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Arquitectura doméstica y decoración de interiores en Argentina: 1860-1936 (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Eduardo Gentile se remite, en el citado trabajo, tanto a investigaciones personales como a otras llevadas en conjunto con el Arq. Fernando Gandolfi, como así también tomando algunos trabajos elaborados por el Arq. Fernando Aliata [30]Quienes estudian el método arquitectónico Beaux Arts al que se hace referencia en esta tesis.

Se debe aclarar que en términos arquitectónicos, el método Beaux Arts proveniente del academicismo de la Escuela de Bellas Artes de París fue adoptada en la Argentina por la burguesía nacional de 1880, a la que prefirieron por su valor de signo estético-simbólico (inspirado en el Palacio de Versalles). Su decoración de interiores se basó en el mobiliario de estilos cortesanos-monárquicos (como el Luis XIV, de Charles Le Brun (1619-1690) y la Manufactura de los Gobelinos, que nada tenía justamente de burgués).

Efectivamente, el concepto de que el diseño de muebles, luego de la Revolución Industrial del siglo XVIII, y durante todo el siglo XIX fue más «artesanal» que «industrial» (en Europa); y como los muebles traídos a la Argentina por la burguesía de fin de siglo XIX y principios del siglo XX procedían de Europa, es por eso que el mobiliario usado como decoración de interiores en los ambientes de la ecléctica [31]arquitectura privada neoclásica correspondía a la ebanistería europea de diversas variedades de maderas [32]

El mueble brindó, además de su clara utilidad práctica (valor-de-uso), una función mas allá de la función misma; actuando como signo estético (valor-de-signo), definiendo el gusto (burgués) de la época por el consumo de ciertos productos costosos (y difíciles de adquirir por la geografía y las distancias) que se transformaron en signos de status social y del poderío económico (capitalista) del Señor Burgués. En términos marxistas, este nuevo «amo» [burgués] del mundo, buscó diferenciarse del «esclavo» [proletariado], como históricamente los reyes lo hicieron de los plebeyos.

El mobiliario adoptado por la burguesía nacional se convirtió en la fiel expresión de un "espíritu nuevo" (un esprit iluminista) que el burgués ilustrado (inspirado en la razón) utilizó para expresar su cultura material privada (en una forma de sincretismo coleccionista doméstico de los mas diversos estilos artísticos); brindando una identidad criolla-francesa en suelo Argentino.

A fines del siglo XIX nacional, el cosmopolitismo capitalista y coleccionista burgués, evidenció en los estilos de muebles gótico, renacimiento, algunos estilos cortesanos -como los Luises- y otros ya mas aburguesados -como el estilo imperio [33]lo que podemos definir como un "espíritu Belle Époque Argentino (1860-1936)" para parafrasear a Sigfried Giedion en La mecanización toma el mando (1978).

En efecto, el "espíritu de la época", experimental y contradictorio en los estilos de decoración de interiores que utilizó dicha burguesía nacional de 1860-1936, poseía algo del "alma de la nueva sociedad burguesa positivista" (luego de la Revolución Francesa [34]con la ilustración y el Siglo de las Luces); pero también poseía algo del "alma de la antigua sociedad cortesana, noble y aristocrática" (del mundo anterior a la Revolución Francesa), que remitían a un contenido simbólico preciso que intentaba representar el carisma de la nobleza (en el Luis XIII [35]el barroco del Luis XIV [36]el rococó del Luis XV [37]y el neoclásico del Luis XVI [38]expresando los ideales y valores de la aristocracia, por intermedio del mobiliario).

Aunque fuertemente influenciados por el "modernismo" (no confundir con Art Nouveau en España) del Mundo Moderno de la doble revolución burguesa europea francesa (tomando los valores, ideas y visiones de la democracia, libertad, razón y progreso) e industrial inglesa (tomando los valores, ideas y visiones de la era de las máquinas tecnológicas); el liberalismo económico (capitalista) y político (democrático) de la Moderna burguesía no pudo evitar adoptar los viejos símbolos (estéticos) Premodernos del Ancien Régime derrocado en la Revolución Francesa. El retour à l´ordre (greco-romano) fue la clave de su cultura arquitectónica neoclásica, y el retorno al Orden Monárquico-absolutista (solo en la estética y no en lo político-económico) en el diseño de muebles fue la clave de su cultura material doméstica en una época dominada por el capitalismo imperialista [39]

Así la Moderna burguesía Argentina, utilizó una decoración de interiores Premoderna, cuyo diseño artesanal en el mobiliario de ebanistería estaba influenciado principalmente por Francia de la época de Luis XIV, XV y XVI. Dichos muebles, que oportunamente fueron útiles para demostrar el rango social del Rey y la nobleza en Europa, usados a fin del siglo XIX y principios del siglo XX en Argentina también posibilitó la demostración del rango social del Señor Burgués. Como lo explica Luis Feduchi en Historia del mueble (1946), un caso ejemplar fue el dressoir: "Aparador (…), con graderías escalonadas sobre la tapa, coronadas por una especie de dosel; estas graderías significaban una determinada importancia o categoría social" [40]

También Jesús Vicente Patiño Puente en Historia del mueble hasta el siglo XIX (2010) sostiene lo mismo que Luis Feduchi: "(…) los aparadores, llamados dressoir en Francia, que consistían en muebles que, en las ceremonias, se cubrían de paños o telas. Se estructuraban en forma escalonada, con estantes abiertos, y el número de escalones dependía del rango del propietario (dos los barones, tres los marqueses, etc., hasta llegar al dressoir real, que tenía seis). Eran sólo objeto de exhibición, sobre el que se disponía todo tipo de objetos decorativos o vajilla de oro, plata o pedrería." [41]

Así el aparador arribó, como mueble de almacenamiento, desde la Edad Media, pasando por la Edad Moderna, hasta la Edad Contemporánea; dicho de otro modo: el aparador no solo fue un mueble medieval, sino cortesano y finalmente adoptado por la burguesía. Esto claramente demuestra la importancia de la herencia de la cultura material que la Estética Burguesa (no moderna y moderna) recibió de la Estética Cortesana-Monárquica y a su vez de la Estética Feudal-Monacal.

Dicho de una manera más reduccionista y simple: la burguesía con el Movimiento Moderno (Escuela de la Bauhaus) en diseño de muebles proyectó aparadores, del mismo modo que los reyes los tenían; siendo que originalmente habían sido diseñados en la Edad Media. Obviamente, mas allá de las simplificaciones del lenguaje formal (el aparador del Movimiento Moderno fue austero, racionalista, sin elementos decorativos agregados, con limpieza formal, etc.; si se lo compara con los aparadores de la realeza).

Entonces, estas preferencias de la burguesía nacional finisecular por el mueble artesanal y de ebanistería permite realizar la siguiente pregunta: ¿por qué estudiar las influencias del Arte y la Arquitectura en el diseño y la estética de este tipo de muebles? [42]Si en la primera mitad del siglo XX, nacería con el Movimiento Moderno en Arquitectura -proyectado por arquitectos como Le Corbusier (1887-1965)- y con el diseño de muebles de tecnología moderna -realizados por proyectistas como Walter Gropius (1883-1969) y Marcel Breuer (1902-1981)- conjuntamente a los avances devenidos de lo que se dio en llamar filosóficamente como la Modernidad: la negación del pasado artesanal y la fe en el futuro que las ciencias físico-matemáticas posibilitaban junto a la estética geométrica, abstracta y vanguardista, reforzado por los nuevos materiales propios de la producción manufacturera en serie Taylor-fordista (donde la antigua artesanía se oponía a la fabricación industrial).

Es bien sabido por los historiadores de la arquitectura que el Movimiento Moderno en Arquitectura dio por finalizado, por lo menos en Argentina, a la arquitectura eclecticista-historicista (Beaux Arts); lo que efectivamente se logró con el edificio: Kavanagh.

Pero el fin del método Beaux Arts no solo lo marcaría el edificio Kavanagh, sino un conjunto de otras residencias como la de Victoria Ocampo de Barrio Parque (tesis arquitectónica moderna), ejecutada por Alejandro Bustillo (1889-1982) y construida en calle Rufino de Elizalde nº 2831, en Palermo Chico (hoy propiedad del Fondo Nacional de las Artes); que se construyó en lugar del proyecto que le fue encargado a Le Corbusier a través de Adela Atucha de Cuevas de Vera. Lo que por otro lado ha sido motivo de equívocos asociados con Le Corbusier (lo cierto es que este la ponderó en su único viaje a Buenos Aires en 1929); pero se reitera que fue Alejandro Bustillo y no Le Corbusier quien la proyectó.

Paradójico resulta ser que Alejandro Bustillo fue más conocido por sus realizaciones de arquitectura neoclásicas (Beaux Arts) que por esta residencia para la famosa intelectual de Argentina, que supo marcar a toda una generación de vanguardistas: Victoria Ocampo.

Efectivamente, Le Corbusier escribió acerca de esta residencia de Victoria Ocampo (proyectada por Bustillo) en el barco en el que regresaba a Europa, luego de su visita a Buenos Aires en 1929. Lo publicó en su libro Précisions sur un état de l´architecture et de l´urbanisme (1930). Ahí, el autor decía sobre la pureza del racionalismo arquitectónico que era la vanguardia en aquella época:

"Buenos Aires es un fenómeno integral (…) Salvo el interior de la casa de la señora Ocampo (…) Hasta ahora ella solamente ha hecho el gesto decisivo en arquitectura, construyendo una casa que hace escándalo (…) Se encuentran en ella Picassos y Légers en el marco de una pureza que raramente he encontrado". [43]

Transcurrida algo más de una década, al filo de la 2º Guerra Mundial, Victoria Ocampo debió optar por su residencia de Palermo (moderna) o San Isidro (victoriana). Y traicionada por la querencia, volvió a la casa de espíritu victoriano, inspirada en la arquitectura finisecular. Por otro lado, los interiores de Villa Ocampo son fruto del reciclaje de un edificio finisecular en clave moderna. No existen muchos ejemplos de una operación arquitectónica de este tipo en la Argentina del período; donde la arquitectura está influida por la literatura, en una mezcla que raramente se encuentra: universalidad y particularidad, tradición y vanguardia, una modernidad rioplatense.

Pero: ¿Qué utilidad práctica presenta estudiar esta especie de pasado premoderno dentro de los tiempos modernos que empezarían principalmente a correr a inicios del siglo XX, tanto en arquitectura como en diseño de muebles? Esto no significa solo una oportunidad para recuperar el "pasado simbólico" (del mueble de estilo artístico), recodificándolo a los signos actuales de los nuevos tiempos que corren en la actualidad (según los teóricos de la Posmodernidad); sino que, también se podrán entender fundamentos mucho mas remotos (algunos podemos rastrearlos al siglo XIII con el Gótico inclusive) sobre la estructura funcional, tipológica y estructural (técnica-material) de los elementos componentes del diseño de muebles artesanales y de ebanistería (que el Movimiento Moderno en Arquitectura y diseño de mobiliario industrial, seriado, masificado y mecanizado imitó en muchos aspectos). Pues, mucha herencia del pasado, recibió el Moderno siglo XX, a pesar de que la vanguardia impuso nuevos patrones estéticos y tecnológicos (y que los fueron).

Pues como se demostró en la Tesis de Maestría en Estética y Teoría del Arte (UNLP, 2008), los modos simbólicos y materiales de sentarse, comer, dormir y otros presentes en los objetos y muebles propios del habitar doméstico y privado corresponden a una evolución histórica del campo de la cultura. No son un fenómeno propio del siglo XX, vienen con anterioridad a los planteos de la Modernidad filosófica y del Movimiento Moderno en el diseño de muebles. Ejemplo: Tanto el diván [44]como el sofá moderno que representan más un mueble para semi-recostarse que exclusivamente para sentarse, evolucionaron a partir del canapé [45]en tanto la conocida chaise-longue [46]basculante del mundialmente famoso Le Corbusier era la suma de una bergère [47]+ una butaca para los pies (del tipo escabel [48]Por otro lado, la marquise (marquesa) que era la la duchesse [49](duquesa) de 1760, en 1800 se transformaría en el sofá canguro o psyche (no confundir con el espejo de gran tamaño "psyché").

A su vez, algunos muebles como los almaiar [50](armarios) y los cabinets (armarios con patas) habían adoptado para rematar los muebles el elemento arquitectónico clásico denominado "frontón o frontis" (con forma de triángulo isósceles), muy usado en los templos griegos y durante el Renacimiento. Otros muebles habían adoptado de la arquitectura la cornisa [51](cuerpo compuesto de diversas molduras que sirve de remate a la parte superior del mueble). En efecto, la arquitectura (Arte Mayor) siempre ha influido en el diseño de muebles (arte menor) [52]

Con el Luis XIV (barroco), que fue un estilo potente, suntuoso y masculino; en épocas de las cortesías, las grandes ceremonias y el esplendor de la corte del Rey Sol. Se generaron muebles muy suntuosos generalmente más anchos que los de la corte de Luis XIII con el objetivo de ser capaces de albergar los voluminosos trajes de la época.

Esto no solo habla de la estrecha relación entre la evolución del mueble y de la arquitectura; sino del diseño con el campo de la cultura. De aquí lo inevitable de analizar las interacciones entre los estilos de Arte, la Arquitectura y el diseño de muebles artesanales (ebanistería) con la historia y la cultura burguesa.

Entonces, la importancia del estudio de los modos de habitar de la burguesía nacional consiste en que impuso patrones «estéticos» y «funcionales» inspirados en Europa (principalmente de Francia e Inglaterra), los que en muchos casos fueron realmente nuevos, reinventando -por ejemplo- las formas de sentarse con nombres fantasiosos como: la caqueteuse [53]la voyeuse [54]la veilleuse [55]la marquise [56]la méridienne [57]la duchesse [58]el confidente [59]y otros muebles. Revalorizando el patrón estético-funcional de diseño de interiores premoderno, mas importante que ha tenido la historia europea antes de la Revolución Francesa.

De hecho, la interminable lista de voces francesas usadas para designar a los distintos tipos y variedades de muebles da una idea bastante acabada de la transculturación que operó por aquellos años de 1860 y hasta 1936 en la Argentina -burguesa- que los adoptó.

Análogo a los muebles para «sentarse» [sillas, sillones y sofás], se crearon dentro del estilo Luis XIV [barroco], toda una serie de muebles para «acostarse» [camas] con nombres fantasiosos como: cama au tombeau [60]a lo ángel [61]a la duquesa [62]a la imperial [63]y de audiencia [64]entre tantos otros muebles [65]para dormir con dosel [techo] que poseían variaciones sutiles en la ornamentación y los cortinados. Incluso la cama denominada "a la revolución" hacía clara referencias a la Revolución Francesa; que marcó el fin de los estilos de decoración de interiores inspirados en el «viejo» Orden Social (con mayúscula) Absolutista-monárquico y dio inicio al «nuevo» Orden Social Burgués.

Luego, dicho «nuevo» Orden Liberal [burgués] dio origen a los estilos de arte en el diseño de muebles como el Chippendale [66](el estilo más burgués ilustrado decimonónico) o el estilo Imperioimpuesto por Napoleón– que se extendió en el primer tercio del siglo XIX por toda Europa, inspirado en los estilos de los grandes imperios de la antigüedad. Aunque debemos diferenciar a estos estilos burgueses «no-modernos» [artesanales] propios de fin del siglo XVIII, todo el siglo XIX y hasta principios del siglo XX; frente a los estilos burgueses «modernos» [industriales] propios del Movimiento Moderno y la Escuela de la Bauhaus a partir de 1920 en adelante.

De este modo esta tesis busca enfocarse en el diseño de muebles artesanales o «arte menor» (derivado de las Bellas Artes o «Arte Mayor»), como lo describe Luis Feduchi en Historia del mueble (1946), derivado no solo de la historia del Arte, sino de la Arquitectura también [67]

El mueble artesanal permitió inspirar el diseño del mueble industrial. Esto quedo demostrado en la Tesis de Maestría en Estética y Teoría de las Artes FBA-UNLP (2008) [68]donde se sostenía que el diseño de muebles del siglo XIX, realizado por proyectistas idóneos, técnicos, artistas y arquitectos se inspiró en las Bellas Artes (Arte Mayor) y la historia de la arquitectura.

En síntesis, podemos aprender -y mucho- del pasado y de la historia que nos da memoria. El diseño de muebles (incluso Moderno, seriado, industrializado, contemporáneo) evidencia esa historia, ese pasado, esa memoria.

En definitiva, esta Tesis de Doctorado desafía los límites mismos impuestos por la enseñanza académica de las carreras de Diseño Industrial en la Argentina (que es justamente «industrial» y no «artesanal» y como tal es académicamente Moderna, por la herencia de la Bauhaus). Buscando marcar un hito, un cambio epistemológico al modo de concebir la historia del diseño, que pueda derivar en el debate institucional para la introducción de cambios pedagógicos a nivel académico.

Por lo que se podría incorporar a la enseñanza de la Historia del Diseño Industrial en Argentina el diseño de tipo «artesanal» [69]de un modo dialéctico con la manufactura «industrial» moderna; superándose las fechas históricas en que el estudio del mismo solo es válido a partir del siglo XVIII (con las bases sentadas por la Revolución Industrial de 1760/1830 aproximadamente). Integrando los modos y estilos de la manufactura «artesanales» (como la ebanistería) a la producción «industrial»; esto expandirá la teoría al aprendizaje que requiere el Movimiento Posmoderno en diseño de muebles iniciado por teóricos de la arquitectura como Robert Venturi cuando escribió: Complejidad y contradicción en arquitectura (1966) [70]

Pero, si se desea justificar aún más el área temática de interés para defensa de la Tesis de Doctorado, se puede anexar que dentro de la casa u hogar, donde habitamos, se encuentran los distintos ambientes (cocina, comedor, living, dormitorios, baño y otros ambientes); siendo espacios donde depositamos nuestra cultura material doméstica con sus artefactos, utensilios y muebles entre otros objetos privados. Donde el estudio de tales muebles y objetos de arte no ha sido abordado integralmente por la bibliografía de Historia del Arte (Arte Mayor, con mayúscula), o de la Historia de la Arquitectura, o de la historia del Diseño Industrial, o de la historia del diseño de muebles artesanales (arte menor, con minúscula, dependiente de la Arquitectura y el Arte Mayor); para el caso de la Argentina del período: 1860-1936.

Efectivamente es Luis Feduchi en Historia del mueble (1946) quien lo aclara: "Desde nuestro punto de vista -más elemental- de la historia del mueble, arte menor dependiente de la arquitectura y del ambiente social, (…)" [71]

Entonces, para comprender la historia del mueble y de la decoración de interiores será necesario entender la historia de sus hermanos mayores -la Historia del Arte y la Historia de la Arquitectura-; razón por la cual en cada instancia que se cite al Arte y la Arquitectura, no se desea realizar un análisis del Arte por si mismo o de la Arquitectura, se desea entender el Arte y la Arquitectura para entender al hermano menor del diseño de muebles artesanales (de ebanistería). Dado que es el "diseño de muebles" y la "decoración de interiores" el eje central (objeto de estudio) de esta Tesis Doctoral.

Materiales de investigación

FUENTES PRIMARIAS:

Los materiales de investigación (fuentes primarias) son de dos tipos:

• Palacios franceses: El listado de viviendas correspondientes a la burguesía y analizadas con sus ambientes y muebles catalogados abarca el período comprendido entre: 1854 y 1932. En muchos casos se disponen de las fechas exactas de inicio y/o finalización de la obra, en otros de aproximaciones muy exactas (circa). La lista corresponde a tres (3) residencias:

  • El Palacio Arruabarrena, de la ciudad de Concordia, Provincia de Entre Ríos (edificado en: 1919).

  • La exresidencia Errázuriz-Alvear, actual Museo Nacional de Arte Decorativo (edificado entre: 1911 y 1918).

  • El Palacio Paz, actual sede del Círculo Militar, proyectado por el arquitecto Louis Sortais.

• Residencias de campo y casas-quintas: La lista corresponde a dos (2) residencias:

  • El Palacio San José de la familia Urquiza, en Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos (edificado entre: 1854 y 1858).

  • La Quinta Jovita de Don Rufino de la Torre Haedo y Doña María Cipriana Soler Otálora, en Zárate, Provincia de Buenos Aires (edificada en: 1870).

• FUENTES SECUNDARIAS:

Los materiales de investigación (fuentes secndarias) son de dos tipos:

• Palacios franceses: El listado de viviendas correspondientes a la burguesía y analizadas con sus ambientes y muebles catalogados abarca el período comprendido entre: 1854 y 1932. En muchos casos se disponen de las fechas exactas de inicio y/o finalización de la obra, en otros de aproximaciones muy exactas (circa). La lista es la siguiente: La exresidencia Mitre (edificada en: 1860); el Talar de Pacheco (edificado en: 1880); el hôtel particulier, exresidencia Lanús (edificado en: 1912). Otros ejemplos, del Arq. Alejandro Christophersen son las siguientes edificaciones: el antiguo hôtel particulier de Antonio Lelor (hoy Circulo Italiano) y el Palacio de la familia Anchorena, actual sede del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (edificado entre: 1905 y 1909). Esta lista de arquitectura beaux arts continua con los casos siguientes: la exresidencia de Juan Antonio Fernández Anchorena, exresidencia presidencial de Marcelo T. de Alvear (edificado en: 1909); el hôtel particulier de la exresidencia Peña, actual sede de la Sociedad Rural Argentina (edificado en: 1905); el Palacio Bosch (edificado en: 1917); el Palacio Celedonio Pereda, actual sede de la Embajada de Brasil (edificado en: 1917); el Palacio Alvear, actual sede de la Embajada de Italia; la exresidencia Tornquist, actual sede de la Embajada de Bélgica; la exresidencia Acevedo, actual sede de la Embajada de Arabia Saudita (edificada entre: 1929 y 1932); el palacio Ortiz Basualdo, actual sede de la Embajada de Francia, obra del arquitecto Pablo Pater (edificado en: 1912); el Palacio Ferreyra (edificado en: 1910) y la exresidencia Atucha (edificada en: 1915).

• Residencias de campo y casas-quintas:; la casa de campo en la Provincia de Buenos Aires de la familia Tornquist (en Sierra de la Ventana), obra del arquitecto C. Nordmann; el casco de la estancia Huetel, de Concepción Unzúe, obra del arquitecto Jacques Dunant (edificado en: 1916); la estancia San Simón de Ángela Unzúe de Alzaga (edificada en: 1918). Asimismo, las dos casas-quintas tradicionales como la residencia El Talar de la familia Pacheco Anchorena en General Pacheco (Municipio de Tigre), y el Palacio Miraflores de la familia Ortiz Basualdo en el barrio de Flores; y en Mar del Plata, la Villa Ortiz Basualdo, obra de los arquitectos Luis Dubois y Pablo Pater. Por otro lado la estancia La Candelaria del Dr. Celedonio Pereda (edificada entre: 1923 y 1927); la exresidencia Ivry de la familia Duhau (s/f); la villa San Souci (edificada entre: 1914 y 1918); la villa Ocampo, en San Isidro (s/f) y la villa Victoria Ocampo, en Mar del Plata (edificada en: 1912).

Objetivos de la investigación

• OBJETIVO PRINCIPAL: Se pretende crear nuevas categorías de análisis que simplifiquen la compleja y extensa Historia del Arte y de la Arquitectura aplicadas al estudio de la historia del mueble. Por lo que se busca encontrar un nuevo ordenamiento u «Orden Estético» (que reemplace a las denominaciones tradicionales como: gótico, renacimiento, barroco, rococó, neoclasicimo, etc.). Es decir, que se pretende crear nuevas categorías teóricas de análisis, mucho mas simples que engloben a dichas denominaciones tradicionales basadas en los "estilos" artísticos y que se fundamenten en un «Orden Social» mas amplio, generalista y abarcativo de la historia (basado en la economía y los tipos de modelos productivos de cada sociedad, tomando como patrón teórico el materialismo histórico marxista; dado que posee la legitimidad teórica, académica, histórica, política y económica desde una visión sociológica capaz de ampliar la visión sobre la Historia del Arte). Pues el arte y la arquitectura no pueden escapar al poder y la política que gobiernan la historia de cada sociedad (de hecho son una manifestación u objetivación material -como la punta de un iceberg sumergido bajo el agua-, siendo que la parte mas grande es invisible a los ojos, está por debajo del agua, y es el soporte de la punta visible). En esta metáfora, el Arte es la punta del iceberg visible (la "estética" como materialización de la "historia política" de cada sociedad y sus modos de producción económicos).

OBJETIVOS SECUNDARIOS:

  • Se busca interpretar el paradigma de la arquitectura «civilizada» (palacios neoclásicos franceses de la Academia de Bellas Artes de París) que en la Argentina del período 1880-1936 se impuso no solo en la arquitectura sino en relación a la decoración de interiores y diseño de muebles (inspirados en el Palacio de Versalles). Pero se pretende buscar la explicación en los conceptos teóricos criollos creados por la Generación de intelectuales de 1837 como D. F. Sarmiento (1811-1888); como grandes modelos explicativos de la «civilización» desde una vertiente literaria nacional que adoptó y transformó la Generación de 1880 de burgueses originarios de la Argentina.

  • Dado que como se sospecha -hipotéticamente- que la burguesía nacional impuso un patrón en la decoración de interiores, traído de la «civilizada» Europa, que perdura hasta hoy en día como el máximo logro estético previo al Movimiento Moderno en Arquitectura y diseño de mobiliario. Es un objetivo particular determinar a que tipo de estética corresponde la decoración de interiores de cada residencia de la Argentina de1860 y 1936. Para comprender a que tipo de "estética" corresponde el diseño de muebles de ebanistería, será necesario revisar las categorías tradicionales de los "estilos" de la Historia del Arte y la Arquitectura (ejemplo: gótico, renacimiento, barroco, rococó, neoclasicimo, etc.)

Marco teórico (Parte 1)

Se realiza una introducción histórica a la Generación de 1880, esa Belle Époque Argentina entre 1860 y 1936.

Quizás lo más conveniente sea comenzar con una ubicación en el espacio y el tiempo de la Argentina del período 1880-1914. En todo caso la pregunta sería: ¿por qué comenzar el estudio en ese período histórico? Habida cuenta de que la respuesta a la pregunta: ¿por qué el estudio de la Argentina? No merece respuesta debido a su obviedad, pero: ¿por qué el año 1880? ¿Por qué esta fecha histórica?

Dicho de otro modo: ¿Por qué la Generación del 1880?

La respuesta consiste en que en esos años que van del 1870 al 1880 queda la impronta de todos los elementos que van a caracterizar a la Argentina moderna, con sus ciudades, y el ingreso en los "años dorados de comienzo del siglo" (siglo XX), como lo describió Ernesto Sábato en La clase dominante en la Argentina Moderna. Formación y características (1991). Y en tanto ello sucedió, se conformó el hogar doméstico moderno también con todos sus muebles, artefactos y otros objetos.

En esta fecha, la ciudad de Buenos Aires verdadero paradigma, dejó de ser la "Gran Aldea" para transformarse en una urbe cosmopolita de carácter, como ya dijimos, europeizante. La existencia de tiendas como Gath y Chaves, El Louvre bonaerense, la ciudad de Londres, con "las vitrinas a la moda europea", otras tiendas lujosas en la calle Florida, el Hipódromo, los jardines de Palermo, y las nuevas avenidas, completaban el aspecto de la ciudad de Buenos Aires en el año 1882, explica Graciela Elena Caprio en Consecuencias culturales del proceso de urbanización, Buenos Aires 1880-1910 (1985).

En este período clave se produjo el proceso de estructuración de la Gran Aldea de Buenos Aires, como explica David Kullock en Ciudad, vivienda y sociedad. Apuntes para un enfoque integral (1985). Esta fase clave de la historia, que abarca desde 1852 hasta 1914, se corresponde con el vertiginoso proceso de crecimiento, denominado período de Organización Nacional o el "proyecto del "80", sostiene el autor.

El proyecto de la "Generación del ´80" es quizás el más completo para reordenar y modificar desde sus bases la sociedad argentina. Una generación de ideas liberales, europeísta, seudo-culta (pseudo-civilizada), ansiosa por dejar atrás un pasado catalogado por algunos de sus ideólogos -Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888)- como «bárbaro» y que, sin embargo, no puedo romper con al antiguo soporte de la economía, que fue la tierra (símbolo de la barbarie de Sarmiento). No pudo instalar la «civilización» (de Sarmiento) urbano-mecánica, que estaban llevando adelantes los anglosajones; lo que para algunos autores (como Sábato) retrasó al país.

Otros autores coinciden en que este período está ligado a la formación del Estado Moderno Argentino y a la inmigración masiva (de donde nacería posteriormente la clase media argentina y con ella sus necesidades habitacionales hogareñas y toda una cultura material doméstica de las masas), responde María Isabel Hernández Llosas en La dimensión social del patrimonio. Tomo II (s/f). En este sentido, es importante crecimiento de los centros urbanos y, en particular, de la Ciudad de Buenos Aires, sostienen Leandro Gutiérrez y Juan Suriano en Vivienda, política y condiciones de vida de los sectores populares, Buenos Aires 1880-1930 (1985).

Muchas veces se ha dicho que 1880 representa el fin de la Argentina «épica» y el comienzo de la Argentina «moderna», sin embargo la frase es válida sólo en un determinado sentido: las guerras y los levantamientos de caudillos fueron dejado atrás y es cierto que nacieron los partidos políticos y los debates parlamentarios, pero también nacieron nuevos problemas y enfrentamientos (especialmente con la inmigración y sus consecuencias habitacionales).

Los hombres que vivieron alrededor del eje cronológico del año 1880 se los llamó "Generación del "80". Esta generación se caracterizó por un grupo de hombres que en la política, la enseñanza y la literatura dieron un nuevo signo a su tiempo: práctico, ejecutivo y programático, con tinte europeo pero a la vez con sello nacional. Tinte calificado como porteño-afrancesado por Fabio Grementieri en Grandes Residencias de Buenos Aires. La influencia francesa (2006).

De aquí que lo mas apropiado sea hablar de "sincretismo material doméstico criollo-francés". Pues algunos rasgos fueron franceses y otros fueron propiamente criollos, eso puede ser observado claramente en la mezcla de muebles provenientes de Portugal y de Francia como los que había en las distintas habitaciones o cuartos de huéspedes de la casa de J. Urquiza (donde se alojaron visitantes como Sarmiento) residencia de campo – Estancia del Palacio San José – del General Urquiza (1801-1870), Concepción del Uruguay, Provincia de Entre Ríos (combina muy bien aspectos de la cultura gaucha-criolla, haciendo honor de lo debía ser un buen caudillo federal, con aspectos afrancesados importados de Europa se su época).

Uno de los grandes hitos de la historia de la arquitectura en nuestro país fue la construcción de la residencia del general Urquiza que demandó nueve años (entre 1848 y 1857) y fue por siempre una de las obras de mayor suntuosidad. Tuvo el privilegio de ser la primera casa del país que contara con agua corriente y de ser iluminada con gas acetileno; esto la transforma en un caso paradigmático para su estudio.

El proyecto de la generación del ochenta, es quizás el más completo intento de reordenar y modificar desde sus bases la sociedad argentina (en lo económico, en lo social, en lo político y en lo cultural), aunque no nos atañe en este análisis discutir esos aspectos (dado que no es nuestro objetivo de investigación). La historia no volvería a registrar otra coyuntura en la cual la elite dirigente tenga un tan completo acuerdo sobre lo que deseaba hacer con este territorio.

La ubicación de la Argentina en el mundo estaba condicionada, pues, tanto por su situación americana como por sus relaciones con la Europa dominante. En ese clima internacional y regional habría de actuar una generación decisiva, polémica y eficaz. La "Generación del "80" fue, en ese sentido, el nombre de una encrucijada, reconocida como tal por cierta historiografía y como punto de partida de una envidiable aventura política, social y cultural según otras perspectivas.

La "Generación del ´80" estaba constituida por un conjunto de intelectuales y dirigentes, una elite que culmino la obra denominada "organización nacional". Aparece la oligarquía nacional (heredera de los patricios o "padres de la Patria") y se crea el Moderno Estado Argentino.

Desde lo político, se creó un régimen que identificamos como el resultado de la "alianza de los notables" y que se tradujo en una república aristocrática con un orden conservador, logrando consolidar un sistema de poder. Los hombres de la conocida "Generación del ´80" dieron esas respuestas, no extrañas a la óptica normativa de la constitución nacional: la república aristocrática era una forma política en funcionamiento.

La oligarquía argentina (elite "única y natural" o elite nativa) era un grupo social modernizador. El proyecto de transformación nacional puesto en marcha a partir de 1880 se proponía introducir "la civilización europea" en el país de los querandíes (grupo aborigen que habitó la región litoral alrededor de la ciudad de Buenos Aires). Liberal y cosmopolita, la elite establecida ejercía sobre el país una dominación ilustrada. Defendía ferozmente sus privilegios de clase social acomodada, pero se apoyaban en la razón: animadora del progreso, su conservadurismo se teñía de una filosofía positivista. Una mezcla criolla conveniente a sus intereses económicos.

Recordemos que la "oligarquía" es la forma de gobierno de unos pocos que pertenecen a una misma clase social privilegiada también identificada como "aristocrática", y que en la Argentina de 1880 correspondía a unas aproximadamente 400 familias que conformaban la burguesía terrateniente o elite dominante de la Argentina moderna (de las cuales en Buenos Aires vivían aproximadamente 100 familias). Esta era la elite porteña formada por las familias mas adineradas, de apellidos importante como los "Anchorena", propietarios de todos los grandes territorios de la provincia, y que crecían económicamente gracias a la exportación de los productos agrícolas que eran sembrados en sus propias estancias y dueños de casi todo el poder político. Como burgueses estaban encargados de la conducción económica del país.

Efectivamente, la clase alta en el año 1880 era básicamente una elite porteña, que estaba conformada por aproximadamente 400 familias acaudaladas y terratenientes llamada considerada como la "gran burguesía" agrícola-ganadera; eran liberales en lo económico, pero conservadoras en lo político. Vivían en Buenos Aires, la ciudad más moderna del año 1900, según Carlos Fuentes en Valiente Mundo Nuevo (1990).

Esta oligarquía fue importante en aquel momento de nuestra historia, para motorizar la economía. Pues, la Argentina entre 1880 y las vísperas de la 1º Guerra Mundial, comparada consigo misma o con el resto del mundo exhibía índices de crecimiento económico impresionantes (orientándose hacia las exportaciones agropecuarias).

La oligarquía-aristocrática argentina condujo al país a la prosperidad y lo reveló al mundo, consideraban que tenían derecho de manejar el destino del país; en efecto, el inmigrante sólo sería un visitante, debía saber conservar su lugar y aceptar la suerte que tuviera. Por eso, a medida que se constituía ese impreciso sector de inmigrantes e hijos de inmigrantes, la clase dirigente criolla comenzó a considerarse como una aristocracia, a hablar de su estirpe y a acrecentar los privilegios que la prosperidad le otorgaba sin mucho esfuerzo. Despreció al humilde inmigrante que venía de los países pobres de Europa, precisamente cuando se sometía sin vacilaciones a la influencia de los países europeos más ricos.

La oligarquía fue una clase que tuvo el manejo político y gozó del bienestar económico de modo exclusivo y excluyente. En este sentido pudo disfrutar de una buena posición económica por su enriquecimiento como clase latifundista poseedora de la propiedad de la tierra. Asimismo, ejerció el poder político en tanto y en cuanto no permitía la participación política del resto de la sociedad (económicamente pobre), situación que se prolonga hasta la sanción de la Ley Sáenz Peña de 1912.

Todos estos hombres de la clase dirigentes (oligarquía aristocrática) eran positivistas, es decir: estaban convencidos que el «progreso» (aunque no la desarrollaran desde adentro, si estaban abiertos a su influencia desde afuera, principalmente inglesa y francesa) estaban directamente relacionados con el avance de las ciencias. Pensemos como la tecnología de aquella época cambio la vida de todos los ciudadanos: el teléfono, telégrafo, ferrocarril, molinos de viento, maquina agrícolas, luz eléctrica, etc. (esto serían un buen caldo de cultivo para el ingreso al país de la Modernidad científico-tecnológica que se estaba dando en el mundo capitalista occidental avanzado, lo cual no significaba que se diera del mismo modo desde nuestro lugar Sudamericano en general y Argentino en particular). Pero igualmente fue una clase que favoreció el ingreso de la Modernidad, aunque solo lo hiciera como «modernización» tecnológica-dependiente de Europa. Respetaban el progreso europeo.

La aristocracia-oligárquica era un conjunto de hombres que devotamente creía en el progreso (pero un progreso mal entendido para el desarrollo de la industria nacional que permitiera independizarnos productivamente y no depender en tan importante medida de los productos manufacturados fuera del país con elevado valor agregado, que por otro lado fomentaban el capitalismo industrial no-argentino y sustentaba a una burguesía industrial no-nacional o burguesía industrial británica, tal como Jorge Sábato lo explicó).

Estos hombres dirigentes, encargados de conducir al país política y económicamente pertenecían en su mayoría a una elite tradicional (heredera de la tierra y el poder político y económico del país) de familias criollas, con culturas y vida social muy similares y  con gran poder económico, que se vinculaban según sus intereses comunes respecto a la exportación y el comercio exterior de los productos que ellos producían (defensores del "liberalismo económico ortodoxo" pero no del "liberalismo político", o sea que eran "capitalistas dependientes" de Europa y "poco democráticos" porque no les convenía).

Eric Hobsbawm en La era del imperio 1875-1914 (1987) describió la situación de la Argentina dentro del concierto mundial de la música capitalista-imperialista, podemos agregar la metáfora en que Argentina -para aquellas épocas- tocaba los platillos bajo una dirección de orquesta que ejecutaba las mas dulces melodías económico-inglesas. Según el mismo Eric Hobsbawm en Historia del siglo XX (1998), a países como Argentina, de principios del Siglo XX, se les reservaba un papel secundario (dependiente de los países avanzados para su época) dentro de la economía mundial. De todos modos, señala Hobsbawm, tiempo mas tarde con lo que el autor denomina "El Fin de los Imperios", esta situación se empezaría a revertir en épocas de la 1º Guerra Mundial (aunque en Argentina se alargó hasta la década de 1930).

La ideología imperialista que había penetrado en la Argentina desde 1880 persistiría hasta 1930 en la Argentina (fecha en comienza a instalarse la industrialización nacional). Desde 1880 hasta 1936 el país sería "agrícola-ganadero" y luego de 1936 "industrial".

Es imposible explicarse la historia política Argentina sin referencia a este marco económico, pues el país estaba en la etapa de organización y consolidación como Estado, y su clase dirigente decidió que había que insertarse en el mercado europeo, cuyas necesidades eran esencialmente que se los proveyera de materias primas, como la lana, carne, cereales y otras materias primas. La Argentina comenzaba a adentrarse en los avatares del mercado capitalista mundial.

Para el crecimiento del país era necesario que se integre cuanto antes al mercado internacional como productor de materia prima. Las fábricas de las grandes potencias mundiales necesitaban materia prima y Argentina podía producir todo eso, pero para ello, hacia falta capitales (ingleses), tecnología (europea) y mano de obra (inmigrantes). La imagen institucional de Argentina en el exterior era buena, y países como Inglaterra apuntó sus capitales para esta región del planeta.

En un país donde predomina una estructura agro-exportadora (modelo agro-exportador 1850-1930), se entiende que ello implica un escaso desarrollo de las actividades industriales. Todos estos desarrollos agro-exportadores tienen por causa esencial el acelerado desarrollo industrial moderno que comenzó en Gran Bretaña y se articuló – como ya se dijo – con efectos nefatos para nuestra industria nacional.

Para aclarar un poco las cosas, la oligarquía-aristocrática nacional de la denominada "Generación del ´80" aunque defendiera la ciencia (y en consecuencia la tecnología industrial derivada del fruto de esa ciencia aplicada), lo defendían desde un punto de vista europeo (no nacional) lo que no beneficiaba a la industria local (porque compraban y fomentaban la compra de productos manufacturados con alto valor agregado, afuera del país).

La Revolución Industrial europea (iniciada aproximadamente hacía 100 años atrás en el tiempo) estaba produciendo un brusco crecimiento de la población como un no menos espectacular desarrollo de actividades que requerían enormes masas de materias primas, produciendo una creciente demanda (de comida entre otras necesidades), que es la que induce el desarrollo de actividades agro-exportadoras en muchas zonas del mundo (como Argentina). Las elites nacionales vieron en ello una oportunidad, mas que para el país, para su situación de clases sociales gobernantes (y para mejorar y sostener su poder).

El período de la economía agro-exportadora (1850-1930) de la pampa húmeda estaba distribuida entre la agricultura (especialmente cereales, trigo y maíz) y ganado vacuno. La agricultura dio un nuevo impulso a la demanda de mano de obra (agricultura, ganadería, ferrocarriles, frigoríficos en materia de carne, silos y molinos en materia de cereales) y con ello el aumento de la población. Así es como se entenderá luego el proceso inmigratorio. Esta sociedad agro-exportadora nacional sería la responsable de una verdadera importación de mano de obra, mediante un masivo proceso inmigratorio proveniente principalmente de España e Italia.

La transformación demográfica del país respondía a los intensos cambios producidos desde que comenzaron a refinarse los ganados vacunos y ovinos y a extenderse las áreas de cultivo de cereales. En 1883 se instalaron los primeros frigoríficos argentinos, que al cabo de poco tiempo fueron sobrepasados por los que se crearon con capitales británicos y norteamericanos para servir a la demanda del mercado inglés. Quedaron en su poder los dos grandes sistemas industriales de carácter "moderno" que se habían organizado hasta entonces: los ferrocarriles y los frigoríficos.

A partir de esto se comienzan a advertir las consecuencias de los cambios provocados por la política económica-social que habían adoptado las minorías dirigentes. El naciente proletariado industrial que se inicia en esta época comenzaba a exigir mejoras y manifestaba su actitud a través de las huelgas. Eran generalmente obreros extranjeros (inmigrantes) quienes la desencadenarían, y la política comenzaría a variar el contenido gracias a las ideas y al lenguaje que introdujeron esos inmigrantes urbanos, que habían adquirido en sus países de origen (conquistando espacios sociales, económicos y en menor medida políticos). 

Por otro lado, es preciso destacar que la Argentina no nació con la inmigración. Los recién llegados descubrieron un país que poseía una cultura, una organización política, antiguas estructuras sociales y sobre todo un grupo dirigente emprendedor que apelaba a la inmigración para servir a sus propios intereses. La yuxtaposición de rasgos culturales criollos y extranjeros constituyó la principal característica de esta "sociedad en transición".

En resumen, desde lo económico se importaba la mayor parte de los productos elaborados que se consumían en el mercado interno; en lo social se trataba de cambiar usos nativos a través de la inmigración de mano de obra y tratando de europeizar nuestras costumbres (salvo que no llegaron europeos del norte -ingleses alemanes-, como Sarmiento deseaba, sino del sur: italianos, españoles). Por otra parte Europa tenía necesidad de colocar un excedente de producción y de población europea, que en parte vendrían a parar a la Argentina.

La segunda mitad del Siglo XIX trae el triunfo del capitalismo industrial mundial y con ello el aumento de la demanda de materias primas. La mejora en los transportes permiten el traslado de millones de inmigrantes que van a satisfacer la creciente demanda de mayor producción.

Si bien, es prematuro hablar de "clases sociales" según Carl Marx (1818-1883), en la Argentina de la primera mitad del siglo XIX, la existencia de grupos sociales no es discutible. En líneas generales pueden percibirse que el grupo dominante (de poderosas "familias tradicionales") es el eje de la sociedad Argentina de 1880, las alienaciones sociales se ordenan en función de sus normas y valores (modernismo cultural).

Estos tres grupos eran: la "gente distinguida" en la cúspide (la oligarquía-aristocrática-terrateniente) que formarían las clase alta, debajo de todo estaba el "populacho" indistinto (la chusma de mestizos, criollos nativos, autóctonos gauchos) que formarían las clase baja, y entre los dos una población entremezclada, bulliciosa, que a veces se calificaba peyorativamente como "medio pelo" que darían lugar a las clase media (pequeños comerciantes).

Ya fue dicho, pero no está de más repetirlo, una mayor complejidad social se manifiesto cuantitativamente en el aumento de la población (con la llegada de los inmigrantes). Hacia falta mano de obra, ya sea por que había pocos habitantes o por que los indígenas no eran adecuados para el trabajo disciplinado y organizado (como pensaban la aristocracia-oligárquica), por lo tanto alentaron la inmigración. Una gran masa de trabajadores inmigrantes con algún oficio como ser: sombrereros, costureros, zapateos, sastres, panaderos, relojeros, ebanistas, carpinteros, albañiles (también estaban los estibadores y changarines del puerto) pasarían a ser la clase obrera (o proletariado); también trabajaban en los frigoríficos y los ferrocarriles.

Mientras algunos aplaudieron la llegada de los inmigrantes otros más conservadores la rechazaron completamente. La sociedad argentina pronto quedó dividida en dos: los oligarcas-aristócratas-terratenientes del grupo dominante de poderosas "familias tradicionales" por un lado, y los inmigrantes que junto a los mestizos y criollos autóctonos de nativos formarían el "populacho" por el otro.

Si bien Karl Marx versó sobre las dos clases contrapuestas (burgués y proletario), lo cierto es que Marx, analizando la Inglaterra de la Revolución Industrial se refería al burgués-industrial; que para la Argentina subdesarrollada de 1880 implicaba su equivalente burgués-terrateniente (no industrial), dado que al país solo le cabía su lugar – dentro de la economía capitalista imperialista – como productor de materias primas (agrícola-ganadero) sustentada en la clase alta (no industrial) o clase oligárquico-aristocrática-terrateniente-latifundista (cuyo poder económico Moderno se basaba en un concepto Premoderno de la posesión de la tierra, una forma de feudalismo moderno). En este sentido la burguesía-argentina a diferencia de la burguesía-inglesa del período 1880, radicaba en que la Gran Bretaña era un país "industrial" (de fuerte predominancia urbana) y la Argentina era un país "no industrial" (de fuerte predominancia rural), a pesar de que la clase alta viviera en la cosmopolita-capitalista Gran Ciudad de Buenos Aires.

Si en Inglaterra de 1880 los "medios de producción" descriptos por Karl Marx eran las "fábricas" (productoras de bienes manufacturados), en la Argentina eran los "campos" (productores de materia prima).

Si bien en Inglaterra de 1880 operaba el modelo productivo moderno-desarrollado (pasaje de la producción de la "tierra" al capital "industrial" independiente), en la Argentina de la misma época el modelo productivo moderno-subdesarrollado representaba una mixtura entre el concepto de producción moderno-subdesarrollado (capitalismo dependiente) sustentado en el factor "tierra" (y no en el factor "industria" nacional argentina). Para Argentina esta era una mixtura entre el concepto moderno (del "capital") y el concepto premoderno (sustentado en el factor "tierra").

Las pretensiones eurocentristas de la ilustración dieciochesca presente en esta elite se corresponden con el discurso imperialista de la modernidad occidental que entraba a la Argentina de la mano de nuestra oligarquía aristocrática terrateniente (invasor porque el designio universalizante de "progreso", "modernidad", "racionalidad" y "desarrollo" introdujo e implantó esas prácticas en una amplia constelación de países periféricos como la Argentina de aquella época).

Ese propósito universalizante se fundamentó en una visión binaria del mundo que postulaba la existencia de "pueblos con historia" y otros sin ella (distinción hegeliana) o de "naciones civilizadas" en oposición a "naciones bárbaras", y la difusión del sentido de misión iba unida a la convicción de que todos los pueblos se beneficiarían con la propagación de la civilización de Occidente (traída a tierra Argentina por la oligarquía aristocrática de cuño nacional). Porque la civilización europea se entendía a si misma como la más desarrollada y la superior, y este ethos de supremacía la inducía a civilizar, elevar y educar a las civilizaciones y culturas más primitivas, bárbaras y subdesarrolladas. La senda para alcanzar tal progreso y desarrollo debía ser la misma que siguió Europa en su propia historia (idea que compartía Sarmiento).

Surgió esta clase dominante, a la luz de la historia, como una clase "heroica civilizadora", que le confería a sus víctimas (la clase obrera-proletaria y la incipiente clase media que nacería posteriormente) el carácter de participantes de un proceso de sacrificio redentor (en el sentido metafórico y literal, dado que ayudo fuertemente al proceso el cristianismo). Recordemos los inexorable lazos entre capitalismo y cristianismo (de hecho la residencia del General Urquiza (1801-1870), declarado museo, se llama Palacio San José y posee una capilla cristiana). Por consiguiente, desde el punto de vista de la modernidad occidental, el primitivo o bárbaro (inmigrante, gaucho, criollo, mulato y otro) está en un estado de culpa por resistirse al proceso civilizador; y eso le permite entonces a los portadores de la modernidad (oligarquía aristocrática argentina de 1880) presentarse a sí mismos como los emancipadores o redentores de las víctimas de su propia culpa.

Por desgracia, estas clases fueron muy ágiles en copiar los modos de consumo occidentales, pero muy morosas en adaptarse a los modos de producción europeos y norteamericanos, sostiene Carlos Fuentes en Valiente Mundo Nuevo (1990). Creando sus propios ámbitos según los estilos europeos, lo que representaba una modernización, argumenta Graciela Elena Caprio en Consecuencias culturales del proceso de urbanización, Buenos Aires 1880-1910 (1985).

El fin de los líderes de la oligarquía liberal, sería identificado en las figuras de: Mitre y Pellegrini en 1906, Juárez Célman, Mansilla y Eduardo Wilde en 1913 y Roca en 1914, por David Viñas en Argentina: ejército y oligarquía (s/f).

Está de más decir que la base del poder social de ésta clase social alta (terrateniente u oligárquica-aristocrática) era la propiedad de la tierra. Es verdad que en los orígenes de las grandes "familias tradicionales" se encuentra frecuentemente al comercio y a las finanzas, pero la posesión de la tierra pone los verdaderos cimientos del prestigio oligárquico.

Esta clase social alta impuso, en términos marxistas, su ideología, en su propio beneficio. Dado que esta clase oligárquica y aristocrática de la generación de 1880 disponía – en los mismos términos marxistas – de los medios de producción "materiales" (tierra, agricultura, ganadería) y de los medios de producción "intelectuales" (arte, cultura, literatura, ciencias, universidades retrógradas para la época anterior a la Reforma Universitaria).

Sea como fuere, la oligarquía tenía su centro geográfico: su círculo interno estaba formado por los más grandes ganaderos. Esos estancieros pertenecían a la famosa Sociedad Rural Argentina, que formaba con el Jockey Club y con el Club del Progreso los tres bastiones tradicionales de la oligarquía triunfante.

Una minoría enriquecida controlaba el poder de la ciudad desde una zona porteña completamente modernizada (Recoleta) donde se instalaron los aristócratas en mansiones de lujo. La riqueza generada se derrocharía en la construcción de palacios, monumentos y lujo a la europea. Crearon un nuevo estilo de vida, con viviendas suntuosas, gozando de todos los lujos.

La elite del "80, una especie de casta moderna, buscó en sus distintas manifestaciones al aire libre y bajo techo, público y privado (y otras como: ocio, vivienda, vestimenta y actividades deportivas) diferenciarse como una clase con conciencia de si misma y supuestamente mejor que otras clases sociales en tanto detentadora del poder económico y político (y de la conducción del país).

Específicamente podemos decir que la vida cotidiana pública (no privada) y ociosa de la oligarquía-aristocrática (elite dirigente) entre 1880-1916 y de la ciudad de Buenos Aires empleó de un modo particular su tiempo libre en actividades como: deportes hípicos al aire libre, fiestas, moda, paseos, veraneos y clubes exclusivos como el Jockey Club de Buenos Aires y el Club del Progreso (lugares de diversión y reunión política simultáneamente), el Teatro Colón, la Sociedad Rural Argentina, los Hipódromos (Argentino y de Palermo) y la Facultad de Derecho. Estos lugares tuvieron una fundamental importancia como centros de reunión de los sectores poderosos vinculados a la política.

Con paseos en carruajes donde rivalizaban los landeau, las victorias y los coupés, fabricados con detalles principescos en Londres o París y que tirados por troncos de caballos de las mejores razas del mundo transportaban a las mujeres de la clase alta lujosamente ataviadas. Por otro lado se visitaban las confiterías de moda. En este sentido el uso del tiempo libre en actividades superfluas estaba sujeto en el caso de la oligarquía a un complicado ritual, que tenía por objetivo la ostentación de las riquezas.

El viaje a Europa constituía uno de los indicadores de la posición social de la aristocracia. En este sentido se agrega al proceso de "aristocratización" y de refinamiento de los estancieros enriquecidos. De esta manera el viaje, de manera especial a Francia, se transforma en una verdadera fiebre (el viaje a Europa se divulgaba por medio de la prensa periódica).

La afinidad de los argentinos con Francia comienza con un fenómeno cultural que precedió a los negocios y a la política. Se hablaba y se amaba el idioma francés y, a través de éste, se apreciaba el sentido estético de la vida y el arte. La literatura francesa era la lectura obligada que, desde mediados del siglo XIX, deleitaba a muchos e inspiraba a escritores argentinos. En el campo del arte los argentinos comienzan a coleccionar cuadros de Renoir, Degas, Monet y Toulouse-Lautrec en otros; así como bronces y mármoles de Rodin, Bourdelle, Coutan y otros.

La riqueza promovió y reforzó aún más la vinculación de la elite con Europa, ya que además de permitir el acceso a bienes importados de lujo, periódicos, revistas y libros, posibilitó los viajes al antiguo continente. Con este contacto directo con Europa la elite aceleró su proceso de "europeización" a través del cual los bienes importados como la vajilla, guardarropas, adornos, muebles, colecciones de arte y otros fueron incorporados al "patrimonio cultural" de esta clase alta y considerados como propios.

La europeización puede ser observada en las siguientes publicidades, desde muebles, pasando por lencería, hasta los enseres domésticos como la platería. Donde se malgastaría una importante cantidad del excedente de dinero apropiado, pues la vida privada, cotidiana y doméstica estaba repleta de consumo ostentoso, suntuario e improductivo. En todos los casos se encuentra presente en el imaginario de la sociedad, las ciudades de Londres y París (como focos de luz imperialista europea – francesa en inglesa – que irradian su cultura al resto del mundo occidental, Argentina incluida).

Imagen ( 5 ): Revista Fray Mocho (1910). Publicidades de la casa "Gath & Chaves Ld." Y mueblería "La Gran Bretaña".

Los veraneos representan otra de las formas propias de la intimidad social de los sectores dominantes. Además en las quintas, próximas a Buenos Aires y trazadas por los llamados "paisajistas" europeos, durante las mañanas y en los atardeceres grupos de hombres y mujeres practicaban el críquet (juego de origen inglés que durante años fue uno de los pasatiempos favoritos de la aristocracia porteña). También se agregaban las playas de Montevideo y a partir de 1888 las de Mar del Plata. Por lo que el veraneo era otra actividad simbólica de la clase alta (oligárquica) pues los sectores bajos no concurrían a dichas ciudades balnearias, bien lo cita Andrés Carretero en Vida cotidiana en Buenos Aires. Tomo III (s/f).

Además del críquet se practicaba el tenis, el golf, el polo y el yatching como actividades deportivas y recreativas al aire libre.

También se debe a la influencia británica, francesa y norteamericana, el arraigo de juegos de naipes como el poker, el bridge, el baccarat y el rumnie, que desplazaron a los juegos de origen español o criollo en las preferencias de los jugadores de la clase alta.

Las fiestas de la época comenzaban y concluían temprano. Los dueños de casa se esforzaban por brindar un buen rato de esparcimiento a sus relaciones. Además de los bailes en casas particulares las fiestas más famosas tenían lugar en el Club del Progreso y en el Club del Plata, donde las personas asistían vestidas con vestidos largos (en el caso de las mujeres) y con elegantes sombreros (en el caso de los hombres). El color preferido era el blanco para las vestimentas de las mujeres y el negro para los hombres.

Podemos decir que el estilo de la indumentaria representaba otro de los símbolos que indicaban la posición y el poder de la clase social dominante. Si consideramos a la moda como una manifestación de la "clase dominante argentina" dentro de una sociedad clasista, la oligarquía del "80 mostró predilección por la elegancia entendida como el culto por las cosas antiguas y todo aquello que estuviera relacionado con el gusto europeo (línea francesa e inglesa), dado que la "verdadera clase dominante" no se encontraba dentro de la Argentina sino fuera de ella ("clase dominante europea" que controlaba ideológica-política y económicamente a la "clase dominante argentina" que también controlaba del mismo modo al resto del pueblo argentino); esta apreciación es brindada por Jorge Sábato en La clase dominante en la Argentina moderna (1991). En este sentido, ya en la década del 1860 tanto los periódicos como las revistas informan a los lectores sobre la moda europea a través del sistema de catálogos que permitía a las mujeres del interior del país estar al tanto de los avatares de la moda europea. De esta manera, la elite dirigente encargaba su vestuario a los mejores sastres de Inglaterra y Francia en sus frecuentes viajes.

Respecto de la vida cotidiana privada, el papel simbólico, escenográfico de las nuevas viviendas va acompañado por su cerrazón hacia el exterior, para convertirse en un espacio más privado, señalan Fernando Devoto y Marta Madero (Editores) en Historia de la vida privada en la Argentina. Tomo II (1999). Cobra importancia el sistema simbólico de los elementos arquitectónicos, sostiene Cristina E. Vitalote en La dimensión social del patrimonio. Tomo III (s/f). Además de mudarse a ciertos lugares de la ciudad, las estructuras de sus casas estaban desarrolladas especialmente en Francia.

Si los veraneos representan otra de las formas propias de la intimidad social de los sectores dominantes, los mismos ponían en contacto a las familias (permitiendo la posibilidad de un noviazgo, cuestión que finalmente se vería destruida con la llegada del fin de la Primera Guerra Mundial). Los noviazgos que se producían, con el consentimiento de los padres, poseían una tendencia neolocal (establecer un hogar independiente) con una fuerte forma patriarcal relacionada al poder económico de las familias que daba una estructura monolítica y autoritaria.

Los hombres encabezaban la familia, o en su defecto las mujeres viudas. Los hogares de la elite señorial estaban constituidos por la familia, con el agregado de la servidumbre (ya fueran familias de elite rural o urbana). Lo cual era indistinto dado que esas familias de elite rural, eran terratenientes (poseedores de los campos, grandes estancieros) y vivían tanto en la ciudad como en el campo simultáneamente (dado que el campo era su negocio burgués agrícola-ganadero), de hecho estas familias adineradas de la ciudad eran las dueñas de los campos más importantes y poseían importantes cascos de estancias.

En el período que va desde el fin de la Primera Guerra Mundial, hasta el principio de la Segunda Guerra Mundial (1918-1939), la clase alta argentina recuperó su ritmo de vida sosegado y sus más frívolas costumbres. Los hombres todavía conservaban viejas costumbres que había impuesto la aristocracia de la generación de 1880 (practicar deportes al aire libre como el críquet, bowling, golf, rugby, tenis, esgrima, polo, pato, remo, natación, hipismo y pesas, siempre en clubes exclusivos. Jugar póker por la tarde con los amigos y billar o ruleta por la noche; intercambiando opiniones de política y economía). Veraneaban en el Nahuel Huapi, la Cumbre, Tandil, Necochea, Mar del Plata, en quintas cercanas a la capital o en los campos de la provincia de Buenos Aires; en otros casos directamente lo hacían en Europa (esa vieja costumbre de las clase alta, con circuitos turísticos que incluían las playas mediterráneas y las pistas de ski suizas o austríacas, se efectuaban compras de mobiliarios extranjeros en París o Londres). Todo esto solo hacía poner más en evidencia la dependencia de la clase alta argentina de la economía (inglesa) y la cultura (francesa) del viejo continente, como sostiene Andrés Carretero en Vida cotidiana en Buenos Aires. Tomo III (s/f).

En el año 1930 la clase alta argentina y sus afanes culturales, como vivían y habitaban los espacios domésticos, fue narrado por Victoria Ocampo (1890-1979), ensayista argentina, quien escribió inmejorablemente, la vida de estas clases desde adentro, en su libro autobiográfico. Su casa de Buenos Aires estaba situada en la calle Florida, casi Viamonte.

En los años treinta, los salones de Victoria Ocampo se transformaron en el centro de la cultura francesa en Latinoamérica.

La escritora Alicia Jurado, no menos importante que Victoria Ocampo, ha realizado aportes con respecto a la clase alta. La casa de su abuela, donde vivió siendo niña, estaba situada en Juncal 1223. Otros ejemplos de vida suntuosas y de recibir educación europea pueden encontrarse en las familias Bunge, Uriburu, Justo, Roca y en la mayoría de los hombres que participaron de la política y economía de la década de 1920, así como los que figuran en las listas de socios del Jockey Club, de la Sociedad Rural Argentina y del Círculo de Armas.

Recordemos que antes de la vida suntuosa de la clase alta de Buenos Aires, esta antiguamente habitaba la zona sur de la Plaza de Mayo de la ciudad (donde predominaban las casas de patios, también conocidas como "casas chorizo"); y que luego se trasladó al norte por causa de las enfermedades del sur (como la epidemia de cólera del año 1867 y fiebre amarilla de 1871). Por lo que las clases más pudientes de la época abandonaron el barrio sur (el más castigado por la epidemia) y construyeron su nuevo hábitat en el barrio norte.

A medida que se desplazaban hacia la zona norte de la calle Rivadavia, iban creando un nuevo paisaje arquitectónico con nuevos ambientes; construyendo sus mansiones, abandonando los antiguos estilos de vida en las "casonas coloniales españolas" o "casas patriarcales" que respondían a una organización familiar extensa. Estas antiguas casas de varios patios (casas chorizo), donde ocurrió – por ejemplo – la infancia de Victoria Ocampo, se transformaron luego en conventillos u hoteles al ser dejadas en el sur por estas familias adineradas, para irse a vivir al norte. Hasta 1880 aproximadamente, la casa patriarcal (casa chorizo), siguió siendo un modelo para la clase trabajadora (proletariado inmigrante) al mismo tiempo que la burguesía la abandonó, sostiene Rafael E. J. Iglesia en La vivienda opulenta en Buenos Aires: 1880-1900. Hechos y testimonios (1985).

Ya no serían las casas de una sola planta organizadas en torno a patios (antiguas casonas patriarcales, de herencia colonial), que estas clases mas altas poseían, el estilo dominante para sus nuevos hogares domésticos; sino las residencias de varias plantas, de organización compacta, realizadas con materiales importados y en estilos europeos (generalmente franceses) en franca aceptación de las pautas culturales de los países rectores que eran nuestros socios comerciales (ingleses en lo económico y franceses en lo arquitectónico, artístico y cultural).

En tanto, las casonas dejadas en el barrio sur, de varias habitaciones, que habían pertenecido a esta clase alta, pasarían a transformarse en los conventillos que alojarían a los inmigrantes europeos. El resto de la población de clase baja se asentaría en los barrios que crecían hacia el sur de la ciudad, hacia Boca y Barracas. En tanto la clase alta lo haría hacia Belgrano por el norte. Y las clase media hacia Flores por el oeste. Esto paulatinamente daría forma a la ciudad de Buenos Aires que se conserva, con sus variantes, bastante intacta hasta el presente. Su crecimiento se realiza con una acentuación de la estratificación social, también a nivel habitacional y urbano.

Los efectos de este re-acomodamiento (por causa del cólera y la fiebre amarilla) determino que se armara el escenario diferenciado y complejo de la vida privada de los sectores más acomodados según principios sucesivos de higiene, sofisticación, gracia, coquetería y frivolidad. Lo cual significaba que la higiene-doméstica, en principio, era parte del proyecto socio-económico de su época, como lo describió Jorge Salessi en Médicos, maleantes y maricas (1995).

La disciplina de la "higiene" se inscribía en el proyecto científico humanista de la salud (además del político, económico y cultural) que la generación de 1880 llevaba adelante. El agua corriente, un servicio que se inicia en 1887 para el caso de la ciudad de Rosario y que se desarrolla de forma desacompasada con el de cloacas representaba la entrada del moderno servicio que se mezclaba con la persistencia del método tradicional (dado que el consumo de agua de pozo todavía mantenía a ese bien como mercancía mediante la cual lucraba el aguatero o especulaba el encargado del conventillo, y algunos inquilinatos tenían un solo pozo de agua donde debían abastecerse por medio de sogas y baldes y en muchos casos solo para beber y cocinar y si sobra algo para lavar ropa, etc.).

En 1870, en Buenos Aires el Ingeniero Bateman planificó el saneamiento de la ciudad. Hasta 1880 el agua se obtenía de cisternas, pozos y aguateros ambulantes. Ninguno de estos métodos era higiénico. Entre 1885 y 1895 se instala un sistema de provisión de agua. En 1887 de un total de 36900 casas aproximadamente, 2500 no tenían agua y otras 26000 aproximadamente se surtían de aljibes o pozo y unas 8500 tenían instalada agua corriente (de las cuales 5800 estaban en la zona antigua, o zona sur y las restantes 2700 estaban en la zona nueva o zona norte). Para 1904 el 57% de las casas contaban con un servicio de agua corriente, un 40% tenía pozos mientras un 1,2% seguía con aljibes y aún quedaban algunos aguateros.

Entre 1892 y 1898 la Argentina buscaba atraer inmigrantes con la imagen de un país salubre, por lo que en 1892 la cantidad de casas provistas de agua corriente y dispositivos cloacales eficientes aumentó en 150% con respecto al número del año anterior, lo cual significó una verdadera revolución urbana en la ciudad de Buenos Aires. En 1910 la red cloacal ya estaba bastante extendida.

Pero igualmente debemos señalar que los pozos negros fueron centro de atención durante el período 1871-1914, en que se desarrollaron las tácticas político-higienistas, dado que se temía que fueran origen del mal que se comunicaba (cólera), de las aguas servidas al agua de pozo utilizada para beber.

Por lo que la separación del agua contaminada del agua potable sería un tema central para la época porque tenía mucha importancia para la salud e higiene (ya sea por el uso del agua para beber, preparar los alimentos, higienizarse y lavar la vajilla u otros enseres); pues en 1887 sólo el 14% de las viviendas de la ciudad de Buenos Aires contaba con agua potable distribuida por red, extendiéndose ésta a un 53% en 1910.

Si el período de estudio comienza en el año 1880, la casa moderna como dispositivo social tiene sus orígenes en 1870, argumenta Anahí Ballent en Historia de la vida privada en la Argentina. Tomo III (1999). Asimismo el hogar será un claro ejemplo de cómo se organizó la "modernidad", combatiéndose a la "barbarie" e imponiendo dispositivos civilizatorios (de higiene doméstica gracias al buen uso del agua potable), como lo sostienen Fernando Devoto y Marta Madero en Historia de la vida privada en la Argentina. Tomo II (1999).

También los adelantos tecnológicos – como la luz eléctrica – combinados con el estilismo de la cultura afrancesada de la época eran sinónimos de civilización y progreso. Ejemplos de las publicidades siguientes de la época ilustran estos conceptos.

También la zona norte empezaba a recibir mejoras en los servicios. Primero las grandes familias se trasladaron a la calle Florida y al barrio de la Merced, como señala Galarce, lo recuerda Victoria Ocampo y lo memora Lucio V. Masilla. Historiando a la familia de los Anchorena, Sebrelli relata las mudanzas y las construcciones de los Palacios de los Anchorena, ubicados en la Plaza San Martín , verdaderos "hoteles particulares" inspirados en los palacios franceses de la época de Luis XV y Luis XVI explica J. Iglesia en La vivienda opulenta en Buenos Aires: 1880-1900. Hechos y testimonios (1985) con motivo de las 1º Jornadas de Historia de la Ciudad de Buenos Aires organizada por el Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.

El imperialismo trajo a la Argentina de 1880 la arquitectura ecléctica y afrancesada de la alta burguesía porteña como lo explica Fabio Grementieri en Grandes Residencias de Buenos Aires. La influencia francesa (2006). Anteriormente a la arquitectura francesa se disponía de la denominada "casa chorizo" de patio lateral con cuartos en ristra (los que transformarían posteriormente en los conventillos); y la arquitectura que le seguiría posteriormente a la arquitectura ecléctica-afrancesada sería el modelo moderno de tipología "casa cajón", sostiene Diego Armus en Un balance tentativo y dos interrogantes sobre la vivienda popular en Buenos Aires entre fines del siglo XIX y comienzos del XX (1990).

Las residencias mezclaban estilos italianizantes y franceses. Por ejemplo, el presidente Julio Roca vivía en un petit-hotel neoclásico y su cuñado, el ex presidente Miguel Juárez Celman, en un palacete neorrenacentista a pocos pasos de aquel. Ernesto Bosch habitaba también en la vecindad y recibía asiduamente en su casa a sus invitados, con mucamos que vestían peluca, calzón corto, medias blancas y zapatos negros con hebillas plateadas.

En tanto la clase alta adoptó como formas de habitar: las mansiones, los palacios y/o palacetes y el petit-hotel (afrancesados), La clase obrera había adoptado: el conventillo, la vivienda unifamiliar de material precaria, la casilla de madera y chapa y el rancho.

A partir de 1880, las mansiones fueron una necesidad de la oligarquía y de la burguesía adinerada. A principios de siglo se distinguen claramente tres tipos: el palacio, con jardines al frente y al fondo, tal como se los veía en la avenida Alvear, el hotel particuliére en plena ciudad y por último el petit hotel (solución para economías más medidas).

Dentro de la ciudad, principalmente en el caso paradigmático de la ciudad de Buenos Aires entre 1880 y 1900, si la vivienda es cobijo, territorio de ciertas actividades, signo y símbolo, gasto; todo esto es arquitectura. En las viviendas opulentas, argumenta el autor, que todas esas funciones se pudieron cumplir sin retaceos, para que la misma sea considerada más o menos explícitamente como Arte de acuerdo con su función simbólica (mientras que en las viviendas de los pobres, el gasto mínimo sólo les había permitió acceder a un precario cobijo, las viviendas de la escasez sólo eran "construcciones", pero no "el arte de la arquitectura").

El modelo de arquitectura francesa que se impuso, poseía un subsuelo de servicio, una planta noble de recepción, con gran hall de escalera, salas de recepción, comedor, saloncitos, jardín de invierno; una planta para los dormitorios principales y recibo íntimo y un ático o buhardillas (detrás de la mansarda) con habitaciones de servicio.

Estas grandes casas (palacios y pequeños hoteles), ya ubicadas en zona norte, constaban de dos o tres niveles, con jardín al frente o junto a las medianeras y en la parte posterior. En la zona cercana a la calle estaban las salas, el comedor, a veces la biblioteca. Como la vida social había adquirido un gran desarrollo, la casa tenía espacios "particularizados" según el tipo de visita y la hora en que se recibía: cuartos espaciosos sólo para descansar, zona de recepción para las grandes reuniones o sala para tomar el té. En el primer piso estaban los dormitorios, con baño instalado, guardarropas y lencería.

Aparecen nuevas habitaciones con nuevas funciones: la gran sala de recepción y sus espacios sirvientes (vestíbulo, antesala, saloncitos y hall de escalera) y el comedor. Comenzó así una mutación de los espacios interiores, cuyos centros son la sala de fiestas y el comedor, a los que se accede a través de pequeños espacios sirvientes enhebrados como un rosario y con funciones (a veces arbitrariamente) diferenciadas: fumar, charlar, tomar, café, etc. Estas nuevas "formas de habitar" requerían boato, ostentación, formalidad e individualidad; puede que esto sea una evidencia más (arquitectónica) del individualismo imperante en la época. Tal como la vida privada de la oligarquía lo necesitaba (basta recordar la vida de la niña Victoria Ocampo, que transcurría de institutriz en institutriz, de maestra de inglés, a maestro de piano y de ahí a maestra de francés y de español, y nuevamente de catecismo a cuantas otras actividades más; una vida llena de formalismos e individualismos).

Entonces el habitar, ya no fue un habitar "en familia", sino un habitar "individual" en medio de una familia unida por lazos legales y económicos. Los rituales familiares asignaban a cada uno un rol determinado (e inflexible). La figura del padre es autoritaria pero ausente. La función protectora de la casa pierde la calidez de la casa patriarcal y sus espacios son recordados como "muy altos", "oscuros" e "inaccesibles".

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