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Inmigración y literatura (página 8)


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Salta

En Salta se establecían alemanes. El historiador salteño Atilio Cornejo destacaba la actitud de estos inmigrantes: "Es digno de observar el ejemplo que nos dan estos alemanes al arraigarse tan hondamente en la sociedad salteña, casándose con mujeres de esta tierra, formando aquí su hogar con sus hijos y nietos, sin pensar y aún olvidándose de la patria lejana, atraídos por estas montañas y alejados del mar, contrariamente a tanto criollo, sobre todo nuevo rico, que mira hacia Europa, que se europeiza, que se extranjeriza, como digo, aquí el extranjero se acriollaba, se argentinizaba" (1).

Otto Von Klickx (Magdeburgo, 1826; Salta, 1894), "Luego de obtener la Licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad de Leipzig, perfeccionó sus estudios en París. Con la idea de redactar una historia universal, se trasladó a la Argentina. Tras permanecer en Buenos Aires, viajó a Córdoba, pero la galera que lo llevaba fue atacada por los indios y perdió todos sus materiales de trabajo. Finalmente fijó su residencia en Salta, donde comenzó a fabricar cerveza y a ejercer la docencia y el periodismo. Publicó artículos históricos y sobre temas religiosos". (2).

Un británico protagoniza "Mister Meaney", de Juan Carlos Dávalos. Al gringo le tocó "por una pesada chanza de su destino, anclar un día en la vetusta y aburrida Salta, y quedarse aquí, como profesor de inglés, a lidiar con las anuales hornadas de aldeanos cachafaces que se renovaban en el colegio y que veían en el talentoso gentleman, no un profesor, ni menos un amigo, sino un tipo exótico y singular, una verdadera golosina para el descomedido afán de titeo que hormigueaba en aquellas juveniles almas semibárbaras" (3).

En "Un sepelio atmosfèrico (Crònica de 1891)", Dàvalos relata el destino que un astrònomo inglès radicado en Salta eligiò para sus restos: "A toque de clarines, la ceremonia dio comienzo a las 3, hora en que el globo, totalmente hinchado, cernìase por encima de la muchedumbre apeñuscada. Debajo del globo, sobre una mesa, notàbase un bulto largo, especie de tùmulo cubierto por un amplio trapo negro: ahì estaba el cadàver de Mr. Stop (4).

Notas

1 Rosenthal, Carlos Federico: "La feliz aventura americana", en El Tiempo, Azul, 4 de mayo de 1986.

2 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002

3 Dávalos, Juan Carlos: "Mister Meaney", en Los buscadores de oro. Incluido en Dávalos, Juan Carlos: La muerte de Sarapura Antología. Buenos Aires, CEAL, 1980. Págs. 102 a 106. (Capítulo, vol. 66).

4 Dávalos, Juan Carlos: "Un sepelio atmosférico", en Capítulo, CEAL, 1980.

San Juan

Mary Olstine Graham fue una "educadora norteamericana llegada al país para la organización de la escuelas normales. Nació en Saint Louis, Missouri, el 13 de agosto de 1842 y cursó allí el magisterio. Se embarcó para Buenos Aires en 1879 con un grupo de maestras y, a su llegada, fue enviada a la Escuela Normal de Paraná para familiarizarse con el idioma. Tras seis meses de práctica se la designó vicedirectora de la Escuela Normal de San Juan, en la que dictó varias asignaturas, ascendiendo a directora tres años más tarde. En 1883, bajo su dirección, se graduó el primer grupo de maestras. Luego de ocho años de labor constructiva en San Juan se le confió la misión de organizar la Escuela Normal de La Plata, que quedó fundada el 13 de agosto de 1888 y en la que dejó recuerdos imborrables. La primera promoción egresó en 1891 y estaba formada por ocho maestras. La acompañaba su hermana Martha, profesora de la escuela. El 10 de marzo de 1902, primer día de clases, falleció Mary O. Graham, que habitaba el psio superior del edificio. Por iniciativa de sus alumnas, en 1906 fue fundado un centro cultural al que se le dio el nombre de la prestigiosa educadora, como se hizo más tarde con la propia escuela normal" (1).

El médico, abogado e ingeniero Juan Bialet Massé (1846; Córdoba, 1907) "Llegó al país en 1873, fue vicerrector del Colegio Nacional de Mendoza y rector del de San Juan y la Rioja. Junto con el ingeniero Carlos Cassafoust construyó el dique San Roque (Córdoba), inaugurado en 1891. Sufrió catorce meses de prisión por una falsa acusación sobre la construcción defectuosa del dique, pero volvió reivindicado a la vida pública. En 1904 fue comisionado para relevar la situación de los trabajadores en el país. De este estudio surgió el Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República" (2).

Alfonsina Storni (Cantón Ticino, Suiza, 1892; Mar del Plata, 1938. "Desde muy niña vivió en la Argentina, pasando su infancia en San Juan y su adolescencia en Rosario, donde se vinculó con actores y autores de teatro. En 1910 se recibió de maestra rural en la Escuela Normal Mixta de Coronda y comenzó a publicar sus primeros poemas. Ya en 1912, afincada en Buenos Aires, comenzó a publicar notas y colaboraciones en Caras y Caretas, tarea que más tarde continuó en Nosotros y La Nación, entre otros medios gráficos. Encuadrada en la generación posmodernista, a partir de su obra, muy difundida y de gran éxito en el país, América y Europa, surgió una tradición de ‘poesía femenina’. Su influencia se extendió al ámbito teatral, por lo que se creó una cátedra para ella en el Teatro Infantil Lavardén. El 9 de noviembre de 1920, obtuvo Carta de Ciudadanía expresando que lo hacía ‘por voluntad y gratitud a esta nación’. En 1923 fue nombrada profesora de declamación de la Escuela Normal de Lenguas Vivas y ejerció similar cátedra en el Conservatorio Nacional de Música y Declamación. Su poesía evoluciona desde el romanticismo inicial a un vanguardismo de tono personal, en el que está presente la denuncia de la condición social y afectiva de la mujer de su tiempo. Su obra poética abarca La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919), Languidez (1920, Primer Premio Municipal y Segundo Premio Nacional de Literatura), Ocre (1925), Poemas de amor (1926), Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Además, escribió las obras teatrales El amo del mundo (1927), Dos farsas pirotécnicas (1932). Obras como Desovillando la raíz porteña (1936), Teatro infantil y Cinco cartas y una golondrina, fueron publicadas póstumamente". (3).

En esa provincia vivie Giorgio Bortot, autor del libro EL GENOCIDIO IGNORADO Acuerdo comercial y financiero entre las Repúblicas Argentina e Italiana, publicado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Juan. Bortot es, además, presidente de ANIME -Asociación Nacional Italiana de Menores Expatriados/Associazione Nazionale Italiana di Minorenni Espatriati-. En un reportaje, él expresó:que los objetivos de ANIME son, entre otros, "hacer conocer al mundo que el "tratado Miranda – Arpesani" fue el mayor pacto migratorio comercial similar a la trata humana que registra la historia de la humanidad"; "instituir el 5 de junio, como el ‘Día del Desagravio’ "; "levantar, en agradecimiento de estos emigrantes, un monumento en la ciudad de Génova, puerto exclusivo de embarco de aquellos trabajadores – garantía" (4).

Notas

1 Sosa de Newton, Lily: Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas. Buenos Aires, Plus Ultra, 1986.

2 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.

3 ibidem

4 Prebble, Carlos: Entrevista en El Tiempo, Azul.

 

San Luis

"Don Justo Daract decide fundar hacia el 1 de diciembre de 1856 un nuevo pueblo de tinte cívico militar a unos 90 kilómetros hacia el este de la ciudad capital de San Luis. Se le dio el nombre de Fuerte Constitucional, hecho que llevó a muchos historiadores de épocas ya superadas a considerar que esto se hizo en base a un supuesto Fuerte que habría existido antaño en este lugar que era llamado Las Pulgas. Hoy está completamente descartada la existencia de este fortín, ya que no hay ningún documento o testimonio que lo avale. La nueva ciudad se asentó sobre la margen izquierda del río Quinto (el antiguo río Popopis, como lo llamaban los indios) y uno de los objetivos de la presencia de ella fue fortalecer la frontera contra los indios ranqueles. Su demarcación se hizo con reminiscencias de las viejas fundaciones indianas, con una Plaza (hoy Lafinur) alrededor de la cual de instalaron precariamente las instituciones fundamentales, las autoridades comunales, y la Iglesia. A los pocos años se le cambió el nombre por el de Villa de Mercedes, en homenaje a la Virgen de las Mercedes. Fue una ciudad que tuvo un crecimiento muy dinamizado a partir de la década del 70. Durante los primeros años del 70 se duplica la población que en 1869 era de 1569 habitantes. Cuando llega la primera línea del Ferrocarril en 1875 (el Central Oeste Argentino), se construyó una estación de trenes a unos cuatro kilómetros hacia el norte de la ciudad. Se intentaba en un acto de federalismo unir por un ferrocarril Rosario llegando hasta Córdoba, y haciendo un desvío en Villa María, pasando por Río Cuarto llegar a Cuyo para absorber la producción de esta región. De este modo Villa mercedes se convirtió en punta de rieles. Con él llegaron los inmigrantes, que con sus aportes fueron dando un giro en la identidad que tenía la ciudad en sus primeros años. Se concretó la conquista del Desierto que exterminó las etnias indias, y quienes se salvaron de las grandes matanzas sigilosamente se fueron mimetizando asentandosé en los barrios más alejados de Villa Mercedes, (entre otros), sembrando sus semillas en casamientos, que luego de generaciones disimularon y silenciaron el mestizaje producido. Luego fueron llegando otras vías férreas. La presencia ferroviaria dibujó el perfil de ciudad que tendríamos. Una ciudad larga con un extremo histórico (el centro) y otro puramente comercial (la estación). Con el tiempo se construyó sobre la actual avenida Mitre el Hotel de Inmigrantes, que luego de otros usos terminó siendo el edificio municipal. Así se fue construyendo urbanamente esta ciudad, llegando un momento en que los dos extremos quedaron unidos, cuando se levantaron casas de familias a lo largo de estos hitos. En las zonas marginales, se levantaron las quintas, generalmente de propiedad de los inmigrantes, que se fortalecieron tanto en su producción que esta resultó no sólo autosuficiente para los vecinos sino que quedó un importante remanente que comenzó a comercializarse en la región llegando hasta Córdoba y Mendoza, entre otros lugares, lo cual fue posible por la existencia de las vías férreas. (..) El boliche más importante fue el don Cándido Miranda pero también hubo otros como el de don Manuel, que tenía también cancha de bochas, el de don José Orozco y el del "Turco" Abrahan. (…)" (1).

El protagonista de "Unisex", de Francisco Montes expresa: "Yo, Tufic Farjat Gurruchaga (hijo de libanés y catalana) funcionario municipal de la noble San Luis de la Punta de los Dos Venados, mercedino de nacimiento, categoría 22 en el escalafón municipal, con tres años de filosofía (que no me sirven para nada) y tres de francés en la Alianza Francesa (que de algo me sirven ahora), tomé la excursión a Europa con mi mujer y dos parientes, antes de jubilarme y quedar anclado por secula seculorun" (2).

Notas

1 Videla Tello, Norma: "Algunos datos históricos sobre la Ciudad de Villa Mercedes (Prov. de San Luis)", en www.villamercedes.gov.ar.

2 Montes, Francisco: "Unisex", en Unisex. Buenos Aires, Bruguera Libro Amigo, 163 pp.

Santa Cruz

María Brunswig de Bamberg es la autora de Allá en la Patagonia (1), obra en la que evoca la inmigración alemana a través de las cartas que su madre enviaba a su abuela, que había quedado en la tierra natal. "El 3 de febrero de 1923, después de una travesía de treinta días desde Hamburgo, Ella Hoffman llega con sus tres hijas a Buenos Aires, rumbo a la Patagonia, donde Hermann Brunswig, su marido y padre de las niñas, trabaja como administrador de una estancia y espera ansioso el reencuentro con su familia después de tres años y medio de separación. Esta es una selección de las cartas intercambiadas hasta 1930 entre Ella y Mutti, su madre, y que fueron recuperadas setenta años después por María Brunswig, la hija mayor. Pero no se trata de una simple recopilación, sino de un juego de tiempos y voces, pleno de agilidad y riqueza, en el que intervienen tres generaciones de mujeres: Mutti, Ella y la propia María. Algunas cartas de Hermann incorporan, por su parte, una visión masculina y un toque de humor. El diálogo epistolar le otorga a la obra una intensidad inusual, además de una visión europea del sur argentino en los años veinte. Ella habla a su madre del mundo nuevo que está descubriendo y se revela como una gran luchadora. Educada para ir a la Ópera, aprender francés y tocar el piano, ahora lava ropa en el arroyo, friega, zurce, remienda, come huevos de avestruz e incluso carnea zapones. En síntesis, una sensible crónica familiar que abre distintos horizontes sobre una región inhóspita y al mismo tiempo generosa" (2).

Con la autora y su familia viajó una mucama. Pedro Dobrée relata: "Mucho tiempo después, en la década de 1980, en Berlín, María Brunswig de Bamberg -una de aquellas pequeñas con las cuales Berta llegó a la Argentina austral y que luego fue autora de ese muy simpático libro llamado Allá en la Patagonia, editado por Vergara – asistía a una conferencia de Osvaldo Bayer. Al finalizar le preguntó si en sus trabajos de investigación sobre la vida patagónica había tomado conocimiento de Berta Freytag. ‘Cómo no -le contestó Bayer- Berta Freytag fue amante del comisario del pueblo durante muchos años, hasta que un día éste la ultimó de dos tiros, por celos’ " (3).

"En La Patagonia rebelde (1974), Héctor Olivera dramatiza las huelgas de los trabajadores anarquistas, en el sur de la Argentina, durante 1920 y 1921, según la investigación realizada por Osvaldo Bayer en Los vengadores de la Patagonia trágica. Rodada en momentos de gran tensión política, intenta una lectura aleccionadora de la historia. Para eso, el film se constituye en un vasto flash back, que protagonizan los cabecillas Soto, Facón Grande y el alemán Schultze, seguido de la secuencia que marca el presente de la narración, con la muerte del teniente coronel Zabala (Varela, en la realidad). Completando este juego de tiempos, sobre el final, un plano detalle de la mirada desconcertada del militar, mientras le hacen oír una canción en inglés, envía al espectador a una reflexión sobre el futuro" (4).

A la Patagonia viajó en barco el asturiano Nicanor Fernández Montes, luego de un tiempo en el Hotel de Inmigrantes: "en una travesía marcada por olas de veinte metros… (…) Su primer destino fue Río Gallegos, donde no había ni veinte casas, y de ahí lo mandaron de puestero a una estancia. (…) En la Patagonia no había nada de lo que él sabía hacer, de modo que tuvo que improvisar, como todos los integrantes de una sociedad pionera. (…) Una vez, llegó a estar catorce meses solo en un puesto… catorce meses…. Desayunaba, comía, merendaba y cenaba cordero… no había otra cosa; lo notable es que le gustaba" (5).

Eduardo Morley, quien sobrevivió a treinta y cinco misiones sobre cielo alemán, "nació en Río Gallegos. Su padre era escocés y su madre inglesa. A los diez años fue a estudiar a las islas británicas y volvió con la edad justa para el servicio militar. Una vez concluido, se incorporó a la RAF. (…) Todavía conserva la libreta en la que dejó constancia de todos los vuelos y destinos" (6).

En "El cura y el cowboy" se recuerda a un bandido, que vivió en Santa Cruz: "Por la zona había un malvado y muy conocido bandolero… era ‘El Norteamericano’, el cual hablaba inglés y un poco de castellano bastante mal, por cierto. Este era de esos que donde ponía el ojo ponía la bala y hasta la policía le tenía terror a enfrentársele. Era "yankee" en serio. Era común que cuando eran buscados por la justicia del país del norte y ya no había muchas chances por allá; se subían a algún barco en la zona de California para bajar en Punta Arenas… y seguir "ejerciendo" en la Patagonia. Tal era el caso de este auténtico cowboy" (7).

María Sonia Cristoff señala que el dinamarqués Andreas Madsen "llegó a la Argentina como marinero buscavidas y a la Patagonia como parte de la Comisión de Límites que lideraba Francisco Moreno. Fue después el primero en asentarse en la zona del Lago Viedma y uno de los pocos pequeños propietarios que resistieron a las ofertas tentadoras –seguidas de estrategias amenazantes- de las grandes compañías que empezaron a adquirir enormes extensiones estratégicas de la Patagonia a partir de la primera mitad del siglo XX. Fue también uno de los propietarios de tierras que, durante los levantamientos obreros de 1921, logró acuerdos de no agresión mutua con los huelguistas, basados fundamentalmente en el conocimiento y en el respeto previo que se tenían. Volvió a Dinamarca únicamente para buscar a la novia de la infancia y defendió su decisión de radicarse en la Patagonia a pesar de las oportunidades que le ofrecían en otros lugares, con una epifanía de tinte darwiniano: ‘los desiertos campos patagónicos me llamaban con voz irresistible. La Patagonia, con sus tormentas de arena sobre las pampa desiertas en verano, y con el frío y la nieve en invierno, donde pasé tres inviernos con el mínimo de alimentación… y seis meses sin ver persona alguna, completamente solo entre los Andes. La mayoría dirá que no es gran cosa para extrañar; pero así es la naturaleza humana. A mí esa soledad me llamaba’ " (8).

En El Calafate, alrededor del 1900, los inmigrantes llevaban una dura vida: "Las madres, por aquel entonces, no tenían otra posibilidad que dar a luz a sus hijos sobre un cuero de oveja, quizás totalmente solas, sin ningún tipo de asistencia médica. La educación de los chicos corría por cuenta de la familia, muchas veces en aislación total del resto del mundo. Cada cosa debía ser hecha con las manos con muchísimo esfuerzo y con pocas herramientas que a su vez eran caras y difíciles de obtener. (…) esta gente, no estaba en la zona sólo cuando brillaba el sol, también estaban en medio de la nieve, quizás aislados por varios meses. Por ejemplo, frutas y verduras frescas eran objeto de lujo ya que las mismas debían ser cultivadas en los meses de verano haciendo alambrados para evitar el robo de comida por los zorros u otros animales libres. Luchar contra pumas también era algo normal ya que la pérdida de un caballo por el ataque de un felino significaba un problema grandísimo! (9).

"Los inmigrantes fueron, y siguen siendo, héroes ignorados –afirma Julián Ripa-, artífices oscuros de este sur lejano" (10).

Notas

1 Brunswig de Bamberg, María: Allá en la Patagonia. Buenos Aires, Vergara, 1995.

2 S/F: en Brunswig de Bamberg, María: Allá en la Patagonia. Buenos Aires, Vergara, 1995.

3 Dobrée, Pedro: "La emperatriz de San Julián", en Río Negro on line, General Roca, 19 de julio de 2003.

4 Kriger, Clara: "La Patagonia rebelde", en Cien años de cine. Buenos Aires, La Nación Revista, Tomo II.

1. Ceratto, Virginia: "Gris de ausencia", en La Capital, Mar del Plata.

2. Malamud, Luciana: "Para ir a combatir hay que ponerse un corazón de mármol", en La Nación, Buenos Aires, 7 de marzo de 2004.

3. S/F: "El cura y el cowboy", en www.mision.org.ar.

4. Cristoff, María Sonia: "Los surcos de un pionero", en La Nación, Buenos Aires, 19 de octubre de 2003.

5. S/F: Albergue & Hostal del Glaciar.info.htm

6. Ripa, Julián: Inmigrantes en la Patagonia. Buenos Aires, Marymar, 1987.

Santa Fe

"En 1881, bajo la inspiración de Carlos Calvo, el Presidente Roca –gran benefactor de los judíos– dictó un decreto específico, designando un agente de inmigración para que alentara la venida a nuestro suelo de los israelitas radicados en el territorio del imperio ruso. Enterados de esta buena predisposición argentina, los primeros colonos llegaron en 1888, por decisión espontánea; y nuevos grupos se les sumaron en los años siguientes. El 14 de agosto de 1889, 824 inmigrantes judíos de Rusia fundaron Moisésville, en Santa Fe, primera colonia agrícola judía. Llegaban de Ucrania, asesorados en París" (1).

"De aquellos años pioneros se conservan templos de principios de siglo y las sedes de la Biblioteca Popular Barón Hirsch, fundada en 1913, y de la Sociedad Kadima (1909). El patrimonio cultural y arquitectónico que guarda la ciudad la convirtió en poblado histórico. Además, la sinagoga Brener, fundada en 1905 y aún en pie con todo su mobiliario original, fue declarada monumento histórico nacional" (2).

Mijl Hacohen Sinay vivió en esa localidad: "En 1894 la familia Sinay emigró a la Argentina por la JCA y se instaló en Moisés Ville. Allí Mijl fue maestro en la primera escuela de esa colonia. (3).

En su "Autobiografía", Alberto Gerchunoff relata que, luego de estar unos días en el Hotel de Inmigrantes, se dirigieron a la colonia santafesina, de la que guarda un terrible recuerdo (4).

No acompañó la suerte a los personajes de La logia del umbral, de Ricardo Feierstein. Cuando fueron al campo, pasaron "Días y días sin masticar. Los niños enfermaban…". Se refiere a Moisésville, donde se trasladaron desde el Hotel. Allí comprobaron que no tenían alimento ni dónde guarecerse. En la obra, Feierstein presenta el proyecto de cuatro generaciones de una familia, que se propone llegar a caballo desde Moisesville, provincia de Santa Fe, mediante postas de dos jinetes por vez, con una caja de madera de cerezo que contiene tierra de la primera colonia judìa en la Argentina y ‘una mezuzà, estuche de hueso con un trozo de papel escrito con letras hebreas’, hasta la Plaza de Mayo, donde la enterraràn bajo la Piràmide. Cuando el miembro màs joven de este grupo està por concretar la iniciativa de su familia y de èl mismo, al pasar frente a la AMIA, una terrible explosiòn lo "revolea por el aire. Todo se vuelve negro –rememora-, el rugido ensordecedor parece indicar que, con la oscuridad de un eclipse gigante, ha llegado el fin del mundo. En ese instante, cien años de vida familiar y comunitaria se atropellan para desfilar ante los ojos desorbitados de mi conciencia en fuga" (5).

Noé Cociovich se refiere a la historia de los pioneros que Feierstein noveló: "Los podolier (como se conoció a esos primeros extranjeros oriundos de Podolia) fueron abandonados por Palacios en un galpón de ferrocarril, sin cumplir con ninguna de sus promesas de ayuda. Fue el médico higienista Wilhelm Loewenthal –un científico que estaba de paso por el país, en una misión de estudio encargada por el gobierno nacional- el primero que se conmovió por la desesperación de esos extranjeros humillados por el hambre y las enfermedades" (6).

Jonas Kovensky, "uno de los fundadores, y por muchos años presidente, de las Escuelas Zwischo-Schólem Aléijem ", "nació a principios de 1900 en Slónim (Bielorusia), en un hogar de judíos humildes y devotos. El padre, Itzkjok, era herrero, y la madre, Beile Résnik, se ocupaba de las tareas domésticas y de los niños. Hasta los 8 años, Ioine (Jonas) estudió en el "jéider" (escuela hebrea elemental): Torá con los comentarios de Rashi y "Guemará" (Talmud). En 1908, la familia Kovensky emigró a la Argentina, adonde años atrás había llegado el abuelo materno, Résnik, pionero de la colonia Moisés Ville, en la llanura santafecina. Precisamente allí se instalaron. (…)" (7).

Chaim Mordka Fersztenberg, padre de Felipe Fistemberg Adler y suegro de Jaime Barylko, "nacido en Wohanov, Provincia de Radum, Polonia, partió del puerto de Cherburgo, al sur de Francia. Su destino: América. Tenía apenas 17 años el 29 de octubre de 1926 cuando subió a las bodegas de Tercera Clase del barco B.M.S.P. "Arlanza" para arribar al puerto de Buenos Aires 22 días después, el 17 de noviembre del mismo año. Al descender del barco, el funcionario lo anotó como Jaime Marcos Fistenberg, y los empleados de la J:C:A:, Jewish Colonization Asociation, inmediatamente lo acoplaron a un grupo que iba a Moisés Ville con la esperanza de encontrar trabajo para su sustento. Su primer trabajo, como el de muchos inmigrantes que no estaban habilitados para ser agricultores, por edad y por ser solteros, fue en las cuadrillas de la Comuna, dedicándose a la limpieza de los canales de desagüe de las calles del pueblo. Más tarde consigue ingresar como aprendiz en una panadería y poco a poco adquiere el oficio de panadero, al que se dedicó toda su vida. Con sus ahorros contribuye a traer de Polonia a sus padres, Salomón y Sara Berta y a su hermana Lea" (8).

"Dina Dolinsky nació en Santa Fe, Argentina. Médica diplomada en la Universidad del Litoral, se especializó en psiquiatría. Residió en Chile, México, Brasil, Francia y Argelia. Desde la década del ’60 tiene su hogar permanente en Cuba. Pasó largos momentos de su infancia en Moisés Ville (la primera colonia judía del país) y en las ‘Doce Casas’, como descendiente de los primeros inmigrantes provenientes de Lituania que arribaron al país en 1893, en el marco de la experiencia colonizadora del Barón Hirsch y la JCA. Colabora desde hace tiempo con crónicas y reportajes, en revistas y periódicos de habla castellana. En 1995 publicó un primer volumen de relatos breves y humorísticos titulados Entre mates y mojitos. Tiene dos hijos y una nieta, Gabriela, quien fue el origen de la escritura de su segundo libro, Las Doce Casas, (…) ‘Rebobinando la madeja volví a las memorias de la infancia y pude escribir Las Doce Casas, historia de familias de inmigrantes en la Argentina a fines del siglo XIX’ (…)" (9).

En abril de 2001 se estrenó Un amor en Moisésville (10), film dirigido por Antonio Ottone –que también escribió el guión- y protagonizado por Víctor Laplace y Cipe Lincovsky. Sobre esa película se afirmó: "Antonio Ottone regresa al cine de la mano de una historia ambientada en tiempos en los que un contingente de la colectividad judía procedente de Europa desembarcaba a principios de siglo en la provincia de Santa Fe. Víctor Laplace y Cipe Lincovsky hacen un homenaje desde sus personajes" (11).

Mandel Krupnik llegó "desde la fría Yeckhaterinoslav a Moisés Ville, desde los trineos tirados por perros fortachones y casas con paredes dobles, a los gauchos de Gerchunoff y las semillitas de girasol, tostadas y saladas, de la tarde" (12).

En uno de los poemas reunidos en Monsieur Jaquin, José Pedroni canta, a partir del relato de una colonizadora, la muerte de Ana Esser en el litoral, al desembarcar: "Por bajar mirando al cielo/ cayóse de la planchada/ con todo el pelo rubio,/ con toda su carne blanca./ El Paraná, boca arriba,/tres días que la miraba,/ los ojos llenos de peces,/ ofreciéndole naranjas".

A los catorce días de arribar a Colonia Esperanza, muere uno de los pioneros. Su mujer no tiene dónde enterrarlo: "No hay una caja para Peter Zimmermann/ muerto en la madrugada./ -‘Los ataúdes de Hintertiefenbach/ eran de pino y haya’-./ Anna Elisabeth Leiser/ está vaciando el arca./ Sin hablar, sus tres hijos/ míranla arrodillada./ Por el suelo la ropa, los retratos,/ la Biblia deshojada" (13).

Después de viajar durante cuatro años, los húngaros Horogh llegaron al Hotel de Inmigrantes porteño. "Por fortuna apareció allí un señor descendiente de suizos –propietario de un molino harinero- que buscaba emplear a un técnico electricista, la profesión de Béla. Así fue que de inmediato consiguió trabajo y la familia se trasladó a Estación Matilde, un pequeño pueblo del interior de la provincia de Santa Fe" (14).

A Santa Fe llegaron asimismo los italianos. Escribe Girolamo Bonesso, en Colonia Esperanza, en 1888: "Aquí, del más rico al más pobre, todos viven de carne, pan y minestra todos los días, y los días de fiesta todos beben alegremente y hasta el más pobre tiene cincuenta liras en el bolsillo. Nadie se descubre delante de los ricos y se puede hablar con cualquiera. Son muy afables y repetuosos, y tienen mejor corazón que ciertos canallas de Italia. A mi parecer, es bueno emigrar" (15).

Alfredo Coasollo "había nacido en 1875, en la provincia de Torino, comuna del Monasterio de Cantalupa. (…) A la edad de 15 años se embarcó en Génova rumbo a Buenos Aires, completamente solo, empleando 48 días en el viaje con el vapor ‘Manila’. El pasaje le costó 163 liras, y arribó al puerto de Buenos Aires con un capital de 7 liras y un inmenso entusiasmo de trabajar. El director del hotel de inmigrantes le entregó un pan de 4 kilos ya cortado y lo puso sobre el tren rumbo a estación Aurelia, en la provincia de Santa Fe" (16).

Los Vairoleto, emigrados desde el Piamonte, "siguieron hasta Rosario remontando el gran río Paraná. Al bajar en los muelles con sus bultos, mientras la sirena de la nave seguía anunciando el arribo, los emigrantes de tercera clase se encontraron con una cantidad de gente que les hablaba en piamontés, ofreciéndoles los más variados destinos y trabajos a cambio de alojamiento y comida. Todo les resultaba asombroso y no era fácil saber qué les convenía, pero tenían que hacer la prueba. Vittorio comenzó trabajando en la cosecha de esa temporada, y emprendieron un largo itinerario buscando un pedazo de tierra donde afincarse" (17).

En La gran inmigración (18), de Ema Wolf y Cristina Patriarca, se incluyen algunas "Cartas de recién venidos". Una de ellas es la que envía Luigi Basso, desde Rosario, en 1878, en la que escribe: "He pensado en marcharme a Montevideo, y si no hay trabajo me voy al Brasil, que allí hay más trabajo y al menos tienen buena moneda, no como aquí, en la Argentina, que el billete siempre pierde más del veinte (por ciento) y no se ve ni oro ni plata".

Guillermo House evoca, en "El mangrullo", a un hijo de italianos: "El conscripto Colombo (un hijo de gringos de la provincia de Santa Fe) es regular tirador, pero flojazo para las penurias" (19).

Hacia América parte un hombre desde Italia. Por amor al marido emigrado tiempo antes, la madre abandona a sus hijas, llevando al hijo varón, en el cuento "El tren de medianoche" de Syria Poletti. La escritora recuerda así este episodio: "En ese instante, momento en que mi madre me dejó para reunirse con mi padre en tierras de América, nacen el drama y la rebeldía, pero también la revelación de la soledad y su misterio. Fue como si de pronto se hubiesen abierto las compuertas de la vida adulta, y, al mismo tiempo, asomara la certeza de otro llamado. Al irse, mi madre respondía a un llamado ineludible. Yo también, con el tiempo, respondería a un llamado" (20).

"Mi padre –escribe a La Nación Enrique Bieganski-, llegado circunstancialmente a estas pampas (fue tripulante del acorazado alemán Graf Spee), siempre me decía que se había enamorado de Rosario a primera vista y amaba nuestro querido Paraná" (21).

A criterio de Alberto Abriata, la historia de Rosario "nos relata los grandes esfuerzos que inmigrantes italianos, españoles, judíos, sirios, alemanes, ingleses, paraguayos y de otras nacionalidades aportaron con sus conocimientos artesanales, científicos, artísticos y humanísticos, que se evidencian hoy en la mejorada y perfectible, sin duda, calidad de vida de los rosarinos" (22).

En "Los Fernández invaden Argentina", el español José Luis Entrala Fernández recuerda a algunos de sus antepasados, que se establecieron en Santa Fe: "Antonio Fernández Osuna nació el 25 de febrero de 1841 en Encinas Reales (…) había salido del hogar paterno, para graduarse como maestro de enseñanza primaria tras unos estudios que probablemente haría en una Escuela privada de Maestros de Antequera y revalidaría en la Escuela Normal de Magisterio de Granada, o en la de Málaga. Antonio ejerció su profesión en Antequera, pueblo grande y rico en la provincia de Málaga. No hemos conseguido, hasta ahora, saber que clase de actividad desarrolló aunque lo más corriente en aquellos años era que los maestros impartieran clases en su propia casa. Seguramente Antonio trabajó así pero no podemos descartar que fuera profesor en alguna Escuela antequerana. Lo que sí sabemos es que se casó, apenas cumplidos los 20 años, con una sevillana de Gilena conocida por Gracia Hidalgo Cisneros (…) Gracia y Antonio pusieron casa en la Antequera de 1861 (…) No hay unanimidad de criterios sobre la economía de los Fernández Hidalgo pero no podemos ignorar que los sueldos de los maestros en aquellos años apenas llegaban para ir alimentando y vistiendo a la creciente prole que llenaba la casa (…) Seguían viviendo en Antequera hasta que la menor, Carmen, cumplió los 15 años. Fue entonces cuando desde Argentina se pidieron maestros españoles para trabajar "en la campiña" de la provincia de Santa Fe, con contratos por tres años y un sueldo de 60 pesos mensuales cuyo valor adquisitivo no acierto a fijar. Pero debía ser bastante porque Antonio, que ya tenía 48 años y cinco hijos en casa (todos menos la mayor, Pepa, ya casada, y Fernando, fallecido en la infancia) no dudó en emigrar hacia el Dorado que entonces representaba la Argentina para los españoles. Antonio, Gracia y sus cinco hijos se embarcaron en el trasatlántico "Provence" seguramente en Gibraltar, aunque la travesía se había originado en Barcelona, y se marcharon para no volver jamás a la Madre Patria. (…) En Argentina hacían falta maestros para enseñar en los pueblos. La ley de Educación Común de 1884, mediante la cual el gobierno de Juárez Celman quiso elevar el nivel de la enseñanza primaria en el país, había concluido su primera fase con la construcción de numerosas escuelas en pequeños núcleos rurales de todo el territorio argentino. Y entonces surgió un grave problema por la falta de maestros que las regentaran. Los escasos titulados de nacionalidad argentina no querían dejar las grandes ciudades. Así que el gobernador de la provincia de Santa Fe, Manuel Gálvez, cortó por lo sano y resolvió contratar 60 maestros trayéndolos de España por razones de "idioma, raza y religión". Para ello se constituyó en Madrid una comisión encargada de buscar candidatos que, eso si, debían superar una larga serie de requisitos tales como "celo por su trabajo, cumplimiento del deber, cumplimiento de la Fe Católica y resultados comprobados de eficiencia en la labor docente". Antonio, cumplía todos los requisitos con su larga experiencia antequerana, y fue uno de los 60 seleccionados que viajaron entre febrero y junio de 1889. Concretamente llegó a tierras argentinas el 7 de abril de 1889 para incorporarse a la escuela de San Carlos Centro, pueblo muy cercano a Santa Fe de la Vera Cruz, capital de la provincia de su nombre donde tomó posesión el 13 de abril del mismo año. En el Archivo General de la provincia de Santa Fe (página 202 del "Registro Oficial de la Provincia de Santa Fe") se guarda el "decreto sobre varios nombramientos escolares" con la cita expresa de Antonio Fernandez Osuna como "profesor de la graduada de varones de San Carlos Centro". Está firmado, por el gobernador Gálvez y por Juan M. Caffarata, el 7 de junio de 1889 pero con efectos retroactivos desde el anterior 13 de abril. Esto significa que Antonio comenzó a trabajar y a generar sus 60 pesos mensuales de sueldo seis días después de su llegada a tierras de América. (…)".

Gladys Onega evoca en Cuando el tiempo era otro, un conflicto bélico relacionado con la vida cotidiana de los inmigrantes y sus hijos: "nunca he dudado de que la Guerra Civil también se libró en mi casa. El día del cumpleaños de mi hermana Chichita, el 17 de julio de 1936, Franco declaró el estado de guerra en las Canarias y ésa fue la señal para que el 18 se extendiera a toda España. El 1° de abril de 1939, a los veinte días de mudarnos a Rosario, terminó. En esos tres años, mientras yo estaba viva en Acebal, la mitad de España moría, muerta por la otra mitad. No sabíamos que había comenzado la matanza y ese día, como siempre, mis hermanos, mis primos y los chicos tomamos chocolate. Cuando hubo pasado tres años, Bebo, Chichita y yo supimos el día final porque entró Justo Vega y llorando lo dijo, ya no en mi casa natal sino en el departamento alquilado de Rosario donde vivíamos y yo, la niña que era entonces y hoy evoco, sé que sentí dolor por las lágrimas de Justo, por el silencio de mi padre y porque no pude aliviarlo con juegos en las calles del pueblo, que ya no estaban, y todavía yo no tenía con quién jugar" (23).

"El 26 de octubre del año 1855 –escribe Roberto Zehnder- abandonamos Basilea, adonde hemos llegado antes del mediodía en omnibus. (N. Del A. Probablemente sea algún tipo de diligencia que lo llevaba desde su pueblo de origen hasta una ciudad importante como lo es Basilea), y nos alojamos en una hostería de nombre "El Buey colorado". (…) La mitad de los pasajeros del "Lord Ranglan" fue trasladado en un barco a vapor chico a Santa Fé y alojados al norte de la ciudad; mientras la otra mitad abandonaba el puerto de Buenos Aires tres días antes de nosotros y llegaron al puerto de Santa Fé al mismo minuto para anclar. En el barco se encontraron Guillermo Hübeli, Ricardo Buffet, Buchard Griboldi, como viajeros del "Lord Reglan" (N. Del A.: Lord Raglan)" (24).

El belga Carlos de Mot fue el responsable de la segunda colonización de Sunchales, provincia de Santa Fe. Roxana Lusso lo evoca en un trabajo que transcribo parcialmente, en el que afirma: "El gobernador de Santa Fe, Mariano Cabal, con su obra de gobernar poblando, buscó a hombres de empresa para llevar a cabo sus proyectos, entre ellos estaba Carlos de la Mot o de Mot, de nacionalidad belga, de origen noble, a quien le encargaron la colonización de Los Sunchales. De Mot concibió la empresa de traer agricultores de Europa y afincarlos alrededor del Fuerte, en las mismas tierras de la colonización anterior. El 18 de mayo de 1868, se firmó el contrato de colonización con Carlos de Mot, y el 16 de julio de ese año se estableció la segunda colonización de Los Sunchales. Después de firmado el contrato con el gobierno de la provincia de Santa Fe, Carlos de Mot se trasladó a Europa a buscar las familias de agricultores. Después de un año, apareció con los primeros colonos, italianos, franceses, suizos, ingleses, españoles, alemanes y algunos belgas. (…)" (25).

Dennis Clifford Crisp, hijo de ingleses, relató: "Mis padres vinieron a la Argentina en 1910. Mi padre era empleado de La Forestal y se radicó en el Chaco Santafecino. Yo nací en Guillermina y mi hermano (que es veterano de la RAF) en Tartagal, así que mi primer idioma fue el guaraní" (26).

El nombre de la localidad "El Trébol" "surgió durante la construcción del ramal del Ferro Carril Central Argentino que partió de Cañada de Gómez hacia Las Yerbas, el cual fue financiado con capitales de origen británico, siendo esta empresa subsidiaria la encargada de la denominación de las estaciones que iban surgiendo. Seguramente el recuerdo de su patria natal, provocó que tres estaciones seguidas recibieran el nombre de los símbolos de la Gran Bretaña. Así surgieron "Las Rosas" por las rosas rojas y blancas del escudo de Inglaterra; "Los Cardos" en recuerdo de Escocia; y "El Trébol" en homenaje a la flor típica de Irlanda" (27).

Notas

1 S/F: Para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires, Clarín.

2 Fernández, Roxana: "Protegen lugares históricos vinculados a los inmigrantes", en Clarín, Buenos Aires, 19 de abril de 1999.

3 Weinstein, Ana E. y Toker, Eliahu: La letra ídish en tierra argentina Bío-bibliografía de sus autores literarios. Buenos Aires, Milá, 2004.

4 Gerchunoff, Alberto: "Autobiografía", en Alberto Gerchunoff, judío y argentino. Selección y prólogo de Ricardo Feierstein. Buenos Aires, Milá, 2001.

5 Feierstein, Ricardo: op cit

6 Cociovich, Noe: Génesis de Moisésville. Buenos Aires, Editorial Milá, 1987.

7 Korin, Moshé: "Personajes de la Historia del Scholem Aleijem DR. JONAS KOVENSKY, En el recuerdo", en www.scholem.com.ar.

8 Fistemberg Adler, Felipe: Moisés Ville. Recuerdos de un pibe pueblerino. Buenos Aires, Milá, 2005. 112 págs. (Testimonios). Págs. 12-13.

9 S/F: en Dolinsky, Dina: Rincones.. Buenos Aires, Editorial Milá, 2004. 64 p.

10 Ottone, Antonio, dir.: Un amor en Moisés Ville. Abril de 2001.

11 S/F: "Un amor en Moisés Ville", en Película Cinemark archivos/Cinemark-Ottone.htm

12 Frejtman, Teodoro R.: "Donde moran los ángeles".

13 Pedroni, José: Hacecillo de Elena. Santa Fe, Colmegna, 1987.

14 Masjoan, Lía: "Nosotros. Contratiempos y alegrías de inmigrantes húngaros", en El Litoral on line. Santa Fe, 4 de mayo de 2002.

15 Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: La gran inmigración. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.

16 Britos, Orlando: "Historias de Crespo", en Bienvenidos al mayor portal regional, www.unespacio.com.ar.

17 Chumbita, Hugo: Ultima frontera. Vairoleto: Vida y leyenda de un bandolero. Buenos Aires, Planeta, 1999.

18 Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: La gran inmigración. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.

19 Romano, Eduardo (Selecc. prólogo y notas): El cuento argentino 1930-1959* antología L. Gudiño Kramer, J.P. Sáenz y otros Buenos Aires, CEAL, 1981. Capítulo, pág. 83.

20 Fornaciari, Dora: "Reportajes periodísticos a Syria Poletti", en Taller de imaginería. Buenos Aires, Losada, 1977.

21 Bieganski, Enrique: "Rosario III", en La Nación Revista, Buenos Aires, 24 de abril de 2005.

22 Abriata, Alberto: "Rosario (I)", en La Nación Revista, Buenos Aires, 24 de abril de 2005.

23 Onega, Gladys: Cuando el tiempo era otro. Una historia de infancia en la pampa gringa. Buenos Aires, Grijalbo-Mondadori, 1999.

24 Zehnder, Roberto: "Anotaciones durante mi inmigración, de Suiza a la República Argentina, por Roberto Zehnder, colonizador", en hugozingerling[arroba]educ.ar.

25 Lusso, Roxana: "Segunda colonización de Los Sunchales", en www.sunchanet.com.ar.

26 Castrillón, Ernesto y Casabal, Luis: "Un argentino en Birmania", en La Nación, Buenos Aires, 6 de junio de 2004.

27 S/F: "Origen y fundación", en www.eltrebol.gov.ar.

Santiago del Estero

En 1875 –señala Hugo Mataloni, basándose en Comisión de Inmigración, publicación oficial de ese año-, "La Compañía de Córdoba recibe a los inmigrantes que son destinados a Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, La Rioja y Catamarca. El viaje a estas provincias se hace en tropas de carros ‘enyantados’ tirados por mulas, y que salen de Córdoba formando caravanas de 10 hasta 15 y 20 carros… Los caminos que pasan son excelentes… (decían las crónicas de la época). La seguridad de los viajeros está arriba de toda ponderación… El inmigrante viaja con toda comodidad en los vehículos pues lleva consigo todo su equipaje; y como los carros son espaciosos hay en ellos una especie de camarote en que el viajero pone su cama como en un buque, y lee o duerme mientras se marcha, cuando no prefiere adelantarse a caballo por ambos flancos del camino, cazando o corriendo a caballo por las praderas y preciosos bosques que se presentan en todo el recorrido. A la hora de comer se hace alto, y se encienden los fogones para los asados y demás comidas en conjunto. El viaje de este modo, saliendo de Córdoba, dura 10 días a La Rioja y Catamarca, y varía entre 12 y 15 días a Tucumán, según el estado de los ríos" (1).

Los sirio-libaneses "comienzan a llegar a mediados del siglo diecinueve, pero arriban con mayor intensidad a partir de 1896, radicándose en colonias fundadas entre ese año y 1903. Se establecieron en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Misiones. Más tarde llegaron al Noroeste, a Santiago del Estero y a Cuyo (2) y a la Patagonia fronteriza (3).

Les costaba hablar catellano a los árabes que vivían en el interior: "en Tucumán y en Santiago del Estero los legisladores de origen árabe llegaron a ser mayoría. Cuenta Enrique Oliva –Francois Lepot- en La vida cotidiana que en una sesión de la Cámara en una de esas provincias, un diputado expresó: ‘Bara explicar este broyecto, cedo la balabra al baisano Abraham, que habla mejor la castilla’ " (4).

Gillian Charmion Ash "nació en Sotuhhampton, en uno de los viajes que recibía cada tres años su padre por ser empleado del ferrocarril en Argentina. Los Ash conocieron destinos como La Banda, Santiago del Estero, y Villa Constitución, Santa Fe. Claude se entretenía con el cricket. Su madre, Lilwen, galesa, a duras penas logró hablar castellano. Gillian, hija única, se crió en esa atmósfera sajona" (5).

Notas

1 Mataloni, Hugo: La inmigración entre 1886-1890. Su proceso hasta el gobierno de Gálvez. Santa Fe, Colmegna, 1992.

2 S/F: Para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. Buenos Aires, Clarín.

3 S/F: "Viaje a la tierra de uno", en Clarín, Buenos Aires, 27 de septiembre de 1998.

4 Pandra, Alejandro: "En busca de la esperanza", en El Tiempo, Azul, 7 de septiembre de 2003.

5 Giubellino, Gabriel: "Naufragó en un ataque nazi a los 3 años y busca a otros sobrevivientes", en Clarín, Buenos Aires, 25 de noviembre de 2004.

Tierra del Fuego e Islas del Atlántico Sur

Algunos europeos se establecían en Tierra del Fuego. Eleonora Britten de Lewis "fue la primera mujer que vivió en la Argentina austral. En 1870 llegó con su esposo, James Lewis, y su hijo Guillermo a Río Gallegos. Desde allí se dirigieron a Ushuaia en una goleta a vela, pasando por las Islas Malvinas, donde los esperaba Tomás Bridges, con quien iban a establecer una misión evangélica. Instalados en la primitiva población de la Tierra del Fuego, el primer hijo del matrimonio Lewis, nacido allí, recibió el nombre de Ushuaia. La señora Lewis colaboró con su marido en la atención del establecimiento misional, y contribuyó al progreso de la colonia indígena" (1).

Otros inmigrantes eran los empleados en la Penitenciaría. Lo afirma el alcaide mayor retirado Horacio Benegas: "A principios de siglo, los primeros guardias eran gallegos o yugoslavos, traídos a la Argentina para trabajar en las cárceles. Muchos llegaban al puerto de Buenos Aires y seguían viaje al penal de Ushuaia; otros paraban en el Hotel de los Inmigrantes y eran destinados a unidades de acá" (2).

El bisabuelo de Emi Pechar fue "un yugoslavo que llegó a la Argentina a buscar un futuro, que fue carpintero de la cárcel de Ushuaia y que luego trabajó una porción de estas tierras hasta ganársela" (3).

Rosa Damiana Fique, nieta del primer argentino que en 1887 se estableció en Ushuaia, recuerda a los italianos que llegaron a la ciudad alrededor de 1950: ‘-Daba gusto verlos, venían de una guerra y de pasar hambre, pero no dejaban de sonreír y de cantar… Sí, los italianos dieron vuelta al pueblo con su alegría" (4).

"Alberto María De Agostini nació en Pollone, pequeño pueblo de Piamonte, en las cercanías de Biella, el 2 de noviembre de 1883. "Punta Arenas fue la base de partida para las primeras exploraciones de Alberto De Agostini, quien no por casualidad mostró muy pronto su interés por la cordillera fueguina conocida como Cordillera Darwin" (5).

Polidoro Segers vivió en Tierra del Fuego: "Iba don Ramón Lista a explorar aquellas regiones y a sentar definitivamente nuestra soberanía sobre ellas. Necesitaba un médico. Ningún profesional criollo quiso arriesgarse en esa "patriada". El poeta Olegario V. Andrade, padre político de Lista, lo exhortó e embarcarse y Segers no se hizo de rogar… Con los conocimientos científicos que poseía no le pareció imposible ser "cirujano de segunda" en la expedición… Y en noviembre de 1886 lo tenemos sobre el Villarino rumbo a Tierra del Fuego. Como capellán iba el padre José Fagnano, salesiano. Se hicieron grandes amigos. Cuando pisaron tierra firme en San Sebastián, y los 25 hombres de Lista y del capitán Marzano hicieron fuego sobre los onas, dejando sobre la virgen tierra fueguina veintiocho cadáveres, el sacerdote y el médico se levantaron, coléricos, en nombre de la justicia y de la humanidad. En su interesante obrita ‘Hábitos y costumbres de los Onas’ describe don Polidoro la impresionante muerte de un joven de dieciocho años, atrincherado en una roca, con sólo su arco… Recibió veintiocho balazos, sin contar el tiro de gracia. Su perro estuvo llorando toda la noche al lado del heroico ona. Cuando a la mañana siguiente fueron el capellán y el médico para enterrar el cadáver del mancebo, vieron un espectáculo macabro: el perro se había comido todo lo que pudo de su amo, como para que esos despojos queridos no cayeran en manos enemigas…

Desde aquel día, siempre que había que vérselas con indios, eran Segers y Fagnano los encargados de parlamentar. La primera vez que les tocó la no fácil misión, se vieron en figurillas cuando toparon de buenas a primeras con una tribu. Estaban ambos perplejos. Entonces el médico -narra Fagnano- comenzó a hacer piruetas, a dar saltos y otras niñerías. Fue la salvación de ambos. Los indios bajaron sus arcos y se acercaron, riendo, a los embajadores. Desde entonces fueron los amigos de los onas. (…)" (6).

"Thomas Bridges fue uno de los fundadores de la Misión evangélica anglicana en Ushuaia y su Director por muchos años, (…) ocupa lugar destacable entre lo pioneros fueguinos, establecidos en estas tierras en 1871. La estancia Harbenton fue la primera estancia de la Isla Grande de Tierra del Fuego, fundada en 1886 por Thomas Bridges, dándole dicho nombre como recuerdo del pueblo natal de su esposa, situado en Inglaterra" (7).

En Soy Roca, biografía novelada escrita por Félix Luna, el protagonista se refiere a un viaje que hizo en 1899: "Nos detuvimos en la desembocadura del río Santa Cruz, visité alguna estancias de los alrededores, casi todas de ingleses, y seguimos a Río Gallegos, donde me hospedé en la casa del gobernador. (…) Cuando íbamos llegando a Ushuaia me llamaron la atención, en cierto punto de la costa, rebaños de ovejas y construcciones muy prolijas entre macizos de flores y espacios de césped; me dijeron que era la estancia de Thomas Bridges, el pastor anglicano que anteriormente había estado a cargo de la Misión en la isla; en 1886 renunció a su puesto y se vino a Buenos Aires a solicitar tierras allí. Me lo presentó el senador Antonio Cambaceres y lo recomendaba calurosamente el perito Moreno. Tuve el gusto de promover, pocas semanas antes de dejar la presidencia, una ley concediéndole 20.000 hectáreas en propiedad en Harberton, a unas quince leguas de Ushuaia hacia el este. Bridges había fallecido meses antes pero su estancia era la mejor de la isla, superando en actividad a la que había establecido al norte, en Río Grande, el asturiano José Menéndez. Me dieron ganas de visitar Harberton y lo hice en el acorazado de río ‘Independencia’, más chico que el ‘Belgrano’. Allí fui recibido por la viuda del antiguo misionero y su familia. En el jardín tomamos el té con sandwiches y frutillas de la zona con crema. Fue una tarde gloriosa para Gramajo, que decía estar harto del rancho del ‘Belgrano’… Por un momento no me pareció encontrarme en el confín del mundo sino en una casa de Sussex, o más bien, de Devon-shire, de donde era oriundo Bridges. Después visitamos los campamentos de los indios yaganes y onas que trabajaban en el establecimiento. Al menos aquí no se los perseguía, como había hecho aquel aventurero rumano Julio Popper, que en tiempos de mi concuñado instaló un lavadero de oro en el norte de la isla, y como también lo hacían, según los rumores que había escuchado, algunos capataces de Menéndez" (8).

Carlos Pellegrini, protagonista de la novela histórica escrita por Gastón Pérez Izquierdo, recuerda a Bridges: "Un predicador inglés, Mr. Thomas Bridges, había pasado una larga temporada en la Tierra del Fuego como misionero de la Iglesia Anglicana y de paso criando lanares que había introducido desde las Islas Malvinas. Estaba en Buenos Aires preparándose para embarcar a Inglaterra –y disfrutar una temporada de sus buenos negocios– de manera que no rehusó una invitación de la Sociedad Literaria Inglesa para pronunciar una conferencia sobre su inquietante experiencia" (9).

En Tierra del Fuego vivieron el reverendo Dobson y su esposa, personajes de Fuegia (10), novela de Eduardo Belgrano Rawson. En esa obra, un sacerdote afirma acerca de los anglicanos: "Pobres diablos. ¿Cómo no van a sentirse desengañados? Ya sabemos cómo hacen para reclutarlos. ¿Acaso no les pintan todo esto como un paraíso repleto de aldeas? Me imagino las fantasías que traen. ¿Y qué encuentran a su llegada?".

La viuda del reverendo Dobson evoca los planes que hacìan sobre la emigraciòn, alentados por noticias tendenciosas: "Despuès de pasar una tarde en la Uniòn Misionera, volvìan a casa con su marido por un sendero de gramilla perfumada. Llevaba seis meses de casada con Dobson. Hicieron un alto en el parque y abrieron un paquete de bollos. Charlaron del futuro viaje a Sudamèrica. Dobson dibujò la misiòn sobre el papel de los bollos. Habìa un grupo de canaleses entonando sus himnos y un paquebote en el horizonte. Los canaleses figuraban como ‘naturales amistosos’ en todas las publicaciones del Almirantazgo, de modo que agregò un nativo haciendo cabriolas. Su mujer le suplicò que dibujara una huerta. Dobson puso la huerta y metiò algunas ovejas. Estuvo tentado de añadir el cementerio, pero desistiò a ùltimo momento. Ella estudiò bien el dibujo y concluyò que nada faltaba. Tratò vanamente de hallarle algùn parecido con su aldea de Sussex. Pero igual le propuso: ‘Pongàmosle Abingdon’. Pensò emocionada: ‘El Señor es mi pastor’ ".

Vivieron asimismo los escoceses que se dedicaron a la cría de ganado. Leemos en un pasaje de la misma novela: "Cuando les resultó evidente que habían echado mano a los mejores campos del mundo, los criadores de toda la isla resolvieron cruzar sus mediocres ovejas con padrillos europeos. Para entonces ya nadie soñaba con transformar a los lugareños en sus pastores perfectos. En realidad, a los parrikens les sobraban condiciones para el puesto: corrían treinta kilómetros de un tirón, podían dormir al sereno en invierno y resistían sin probar bocado como el más bruto de los galeses. Pero nada aborrecían más en el mundo que el trabajo de ovejeros, de modo que los criadores olvidaron por fin el asunto y junto con los padrillos importaron pastores de Escocia, quienes trajeron hasta los perros".

Sulko Romero Roberts es "un estanciero de 58 años, descendiente de españoles e irlandeses. Sus tierras están en Río Grande, Tierra del Fuego, cerca de la estancia Sara, de la familia Braun, dueños de setenta mil hectáreas y sesenta y dos mil ovejas" (11).

En Tierra del Fuego vivió Julius Popper. El fotógrafo y explorador nació en Bucarest en 1857 y falleció en Buenos Aires en 1893. "Estudió Ingeniería en Minas en París y realizó múltiples viajes por el resto de Europa, Oriente Medio, América del Norte, México y Cuba. Establecido en la Argentina, en 1866 viajó a Punta Arenas, Chile y descubrió oro en la bahía de San Sebastián, sobre el océano Atlántico. En 1887 realizó una muestra con sus fotografías tomadas en Tierra del Fuego, junto a mapas, armas, utensilios indígenas y muestras de arenas auríferas. Fundó la Compañía ‘Lavaderos de Oro del Sud’ " (12).

También a las Islas Malvinas llegaron pioneros escoceses: "En 1842 llegaron dieciocho pobladores, en 1849 treinta y en 1859 otros treinta y cinco, con sus respectivas familias. El último contingente llegó en 1867. Poco a poco colonizaron todas las islas. Estos escoceses trasladaron a las Malvinas sus costumbres, entre otras la de criar ovejas, no vacunos. Sus descendientes forman la gran mayoría de la población malvinense nativa, de la población estable actual, porque las Malvinas tienen también una población inestable, de origen no escocés sino inglés: son los funcionarios y los militares" (13).

Notas

1 Sosa de Newton, Lily: Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas, Buenos Aires, Plus Ultra, 1986.

2 Messi, Virginia: "Los últimos días de la cárcel de Caseros", en Clarín, Buenos Aires, 8 de noviembre de 2000.

3 S/F: "Usted es nuestro protagonista", en Aerolíneas Argentinas Magazine. Buenos Aires, Mayo 2004.

4 Sotelo, Sergio (texto) y Pessah, Daniel (fotos): "Estampas del fin del mundo", en La Nación Revista, 15 de agosto de 2004.

5 S/F: Cuadernos Patagónicos – 2 El padre De Agostini y la Patagonia, en www.tecpetrol.com

6 Entraigas, Raúl Agustín; "Polidoro Segers, el primer médico de Tierra del Fuego", en Museo del Fin del Mundo. Biblioteca Virtual,:www.Tierra del Fuego.org.ar.

7 Yess, Soledad: "Tierra del Fuego y sus topónimos", en www.misionorg.com.ar.

8 Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires, Sudamericana, 1991, pp. 322-3.

9 Pérez Izquierdo, Gastón: La última carta de Pellegrini. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1999.

10 Belgrano Rawson, Eduardo: Fuegia. Buenos Aires, Sudamericana, 1990.

11 González Toro, Alberto (texto) y González, Ricardo (fotos): "La Patagonia de Kirchner", en Clarín Viva, Buenos Aires, 2 de noviembre de 2003.

12 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.

13 Gallez, Pablo: "Malvineros, ingleses, escoceses y argentinos", en La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 18 de febrero de 1999.

Tucumán

Amadeo Jacques (París, 1813; Buenos Aires, 1865), "En Francia, estudió en el Liceo de Borbón y en la Escuela Normal de París; dictó clases en Amiens y Versalles y, a los 24 años, obtuvo el doctorado en Letras en La Sorbona. Poco después se graduó como Licenciado en Ciencias Naturales en la Universidad de París. Luego de ejercer la docencia en otras instituciones francesas, en 1852 se trasladó a Montevideo, Uruguay, y más tarde se estableció en Entre Ríos, donde se dedicó a la daguerrotipia y a la agrimensura. En 1858 fue nombrado director del Colegio de San Miguel de Tucumán, donde desarrolló una obra renovadora de los sistemas pedagógicos. En 1860 se dedicó al periodismo, publicando proyectos de reglamentos sobre instrucción pública en diarios de la provincia de Tucumán. Por ofrecimiento del vicepresidente de la República, Marcos Paz, fue director y, años más tarde, rector del Colegio Nacional de Buenos Aires. En esa función transformó la enseñanza, introduciendo las nuevas ideas cientificistas que provenían de Europa y planeó la educación primaria, secundaria y universitaria. Fue un renovador de la enseñanza en la Argentina". (1).

Mary E. Conway (Boston, 1848) "Era hija de James Conway y prima del escritor Hugo Conway y vino a la Argentina durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, para cooperar en su obra en el campo del normalismo. Luego de estudiar castellano cuatro meses en Paraná, fue destinada a la Escuela Normal de Tucumán y realizó allí una meritoria labor, respaldada por su ilustración. Cuando la escuela se afianzó, hizo renuncia de su cargo y se instaló en Buenos Aires, donde fundó el prestigioso Colegio Americano. Allí dictó cátedras y pronunció numerosas conferencias, en las que desarrollaba los temas más diversos con gran facilidad de palabra. Este colegio estuvo instalado en tres edificios distintos, el último de los cuales se encontraba en Carlos Pellegrini y Juncal. Allí murió su fundadora el 3 de agosto de 1903" (2).

A Tucumán viajó, muy a su pesar, José Wanza, que escribe en 1891 una carta que envía "a la redacción de El Obrero, de un contenido tan valioso que no podemos resistir la tentación de reproducirla: "Aprovecho la ida de un amigo a la ciudad para volver a escribirles. No sé si mi anterior habrá llegado a sus manos. Aquí estoy sin comunicación con nadie en el mundo. Sé que las cartas que mandé a mis amigos no llegaron. Es probable que éstos nuestros patrones que nos explotan y nos tratan como a esclavos, intercepten nuestra correspondencia para que nuestras quejas no lleguen a conocerse. Vine al país halagado por las grandes promesas que nos hicieron los agentes argentinos en Viena. Estos vendedores de almas humanas sin conciencia, hacían descripciones tan brillantes de la riqueza del país y del bienestar que esperaba aquí a los trabajadores, que a mí con otros amigos nos halagaron y nos vinimos. Todo había sido mentira y engaño. En B. Ayres no he hallado ocupación y en el Hotel de Inmigrantes, una inmunda cueva sucia, los empleados nos trataron como si hubiésemos sido esclavos. Nos amenazaron de echarnos a la calle si no aceptábamos su oferta de ir como jornaleros para el trabajo en plantaciones a Tucumán. Prometían que se nos daría habitación, manutención y $20 al mes de salario. Ellos se empeñaron hacernos creer que $20 equivalen a 100 francos, y cuando yo les dije que eso no era cierto, que $20 no valían más hoy en día que apenas 25 francos, me insultaron, me decían Gringo de m… y otras abominaciones por el estilo, y que si no me callara me iban hacer llevar preso por la policía. Comprendí que no había más que obedecer. ¿Qué podía yo hacer? No tenía más que 2,15 francos en el bolsillo. Hacían ya diez días que andaba por estas largas calles sin fin buscando trabajo sin hallar algo y estaba cansado de esta incertidumbre. En fin resolví irme a Tucumán y con unos setenta compañeros de miseria y desgracia me embarqué en el tren que salía a las 5 p.m. El viaje duró 42 horas. Dos noches y un día y medio. Sentados y apretados como las sardinas en una caja estábamos. A cada uno nos habían dado en el Hotel de Inmigrantes un kilo de pan y una libra de carne para el viaje. Hacía mucho frío y soplaba un aire heladísimo por el carruaje. Las noches eran insufribles y los pobres niños que iban sobre las faldas de sus madres sufrían mucho. Los carneros que iban en el vagón jaula iban mucho mejor que nosotros, podían y tenían pasto de los que querían comer. Molidos a más no poder y muertos de hambre, llegamos al fin a Tucumán. Muchos iban enfermos y fue aquello un toser continuo. En Tucumán nos hicieron bajar del tren. Nos recibió un empleado de la oficina de inmigración que se daba aires y gritaba como un bajá turco. Tuvimos que cargar nuestros equipajes sobre los hombros y de ese modo en larga procesión nos obligaron a caminar al Hotel de Inmigrantes. Los buenos tucumanos se apiñaban en la calle para vernos pasar. Aquello fue una chacota y risa sin interrupción. íAh Gringo! íGringo de m…a! Los muchachos silbaban y gritaban, fue aquello una algazara endiablada. Al fin llegamos al hotel y pudimos tirarnos sobre el suelo. Nos dieron pan por toda comida. A nadie permitían salir de la puerta de calle. Estábamos presos y bien presos. A la tarde nos obligaron a subir en unos carros. Iban 24 inmigrantes parados en cada carro, apretados uno contra el otro de un modo terrible, y así nos llevaron hasta muy tarde en la noche a la chacra. Completamente entumecidos, nos bajamos de estos terribles carros y al rato nos tiramos sobre el suelo. Al fin nos dieron una media libra de carne a cada uno e hicimos fuego. Hacían 58 horas que nadie de nosotros había probado un bocado caliente. En seguida nos tiramos sobre el suelo a dormir. Llovía, una garúa muy fina. Cuando me desperté estaba mojado y me hallé en un charco. íEl otro día al trabajo! y así sigue esto desde tres meses. La manutención consiste en puchero y maíz, y no alcanza para apaciguar el hambre de un hombre que trabaja. La habitación tiene de techo la grande bóveda del firmamento con sus millares de astros, una hermosura espléndida. íAh qué miseria! Y hay que aguantar nomás. ¿Qué hacerle? "Hay tantísima gente aquí en busca de trabajo, que vejetan en miseria y hambre, que por el puchero no más se ofrecen a trabajar. Sería tontera fugarse, y luego, ¿para dónde? Y nos deben siempre un mes de salario, para tenernos atados. En la pulpería nos fían lo que necesitamos indispensablemente a precios sumamente elevados y el patrón nos descuenta lo que debemos en el día de pago. Los desgraciados que tienen mujer e hijos nunca alcanzan a recibir en dinero y siempre deben. Les ruego compañeros que publiquen esta carta, para que en Europa la prensa proletaria prevenga a los pobres que no vayan a venirse a este país. íAh, si pudiera volver hoy! "íEsto aquí es el infierno y miseria negra! Y luego hay que tener el chucho, la fiebre intermitente de que cae mucha gente aquí. Espero que llegue ésta a sus manos: Salud.a …" (3).

El naturalista Abraham Willink (Frisia,1924 – San Miguel de Tucumán, 1998) era "licenciado en Ciencias Naturales egresado de la Universidad Nacional de la Plata en 1944, se especializó en entomología. En la Universidad de Tucumán ocupó diversos cargos: fue profesor, director de la Fundación y del Instituto ‘Miguel Lillo’ y decano de la facultad de Ciencias Naturales. También fue investigador del CONICET y presidente de la Sociedad Entomológica Argentina. Formó parte de varias instituciones científicas del país y del exterior y obtuvo numerosos premios" (4).

En 2002, Guadalupe Henestrosa mereció el V Premio Clarín de Novela por Las ingratas Novela sentimental. Una de las gallegas que presenta en esa obra, se establece en Tucumán: "Griseldo Salazar había perdido los brazos a los dieciocho años: un trapiche azucarero se los había arrancado sin ninguna dulzura. Desde entonces llevaba un poco más abajo del codo unos muñones llenos de cicatrices. Después de varios meses en el hospital entre láudano y enfermeras, los médicos lo habían puesto en las calles de San Miguel de Tucumán sin manos para llevar el atadito de ropa, lo único que tenía en el mundo. (…) Todo se hizo rápido, con un trámite civil y una bendición del padre Agapito. No hubo almuerzo de festejo porque Griseldo no comía en público: cuando estaban a solas, Socorro le colocaba una gran servilleta en el cuello y lo alimentaba como a un bebé. (…) Roca colaboró con la compra de mercaderías, y hasta Cachito dio una mano para cargarlas en la caja del camión. Unos días después de la boda el asunto estaba resuelto, y Socorro, convertida en la señora de Salazar, estaba lista para instalarse en el lejano Norte e iniciar una nueva vida entre las sierras. No podía ni siquiera pensar en el futuro: los ojos y el aliento sólo le alcanzaban para contemplar un día a la vez" (5).

Notas

1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.

2 Sosa de Newton, Lily: Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas. Buenos Aires, Plus Ultra, 1986.

3 Wanza, José: "Carta de un inmigrante" (a) El Obrero; Nº 36, del 26/9/1891. Tomado de: José Panettieri, Los Trabajadores. Biblioteca argentina fundamental. Serie complementaria: Sociedad y Cultura/18. Centro Editor América Latina. 1982. Págs.101a 104. En www.clarin.com.ar.

4 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarìn, 2002.

5 Henestrosa, Guadalupe: Las ingratas Novela sentimental. Buenos Aires, Suma de Letras Argentinas, 2005. 264 pp.

…..

Al norte y al sur, al este y al oeste, se dirigieron los inmigrantes, en busca de un lugar donde establecerse, donde trabajar y criar a sus hijos. Muchos de sus descendientes siguen viviendo en la provincia elegida por sus ancestros, y es frecuente encontrarlos trabajando en el mismo rubro que sus antepasados, en empresas que crecieron a través de los años.

V Actitudes

En 1910, el nicaragüense Rubén Darío escribió "Canto a la Argentina", en el que expresa: "¡Argentina, región de la aurora!/ ¡Oh, tierra abierta al sediento/ de libertad y de vida,/ dinámica y creadora!" (1).

El doctor Alberto Sarramone, autor de varios libros sobre la historia de la inmigración en nuestro país –algunos de ellos traducidos al francés-, afirma que "La noción exacta y actual de emigración, en general, tiene dos referentes direccionales: emigración en un sentido estricto, cuando se busca significar la salida de personas o grupos de un país o región. Inmigración, noción relacionada con la recepción de población externa en un país o región determinado", y señala que "ambas tienen su origen en el régimen de libertad instaurado a partir de la revolución francesa, con el reconocimiento de los derechos del hombre y del ciudadano y entre ellos el de emigrar, consagrados en la constitución del 31 de octubre de 1791. Con anterioridad, no se podía hablar de las formas modernas de emigración, que requieren como notas definitorias para la existencia plena del fenómeno, estar en un marco aunque sea imperfecto de libertad" (2).

Ya hemos citado a Marcelo Bazán Lazcano, quien se refiere a la Ley Avellaneda, de 1876, la cual proporciona la definición de inmigrante (3). Pero –afirma Andrew Graham Yooll- algunos europeos no se sentían incluidos en esta definición, ya que "los británicos se negaron tenazmente a ser categorizados como inmigrantes, lo que significaba un descenso en la clase social" (4).

Félix Luna señala que "la política de inmigración que llevaron adelante los gobiernos del Régimen Conservador fue muy amplia y nada discriminatoria. No se pusieron trabas a ningún tipo de inmigración. Incluso Roca, durante su primera presidencia, nombró a un agente especial de inmigración para que intentase desviar hacia la Argentina a la corriente de judíos rusos que huían de los pogroms, generalmente a Estados Unidos. Precisamente en esos últimos años del siglo, empezaron a instalarse algunas colonias de judíos en la ciudad de Buenos Aires. La política era pues muy amplia y, aunque en algún momento hubo voces que se levantaron para protestar contra algún tipo de inmigración que aparentemente no interesaría al país, en ningún momento se sancionaron leyes restrictivas" (5).

En "De políticos, santos y literatos", señala Fernando Sorrentino: "Después del derrocamiento, en 1852, de Juan Manuel de Rosas, se sancionó, el 1º. de mayo de 1853, la Constitución de la Nación Argentina. En el "Preámbulo", los representantes concluyen diciendo que '[…] ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Nación Argentina' tras haber afirmado que lo hacen 'con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino'.

Ahora bien, cuando cualquier culto político argentino de traje y corbata enfrenta una cámara de televisión o pontifica ante un micrófono de radio o se desgañita en una barricada popular, una irresistible fuerza altruista lo impulsa a adoctrinar de este modo a sus oyentes: 'En cuanto a la inmigración, ya se sabe que, según lo estipula nuestra Constitución, la Argentina está abierta a todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino'.

Y si, de acuerdo con la versión evangélica latina, San Lucas (2, 14) ha dicho 'Gloria in altissimis Deo, et in terra pax hominibus bonae voluntatis', el opulento ocioso en cuestión ha metido, velis nolis, al santo entre los constituyentes de 1853, reemplazando el amplio atributo del mundo por el muy restrictivo de buena voluntad.

Este traspié se debe, sin duda, a que -en su versatilidad- los políticos argentinos pueden citar con igual soltura los Evangelios y la Constitución nacional, sin haber leído ni aquéllos ni ésta" (6).

¿Qué sucedió con los inmigrantes que llegaron a la Argentina? ¿Fueron aceptados o rechazados? La actitud que toman no será la misma, según el inmigrante sea anglosajón o italiano y español, y según la clase social a la que pertenezcan nativos y extranjeros. Aún dentro de la clase dirigente hay divergencia: mientras que Cané (7) y Cambaceres (8) alertan sobre el peligro de la inmigración, Ocantos (9) y Zeballos (10) la ven positiva. Los personajes de Fray Mocho entablan con el inmigrante una relación cordial; los criollos de Arias y Burgos lo aborrecen.

Notas

(1) Darío, Rubén: "Canto a la Argentina" (fragmento), en Obras Completas. Buenos Aires, Ediciones Anaconda, 1949. 347 pp.

(2) Sarramone, Alberto: Historia y sociología de la inmigración argentina.

(3) Bazán Lascano, Marcelo: en La Nación, Buenos Aires, 19 de diciembre de 1999.

(4) S/F: "Los ingleses en la Argentina", en Clarín, Buenos Aires, 18 de diciembre de 2000.

(5) Luna, Félix: Breve historia de los argentinos. Buenos Aires, Planeta, 1995. Investigación gráfica: Graciela García Romero y Felicitas Luna. Fotografías: Graciela García Romero.

(6) Sorrentino, Fernando: "De políticos, santos y literatos", en "El Misionario", El blog de Babab.com, Nº 31, Invierno 2006-2007.

(7) Cané, Miguel: Prosa ligera. Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1919.

(8) Cambaceres, Eugenio: En la sangre: Buenos Aires, Plus Ultra, 1968.

(9) Ocantos, Carlos María: Quilito. Madrid, Hyspamérica, 1984.

(10) Zeballos, Estanislao: La rejión del trigo. Madrid, Hyspamérica, 1984.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21
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