quienes les tienen como objeto de negocio tienen el reto de salvar los obstáculos que presentan las economías clásicas, como Estados Unidos y Europa, a través de la búsqueda de nuevos mercados y de la identificación de las grandes fortunas, que ya se reparten por todo el mundo.

Pero pese a la diversificación, Norteamérica, y concretamente Estados Unidos, continúan acaparando el mayor número de grandes fortunas. En este país se encuentran 57.860 de ellas, que representan 7,6 billones de dólares, el 30% del total. Sin embargo, Wealth-X advierte una tendencia más conservadora de los ricos estadounidenses, más centrados en conservar sus fortunas que en invertir para multiplicarlas. Para los gestores de riqueza, todavía existen oportunidades en los negocios familiares, liderados en su mayor parte por empresarios cercanos a la jubilación, por lo que se cree que en los próximos años se producirá la mayor transmisión generacional de riqueza.

En Europa, 54.325 personas poseen fortunas superiores a los 30 millones de dólares, 1.875 de ellos en España. En total, reúnen 6,8 billones, mantienen su ritmo de vida pese a la crisis europea y miran al Este por su mayor "flexibilidad" impositiva para realizar sus inversiones. En el continente europeo hay 360 milmillonarios, que manejan 1/5 de los casi 7 billones que controlan las grandes fortunas europeas. El informe recomienda a quienes administran sus riquezas el buscar oportunidades fuera de Europa, dada la situación en el continente.

Pero el futuro -en realidad, ya el presente- es Asia, que reúne a 42.525 megarricos con un total de 6,2 billones de dólares. Con un crecimiento para este año por encima del 8%, frente a las pesimistas previsiones en Europa y Estados Unidos, y que se espera sea continuado en los años próximos, Asia se convertirá en el continente que reunirá el mayor número de grandes fortunas, y ahora mismo es el lugar ideal para aquellos con dinero de sobra para invertir. En especial, el informe destaca Indonesia e India. En el primero, los ultrarricos verán multiplicadas sus fortunas si su presidente, Susilo Bambang Yudhoyono, consolida su plan de duplicar el gasto en infraestructuras a 140 mil millones de dólares para alcanzar un crecimiento del 6,6% hasta el fin de su mandato, en 2014.

En India, 8.200 personas se reparten 945.000 millones de dólares, y su prosperidad, al menos para las grandes rentas, queda demostrada por el hecho de que sus empresas cierran continuamente importantes acuerdos de compra de empresas extranjeras. Por ejemplo, la adquisición del 70% del fabricante surcoreano de vehículos Ssanyong por parte de Mahinddra por 378 millones. Según el informe, cada día nacen nuevos millonarios en este país, y no tardan mucho en convertirse en multimillonarios.

En cuanto a China, se destaca el gran potencial que tiene en el apartado de Internet, con 450 millones de usuarios, y el hecho de que sean las empresas chinas las que vayan a desarrollar todo lo relacionado con las redes sociales. Las 11.475 grandes fortunas chinas se reparten 1,6 billones de dólares.

Rusia, Brasil y el área de los Emiratos Árabes también son destacados, en éste último caso con Arabia Saudí al frente, con 227 mil millones en manos de 1.225 personas.

En cuanto a África, el dato es de 320.000 millones en manos de 2.410 personas, localizados principalmente en la zona oriental y norte del continente, y según el informe, "no es un mercado a ignorar".

Norteamérica y Europa continúan siendo las zonas con el mayor número de megarricos, pero la crisis económica provocará que, en unos años, Asia se convierta en el paraíso de las grandes fortunas, cada vez más numerosas y poderosas.

Esos 25 billones equivalen al 40% del Producto Interior Bruto mundial, y multiplica por siete, por ejemplo, el PIB alemán.

De esos más de 185.000 mega ricos, al menos 1.235 de ellos son milmillonarios, y acaparan una fortuna de 4,18 billones de dólares -tocarían a 3.300 millones cada uno-, mientras que el 97,5% del total poseen entre 30 y 500 millones. La última lista Forbes situaba a Carlos Slim como el hombre más rico del planeta, con 63.300 millones de dólares de riqueza, seguido por Bill Gates (59.000) y Warren Buffet (39.000).

Pese a que el informe alerta a las empresas, administradores de riquezas o marcas de lujo de que no pueden ignorar la coyuntura actual, con una galopante crisis de deuda en Europa, el miedo a una doble recesión en Estados Unidos o la situación política en el norte de África, la realidad es que los hábitos de los ricos continúan inamovibles, tanto en su gasto como en estilo de vida, ya que su realidad está aislada de las tendencias macroeconómicas. Viven en su propia burbuja. Pero quienes les tienen como objeto de negocio tienen el reto de salvar los obstáculos que presentan las economías clásicas, como Estados Unidos y Europa, a través de la búsqueda de nuevos mercados y de la identificación de las grandes fortunas, que ya se reparten por todo el mundo.

Según el Informe: Riqueza: tenerlo todo y querer más, de Intermon Oxfam, publicado en enero de 2015:

La riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña élite. Esta élite rica ha creado y mantenido su vasta fortuna gracias a las actividades que desarrollan por defender sus intereses en un puñado de sectores económicos importantes, como el financiero y el farmacéutico y de atención sanitaria. Las empresas de estos sectores destinan millones de dólares cada año a actividades de lobby dirigidas a favorecer un entorno normativo que proteja y fortalezca aún más sus intereses. La mayoría de las actividades de lobby que se llevan a cabo en Estados Unidos trata de influir sobre cuestiones presupuestarias y fiscales, es decir, sobre recursos públicos que deberían orientarse a beneficiar al conjunto de la ciudadanía, en lugar de reflejar los intereses de los poderosos lobistas.

La riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña élite rica. Los datos de Credit Suisse revelan que, desde 2010, el 1% de los individuos más ricos del mundo ha incrementado su participación en el conjunto de la riqueza a nivel mundial. El año 2010 marca un punto de inflexión en cuanto a la participación de este grupo de personas en el conjunto de la riqueza mundial.

En 2014, el 1% más rico poseía el 48% de la riqueza mundial, mientras que el 99% restante debía repartirse el 52%. Prácticamente la totalidad de ese 52% está en manos del 20% más rico de la población mundial, de modo que el 80% restante sólo posee un 5,5% de la riqueza mundial. Si se mantiene esta tendencia de incremento de la participación de las personas más ricas en la riqueza mundial, en sólo dos años el 1% más rico de la población acaparará más riqueza que el 99% restante, y el porcentaje de riqueza en manos del 1% más rico superará el 50% en 2016.

En este período, los más ricos de este 1% más, los milmillonarios incluidos en la lista Forbes han acumulado riqueza a un ritmo aún más rápido. En 2010, las 80 personas más ricas del mundo poseían una riqueza neta de 1,3 billones de dólares. En 2014, la riqueza conjunta de las 80 personas que encabezaban la lista Forbes ascendía a 1,9 billones de dólares, lo cual supone un incremento de 600.000 millones de dólares en sólo cuatro años. Mientras tanto, aunque la mitad más pobre de la población mundial incrementó su riqueza total (expresada en dólares estadounidenses) más o menos al mismo ritmo que los milmillonarios entre 2002 y 2010, a partir de ese año su riqueza ha ido reduciéndose.

A inicios de 2015, estas 80 personas poseen la misma riqueza que el 50% más pobre de la población mundial; esto quiere decir que 3.500 millones de personas comparten la misma cantidad de riqueza que estas 80 personas enormemente ricas. Dado que la riqueza del resto de la población no se ha incrementado al mismo ritmo que la de las 80 personas más ricas, la participación de este grupo en la riqueza mundial ha aumentado, al igual que la brecha entre las personas muy ricas y el resto. En consecuencia, el número de milmillonarios que poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población del planeta se ha reducido rápidamente en los últimos cinco años. En 2010, 388 milmillonarios igualaban en riqueza a la mitad más pobre de la población mundial; en 2014, esta cifra se había reducido a tan sólo 80 milmillonarios.

34 – La trampa de la flexibilidad laboral – La falacia de la competitividad

Algunos años después de que la UE apostara por la flexiseguridad como fórmula mágica para crear empleo, el concepto se va instalando en las legislaciones de los socios comunitarios tímida o abruptamente. En España, hay quien dice que la reforma laboral aprobada ha introducido la "flexi", pero no la seguridad. En Dinamarca, flexiseguridad es el paradigma del empleo y la competitividad. En la UE, el ejemplo a seguir.

Según la definición que la Comisión Europea hace de flexiseguridad, es una estrategia para modernizar el mercado laboral mediante dos vías que confluyen, la primera sería "la flexibilidad de los trabajadores que deben poder adaptarse a las evoluciones del mercado laboral y conseguir sus transiciones profesionales. Del mismo modo, debe favorecer la flexibilidad de las empresas y la organización del trabajo, con el fin de responder a las necesidades de los empleadores y mejorar la conciliación entre la vida profesional y la vida familiar".

La segunda, es la "seguridad para los trabajadores que deben poder progresar en sus carreras profesionales, desarrollar sus competencias y recibir apoyo de los sistemas de seguridad social durante los periodos de inactividad".

Sobre esa base, la UE recomienda desde 2007 aplicar la flexiseguridad en las estrategias nacionales, en los contratos de trabajo, el aprendizaje, las políticas activas del mercado laboral y la modernización de los sistemas de seguridad social para conceder ayudas que fomenten el empleo y faciliten la movilidad en el mercado laboral. Después la estrategia Europa 2020, que marca los objetivos de una Europa sostenible, verde e integradora para esa fecha, consagró el mismo principio.

La UE buscaba y busca con esa fórmula reducir la segmentación laboral entre fijos y temporales, conseguir cambios de empleo rápidos y permitir que el trabajador pueda disponer de posibilidades de formación permanente. Cuando se optó por recomendar este sistema, la crisis económica solo asomaba y, sin embargo, ya asustó a las organizaciones sindicales. En España, la central de trabajadores Comisiones Obreras ya apuntaba que la flexiseguridad facilitaba el despido sin que el segundo componente estableciera soluciones precisas.

En declaraciones a euroXpress (Portal de noticias de la Unión Europea), Javier Wrana, profesor de Análisis Económico de la UE en la Universidad Rey Juan Carlos, afirma que "el problema en Europa es que se introducen elementos de flexibilidad solo por una parte, de modo que puede conducir a que haya más despidos, pero eso no se vea compensado con más empleo… Hay que dar pasos en ese camino, introducir elementos de flexibilidad no solo en la legislación, sino en la mentalidad".

El ejemplo de Dinamarca

Esa mentalidad es la que tienen en Dinamarca, donde es muy fácil despedir, pero también es muy fácil contratar. En los países nórdicos, la flexiseguridad se ha instalado con distintas variables pero con resultados sorprendentemente buenos en todos los casos. "Hace 20 años teníamos sistemáticamente un desempleo superior a la media de la OCDE, pero ahora dos tercios de los parados encuentran trabajo antes de tres meses", decía el economista danés Tornen Andersen cuando se inauguró la presidencia semestral danesa de la UE.

En uno de los países con el mayor nivel de vida del mundo se despide a los trabajadores sin indemnización, solo con un preaviso de tres meses, el tiempo que tienen para buscar otro empleo, pero ahí está el Estado para proteger a quien lo necesite con subvenciones y formación. La mayoría de los salarios en Dinamarca se negocian entre empresa y empleado y solo una parte mediante convenios colectivos. El paro ronda el 6% y de los 2.200.000 trabajadores del país, más de 700.000 cambian de empleo cada año.

Flexiseguridad, como solución europea

Los ministros de Empleo de la UE, reunidos en febrero de 2012 en Bruselas, han vuelto a hacer un llamamiento a los Estados para que impulsen reformas de sus mercados laborales y contribuyan a crear empleo, con especial atención al desempleo juvenil, y reformen los sistemas de protección social nacionales "para garantizar su sostenibilidad financiera y adecuación, preservando el papel de los estabilizadores automáticos y animando a la participación en el mercado laboral".

La UE advierte del creciente peligro de pobreza y exclusión social en los 27 y Bruselas prepara un nuevo paquete de iniciativas para crear puestos de trabajo y "mercados laborales dinámicos". En ese sentido, el comisario de Empleo y Asuntos Sociales, Laszlo Andor, considera "muy urgente" aplicar "políticas de flexiseguridad que contribuyen a la transformación de los mercados laborales" e "invertir en retirar las barreras al mercado laboral que existen todavía".

¿Resolverá la flexiseguridad las necesidades de trabajo de las personas que sufren la pobreza y la exclusión social?

El conocido modelo de "flexiseguridad" para el mercado de trabajo se propone como una "cura milagrosa" para los problemas de crecimiento/empleo de Europa. El modelo se promociona ofreciendo lo "mejor de todos los mundos", combinando en una única estrategia las aparentes y divergentes necesidades de empresas y trabajadores / desempleados. La flexiseguridad se vende ofreciendo una mayor flexibilidad para las empresas en términos de contratos laborales, al tiempo que ofrece seguridad a través del "empleo", aunque no "seguridad laboral" para los trabajadores y una red de seguridad de complemento estatal para compensar los ingresos bajos para aquéllos que se ha dejado un empleo y están buscando otro.

Sin embargo, algunos analistas, se muestran muy escépticos sobre los "milagros". Les preocupada que la actual retórica política sobre un acercamiento equilibrado a la flexibilidad y la seguridad parece estar más dirigida por un deseo de responder a las demandas de los empleadores para flexibilizar el derecho laboral a toda costa, facilitando las contrataciones y los despidos de los trabajadores y utilizando un punitivo "trabajo rentable" y "políticas de activación" para presionar a los desempleados y a las personas vulnerables hacia los trabajos con salarios bajos y a menudo precarios, al tiempo que se recortan las prestaciones y el acceso de las personas a los servicios. Esta "flexplotación" no puede ser una estrategia para el crecimiento ético socialmente y sólo es probable que conduzca a más pobreza y exclusión social, para aquellos que tengan los trabajos más pobres y aquéllos que están más alejados del mercado de trabajo y también debilitan los valores sociales básicos de la UE.

En busca de la productividad perdida

En el Paper – Las "externalidades" de la globalización: ¿Cuán peligrosa es la economía global?, publicado el 15/9/11, decía:

El mal no muere de muerte natural

Primero intoxicaron con aquello del "fin de la historia" (que no me olvido, Mr. Fukuyama), luego vino el FMI (también la OMC, la OCDE, el BM, y otras "sopas de letras") a contarnos que el librecambio produciría el "mayor incremento de riqueza mundial jamás visto", después se descubrió que la "tierra era plana" (¿verdad Mr. Friedman?). Lo demás fue "coser y cantar"… ¿o no?

Con el respaldo de Margaret Thatcher y Ronald Reagan como "médicos de cabecera" (hasta donde se tendrán que remontar nuestros nietos para estudiar los orígenes de la globalización económica) comenzó el proceso de desregulación, privatización y financierización, que ha terminado en la mayor crisis económica desde el año 1929 (que se dice fácil). De aquellos polvos (en el sentido que quieran darle), estos lodos.

Las corporaciones multinacionales se volvieron salvajes… el dinero se volvió loco… se montó una economía de casino… la turbo economía… la economía de Madonna…

Cada trimestre las empresas cotizadas debían (deben) examinarse ante el altar laico de Wall Street… Había (hay) que ofrecer resultados por encima de las expectativas del mercado… más, siempre más (de cualquier manera)… el "profit warning" era (es) una palabra maldita… los inversores podían (pueden) castigar la cotización de la compañía, los analistas podían (pueden) modificar su opinión de sobreponderar (o mantener) a infraponderar (o vender), con lo que estaba (está) todo perdido. Llegada esa situación, "the game is over"… Fin de los bonus, fin del Porsche, fin del loft en TriBeCa…

Así, "poquito a poco" (como se inician casi todas las tragedias, de las que luego nadie recuerda su origen), las empresas comenzaron un intenso proceso de deslocalización o tercerización (para disminuir costos y aumentar utilidades) que llevó a la pérdida de empleos en los países desarrollados (de mayores salarios), y al aumento de empleos en los países en desarrollo (de menores salarios). La relación de costos de la mano de obra pasó (fácilmente) de 10 a 1. Los márgenes de utilidad crecieron. Wall Street premió el esfuerzo. Cada vez que una empresa anunciaba recortes de personal, su cotización en bolsa subía. Todos felices: analistas, agentes bursátiles, accionistas, directivos… menos los trabajadores, que perdían sus empleos o debían aceptar contratos basura. Nadie parecía advertir que esos mismos trabajadores eran, finalmente, los "consumidores" que mantenían el circo en funcionamiento. La avaricia y la corrupción, podían con todo.

A los "desocupados" de los países desarrollados les prometieron empleos en el sector servicios (por obra y gracia de las nuevas tecnologías), que nunca llegaron o que, cuando llegaron, fueron insuficientes. ¿Acaso todos pueden trabajar el Silicon Valley?

Cuando la "sopa boba" de las nuevas tecnologías no alcanzó para todos, al enorme "ejército en la reserva", a los trabajadores de usar y tirar, a los atenazados por el salario del miedo, a los "reponedores" de Wal-Mart, a los "utileros" de McDonald"s, a los temporales, a los precarios… se les ofreció crédito ilimitado para que continuaran "tirando del consumo". El dinero fácil sustituyó al empleo estable y la tarjeta de crédito, se transformó en la eucaristía de la misa atea celebrada en el altar de Wall Street. La fiesta debía (debe) continuar. El becerro de oro presidía la función… Ora pro Nobis.

Para que los subempleados y los desocupados, pudieran seguir practicando el "consumismo feliz" o alcanzaran el sueño de la casa propia, la banca inventó los "créditos subprime" (ingeniería financiera). Y dónde no llegó el dinero plástico (crédito fácil), pudo hacerlo la "titulización" (hipoteca fácil). La titulización dispersa el riesgo. El gran invento de los bancos para repartir la mierda crediticia por el mundo mundial.

La ingeniería financiera, apoyada en las infinitas combinaciones construidas con sus derivados, había (ha) permitido la proliferación de activos que se habían (han) considerado, tal vez demasiado fácilmente, como una panacea de seguridad y estable rentabilidad para el mundo financiero. Una proyección al límite sobre la cresta de la ola.

La financierización (libre movimiento de capitales), la avaricia (de los bancos), los bonus (de los banqueros) y la estupidez de los bancos europeos (con la más que presumible complicidad de las autoridades de control), hicieron el resto. Así "poquito a poco" (como dije antes), se fue "globalizando" la mayor crisis financiera desde 1929.

A la deslocalización de la producción (antes), le siguió la deslocalización de la deuda (entonces). Del boom de la burbuja, se pasó al colapso de la burbuja. Un final previsible del espiral de avaricia y enriquecimiento rápido…

La carrera de los pobres… ¿nunca se acaba?

"Hasta hace poco tiempo, India era considerada uno de los mercados más promisorios del mundo. Pero los cambios intempestivos de las reglas de juego, la burocracia y un menor crecimiento económico han estremecido la confianza de las empresas internacionales para realizar grandes inversiones en el país"… India pierde atractivo como un imán de la inversión extranjera (The Wall Street Journal – 12/1/12)

"Indonesia ha recuperado el grado de recomendación de inversión otorgado por las agencias de calificación Moody's y Fitch, 14 años después de la crisis financiera asiática y en medio de una nueva encrucijada de la economía mundial"… Indonesia recupera el crédito económico 14 años después de la crisis asiática (El Economista – 29/1/12)

"Comprar productos de China ya no es tan buen negocio. Una consecuencia de ello es que las compañías que transportan carga desde México hacia Estados Unidos están trabajando más"… Los problemas de China beneficiarían a México (The Wall Street Journal – 6/2/12)

"El siglo XXI poco tiene ver con las imágenes que proyectaban las novelas clásicas de ciencia ficción. Si hace décadas se creía que el futuro sería robotizado, ahora lo más habitual es pensar en ritmos de Bollywood y fiestas de año nuevo con nombre de animal. Tanto China como India van dar un golpe en la mesa económica mundial y desplazarán a las viejas potencias a un segundo plano en los próximos cuarenta años. Así lo explica el banco HSBC en su informe "El mundo en 2050""… El orden económico de 2050: India y China serán las superpotencias; Filipinas, Malasia y Perú, los delfines (Expansión – 2/2/12)

"Nassima Boukhriss jamás ha puesto un pie en un avión, pero pronto ayudará a instalar los sistemas de conexión de los aviones más avanzados del mundo. La estudiante de una escuela técnica es parte de una de las iniciativas de desarrollo económico más ambiciosas en África del Norte: la formación de una industria aeroespacial"… Marruecos, ¿nueva potencia aeroespacial? (The Wall Street Journal – 23/3/12)

"Con más de 1.200 millones de habitantes, un crecimiento medio del 5,8% del Producto Interno Bruto en los últimos 20 años, India -uno de los BRICS- es considerada por muchos como un gigante emergente"… Los cinco desafíos del otro gigante asiático (BBCMundo – 3/5/12)

"En marzo, el gobierno de Myanmar -desde hace mucho catalogado como una junta militar aislada y paranoica que dirige desde un enclave en el medio de la selva- anunció que permitiría elecciones regionales genuinas por primera vez en más de 20 años. En abril, los generales mantuvieron su palabra, la oposición ganó y los gobiernos de Occidente empezaron a relajar las sanciones"… El futuro pertenece a los países flexibles (The Wall Street Journal – 6/5/12)

"A medida que las grandes estrellas del crecimiento económico pierden su atractivo, comienza la búsqueda de nuevas estrellas. Los "nuevos tigres" del mundo son países que han volado por debajo del radar de los inversionistas, pero tienen grandes probabilidades de destacarse en los próximos años en momentos en que los poderes económicos como EEUU, Japón, Alemania, Francia, el Reino Unido, Italia y Canadá ceden el escenario central a países que experimentan un crecimiento más sólido"… En busca de los nuevos "tigres económicos" del mundo (The Wall Street Journal – 29/5/12)

La carrera de los pobres… ¡"nunca" se acaba!

(China, víctima de la deslocalización industrial, Vietnam e India toman el relevo)

"El grupo textil Ever-Glory International es un símbolo de la industrialización china gracias a su fuerte poder en el mercado de la ropa y los juguetes baratos. Entre sus clientes están Levi Straus y Tesco. Ahora, tras representar el despegue chino de estas dos últimas décadas, inicia una nueva etapa. Una fase que resume los cambios que se viven en el gigante asiático: deslocaliza su producción a regiones y países con menores costes"… (El Mundo – 13/5/08)

Como esta empresa, muchas más compañías chinas han llegado a la misma conclusión. Según un informe de Tao Dong, economista jefe de Credit Suisse en Hong Kong, al menos un tercio de las empresas manufactureras de la provincia de Guangdong, productora de un 30% de las exportaciones chinas, cerrará en tres años por la agresiva competencia de Vietnam, India y otros países vecinos.

"Nuestros clientes dicen que nuestros precios son una locura. Siempre hay otras empresas vietnamitas y tailandesas mucho más baratas", dijo a Bloomberg Zhejiang Hefeng Shoes, una compañía con más de 1.000 trabajadores en plantilla.

Los vietnamitas cobran unos 104 dólares al mes, la mitad que los chinos de la provincia central de Jiangxi, mientras que los indios ganan 87 dólares, según datos del Banco Mundial (2008).

La carrera de los pobres es larga, siempre hay un nuevo país con menores costos de mano de obra dispuesto a tomar el relevo (y agradecido por recibir el "testigo").

Desde el año 2008 (ayer, podríamos decir) a China le han surgido varios rivales para ofrecer "menores costos": Vietnam – India – Indonesia – México – Filipinas – Malasia – Perú – Marruecos – Myanmar… (la lista continúa).

Por la "Pasarela 2012" de la deslocalización desfilan: Polonia y Turquía (en Europa), Perú y Colombia (en América Latina), Filipinas e Indonesia (en Asia), Ghana y Uganda (en África)… (el "casting" continúa).

En todos los continentes hay países (y personas) dispuestos a participar en la "carrera de los pobres": adaptando el lema Olímpico, "Citius, Altius, Fortius", a los intereses de las corporaciones multinacionales.

Ofrecer los trabajadores más "rápidos" a la hora de fabricar y montar los productos.

Ofrecer los trabajadores que saltaran más "alto" todas las exigencias de productividad.

Ofrecer los trabajadores que serán más "fuertes" a la hora de soportar las largas y extenuantes jornadas laborales.

Todos sonrientes, todos sumisos, dispuestos a jornadas de 16 horas diarias seis días a la semana, sin vacaciones, sin cobertura sanitaria, sin indemnización por despido, sin sistema jubilatorio… con "permiso" del capataz, para ir al baño…

Dormirán en las fábricas, o en "cobertizos" (¿se les puede llamar de otro modo?), que la empresa pondrá a disposición del personal (¿por qué no decir "esclavos"?), para estar dispuestos a "volver a empezar", en menos de 6 u 8 horas, nuevamente.

La suerte está echada. No les queda otra alternativa. Si corren más rápido que el león, comen; si corren más despacio que el león, se los comen. A veces (la mayoría de las veces) el "león" (Wall Street) hace trampas (es lo suyo). Infla el soufflé. Les hace creer que son "geniales", "divinos", "llenos de futuro", que están a las "puertas del paraíso". Tal vez para "comerlos mejor" (como a Caperucita).

35 – El gasto de defensa y las subvenciones a la industria privada de los EEUU

El "peso específico" de la inversión en defensa

"El secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, ha presentado el Informe Anual de la Alianza 2014, que sitúa a España en la misma posición respecto de nuestros aliados en inversión en Defensa que hemos mantenido desde 2011: terceros por la cola y sólo superados ahora en menor gasto por Hungría y Luxemburgo. Nuestro país no alcanza tampoco en esta ocasión el 2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) dedicado a Defensa que recomienda la Alianza"… España, a la cola en inversión en Defensa (Gaceta.es – 4/2/15)

En los últimos cuatro ejercicios, España ha sido el tercer país de la OTAN que menos porcentaje del PIB ha invertido en Defensa, según el informe anual de la Alianza.

Apenas el 0,9 por ciento de nuestro PIB dedicado a Defensa en 2014 nos colocan en el polo opuesto de los países que mayor porcentaje dedicaron: los Estados Unidos (3,6 por ciento), Grecia (2,1 por ciento) y el Reino Unido (2 por ciento). España queda así tercera por el final de la lista de los 27 países contabilizados por la OTAN (Islandia es miembro de la Alianza, pero no se tiene en cuenta en el informe porque no tiene Fuerzas Armadas), sólo por delante de Hungría (0,8 por ciento) y Luxemburgo (0,4 por ciento). Incluso Lituania, que en ejercicios anteriores no llegaba al 0,7 por ciento de su PIB dedicado a Defensa, ha incrementado la inversión hasta algo más 0,9 por ciento y ya ha superado a España, como también lo ha hecho Letonia.

Esta antepenúltima posición viene siendo constante para España desde 2011. Así lo han ido recogiendo los sucesivos informes de la Secretaría General de la Alianza Atlántica. Los poco más de 10.000 millones de euros invertido en 2011 supusieron un 0,9 por ciento de nuestro PIB, frente a 1,1 que se había invertido en 2010. Lituania (0,8) y Luxemburgo (0,5) fueron entonces los farolillos rojo del gasto en Defensa como porcentaje del PIB según la OTAN. Lideraban como hoy la lista los EEUU, Reino Unido y Grecia. En 2012, el gasto de España creció hasta el 1,05 por ciento del PIB, pero no remontó posiciones entre los 27 países del informe. Tampoco en 2013, cuando la inversión retrocedió de nuevo hasta el 0,9 por ciento del PIB (algo más de 9.500 millones de euros). En estos dos ejercicios anteriores, como en 2011, sólo Lituania y Luxemburgo gastaron menos que nosotros, y también los EEUU, Reino Unido y Grecia eran los líderes.

Por comparar nuestras cifras con las de los países de nuestro entorno, los informes de la OTAN revelan que Francia invierte algo menos del 2 por ciento de su PIB en Defensa (como Estonia o Turquía), Italia en torno al 1 por ciento, Portugal cerca del 1,5 (ligeramente por encima de Alemania).

EEUU: el gasto en defensa como palanca de la innovación y competitividad comercial

– La decadencia de la innovación en las Fuerzas Armadas de EEUU (Project Syndicate – 27/1/15) Lectura recomendada

Nueva York.- Estados Unidos está en riesgo de perder su ventaja militar. Puede que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos sean aún las más avanzadas en el mundo; al fin de cuentas, en lo que se refiere al gasto en investigación y desarrollo militar, EEUU gasta más que el doble en comparación con los gastos realizados por grandes potencias, como ser Francia y Rusia, y gasta nueve veces más de lo que gasta China y Alemania. Sin embargo, la continuidad del liderazgo tecnológico de Estados Unidos está lejos de considerarse como un hecho asegurado.

Desde el año 2005, el Departamento de Defensa de Estados Unidos ha reducido el gasto en Investigación y Desarrollo (I+D) en un 22%. En el año 2013, como parte de un acuerdo para evitar un enfrentamiento sobre el techo de la deuda, el Congreso de Estados Unidos ordenó que se realizaran recortes automáticos del gasto por aproximadamente USD 1,2 millón de millones. La medida, que requiere la reducción del gasto en numerosos programas, incluyendo en varias iniciativas de investigación en el ámbito de la defensa, fue descrita por la administración del presidente estadounidense Barack Obama como "profundamente destructiva para la seguridad nacional". Si la innovación estadounidense en defensa continúa erosionándose, no se debilitarán únicamente las capacidades estadounidenses en el campo de la defensa, sino que también se correrá el riesgo de que el país decaiga en términos de innovación y competitividad comercial.

Las limitaciones presupuestarias plantean algunos de los mayores desafíos que enfrentan los esfuerzos que realizan las Fuerzas Armadas estadounidenses por mantener su ventaja tecnológica. El Ejército y la Agencia de Defensa de Misiles se han visto particularmente afectados, ya que su gasto en I+D se redujo casi a la mitad desde el año 2005. El presupuesto de investigación de la Armada se redujo en un 20%, y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) -que es la organización que tiene la labor de mantener a las Fuerzas Armadas estadounidenses en la vanguardia tecnológica- tuvo que recortar su gasto en I+D en un 18%. Incluso la Fuerza Aérea, cuyo gasto en investigación ha sido tradicionalmente una de las prioridades del Congreso, se vio obligada a recortar su presupuesto en alrededor de un 4%.

Cuando, en los hechos, se asignan dineros, ocurre con demasiada frecuencia que las presiones ejercidas por los costos fomentan la realización de inversiones en proyectos que prometen resultados rápidos – esta es una inclinación que se produce a expensas del logro de innovaciones a largo plazo, mismas que podrían proporcionar una ventaja estratégica. Incluso DARPA se doblegó ante la presión que conduce hacia realizar investigaciones que pueden mostrar progresos de manera inmediata.

Para empeorar las cosas, los esfuerzos de innovación de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos se enfrentan a diversos problemas estructurales. Seis décadas de intentos por reformar el proceso de adquisiciones en el ámbito de la defensa aún no han dado frutos. La industria civil lleva a cabo la mayor parte del diseño, desarrollo y producción de los sistemas militares; sin embargo, la toma de decisiones permanece, de manera firme, en las manos de los funcionarios militares, quienes probablemente no sean capaces de encontrar el equilibrio justo entre la reducción de costos y la innovación.

Tiempo atrás, las rivalidades entre y dentro de las distintas fuerzas militares imitaban el papel de la competencia en el sector privado: es decir, dichas rivalidades impulsaban la innovación. Sin embargo, debido a que la Guerra Fría llegó a su fin, se desvaneció la presión por permanecer un paso por delante del resto; y consecuentemente, se privó al sector de la defensa de un motor crucial de progreso. Por otra parte, el gasto en I+D que realizan los principales contratistas de defensa, expresado como una proporción de sus ventas, se desplomó en casi un tercio entre los años 1999 y 2012. Por el contrario, los gigantes del ámbito tecnológico de Estados Unidos invirtieron entre 4 a 6 veces más en I+D.

Simultáneamente, EEUU está sufriendo el vaciamiento de su base industrial en el sector de defensa. El aumento de la competencia por parte de China y de otras grandes economías emergentes ha erosionado la capacidad de fabricación de Estados Unidos, poniendo en peligro la capacidad del país para desarrollar las plataformas de defensa más tecnológicamente sofisticadas. Tiempo atrás, la industria de la defensa creaba las nuevas tecnologías que ayudaban a impulsar la economía estadounidense – por ejemplo, tecnologías como los láseres, el GPS y la red de Internet. Hoy en día, en la mayoría de los campos, es probable que sea la tecnología civil la que tome el liderazgo.

El resultado se puede ver en el aumento de la competencia extranjera en el mercado internacional de armas. Los fabricantes estadounidenses se encuentran cada vez más vulnerables en áreas en las que en el pasado dominaron -incluyéndose entre ellas a las plataformas aéreas no tripuladas, la inteligencia de vigilancia y reconocimiento, los misiles y los satélites– a medida que sus competidores con costos bajos ganan cuotas de mercado. En el año 2013, las exportaciones de armas de Rusia superaron a las estadounidenses en un monto de USD 2 mil millones.

En noviembre pasado, el secretario de Defensa de EEUU, Chuck Hagel, anunció una nueva iniciativa para "sostener y aumentar el dominio militar de Estados Unidos durante el siglo XXI". En una época en la que los presupuestos se reducen y los retos estratégicos se desplazan, dicho secretario se centró en la innovación. Él dijo: "la continua presión fiscal probablemente limitará la capacidad que tienen nuestras Fuerzas Armadas para responder a los retos a largo plazo mediante el aumento del tamaño de nuestras fuerzas o simplemente mediante la realización de gastos en sistemas actualizados que superen a aquellos realizados en dichos sistemas por nuestros potenciales adversarios". Y continuó diciendo: "por lo tanto, para superar los retos que enfrenta nuestra superioridad militar, tenemos que cambiar la forma en la que innovamos, funcionamos y llevamos a cabo nuestra actividades empresariales".

Nueve días después, Hagel presentó su renuncia, misma que entrará en vigor tan pronto como el Senado estadounidense confirme a la persona que lo sustituirá. Una política destinada a la restauración de la innovación y la producción en el ámbito de la defensa estadounidense garantizaría que EEUU mantenga su liderazgo tecnológico y competitividad comercial a nivel mundial. Lamentablemente, es probable que el sucesor de Hagel piense que, en una época de presupuestos limitados y de recortes automáticos del gasto, el tipo de estrategia de innovación integral que Hagel visualizó, simplemente no sea viable.

(Dan Steinbock, a partner at Difference Group, was Research Director of International Business at the India, China, and America Institute and a visiting fellow at Shanghai Institutes for International Studies in China and the EU Center in Singapore)

Como señaló recientemente Dani Rodrik, especialista en economía del desarrollo, gran parte de la inversión básica en nuevas tecnologías en Estados Unidos se hizo con fondos públicos. El financiamiento puede ser directo, o mediante instituciones como el Departamento de Defensa o los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés); o indirecta, en la forma de exenciones fiscales, prácticas de contratación pública y subsidios a laboratorios académicos o centros de investigación.

Cuando una vía de investigación se agota, como sucede en muchas ocasiones, los costos recaen en el sector público. Pero para aquellas investigaciones que son fructíferas, la situación resulta muy diferente. Una vez creada una nueva tecnología, los empresarios privados, con la ayuda de capital de riesgo, la adaptan de acuerdo a la demanda de los mercados mundiales, crean monopolios de largo plazo que les permiten obtener enormes ganancias; mientras que los beneficios revertidos en el Estado, a pesar de ser el principal responsable del desarrollo de estas tecnologías, son escasos o nulos.

Datos conjuntos de la OCDE y Eurostat muestran que en Estados Unidos el gasto público directo representó el 31% de los fondos destinados a I+D en 2012. Si se añaden gastos indirectos, como las exenciones fiscales, esta proporción sería de al menos 35%. Las enormes ganancias que a menudo obtienen unos pocos actores privados gracias a un gasto público de tal magnitud, es una de las principales causas de la concentración excesiva de ingresos.

36 – La sociedad del crecimiento eterno

– "El mito del crecimiento económico infinito es un fracaso" (BBCMundo – 29/9/11)

(Por Tim Jackson – Universidad de Surrey) Lectura recomendada

Toda sociedad se aferra a un mito y vive por él. El nuestro es el del crecimiento económico. Las últimas cinco décadas la persecución del crecimiento ha sido el más importante de los objetivos políticos en el mundo. La economía global tiene cinco veces el tamaño de hace medio siglo. Si continúa creciendo al mismo ritmo, será 80 veces en el año 2100.

Este extraordinario salto de la actividad económica global no tiene precedentes en la historia. Y es algo que no puede estar más en desacuerdo con la base de recursos finitos y frágil equilibrio ecológico del que depende para su supervivencia. Y ya ha venido acompañado de una degradación estimada de un 60% de los ecosistemas del mundo.

La mayor parte del tiempo, evitamos la realidad de estos números. El crecimiento debe continuar, insistimos. "¡Acumulad!, ¡acumulad!, es lo que dicen Moisés y todos los profetas", como dijo Karl Marx.

Y no sólo por el bien de los países más pobres, donde (lo sabe el cielo) es desesperadamente urgente una calidad de vida mejor, sino en el opulento Occidente, donde el consumismo rampante amenaza el tejido de nuestra sociedad.

Las razones por esta ceguera colectiva son fáciles de encontrar. El capitalismo occidental se basa de forma estructural en el crecimiento para su estabilidad. Cuando la expansión se tambalea, como ha pasado recientemente, los políticos entran en pánico.

Los negocios batallan por sobrevivir. La gente pierde sus trabajos y en ocasiones sus viviendas. La espiral de la recesión es una amenaza. Cuestionar el crecimiento se toma como un acto de lunáticos, idealistas y revolucionarios.

Ahora, cuestionarlo es un deber. El mito del crecimiento infinito ha fracasado, ha fracasado para 2.000 millones de personas que viven con menos de US$ 2 al día. Ha fracasado para el frágil sistema ecológico de cuya supervivencia depende. Ha fracasado, espectacularmente, en sus propios términos, para proveer estabilidad económica y asegurar la vida de las personas. La prosperidad para unos pocos, basada en la destrucción medioambiental y la persistente injusticia social, no es fundamento para una sociedad civilizada.

Pero la crisis económica se nos presenta como una oportunidad única para invertir en el cambio, barrer las creencias en el beneficio a corto plazo que fueron una plaga durante décadas. Y para el compromiso, por ejemplo, en una reforma radical de las disfuncionales instituciones de los mercados de capitales.

La especulación sin trabas en materias primas y derivados financieros llevó al mundo financiero al filo del colapso hace tres años. Es necesario que sea remplazado por un más duradero y lento sentido de las finanzas: inversión sólida en activos productivos, en tecnologías limpias de bajas emisiones de carbono, en salud y educación, en viviendas de calidad y en sistema de transporte eficientes, en espacios públicos abiertos. Es decir, inversión en el futuro de las comunidades.

El empresariado también debe ser revisado. Obtener beneficios a expensas de los contribuyentes es inmoral. La mano invisible del mercado debe ser domesticada y puesta al servicio del pueblo. Los ejecutivos más previsores de las empresas más visionarias ya entienden estas demandas. La empresa social está comenzando a prosperar en la economía post-crisis.

Arreglar la economía es sólo parte de la batalla. También tenemos que confrontar la lógica del consumismo. Los días de gastar dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para impresionar a personas que no nos importan deben terminar. Vivir bien es buena nutrición, un hogar decente, buenos servicios públicos, comunidad estable y un empleo satisfactorio.

La prosperidad, en todos los sentidos de la palabra, trasciende las preocupaciones materiales, reside en el amor de nuestras familias, el apoyo de nuestros amigos y la fuerza de nuestras comunidades, en nuestra capacidad para participar en la vida en sociedad, en tener un propósito para darle sentido a la vida. El desafío para nuestra sociedad es crear las condiciones para que hacer esto posible.

– Crecimiento económico ilimitado, un mito (Financial Times – 4/10/12) Lectura recomendada

¿Podría estar acabándose el crecimiento? Ésta es una pregunta herética. Sin embargo, Robert Gordon, un profesor de la Universidad de Northwestern, experto en productividad, lo ha cuestionado en un provocativo estudio llamado Is US Economic Growth Over? Faltering Innovation Confronts the Six Headwinds. En él, desafía la visión convencional de los economistas de que "el crecimiento económico… continuará indefinidamente".

Sin embargo, el crecimiento ilimitado es una suposición descomunal. Durante la mayor parte de la historia, se registró un crecimiento en la producción por persona casi cercano a lo no mesurable. El crecimiento que se produjo provino del aumento en la población.

Luego, en la mitad del siglo 18, algo comenzó a agitarse. La producción per cápita en las economías más productivas del mundo -el Reino Unido hasta 1900 y Estados Unidos a partir de entonces- comenzó a acelerarse.

El crecimiento de la productividad alcanzó un pico en las dos y media décadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces, el crecimiento se desaceleró de nuevo, a pesar de un repunte al alza entre 1996 y 2004. En 2011 -de acuerdo con la base de datos del Conference Board- la producción por hora de Estados Unidos fue un tercio menor de lo que hubiera sido si la tendencia de 1950-1972 hubiera continuado. Gordon va más allá. Él sostiene que el crecimiento de la productividad podría continuar desacelerándose durante el próximo siglo, llegando a niveles insignificantes.

El futuro es inescrutable. Sin embargo, el pasado es revelador. El centro del argumento de Gordon es que el crecimiento es impulsado por el descubrimiento y por la subsecuente explotación de tecnologías específicas y -sobre todo- por las "tecnologías de propósito general", que transforman la vida de manera amplia y profunda.

La implementación de una serie de tecnologías de propósito general descubiertas a finales del siglo 19 llevó a la explosión en productividad de mediados del siglo 20, argumenta Gordon. Éstas incluyen la electricidad, el motor de combustión interna, el agua corriente y el alcantarillado doméstico, las comunicaciones (radio y teléfono), los químicos y el petróleo.

Éstas constituyeron "la segunda revolución industrial". La primera, entre 1750 y 1850, se inició en Reino Unido. Ésa fue la era del vapor, que culminó con el ferrocarril. Hoy en día, vivimos en una tercera y que ya tiene unos 50 años de edad: La era de la información, cuyas tecnologías líderes son la computadora, el semiconductor y el Internet.

Gordon argumenta, a mi juicio convincentemente, que en su impacto sobre la economía y la sociedad, la segunda revolución industrial fue mucho más profunda que la primera o la tercera.

La energía motorizada reemplazó la tracción animal, en todos los ámbitos, eliminando los desechos animales de las carreteras y revolucionando la velocidad. El agua corriente reemplazó el acarreo manual de agua y de los residuos domésticos. El petróleo y gas sustituyeron el acarreo de carbón y madera. Las luces eléctricas sustituyeron a las velas. Los aparatos eléctricos revolucionaron las comunicaciones, el entretenimiento y, sobre todo, el trabajo doméstico. La sociedad se industrializó y se urbanizó. La esperanza de vida se disparó.

Gordon señala que "es poco conocido el hecho de que la tasa anual de mejora en la esperanza de vida en la primera mitad del siglo 20 fue tres veces más veloz que en la segunda mitad". La segunda revolución industrial transformó mucho más que sólo la productividad. Las vidas de los estadounidenses, los europeos y, más tarde, los japoneses, fueron cambiadas por completo.

Muchos de estos cambios fueron algo excepcional. La velocidad de desplazamiento pasó del caballo al del jet. Luego, hace unos 50 años, se estancó. La urbanización fue algo extraordinario. También lo es el colapso de la mortalidad infantil y la triplicación de la esperanza de vida, así como el control de las temperaturas en el hogar. Y la liberación de la mujer de la servidumbre doméstica.

Bajo esas normas, la actual era de la información está llena de ruido y luces pero significa poco. Muchos de los beneficios de las computadoras que sirven para ahorrar tiempo se produjeron décadas atrás. Hubo un aumento en el crecimiento de la productividad en la década de 1990. Pero el efecto se desvaneció.

En la década de 2000, el impacto de la revolución de la información llegó en gran parte a través de dispositivos de información y comunicación fascinantes. ¿Qué tan importante es eso? Gordon propone un experimento mental:

¿Qué pasaría si sólo pudieras conservar los brillantes dispositivos inventados desde 2002 o el agua corriente y los baños en el interior de tu casa? Es más, incluiré a Facebook en la oferta. ¿Eso te hace cambiar de opinión? Sabía que no. Yo no mantendría todo lo inventado a partir de 1970 si la alternativa fuera perder el agua corriente.

Lo que estamos viviendo es un intenso, pero estrecho, conjunto de innovaciones en una importante área de la tecnología. ¿Tiene importancia? Sí. Después de todo, podremos ver que en una o dos décadas a partir de ahora todos los seres humanos tendrán acceso a toda la información del mundo. Pero la visión de que la innovación es ahora más lenta que hace un siglo es convincente.

¿Qué nos dicen estos análisis? En primer lugar, Estados Unidos sigue siendo la frontera de la productividad global. Si el ritmo de avance de la frontera se ha desacelerado, alcanzarlo podría ser más sencillo.

En segundo lugar, alcanzarlo podría impulsar el crecimiento mundial a un ritmo elevado durante mucho tiempo (si los recursos lo permiten). Después de todo, el promedio del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de los países en desarrollo sigue siendo de sólo una séptima parte del de Estados Unidos (en paridad de poder adquisitivo).

Tercero, el crecimiento no es sólo producto de los incentivos. Depende aún más de las oportunidades. Los rápidos incrementos de la productividad en la frontera son posibles sólo si las innovaciones adecuadas ocurren. Las tecnologías de transporte y energía apenas han cambiado en medio siglo. Bajar los impuestos no cambiará esta situación.

Gordon señala otros obstáculos para la mejora del nivel de vida de los estadounidenses comunes. Estos incluyen: La inversión del bono demográfico que provino de los baby boomers y el movimiento de las mujeres hacia la fuerza laboral; la estabilización de los logros educativos; y los obstáculos para los niveles de vida del 99% de la población en el nivel más bajo. Estos obstáculos incluyen la globalización, el aumento en los costos de los recursos y los altos déficits fiscales y deudas privadas.

En resumen, Gordon prevé que el aumento de los ingresos reales disponibles de aquellos fuera de la élite se desacelere. De hecho, parece que ya está sucediendo. Lo mismo está ocurriendo en otros países de altos ingresos.

Durante casi dos siglos, los actuales países de altos ingresos disfrutaron de olas de innovación que los hicieron mucho más prósperos que antes y mucho más poderosos que todos los demás. Éste era el mundo del sueño americano y el excepcionalismo americano.

Ahora la innovación es lenta y la economía la alcanzará rápidamente. A las élites de los países de altos ingresos les gusta bastante este nuevo mundo. Al resto de la población le gusta mucho menos. Hay que acostumbrarse. Esto no va a cambiar.

(Martin Wolf es jefe de opinión en la sección de economía del Financial Times)

37 – Capitalismo vs. capitalismo

– ¿Está el capitalismo condenado al fracaso? (Project Syndicate – 15/8/11)

(Por Nouriel Roubini) Lectura recomendada

New York.- La masiva volatilidad y la aguda corrección de los precios de las acciones que en la actualidad golpean a los mercados financieros globales son indicadores de que las economías más avanzadas se encuentran al borde de una recesión de doble caída. Una crisis financiera y económica causada por el exceso de deuda y apalancamiento del sector privado condujeron a un masivo re-apalancamiento del sector público con el fin de evitar la Gran Depresión 2.0. Sin embargo, la recuperación posterior ha sido anémica y mediocre en la mayoría de las economías avanzadas dado el desapalancamiento doloroso.

Hoy en día una combinación de los precios altos del petróleo y productos básicos, los disturbios en el Oriente Medio, el terremoto y tsunami del Japón, la crisis de deuda de la eurozona y los problemas fiscales de Estados Unidos (y ahora la rebaja de su calificación crediticia) han llevado a un aumento masivo en la aversión al riesgo. Económicamente los Estados Unidos, la eurozona, el Reino Unido y el Japón funcionan al ralentí. Incluso los mercados emergentes en crecimiento (China, Asia emergente y América Latina), y las economías orientadas a la exportación que se basan en estos mercados (Alemania y Australia, un país rico en recursos naturales), están experimentando desaceleraciones agudas.

Hasta el año pasado, los políticos siempre pudieron sacar un as de bajo la manga para reactivar los precios de los activos y detonar la recuperación económica. Estímulo fiscal, tasas de interés de casi cero, dos rondas de "flexibilización cuantitativa", separación estricta de las deudas incobrables y billones de dólares en rescates y provisión de liquidez para los bancos y entidades financieras: las autoridades ejecutivas intentaron todo esto. Ahora se han quedado sin ases.

La política fiscal hoy en día es un lastre para el crecimiento económico tanto en la eurozona como en el Reino Unido. Incluso en los EEUU, los gobiernos estatales y locales, y ahora el gobierno federal, recortan el gasto y reducen los pagos de transferencias. Muy pronto, ellos subirán los impuestos.

Otra ronda de rescates para los bancos es políticamente inaceptable y económicamente inviable: la mayoría de los gobiernos, especialmente en Europa, están tan estresados que los rescates no son asequibles; de hecho, el riesgo soberano está, en realidad, alimentando por la preocupación por la salud de los bancos europeos, que tienen en sus carteras la mayor parte de los cada vez más inestables valores gubernamentales.

Tampoco la política monetaria puede ser de mucha ayuda. La flexibilización cuantitativa en la eurozona y el Reino Unido se ve limitada por una inflación por encima del nivel objetivo. La Reserva Federal de EEUU probablemente inicie una tercera ronda de flexibilización cuantitativa (QE3), pero esta ofrecerá muy poco y llegará demasiado tarde. El año pasado la flexibilización cualitativa (QE2) de $ 600 millardos y de $ 1 billón de dólares en recortes de impuestos y transferencias logró un crecimiento de apenas el 3% durante un trimestre. Posteriormente, el crecimiento cayó bruscamente a menos del 1% en el primer semestre del año 2011. QE3 será de mucho menor tamaño, y logrará mucho menos en cuanto a reactivar los precios de los activos y restaurar el crecimiento.

La depreciación de la moneda no es una opción viable para todas las economías avanzadas: todas ellas necesitan una moneda más débil y una mejor balanza comercial para recuperar el crecimiento, pero no todas ellas pueden estar en esta situación al mismo tiempo. Así que depender de los tipos de cambio para influir en la balanza comercial es un juego de suma cero. Por esta razón se vislumbran en el horizonte guerras cambiaras; Japón y Suiza son los participantes de las primeras batallas por debilitar sus tipos de cambio. Otros pronto seguirán el ejemplo.

Mientras tanto, en la eurozona, Italia y España están ahora en riesgo de perder acceso al mercado, y en la actualidad las presiones financieras sobre Francia también van en aumento. Sin embargo, Italia y España son países demasiado grandes para quebrar y demasiado grandes para ser rescatados. Por el momento, el Banco Central Europeo comprará algunos de sus bonos como un puente con el nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF, por el nombre en inglés) de la eurozona. Sin embargo, si Italia y/o España pierden su acceso al mercado, los € 440 mil millones ($ 627 mil millones) del arca de guerra del EFSF podrían agotarse hasta finales de este año o principios del año 2012.

En ese momento, a menos que se tripliquen los fondos del EFSF -una medida a la que se opondría Alemania- la única opción que quedaría sería una reestructuración ordenada pero coercitiva de la deuda italiana y española, tal como ha ocurrido en Grecia. La reestructuración coercitiva de la deuda no garantizada de los bancos insolventes sería el siguiente paso. Por esta razón, aunque apenas ha empezado el proceso de desapalancamiento, se harán necesarias las reducciones de deuda si los países no pueden crecer o ahorrar o agrandarse por cuenta propia para salir de sus problemas de deuda.

Parece que Karl Max estuvo parcialmente en lo correcto al argumentar que la globalización, la intermediación financiera fuera de control, y la redistribución del ingreso y la riqueza de los trabajadores en beneficio del capital podría llevar al capitalismo a su autodestrucción (sin embargo se demostró que su idea de que el socialismo da mejores resultados fue errónea). Las empresas están recortando puestos de trabajo porque no hay suficiente demanda final. Sin embargo, al recortar puestos de trabajo se reduce el ingreso de los trabajadores, se aumenta la desigualdad y se reduce la demanda final.

Las protestas populares recientes, que se extienden desde el Medio Oriente hasta Israel y el Reino Unido, y la creciente ira popular en China -y que más temprano que tarde llegarán a otras economías avanzadas y mercados emergentes- son todas impulsadas ??por los mismos problemas y tensiones: creciente desigualdad, pobreza, desempleo, y desesperanza. Incluso las clases medias del mundo están sintiendo la presión de la caída de ingresos y oportunidades.

Para permitir que las economías orientadas al mercado operen como deberían y como pueden, tenemos que retornar al equilibrio adecuado entre los mercados y la provisión de bienes públicos. Esto significa alejarse tanto del modelo anglosajón de laissez-faire y economía vudú como del modelo europeo continental de los estados de bienestar impulsados por el déficit. Ambos modelos están resquebrajados.

El equilibrio adecuado hoy en día exige la creación de puestos de trabajo de manera parcial a través de estímulos fiscales adicionales dirigidos a las inversiones en infraestructura productiva. También requiere de impuestos más progresivos; más cantidad de estímulos fiscales a corto plazo junto con disciplina fiscal de mediano y largo plazo; de apoyo de préstamos de última instancia por parte de las autoridades monetarias a fin de prevenir corridas bancarias destructivas; de reducción de la carga crediticia de los hogares insolventes y de otros agentes económicos que atraviesan dificultades económicas; de supervisión y regulación más estricta de un sistema financiero que está fuera de control; y de fraccionamiento de los bancos que son demasiado grandes para quebrar y de los fondos de inversión oligopolísticos.

Con el tiempo, las economías avanzadas tendrán que invertir en capital humano, capacitación y redes de seguridad social para aumentar la productividad y permitir que los trabajadores compitan, sean flexibles y prosperen en una economía globalizada. La alternativa es -igual que en la década de 1930- interminable estancamiento, depresión, guerras cambiarias y de balanza comercial, controles de capital, crisis financiera, insolvencias soberanas, y masiva inestabilidad política y social.

(Nouriel Roubini es presidente de Roubini Global Economics, profesor en la Escuela Stern de Administración de Empresas de la Universidad de Nueva York y coautor del libro Crisis Economics)

Un sistema en el que se socializan las pérdidas y se privatizan las ganancias, no es el capitalismo

"Lo que podemos hacer, lo que deberíamos hacer, es reconocer que limitar los intereses en la inversión de capital propio de los bancos comerciales es en el interés de la competencia abierta y justa, así como de la protección de la provisión de servicios financieros esenciales"…

"Deberíamos imponer límites a las negociaciones de valores con capital propio por parte de los bancos y los holding bancarios, así como restricciones a la propiedad o auspicio de fondos de cobertura o fondos de capital privado de inversión"…

"Cuando un banco es de hecho un cliente al negociar su propia cuenta, "inevitablemente se encontrarán a sí mismos consciente o inadvertidamente, actuando en fines cruzados para los intereses de cliente comercial no relacionado de un banco"…

"Los bancos no deben ser hedge funds"… "La red de seguridad que el Gobierno ofrece a los bancos a través del Fondo de Garantía de Depósitos (FDIC) y de los rescates de emergencia de 2008, no debe amparar las actividades de alto riesgo que han provocado la crisis. Es decir, esta protección debe aplicarse a los depositantes, no a los especuladores"…

"La primera regla de esta reforma sea que los bancos no pueden poseer ni operar hedge funds… Aunque no pretende prohibir estos vehículos, como tampoco el capital riesgo; lo que no se quiere es que ni ellos ni los bancos que actúan como ellos operen con una red pagada con dinero público"… "Estos vehículos son, y deben ser, libres para operar, innovar, invertir… y quebrar"…

Se trata, de imponer los métodos para minimizar estas quiebras en "las fábricas básicas de los mercados financieros". "La necesidad esencial es protegernos contra el exceso de apalancamiento, e insistir en los niveles de capital y liquidez adecuados"…

(Paul Volcker (82 años) ex presidente de la Reserva Federal en los años 80 y antecesor de Alan Greenspan representa a la mano de hierro de la política monetaria, más cercano a las tesis ortodoxas y restrictivas del Bundesbank, que a la fiesta de tipos bajos y dinero gratis desencadenada por sus sucesores en la última década)

La Volcker "rule" (como Gary Cooper: "sólo ante al peligro")

– ¿Se puede reformar el sistema financiero global? (Project Syndicate – 4/6/12)

(Por Paul Volcker) Lectura recomendada

Hong Kong.- En la actualidad hay abundantes pruebas de que los sistemas financieros pueden dejar de funcionar correctamente, de lo que sirven como ejemplo Asia en los noventa y Estados Unidos y Europa una década después. Cuando ello ocurre, se paga un costo intolerable en la forma de interrupción del crecimiento y desempleo.

Pero una reforma del sistema no será posible, o resultará muy endeble, a menos que se alcance un consenso internacional en torno a ciertos temas clave. La libertad del dinero, de los mercados financieros y de las personas para trasladarse de un lugar a otro (y, de ese modo, eludir reglamentaciones e impuestos) puede ser un freno aceptable e incluso constructivo al exceso de intervención oficial, pero no cuando eso da pie a una competencia desregulatoria entre países que impide la adopción de normas éticas y prudenciales necesarias.

Tal vez lo primero en lo que habría que pensar sea adoptar un enfoque coherente y uniforme para enfrentar las situaciones de quiebra inminente de instituciones de "importancia sistémica". Tanto los contribuyentes como los gobiernos están cansados de salvar instituciones financieras por temor a una sucesión de quiebras en cadena con efecto destructivo, sabiendo que la posibilidad de rescate alienta a los acreedores a asumir riesgos desmesurados.

En Estados Unidos, la legislación ha instaurado nuevos métodos que sustituyen a los procedimientos de quiebra vigentes y exigen la disolución (y no el rescate) de las empresas en bancarrota, sea por venta, fusión o liquidación. Pero para que esta iniciativa tenga éxito será necesario que la acompañen medidas complementarias en otras partes del mundo, especialmente en el Reino Unido y otros centros financieros clave.

Esto no implica necesariamente una estricta uniformidad regulatoria. Por ejemplo, respecto de la protección de la banca comercial contra los riesgos de la inversión con fondos propios, de carácter más especulativo, puede ser que los tipos de políticas que emplean el Reino Unido y Estados Unidos sean diferentes, pero el temor que las inspira es bastante similar; a su vez, este problema tal vez no sea tan acuciante en otros países que siguen otras tradiciones y donde las operaciones de inversión están más limitadas. Pero aun así, una jurisdicción no debería tomar medidas que con el fin de competir menoscaben las restricciones impuestas por otra.

Hay otra reforma estrechamente relacionada, que es la del sistema monetario internacional. Incluso podríamos preguntarnos si lo que hay en la actualidad es realmente un "sistema", al menos en comparación con los acuerdos de Bretton Woods y, más allá en el tiempo, con la aparente simplicidad del patrón oro. Hasta ahora nadie ha sido capaz de ejercer autoridad en forma sistemática y coherente, y no existe una moneda internacional que cuente con aprobación y control internacional.

Es de suponer que el ideal de tener un régimen monetario internacional bien definido y eficaz se ha vuelto más difícil de llevar a la práctica, ahora que los mercados y los flujos de capitales son muchísimo más grandes e impredecibles que antes. También se dice que la economía mundial creció (y los países emergentes prosperaron) a pesar de no haber un sistema más organizado.

Pero a menudo se pasa por alto que la falta de un orden monetario internacional estuvo en el origen de las sucesivas crisis financieras de los noventa, y que su papel fue incluso más evidente en la crisis que estalló en 2008. En esto se destacan los desequilibrios sostenidos y, en cierto modo, complementarios, de Estados Unidos y Asia.

Entre 2000 y 2007, Estados Unidos acumuló un déficit de cuenta corriente por valor aproximado de 5,5 billones de dólares, acompañado por aumentos compensatorios casi simétricos en las reservas de China y Japón. A China le convenía mantener un gran superávit comercial y usar la elevada tasa de ahorro interno y el ingreso de inversión extranjera para sostener su industrialización y su veloz crecimiento.

En cambio Estados Unidos, enfrentado al problema del crecimiento lento, se limitó a sostener niveles de consumo excepcionalmente altos en perjuicio del ahorro personal. Esto permitió que se formara una enorme burbuja inmobiliaria que al estallar hizo muchísimo ruido (y dejó a todo el mundo muy alterado).

La lección práctica insoslayable es que cuando se deja a los países aplicar a su arbitrio sus propias herramientas políticas, puede ocurrir que las preferencias de cada uno conduzcan a la aparición de desequilibrios prolongados y a la larga, insostenibles. Antes o después, será necesario un ajuste: si no es a través de una política interna cuidadosa o del buen funcionamiento del sistema monetario internacional, será a través de una crisis financiera.

No hace mucho tiempo, hallábamos tranquilidad en la teoría de que para mediar los ajustes internacionales en forma oportuna y ordenada era suficiente permitir la flotación de los tipos de cambio. Pero en el mundo real, hay muchos países (sobre todo las pequeñas economías abiertas, pero también otras) para los que sencillamente resulta inviable o indeseable permitir la flotación de sus monedas.

La conclusión inevitable, por desagradable que sea, es que para formar parte activa de una economía mundial abierta es preciso ceder cierto grado de soberanía económica. O, para expresarlo en términos más positivos, estar dispuestos a una coordinación de políticas más efectiva. Esto admite diversas posibilidades, por ejemplo:

· Una mayor vigilancia por parte del Fondo Monetario Internacional y un compromiso más firme de los países a respetar las "buenas prácticas" y las normas acordadas.

· Un mecanismo de consultas obligatorias, seguidas por la formulación pública y directa de recomendaciones por parte del FMI, el G20 u otros organismos.

· Un sistema de calificación o descalificación para el uso de fondos del FMI u otras fuentes de financiación (por ejemplo, los acuerdos de intercambio monetario entre bancos centrales [swaps]).

· Cobro de intereses u otras multas financieras (en sintonía con las propuestas que se estudian en Europa).

Pero si adoptar soluciones que aprovechen las lecciones de los fracasos del pasado no fuera suficientemente efectivo, podría ser más promisorio repensar la idea de la flotación cambiaria. Esto exigiría llegar a algún acuerdo respecto de cuáles son los tipos de cambio de "equilibrio" adecuados, dejando una franja de valores bastante amplia que dé cuenta de la incertidumbre y permita al mercado ejercer su propia disciplina. Pero cada país por separado debería orientar sus intervenciones y sus políticas económicas hacia el objetivo de defender el tipo de cambio de equilibrio; o se podría emplear una modalidad más radical, en la que una autoridad internacional autorizara a los socios comerciales de un país a aplicar medidas contundentes para fomentar la coherencia del sistema.

Otro tema muy importante es que haya una moneda de reserva apropiada y liquidez internacional suficiente. Por muchos años, la respuesta práctica fue usar para ello el dólar (y hasta cierto punto, otras monedas nacionales), pero esto provocó quejas por el "privilegio excesivo" que se le confería a los Estados Unidos. Sin embargo, a Estados Unidos no lo beneficia acentuar y ampliar su déficit de balanza de pagos en detrimento de una economía con competitividad internacional, fortaleza industrial y restricción del consumo. Y al resto del mundo le conviene la flexibilidad que ofrece la moneda de la economía más grande, más fuerte y más estable del mundo.

Para que una moneda sirva como medio de reserva, su oferta debe ser limitada, pero también debe tener elasticidad suficiente para satisfacer las necesidades, grandes e impredecibles, que pueden surgir en un mundo financiero turbulento. Y sobre todo, debe ofrecer garantías de estabilidad y disponibilidad, lo cual es un argumento más a favor de la practicidad que supone usar una moneda nacional, o tal vez una canasta de ellas.

(Paul Volcker is a former chairman of the US Federal Reserve Board)

– Cuentas y cuentos: no están todos los que son… pero sí, son todos los que están

Después de este listado de "agravantes" (políticamente incorrecto, tal vez desordenado, y seguramente incompleto), podemos volver a la pregunta original:

¿Se ha perdido de confianza en la "economía de mercado", en los países avanzados?

El escepticismo de las clases medias es, probablemente, la consecuencia política más palmaria de la crisis económica. La cohesión social que ha permitido mantener a las clases medias dentro del "sistema de economía de mercado" ha saltado por los aires.

Está acreditado que a medida que se produce un ensanchamiento de las desigualdades salariales o un deterioro creciente de las condiciones laborales (empleo de usar y tirar), la polarización social tiende a aumentar. La identificación con el sistema económico se evapora. No hay interés para permanecer dentro.

Si el modelo económico y social no es capaz de proteger a los hogares, parece evidente que no hay ninguna razón para creer en él. Sobre todo cuando en paralelo el sistema fiscal se ha apoyado fundamentalmente en los asalariados al tiempo que privilegiaba a quienes obtienen sus rentas de fuentes no salariales.

Hasta hace muy poco tiempo se entendía que la erradicación de la pobreza dependía fundamentalmente de la creación de empleo, pero el nuevo orden económico internacional lo que ha provocado es, en realidad, un deterioro sin parangón de las condiciones salariales en los países occidentales, lo que explica que ya no basta con tener una ocupación para escapar de la pobreza. De ahí que muchos gobiernos se vean obligados a echar mano de los impuestos para asegurar un mínimo de supervivencia.

El problema es que esos recursos salen, precisamente, de otros asalariados con ingresos insuficientes, lo que provoca un círculo vicioso. Una especie de socialización de la pobreza. Se ha quebrado la creencia de que la historia es una progresión continúa -con altibajos en determinados procesos históricos- en pos de mayores cotas de libertad y educación.

Millones de hogares que antes tenían sentido de pertenencia a las clases medias se ven hoy muy cerca de la pobreza relativa. Sin duda, por la eclosión de eso que se ha venido en denominar "trabajadores pobres", y que afecta no sólo a los empleados de baja cualificación, sino también a ciudadanos bien formados atrapados por una frustración creciente.

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