El dilema del 2012: Recortes o crecimiento (¿y por qué no, las dos cosas?) Parte I (página 7)
Enviado por Ricardo Lomoro
En las últimas semanas, algunos de los pesos pesados de la escena financiera mundial han advertido de que estamos acercándonos a un punto de inflexión. George Soros, Roger Altman y Larry Summers entre otros. Con los líderes financieros mundiales reunidos en Washington este fin de semana para la conferencia del FMI, quizá hay otra oportunidad para imponer una solución. "El Twist again de Ben y la Fed, tristemente, no son esa solución", concluye Callaway.
Europa en la UVI, el sacerdote al pié de la cama, y los "cinco sabios" visten de luto…
"Lo acaban de decir los "cinco sabios alemanes" en un documento que este miércoles entregaron a Ángela Merkel. Europa se enfrenta sin armas suficientes al "círculo vicioso" de una deuda soberana sin control y una crisis bancaria que está lejos de resolverse. Y la solución que aportan es sugerente: crear un fondo de amortización de deuda a escala europea dotado con 2,3 billones de euros"… Europa, al borde del K.O. (El Confidencial – 10/11/11)
Su función sería adquirir toda la deuda pública superior al 60% del PIB de cada país, el umbral que se considera sostenible. Como contrapartida, sus gobiernos se comprometerían a asumir un plan de austeridad fiscal destinado amortizar esa deuda "sobrante" en un plazo de 20 o 25 años. Pasado ese tiempo, y una vez que se hayan reducido los niveles de endeudamiento hasta unos niveles manejables, el fondo se disolvería.
¿Y cómo se financiaría? Cada país afectado aportaría como garantía parte de sus reservas de oro y de la recaudación obtenida a través de una sobretasa aplicada a nivel nacional, bien sobre el IVA o el Impuesto sobre la Renta. El programa de compra de bonos sería garantizado por el conjunto de la UE en función del tamaño de cada país. Italia tendría el mayor porcentaje, el 41%, y Alemania el 25%, según Financial Times.
La solución, según los "cinco sabios alemanes", no pasa por acelerar la compra de bonos por parte del BCE, la reivindicación permanente de los periféricos. "El programa de compra de bonos desmantela la disciplina de los mercados sin haber fijado previamente ninguna alternativa disciplinaria en su lugar", señalan los economistas germanos, que al tiempo hacen una advertencia, según Europa Press. El Banco Central Europeo de Mario Draghi "está traicionando su credibilidad al caer bajo la sospecha de estar monetizando la deuda soberana".
La propuesta de los cinco sabios -el consejo de economistas que asesora a la canciller- está ya sobre la mesa de Merkel, pero nada indica que vaya a salir adelante. De hecho, el 9/10, la canciller dijo la propuesta de "colectivizar" las deudas que están por encima del 60% del PIB choca contra las constituciones nacionales y los tratados europeos.
Y no saldrá, además, en un contexto como el actual, en el que los gobiernos están desbordados por los acontecimientos. La cumbre del G20 de la primera semana de noviembre en Cannes forma parte ya del pleistoceno, y la amenaza real ahora es la ruptura descontrolada del euro en un contexto macroeconómico dramático. Como sostiene el periodista italiano Paolo Messa, Grecia puede ser el fusible, pero es Italia la bomba que puede hacer explotar el euro y quizá toda la Unión Europea.
Hasta ahora se consideraba que la ruptura del euro no formaba parte de la agenda, pero ahora lo que preocupa es que se haga de forma caótica y desordenada habida cuenta de que si algo está claro es que Italia (550 puntos de diferencial con Alemania) y España (412 puntos) son irrescatables. El 20,6% de la deuda pública española vence en el año 2012 (unos 150.000 millones de euros incorporando el déficit previsto) y el 23,5% de la italiana habrá que renegociarla en 2012 (por encima de los 400.000 millones de euros).
No es de extrañar, por eso, que, según Reuters, Francia y Alemania estén explorando ya la posibilidad de una Europa "a dos velocidades" la vieja amenaza para los países periféricos que se planteó al comienzo del euro. Y que no se plasmó, precisamente, porque los periféricos, y de forma sorprendente, cumplieron las condiciones de Maastricht. Fuentes oficiales de Bruselas situaron esas discusiones "a nivel intelectual", pero en ningún caso se han constituido grupos de trabajo. En todo caso, lo que está claro es que hasta hace bien poco esta posibilidad era un ejercicio de política ficción, y ahora es real.
En la práctica, esa Europa a "dos velocidades" ya existe en términos de financiación de los tesoros nacionales. El 7/11, Alemania pudo emitir bonos a seis meses a un increíble 0,08%, mientras que el bono alemán a diez años se encuentra en el 1,8%, cerca de su mínimo histórico. La situación de su tesorería es tan holgada que en 2012 únicamente tendrá que renegociar el 1,5% de su deuda, la mitad que España.
La situación es tan crítica, que el especulador y filántropo George Soros habla ya de que la crisis de deuda soberana conduce al mundo a otra Gran Depresión. Mientras que Christine Lagarde, la directora gerente del FMI, habla ya sin tapujos de que Europa se enfrenta ya a una "década perdida", similar a la latinoamericana durante los años 90.
Sobre todo si se tiene en cuenta que, en paralelo a la crisis de deuda soberana, continúa sin resolverse el problema de la solvencia bancaria. Y hay que tener en cuenta que, según un informe de Credit Suisse, 16 grandes bancos europeos tienen en sus balances activos inmobiliarios "potencialmente sospechosos" por valor de 386.000 millones de euros, incluso por encima de los 339.000 millones que poseen en deuda periférica (España, Portugal, Grecia e Irlanda). Los bancos alemanes, franceses y británicos, pese a que han reducido su exposición entre un 30% y un 50%, son los más expuestos.
El gran reto en tres gráficos
– Sección II –
Los efectos (la segunda ola del tsunami financiero)
Carta a los dalits, paganos o "paganinis" de la crisis (desde la Europa de los náufragos): la deuda y la vida
II – A lomos de la bestia
(Diciembre de 2010) El gasto de estímulo y el rescate conexo del sistema financiero, junto con los efectos de la recesión en los ingresos, contribuyeron a los déficits de alrededor del 10% del PIB en la mayor parte de las economías avanzadas. Según el Fondo Monetario Internacional, entre otros, el coeficiente deuda pública-PIB de estas economías superará el 110% para 2015, en comparación con el 70% previo a la crisis.
(Julio 2011) En la última década, la deuda pública acumulada en el planeta se ha duplicado de largo hasta superar los 30 billones de euros, casi 30 veces el PIB español. Las Administraciones desplazan así al sector privado de la financiación ajena y abonan tensiones económicas como las europeas. No es una cantidad que se suela manejar en los medios de comunicación, pero es extremadamente importante. Mucho más, cuando la crisis de la deuda originada en Grecia y extendida por la zona euro amenaza con sumir al planeta en una segunda recesión. El nivel de endeudamiento público global supera ya los 40 billones de dólares: según la Intelligence Unit de la prestigiosa publicación británica The Economist, asciende a 42,6 billones de dólares; con los cálculos del Factbook de la CIA estadounidense, llegaría a 44,2 billones, nada menos que el 59,3% de la actividad económica del planeta.
(Julio de 2011) El enorme déficit presupuestario de los Estados Unidos, medido como porcentaje de la renta nacional, es hoy el tercero entre los de los principales países del mundo, apenas superado por los de Grecia y Egipto. Por supuesto que el déficit actual, equivalente al 9,1% del PIB, se debe en parte a los efectos automáticos de la recesión. Pero según las proyecciones oficiales de la Oficina de Presupuesto del Congreso de los Estados Unidos (CBO, por sus siglas en inglés), incluso tras una recuperación de la economía al nivel de pleno empleo, el déficit seguirá siendo tan grande que la relación entre la deuda pública del país y el PIB no dejará de crecer durante lo que resta de la década y después. El déficit pasó de 3,2% del PIB en 2008 a 8,9% del PIB en 2010 (lo que a su vez empujó hacia arriba la relación deuda pública/PIB, de 40% a 62%).
(Septiembre 2011) La bola de nieve en que se ha convertido el endeudamiento -público y privado- amenaza a las economías, como se encargan de recordar cada día los mercados. Pero a unos países más que a otros. Y en el pelotón de cabeza está España, que, según los últimos datos procedentes del BIS (Banco de Pagos Internacionales por sus siglas en inglés), ocupa ya la cuarta plaza como país más endeudado del mundo. Sólo Japón (456% del PIB), Portugal (366%) y Bélgica (356%) tenían a finales de 2010 un mayor nivel de deuda que España en relación a su PIB nominal, un 355%.
(Septiembre 2011) Según los cálculos del BIS, por cada diez puntos que aumenta la deuda pública por encima del 85% del PIB, la actividad económica se contrae en un 10% por cada punto porcentual de crecimiento. En el caso de la deuda corporativa, el umbral de peligro se sitúa a partir del 90%, y su impacto es la mitad de grande que en el caso de la deuda pública. Mientras que para la deuda de las familias la luz roja se enciende a partir del 85%, y aunque el impacto es "impreciso", se considera que es importante.
Un diabético con sobrepeso (a punto de sufrir un infarto)
¿Estamos realmente a un paso del abismo? ¿Se acabó el mundo que conocemos?
Tratar de entender las ramificaciones de esta catástrofe hace que la mente tiemble: es como imaginar el infinito. Y en medio del pánico surge una pregunta sencilla: ¿cómo logramos todos ignorar lo obvio?
La crisis financiera mundial puso al descubierto defectos del capitalismo al estilo estadounidense, las insuficiencias de lo que los británicos apodaron como la regulación financiera "leve" y la tendencia del sistema hacia cometer excesos periódicos. Más recientemente, la crisis de la deuda soberana de Europa puso de relieve la tensión de un costoso estado de bienestar en ausencia de un vigoroso crecimiento económico que lo financie.
El modelo de EEUU continúa en dificultades tres años después de que los reguladores dejaran que Lehman Brothers se hundiera. Miles de millones de dólares duermen ociosos en las arcas de las empresas, a pesar de que millones de trabajadores se hallan desempleados desde hace más de un año. El mercado inmobiliario sigue deprimido. La parálisis política en materia fiscal socava la autoridad económica en EEUU. Todo esto y más ha debilitado el argumento más simple a favor del modelo económico de EEUU: el hecho de que funciona.
Los países de la eurozona dependerán en 2012 de que los inversores no sean extremadamente virtuosos, porque, en conjunto, les pedirán 1,25 billones de euros, la cantidad que necesitan para afrontar los vencimientos de deuda pública que tendrán a lo largo del año. Un desafío extraordinario tanto en lo cuantitativo -puesto que esa cifra equivale prácticamente al 13 por ciento de la economía de la región- como en lo cualitativo, porque supondrá una reválida para pulsar el grado de confianza que los europaíses inspiran en los mercados financieros tras la extrema tensión de 2011.
Los vencimientos de deuda estadounidense durante 2012 será seis veces superiores a los de los cuatro grandes países emergentes, China–India–Brasil y Rusia. Casi tres billones de dólares, si sumamos también los intereses a pagar. Sin embargo, estas cuatro economías, imparables en pegar mordiscos a su porcentaje del PIB global, sólo acudirán al mercado para pedir 482.000 millones de dólares.
Sólo Japón afrontará más vencimientos y pagos que EEUU pero el interés será mucho menor. Los bonos nipones a diez años ofrecen intereses menores del 1%, los segundos más bajos del planeta tras Suiza. Los estadounidenses entregaron de media un 2,18% según la agencia Bloomberg. Así que la factura a pagar por Washington podría superar en este 2012 a la japonesa.
Robert Prince, codirector jefe de inversiones de Bridgewater y su equipo de gestores del mayor fondo de cobertura del mundo, se preparan para por lo menos una década de bajo crecimiento y alto desempleo en las principales economías desarrolladas. Prince califica a esas economías, Europa y Estados Unidos en particular, como "zombis" y asegura que van a seguir en ese estado hasta que reduzcan sus enormes deudas.
"Lo que tenemos es un cuadro de un sistema económico quebrado que opera con respirador artificial", dice Prince. "Estamos observando un proceso de desapalancamiento que va a durar entre 15 y 20 años y apenas llevamos cuatro", comentó.
En Europa, por ejemplo, "falta mucho para superar la crisis de la deuda", señala. Este problema económico y financiero significa que las tasas de interés permanecerán en cero durante muchos años, tanto en Europa como en EEUU.
Los volúmenes de déficit y, sobre todo, de deuda pública en el Atlántico Norte están en niveles nunca alcanzados en tiempo de paz. Niveles que no eran problema mientras los flujos internacionales de capital estaban también en máximos y el sistema financiero aparentaba poder intermediar con seguridad y solvencia todos esos dineros. Pero la crisis financiera ha mermado seriamente la credibilidad de los bancos en Europa y Estados Unidos, y el bucle crisis bancaria-crisis soberana ha lastrado las calificaciones de los emisores públicos. Ya no quedan activos seguros; desde luego no lo es el bono americano, que ha perdido su triple A por el impasse político; ni el francés que en enero de 2011 perdía su tercera A. Esa pérdida de interés, ese castigo a la credibilidad, ha obligado a reducir los niveles de déficit públicos en los países industrializados, simplemente porque su financiación ya no es tan atractiva para el inversor.
Recordemos la paradoja de Greenspan. Contrariamente a lo que predice la economía clásica, el ahorro de los países emergentes financia la inversión y el consumo en los países ricos. Fue su sucesor en la Reserva Federal el que ofreció la explicación a esa anomalía, la solución Bernanke resalta que es la calidad institucional de los mercados de capitales en los países desarrollados la que explica ese movimiento de capitales aparentemente contra natura. La crisis de las subprime y del euro, han roto esa anomalía, y la han roto definitivamente.
La excepcionalidad occidental se ha acabado. La posibilidad de la que han disfrutado durante casi un siglo los países del Atlántico Norte de evadirse de la restricción externa, se ha esfumado. La particularidad de que siempre había gente en el mundo dispuesta a invertir en los países industrializados, a prestarles dinero en cuantía ilimitada, se ha terminado.
Esa es la situación a la que se enfrenta el gobierno de los Estados Unidos y los gobiernos de los países periféricos de la Unión Europea. Administraciones afectadas de obesidad mórbida. Cuantas calorías aportó la dieta bancaria (estatización de las pérdidas) y cuantas la dieta imperial americana (gastos de defensa) o socialdemócrata europea (estado de bienestar), es algo aún por determinar. Seguramente "entre todos la mataron y ella sola se murió".
El siguiente cuadro permite observar que no sólo los bancos han sido culpables del incremento (descomunal) del gasto público. Los políticos también se subieron a la euforia de la burbuja, hasta la extenuación. En ello les iban los votos (clientelismo, demagogia), les iba la connivencia (con los amos de universo) y les iba la corrupción (justificada por lo primero y facilitada por lo segundo). Tanto monta, monta tanto.
De burbujas (bancos)… burbujiles (gobiernos)… y burbu-giles (particulares).
¿La expansión del gasto público ha sido consecuencia de una proyección demasiado optimista de los ingresos (primero), del necesario funcionamiento de los estabilizadores automáticos (después) o de un exagerado derroche irresponsable de recursos (siempre)?
El mapa del despilfarro (los "primos" del riesgo)
¿Crisis de la deuda, crisis del euro o crisis de los… "deudos"? Ustedes mismos…
Mientras, los bancos "zombis" siguen prendidos a la teta del estado (hasta la extenuación), los políticos intentan (desesperadamente) mantener el nivel de gasto público que les permita continuar con su derroche y ostentación, alimentado a los estómagos agradecidos del funcionariado cautivo, y conservar una vida de "gratis total".
Esta obra maestra del saqueo ya no puede continuar. No hay dinero para todos. Se jodió el invento. El rey está desnudo. Y los "cortesanos" también. ¿Entonces, quién paga la cuenta? Por ahora, no se sabe… Ninguno de los causantes quiere pagar la cuenta (gran dilema). Por eso hay tanto debate, tanto desconcierto, tanta alarma. Los acreedores reclaman. Oye, ¿y qué hay de lo mío? Los deudores, callan; dicen que están reunidos… estudiando. Que los acreedores, vuelvan mañana. Así un día, y otro, y otro…
Estados Unidos no sabe si subir el techo del gasto o bajar el piso… mientras, se asfixia.
La Unión Europea quiere "colgar" la dieta en las Constituciones Nacionales. No pecaré.
En medio, el contribuyente (dalit, pagano, paganini) extraviado, expoliado y exhausto.
– Sección III –
El "Santo Grial" del superávit primario (fundamentalismo fiscal)
El "mantra" del máximo rigor en las cuentas públicas
"El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, defendió su postura de mano dura en la política fiscal y la inflación al decir que la austeridad presupuestaria y la vigilancia de cara al alza en los precios de la energía y las materias primas son el mejor camino hacia la recuperación económica"… El BCE insiste en la austeridad como camino al crecimiento (The Wall Street Journal – 23/1/11)
En una entrevista con The Wall Street Journal antes de la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza (enero 2011), Trichet advirtió que las presiones inflacionarias en la zona euro deben ser supervisadas de cerca instó a los bancos centrales de todo el mundo a hacer todo lo posible para impedir que el aumento en los precios de la energía y los alimentos se haga sentir en la economía global. Puntualizó, asimismo, que no permitirá que la debilidad de las economías de Grecia, Irlanda y otros países europeos en problemas postergue un alza de tasas en la zona euro si el BCE estima que la estabilidad de precios se ve amenazada.
"Todos los bancos centrales, en períodos como este donde hay amenazas inflacionarias provenientes de los commodities, tienen que tener… mucho cuidado para que no se produzcan efectos de segunda ronda" sobre los precios internos, dijo Trichet en su oficina con vista al distrito financiero de Fráncfort del piso 35 de la Eurotower, desde donde opera la sede central del BCE.
El presidente francés de 68 años, cuyo mandato de ocho años del BCE termina en octubre (2011), argumentó que la disciplina presupuestaria ayudará más al crecimiento de Europa que un renovado estímulo, e instó a los 17 países de la zona euro a que intensifiquen la mutua "vigilancia" de sus políticas fiscales.
Además de su enfoque inflexible respecto a la inflación, su postura en otros temas económicos candentes de 2011 (como por ejemplo, si los países deben embarcarse en programas adicionales de estímulo para garantizar la recuperación de sus economías o volcarse a la reducción del déficit) es controvertido.
El gobierno de Estados Unidos está adoptando la primera de esas posturas, prolongando el estímulo fiscal este año con el apoyo del presidente de la Reserva Federal (FED), Ben Bernanke. En contraste, los países del bloque del euro aprobarán medidas de austeridad en 2011, tal como ha pedido repetidamente Trichet. "No me corresponde a mí dar lecciones a otras economías avanzadas", aseguró.
En Europa, la disciplina presupuestaria beneficia al crecimiento y la creación de empleo "mejorando la confianza de las familias, las empresas, los inversionistas y los ahorradores", dijo Trichet.
Sus comentarios llegan en un momento delicado para el BCE, en que debe equilibrar una creciente crisis de deuda en el sur de Europa e Irlanda con una robusta recuperación en Alemania y una creciente inflación en todo el bloque del euro.
En diciembre (2010), la inflación saltó inesperadamente de 1,9% a 2,2% en la zona euro, la primera vez en más de dos años que excedió la meta del BCE fijada en un máximo de 2%. Algunos economistas creen que en los próximos dos meses sobrepasará el nivel de 2,5%.
En la entrevista, Trichet reforzó su mano dura con la inflación, descartando los argumentos de algunos economistas que creen que el BCE debería postergar un alza de las tasas de interés porque la inflación subyacente en la zona euro (que excluye los precios de los alimentos y de la energía), todavía es débil en 1,1%. Los cambios en los precios de los alimentos y de la energía son, en gran medida, determinados por los mercados mundiales y, por lo tanto, no son directamente influidos por las tasas de interés de una economía determinada. Por esa razón, los bancos centrales de otras grandes economías, incluyendo la Fed de EEUU, le dan más importancia a la inflación subyacente que a otras mediciones.
El BCE podría subir las tasas en el año 2011 si siente que las empresas y los trabajadores esperan que la inflación general se mantenga por encima de 2% por algún tiempo, incluso si la principal fuente de inflación son los mercados mundiales de commodities.
No se prevé que la Fed suba su tasa de interés de referencia durante algún tiempo para impulsar la recuperación de la economía de EEUU, a pesar de que hay indicios de que se acelera la inflación general. El Banco de Inglaterra todavía no ha subido las tasas, aunque la inflación en el país roza el 4%.
Aun así, los comentarios de Trichet sugieren que, por ahora, su enfoque apunta a mantener controladas las expectativas de inflación más que a señalar una inminente alza en las tasas. Si los consumidores ven que las alzas de precios generadas por el encarecimiento de la energía y de los alimentos son temporales, es menos probable que cambien su conducta o que presionen por aumentos salariales. Pero si anticipan que la inflación será más alta a largo plazo, posiblemente presionarán para aumentos salarios más rápidos. "En esta etapa, no vemos" esas fuerzas de largo plazo, dijo Trichet, "y todos saben que no permitiríamos que se materializaran esos efectos de segunda ronda".
Los países en dificultades de la zona euro, entre ellos Grecia, Irlanda y Portugal, enfrentan un prolongado período de dolor económico. Deben subir impuestos y recortar gastos para reducir la creciente deuda del gobierno, a la vez que tratan de mantener sus salarios para que sus productos sean más competitivos en el mercado interno y en el global. En el otro extremo, la fórmula alemana de crecimiento rápido, impulsado por las exportaciones y por la caída del desempleo suele poner en alerta a los bancos centrales porque a menudo lleva a subidas de salarios y precios. Otros países de la zona euro, como Francia, se encuentran en un punto intermedio. Sus economías se están recuperando, pero el crecimiento sigue desequilibrado debido al alto nivel de desempleo.
Trichet desecha esas divergencias como algo normal y similar a lo que ocurre entre estados y regiones de EEUU. Sin embargo, EEUU y otras grandes zonas económicas cuentan con grandes presupuestos que pueden transferir fondos de zonas prósperas a otras que están atravesando dificultades. Europa carece de una autoridad fiscal central, lo que coloca al BCE bajo mayor presión para que estabilice un grupo dispar de economías con una única herramienta que es la fijación de intereses.
Trichet desestimó los comentarios de quienes critican el enfoque europeo en la austeridad presupuestaria, incluyendo el Fondo Monetario Internacional y, más recientemente, la Organización de las Naciones Unidas, que advirtieron hace poco que "el impacto de la austeridad fiscal planeada o implementada genera un riesgo de que la recesión económica se reanude" en Europa.
"No me convence el simple argumento que sugiere que adoptar una política fiscal más sólida obstaculizaría el crecimiento", dijo.
No comment (VI): lecturas recomendadas (el que quiera entender que entienda)
– El ingobernable presupuesto de los Estados Unidos (Project Syndicate – 31/1/11)
(Por Jeffrey D. Sachs)
Nueva York.- El corazón de todo gobierno se encuentra en el presupuesto. Los políticos pueden hacer promesas sin cesar, pero, si el presupuesto no cuadra, la política es poca cosa más que meras palabras.
Los Estados Unidos están ahora en ese apuro. En su reciente discurso sobre el estado de la Unión, el Presidente Barack Obama trazó un panorama convincente de gobierno moderno, del siglo XXI. Sus oponentes del Partido Republicano se quejaron de que las propuestas de Obama reventarían el presupuesto, pero la verdad es que los dos partidos están negándose a ver la realidad; sin más impuestos, una economía moderna, competitiva, de los EEUU no es posible.
Obama subrayó, acertadamente, que la competitividad en el mundo actual depende de una fuerza laboral instruida y unas infraestructuras modernas. Eso es cierto en el caso de todos los países, pero es particularmente pertinente para los países ricos. Los EEUU y Europa están en competencia directa con el Brasil, China, la India y otras economías en ascenso, donde los niveles salariales son en algunos casos cuatro veces inferiores (si no más incluso) a los de los países de ingresos elevados. Los Estados Unidos y Europa sólo mantendrán su alto nivel de vida basando su competitividad en aptitudes avanzadas, tecnologías de vanguardia e infraestructuras modernas.
Ésa es la razón por la que Obama pidió un aumento de las inversiones públicas de los EEUU en tres sectores: educación, ciencia y tecnología e infraestructuras (incluidas las conexiones por banda ancha a la red Internet, los ferrocarriles de gran velocidad y la energía no contaminante). Expuso una concepción del crecimiento futuro en la que las inversiones públicas y privadas serían complementarias, pilares que se sostendrían mutuamente.
Obama subrayó esos temas y con razón. El desempleo en los EEUU asciende ahora al 10 por ciento de la fuerza laboral, en parte porque en las economías en ascenso se están creando nuevos puestos de trabajo y muchos de los que ahora se están creando en los EEUU cuentan con salarios menores que en el pasado, dada la mayor competencia mundial. A no ser que los EEUU aumenten sus inversiones en educación, ciencia, tecnología e infraestructuras, esas tendencias perjudiciales continuarán.
Pero el mensaje de Obama indicaba un alejamiento de la realidad cuando se refirió al déficit presupuestario. Tras reconocer que las políticas fiscales recientes habían orientado a los EEUU por una trayectoria insostenible de aumento de la deuda pública, dijo que en el momento actual era esencial avanzar hacia el equilibrio presupuestario para conseguir la estabilidad fiscal. Así, pues, pidió una congelación durante cinco años de lo que el gobierno de los EEUU llama gasto civil "discrecional".
El problema es que más de la mitad de dicho gasto va destinado a la educación, la ciencia y la tecnología y las infraestructuras: los sectores que, según acababa de sostener Obama, se debían reforzar. Después de decir a los americanos lo importante que es la inversión gubernamental para el crecimiento moderno, ¡prometió congelar ese gasto durante cinco años!
Los políticos cambian con frecuencia su mensaje de un discurso al siguiente, pero raras veces lo contradicen tan flagrantemente en el mismo discurso. Esa contradicción pone de relieve el triste y contraproducente carácter de las políticas presupuestarias de los EEUU a lo largo de los veinticinco últimos años y así será, con mucha probabilidad, en los próximos años.
Por una parte, el Gobierno de los EEUU debe invertir más para fomentar la competitividad económica. Por otra, los impuestos en los EEUU son -crónicamente- demasiado bajos para apoyar el nivel de inversión gubernamental que hace falta.
La realidad fiscal de los Estados Unidos quedó dolorosamente clara dos días después del discurso de Obama, en un nuevo estudio de la Oficina Presupuestaria del Congreso (OPC), que reveló que este año el déficit presupuestario ascenderá a casi un billón y medio de dólares, suma casi inimaginable incluso para una economía del tamaño de la de los EEUU. Al ascender a casi el diez por ciento del PIB, el déficit está originando una montaña de deuda que amenaza el futuro de los Estados Unidos.
El estudio de la OPC mostró también con claridad que el acuerdo de diciembre sobre la reducción de impuestos entre Obama y la oposición republicana aumentó, premeditada y deliberadamente, el déficit presupuestario de forma abrupta. Diversas reducciones de impuestos acordadas por George W. Bush habían de expirar al final de 2010. Obama y los republicanos acordaron prorrogar dichas reducciones de impuestos durante al menos dos años (probablemente se volverán a prorrogar a partir de entonces), con lo que se reducirán los ingresos tributarios en 350.000 millones de dólares este año y de nuevo en 2012. Las reducciones de impuestos para los americanos más ricos formaban parte del plan.
La verdad de la política actual de los EEUU es sencilla. La política fundamental para los dirigentes de los dos partidos políticos es la de las reducciones de impuestos, en particular para los ricos. Los dos partidos políticos y la Casa Blanca prefieren reducir los impuestos a gastar más en educación, ciencia y tecnología e infraestructuras y la explicación es sencilla: las familias más ricas financian las campañas políticas. Así, pues, los dos partidos atienden sus deseos.
A consecuencia de ello, los ingresos tributarios totales de los Estados Unidos como porcentaje de la renta nacional figuran entre los más bajos de todos los países con ingresos elevados: el 30 por ciento, aproximadamente, frente al 40 por ciento, más o menos, en Europa, pero el 30 por ciento del PIB no es suficiente para sufragar las necesidades en materia de salud, educación, ciencia y tecnología, seguridad social, infraestructuras y otras obligaciones gubernamentales fundamentales.
En un sector presupuestario sí que se deben hacer reducciones: el gasto militar. Pero, aun cuando se reduzca profundamente el más que excesivo presupuesto militar (y los políticos de los dos partidos se resisten a hacerlo), seguirán siendo necesarios nuevos impuestos.
Las consecuencias económicas y sociales de una generación de reducciones de impuestos están claras. Los Estados Unidos están perdiendo su competitividad internacional, desatendiendo a sus pobres -uno de cada cinco niños americanos está atrapado en la pobreza– y dejando una montaña de deuda a sus jóvenes. Pese a la elevada retórica del Gobierno de Obama, en sus propuestas en materia de política fiscal no hay un intento de abordar esos problemas. Para hacerlo, es necesario pedir mayores impuestos y eso –como George H. W. Bush aprendió en 1992– no es un medio para ser reelegido.
(Jeffrey D. Sachs es profesor de Economía y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia. Es también Asesor Especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre los objetivos de desarrollo del Milenio. Copyright: Project Syndicate, 2011)
– La receta para lograr el ajuste fiscal en la próxima década (El Economista – 5/2/11)
(Por Nouriel Roubini)
El estímulo fiscal que la mayoría de las economías de mercado avanzadas y emergentes han implementado durante la recesión global de 2008/2009 evitó que la Gran Crisis se convirtiera en otra Gran Depresión (junto con la facilitación monetaria y la red de salvamento del sistema financiero). Mientras todos los componentes de la demanda privada caían, el impulso de un mayor gasto y transferencias del Estado y unos impuestos más bajos frenaron la caída libre de la economía global y sentaron las bases de la recuperación.
Por desgracia, el estímulo fiscal y los consiguientes rescates del sistema financiero condujeron a grandes déficit públicos (del orden del 10 por ciento del PIB) en casi todas las economías avanzadas y provocarán, según el FMI y otros cálculos, unos índices de deuda pública/PIB por encima del 110 por ciento en 2015, frente al 70 por ciento de antes de la crisis. Si los desequilibrios son, en parte, cíclicos porque el crecimiento no se ha recuperado según la tendencia, el doloroso proceso de desapalancamiento de la deuda privada implica que los índices de crecimiento seguirán siendo bajos durante varios años. Por ello, los déficits son también estructurales y no caerán incluso aunque se consiga el crecimiento de tendencia.
Una población envejecida
El envejecimiento de la población de la mayoría de las economías avanzadas se suma a la carga de la deuda pública a largo plazo, con unos planes de pensión sin fondos y un coste sanitario en aumento para la tercera edad, además de los pasivos implícitos del sector público. Así, en casi todas las economías desarrolladas, la política fiscal actual se sitúa en un camino insostenible y los desajustes deben reducirse con el tiempo para evitar el naufragio fiscal.
Sin embargo, los estudios sugieren que, aunque la austeridad fiscal puede ser necesaria para evitar el naufragio a corto plazo, subir los impuestos y reducir el gasto del Gobierno, los subsidios y los pagos de transferencias provocan un efecto negativo a corto plazo sobre la demanda agregada, por lo que se trata de una medida deflacionaria y recesionaria.
En un mundo ideal, el camino óptimo y deseable del ajuste fiscal sería comprometerse hoy a un plan de reducciones graduales del gasto público (con reformas de los planes de seguridad social y el gasto sanitario) que se escalarían gradual pero progresivamente a lo largo de la próxima década o más allá, junto con un plan de aumento de los ingresos tributarios (preferiblemente menos distorsionadores, como el impuesto sobre el carbono o el IVA sobre las ventas), también escalados gradualmente en cuanto la economía se recupere y adquiera más resistencia.
Entonces, los inversores privados verían la luz al final del túnel. Los mercados no penalizarían los planes de consolidación con un compromiso creíble pero con carga trasera fiscal. Y, mientras tanto, si a corto plazo la economía necesitase más estímulos públicos (mientras la demanda privada y el crecimiento siguen siendo anémicos), nadie castigaría a un país que optara por un estímulo adicional a corto plazo siempre que el camino fiscal a medio plazo condujera a la austeridad, la disciplina y la sostenibilidad.
Tomando ejemplo
De hecho, en un discurso reciente el mismo presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, abogaba por un plan de consolidación fiscal de estas características. Un estímulo adicional temporal pero bien centrado, para arrancar la demanda de trabajo en el sector privado, reforzar una economía real e impulsar unos mercados laborales lentos, sería necesario y deseable. Lo sería, eso sí, sí al mismo tiempo se diesen pasos concretos para garantizar la disciplina y sostenibilidad fiscal a medio plazo.
Teniendo en cuenta el camino óptimo, ¿qué trayectorias políticas fiscales han seguido las distintas economías avanzadas?
En Estados Unidos se concentra el peor de los escenarios posibles, opuesto al camino óptimo de la consolidación fiscal. La palabra estímulo se ha vuelto malsonante incluso dentro del Gobierno de Obama y, desde las elecciones de noviembre, en las que los republicanos consiguieron una victoria considerable, es aún menos probable que se implementen más incentivos. Es más, la consolidación a medio plazo será prácticamente imposible porque se avecinan las elecciones presidenciales de 2012 y ambos partidos están atascados en un punto muerto, con una falta de bipartidismo peor que nunca. Los republicanos vetan cualquier subida de impuestos y los demócratas se resisten a reformar el gasto de derechos.
Problemas para Obama
El atasco en el Congreso empeorará enseguida. Por supuesto, Obama y su Gobierno son los culpables del estancamiento, pero los republicanos están convencidos de que Obama sólo presidirá una legislatura y eso sólo puede significar la peor guerra abierta en treinta años. Dado el clima político en Washington, las probabilidades de que las recomendaciones de la comisión del déficit del presidente se implementen en 2011-12 son prácticamente nulas. Y, con los vigilantes de los bonos dormidos al volante, no hay presión de los mercados para iniciar la austeridad fiscal.
El problema opuesto se observa en la periferia de la zona euro. Allí, la austeridad fiscal va por delante. Los vigilantes de los bonos se han despertado en Grecia, Irlanda, Portugal e Italia y les dicen a los gobiernos que no les importa si la austeridad fiscal es deflacionaria y recesionaria; o cargáis con la consolidación fiscal o tiraremos vuestros diferenciales soberanos por el tejado, os haremos perder acceso al mercado y desencadenaremos una crisis de refinanciación de la deuda privada.
La continuidad de una recesión implica que el objetivo de reducir la deuda y el déficit en proporción al PIB se convierte en una misión imposible si la austeridad fiscal provoca la caída persistente de la producción y una deflación que, a su vez, exacerba una dinámica insostenible de la deuda.
Para evitar una recesión persistente y destructiva que impida la sostenibilidad fiscal, las reformas fiscales y estructurales impuestas por los vigilantes de los bonos deberían ir acompañadas de otras políticas a escala de la zona euro que restauren el crecimiento y eviten la dinámica viciosa de la deuda. Entre esas políticas se incluyen:
Respaldo, pero no a última hora
El apoyo de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional (FMI) a los países con problemas debe ser oficial y masivo. Es decir, no de última hora, cuando las condiciones se vuelvan desesperadas, como ocurrió con Grecia e Irlanda. Así se allanará el camino de la austeridad fiscal y del ajuste estructural. También se debería disponer de un abanico más amplio de recursos oficiales, dado que los actuales del FMI, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera y la Unión Europea no son suficientes para rescatar a España si Portugal (según lo previsto) es salvada después de Grecia e Irlanda.
Política monetaria
Una política monetaria mucho más facilitada del BCE para impulsar el crecimiento en la periferia y debilitar agresivamente el valor del euro. Es fundamental contar con un euro mucho más débil para restaurar la competitividad en la periferia de la zona euro.
Estímulo fiscal a corto plazo
Un estímulo fiscal a corto plazo -en lugar de la austeridad frontal fiscal que se ha escogido- por parte de Alemania en forma de rebajas temporales de impuestos -no los aumentos previstos- para aumentar la renta disponible, estimular el consumo y, de ese modo, impulsar la demanda alemana de bienes y servicios de la periferia.
Rescate de acreedores
Planes de rescatar a todos los acreedores no garantizados de los bancos de la zona euro con problemas para evitar que la socialización de las pérdidas privadas suponga un mayor riesgo de partir el espinazo a unos soberanos con mucha carga.
Reestructuración de la deuda
Planes de contingencia para su uso coercitivo pero ordenado y mecanismos de reestructuración de la deuda soberana basados en el mercado (como las ofertas de cambio aptas para el mercado) frente al mecanismo de resolución de crisis soberana estatutaria en caso de que algunos soberanos (contra todos los pronósticos y pese al máximo esfuerzo fiscal) se vuelvan prácticamente insolventes y necesiten una reestructuración o reducción de la deuda pública.
Por desgracia, los dos grandes actores en la zona euro que podrían contribuir a la recuperación del crecimiento en la periferia -el BCE y Alemania- no están siguiendo unas políticas coherentes con el acercamiento a la luz al final del túnel (o la reanudación de un crecimiento sostenido) en la periferia de la zona euro. La política monetaria del BCE es demasiado restrictiva. Alemania carga por delante su austeridad fiscal.
El abanico de recursos oficiales disponibles no es suficiente (e improbable de aumentar dada la postura alemana) y se usa demasiado tarde en lugar de con anticipación. Por último, Alemania presiona para que haya mecanismos no acordes con el mercado de rescate de los acreedores privados de soberanos en problemas.
Por todo ello, la periferia de la zona euro está abocada a un ajuste destructivo, deflacionario y recesionario que exacerbará el riesgo de recesión y conllevará una deflación de la deuda, impagos con el tiempo y, posiblemente, la salida de la unión monetaria de los miembros más débiles. Además, el reciente rescate de Irlanda (después de Grecia) no ha tranquilizado a los inversores. Todo lo contrario: el contagio se ha extendido a Portugal y España e incluso ha llegado a Italia, Bélgica y, posiblemente, Francia.
– La reforma que viene (Libertad Digital – 16/2/11)
(Por GEES)
El plan franco-alemán tiene mucho de bueno, pero no se dedica al crecimiento ni a la competitividad, como lo hacía la fracasada agenda de Lisboa propuesta por Aznar y Blair hace diez años, ni tampoco a la inevitable transformación del Estado del Bienestar
El rey está desnudo. Es decir, el Estado del Bienestar es inviable.
La UE ha entrado en la hora de la verdad. Para finales de marzo deberá haber logrado el acuerdo sobre la propuesta germano-francesa llamada de competitividad, en realidad un mensaje de que esta vez sí hay que cumplir el pacto de estabilidad. A cambio, el mecanismo oficial de rescate que se establecerá por reforma de los tratados contará con 500.000 millones de euros. En cuanto al mecanismo existente, de momento se ha quedado sin incremento, con el sabio argumento de que si hay estabilidad no hará falta más para lograr la confianza del mercado.
Dice Standard & Poor's, hablando sólo de pensiones, que en ausencia de reformas, la deuda germana alcanzará en 2050 el 400% de su PIB, la francesa, el 403%, la italiana el 245%, y la española el 544%. Habrá que hacer algo.
Sin embargo la gran reforma que propone Alemania con el respaldo de Francia, y lograrla sería ya un éxito notable, pasa "sólo" por: fijar límites al déficit anual en la Constitución, aplicar sanciones a los incumplidores de los criterios de estabilidad llegando a la supresión de los derechos de voto, desligar salarios de inflación, elevar las edades de jubilación, y equiparar la imposición sobre sociedades. Esto último, por ejemplo, es más bien nocivo. Así lo demuestra una investigación publicada por la OCDE dedicado al impacto de los cambios en los tipos impositivos en 21 países en las últimas tres décadas. Resulta que los impuestos sobre sociedades deberían reducirse para incrementar la competitividad. No hacía falta tanto estudio. Reagan lo explicaba muy bien: "Las empresas no pagan impuestos; los pagan sus clientes".
El plan franco-alemán tiene mucho de bueno, pero no se dedica al crecimiento ni a la competitividad, como lo hacía la fracasada agenda de Lisboa propuesta por Aznar y Blair hace diez años, ni tampoco a la inevitable transformación del Estado del Bienestar.
Esta implicará dos tendencias, ya ensayadas en parte de Europa. Una, la compatibilidad con sistemas privados. Y otra, la financiación individual en lugar de la de reparto; es decir la limitación de su carácter redistributivo.
En cuanto al crecimiento, exigirá la redefinición de las esperanzas de los europeos en sus actividades laborales o de creación de empresas. En este sentido la agenda de Lisboa decía que había que observar el resto de la economía global. Antes de mirar hacia China, convendría fijarse en la América de hace unos años, aquella cuyo paro no era equiparable al de Francia, o en los países europeos con desempleo bajo, que premian a los emprendedores e incentivan el capital. Por último, la política monetaria, últimamente un mundillo revuelto por la decisión del esperado Axel Weber de retirarse de la carrera por el BCE, debe seguir el modelo propio de la "obsesión" alemana por controlar la inflación, en detrimento de la "obsesión" bernankista por la deflación, a la que nadie, en vida, ha visto pasearse nunca por las calles.
El momento está maduro para hacer los cambios estructurales imprescindibles. Esperar más es locura. El plan franco alemán es un buen principio, pero sólo es un principio. Más, por favor, y más deprisa.
(GEES, Grupo de Estudios Estratégicos)
– El multiplicador del Estado (Libertad Digital – 24/2/11)
(Por Juan Ramón Rallo)
Asequible le debería resultar a Obama, pues, llevarnos de regreso al Edén: bastaría con endeudarse sin freno para aumentar el gasto y, en consecuencia, disparar nuestros bienes y servicios hasta el infinito.
Dice un economista de Goldman Sachs que la reducción del gasto público de 60.000 millones propuesta por los republicanos en el Congreso puede costarle a Estados Unidos entre un 1,5% y un 2% del PIB. Estamos ante la vulgarización del keynesianismo más ramplón; ese keynesianismo que incluso llevó al propio Keynes al final de su vida a, como ya hiciera también su mellizo truhán Marx, negar que fuera keynesiano: el multiplicador de la inversión. A saber, que merced a la economía del cuento de la lechera, todo aumento del gasto público o de la inversión se traducirá en un incremento multiplicado del PIB.
No otra cosa puede llegar a deducirse del cálculo del de Goldman: si el gasto público mengua en 60.000 millones, la producción nacional lo hará en casi 300.000 millones. O lo que es idéntico, por cada dólar que crezca el gasto público, el PIB lo hará en cinco. Asequible le debería resultar a Obama, pues, llevarnos de regreso al Edén: bastaría con endeudarse sin freno para aumentar el gasto y, en consecuencia, disparar nuestros bienes y servicios hasta el infinito.
Poco importa que las materias primas, ante el recalentamiento insostenible de la demanda internacional, estén encareciéndose día a día hasta hacer desaparecer la rentabilidad de todos sus usuarios submarginales. Al parecer, o bien no necesitamos ni de nuevos petroleros, prospecciones o refinerías para obtener más petróleo (o, en su defecto, tampoco necesitamos de un cambio en las estructuras de consumo y producción energética) o bien asumimos que toda esta transición acaece de manera espontánea, sin necesidad de que medien ni el tiempo ni una enorme cantidad de recursos. Ya lo dijo Hayek, Keynes vivía en un mundo de la superabundancia, donde todos los recursos necesarios no sólo no eran escasos, sino que, sin motivo aparente, estaban subempleados.
Aunque, para ser rigurosos, la argucia matemática del multiplicador de la inversión no es de Keynes, sino de Richard Kahn. Al menos el inglés, como buen demagogo provocador, era consciente de la conveniencia de lanzar la piedra y ocultar rápidamente la mano. Nada más puede inferirse de estas líneas escritas por el propio Keynes en la Teoría General y que dejan en agua de borrajas buena parte de su obra: "Parece evidente que el multiplicador, aunque exceda la unidad, no será, en circunstancias normales, enormemente grande. Pues si así fuera, un pequeño cambio en la inversión engendraría un cambio acumulativo de grandes proporciones en el consumo, con los únicos límites del pleno empleo y del pleno desempleo".
Si una reducción de un dólar en el gasto privado da lugar a una reducción de un dólar en el PIB y un aumento de un dólar en el gasto público -sufragado con una reducción de un dólar presente o futuro en el gasto privado- da lugar, sólo, a un aumento de un dólar en el PIB, debería ser evidente que, en el mejor de los casos, el gasto público no estimula la economía, sino que sólo redistribuye los patrones de producción; esto es, el multiplicador del gasto sólo sirve para multiplicar el tamaño del Estado. Algo que dentro de la cosmología y del programa ideológico keynesiano tenía su sentido, pero que en el mundo real obviamente no lo tiene. No estaría de más que los economistas de Goldman Sachs fueran conscientes de ello, que luego no ven venir las depresiones económicas y ha de venir papá Estado con un fajo de billetes a rescatarlos.
(Juan Ramón Rallo es doctor en Economía y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos y en el centro de estudios Isead)
– ¿Una cura para el fracaso fiscal? (Project Syndicate – 1/4/11)
(Por Kenneth Rogoff)
Cambridge.- ¿Deberían más países crear consejos consultivos fiscales independientes para dar una mayor objetividad a los debates sobre el presupuesto nacional? El estafador encarcelado Bernie Madoff resumió recientemente muchas impresiones de los ciudadanos sobre la política fiscal, al declarar que "el gobierno en sí es un plan Ponzi".
Tal vez se tratara simplemente de una confusión de los deseos con la realidad por parte de un hombre que morirá en la cárcel después de que en 2008 se desplomara su plan piramidal sin precedentes de 50.000 millones de dólares. Personalmente, sospecho que el nada envidiable puesto de Madoff en los libros que recogen las plusmarcas estará asegurado durante una buena temporada. Aun así, en vista de que muchos de los gobiernos del mundo afrontan una combinación letal de deuda tradicional insostenible, obligaciones en materia de pensiones de jubilación sin precedentes y una reducción del crecimiento, no podemos por menos de peguntarnos qué es el plan fiscal.
En un nuevo artículo, "A Decade of Debt" ("Un decenio de deuda"), Carmen M. Reinhart y yo mostramos que la deuda general del Gobierno de los Estados Unidos, incluidas la federal, la estatal y la local, ya ha superado la plusmarca del 120 por ciento del PIB alcanzada al final de la segunda guerra mundial.
Naturalmente, el Japón está en una situación aún peor, pues su deuda estatal suma más del 200 por ciento del PIB. Aunque resulta compensada parcialmente por las reservas de divisas extranjeras, el Japón afronta ahora unos gastos enormes destinados a la labor de socorro por el desastre… además de sus deprimentes tendencias demográficas. Los niveles de deuda de muchos otros países ricos están también alarmantemente cercanos a los máximos en 150 años, pese a la relativa paz reinante en gran parte del mundo.No hay una salida fácil. De momento, los bajos tipos de interés están limitando los costos del servicio de la deuda, pero los niveles de ésta sólo se pueden reducir muy gradualmente a lo largo de períodos largos, mientras que los tipos de interés (ajustados en función de la inflación) pueden aumentar mucho más rápidamente, incluso en el caso de los países ricos. Las crisis de deuda suelen surgir inesperadamente y afectar a países cuyas trayectorias en materia de deuda carecen de margen para el error o la adversidad imprevista.
La consecuencia más inmediata y directa de disponer de una política fiscal independiente sería la de frenar el gasto produciendo un contrapunto a un crecimiento del Estado y unos pronósticos de ingresos panglosianos. En principio, un consejo consultivo independiente y respetado podría también obligar a los gobiernos a reconocer los costos ocultos de las garantías estatales y las deudas no incluidas en los balances.
Ya es hora de examinar nuevos posibles planteamientos. Naturalmente, ningún cambio por sí solo eliminará la enorme propensión al gasto deficitario en la mayoría de los sistemas políticos modernos ni tampoco excluirá el riesgo de crisis de deuda e inflación futuras. Muchos países necesitan reformas drásticas para volver sus sistemas tributarios más eficientes y sus programas de subsidios -incluidos sus planes de pensiones- más realistas.
El reciente advenimiento de consejos consultivos fiscales es un comienzo institucional prometedor. Varios países, incluidos Dinamarca, los Países Bajos, los Estados Unidos y Bélgica, tienen organismos de vigilancia ya antiguos, como, por ejemplo, la Oficina Presupuestaria del Congreso de los EEUU (OPC), pero, si bien esas antiguas instituciones han resultado ser enormemente útiles, suelen estar muy limitadas. La OPC, por ejemplo, tiene libertad para publicar proyecciones fiscales a largo plazo basadas en sus propios y mejores cálculos de crecimiento, pero se ve obligada en gran medida a aceptar "remedios" futuros inverosímiles con su valor nominal, lo que neutraliza en cierto modo la posible eficacia de cualquier crítica de las políticas con déficit.
Para reforzar la credibilidad, varios gobiernos están avanzando cautelosamente hacia la creación de consejos fiscales con mayor independencia, muchos de ellos con una función inspirada en la de los bancos centrales. Suecia, el Reino Unido, Eslovenia y el Canadá forman parte de esa nueva vanguardia.
Las atribuciones del consejo fiscal de Suecia son particularmente amplias, pues cuenta con el mandato no sólo de pronosticar, sino también de examinar más profundamente las motivaciones y las consecuencias de la política gubernamental. En principio, un consejo fiscal independiente podría haber prestado una ayuda inestimable durante la crisis financiera. En los EEUU, semejante organismo podría haber sopesado los costos y los beneficios de los planes de rescate, tal vez contribuyendo a poner fin a la parálisis del Congreso y a avezar a los contribuyentes para que afrontaran un aumento del riesgo.
Sería excesivo abrigar la esperanza de que esas nuevas instituciones fiscales lleguen a ser tan importantes o poderosas como los bancos centrales, al menos en un futuro más o menos inmediato. Hay mucho más consenso sobre la política monetaria que sobre la política fiscal y ésta es mucho más compleja y multidimensional. Aun así, el principio general parece un paso importante hacia la sensatez fiscal.
Naturalmente, los consejos fiscales por sí solos no son suficientes, por bien concebidos que estén. Seguirá siendo muy tentador para cada generación decir: "Mis nietos serán dos o tres veces más ricos que yo, conque, ¿a quién le importa que hayan de pagar alguna deuda?" Además, el ciclo político crea una propensión muy fuerte al déficit, pues los dirigentes procuran adornar las impresiones de salud económica y prosperidad aumentando los gastos visibles a costa de deudas ocultas y una menor inversión a largo plazo.
Para resistir esas poderosas presiones, los consejos fiscales requerirán auditorías periódicas de su labor por organismos internacionales, como, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional, tanto para proteger su independencia como para fomentar la rendición de cuentas.
Desde luego, Bernie Madoff puede aún acabar teniendo razón y el suyo no resultar ser el mayor plan Ponzi de la Historia, pero una mayor transparencia y una evaluación independiente y más sistemática de las políticas gubernamentales podrían ser un paso muy útil hacia la resolución del perpetuo enigma de los déficits desmesurados. No cabe duda de que se trata de una de las ideas más innovadoras y prometedoras surgidas en un panorama normativo bastante baldío.
(Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI, es profesor de Economía y Política Pública en la Universidad de Harvard. Copyright: Project Syndicate, 2011)
(Abril 2011) Europa obligada por los mercados a una dieta rigurosa de adelgazamiento
"Portugal se convirtió en el último país (luego de Grecia y la República de Irlanda), en pedir un rescate económico a la Unión Europea (UE). Pero no es la única nación inmersa en una marea de duras medidas de austeridad, y algunos de ellos enfrentan los cortes del sector público más profundos en toda una generación". Europa en austeridad: quién corta, dónde y por qué (BBCMundo – 7/4/11)
Todavía se siente la ola expansiva de la crisis financiera de 2008, que paralizó el crédito bancario y dejó gran parte de Europa tambaleándose con enormes déficits presupuestarios y una abrumadora deuda pública.
En la conflictiva zona del euro -compuesta por 17 países- Grecia y la República de Irlanda recibieron grandes rescates el año pasado no solo por parte de la UE, sino del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Portugal es el siguiente en la fila de los que piden rescates, para mantener a flote sus números rojos.
La ansiedad de los inversionistas acerca de las deudas de estos países "periféricos" de la zona euro disparó los tipos de interés de sus bonos soberanos, por lo que cada vez les resulta más difícil obtener préstamos en los mercados internacionales.
Los 27 estados miembros de la UE pretenden reducir su déficit presupuestario a un máximo del 3% del PIB en el período 2014-15. Veamos qué medidas de austeridad ha adoptado cada país.
Portugal
El endeudado Portugal se convertirá en el tercer país de la eurozona en recibir un paquete de rescate de la Unión Europea y el FMI después de que el primer ministro, José Sócrates, admitiera que le había pedido ayuda financiera a la UE tras resistirse a hacerlo durante meses.
Portugal envió este miércoles a la Comisión Europea una petición de ayuda económica para superar la grave situación financiera por la que atraviesa el país.
Sócrates renunció en marzo, frustrado por la negativa de la oposición a aceptar un paquete de austeridad. Se esperan elecciones anticipadas. Sigue siendo primer ministro interino, mientras que los costos de endeudamiento portugués suben a medida que los inversores dudan de la capacidad del país para reducir sus deudas y generar crecimiento.
Sócrates anunció medidas de austeridad destinadas a reducir el déficit al 4,6% del PIB en 2011.
Los servicios públicos, incluidos los vuelos y la recolección de basura, fueron paralizados por una huelga general el 24 de noviembre en lo que fue la primera protesta conjunta de los sindicatos principales en 22 años.
Entre otras medidas, los que más ganan en el sector público, incluidos los políticos, verán su sueldo reducido un 5% y el IVA aumentará en un 1%.
República de Irlanda
En diciembre, el gobierno irlandés aceptó un recate de la UE y el FMI por valor de US$ 119.000 millones. Pero el nuevo gobierno de coalición quiere reducir la tasa de interés sobre ese préstamo.
El Banco Central Europeo (BCE) realizó préstamos a los bancos endeudados de Irlanda para mantenerlos a flote. Unos US$ 50.000 millones del rescate se destinaron a los bancos.
El déficit presupuestario de Irlanda se elevó a 32% del producto interno bruto (PIB) en 2010.
El presupuesto más austero en la historia del país, aprobado el año pasado, incluye un compromiso para recortar el déficit por US$ 8.500 millones en 2011.
Para ello gasto público se ha reducido en US$ 5.700 millones, se recortó el 5% del salario todos los empleados públicos y se disminuyeron los fondos para el bienestar social.
Reino Unido
El gobierno de coalición ha anunciado los mayores recortes en el gasto del Estado desde la Segunda Guerra Mundial.
Para ello, se deberá ahorrar alrededor de US$ 135.000 millones en los próximos cuatro años.
Se anunció la desaparición de 490.000 empleos en el sector público y los expertos predicen un número similar de puestos de trabajo en el sector privado. El déficit presupuestario es del 10% del PIB y el desempleo está en su nivel más alto desde 1994.
Las medidas han desatado la ira de los británicos: más de 250.000 personas se manifestaron en Londres el 26 de marzo en lo que fue la mayor protesta en la ciudad desde la guerra de Irak en 2003.
Grecia
El gobierno griego se comprometió a poner fin a sus problemas económicos al hacer recortes drásticos del gasto y aumentar los ingresos fiscales a cambio de unos US$ 157.000 millones de rescate de la UE y el FMI.
La operación de rescate fue acordada el pasado mes de mayo, luego de que el déficit presupuestario de Grecia resultara ser mucho más alto de lo que se había informado inicialmente.
Grecia ha recibido varias cuotas de ese dinero, y los prestamistas consideran que Grecia ha realizado grandes progresos. El objetivo es recortar el déficit presupuestario en un 13,6% del PIB.
Las medidas han provocado duras huelgas del sector público e incidentes violentos en las calles de Atenas.
España
El gobierno español ha aprobado un presupuesto de austeridad para el 2011 que incluye un aumento de impuestos para los ricos y un recorte del 8% del gasto público.
Madrid se ha comprometido a reducir su déficit del 6% del PIB en 2011 al 11,1%.
Los trabajadores del gobierno han tenido su reducción salarial de un 5% y los sueldos se congelarán en 2011. La edad de jubilación se elevó a 67 años.
El impuesto sobre el tabaco aumentó un 28% y el gobierno planea vender el 30% de la lotería nacional española y una participación minoritaria en la autoridad aeroportuaria del país.
Un aumento del impuesto de 1% se aplicará a los ingresos personales por encima de 120.000 euros anuales (US$ 170.000).
Los ahorros incluyen poner fin a un pago en efectivo de US$ 3.500 para las nuevas madres conocido como "cheque bebé".
Madrid también dejará de pagar un subsidio mensual de US$ 600 a los desempleados de larga data.
El desempleo se ha duplicado -hasta llegar a alrededor del 20% – desde 2007, una cifra récord.
Otros
Francia ha anunciado planes para recortar el gasto de US$ 64.000 durante los próximos tres años para alcanzar la meta de déficit presupuestario.
En los Países Bajos, la coalición de centroderecha dijo que quería recortar el presupuesto en US$ 25.000 en 2015.
Rumania, Italia y Alemania también anunciaron paquetes de austeridad.
(Abril 2011) Washington se pone a dieta y quiere cortar por todos lados (Yes you can)
"Barack Obama atesora la lucidez necesaria para disociar las finanzas de la política. El presidente de Estados Unidos ofreció una pincelada de su clarividencia durante la semana pasada, cuando denunció "la introducción de la ideología en el debate presupuestario" como respuesta a la obstinación de los republicanos en que, de acuerdo a la ley, no se destinaran fondos públicos a la financiación de abortos"… Obama empuña la tijera ideológica para recortar cuatro billones de deuda (Gaceta.es – 14/4/11)
Esta incómoda cuestión, que a punto estuvo de cerrar la Administración por falta de recursos, fue finalmente resuelta con promesas legislativas y elegantemente ignorada durante el desglose del plan de ahorro realizado ayer por el propio Obama. "Este debate va más allá de los presupuestos: trata del país que queremos tener en el futuro", comenzó, como preludio a sus neutrales propuestas.
La comparecencia del mandatario se escenificó entre brumosas previsiones de crecimiento de la deuda norteamericana, que alcanzará los 1,5 billones de dólares (1,03 billones de euros) durante el ejercicio fiscal 2011. El presidente, no obstante, ofreció el 13/4 a la nación una solución infalible: "Hay que subir los impuestos a los ricos". La propuesta fue inmediatamente rechazada por los representantes conservadores, que devolvieron la acusación de "jugar a la política" a Obama y que anunciaron que "un incremento de las tasas será rechazado sistemáticamente porque esto es algo serio", en palabras del presidente del Congreso, John Boehner.
Asimismo, el líder de la asociación Americanos por la Reforma Fiscal, Norbert Grover Norquist, calificó el anuncio de "truco político de dirigente que no tiene capacidad para reducir su propio gasto". Entretanto, la oposición ha presentado un plan que ahorraría seis billones (4,1) de dólares en 10 años, mientras que la Casa Blanca propone reducir cuatro billones (2,8) en 12. "Es injusto que los ricos paguen cada vez menos y que a los trabajadores les cuesten más los servicios sanitarios", critican.
Entre los dispendios focalizados por los conservadores destaca la subvención a la corporación Planned Parenthood, calificada como "la mayor red abortista del mundo" por el congresista republicano Chris Smith. Esta multinacional, que según la congresista del Tea Party Michelle Bachmann "destina el 95% de sus recursos a la práctica de abortos", continuará recibiendo entre 300 (207) y 1.000 (690) millones de dólares públicos anuales, pese a que el Título X de la Ley de Reproducción prohíbe expresamente el empleo de estos fondos para interrupciones del embarazo. Esta legislación, considerada "anticuada e insuficientemente explicativa" por el Partido Republicano, será reformada en un futuro próximo, como parte del acuerdo presupuestario alcanzado el pasado viernes.
También se someterán a debate y votación en el Senado la revocación de la Reforma Sanitaria implementada por Obama y las subvenciones a Planned Parenthood, principal defensora de la misma. No conviene obviar que este convenio es meramente propagandístico, pues los progresistas son mayoría en la Cámara alta.
Pese a su tenaz negativa a dejar de patrocinar a Planned Parenthood, aderezada por su intención de "recortar los gastos médicos excesivos", Obama incidió ayer en "la necesidad de compartir responsabilidades" para reducir el déficit. Aparte de su alegato contra los Incentivos de la era Bush, que propugnan una fiscalidad moderada para el 2% más rico de la población, el presidente expuso una serie de medidas enfocadas a los presupuestos de 2012, año electoral.
Mantener reducido el gasto público interno, recortar ambiciosamente el presupuesto de Defensa y reformar el sistema fiscal fueron los pilares de su alocución. "Debemos vivir según nuestros medios sin imponer cargas a la clase media", "no dejaremos a los jubilados a merced de la industria aseguradora" y "América es hoy un país mejor por los programas sociales" fueron sus conclusiones, en un epílogo netamente económico y nulamente ideológico.
La búsqueda de recortes ha llegado a esto: incluso los subsidios agrícolas -miles de millones de dólares en gastos que ambos partidos apoyaron durante años- están en juego.
Con el auge de la economía agropecuaria y Washington a dieta, un programa de la década de 1990 que entrega cheques a los agricultores podría ser recortado e eliminado el próximo año cuando el Congreso trate un nuevo proyecto de ley agropecuaria quinquenal.
Washington busca hacer ahorros por todos lados, incluso programas en otros tiempos considerados sacrosantos, entre ellos agropecuarios y del gasto en defensa. El borrador de presupuesto de 2012 del presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, pone en la mira los subsidios agrícolas. Busca recortar US$30.000 millones durante una década -a partir de la aprobación de un nuevo proyecto de ley agropecuaria en 2012- del total de US$150.000 millones en subsidios agrícolas previstos.
– "Estados Unidos carece de un plan creíble para reducir el déficit" (El País – 21/4/11)
(Por Alain Faujas – París) Lectura recomendada
Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), pasa revista a los grandes temas de actualidad, como la situación de las finanzas públicas estadounidenses, después de que el lunes 18 de abril Standard & Poor's pusiera bajo perspectiva "negativa" la deuda a largo plazo de Estados Unidos.
Pregunta. ¿Estados Unidos se encuentra en la senda del saneamiento presupuestario?
Respuesta. Existen razones para estar preocupados. Estados Unidos carece de un plan creíble, a medio plazo, para reducir sus déficits presupuestarios, y el debate entre los dos partidos que concluyó el 8 de abril con un plan de ahorro de 27.000 millones de euros era insuficiente, ya que la brecha ideológica entre los demócratas y los republicanos sobre la manera de abordar el problema es enorme. Este les parece menos urgente de tratar porque Estados Unidos no tiene ninguna dificultad en colocar bonos del Tesoro, que financian sus déficits. El discurso del presidente Barack Obama, pronunciado el 13 de abril, va en la dirección correcta, pero todavía no se han tomado decisiones concretas.
P. Parece que Europa es el enfermo del planeta. ¿Cree que el crecimiento tardará mucho en regresar?
R. Los países europeos de la periferia no se salvarán solo con sacrificios presupuestarios. Colocados en la imposibilidad de devaluar debido a la existencia de una moneda común, el euro, deben mejorar considerablemente su productividad, o bajar sus salarios, o ambas cosas. Eso supone unas reformas estructurales, especialmente de su mercado laboral. Hay que acabar con el dualismo entre los contratos indefinidos y los temporales. Eso también supone reformas en el mercado de bienes; muchos de los sectores protegidos tienen una productividad escasa. En Portugal, por ejemplo, el sector inmobiliario es muy ineficiente debido a la ausencia de economías de escala, ya que la abundancia de normativas impide que se construya un parque homogéneo. Esas reformas tardarán tiempo en surtir efecto y, antes de que veamos los resultados, estos países tendrán dificultades para volver a pedir préstamos en los mercados. En cualquier caso, esos países, como el resto de Europa, que se arrastra con un 1,5% de crecimiento y que está obligada a realizar ajustes dolorosos, tienen que comprender que, a la larga, deben proseguir sus esfuerzos.
P. ¿Cómo han elaborado la nueva "caja de herramientas"?
R. Hemos partido de dos ideas sencillas. La primera es que la política macroeconómica debe tener en cuenta varios objetivos: la inflación, el desempleo y el riesgo financiero sistémico. La segunda es que el ámbito de los posibles instrumentos es mucho más amplio de lo que lo suponíamos antes de la crisis y va desde las herramientas tradicionales como los tipos de interés hasta unos instrumentos de política presupuestaria y las medidas que llamamos macroprudenciales, como los ratios cíclicos de capital o los límites sobre la relación de la deuda con respecto a los ingresos.
P. ¿El G-20 no les ha confiado también la misión de aconsejar a los grandes países unas políticas beneficiosas para todos?
R. Efectivamente, hemos visto qué combinación de medidas tomadas en los distintos países podrían reducir los desequilibrios y aumentar el crecimiento. En concreto, hemos estudiado los efectos de una disminución de la tasa de ahorro de los chinos, de una consolidación del presupuesto estadounidense y de las medidas conducentes a un aumento de la productividad europea. Hemos mostrado cómo se pueden complementar esas medidas. Por ejemplo, si lo único que pasa es que Estados Unidos reduce su déficit presupuestario, el crecimiento estadounidense sufrirá, al menos a corto plazo. Pero si las exportaciones estadounidenses aumentan paralelamente (lo cual sería el caso si China y otros países emergentes redujeran el superávit de su balanza), eso podría respaldar el crecimiento y permitir a Estados Unidos reducir más fácilmente su déficit.
(© Le Monde)
– Roubini: "Standard & Poor's insta a Estados Unidos a hacer lo correcto" (El Economista – 24/4/11) Lectura recomendada
La decisión de S&P de rebajar su pronóstico a la deuda estatal estadounidense de estable a negativa -una primicia histórica- ha hecho que se desplomen los mercados. El 18 de abril, el DowJones industrial y el S&P 500 registraron las mayores caídas de una jornada en casi un mes (aunque a los bonos estadounidenses y al dólar les fue bien).
La rebaja histórica del pronóstico refuerza lo que decimos desde 2010: que EEUU se encuentra en una trayectoria fiscal insostenible de la que no podrá salir sin consenso político. La pregunta es si el paralizado sistema político estadounidense podrá responder a tiempo y evitar una revuelta en el mercado de bonos.
El aumento de la deuda pública tras una crisis financiera es uno de los principales mecanismos de apoyo a la recuperación a corto plazo. Suele producirse a través de la relajación del consumo keynesiano y la generación de ingresos mediante la redistribución estatal de los recursos entre sectores, financiada con créditos contra ingresos futuros y crecimiento. Aunque la otra cara de la mejoría a corto plazo puede traducirse en un menor potencial post-recuperación y un menor crecimiento real. La mayor deuda pública presagia una subida futura de los impuestos sobre el patrimonio o las rentas, lo que a su vez pesa sobre el crecimiento y, por ende, en el balance fiscal.
Dado que la burbuja de activos apalancados pre-crisis provocó unos ingresos públicos, beneficios empresariales, rentas de los hogares, riqueza y gasto por encima del equilibrio, es lógico esperar una reducción general de la riqueza neta, con aumento de la deuda pública neta incluido. La capacidad de los mercados financieros y el Estado para tolerar y gestionar una carga de la deuda en aumento o imponer ajustes fiscales o estructurales para reducirla, decidirá si los mercados compran el pasivo fiscal o lo venden en masa.
No es nada fácil organizar una revuelta del mercado de bonos en EEUU. No hay en todo el mundo destino más seguro para los activos que Washington, que tiene el tercer sistema de Gobierno más antiguo del mundo, pese a ser un país joven. Casi ninguna estructura estatal "y de derechos de propiedad" ha sobrevivido a las guerras mundiales y locales, depresiones económicas y crisis fiscales y financieras sin grandes trastornos y redistribuciones arbitrarias de la riqueza mediante la inflación o las expropiaciones más directas. La ola de rechazo instintivo del riesgo podría pasar cuando la gente empiece a darse cuenta de que la nueva calificación no va a cambiar mucho (o nada) las cosas e incluso puede que mejore la dinámica de la deuda, recortando los rendimientos de los bonos si persiste la ausencia de riesgo.
Al contrario que otros países deudores, Estados Unidos se beneficia de la aversión al riesgo, incluso la doméstica, gracias a un dólar fuerte y unos rendimientos más bajos de los bonos, de manera que los efectos en el mercado seguramente sean transitorios.
Washington presenta los problemas fiscales más manejables de cualquier gran economía avanzada porque los ingresos federales, estatales y locales, en porcentaje del PIB, son muy bajos por motivos cíclicos y de otra índole. Por ello, el equilibrio fiscal puede restaurarse mediante ajustes fiscales sin mucha dificultad económica a corto plazo. A largo plazo, hará falta una reforma fiscal estructural debido al aumento de los compromisos de la Seguridad Social.
En EEUU, la sostenibilidad de la deuda es una función con restricciones políticas. El centro político se ha fracturado a resultas de la crisis financiera y para arreglarlo va a ser necesario un consenso sobre el tamaño deseado del Estado. ¿Debe el Gobierno asumir los bajos niveles de responsabilidad de sus antecesores libertarios de los siglos XVIII y XIX o compartir las visiones de la América del New Deal o de la Gran Sociedad?
La actual falta de consenso en Washington sobre el balance correcto entre las responsabilidades públicas y privadas sugiere que no va a tomarse ninguna medida real para abordar los problemas estructurales del presupuesto hasta, como mínimo, después de las elecciones presidenciales de 2013. Por otro lado, actualmente existen cuatro planes posibles de fomento del debate en el Congreso que podrían reducir el déficit en 4 o 5 billones de dólares durante la próxima década: la propuesta bipartidista original Simpson-Bowles, el plan Ryan republicano, la nueva propuesta de Barack Obama y la inminente proposición de la Banda de los Seis, que podría tener el mayor atractivo bipartidista. Aunque no se avance formalmente hasta 2013, ya en 2011 o 2012 podría llegarse al acuerdo de que algo se hará antes.
– …y Keynes resucitó y habitó de nuevo entre nosotros (por poco tiempo, Deo Gratias) por Juan de Mercado (Fedea – 16/7/11) Lectura recomendada
(Por Samuel Bentolila)
Durante las primeras fases de la crisis muchos Gobiernos, en respuesta a la intensa caída de la actividad económica que se produjo a finales de 2008 y durante la primera mitad de 2009, pusieron en marcha programas de estímulo fiscal con aumentos significativos del gasto público. En España, estos programas fueron especialmente cuantiosos y aumentaron el gasto público en casi 3,5 puntos porcentuales del PIB.
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