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Los movimientos sociales en la Europa del Siglo XIX (página 2)


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Acabado el marqués,Grimaldi se vio en la obligación de dirigir el timón de la nave gubernamental en aquellas difíciles circunstancias. En Madrid, las aguas habían vuelto a su cauce, pero el rey y sus ministros, en Aranjuez, desconfiando de que una simple carta pudiera haber salvado la situación y conscientes del que el pueblo había salido victorioso, seguían en un estado de perplejo y temeroso nerviosismo. Incluso se dice que estaban aterrados. Grimaldi notificó a los embajadores españoles en el extranjero que el motín había sido obra de algunos instigadores y que en particular las provocacio-nes de alcaldes y golillas habían sido responsables de su estallido. Esta era la apresurada versión oficial. Al mismo tiempo, Grimaldi ordenó a las tro-pas establecidas en las cercanías de Madrid que se concentrasen en torno a Aranjuez. Este dato confirma la sensación de que el rey y sus ministros seguían temerosos, en espera de nuevas violencias populares. El siguiente día,el 28, el propio Grimaldi llamaba al conde de Aranda, sintiéndose poco capaz de dominar la situación por sí mismo. El conde, capitán general de Valencia, debía acudir a Aranjuez con todas sus tropas. (28)

La llegada de Aranda tranquilizó algo a Carlos III y el conde quedó convertido en el hombre fuerte de la situación.Temiéndose una nueva ex-plosión popular en Madrid -a fin de cuentas, el rey no había vuelto- el Consejo de Castilla hizo pública una nota, recordando "la seguridad ofrecida por S.M.", recalcando que no se había dado orden -y tal era el rumor- de que "viniese artillería o tropa extranjera". Lo cierto es que el rey no se decidía a regresar a Madrid, donde su tardanza se interpretaba en sentido negativo, poniendo en peligro la paz. El rey temía al pueblo. El día 29, Grimaldi dispuso que un regimiento de caballería se apostase estratégicamente en los pasos del Guadarrama. (29)

En medio de esta confusa situación se desató una confusa lucha por el poder en el seno del grupo de colaboradores de Carlos III. Esquemática-mente, éstos se dividieron en "albistas" -así denominados por tener en el duque de Alba su inspirador; desde luego, no debe entenderse que éste fue-se el líder del grupo- y los "ensenadistas", partidarios del marqués de la Ensenada. El grupo "albista" estaba integrado por militares ambiciosos, como el cada vez más poderoso conde de Aranda y por regalistas tenaces, como Roda, Campomanes y Moñino. Los seguidores de Ensenada, que contaban con cierto apoyo popular y con el apoyo de los sectores más politizados de la Compañía de Jesús, eran un obstáculo para los ambiciosos planes del primer grupo, pero desde el primer momento resultó evidente que los albistas tenían todas las de ganar. Uno de ellos -Roda- era ya ministro; Campomanes era el fiscal del Consejo de Castilla y Aranda, por su parte, parecía ser el único hombre capaz de controlar la situación en momentos en que se producían motines en diversos puntos de la geografía española (en Cuenca, Palencia, Lorca, Guipúzcoa, Granada, etc.) (30)

Como dice Domínguez Ortiz "en general, fueron simples motines de hambre de los que las clases elevadas estuvieron ausentes". Por otra parte, aunque la noticia de tales motines produjera una fuerte impresión en el áni-mo de Carlos III, no es posible atribuirles hoy una especial gravedad, por cuanto, aunque se produjeran en diversos puntos de la geografía peninsular, provocados por el hambre más que por alborotadores políticamente inten-cionados; se extinguieron rápidamente,volviéndose a la normalidad.Ydebe decirse que el pueblo volvió a la normalidad por sí solo, ya que las fuerzas del orden, salvo en algunos puntos, eran prácticamente inoperantes. (31)

Los motines favorecieron a los albistas; Carlos III tenía que echar mano de este grupo político, el más sólido, en aquellos momentos en los que era imposible adivinar el alcance de la tormenta social. En Aranjuez persistían los hondos temores todavía el 10 de abril; en esa fecha Miguel Muzquiz, el sustituto de Esquilache, pedía 30.000 balas de fusil con destino a Aranjuez. Debían ser enviadas "con toda precaución y disimulo…" Un dato elocuente.

Después del motín, desaparecido Esquilache, al frente del país se afirmaba un nuevo equipo gobernante,en el que todavía figuraba Grimaldi,pero a la sombra del poderoso Aranda y en el que era evidente la importancia de españoles influyentes como Campomanes y Floridablanca. (32)

Un hecho a destacar, en ese periodo histórico, fue la expulsión de España, y de todos sus territorios ultramarinos, de la poderosa Compañía de Jesú, el 2 de abril de 1767. Los Jesuitas ya habían sido expulsados de Por-tugal y Francia con anterioridad pero, en un principio, contaban con el apoyo del rey Carlos III,en contra de la opinión del ministro Aranda.Pero al finalizar el motín contra el ministro italiano Esquilache, vuelven a la carga Aranda, hombre fuerte en ese momento, y sus seguidores contando con el apoyo del ministro francés Choiseul que envía correspondencia al rey de España culpando a la Compañía de Jesús de estar detrás del motín contra Esquilache. (33)

Por fin las intrigas contra los jesuitas consiguen el apoyo regio que promulga el edicto de expulsión de la Compañía de Jesús. Este terrible decreto decía lo siguiente:

"Os revisto de toda mi autoridad (a todos los gobernadores del reino) y de todo mi poder real para que en el acto os trasladéis a la casa de los Jesui-tas. Allí haréis prender, inmediatamente, a todos los religiosos y los conduciréis, en el término de veinticuatro horas, al puerto indicado en las presen-tes, en donde se les embarcará en los buques destinados a este objeto. Al punto que estaréis en la casa de los Jesuitas haréis sellar los archivos y libros de ella, como también, los papeles de sus miembros sin permitir que ninguno de ellos se lleve otra cosa que breviarios y la ropa estrictamente necesaria para el viaje.Si cuando los buques que deben recibir a los jesuitas están ya fuera y se hallasen en territorio de vuestro gobierno un solo miem- bro de la Compañía de Jesús, aunque esté enfermo, os costará la cabeza".

Estas severas órdenes fueron ejecutadas en el acto y muy pronto llega-ron los buques a las costas italianas con miles de jesuitas, prohibiendo su desembarco al alegar que no podían alimentar a tanta gente. Como conse-cuencia de todos estos acontecimientos muchos jesuitas murieron por el trayecto antes del desembarco definitivo, en Corfú,seis meses después. (34)

El nuevo equipo gobernante iba a llevar adelante importantes reformas de orden interno, quizá menos espectaculares que las del primer período, pero, en cualquier caso, más profundas y mejor pensadas desde el punto de vista de su viabilidad. Así pues, el motín de Madrid y los motines que le siguieron no detuvieron el ímpetu reformista de Carlos III. El conde de A- randa supo poner orden en el caos y hasta logró imponer el uso de la capa corta y suprimir el uso del sombrero de ala ancha. (35)

El desarrollo del absolutismo y la expansión del Estado centralista bajo Carlos III ya habían provocado tensiones, suscitando una respuesta hostil no sólo por parte de los liberales sino también de los tradicionalistas. La tradición estaba representada por los intereses regionales y aristocráticos, manifestándose en la resistencia al reclutamiento forzoso y en la oposición a los ministros y la burocracia.  Los sectores privilegiados se consideraban ignorados por el Estado absolutista y denunciaron el despotismo ministerial y la autoridad de un primer ministro sobre los demás como un quebrantamiento de los derechos aristocráticos, ya fuera el ministro Floridablanca o Godoy y su monarca Carlos III o Carlos IV. (36)

Mientras los tradicionalistas rechazaban el liberalismo por sus innovaciones, los reformistas manifestaban, también cierta desilusión. Habían contemplado cómo el Estado borbónico abandonaba las reformas de los primeros momentos e iniciaba el camino inverso. (37) Los problemas que subyacían en el gobierno borbónico continuaron en una época de empeoramiento de las condiciones económicas. Se manifestaron primero en la adversidad demográfica. Las grandes epidemias de finales del reinado de Carlos III, en un contexto de malas cosechas, señalaron el fin del crecimiento moderado de la población del S. XVIII. El crecimiento era ahora más lento y fue interrumpido por nuevas epidemias. En 1800, la fiebre amarilla azotó Cádiz causando la muerte del 13% de sus habitantes;desde allí se ex- tendió a Sevilla, Triana y Jerez.  En 1804, Andalucía se vio afectada por un nuevo azote, el cólera, que asoló a las poblaciones urbanas y que también tuvo repercusiones en Cartagena y Alicante. La aliada de las epidemias era la malnutrición y ello guardaba relación con el nivel de vida en las ciudades y en el campo. (38)

La España rural estaba dividida entre una oligarquía de grandes pro-pietarios y sus satélites locales, por una parte, y una masa de campesinos, por otra. Entre grandes propiedades cultivadas de forma deficiente, descapitalizadas y utilizadas fundamentalmente como productoras de renta, y la agricultura de subsistencia practicada por campesinos que no tenían excedentes que vender, sino que trabajaban simplemente para poder pagar su arrendamiento y sus cargas fiscales y, además, los derechos y diezmos que exigía de ellos el sistema señorial. (39) 

Así pues, la España rural no sólo sufría las consecuencias del clima, del suelo y, de las comunicaciones, sino de la situación de abandono de los recursos productivos. No había signos de un incremento sustancial de la agricultura a gran escala ni de la aplicación de técnicas intensivas, sino tan sólo de la extensión de la agricultura tradicional en tierras menos fértiles.  En su mayor parte, los beneficios obtenidos del abastecimiento terminaban en los bolsillos de los señores absentistas, funcionarios de impuestos, recaudadores de diezmos y hombres de negocios, en su mayor parte resi dentes en Madrid.  Los impuestos y las rentas fluían, pues, hacia la capital, que poco era lo que devolvía a la sociedad rural. (40)

Incluso en Cataluña, región modélica desde el punto de vista económico de España, cuyo crecimiento económico, fue la nota dominante del período 1730-1790, se interrumpió en 1793 cuando España inició un período de conflictos bélicos que duraría 20 años. En 1793, Cataluña se convirtió en uno de los principales escenarios de la guerra, que fue el golpe que quebrantó el comercio y la confianza de los catalanes.  El origen de la crisis catalana es anterior a 1793 y su causa fue la saturación de los mercados coloniales de tejidos estampados de algodón, mercados que eran también el blanco de la competencia inglesa.  Por tanto, la crisis de 1787 se produjo en un momento de incremento de la producción; pero cuando en América co-

menzaron a aumentar las mercancías almacenadas sin vender, fue necesario reducir la producción y comenzar a despedir trabajadores. No obstante, lo peor estaba aún por llegar: la guerra con Inglaterra, que se prolongó de 1796 a 1808, paralizó el comercio con América y provocó graves problemas en Cataluña, el cierre de mercados, el recorte de la producción, el desempleo y, a largo plazo, el abandono por parte de la burguesía comercial de muchas actividades económicas en las que hasta entonces habían arriesgado su capital.El número de barcos que zarparon de los puertos catalanes descendió. Entretanto, las condiciones de la agricultura también empeoraron entre la escasez de tiempo de guerra, las malas cosechas y la ele-

vación de los precios, produciéndose finalmente auténticas crisis de subsistencia en 1799 y 1802. Asimismo, en Cataluña la guerra y las epidemias redujeron el crecimiento demográfico en los años 1793-1812. (41)

La situación agraria en España se hizo más crítica durante el reinado de Carlos IV y el abastecimiento de productos alimentarios más difícil como consecuencia de la inflación provocada por la guerra.  El reinado comenzó con un año de escasez de productos alimentarios como consecuencia de la terrible sequía de 1787 y de la catastrófica cosecha de 1788. En Barcelona hubo 3 motines de hambre en febrero de 1789 y en Zamora los hambrientos y los desempleados mendigaban por las calles. A todo lo largo y ancho de

las dos Castillas los alimentos eran escasos y caros; los terratenientes rete-nían el grano para forzar la elevación de los precios y los comerciantes vaciaban el campo para alimentar a Madrid. El gobierno intentó aliviar la escasez reorganizando los graneros públicos, donde se podían almacenar una parte de las cosechas de los años de abundancia. Se tomaron otras medidas, mucho menos convincentes. (42) También se producen motines en Galicia, en 1790, debidos a una subida de los impuestos. Cabe destacar, ya a princi- pios del S.XIX durante la Guerra de Independencia, en 1812, el levanta- miento de unos 4.000 campesinos que ocuparon, durante una semana, la villa de Viveiro para forzar la satisfacción de sus exigencias consistentes en no pagar la nueva Contribución Extraordinaria de Guerra. La indignación causada por el apremio militar, se extendió también al pago de diezmos,for- mas de cobro de las rentas territoriales y diversas exacciones fiscales. (43)

En 1801-1802,los precios del trigo alcanzaron, en los mercados toleda- nos, valores excesivamente altos. La mala cosecha recogida en julio-agosto de 1801 provocó la carestía del pan, junto con el acaparamiento del grano por parte de productores y acaparadores.

Fueron varias las localidades en las que se produjeron motines destacan- do, por su importancia, Tembloque, Mora,Mascaraque…De todas ellas fue Madridejos el primer pueblo en donde se llegó a una situación crítica, en la noche del 2 de mayo de 1802. Los vecinos amotinados pedían que se bajara el precio del pan que había subido de los 60 reales a los 91 en un año.

Los amotinados de Madridejos utilizaron el sonido de las campanas de la parroquia, tambores y otros instrumentos para llamar la atención y que el pueblo participara en el motín.Los actos de violencia provocaron rotura de puertas y cristales de las ventanas y robos en las casas más significativas del pueblo y del Ayuntamiento. Ninguna persona resultó herida, pero por estos hechos fueron apresadas 25 personas a lo largo del mes de mayo de 1802,siendo los jornaleros,de entre 20 y 40 años,el grupo de apresados más numeroso.

El Ayuntamiento consiguió pronto controlar la situación al acceder a las solicitudes de los bulliciosos a cambio de mantener el orden.No sólo bajó el precio del pan,sino que se dio a conocer mediante bando y pregones. (44)

El gobierno de Carlos IV tomó una serie de iniciativas frente a la desas- trosa cosecha de 1803-1804. Intentó estimular a las autoridades locales, asignar fondos para la ayuda de la población rural pobre, dar trabajo a los desempleados y destinar dinero de las instituciones de caridad para com- prar semillas para los campesinos pobres. Pero estas iniciativas no apor- taron gran alivio a los millares de víctimas del hambre,la malnutrición y las enfermedades en Castilla y Andalucía. La crisis de 1804 demostró,de forma concluyente, que la falta de integración entre las regiones del interior y los mercados periféricos nunca se superó en el S.XVIII. Mientras los precios del trigo se elevaban en un 100% con respecto a los de 1799 en las ciuda- des costeras del N. y del E.,su elevación fue superior al 350% en Castilla la Vieja y Extremadura. Al mismo tiempo, la inexistencia de un mercado nacional disuadía a Castilla de conseguir excedentes en sus cosechas que pudiera vender a las zonas periféricas y obligaba a éstas últimas a abas- tecerse mediante importaciones del exterior. (45)

La inflación se añadió a los problemas del Antiguo Régimen y ahondó aún más las divisiones en la sociedad española. En la España rural, la in-

flación, unida a las fluctuaciones de las cosechas y a las diferencias exis-

tentes en la propiedad de la tierra, provocó el descenso del nivel de vida de la mayoría de los campesinos en un momento en que los sectores privile-

giados podían protegerse elevando las rentas y derechos. En las ciudades, los trabajadores industriales salían peor parados que los maestros artesanos y los propietarios, que podían hacer recaer las subidas de precio en el consumidor. El incremento de los precios de los productos en casi un 100%

en la segunda mitad del S. XVIII, frente a un incremento de los salarios de menos de un 20%, significó el incremento de los beneficios empresariales, pero empeoró el nivel de vida. (46)

La caída de los salarios por debajo de los precios permitió que muchos hombres de negocios, por ejemplo en Cataluña,ahorraran y pudieran inver-

tir.  El alto clero se veía protegido por sus propiedades y privilegios de los estragos del alza de precios y, en general, las rentas eclesiásticas aumentaron al mismo ritmo que los precios, como ocurrió en el caso de todos aquellos que obtenían la riqueza de la tierra. Menos protección frente a la inflación tenían los funcionarios del Estado y todos cuantos dependían de un salario fijo. Pese a todo, no morían de hambre. La carrera administrativa se estaba profesionalizando. (47)

Con el empeoramiento de la crisis, las divisiones sociales se hicieron más profundas y la estratificación más rígida y en la mente de la mayor parte de los españoles el interés social adquirió prioridad sobre la posición ideológica.  Si es cierto que las "dos Españas" nacieron durante esos días, no se trataba básicamente de una España conservadora y otra liberal,sino de la España de las clases altas y de las clases bajas y se expresaban en el pri- vilegio, en el primer caso, y en la discriminación, en el segundo. (48)

Diversas zonas sensibles a la opresión en el pasado entraron de nuevo en ebullición, como ocurrió en Valencia en 1801, debido a las adversidades climáticas, las malas cosechas y el alza de precios.Las crisis de subsistencia y la depresión industrial se agravaron como consecuencia las exorbitantes

exigencias tributarías del gobierno central y provocaron el estallido de la violencia en la ciudad en agosto y septiembre de 1801. La cólera de la población urbana se dirigió hacia el nuevo sistema de reclutamiento obligatorio para la milicia impuesto por Godoy, mientras que la protesta campesina se centraba en la carga tradicional de los derechos feudales, en especial en aquellos derechos pagados en especie. El desempleo y la mendicidad se mezclaron con la delincuencia y el bandolerismo,mostrando Valencia todos

los signos de una sociedad en crisis. (49)

La estructura impositiva del Antiguo Régimen estaba diseñada para un Estado ideal, sin problemas en el interior y en situación de paz en el exterior.  Los ataques del hambre, la peste y la guerra, cualquier situación de urgencia, agotaban inmediatamente los recursos y se producía el déficit presupuestario.  Las tres guerras sucesivas, contra Francia en 1793-1795, contra Gran Bretaña en 1796-1802 y, de nuevo,en 1804-1808, costaron más de lo que reportaban los impuestos, por mucho que fueron incrementados y complementados y, por mucho que lo intentara el tesoro,nunca conseguía ir a la par de la inflación.  El gobierno, antes que reorganizar la estructura impositiva y solucionar el problema de los privilegios fiscales, prefería so- lucionar los problemas a través de empréstitos mediante emisiones sucesivas de títulos del Estado, los vales reales. Las emisiones masivas de vales reales en 1794-1795 y 1799-1800 provocaron su depreciación y en 1798 se cotizaban al 25%, en 1799 al 43%, en 1803 al 47% y en1808 al 63%. (50)

Las dos partidas más importantes del presupuesto eran la corte y la defensa. La casa real,insensible a las necesidades nacionales,continuaba ab- sorbiendo grandes cantidades de dinero que se invertían en productos sun- tuarios, en los palacios, el mecenazgo real, las diversiones y los viajes hacia los sitios reales. Los gastos de defensa comenzaron a aumentar durante la guerra con Francia de 1793-1795; entre 1780-1782 y 1794-1795 los gastos militares triplicaron la deuda pública. En 1797, la situación de la Real Ha- cienda era crítica: la tensión internacional obligó al gobierno a incrementar los presupuestos de defensa, y éstos a su vez dependían del flujo ininte- rrumpido del comercio y los ingresos americanos. Los ingresos coloniales y los impuestos sobre el comercio colonial aportaban el 20% de los ingresos totales del tesoro general de Madrid durante el período de 1784-1805. (51) Sin embargo, la guerra contra Gran Bretaña hizo peligrar esas fuentes de ingresos, por cuanto la marina británica interrumpió las rutas comerciales coloniales y amenazó las remesas de metales preciosos.  Los burócratas es- pañoles reflexionaron un tiempo y finalmente se decidieron a dar la espalda a tres centurias de monopolio y, en noviembre de1797, autorizaron la exis- tencia de un comercio neutral con con América, permiso renovado en1801, y,de nuevo,en 1804. Pero eso no era suficiente. (52)

A partir de 1799, el gobierno intentó imponer ciertos ajustes económicos en la administración.Al mismo tiempo,se lanzaron nuevas emisiones de va- les y se elevaron los impuestos,pero con todas esas medidas los ingresos no eran suficientes para hacer frente a los gastos.En 1798,decidió recurrir a las propiedades de la Iglesia. La Iglesia española era una institución rica: sólo sus tierras producían la cuarta parte de las rentas generadas por la agricul- tura, mientras que su riqueza total suponía entre 1/6 y 1/7 de los ingresos totales de Castilla.Mediante un decreto del 19-9-1798 el gobierno ordenó la venta de "todos los bienes raíces pertenecientes a hospitales, hospicios, casas de misericordia, de reclusión y de expósitos", otras instituciones de caridad y algunas fundaciones piadosas. Las sumas así obtenidas se inver- tirían en la redención de los vales reales a un interés anual del 3%. Esta medida pretendía simplemente aliviar la situación de la Real Hacienda, sufragar la deuda creciente y reforzar el crédito público, deteriorado por la depreciación de los vales. De hecho,las sumas obtenidas se sutilizaron para sostener el crédito real y con ello la capacidad de la corona para obtener nuevos préstamos. Entre 1798 y 1808 se vendieron propiedades por valor de 1.600 millones de reales, que significaban entre 1/6 y 1/7 parte de las propiedades eclesiásticas. La mayor parte de esas tierras no fueron adqui- ridas por pequeños campesinos, sino por individuos ricos y poderosos, la mayor parte de los cuales ya eran terratenientes. De esta manera,los responsables políticos acentuaron el desequilibrio de la estructura agraria y asestaron un duro golpe a la clase que más necesitaba el servicio de asisten- cia de la Iglesia. (53)

Curiosamente,el papado se mostró complaciente ante las exigencias españolas, y en octubre de 1800 Pío VII concedió un acuerdo extraordinario so- bre los diezmos,que reportó al gobierno 31 millones de reales.Por lo demás, el clero español se sentía ultrajado. Calificaron a Godoy de revolucionario peligroso y condenaron a su gobierno como extorsionador que se había apoderado de sus rentas y sus tierras dejándoles en una situación de indi- gencia.  Pero lo peor estaba aún por llegar. El 30-8-1800 se publicó un real decreto que determinaba la creación de la Caja de consolidación de vales reales, y exigía a las casas religiosas la mitad de las propiedades que les había concedido originalmente la corona,o la mitad de las rentas anuales de cada una de ellas. El 15-10-1800, un nuevo decreto, aún más ominoso,tam- bién esta vez con autorización de Pío VII y permitiendo muy pocas excep- ciones, ordenó la venta de propiedades eclesiásticas por un valor de 6,4 millones de reales anuales que,capitalizados al 3%,supondrían un valor de venta de 215 millones.Como la desamortización no reportó las sumas nece- sarias, el gobierno recurrió -inevitablemente- a un nuevo expediente: para hacer frente a los costes de la guerra y al subsidio a Francia, el noveno y,lo que es más importante,las desamortizaciones se extendieron a las colonias a partir de diciembre de 1804, permitiendo obtener nuevos ingresos pero con un gran coste político. (54)

En febrero de 1807, el gobierno de Godoy publicó un breve documento papal autorizando al monarca de España a vender 1/7 parte de todas las propiedades eclesiásticas.Al mismo tiempo se decretó la confiscación de los señoríos episcopales y estaba claro que no había inmunidad alguna ni para los privilegios ni para las propiedades. Se había iniciado la desamorti- zación y quien la había puesto en marcha no eran los liberales sino el mo- narca católico, no por razones ideológicas, sino monetarias.(55)La expro-piación parcial de las propiedades de la Iglesia no permitió cubrir el déficit del gobierno. Los gastos doblaban los ingresos, alcanzándose, en 1808, una deuda pública total de 7.000 millones de reales, el equivalente a los ingre- sos de 10 años.La razón es que el gobierno no era lo bastante fuerte ni inde- pendiente respecto a la sociedad existente como para desafiar las estruc- turas básicas del Antiguo Régimen. La austeridad era un concepto ajeno a la corte española. Nada se exigió a la aristocracia. El gobierno tomó parte de los diezmos,pero no recurrió los derechos señoriales. Se eligió a la la Iglesia porque, desde el punto de vista social, era la institución más débil en el sector de los privilegiados.La Iglesia fue, pues, el gran perdedor del hun- dimiento del Antiguo Régimen y de la transición del nuevo. (56)

La caída en desgracia de Godoy, en los primeros meses de 1808, es celebrada con satisfacción por el clero español que en sermones y declara-ciones (también en folletos de distinta factura) que lo presentó como decidido enemigo de la Iglesia,recordando ahora las numerosas exacciones económicas practicadas durante sus años de privanza (de la desamortización de 1798 a las bulas de 1805-1807).

      Gracias a su participación en las luchas políticas, durante el reinado de Carlos IV, el sector ultramontano de la Iglesia española llegó al momento clave, el sexenio 1808-1814, con una capacidad de acción más que notable. También el grupo jansenista había conseguido a pesar de todo mantener su cohesión doctrinal y no había abandonado la esperanza de aplicar su programa de reforma. Creyeron llegada su oportunidad con las Cortes de Cádiz y trataron de desarrollar sus ideas apoyados en el grupo liberal. El intento, sin embargo, resultó vano a causa de la ruidosa, pero efectiva, oposición de los ultramontanos, bien representados en el parlamento por los diputados reaccionarios o "serviles". (57)

En Francia, la denominada "La guerra de las harinas" designa a una ola de motines sobrevenidos entre abril y mayo de 1775 en las partes norte, este y oeste del reino de Francia. Fue ocasionada por un incremento de los precios de los granos y, consecutivamente, del pan debido a las malas cosechas de los veranos de 1773 y 1774. Esta revuelta, singular por su escala, estuvo determinada por el control de los precios del trigo (antes del retorno de la abundancia) y por la intervención de la tropa, todo ello como

antecedentes de la Revolución Francesa que tuvo lugar pocos años más tarde. (58)

Por medio de estas revueltas, se manifestó la crisis social y política del Antiguo Régimen. Estos acontecimientos son vistos como una reacción frente al edicto de Turgot, que estableció la liberalización del comercio de granos, decretado el 19 de diciembre de 1774. En efecto,esta liberalización parecía contraria a la "economía moral", lo que significaba una ruptura con respecto al principio que exigía del rey que éste velara por la seguridad de sus súbditos y por el aprovisionamiento de productos alimenticios. (59)

Con ocasión de la cosecha de la primavera de 1775,las reservas de cerea- les se agotaron debido a que las nuevas cosechas no habían llegado todavía. En la primavera de 1775, la hambruna se manifiesta en este nuevo contexto Antes del edicto de Turgot,cada región habría enfrentado su propia penuria, de forma que algunos habrían sufrido una verdadera hambruna, mientras que otros habrían ahorrado y se habrían aprovisionado con precios estables. Con la liberalización, los granos podían salir de las regiones mejor abaste- cidas para ser destinados a las regiones más afectadas, lo que generó alzas importantes de precio en todas partes. (60)

Los precios de los granos y del pan aumentaron brutalmente, y este in- cremento fue considerado como intolerable por la población más pobre. Por ello,se produce una agitación popular importante que estuvo centrada en los mercados y en otros lugares de distribución de las harinas. Se propagaban rumores contra los"acaparadores" y los "monopolizadores".Este tipo de reacción popular contra los comerciantes fue una constante de las situa- ciones de hambruna, pero tomó un relieve particular cuando el gobierno se tornó hacia las teorías fisiocráticas y liberó el comercio. (61)

En 17 días, se contaron 180 conflictos en la cuenca parisina. Jean Nico-las constata 123 revueltas distintas, mientras que Bouton cuenta 313, inter-pretadas tanto como movimientos "anárquicos" como la anticipación de una revuelta rural.  Estas manifestaciones de la denominada "economía mo- ral" tomaron tres formas distintas:

  • En las regiones exportadoras, se constatan tasaciones populares espontáneas y pillajes más o menos organizados. Los revoltosos de- nuncian las especulaciones, fuerzan a los propietarios a vender sus stocks en el mercado a un "precio justo", roban eventualmente pana-derías y almacenes y buscan restablecer los principios de la"econo-mía moral".

  • En las ciudades, se organizan de forma similar ataques de almacenes y panaderías.

  • Finalmente, se ponen obstáculos a las vías de comunicación fluviales y terrestres en las regiones densamente pobladas.Se impide el trans-porte de trigo de ciertas provincias agrícolas a otras de alto poder ad- quisitivo. Las víctimas eran, generalmente, mercaderes o agricultores o, aún con más frecuencia, representantes directos del poder. (62)

A menudo, las revueltas se dirigían contra los molineros mercantilistas o contra los consejeros de los parlamentos,como sucedió el 18 de abril en Dijon. El 27 de abril, el movimiento llega a las áreas densamente pobladas: en un primer momento Borgoña occidental, luego Beauvaisis y, finalmente, Beauce y Brie. Los sediciosos se encontraban frente a Versalles el 2 y el 3 de mayo, donde la multitud saqueó las panaderías de París. LuisXVI se mostró inquieto porque ciertos panfletos culpaban a sus allegados; sin embargo, las destrucciones estuvieron muy delimitadas. Los objetivos prin-cipales fueron los barcos que transportaban trigo, que fueron hundidos. (63)

El orden fue restablecido por una doble acción gubernamental:

  • Represiva, con la intervención de 25.000 soldados, 162 arrestos, la condena a la horca de dos sediciosos (en realidad, estas penas fueron reducidas por gracia real en condenas a las galeras y al destierro). En suma, estas medidas fueron relativamente simbólicas.

  • De asistencia a la población con la organización del abastecimiento de las provincias en dificultades,así como por la obligación a los pro- pietarios de stocks de vender sus productos a los precios impuestos. El rey multiplicó los mensajes a las masas campesinas, en particular, por intermedio del clero.

Cinco meses fueron necesarios para poner fin definitivamente a los dis- turbios,pero la mayor parte de las revueltas habían cesado después del 11de mayo de 1775. (64)

Durante los últimos años del Antiguo Régimen se publicaron una serie de críticas a la aristocracia francesa en panfletos y libelos. Acaso el más franco de los "libelles" fuese Le gazetier cuirassé, de T. Morande. En dicha gaceta se mezclaban calumnias concretas con proclamas genéricas, propor- cionando un mensaje a la sociedad francesa de aquel entonces: la aristocra- cia y alta nobleza era impotente, incapaz de relevarse y corrupta;asociando la decadencia de la aristocracia con la incapacidad para cumplir sus funciones en el ejército, la Iglesia y el Estado. "Se calcula que en Francia, sobre unos doscientos coroneles entre infantería, caballería y dragones, la mitad no saben leer y escribir su nombre…y no hay cuatro que conozcan las nociones básicas de su oficio". (Crónica de Morande)

La constante penuria de "granos" (cereales) y la hambruna del invierno de 1788, que se prolongó durante la primavera y hasta el verano de 1789, habían reactivado la tradicional preocupación por la subsistencia tanto en las ciudades como en el campo.La desconfianza hacia la nobleza se vio ali- mentada por un conjunto de factores: se había comprobado la actitud hostil de la nobleza hacia cualquier tipo de reforma durante los Estados Genera- les y la recién creada Asamblea Constituyente;frente a la Revolución parla- mentaria y política de mayo y junio de 1789, había empezado una primera ola de emigración de nobles al extranjero,acentuando el miedo de una inter- vención de las monarquías extranjeras aliadas con la nobleza. La crisis eco- nómica que marcó el reinado de LuisXVI había reducido también los ingre- sos de la nobleza terrateniente mientras aumentaba el coste de su lujoso tren de vida; para compensarlo, en los años que precedieron la Revolución la nobleza había incrementado la presión fiscal y productiva sobre los campesinos de sus tierras, agravando su pobreza. Habían reducido, por ejemplo, considerablemente las tierras comunales (vendiéndolas o convir-tiéndolas en tierras de labranza) donde los campesinos cazaban, llevaban el ganado a pacer y recogían madera. (65)

Desde el punto de vista político,algunas ciudades francesas habían cono- cido, desde 1788, movimientos esporádicos de oposición violenta a la no- bleza local, como Grenoble (acontecimientos llamados journées des tuiles) en junio-julio de 1788, motín provocado por el destierro del Parlamento y que ocasionó varios muertos y heridos y Rennes (acontecimientos llamados journées des bricoles) en enero de 1789. La convocatoria, en 1788, de los Estados Generales había levantado grandes expectaciones en la población francesa, y los Cuadernos de quejas, que permitieron al pueblo llano expre- sar por primera vez sus preocupaciones, recogían numerosas peticiones de supresión de ciertos derechos señoriales, como las corveas,las banalidades (banalités), el pago del champart en tiempos de malas cosechas, y el mono- polio señorial de la justicia. Preguntado un campesino sobre lo que deseaba pedir a los Estados Generales, respondió: "que supriman los conejos, los pichones y los curas. Los primeros nos comen el trigo en flor, los segundos en grano y los terceros en gavillas". (66)

Los campesinos confiaban en el amparo del Rey, que había promovido la redacción de los "Cuadernos de quejas" y había aceptado que el número de los delegados del Tercer Estado en los Estados Generales fuera incrementa- do en contra de la opinión de la nobleza. Si los campesinos se defendían contra una supuesta tentativa de la nobleza de aplastarles,lo hacían conven- cidos de que estaban cumpliendo con la voluntad del monarca, que llevaba ya años enfrascado en un conflicto de intereses con los nobles. Las revuel- tas ocurridas en la región de París en la primavera de 1789, así lo demostra- ban. (67)

El origen del denominado Gran Miedo en Francia y sus causas directas son múltiples y confusas. Por un lado,la crisis alimentaria había provocado, en los meses anteriores a julio de 1789, unas importantes revueltas frumen-tarias, muy localizadas pero repartidas sobre áreas muy diversas del territo-rio francés. Esas primeras revueltas habían sido motivadas por el hambre y la ira hacia algunas personalidades locales, pero muy pocas adoptaron la forma de una rebeldía contra la aristocracía local o contra la nobleza como estamento, y la mayoría no tuvieron prolongaciones durante el Gran Miedo. Por otro lado, el desasosiego reinante desde antes de la Revolución favorecía que cundiera el pánico ante rumores de ataques,destrucción y robo. (68)

Para algunos historiadores, se extendió el rumor de que la aristocra-cia estaba contratando bandidos para que recorrieran los campos cortando el trigo verde y estropearan la cosecha. Es la idea del "complot aristocrá-tico", desarrollada por el historiador Georges Lefebvre en 1932 y apoyada por historiadores de diferentes ideologías, como Albert Soboul y François Furet. Otros historiadores, como Timothy Tackett, Clay Ramsay y John Markoff, minimizan el impacto de las noticias provenientes de París,debi- do en parte a la lentitud de los correos. (69)

El miedo a los "bandidos" se extendió con rapidez y a veces alentaba la confusión: en el Franco-Condado, al estallar un polvorín en el castillo de Quincey, cerca de Vesoul; en Champaña, en donde el polvo que levantaba un rebaño de ovejas fue tomado por el de un ejército; en las regiones de Beauvais y de Maine;en la región de Nantes y en la de Ruffec,monjes men-dicantes fueron tomados por bandidos. (70)

Los campesinos se armaron y formaron milicias para protegerse de los eventuales bandidos. Pero como éstos sólo eran fruto de la imaginación y del miedo, no los encontraron. Buscando una explicación a la situación, empezó a extenderse en algunas zonas la idea de que la nobleza había he-cho correr los rumores a fin de sembrar la confusión y el pánico. Esta con-clusión resulta lógica teniendo en cuenta que la desconfianza hacia la aris-tocracia venía agudizándose desde años atrás. En muchos lugares, como en la Baja Normandía, se pensó además que los propietarios nobles estaban acaparando el grano para especular y venderlo a precio más alto. El miedo se cambió en cólera, y bandas de campesinos se dedicaron a atacar castillos y abadías, llevándose el grano y quemando archivos y documentos. (71)

Las revueltas surgieron de forma espontánea y estallaron en varias pro- vincias francesas, de modo casi simultáneo. Los grandes levantamientos se produjeron en el Franco-Condado,Alsacia,en la región de Mâcon,Baja Nor- mandía, Condado de Henao,en la región de Vienne,el Delfinado y en el Vi- varés, a los que se sumaron otras revueltas menos extendidas pero no me- nos violentas en el suroeste y el norte del país. En la mayoría de las regio- nes, como en el Poitou, Auvernia, Champaña, alrededor de Toulouse y en todo el suroeste, la ira de los campesinos iba dirigida hacia individuos con- cretos, y raros son los casos de ataques sistematizados contra la nobleza; querían vengarse del señor local, odiado desde generaciones. (72)

Los ataques a las mansiones aristocráticas tenían un mismo propósito: destruir los llamados "libros terriers", unos libros en los que los nobles inscribían ante notario las servidumbres, obligaciones, deudas e impuestos a los que estaban sometidos los campesinos de sus señoríos. Como estos libros legitimaban el régimen feudal, al destruirlos los campesinos mate-rializaban un deseo expresado en los "Cuadernos de quejas": la supresión de los privilegios de la nobleza, que aparece como demanda en casi todos ellos y se refleja en infinidad de obras referentes a la Revolución Francesa; (73) pero además, en el Cuaderno de quejas de Uchau, el pueblo hace refe-rencia a la necesidad de convocar los Estados Generales y que los repre-sentantes voten de forma individual y no por estamentos. Por último, me parece importante destacar, de este cuaderno de Uchau,"el fijar un impues- to para todos los súbditos que posean fortuna en metálico". (74)

CAHIERS DE DOLÉANCES DE LA COMUNIDAD DE UCHAU (SENESCALÍA DE NIMES, LANGUEDOC).

1. Suplicamos humildemente a S.M. que ordene la supresión de todos los privilegios atribuidos a todas las tierras consideradas como nobles,cualqui-era que sea la calidad de sus poseedores; y que los impuestos de cualquier naturaleza, reales, provinciales y municipales sean repartidos entre todas las tierras,ya sean nobles o plebeyas,en función del valor en el catastro.

2. Atendiendo a que este tipo de impuesto no grava más que a los bienes inmuebles y que es justo que los capitalistas concurran también a las necesidades del Estado en proporción a sus fortunas, suplicamos a  S.M. se digne aprobar las medidas que considere necesarias para que las municipa-lidades de su Reino queden autorizadas a incluir en las listas de imposi-tores, con contribuciones similares a las fijadas para los bienes inmuebles, a todos aquellos súbditos del Reino poseedores de fortunas en metálico.

3. Suplicamos a S.M. tenga a bien conceder a la provincia del Languedoc una nueva constitución y una nueva administración, compuesta por diputados de los tres órdenes libremente elegidos, a fin de que dicha administración sea realmente representativa de la provincia y que el Tercer Estado tenga el mismo número de representantes que los otros dos órdenes, el del clero y el de la nobleza juntos, y que las deliberaciones se realicen no por orden sino por cabeza.

4. Suplicamos a S.M. tenga a bien ordenar que, conforme a las antiguas leyes de la Iglesia, y a la administración primitiva de las rentas pertenecien-tes a los eclesiásticos, estos, como beneficiarios de los diezmos, sean obligados a ceder anualmente al municipio un porcentaje de lo recaudado por este concepto para que sea aplicado a la subsistencia de los pobres.

5.Suplicamos… ordenar la supresión de todos los derechos de salida de impuestos sobre los vinos del bajo Languedoc, atendiendo a que este artículo es la principal fuente de ingresos de esta parte de la provincia y que los genoveses y otros extranjeros que adquieren el vino se aprovechan de esta circunstancia para comprarlo a un precio mucho más bajo.

6. Suplicamos…prohibir la salida de mulos y caballos del reino, pues ello produce una carestía tal que perjudica considerablemente a los habitantes de las provincias meridionales.

7. Exponemos que esta provincia, habiendo tenido que soportar una emigración de súbditos no católicos de S.M. por efecto de la revocación del Edicto de Nantes en 1685, alberga aun a un gran número de súbditos no católicos los cuales, a pesar del edicto de noviembre de 1787, mediante el cual, S.M. se dignó reconocerles una parte de los derechos civiles perdidos, no disfrutan de todos sus derechos. Suplicamos a S.M. tenga a bien supri-mir las medidas aún vigentes que restringen los derechos de estos súbditos, medidas que son contrarias a la justicia y al derecho natural, lo cual resul-taría de gran utilidad y beneficio para todo el reino.

8. Suplicamos…aproximar la justicia a los justiciables y restablecer en esta comunidad la situación en que se encontraba cuando fue separada de la bailía y del marquesado de Calvisson, para que la justicia sea administrada en la propia localidad de Uchau como se administraba antes de su incorporación a la bailía y veguería de Marsillargues.

9.  Finalmente suplicamos…la supresión de la milicia en tiempos de paz y que, si en tiempos de guerra tiene S.M. necesidad de hombres, le sea permitido a cada comunidad designarlos…

La importancia de las revueltas hizo que se temiera un levantamiento general del campesinado. Las revueltas precipitaron un acontecimiento que ya estaba en mente de los constituyentes, y contenido en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuya redacción estaba en curso.

(R. Robin, Estudios de Historia Social).

La noche del 4 de agosto de 1789, la Asamblea Constituyente, actuando detrás de los nuevos acontecimientos, suprimió por ley las servidumbres personales (abolición del feudalismo),los diezmos y las justicias señoriales, instaurando la igualdad ante el impuesto, ante penas y en el acceso a cargos públicos. En cuestión de horas, los nobles y el clero perdieron sus privile-gios. El curso de los acontecimientos estaba ya marcado, si bien la implan-tación del nuevo modelo no se hizo efectiva hasta 1793.El rey,junto con sus seguidores militares, retrocedió al menos por el momento.Lafayette tomó el mando de la Guardia Nacional de París y Jean-Sylvain Bailly, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, fue nombrado nuevo alcalde de París. El rey visitó París el 27 de julio y aceptó la escarapela tricolor. (75)

Después de estos actos de violencia, los nobles, no muy seguros del rumbo que tomaría la reconciliación temporal entre el rey y el pueblo, comenzaron a salir del país, algunos con la intención de fomentar una guerra civil en Francia y de llevar a las naciones europeas a respaldar al rey. Éstos fueron conocidos como los émigrés (emigrados). Poco tiempo después, Luis XVI sería guillotinado y se proclamaría la I República. (76)

En el contexto de la Revolución Francesa, que se había iniciado en 1789 en medio de las protestas populares por la carestía del pan, de la que se responsabilizaba al propio rey y a la reina (motejados como el panadero y la panadera); desde el 27 de septiembre de 1792 el Ayuntamiento de París había fijado un máximum de precio para ciertos productos que podían venderse en esa ciudad. El 4 de mayo de 1793, la Convención extendió esta medida al conjunto del país con la Loi du maximum (Ley del máximum) para granos y harinas. (77)

El 26 de julio de 1793, la Convención votó, a instancias de Jean-Marie Collot d'Herbois, un decreto contra los acaparadores de géneros de primera necesidad, amenazándoles con la pena de muerte y confiscación de bienes. El 19 de agosto se extendió el máximum a los combustibles. El 11 de sep- tiembre, el precio del grano tasado fue unificado en toda Francia en 14 li- bras el quintal, más el coste de transporte.

Enfrentados a la crisis de subsistencias, más o menos constante durante toda la Revolución, y al alza vertiginosa de los precios a causa de la deva-luación de los asignados (assignats, papel moneda), los sans-culottes pari-sinos, dirigidos por los enragés y los hebertistas, impusieron a la Conven-ción una nueva ley, que fijaba también máximos para la carne fresca y salada, tocino, mantequilla, aceite, ganado, pescado salado,vino, aguardien-te, vinagre, sidra, cerveza, madera de calefacción, carbón, velas, aceite de quemar, sal,sosa, jabón, potasa, azúcar,miel, papel blanco,cuero,hierro,plo- mo, acero, cáñamo, lino, lana, tejidos, materias primas necesarias para las fábricas, zapatos, colza, coles y tabaco; y bloqueaba los salarios. Todo ello con el propósito de remediar la profunda crisis económica en que se hallaba la Francia revolucionaria, que al mismo tiempo estaba sometida a una difí- cil coyuntura bélica, tanto en el interior como en el exterior. (78)

Variable según las regiones, el máximum para los géneros de primera necesidad era, en general, mayor en un tercio a los precios corrientes en 1790. En cuanto al máximum de los salarios, era en una mitad superior a los de 1790. Según la ley, toda persona que vendiera o comprara por mayor precio del máximum se veía amenazada con ver inscrito su nombre en una lista prevista en la Ley de los sospechosos (Loi des suspects).

El 4 de ventoso del año II (22 de febrero de 1794), un tercer decreto fijó la ejecución del decreto de 29 de septiembre, así como el máximum de precio de transporte desde el lugar de producción y los beneficios de los comerciantes al por mayor y al por menor. Esta tentativa de establecer una economía dirigida por parte de un gobierno produjo efectos contrarios a los fines buscados.

Los campesinos procuraban ocultar sus excedentes, que desviaban a especuladores que se precipitaban a adquirir todo lo que podían, acapa-rando y ocultándolo a su vez; resultando una escasez artificial y una penu-ria sin precedentes, agravada por el hecho de que el bloqueo de los salarios se aplicaba sistemáticamente. Las ciudades organizaron racionamientos, así como sistemas de delación, mientras que la Convención tomó medidas draconianas para imponer como medio de pago aceptado los asignados,ca- da vez menos atractivos.

Convertir las prácticas de subida de precios y ocultamiento de mer-cancías (especialmente alimentos) en un crimen contra el gobierno tuvo un éxito muy limitado, y en lo que respecta a su pretendido efecto beneficioso sobre el suministro de comida a precios razonables, fue un fracaso. Algu-nos comerciantes se vieron obligados a vender productos por debajo del coste de producción, lo que les incitaba a ocultarlos y derivarlos hacia el mercado negro. No obstante, en lo que sí tuvo éxito la ley del máximum general fue en desviar un asunto político sensible fuera del Comité de Sa-lud Pública y la figura de Maximiliano Robespierre, permitiéndoles dedi-carse más a fondo a su propia y ambiciosa agenda política. (79)

A la larga,el maximum demostró ser un asunto demasiado controvertido, difícil de implantar e impopular entre gran parte del pueblo francés;incluso convirtió a los guillotinados, como consecuencia de la represión, en héroes simbólicos que demostraba la tiranía del Terror,(80)lo que contribuyó a la caída de Robespierre y su gobierno en julio de1794.El 9 de thermidor,el al- calde de París, Jean-Baptiste Fleuriot-Lescot,solicitó refuerzos armados al temer manifestaciones hostiles con ocasión de la fiesta en honor de Bara y de Viala, prevista para el día siguiente. La section des Gravilliers,dominada por los hebertistas, sostenía la Convención contra la Comuna, declarada en abierta insurrección. El 10 de thermidor una multitud rodeó a Robespierre mientras llegaba a la tribuna,quejándose del máximo rigor con que se había decidido aplicar el máximum de salarios (decisión tomada el 17 de messi-dor -5 de julio- y publicada el 5 de thermidor -23 de julio-). (81)

Con la reacción thermidoriana que trajo la victoria de los moderados sobre los radicales, se volvió a la libertad económica,entre agosto y diciem-bre de 1794. El 24 de diciembre de 1794 la nueva Convención votó un decreto que abolía el maximum. Esta medida permitió la renovación del comercio exterior pero, dada su brusquedad, contribuyó a un gran aumento de precios, y junto al descenso del valor de los asignados (por un aumento vertiginoso de las emisiones), llevó a la bancarrota. (82)

Durante las guerras revolucionarias registradas en Francia, entre 1792 y 1799, se produce una importante sangría demográfica ya que morirían unos 500.000 franceses (de una población total de casi 29 millones), casi el 2% de la población total francesa en menos de diez años,a parte de las personas fallecidas procedentes de otros países europeos. (83)

Desde la Revolución Francesa,y durante el ciclo de las revoluciones bur- guesas,los trabajadores se habían movilizado y luchado junto a la burguesía en contra de los privilegios de la aristocracia. Pero a medida que compren- dieron que la situación de explotación que sufrían era resultado de la indus- trialización, comenzaron a plantear sus propias demandas, a elaborar sus propias ideas. El movimiento obrero, poco a poco, se fue alejando de su alianza con la burguesía. (84)

El sistema de lucha de estas primeras organizaciones obreras eran simila- res a los que la pequeña burguesía radicalizada y los sans-culottes habían empleado durante la Revolución Francesa: agitación callejera, publicación de periódicos y panfletos,motines e insurrecciones.Además de utilizar estos métodos jacobinos,los obreros encontraron una forma novedosa de lucha:la huelga. La huelga era una acción más apropiada para luchar contra los due- ños de las fábricas.Era un medio de presión directa que disminuía la ganan- cia de los empresarios y permitía a los sindicatos discutir mejores condi- ciones de trabajo,aumento de salarios o reducción de la jornada laboral.(85)

A principios del S. XIX surge un grupo social relevante denominado Carbonario que de Italia pasó a Francia donde fue conocida como Charbo-nnerie, y se organizada en ventes (se llamaba así por el lugar de reunión), como en Italia. Tuvo numerosos miembros en París, donde la sociedad se formó en 1821 por tres jóvenes, Bazard, Buchez y Flotard. El principal objetivo de la asociación en Francia era también política, es decir, para ob-tener una constitución en la que el concepto de soberanía popular pudiera encontrar su expresión. Desde París, centro de la Charbonnerie, se extendió rápidamente por todo el país y hacia finales del año 1821 causó varios mo-tines entre las tropas. El movimiento perdió su importancia una vez que varios de los conspiradores fueran ejecutados, especialmente cuando las discusiones surgieron entre los líderes del movimiento. La Charbonnerie tomó parte en la revolución de julio de 1830, pero tras la caída de los Bor-bones perdió su importancia. (86)

En Rusia, durante el reinado de Catalina II, se va a producir una impor- tante rebelión de siervos (1773-74), dirigidos por Pugachov, hijo de un co-saco del Don que era un pequeño propietario. Nacido en Zimoveiskaia, se alistó en el ejército a los 17 años.Un año más tarde, se casó con una mucha-cha cosaca, Sofía Nedyuzheva, con quien tuvo un total de cinco hijos, dos de los cuales murieron en la infancia. Poco después de su matrimonio, se unió al ejército ruso en Prusia durante la Guerra de los Siete Años, bajo el mando del conde Zakhar Chernyshev. Regresó a casa, en 1762 , siendo ascendido al rango de comandante. Fue también durante este período, en 1770 en el sitio de Bender, cuando, por primera vez, muestra un instinto para la suplantación, jactándose ante sus camaradas que la espada fue dada a él por su "padrino", Pedro I. (87)

En1770,Pugachev pidió permiso para regresar a casa para recuperarse de una grave enfermedad. A pesar de la insistencia de los comandantes milita- res,Pugachev se negó a ser tratado en un hospital militar o volver al frente. Convencido por su hermano, Simón Pavlov, se unió a un grupo de descon- tentos cosaco que huían hacia el este para formar una comunidad cosaca in- dependiente sobre el río Terek. Después de cruzar con seguridad a través del río Don, regresó a casa a Zimoveiskaia. Los cosacos que huían fueron capturados poco después por las autoridades, y Pavlov Pugachev implicado en estos hechos, era buscado por las autoridades rusas. Se enteró dos días antes de que iba a ser detenido y huyó antes de ser arrestado. (88)

  A principios de enero de 1772, se unió a un grupo de protesta y fue ele- gido su representante oficial. En su camino a San Petersburgo para presen- tar una queja oficial, su condición de fugitivo fue descubierto en Mozdok y fue detenido de nuevo. Pudo escapar el 13 de febrero y regresar a casa, sólo para ser detenido nuevamente. (89) 

La idea de hacerse pasar por el difunto emperador Pedro III se le ocu- rrió a Pugachev desde el principio, incluso antes de llegar a los cosacos del Yaik. No es de sorprender, habida cuenta de otro imitador de campesinos recientes, Fedot Bogmolov, y de la historia de Rusia de imitadores. Puga-  chev, haciéndose pasar por un rico comerciante, subleva a los cosacos en el Yaitsk y les sugiere conducirlos hacia Turquía.Cuando la mayoría de los cosacos parecían estar de acuerdo con su plan, consideró el momento ade- cuado para iniciar su rebelión. A pesar de que fue detenido poco después, una vez más, y esta vez durante cinco meses en Kazán, podría escapar una vez más y volver a la Yaitsk para iniciar su rebelión. Prometiendo devolver varios privilegios a los cosacos,y restaurar la antigua creencia, fue capaz de obtener el apoyo que necesitaba para promover su identidad como Pedro III.  La historia de su gran parecido físico con el zar Pedro III, que en 1762 fue derrotado y asesinado por su esposa, la futura emperatriz Catalina II, proviene de una leyenda posterior. Pugachev contó la historia que él y sus principales seguidores habían escapado de las garras de Catalina. (90)

Después de haber reunido un ejército a través de la propaganda, el re-clutamiento y la promesa de la reforma, Pugachev y sus generales fueron capaces de invadir gran parte de la región que se extiende entre el río Volga y los Urales. Pugachev consigue una gran victoria contra el ejército del zar apoderándose de Kazán .Además de acumular un gran número de cosacos y campesinos, Pugachev también adquirió artillería y armas y fue capaz de levantar un gran ejército, mayor que el predicho por el ejército ruso. (91)

En respuesta a esta rebelión, el general Pedro manda un gran ejército pero la dificultad del transporte, la falta de disciplina, y la insubordinación grave de sus soldados mal pagados paraliza todos sus esfuerzos durante meses, mientras que las bandas innumerables de Pugachev obtienen victo-rias en casi los enfrentamientos.No será hasta agosto 1774 cuando el gene- ral Michelsohn derrota a los rebeldes cerca de Tsaritsin,perdiendo unos diez mil soldados, entre muertos o hechos prisioneros. El 14 de septiembre, de 1774, el propio cosaco Pugachev es hecho prisionero. Alexander Suvo-rov lo mete en una jaula de metal y es enviado a Simbirsk y luego a Moscú para su ejecución pública que tuvo lugar el 21 de enero de1775. En la plaza pública, fue decapitado, y luego descuartizado. (92)

La rebelión de Pugachev tuvo un efecto duradero en Rusia en los años venideros. Mientras que Catalina II intentó reformar la administración pro- vincial, los horrores de la rebelión la llevó a frenar otras reformas, en parti- cular los intentos de emancipación de los siervos campesinos de Rusia. Su régimen sería cada vez más reaccionario. En el reglamento redactado por el conde Rumiantzov para sus dominios, se castigaba con cinco mil palos al esclavo que penetrase en la habitación de sus señores (93). El escritor ruso Alexander Radishchev, en su obra "Viaje desde San Petersburgo a Moscú", atacó al gobierno de Rusia y, en particular, la institución de la servidumbre. En el libro, se refiere a la rebelión de Pugachev como una advertencia. (94)

Llegados a este punto cabe definir qué entendemos por campesino. Se- gún Wolf, los campesinos serían aquellos individuos que para su subsistencia se ocupan del cultivo de la tierra tomando decisiones autónomas sobre dicho cultivo. Son cultivadores directos. Pueden ser propietarios de la tierra que, por sí solos o gracias a una mano de obra asalariada, toman decisiones sobre su tierra.También serían campesinos los arrendatarios.

Estos grupos serían las dos grandes figuras que englobaría el concepto de campesino dejando fuera a los grupos de propietarios de grandes exten-siones de tierra que delegaban en otras personas la toma de decisiones y gestión de sus propiedades. Lo mismo ocurría con aquellas personas que vendían su fuerza de trabajo y que no tomaban ninguna decisión sobre la tierra que estaban trabajando. (95)

Esta clasificación sería válida tanto para los campesinos europeos como para aquellos de otras regiones del mundo en los siglos XVIII-XIX. En general, los campesinos tuvieron que afrontar una conflictividad que proce- día de tres cambios importantes que se produjeron de forma simultánea a finales del S. XIX.

1º. La introducción del capitalismo: al igual que en Europa en el XVIII-XIX, las economías campesinas eran autosuficientes, la tierra no era una mercancía en compraventa y tampoco era una economía en especies. Los campesinos cultivaban productos para su propia subsistencia y lo que sobraba lo intercambiaban. Sin embargo, con el capitalismo esta situación cambió: se comenzó la comercialización de la tierra, y la monetización tan-

to de la tierra como de los productos. Esto significaba que los campesinos tenían que asumir los cambios y modificar su relación económica con la tierra. Se produjo la extensión del mercado agrario de tal forma que, aquellos campesinos que realizaban monocultivos se veían obligados a vender sus productos a precios en los que ellos no intervenían. (96)

La internacionalización del mercado produjo la transformación radical en la producción de cultivos. Esto no se produjo de la misma forma en toda Europa pero lo importante es que todos estos hechos sí se desarrollaron. Este cambio, que tuvo que ser afrontada casi obligatoriamente, vino acompañado por cambios de tipo social. (97)

2º.La formación de los Estados: se produjo la creación paulatina de instan- cias y autoridades políticas diferentes a las tradicionales. Antes del XVIII, los conflictos, las comunidades políticas y las relaciones eran de carácter local, pero fueron siendo sustituidas por ámbitos más amplios que coincidían con la centralización de la política y la creación de autoridades. Esto mismo también ocurrió en el campo. Esas comunidades agrarias locales en las que los notables eran la autoridad y el contacto se producía de una forma personal se fue diluyendo a favor unas instituciones que imponían nuevas obligaciones. Junto a la introducción del capitalismo y al cambio económico se produjo un cambio en las propias relaciones en la comunidad agraria, tanto en el interior como en el exterior. (98)

3º. El aumento demográfico: agravó las repercusiones de los acontecimientos anteriores. Se creó un conflicto entre la oferta y la deman da de la tierra.

Antes, la situación era más o menos "equilibrada" aunque con una elevada mortalidad. En general, había un proceso de herencia y sucesión de tierras que no producía ningún tipo de conflicto. Sin embargo, con el descenso de la mortalidad fue cuando comenzó a producirse el desequilibrio ya que había más gente que necesitaba el cultivo para subsistir. La privatización, monetización, formación del Estado y el aumento demográfico cambiaron a la comunidad agrícola provocando conflictos. (99)

En general, la principal forma de abordar los diferentes conflictos surgi- dos a raíz de estos cambios fue la emigración, tanto interna como externa. También habría que tener en cuenta la resignación por parte de algunos campesinos que no tuvieron más remedia que amoldarse a la nueva situación, la rebeldía individual en forma de bandoleros, etc. Las características de la vida de los campesinos no permitía la comunicación entre ellos ha- ciendo difícil que todos ellos se pusiesen de acuerdo para resistir de una forma colectiva; pero no sólo por falta de comunicación, sino también por diferentes posiciones sociales.Por ello,la situación general era de hetegeneidad. La resistencia se producía de forma oculta o anónima, personal, que

trataba de no sufrir los riesgos de la publicidad de la protesta y del enfren- tamiento público contra el causante del conflicto.Trataba de que el culpable fuese consciente de la existencia del conflicto pero no de quien se manifes- taba por ello. En el caso de los campesinos y de las poblaciones rurales, las formas de protestas eran las difamaciones, la falsa obediencia, e incluso, la extensión de los lindes de las propiedades. (100)

Estas actuaciones se producían contra todo aquel tipo de autoridades (poderosos) que intervenían en las relaciones campesinos-tierra y campesinos-sociedad. Los cambios que dieron lugar a las transformaciones pro-

vocaron la disolución de las relaciones entre la propia comunidad agrícola, que estaba basada en vínculos de reciprocidad (patrón-cliente). Esa relación se basaba en una división de derechos y deberes. Los campesinos reconocían a los poderosos como la élite social por sus recursos, por ser los grandes propietarios…y, por tanto, les debían una lealtad que se materializaba en servirles de soldados en el "ejército" de esa comunidad para defender al poderoso.Eran vínculos que les unían, pero ello no quiere decir que esa fuese la única realidad de las relaciones de la época.A cambio de ello,los poderosos también tenían una serie de obligaciones y derechos, como socorrer a los campesinos ante la adversidad. Entonces, en ese mundo sin tecnología moderna y muy tradicional, cuando el nivel de subsistencia era bajo, los poderosos tenían el deber de proteger a sus subditos. No eran relaciones ideales puesto que siempre hay algún motivo de conflicto. Las transformaciones sociales que acontecieron hicieron añicos estas relaciones y los poderosos ya no protegían a los campesinos puesto que debían de atender a las autoridades locales.Es otra consecuencia de la ampliación de la comuni- dad local a un grado en el que depende del mercado y del Estado. (101)

En algunos casos, esas relaciones patronos- clientes se disolvieron y fueron sustituidas por otras, al igual que las instituciones locales fueron reemplazadas por poderosos colectivos que adoptaron los mismos criterios. Destacaron dos tipos de poderosos colectivos que heredaron este protagonismo: la Iglesia (diversidad de cultos), y los partidos políticos. Estos poderosos colectivos, ante las adversidades, protegieron a los campesinos dando facilidades a cambio de lealtad. (102)

A toda esta situación habría que añadir la resistencia, la resignación y la emigración por parte de los campesinos. Es en este punto cuando se puede afirmar que la acción colectiva de los campesinos ha sido escasa. Toda la comunidad sentía que estaba ante una situación injusta llegando a producir diferentes levantamientos, pero todos han fracasado por la dureza empleada por parte de los órganos represores del Estado de la época. La represión, en todas sus formas, fue la responsable de la inhabilitación de los campesinos para que siguieran protestando haciendo que la protesta se desarrollase en ciclos. Por este motivo es por el que ha habido tan poca resistencia colectiva, abierta y pública de los campesinos. (103)

Esto da un perfil del mundo agrario en el que hay escasos enfrentamien-tos , lo que es compatible con que hubiera ciertos levantamientos generali- zados que se salían del ámbito local.Incluso,alguno de esos levantamientos, dieron lugar a revoluciones campesinas pero, en general, predominará la re- signación o la emigración entre el campesinado hacia otras áreas más urba- nizadas o hacia otros países. (104)

Todavía a finales del S.XIX la economía rusa giraba, casi por completo, alrededor de la agricultura. Hay un aumento de producción, necesario para afrontar la deuda del país. Sin embargo, a partir de 1886, se liberaliza el mercado de cereales prodecente de los países de Europa Occidental lo que provocará la ruina para muchos campesinos rusos que se verán obligados a emigrar hacia los centros urbanos e incluso a emigrar hacia otros países de Europa Occidental o los Estados Unidos.Su industria es escasa y concentra-da geográficamente en las ciudades rusas más importantes y, casi siempre, estaba en manos de capital extranjero.

A fines del S.XIX sólo el 13% de la población rusa vivía en las ciudades y los campesinos representaban el 80% de la población total. Unos campesinos recién salidos del Antiguo Régimen y de la servidumbre, que con- servaban todavía su vieja forma de comunidad agraria tradicional (el Mir: Especie de asamblea local,con funciones económico-sociales,muy cercanas al cooperativismo),lo que constituyó,en definitiva,un obstáculo para la mo- dernización de la agricultura. (105) Además,las malas cosechas de1891, 1906 y 1911,provocaron una serie de hambrunas por gran parte del terri- torio ruso.En 1906 el gobierno entregó 40 libras de harina mensuales a toda persona menor de 18 años y mayor de 59. El sufrimiento era intenso y la mortalidad excesivamente alta. La hambruna de 1911 se extendió sobre el Imperio Ruso europeo y afectó a 30 millones de personas de forma directa, mientras que fueron sujetos a la inanición 8 millones más.Hierbas,la corte- za de los árboles,y el pan agrio hecho de bellotas fue la dieta principal de estos desposeídos rusos. (106)La miseria de la población rural rusa se constata también por la alta tasa de mortalidad que superaba el 35 por mil en la década de 1890, siendo su tasa de natalidad del 47 por mil. Ambas tasas demográficas eran, a finales del S.XIX, las más altas de Europa. (107)

Todavía,a mediados del S.XIX,en extensas regiones europeas multitud de personas pasaban hambre, llegando a provocar la muerte por inanición. El ejemplo más significativo, caso aparte del ruso analizado anteriormente,fue la Gran Hambruna  Irlandesa (1845-1849), una de las muchas hambrunas que padeció Irlanda desde la primera mitad del siglo XIX, pero se diferen-cia de todas las precedentes en el alcance del desastre que provocó. (108)

El censo de población de Irlanda había registrado 8,2 millones de habitantes en 1841.Esta cifra se había reducido a 6,5 millones hacia 1851.Pese a que estas estadísticas no son en modo alguno definitivas, permiten apreciar la magnitud del desastre acaecido. Más de un millón de personas fallecieron a causa del hambre y de las enfermedades que ésta provocó y millones de supervivientes intentaron emigrar a Gran Bretaña y Estados Unidos.

(109) Otras fuentes indican, asimismo, que la población irlandesa había au-mentado de forma masiva en la primera mitad del siglo XIX, alcanzando casi los 8,5 millones de habitantes hacia 1845, por aquel entonces la mayor parte de las personas en Irlanda eran agricultores y su dieta estaba com-puesta casi exclusivamente de patatas. También utilizaban las patatas como moneda de cambio para pagar el alquiler a los terratenientes. Los terratenientes desahuciaron a cientos de miles de campesinos que se vieron obli-gados a emigrar a América y a otros países de habla inglesa. (110)

La cosecha de 1845 fue destruida por un hongo,conocido comúnmente como roya, que se había propagado desde Norteamérica hasta Europa. Todas las circunstancias apuntaban a que el desastre iba a ser inminente a principios del otoño de 1845, pero el gobierno británico no supo reaccionar a tiempo y fue incapaz de dar una solución a una crisis de tal magnitud. Durante el invierno de 1845-1846, el gobierno conservador presidido por sir Robert Peel compró alimentos a la India por valor de 100.000 libras, los distribuyó entre los necesitados y puso en marcha proyectos como la cons- trucción de un canal para crear puestos de trabajo. (111)

Peel abandonó el cargo de primer ministro en junio de 1847 y fue reem-plazado por John Russell y su gabinete whig, quienes aplicaron una política económica no intervencionista.Este gobierno consideraba que la clase acaudalada de Irlanda debía hacerse responsable de asistir a los indigentes y rechazó las medidas de intervención o ayuda directa del Estado. No obs-tante, ni los terratenientes irlandeses ni las Poor Laws unions (organiza-ciones para ayuda a los pobres) conseguían hacer frente a la carga que su-ponía tal cantidad de población hambrienta. El gabinete de Russell modi-ficó su programa no intervencionista en 1847, destinó un presupuesto para préstamos y construyó comedores de beneficencia. La cosecha de patatas de 1847 no se perdió, aunque tampoco fue abundante. Sin embargo, cuando cientos de miles de personas inundaron los pueblos y ciudades en busca de ayuda, estallaron epidemias de fiebres tifoideas, cólera y disentería que se cobraron más vidas que la propia hambruna. (112)

Los campesinos que consumían los productos podridos enfermaron y pueblos enteros se vieron afectados por el cólera y el tífus. Muchos agricul-tores que emigraron hacinados en los barcos murieron durante la travesía. La hambruna irlandesa de 1846-50 ocasionó más de un millón de muertos a causa del hambre y las enfermedades, y transformó la estructura social y cultural de Irlanda, Gran Bretaña y los Estados Unidos. (113)

A partir de finales del S. XIX, desaparecen, prácticamente, las hambrunas del continente europeo, al menos de forma estructural, y se empiezan a notar en los territorios que actualmente se encuentran en el subdesarrollo.

Se inicia la transformación de los métodos de cultivo, se introducen los fertilizantes químicos y los insecticidas, se procede a una selección de los cultivos y de las especies animales.Además,aparecen los primeros controles estatales sobre los alimentos en prevención de posibles fraudes y daños pa- ra la salud. Para tal fin, en 1876 el primer ministro británico Benjamin Dis- raeli aprobó la Ley de Comercialización de Alimentos y Drogas, sentando las bases de lo que serían los controles estatales sobre los alimentos, los medicamentos y las legislaciones alimentarias que se desarrollaron poste- riormente en los distintos países europeos. Toda una revolución que permi- te el aumento sustancial de la disponibilidad de alimentos, con la consiguiente mejora nutricional de grandes masas demográficas.

Es en el S.XIX cuando se empiezan a producir mejoras considerables en la mecánica agrícola y en la tecnología industrial, desarrollo que culmina-rían en el S.XX. Además, se pasa de la preparación familiar de algunos alimentos básicos a producciones industriales, introduciendo procesos de refi- nado que hacen más presentable el producto y, a su vez, pueden modificar su valor nutricional, como en el caso del pan, el azúcar y el aceite. (114)

Se dice que las cuatro hambrunas de 1810, 1811, 1846,y 1849 ocasiona- ron no menos de 45 millones de muertes, en China. En 1875-1878, cuatro provincias del norte de China, el distrito conocido como el "Jardín de China," sufrió la pérdida de las cosechas debido a la falta de lluvias,y en un área del tamaño de Francia perecieron de hambre 9 millones de personas. Los historiadores contemporáneos establecen un nexo de unión entre episodios de hambre y revueltas sociales como las de Tai-Ping (1851-64) o la de los Bóxers que ocasionaron millones de muertos. (115)

Pocos años después, a finales del Ochocientos,en la India se produjo una serie devastadora de hambrunas. 25 brotes de hambruna se extendieron por los estados de Tamil Nadu, en el sur de la India, Bihar, en el norte y Benga- la, en el este,donde murieron entre 30 y 40 millones de indios. Las hambru- nas fueron el resultado de problemas climatológicos con cambios en el régimen de lluvias que alternaban sequías con inundaciones. Pero también fueron causadas por la administración de los británicos, cuando tierras cultivadas por los hindúes con productos para su subsistencia y alimenta- ción fueron reemplazadas por plantaciones de té y algodón. (116)

A finales de la era victoriana, la desigualdad entre las naciones era tan profunda como la desigualdad entre las clases.La Humanidad estaba irrevocablemente dividida en dos: la de los países ricos de Europa Occidental y Estados Unidos y los territorios coloniales asiáticos y africanos bajo el control de potencias europeas como Inglaterra, Francia o Bélgica, en donde millones de personas eran explotadas y se morían de hambre. (117)

Notas bibliográficas:

(1)Pierre Vilar, Historia económica y social.

(2)Universidad de Cambrigne, Historia económica de Europa.

(3)Susana Tavera,Experiencias desiguales:Conflictos sociales y respuestas colectivas en el siglo XIX.

(4)Paul Sweezy Marlor, Teoría del desarrollo capitalista.

(5)A.Vachet, La ideología liberal.

(6)Maurice Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo.

(7)J.Acosta Sánchez, El imperialismo capitalista. Concepto,periodos y mecanismos de funcionamiento.

(8)Teófanes Egido, El motín madrileño de 1699.

(9)Constancio Eguía Ruíz, Los jesuitas y el motín de Esquilache.CSIC.

(10)Francisco Mata Linares, El motín de Esquilache.

(11)Fernando García de Cortázar, Breve Historia de España.

(12)Julián Marías, La España posible en tiempos de Carlos III.

(13)VV.AA, Diccionario Biográfico Español.

(14)José Miguel López García, El motín contra Esquilache.

(15)Manuel Fernández y González, El motín de Esquilache.

(16)VV.AA,Carlos III,Madrid y la Ilustración.

(17)Manuel Tuñón de Lara, Historia de España.

(18)Rogelio Blanco y Fernando Muñoz, Historia de España.

(19)W.J.Callahan, Iglesia, poder y sociedad en España, 1750-1874.

(20)Marqués de Lozoya, Historia de España.

(21)Antonio Domínguez Ortiz, Carlos III y la España de la Ilustración.

(22)Jaime Vicens Vives, Historia económica y social de España y América.

(23)John Lynch, La España del siglo XVIII.

(24)Mª de los Ángeles Pérez Semper, El motín de Esquilache. Historia y Vida.

(25)Vicente Palacio Atard, Carlos III, rey de los ilustrados.

(26)José Miguel López García, El motín contra Esquilache.

(27)Manuel Fernández y González, El motín de Esquilache.

(28)VV.AA,Carlos III,Madrid y la Ilustración.

(29)Fernando García de Cortázar, Breve Historia de España.

(30)Manuel Tuñón de Lara, Historia de España.

(31)Antonio Domínguez Ortiz, Carlos III y la España de la Ilustración.

(32)VV.AA,Carlos III,Madrid y la Ilustración.

(33)Francisco Martí Gilabert, Carlos III y la política religiosa.

(34)Adolfo Boucher, Historia de los Jesuitas.

(35)Julián Marías, La España posible en tiempos de Carlos III.

(36)John Lynch, La España del siglo XVIII.

(37)C. Morange,Las estructuras de poder en el tránsito del Antiguo al Nuevo régimen.

(38)José Díaz del Moral, Historia de las agitaciones campesinas andaluzas.

(39)Raymond Carr, Historia de España: 1808-1939.

(40)Jaime Vicens Vives, Historia económica y social de España y América.

(41)Pierre Vilar y otros, Historia de Catalunya.

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