La nueva normalidad: economía desigual, pobreza, exclusión social y marginalidad (página 6)
Enviado por Ricardo Lomoro
Anteriormente, el sistema se basaba en que los empresarios pagaban a los trabajadores lo suficiente para que éstos pudieran comprar lo que sus empresas vendían. Ese pacto social es el que se ha quebrado, y de ahí la radicalización de las clases medias, que progresivamente se han visto amenazadas y han ido abandonando su papel de ciudadanos para convertirse en espectadores de una realidad que se cuenta en la televisión como un producto de entretenimiento.
El costo de la desigualdad y la falta de oportunidades, han acabado por demostrar a las clases medias de los países avanzados, que esa "realidad" que se cuenta por televisión es pura propaganda, y como lo resumió muy bien George Orwell: "Toda propaganda es mentira, incluso cuando dice la verdad".
La crisis de las clases medias en los países avanzados es anterior al estallido de la burbuja del crédito. Su origen hay que encontrarlo en la insuficiencia de puestos de trabajo (los altos niveles de desempleo estructural en muchos países) y el deterioro de algunos servicios públicos esenciales (deficiencias de los sistemas educativos y sanitarios) que antes servían de pararrayos social, Como consecuencia de ello, un número cada vez más relevante de ciudadanos se siente extraño al sistema económico.
Lo que se ha roto son las certezas y el mundo previsible. El mundo de la seguridad, del que hablaba Stefan Zweig. Hasta hace bien poco, se pensaba que los avances técnicos -y su corolario en términos de productividad– serían suficientes para lograr el progreso social. Hoy ya no es así.
Mientras que en la sociedad industrial o de clases la cuestión social giraba en torno a cómo repartir la riqueza producida de forma colectiva (y la historia del siglo XX refleja hasta qué punto la lucha entre los diferentes agentes económicos fue encarnizada), en la nueva sociedad del riesgo se seguirá produciendo de una manera desigual, pero su volumen ya no estará garantizado. Y es aquí cuando surge lo que ha venido a definirse como los "nuevos pobres". O la nueva pobreza, como se prefiera. Un fenómeno en el que se ven envueltos nuevos colectivos que antes se consideraban protegidos contra las inclemencias económicas: profesionales, empleados públicos, pensionistas, parados de larga duración o estudiantes con dificultades para su inserción laboral.
Antes el trabajador era necesario para que algunos ganaran, ahora hay gente que gana sin necesidad de que nadie trabaje para ellos. El resultado de esta situación es una profunda desigualdad. Que no solo alcanza a los parados, sino también a una gran parte de los trabajadores asalariados.
– El "teorema" de la Gran Depresión: Informes de Organismos Internacionales
Perspectivas laborales y sociales en el mundo – Tendencias en 2015- OIT (enero 2015)
Resumen
Nuevas turbulencias en el horizonte del empleo
La economía mundial sigue progresando, aunque registra tasas muy inferiores a las previas a la crisis global de 2008 y no permite colmar las amplias brechas laborales y sociales que han surgido. Actualmente, el desafío de recuperar los niveles de desempleo y subempleo anteriores a la crisis sigue siendo una ardua tarea, con los considerables riesgos sociales y económicos que entraña la situación.
La brecha global de empleo causada por la crisis sigue ampliándose
El presente informe revela que las perspectivas laborales en el mundo empeorarán durante los próximos cinco años. En 2014 más de 201 millones de personas estaban desempleadas, 31 millones más que antes de que irrumpiese la crisis global. Se prevé asimismo que el desempleo mundial aumente en 3 millones de personas en 2015 y en 8 millones durante los siguientes cuatro años.
La brecha mundial de empleo, que mide el número de puestos de trabajo perdidos desde el inicio de la crisis, se sitúa, hoy, en 61 millones de personas. Si se incluye a las personas que se incorporarán al mercado de trabajo durante los próximos cinco años, para colmar la brecha en el empleo que ha generado la crisis será preciso crear 280 millones de empleos nuevos para 2019.
Los jóvenes, en particular las mujeres jóvenes, siguen viéndose afectadas por el desempleo de manera desproporcionada. En 2014, cerca de 74 millones de personas (de entre 15 y 24 años) buscaban trabajo. La tasa de desempleo de los jóvenes casi triplica la de los adultos. El aumento del desempleo de los jóvenes es común a todas las regiones y prevalece a pesar de la mejora del nivel de educación, lo que fomenta el malestar social.
La situación del empleo está mejorando en algunas economías avanzadas, si bien sigue siendo difícil en gran parte de Europa…
En las regiones, la perspectiva laboral ha experimentado un cambio drástico. La recuperación del empleo continúa en las economías avanzadas en conjunto, aunque con importantes diferencias entre los distintos países. En el Japón, los Estados Unidos de América y algunos países europeos, el desempleo está disminuyendo y en ocasiones recupera los niveles anteriores a la crisis. En Europa meridional el desempleo decrece lentamente, aunque respecto de tasas excesivamente elevadas.
…. y empeora en economías emergentes y en desarrollo
En cambio, tras un período de mejores resultados en comparación con la media global, la situación se está deteriorando en algunas regiones y economías de ingresos medianos y en desarrollo, como América Latina y el Caribe, China, Federación de Rusia y algunos países árabes. La situación laboral no ha mejorado mucho en el África Subsahariana a pesar de registrar mejores resultados en el crecimiento de la economía hasta fechas recientes. En la mayoría de esos países, se prevé que el subempleo y el empleo informal se mantengan persistentemente altos durante los próximos cinco años.
La considerable caída de los precios del petróleo que ha continuado a principios de 2015, de mantenerse, mejorará algo las perspectivas de empleo en los países importadores. No obstante, es poco probable que compense las repercusiones de una recuperación todavía frágil y desigual que no favorecerá a los exportadores de petróleo.
En consecuencia, las mejoras en el empleo vulnerable se han estancado en países emergentes y en desarrollo. Se prevé que la incidencia del empleo vulnerable se mantenga constante en términos generales en torno al 45 por ciento del empleo total durante los próximos dos años, en marcado contraste con las reducciones observadas durante el período anterior a la crisis. El número de trabajadores con empleos vulnerables en el mundo ha aumentado en 27 millones desde 2012, y actualmente se cifra en 1440 millones. El África Subsahariana y Asia Meridional registran más de la mitad del empleo vulnerable en el mundo, donde esa situación afecta a tres de cada cuatro trabajadores.
Asimismo, se han ralentizado los progresos para reducir el número de trabajadores pobres. A finales de este decenio, según las previsiones, todavía uno de cada catorce trabajadores vivirá en condiciones de extrema pobreza.
Las desigualdades en los ingresos han aumentado, retrasando la recuperación mundial de la economía y el empleo
En promedio, en los países sobre los que se dispone de datos, el 10 por ciento más rico gana un 30-40 por ciento de los ingresos totales.
En cambio, el 10 por ciento más pobre gana alrededor del 2 por ciento de los ingresos totales. En algunas economías avanzadas, en las que tradicionalmente las desigualdades han sido muy inferiores a las de los países en desarrollo, las desigualdades en los ingresos han empeorado rápidamente después de la crisis y, en algunos casos, se están acercando a niveles registrados en algunas economías emergentes. En economías emergentes y en desarrollo donde, en general, las desigualdades han venido disminuyendo, los niveles se mantienen elevados y el ritmo de mejora se ha reducido considerablemente.
Algunos de estos acontecimientos obedecen a la reducción durante los últimos años de los puestos de trabajo rutinarios que requieren calificaciones medias. Esto se ha producido paralelamente a la demanda creciente de puestos de trabajo en los extremos superior e inferior de la escala de calificaciones. En consecuencia, trabajadores relativamente formados que solían ocupar estos puestos de trabajo que requerían calificaciones medias, se ven ahora cada vez más obligados a competir por ocupaciones que requieren pocas calificaciones. Estos cambios ocupacionales han configurado pautas de empleo y también han contribuido a ampliar la desigualdad en los ingresos registrada durante los últimos decenios.
Las crecientes desigualdades han socavado asimismo la confianza en los gobiernos, con unas pocas excepciones. La confianza en los gobiernos ha venido disminuyendo con particular celeridad en países del Oriente Medio y de África del Norte, aunque también en economías avanzadas, Asia Oriental y América Latina.
Cuestionamientos de esta magnitud, en particular si van acompañados por un estancamiento o una reducción de los ingresos, pueden contribuir al malestar social. El presente informe considera que el malestar social ha aumentado progresivamente debido a la persistencia del desempleo, tendía a disminuir antes de la crisis global y ha aumentado desde entonces. Los países que registran tasas altas o rápidamente crecientes de desempleo de los jóvenes son especialmente vulnerables a ese malestar social.
Es posible promover las perspectivas laborales y sociales
Este panorama turbulento puede cambiar si se abordan las principales deficiencias subyacentes. Como ya se ponía de relieve en anteriores análisis de la OIT, es preciso impulsar la demanda agregada y la inversión empresarial, inclusive mediante políticas laborales, de ingresos, empresariales y sociales. Los sistemas crediticios deben reorientarse para apoyar la economía real, en particular las pequeñas empresas. Es necesario hacer frente con convicción a las deficiencias de la zona del euro y las crecientes desigualdades deben abordarse con políticas del mercado de trabajo y fiscales bien diseñadas.
También hay que afrontar las persistentes vulnerabilidades sociales vinculadas a la frágil recuperación laboral, principalmente el elevado desempleo de los jóvenes, el desempleo de larga duración y el abandono del mercado de trabajo, sobre todo entre las mujeres. Para ello es preciso emprender reformas del mercado de trabajo inclusivas con objeto de apoyar la participación, promover la calidad del empleo y actualizar las calificaciones.
– La desigualdad entre ricos y pobres en la OCDE, en el nivel más alto desde hace 30 años (Vozpópuli – 21/5/15)
Diferencias de récord. Así lo alerta la OCDE en su último informe, según el cual, el 10% del llamado "club de los países ricos" gana 9,6 veces más que el 10% más pobre, un aumento notable respecto a la disparidad de 7-1 de los 80. Los jóvenes, los más afectados por la precariedad.
La desigualdad entre ricos y pobres en los países de la OCDE ha alcanzado su nivel más alto desde que existen datos desde hace tres décadas, según un informe publicado este jueves por esa organización en el que se recomienda reducir la precariedad laboral y las brechas salariales vinculadas a las diferencias de género.
"Hemos alcanzado un punto de inflexión. La desigualdad en los países de la OCDE está en su nivel más alto desde que existen registros. Las pruebas muestran que la alta desigualdad es mala para el crecimiento", ha declarado en un comunicado el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ángel Gurría.
La desigualdad ha alcanzado "un récord en la mayoría de países de la OCDE y tiene niveles incluso más elevados en muchas economías emergentes", agrega el estudio, que señala a Chile, México, Turquía, Estados Unidos e Israel como los países desarrollados con más desigualdad, frente a la mayor armonización salarial de Dinamarca, Eslovenia, República Checa y Noruega. El 10% de la población del llamado "club de los países ricos" gana 9,6 veces más que el 10% más pobre, una proporción que se ha incrementado respecto a la diferencia 7-1 de los años ochenta y del 9-1 de inicios del siglo actual.
En 2012, el 40% de los hogares más pobres de los 18 países de la OCDE con datos comparables disponía de solo el 3% de la riqueza, mientras que el 10% más favorecido "controlaba la mitad de la riqueza de los hogares". "El 1% más rico poseía el 18%" de la fortuna del conjunto de los hogares analizados, subraya el informe.
Según Gurría, que ha presentado el informe en París acompañado por la comisaria europea de Empleo, Marianne Thyssen, desarrollar una "acción política" para corregir ese problema es una respuesta "tan económica como social". "Al no atacar las desigualdades, los gobiernos cortan el tejido social de sus países y dañan el crecimiento económico a largo plazo", ha subrayado el máximo responsable de la OCDE.
La primera de las causas que detecta el informe "Juntos en ello. Por qué una menor desigualdad nos beneficia a todos", se centra en las condiciones de trabajo. "El creciente porcentaje de gente que trabaja a tiempo parcial, con contratos temporales o a través del autoempleo, es un eje importante de la creciente desigualdad", apuntan los investigadores de la OCDE.
Los jóvenes, los más afectados
La mitad de los empleos creados en los países miembros de esa organización entre 1995 y 2013 eran precarios y "los trabajadores temporales y poco cualificados, en particular, tienen muchos menos ingresos y más inestables que los permanentes".
El informe de la OCDE también destaca que los jóvenes son los más afectados por la precariedad, ya que el 40% no disfruta de un puesto de trabajo convencional y la mitad de los contratos temporales los firman personas que aún no han cumplido los 30 años. Otro factor clave para analizar el problema es la desigualdad de género. El creciente número de mujeres trabajando ha "ayudado a frenar la desigualdad", pero éstas siguen cobrando un 15% menos que los hombres. La proporción de hogares con mujeres que trabajan "se ha mantenido en niveles de hace 20 o 25 años, pero la desigualdad de ingresos ha crecido", agrega el estudio.
– Campeones en aumento de la desigualdad (Fedea – 27/5/15)
(Por Julián Messina)
De acuerdo con el nuevo informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo (OECD), la desigualdad en España crecía durante la crisis más que en ningún otro país de la OECD. El informe presenta el panorama más completo hasta el momento de la evolución de la desigualdad durante la crisis, y confirma tendencias que ya apuntaban otras publicaciones de las que se hizo eco Samuel Bentolila en entradas anteriores.
Desgraciadamente, los datos ofrecidos llegan hasta 2011 para la mayor parte de los países, por lo que no se puede estudiar lo que ha pasado en los últimos años. Sin embargo, más adelante argumentaré que es poco probable que el panorama haya mejorado en España durante 2012-2014.
Para medir la desigualdad usaremos el índice de Gini, que va de 0 a 1, e indica con cero máxima igualdad (todos los hogares en la sociedad obtienen el mismo ingreso) y con 1 desigualdad máxima. La evolución del índice de Gini muestra una cifra escalofriante para nuestro país: entre 2007 y 2011 la desigualdad en el ingreso de mercado de los hogares españoles creció en 8 puntos de Gini (Figura 1). Como muestra la Figura 2, España pasó en este corto período a ser uno de los países con mayor desigualdad de la OECD, con niveles muy cercanos a los del Reino Unido.
Figura 1. La evolución de la desigualdad durante la crisis en la OECD. 2011-2007
Fuente: Adaptado de OECD (2015), In It Together: Why Less Inequality Benefits All, OECD Publishing, Paris. http://dx.doi.org/10.1787/9789264235120-en
Figura 2. Los niveles de desigualdad alrededor de 2012 en países de la OECD
Fuente: Adaptado de OECD (2015), In It Together: Why Less Inequality Benefits All, OECD Publishing, Paris. http://dx.doi.org/10.1787/9789264235120-en
Para poner en perspectiva este aumento de la desigualdad vamos a compararlo con la evolución en otros países. Se ha hablado mucho de las posibles causas del aumento de la desigualdad durante las últimas décadas en los Estados Unidos, que para muchos economistas es motivo de preocupación. Fue ese mismo aumento de la desigualdad, entre otras motivaciones, el que desencadenó el movimiento de Ocupy Wall Street tras la caída de Lehman Brothers. Pues bien, entre 1984 y 2012 el índice de Gini del ingreso de mercado de los hogares en EEUU pasó de 0.43 a 0.51, es decir, creció en 8 puntos. Lo que en España ocurrió en 4 años en Estados Unidos llevó 18.
Hasta ahora hemos hablado del aumento de la desigualdad en el ingreso obtenido en el mercado por parte de los hogares. Esta medida no tiene en cuenta la estructura de impuestos y transferencias que alteran la distribución de la renta. En la mayor parte de los países de la OCDE esta redistribución es progresiva, es decir, hace que la desigualdad en el ingreso disponible (tras impuestos y transferencias) sea menor que la desigualdad medida según los ingresos de mercado. Como vemos en los puntos negros de la Figura 1, el Gini del ingreso disponible de los hogares creció mucho menos que la desigualdad en el ingreso de mercado. Aun así, España lidera el aumento en desigualdad también en esta medida. La tendencia se confirma con otra medida del cambio en desigualdad, el coeficiente entre los ingresos disponibles de los más ricos (pertenecientes al decil 90 de la renta disponible) y los más pobres (o el decil 10). La diferencia entre ricos y pobres en renta disponible se multiplica por dos en España durante este período, marcando distancias con la mayor parte de nuestros competidores. No obstante, como podemos deducir de la Figura 2, nuestros niveles de partida en la brecha entre ricos y pobres eran bajos. A pesar del rápido crecimiento nuestra economía presenta una distancia entre ricos y pobres en la renta disponible alrededor de 2012 muy por debajo de la de los Estados Unidos, aunque por encima de Francia, Italia e incluso el Reino Unido.
¿Por qué aumenta tanto la desigualdad en España durante la crisis? El informe plantea dos hipótesis interesantes. Los ingresos laborales son la principal fuente de ingresos de la mayoría de los hogares, y como Setphanne Bonhomme nos explicaba la desigualdad en el ingreso laboral en España tiende a fluctuar mucho más con el ciclo económico que en los países de nuestro entorno. Además, durante las expansiones nuestra economía genera mucho empleo que destruye rápidamente durante las recesiones, ahondando las fluctuaciones en la desigualdad del ingreso de los hogares. La figura 3 muestra que es la contracción del empleo, más que un aumento en los salarios relativos, el principal factor explicativo del aumento de la desigualdad en nuestro país. La caída del empleo durante la recesión, muy concentrada entre los trabajadores menos cualificados, contribuye al fuerte aumento de la desigualdad en los ingresos del trabajo, y a través de este mecanismo de la desigualdad en el ingreso de los hogares. Es por ello que es difícil pensar que las cifras de 2013 y 2014 vayan a reflejar un panorama más alentador. Por otro lado, es de esperar que a medida que se afiance la recuperación y empiece a caer el paro, la tendencia ascendente en desigualdad se revierta.
Figura 3. Descomposición de los cambios en el índice del Gini de los ingresos laborales.(Cambio en puntos porcentuales para la población en edad de trabajar).
Fuente: OECD (2015), In It Together: Why Less Inequality Benefits All, OECD Publishing, Paris. http://dx.doi.org/10.1787/9789264235120-en
La otra explicación es de tipo fiscal. El informe realiza una serie de simulaciones para entender el impacto de las medidas de política económica tomadas por los gobiernos entre 2008 y 2013 en la distribución de la renta disponible. Analizar la fiabilidad de estas simulaciones es complicado, pues el informe no presenta demasiados detalles y ofrece un análisis cualitativo de las políticas. Estos son los principales resultados. Por el lado de los ingresos, el aumento del IVA aparece como medida especialmente regresiva, seguida por el aumento del impuesto sobre la renta. Por el lado de los gastos, la reducción en la generosidad del seguro de desempleo, a pesar de la ampliación de la cobertura de las rentas mínimas de inserción, tendió también a ahondar la brecha entre ricos y pobres. En otras palabras, como veíamos al comparar la evolución del Gini de la renta disponible y el Gini de los ingresos de mercado, los sistemas de redistribución funcionaron durante la crisis, pero hubiesen hecho más para evitar un aumento de la desigualdad en ausencia de algunas de las reformas de los últimos años.
– Veinte millones de "ninis" se rinden y dejan de buscar empleo (Expansión – 27/5/15)
Esta cifra supone casi la mitad de los 39 millones de ninis de entre 16 y 29 años que se contabilizaban en los 34 estados de la OCDE en 2013.
Alrededor de 20 millones de ninis -jóvenes que ni estudian ni trabajan- de los estados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) pueden haber salido ya del sistema educacional, social y laboral de sus países al no buscar empleo, advierte el último informe de este organismo.
La OCDE advierte de que la situación es especialmente preocupante en los países del sur de Europa, como en España y Grecia, donde más del 25 % de los jóvenes adultos en 2013 podían ser considerados ninis.
Esta condición constituye no sólo una "desgracia personal", sino una "inversión desperdiciada", porque las habilidades adquiridas durante su educación no se aplican de forma productiva y suponen una "potencial carga" para sus países, subraya el documento.
Una de las razones de este "desaprovechamiento de potencial humano" es que "demasiados jóvenes concluyen su educación sin haber adquirido las habilidades necesarias y tienen así dificultad para encontrar trabajo".
Falta de competencia y mercado laboral desfavorable
Según el Programa Internacional para la Evaluación de las Competencias de los Adultos (PIAAC, por sus siglas en inglés) de la OCDE, el 10% de los nuevos graduados son competentes sólo en los niveles más bajos de manejo del lenguaje y el 14%, del cálculo numérico. Esta falta de competencia asciende a más del 40% en aquellas personas que abandonan la escuela antes de finalizar la educación secundaria. De media, más del 8% de los jóvenes de entre 16 y 24 años ha dejado la escuela ante de concluir la secundaria superior; En España, uno de cada cuatro jóvenes se encuentra en esa situación, la tasa más elevada entre los países de la OCDE.
Una vez dentro del mercado laboral, uno de cada cuatro jóvenes tiene un contrato temporal, lo que se traduce en una tendencia a un menor uso de sus habilidades y en oportunidades más reducidas de capacitación que sus colegas con una relación laboral indefinida. Mientras, el 13% de los jóvenes empleados están sobrecualificados para sus empleos, lo que supone que algunas de sus habilidades están siendo desaprovechadas.
Según el informe, es poco probable que la situación cambie sustancialmente en los próximos años, dado el lento crecimiento que se prevé para muchos de los países, sobre todo los europeos.
Medidas
Entre otras medidas, la OCDE llama a garantizar que todos los jóvenes finalicen la escuela con un amplio abanico de habilidades cognitivas, sociales y emocionales, y a ayudarles a ingresar en el mercado laboral. Asimismo, es importante "desmantelar las barreras institucionales al empleo juvenil" y asegurar que los primeros contratos temporales representan un paso más hacia una ocupación estable. Además, la OCDE llama a identificar y ayudar a aquellos ninis fuera del sistema a reinsertarse. El informe destaca asimismo la necesidad de anticiparse las habilidades que necesita el mercado laboral y garantizar que se desarrollan en el sistema educacional y de formación profesional.
In It Together: Why Less Inequality Benefits All – OECD – 2015
G-7
EU-28
G-7
EU-28
– La crisis aumenta la explotación laboral de extranjeros en Europa (El País – 2/6/15)
El 20% de los expertos detectan al menos dos casos por semana
(Por Lucía Abellán Bruselas)
La explotación laboral a extranjeros dista de ser una excepción en Europa. La agricultura, la construcción, la hostelería y el trabajo doméstico son actividades en las que percibir salarios de miseria -hasta de un euro la hora-, trabajar 12 horas siete días a la semana o recibir coacciones está "particularmente extendido". Es la principal conclusión de un estudio que la Agencia de Derechos Fundamentales, dependiente de la UE, lanza hoy para alertar de que la crisis está propiciando la llamada explotación laboral severa, perseguible en los tribunales.
"Preguntamos a los expertos con cuánta frecuencia encontraban estas situaciones y una quinta parte de ellos identificaban explotación dos o más veces por semana. Es una experiencia cotidiana para la gente que trabaja sobre el terreno", aseguró ayer a la prensa Albin Dearing, responsable del informe, que reúne más de 600 testimonios de policías, inspectores, sindicatos y otros profesionales con experiencia en 21 de los Estados miembros (España entre ellos). Este experto rechaza precisar si las situaciones de abuso son mayores en los países más golpeados por la crisis, pero concede que las dificultades económicas han aumentado los riesgos.
Uno de los principales obstáculos para superarlo es la fragilidad de las víctimas a la hora de denunciar la explotación. Pocas veces los extranjeros se atreven a presentar quejas. "No lo hacen por el riesgo de ser expulsados del país, por la falta de conocimiento de sus derechos o por miedo a las represalias", explica el experto de la agencia europea, que pide mejorar las inspecciones. En España, la agricultura, la hostelería y el empleo doméstico encabezan los sectores que más vulneran los derechos básicos del trabajador.
Comunicado de prensa de la FRA
Viena/Bruselas, 2 de junio de 2015
Tolerancia cero a la explotación laboral severa, necesario según un informe de la FRA
Los consumidores desconocen a menudo que los alimentos que comen o la ropa que visten pueden estar fabricados por personas que trabajan en condiciones de severa explotación laboral. Una nueva investigación de la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de la UE revela que aunque la legislación comunitaria prohíbe ciertas formas de explotación laboral severa, los trabajadores que emigran a la UE o que se desplazan dentro de ésta corren el riesgo de convertirse en víctimas. Someter a un trabajador migrante a condiciones particulares de explotación laboral es un delito que en algunos Estados miembros de la UE se castiga con una pena máxima de dos años de privación de libertad, lo cual no se corresponde con la gravedad de la vulneración de derechos implicados.
"La explotación de trabajadores obligados por sus circunstancias económicas y sociales a aceptar unas condiciones de trabajo inferiores a las normas es inaceptable", señaló el Director provisional de la FRA Constantinos Manolopoulos. "Estamos hablando de un problema endémico, y para acabar con él debemos emprender medidas urgentes. Es necesario que los Estados miembros de la UE dediquen un mayor esfuerzo a fomentar la "tolerancia cero" en relación con las formas graves de explotación laboral, que adopten medidas para controlar la situación con mayor eficacia y que sancionen a los autores".
La investigación de la FRA se plasma en el primer informe de su clase en el que se examinan todas las formas de explotación laboral en la UE que afectan a trabajadores que se desplazan dentro o hacia la UE. Las conclusiones indican que la explotación laboral delictiva y/o criminal es amplia en una serie de sectores, en particular en la agricultura, la construcción, la hostelería y la restauración, el trabajo doméstico y la industria manufacturera, lo que se suma a un escaso riesgo de que los autores se enfrenten ante procesos penales o sean obligados a compensar a las víctimas. Esta situación no solo perjudica a las propias víctimas, sino que también socava las normas laborales en un sentido más amplio.
Aunque los trabajadores explotados están repartidos por diversas áreas geográficas y sectores económicos, suelen tener mucho en común, como el salario bajo (en ocasiones de 1 euro por hora o menos) o las jornadas laborales de 12 horas o más durante seis e incluso siete días a la semana. Un factor importante que contribuye a la presente situación de impunidad generalizada es que las víctimas no denuncian los hechos, dado que o bien se les impide hacerlo o no lo desean por temor a perder su empleo.
Entre las propuestas que realiza la FRA para mejorar la situación cabe citar las siguientes:
? Los Estados miembros deben garantizar inspecciones laborales exhaustivas, eficaces y con los recursos necesarios.
? Para mejorar la eficacia de las investigaciones de casos de explotación laboral severa debe haber una estrecha colaboración entre la policía, la fiscalía y las autoridades responsables del control (p. ej., inspecciones de trabajo, servicios auxiliares y asociaciones de empresarios), incluso en contextos fronterizos.
? Es necesario reforzar el acceso de las víctimas a la justicia, por ejemplo, propiciando que las víctimas sean más conscientes de sus derechos tanto antes como después de su llegada al país de la UE en el que trabajen.
? Las autoridades nacionales deben inspirar confianza y ofrecer sensación de seguridad y protección a fin de que los trabajadores sometidos a explotación se animen a denunciar sus experiencias, mientras que las inspecciones de trabajo y la policía deben colaborar más estrechamente para garantizar que se identifican los casos de explotación laboral grave siempre que se produzcan.
? Se insta tanto a las empresas privadas como a las autoridades nacionales a que no respalden la explotación laboral mediante la contratación o la subcontratación de empresas que realizan tales prácticas.
? Los consumidores deben estar informados del riesgo de que el origen de un producto o servicio determinados esté relacionado con la explotación laboral severa, y una manera de hacerlo es crear un sistema de certificación y marcas de productos que respeten los derechos de los trabajadores.
Severe labour exploitation: workers moving within or into the European Union – European Union Agency for Fundamental Rights – 2015
The term "severe labour exploitation" refers to all forms of labour exploitation that are criminal under the legislation of the European Union (EU) Member State where the exploitation occurs. The EU already has a solid legal framework that clearly proscribes labour exploitation, but implementation lags far behind. Article 5 of the Charter of Fundamental Rights of the EU prohibits all forms of slavery or forced labour, while Article 31 stipulates that every worker has the right to "fair and just" working conditions. The research for this report was undertaken to identify the barriers to workers" enjoyment of the fundamental right to decent working conditions in the EU.
Worker exploitation is not an isolated or marginal phenomenon. Consumers may come into contact with the results of severe labour exploitation when they buy potatoes or meat in a supermarket, stay at a hotel or eat in a restaurant, or drive past a construction site. Nevertheless, the phenomenon of worker exploitation in general has to date been the subject of less research than related phenomena, such as trafficking or forced labour. There is therefore scant evidence of the vast number of people who move from one EU Member State to another or migrate into the EU and are forced by their economic and social circumstances to accept working conditions far below recognised legal standards
Executive summary and FRA opinions
What this report is about
A number of Lithuanian citizens worked on farms as pickers in the Lincolnshire area of the United Kingdom, a region well known for its agriculture. They were subjected to very poor living and working conditions by a Latvian gangmaster, including living in "sheds" with limited access to hygiene facilities and limited contact with the outside world. The victims came from severely impoverished backgrounds. The situation was being monitored by the Gangmasters Licensing Authority (GLA), as it was clear that exploitation was being carried out. No criminal charges were, however, brought against the offenders and there was no redress for the victims, as they were not found to have been trafficked and so had no access to justice or support through the National Referral Mechanism.
In 2007, a group of 68 men and women from China were recruited through a Finnish recruitment company on behalf of a Finnish cleaning business. A Chinese recruitment company was also involved in the process, which collected 8,300- 13,000 in recruitment fees. The workers did not speak Finnish or English and so did not understand the contracts they signed. The perpetrators were finally prosecuted on extortionate work discrimination and aggravated usury. Charges were, nevertheless, dropped as there was a lack of evidence and the recruitment company was found not to have acted on behalf of the employer. The victims did not receive any compensation and had to pay part of the legal fees.
A Bulgarian couple worked on a farm in France picking fruit and vegetables. They were posted by a Bulgarian employer, lawfully employed by means of a labour contract in their native language, and had a lawful residence and employment status in the receiving country. Nonetheless, they were subject to extremely exploitative conditions of work and living. Although they worked for five months, they were paid for only six weeks. They worked for 15-16 hours daily. They were made to pick vegetables in the cold rain; they did not have the means to buy warmer clothes to suit the weather, and were not given any. The price of their return flight tickets was deducted from their salaries. On their return to Bulgaria, the victims reported their case to the National Commission for Combating Trafficking in Human Beings, which wrote to the local branch of the Bulgarian Ministry of the Interior"s Central Office for Combating Organised Crime in Sliven, asking it to investigate the case further and prevent future cases of labour exploitation by the same Bulgarian employer.
A thirdcountry migrant of eastern European origin came to Belgium in 2013 to work in construction in an irregular situation of residence. He had to endure poor working conditions, such as long working hours and significant underpayment. With little knowledge of the local language and Belgian institutions, he refrained from reporting his employer for fear of losing his job and his income, and getting into trouble with the authorities because of his irregular status. Social workers were aware of his situation but for reasons of confidentiality they did not report to the police without his consent. Victim support is, however, only available for recognised victims of trafficking in human beings who assist the investigation.
These are only four of the 217 case studies identified as part of the European Union Agency for Fundamental Rights (FRA) project on severe labour exploitation of workers moving within or into the European Union (EU), indicating the many faces and forms of severe labour exploitation.
This FRA report is about the human dignity of workers moving to another country in the hope of making a living, but ending up in situations of severe exploitation. It is often about workers who are ready to accept working conditions that are far below legal standards in the country where they work but still better than the situation of poverty and unemployment from which they fled. It is about workers who have moved to a different country -both EU citizens and thirdcountry nationals- who are severely exploited in the EU in many sectors of the economy, such as citizens from Romania gathering potatoes in Hungary; women from subSaharan countries exploited as aupairs in France; Portuguese men recruited for road construction projects in the Netherlands; North Korean men working as unskilled labourers at a shipyard in Poland; and fruit pickers from Bangladesh and Pakistan working in southern Greece. What these workers in different geographical locations and sectors of the economy often have in common is a combination of factors: being paid 1 or much less per hour, working 12 hours or more a day for six or seven days a week, being housed in harsh conditions, and not being allowed to go on holiday or take sick leave.
Severe labour exploitation of workers who have moved within or into the EU is common, although it often remains invisible to the public. In most cases, consumers are not aware that the oranges, wine, meat or potatoes they purchase in a supermarket, the shirt or shoes they buy in a shop, or the services they receive when in a hotel or restaurant may be produced by workers who have been or are being exploited.
Despite its pervasiveness in everyday life, severe labour exploitation and its adverse effects on thirdcountry nationals and EU citizens -as workers, but also as consumers- have to date received little attention from researchers, except for specific forms of exploitation that involve a high level of coercion by the offenders.
Trafficking consists in taking certain actions (recruitment, transportation, transfer, harbouring, reception) using illicit means (such as threat or use of force, abduction, deception, abuse of power) for the purpose of exploitation. However, while severe labour exploitation may be the result of trafficking, this is not always the case. Nor have victims of severe labour exploitation necessarily been coerced into working; they are victims of severe labour exploitation because their experience of work encompasses working conditions that extend far below what can be considered acceptable in law.
Public awareness of the phenomena discussed in this report results from incidents that attract media attention, for a short period of time. Such attention does, however, not usually lead to a wider discussion of what would need to be changed to prevent severe labour exploitation from penetrating labour markets and to ensure a level playing field in terms of labour costs in sectors affected by labour exploitation.
Severe labour exploitation affects both EU and nonEU citizens, regardless of their legal residence status. Article 31 of the EU Charter of Fundamental Rights recognises a worker"s right to fair and just working conditions regardless of his or her status as an EU citizen or a thirdcountry national and of whether the worker is in a regular or an irregular situation of residence.
This report focuses on the severe labour exploitation of workers moving within or into the EU, as moving country -generally- creates or exacerbates a situation of social and economic vulnerability. Social isolation resulting from not knowing the language of the country of destination, not having contacts among people outside the workplace and not being aware of local legal standards or where to turn when help is needed increases the risk of labour exploitation.
What at a macro level drives the severe labour exploitation of those who have moved to a new country for work is the combination of gross global economic disparities on the one hand and increasing global mobility on the other? As a result, growing numbers of people work abroad, driven by the economic situation in their home country. Sometimes, these workers feel that if they accept conditions that are exploitative, judged by the standards of their country of destination, they and their families may still be better off compared with the living conditions in their country of origin. Thus global disparities impact on local labour markets
Risk factors relating to the legal and institutional framework include:
deficiencies in the structures established to monitor working conditions of workers who have moved within or into the EU;
a lack of effective investigations resulting in a situation of widespread impunity for exploiters;
legislation rendering the situation of workers from third countries irregular and hence making them more vulnerable to severe exploitation.
Risk factors concerning workers" personal situations include:
difficulties in communication;
a low level of education;
extreme poverty experienced by workers in their country of origin.
Risk factors relating to workplaces include:
working in a sector of the economy that is particularly prone to severe labour exploitation;
working in isolation, with little contact with customers or the outside world;
precarious situations of employment, such as bogus selfemployment.
Risk factors created by employers include:
workers not having a contract written in a language they understand or not having a written contract at all;
workers not being informed of their entitlements;
employers exacerbating the dependency of workers, for example by providing accommodation or transport or by employing other family members
FRA opinions
Prevention
Awareness raising and promoting a climate of zero tolerance of labour exploitation
The practitioners interviewed during the fieldwork perceived an attitude among the general population in European societies of tolerating labour exploitation of workers from other countries. Such workers are seen as voluntarily accepting -albeit because of their poverty and marginalization- work under conditions that are exploitative. A lack of clear understanding of severe labour exploitation by practitioners who intervene in relevant situations also contributes to exploitative situations not being perceived or prioritised.
This tolerance towards labour exploitation stands in marked contrast to the legal situation. Severe forms of labour exploitation are extensively criminalised under EU and Member States" laws – although arguably not comprehensively and consistently enough. According to the field research – in particular expert interviews and case studies – the exploitation in the domestic work sector, for example in cleaning and caring for children or the elderly, has emerged for the general public as a grey area, potentially blurring the line between morally acceptable and unacceptable practices
Introducing the research in the context of international and EU law
Background to FRA"s project on severe labour exploitation
Expansion of a shadow economy
"Growing demand for cheap products and services stimulates the expansion of a shadow economy in which migrant labour is exploited. Irregular migrants arriving in destination countries often have no choice but to accept exploitative conditions and working practices ( ). Exploited workers are paid less and work harder making them attractive to unscrupulous employers who are seeking to decrease production costs".
Europol (2013), SOCTA 2013: EU Serious and Organised Crime Threat Assessment, The Hague, Europol, p. 12
In certain sectors of the economy, the exploitation of workers who move within or into the EU has become business as usual. Workers coming from other Member States or from third countries perform labour in conditions that offend against human dignity. This happens in agriculture, forestry, fishery, construction, catering, the textile industry, domestic work and other sectors. As one expert interviewed in the fieldwork commented:
"I think that institutions are aware that these persons meet the needs of a part of the economy and everyone knows it. I think there is a sort of pact of silence; in this way exploiters continue exploiting and administrations, in order to cover their own back, make a number of inspections". (Representative of a workers" organisation or trade union, Spain)
A 2013 Europol report on organised and serious crime in the EU highlighted the growing demands of labour markets and the particular vulnerability to labour exploitation of migrants in an irregular situation. While this points to the necessity of protecting the rights of workers, the Commission"s communication on the application of the Employer Sanctions Directive found that some Member States "have yet to implement the protective elements of the Directive in a satisfactory manner" and "are likely to need to make substantial efforts to improve not only their reporting on inspections, but also the inspections themselves and their prioritisation efforts through systematic identification of sectors at risk".
This coincides with the mounting concern of organisations working at the international level concerning the rights of workers moving within or into the EU in times of increasing labour migration under conditions of economic crisis. Addressing an area of particular concern, ILO"s
Domestic Workers Convention -Convention concerning decent work for domestic workers- entered into force in September 2013. A 2014 ILO report on Fair migration submits that, while "migration has moved center stage in national, regional and global policy agendas", it is "still too frequently associated with unacceptable labour abuses in the face of which inaction is an abdication of responsibility". In June 2014, governments, employers and workers decided at the ILO International Labour Conference to step up the global fight against forced labour, including slaverylike practices and labour trafficking, by adopting a protocol and a recommendation to supplement the Forced Labour Convention of 1930. The protocol, among other topics addressed, obliges members to "take effective measures to prevent and eliminate its use (the use of forced labour), to provide to victims protection and access to appropriate and effective remedies, such as compensation, and to sanction the perpetrators of forced or compulsory labour" (Article 1, paragraph 1). It also emphasises the necessity of strengthening labour inspection services (Article 2) and ensuring that victims have access to appropriate and effective remedies (Article 4)
Analysis of risk factors
The identification of circumstances that increase the likelihood of exploitation of workers who have moved within or into the EU (risk factors) forms a core component of this project. Questions about experts" assessment of factors that increase the risk of labour exploitation were in the forefront throughout the fieldwork phase.
There are many reasons for this strong focus on risk factors.
The first is that under human rights law, EU Member States are obliged according to the principle of due diligence to protect the rights of workers from other countries to decent working conditions from being violated by employers. However, this obligation does not mean that Member States are obliged to prevent, under all circumstances, any incidence of labour exploitation. It is not an obligation of result but of means and of best endeavour. Member States have to react to situations where the rights of workers who have moved within or into the EU to fair and just working conditions are in peril. While Member States are not in a position to safeguard each and every worker in all circumstances, they have to intervene and carry out a control function when there is a clear risk of a violation of workers" rights. Hence the findings from this project give concrete shape to standards of due diligence.
Secondly, and as a consequence of what has just been explained, these findings can serve to provide public authorities with practical information on fulfilling monitoring functions, and in particular carrying out workplace inspections. Effective monitoring is premised on an analysis of risk factors, which can direct the attention of authorities to workers facing a particular risk of labour exploitation. The findings from this project offer a tool that can be used in shaping inspection strategies and in countering risks. Article 14 of the Employer Sanctions Directive obliges Member States to "ensure that effective and adequate inspections are carried out" to control the employment of thirdcountry nationals in an irregular situation and specifies: "Such inspections shall be based primarily on a risk assessment to be drawn up by the competent authorities in the Member States". The risk assessment referred to by this provision should take into account all rights safeguarded by the Employer Sanctions Directive, including the right of thirdcountry nationals in an irregular situation, protected by Article 9 of the Directive, not to be subjected to "particularly exploitative working conditions".
Thirdly, the ILO estimates that "some 20,9 million people, or around three out of every 1.000 persons worldwide, were in forced labour at any given point in time" over a 10-year period from 2002 to 2011. However, such estimates should be treated with utmost care. While this project does not aim to provide quantitative estimates of the number of workers from other countries severely exploited in the EU, highlighting the areas of high risk, where it can plausibly be expected that workers who have moved within or into the EU are severely exploited, is arguably the best way to enable an appraisal of the quantitative dimension of labour exploitation. Where significant risk factors -in terms of the personal situation of the workers, of the workplace, of the legal and institutional framework, and of practices of employers in the particular sector- coincide, it would be careless to assume that exploitation does not occur. The project"s findings suggest that at least agriculture, forestry, fishing, construction, accommodation and food service activities, domestic work and some forms of manufacturing have to be considered sectors of high risk
Forms and severity of labour exploitation
From the field research, interviewees identified various combinations of the following circumstances which emerge as typical of situations of severe labour exploitation of workers moving within or into the EU in employment relationships:
no salary paid or salary considerably below legal minimum wage;
parts of remuneration flowing back to employer on various -and often unreasonable- grounds;
lack of social security payments;
extremely long working hours for six or seven days a week;
very few or no days of leave;
working conditions differ significantly from what was agreed;
worker lives at the workplace;
hardly any contact with nationals or persons from outside the company (or the family, in the case of domestic workers);
passport retained, limited freedom of movement.
Conclusions
According to the interviewed experts, the findings from the focus group discussions and the case studies, some of the most significant risk factors for labour exploitation of workers who have moved within or into the EU are:
a lack of sufficient monitoring;
a lack of investigations or ineffective investigations and the low risk of prosecution for offenders;
difficulties in communication when a worker from another country does not know the language of the place of work;
working in a sector that is particularly prone to labour exploitation;
working in isolation with little contact with people from outside the working environment;
workers not being given a written contract, not being informed of their rights or not being remunerated in a transparent and traceable manner;
the worker being in a situation of irregular residence or having a legal status that is predicated on employment by one particular employer
Employers involved in exploitative practices often pursue a strategy of avoiding transparency and traceability. This can include such practices as not providing a written contract in a language the employee understands, the involvement of temporary work agencies or subcontractors, payments being made in cash and at varying intervals, deductions from salaries being made on various grounds and no written information being passed on to workers. These practices all serve the dual purposes of obscuring the situation, thus making it more difficult for workers to understand their rights and whether or not they are being upheld, and concealing any evidence that would enable a public authority to discover precisely what the employment situation was in the event of an investigation. Hence, to foster the rights awareness of workers and to facilitate monitoring, standards and measures are required to enhance the transparency and the documentation of employment situations.
The risk factors detailed above should be taken into account in all interventions that respond to these risks, be they prevention strategies, monitoring and workplace inspections, or protection measures aiming to help victims to leave situations of severe exploitation
Poverty fuels criminal exploitation
"Poverty and declining prosperity provide fertile ground for criminal exploitation. ( ) Demand for cheap labour is bound to rise significantly as a result of a rapid expansion of the global consumer base, resulting in more labour exploitation in traditionally affected industries such as hospitality, construction or cleaning services. Industries not typically associated with this phenomenon may also be targeted".
For further information, see: Europol (2015), Exploring tomorrow"s organised crime, The Hague, Europol. p. 26
Conclusions
This report highlights the many challenges faced by EU Member States and also at EU level in making the right of workers who have moved within or into the EU to decent working conditions a reality. Unless efforts are considerably intensified to protect labour standards in the sectors of the economy affected by severe labour exploitation, there is a risk that labour standards will be further undermined and that this process will have an impact on ever more areas of the economy.
The huge differences in standards of living in Europe and globally, as well as workers" increasing mobility, are powerful forces that provide those employers in the EU who are prepared to exploit this situation with a supply of workers who are willing to accept substandard conditions.
Therefore, working conditions cannot be left to globalised labour markets but require rigid monitoring and control. Criminal law provisions protecting the right of workers to fair and just working conditions from particularly severe violations are a cornerstone of any effective protection.
In conclusion, the following points from the research findings should be emphasised.
-Strengthening the legal framework to protect workers" rights to fair and just working conditions
-Improving monitoring systems, workplace inspections and investigations
-Encouraging victims to report
-Strengthening specialisation and crossborder cooperation in all areas of severe labour exploitation
-Enhancing prevention, including systems of binding standards and reliable branding
-Creating a climate of zero tolerance of severe labour exploitation in societies
– La era del "estancamiento secular" (el "lamento" de Larry)
"Hoy en día, como la economía mundial está experimentando una transformación fundamental, los trabajadores de todo el mundo están viéndose sometidos a una gran presión. En particular en los países desarrollados, se deben ajustar las políticas sociales para prestar el apoyo que los grupos de menores ingresos necesitan, sin por ello dejar de fomentar el crecimiento y mejorar el bienestar.
Dicha presión ha sido implacable e ineludible. En los Estados Unidos, la remuneración real (ajustada a la inflación) para los hombres que sólo tenían el título de bachillerato se redujo en un 21 por ciento de 1979 a 2013. En gran parte de Europa, que brinda una mayor protección a los salarios, el desempleo se ha disparado, en particular desde que comenzó la crisis del euro en 2008. Alemania y algunos países del norte de Europa siguen siendo una excepción, si bien el mercado laboral alemán cuenta con un gran segmento de miniempleos de salario bajo.
El motor de esas tendencias es el cambio de la naturaleza del trabajo. Para empezar, los servicios han ido ganando terreno a escala mundial, en particular en las economías desarrolladas. De 1970 a 2012, la proporción de los servicios en el PIB de los países de la OCDE aumentó del 53 por ciento al 71 por ciento.
La nueva tecnología y las máquinas "inteligentes" no sólo están desplazando a muchos tipos de trabajadores en los sectores manufacturero y de servicios, sino que, además, están facilitando el ascenso de nuevos modelos empresariales, en los que las personas desempeñan trabajos (la mayoría de servicios con salario bajo) dentro de redes inconexas, en lugar de como empleados entregados por entero a su trabajo en organizaciones estructuradas
Por ejemplo, el servicio compartido de transporte de personas Uber tiene 162.000 conductores activos tan sólo en los Estados Unidos y está desplazando los servicios de taxi tradicionales. La empresa incipiente Handy abriga la esperanza de que su app logre un éxito similar conectando a clientes con contratistas independientes que prestan servicios diversos a los hogares. Al acelerarse la tecnología y mundializarse las cadenas de valor, los trabajadores deben adaptarse, ya sea cambiando de trabajo, trasladándose a otras localidades o adquiriendo nuevas aptitudes; imperativo particularmente oneroso para los trabajadores de mayor edad, pero que exige una nueva forma de planificar la vida para todos.
Algunas personas -en particular, las que adquirieron aptitudes valiosas y flexibles en un momento temprano de la vida, además de quienes ya cuentan con situaciones sólidas gracias a la riqueza heredada- pueden prosperar en esa clase de economía. Sin embargo, hay otros -y son millones- que no están preparados para la nueva era y su ansiedad cada vez mayor es la que está alimentando el ascenso de la política identitaria, cuyos dirigentes y movimientos populistas apelan a la solidaridad étnica o religiosa frente a las impersonales fuerzas del cambio"… ((Kemal Dervis, former Minister of Economic Affairs of Turkey and former Administrator for the United Nations Development Program (UNDP), is a vice president of the Brookings Institution – Project Syndicate – 9/6/15)
– Transcript of Larry Summers speech at the IMF Economic Forum, Nov. 8, 2013
I am very glad for the opportunity to be here. I had an occasion to speak some years ago about Stan's remarkable accomplishments at the IMF, when he left the IMF; and I had an occasion some months ago to speak about his remarkable accomplishments at the Israeli central bank, when he left the Israeli central bank. So I will not speak about either of those accomplishments this afternoon. Instead, the number that is in my mind is a number that I would guess is entirely unfamiliar to most of the people in this room, but is familiar to all of the people on this stage, and that is 14462. That is the course number that Stan Fisher's course in monetary economics at MIT for graduate students was. It was an important part of why I chose to spend my life as I have -as a macroeconomist- and I strongly suspect that the same is true for Olivier, and for Ben, and for Ken. It was a remarkable intellectual experience, and it was remarkable also because Stan never lost sight of the fact that this was not just an intellectual game: getting these questions right made a profound difference in the lives of nations and their people. So I will leave it to others to talk about the IMF and Israel and I will say to you, Stan, thank you on behalf of all of us for 14462 and all you have taught us ever since.
I agree with the vast majority of what has just been said – the importance of moving rapidly, the importance of providing liquidity decisively, the importance of not allowing financial problems to languish, the importance of erecting sound and comprehensive frameworks to prevent future crises. Were I a member of the official sector, I would discourse at some length on each of those themes in a sound way, or what I would hope to be a sound way. But I'm not part of the official sector, so I'm not going to talk about that. I'm going to talk about something else that seems to me to be profoundly connected; and that is the nagging concern that finance is too important to leave entirely to financiers. We have all agreed- and I think our agreement is warranted -that a remarkable job was done in containing the 2007-2008 crisis; that an event that in the Fall of 2008 was by most of the statistics -GDP, industrial production, employment, world trade, the stock market- worse than the Fall of 1929 and the Winter of 1930, ended up in a way that bears very little resemblance to the Great Depression. That is a huge achievement for which we rightly celebrate Ben and many others. (Recording skips) when there is a panic – and that time will surely come, somewhere and some place.
But there is, I think, another aspect of the situation that warrants our close attention, and tends to receive insufficient reflection, and it is this: the share of men, or women, or adults, in the United States, who are working today, is essentially the same as it was four years ago. Four years ago, the financial panic had been arrested. The TARP money had been paid back; credit spreads had substantially normalized; there was no panic in the air four years ago. That was a great achievement, how rapidly that happened. But in those four years, the share of adults who are working has not increased at all. GDP has fallen further behind potential, as we would have defined it in the Fall of 2009. And the American experience is not completely unique in this regard, and this experience is not completely unique, as Ken and Carmen's work has documented, in the wake of financial crises. I remember, at the beginning of the Clinton administration, we engaged in a set of long-run global economic projections. Japan's real GDP today is about half of what we believed it would be, what the IMF believed it would be at that time, what the World Bank believed it would be. It is a central pillar of both classical models and Keynesian models that it is all about fluctuations: fluctuations around the given mean, and that what you need to do is have less volatility. I wonder if a set of older ideas -that I have to say were pretty firmly rejected in 14462, Stan- a set of older ideas that went under the phrase "secular stagnation" – are not profoundly important in understanding Japan's experience, and may not be without relevance to America's experience.
Let me say a little bit more about why I'm led to think in those terms. If you go back and you study the economy prior to the crisis, there's something a little bit odd. Many people believe that monetary policy was too easy. Everybody agrees that there was a vast amount of imprudent lending going on. Almost everybody believes that wealth, as it was experienced by households, was in excess of its reality. Too easy money, too much borrowing, too much wealth. Was there a great boom? Capacity utilization wasn't under any great pressure. Unemployment wasn't under any remarkably low level. Inflation was entirely quiescent. So somehow, even a great bubble wasn't enough to produce any excess in aggregate demand.
Now think about the period after the financial crisis. You know, I always like to think of these crises as analogous to a power failure, or analogous to what would happen if all the telephones were shut off for a time. The network would collapse, the connections would go away, and output would of course drop very rapidly. There'd be a set of economists who'd sit around explaining that electricity was only four percent of the economy, and so if you lost eighty percent of electricity you couldn't possibly have lost more than three percent of the economy, and there'd be people in Minnesota and Chicago and stuff who'd be writing that paper… but it would be stupid. It would be stupid. And we'd understand that somehow, even if we didn't exactly understand in the model, that when there wasn't any electricity there wasn't really going to be much economy; and something similar was true with respect to financial flows and financial interconnection, and that's why it's so important to get the lights back on, and that's why it's so important to contain the financials.
But… imagine my experiment, where for three months, or two months, eighty percent of the electricity went off. GDP would collapse. But then ask yourself, what do you think would happen to the GDP afterwards? You'd kind of expect that there'd be a lot of catch-up: that all the stuff where inventories got run down would get produced much faster, so you'd actually kind of expect that once things normalized, you'd get more GDP than you otherwise would have had – not that four years later, you'd still be having substantially less than you had before. So there's something odd about financial normalization, if that was what the whole problem was, and then continued slow growth.
So what's an explanation that would fit both of these observations? Suppose that the short-term real interest rate that was consistent with full employment had fallen to negative two or negative three percent sometime in the middle of the last decade. Then what would happen? Then even with artificial stimulus to demand coming from all this financial imprudence, you wouldn't see any excess demand; and even with a relative resumption of normal credit conditions, you'd have a lot of difficulty getting back to full employment. Yes, it has been demonstrated, absolutely conclusively, that panics are terrible, and that monetary policy can contain them when the interest rate is zero. That has been demonstrated absolutely conclusively. It has been demonstrated, less conclusively, but presumptively, that when short-term interest rates are zero, monetary policy can affect a constellation of other asset prices in ways that support demand, even when the short-term interest rate can't be lowered. Just how large that impact is on demand is less clear, but it is there. But imagine a situation where natural and equilibrium interest rates have fallen significantly below zero. Then, conventional macroeconomic thinking leaves us in a very serious problem; because we all seem to agree that, whereas you can keep the Federal funds rate at a low level forever, it's much harder to do extraordinary measures beyond that forever – but the underlying problem may be there forever. It's much more difficult to say, well, we only needed deficits during the short interval of the crisis if aggregate demand, if equilibrium interest rates, can't be achieved given the prevailing rate of inflation.
And most of what would be done under the auspices -if this view is at all correct- would be done under the aegis of preventing a future crisis would be counterproductive, because it would in one way or other raise the cost of financial intermediation, and therefore operate to lower the equilibrium interest rate that was necessary. Now this may all be madness, and I may not have this right at all; but it does seem to me that four years after the successful combating of crisis, with really no evidence of growth that is restoring equilibrium, one has to be concerned about a policy agenda that is doing less with monetary policy than has been done before, doing less with fiscal policy than has been done before, and taking steps whose basic purpose is to cause there to be less lending, borrowing and inflated asset prices than there was before. So my lesson from this crisis is -and my overarching lesson, which I have to say I think the world has under-internalized- is that it is not over until it is over; and that is surely not right now, and cannot be judged relative to the extent of financial panic; and that we may well need, in the years ahead, to think about how we manage an economy in which the zero nominal interest rate is a chronic and systemic inhibitor of economic activity, holding our economies back below their potential.
Thank you very much.
(Video: Summers: Long Time Since Rapid, Healthy Growth)
– Larry Summers Has a Wintry Outlook on the Economy (Bloomberg Business – 18/11/13)
(By Peter Coy and Matthew Philips)
Larry Summers, the man who was almost chairman of the Federal Reserve, is awfully gloomy about U.S. growth prospects. In a Nov. 8 speech at the International Monetary Fund, he suggested the U.S. might be stuck in "secular stagnation" – a slump that is not a product of the business cycle but a more-or-less permanent condition. Summers"s conclusion is deeply pessimistic. If he"s right, the economy is incapable of producing full employment without financial bubbles or massive stimulus, both of which tend to end badly. The collapse of the debt-fueled housing bubble led to the crisis of 2007-09, and some policymakers worry that the Fed"s easy-money approach is setting the economy up for another fall. Witness the Dow Jones industrial average surpassing the 16.000 mark on Nov. 18.
The problem, as Summers sees it, is that the economy is being held back by what economists call the "zero lower bound"- interest rates, once cut to zero, can"t be reduced further to stimulate the economy. In a typical slump, the Federal Reserve encourages borrowing by reducing the interest rate to substantially below the rate of inflation, so people are effectively being paid to take out loans. (In econ jargon, that"s a "negative real interest rate"). But interest rates can"t be much below inflation when the inflation rate itself is close to zero, as it is now. Summers speculates that the interest rate would need to be 2 or 3 percentage points lower than the inflation rate to get the economy going. Right now that"s impossible: The Fed"s favored short-term measure of inflation is just 1,2 percent, and the federal funds rate can"t go any lower than its current range of zero to 0,25 percent.
That, says Summers, is why the economy is stuck in a rut. "We may need to deal with a world where the zero lower bound is a chronic and systemic inhibitor". He didn"t offer a solution in his speech, and could not be reached for an interview.
Summers, favored by many in the White House to run the Federal Reserve, withdrew from consideration in September, and now Fed Vice Chairman Janet Yellen is the nominee. While critics argued that Summers lacked the proper temperament to lead the Fed, no one has questioned his credentials as an economist. At age 28, he became one of the youngest tenured professors in Harvard University"s history on the strength of his economic research. He"s also been Treasury secretary to President Bill Clinton, president of Harvard, and director of President Obama"s National Economic Council.
Plenty of economists aren"t persuaded by Summers"s diagnosis of what ails the U.S. economy. "Instead of having more experiments with free money, let"s try the experiment of actually passing a budget. Wouldn"t that be novel?" says David Rosenberg, chief economist at Canadian investment firm Gluskin Sheff. "I fail to see how negative real interest rates are the correct prescription," he says. "How would you ever encourage the private sector to lend money at negative interest rates?" Adds Douglas Holtz-Eakin, a former director of the Congressional Budget Office who served as John McCain"s chief economic adviser during the 2008 presidential campaign: "We"ve had four years of extraordinarily loose monetary policy without satisfactory results, and the only thing they come up with is that we need more?"
Joseph LaVorgna, chief U.S. economist for Deutsche Bank (DB), says the economy doesn"t need extreme measures, because it"s starting to recover on its own. Pushing rates sharply negative -presumably by raising the rate of expected inflation- could rattle investors, LaVorgna says. "It could affect confidence and be a challenge to the animal spirits." Even some liberals sympathetic to Summers"s arguments aren"t fully on board. "How sure are we that negative real rates would give us the pop we need?" asks Jared Bernstein, a senior fellow at the Center on Budget and Policy Priorities. "It"s not obvious".
Summers has heard these arguments before. His point is that the conventional wisdom has failed – the medicine that once worked isn"t working anymore. If the economy"s "natural" interest rate is now substantially below zero, he said in the speech, "conventional macroeconomic thinking leaves us in a very serious problem".
What are the options if Summers is right? One is to continue monetary and fiscal stimulus. But that inflates the national debt and, possibly, asset bubbles. University of Michigan economist Miles Kimball has another approach: Break the zero lower bound by placing sharply negative interest rates on deposits – i.e., charging customers for keeping money in the bank. Depositors would normally defeat this tactic by pulling their money out and keeping it in cash. So Kimball proposes devaluing cash itself by tying its value to that of money deposited in the bank. "Paper currency could still continue to exist", Kimball writes, "but prices would be set in terms of electronic dollars (or abroad, electronic euros or yen), with paper dollars potentially being exchanged at a discount compared to electronic dollars". In practical terms, shoppers who paid cash would be assessed a surcharge that would grow over time. The pressure on consumers to buy before their money lost value would be intense.
Money that automatically loses value might seem like an overly risky tactic – unless Summers is right that the U.S. is sinking into a Japanese-style deflationary rut. In that case, bring on those negative rates.
– ¿Son las burbujas de activos el único camino hacia el crecimiento? (The Wall Street Journal – 18/11/13)
(Por Alen Mattich | Del blog MoneyBeat, de The Wall Street Journal)
¿Son las burbujas de activos la única manera en que los bancos centrales pueden impulsar la demanda?
Los principales economistas están empezando a preguntárselo. Y tanto los expertos como los gobernadores de bancos centrales se inclinan claramente a favor de mantener los precios de los activos al alza si esa es la única manera de lograr que la economía siga adelante.
Esto resultará ser, indudablemente, un error, aunque dadas las limitaciones con las que operan los gobernadores de los bancos centrales, es un error que probablemente crean que no tienen más remedio que cometer.
Lo cual sugiere que los mercados de renta variable seguirán saltando de un hito -el lunes, el Promedio Industrial Dow Jones rompió el nivel de 16.000 y el S&P 500 tocó los 1.800- a otro.
El debate, que se ha estado filtrando durante los últimos años, llegó recientemente a lo más alto de la lista de conversaciones gracias a Larry Summers, ex secretario del Tesoro estadounidense, después de su discurso a principios de noviembre en una conferencia de análisis del FMI.
En él, Summers hizo dos observaciones fundamentales.
Primera: a pesar de la opinión generalizada de que los bancos centrales habían mantenido los tipos de interés en niveles demasiado bajos y habían fomentado las burbujas de activos, no había indicios de sobrecalentamiento económico en los años previos a la crisis financiera en países como Estados Unidos. El desempleo no estaba en mínimos extremos y la inflación se comportaba de manera adecuada.
Segunda: las escaseces de producción causadas por la crisis financiera y la posterior gran desaceleración mundial no se han recuperado gracias a un repunte sustancial del crecimiento como cabría esperar.
¿Por qué?
Podría ser que las economías, incluida la estadounidense, hayan caído en el "estancamiento secular", como lo calificó Summers. En otras palabras, estas economías se han vuelto japonesas. Debido al exceso de ahorro mundial y al cambio tecnológico, su tipo de interés "natural" a corto plazo -es decir, el interés coherente con el pleno empleo- es desde hace tiempo -2% o -3%. Pero, como los tipos tienen un límite a la baja de cero, la política monetaria ha sido demasiado endurecedora, en lugar de demasiado laxa.
Desde la crisis, para combatir este límite cero a la baja de los tipos, los bancos centrales han tenido que recurrir a la política monetaria heterodoxa. Especialmente, compras de bonos y otros activos por parte de los bancos centrales, la llamada relajación cuantitativa, que, en parte, impulsa la demanda al generar efectos de riqueza positivos por el incremento de los precios de los activos.
Los gobernadores de los bancos centrales creen que sólo con lograr impulsar la demanda hasta un cierto nivel se convertirá en autosostenible. La producción aumenta, las inversiones de capital suben, la oferta se expande, la productividad laboral crece y, finalmente, el empleo se incrementa también hasta que se absorbe el exceso de capacidad. Al mismo tiempo, la inversión impulsa las tasas de crecimiento potenciales, o, en otras palabras, revitaliza la reciente trayectoria decepcionante.
Si el mecanismo primario para generar este crecimiento inicial pasa por los efectos de la riqueza, forzosamente, los bancos centrales tenderán a inflar burbujas de activos.
Esto es así porque la riqueza está distribuida de manera desigual. Debido a que una pequeña minoría de personas posee una gran mayoría de activos y debido a que hay límites en cuánto puede alguien consumir (gran parte de lo que compran los ricos, de hecho, son inversiones más que bienes de consumo), para que el efecto riqueza se traduzca en un aumento general de la demanda hay que aumentar muy sustancialmente los precios de los activos.
Y aquí es donde se materializa el problema.
La mayoría de la gente normal y corriente se ve obligada entonces a pedir prestado o recurrir a sus ahorros o vender algunos de sus activos para lograr nuevas y mayores tasas de consumo. Vender activos los concentra en manos de los ricos. Los ahorros ya se han gastado. Y como vimos en el último ciclo, el crédito para consumir activos inflados es peligroso, aunque los bancos centrales están haciendo todo lo que pueden para fomentar el crecimiento del crédito.
En algún momento, los salarios o los ingresos tienen que crecer hasta donde se justifican los precios inflados de los activos o los precios de los activos bajarán.
En el último ciclo, los precios de los activos bajaron, lo que provocó la crisis financiera. Los gobernadores de los bancos centrales no ven surgir burbujas de activos en este momento porque, según dicen, los actuales precios de los activos se justifican por las expectativas de niveles de crecimiento futuro y esos niveles de crecimiento están dentro del potencial de la economía.
Si se equivocan y están sobreestimando el crecimiento futuro, el resultado será demasiada inflación. Pero la inflación erosionará el valor de las deudas existentes y, con ello, justificará los actuales precios de los activos.
Y quizás los gobernadores de los bancos centrales crean que merece la pena correr el riesgo, demasiada inflación en el futuro es menos mala que demasiado poco crecimiento ahora. Ante la falta de una política fiscal lo suficientemente agresiva para compensar la falta de demanda, los responsables de los bancos centrales podrían creer, con toda razón, que están obligados a correr estos riesgos.
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