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La crisis del empleo de los jóvenes – Parte I

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
Monografía destacada
  1. Decíamos ayer… (un mal que viene de lejos)
  2. "Don"t cry for me"… (¿marchando hacia atrás en el futuro?)

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Decíamos ayer… (un mal que viene de lejos)

(El problema del (des)empleo juvenil viene de antes. Sirva como referencia lo escrito a principios del año 2007, cuando la "manada" ignoraba la crisis financiera subyacente)

Del Paper- Desempleo juvenil: de la inactividad al desaliento – ¿Qué están esperando? (Convocatoria a la rebelión de la "sociedad de los conformes"), publicado el 15/3/07

Sin trabajo no hay futuro

Los jóvenes de hoy son la generación más educada que haya existido. Sin embargo estas personas entre 15 y 24 años enfrentan una escasez de empleos plenos y productivos, y altas dosis de incertidumbre económica.

El desafío del empleo juvenil es enorme. A fines de 2005 había más de 85 millones de jóvenes desempleados. Pero ésta es sólo la punta del iceberg: hay otros 300 millones que estaban empleados pero eran pobres con ingresos de menos de 2 dólares diarios. Y otros 20 millones habían abandonado por completo la búsqueda de empleo. Para quienes consiguen un puesto las condiciones laborales tienden a estar por debajo de lo que se considera "decente y productivo".

Los jóvenes están más expuestos a largas jornadas, a contratos temporales o informales con bajos salarios, a una protección social escasa o inexistente, y a no tener una voz en el trabajo. La falta de oportunidades de trabajo decente afecta a alrededor de la tercera parte de los 1,1 mil millones de jóvenes del mundo.

La incapacidad de encontrar trabajo genera una sensación de vulnerabilidad, inutilidad y ociosidad entre los jóvenes. Por eso la brecha del empleo juvenil plantea retos importantes, pero además implica fuertes costos económicos en términos de pérdida de ahorros y capital humano, y costos sociales en acciones de prevención de la delincuencia o el uso de drogas.

Juan Somavia, Director General de la OIT, sostiene: "Generar empleo para los jóvenes no es suficiente. En el mundo resulta difícil cuando no imposible que los jóvenes consigan trabajo. Pero además, cada vez tienen más dificultades para encontrar trabajo decente. Los jóvenes de hoy no necesitan un trabajo cualquiera, sino uno que les permita contribuir como trabajadores, ciudadanos y agentes de cambio. Este es el reto que enfrentamos".

Me gustaría decir, aunque no puedo, que los jóvenes de hoy tienen ideas claras sobre sus aspiraciones laborales y sociales, y esperan contar con opciones para alcanzar su autonomía y ser ciudadanos activos.

Me gustaría decir, aunque no puedo, que los jóvenes de hoy ejercen, con todo derecho y razón, presión social, sobre los líderes políticos y económicos, para que enfrenten el desafío de desarrollar y aplicar las estrategias que les den a los jóvenes de todo el mundo una oportunidad real y equitativa de acceder a un empleo pleno y productivo y al trabajo decente.

Me gustaría decir, aunque no puedo, que los jóvenes de hoy están luchando por un mundo mejor y no tragando la "sopa boba" que le ofrece la sociedad de consumo a cambio de una vida "anestesiada", "pasiva", "gaseosa", "anómica", "jibarizada" "vegetal", "tetrapléjica" y con la respiración asistida provista por la droga, el alcohol, la televisión y el fútbol.

Me gustaría decir, aunque no puedo, que la juventud de hoy está en la "calle" en estado de lucha permanente, en estado de rebelión permanente, reclamando, exigiendo o provocando el cambio de régimen político y económico hacia una sociedad más justa, equilibrada, sostenible, democrática y ética.

Desde mis limitaciones (que son muchas), con toda humildad (que siempre es poca), en el crepúsculo de mi vida (que es más rápido de lo deseado), como testimonio para mis hijas (que comparten la edad de la generación a la que me dirijo), y como "guía del viajero" para mi primer y próximo nieto (la vida que le espera no es un video juego), deseo presentarles algunos datos y referencias sobre la crisis global del empleo: enfrentar el desequilibrio entre el crecimiento económico y el trabajo. Encender todas las alarmas…

Una apelación para realizar reformas políticas significativas que permitan enfrentar el desequilibrio entre crecimiento y creación de empleo. Una convocatoria a la rebelión de la "sociedad de los conformes". Un llamado "desesperado" a la resistencia y la insumisión. Contra el dogmatismo y el conformismo dominantes, que muchas veces exponen, hasta el punto insostenible de la humillación, la brecha entre recursos para sobrevivir que separa a grupos humanos.

Es una deuda del mundo con el mundo, que hipoteca la paz y la seguridad mundiales. Basta con leer el Informe sobre el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) de 2004, con esos más de 2.500 millones de seres que se alimentan y visten con sólo uno o dos dólares al día, para identificar la ciénaga indecente sobre la que se asienta la Humanidad.

En un mundo de verdades relativas, hasta el escepticismo enfático, los mitos se convierten en mentiras cuando chocan con el impenetrable muro de la realidad…

La magia de la fuerza centrífuga

La insoportable autoridad… La intolerable dependencia… La imposible sumisión… La crispación, el atragantamiento, el nudo en el estómago, que provocan las órdenes, incitaciones, consejos, demandas, exigencias, proposiciones, directivas, conminaciones.

Un archipiélago de rebeldes y de irreductibles, un continente de resistentes e insumisos.

"Las jerarquías son ficticias, las desigualdades fantoches; no hay superhombres, ni infrahombres, tampoco hombres convertidos en animales, en contraste con otros ungidos por los dioses del Walhalla: nada vale el artificio cuando la esencia lo dice todo y expresa la verdad absoluta de la especie", dice Michel Onfray en su libro "Política del rebelde" (Tratado de la resistencia y la insumisión), 1999 – Perfil Libros.

Más adelante, el mismo autor, pregunta:

"¿Quién puede decir que el capitalismo es, hoy, completamente civilizado? Con sus solas necesidades vitales, encontró algo mejor que una oposición o un rechazo, obligando a comprar y a pagar. ¿Comer y beber? Hay que pagar la comida, todos los días, y dilapidar dinero sin cesar. Esto es un tormento para el que gana poco y nada. ¿Dormir? Hay que encontrar con qué pagar un alojamiento. Sabemos qué diferencia hay entre los barrios elegantes, inaccesibles para los pobres, y las zonas salvajes, más abordables económicamente -¡y aun así!- pero cuyo precio, además del dinero entregado a los propietarios, es la promiscuidad permanente con otros que también están forzados a vivir en esas jaulas antes de que algún día se les reproche por rugir. ¿Qué vida se merecen los despojados y los miserables?

¿Derecho a la salud? ¿A qué precio, por qué prestaciones? ¿Según qué modalidades, cada vez más precarias? Siempre hay cuotas, en materia de seguridad social, pero no alcanzan para cubrir los gastos en su totalidad; seguros complementarios, más dinero y deducciones, pero nada de esto será suficiente para la integralidad del pago. ¿Qué prestaciones de salud tienen, entonces los pobres y los desvalidos?

¿Derecho a la sepultura? Aquí se llega al extremo de la vileza: en la civilización capitalista, la muerte ofrece un mercado, una oportunidad más de esquilmar, de cobrar impuestos sobre el cajón, según su tamaño -¡pobres los que son gordos y altos!-, impuestos sobre la ceremonia y el transporte, la sepultura y los cuidados para conservarla, impuestos para llevar el féretro fuera de las zonas definidas por la ley, impuestos para la cremación, la incineración, impuestos sobre los impuestos. Impuestos a la sucesión. Y terminemos aquí. ¿Qué dignidad se les asegura a los desposeídos, esos réprobos mayores?

Beber, comer, dormir, mantener la salud, recuperarla y morir. Todo esto es un cúmulo de problemas y justifica mi odio hacia los gobiernos satisfechos de administrar el capitalismo. Los ricos atraviesan esta sociedad con menores perjuicios que los que no tienen nada"…

Robert Antelme (1948) recuerda, que un sujeto no se define por su conciencia libre sino por su entendimiento sometido, fabricado para consentir la obediencia. Una fenomenología de los comportamientos nazis en los campos de concentración permitió a Antelme llegar a la conclusión de que no había diferencia esencial entre lo que pasaba en el ámbito de Buchenwald y lo que se observa en el mundo del trabajo habitual. Antelme veía en el campo de concentración una simple y llana "amplificación", cuando no una "caricatura extrema" -son sus expresiones- de lo que pasa en el "mundo verdadero" al cual todos aspiran, encerrados en su bloque…

Aquí, una división de razas, allá una diferencia de clases, pero en ambos casos triunfa la ideología de la división, que indica la ausencia de unidad y homogeneidad de la especie humana. Imposibilidad de cambiar de raza o clase, sumisión a la condena eterna marcada por el destino.

Esta división y fragmentación "artificial" de la especie humana "natural" constituye la fuente del principio que se pone al servicio de las explotaciones y los regímenes disciplinarios.

Todo ocurre en el campo nazi, y en la fábrica capitalista, como si hubiese especies diferentes, irreductibles, incapaces de encontrarse, mirarse, hablarse y comprenderse, como un animal y una planta, una piedra y un hombre, cada uno con su registro. Su único modo de relación, en ese caso, no es otro que la sujeción, de uno por el otro. Así, el más fuerte somete al más débil, el más astuto, el más pérfido, el mejor armado, el más

Nos quedaría la jungla. La posibilidad salvaje de las afinidades electivas y las elecciones singulares, la amistad, virtud que escasea y que nuestro principio de siglo debería celebrar como principio comunitario. Esas intersubjetividades radiantes hacen posible todavía el encuentro de obras, en el sentido amplio del término.

La derrota del pensamiento no es generalizada, y el triunfo de la barbarie todavía no es efectivo. El propósito de un pensamiento crítico libertario consiste siempre en oponer la cultura a las fuerzas oscuras y gregarias, en cierto modo en reactualizar el mensaje y el poder de las "luces" que presidieron la Revolución Francesa. Los objetivos de esa época siguen teniendo actualidad: la autonomía de la razón, la reflexión libre, desembarazada de las ataduras dominantes del momento, el fin de la condición pasiva, para celebrar la actividad, la positividad y el voluntarismo ético, al mismo tiempo que la estética, el librepensamiento contrario a todas las formas de dogmatismo y de comunitarismo, el recelo, la desconfianza hacia todo lo que sea gregario.

También los enemigos persisten y siguen siendo los mismos: los promotores del orden tal cual es.

El objetivo sigue siendo indefectiblemente nietzscheano: "Castigar a la estupidez". De otro modo, esta triunfará en forma absoluta, hasta el punto que los autoritarismos de antaño parecerán opacos y pálidos en comparación con los que habrán logrado sojuzgar los cuerpos, pero también, y sobre todo, las almas.

Michel Onfray se pregunta: ¿Cómo sería, pues, una cartografía infernal de la miseria, hoy? No una miseria metafísica, limpia, transfigurada por la filosofía, que la definiría como carencia o penuria existencial, inadecuación entre el ser y el tener, antinomia total entre la aspiración y la posesión, imposibilidad absoluta de gastar causada por el confinamiento a una economía de supervivencia simple y llana, sino la miseria encarnada, la miseria sucia que tiene nombres: vagabundos y desocupados, delincuentes y trabajadores provisorios, aprendices y empleados, obreros y proletarios, la miseria que hace la calle con las prostitutas, duerme bajo los puentes con los vagabundos y en la cárcel con los presos, la que puebla las noches de los que no tienen trabajo…

Paradójicamente, la calle es lo que le queda al condenado cuando se le suprimió todo, incluso, a veces, es un lujo increíble para los que sólo tiene un cuerpo exigente y doloroso, frágil e imperioso. Aún si tiene que compartir esa monstruosa geografía con los perros callejeros, las ratas hambrientas y los excrementos animales o la basura desperdigada, el condenado muestra una vitalidad excepcional, una valentía y una fuerza que dudo que se puedan encontrar entre los responsables de ese estado: los cancerberos del capitalismo salvaje.

Los que anuncian perturbados el fin de la historia deberían interesarse por el retorno de la prehistoria en algunos casos.

Que las causas de la miseria no han desaparecido, no cabe ninguna duda. Que esa miseria sigue siendo producto de las mismas lógicas, es evidente. Que esa causalidad funesta y maléfica se disimula bajo continuas metamorfosis, no es ningún misterio. Que ese horror es generado por el viejo capitalismo que se volvió loco, parece una opinión de sentido común.

Los banqueros del mundo practican el terrorismo del dinero. Los tecnócratas reivindican el privilegio de la irresponsabilidad: son neutrales, dicen. Los funcionarios no funcionan. Los políticos hablan pero no dicen. Los votantes votan pero no eligen. Los medios de información desinforman. Los centros de enseñanza enseñan a ignorar. Los jueces condenan a las víctimas. Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan. Es más libre el dinero que la gente. La gente está al servicio de las cosas…

Mientras, los jóvenes hijos de la televisión, entrenados para contemplar la vida en lugar de hacerla, se encogen de hombros.

El colonialismo invisible los ha convencido de que la servidumbre es su destino y la impotencia su naturaleza: los han convencido de que "no se puede" decir, "no se puede" hacer, "no se puede" ser…

Cuanta será la negativa, que estos jóvenes, en una forma de "suicidio" universal, niegan la verdad absoluta de la especie: no tienen hijos. La "sociedad de los conformes" importa vientres.

Y lo que parecía un "avance" de la posmodernidad, se ha transformado en una "pesadilla" para los demógrafos, sociólogos, actuarios y econometristas…

Pensando en el futuro (Sobre falacias y deslealtades I)

Mientras algunos jóvenes dudan entre demorar o matar a la cigüeña, los "mercaderes" de Europa, hacen todo lo posible para "enterrar la esperanza".

Con la publicación en enero de 2004 de su propuesta de directiva sobre servicios en el Mercado Interior, la Comisión Europea (CE) lanzó su más radical y completo ataque contra el estado del bienestar de la Unión Europea. La propuesta proviene de la DG de Mercado Interior encabezada por el Comisario Frits Bolkestein, y abarca esencialmente todos los servicios. Los únicos servicios excluidos de su ámbito son aquellos suministrados por los Estados en cumplimiento de sus obligaciones sociales, culturales, educativas y judiciales en los casos en que "no haya remuneración". No obstante, dado que el acceso a un gran número de servicios públicos exige el pago de tasas, la mayoría de estas actividades cae dentro del ámbito de la directiva.

La directiva trata de alcanzar su objetivo de desregulación eliminando gradualmente las restricciones nacionales y socavando sistemáticamente las leyes nacionales por medio del así llamado principio de "país de origen". Una vez adoptada la directiva, las empresas de servicios en la UE tendrán que obedecer solamente a los requisitos del país de origen donde radique su sede social. A los otros Estados Miembros (EM), en los que actúen o suministren servicios, no se les permitirá imponer restricciones o controles de ningún tipo.

La Comisión pretende eliminar incluso el registro obligatorio en caso de que una empresa abra su negocio en otro EM. Consecuencia de todo ello es que el principio de país de origen elimina cualquier supervisión efectiva de la actividad empresarial en la UE. En el futuro, cualquier empresa podrá evitar pesadas restricciones nacionales, reinstalando su oficina registrada o estableciendo simplemente una oficina fantasma en otro Estado Miembro. De este modo se podrán sortear fácilmente y sin costos los convenios colectivos locales relativos al sueldo, los requisitos relativos a las calificaciones y las normas de protección del medio ambiente o del consumidor.

Como coronación de su propuesta de directiva, la Comisión somete a los Estados Miembros a su tutela. No sólo tendrán que eliminar numerosos requisitos, sino que tendrán que lograr el asentimiento de los burócratas de la CE antes de adoptar cualquier tipo de nuevas medidas. Toda medida legal o administrativa que pretendan instaurar deberá someterse a Bruselas: "En el plazo de 3 meses desde la fecha de notificación, la CE examinará una decisión relativa al EM en cuestión para que no la adopte o para que la derogue.

Las prohibiciones introducidas por la Directiva, atañen a todos los niveles administrativos (locales, regionales, estatales) y, en consecuencia, violan el principio de subsidiariedad arraigado en el derecho Comunitario. De este modo, la Directiva no sólo está perfeccionando el mercado interior, sino que está completando también el desmantelamiento de la democracia y de los logros sociales y democráticos conseguidos durante los últimos 200 años. Ésta es la forma en que la CE, cuya legitimidad democrática es prácticamente inexistente, desafía el poder discrecional de las administraciones de los EM, instituciones democráticamente elegidas y controladas.

Con esta directiva y otras similares, la CE está estableciendo las bases jurídicas para desmantelar el estado social a lo largo y ancho de la Unión Europea, convirtiendo sus políticas de privatización en Directivas de Bruselas.

Con esta directiva y otras similares, la CE está dando cumplimiento a los objetivos de la Cumbre de Lisboa, según las cuales la Unión Europea debe convertirse en la "economía más competitiva y dinámica del mundo, basada en el conocimiento, antes del 2010"

Nadie menciona el precio que habrá que pagar para lograr ese objetivo: la desregulación total.

Puesto que el sector servicios suponía, en el año 2004, alrededor del 70% del Producto Nacional Bruto y del empleo en la mayoría de los EM de la UE, la abolición de los obstáculos legales existentes a la libertad de establecimiento y a la libertad de la circulación de servicios entre los EM forma el núcleo de la propuesta. Como dijo Bolkestein -en su momento- "Algunas de las restricciones nacionales son arcaicas, abiertamente engorrosas y violan la legislación de la UE. Simplemente tienen que desaparecer"; aunque esos "obstáculos" sean a menudo las disposiciones que las autoridades públicas adoptan para garantizar que se mantiene o consigue: un mejor suministro de servicios desde el punto de vista de la mejor administración del dinero público, el acceso universal a los servicios, la garantía de calidad de los servicios suministrados, leyes laborales y relativas a los honorarios, regulación de las comunicaciones comerciales, etc., a fin de que la enorme industria de los servicios no se convierta en una jungla en la que la competitividad más despiadada se enseñoree de ella.

El ámbito de la Directiva Bolkestein abarca todos los servicios considerados "actividades económicas". El criterio esencial para una actividad económica es el de que "normalmente se haga a cambio de una remuneración", aunque dicha remuneración no la deba pagar necesariamente el destinatario del servicio, pudiendo ser el Estado quien la pague mediante la forma de subvención.

Un memorando de la Comisión emitido sólo en inglés, establece una lista no exhaustiva de los servicios que contiene la directiva, que van desde los legales hasta profesionales como fontanería y carpintería, construcción, distribución, turismo, transporte, sanidad, cobertura sanitaria, medioambiente, arquitectura, cultura y cazatalentos. De acuerdo con la directiva, sólo las actividades específicas en los ámbitos de los servicios financieros, de las comunicaciones electrónicas y de los servicios de transportes están explícitamente excluidas, porque ya han sido desreguladas por otros instrumentos de la UE, aunque las normativas de esta directiva se acumularán a las ya existentes haciéndolas aún más rígidas.

El "principio del país de origen" radicaliza la normativa relativa a la libertad de establecimiento, poniendo en juego un nuevo tipo de desregulación. De acuerdo con este principio, los EM deben garantizar que los "proveedores están sometidos solamente a las normativas nacionales de su país de origen". También se establece que el "EM de origen será responsable de supervisar al suministrador y los servicios que provea, incluidos los servicios suministrados en otro EM" y que el EM de origen deberá comunicar al EM de acogida las condiciones de empleo y trabajo del personal desplazado, para que éste pueda actuar contra el prestador del servicio en caso de incumplimiento de las mismas.

¿Pero por qué el país de origen puede tener el menor interés en supervisar las actividades empresariales en el extranjero de compañías registradas en su país? ¿Por qué poner trabas a sus oportunidades de hacer negocios si éstos incrementarán su balanza comercial? ¿Disponen realmente las autoridades de los recursos financieros y humanos necesarios para realizar estas tareas adicionales? Y, por último, pero no en importancia, ¿cómo puede haber una supervisión eficiente si el país de origen carece de potestad para realizar controles "in situ" en el país donde se suministran los servicios?

Así, los estándares del país donde se ejercen las actividades se aplicarían sólo a las empresas locales y ya no a todas las otras que tienen oficinas registradas en otros EM o que las han trasladado para burlar severos requisitos locales, y el derecho aplicable variaría según la persona o la empresa, dependiendo de qué país procediese el suministrador de servicios. De este modo los sistemas jurídicos nacionales de cada EM entrarían en competencia directa unos con otros. En consecuencia el principio del país de origen provocaría una implacable espiral descendente en relación con los estándares y las normas.

Las posteriores prohibiciones que se despenden del principio del país de origen hacen que la identificación de los prestadores de servicios que están operando en determinado país sea prácticamente imposible. El resultado de ello es que cualquier empresa que tenga un domicilio registrado oficialmente fuera del país en el que se proporciona el servicio pueda actuar sin supervisión alguna. No tendrá que acatar la legalidad del país en el que proporciona el servicio, ni siquiera la normativa que regula el empleo, abarcando tanto el reclutamiento de los mandos en el país de acogida como el de los trabajadores de otros EM o de terceros países. Estos últimos podrán ser desplazados a otros EM sin ningún tipo de control, comprometiéndose únicamente al país de origen a readmitirlos posteriormente.

El objetivo de la Comisión es reducir drásticamente los costos laborales, y al prohibir las provisiones relativas a acuerdos contractuales entre el prestador del servicio y el receptor del mismo que eviten o restrinjan que este servicio sea prestado por autónomos, allana el camino a las "aparentes" formas de trabajo autónomo y salarios basura en la adjudicación de contratos, obviando la escala salarial.

Así, la Comisión pone en bandeja las cosas a los empresarios que hacen dinero mediante fraudes a la seguridad social, al prohibir al país donde se proporciona el servicio mantener y conservar documentos laborales. Como no se pueden solicitar estos importantes documentos en el país donde se ejerce la actividad, y ante las dificultades de supervisión del país de origen, los empresarios pueden actuar durante largos periodos sin abonar las contribuciones a la seguridad social.

Para entender este drástico cambio -en toda su magnitud- es necesario considerar la entrada de diez nuevos Estados miembros (al momento de escribir estas líneas, se debe incluir dos más), cuya legislación social, fiscal y medioambiental no es tan rigurosa como en la UE de los 15. Cuando sea favorable a los intereses de la empresa privada, la directiva propone sustituir la "armonización" por el "principio del país de origen". De hecho, esto es una incitación a la relocalización de negocios en países cuyos estándares legales sociales, fiscales y medioambientales sean lo más laxos posibles. El resultado será una nueva ley en Europa, un fenómeno masivo, que ejercerá una presión considerable a la baja sobre los Estados que mejor protección dan a sus leyes sociales, fiscales y medioambientales.

La competencia feroz será la regla en todas partes. Los servicios y el interés general sufrirán cada vez más presión para someterse a las reglas de la competencia y ser privatizados. Si los sistemas de seguridad social se modifican con esta directiva, los mecanismos de redistribución social sufrirán una grave crisis.

El principio del país de origen provocará la desvertebración y el desmantelamiento del mercado laboral: así, si una empresa polaca decide despedir en Francia a trabajadores polacos (o de otro EM, o incluso de fuera de la UE, contratados en Polonia), por ejemplo, no tendrá que solicitar el visto bueno de las autoridades francesas, puesto que las autoridades polacas lo autorizan y esos trabajadores se regulan por la legislación de Polonia, siendo además los salarios y las condiciones de trabajo los del país de origen.

Si la aprueba el Parlamento europeo, la directiva se aplicará en los 25 países (27, a partir del 1/1/07) que forman la UE. El tremendo número de víctimas potenciales de la propuesta debería ser suficiente para conseguir que las negociaciones fueran a punto muerto. Los afectados en cada rama, empleados y consumidores, deben tener la oportunidad de que sus protestas sean escuchadas… Todavía estamos a tiempo -decía en 2004- para detener este plan tan radical.

En febrero de 2006, ante el inminente tratamiento por parte del Parlamento europeo de la famosa "directiva Bolkestein", se lanzaba otro llamamiento a las organizaciones que se dicen defensoras de lo público para aunar esfuerzos y evitar que la salud, los servicios sociales y la educación se conviertan en una mercancía al alcance de unos pocos.

Con el mercado único que entró en vigor en la UE en 1992, los bienes pueden circular libremente a través de los países miembros. Teóricamente esta libertad de circulación se extiende también a los servicios, pero dada la naturaleza de éstos en comparación con las mercancías, los mismos se comercializan como intangibles que requieren la presencia simultánea entre vendedor y comprador, lo que ha llevado en la práctica al mercado de servicios europeo a continuar muy fragmentado. Para evitarlo, la directiva facilita la movilidad de las empresas de servicios pero pretende que al instalarse en otro país no se sometan a las normativas existentes en ese país de destino, sino que sólo se rijan por la normativa del país de origen.

Esta realidad precipitaría, sin duda, una nueva forma de dumping social. La consecuencia inmediata sería una competencia a la baja entre las empresas, que con el fantasma de la deslocalización planeando permanentemente en el ambiente, posibilitaría que las condiciones de trabajo fueran igualándose a la baja y, por lo tanto, empeorando irremediablemente.

Con todo, los sectores que generan mayor preocupación son, sin duda, la educación y la cultura, puesto que aunque el proceso pudiera ir en estos casos un poco más lento, está claro que la puerta que se quiere abrir aquí no es otra que la de las privatizaciones y, a medio plazo, el desmantelamiento del estado del bienestar. Se pretende, como en otros ámbitos, seguir la estela del modelo liberal estadounidense; un modelo, digámoslo claro, que condena ahora mismo a 45 millones de personas a vivir sin cobertura social.

Recordando mañana (Sobre falacias y deslealtades II)

Cuando ya se creía que la directiva de "barra libre" para los mercaderes de la Unión Europea representaba el "último" eslabón en el proceso de asimilación al modelo liberal estadounidense, los ministros de Trabajo de la UE celebraban el 7/11/06 un primer debate sobre sus impresiones en la revisión de la directiva de tiempo de trabajo en el que se constataban las diferencias que existen entre quienes apuestan por una mayor flexibilidad del mercado laboral y quienes quieren limitar la jornada laboral a las 48 horas semanales actuales, eliminando las excepciones.

De momento, sólo aceptaron el texto de compromiso que presentó la Presidencia finlandesa de la UE, Dinamarca, Hungría, Países Bajos y Portugal. El comisario de Empleo, Vladimir Spidia, urgió a los EM a llegar a un acuerdo, puesto que de lo contrario advirtió la Comisión iniciará expedientes contra los 23 de los 25 países de la UE -a excepción de Luxemburgo e Italia– que a esa fecha incumplen la legislación laboral.

La propuesta de compromiso indica que el "principio general" en la jornada máxima en la UE son las 48 horas semanales, aunque permite que los EM que lo deseen se acojan a la "excepción", denominada "opt-out", que amplía el periodo de trabajo a las 60 horas semanales, con un periodo de referencia de tres meses.

De manera imprecisa, el texto admite la eventual posibilidad de revisar, después de un periodo de tiempo determinado, la aplicación del "opt-out", incluso con el objetivo de que desaparezca progresivamente.

Las posturas más enfrentadas se situaron, por una parte, en la mera existencia del "opt-out" y en el periodo durante el cual se puede mantener la excepción por encima de las 48 horas.

Francia, España e Italia capitanean la postura en contra de la excepción a la ampliación de la jornada de 48 horas y reclamaron que el compromiso incluya una mención expresa a una fecha para su desaparición. Estos tres países redactaron una enmienda en la que establecen un plazo de 10 años a partir de la trasposición de la nueva norma a las legislaciones nacionales para eliminar el "opt-out".

El texto alternativo de estos tres países indica también que, en lugar de una extensión de 60 horas, propone "que ningún trabajador trabaje más de un 25% adicional al tiempo de trabajo máximo semanal".

En términos generales, París, Madrid y Roma tienen el respaldo de Bélgica, Luxemburgo o Grecia. Portugal se mostró contra una extensión superior a las 60 horas semanales y países como Letonia e Irlanda confesaron no aplicar el "opt-out", pero apostaron por mantenerlo como "opción".

Más contundentes se mostraron socios como el Reino Unido, Austria, Alemania o Polonia en la defensa de la derogación a la jornada laboral máxima que, particularmente los nuevos Estados miembros, defienden argumentando que su eliminación supondrá grandes costos para algunos sectores, particularmente para el sanitario o el de servicios de emergencias. Estos países tampoco se movieron de su postura de mantener el "opt-out" e, incluso, de aumentarlo a las 65 horas semanales.

El ministro británico de Empleo, Alistair Darling, señaló que existen "diferencias" entre las reclamaciones de los distintos EM y advirtió que "a no ser que aceptemos estas visiones y se les dé cabida en el compromiso, no lo alcanzaremos nunca".

Por otra parte, negó que la preocupación por la seguridad y la salud de los trabajadores sea exclusiva de los países que apuestan por abolir el "opt-out", y afirmó que "hay que preservarlos por encima de todo". Con respecto a la cláusula de revisión que se vislumbra en la propuesta de compromiso, el ministro británico la consideró "un problema para muchos de nosotros".

Mientras los ministros de Trabajo de la UE se ocupaban de la "flexiseguridad" de los trabajadores "beneficiándolos" con una jornada laboral de 60 o 65 horas semanales en lugar de las 48 horas semanales actuales, con apenas una semana de diferencia el Parlamente Europeo (PE) aprobaba "definitivamente" la directiva que liberaliza la prestación de servicios en el mercado comunitario, objeto de una controvertida tramitación de casi tres años de duración.

En virtud del pacto de los principales grupos -Partido Popular Europeo, Socialista y Liberales- el pleno aprobó sin enmiendas de fondo, el 15/11/06, el texto previamente consensuado con los gobiernos nacionales.

La directiva, que entrará en vigor en un plazo de tres años, reduce los trámites burocráticos para que una empresa de servicios pueda operar en EM distintos al de establecimiento, incluso si carece de filiales en ellos.

Su objetivo es dinamizar un sector que representa más del 70 por ciento del PIB de la UE.

No obstante, la redacción final permite a los Estados restringir la apertura del sector por razones de "orden público, seguridad pública, protección al medio ambiente o salud pública", siempre que no discriminen al hacerlo entre empresas nacionales y europeas.

Además, no afecta a los servicios de interés general no económico, así como a los fiscales, audiovisuales, notariales, de seguridad, los servicios sociales de beneficencia, las empresas de trabajo temporal, la salud pública y privada, y los juegos de azar.

También se limita el alcance de la liberalización sobre los servicios económicos de interés general –postales, sector eléctrico, gas, distribución y suministro de agua y gestión de residuos-.

El texto final queda así lejos de la versión original presentada en enero de 2004, por el ex comisario europeo Frits Bolkestein, que consagraba el "principio del país de origen", en virtud del cual, las empresas de servicios podrían operar en cualquier EM ateniéndose sólo a la legislación del de establecimiento.

Pese a los cambios de redacción, los grupos Los Verdes/Alianza Libre Europea e Izquierda Unitaria Europea mantuvieron su oposición al texto y presentaron enmiendas idénticas de rechazo total a la directiva, rechazadas en el pleno por 105 votos a favor, 405 en contra y 12 abstenciones.

Sus defensores dicen que es la legislación más importante aprobada en la UE durante muchos años y aseguran que facilitará la creación de cientos de miles de empleos.

La idea es que, a partir de ahora, desde constructores y contadores hasta abogados y guías de turismo, se puedan establecer con más facilidad en otros EM de la Unión.

Sus detractores -entre los que me incluyo- lo ven como un símbolo de la globalización desenfrenada y advierten que podría resultar en una menor protección de los trabajadores, consumidores y medio ambiente.

A partir de su aprobación por el PE la legislación se debatirá en el foro de los ministros de la Unión Europea y una vez refrendada los 25 EM entonces tendrán hasta 2010 para incluirla en sus legislaciones nacionales.

El escáner cerebral

La tecnología de escáner cerebral le ha suministrado a los científicos estadounidenses una idea de cómo creamos una imagen mental de nuestro propio futuro.

El equipo de la Universidad de Washington dice que hay áreas específicas del cerebro que están activas cuando se piensa en eventos futuros.

El estudio de la Academia Nacional de Ciencias podría ayudar a los doctores que tratan de entender el daño causado por derrames, heridas o enfermedades (BBCMundo.com – 3/1/07). Los resultados encajan con daños observados en el cerebro de pacientes que han perdido la capacidad de "pensar en el futuro".

Cuando se pidió a pacientes que se pusieran bajo el escáner y pensaran o se movieran de un modo particular, se "alumbraron" en la imagen registrada sectores específicos del cerebro, correspondiendo al aumento de actividad eléctrica de ellos.

El proyecto más reciente examina una cualidad que se cree única de los humanos: la habilidad de crear una imagen mental de eventos que todavía no han pasado.

Los investigadores pidieron a los pacientes imaginar eventos futuros y recordar experiencias pasadas. La imagen muestra un claro contraste entre un cumpleaños ya experimentado y un cumpleaños futuro.

Los investigadores escribieron: "tal vez una de las capacidades más adaptativas de la mente humana es la habilidad de organizar el comportamiento en anticipación de consecuencias futuras". "Buena parte de nuestros pensamientos cotidianos dependen de nuestra habilidad de vernos participando en eventos futuros".

A modo de test, propongo al lector – que supongo joven- que lea el siguiente párrafo y, mientras hace funambulismo entre la inactividad y el desaliento, pruebe de "imaginar las consecuencias futuras":

¿Una forma de morir de civilización? Chicago está (o estaba) lleno de fábricas. Hay (o había) fábricas hasta en pleno centro de la ciudad, en torno al edificio más alto del mundo. Chicago está (o estaba) lleno de fábricas, Chicago está (o estaba) lleno de obreros. Pero ninguna estatua se ha erigido en memoria de los mártires de Chicago en la ciudad de Chicago. Aquéllos que fueron ahorcados, en 1886, aquellos obreros que el mundo entero saluda cada primero de mayo. Ni estatua, ni monolito, ni placa de bronce, ni nada. El primero de mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las geografías, todas las lenguas y las religiones y las culturas del mundo; pero en los Estados Unidos, el primero de mayo es un día cualquiera. Ese día la gente trabaja normalmente, y nadie, o casi nadie, recuerda que los derechos de la clase obrera no han brotado de la oreja de una cabra, ni de la mano de Dios o del amo.

La desmemoria o una celebración del silencio.

Ahora, por favor, vuelvan a reflexionar sobre lo dicho por los investigadores de la Universidad de Washington: "Buena parte de nuestros pensamientos cotidianos dependen de nuestra habilidad de vernos participando en eventos futuros"…

La tormenta perfecta

Así y todo, tal vez al final, lleven razón los jóvenes que renuncian a procrear. Aunque en mi caso, mantengo la pregunta con que he titulado este Paper: ¿Qué están esperando?

Me niego a ser "cómplice" -por acción u omisión- de aquéllos que los han convencido de que "no se puede" decir, "no se puede" hacer, "no se puede" ser…

No obstante ello, es imposible negar la evidencia (también en esto hay grandes "cabezas borradoras", que sólo saben proponer "más de lo mismo") sobre el riesgo de "colapso ecológico" inmediato. La posibilidad amenazadora de "reinar" sobre la nada. A diario recibimos noticias, informes y estudios, que nos alertan sobre el peligro "autogenerado" de "ahogarnos en nuestra propia mierda".

Es importante tenerlo en cuenta, pero no para "cruzarnos de brazos" y aceptar lo inevitable. Todo lo contrario. Más que nunca es "imprescindible" la acción ciudadana. Más que nunca hay que pasar del desaliento a la actividad…

(Con un nieto en "conciencia" y otro por llegar, trascurridos tres años desde el Paper sobre Desempleo Juvenil, volvía a la carga, con la ilusión, deseos, y esperanza que los jóvenes se rebelaran ante el despreciable futuro que les ofrecían los "global players")

Del Ensayo Esperando la rebelión de los "ni-ni" (ni estudian ni trabajan): Los "babylosers"De la "Generación Peter Pan" a la "Generación Cero": el becarismo rampante, publicado en febrero de 2010

Dedicatoria: A mi próxima nieta (y a los nietos en general) Con la ilusión de que estudien y trabajen – Con los mejores deseos de que lean y entiendan – Con la secreta esperanza de que hagan la revolución social que ni sus abuelos ni sus padres supieron (o se animaron) realizar.

Introducción

"La raíz del verbo adolescere o adulescere no es dol-, sino ol-/ul-/al-. Este verbo significa "crecer, madurar, hacerse grande". El participio presente adulescens o adolescens se aplica al individuo que está creciendo o madurando. De otra forma de ese verbo, adultum, sin el sufijo -sc- (que indica el progreso de la acción), viene adultus, que se aplica al individuo cuyo crecimiento ya ha concluido. También tienen esa raíz los sustantivos prole ("lo que crece hacia adelante") e índole ("lo que crece adentro"), el verbo alimentar ("hacer crecer"), el adjetivo alto (etimológicamente, "alimentado"), el sustantivo alumno ("lo que es alimentado"), y el inglés old y el alemán alt ("viejo")"…

(Del artículo: "Una edad difícil, pero no dolorosa" – Por Lucila Castro – La Nación17/8/09)

"Era algo k ya sospchbmos pero parece que por fin alguien lo ha contrastado científicamente. Se ha podido demostrar que, tras ese afán por reducir el mundo a tan pocos caracteres y dar patadas al diccionario sustituyendo "que" por "k" y demás acrónimos imposibles, se esconde una vagancia intelectual que afecta al rendimiento de los más jóvenes.

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