Esta correlación ha sido constatada por el profesor Michael Abramson, de la universidad australiana de Monash, en un detallado estudio entre 317 jóvenes con edades comprendidas entre los 14 y los 17 años, a los que se sometió a una batería de pruebas correlacionando los resultados con la intensidad y forma en la que utilizaban sus teléfonos móviles. Así, un cuarto de los encuestados afirmó enviar más de veinte mensajes cortos (SMS) a la semana, lo cual supone una cifra bastante considerable frente a la cuarta parte que reconoció hacer más de 15 llamadas a la semana.
Más peligrosa la idiocia que la radiación
Con todo, el origen de este estudio era comprobar en qué manera afectaba el uso de los móviles a nuestros adolescentes, ya que se está convirtiendo en un fenómeno generalizado en la juventud que cada vez lo pide a sus padres a edades más tempranas. La gran preocupación residía en comprobar de qué manera se veían afectados los cerebros de los jóvenes ante las radiaciones, máxime cuando éstos están en plena fase de crecimiento. Curiosamente, una vez analizados los resultados se concluyó que la radiación no estaba afectando al cerebro de los encuestados, o dicho más gráficamente por el mismo Abramson: "No creemos que los móviles estén friendo sus cerebros".
Pero el estudio arrojó otro dato inapelable: el envío de SMS mediante texto predictivo (aquel que nos va sugiriendo una palabra al ir tecleando las letras) estaba provocando una falta de precisión en la forma de trabajar de los adolescentes. Dicho de otra manera, sus cerebros estaban asumiendo que en la forma de trabajar primaba la velocidad frente a la precisión. Todo ello en detrimento de valores que en otras generaciones han primado más, como el respeto a la lengua, a la ortografía y la precisión en el trabajo.
… Muchos padres valoran positivamente el hecho de tener localizados a sus hijos en todo momento, y asumen como un daño colateral que su hijo corra el riesgo de convertirse en un analfabeto funcional, o bien que se aísle del resto de sus amigos pegado a la pequeña pantalla del móvil"…
(Del artículo: "Demostrado: los SMS atontan a los jóvenes" – Por José Mendiola – El Confidencial – 17/8/09)
Mientras tú, joven amigo, flotas en la idiocia (trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en las primeras edades de la vida) otros resuelven por ti. Te "mean en la cabeza" mientras te dicen que no te preocupes, "que es lluvia"… Lo único que esperan de ti, es que seas un "idiota feliz", un "adicto al consumismo" (y a otras drogas), un "zombi abducido", un "esclavo libre", un "extranjero" en tu propia sociedad, una "presa fácil" de la devastación laboral, un "excluido" del futuro…
En las próximas páginas, si me acompañas, intentaremos aclarar si ¿ha surgido una generación apática, desvitalizadora, indolente, mecida en el confort familiar?, buscaremos las razones por las que el virus del desánimo está minando la naturaleza vitalista y combativa de la gente joven, procuraremos demostrar que el discurso consumista ha resultado una trampa para tantos jóvenes audaces que creyeron en el maná crediticio y el crecimiento económico sin fin…
¿Será posible que esta juventud supuestamente acomodaticia y refractaria a la utopía sea la llamada a abrir nuevos caminos?
El asunto no es baladí: podemos estar asistiendo al primer proceso masivo de descenso social desde los tiempos de la Revolución Francesa.
Vivimos en una "sociedad anestesiada". Una sociedad en que "todo vale", y en ella los jóvenes se han instalado en una "impotencia confortable", en una "apatía destructiva" que se deriva de la ausencia de valores, de la relatividad moral, de la indiferencia ante quienes nos rodean.
Entre la melancolía de la izquierda y el cinismo de la derecha los líderes políticos están expropiando los años venideros. Resultan ser (por acción u omisión) los enemigos del futuro.
En medio de este escándalo, muchos de los bancos acusados de pirómanos -y que se salvaron de la quema con montañas de dinero público- vuelven a pagar bonus millonarios a sus ejecutivos. Vuelven a realizar sus actividades inútiles… si no destructivas, desde el punto de vista social.
¿Y después?
Günter Grass nos ayuda a contestar la pregunta, en "Mi Siglo", citando el último párrafo del breve poema "A los que han de nacer":
Cuando se hayan agotado los errores
tendremos como último acompañante
la Nada en frente.
Primero la desesperación, luego la cólera y finalmente… la violencia.
Lo explica muy bien Albert Camus en "El Hombre Rebelde": ¿Qué es un hombre rebelde? Es un hombre que dice no. Y se niega, no renuncia: es un hombre que dice sí.
Un esclavo que ha recibido órdenes toda su vida -sigue razonando Albert Camus- de pronto juzga inaceptable un nuevo mandato ¿Cuál es el contenido de este no?
Habrá que saber escuchar para saberlo…
Para ir "templando gaitas" te dejo una pequeña muestra (hechos recientes) de los "secretos y mentiras" que podrás ir descubriendo a lo largo de texto. Una suerte de registro testimonial, antes que sea demasiado tarde, y lo borren de la memoria colectiva.
– La tasa de paro juvenil en España alcanza el 33,6% y duplica la media europea (El Economista – 23/7/09)
"La tasa de paro entre los jóvenes en España alcanzó en el primer trimestre del año el 33,6%, con lo que se sitúa a sólo tres puntos de duplicar la media de la Unión Europea (18,3%), según datos publicados hoy por Eurostat. En total hay en España 789.000 jóvenes que buscan un empleo y no lo encuentran, lo que representa el 15,9% del total de la UE"….
– EEUU ve en el paro la primera amenaza económica (La Vanguardia – 3/8/09)
"El primer problema, como han constatado estos días el presidente Barack Obama y sus asesores, es el paro. Aunque la recesión, que empezó en diciembre de 2007, haya terminado, las empresas no han dejado de reducir personal y siguen siendo reacias a contratar. Como ha sucedido con recesiones anteriores, probablemente el ciudadano de a pie todavía tardará un tiempo en notar que la recesión ha terminado"….
– Inglaterra registra una cifra récord de jóvenes sin empleo y sin estudios (El Economista – 19/8/09)
"Un número récord de jóvenes de entre 18 y 24 años en Inglaterra se encuentran sin trabajo, educación o capacitación, según revelaron hoy las cifras del Gobierno, que encendieron las alarmas respecto a que la recesión podría acabar con una generación de graduados. El Departamento de Jóvenes, Colegios y Familias indicó que hay más de 100.000 adultos jóvenes sin empleo, estudios o formación -denominados Neets por sus siglas en inglés– que en el mismo trimestre del año pasado. En total, cerca de 835.000 jóvenes británicos se encuentran en esta condición, frente a los 730.000 del mismo trimestre del año pasado. Las estadísticas del departamento implican que más de uno de cada seis jóvenes se encuentran sin trabajo o sin un cupo en educación o formación"…
– El Gobierno de Obama advierte de que no permitirá viejos hábitos de Wall Street (La Vanguardia – 14/8/09)
"Geithner avisa a los mercados financieros: no se permitirá retornar a las prácticas habituales de lucro y bonificaciones"…
– El responsable de Blackstone, el mejor pagado de EEUU (El País – 15/8/09)
"Stephen Schwarzman es el ejecutivo mejor pagado de Estados Unidos en una compañía cotizada. Y al ver los 702 millones de dólares (493 millones de euros) que se llevó al bolsillo en 2008 como consejero delegado de la firma de capital riesgo Blackstone, muchos se inclinan a pensar que no parece que se estén tomando muy en serio la controversia que genera las pagas ni las amenazas para limitar sus sueldos"….
– Wall Street y la City vuelven a los pagos millonarios dos años después de la crisis (La Vanguardia – 17/8/09)
"Los bancos reparten espectaculares sobresueldos para "evitar fugas de talento" / Barclays paga 40 millones para fichar a cinco operadores de JP Morgan / Goldman escandaliza al aumentar sus primas un 20% tras recibir ayudas"…
Las retribuciones y compensaciones millonarias son algo frecuente, pero tras la crisis se desató un escándalo en torno a los pagos que los bancos y las firmas de Wall Street ofrecían a sus ejecutivos, teniendo en cuenta que esas personas eran, en parte, las responsables de la crisis y que algunas de esas entidades tuvieron que recibir fondos públicos para evitar la quiebra. Pese al debate público y las críticas, la práctica de pagar abultados bonus continuó. Y hace unas semanas se conoció la noticia de que nueve de los bancos estadounidenses que se han acogido al programa de rescate del Gobierno (TARP, siglas en inglés) pagaron primas por cerca de 33.000 millones de dólares (algo más de 23.000 millones de euros), pese a sus pérdidas que han sufrido como consecuencia de la crisis financiera, tal y como informó el fiscal general del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, a finales de julio. Y seis de los nueve bancos a los que se ha referido el fiscal general pagaron en primas más dinero del que obtuvieron de beneficio en sus cuentas anuales.
Te envío un SMS: "¿Tu k opinas desto?"… Pero antes, debería haberte enviado otro SMS: "¿Tu entiendes lo k lees?"… Y antes de antes, te debería haber enviado otro: "¿Tu lees?"… Ahí comienza todo, de eso se trata. Una vez analizado mi humilde Ensayo (cosa que agradezco), para contestar la primera pregunta, probablemente necesites algo más que un "mensajito" por el teléfono móvil y mayor espacio del admitido en Twitter… Además, no tengo iPhone y tampoco utilizo Twitter… Que no te frían el cerebro (mi gran objetivo)… Entonces, si te animas, vamos adelante… Lo malo es despertar.
20 de agosto de 2009
Mar de fondo (no hay camino, no hay derecha, izquierda, adelante, detrás)
¡Chau… no va más! (*)
(*) (Tango de Virgilio Expósito y Homero Expósito)
Estimado joven amigo: Te voy a contar una historia. Una historia de "ganadores" y "perdedores". Luego, al final, tú me dices de qué lado de las vías del tren has quedado (si del lado bueno o del lado malo)… Perdona que necesite algo más que un Twitter.
Hacia la "dualización" de las clases medias
La teoría social ha acuñado varias categorías para conceptualizar la sociedad en la época de la globalización: "sociedad red" (M.Castells), "modernidad tardía" (Giddens), "sociedad del riesgo" (Beck) o "sociedad mundial" (Lhumann), entre ellas. Más allá de las profundas diferencias teóricas que encubren estas denominaciones, lo cierto es que la mayoría de los autores coinciden en señalar no sólo la profundidad de los cambios sino también las grandes diferencias que es posible establecer entre la más "temprana" modernidad y la sociedad actual. Para todos, el nuevo tipo societal se caracteriza por la difusión global de nuevas formas de organización social y por la reestructuración de las relaciones sociales; en fin, por un conjunto de cambios de orden económico, tecnológico y social que apuntan al desencastramiento de los marcos de regulación colectiva desarrollados en la época anterior. Gran parte de los debates actuales sobre la "cuestión social" giran en torno a las consecuencias perversas de este proceso de mutación estructural. A esto hay que añadir que dichas consecuencias han resultado ser más desestructurantes en la periferia globalizada que en los países del centro altamente desarrollado, en donde los dispositivos de control público y los mecanismos de regulación social suelen ser más sólidos, así como los márgenes de acción política, un tanto más amplios.
A mediados de la década del noventa, la nueva cartografía social ya revelaba una creciente polarización entre los "ganadores" y los "perdedores" del modelo. Con una virulencia nunca vista, el proceso de dualización se manifestó al interior de las clases medias. La profunda brecha que se instaló entre ganadores y perdedores echó por tierra la representación de una clase media fuerte y culturalmente homogénea, cuya expansión a lo largo del siglo XX confirmaba su armonización con los modelos económicos implementados.
Los fuertes ajustes de los noventa, terminaron por desmontar el anterior modelo de "integración", poniendo en tela de juicio las representaciones de progreso y toda pretensión de unidad cultural y social de los sectores medios. La dimensión colectiva que tomó el proceso de movilidad social descendente arrojó del lado de los "perdedores" a vastos grupos sociales, incluso del sector público, anteriormente "protegidos", ahora empobrecidos, en gran parte como consecuencia de las nuevas reformas encaradas por el estado neoliberal en el ámbito de la salud, de la educación y las empresas públicas. Acompañan a éstos, trabajadores autónomos y comerciantes desconectados de las nuevas estructuras comunicativas e informativas que privilegian el orden global. En el costado de los "ganadores" se sitúan diversos grupos sociales, compuestos por personal altamente calificado, profesionales, gerentes, empresarios, asociados al ámbito privado; en gran parte vinculados a los nuevos servicios, en fin, caracterizados por un feliz acoplamiento con las nuevas modalidades estructurales. Una franja que engloba, por encima de las asimetrías, tanto a los sectores altos, como a los sectores medios consolidados y en ascenso.
Por otro lado, las imágenes venían a confirmar, de manera definitiva, la centralidad del ciudadanoconsumidor en detrimento de la figura del productor. En este contexto, el proceso de fuerte mercantilización de los valores posmaterialistas aparecía como inevitable y, sus consecuencias, impredecibles. Más aún, si tenemos en cuenta que la estandarización y posterior condensación de estos valores en nuevos "estilos de vida rurales" fue realizada en consonancia con las pautas de integración y exclusión del nuevo orden global. La ruralidad idílica (la expresión es de J. Urry) requería, por ello, la elección de un apropiado contexto de seguridad.
Este proceso de segmentación social termina de diluir la homogeneidad cultural de la antigua clase media. En efecto, en las nuevas comunidades cercadas, la exitosa clase media de servicios ahora sólo se codea con los ricos globalizados. Desde allí comienza a "interiorizar" la distancia social, desarrollando un creciente sentimiento de pertenencia y desdibujando los márgenes confusos de una culpa, como resabio de la antigua sociedad integrada. No olvidemos que sus hijos ahora sólo comparten marcos de socialización con niños de clase alta. Así, mientras los colegios privados facilitan la llave de una reproducción social futura, los espacios comunes de la comunidad cercada contribuyen a "naturalizar" la distancia social. De modo que, aunque la cuestión atente contra cierta tradicional "pasión igualitaria" (J.C. Torre), hay que reconocer que la fractura social desarticuló las formas de sociabilidad que estaban en la base de una cultura igualitaria, desplegando en su lugar una matriz social más jerárquica y rígida. Las urbanizaciones privadas se encuentran entre las expresiones más elocuentes de esta fractura, pues asumen una configuración que afirma, de entrada, la segmentación social (a partir de un acceso diferencial y restringido), reforzada luego por los efectos multiplicadores de la espacialización de las relaciones sociales (constitución de fronteras sociales cada vez más rígidas). En suma, todo parece indicar que, pese las diferencias en términos de capital (sobre todo, económico y social) y la antigüedad de clase, las clases altas y una franja exitosa de las clases medias de servicios, devienen partícipes comunes de una serie de experiencias respecto de los patrones de consumo, de los estilos residenciales; en algunos casos, de los contextos de trabajo; en otras palabras, de los marcos culturales y sociales que dan cuenta de un entramado relacional, que se halla en la base de nuevas formas de sociabilidad. Consumada la fractura al interior de las clases medias y asegurado el despegue social, los "ganadores" mismos van descubriendo, día a día, tras las primeras incongruencias de estatus, algo más que una creciente afinidad electiva.
La insoportable "levedad" de las clases medias
Las clases medias, siempre, en cualquier lugar del mundo, en términos políticos son un fiasco, tontas, banales.
Se mueven entre dos polos contradictorios, antitéticos: no son propietarias de gran cosa, y tampoco están en una situación de todo desposeimiento como las clases más humildes, campesinos u obreros industriales. Realmente están en el medio del huracán de la lucha de clases. Estar en el medio es lo que las torna, justamente, un producto indefinido: demasiado pobres para sentirse aristócratas, demasiado ricos para sentirse pueblo, para sentirse plebe. Su lugar social es casi imposible: un poco de cada cosa, pero sin ser nada en definitiva.
Lugar trágico, incómodo, patéticamente conmovedor. ¿Qué son realmente las clases medias? Son un poco de cada cosa, y por tanto no son nada definido. No pueden dejar de trabajar más de dos meses seguido, pues si no, mueren de hambre; pero jamás permitirían que se les diga "trabajadores" o se les ponga en el mismo saco con "la chusma". Pero… ¿por qué?
Profesionales, comerciantes, empleados de servicios, cuadros medios en las empresas… la gama es amplia, y por supuesto llena de matices. La pertenencia a las clases medias no se da tanto por una cuestión de ingresos sino de posición ideológica. Se definen, ante todo, por su conciencia de clase -o, mejor dicho, por su falta de conciencia de clase-.
Un propietario de medios de producción -industrial o terrateniente- (o de capital financiero, acorde a los tiempos del capitalismo dominante de este comienzo de siglo) tiene mucho que perder ante una transformación social: sus propiedades nada menos. Y un trabajador asalariado -o un subocupado o precarizado, para decirlo también acorde a los tiempos del capitalismo dominante de este comienzo de siglo, figura cada vez más extendida en nuestra aldea global- sigue sin "nada que perder más que sus cadenas", como dijera el Manifiesto Comunista en 1848. ¿Qué pierden las clases medias? Sin duda, nada; al contrario: también se benefician con un cambio social general. Pero es tal su terror ante la perspectiva de sentirse pobres, de perder lo poco que atesoran (una casa, algún vehículo, un mediano ingreso, la esperanza de un futuro más próspero para sus hijos), que ese terror ante el "comunismo" termina siendo tragicómico. La idea de expropiación con que se mueven, aunque provoque risa, es algo real en su cosmovisión cotidiana. Y definitivamente les provoca horrores.
¿De dónde les viene esta "locura" política, esta falta de comprensión tan irracional en estos sectores sociales? Justamente de su particular anclaje social: soñando ser lo que no son, aspirando fantasiosamente un mundo de riqueza que, en lo real, les está vedado, se espantan de perder lo que tienen, logrado sin dudas con grandes esfuerzos. El fantasma que persigue por siempre a las clases medias es la caída social, la pobreza, pasar a ser aquello de lo que escapan eternamente. Muy aleccionador es al respecto lo que en momentos de lo peor de la crisis que golpeó a Argentina en estos últimos años, podía verse en carteles en más de alguna "villa miseria" (barrios marginales de las grandes ciudades). Rezaba ahí, no sin una dosis de sarcasmo por parte de los eternamente desposeídos que veían empobrecerse más y más a toda la sociedad argentina, y habitantes históricos de esos tugurios: "bienvenida clase media".
A partir de esa situación tan particular de ser y no ser, de ser pobres disfrazados de ricos, de ser pobres con saco y corbata, de no querer sentirse asalariados –racismo mediante-, su concepción política está igualmente disociada. Si bien es cierto que las clases medias tienen bastante acceso a la educación y comparativamente están mucho más preparadas que los sectores más humildes (esto es válido en cualquier país del mundo), no menos cierto es también que su conciencia política es raquítica, mucho más que la de los obreros o los campesinos, los indígenas o los desocupados.
Los grandes pensadores, políticos, analistas sociales y cuadros intelectuales que trazan las políticas de las naciones, en general provienen de las clases medias; los sectores menos favorecidos no tienen acceso a educación superior y están, por tanto, muy lejos de esos niveles de decisión. Y los magnates no se dedican sino a gozar de las rentas; para atender los asuntos de Estado o manejar las empresas, para eso están los gerentes (presidentes incluidos) que, en general, son de extracción clasemediera. Así considerado, podría decirse que las capas medias conocen mucho del tema político. Pero eso es una ilusión: los profesionales preparados en la materia política son de clase media, pero todo el sector, como colectivo, tiene un muy bajo o casi nulo pensamiento político-ideológico. Su vida política queda subsumida por el eterno pago de la tarjeta de crédito; y es en eso, prácticamente, como se va el esfuerzo de toda una vida en estos sectores: gastar mucho, o mostrar que se gasta mucho, y después ver cómo se cubren las deudas. Pensar que se puede retroceder en la escala social y terminar en una "villa miseria" merece el suicidio. Y es desde las clases medias de donde surge el prejuicio respecto a que la política es "sucia", que es "mejor no meterse en política" y que los problemas sociales se deben a los políticos profesionales, eternamente corruptos, omitiendo así la lucha de clases como causa final.
Así, a partir de esas circunstancias, las clases medias son el campo más fértil para que los grandes poderes manipulen su conciencia y las transformen, además de consumidores pasivos, en perfectos estúpidos en términos políticos. Las pasadas décadas de Guerra Fría y la furiosa campaña anticomunista que barrió el planeta hicieron bien su trabajo: no hay sectores más reaccionarios que las clases medias.
Azuzando los fantasmas del comunismo ateo que se come a los niños y pone a vivir a la fuerza una familia en la sala de cada hogar de clase media, estos sectores repiten lo que ha pasado en todo proceso popular (pensemos en Chile con Allende, por ejemplo, o la manipulación de las recientes "revoluciones" en Georgia o en Ucrania, por nombrar sólo algunos casos): las clases medias son visceralmente manipuladas y puestas siempre en la perspectiva más reaccionaria y conservadora posible. A partir de sus temores irracionales a perder lo poco que tienen, se transforman en blanco perfecto para desarrollar sentimientos antipopulares, mezquinos, individualistas.
Que un aristócrata sea falto de solidaridad, reaccionario, conservador, si bien no es justificable, es comprensible: cuida a muerte sus privilegios de clase. Las clases medias no pueden -ni quieren- sentirse trabajadoras, asalariadas, uno más como cualquier habitante de un barrio popular. Pero ¿qué otra cosa son sino compañeros de ruta de los humildes? ¿Por qué, entonces, esa falta de solidaridad de clase, de empatía con los más excluidos que vemos tan extendidamente en las capas medias en todos los países?
La desvalorización del "capital humano"
La crisis económica alcanza ahora, incluso en Occidente, a amplias capas sociales, que hasta entonces se habían librado. Por eso la cuestión social vuelve en el discurso intelectual. Pero las interpretaciones continúan adoleciendo de una notoria ligereza y parecen francamente anacrónicas. La polarización entre pobres y ricos, exacerbada de forma irresistible, no encuentra todavía un nuevo concepto. Si el concepto marxista tradicional de "clase" tiene una súbita coyuntura favorable, eso es ante todo una señal de desamparo. En la comprensión tradicional, la "clase obrera", que producía la plusvalía, era explotada por la "clase de los capitalistas" por medio de la "propiedad privada de los medios de producción".
Ninguno de estos conceptos puede explicar con exactitud los problemas actuales. La nueva pobreza no surge por cuenta de la explotación en la producción, sino por la exclusión de la producción. Quien todavía está empleado en la producción capitalista regular figura ya entre los relativamente privilegiados. La masa problemática y "peligrosa" de la sociedad ya no se define por su posición en el "proceso de producción", sino por su posición en los ámbitos secundarios, derivados de la circulación y de la distribución. Se trata de desempleados permanentes, de receptores de operaciones estatales de transferencia o de agentes de servicios en los campos de la terciarización, hasta llegar a los empresarios de la miseria, los vendedores ambulantes y los rebuscadores de basura. Esas formas de reproducción son, según criterios jurídicos, cada vez más irregulares, inseguras y a menudo, ilegales; la ocupación es irregular, y las ganancias transitan en el límite del mínimo necesario para la existencia o incluso, caen por debajo de esto.
Inversamente, tampoco la "clase de los capitalistas" puede aún ser definida en el viejo sentido, según los parámetros de la clásica "propiedad privada de los medios de producción". En el cuerpo del aparato estatal y de las infraestructuras así como en el cuerpo de las grandes sociedades accionistas (hoy transnacionales) el capital aparece en cierto modo como socializado y anonimizado; se volvió abstracto, dejando la forma personalizable de toda la sociedad. "El capital" ya no es un grupo de propietarios legales, sino el principio común que determina la vida y la acción de todos los miembros de la sociedad, no solo exteriormente sino también en su propia subjetividad.
En la crisis y a través de la crisis, se efectúa una vez más una mutación estructural de la sociedad capitalista, disolviendo las situaciones sociales antiguas, aparentemente claras. El meollo de la crisis consiste justamente en que las nuevas fuerzas productivas de la microelectrónica funden el trabajo y, con él, la sustancia del propio capital. Dada la reducción cada vez mayor de la clase obrera industrial, se crea cada vez menos plusvalía. El capital monetario huye rumbo a los mercados financieros especulativos, visto que las inversiones en nuevas fábricas se vuelven no-rentables. Mientras partes crecientes de la sociedad fuera de la producción se pauperizan o incluso caen en la miseria, por otro lado se realiza tan sólo una acumulación simuladora del capital por medio de burbujas financieras. Por lógica, eso no es nada nuevo, pues ese desarrollo ya marca al capitalismo global hace dos décadas. Pero lo que es nuevo es que ahora la clase media en los países occidentales también sea atropellada.
Barbara Ehrenreich (ensayista norteamericana) había publicado ya en 1989 un libro sobre la "angustia de la clase media ante la quiebra". Sin embargo el problema fue aplazado enseguida por una década entera, ya que la coyuntura basada en burbujas financieras de los años 90, junto con el impulso de la tecnología de la información y de la comercialización de Internet, despertó una vez más nuevos sueños de florescencia. El colapso de la nueva economía y la explosión de las burbujas financieras en los Estados Unidos, en Europa y, en parte, en Asia, comienzan ahora (desde el año 2000 en adelante), a hacer efectiva de manera brutal la quiebra de la clase media, ya temida anteriormente.
Se propagó el concepto del "Estado antisocial"; las asignaciones para formación y cultura, para el sistema de salud y numerosas otras instituciones públicas fueron cortadas; se iniciaba la demolición del Estado social. También en las grandes empresas sectores enteros de actividad calificada fueron víctimas de la racionalización. Dado el desmoronamiento de la nueva economía, hasta las mismas calificaciones de muchos especialistas "high-tech" se vieron desvalorizadas. Hoy ya no se puede ignorar que la ascensión de la nueva clase media no tenía una base capitalista autónoma; por el contrario, dependía de la redistribución social de la plusvalía proveniente de los sectores industriales. De la misma manera que la producción social real de plusvalía entra en una crisis estructural debido a la tercera revolución industrial, los sectores secundarios de la nueva clase media van siendo sucesivamente privados de su suelo fértil. El resultado no es solamente un desempleo creciente de académicos.
La privatización y la terciarización desvalorizan el "capital humano" de las calificaciones incluso en el interior de la parcela empleada y degradada en su estatus. Jornaleros intelectuales, trabajadores baratos y empresarios de miseria como los free-lance en los medios de comunicación, universidades privadas, despachos de abogados o clínicas privadas no son ya excepciones, sino la regla. A pesar de esto, a fin de cuentas tampoco Kautsky tuvo razón. Pues la nueva clase media decayó, es verdad, pero no para convertirse en el proletariado industrial clásico de los productores directos, convertidos en una minoría que va desapareciendo pausadamente. De forma paradójica, la "proletarización" de las capas calificadas está ligada a una "desproletarización" de la producción.
Por otra parte la desvalorización de las calificaciones corre pareja con una expansión objetiva del concepto de "capital humano". Al revés de la decadencia de la nueva clase media, se realiza en cierto modo un inédito "pequeño-aburguesamiento" general de la sociedad, cuando los recursos industriales e infra-estructurales aparecen más como megaestructuras anónimas. El "medio de producción independiente" se deteriora hasta llegar a la piel de los individuos: todos se convierten en su propio "capital humano", aunque sea simplemente el cuerpo desnudo. Surge una relación inmediata entre las personas atomizadas y la economía del valor, que se limita a reproducirse de manera simulada, por medio de déficits y burbujas financieras. Cuanto mayor se vuelven las diferencias entre el pobre y el rico, más desaparecen las diferencias estructurales de las clases en la estructuración del capitalismo.
Ruegos y preguntas
Es muy probable que a los "ideólogos" del mercado les convenga más una sociedad "religiosamente" controlada como la india o una sociedad "políticamente" controlada como la china para desarrollar nuevos consumidores que sustituyan a las clases medias de los países desarrollados. Es la creación de una sociedad de consumidores "sin pasado" (sin las conquistas del pasado).
Ha llegado el fin del matrimonio perfecto: el consumidor de "última necesidad" y la "estructura industrial" (antigua forma de producción). La "eutanasia" (más o menos lenta) del consumidor burgués. El desmantelamiento de la clase media, columna vertebral de la revolución industrial, custodio de la defensa de los derechos de propiedad, consumidores pasivos y… estúpidos perfectos. Ya no se los necesita más. ¿De quién van a defender los derechos de propiedad?
La pauperización de la clase media es quizás la desmentida más cruda de la promesa originaria de progreso colectivo…
Empobrecimiento individual o familiar, empobrecimiento como ciudadano y como trabajador son las facetas de una caída colectiva comenzada hace más de dos décadas y que hoy continúa…
Con la caída económica cae un valor central de nuestro imaginario: la creencia en el progreso ¿Qué lugar queda entonces para la esperanza? ¿Qué futuros nos esperan?
Estimado joven amigo: si has llegado hasta aquí (venciendo la analfabetismo funcional imperante), te ruego que sigas un poco más, e intentes contestar las siguientes preguntas:
¿Habrá llegado la hora final de la ambigüedad pequeño-burguesa?
¿Se convencerá la clase media (o lo que queda de ella) que debe dejar de ser la clase "contrarrevolucionaria"?
¿Será capaz de exigir la firma de un nuevo Contrato Social?
¿Tendrá voluntad y fuerzas para oponerse a la "voladura" del Estado del Bienestar?
¿Podrá alcanzarse la alianza de la clase media (o lo que queda de ella) con la clase obrera?
De la traición a la promoción del cambio…
Del servilismo a la revolución…
Decía en "Egalité, fraternité y… "globalité" – (Paper publicado el 17/4/06)
Contrato de Precariedad Eterna – La teoría de la "flexiseguridad"
"Éste es un "Paper de barricada". Sin anestesia, pero con preaviso. Ese que no se quiere dar a los jóvenes.
Con espíritu "sesenta y ochista". Aunque dé pena recordar que entonces se gritaba: "la imaginación al poder" y ahora -apenas- se mendiga: "un puesto de trabajo".
La riqueza no alcanza para todos. Prosperidad y pobreza de fondo.
La generación de la precariedad. La "cláusula" del país más precario.
De la banlieue a la Sorbona. De la indignación a la rebelión. Que de eso se trata.
Los males se veían venir. Un prolongado "vía crucis" hacia el precipicio social…
Los "anuncios" no se han escuchado. ¿Una cuestión de percepción o simplemente -cínicamente- de indiferencia política?…
Paro, deslocalizaciones, precariedad laboral, pérdida de poder adquisitivo…, el panorama tiene sumidos en un profundo desánimo a los franceses, haciéndoles perder el gusto por el porvenir…
Si el ascensor social no funciona entre generaciones, tampoco lo hace entre clases sociales. La violenta crisis de las "banlieues", que el pasado noviembre conmocionó a todo el país, puso dramáticamente en evidencia el grave problema de la exclusión social en las periferias urbanas, del que son víctimas los hijos de la inmigración, tratados en la práctica como franceses de segunda.
El sistema se ha quedado sin aliento. Hay un conjunto de problemas que son comunes a otros países europeos, como los vinculados a la globalización. Además en Francia hay una cultura del Estado muy acusada. Y la clase política no tiene un discurso movilizador. Se está ante el caso de un país que no tiene confianza en sus líderes, unos líderes que no muestran el camino. El declive acaba pesando en los espíritus… (males de Francia, males de Europa)…
El mal de esta Europa tranquila y modélica es no darse cuenta de que todo el éxito alcanzado puede dilapidarse si no se tienen en cuenta cuestiones tan básicas como el esfuerzo, el conocimiento, la iniciativa y el imprescindible reparto de la riqueza entre los que tienen mucho y los que no tienen casi nada, ni siquiera la esperanza de un futuro con cierta esperanza.
El fin del comunismo y el emerger de un mercado amplísimo supusieron barra libre para la economía neoliberal. La gran receta. Es más: la norma única sin alternativa posible. Y las sociedades del Estado del bienestar occidental zozobran. Fallan todos los resortes y la brecha se hace cada vez más ancha y honda. Estados Unidos, campeón de la libertad de mercado, desmontó el andamiaje del New Deal rooseveltiano. Margaret Thatcher y Tony Blair han seguido con decisión el cambio de rumbo. Pero los estados continentales europeos, los gobiernos europeos, los políticos europeos, se mueven con un estrecho margen de maniobra. Desfloran el Estado protector hoja a hoja, pétalo a pétalo, ante la gran pregunta: ¿no hay alternativa?, ¿es obligado agachar la cabeza y aceptar que hemos entrado en el único, angosto, camino andadero?
La cuestión es cómo quemar las naves sin provocar tremendas convulsiones. Que no aparezca, visible de un golpe, la descripción del futuro que el analista francés François Khan expone: "Precariedad laboral de larga duración, tribalismo generalizado, búsqueda compulsiva de la ganancia a cualquier precio, exasperación de las relaciones intersociales, egoísmo institucionalizado, encierro en el comunitarismo, exasperación de las relaciones de dominación y violencia, relegación, amoralidad, fracturación de la sociedad".
¿Negras tintas, predicciones excesivamente tenebrosas? Basta mirar en torno: lentamente, en una pendiente más o menos graduable, los síntomas van aflorando pese a la fuerza de la inercia, a las muchas aportaciones que concurren en el trabajo de anestesiar la conciencia colectiva, el sentido crítico, la exigencia de transparencia.
Hay países, colectividades, que todavía no perciben que el agua les llega a la cintura.
Sigue dando vueltas el carrusel del consumo, sirviéndose del endeudamiento de por vida, del trabajo a salto de mata y las previsiones personales en plazos cada vez más breves…
¿De la "declinología" a la "flexiseguridad"?
La "declinología", inaugurada formalmente en el 2003 por Nicolas Baverez, con la publicación de su libro "La Francia que cae", se ha acabado convirtiendo en una especialidad que inunda las librerías. El propio Baverez ha repetido con otro libro -"Nuevo mundo, vieja Francia-, que se suma a otros con títulos tan evocadores como "Francia en quiebra" (de Rémi Godeau), "El crepúsculo de los pequeños dioses" (de Alain Minc), "La sociedad contra ella misma" (de Roger Sue), "Ilusiones galas" (de Pierre Lellouche), "La sociedad del miedo"(de Christophe Lambert), "La desdicha francesa" (de Jacques Julliard)…
La lista es inagotable. Reflejo de un malestar social evidente, el debate persistente sobre el declive de Francia acaba pesando en los espíritus…
Todo parece suspendido en un tenso compás de espera en el que medran los profetas del declive francés, los "declinólogos", como ya han sido bautizados.
¿Se ha convertido Francia, el país de Molière, en un "enfermo imaginario", como dijo el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, a los diputados de la Asamblea francesa el 24 de enero? Bien puede ser. Pero a estas alturas, y al margen de las razones objetivas, la depresión se ha adueñado ya del cuerpo social…
El Contrato de Primer Empleo (CPE), objeto de la cólera de los jóvenes y los sindicatos, con una duración no prefijada, está dirigido a jóvenes menores de 26 años, e inaugura (me animaría a decir, consolida) la era de la "flexiseguridad". Con ello -en palabras del primer ministro, Dominique de Villepin, se pretende combatir el paro juvenil, que afecta a uno de cada cuatro jóvenes menores de 25 años.
Está modalidad de contratación laboral se incluyó en la ley aprobada el pasado 9 de marzo por el Parlamento. Afecta a los jóvenes contratados en empresas privadas de más de 20 empleados, sea cual sea su nivel de cualificación.
Durante los dos primeros años, el empresario puede despedir al joven sin justificación. A esto se atienen los detractores de este tipo de contrato para decir que fomenta la precariedad laboral.
Las prácticas, contratos de corta duración o períodos de formación en la empresa, se pueden "descontar" de estos dos años de "consolidación".
En caso de despido durante estos dos años, el preaviso debe realizarse dos semanas antes del fin de la prestación, en el caso de que se produzca en los primeros seis meses del contrato, y un mes antes, en el caso de que el joven empleado lleve más tiempo. Sin embargo puede suscribirse un nuevo CPE tres meses más tarde entre el mismo empresario y el mismo trabajador.
En cuanto a la indemnización por despido, sería de un 8% de la remuneración bruta, mucho menos que en el caso de despido más barato en la actualidad. Las únicas ventajas para el joven despedido es que puede beneficiarse durante dos meses de un subsidio de 16,40 euros por día, si no ha cotizado lo suficiente para tener derecho a paro. También puede reclamar ayuda para alojamiento.
Los jóvenes franceses advierten, muy a su pesar, que en el país de los iguales, no todos son iguales…
Los jóvenes franceses advierten, muy a su pesar, que la riqueza no alcanza para todos…
Los jóvenes franceses advierten, muy a su pesar, que son la generación de la precariedad…
Los jóvenes franceses advierten, muy a su pesar, el debilitamiento de los valores que tradicionalmente unían al país…
Entonces los jóvenes franceses, "precarios unidos", ¡mantienen viva la protesta!
Solidarizándome con ellos, deseo dejar flotando algunos interrogantes a los "profetas" de la declinología:
¿Una mayor separación entre los ricos y los pobres, la "cláusula" del país más precario, las destructivas consecuencias de la pobreza, la prosperidad y pobreza de fondo, el tribalismo generalizado, la búsqueda compulsiva de la ganancia a cualquier precio, la exasperación de las relaciones intersociales, el egoísmo institucionalizado, el encierro en el comunitarismo, la exasperación de las relaciones de dominación y violencia, la relegación, la amoralidad, la fracturación de la sociedad…no resultan una "amenaza para la seguridad nacional" (situación extensible a toda la Unión Europea, por activa y por pasiva)?
¿O todo se resolverá "yendo hasta el final"… "a base de cojones" (como en la otra orilla del Atlántico)?
Espero respuesta de los "apóstoles" de la derecha oligárquica y/o de la izquierda caviar (tanto monta monta tanto) desde cualquier observatorio europeo"…
"Sin respuesta" (28 de agosto de 2013): La bomba de tiempo del desempleo juvenil. Los jóvenes de hoy no han conocido la oscuridad, pero están machacados, tienen el horizonte cerrado… se mueven entre la tentación a la violencia y el desánimo
"Don"t cry for me"… (¿marchando hacia atrás en el futuro?)
"Casi la mitad de los jóvenes españoles menores de 25 años están parados. Esto puede arruinar toda una cosecha de profesionales del futuro y supone un lastre para las expectativas que genera un nuevo modelo de crecimiento económico. Indignados, sobrecualificados, Nini… Es una amalgama demasiado complicada para el mercado laboral. La solución no se improvisa y tardará muchos años en llegar"… S.O.S. Generación perdida… (Expansión – 11/6/11)
El Fondo Monetario Internacional ha vuelto a hacerlo: el récord de paro juvenil en España le ha dado argumentos a este organismo internacional para advertir sobre el riesgo de una generación perdida, a la vista de que las estadísticas señalan que en nuestro país casi la mitad de los menores de 25 años están en paro.
El informe Propuesta de medidas urgentes en materia de empleo juvenil, del Instituto de Relaciones Laborales y Empleo (IRLE) de la Fundación Sagardoy, recordaba esta semana que "los jóvenes son el recurso más dinámico de una sociedad. Una fuente de motivación, creatividad e innovación. Un país que no invierte en su población joven, socava su propio potencial productivo y social. Sin embargo, en los mercados de trabajo en todo el mundo los jóvenes se encuentran en una situación de desventaja y exclusión".
Algunos expertos creen que resulta excesivo hablar de "generación perdida" en España. Carmen Ayllón, directora del Programa de Apoyo a la Empresa del Consejo Superior de Cámaras, asegura que "más bien podemos hablar de "alerta". Puede haber una generación perdida, pero debemos luchar para recuperarla".
Hay que cambiar la gestión del talento por la gestión del esfuerzo y la capacidad para adaptarse a un nuevo mercado de trabajo
Ayllón se refiere a la paradoja en la pirámide de población, que muestra un porcentaje elevado de titulados de grado superior sobrecualificados en relación con las demandas de empleo: la pregunta es si podrán ser insertados en el mercado laboral.
La experta añade que "el desafío que tienen las jóvenes generaciones es abrir su mente para aprovechar cualquier oferta profesional. Es cierto que, en cualquier caso, el sistema requiere de ciertos ajustes, pero se debe adecuar de nuevo el potencial de los jóvenes a las necesidades del sistema productivo. Hasta ahora se ha venido poniendo el acento en los conocimientos específicos o técnicos, y no se ha puesto suficiente atención en el saber hacer, en cómo funcionan los procesos en la empresa, y tampoco en el saber ser, que se refiere a los comportamientos. Las nuevas generaciones deben crear competencias transversales para insertarse en puestos de trabajo para los que no se les ha formado. Y esto no tiene por qué ser frustrante para ellos".
En este sentido Carlos Viladrich, director de Recursos Humanos de Adecco España, cree que "el mercado de trabajo reclama mucha flexibilidad, esfuerzo y sacrificio. Hay que cambiar el chip, y la gestión del talento se debe reemplazar por la gestión del esfuerzo y la capacidad para adecuarse. Se requieren habilidades que no se estudian ni se practican en el mundo académico".
Viladrich añade a estas nuevas demandas del mercado de trabajo el dominio de idiomas, la capacitación tecnológica y la movilidad laboral. Sobre este último punto el informe Propuesta de medidas urgentes en materia de empleo juvenil, del IRLE de la Fundación Sagardoy propone "crear un Servicio de Empleo europeo que promueva la movilidad de empleo para jóvenes apoyando la búsqueda de trabajo y facilitando todos los procedimientos adicionales, incluyendo el alojamiento, los seguros y el apoyo lingüístico".
El director de Recursos Humanos de Adecco España cree que "lo verdaderamente grave es la falta de empleo. Lo que genera puestos de trabajo no es el sistema educativo ni los propios jóvenes. Es el sistema productivo. Lo importante es cambiar este sistema y el tejido industrial". Jaime Asnai González, director ejecutivo de Page Personnel en Michael Page, añade que "los aspectos formativos y una reforma laboral insuficiente -sobre todo en lo que se refiere a la flexibilidad en la contratación de jóvenes- son factores determinantes en la extensión del desempleo juvenil".
Viladrich recuerda asimismo que "el mercado de trabajo reclama cualificación. Entre los jóvenes nos encontramos tanto a los cualificados universitarios como a los que ni estudian ni trabajan. Eso hace que nuestro promedio de competencia sea inferior al del resto de Europa. Y también resulta evidente que el mundo académico mantiene poca vinculación con la realidad laboral. Esto nos lleva a que haya gente sobrecualificada, y carreras que no tienen salida". Carmen Ayllón cree que "el hecho de la existencia de una generación de Nini no es tan relevante como para que pueda condicionar el crecimiento económico de España. Lo preocupante es el alto porcentaje de jóvenes en paro, y esta tasa elevada se puede deber al hecho de que muchos jóvenes se decantan por titulaciones muy genéricas y poco demandadas por el mercado laboral. Hoy no basta con un título para tener éxito profesional. Eso sí, con pequeños ajustes podrían insertarse en el mercado de trabajo".
Ayllón se refiere también al hecho de que hay diez millones de personas no cualificadas en España, y argumenta que "debería ser posible acreditar ciertas competencias, y acreditar la experiencia, sin olvidarnos del fomento de la Formación Profesional (FP). La estructura formativa de España tiene la forma de un diábolo, en el que se concentra una masa de personas formadas en la educación obligatoria y en la universidad, con un cuello de botella en el centro, que se refiere a la FP y a las asignaturas técnicas. Esta estructura hace que tengamos muchos licenciados que hacen trabajos administrativos o que son meros gestores. Es necesario explorar las posibilidades de la FP como camino para terminar una formación de nivel superior".
Los licenciados que hayan terminado sus estudios entre 2009 y 2011 lo tienen muy complicado. Cuando todo empiece a despegar, el mercado ya no los querrá y se tendrán que ir
Manuel Yáñez, presidente de Psicosoft, se muestra convencido de que tener una economía sostenible y competitiva depende en gran medida del modelo educativo con el que se cuenta, y recuerda que "mientras que ninguna de las universidades españolas está entre las 200 primeras del mundo, cuando uno mira el panorama de las escuelas de negocios, vemos que las nacionales están en lo más alto. Eso quiere decir que, si queremos, podemos hacerlo bien". El presidente de Psicosoft insiste en que "es evidente que existe una desconexión del mundo universitario con el mundo real. El escenario académico está verdaderamente alejado de lo que realmente demanda el mercado. Incluso iniciativas especiales, -como la de los GEO universitarios que siguen programas como el Erasmus- demuestran un desajuste en este sentido".
Yáñez explica que el estudio de un modelo de competencias realizado entre 2.500 Erasmus demuestra que sólo un 4% de ellos lo pasa, y se pregunta si resulta eficiente invertir todo el dinero que se emplea en este tipo de programas: "Si estos no son eficaces, suprimamos esta partida. Si estos GEO universitarios están alejados de la verdadera realidad de lo que demanda el mercado, ni qué decir tiene lo que ocurrirá con el común de universitarios".
Además considera fundamental "invertir en el modelo educativo desde abajo, ya que los resultados se verán a muy largo plazo", y aboga al tiempo por una revolución de productividad. También advierte de que "los licenciados que hayan terminado sus estudios entre 2009 y 2011 lo tienen muy complicado. Cuando todo empiece a despegar, el mercado ya no los querrá, y se tendrán que ir a otros mercados. No deberían quedarse aquí, esperando que llegue la recuperación, porque el mercado de trabajo tirará de aquellos que hayan terminado la carrera una vez producido el despegue económico".
Semillas de "distopía": el mayor riesgo de la crisis económica es social
"Davos está acostumbrado a las bravuconadas de los líderes políticos. Sin embargo, cuando jefes de compañías de todo el mundo acostumbrados a hablar en voz baja advierten "no de una crisis, sino de un desastre", cuando comienzan a llamar algo "un cáncer en la sociedad", uno sabe que tenemos un problema"… La bomba de tiempo del desempleo juvenil (BBCMundo.com – 29/1/12)
El mundo, dicen, está "sentado sobre una bomba de tiempo, social y económica". El mundo está plagado de desempleo juvenil.
Los números son duros. En algunos países del mundo árabe hasta el 90% de los jóvenes en edades comprendidas entre los 16 y 24 años está desempleado. En EEUU el desempleo juvenil llega a 23%, en España al casi 50% y en el Reino Unido al 22%.
En todo el mundo hay 200 millones de desempleados. 75 millones tienen edades entre los 16 y 24 años, y cada año cerca de 40 millones de jóvenes están listos para entrar al mercado laboral.
Los líderes empresariales reunidos en el Foro Económico Mundial saben que las cifras son importantes: los jóvenes que estuvieron desempleados por mucho tiempo ganaran menos dinero durante toda su vida.
Tendrán menos probabilidades de ser empleados. No tendrán las habilidades que las empresas necesitan. Es más probable que tengan problemas de salud a largo plazo. Y la situación puede degenerar en descontento social.
Hay un término para eso: la generación perdida. O como dice un profesor de una escuela de negocios "El desempleo es una porquería. El desempleo juvenil es peor aún. Los jóvenes perdieron la línea de visión hacia el futuro".
Cifras duras
•200 millones de desempleados a nivel mundial
•75 millones con edades entre 16 y 24 años
•90% de los jóvenes en países árabes no tienen trabajo
•23% desempleo juvenil en EEUU
•22% en Reino Unido
•50% en España
•Cada año 40 millones de jóvenes ingresan al mercado laboral
A los jefes les preocupan estas cosas, hasta a los de corazón más frío, porque todo lo mencionado arriba cuesta dinero. Indirectamente, porque hay un menor demanda para sus productos y servicios; directamente, en costos de entrenamiento y de salud, e impuestos más altos.
Luego tenemos la parte demográfica. En Jordania cerca del 70% de la población tiene menos de 30 años. Si los jóvenes no están preparados para el trabajo, el país se quedará pronto sin talento, dijo un participante.
Para los políticos, la Primavera Árabe es algo que sigue fresca en la mente de la gente. Los levantamientos comenzaron en Túnez cuando Mohamed Bouazizi se inmoló. "Se mató no porque quería hacer una protesta política. Se mató porque no tenía un empleo", dijo un gerente de fondos de inversión de Pakistán. La falta de oportunidades para los jóvenes fue uno de los catalizadores de la llamada Primavera Árabe.
Las imágenes de la llamada primavera árabe, de las revueltas populares vividas en Atenas o Londres y de los movimientos de protesta más pacíficos como el 15-M español y sus ramificaciones en París o Nueva York parece que no han sido ajenas a los expertos del Foro de Davos que elaboran el informe Riesgos globales 2012.
Este estudio, presentado ayer, se basa en una encuesta realizada entre 469 expertos procedentes de la industria, los Gobiernos, las universidades y la sociedad civil que examina hasta 50 riesgos globales repartidos en cinco categorías. Estas cinco áreas o, como los denomina el informe, centros de gravedad, son los desequilibrios fiscales crónicos, en el ámbito económico, las emisiones de gases de efecto invernadero, en el terreno medioambiental, las fallas que se detectan en la gobernanza mundial, un crecimiento demográfico insostenible y los puntos débiles en materia tecnológica.
Pero, además de señalar estos cinco grandes riesgos, el estudio pone el acento por primera vez en las revueltas sociales, a las que señala como otro de los graves riesgos a los que se enfrenta la economía mundial.
El Foro de Davos advierte que el tándem que configuran los desajustes fiscales crónicos y la grave disparidad de ingresos "amenaza el crecimiento mundial". En este sentido, señala que estos riesgos son conductores de nacionalismos, populismos y políticas proteccionistas. Y no se olvida de recordar que todo ello ocurre justo en un momento en el que el mundo continúa siendo vulnerable a choques sistémicos financieros, así como a posibles crisis alimentarias y de agua. El máximo responsable de este análisis, Lee Howell, asegura que por primera vez en numerosas generaciones, muchas familias no creen que sus hijos vayan a disfrutar de un nivel de vida superior al que tuvieron ellos. "Esa nueva sensación de malestar es especialmente aguda en los países industrializados, que históricamente han sido fuente de gran confianza e ideas audaces", añade Howell.
En esta línea, el estudio es muy crítico con la situación provocada por la crisis: número creciente de jóvenes con escasas perspectivas, cada vez más jubilados que dependen de prestaciones pagadas por Estados sobreendeudados y mayor brecha entre ricos y pobres.
Es más, el informe se atreve a acuñar el término semillas de distopía. Entiende por distopía lo contrario de utopía o, lo que es lo mismo, un lugar en el que la vida está repleta de dificultades y no existe esperanza. "Describe qué ocurre cuando los esfuerzos por construir un mundo mejor yerran de forma no intencionada. Podría tratarse de economías desarrolladas en las que los ciudadanos lamentan la pérdida de derechos sociales o de economías emergentes incapaces de dar oportunidades a su población", añade el Foro.
Por tanto, concluye que una sociedad que siembre continuamente semillas de distopía -al no abordar el envejecimiento demográfico, el desempleo juvenil o los desequilibrios fiscales- está condenada a la inestabilidad en los próximos años, lo que frenará su progreso. Todo un reto ahora en tiempos de ajustes y reformas.
Factores múltiples. Claro que todo desempleo tiene una cosa en común: la falta de demanda de trabajadores. Pero cada país, cada región tiene problemas diferentes. La automatización reemplaza muchos trabajos rutinarios, no sólo en los países desarrollados. Hay problemas estructurales, por ejemplo cuando es muy burocratizado contratar a alguien. También puede achacársele alguna culpa al sistema educativo, que falla en darles a los jóvenes las destrezas que se necesitan para trabajos en economías avanzadas. En Corea del Sur es al contrario. Hay tantos graduados universitarios que el país se está quedando sin gente para llenar trabajos de obreros.
Además están las destrezas vitales o la falta de ellas. Algunos jóvenes no conocen lo básico, desde vincularse con compañeros de trabajo hasta tener las habilidades empresariales fundamentales. Pero a veces una mejor educación podría aportar una solución: en China, muchos repartidores de correspondencia sólo pueden leer chino, lo que les impide trabajar en compañías logísticas internacionales que distribuyen correos y paquetería llegada del mundo entero.
También hay problemas culturales. Algunos países gradúan grandes cantidades de mujeres en la educación universitaria, sólo para negarles las oportunidades de trabajo, con lo que desperdician sus talentos.
¿Qué hacer? Es un tema que se presenta una y otra vez: negocios, universidades y escuelas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales, no logran comunicarse sobre qué es lo que necesitan y qué es lo que pueden lograr.
OIT 2012: tendencias del (des)empleo
"La OIT calcula que 6,4 millones de menores de 25 años ya han perdido la esperanza de encontrar trabajo. En el mundo hay 75 millones de jóvenes desempleados. La cifra ha aumentado en 4 millones desde 2007"… El paro juvenil en España cuadruplica la tasa mundial (Gaceta.es – 29/1/12)
Los jóvenes se llevan la peor parte de la crisis de desempleo. Aquellos cuyas edades están comprendidas entre los 15 y los 24 años tienen casi tres veces más posibilidades de estar desempleados que los adultos. Aunque lo peor son sus pocas esperanzas de encontrar una ocupación. La mala situación del empleo juvenil ha sido puesta una vez más sobre la mesa de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que en su informe "Tendencias de Empleo 2012" señala que el gran desafío del mundo no es otro que el crear 60 millones de nuevos puestos de trabajo cada año durante la próxima década para generar un crecimiento sostenible y mantener la cohesión social.
Gran parte de esos nuevos empleos deberían ir dirigidos a la juventud. En 2011 estaban desempleados, en el mundo, cuatro millones de adolescentes más que en el año 2007. La tasa de paro juvenil mundial ha escalado en estos cuatro últimos años un punto, hasta situarse en el 12,7%, el doble de la tasa de desempleo de toda la población del mundo, que la OIT sitúa en el 6%. Así, en el pasado año (2011) eran 74,8 millones de jóvenes los que estaban en paro globalmente, mientras que son 200 los millones de parados que estima la OIT en todo el planeta.
Con todo, la cifra más desesperanzadora de todas es la que apunta que 6,4 millones de muchachos en todo el mundo ya no buscan trabajo porque han perdido la esperanza de encontrarlo. Un porcentaje que tiene un coste para la economía, se pierde lo que se ha invertido en educación del individuo y lo que esa persona puede generar.
Incluso los menores de 25 años que tienen la suerte de tener empleo tienen cada vez más probabilidades de encontrarse trabajando a tiempo parcial, a menudo con un contrato temporal. La OIT alerta también que un gran porcentaje del casi un millón de los trabajadores que subsisten con menos de dos dólares al día (1,3 euros) está compuesto por jóvenes.
Un panorama sin visos de mejora, ya que las previsiones apuntan a que el número y la proporción de adolescentes desempleados no mejorarán este año y, además, la proporción de jóvenes que se retiran por completo del mercado de trabajo seguirá en aumento. Así pues, la OIT da pocas esperanzas a una mejora sustancial del panorama laboral de los jóvenes a corto plazo en la situación actual.
El paisaje es aún más desolador en España. La tasa de paro de los menores de 25 años es del 48,56% una cifra que dobla la media europea, que los últimos datos del Eurostat sitúan en un 22,3%, también muy por encima de la mundial. Aunque la comparativa deja en mucho peor situación a España si se realiza sobre la media de paro juvenil el mundo. La tasa casi alcanza para multiplicar por cuatro el 12,3%.
Como era de esperar, Alemania es el otro extremo de la balanza, donde el paro en ese sector de población es del orden del 8,5%. Algo nada extraño, puesto que el país germano es uno de los destinos elegidos por los jóvenes españoles a la hora de irse lejos a buscar trabajo. Un reciente informe de la empresa de trabajo temporal Adecco señalaba que el número de jóvenes españoles que se han marchado del país en busca de una oportunidad laboral se ha duplicado hasta alcanzar la cifra de 300.000 desde el inicio de la crisis.
Por si fuera poco, se enfrentan a una mayor presencia de los mayores en el mundo laboral. Las cifras del Eurostat reflejan un aumento importante de trabajadores activos entre los 60 y 64 años durante la última década al haber crecido 7,5 puntos en toda la UE y 5,3 puntos en España. Se trata del único colectivo en el que se supera la media comunitaria en porcentaje de personal ocupado. Así, la tasa de empleo de los españoles de entre 60 y 64 años fue del 32% en 2010, frente a la media europea del 30,5%.
Eso sí, España es el país de la UE con más Ni-nis (adolescentes que ni estudian ni trabajan). La tasa de inactivos entre 20 y 24 años alcanza en nuestro país un 26,3%, según el Instituto de Estudios Económicos (IEE) que recoge datos relativos a 2009 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Esta cifra ha aumentado considerablemente desde 2007, cuando España registraba un 17,2% de tasa de inactividad. Además, esta tasa está por encima de la media del conjunto de países de la OCDE, que se sitúa en un 17,7%. Todo ello evidencia, según el IEE, "que es urgente tomar medidas para integrar a este colectivo al menos en el sistema educativo, ya que aspirar a un empleo resulta tremendamente difícil".
Las estadísticas de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicadas a finales del mes de enero (2012) volvieron a reflejar el tremendo drama en que se ha convertido el desempleo juvenil en España. Una generación perdida con una alta formación académica que se encuentra desubicada en el mercado laboral y, lo que es peor, ha perdido la esperanza de encontrar un puesto de trabajo. En los últimos seis años, las tasas del paro juvenil se han triplicado desde el nivel del 16,92% existente en el año 2006 hasta el que refleja la EPA del pasado ejercicio (2011). El paro entre los jóvenes se disparó el año pasado en casi seis puntos desde el 42,8% de 2010.
La plaga del crédito fácil: de las subprime a las ¿substudent? (burbujas y ¿burbu-giles?)
"Mientras recientes cifras económicas le permiten al presidente estadounidense Barack Obama defender la recuperación económica de su país, algunos expertos señalan que las condiciones para una nueva crisis se pueden estar gestando en un inesperado flanco: los créditos estudiantiles"… Los créditos estudiantiles en EEUU: ¿la próxima burbuja? (BBCMundo – 13/3/12)
El problema es una mezcla de ingredientes potencialmente explosivos: costos de la educación que crecen más que los salarios, más necesidad de ayuda monetaria externa y tasas preocupantes de desempleo juvenil. Y a medida que las deudas incrementan y se dificulta el pago del dinero pendiente, también crece el riesgo tanto para el prestatario como para la economía en general.
Para cubrir las matrículas educativas, los estadounidenses están recurriendo cada vez más al financiamiento externo, hasta el punto que hoy deben más dinero por cuenta de los préstamos para financiar programas educativos que por los gastos en sus tarjetas de crédito, según el Banco de la Reserva Federal de Nueva York y el Departamento de Educación de EEUU.
Y eso puede traer problemas, especialmente en una época en la que la tasa de desempleo para los jóvenes entre 25 y 34 años es mayor que el promedio para todos los adultos (8,7% versus 8,3% en febrero de 2012, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos).
"Gracias a que la deuda por préstamos estudiantiles es mayor que la deuda por tarjetas de crédito en Estados Unidos, y que los prestatarios afligidos tienen pocas posibilidades o ninguna, Estados Unidos enfrenta la posibilidad muy real de otra amenaza económica importante a la par de la devastadora crisis de las hipotecas", señaló un informe de febrero producido por la Asociación Nacional de Abogados de Bancarrota Personal (Nacba, por sus siglas en inglés).
En mora
¿Una buena inversión?
En mayo del año pasado, el centro de investigación Pew realizó una encuesta entre 2.142 adultos para encontrar tendencias que ayuden a responder esa pregunta. Estos fueron algunos de los hallazgos:
•El 57% de los encuestados cree que el sistema de educación superior en Estados Unidos no representa una buena relación calidad-precio.
•El 75% dice que la universidad es demasiado costosa para la mayoría de estadounidenses.
•Pero, al mismo tiempo, el 86% de los graduados de universidad dicen que haber estudiado fue una buena inversión personal.
•Un porcentaje récord de estudiantes está saliendo de la universidad con una deuda significativa. Entre los que tienen una deuda, el 48% dijo que pagarla generó problemas para saldar otras cuentas.
•Los adultos que concluyeron un curso universitario de cuatro años consideran que, en promedio, están ganando US$ 20.000 más al año gracias a ese diploma.
Fuente: Tendencias sociales y demográficas del Centro de investigación Pew.
Según estadísticas reveladas en 2011, el número de préstamos estudiantiles otorgados en 2010 superó la marca simbólica de los US$ 100.000 millones. Además, en ese momento se informó que el total de deudas pendientes pasaría la barrera de US$ 1 billón por primera vez.
El aumento en el número de préstamos va de la mano con otra cifra que el departamento de Educación de Estados Unidos presentó en septiembre y que indica que la tasa de mora para quienes tienen un préstamo educativo pasó de 7% en el año fiscal de 2008 a 8,8% en 2009, la cifra más alta desde 1997.
En otras palabras, de los 3,6 millones de personas que empezaron a pagar sus préstamos entre septiembre de 2008 y septiembre de 2009, unas 320.000 entraron en cesación de pagos el 30 de septiembre de 2010.
En ese sentido, el informe de la Nacba mostró que el 81% de los abogados de bancarrota cree que los clientes potenciales con deudas por préstamos estudiantiles aumentaron "significativamente" o "algo" en los últimos tres o cuatro años.
Pero no todos están de acuerdo con que se esté hablando de una eventual crisis al estilo de la burbuja inmobiliaria.
Mark Kantrowitz, autor de tres libros sobre ayuda financiera para estudiantes, explica que él no cree que estemos cerca de una burbuja de deuda estudiantil y califica la encuesta de Nacba como una serie de "afirmaciones aproximadas" e "impresiones".
En diálogo con BBC Mundo, Kantrowitz dice que lo que sí cree que estamos viendo es "un periodo de una caída severa en la asequibilidad estudiantil".
Según el centro Pew, una cifra récord de estudiantes está saliendo de la universidad con una deuda significativa.
Para argumentar su posición, el escritor explica que la gran mayoría de los préstamos estudiantiles están garantizados federalmente y que sólo un porcentaje pequeño de los estudiantes no puede pagar sus préstamos.
La probabilidad de una crisis similar a la de las hipotecas se reduce si se tiene en cuenta, además, que el mercado de préstamos estudiantiles es diez veces más pequeño que el mercado de hipotecas residenciales.
Pero Kantrowitz no descarta del todo que el panorama actual pueda desencadenar a largo plazo una crisis de mayores proporciones.
"Si continúan las tendencias actuales en la misma dirección en que se dirigen desde hace cuatro décadas, entonces probablemente entre 2020 y 2030 podremos hablar más de una crisis".
"Ahora no hay una burbuja universal de los préstamos estudiantiles. Puede haber microburbujas en instituciones particulares o áreas de estudio. Pero todavía no es una situación penetrante", dice.
"Tendrán que pasar décadas antes de que se vuelva penetrante, pero siempre y cuando se reduzca el crecimiento anémico actual de las becas y continúen aumentando los costos", concluye.
Del desempleo en los tiempos de la globalización y el librecambio (vuelta al "made in")
– Competitividad en tiempos de incertidumbre (El Economista – 9/4/12)
(Por Stéphane Garelli) Lectura recomendada
Como cada año por esta época, desde la escuela de negocios IMD elaboramos el Anuario de Competitividad Mundial, en el que se compara 60 de las economías más competitivas del mundo a través del análisis de más de 300 indicadores distintos. Aunque los resultados finales se darán a conocer a finales del próximo mes de mayo, hemos podido extraer ya algunas de las claves económicas que van a marcar, sin duda, este 2012. Se constata en primer lugar que la economía mundial está fragmentada, y que economías ya maduras deberán entrar en un proceso de reindustrialización. Por su parte, las empresas se verán abocadas a gastar su cash y, por último, el euro sobrevivirá ante las presiones.
En primer lugar, cada vez es más discutible el concepto de "economía global" debido a la variada tipología de coyunturas y modelos económicos existentes. Algunos países están en "recalentamiento", como China y quizás Turquía. Otros están en clara recesión, obviamente Grecia, y quizás también España este año. Por su parte, otros se encuentran en riesgo de inflación (Rusia e India), o por el contrario de deflación como Japón, y probablemente Suiza. Tal vez uno de los mayores impactos de la recesión ha sido precisamente la fragmentación de la economía mundial. Algo así como una difracción de la luz. La economía mundial era una luz blanca, pero ahora hay todo tipo de tonos, y las empresas van a tener muy difícil reaccionar a esto.
Las compañías con aspiraciones globales tendrán que adoptar varios modelos de negocio en paralelo. Las empresas hoy en día deben ser flexibles, ágiles y estar en sintonía con los mercados locales o regionales. La dificultad será la gestión de esta diversidad de modelos de negocio y, sobre todo, hacerlo de una manera realmente eficiente. Otro movimiento clave será que las compañías deberán utilizar su cash. Sólo un ejemplo: hacia el final de 2011, las compañías estadounidenses tenían 2.150 billones de dólares en efectivo en sus balances. Solamente Apple contaba con cerca de 98 billones, unos pocos más que el propio Tesoro de EEUU. Nunca ha habido tanto dinero en efectivo en los balances de las empresas. ¿Qué hacen las empresas con todo este dinero? Lo primero es volver a comprar sus acciones y elevar un poco su precio, porque sienten que éstas se infravaloran y quieren protegerse ante una posible oferta de adquisición. La segunda es la compra de otras empresas, por lo que esperamos ver una gran cantidad de fusiones y adquisiciones en 2012.
Regresando a ámbitos más macro, la vuelta al modelo made in será un aspecto fundamental de 2012 por una razón muy simple: las cifras de desempleo son terribles. La tasa de desempleo es del 10,4% en Europa y de un 8,6% en los EEUU. Si hablamos de desempleo juvenil, las cifras se doblan: 18,5% en los EEUU, el 21,3% en Europa, y llega a niveles del 48,7% en España. Esto es una auténtica bomba social y es crítico, especialmente con elecciones futuras en Francia, EEUU y otros países.
Claves para crear empleo
¿Cómo van a crear puestos de trabajo los países? Tienen que fabricar y tienen que exportar. De alguna forma tiene que redescubrir la industrialización. En los últimos 20 años, EEUU, Europa y Japón han perdido alrededor del 20% de su industria en términos de su impacto en el PIB, y esto no es aceptable. Las economías maduras tendrán que volver a "reapuntalarse" y tener más fabricación doméstica. Éste es un gran problema en los EEUU. Jeff Immelt, CEO de General Electric, está empujando en esta línea. También Sarkozy en Francia. Ellos tienen razón para hacerlo. El made in es importante, porque un país se define en última instancia por lo que hace.
Por último, y ya en la Eurozona, no dudamos de la supervivencia del euro. No obstante, el problema en el que vive inmerso debe ser resuelto, y hacer que la moneda única funcione y siga vigente. El punto crucial es que al final del día los mercados tienen que ver al "prestamista de última instancia" en Europa. Y tiene que ser el Banco Central Europeo, o bien otra institución que diga: "Aquí cualesquiera que sean las deudas, vamos a pagarlas". El precio de hacer esto será alto, pero el coste de dejar morir el euro sería aún mayor.
En conclusión, el sueño de la globalización (una economía mundial unificada, modelos de negocio globales y convergencias en todas partes) no va a ser alcanzado tampoco en 2012. La mayor preocupación actual es que últimamente las empresas han oído malas noticias de las instituciones financieras y de los gobiernos, lo que ha provocado que muchas de ellas tengan preparado un plan B. El problema es que, cuando todo el mundo tiene un plan B, éste será con toda probabilidad el escenario que finalmente ocurra.
(Stéphane Garelli, Director del Centro de Competitividad Mundial de la escuela de negocios IMD)
Destruyendo "futuros" (en línea con el mercado)
– Desaprovechar nuestras mentes (El País – 6/5/12) Lectura recomendada
Los jóvenes no solo son el futuro de EEUU; también son el futuro de la base tributaria.
(Por Paul Krugman)
En España, la tasa de paro entre los trabajadores menores de 25 años supera el 50%. En Irlanda, casi un tercio de los jóvenes está en paro. Aquí, en Estados Unidos, el desempleo juvenil es solo del 16,5%, lo que sigue siendo terrible (aunque podría ser peor).
Y como era de esperar, muchos políticos están haciendo todo lo que pueden por asegurarse de que, de hecho, las cosas empeoren. Hemos oído hablar mucho sobre la guerra contra las mujeres, la cual es bastante real. Pero también hay una guerra contra los jóvenes, la cual es igual de real aunque se disimule mejor. Y está haciendo un daño inmenso, no solo a los jóvenes, sino también al futuro del país.
Empecemos por los consejos que les daba Mitt Romney a los estudiantes universitarios durante una comparecencia pública la semana pasada. Tras denunciar la "actitud divisiva" del presidente Obama, el candidato republicano le decía a su público: "Proponeos algo, id a por ello, corred un riesgo, formaos, pedid dinero prestado a vuestros padres si tenéis que hacerlo, montad una empresa".
Lo primero que a uno le llama la atención es, por supuesto, el toque Romney: la característica falta de empatía con aquellos que no han nacido en familias acomodadas, que no pueden depender el Banco de Mamá y Papá para financiar sus ambiciones. Pero el resto del comentario es igual de nefasto a su manera.
Me refiero a ¿"formaos"? ¿Y cómo van a pagarlo? Las matrículas de las universidades públicas se han disparado, en parte por las considerables reducciones de las ayudas estatales. Romney no está proponiendo nada que pueda solucionar eso; sin embargo, es un defensor acérrimo del plan presupuestario de Ryan, que recortaría drásticamente las ayudas federales a los estudiantes, lo que haría que alrededor de un millón de ellos perdiesen sus becas Pell.
Entonces ¿cómo, exactamente, se supone que van a conseguir "formarse" los jóvenes procedentes de familias sin dinero? Allá por marzo, Romney tenía la respuesta: encontrando una universidad "que tenga un precio un poco más bajo y donde se pueda obtener una buena formación". Buena suerte con ello. Pero supongo que es divisivo señalar que las recomendaciones de Romney son inútiles para los estadounidenses que no nacieron con las mismas ventajas que él.
Sin embargo, hay un problema mayor: aun cuando los estudiantes se las arreglen, de alguna manera, para "formarse", cosa que a menudo hacen endeudándose hasta las cejas, se licenciarán para entrar en una economía que no parece quererles.
Probablemente hayan oído hablar mucho de que a los trabajadores con titulaciones universitarias les está yendo mejor en esta recesión que a aquellos que solo han terminado la enseñanza secundaria, lo cual es cierto. Pero la historia es mucho menos esperanzadora si uno se fija no en los estadounidenses de mediana edad con titulación, sino en los licenciados recientes. El paro entre estos se ha disparado; también lo ha hecho el trabajo a tiempo parcial, supuestamente un reflejo de la incapacidad de los licenciados para encontrar trabajos a jornada completa. Y, quizás lo más revelador, los ingresos han caído en picado incluso entre los licenciados que trabajan a tiempo completo, lo cual es un indicio de que muchos se han visto obligados a aceptar trabajos en los que no hacen ningún uso de su formación.
Por tanto, los licenciados universitarios están sufriendo las consecuencias de la debilidad de la economía. Y las investigaciones nos dicen que las repercusiones no son pasajeras: los estudiantes que se licencian en una economía en mala situación nunca recuperan el terreno perdido. En vez de eso, sus ingresos se reducen de por vida.
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