Pensamiento fundacional cubano: forja de utopías y realidades (página 2)
Enviado por Raul Quintana Suarez
Partidario decidido de la renovación de las ciencias médicas y naturales en Cuba, el doctor Tomás Romay nace en La Habana el 21 de diciembre de 1764. Recibe la primera educación de parte de su tío paterno Fray Pedro de Santa María Romay, en el Convento de los Reverendos Predicadores, quien percibe en él tempranas manifestaciones de perspicaz agudeza e inteligencia. Tras obtener el título de Bachiller en Artes el 24 de marzo de 1783, comienza los estudios de jurisprudencia en el Seminario de San Carlos, los cuales abandonaría por los de medicina, obteniendo el título de Bachiller en 1789.
En la época de Romay, la condición de Bachiller en Medicina no autorizaba a ejercer la profesión dado que para ello se requería hacer un postgrado de dos años de práctica con un médico experimentado. Tras su graduación, el joven hizo los dos años de práctica reglamentarios junto con el doctor Manuel Sacramento, para presentarse a examen ante el Real Tribunal del Protomedicato. El 12 de septiembre de 1791, Romay se convierte en el trigésimo tercer graduado de Medicina en Cuba.
Éste se convierte en una de las principales figuras intelectuales del movimiento reformista progresista impulsado por la gran burguesía criolla de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, junto al estadista y economista Francisco de Arango y Parreño (1765-1837), el filósofo José Agustín Caballero, (1762-1835) y el poeta Manuel de Zequeira (1764-1846). Éste aboga por la enseñanza primaria gratuita y propugna la provisión de fondos para la creación y el mantenimiento de escuelas, además de ofrecer su cooperación para la implantación de nuevos métodos de enseñanza con la finalidad de mejorar y difundir la instrucción. Ejerce como catedrático y tesorero en la Universidad de La Habana. En 1791 se presenta como aspirante a la cátedra de Patología en la Real y Pontificia Universidad de La Habana. la cual obtiene por oposición el 6 de diciembre del propio año.
Co-fundador el 24 de octubre de 1790, junto con el gobernador don Luis de Las Casas Aragorri (1745-1845), del "Papel Periódico de la Havana" (1790) del que es nombrado su primer redactor y director. Es fundador igualmente de la Real Sociedad Patriótica de La Habana (conocida actualmente como Sociedad Económica de Amigos del País). El 17 de enero de 1793 ingresa en calidad de socio numerario en la misma en la que se desempeña como miembro prominente y activo, casi desde su creación en 1793. En 1834 es seleccionado Miembro de Honor y en 1842, funge como su director.
Dentro de la institución es el representante por excelencia de los proyectos de modernización de la práctica médica y de la enseñanza de la Medicina en Cuba. Además de catedrático de Filosofía y de Patología en la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de La Habana, en la que ocupa el cargo de Decano de la Facultad de Medicina en 1832.
Su labor más meritoria es la introducción de la vacuna contra la viruela en Cuba a partir de febrero de 1804. En 1802, los médicos cubanos conocen del procedimiento, publicado en 1798 por el cirujano ingles Edgard Jenner (1749-1823), que utilizaba el pus de viruelas vacunas y que, por ello, se denominaba "vacunación". Por encomienda de la Sociedad Patriótica, Romay comienza desde 1803, su campaña por extender el procedimiento.
El 13 de julio de 1804 se crea la Junta Central de Vacuna para sistematizar esta práctica y designan a Romay, presidente y Secretario Facultativo. Su labor al frente de la Junta Central de Vacuna creada el 13 de julio de 1804, resulta decisiva para que, a fines del siglo XIX, la viruela pase a ser una enfermedad poco común en Cuba. Fallece en La Habana el 30 de marzo de 1849.
En su apoyo a los planes de Alejandro Ramírez, que ostentaba los cargos de Intendente del Ejército y Superintendente General de la Real Armada, de crear una escuela de medicina clínica en el hospital militar de San Ambrosio, Tomás Romay le escribe en 1818, sugiriéndole aspectos a considerar en el plan de estudios. Al respecto le expresa como ." las ventajas que resultarían de semejante establecimiento son demasiado notorias y trascendentales para que V.S. necesite que yo las manifieste. Prescindiendo de la enseñanza de la medicina práctica de los diferentes sistemas que han obstruido sus progresos, impidiéndola adquirir la perfección a que se han elevado otras ciencias físicas; se dedicará toda la atención a observar los signos sensibles que nos presenta el enfermo. Él será el único libro que se ofrezca a nuestra meditación, y la impresión que causen sus síntomas en nuestros sentidos, nos conducirán a clasificar las enfermedades con la misma exactitud y precisión que los demás objetos de la historia".
Para recalcar posteriormente que " además, el estudio de la medicina práctica debe preceder el de fisiología, patología y anatomía. Sin conocer el cuerpo humano en su estado natural, las partes de que se compone, la conexión de ellas, sus funciones y sus propiedades físicas y vitales, no es posible determinar con exactitud los desórdenes que en ellas producen las enfermedades. Lejos de proporcionar estos conocimientos la fisiología y patología que se enseña en las aulas de esta Universidad (Se refiere a la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de La Habana, usufructo escolástico de la Orden de los Dominicos. N. del A.), lejos de ilustrar a los que han de ejercer el arte sublime de sanar al hombre con verdades útiles y hechos incontestables, adquiridos por la asidua meditación, la experiencia y análisis, aún se extravía y abruma su razón, no sólo con las frívolas cuestiones del peripato, sino también con errores muy perjudiciales a la conservación de la humanidad. Todavía se les enseña, que los cuatro elementos son los principios constitutivos de todos los seres; que la significación y segregación de los otros tres humores, que se dicen primarios, se ejecuta en el hígado; que todas las enfermedades son similares, orgánicas y comunes; que las similares se llaman intemperies, etcétera. Pero, ¿cuál puede ser la teoría de Lázaro Riverio, habiendo escrito en el siglo décimo sexto? Cuando Harves no había descubierto la circulación de la sangre, ni Aller habría trazado las primeras líneas de la fisiología, ni Ludwig concebido su patología, ni Bichar la anatomía aplicada a la fisiología y a la medicina" (14).
Por su parte el Dr. Tomás Romay, en artículo publicado en el "Papel Periódico de la Havana", en 1793, aboga por una medicina de fundamentos realmente científicos, pues para éste, todos aquellos que " apenas perciben la voz del grande Bacon, abandonan el peripato, y todas sus cuestiones nominales, huyen de Galeno, detestan a Avicena, abominan a Averroes " pues " .el hombre es el grande objeto de sus meditaciones, el cadáver del hombre el inmenso libro que con voces inefables, pero demasiado enérgica, les manifiesta en cada página que rasga la diestra del anatómico el origen, los progresos y efectos de las enfermedades" 15).
IV. – Félix Varela y Morales (1788-1853):
"La necesidad de instruir a un pueblo es como de darle de comer, no admite demora".
Portador de profundas convicciones religiosas y éticas, reconocido teólogo, profesor del Seminario de San Carlos y San Ambrosio, hombre de avanzadas ideas liberales y patrióticas, se le reconoce en palabras de José de la Luz y Caballero, como el primero que nos enseñó en pensar y que proclamase la necesidad para Cuba de obtener su independencia de España, al ver agotadas las posibilidades de sus anteriores concepciones reformistas.
El Padre Varela nace el 20 de noviembre de 1788 en la casa de sus padres, en la calle Obispo, entre Villegas y Aguacate, en La Habana. En 1792 y contando con solo 3 años, fallece su madre Doña María Josefa. Ante la imposibilidad del padre, a dedicarse por entero a su crianza, por su carrera militar, que lo obliga a estar casi siempre de viaje en misión de servicio, éste confía su cuidado y educación a sus tías maternas.
El mismo año su abuelo Don Bartolomé es trasladado a San Agustín de la Florida (aún entonces en posesión de España) como oficial del ejército y lleva consigo a su nieto, de apenas 3 años. Éste inicia sus estudios primarios con el padre O"Reilly, quien le enseña latín, gramática y violín. Cuando llega el momento de empezar sus estudios secundarios, regresa a La Habana. Su padre había muerto y el abuelo soñaba con hacer de él un militar. Cuando tenía 14 años éste le propuso empezar la carrera de cadete, pero Varela solicita entrar en un seminario para hacerse sacerdote.
Comienza sus estudios en el Real y Conciliar Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio de La Habana. Al mismo tiempo Varela matricula en la Universidad de La Habana. A los 23 años es ordenado sacerdote en la Catedral de La Habana y el 21 de diciembre de 1811 celebra su primera misa en el convento de Santa Teresa en La Habana. A los veinticuatro años es nombrado profesor de Filosofía, Física y Ética en el seminario habanero. Allí funda el primer laboratorio de Física y Química del país.
El Padre Varela da una importancia capital a los métodos de aprendizaje y utiliza sistemas innovadores para su época, en el ejercicio de la docencia en el Seminario de San Carlos, con el propósito de que sus alumnos aprendiesen a razonar con cabeza propia y no repitiendo de memoria lo que se les dictaba, como era habitual entonces, bajo las obsoletas normas escolásticas.
Se formaron bajo su tutela pedagógica, entre otros, personalidades como José Antonio Saco, Domingo del Monte y José de la Luz y Caballero. El 18 de enero de 1821, a los treinta y dos años, crea en el seminario la primera cátedra de derecho de América Latina. Allí se enseña por primera vez en nuestras tierras americanas la legalidad y la responsabilidad civil.
Elegido diputado ante las Cortes españolas, representando a Cuba, parte para España con treinta y cuatro años. En la metrópoli comienza una ardua labor parlamentaria organizando un grupo con los demás representantes de las provincias españolas de ultramar, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, a fin de mejorar la defensa de los derechos comunes. Forma parte también de varias delegaciones con el objetivo de presentarle al Rey iniciativas para mejorar la instrucción pública en las provincias de ultramar y redacta un proyecto de ley para abolir la esclavitud, la cual consideraba totalmente opuesta a los valores cristianos.
Propone el reconocimiento de la independencia de algunas naciones americanas, ya liberadas y lanza un nuevo proyecto de ley para un gobierno autónomo en las provincias de ultramar. Sólo un año pasa en las Cortes representando a Cuba, ya que al invadir Napoleón a España, este vota en contra del Rey por entregar el poder al invasor extranjero.
Consecuencia de ello, al ser restablecido en el trono el absolutista Fernando VII, Varela es condenado a la pena de muerte, junto con otros diputados que mantuvieron la misma convicción. Escapa de España, a través de la posesión inglesa de Gibraltar, de donde viaja hacia los Estados Unidos, ya convencido de que no hay más salida para Cuba que la independencia. Desde la nación americana comienza a organizar y luego a presidir un movimiento independentista.
Tiene 35 años e inicia una ardua labor propagandística consecuente con sus convicciones patrióticas, fundando el primer periódico independentista llamado "El Habanero" (1824-1826). Entre sus principales obras podemos citar: "Instituciones de Filosofía Ecléctica para el uso de la Juventud Estudiosa" (1813); "Lecciones de Filosofía" (1818); "Miscelánea Filosófica" (1819) y "Cartas a Elpidio" (1835). Durante más de 30 años de vida en el exilio, funda escuelas, edifica iglesias y evangeliza a los más pobres. Los últimos años de su vida estuvieron marcados por la pobreza, las enfermedades, y la soledad. El 25 de febrero de 1853 muere en la ciudad de San Agustín en la Florida. Sus restos descansan hoy en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
Se admira en el Padre Varela, su profunda eticidad, cimentada en su fe religiosa, que nunca impidió su amor por la ciencia; sus novedosas concepciones pedagógicas que rechazaban el papel pasivo del alumno, en el proceso docente: su acendrado anti escolasticismo, que rechazaba como pernicioso en todos los campos del saber, y particularmente, sus convicciones patrióticas, que le permitió convertirse en uno de los primeros propugnadores de la corriente política del independentismo. Su visión premonitoria, se adelantó a su época, donde aún no existían las condiciones objetivas ni subjetivas, que le permitiesen materializar sus ideas. Aún los enriquecidos hacendados criollos, vivían temerosos del temor al negro y las funestas consecuencias que ello acarrearía a sus posesiones materiales.
Predicó con singular pasión sus ideas, tanto desde el estrado magisterial, en sus clases de filosofía o constitución, como desde el púlpito, en la parroquia del exilio no deseado, siempre abierta a los pobres. Con su obra legó su pensamiento, que se encumbra en sus "Cartas a Elpidio", a una eticidad ornada de patriotismo. Esa convicción lo acompañará toda su existencia, aún en el forzoso exilio, lo que evidencia desde las páginas de "El Habanero". (16),
En el ideario educativo de Varela… "…la necesidad de instruir a un pueblo es como de darle de comer, no admite demora…"…al reflexionar como…"….el hombre será menos vicioso cuando sea menos ignorante" (17).
En sus "Cartas a Elpidio. Sobre la impiedad, la superstición y el fanatismo" publicado en New York, Estados Unidos, en 1835, expone Varela una síntesis de sus convicciones éticas y de su amor al hombre, al valorar como " recorriendo al través de los siglos los anales de los pueblos, el orbe nos presenta un inmenso campo de horror y de exterminio, donde el tiempo ha dejado algunos momentos para testimonio eterno de su poder asolador y humillación de los soberbios mortales Mas entre tantas ruinas espantosas, se descubren varios puntos brillantísimos, que jamás oscurecieron las sombras de la muerte: vense, querido Elpidio, los sepulcros de los justos, que encierran las reliquias de aquellos templos de sus almas puras, que volaron al centro de la verdad; cuyo amor fue su norma y por cuyo influjo vivieron siempre unidos y tranquilos. Sobre las losas que cubren estos sagrarios de la virtud, resuelven sus imitadores el gran problema de la felicidad y arrojan miradas de compasión sobre los que, fascinados por míseras pasiones, corren tras sombras falaces, y, burlados, se dividen; divididos, se odian, y odiados, se destruyen".
Para recalcar a continuación que " ¿por qué, me decía yo a mí mismo, por qué unas ideas tan claras y unos ejemplos tan nobles no atraen todos los hombres hacia el verdadero objeto del amor justo? ¿Por qué no siguen la majestuosa y palpable senda de la felicidad? ¿Por qué aborrecen los que nacieron para amar? ¿Por qué cubre la tristeza unos rostros en que debe brillar la alegría? ¿Qué causas funestísimas convierten la sociedad de los hijos de un Dios de paz, en inmensas hordas de ministros del furor? ¡Ah!, mí amado Elpidio. Estas interesantes preguntas hallaron muy pronto su respuesta, Vense estampadas sobre las ruinas de tantos objetos apreciables, las huellas de tres horribles monstruos que los derrotaron, y que aun corren por todas partes inmolando nuevas víctimas. Vense la insensible impiedad, la sombría superstición, el cruel fanatismo, que por diversos caminos van a un mismo fin, que es la destrucción del género humano" (18).
Su profunda eticidad, de raíces cristianas y patrióticas; su amor desbordado por su patria, humillada aun por el coloniaje; su vocación magisterial; su respeto por el saber científico y la lealtad a sus creencias religiosas, hicieron de Varela, el sacerdote sabio, pero humilde y austero, que ofrenda su precioso legado al pensamiento progresista cubano y a nuestra identidad cultural y nacional, aún en pleno proceso de formación.
V.- José de la Luz y Caballero (1800-1862):
"Supo cuanto se sabía en su época; pero no para enseñar que lo sabía, sino para transmitirlo. Sembró hombres".
Pedagogo y filósofo. Considerado maestro por excelencia y formador de conciencias que engrandeció el sentido de la nacionalidad cubana. Nace en La Habana, el 11 de julio de 1800. Hijo de Antonio José María, funcionario y oficial del gobierno colonial, y de Manuela Teresa de Jesús. Procedente de un hogar de propietarios criollos, crece en un ambiente dominado por una educación estricta. La familia era dueña del ingenio San Francisco de Paula y de la hacienda Santa Ana de Aguiar. Al morir el esposo, su madre solicitó de la ayuda de un tío, el presbítero José Agustín Caballero, en lo tocante a la educación de sus hijos, que junto al favorable ambiente cultural y religioso del hogar, propicia las dotes intelectuales y formación de favorables virtudes en el niño, que ya a los doce años estudia latín y filosofía en el convento de San Francisco.
En 1817 se titula de bachiller en filosofía en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana. Tiempo después, las inclinaciones personales y los deseos de la madre y el tío hicieron que iniciara una carrera común a muchos de los vástagos de los hogares criollos adinerados de la época: el sacerdocio. En el Seminario de San Carlos y San Ambrosio se gradúa de bachiller en Leyes. Allí conoce a Félix Varela, del cual recibe clases. Precisamente es en estos años, a través de sus experiencias en el Seminario y de su apertura al espíritu científico renovador del Siglo XVIII europeo, que estudia obras de Locke, Condillac, Rousseau, Newton y Descartes. Igualmente se adhiere a las luchas de Varela y Caballero contra la filosofía y los métodos de enseñanza escolásticos entronizados en las asignaturas y en los planes pedagógicos del Seminario de San Carlos y de todos los centros de enseñanza de la capital, por lo que se vincula a los esfuerzos culturales, científicos y cívicos del Obispo Espada, en quien encuentra un meritorio mentor..
Llega a dominar varios idiomas como el inglés, francés, italiano, alemán, y en 1821 traduce la obra del conde de Volney. Viaja por Egipto y Siria durante los años 1783-1785. Sus conocimientos sobre teología y sobre la vida religiosa propician que se pronuncie repetidamente contra el clero español residente en Cuba. Tal vez fueron estas convicciones las que lo alejaron del claustro religioso y ya en 1824 lo encontramos como director de la Cátedra de Filosofía del Seminario de San Carlos y San Ambrosio, a la cual accede por medio de pruebas de oposición. Anteriormente, tal responsabilidad había estado en manos de José Antonio Saco, condiscípulo y amigo íntimo de Luz, así como en las del maestro Varela, su fundador.
Desde el comienzo de su actividad como Director de la Cátedra de Filosofía se empeña en aplicar a fondo los conocimientos e ideas de su maestro, Félix Varela. Se hizo famoso, no sólo entre sus admiradores, sino también entre sus detractores, por su fidelidad a la metodología y doctrinas de Varela, al cual, según sus propias palabras, citaba casi diariamente y por cuyos textos se guiaba para impartir las clases.
Utiliza durante su vida varios seudónimos en sus escritos, entre ellos: "Un Habanero", "El Justiciero", "Un Amante de la Verdad" y "El Amigo de la Juventud". Inserto en el llamado reformismo liberal de la primera mitad del siglo XIX, supo sembrar el patriotismo y valores morales en sus alumnos. Fundador de los colegios "Carraguao" y "El Salvador", en los que se formaron notables patriotas quienes participarían posteriormente en las luchas independentistas, desde Rafael María de Mendive hasta Manuel Sanguily. Son notables asimismo sus aportes a la filosofía en Cuba. Martí, quien apreció en alto grado su vida, obra y pensamiento, lo denominó como "Padre fundador". Fallece en La Habana el 22 de junio de 1862.
El mejor homenaje a las virtudes de este hombre extraordinario lo ofrenda nuestro Apóstol José Martí cuando expresa en su crónica "Cartas inéditas de José de la Luz" (1888) como " los cubanos veneran y los americanos todos conocen de fama al hombre santo que domando dolores profundos del alma y el cuerpo, domando la palabra, que pedía por su excelsitud aplausos y auditorio, domando con la fruición del sacrificio todo amor a sí y a las pompas vanas de la vida, nada quiso ser para serlo todo, pues fue maestro y convirtió en una sola generación un pueblo educado para la esclavitud en un pueblo de héroes, trabajadores y hombres libres. Pudo ser abogado, con respetuosa y rica clientela, y su patria fue su único cliente. Pudo lucir en las academias sin esfuerzo su ciencia copiosa, y sólo mostró lo que sabía de verdad, cuando era indispensable defenderla. Pudo escribir en obras-para su patria al menos- inmortales, lo que, ayudando la soberanía de su entendimiento con la piedad de su corazón aprendió en los libros y en la naturaleza, sobre la música de lo creado y el sentido del mundo, y no escribió en los libros que recompensan, sino en las almas, que suelen olvidar. Supo cuanto se sabía en su época; pero no para enseñar que lo sabía, sino para transmitirlo. Sembró hombres" (19).
¿A qué aspiraba Luz y Caballero respecto a la labor educativa de las nuevas generaciones?
Como expresa en su "Informe sobre la Escuela Náutica" (1833), era su más ferviente deseo " abrir nuevas carreras a la juventud de nuestra patria, condenada a consagrarse exclusivamente al foro, a la medicina y a la holganza; difundir los conocimientos químicos para perfeccionar la elaboración de nuestros frutos y aprovechar nuestras ventajas naturales; facilitar la adquisición de luces para toda empresa que descanse en las nociones de las ciencias físicas y matemáticas; abrigar en nuestro propio seno, sin necesidad de mendigar al extranjero, hombres capaces no sólo de concebir, sino de ejecutar grandes planes aun en sus últimos pormenores; mejorar algunas profesiones de las existentes, proporcionándole otros datos de que han menester para progresar; fertilizar el vasto campo de la educación, ofreciéndole más idóneos cultivadores; contribuir al adelantamiento de las artes liberales y mecánicas entre nosotros; llenar hasta donde sea posible las benéficas intenciones de S.M en la fundación de estas escuelas prácticas: tales son en resumen, las más urgentes necesidades físicas de la patria: tales los más eficaces remedios para curar algunas dolencias morales que la aquejan " (20)
Para Manuel Sanguily, testigo excepcional, como uno de sus discípulos en las aulas de
" El Salvador ", el maestro Luz y Caballero…"…procuró siempre hacer comprender que el magisterio no era oficio, ni siquiera una profesión, sino un apostolado, un sacerdocio y la misión, por él mismo impuesta de formar maestros y hacer hombres, como la manera más prudente y viable de dar satisfacción a los reclamos de su tiempo…Con las condiciones propicias y las excepcionales facultades de su individualidad es fácil comprender que será un patriota ardiente sin ser jamás un revolucionario; que nadie igualará como hombre " (21).
Para Luz, como notable pedagogo, la adecuada formación del maestro constituye la premisa de toda educación pues al respecto…"…no hay medio: o satisfacer las dudas de los discípulos o ridiculizarse ante sus ojos…"…dado que esto…"…vale tanto como no ser maestro" (22). Respecto al alumnado, rechaza toda teoría educativa que conciba a éste como mero receptor de conocimientos, carente de creatividad o ente pasivo del proceso de enseñanza-aprendizaje, firmemente convencido de que…"…yo no sé cómo hay todavía quien dude de las fuerzas intelectuales de los niños " (23).
Amado, incluso venerado, no obstante a veces incomprendido, por no abrazar las ideas independentistas, o vérsele como representante de los ricos hacendados criollos, el paso del tiempo y su propia vida, lo ubican como ejemplo del maestro que nuestro pueblo aspira a formar.
Decursadas más de cinco décadas, un intelectual marxista y martiano, el Dr. Carlos Rafael Rodríguez, en un ensayo ya antológico, reivindica, al respecto, que… "… no podría decirse con justicia que defendió los privilegios más nefastos de su época, colonia y esclavitud…"…ya que…"…en sus ideas y prédicas está presente la condenación de ambas como instituciones…"…por lo que… "…las normas morales y sociales que predicó, servirán para nutrir una juventud progresista, de mentalidad amplia, que abomina de los negreros y rechaza el sistema de la esclavitud" (24).
VI. – José Antonio Saco (1797-1880):
"Quisiera que, si Cuba se separase, por cualquier evento del trono a que pertenece, siempre quedase para los cubanos y no para una raza extranjera".
Se destaca como sociólogo, profesor, periodista, historiador y economista. Nace en Bayamo, antigua provincia de Oriente, Cuba, el 7 de mayo de 1797. Realiza sus estudios iniciales en su ciudad natal e ingresa con posterioridad en el Colegio Seminario San Basilio de Santiago de Cuba, en 1814, donde cursa estudios de Filosofía y Derecho. Dos años más tarde se traslada a la capital, donde inicia sus estudios de filosofía en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio, con el padre Félix Varela, los cuales concluye en 1819 con el título de Bachiller en Derecho Civil. Ese mismo año matricula en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana, donde obtiene el grado de Bachiller en Filosofía, en 1822.
Comienza a ejercer, antes de graduarse, como profesor de filosofía y de ciencias naturales, en el propio seminario, ocasión en que Varela le propone como sustituto suyo, al resultar éste electo como diputado a Cortes, en 1821. Publica su primer artículo en el "Diario del Gobierno Constitucional de La Habana", en 1820. Realiza estudios en los Estados Unidos entre 1824 y 1826. Tras dos años de residencia en Cuba, retorna a los EE.UU., donde junto a su maestro Varela, funda "El Mensajero Semanal", en 1828, dedicado a temas económicos y políticos de Cuba e Hispanoamérica. Su trabajo "Memoria sobre caminos de la isla de Cuba", es premiado por la Sociedad Económica de Amigos del País, en 1829.
Tres años más tarde, la Sociedad Económica le otorga un nuevo premio, en este caso a su valiosa obra, "Memoria sobre la vagancia en la isla de Cuba", en la cual critica el vicio del juego y la delincuencia imperantes en la época. Retorna a Cuba en 1832 y asume la dirección de la "Revista Bimestre Cubana", órgano de la intelectualidad en aquellos momentos, así como del "Colegio Buenavista". Saco es uno de los fundadores de la Academia Cubana de Literatura, por cuya defensa es deportado por orden del capitán general Miguel Tacón, en 1834. Trasladándose en un primer momento a Gran Bretaña, con posterioridad a Francia, y finalmente a España. Entre 1837 y 1845 vive en Alemania, Italia, Austria y Francia.
Durante toda esta etapa, dedica especial atención al problema étnico en Cuba, especialmente en lo concerniente al tráfico negrero y a la fundamentación de su propuesta acerca de la necesidad del incremento de la población blanca, motivado por el temor a la repetición de los acontecimientos de Haití. De igual forma, los años comprendidos desde 1848 hasta 1854, se caracteriza su obra por su oposición a las ideas y conspiraciones encaminadas a anexar Cuba a los Estados Unidos, que fundamenta críticamente en su libro "Contra la anexión". En esa época publica "La situación política de Cuba y su remedio" (1851) y "Cuestión de Cuba" (1852), donde reitera sus conocidas posiciones vinculadas al reformismo liberal.
Viaja a Cuba hacia los finales de 1860, al amparo de la amnistía que otorga el gobierno de la metrópoli, pero su estancia se prolonga sólo por varios meses, al cabo de las cuales retorna a Montmorency, pueblo suburbano de París, en julio de 1861, donde establece su residencia durante cinco años. Comisionado por Santiago de Cuba para asistir a la Junta de Información (órgano que debía proponer las bases sobre las cuales se sustentarían las leyes a ser presentadas en las Cortes españolas para su ulterior aplicación en la Isla), viaja a Madrid en 1866; no obstante, los resultados de aquella reunión están destinados al más rotundo fracaso. Saco se radica en Barcelona desde 1877, donde fallece el 26 de septiembre de 1879. En cumplimiento de su voluntad testamentaria, sus restos mortales son enviados a Cuba e inhumados en La Habana el 17 de agosto de 1880.
A Saco se le puede incluir, con toda razón, entre los más destacados representantes de la Ilustración Cubana, en la primera mitad del siglo XIX. Su amor a Cuba, no obstante su incomprensión de que la única vía válida para la obtención de las mejoras que deseaba para su patria, fuese su independencia de España, le permitió prever los peligros de la anexión a los Estados Unidos, que en las décadas del 40 y 50 del siglo alcanza gran fuerza entre personalidades importantes de la clase, cuyos intereses defendía: la de los ricos hacendados criollos.
Se opuso a la trata de esclavos negros, no así a la reprobable esclavitud, por el temor que estos desempeñasen una mayoría, potencialmente peligrosa, según su criterio, en la estructura poblacional de Cuba. Para Saco " bajo 3 aspectos principales se puede considerar la abolición del tráfico de esclavos: agrícola o material, moral y político. En cuanto a éste, sin examinarle de lleno, me contentaré con hacer aquellas reflexiones que basten para despertar la atención de España y de su gobierno sobre los peligros que amenazan a Cuba. Acerca del moral, guardaré un profundo silencio: he preferido combatir el interés con el interés, pues siendo esta arma la que más hiere el corazón, el triunfo es más seguro".
Y añade a continuación como " todos saben que, en punto a esclavos, hay dos especies de abolición: una del tráfico con la costa de África, y otra de la misma esclavitud. Aunque ambas tienen relación entre sí, jamás deben confundirse, y bien puede la primera tratarse, y aún lo que es más, realizarse, con absoluta independencia de la segunda" (25).
Por lo que reconoce, en cierta medida, en la posibilidad de mantener la producción de azúcar, sin estar basada en el trabajo esclavo, dado el peligro que representa su incremento poblacional, para el país.
No obstante, el mérito principal de este pensador se revela en su lucha apasionada contra el anexionismo, tan en boga en la medianía del siglo, a partir de conveniencias económicas y políticas. Entre las primeras, el apoyo que brindaría al manteniendo del trabajo esclavo, la anexión a los estados esclavistas sureños, de la vecina nación; en cuanto a la segunda, el paradigma que entonces representaba el sistema político norteamericano comparado con el impuesto a Cuba por la metrópoli.
Al respecto valora que " contemplando lo que Cuba es bajo el gobierno español, y lo que sería incorporada en los Estados Unidos, parece que todo cubano debiera desear ardientemente la anexión; pero este cambio tan halagüeño ofrece al realizarse, grandes dificultades y peligros".
Para agregar como " la incorporación sólo se puede conseguir de dos modos: o pacíficamente, o por la fuerza de las armas. Pacíficamente, si verificándose un caso improbable, España regalase o vendiese aquella isla a los Estados Unidos; en cuya eventualidad, la transformación política de Cuba se haría tranquilamente, y sin ningún riesgo. Por lo que a mí toca, y sin que se crea que pretendo convertir ningún cubano a mi opinión particular, debo decir francamente, que a pesar que reconozco las ventajas que Cuba alcanzaría, formando parte de aquellos estados, me quedaría en el fondo del corazón un sentimiento secreto por la pérdida de la nacionalidad cubana".
A continuación fundamenta que " no llegamos en Cuba a 500 000 blancos, y en la superficie que ella contienen, pueden alimentarse millones de hombres. Reunida que fuese al norte de América, muchos de los peninsulares que hoy la habitan, mal avenidos con su nueva posición, la abandonarían para siempre; y como la feracidad de su suelo, sus puertos magníficos y los demás elementos de riqueza, que con tan largo mano derramó sobre ella la Providencia, llamarían a su seno una inmigración prodigiosa, los Norte-Americanos dentro de poco tiempo nos superarían en número, y la anexión, en último resultado, no sería anexión, sino absorción de Cuba por los Estados Unidos. Verdad es, que la isla, geográficamente considerada, no desaparecería del grupo de las Antillas, pero yo quisiera que, si Cuba se separase, por cualquier evento del trono a que pertenece, siempre quedase para los cubanos y no para una raza extranjera" (26).
El antianexionismo representado por José Antonio Saco darían nacimiento en décadas posteriores, a partir de José Martí, al antiimperialismo, como expresión ético-política más madura y elaborada vinculada al ulterior desarrollo de la real concepción de identidad nacional., el que sumado como rasgo al posterior pensamiento progresista cubano, es expresión de rechazo a las pretensiones hegemónicas, injerencistas y expansionistas de este país con respecto a nuestra patria, conservando, no obstante, el respeto a su pueblo, su cultura y sus tradiciones.
VII.- Francisco de Frías y Jacott (Conde de Pozos Dulces) (1801-877):
"Estudié, pues, primero en los campos que en los libros".
Agrónomo, investigador, divulgador científico y reformador agrario. Nace en La Habana, Cuba, el 24 de septiembre de 1809. Realiza sus estudios científicos en París, desde 1842 hasta 1844, en los cursos de agricultura del Conservatorio de Artes y Ciencias y del Jardín de Plantas así como en los de geología y química, en la Sorbona, con Prévost, Dumas y Pagen. Entre 1857 y 1860, asiste, en el Conservatorio de Artes y Ciencias, a las clases de química aplicada a la industria, a las de química agrícola y a las de zoología aplicada a la agricultura y a la industria.
Su prestigio profesional se da a conocer mediante el programa de desarrollo agropecuario, que propone en sus cartas publicadas en el periódico habanero el "Correo de la Tarde", entre 1857 y 1858, las cuales fueron editadas, en Francia durante 1860, como parte de una compilación de sus escritos. Dicho programa tiene la intención de establecer las bases de una identidad nacional agrotecnológica y otra agrocientífica, que contribuyan al logro de un equilibrio social y económico en el seno de una sociedad dominada por una minoría de grandes hacendados y comerciantes, la cual era, además, sostenedora de formas encubiertas del tráfico de esclavos.
El propósito de lograr la identidad agrotecnológica a través del incremento de una población rural, culturalmente apropiada y con buena disposición laboral, era loable como alternativa justa y democrática, sin embargo, resultaba discriminatorio hacia los negros y chinos, cuando solo le concedía a los blancos (criollos e inmigrantes) el derecho a participar en dicha identidad. En relación con la identidad agrocientífica, ésta se sustenta en los ejemplos de Álvaro Reynoso y del propio Conde de Pozos Dulces, ambos formados en Francia, los cuales servirían para atraer a los jóvenes de sectores acomodados hacia estudios de ingeniería agronómica. Impartió clases de agricultura en la Cátedra de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana, creada en 1865, aunque su función docente se centra en el trabajo de divulgación científica efectuado a través de la prensa.
En 1861 propone la creación del Instituto Agrónomo Cubano, luego de haber rechazado la invitación de las autoridades coloniales para que ocupara la dirección de la Escuela Especial de Agricultura, de la Escuela General Preparatoria de La Habana. Constituye uno de los principales defensores de la existencia del Instituto de Investigaciones Químicas de La Habana, desde que éste es fundado por José Luis Casaseca, en 1848, y posterior a que Álvaro Reynoso lo convirtiera en Estación Agronómica, en 1859. De especial importancia para la vida política y científica del país, tuvo su responsabilidad como Director y fundador del periódico "El Siglo", desde 1863 hasta 1868, desde el cual apoya la actividad del Partido Reformista.
Miembro de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana, como Socio de Número (1851) y de Mérito (1865), ocupa la Presidencia de su Sección de Agricultura y Estadística, entre 1867 y 1868. De igual forma, la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana lo nombra Socio de Número, en 1868. Dadas sus simpatías por el movimiento anexionista, es deportado en 1853 a la villa de Osuna, en Sevilla, España, donde, luego de una amnistía, viaja a los Estados Unidos, donde ocupa, en 1854, la Vicepresidencia de la Junta Revolucionaria Cubana de Nueva York. Fallece el 25 de octubre de 1877 en París, Francia.
El Conde de Pozos Dulces pertenece a esa pléyade de personalidades cubanas que desempeñaron un importante papel en el desarrollo de las ciencias en Cuba. Sus ideas políticas, según el contexto histórico social y económico, que les correspondió vivir, y sus propios intereses de clase, cultura y educación, resultaron diversos: desde el reformismo liberal, el anexionismo, el independentismo e incluso el autonomismo. No obstante en la inmensa mayoría de ellos conservó su amor por su tierra natal y su afán de verla prosperar como nación y pueblo.
Según éste escribe al director del periódico cubano "El Correo de la Tarde", en 1857 " los mejores años de mi juventud se pasaron en los hermosos campos de la isla de Cuba. Amé sus bosques y praderas, sus arroyos, sus pájaros y collados, con todo el fervor de la entusiasta poesía. Más tarde sucedió a esa admiración la codicia del propietario, y yo también derribé los gigantes arbolados y apliqué la tea encendida a sus despojos esparcidos. Y vi como se siembra la caña, y como se exprime el jugo y de qué manera cristaliza el azúcar. Yo también cultivé los cafetos y pasé horas enteras recogiendo sus rojas cerezas. Nadie madrugó más que yo por ver, al despuntar el alba, la tendida vega, y cómo se refracta en mil prismáticos colores en naciente sol en sus gotas de rocío. ¡Cuántas veces contemplé en silenciosa admiración doblegados los frondosos platanales con el peso de sus apiñados racimos! Y vi agrietarse y abrirse las tierras al empuje de la yuca o el ñame suculentos que se desarrollan en sus entrañas cerrados También aprendí del rústico guajiro cuando se corta el bejuco de boniato, y le enseñé a mi turno por que se le quitan las hojas antes de sembrar. Y lo que él cree y piensa y ejecuta lo sé yo, que no me contente nunca con mirar solamente, sino que puse la mano al arado y afronté intrépido los rigores del sol tropical .Estudié, pues, primero en los campos que en los libros, y antes en mi patria que en estas apartadas tierras, llegando por fin a la conclusión de que en ninguna parte del mundo pudiera ser más rica, más próspera y duradera la agricultura que en nuestra Isla, si a ella se aplicasen todos los resortes y conocimientos que a tanta altura pusieron la industria rural de otros países menos favorecidos" (27)
Aunque compartiese en determinada parte de su vida convicciones anexionistas, más por causales políticos que económicos, se opuso a la esclavitud y rechazó el criterio en boga entonces, que la abolición de la misma, conduciría a daños irreparables a nuestra economía, particularmente la industria azucarera. Al respecto escribe desde París, en 1858, al mismo destinatario, que " el cultivo de la caña y otros trabajos agrícolas de los países tropicales no demandan, ni mayor esfuerzo muscular, ni mayor inteligencia que los que necesitan el herrero, el tumbador de monte, el maquinista y el fogonero ¿Por qué, pues, no pueden los blancos reemplazar a los negros y chinos en aquellas faenas? Ya lo he apuntado: por causas que pertenecen más especialmente al orden moral; y como estas proceden a su turno de condiciones peculiares, las unas que pudiéramos llamar etnológicas o propias de la raza, y las otras económicas e industriales, por referirse a la naturaleza y organización del trabajo, como también a su remuneración, deberemos examinar unas y otras, si queremos comprender como obran en definitiva atenuando o desarmando el resorte de la voluntad, y por consiguiente, influyendo en la insuficiencia o inferioridad del hombre blanco" (28).
VIII.- Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874):
"Cuba libre es incompatible con la Cuba esclavista".
Nace el 18 de abril de 1819 en Bayamo, antigua provincia de Oriente. Hijo de Jesús María Céspedes y Luque, también nacido en Oriente y de Francisca de Borja López del Castillo y Ramírez de Aguilar, nacida en Puerto Príncipe (actual Camagüey). Su infancia transcurre en el campo y durante su niñez recibe clases de Gramática y latín con los frailes del Convento de Nuestro Seráfico Padre en Bayamo. Posteriormente, en el Convento de Santo Domingo, recibe clases de Lógica y Ética.
Marcha a La Habana, donde es aceptado como alumno del Real y Conciliar Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Posteriormente en la Real y Pontificia Universidad de La Habana obtiene el grado de Bachiller en Derecho Civil, el 22 de marzo de 1838. En 1840, una vez terminado su Bachillerato en Derecho en La Habana, parte rumbo a Europa y obtiene su licenciatura en la misma especialidad, en la Universidad de Barcelona y posteriormente el Doctorado.
En 1843 participa en la Insurrección del General. Juan Prim, por lo que se ve obligado a marchar a Francia, como exiliado político. Viaja por Inglaterra, Alemania e Italia antes de regresar a Cuba, en 1844. Su vasta cultura incluye el dominio de varios idiomas, como el inglés, francés y el italiano. Conoce, además, el latín y el griego. En 1844 abre en Bayamo un bufete, así como escribe poemas y un folleto en el que hace la defensa de Cuba. Secretamente se inician sus planes independentistas. "La Bayamesa", es interpretada por primera vez, el 27 de marzo de 1848, con letra original de José Fornaris y música compuesta por el propio Céspedes y Francisco Castillo Moreno. Esta composición es adoptada por los patriotas cubanos como un símbolo de la lucha en contra del colonialismo español en Cuba. En 1851, Céspedes participa activamente en la fundación de la Sociedad Filarmónica de Bayamo, en la que funge como Secretario.
En 1852 participa en la rebelión de las Pozas e ingresa a la cárcel al ser detenido por su actitud política contraria a España. Este abogado y terrateniente bayamés amaba la música, la poesía, practicaba esgrima, equitación y ajedrez. Desde 1856, se destaca como abogado y hombre de negocios en la ciudad de Manzanillo, lugar al cual traslada su residencia. Ya en 1866 la producción literaria de Céspedes es abundante y variada.
En 1867, por la suma de 81.000 dólares compra el Ingenio de La Demajagua en Manzanillo. En agosto se reúnen en la recién fundada logia masónica de Bayamo, denominada Estrella Tropical No. 19, Francisco Vicente Aguilera y Francisco Maceo Osorio. Aguilera es nombrado Venerable Maestro, pero en realidad preside un comité insurreccional. La siguiente reunión tiene lugar en la Casa de Pedro (Perucho) Figueredo, autor del Himno Nacional. Céspedes funda en abril la Logia de "Good Faith" en Manzanillo y se convierte en Gran Maestro.
El Comité de Bayamo fija el 24 de diciembre como fecha de inicio de la rebelión. Céspedes, impaciente, adelanta la fecha al 14 de octubre, pero la conspiración es descubierta por el Capitán General Valmaseda. El 7 de octubre se recibe un telegrama cifrado, en Bayamo, ordenando detener a Céspedes. El telegrafista Nicolás de la Rosa, previene a éste a través de un sobrino del mismo, llamado Ismael Céspedes, hijo de su hermano Francisco Javier. El 8 de octubre, éste convoca a los patriotas. Empiezan a reunirse en el Ingenio de su propiedad, momento en que redacta y discute el manifiesto que habría de dar a conocer como el Plan de la Lucha, por contener los objetivos a que aspiraban alcanzar.
El 10 de octubre, en su ingenio azucarero La Demajagua, se alza en armas, y al grito de ¡Viva Cuba Libre!, proclama la independencia de Cuba y otorga la libertad a sus esclavos. El 18 de octubre, junto con Aguilera y Marcano toman la Ciudad de Bayamo. Perucho Figueredo reparte volantes con la letra del Himno Nacional Cubano y para el 20 de octubre se interpreta en Bayamo, por primera vez en la historia. Céspedes y sus generales Donato Mármol y Modesto Díaz, planean la defensa de Bayamo con el objetivo de impedir que los españoles la recuperen. Bayamo se convierte en el símbolo de la rebeldía cubana, cuando sus habitantes, antes de permitir su rendición a las tropas de Valmaseda, incendian sus propias casas, el 12 de enero de 1869.
El 10 de abril de 1869, en el pueblo de Guáimaro, antigua provincia de Camagüey, se proclama la Constitución del mismo nombre que es redactada por Ignacio Agramonte y Antonio Zambrana. Aprobada por todos nace allí la República de Cuba en Armas y Céspedes es nombrado su primer Presidente; la esclavitud queda formalmente abolida; Salvador Cisneros Betancourt preside la Cámara de Representantes y Manuel de Quesada y Loynaz es nombrado Jefe del Ejército. Constitucionalmente la Cámara tiene facultades para destituir al Presidente y al Jefe Militar. El 4 de noviembre de 1873 Carlos Manuel de Céspedes contrae segundas nupcias con Doña Ana de Quesada y Loynaz, hermana de Manuel de Quesada y Loynaz. El gobierno en armas, errante, se traslada a Berrocal, Sabanilla y Magaramba.
Prisionero su hijo Oscar por tropas españolas, las autoridades coloniales le propusieron a Céspedes liberarlo si abandonaba la lucha, a lo que éste respondió: "¡Oscar no es mi único hijo, yo soy el padre de todos los cubanos!" Por ello es recordado como el Padre de la Patria. El 29 de marzo de 1874 es fusilado Oscar Céspedes y Céspedes. Por la desunión, contradicciones y antagonismo entre los cubanos, Céspedes es depuesto el 28 de octubre de 1873, ocupando su lugar Salvador Cisneros Betancourt, Marqués de Santa Lucía. El salvoconducto para marchar al extranjero jamás se le entrega y se ve obligado a internarse en un sitio intrincado en plena Sierra Maestra denominado San Lorenzo, en donde permanece acompañado solamente por su hijo mayor Carlos Manuel, y donde enseña a leer y escribir a los niños, a campesinos y a su propia escolta.
El 27 de febrero de 1874 Carlos Manuel de Céspedes es sorprendido en San Lorenzo, por una columna de soldados españoles del batallón de San Quintín, posiblemente conducidos hasta allí por la denuncia de algún informante. Abandonado a su suerte por la Cámara de Representantes y sin escolta alguna, y con su hijo fuera del campamento en ese momento, prácticamente ciego, intenta defenderse, pues no permite que sus enemigos lo capturen vivo, y ya herido de muerte, se despeña por un barranco.
El propio 10 de octubre de 1868, Céspedes da a conocer el documento conocido como "Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, dirigido a sus compatriotas y a todas las naciones", que se puede considerar como nuestra Declaración de Independencia. En el mismo se proclama que al " levantarnos armados contra la opresión del tiránico gobierno español, siguiendo la costumbre establecida en todos los países civilizados, manifestamos al mundo las causas que nos han obligado a dar este paso, que en demanda de mayores bienes, siempre produce trastornos inevitables, y los principios que queremos cimentar sobre las ruinas de lo presente para felicidad del porvenir".
Y continua declarando como " nadie ignora que España gobierna la Isla de Cuba con un brazo de hierro ensangrentado; no sólo no la deja seguridad en sus propiedades, arrogándose la facultad de imponerla tributos y contribuciones a su antojo, sino que teniéndola privada de toda libertad política, civil y religiosa, sus desgraciados hijos se ven expulsados de su suelo a remotos climas o ejecutados sin forma de proceso, por comisiones militares establecidas en plena paz. La tiene privada del derecho de reunión, como no sea bajo la presidencia de un jefe militar; no puede pedir el remedio a sus males, sin que se la trate como rebelde, y no se le concede otro recurso que callar y obedecer" (29).
El 27 de diciembre de 1868, firmado por Céspedes, se da a conocer el documento conocido como "Decreto sobre la esclavitud" donde se declara la abolición de la misma. El gesto personal del Padre de la Patria, de dar la libertad a sus esclavos, el 10 de octubre de 1868, se extiende a los miles de hombres, mujeres y niños sometidos a tan infame estado. No obstante su carácter simbólico, dado que aun nuestro país no había alcanzado su plena independencia, ello constituyó un gesto portador de una profunda eticidad, amor y sentido de justicia, que ni los propios fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica, en sus documentos programáticos y en su Constitución, paradigma político para los revolucionarios cubanos, fueron capaces de asumir.
En el mismo se expone como " la revolución de Cuba, al proclamar la independencia de la patria, ha proclamado con ella todas las libertades, y mal podría aceptar la grande inconsecuencia de limitar aquellas a una sola parte de la población del país. Cuba libre es incompatible con Cuba esclavista; y la abolición de las instituciones españolas debe comprender y comprende por necesidad y por razón de la más alta justicia la de la esclavitud como la más iniciua de todas. Como tal se halla consignada esta abolición entre los principios proclamados en el primer manifiesto dado por la revolución. Resuelta en la mente de todos los cubanos verdaderamente liberales, su realización en absoluto ha de ser el primero de los actos que el país efectúe en uno de sus conquistados derechos. Pero sólo al país cumple esa realización, como medida general, cuando en pleno uso de aquellos derechos pueda por medio del libre sufragio, acordar la mejor manera de llevarla a cabo con verdadero provecho, así para los antiguos como para los nuevos ciudadanos" (30).
Un testimonio realmente invalorable lo encontramos en la entrevista personal realizada por el periodista irlandés James J. O"Kelly, enviado a Cuba por el periódico New York Herald, a fines de 1972, con el objetivo de entrevistar a Carlos Manuel de Céspedes, lo que pudo lograr, después de vencer numerosas dificultades, el 6 de marzo de 1873, cuando éste se hallaba ya establecido, en su obligado e injusto confinamiento en San Lorenzo, Sierra Maestra.
O´Kelly describe a Céspedes como un hombre de corta estatura pero de constitución de hierro. Y detalla como " nervioso por temperamento, permanece siempre en una posición recta. Los rasgos de su fisonomía son pequeños, aunque regulares. De frente alta y bien formada, y ojos entre grises y pardos, aunque brillantes y llenos de penetración, refleja en su cara oval las huellas dejadas por el tiempo y los cuidados. Además, oculta su boca y la parte inferior de su cara un bigote y barba de color gris con unos cuantos pelos negros entremezclados, muestra al sonreírse sus dientes extremadamente blancos, y con excepción, muy bien conservados".
En una parte de la entrevista, ante la pregunta:
– Pero si España adoptase, definitivamente, una forma de gobierno republicano, ¿no estaría Cuba dispuesta a reconciliarse con ella? Céspedes responde:
– No le puedo decir cuales son las ideas o sentimientos de los habitantes de las ciudades, pero sí que los cubanos en armas no aceptarán reconciliación o paz con España a no ser bajo la base de la independencia. Estamos separados de ella por un océano de agua, además de tener intereses opuestos a los suyos. Pero también nos separa un océano de sangre y el recuerdo de las crueldades innecesariamente empleadas por el gobierno español para querer subyugarnos. La sangre de nuestros padres y hermanos y de las familias inermes e indefensas, asesinadas a sangre fría, nos prohíben aceptar condición alguna de los españoles. Ellos deben abandonar la Isla y dejarnos en paz o continuar la guerra hasta que perezcamos los del partido combatiente.
– ¿Qué sería de la población española en caso del abandono de la Isla por España?- insiste el periodista.
– Al presente consideramos a todos los españoles como amigos y los tratamos como tales; pero si se concediera la independencia de Cuba, celebrándose un tratado de paz con España, los españoles que quisieran permanecer en la Isla, recibirían la misma protección que los otros ciudadanos. Y como los cubanos son hombres de orden y respetan la ley, tan luego como se les demostrara que por la ley tenían derechos auténticos los españoles, estos podrían vivir en paz y sin temor alguno entre nosotros" (31).
Carlos Manuel de Céspedes constituye sin lugar a dudas uno de los pilares esenciales del pensamiento progresista en nuestra patria, que sintetiza los principios éticos legados a varias generaciones posteriores de cubanos, salvaguarda y defensa de la soberanía nacional.
IX.-Felipe Poey y Aloy (1799-1891):
" Como profesor el señor Felipe Poey reúne dos condiciones indispensables: amor entrañable a sus discípulos, y perfecto conocimiento de la ciencia que enseña".
Nace en La Habana el 26 de mayo de 1799 hijo de padre francés y madre cubana, por lo que transcurre parte de su infancia, en Pau, Francia, entre 1804 y los 8 años de edad, donde inicia sus estudios primarios. Tras su regreso a La Habana, después de la muerte de su padre, ingresa en el Real Seminario de San Carlos y San Ambrosio, donde tiene como profesor a Félix Varela. Allí se gradúa de Bachiller en Derecho en 1820.
Poco después, en Madrid, recibe la investidura de abogado y trabaja como profesor en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. En el año 1826 viaja nuevamente a Francia llevando en su equipaje 85 dibujos de peces cubanos y un barril de aguardiente que contiene 35 especies, para su posterior estudio. En París, colabora con grandes zoólogos de la época. Conoce personalmente al gran innovador de las ciencias naturales en la época, George Cuvier, creador de la anatomía comparada y de la paleontología Se le reconoce como uno de los fundadores, en 1832, de la Sociedad Entomológica de Francia.
Trabaja en el laboratorio de Cuvier y publica su obra "Centuria de Lepidópteros delílle de Cuba". Figura como miembro de la Sociedad Zoológica de Londres; Sociedad de Amigos de la Historia Natural de Berlín; Socio de Honor de la Real Academia de Ciencia, del Museo y de la Sociedad de Historia Natural de Madrid. En 1833 regresa a La Habana, donde desarrolla una intensa actividad científica. Integra el claustro del prestigioso colegio "Carraguao", bajo la égida de José de la Luz y Caballero, donde se destaca en la impartición de Geografía de Cuba, Geografía Moderna e idioma francés y latín. En 1838 se publica su "Memoria sobre el establecimiento de un museo de Historia Natural en la Habana".
En el "Diccionario biográfico cubano" de Francisco Calcagno, publicado en New York en 1878 se expresa que " como profesor el señor Felipe Poey reúne dos condiciones indispensables; a saber: amor entrañable a sus discípulos, y perfecto conocimiento de la ciencia que enseña; siempre recordamos con agrado aquellas horas de enseñanza de las admirables leyes que rigen a la naturaleza orgánica, razonadas con el estilo jocoso del naturalista cubano; aquellas descripciones de la vida de los animales con tanta gracia y naturalidad expresadas. Como hombre de recto criterio y decidido por la justicia, el señor Poey ocupa un lugar muy digno" (32)
Funda el Museo de Historia Natural de Cuba en 1839. En 1842 ocupa la cátedra de Zoología y Anatomía Comparada en la ahora denominada Real y Literaria Universidad de La Habana, donde desarrolla una gran parte de su actividad docente e investigativa. En la misma se desempeña como Decano de la Facultad de Ciencias y Vicerrector del alto centro de estudios. Asimismo funda su biblioteca de Ictiología y de Ciencias Naturales. Es de destacar su carácter de miembro fundador de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales y presidente de la Sociedad Antropológica de Cuba.
Colabora en varias publicaciones, tanto nacionales como extranjeras. Es autor de un "Compendio de geografía de la Isla de Cuba" (1836), que tuvo múltiples ediciones; de un "Curso de zoología" de 1843; de unas "Memorias sobre la Historia Natural de la Isla de Cuba" (1851 y 1856-1858), con sumarios latinos y extractos en francés, en dos volúmenes; de un "Curso elemental de Mineralogía" (1872); de "Poissons de l´Ile de Cuba" (1874), y del tratado "Ictiología cubana" (1955 y 1962) (en el que trabajó durante más de cincuenta años), entre otros.
Son relevantes sus aportes a la extensa obra "Naturaleza y Civilización de la Grandiosa Isla de Cuba" (1876), escrita por el humanista lebrijano (Sevilla, España) Miguel Rodríguez Ferrer, en especial, el tomo dedicado a la naturaleza y su necesaria colaboración en la parte que trata de los comienzos de la antropología en Cuba. Traduce y compendia la "Historia de los Imperios de Asiria", publicada en La Habana en 1847, así como, en colaboración con Rafael Navarro, las "Nociones elementales de Historia Natural" (1844 y 1862), de G. Delafosse. Fallece el 28 de enero de 1891 en La Habana.En su honor, el actual Museo de Historia Natural, ubicado en la capital cubana, lleva su nombre.
X.- Antonio Maceo y Grajales (1845-1896):
"Siempre he sido soldado de la libertad nacional que para Cuba deseo, y nada rechazo con tanta indignación como la pretendida idea de una guerra de raza".
Nace el 14 de junio de 1845 en la otrora calle Providencia No 16, hoy Calle Los Maceos No 207, en el municipio San Luis, Santiago de Cuba, hijo de Marcos Maceo y Mariana Grajales Coello. Su infancia y juventud transcurre en el cuartón rural de Guaninicùn de Lleonart, en el partido de San Nicolás de Morón y en el barrio humilde de Santo Tomás, en las afueras de la ciudad.
Inicia los primeros estudios en clases privadas pagadas por su padre, que si bien no rico, es propietario de una próspera finca de nueve caballerías. Su juventud transcurre en la región montañosa de Majaguabo, donde la familia tenía propiedades. A partir de 1862 se hace cargo de administrar las ventas de las cosechas en Santiago de Cuba. El 16 de febrero de 1866, en la iglesia parroquial de San Luis, Oriente, contrae matrimonio con María Magdalena Cabrales y Fernández.
Se incorpora a la contienda independentista, el 12 de octubre de 1868, en Majaguabo, junto a sus hermanos José y Justo. Su primer jefe es el Capitán Juan Bautista Rondón, junto a quien combate ese mismo día en Tí Arriba. El 14 de mayo de 1869, durante el ataque a San Agustín de Aguarás, ve caer a su padre, el Sargento Marcos Maceo. Desde principios de julio de 1871 acompaña a Máximo Gómez en la preparación y realización de la invasión a Guantánamo y la ulterior campaña en esa región. El 15 de octubre de 1871, Máximo Gómez lo designa jefe de operaciones de Guantánamo. El 4 de febrero de 1874 es nombrado jefe de las fuerzas villareñas integrantes del contingente invasor. Por exigencia de los propios villareños debido a los prejuicios regionales, se ve obligado a renunciar el 14 de julio de 1874.
A su regreso a la provincia de Oriente le asignan el mando de la División Cuba. En abril de 1875, dando muestras de su ética política, rechaza indignado la propuesta de Vicente García, de sumarse a la sedición de Lagunas de Varona. En ese propio mes recibe el mando de la I División, que abarcaba las regiones de Bayamo, Manzanillo, Holguín y Jiguaní. El 6 de mayo de 1877 es ascendido a Mayor General. El 15 de marzo de 1878 se entrevista con el general español Arsenio Martínez Campos, en Mangos de Baraguá. Su patriótica intransigencia al no aceptar ningún acuerdo que no incluyera la independencia de Cuba y la abolición de la esclavitud puso abrupto fin a aquel encuentro. Este hecho protagonizado por él, pasa a la historia como la Protesta de Baraguá.
El gobierno provisional, creado para continuar la guerra, lo nombra jefe de la provincia oriental. Acatando un acuerdo del gobierno revolucionario viaja a Jamaica, el 9 de mayo de 1878, en busca de apoyo para continuar la lucha; lo que no resulta posible dadas las condiciones adversas que obstaculizan el reinicio de las hostilidades.
El 5 de septiembre de 1879, ya comenzada la conocida como Guerra Chiquita, de corta duración, lanza una proclama desde Kingston, junto con Calixto García, llamando a los cubanos a las armas. Después de múltiples gestiones para regresar a Cuba, el 2 de julio de 1880 logra salir de Puerto Plata, República Dominicana, en el vapor Santo Domingo, al frente de 34 expedicionarios. La persecución de una nave española los obliga a poner rumbo a Islas Turcas, al norte de República Dominicana, frustrándose así su desembarco en Cuba.
En junio de 1881 se establece en Honduras. El 20 del propio mes, a solicitud de las autoridades de esa nación, dado su prestigio como militar, ingresa en el ejército hondureño con grado de General División y ocupa el cargo de jefe de la guarnición de Tegucigalpa. De 1884 a 1886, junto a Gómez, desarrolla un plan dirigido a organizar el reinicio de la lucha independentista, el cual fracasa. El 30 de enero de 1890 llega a Cuba, autorizado por el régimen español. Durante su estancia en La Habana y en Santiago de Cuba organiza secretamente un plan para un alzamiento que debía producirse el 8 de septiembre de ese año. Las autoridades españolas, advertida de sus actividades, lo expulsan del país el 30 de agosto de 1890, por lo que la conspiración, conocida en Oriente con el nombre de La Paz del Manganeso, aborta. Desde agosto de 1893 comienza a colaborar con José Martí en lo que posteriormente se conocería como el Plan de Fernandina. Tres meses después, en noviembre, ingresa a Cuba clandestinamente, para lo cual desembarca por Cienfuegos, con el pasaporte de su cuñado Ramón Cabrales.
Después de permanecer unos días en Santiago de Cuba, se traslada para La Habana y posteriormente a Cárdenas. A finales del propio mes reembarca por Cienfuegos. El 15 de marzo de 1895 parte de Puerto Limón, Costa Rica, en el vapor Adirondack, acompañado por 22 expedicionarios, entre ellos el mayor general Flor Crombet, quien funge como jefe de la expedición. El capitán de la nave, desembarca a los patriotas en la Isla Fortuna, en las Bahamas donde estos abordan la goleta "Honor", que los transporta hasta Duaba, Baracoa, el 1 de mayo de 1895. Ese día sostienen el primer contacto con el enemigo y son perseguidos tenazmente. El día 8, en encuentro con una emboscada montada por los guerrilleros en La Alegría, determina que el grupo se disperse y, tras marchar a pie 186 km, desde el punto del desembarco, logra hacer contacto con un campamento cubano en Bella Vellaca, el 18 de mayo.
El 5 de mayo de 1895 tiene lugar su histórico encuentro con Martí y Gómez en el ingenio La Mejorana, donde se traza la estrategia a seguir. Maceo queda al mando de la provincia oriental, dándose a la tarea de organizar sus fuerzas. El 18 de septiembre de 1895, la Asamblea Constituyente de Jimaguayú lo nombra lugarteniente general del Ejército Libertador. En octubre organiza la columna invasora y el 22 de octubre de 1895 sale al frente de ésta, desde Mangos de Baraguá, iniciando así la invasión a occidente. Con 50 años de edad, Maceo cabalga, en tres meses, un total de 424 leguas y sostiene 27 combates. El 10 de marzo de 1896, en el campamento de Galeón, se encuentra con Gómez, quien conduce como tropa de apoyo a la infantería oriental, bajo el mando del General de Brigada Quintín Bandera.
Después de atacar a Batabanó, en La Habana, cruza la trocha de Mariel a Majana, el 15 de marzo de 1896, para dar comienzo a su segunda campaña en la provincia pinareña. Del 13 de febrero al 13 de marzo, realiza 20 acciones combativas en las provincias de La Habana y Matanzas. Cumpliendo órdenes de Gómez de reunirse con él para juntos hacer frente a la crítica situación provocada por las injerencias del Consejo de Gobierno en los asuntos militares, en la madrugada del 4 de diciembre de 1896 burla la trocha de Mariel a Majana, cruzándola por mar, en un bote, por la bahía de Mariel. Ya en territorio habanero, se dirige al campamento de San Pedro, cerca de Punta Brava, con la idea de organizar un ataque a Marianao con las tropas disponibles en esa provincia.
Cerca de las tres de la tarde del 7 de diciembre de 1896 irrumpe el enemigo en pleno campamento mambí, lo que encoleriza a Maceo, quien despierta al escuchar el estampido del fuego de los fusileros. Los jefes y oficiales pasaron de la defensa del campamento a la contraofensiva, acompañados por otros combatientes. Maceo ordena intentar el desalojo del enemigo, e inicia un avance paralelo a la línea española. Una cerca de alambres oculta por la hierba altísima, le cierra el paso. Seguidamente Maceo es alcanzado por un proyectil que le penetra por el lado derecho de la cara, cerca del mentón, y sale, con ruptura de la arteria carótida, por el lado izquierdo del cuello. Panchito Gómez Toro, su ayudante, que por estar herido queda en el campamento, sale, con un brazo en cabestrillo y prácticamente desarmado, en busca del cadáver de su jefe. En un gesto supremo de devoción y lealtad va a morir a su lado.
Un grupo de valientes, encabezados por Juan Delgado, logra recobrar los cuerpos del Lugarteniente General y de su ayudante. Los cadáveres son enterrados secretamente en la finca El Cacahual, cerca de Santiago de las Vegas, donde se erige un complejo monumental inaugurado oficialmente el 7 diciembre de 1900.
Sin lugar a dudas, Antonio Maceo aúna en su personalidad, singulares dotes de estratega militar, admirado en su época, incluso en Europa, por sus campañas militares, particularmente la invasión al occidente de Cuba, frente a un ejército enemigo incomparablemente superior en recursos y hombres; pero el llamado Titán de Bronce poseía una mente lúcida y aguda en sus reflexiones, sustentada en una profunda eticidad. Entre Maceo y Martí se forja una amistad basada en el mutuo respeto aunque no exenta de discrepancias, respecto a la mejor forma de conducir la nueva contienda independentista. El primero recuerda de las consecuencias de la intromisión civilista en las campañas militares, en la Guerra de los 10 Años; Martí teme las tristes secuelas, que el caudillismo, había entronizado en las jóvenes naciones americanas. Ambos en cierta medida tenían razones para sus personales recelos. No obstante tales dispares criterios se superan ante el objetivo común de independizar a su patria
Maceo demostró más de una vez el respeto que sentía por Martí en su labor tesonera por unificar voluntades de veteranos y "pinos nuevos" en pos del inicio de la Guerra Necesaria. Martí, a su vez, siempre admiró al militar y patriota, probado en cien combates. El 21 de noviembre de 1893, el Apóstol escribe en el periódico "Patria" como " jamás parece que aquel hombre pueda, con su serena pujanza, afligir u ofender, por sobre de hecho o parcialidad de juicio, la patria a quien ama de modo que cuando habla, a solas con el juramento, de la realidad de ella, del fuego que arde en ella, la alegría le ilumina los ojos , y se le anuda en la garganta el regocijo: está delante el campamento, y los caballos galopando, y se ven claros los caminos. Es júbilo de novio. Y hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo. No hallaría el entusiasmo pueril asidero en su sagaz experiencia" (33),
Maceo, en sus comentarios a la carta que escribiese al general español Camilo Polavieja el 16 de mayo de 1881, desde Kingston, Jamaica, valora que " jamás me he hallado afiliado al partido alguno. Siempre he sido soldado de la libertad nacional que para Cuba deseo, y nada rechazo con tanta indignación como la pretendida idea de una guerra de raza. Siempre, como hasta ahora, estaré al lado de los intereses sagrados del pueblo todo e indivisible sobre las mezquinas de partido y nunca se manchará mi espada en guerras intestinas que harían traición a la unidad interior de mi Patria, como jamás se han manchado mis ideas en cuestiones pequeñas. No se trata de sustituir a los españoles en la administración de Cuba, y dentro de esto, del monopolio de un elemento sobre los demás; bien al contrario, muévenos la idea de hacer de nuestro pueblo dueño de su destino, poniéndole en posesión de los medios propios de cumplir su misión como sujeto superior de la historia, según hemos dicho ya, para cuyo fin necesita ser unido y compacto" (34).
Éste, en su relativamente breve visita a Cuba, arriba a La Habana, el 5 de febrero de 1889. Maceo se traslada a Santiago de Cuba en julio de 1889, en su continuo peregrinar en aras de apreciar, organizar, convencer y crear las condiciones favorables a una próxima insurrección. Como relata Emilio Bacardí, en sus conocidas "Crónicas", éste se reúne el 29 de julio, en el Hotel Venus, con un nutrido grupo de personas simpatizantes en su gran mayoría de la causa independentista, en cena ofrecida por el Dr. Joaquín Castillo Duany. En la misma uno de los asistentes José R. Hernández se atreve a afirmar, en presencia del ilustre invitado que " Cuba llegará a ser fatalmente por las fuerzas de las circunstancias una estrella más en la constelación americana", a lo que éste replica con su sentencia cargada de ética y patriotismo:
– Creo joven, aunque me parece imposible, que ese sería el único caso en que tal vez estaría yo al lado de los españoles (35).
Maceo escribe a José A. Rodríguez, el primero de noviembre de 1886, entonces director de un periódico independentista en el exilio neoyorquino, acerca de su criterio sobre las virtudes personales que deben acompañar a un dirigente político como " yo desearía para mi país un hombre que tenga la voluntad de redimir al pueblo cubano de la soberanía española, sin haber tiranizado a sus redimidos y que no mantiene otra fortuna, que la conquistada por ese medio. El que tal haga llegará a la completa gloria y completa dicha" (36). Precepto moral, tantas veces violado por los judas políticos que durante la república neocolonial traicionaron el ideario del más virtuoso mambisado.
XI.- Rafael María de Mendive y Daumy (1821-1886):
" O cuando hablando de los que cayeron en el cadalso cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba".
Nace en La Habana, el 24 de octubre de 1821. Cursa estudios de Derecho y Filosofía, en la Universidad de La Habana y obtiene la licenciatura en 1867. Viaja a Europa en 1844 y en 1848. En 1848 publica su primer libro de versos, "Pasionarias". Regresa a Cuba en 1852 donde trabaja durante diez años en la Sociedad de Crédito Territorial Cubano, hasta que en 1863 es separado de su cargo por intrigas de los elementos integristas.
Funda algunas de las principales revistas cubanas de la época, entre ellas la "Revista de La Habana" (1853-1857) y en 1856 ingresa en la Sociedad Económica de Amigos del País. Las dos primeras ediciones de sus poesías aparecen publicadas en Madrid y en París en 1860 y en 1864, respectivamente. Es nombrado director de la Escuela Superior Municipal de varones, designación que critican los partidarios del integrismo, quienes desconfían de él por su condición de cubano y de poeta. Sus méritos como maestro, sin embargo, le valen el reconocimiento de la Junta Superior de Instrucción Pública.
En 1865 José Martí se convierte en su discípulo al matricular en la Escuela Superior Municipal de Varones, ubicada en Paseo del Prado número 88, de la cual es director Mendive, quien desde entonces se convierte en su preceptor y contribuye de manera decisiva a su formación ética y patriótica. Al quedar cesante el padre de Martí, Mendive se compromete a costear los estudios de su alumno hasta el grado de bachiller.
El 22 de enero de 1869, como consecuencia de las manifestaciones patrióticas ocurridas en el Teatro Villanueva, Mendive es encarcelado por considerarse su casa como centro de reuniones de elementos separatistas. Su Colegio San Pablo, fundado en 1867, es clausurado, y el poeta resulta sentenciado a cuatro años de confinamiento en España, desde donde logra pasar a Nueva York, ciudad donde reside como exilado, desde 1869 hasta 1878.
Allí colabora en varias publicaciones de lengua española y continua alentando la causa separatista, por la cual murió su hijo Luís. De regreso a Cuba, al firmarse la Paz del Zanjón, dirige el periódico liberal Diario de Matanzas, desde diciembre de 1878 hasta marzo de 1879. Mendive continua colaborando con importantes publicaciones internacionales, y en 1883 aparece la tercera edición de sus Poesías. Pedagogo por naturaleza, se desempeña como director del colegio San Luis Gonzaga, de Cárdenas. Ya con la salud muy quebrantada regresa a La Habana, donde muere el 24 de noviembre de 1886.
José Martí siempre guardó un especial afecto por su maestro Mendive, quien supo sembrar en su carácter las mejores virtudes, que lo acompañarían toda la vida. Ello motiva que varios años después de la muerte de su preceptor, escribiese al periodista patriota Enrique Trujillo;
"Y ¿cómo quiere que en algunas líneas diga todo lo bueno y nuevo que pudiera yo decir de aquel enamorado de la belleza, que la quería en las letras como en las cosas de la vida, y no escribió jamás sino sobre verdades de su corazón o sobre penas de la patria? De su vida de hombre yo no he de hablar porque sabe poco de Cuba quien no sabe como peleó él por ella desde su juventud, con sus sonetos clandestinos y sus sátiras impresas; como dio en España el ejemplo, más necesario hoy que nunca, de adquirir fama en Madrid sin sacrificar la fe patriótica; como empleó su riqueza, más de una vez, en hermosear a su alrededor la vida, de modo que cuanto le rodeaba fuese obra de arte, y hallaran a toda hora cubierto en su mesa los cubanos fieles y los españoles generosos; cómo juntó, con el cariño que emanaba de su persona, a cuantos, desagradecidos o sinceros para con él, amaban como él la patria, y como él escribían de ella".
Para concluir:
"¿A qué volver a decir lo que todos saben, no pensar en que los diez años han pasado? Prefiero recordarlo a solas, en los largos paseos del colgadizo, cuando, callada la casa, de la luz de la noche y el ruido de las hojas fabricaba su verso; o cuando hablando de los que cayeron en el cadalso cubano, se alzaba airado del sillón, y le temblaba la barba" (37).
XII.- José Martí y Pérez (1853-1895):
"De altar se ha de tomar a Cuba, para ofrendarle nuestra vida, y no de pedestal, para levantarnos sobre ella".
Son sus padres don Mariano Martí y Navarro, natural de Valencia, España y doña Leonor Pérez Cabrera, originaria de Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias. Éste inicia sus estudios primarios en el colegio de "San Anacleto", dirigido por Rafael Sixto Casado y más tarde en el colegio "San Pablo" de Rafael María de Mendive, quien se convertiría en su preceptor. Martí viaja a España con su familia, en 1856. y retorna a Cuba en junio de 1859.
Su padre desempeña varios cargos en el ejército: primero es celador y más tarde ocupa el puesto de capitán y juez pedáneo de Hanábana, al sur de la actual provincia de Matanzas, desde abril de 1862 a enero de 1863. Gracias a gestiones de su maestro Rafael María de Mendive, en agosto de 1866 ingresa en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. El 19 de enero de 1869, ya comenzada la llamada Guerra de los Diez Años (1868-1878), publica junto a su amigo Fermín Valdés Domínguez, sus primeros artículos políticos en "El Diablo Cojuelo", modesta hoja impresa.
El 23 de enero de ese mismo año edita un único número de la modesta publicación La "Patria Libre", donde da a conocer su drama en verso "Abdala". A raíz del encarcelamiento de su maestro y guía Mendive, a causa de los sucesos del teatro Villanueva, se ordenan registros en las viviendas de reconocidos intelectuales criollos, bajo sospechas de separatistas; entre ellas la casa de Fermín Valdés Domínguez, su amigo, lugar donde se encuentra una carta firmada por Martí y dirigida a su condiscípulo Carlos de Castro y de Castro, en la cual lo trata de traidor por no apoyar la causa criolla y haberse alistado en el ejército español. Juzgado en consejo de guerra, Martí, aún adolescente, asume toda la responsabilidad por lo que es condenado a seis años de cárcel.
El 21 de octubre de 1869, a la edad de 16 años, éste ingresa en prisión. El 4 de abril de 1870 es llevado a las canteras de San Lázaro, junto a otros presos, a realizar trabajos forzados. Allí conoce de las injusticias de la prisión y la crueldad con que son tratados los condenados. Quebrantada su salud, su padre realiza varias gestiones, hasta que logra que le conmuten la pena por el destierro a España. Tras breve estancia en Isla de Pinos, en la finca "El Abra", propiedad de un amigo de don Mariano, el 15 de enero de 1871 parte rumbo a Cádiz.
Ya en España se establece en Madrid. Ese mismo año publica "El presidio político en Cuba" su primera obra en prosa, en la que denuncia las arbitrariedades cometidas por el gobierno colonial en la isla. Después de operado por las lesiones producidas por los grilletes de la cárcel, cuyas secuelas seguirá sufriendo el resto de su vida, se traslada a Zaragoza con su amigo Fermín Valdés, en 1873.
Durante su estancia en España, entre enero de 1871 a octubre de 1874, José Martí obtiene en Madrid y Zaragoza, los títulos de Bachiller y Licenciado en Derecho y el de Licenciado en Filosofía y Letras, todos con notas de sobresaliente. Estos últimos no pudieron ser recogidos por Martí en aquel momento, siendo entregados 120 años después a las autoridades cubanas, por el entonces rector de la Universidad de Zaragoza, José Badiola. En esa época de estancia en España, publica el libro "La República Española ante la Revolución Cubana" y termina su drama "La adúltera" y la obra de teatro "Amor con amor se paga".
A fines de 1874 viaja a varias ciudades europeas, entre ellas París, dónde conoce a Víctor Hugo, Augusto Vacquerie y más tarde, en un segundo viaje, a la actriz Sarah Bernhardt. Poco después viaja a México, donde ejerce una intensa actividad periodística. En ese mismo país conoce y contrae matrimonio, en 1877, con Carmen Zayas-Bazán, una camagüeyana proveniente de una familia acomodada exiliada en México. Posteriormente viaja a Guatemala donde es nombrado catedrático de literatura y de historia de la filosofía en la Escuela Normal Central de Ciudad de Guatemala; colabora en varias publicaciones, como la revista "Universidad"; es nombrado vicepresidente de la sociedad literaria "Patria y Libertad" y sostiene una profunda amistad con María García Granados, hija del ex presidente de guatemalteco Miguel García Granados a la que inmortalizaría en su poema, "La niña de Guatemala" incluida en sus "Versos Sencillos".
El 31 de agosto de 1878 regresa a La Habana y comienza a trabajar en los bufetes de abogado de Nicolás Azcárate y Miguel Biondi. El 22 de noviembre nace su hijo José Francisco Martí y Zayas-Bazán a quien todos conocerían después como el Ismaelillo, por la obra que le dedicó, del mismo nombre y que marcaría una nueva manera de decir en las letras hispanoamericanas. El 21 de abril de 1879, por sus discursos, insuflados de patriotismo, pronunciados en el Liceo de Guanabacoa, es detenido y acusado de conspirador, motivo por el cual es deportado nuevamente hacia España el 25 de septiembre de ese mismo año. El 11 de octubre de 1879 desembarca en Santander, a donde arriba en el vapor-correo "Alfonso XII".
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