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Los movimientos sociales en la Europa del Siglo XIX (página 7)


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Este acontecimiento ocasionó cierta alarma social no carente también de incredulidad, en todo el país, hasta tal punto que, como dice un diario madrileño: " En el momento en que se produce un asesinato, un robo o una asociación criminal, España se puebla de leyendas, a nadie extrañará que La Mano Negra haya puesto todo el mundo en disposición de encontrar a la Internacional hasta en la propia alcoba. Como nos dijo ayer un honrado tendero: "Yo cuando me acuesto les digo a los chicos:¿habéis visto si está la Internacional en el barril de las aceitunas?. (112)

Otra forma de resistencia, durante el S. XIX, fue el bandolerismo, de gran importancia en el sur de España, especialmente en Andalucía. Los bandoleros pertenecían a familias con escasos recursos económicos y gozaban de gran popularidad.

Para muchos hispanistas, el bandolerismo es un fenómeno característico de un país atrasado, que se da en Andalucía más extensamente que en otras regiones de España porque Andalucía era una región atrasada. (113)Para otros historiadores, el bandolerismo es una forma de delincuencia como cualquier otra, que tuvo especial virulencia en el siglo XIX,e incluso llegan a compararla con otros movimientos sociales más recientes como el de los maquis. Investigadores como Pitt Rivers dicen de este fenómeno social:"los bandoleros han tomado distintos colores políticos según las épocas".Se- gún el profesor Jordi Nadal:"el término bandolero es utilizado por los infor- mes de la guardia civil como una proyección de la criminalidad común de fines del S.XIX, principios del XX, que nada tiene que ver con los maquis".

Si bien es cierto que el bandolerismo se extendió ampliamente, a lo largo del S.XIX por toda Andalucía,también se evidencian hechos de este tipo en Murcia(114) o en otras regiones españolas como Madrid.En los caminos reales que salían de Madrid se cometían frecuentemente robos a losviajeros que transitaban por ellos, principalmente a los trajinantes que volvían a sus pueblos después de haber vendido sus mercancías en la capital,el gran mercado al que acudían los comerciantes de todos los lugares de España.

Varias dehesas y otros puntos de abundante vegetación servían en la provincia de Madrid de guarida a los ladrones. Los canchales y gargantas de la Pedriza, en la sierra de Guadarrama, fueron magníficos lugares para ocultarse temporalmente tras cometer sus fechorías y para guardar los botines obtenidos. Algunos topónimos nos recuerdan dónde estuvieron esos refugios: Cancho de los Muertos, Mata de los Ladrones, Peñas de los Ladrones, etc. (115)

Los bandoleros se dedicaban al contrabando, al robo, especialmente en cortijos, o al crimen, generando, de esta manera, una forma más o menos colectiva de saqueo organizado. Cabe destacar, entre los bandoleros más famosos del siglo XIX, a José María "El Tempranillo"(116),Joaquín Camargo "El Vivillo" y a Francisco Ríos "El Pernales".

El anarquismo contó con un fuerte arraigo en España.Se extendió rápida- mente por Andalucía, Levante y Cataluña. El número de afiliados creció y parte de los anarquistas se mostraron partidarios de la "acción directa" ante la continúa represión al movimiento obrero. El objetivo de la "acción directa" fue atentar contra el Estado, la iglesia y la burguesía.

Hacia finales de la década de 1880 en España,anarcocomunistas y colec- tivistas dejaron de enfrentarse por los planteamientos económicos post-revolucionarios, como por otro lado también Kropotkin y otras voces en el anarquismo internacional propugnaban. En 1889, la Federación regional (herederade la Internacional) es reemplazada por la Organización Anar-quista de la Región Española, sin distinción de procedimientos revolucio- narios ni escuelas económicas. Fernando Tarrida del Mármol fue nombra-do delegado a las reuniones anarquistas internacionales de París,y planteó que ningún régimen económico especial debería ser impuesto a la sociedad nueva, y que todo trabajo sobre economía no debía ser considerado más que como estudio.

En una carta enviada por Tarrida a La Révolte el 7 de agosto de 1890, plantea el anarquismo sin adjetivos como el modelo español de superar diferencias entre las distintas corrientes anarquistas: "creemos que ser anar-quista significa ser enemigo de toda autoridad e imposición, y por conse-cuencia, sea cual sea el sistema que se preconice, es por considerarlo la me-jor defensa de la Anarquía, no deseando imponerlo a quienes no lo acep-tan". En Europa el anarquismo, sin adjetivos, tuvo como importantes pro-pulsores a Élisée Reclus, Max Nettlau y a Errico Malatesta. (117)

Será también durante estas fechas, en 1890, cuando se instaura en Espa- ña el sufragio universal masculino, cuyos efectos más visibles se perciben en el endurecimiento del caciquismo.Según nos indica el historiador García de Cortazar: "Mientras la sociedad mantuviera su apatía y funcionasen los mecanismos de manipulación electoral, no debían preocuparse los mentores del régimen de la concesión del voto a las capas populares.Un feudalismo de nuevo cuño se adueñó de España teniendo como señores a los políticos y sus amigos…".

Uno de los acontecimientos más destacados a lo largo del S. XIX, en España, fueron las guerras carlistas. El origen del conflicto se produce por la lucha para conseguir el trono de España entre el hemano mayor de Fernando VII, D. Carlos y la hija del rey, la futura reina Isabel II.

El conflicto va a enfrentar a los distintos estamentos sociales. Por un lado la aristocracia, la jerarquía eclesiástica y parte de los campesinos del P. Vasco y Cataluña, se inclinarán por las pretensiones de D. Carlos; mientras que la incipiente burguesía española, profesionales liberales y clero bajo, se decantarán hacía posturas liberales y apoyarán a la reina Isabel II.(118)

Todavía el conflicto se mantenía vivo en 1874.Las fuerzas carlistas congregaron en Montejurra a unos 20.000 hombres que componían 28 batallones, 7 escuadrones y 3 baterías. Los carlistas intentaron la toma de Irún sin con- seguirlo y tuvieron que levantar el sitio de Pamplona al llegar el ejército del general Serrano.

Los ejércitos carlistas, en Cataluña, llegaron a tomar ciudades de cierta importancia como Olot, Berga, Vich y Seo de Urgel. Pero, al final, serán derrotados cuando en agosto de 1875, el ejército liberal encabezado por el general Martínez Campos reconquite Seo de Urgel y aprese al general carlista Lizárraga y al obispo de Urgel Caixal y Estradé. La Restauración marcaría el definitivo debilitamiento y la derrota del ejército carlista. (119)

Con la caída de Cataluña, los carlistas cruzan, en gran número los Pirineos. Se calcula que fueron unos veinte mil carlistas los que se exiliaron en Francia. (120)

Durante el siglo XIX en España se desarrolló mucho la explotación mi-nera hasta tal punto que el valor total de la producción minera española se estimaba en 400 millones de pesetas, en 1900. Para llegar a ese nivel, en primer lugar se tuvieron que cambiar leyes y buscar inversores. La Ley de Minas de 1825 establecía que todos los yacimientos pertenecían a la Coro- na. Ésta se reservaba la explotación directa de los más ricos: Almadén(mer-curio), Riotinto (cobre), Linares (plomo),Asturias (hierro y carbón).Las leyes de 1849 y 1859 cambiaron el principio de la propiedad del monarca por el del dominio público.

Con la Revolución de 1868 triunfó el principio de la desamortización de las minas del Estado. El 29 de diciembre de 1868 se publicó la Ley de Ba-ses para la Legislación Minera. (121)

1. Se delegó en el gobernador civil la facultad de otorgar concesiones, con lo que se facilitaban los trámites administrativos.

2. Se dio carácter perpetuo a las concesiones mineras.

3. En 1869 se introdujo una modificación por la que dejaba de exigirse el laboreo de la explotación para mantener la concesión, bastaba con el pago del canon para mantenerla.

Con esta ley se intentaba convertir la concesión en auténtica propiedad, para intentar movilizar los recursos del país. Al modificar el marco legal, acudieron capitales para poner en explotación las minas. La mayor parte de las minas cayeron en manos de compañías extranjeras, ya que sólo éstas disponían de los grandes capitales necesarios para ponerlas en explotación. (122) A partir de 1868 la exportación de minerales representó una de las principales partidas dentro de nuestro comercio exterior.El mineral extraído en Andalucía se exportó por todo el mundo,provocando una rápida caída de los precios en los mercados mundiales. Las exportaciones de plomo pudie- ron paliar en parte el descenso de las exportaciones de lana. El plomo con- servó el segundo lugar, tras el vino, en las exportaciones españolas. Tras un largo período de hegemonía inglesa, desde 1869 España se alzó con el liderazgo de la producción mundial de plomo, que no perdió hasta 1881. (123)

El gran yacimiento español de cobre era el de Riotinto.Fue explotado por el Estado mediante arrendamiento hasta 1838.En 1839 se volvió a la explo-tación directa, pero no se obtuvieron buenos resultados. Por ello,el ministro Figuerola propuso a las Cortes en 1870 la venta de las minas. Tras dos su- bastas consecutivas fueron asignadas a la casa Matheson de Londres, en asociación con el Deutsche Banck y el apoyo financiero de la casa Rotschild por un precio de 93.995.912 pts, pagaderas en 10 años. El dinero sirvió al gobierno español para hacer frente a las presiones de sus acreedores. La explotación del cobre adquirió una gran importancia con la aplicación de la electricidad a las comunicaciones (telégrafo), de ello se desprende el gran aumento de la producción. De las 213.000 tn de 1894, se pasó a los 2.700.000 de producción de cobre en 1900. (124)

Las minas de mercurio más valiosas eran las de Almadén. Durante el XIX la explotación de estas minas estuvo en manos del Estado. Pero de nuevo en 1870 Figuerola firmó con los representantes de la casa Rotschild una operación de crédito sobre los productos de la mina de Almadén y una exclusiva de venta de dichos productos durante 30 años. La familia Roths-child consiguió una exclusiva de venta y se convirtió en propietaria de las minas de Nuevo Almadén, recién descubiertas, y de las Idria (Italia), pasan-do a controlar el monopolio mundial del mercurio. Los años 1870 a 1900 fueron los de mayor producción con unos beneficios de 240 millones de pesetas, de los cuales el Estado recibió 110 millones (45,90%) y los Roths-child 129,7 millones (54,10%), distribución que explica las numerosas críticas que suscitó esta operación. El grupo alemán continuó con la explo-tación aunque en condiciones menos onerosas, hasta 1921 año en que fue-ron definitivamente recuperadas por el Estado. (125)

Tanto las explotaciones mineras como la construcción del ferrocarril se llevaron a cabo, básicamente, con capital foráneo. Ante este hecho indiscu-tible cabe preguntar: ¿Dilapidó España sus riquezas naturales -explotadas por compañías extranjeras y exportadas en su inmensa mayoría- sin obtener a cambio ningún beneficio considerable? O, por el contrario, ¿la decisión de abrir las puertas al capital extranjero fue una medida acertada que per- mitió la aplicación a las minas de una tecnología costosa, fuera del alcance del capitalismo español de la época -en este sentido es pertinente recordar que el capital social de la compañía Ríotinto, por ejemplo,era de 6 millones de libras esterlinas,unos 150 millones de pesetas,tres veces más que el capi- tal del Banco de España en la misma época- y que reportó beneficios no despreciables a la economía nacional.La opinión tradicional,claramente negativa, se ha visto, también en este campo, desafiada por otra interpreta- ción favorable a la acción del capital extranjero. Igual que en la polémica sobre la ocasión perdida con motivo de la construcción de los ferrocarriles -con la que tiene un gran parecido-, frente a quienes consideran los benefi- cios indudables que se hubieran producido si la explotación de de los re- cursos se hubiera hecho con medios nacionales, otros opinan que tal hecho estaba por encima de las posibilidades reales del país. (126)

La extracción de mineral de hierro tuvo en España dos grandes centros: en el norte, las provincias de Santander y Vizcaya y en el sudeste las pro-vincias de Almería y Murcia. Tras la adopción del convertidor desde 1870 la producción vizcaína creció rápidamente. El máximo de extracción se produjo en el período 1905-1908. El principal cliente fue el Reino Unido. La demanda exterior de mineral de hierro provocó una acumulación de capital muy importante, sobre todo en Vizcaya. (127)

Durante el siglo XIX España no dispuso de una producción propia abundante de combustible barato. Asturias fue la principal zona de produ-cción de carbón. El precio del carbón asturiano era alto debido a: la peque-ña dimensión de las explotaciones, la falta de medios mecánicos de trans-porte desde la mina al ferrocarril o las altas tarifas del ferrocarril minero.El problema se agravaba por la inferior calidad de los yacimientos (vetas dis- continuas y de escaso grosor) del carbón. Los mercados nacionales se fue- ron cerrando al carbón asturiano. El primero en hacerlo fue el levantino;debido a la falta de retorno,los fletes eran muy caros.Más tarde,el vasco,cuan- do el eje Gijón-Bilbao fue sustituido por Bilbao-New-castle. (128)

Sin embargo, la producción del carbón sigue aumentando debido a la de- manda nacional.Entre 1885 y 1905 la producción de carbón en Asturias pa- só de las 434.871 toneladas a 1.915.000,divididas en: 417.000 de Hullera Española,222.000 de Duro-Felguera,377.000 de Fábrica de Mieres,155.000 de Hulleras del Turón,280.000 de Unión Hullera y el resto de pequeñas empresas.Estas cifras constatan el gran aumento en la producción de carbón en Asturias (cuadruplicando su producción en tan sólo 20 años), mientras que los salarios pagados a los mineros no seguían la misma tendencia.(129)

En 1901 había en Asturias unos 12.000 mineros (1.000 mujeres y 2.200 niños incluidos) de los que unos 2.500 estaban afiliados a la UGT (Unión General de Trabajadores). En 1906 se produce en Mieres la denominada "huelgona", huelga que duró dos meses. (130) Los mineros pedían un 10% de aumento salarial, las empresas mineras se negaron a ello y despiden a 700 mineros, sufriendo además una dura represión. Al volver al trabajo se hizo una selección quedando la organización socialista muy mermada.(131)

Asturias era con diferencia, la primera en cuanto a producción de carbón y en el conjunto de actividades económicas, nuestra región, a finales del S.XIX, era una de las regiones más industrializadas de España, junto con Cataluña y el País Vasco.Por todo ello el carbón asturiano necesitó el prote- ccionismo arancelario. Este se impuso progresivamente a través decsucesivas elevaciones de la tarifa en 1877, 1882, 1891 y 1906. (132)

La dureza del trabajo minero, al igual que los requisitos y obligaciones que los patronos exigían y que fueron el germen de amplias movilizaciones obreras, especialmente a finales del S.XIX, que fueron reflejados a través de distintos canales de comunicación, claro está, desde la óptica de aquellos que las contaban. Para la patronal minera, las minas eran un negocio más del que había que sacar el máximo rendimiento y no rehuía de aquellos esfuerzos que consideraba necesarios para mantener dentro de un orden a sus obreros. De este modo, la vertiente social de la cuestión minera era ob-servada por los propietarios mineros desde una óptica de labor benéfica, no exenta de un matiz paternalista. Dentro de esta concepción de las relaciones patronos-mineros,estos primeros crearon una cobertura de asistencia espiri- tual, entre la que destacaban patronatos, asilos y hospitales,instituciones to- das ellas de beneficencia particular tuteladas por órdenes religiosas. Por lo tanto, la patronal se veía obligada a alimentar a los obreros y a cuidar de aquella mano de obra necesaria para el buen funcionamiento del engranaje económico del que las minas eran una pieza fundamental. (133)

Las minas de hierro de Triano eran las más importantes de Vizcaya. En 1855 se creó la fábrica del Desierto, sobre el Nervión, y próxima a la esta- ción en donde,más tarde, se construyó un ferrocarril para llegar hasta la fal- da de Triano. En 1866 tenía dos altos hornos,uno con carbón vegetal, y otro con cok, y además, ocho hornos Chenot. Ocupaba a unas 500 personas. Ambas fábricas se desarrollaron notablemente a finales del siglo XIX.(134)

Las condiciones de vida de los mineros de Triano, localidad del País Vasco, eran pésimas. Tanto los barracones en los que estaban obligados a vivir estos operarios, como la comida que también estaban forzados a com- prar en las cantinas y tiendas propiedad de sus patronos, eran fruto de las más ácidas y corrosivas críticas.La prensa societaria no escatimaba pretexto alguno para dar a conocer las condiciones en que vivían los mineros y el ti- po de géneros alimenticios que consumían. Es más, por su crudeza, estos aspectos de la vida minera pasaron a formar parte de las primeras reivindi- caciones laborales, convirtiéndose en un mito del que ningún escrito que hiciera referencia a la historia de los montes de Triano podía sustraerse. La mala alimentación junto con la falta de las más elementales normas higié- nicas dio lugar a un gran número de enfermedades. (135)Así, en 1930 el articulista, escritor, ensayista y también edil socialista del Ayuntamiento de Bilbao Julián Zugazagoitia, describía de este modo las condiciones de vida de los mineros en torno a 1880:"Los mineros no tenían casa; se albergaban en los barracones de los capataces,en cubiles que los cerdos rechazarían; allí comían o se surtían de los géneros averiados y podridos de la cantina, adquiridos a precios que el capataz imponía". (136)

La variada alimentación de estos obreros, se componía de alubias, habas y garbanzos, de una ínfima ración de buen tocino americano,todo ello a un precio desorbitado. Se calculaba que un minero gastaría a diario de 3,5 a 4 reales diarios en su alimentación, cuando los jornales variaban de 10 reales mínimo hasta 17 reales máximo.La cantinela de la carestía de los ar- tículos de primera necesidad fue algo constante en todas las referencias al tema de la alimentación de los mineros de Triano y en general de todas las minas de carbón de España, la escasa variedad y pésima calidad de estos artículos también.La verdad es que los jornales no daban para más.Si al elevado desembolso que suponía la alimentación se añadía el coste no ya de la vivienda, sino del lugar donde dormir, los mineros tampoco tenían mucho margen donde escoger una dieta variada, acorde con sus necesidades nutricionales, aunque los proveedores se hubiesen esforzado en hacer llegar ma- yor selección y mejor calidad de alimentos hasta las cantinas.(137)

Las incipientes sociedades obreras consideraban que las deficiencias nu- tricionales de esta dieta eran consecuencia directa de la obligatoriedad que tenían los mineros de comprar en las cantinas de los barracones donde vivían. Sostenían que los géneros que allí se vendían, además de excesiva-mente caros, eran de pésima calidad. La solución a este problema, según estas asociaciones pasaba por eliminar el sistema de venta exclusiva en la zona minera y dar paso al libre comercio.

La huelga minera de Vizcaya empezó el día 13 de mayo de 1890 como reacción espontánea de los trabajadores por el despido de cinco de sus dirigentes. La huelga fue iniciada por un grupo de unos mil mineros; los restantes se unieron voluntariamente o mediante coacciones. (138)

Mientras tanto, las asociaciones obreras continuaban con sus denuncias y la huelga minera se extiende el 14 de mayo de 1890 convirtiéndose en un bastión para este tipo de reivindicaciones. A los gritos de ¡Abajo los cuarte- les!¡Fuera las tiendas obligatorias! ¡Viva la huelga! ¡Ocho horas de trabajo! ¡Viva la zona minera! ¡Mueran los burgueses!. Sin duda alguna, se mostraba claramente la capacidad de cohesión que debido al mal estado de los alimentos que se veían obligados a consumir y a la retención de parte de su salario para pagar la barraca en la que se hospedaban. Estas eran las reivin- dicaciones más repetidas y más utilizadas por los mineros y también por muchos obreros de las fábricas vizcaínas. (139)

Al llegar los huelguistas al cruce de la carretera de Portugalete,unos 50 ó 60 forales y guardias civiles de la localidad,a los que rápidamente se les sumarían dos compañías más de refuerzo,les impidieron el paso.Se produjo un enfrentamiento entre las fuerzas del orden público y los 10.000 mineros allí concentrados,ofreciendo aquella masa de hombres un cuadro imponente

Al día siguiente, a los mineros en huelga se les unieron los obreros de Altos Hornos y también, el 16 de mayo, numerosas fábricas de Bilbao: Olaveaga, fábricas de la ría y muelles de carga y descarga. (140)Al final, los representantes de los obreros pudieron reunirse con el general Loma, quien visitó los barracones de los mineros, quedando asqueado por tales habitáculos,comentando: "estas casas no son ni para cerdos".(141)

La huelga minera de 1890 se saldó con la abolición de los cuarteles y tiendas obligatorias. Los de la patronal decían, no sin cierto cinismo, que el conflicto alimenticio patronos-mineros había sido conjurado, sin embargo, nada estaba más lejos de la realidad.

A pesar de que la huelga de 1890 se saldó, en teoría, con la desaparición de las cantinas obligatorias, en la práctica los capataces se las idearon para que esta obligatoriedad continuara. Bajo la coacción del despido, los capa-taces indicaban a sus mineros que debían de realizar el gasto en las cantinas que regentaban. Además de ser un elemento de sumisión del minero ante el patrono, la cuestión alimenticia también se convirtió era un factor más de discordia entre los mismos mineros.Había quejas ante la docilidad de otros compañeros,que además de someterse a agotadoras jornadas de trabajo más allá del límite establecido por la ley, se dejaban robar en los comestibles, e incluso envenenarse por el mal estado en que éstos se encontraban. (142)

Las quejas ante la mala calidad de los comestibles era una constante y la Comisión nombrada el 1º de Mayo de 1896 en el frontón de Gallarta a la que se sumaron los Comités Socialistas de Bilbao, la Arboleda y Gallarta, publicaron un manifiesto dirigido a los trabajadores de Vizcaya en el que se encaraba abiertamente este asunto.

El abastecimiento de las tiendas de la zona minera se basaba en un mono- polio por el que el concesionario pagaba una renta anual a los patronos mi- neros. En 1896 este monopolio recaía sobre un comerciante de Bilbao ape- llidado Padró, quien abonaba a los propietarios mineros, los Sres. Zaballa, 14.000 pts anuales para mantener su exclusividad en el abasto. Las minas no eran, para nada, un mercado desdeñable, habida cuenta su cuantiosa población que oscilaba entre los 25.000 y 27.000 trabajadores. (143)

A los precios abusivos y a la venta de productos adulterados y en mal estado, se añadían las quejas por las irregularidades en pesos y medidas. Las asociaciones obreras tildaban a los reconocimientos que las autoridades realizaban sobre este particular como puras pantomimas. Por lo tanto, ¿Có-mo pedir responsabilidades a las autoridades de aquellos atropellos que ellas mismas debían de evitar?.

En junio de 1896 se estaban estudiando en las Cortes las reclamaciones de los mineros de Vizcaya.Reunidos varios representantes del Círculo Mi- nero en el Gobierno Civil de Vizcaya, manifestaron que en las minas que ellos regentaban no existían ni cuarteles ni tiendas obligatorias, pero sí en las minas de Matamoros y de la Reineta explotadas por otros propietarios. Los del Círculo Minero crearon una comisión que gestionaría, con estos úl-timos, la desaparición de barracones y tiendas obligatorias. Estas y otras medidas,como el crédito que votaron las Cortes en 1895 de cien mil pesetas anuales para vigilar el trabajo de las minas,se dilataban en su aplicación sin que llegasen a ejecutarse. (144)

En 1899, las asociaciones obreras consideraban que la zona minera era el sumidero donde iban a parar todos los géneros podridos del comercio de Bilbao, y como a los obreros no se les vendía otra cosa, no les quedaba más remedio que comérselos. Un ejemplo, en septiembre de este año, la Dire-cción de Sanidad del Puerto de Bilbao inutilizó 2.660 kilos de bacalao y 126 cajas de tocino que se hallaban en putrefacción y cuyo destino eran las minas de Triano, en Vizcaya. Los patronos mineros utilizaban todos los medios posibles para defenderse de estos ataques. Uno de ellos, el señor Alonso Allende, también concejal del Ayuntamiento de Bilbao, decía tex-tualmente en un pleno de este consistorio: "Los mineros (patronos) no explotan a los obreros, al contrario, lo que hacen es darles de comer".Indig-nados por estas declaraciones, algunos concejales calificaron las palabras de Allende como una "desvergüenza". Consideraban estos últimos que nin-guna explotación eran tan odiosa como la de las minas, puesto que los atro- pellos laborales, la cuestión de las tiendas obligatorias y los altos precios y mala calidad de los comestibles que expedían, conducían a los mineros a llevar una vida de esclavos. Todavía quedaba camino para los mineros con- siguiesen la ansiada libertad de comercio a precios asequibles y el acceso a unos géneros cuya calidad no se pusiese en entredicho. (145)

Durante el siglo XIX los mineros asturianos eran gente que poseían tierras que ellos mismos cultivaban, y así tenían independencia sobre los patronos. Tras la revolución de 1868 grupos de demócratas comienzan a

difundir las ideas de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) y en 1871 aparece en Mieres la primera federación local. Durante los años 1873, 1879, 1884, 1887 y 1888 se suceden las huelgas en las comarcas del Caudal y del Nalón. En mayo de 1890 se produce la primera huelga general que dura dos semanas para reclamar la reducción de la jornada de 12 horas y un aumento de los salarios. (146)

España nunca dispuso de grandes mercados, ni internos ni externos. Las escasas y malas vías de comunicación, desde la periferia hacia el interior de la Península dificultaba las actividades comerciales. A ello se añade,a partir de 1861,la dependencia de nuestra incipiente industrialización de las eco-nomías francesa y británica. A lo largo del siglo XIX las exportaciones a ambos países oscilaron entre el 45 y el 70 %, (básicamente productos agrícolas) y las importaciones entre el 35 y el 60% (manufacturas).

Lo mismo puede decirse de la dependencia provocada por las grandes aportaciones de capitales franceses e ingleses a la economía española, que resolvieron la escasez de capitales que dificultaba el desarrollo español. Gran Bretaña fue el principal proveedor español de maquinaria, bienes de equipo y combustible y constituyó el principal mercado de nuestros productos mineros y metalúrgicos. En definitiva, las economías francesa e in-glesa funcionaron como motor para la industrialización española; cuando estas economías relentizaron su crecimiento, especialmente a partir de1873, la economía española, dada su dependencia, se resintió gravemente. (147)

El crecimiento de la producción agraria en el XVIII y la elevación de precios agrarios posibilitó la acumulación de capitales, que en muchos ca-sos serían invertido en la creación de fábricas de "indianas"(nombre que re- cibían los tejidos de algodón) o en bienes raíces (propiedades).El desarrollo de esta producción fue posible por la protección que los fabricantes obtu- vieron de la Corona. La prohibición de importar hilados y tejidos de algo- dón reservó el mercado interior a los fabricantes catalanes. Más adelante consiguieron también el control del mercado colonial a cambio de proveer- se con materia prima producida en las colonias.

La situación de la economía española a comienzos del siglo XIX, recién concluida la guerra de la Independencia, es desastrosa ya que dejó al país en clara penuria económica y social. La sociedad era eminentemente agra-ria y la propiedad de la tierra estaba en manos de unos pocos. La exporta-ción no estimulaba la producción interior y todavía existía un claro desprecio a los trabajos manuales. La guerra de la Independencia supuso, pues, un duro golpe para esta industria. Además durante este período la pérdida de las colonias continentales privó al sector de importantes mercados. (148)

A pesar de todo, la moderna industria española dará sus primeros pasos en el Sur,en Andalucía.En 1826,Manuel Agustín Heredia, formó una socie- dad para explotar una mina de hierro, cerca de Marbella,dicha factoría se proponía la obtención de flejes y planchas para producir toneles. Como el mineral de hierro de Ojén presentaba dificultades a la fusión, por ser muy magnético, por el método tradicional,se adoptó el método inglés, obtención del lingote al carbón vegetal, en Río Verde (fábrica "La Concepción"), afinado y laminado a la hulla en la playa de Málaga (fábrica "La Constancia"). Estos altos hornos fueron los primeros, con fines civiles,instalados en España. Debido a la Primera Guerra Carlista, se paralizaron las forjas del Norte de Andalucía, desviándose la demanda hacia las fábricas del Sur, incluida la fábrica "El Pedroso", estas fábricas aportaron, en 1844, el 72% de toda la fundición española. (149)

En 1848 comienza a funcionar el primer alto horno de coque, y en 1855 se funda la sociedad Maquinista Terrestre y Marítima, dedicada a la indus-tria mecánica. El proceso de industrialización va unido a una concentración geográfica intensa. Cataluña atraerá a una gran cantidad de inmigrantes.En el norte se ubicará la industria del carbón, del hierro y del papel.

El sector industrial consiguió superar, poco a poco, todas estas dificul-tades, y entre 1830 y 1860 adquirió su madurez. Durante este período se produjo la modernización y mecanización del sector, consecuencia de:

a) El encarecimiento del factor trabajo, provocado por las pérdidas demo- gráficas originadas por la guerra.

b) La disponibilidad de capitales debido a la repatriación de fortunas tras la pérdida de las colonias continentales americanas.

La mecanización afectó sobre todo a la fase del hilado.Dicha mecanización exigía disponer o bien de energía hidráulica o bien de proximidad a los puertos, que no encareciese excesivamente el carbón necesario para las má-quinas de vapor. Así, las nuevas industrias se fueron concentrando en torno a Barcelona, Tarragona y en el Bajo Llobregat y el Vallés occidental. (150)

A partir de 1880 el sector se enfrentó a una crisis que se prolongó hasta 1913. Dicha crisis se relaciona con la dependencia del sector del manteni- miento de una política proteccionista de reserva del mercado interior. En los años 80 España firmó sendos tratados comerciales con Francia y Gran Bretaña (1882 y1886), que reducían los aranceles con los que las manufacturas de estos países entraban en España, a cambio de facilitar las exporta- ciones agrarias españolas a esos países.Los fabricantes nacionales intenta- ron paliar la situación consiguiendo del gobierno ventajas en los mercados antillanos. Tras la pérdida de los últimos enclaves coloniales, en 1898 los textiles españoles pudieron mantener por algún tiempo sus posiciones debi-do a la baja cotización de la peseta. Pero a partir de 1904 la decadencia fue imparable. El principal problema fue la pobreza del mercado interior. (151)

Entre las causas por las cuales España se retrasa en la incorporación de nuevas técnicas propias de la revolución industrial son múltiples. A una relativa escasez de productos naturales, se une una carencia muy acusada de espíritu empresarial, con un pobre mercado interior y una falta de recursos reales para financiar el proceso de industrialización con unas técnicas que tienen que importarse.

Las características de la industrialización española se podrían sintetizar en las siguientes:

A)Fuerte regionalización de los grupos industriales.

B)Dependencia de la expansión de tales grupos -a excepción de la industria textil – de las iniciativas o de las inversiones extranjeras.

C)Eliminación de la competencia extranjera gracias al principio de merca-do reservado y la aplicación de altas tarifas aduaneras.

D)Dependencia del extranjero por lo que se refiere a utillaje e innocaciones tecnológicas.

E)Sumisión de la industria a las fluctuaciones de la actividad agrícola del país, principal fuente de riqueza del mismo, hasta pleno siglo XX. (152)

Nos hallamos ante un caso típico de industrialización tardía en un área mediterránea con escasa densidad demográfica, defectuoso reparto del sue-lo agrícola, débil capacidad de consumo, bajo nivel técnico y notoria deficiencia del sentido económico moderno. (153)

Podemos apreciar distintas etapas en el proceso de industrialización de España. Partiendo de los contratiempos de la guerra de la Independencia y otras sublevaciones que ocasionaron un claro estancamiento industrial de 1808 a 1830; a partir de este momento hasta la llegada del Bienio Progre- sista (1854-56) tuvo lugar el comienzo de la nueva industria, en especial de la textil y la del hierro apoyado, todo ello, por la política arancelaria. En el primer período (1830-1861) se produce el arranque de la industrialización española. El segundo período (1861-1913) se inicia con la gran crisis de los años sesenta. Después se produjo un fuerte crecimiento (1871-1875), para disminuir con posterioridad. El crecimiento en los últimos decenios del si- glo XIX fue constante, aunque lento. Entre 1831 y 1861 el crecimiento industrial español fue considerable. A partir de este último año experimenta una desaceleración. La misma debe relacionarse con la frustración de las expectativas levantadas por las inversiones realizadas en la década (1854-64), especialmente las inversiones ferroviarias. El fracaso de dichas inversiones estuvo relacionado con el limitado mercado interior español. (154)

Las inversiones extranjeras, en España, cobran verdadera importancia en el decenio entre 1850-1860. En 1914 quedaron prácticamente cerradas. En una primera fase, hasta el decenio de 1870, los sectores preferidos del capital extranjero fueron el ferrocarril y la minería.

La Ley de Sociedades de Crédito de 1856 permitió que se establecieran en España tres grandes instituciones: el Crédito Mobiliario Español, que originaría la compañía de los Caminos del Hierro del Norte de España, per- tenecía al grupo francés de los Pereire. La Sociedad Española Mercantil e Industrial, del grupo financiero de los Rotschild, participaría en la creación de la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante. Tam- bién la Compañía General de Crédito de España, del grupo financiero de los Prost, participaría en otras varias compañías de ferrocarriles. Gracias a las sociedades mencionadas, en el año 1868 la inversión en este sector descendió mucho, y a partir de 1882 la participación extranjera fue menor. De las inversiones el 60% provenían de la economía francesa. (155)

El capital,sobre todo inglés y francés,en la minería llegó gracias a la Ley de Bases de marzo de 1868, por la que se podían conceder, como hemos visto, minas a perpetuidad, tanto a nacionales como a extranjeros, mediante el pago de una cantidad al Estado.El ritmo de inversiones extranjeras disminuyó considerablemente a partir de 1882. Las inversiones extranjeras en España en 1914 totalizaban unos 4.500 millones de pts. En los ferroca- rriles, minería y servicios públicos,3.500 millones,y unos 1.000 millones en deuda exterior del Estado. (156)

El desarrollo de la siderurgia en España estuvo condicionada, hasta fines del siglo XIX, por las limitaciones de la demanda,que se da básicamente en tres sectores: sector agrario, industria y sector transportes.Posteriormente,el fortísimo incremento de la demanda,desde el segundo tercio de la centuria, no fue contrarrestado por un desarrollo paralelo de la oferta siderúrgica. En 1879 España produjo menos de 70.000 Tm de hierro colado, frente a un consumo de unos 285.000 Tm. (157)

Pero sin lugar a dudas el principal demandante de productos siderúr-gicos en los procesos de industrialización del XIX fue el ferrocarril. Las expectativas despertadas a fines de los cuarenta y comienzo de los cincuen-ta se vieron defraudadas por la Ley de 1855. El artículo 20 de la Ley de Fe-rrocarriles de 1855 establecía la devolución a las compañías de ferrocarriles de los aranceles pagados por la importación de hierro, maquinaria, material móvil, etc. Se importó más del doble de lo que se producía en España. En 1865 se pone fin a la exención arancelaria. Esta medida animó a los pro- ductores nacionales. (158)

Las tres zonas de producción siderúrgica más importantes en España a lo largo del siglo XIX fueron: Andalucía, Asturias y el País Vasco. Tanto en Andalucía como en el País Vasco existían yacimientos de hierro, mien-tras que el carbón se encontraba en relativa abundancia en Asturias.Amedidados de siglo, período en que se intenta crear una siderurgia en Astu-rias, el proceso de fundición y refino requería grandes cantidades de com-bustible, por lo que resultaba más rentable transportar el mineral de hierro a las zonas donde existía carbón. (159)

Las mejores técnicas de la segunda mitad del XIX redujeron sensiblemente las cantidades de combustible necesario, por ello resultó más renta-ble instalar los altos hornos en zonas donde abundaba el hierro, como el País Vasco, y transportar hacia allí el combustible. (160)

La siderurgia andaluza acabó desapareciendo por la competencia que representó la siderurgia asturiana. El predominio de la siderurgia asturiana en el período 1860-70 se debe a la reducción de los costes que suponía la proximidad a los yacimientos de hulla.

A la hegemonía andaluza le sucedió, la preponderancia asturiana por espacio de unos quince años, de 1865 a 1879.La aparición de la siderurgia asturiana coincide con el período en que se empezaba a discutir la necesidad de dotar al país de un ferrocarril.En la región asturiana la primera fábrica que entró en funcionamiento fue la de Mieres, en 1848,construida por una compañía británica. Se mantuvo en funcionamiento tan sólo un año. En 1852 de nuevo entró en funcionamiento, ahora con capital francés. (161)

A partir de mediados del S. XIX, la población asturiana experimenta un fuerte crecimiento demográfico llegando, en 1897 a la cifra de los 612.863 habitantes, es decir, el 3,40 % del total de la población española en aquel momento, mientras que actualmente es inferior al 2,5% (162). Entre 1860 y 1885, Asturias, era la primera región española en cuanto al volumen de producción de hierro, aunque la hegemonía asturiana acabó a mediados de los 80 debido a una grave crisis industrial,que fue paliada, poco a poco,gra- cias a la recuperación económica general, al proteccionismo arancelario, a la concentración empresarial y a los acuerdos que las fábricas siderúrgicas establecieron para evitar las guerras de precios. (163)La industria siderúr- gica asturiana no disponía de minerales de hematites adecuados para la fabricación de acero como Vizcaya, de ahí la notable diferencia entre estas dos regiones en cuanto a la producción de hierro y acero a fines del S.XIX. Entre 1897 y 1900 la producción de hierro en Asturias era de unas 52.000 toneladas anuales, mientras que en Vizcaya superaba las 200.000. (164)

El desarrollo de la siderurgia vasca se halla relacionado con los avances técnicos experimentados por la siderurgia y en especial por la introducción de los convertidores Bessemer. Estos avances permitieron reducir las canti-dades de combustible empleadas en el proceso de fabricación y, por otra parte, revalorizó los yacimientos férricos vizcaínos. Ello provocó un rápido incremento de las exportaciones de mineral hacia Inglaterra. Desde 1878 la llegada de coque galés a Bilbao como contrapartida de los envíos de mine-ral de hierro abrió la puerta al esplendor vizcaíno. En 1879 se puso en marcha la fábrica San Francisco,en Sestao.Cuatro años más tarde de la mis- ma salía el 45,4% de la producción nacional.Así en 1882 surgieron"La Vizcaya" y "Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero". Más tarde, en 1888, surgiría la Iberia.Estas tres fábricas acabaron fundiéndose en 1902 en Altos Hornos de Vizcaya. La consolidación de la siderurgia vasca, a fines del XIX y comienzos del XX, tuvo lugar gracias a la legislación proteccionista y a la depreciación de la peseta, que encarecía las importaciones. (165)

La transformación de la industria harinera se debió a la introducción del método"austrohúngaro",que sustituía las piedras y muelas de antaño por un sistema de varios pares de cilindros. Éste método mejora notablemente la calidad de las harinas. Los cilindros convirtieron a Cataluña en potencia harinera al permitirle una especialización inédita hasta entonces. También se desarrolló la producción oleícola hacia el consumo humano e industrial y el desarrollo de la industria conservera(166)

En el sector de los aceites, el progreso fue acompañado de mejoras técnicas, como el recurso creciente de energía del vapor para mover las mue-las y prensas. La aparición de productos sustitutivos del aceite para usos industriales en los mercados mundiales a partir de 1870 obligó a reorientar la producción hacia la alimentación humana. En España la producción de aceite se centra en dos regiones: Andalucía y el noroeste: Aragón, Valencia y Cataluña. Las innovaciones se adoptaron sobre todo en esta zona donde existía una mayor concentración empresarial. (167)

España, en el S. XIX inició su desarrollo en el sector conservero. En 1820 se pusieron a punto nuevas técnicas de conservación de alimentos, consistente en la esterilización y el envasado hermético. Se desplaza así a los antiguos salazones. La implantación de estas técnicas se remonta a 1828 (Gijón) y 1836 (A Coruña), pero la aplicación a escala industrial no se llevó a cabo hasta 1880 debido a múltiples factores, tales como la falta de capitales, sólo disponibles cuando conserveros catalanes se instalaron en Galicia.; la fabricación de hoja de lata se inició en Gijón en 1881con grades dificultades de comercialización debido a la ausencia de medios de trans-porte (el enlace ferroviario que posibilitaba la llegada de las conservas al mercado no estuvo disponible hasta 1883). (168)

A fines del XVIII España era un exportador de barrilla o sosa natural.El desarrollo del sector minero, impulsado por la Ley de Minas de 1868, facilitó la aparición de un sector dedicado a la fabricación de explosivos. En 1872 se creó la Sociedad Española de Dinamita y se desarrolló la fabri-cación de abonos químicos. Esta industria se localizó a lo largo del Medi-terráneo, desde Huelva hasta Cataluña. (169)

En Barcelona se montó la primera central eléctrica en el año 1873.Antes del año 1914 se habían constituido a través de importantes sociedades anó-nimas, Iberduero, Hidroeléctrica Española, Barcelona Traction y la Unión Eléctrica Madrileña, las compañías eléctricas que dominarían el mercado nacional y la historia de dicho sector hasta la actualidad. Incluso tuvo lugar un incipiente comienzo de la industria del automóvil con la empresa His- pano Suiza (1904). (170)

Desde el punto de vista del movimiento social existen en esta época, finales S.XIX, en Asturias, dos tendencias políticas, dentro del movimiento obrero enfrentadas, la socialista con implantación mayoritaria en Oviedo y en las cuencas mineras, y la anarquista con su mayor implantación en Gijón y La Felguera. En 1892 se funda en Oviedo la primera agrupación socialis- ta de Asturias y en 1897 las de Mieres, Sama de Langreo y Turón. (171)

A partir de 1880, en España, como en el resto de Europa, los gobiernos empezaron a intervenir y a regular las relaciones económicas y laborales. Se regula el trabajo infantil, se crean barrios para obreros… pero no va a ser hasta las primeras décadas del S.XX cuando se regulen las condiciones laborales y la negociación colectiva de manera definitiva. (172)

El domingo 4 de mayo de 1890 se celebra, por primera vez,el primero de mayo en España. La manifestación más importante fue la de Madrid, con un mitin en el Liceo Rius en el que asistieron unos 2.000 obreros que escucharon los discursos de varios oradores, entre ellos, a Pablo Iglesias, cuya alocución acabó "excitando a todos los trabajadores a no descansar un instante hasta alcanzar su ansiada emancipación…" (El Socialista, 9-V-1890). Tras el mitin, la manifestación se dirigió hacia la Presidencia del Consejo para presentar a Sagasta sus reivindicaciones entre ellas la reducción de la jornada laboral a 48 horas semanales. La manifestación iba encabezada por el fundador del PSOE y UGT, Pablo Iglesias. (173) Por el trayecto fue creciendo el número de manifestantes, hasta alcanzar los 40.000, según la Unión Católica, cifra que redujo El Socialista a 30.000.

En Barcelona los acontecimientos se produjeron de forma más conflicti- va. En las reuniones previas al 1 de mayo, los socialistas habían consegui- do el apoyo de numerosas Sociedades Obreras para su postura favorable a la manifestación y contraria a la huelga general; sólo tuvieron que ceder en la fecha, abandonando su propuesta inicial del día 4 para ajustarse a la fecha fijada intemacionalmente. Pero el sector anarquista no había sido derro- tado y mantenía sus intenciones radicales,que acabaron desbordando el mu- ro de contención socialista. (174)Desde la mañana del día 1, el paro fue prácticamente total: "Ni coches,ni tranvías, ni fábricas,lo mismo en el puer- to que en las estaciones férreas, que en el comercio, los negocios,los pequeños y los grandes talleres; todo cesó, invadiendo la vía pública las clases sociales todas, impresionadas vivamente por hallarse frente afrente de lo desconocido, y atentas en observar el desarrollo de los acontecimientos". El mitin fue convocado en el Teatro Tívoli,bajo la presidencia de Antonio García Quejido, máximo dirigente en aquel momento de la Unión General de Trabajadores; al acabar,a las diez y cuarto de la mañana,los manifestan- tes (en número de 100.000,según El Socialista,o de 20.000,según el cálculo de J. Ferrer) se dirigieron en marcha ordenada hacia el Gobierno Civil para entregar las conclusiones ya mencionadas. (El Socialista, 10-V-1890)

Las manifestaciones que tienen lugar el 1ºde Mayo de 1890 en la provin- cia de Alicante se encuentran claros comportamientos societarios que lleva- ron a cada municipio a escoger su opción reivindicativa, como ponen de manifiesto las variaciones en la fecha y forma para llevarlas a cabo. En la ciudad de Alcoy,dónde frente a la postura de los socialistas que querían ele- var sus peticiones a las autoridades en ordenada manifestación, la protesta adquiere tintes insurreccionales, haciéndose fuerte desde el enclave de la partida del Molinar, lugar en que ondeó la bandera de la sociedad de anarquistas durante más de una semana. (175)

No obstante, el día más destacado fue el lunes 5 de mayo de 1890,cuan- do cerca de 2.000 trabajadores reivindican en manifestación la jornada la- boral de 8 horas y claman por la huelga general. La ciudad de Alcoy fue ocupada militarmente por las tropas del Regimiento Vizcaya, y reforzada con Guardia Civil llegada desde Alicante. Los actos de protesta se manten- drían hasta hasta constatarse el fracaso de la movilización a nivel mundial, no sin haber dejado antes clara su irreductibilidad. " ¿Qué se dirá de los tra- bajadores de Alcoy, que una vez precipitada la lucha nos pusiéramos a trabajar sin haber conseguido nuestra demanda de 8 horas por jornada,y más pedida por todos los obreros del universo?. Antes de llegar a ese paso, que se abra la tierra y perezcamos todos en sus ruinas, y de esta manera sal- vaguardar nuestra dignidad de hombres y de trabajadores". (176)

La clase social predominante en España, en ese momento, era la de los campesinos ya que constituían la mayor parte de la población activa espa- ñola. El 80 % no era propietario de sus tierras o su propiedad era tan peque- ña que no le permitía subsistir. (177)

Una parte del campesinado trabajaba las tierras de los propietarios agrí- colas, en régimen de arrendamiento. Un grupo debía emplearse por un jor- nal.Eran los jornaleros o mozos.Su número no solo no bajó en el siglo XIX, sino que aumentó pasando de 3.600.000 a 5.400.000. (178)

Las condiciones de vida de esa población eran muy precarias. Sus salarios eran escasos y estaban sometidos a la arbitrariedad de los amos. Privados de las tierras comunales, no podían aprovecharse de recursos como leña, pastos o caza para sobrevivir. Esto explica las revueltas cam-pesinas ocurridas durante todo el siglo y muy especialmente en el último cuarto del S. XIX, por parte de grupos anarquistas. (179)La FRE, ya en 1877, proponía que se realizara una huelga general de todos los oficios, cuyo objetivo fuera reducir la jornada laboral a un máximo de 8 horas diarias. Consecuentemente, en 1890, convocarían a la huelga general.

Los socialistas españoles, por el contrario, en lugar de realizar una huelga general, veían de mayor grado que se propusiera el desarrollo de huelgas de oficio a nivel local. Pablo Iglesias sostenía que, en aquel momento, la tarea prioritaria del proletariado era organizarse y educarse. (180)

Probablemente ningún otro pronunciamiento sobre la cuestión social haya tenido tantos lectores o ejercido tan amplia influencia como La Encí-clica Rurum Novarum del Papa León XIII. Esta Encíclica ha inspirado una vasta literatura social católica al tiempo que muchos no católicos la han aclamado como una de las obras más juiciosas y decisivas que se hayan es- crito nunca sobre el tema. (181)

Un sector de la Iglesia española inspirada por esta Encíclica intentará mejorar las condiciones de vida del campesinado español ideando varias alternativas dentro del movimiento obrero, vinculadas a las actividades agrarias como fueron la fundación de Cooperativas, Sindicatos y Cajas.Uno de sus ideólogos fue Severino Aznar, quien desde el año 1896 publicó una serie de artículos sobre el tema. En 1906 fundó "La Paz Social", organismo que estimuló la fundación de sindicatos católicos agrarios y cajas rurales.

En Murcia,con la finalidad de prevenir los conflictos sociales entre arrendatarios-jornaleros y los propietarios que se estaban propagando por la huerta debido a los efectos de la crisis finisecular, Nicolás Fontes Álvarez de Toledo, miembro de una de las viejas familias de la nobleza murciana y preocupado con la usura en el campo, después de estudiar los modelos de cooperativas de crédito alemanes e italianos, organizó un conjunto de bases que lo llevaría a fundar en 1891, una de las primeras cajas rurales en las localidades de Jabalí Viejo y la Ñora. Se trató de la Caja Rural de Ahorros, Préstamos y Socorros, formada mayoritariamente por los estratos más bajos del campesinado, la principal clientela de los usureros. (182)

Nicolás Fontes se basó en diferentes fuentes del catolicismo social alemán para la creación de este sistema:movimiento raifeisianista alemán,textos del catolicismo confesional y en la Carta Encíclica del Papa León XIII, Rerum Novarum, que versaba sobre las condiciones de los obreros; lo cual lo llevó a darle, además de una finalidad económica, otra ética-social. Dirigidas por los párrocos de cada localidad, las Cajas Fontes pretendían, a tra-vés de sus actuaciones,evitar los conflictos entre propietarios y trabajadores agrícolas y frenar así la difusión de las ideas socialistas y anarquistas. (183)

Sin embargo, de acuerdo con Mariano Ruiz (1983, p. 254) sus ventajas eran muchas.Además de atender a los préstamos que necesitaban los socios los libraba de la usura suministrando artículos de primera necesidad ven-didas a precio de coste, organizaban cooperativas de consumo y facilitaban la adquisición de casas para los socios, mediante el pago de su importe en plazos. El modelo se expandió rápidamente, alcanzando en 1898 un total de 2.350 socios y en 1901,5.436 en 12 localidades,aunque,según Susana Mar- tínez Rodríguez y Ángel Pascual Martínez Soto, no consiguieron que el catolicismo social las acogiese como sistema de referencia para fundar o- tras cooperativas de crédito, limitándolas al ámbito murciano.

En Extremadura, concretamente en la provincia de Badajoz, en período anterior a la fundación de las primeras cooperativas católicas, el director de la sucursal del Banco de España, Tomás Marín, inició una experiencia coo- perativa que tenía mucho en común con las Cajas Raiffeisen. Su estatuto,

según Juan Reventós, regulaba el crédito,especificando como objetivos la compra de maquinaría,semillas, abono,elaboración y venta en común de los productos agrícolas; también se esbozaba las funciones propias de un sindicato agrícola varios años antes de la promulgación de la Ley de 1906.

Aunque existían algunos precedentes legislativos como el Decreto de 20 de octubre de 1868, el Código de Comercio de 1885 y la Ley de Asociacio-nes de 1887, las primeras cooperativas agrarias solo pudieron acogerse a la Ley de Sindicatos Agrícolas de 30 de enero de 1906. (184)

Esta ley tuvo como finalidad transformar los sindicatos agrícolas en instrumentos de asociaciones particulares y del Estado, por lo cual tuvo un efecto decisivo sobre el crédito agrario. Siguiendo el modelo francés, fue el primer intento coordinado de encauzar legislativamente una rama del mo-vimiento cooperativista español, y la primera norma jurídica del coope-rativismo agrario en España, con una clara influencia de la Iglesia Católi-ca. Aunque con cierto retraso, se trataba de trasladar a la realidad española, un gran movimiento innovador, ya consolidado en Europa, en el cual las ideas sociales y políticas de la Iglesia tuviesen un papel fundamental, con aportaciones personales importantes, entre las que destacan las del jesuita Antonio Vicent, en Valencia, y Luis de Chaves Arias en Castilla. José Luis del Arco Álvarez y otros la definen así: "Ley perfecta en su género,fue sa-ludada con alborozo, y el Padre Vicent dijo de ella que ni Carlos I ni Felipe II hubieron hecho más por la agricultura que Gasset (el ministro liberal que la firma) hizo con dicha ley."(185) A continuación describen sus caracte- rísticas, destacando sus aportaciones positivas de apoyo al campesino:

"Sólo ocho artículos contiene la ley. El primero enumera los fines de los Sindicatos Agrícolas. Y es curioso constatar que los siete primeros números de diez que relaciona han pasado literalmente al artículo 37 de la vigente Ley de Cooperación para definir las actuales Cooperativas del Campo.

En el artículo dos se regula la constitución de un Sindicato, reducida a la solicitud y registro en los Gobiernos civiles de cada provincia. Los tres siguientes artículos están dedicados al reconocimiento de la personalidad jurídica del Sindicato y a su régimen y gobierno. Los tres últimos artículos precisan las importantes exenciones fiscales y aduaneras que les otorga, previniendo, además, que el Ministerio facilitaría, gratuita y preferentemen- te,a los Sindicatos Agrícolas el uso de ejemplares selectos, semillas,plantas, máquinas y herramientas para el fomento de la agricultura y la ganadería. La esencia de la Ley estaba en las exenciones y privilegios concedidos a los Sindicatos Agrícolas, y con razón fue llamada Ley de Exenciones, ya que si se suprimen los artículos 6  y 7 queda prácticamente en nada." Y,concluyen afirmando que "al amparo de esta ley pudo desarrollarse el más pujante movimiento cooperativo y sindical en el agro".

Por su importancia en lo que se refiere a los subapartados siguientes, quiero comentar aquí el artículo 1 de la Ley de 1906,que consideraba sindi- catos agrícolas a las asociaciones, sociedades,comunidades y cámaras agrí- colas, definidos en la Base I: "Se consideran Sindicatos Agrícolas, para los efectos de esta ley,las asociaciones formadas por personas dedicadas a cua- lesquiera de las profesiones agrícolas o interesadas de una manera directa en el mejoramiento de la agricultura,de la ganadería o de los productos del cultivo, sean propietarios, arrendatarios, aparceros o simples braceros".

Los fines estaban establecidos de la siguiente forma:

1º.Adquisición de aperos y máquinas agrícolas y ejemplares reproductores de animales útiles para su aprovechamiento para el Sindicato.

 2º.Adquisición para el Sindicato, o para los individuos que lo formen, de abonos, plantas, semillas, animales y demás elementos de la producción y el fomento agrícola o pecuario.

 3º.Venta, exportación, conservación, elaboración o mejora de productos de cultivo o de ganadería.

 4º.Roturación, explotación y saneamiento de terrenos incultos.

 5º.Construcción o explotación de obras aplicables a la agricultura, la ganadería o las industrias derivadas o auxiliares de ellas.

 6º.Aplicación de remedios contra las plagas del campo.

 7º.Creación o fomento de institutos o combinaciones de crédito agrícola (personal, pignoraticio o hipotecario), bien sea directamente dentro de la misma Asociación, bien estableciendo o secundando Cajas, Banco o Pósi-tos separados de ella, bien constituyéndose la Asociación en intermediaria entre tales establecimientos y los individuos de ella.

 8º.Instituciones o cooperación, de mutualidad, de seguro, de auxilio o de retiro para inválidos y ancianos, aplicadas a la agricultura o a la ganadería.

 9º.Enseñanzas, publicaciones, experiencias, exposiciones, certámenes y cuantos medios conduzcan a difundir los conocimientos útiles a la agricultura y la ganadería y estimular sus adelantos,creando o fomentando institu- tos docentes, facilitando la acción de los que existan o el acceso a ellos.

 10º.El estudio y la defensa de los intereses agrícolas comunes a los Sin-dicatos y la resolución de sus desacuerdos por medio del arbitraje.

La Ley de 1906 tuvo un papel fundamental en la organización sindical de las primeras décadas del siglo XX. Además de establecer las normas que orientaron los sindicatos, incentivó la modernización del campo, aunque, como veremos a continuación, también favoreció la influencia de la Iglesia Católica en el proceso de expansión de los sindicatos rurales. (186)

Creadas en 1890, las Cámaras Agrícolas incentivadas por el Estado y organizadas por líderes locales y regionales tenían como meta dar al mundo rural una apariencia de unidad y evitar que los trabajadores rurales pusiesen en peligro el status quo mantenido por sus principales impulsadores: el Estado liberal y la oligarquía rural. La concesión de préstamos pretendía obtener el control político sobre los pequeños agricultores. (187)

El Real Decreto de las Cámaras Agrícolas tenía como objetivo fomentar la agricultura a través de estas asociaciones, que se convertían en órganos consultivos del Estado. Para eso, dichas Cámaras podían desarrollar fun-ciones consultivas y de fomento así como también cooperativas. (188)El Real Decreto iba dirigido a los grandes propietarios que se transformaron, al mismo tiempo, en líderes del movimiento asociativo agrario y en inter- locutores de los poderes públicos. Debido a esto,un gran número de asocia- ciones de propietarios y de trabajadores se convirtieron en Cámaras Agrí- colas o se integraron a ellas.

Su expansión fue una respuesta de los propietarios a la situación de crisis en que se hallaba sumido el mundo rural a finales del siglo XIX. Su objetivo era la movilización de los propietarios en defensa de los intereses del sector agrario ante el gobierno y frente a otros sectores. Las principales actividades que realizaron fueron el suministro de insumos agrícolas así como la difusión de conocimientos y prácticas agrícolas. Acompañadas de otros servicios, como la compra colectiva de aperos y maquinaria agrícola para el uso de los socios. Esas actividades contrastaron con el desarrollo insignificante que tuvo el crédito agrícola.(189)

Sobre este tema las investigaciones de Jordi Planas señalan que mientras los servicios cooperativos tendían a favorecer en mayor medida al pequeño campesino, en lo que se refiere a minimizar los riesgos de la aplicación de innovaciones y reducir los costes de los imputs, las Cámaras Agrícolas pre-tendían el mantenimiento de las jerarquías del mundo rural, articulando los grupos rurales y legitimando la posición de los grandes propietarios. Para dicho autor, esta fue la probable causa de la minoritaria adhesión de los campesinos a las Cámaras Agrícolas, casi siempre limitada a los grupos más próximos a los grandes propietarios. Por su carácter elitista y su estructura poco adecuada al desarrollo de las funciones cooperativas, no resultaron atractivos a la mayor parte del campesinado.

La falta de una institución oficial que atendiese las necesidades de los agricultores hizo que surgiesen diversas iniciativas privadas, teniendo como protagonista al prestamista. La Iglesia, que intentaba conseguir mayor in- fluencia en las zonas rurales, se aprovechó de esta situación y de la insti- tución de la  Ley de Sindicatos Agrícolas de 1906,para expandir su influen- cia en el medio rural. Para esto, en una época en que la palabra sindicato no tenía el significado profesional que adquirió después, instituyó los denomi- nados "Sindicatos Agrícolas Católicos" y las Cajas Rurales. Tanto a través de los "sindicatos",instituciones que en Alemania,Italia y otros países europeos se llamaron cajas rurales, cooperativas agrícolas y gildas;como por medio de las Cajas Rurales,la Iglesia preconizó la defensa de los pequeños campesinos contra los usureros, la eliminación de los conflictos agrarios y la lucha contra la influencia del socialismo y del anarcosindicalismo. (190)

Para desarrollar este movimiento fue fundamental la participación de los párrocos.Posibilitó que dicho movimiento,bajo la inspiración de la Doctrina Social de la Iglesia, se desarrollase a comienzos del S. XX.A esto contribu- yeron, fundamentalmente,la encíclica de León XIII y la fundación del Ban- co León XIII. La encíclica, promulgada en 1891,al tratar de las condicio- nes de las clases trabajadoras, apoyó el derecho de éstos a la organización. La fundación del Banco León XIII, en 1902, trataba de facilitar préstamos a reducido interés a los obreros agrícolas.También, bajo la tutela de los obis- pados se organizaron campañas dirigidas a la formación técnica y práctica de los párrocos sobre cooperativismo. Esto se dio principalmente en Nava- rra y en las provincias de Castilla y León y de Castilla La Mancha. (191)

En este contexto, tanto los Sindicatos Agrícolas como las Cajas Rurales pasaron a actuar bajo el control de la Iglesia Católica, ya que las últimas eran el principal instrumento de crédito utilizado por campesinos afiliados a los Sindicatos Agrícolas Católicos. Es muy probable que si los Sindicatos Católicos no se hubiesen apoderado de las Cajas Rurales o bien si estas hubieran sido difundidas por progresistas,la difusión de éstos entre los cam-pesinos no habría sido tan amplia. Este es el principal motivo por el que el proceso de difusión tanto de los Sindicatos Católicos como de las Cajas Rurales no puede ser analizado independientemente el uno del otro.(192)En la primera época de la organización de estas instituciones, cuyo límite podría fijarse en 1912, con una época de cierto esplendor hacia 1909-1910, destacó especialmente el trabajo del padre jesuita Antonio Vicent (193) y del hacendado zamorano Luis Chaves.

La influencia del padre Antonio Vicent entre los campesinos fue tan grande que le cupo dirigir la propaganda a favor de los Sindicatos Agríco- las Católicos. En su obra "Reglamento para los gremios de labradores" previó, entre las funciones de la junta directiva de las asociaciones, la compra de semillas y herramientas, la venta los productos, la compra y la fabricación de abonos,de maquinaria y de almacenes,actividades todas marcadas con un fuerte espíritu cooperativo. En la segunda edición de su obra"Socialismo y Anarquismo" (1895) añadiría a las instituciones citadas, los Bancos de Crédito Personal o Bancos Agrícolas (Sistema Raiffeisen). Su trabajo influyó en la creación de varias cajas que a partir de 1906 se in- corporaron al movimiento social católico. El hacendado zamorano Luis Chaves Arias también realizó una intensa labor propagandística católica, creando, en 1901, la primera fundación en Zamora y escribiendo un libro sobre "Las Cajas Rurales de Crédito del Sistema Raiffeisen" (1906).

En la revista Liga Agraria,se publican, a partir de 1901,los artículos de F. de Reynoso,en los que defiende que el sistema alemán era el más útil para ser adaptado a España.La aplicación masiva de estas ideas se inició en 1904 en Navarra,con las fundaciones de Tafalla y Olite como pioneras. (194)

La puesta en marcha de las Cajas Rurales se produjo a partir de 1906 con la promulgación de la Ley de Sindicatos Agrarios. En su mayoría las Cajas se fundieron con los Sindicatos Agrícolas Católicos puesto que el catoli- cismo social español estuvo más centrado en el problema agrario que en el industrial, como revela su campaña,y posterior fusión con las Cajas al aprobarse la Ley de Sindicatos Agrícolas. Igualmente la Iglesia Católica podía beneficiarse de las exenciones fiscales previstas en dicha Ley de Sindicatos de 1906 que establecía que las asociaciones agrarias que tuviesen las carac- terísticas de un sindicato agrícola tenderían beneficios fiscales. (195)

Las Cajas Rurales eran cooperativas de crédito, de carácter confesional, aprobada por un consejo diocesano, dirigidas y administradas por un párro- co. Respecto a las actividades económicas, compraban abonos, semillas y ganados,y creaban cooperativas conserveras y bodegas en tierras vitícolas. Los recursos de que disponían las cajas rurales procedían de grandes pro- pietarios,de las contribuciones de los asociados,algunas veces de préstamos de los pósitos, del Banco de España y del Banco León XIII. (196)

Por otra parte varios obispos y sacerdotes españoles,a finales del S.XIX, se preocuparon de las cuestiones sociales, defendiendo a las clases sociales más pobres. Extraordinaria admiración despertó don José Mª Orberá y Carrión, obispo de la Diócesis de Almería de 1876 a 1886,por su inagotable labor con pobres,enfermos, niños y niñas, recogiendo a muchas jóvenes que vivían en la calle. (197)

El padre Vicent crea los Círculos Obreros con fines religiosos,instruc- tivos, recreativos y económicos. Entre los primeros estaba el conservar, arraigar y propagar las creencias religiosas, apostólicas y romanas. El fin instructivo era el de impartir conferencias o clases. Los fines económicos no tenían nada de reivindicaciones.En efecto había socios que no eran obre- ros, sino patronos y señoras protectoras. En todo caso,el fin económico se basaba en medidas de carácter cooperativo o de ayuda mutua: socorros para obreros enfermos,Cajas de Ahorros, tienda de abastecimientos,cocinas económicas, etc.En 1895 el padre Vicent había conseguido que sus Círculos de obreros fueran 169 y sus socios sobrepasaban el de 36.000,distribuidos entre las diócesis de Valencia,Tortosa, Barcelona y hacia el interior de la península. Por todo ello el padre Vicent ha sido considerado como el pa- triarca del catolicismo social en España,no obstante debido a las caracterís- ticas de estos Círculos Obreros, no podían servir para solucionar la proble- mática social de la clase obrera, hecho que él mismo comprendió. (198)

Otro insigne jesuita fue el P.Gabriel Palau. Inspirado en la Volksverein alemana y en los cursos sociales realizados desde 1892, impulsó la llamada Acción Social Popular, escuela de propagandistas,orientada más a formar cuadros políticos para un cristiano social que a una acción sindical. (199)

El sacerdote asturiano Maximiliano Arboleya fue un firme seguidor de la doctrina social de la Iglesia, bajo la influencia de la encíclica Rerum No-varum del Papa León XIII.Desplegó una intensa actividad política y sindi-cal, utilizando la prensa (fue asiduo colaborador y director de El Carbayón , donde desarrolló todo su pensamiento social , fundando varios periódicos, como El Zurriago Social o Justicia Social, la radio o la acción pastoral di-recta. Arboleya contó con el decidido apoyo del obispo Martínez Vigil, pero a la muerte de éste en 1905, se vio expuesto a los ataques del sector católico ultraconservador. Fundó varios sindicatos de obreros de la indus-tria y la agricultura, intentando mantener la independencia tanto de la pa-tronal como de la izquierda, lo que le obligó a superar numerosos obstáculos y la marginación en numerosas ocasiones. Dejó escritos una veintena de libros y folletos sobre sus aspiraciones y realizaciones sindicales. (200)

Cabe destacar, en este sentido, la importante labor social realizada por el dominico P.Gafo.Colabora en las revistas de su Orden: El Santísimo Rosario, de Vergara,Ciencia Tomista, de Madrid. Pretende armonizar las soluciones de los problemas sociales con los religiosos.Va a Madrid como redactor de Ciencia Tomista, máximo exponente de las teorías de la O.P., donde tiene a su cargo la sección "Crónicas Científico-sociales de España" y colabora en el "Boletín de cuestiones sociales". Intenta organizar a las masas obreras- cuyas condiciones, como también la de los campesinos,conoce tras recorrer España con tal propósito-, alejándolas por igual del mar- xismo y de las tácticas puestas en marcha por los sindicatos católicos.Con motivo de la huelga ferroviaria de 1912 el P. Gafo presta su concurso para que organicen el Sindicato Ferroviario de Madrid.En febrero de 1914 funda el primer Centro de Sindicatos Libres. Es autor de las obras: Doctrina del Sindicalismo Libre, Polémica y El momento social de España. (201)

Los sindicatos católicos agrarios, no fueron,evidentemente, los únicos existentes y en algunos lugares y períodos, tampoco los mayoritarios o los que más socios tenían.A lo largo del final del S.XIX primer tercio del S.XX aparecieron,en diferentes regiones, vías alternativas de asociación y de coo- perativas de carácter socialista,republicano y anarcosindicalista.(202)Mientras que los sindicatos católicos y agrarios eran los predominantes en Casti- lla y otras regiones del interior de España, en Andalucía y Extremadura serán a finales del siglo XIX, los anarcosindicalistas los predominantes, utilizando la violencia,muchas veces,para conseguir sus objetivos.(203)

A principios de 1888,se producen una serie de conflictos por toda Espa-ña.En Barcelona se declaran en huelga los carpinteros, ebanistas, zapateros y canteros para reivindicar la jornada laboral de diez horas. En Logroño,se declararon en huelga las modistas para protestar de la competencia que les hacian las monjas "Madres Adoratrices".En,Cádiz los panaderos exigían un salario de 5 reales diarios y 1 Kgr. de pan.Sin embargo,el conflicto más im- portante será el de Ríotinto, en Huelva. En esta ciudad 6.000 personas se manifestaron ante el ayuntamiento, para pedirle la mediación del alcalde contra la empresa con capital inglés. Los huelguistas exigieron la supresión del sistema de calcinación al aire libre por razones económicas y de salud pública. El alcalde pidió la intervención del gobernador provincial que llega a la ciudad al frente de una tropa, que abre fuego contra los manifes-tantes provocando 20 muertos y más de 150 heridos. (204)

Entre finales del siglo XIX y principios del XX se sucedieron las revuel- tas y los conflictos sociales. Las huelgas de la industria textil catalana y la minera, en Vizcaya, (1890) junto con importantes manifestaciones por toda España para celebrar el 1º de Mayo del mismo año, representa un momento álgido de conflictos sociales en nuestro país. (205) En 1892, 4.000 campe- sinos armados con hoces entraron en Jerez gritando: "!Viva la anarquía!", y mataron a unos cuantos tenderos. La caballería reprimió la insurrección; cuatro hombres fueron ejecutados y muchos otros condenados a prisión. Se calcula que en toda Andalucía había,en la década de los ochenta del S.XIX, unos 30.000 anarquistas. (206)

Asimismo proliferaron los atentados anarquistas con bomba. El 24 de septiembre de 1893 un anarquista atentó en Barcelona contra el general Martínez Campos, que resultó herido,a la vez que moría un guardia civil.El autor del atentado,Paulí Pallás fue fusilado, hecho que comportó la repre- salia de otro anarquista, Santiago Salvador Franch, que el 7 de noviembre de1893 lanzó una bomba en el interior del Teatro del Liceo, causando 20 muertos.(207) El 7 de junio de 1896, cuando estaba pasando la procesión del Corpus por la calle de Canvis Nous de Barcelona hacia la iglesia de Santa María, se lanzó una bomba que provocó la muerte a 8 personas. Por este atentado fueron detenidas un total de entre 365(Comín Colomer) y más de mil (Domènec Guansi);finalmente serán ejecutadas cinco personas (4 de mayo de 1897) en el castillo de Montjuic, y otras 20 fueron condenadas a penas de prisión. El autor del atentado,un anarquista francés apellidado Gi- rault, escapó a Argentina. (208) La división del anarquismo era cada vez mayor entre los partidarios de la acción directa y los partidarios de la a- cción de masas, estos daban prioridad a la fundación de organizaciones sindicales y veían difícil acabar con el Estado por medio de atentados. (209)

Para intentar acabar con el terrorismo anarquista,el gobierno de Cáno- vas del Castillo aprueba una dura ley contra el anarquismo que condenaba con la pena de muerte si se producía una muerte por explosión de un arte– facto y con cadena perpetua hasta morir en prisión si la explosión se produ- ce en un edificio público o resulta alguna persona herida.Además estos pro- cesos por terrorismo entrarían a ser competencia de los tribunales militares (Ley de 2/IX/1896). Como complemento a esta ley, el Ministerio de Gracia y Justicia aprueba, unos días después, el 19 de septiembre de 1896, otra ley en la que se organiza un servicio especial de policía judicial para reprimir al movimiento anarquista dotándolo con 125.000 pesetas anuales. (210)

Esta nueva Ley antianarquista, junto con las 5 recientes ejecuciones en Montjuic, provocaron una reacción en el movimiento anarquista internacio-nal y el deseo de venganza contra el que consideraban el máximo promotor de esta nueva Ley y de las ejecuciones de los anarquistas: el conservador y presidente del gobierno Cánovas del Castillo. Cánovas es asesinado cuando estaba leyendo el periódico sentado en un banco en el exterior del balneario guipuzcoano de Santa Águeda, situado a 3 kilómetros de Vergara. El asesi- no era el anarquista italiano, nacido en Nápoles, Michele Angiolillo que le disparó por tres veces, dos balas le impactaron en la cabeza y la tercera en un costado,ocasionándole la muerte una hora más tarde.Angiolillo fue detenido de inmediato mientras gritaba: "Soy anarquista, le he matado". El 20 de agosto de 1897 será ejecutado a garrote vil en Montjuic.(211)

En las primeras décadas del XX el anarquismo se afianzó en Andalucía y Cataluña. En 1910 se fundó el sindicato Confederación Nacional del Tra- bajo (CNT) el nuevo sindicato defiende: la no intervención de los trabaja-

dores en la política, la necesidad de la unidad sindical para acabar con el capitalismo y la huelga general revolucionaria. Sus líderes fueron: Salvador Seguí, Ángel Pestaña y Joan Peiró. La evolución de la CNT fue anómala al sucederse períodos de fuerte crecimiento y de decrecimiento debido a las fuertes represiones e incluso a su prohibición. (212)

A principios de 1898, a pesar de la represión gubernamental,se produje- ron motines, huelgas y manifestaciones de protesta que, desde las regiones valenciana, murciana y castellana, se extendieron por todo el país, con san- grientos resultados en Linares, donde la fuerza pública causó 12 muertos y 50 heridos entre los mineros. En Bilbao hubo huelga de mineros, resultando varios de ellos heridos, mientras que en Elche se manifestaron las mujeres y en Cartagena los mineros, en protesta contra la inflación. (213)

La crisis por la que atravesaba España, en 1898, fue de una gravedad compleja e inusitada. La guerra de Cuba, con la derrota consiguiente contra los Estados Unidos, en la que el gobierno se obstinó en derramar hasta la última gota de sangre, provocó una catástrofe nacional tanto por sus efec-tos como también por sus repercusiones. (214)

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