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El dilema del 2012: Recortes o crecimiento (¿y por qué no, las dos cosas?) Parte I (página 10)

Enviado por Ricardo Lomoro


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– Jeffrey Sachs: hay que impedir que continúe la carrera global por bajar impuestos empresariales (El Economista – 29/3/11)

El economista y director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs cree que las divisiones sociales sobre las políticas fiscales de los gobiernos desarrollados se están acentuando. Y asegura que es lógico, ya que los recortes sociales vienen de la mano de reducciones de impuestos empresariales, exacerbando unas desigualdades en la riqueza que se han visto potenciadas por la globalización.

En un artículo en el diario británico Financial Times, Sachs, que es asesor del secretario general de la ONU, Ban-Ki-Moon, y director del Proyecto del Milenio de la misma organización, realiza un alegato contra la carrera por reducir impuestos que se está llevando a cabo a nivel global.

El economista recuerda que tanto en EEUU como en el Reino Unido se ha producido una transferencia profunda de riqueza de las clases medias y bajas hacia los ricos en los últimos 30 años, pero la respuesta a sus problemas fiscales actuales ha sido recortar los servicios públicos y al mismo tiempo reducir los gravámenes empresariales. "El contrato social está en peligro", asegura

Sachs cree que las fuerzas políticas y económicas que están desgarrando nuestras sociedades son muy fuertes. La primera es la globalización, que ha puesto una presión extrema en los salarios de los trabajos menos cualificados y al mismo tiempo ha dado nuevas oportunidades de inversión al mundo financiero y empresarial, asegura. El resultado es que los ingresos del 1% más ricos se han disparado.

Ante esta situación, en la que el capital se puede mover fácilmente, los gobiernos han entrado en una competición por reducir los impuestos a las empresas buscando atraer capital a sus países, un race to the bottom (carrera a la baja) en el que finalmente los ricos salen beneficiados por partida doble: por la propia fuerza de la globalización y por la respuesta a este fenómeno por parte de los gobiernos, asegura Sachs.

Otra razón que sugiere el economista para esta "generosa atención a los recortes de impuestos para la élite es, por supuesto, el escabroso papel del gran dinero (big money) en las campañas políticas", y destaca que esto es especialmente vergonzoso en EEUU. Allí, según Sachs, la principal diferencia entre los dos grandes partidos es que las petroleras suelen financiar a los republicanos y Wall Street a los demócratas. "Por lo demás, ambos partidos están en manos de intereses que exacerban las peligrosas desigualdades generadas por la globalización".

El problema del déficit

El resultado de esta situación, asegura el economista, es el déficit. Sachs reconoce que el Reino Unido merece crédito por luchar contra él antes de que sea demasiado tarde y también asegura que EEUU, tras años de keynesianismo naif y oportunismo fiscal, comienza a seguir esa línea.

Pero el problema de ambos, según el profesor de Columbia, es que "quieren hacer lo imposible: dirigir una economía del conocimiento, del siglo 21, moderna, de alta tecnología y próspera sin la base fiscal necesaria; principalmente para satisfacer a las clases altas y a las multinacionales, que amenazan con irse a otros regímenes fiscales más favorables o dirigir sus contribuciones a cualquier otro si no consiguen los recortes de impuestos que ansían obsesivamente".

El economista cree que durante demasiado tiempo el debate sobre política fiscal se ha basado en falsas premisas. El centro-izquierda ha tendido a querer disminuir la importancia de los déficits presupuestarios, mientras que el centro-derecha ha hecho lo propio respecto a los impuestos a los más ricos.

Elevar los impuestos a los ricos

"Una posición más responsable coge un poco de las dos partes. Necesitamos reducir los déficits, pero de manera justa, eficiente y sostenible, elevando los impuestos a los ricos, que están disfrutando de un boom en su nivel de vida de una forma sin precedentes en la historia".

Sin embargo, añade que los países no pueden actuar por su cuenta. "Las defensas políticas en el Reino Unido y en EEUU contra el poder de los ricos están viniéndose abajo. Las multinacionales y sus desproporcionadamente ricos dueños están enfrentando a unos gobiernos con otros, y con éxito. El juego está claro, y está funcionando extremadamente bien".

Por ello, Sachs propone, como punto de partida, que los miembros de la OCDE reúnan a sus ministros de Finanzas para delinear unos principios básicos de justicia presupuestaria: "que los ajustes fiscales hacia el equilibrio son necesarios pero que se deben llevar a cabo de una manera justa; que las necesidades básicas de los ciudadanos deben ser protegidas en los periodos de rigor fiscal; que las recientes tendencias hacia niveles de desigualdad sin precedentes requiere de mayores, no menores, impuestos para las rentas más altas, incluidos los beneficios empresariales; y que la coordinación fiscal y regulatoria entre países es vital para impedir una carrera fiscal a la baja ruinosa".

(Jeffrey D. Sachs es profesor de Economía y Director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia. También es asesor especial del secretario general de las Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo del Milenio)

El "cuento" de la "austeridad expansiva" cada vez resulta menos creíble (99 a 1, no va)

"Paul Farell, analista de "The Wall Street Journal", se hace eco de una corriente de opinión que pone en entredicho la recuperación en EEUU"… "Si los ricos no pagan impuestos se enfrentarán a una revolución" (El País – 4/4/11)

Predice un cataclismo económico y una revolución social en EEUU. Pero no es el polémico y a veces abiertamente demagogo director de cine Michael Moore. Ni el predicador televisivo Glenn Beck, insignia mediática del movimiento conservador estadounidense del Tea Party. Ni, más cercanamente, Niño Becerra, el catedrático que vaticina el cataclismo de la economía española cada año y cada año lo aplaza. Se trata de Paul B. Farrell, un prestigioso columnista de The Wall Street Journal, el diario financiero por excelencia nada sospechoso de sensacionalismo. Y a principios de abril (2011) ha lanzado un aviso ciertamente preocupante aunque con argumentos y cifras mucho más contundentes que la de los otros teóricos apocalípticos citados.

"O los ricos comienzan a pagar impuestos o se enfrentarán a una revolución". Con ese provocativo arranque, Farell, que trabajó para Morgan Stanley, advierte en su columna que la brecha entre el 1% de los "súper ricos" y el 99% restante de la población en EE UU no había sido tan grande desde la Gran Depresión de 1929, y que solo el "engaño" o el "espejismo" que lanza esta clase privilegiada desde sus diversas tribunas, ya sean políticas o mediáticas, impiden a la gente darse cuenta de que estamos a punto de vivir otro colapso como el de hace casi un siglo. Y concluye que o los ricos vuelven a pagar los impuestos que les corresponden por su nivel de riqueza u Occidente se enfrentará a una revuelta social como las que se están viviendo en el norte de África

Farrell señala que, tras el estallido de la crisis financiera en 2008 y la intervención del Estado para salvar el sistema, Estados Unidos vive ahora de la falsa esperanza que le transmiten los súper ricos, las "estadísticas del Gobierno que tratan de exagerar la recuperación" o los mensajes sobre un nuevo mercado alcista de Wall Street.

"Sigan soñando", apunta Farrell, que avisa de que el 93% de lo que se oye acerca de los mercados, las finanzas y la economía "son conjeturas, ilusiones y mentiras con el único fin de manipular en la toma de decisiones para sacar el dinero de los bolsillos" de la gente. "Ellos se enriquecen diciendo mentiras sobre los valores. Odian a las normas de la SEC (regulador de la Bolsa de EEUU) que les obligan a decir la verdad". Y pone un dato como ejemplo: en los últimos 10 años, el 20% de los fondos de pensiones de los trabajadores -10 billones de dólares- se ha esfumado en Wall Street.

Apoyado en otros testimonios, el columnista establece un paralelismo entre las revoluciones como las que han ocurrido en Egipto, y las que están por venir en los países desarrollados. Ambas serán impulsadas por los jóvenes, las mayores víctimas de la crisis, condenados a un desempleo crónico. "Los jóvenes van a ser los más doloridos cuando los gobiernos traten de reequilibrar sus presupuestos. Se elevarán los impuestos de los trabajadores y caerá el gasto de educación (…) mientras que los recortes fiscales para ricos siguen intocables". "¿Cuánto tiempo resta para que el resto de los países ricos estalle como Egipto?", se pregunta.

El análisis de Farrell no es aislado. En Estados Unidos se está formando una creciente corriente de opinión que denuncia que la crisis se ha cerrado en falso, que la recuperación económica que vende la Administración Obama no es sino un maquillaje estadístico y que cuando toque pagar la factura del rescate del sistema financiero mediante más impuestos para la clase media y recortes sociales, se desvelará la verdadera gravedad de la situación.

Una de las abanderadas de esta teoría es Arianna Huffington, la editora que acaba de hacerse multimillonaria tras la venta de su portal de noticias online a AOL. Pese a que su actitud personal no sea muy ejemplarizante (se vanagloria públicamente de no pagar a la mayoría de sus periodistas), su opinión es muy crítica hacia el sistema. "Se está madurando la América del Tercer Mundo. Washington se apresuró al rescate de Wall Street, pero se olvidó de Main Street (la calle principal, metáfora para expresar a la gente común en EEUU). Uno de cada cinco estadounidenses es desempleado o subempleado. Una de cada nueve familias no tiene un saldo mínimo en sus tarjetas de crédito. Una de cada ocho hipotecas está en mora o ejecución hipotecaria. Uno de cada ocho estadounidenses vive con cupones de alimentos. La movilidad social hacia arriba siempre ha estado en el centro del sueño americano. Y esa promesa se ha roto. El sueño americano se está convirtiendo en una pesadilla. Y pronto va a implosionar", asegura.

El magnífico documental Inside Job, ganador del último Oscar, también ha desperezado muchas conciencias, sobre todo las de aquellos que confiaron en que con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca se cambiarían las reglas del juego, se restablecerían los controles y la regulación sobre el sistema financiero y se pondría coto a la "avaricia de Wall Street" como prometió el ahora presidente durante la campaña electoral. Pero como denuncia la cinta, las tímidas reformas que inició están varadas en las comisiones del Congreso o han sido bloqueadas por el poderoso lobby financiero que controla no solo la esfera política sino la académica para hacer valer su falso mensaje.

Inside Job deja en evidencia también que Obama no solo no ha perseguido a los "avaros" que provocaron el desastre con productos financieros tóxicos como las subprimes o los CDO, sino que ha puesto al mando de su equipo económico a algunos de sus más señeros representantes, que participaron o, al menos no quisieron ver el inmenso fraude que se estaba fraguando, y fueron reclutados por el anterior presidente, George W. Bush, para diseñar el rescate a costa del contribuyente y sin pedir responsabilidad alguna a sus causantes. Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, Timothy Geithner, secretario del Tesoro, o Lawrence Summers director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca, están entre ellos.

El capitalismo refundado de rostro social con el que se presentaba Obama en las primeras reuniones del G-20 tras al estallido la crisis sigue teniendo el mismo perfil injusto e inmisericorde en EEUU: récord de desahucios en 2010 y récord de bonus para los ejecutivos de las agencias de calificación como Moody's o Standard & Poor's, que avalaron los productos financieros basados en las hipotecas basuras precipitando el desastre financiero. También fuera de las fronteras de la primera potencia mundial hay una creciente corriente en la misma dirección y que tiene en ¡Indignaos! (Destino), del francés de origen alemán Stèphane Hessel, uno de sus puntos de ignición. En España, el testigo lo ha cogido, entre otros, el escritor y pensador José Luis Sampedro.

Desde la sección de mercados del periódico de referencia de Wall Street, a Farrell no le tiembla el pulso al hacer un llamamiento a que la gente despierte ante "el espejismo de los súper ricos que está destruyendo el sueño americano para el resto de nosotros". "Los súper ricos no se preocupan por usted" exhorta a sus lectores, porque viven al margen de la crisis, a lo sumo se preocupan "en abstracto" por el bienestar del país, envueltos en una burbuja en la que "disfrutan de vacaciones en los mejores resorts, de los mejores profesores de pilates, el mejor masajista, los mejores cirujanos y las mejores escuelas privadas para sus hijos". "Y nada de lo que se escriba va afectarles". Y acaba: "No digan que no fueron advertido. Tienen tiempo para preparar la revolución que se avecina, la depresión".

Carta abierta a Ron Paul (Libertad Digital – 13/4/11) Lectura recomendada

(Por Antal Fekete)

Esta violación palmaria de la ley por parte de Bernanke le incapacitaría completamente para el cargo que ocupa, de forma que el presidente de los EEUU debería proceder a su inmediata e ignominiosa destitución.

Existen serias dudas sobre la legalidad del Quantitative Easing (QE o Flexibilización Cuantitativa). Usted es una de las pocas personas que están cualificadas y bien situadas al mismo tiempo para poder llegar al fondo de la cuestión.

Mucha gente cree (y los medios suelen confirmarles esta creencia) que la Reserva Federal puede crear dólares de la nada, en cualquier cantidad y cuando le plazca. Podría además ser ésta la ilusión que llevó al Dr. Bernanke a decir que el Gobierno americano le había entregado a la Reserva Federal una imprenta, que es una herramienta realmente útil para impedir la deflación. Pero esto no guarda ninguna relación con la verdad. La Reserva Federal puede crear nuevos dólares única y exclusivamente cuando se producen unas estrictas condiciones legales. Y aún en esos casos sólo puede disponer de ese privilegio bajo las estrechas medidas que prescribe la ley.

Pero, al contrario de lo que dijo Bernanke, no pueden lanzarse alegremente dólares desde un helicóptero, con independencia de las razones que se puedan tener para emprender una acción de ese tipo. Tampoco tiene capacidad legal la Reserva Federal para comprar directamente deuda pública emitida por el Tesoro, sino que eso sólo lo puede hacer indirectamente, mediante las operaciones de mercado abierto (OMA). Si no sometes a la deuda que emite el Tesoro al test del mercado antes de que la adquiera la Fed, entonces lo que debemos presumir es que el mercado la habría rechazando como algo sin valor, o que sólo la habría adquirido con un descuento significativo.

La ley no permite a los bancos del sistema de la Reserva Federal comprar títulos de deuda del Tesoro directamente, porque entonces la creación del dinero por parte del banco central americano se convertiría en un sainete, los requerimientos de reservas de los bancos comerciales en una farsa, y finalmente el dólar pasaría a ser el mayor timo de la historia.

El QE ya es en sí mismo un problema lo suficientemente grave. Pero existe todavía algo aún más siniestro: los bancos de la Reserva Federal sólo pueden comprar deuda pública si la pagan con pasivos de la Reserva Federal que han sido creados legalmente.

Los pasivos de la Reserva Federal (sus billetes y depósitos) son creados legalmente cuando han sido emitidos de acuerdo con la ley. Y la ley dice que los pasivos de la Reserva Federal tienen que estar respaldado por un título que hace de colateral en el momento de la emisión (normalmente deuda pública emitida por el Tesoro de EEUU). El proceso es como se explica a continuación.

El banco de la Reserva Federal que busca expandir sus pasivos utiliza la deuda pública de la que es dueño de forma absoluta y que se encuentra libre de cualquier carga, y la pone como colateral para que se le autorice la emisión de nuevos pasivos. Dicho de otra forma, si los bancos de la Reserva Federal no tienen en su poder deuda pública libre de cualquier carga, entonces no pueden crear pasivos adicionales de forma legal.

Parece evidente que los bancos de la Reserva Federal ahora mismo no tienen emitidos suficientes pasivos como para realizar el tipo de compras que el Dr. Bernanke está llevando a cabo a través del QE. Y tampoco tienen la suficiente deuda pública libre de cargas como para poder utilizarla como colateral a la hora de emitir esos nuevos pasivos de forma legal.

El asunto es que el proceso de poner primero el colateral y aumentar después los pasivos no se debe invertir bajo ninguna circunstancia. Es decir, lo que no pueden hacer de forma legal los bancos de la Reserva Federal es comprar primero la deuda pública con un pasivo de la Reserva Federal creado ilegalmente, colocar esa deuda a continuación como colateral y justificar finalmente de forma retroactiva una emisión ilegal de crédito. Tampoco pueden pedir prestados los bonos del Tesoro (pues esos bonos no están libres de cargas), ponerlos como colateral y a continuación pagarlos de forma retroactiva.

Esta es una limitación importante, pues es la que separa el sistema de moneda inconvertible sometida al régimen de mercado de otro cuyo fundamento es el puro dinero fiduciario dedicado a la monetización directa de la deuda del Gobierno. Y esto último es precisamente el camposanto en el que descansan el dólar continental, el asignado, el Mandat, el Reichsmark y el todavía caliente dólar de Zimbabwe. Por no citar a otras muchas monedas.

Sea como fuere, si la Reserva Federal estuviera haciendo una autorización retroactiva de sus propios pasivos, entonces estaría violando la letra y el espíritu de la Ley de la Reserva Federal. Al mismo tiempo, estaría convirtiendo al dólar en una moneda completamente fiduciaria por la puerta de atrás, puenteando al propio Congreso. En ese caso, el presidente del banco central americano, el Dr. Bernanke, estaría mostrando una completa mala fe, pues él conoce la ley a la que se somete su institución. Esta violación palmaria de la ley le incapacitaría completamente para el cargo que ocupa, de forma que el presidente de los EEUU debería proceder a su inmediata e ignominiosa destitución mientras se realiza la pertinente investigación por parte del Congreso.

Las violaciones de la ley que está cometiendo la Reserva Federal suponen un esfuerzo concertado por su parte para quitarse de encima las cadenas que impone la ley en los grifos de donde sale el dinero. Esta violación no es un incidente aislado. Apunta hacia la corrupción del orden monetario de EEUU y también a la del mundo entero. Aún más, es probablemente una de las principales causas de la inestabilidad financiera que padece la economía internacional desde 1971 y más recientemente desde 2008.

Si no se entiende esta verdad fundamental, entonces no sirven de nada todos los discursos sobre la estabilización del sistema monetario y la corrección de déficit presupuestario.

Atentamente suyo,

Antal E. Fekete

(Original: Impeach Bernanke. An open letter to Congressman Ron Paul of Texas)

– La primavera de los banqueros (El País – 8/5/11) Lectura recomendada

(Por Paul Krugman)

El año pasado, el Partido Republicano logró dos ejemplos espectaculares de campaña engañosa. El caso de Medicare, en el que las mismas personas que gritaban sobre las listas de la muerte tratan ahora de desmantelar el programa entero, fue el más evidente. Pero lo mismo pasó e con la reforma financiera. Los republicanos hicieron campaña incansablemente en contra de los rescates bancarios. Entre otras cosas, consiguieron convencer a una mayoría relativa de votantes de que la enormemente impopular legislación sobre los rescates económicos propuesta y aprobada por el Gobierno de Bush fue promulgada durante la guardia del presidente Barack Obama.

Y ahora están haciendo todo lo posible por asegurarse de que habrá rescates económicos aún mayores en los próximos años. ¿Qué hace falta para limitar los rescates futuros? Declarar que nunca volveremos a hacerlo no es una respuesta válida: cuando la tormenta financiera arrecia, quitarse de en medio mientras los bancos caen como fichas de dominó no es una opción. Después de todo, eso es lo que los responsables políticos hicieron en 1931, y la crisis bancaria que se desencadenó a raíz de ello convirtió una simple recesión en la Gran Depresión.

Y no olvidemos que los mercados entraron en caída libre cuando la Administración de Bush permitió que Lehman Brothers quebrase. Solo una acción rápida -que incluía la aprobación del odiadísimo rescate- impidió que los acontecimientos de 1931 se repitiesen. Entonces, ¿cuál es la solución? La respuesta es una regulación que limite la frecuencia y la magnitud de las crisis financieras, combinada con normas que permitan al Gobierno conseguir un buen trato cuando los rescates económicos se vuelvan necesarios.

Recuerden que, desde los años treinta hasta los ochenta, Estados Unidos logró evitar los grandes rescates de instituciones financieras. La era moderna de los rescates no se inició hasta la época de Reagan, cuando los políticos empezaron a desmantelar la normativa de la década de los años treinta. Además, la normativa no se fue actualizando a medida que evolucionaba el sistema financiero. Las instituciones que fueron rescatadas en 2008 y 2009 no eran bancos a la antigua usanza; eran imperios financieros complejos, muchas de cuyas actividades no estaban reguladas en la práctica (y fueron estas actividades no reguladas las que hicieron que la economía estadounidense mordiese el polvo).

Y lo que es aún peor, los funcionarios no tenían una autoridad clara para embargar estos imperios fracasados del mismo modo en que la Corporación Federal de Seguro de Depósitos puede embargar un banco convencional cuando quiebra. Esa es una de las razones por las que el rescate económico se parecía tanto a un regalo: las autoridades tenían la sensación de que les faltaban las herramientas para salvar el sistema financiero sin permitir que quienes generaron la crisis se librasen del castigo.

El año pasado, los congresistas demócratas aprobaron un proyecto de ley de reforma financiera que trataba de llenar estas lagunas legales. El proyecto de ley ampliaba la normativa en diversos sentidos: protección del consumidor, normas sobre capital, más estrictas para las instituciones, mayor transparencia para los instrumentos financieros complejos. Y creaba nuevas facultades -"autoridad de resolución"- para ayudar a los funcionarios a mejorar su capacidad de negociación en crisis futuras.

Se pueden hacer muchas críticas a esta legislación, a la que se podría tachar de excesivamente flexible. Y la Administración de Obama ha decepcionado a muchas personas con su actitud excesivamente indulgente hacia Wall Street (ilustrada por su decisión de la semana pasada de eximir de la normativa las permutas financieras de divisas, que fueron una importante fuente de trastornos en 2008).

Pero los republicanos están tratando de socavarlo todo. Allá por el mes de febrero, los legisladores del Partido Republicano reconocían con franqueza que estaban intentando paralizar la reforma financiera suprimiendo la financiación. Y la reciente propuesta presupuestaria de la Cámara, que pide la privatización y el uso de cupones para Medicare, también exige que se elimine la autoridad de resolución, lo que en la práctica dejaría las cosas de tal manera que los banqueros conseguirían en la próxima crisis un trato igual de beneficioso que el que consiguieron en 2008.

Por supuesto, los republicanos no lo expresan así. Afirman que su objetivo es "terminar con el ciclo de futuros rescates económicos", bajo el epígrafe general de "terminar con los subsidios empresariales". Pero como vemos, los futuros rescates se producirán independientemente de lo que digan los políticos actuales y, sin una normativa eficaz, serán mayores, más frecuentes y más caros.

Para ver lo que realmente está pasando, hay que seguir al dinero. Wall Street solía apoyar a los demócratas, quizás porque los financieros tienden a ser liberales en asuntos sociales. Pero la avaricia triunfa sobre los derechos de los homosexuales, y las contribuciones del sector financiero se inclinaron claramente hacia los republicanos en las elecciones de 2010. Por lo visto Wall Street, a diferencia de los votantes, no tenía dificultades para adivinar las verdaderas intenciones del partido. Y una cosa más: al interponerse en el camino de las normativas que contendrían las futuras crisis financieras, los republicanos están ofreciendo aún más pruebas de que en realidad no les importan los déficits presupuestarios.

Porque nuestro déficit actual es, en su mayoría, una consecuencia de la crisis financiera de 2008, que devastó los ingresos y aumentó el coste de programas como el seguro de desempleo. Y aunque hayamos conseguido evitar grandes costes directos de los rescates económicos, puede que la próxima vez no tengamos tanta suerte.

Más crisis y más grandes; más rescates y más grandes; más déficits y más grandes. Si les gusta esa perspectiva, les encantará lo que el Partido Republicano está haciendo con la reforma financiera.

(Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © 2011 New York Times News Service)

¿Quién a quién?… buscando las causas del déficit público (los Bancos Centrales fijan el precio del dinero, no la cantidad)

"Se cuenta la idea tradicional que dice que la política monetaria del banco central es suministrar moneda, "la cantidad de dinero en la economía", "imprimiendo" euros (dólares, yenes…) con los que compra deuda pública, lo cual lleva a inflación al imprimir demasiado dinero. La idea tradicional dice que el banco central inyecta "dinero base" y lo expande según el coeficiente de las entidades y el multiplicador. Una persona ingresa € 100 en su cuenta, la entidad "guarda" € 10 y presta y multiplica los otros € 90, creando € 81 de crédito y así una y otra vez"… La principal causa del déficit es la política monetaria (El Confidencial – 29/11/11)

Hoy, el sistema no funciona así.

Hoy, los bancos centrales no tienen capacidad para fijar el dinero en la economía ni de expandirlo. Depende de las entidades, ellas lo hacen. Aumentar la "base monetaria", los depósitos en las entidades, no expande el crédito. Ellas tienen el poder para que la economía se recupere o no porque controlan el crédito. Sin crédito, no hay "crecimiento".

El padre de la criatura lo admitió: "el uso de la cantidad de dinero como objetivo no ha tenido éxito" porque los bancos centrales no controlan la cantidad de dinero.

¿Qué hacen los bancos centrales hoy? Según la Fed, "el objetivo ha pasado del suministro de moneda al valor del tipo de interés". Los bancos centrales fijan su tipo de interés objetivo, y para que coincida con el tipo al que las entidades se prestan, lo anuncian y guían el tipo del interbancario hacia su tipo.

Esa es su política monetaria. No se imprime dinero. No se trata de cantidad sino de fijar precios, el tipo al que se coloca la deuda. Así funcionan todos los bancos centrales, en EEUU, Indonesia, Corea, Sudáfrica…menos el BCE que actúa como un casi-banco central.

La demanda de dinero depende de las empresas. Si demandan más y las entidades aumentan la oferta, el dinero fluirá. Si más dinero entra al sistema, el gobierno sube impuestos para "secarlo". Si el dinero sale, los baja para "meter" liquidez. Sus impuestos no son tanto para financiar el gasto en seguridad social o pensiones como para regular el flujo.

¿Cómo regulan los bancos centrales el sistema si el suministro de dinero depende de las entidades? Las entidades tienen cuentas en el banco central y necesitan fondos por los requerimientos de reserva. El banco central les da estos fondos y entonces ejerce su poder fijando su volumen y el precio, el interés que paga o cobra por esos depósitos.

El banco central dice "la situación económica asegura bajos niveles de interés". No dice "la situación económica asegura compras de deuda". No. Lo que le dice a las entidades es que quiere que el tipo esté al 0% y les pide que se ajusten para que ese sea el tipo al que se presten o intervendrá. Las entidades saben que el banco central (menos el BCE) tiene armas para obligarles a ello, con lo que se acomodan al tipo que quiere el banco central…y el interés de la deuda baja.

Este es el poder de un banco central. Credibilidad y amenaza. Justo lo que el BCE no tiene o no le dejan tener. No hay que imprimir dinero, ni comprar deuda, ni inventar un EFSF, ni crear hiperinflación. Solo "recomendar" a las entidades el tipo al que el Tesoro coloque su deuda.

¿Por qué aceptarían las entidades lo que el banco central pide? Porque reciben mucho a cambio. Primero, financiación. Sin esos préstamos, muchas ya habrían quebrado.

Pero los bancos centrales piden garantía a las entidades para prestarles, sobre todo, deuda pública. Por eso los Estados se endeudan. El déficit crea un apunte en las cuentas de las entidades que hace que el tipo interbancario se aleje del objetivo. Para equilibrarlo, el Tesoro emite deuda que las entidades comprar y usan como garantía para recibir fondos del banco central.

Esta es la razón principal del déficit. Los gobiernos también se endeudan por sus dispendios, pero la verdadera causa no es tanto el gasto fiscal como por política monetaria para ayudar a las entidades. Gracias al déficit, el banco central drena y da liquidez a las entidades. Las entidades necesitan que el Estado se endeude. Es el "componente fiscal de la política monetaria". Mientras las entidades estén en la situación actual, el déficit seguirá aumentando, gobierne A, B o C.

Basilea I califica a la deuda pública como sin riesgo. Con la crisis, las entidades demandaron deuda pública como garantía en sus préstamos. El resultado fue que el Tesoro se endeudó y la Fed creó un préstamo, no para gasto público sino para ayudar a las entidades.

Basilea III pide que las entidades ajusten sus derivados a la calidad de su crédito. Al forzar a las entidades a que protejan sus CVA, las obligan a comprar más CDS de España, Italia…lo que lleva a estos países a emitir más deuda y más cara. Si España no emitiera deuda, las entidades tendrían más complicado proteger su crédito.

Segundo, por varias razones, los gobiernos decidieron emitir deuda para financiar su gasto. No lo necesitaban. Un gobierno puede financiarse sin deuda. Ahora, cada euro que el gobierno gasta es un préstamo del "mercado", dando un poder tremendo a las entidades sobre los gobiernos.

Tercero, financiación en dólares. Las entidades los necesitan pero no todas tienen cuenta en la Fed. Para eso está el BCE que se endeuda con la Fed en dólares que da a las entidades vía repos. Sin el BCE, muchas entidades no tendrían acceso a dólares, y sin dólares, adiós.

Como siempre depende de ustedes qué creer.

Mucho sufrimiento por delante ("en línea con el mercado")

"¿Cómo va a terminar la crisis de la Eurozona? El portal financiero Business Insider cita el último informe del famoso Willem Buiter, economista jefe de Citigroup y que antes pasó por el Banco de Inglaterra, que asegura que "resolver" la crisis será cuestión de años de austeridad o bien de una reestructuración de la deuda"… Citigroup: Resolver la crisis es pasar años de austeridad, bajo crecimiento y alto paro (El Economista – 6/2/11)

Buiter acaba de publicar su último informe, y es bastante negativo con el futuro del mundo Occidental y de países como Italia, España y Bélgica en particular, por no mencionar los problemas que ya tienen otros como los rescatados Portugal, Irlanda o Grecia.

El economista asegura que el Banco Central Europeo tendrá éxito a la hora de asegurar a los mercados que respaldará a España e Italia. Sin embargo, no espera una solución mágica para este viernes 9 de diciembre (2011), cuando se celebra la esperada cumbre que debería reformar de arriba a abajo la Unión Europea.

"El apoyo del BCE no será ni indefinido ni incondicional. Su voluntad para actuar como prestamista de último recurso se revelará en cada intervención durante un periodo de meses, quizás de años", explica Buiter.

"El acuerdo de la cumbre no resolverá por sí mismo los problemas fiscales actuales de la Eurozona, ni eliminará el riesgo de futuras crisis. Tampoco restablecerá el crecimiento", apunta el economista, que sin embargo apuntó a que sí se tendrá éxito en una cosa: "aliviará las preocupaciones sobre un impago desordenado de Italia o España y sobre la ruptura del euro".

Para ello, el BCE actuará para asegurar que Italia, España, Francia y Bélgica sean capaces de financiarse, pero el banco no irá tan lejos como para hacer compromisos incondicionales. Buiter cree que los problemas de la banca continuarán, y que es posible que suavicen los requerimientos de capital para la banca.

El conjunto de su informe presenta un panorama bastante siniestro para Europa en la Eurozona, pero al fin y al cabo, "resolver la crisis" es lo que va a significar.

"O bien los países, después de muchos años de austeridad, recuperan la solvencia o bien habrá reestructuraciones de deuda en Italia, España y otros, además de las de Grecia, Portugal e Irlanda. Yo lo llamo a esto resolver la crisis", apunta.

"Crecimiento bajo o negativo con alto (y/o creciente) desempleo es la nueva normalidad para la Eurozona, el Reino Unido, Japón y Estados Unidos", defiende el economista jefe de Citigroup, que dice que la única manera de evitar esto sería encontrar formas fuera del mercado para reestructurar el exceso de deuda soberana, financiera y particular, que hay en estas regiones.

Incluso con ello, el crecimiento potencial probablemente sería modesto, muy por debajo de los niveles considerados posibles antes de la crisis, especialmente en EEUU y el Reino Unido.

¿Las razones? "La demografía, el empeoramiento del capital humano, las infraestructuras inadecuadas y una tendencia hacia la sobreregulación financiera". Unas perspectivas pésimas, reconoce Buiter, pero no una crisis.

"El economista Santiago Niño Becerra dice que las comparaciones son odiosas, pero traza un paralelismo entre la Europa del año 2011 y la América Latina de 1985. Y es que el famoso profesor de Estructura Económica piensa que el nuevo Consenso de Fráncfort es estructuralmente parecido al de Washington"… Vienen reformas caiga quien caiga: del Consenso de Washington al de Fráncfort (El Economista – 6/12/11)

"Tanto uno como otro van en la misma dirección", apunta Becerra. La cuestión es sanear y estabilizar sin que importe quien se queda por el camino, aunque el profesor señala con sorna que "si se queda por el camino un belga le darán un mendrugo de pan bastante más grande que el que le dieron a un hondureño cuando se quedó".

Pero el paralelismo económico, que comenzaría por una situación deflacionaria agravada por una caída de la actividad económica que merma los ingresos fiscales de los Estados, también tiene mucho que ver con Japón aunque el País del Sol Naciente esté en extremos opuestos.

Si echamos la vista atrás, puede decirse que la crisis latinoamericana de los años 80 fue provocada por gobiernos populistas e irresponsables que dilapidaron la herencia acumulada desde la Segunda Guerra Mundial. Después, ya en los años 70, estos países latinoamericanos fueron cebados con crédito por los banqueros del primer mundo, que encontraron a quien prestarle cuando la recesión hizo que su negocio cayera en picado tanto en EEUU como en Europa.

Pero, como explica Niño Becerra en La Carta de La Bolsa, "la situación se dio la vuelta en los 80, los tipos de interés volvieron a aumentar y en aquellos países se instalaron las "dictaduras amigas" (Ronald Reagan dixit). Y para solucionarlo fueron llegando los chicos del Consenso de Washington".

Llegó la hora: toca sufrir

Hasta aquí parece evidente que el esquema se repite: muchos países europeos han sido enterrados, o se han dejado enterrar, bajo montañas de crédito fácil que ahora no pueden devolver. Había que seguir creciendo a toda costa y tanto los gobiernos como los ciudadanos fueron cebados con dinero fácil y barato. Pero la fiesta se ha terminado y ahora es el turno de los muchachos del Consenso de Fráncfort.

¿Y Japón? "Lo de Japón fue diferente. Fue un expolio perpetrado en el Plaza y en el Louvre. EEUU obligó a Japón a revaluar el yen so pena de que volviese el espectro de MacArthur, y Japón comenzó a externalizar producciones como un poseso para compensar la caída de competitividad que experimentó. Y en el interior -y aquí la cagó- se lanzó a la hiperespeculación con créditos baratos concedidos en despachos sin ventanas", escribe Niño Becerra, que asegura que como el ahorro interno del país era espectacular no hizo falta que los chicos del Consenso de Washington intervinieran. Fue como ganar la batalla sin disparar un solo tiro porque Japón dejó de ser lo que era.

Así las cosas, ahora sería el momento de la austeridad a ultranza del Consenso Fráncfort, de que la economía se ajuste y de que en ese periodo no se altere el orden establecido. Y eso en los países más castigados significa que hay que purgar el exceso del crédito y que todo debe hacerse más pequeño y guardar relación con los escasos recursos de los que se dispone.

¿Y quiénes harán algo así? "Pues los Gobiernos de técnicos que vienen", sentencia Becerra, que cree que los futuros gobiernos gestionarán la economía a imagen y semejanza de las megacorporaciones empresariales. La productividad y el ahorro serán el santo y seña, caiga quien caiga.

(Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull)

– Sección III –

El "Santo Grial" del superávit primario (fundamentalismo fiscal)

Carta a los dalits, paganos o "paganinis" de la crisis (desde la Europa de los náufragos): la deuda y la vida

III – La teoría de los "huecos" (bailando con la "prima")

(Enero 2011) El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, defendió su postura de mano dura en la política fiscal y la inflación al decir que la austeridad presupuestaria y la vigilancia de cara al alza en los precios de la energía y las materias primas son el mejor camino hacia la recuperación económica.

(Febrero 2011) El estímulo fiscal y los consiguientes rescates del sistema financiero condujeron a grandes déficit públicos (del orden del 10 por ciento del PIB) en casi todas las economías avanzadas y provocarán, según el FMI y otros cálculos, unos índices de deuda pública/PIB por encima del 110 por ciento en 2015, frente al 70 por ciento de antes de la crisis. Si los desequilibrios son, en parte, cíclicos porque el crecimiento no se ha recuperado según la tendencia, el doloroso proceso de desapalancamiento de la deuda privada implica que los índices de crecimiento seguirán siendo bajos durante varios años. Por ello, los déficits son también estructurales y no caerán incluso aunque se consiga el crecimiento de tendencia (sic).

(Febrero 2011) Dice Standard & Poor's, hablando sólo de pensiones, que en ausencia de reformas, la deuda germana alcanzará en 2050 el 400% de su PIB, la francesa, el 403%, la italiana el 245%, y la española el 544%. Habrá que hacer algo (sic).

(Febrero 2011) Estamos ante la vulgarización del keynesianismo más ramplón; ese keynesianismo que incluso llevó al propio Keynes al final de su vida a, como ya hiciera también su mellizo truhán Marx, negar que fuera keynesiano: el multiplicador de la inversión. A saber, que merced a la economía del cuento de la lechera, todo aumento del gasto público o de la inversión se traducirá en un incremento multiplicado del PIB (sic).

(Marzo 2011) Nuestras iras deberían dirigirse, pues, no contra Trichet, quien tímidamente está haciendo lo correcto, sino contra Bernanke y los monetaristas, quienes desde un comienzo no comprendieron de qué iba esta película y, tras el fracaso de los planes de estímulo keynesiano que ellos mismos ayudaron a sufragar, tomaron el relevo a la hora de estrecharnos, aún más, la soga alrededor del cuello (sic).

(Marzo 2011) ¿Cómo va a terminar la crisis de la Eurozona? El portal financiero Business Insider cita el último informe del famoso Willem Buiter, economista jefe de Citigroup y que antes pasó por el Banco de Inglaterra, que asegura que "resolver" la crisis será cuestión de años de austeridad o bien de una reestructuración de la deuda.

(Abril 2011) ¿Deberían más países crear consejos consultivos fiscales independientes para dar una mayor objetividad a los debates sobre el presupuesto nacional? El estafador encarcelado Bernie Madoff resumió recientemente muchas impresiones de los ciudadanos sobre la política fiscal, al declarar que "el gobierno en sí es un plan Ponzi" (sic).

(Abril 2011) Portugal se convirtió en el último país (luego de Grecia y la República de Irlanda), en pedir un rescate económico a la Unión Europea (UE). Pero no es la única nación inmersa en una marea de duras medidas de austeridad, y algunos de ellos enfrentan los cortes del sector público más profundos en toda una generación

(Abril 2011) En EEUU, la sostenibilidad de la deuda es una función con restricciones políticas. El centro político se ha fracturado a resultas de la crisis financiera y para arreglarlo va a ser necesario un consenso sobre el tamaño deseado del Estado. ¿Debe el Gobierno asumir los bajos niveles de responsabilidad de sus antecesores libertarios de los siglos XVIII y XIX o compartir las visiones de la América del New Deal o de la Gran Sociedad? (sic).

(Abril 2011) La inflación sube impulsada por la política ultraexpansiva de la banca central. Esto favorece a la gran banca y perjudica a la clase media.

(Abril 2011) La banca central está alimentando la inflación mundial, ya que la caída artificial en tipos de interés negativos -tasa de inflación superior al tipo de interés- explica, en gran medida, la huida masiva de dinero hacia materias primas y metales preciosos. Si bien es cierto que el BoJ entona el mea culpa con la boca pequeña, también lo es el hecho de que por primera vez un importante banco central admite la responsabilidad directa de estos organismos en el alza de precios. Algo inédito: Trichet (BCE) y King (Banco de Inglaterra) no se han pronunciado en público sobre esta materia, mientras que Bernanke (FED) ha negado, una y otra vez, toda responsabilidad respecto al aumento de la inflación.

(Abril 2011) ¿Habría generado inflación, en circunstancias normales, una expansión tan cuantiosa del crédito público y privado por parte de la Fed? A buen seguro: más crédito son más medios de pago persiguiendo unas cantidades de bienes y servicios que no crecen, ni mucho menos, a la misma velocidad. ¿Tiene sentido que no lo haya generado en las circunstancias actuales? Sí, porque, como algunos predijimos, al tiempo que se crea una gran cantidad de crédito público, se está destruyendo una mayor cantidad de crédito privado (impagos y amortizaciones de deuda). Si acaso podemos decir que la QE ha sido inflacionista por obstaculizar las acusadas reducciones de precios que deberían haberse dado en su ausencia. ¿Tiene sentido que directamente provoquen hiperinflación? No, al menos mientras los agentes de mercado sigan confiando en que el Gobierno estadounidense -el mayor deudor de la Fed- cumplirá con sus obligaciones y devolverá el dinero que la Fed le ha prestado. La hiperinflación sólo llegaría si EEUU suspendiera pagos: esto es, si aplicara una quita a su deuda pública o si esa deuda pública se saldara mediante la impresión de nuevos dólares (sic).

(Abril 2011) Mas, ¿qué esperar? Al endeudamiento se lo premia con inflación, tipos de interés artificialmente bajos, rescates indiscriminados y tributación amigable. Idénticos clavos con los que se sepulta al ahorro: la inflación erosiona el valor de nuestros patrimonios, los tipos de interés bajos castran su rendimiento, los rescates o las amnistías de los deudores se ceban con el expolio de los acreedores y la sangrante tributación de plusvalías, dividendos, riqueza o beneficios afean su recompensa (sic).

(Julio 2011) Durante las primeras fases de la crisis muchos Gobiernos, en respuesta a la intensa caída de la actividad económica que se produjo a finales de 2008 y durante la primera mitad de 2009, pusieron en marcha programas de estímulo fiscal con aumentos significativos del gasto público. En España, estos programas fueron especialmente cuantiosos y aumentaron el gasto público en casi 3,5 puntos porcentuales del PIB. No obstante, esta resurrección de Keynes, aunque duró más de tres días, terminó pronto y a principios de 2010 los organismos internacionales y muchos Gobiernos se convirtieron a la austeridad fiscal. Con lamentos nostálgicos, algunos piensan que este cambio de orientación de la política fiscal ha sido prematuro, critican que se haya abandonado el objetivo del "empleo" por el de la "consolidación fiscal" y abogan por mantener e, incluso, ampliar los programas de estímulo fiscal puestos en funcionamiento en 2008-2009, señalando que los recortes fiscales no conseguirán estabilizar y reducir la deuda pública. No comprenden que es un error plantear la discusión sobre política macroeconómica alrededor de una dicotomía falsa ("empleo" frente a "consolidación fiscal") y que, en las condiciones actuales, en muchos de estos países, no hay alternativa a la austeridad fiscal (sic).

(Abril 2011) Las violaciones de la ley que está cometiendo la Reserva Federal suponen un esfuerzo concertado por su parte para quitarse de encima las cadenas que impone la ley en los grifos de donde sale el dinero. Esta violación no es un incidente aislado. Apunta hacia la corrupción del orden monetario de EEUU y también a la del mundo entero. Aún más, es probablemente una de las principales causas de la inestabilidad financiera que padece la economía internacional desde 1971 y más recientemente desde 2008 (sic).

(Septiembre 2011) Los keynesianos, yendo más allá, incluso afirman que el problema se soluciona… ¡gastando más! De esa manera, muchos estados europeos, entre ellos España, siguen desafiando al precipicio de la bancarrota negándose a recortar drásticamente el gasto público. Mientras países como España ya no podrían afrontar sus pagos si no fuera por las inyecciones del BCE y la garantía de Alemania, sus políticos siguen gastando como si el dinero siguiera siendo gratis. Y es que, como le sucedió Oscar Wilde, nos morimos por encima de nuestras posibilidades (sic).

(Septiembre 2011) Curiosamente, en las últimas semanas se está produciendo en EEUU un debate sobre la posibilidad de que una inflación mayor pueda ser una solución para salir de la crisis. Dada la terrible reputación que la inflación tiene en este país, donde se la identifica con la crisis y la estanflación de los setenta y se la compara con la corrupción y el crimen (el presidente Reagan la definió como "tan aterradora como un ladrón armado y tan letal como un asesino"), el que se la pueda considerar como una ayuda y algo positivo es sencillamente extraordinario (sic).

(Septiembre 2011) Y, finalmente, fueron los bancos centrales los que, pese a todos los errores y desgracias cometidas, no cejaron en su empeño y, a la vista de los nulos resultados cosechados, comenzaron a monetizar directamente deuda, tanto pública como privada, para tratar de impulsar el crédito a cualquier precio. Los llamados Quantitative Easing fueron implementados, primeramente, por la Reserva Federal de EEUU (FED) y el Banco Central de Inglaterra (BoE). En concreto, la FED amplió su balance de forma inédita para comprar activos crediticios tóxicos (incobrables o de alto riesgo) a la banca, y así limpiar sus balances. Luego extendió este programa a la deuda pública del Tesoro estadounidense. En total, ha comprado cerca de 1,6 billones de dólares. Su última operación, algo más rebuscada, consiste en vender 400.000 millones de dólares en bonos públicos que posee a corto plazo para acaparar la misma cuantía en deuda a largo (más ilíquida y de mayor riesgo)… Pero nada es suficiente. Tras el fracaso obtenido, una vez más, los líderes europeos ven ya con buenos ojos el plan implantado por EEUU, recomendado insistentemente por su secretario del Tesoro, Tim Geithner: emplear el actual Fondo de rescate europeo para avalar una compra masiva de deuda pública por valor de hasta 2 billones de euros. En definitiva, Quantitative Easing o, lo que es lo mismo, monetización masiva sólo que a la europea… Inflación, señores, inflación a cualquier coste, pese a los enormes perjuicios que causa a los más desfavorecidos y al público en general (sic).

(Octubre 2011) La solución última a dinámicas crediticias distorsionadoras no vendrá de la planificación ingenieril de expansiones o contracciones automáticas del gasto (público o privado), especialmente cuando esa planificación tiene su fundamento en una teoría económica deficiente como la keynesiana. Si queremos evitar de verdad los auges expansivos artificiales y salir lo antes posible de las depresiones, basta con que nos concentremos en que, en su origen, el crédito no se expanda desligándose del ahorro real y que, en su destino, las malas inversiones puedan reajustarse lo antes posible sin el sostenimiento artificial del crédito estatal. Los estabilizadores automáticos son más bien desestabilizadores automáticos (sic).

(Octubre 2011) Este ominoso periodo de socialismo o gasto público desbocado, nos ha enseñado las bien fáciles lecciones de la crisis. Basta con constatar lo que ha hecho el socialismo y hacer, decididamente, lo contrario… Que hayamos tenido que caer tan bajo para desechar las irracionales y empobrecedoras medidas keynesianas es triste, pero lo es menos si efectivamente lo hacemos (sic).

(Octubre 2011) El problema no es el euro, sino la tendencia impuesta por ciertas elites a la opinión pública de que hay atajos artificiales y públicos para el crecimiento económico. Ahora que estos keynesianos de todos los partidos están perdiendo batallas por doquier es fundamental que su derrota sea total, para que nunca más vuelvan a alterar los fundamentos del bienestar (sic).

(Octubre 2011) La salvación detrás de la que correr es la capacidad europea de someterse a una disciplina racional regulada en Derecho que promueve crecimiento y estabilidad, y no el conjuro al vudú financiero de la "libertad" monetaria o la "economía dirigida por la política", modelos garantistas de miseria, eso sí, controlada por poderes públicos. Hay que someterse a una moneda seria, ya sea de papel, y dejar de escuchar a sirenas y brujos antediluvianos comprometidos con poderes con vocación de absolutistas. Por ventura, el dramático y evidente fracaso de las políticas que fomentaron podría devolver Europa a sí misma. Que así sea (sic).

(Octubre 2011) Ninguna decisión burocrática puede resolver el problema: la losa de la deuda pública que carga a las generaciones futuras con la factura de las presentes en un ejemplo de egoísmo sin precedentes… El camino está señalado por las costumbres financieras germánicas, falta recorrerlo revitalizando el sector privado mediante austeridad pública e incentivación de la actividad… Enterrar el consenso socialdemócrata, y su divinización del estado, permitiría mirarlo con esperanza. Merkel ha tenido valor. Que sigan otros (sic).

(Octubre 2011) Hay un camino mejor y se llama Para Salvar el Sueño Americano, es el plan de Heritage que marca el rumbo para arreglar la deuda, reducir el gasto y restaurar la prosperidad. Rediseña los programas de derechos a beneficios, garantiza la asistencia para aquellos que la necesitan y preserva el sueño americano para las generaciones futuras. Si el Congreso y el presidente quieren que la nación avance, cree nuevos empleos y anime a las empresas para que crezcan e inviertan, entonces acumular más deuda, aumentar los impuestos e incrementar el gasto no son la respuesta, no importa cuánto desee el presidente Obama que así sea (sic).

(Diciembre 2011) El comunicado conjunto de los jefes de Estado de la zona euro consagra la prohibición de que los países no puedan traspasar el umbral del 0,5% de déficit estructural y advierte que habrá "consecuencias automáticas" para aquellos que superen el 3% de déficit presupuestario. Los líderes apoyan introducir la regla de oro sobre equilibrio presupuestario en las constituciones y crear un mecanismo de corrección automática para casos de desviación.

(Diciembre 2011) Ahora lo que toca es administrar lo escaso, ponerse todos de acuerdo por las buenas o por las malas, mejor por las buenas, pero dejando claro que quienes no quieran estar les esperan "las tinieblas exteriores"… Las reglas. Fijar el 3% de déficit: hoy, mañana el cero. Control jurídico de los Tribunales Constitucionales: se constitucionaliza el déficit: la nueva versión del régimen imperante en las Edades Medias: entonces de teocratizaba todo, ahora, como eso ya no vende debido a que la división de poderes es más útil se le da un barniz constitucional. Control del supertribunal de Luxemburgo, de momento sin poder de veto a los presupuestos nacionales, de momento, luego vendrán las "sugerencias previas", las "orientaciones normativas", "las directrices ex ante": "sería conveniente que cuando elaborase su presupuesto tuviese en cuenta……..". Todos juntos, todos juntos: quien hace algo mal perjudica al conjunto, por eso tiene que ser reconducido al conjunto, y quien no quiera… "el llanto y el rechinar de dientes" (sic).

(Diciembre 2011) El economista Santiago Niño Becerra dice que las comparaciones son odiosas, pero traza un paralelismo entre la Europa del año 2011 y la América Latina de 1985. Y es que el famoso profesor de Estructura Económica piensa que el nuevo Consenso de Fráncfort es estructuralmente parecido al de Washington.

La teoría de los "huecos" (enero 2012)

Más de un billón y medio de euros inyectados a la economía en Europa desde 2007 para generar un crecimiento de PIB… "negativo".

En Estados Unidos se ha pasado de una deuda pública de 65% a un 100% del PIB en seis años.

En Europa, la aceleración del gasto, dos veces superior, ha sido aún más rápida desde 2004, pero los planes de estímulo han ido casi enteramente a sostener el sector financiero.

Los activos bancarios suponen un 85% del PIB de Estados Unidos y 320% del PIB de Europa.

Más de tres billones de dólares inyectados en el sistema financiero para generar una revalorización bursátil negativa o inferior a la inflación.

Pues bien, uno de los debates más escuchados en Estados Unidos al 20 de enero de 2012 es si vamos a ver una tercera ronda de ajuste cuantitativo, "Quantitative Easing" o QE3. Imprimir papelitos, recomprar bonos, intervenir.

Estados Unidos sabe que puede imprimir moneda porque el dólar se utiliza en el 75% de las transacciones mundiales, algo que no le ocurre al euro, que es menos del 15%.

La guerra de deuda entre Estados Unidos y Europa la tenemos perdida de antemano. Porque en Estados Unidos cuentan con una moneda de uso mundial, el 75% del comercio global, y el hecho de que las medidas de competitividad se implementan a favor del sector privado, no para sostener al público. El gasto público por unidad de PIB es un 25% en Estados Unidos. En Europa alcanza el 50%.

Está claro que la disponibilidad ilimitada de liquidez por parte del BCE al sistema bancario europeo ha evitado que se produzca una quiebra en cadena de entidades financieras. El mercado interbancario estaba, y sigue (enero 2012), totalmente muerto, ya que las entidades solventes no se fían de las que lo parecen y el BCE está actuando de garantía para este movimiento de liquidez. Ahora bien, está por ver cómo va a ser capaz de financiar toda esta liquidez. Imprimir euros generaría inflación que no puede trasladar a países fuera de la UE (como hace EEUU con el resto del mundo) por lo que hemos comentado, sólo se usa para transacciones muy limitadas, menos del 15% global, y la financiación vía impuestos está hundiendo aún más la frágil economía de Europa, disparando la fuga de capitales en vez de atraerlos. El BCE ha duplicado el tamaño de su balance en apenas un par de años. Y no olvidemos que el BCE es una entidad participada por los bancos centrales de cada país miembro y cuál es la situación en que están esos países.

Lo que queda por ver es cuándo y cuánto de todo este rally de liquidez, que en el fondo no deja de ser una carga para los contribuyentes, se va a trasladar a la economía real, porque, por el momento, lo único que se ha visto es reducción en la concesión de préstamos por parte de las entidades bancarias. Por ahora, todo hace parecer que hemos elegido la catástrofe. La única evidencia es el deseo de perpetuar el modelo económico.

A pesar de los menores riesgos de falta de liquidez tras las acciones del BCE, las necesidades de capital que sufren los bancos de la zona euro son masivas, y el desapalancamiento y la contracción del crédito siguen siendo tan graves como siempre.

Asimismo, la principal respuesta de política de la zona euro ante las presiones de la deuda estatal ha sido un conjunto de medidas fiscales que conlleva una austeridad fiscal todavía más férrea al principio, tanto en los países de la periferia como del núcleo. La austeridad fiscal exigida es incondicional, imponiendo normas fiscales que en efecto fomentan claramente los ciclos en el peor momento posible.

Aunque puede que la disciplina fiscal sea necesaria con el tiempo para evitar un descarrilamiento fiscal, a corto plazo elevar los impuestos, recortar la transferencia de pagos y rebajar el gasto público hará que la recesión continua empeore, reduciendo la demanda agregada y los ingresos disponibles.

"El proceso de reequilibrio de los balances se está llevando a cabo en un contexto en el que los márgenes para el uso de los tradicionales instrumentos de demanda de gestión política, tales como las políticas fiscales o las monetarias, para apoyar la demanda y contrarrestar las sacudidas más negativas es mucho más limitada que antes de la crisis de 2008-2009", subraya el G-20 en el documento etiquetado como nota de asuntos (de cara a la cumbre que se celebrará en Ciudad de México en la tercera semana de enero de 2012) y que ha sido obtenido por Reuters (21/1/12).

Bailando con la "prima"

¿Cuánta libertad tienen los gobiernos modernos en el actual imperio global de los negocios y las grandes empresas?

Ellos deciden que la prioridad del mundo sea cubrir las pérdidas de los bancos, rescatarlos y actúan en clara connivencia con los políticos.

Hace casi 4 años la ingeniería financiera falló, las operaciones de valores basadas en métodos de análisis cuantitativo (high frecuency) equivocaron las predicciones, el mundo económico entró en "modo pánico" y los gobiernos de los países avanzados debieron acudir, en masa, al rescate (ilimitado) de los bancos "demasiado grandes para quebrar". Una "crisis sistémica", así dijeron… Hay que "lanzar el dinero desde un helicóptero" si fuera necesario, así hicieron… Unos momentos, en que nadie se preocupaba del déficit público, "había que restablecer la confianza", era la consigna… Que fluya el dinero, después veremos cómo se recoge, ordenaron los "sumos sacerdotes" de la Fed, del BoE, del BCE…

Cuando los recursos presupuestarios regulares no fueron suficientes los gobiernos recurrieron al endeudamiento. Eran épocas de triple A. El "mercado" en su "aversión al riesgo" ("huida hacia la calidad", decían los "exégetas"), se "tragaba" todo el "papel" que se pusiera a la venta. Nadie miraba la TAE, sólo interesaba la deuda pública de los países avanzados (por su riesgo "cero" de impago). A los inversores ya no les interesaban los cantos de sirena de las "titulizaciones", ni los derivados, ni CDS, ni ETF, ni ninguna otra "sopa de letras"… Había que buscar refugio en la deuda pública.

Lo demás fue coser (endeudarse) y cantar (volver a endeudarse). Muy pocos, por no decir ninguno, de los "grandes bonetes" de la economía (gurús mediáticos), objetó el procedimiento utilizado (socialización de las perdidas bancarias), tampoco observaron el déficit público originado y el incremento de la deuda pública devenido. Eran males menores, necesarios para restaurar la estabilidad de los mercados (sic, sic, sic).

Cuando los mercados se estabilizaron (que tampoco) y los inversores volvieron a revisar sus portafolios, comenzó la "criba". Grecia fue el justificativo, pero podría haber sido cualquier otro país. Comenzó la batalla de la triple A. Las agencias de calificación de riesgo que estaban condenadas al "averno" luego de su fracaso a la hora de anticipar la quiebra de Lehman Brothers, renacieron de sus cenizas y volvieron a dictar cátedra.

Los gobiernos altamente endeudados (por culpas propias y ajenas), quedaron "cautivos" de las agencias de calificación, necesitados de una colocación de deuda astronómica a ritmo semanal, y sometidos al escrutinio y estigma diario de los mercados.

Algo que era tema cotidiano en los asuntos económicos de los países subdesarrollados: "el riesgo país", pasó "abrir los telediarios" de los países avanzados (perdón por la falacia). Más discretamente (cínicamente) la llaman: "prima de riesgo".

¿Qué es la prima de riesgo?: Es el sobreprecio que exigen los inversores por comprar la deuda de un país (europeo) frente a la alemana, cuyo precio es el que se utiliza como base o referencia ya que está considerada como la más segura y es menos propensa a sufrir bandazos en función de factores coyunturales o puntuales -crecimiento, déficit… En términos generales se puede traducir por cuánto dinero es necesario para que los compradores dejen de lado sus temores y olviden el riesgo que conlleva entrar en la deuda de los países señalados por los problemas de déficit o escaso crecimiento. La razón de este rechazo es que si el inversor sospecha que no entra dinero en las arcas del Estado o no el suficiente, tampoco habrá fondos para pagar a quienes adquirieron su deuda. Un "riesgo país" en toda regla, aunque lo "edulcoren" como "prima de riesgo".

¿Ustedes se imaginan una prima de riesgo del orden de 3.223 puntos? Pues esa es la prima de riesgo de Grecia (20/1/12), lo que quiere decir que si ese país toma un crédito de 100 euros debe abonar 3.223 puntos por encima de la tasa que paga Alemania para que le presten 100 euros. Surrealismo puro. Creo que el director del telediario en Grecia debería ser Berlanga o Fellini. Y la Unión Europea, prescribe "abdominoplastia"…

Pero si Berlanga o Fellini aceptaran transmitir ese absurdo, Kafka debería ser el "presentador", de la noticia, a la hora de explicar a la audiencia (la manada) que los bancos, los quebrados bancos, los rescatados bancos, los causantes de la crisis, los artífices de la estafa piramidal, sean los que "exigen" a los gobiernos que resuelvan el problema del déficit público y mejoren su prima de riesgo. Ellos que "violaron" a la prima, ahora le encargan al gobierno que asuma la paternidad. Y los políticos tragan…

Cómo no van a tragar si son presuntos implicados, cómplices, cooperadores necesarios, socios del silencio, miembros de la trama, confabuladores para alterar el precio de las cosas; si en definitiva, son lacayos, serviles y genuflexos, ante el poder económico.

Por ahora la única política aplicada ha sido la de empobrecer al contribuyente. Los auténticos dalits, los únicos paganos (y paganinis) de la crisis, sobre cuyos ingresos, trabajo, familia y futuro recae todo el esfuerzo del ajuste fiscal. Son los que deben tolerar que el estado de bienestar migre a un estado de malestar. Son los que deben aceptar que la "crónica de la codicia" (de los bancos), y la "crónica del despilfarro" (de los políticos), concluyan en un estado de "involución permanente". El "baile" del "contribuyente" con la "prima" tiene música de triste realidad y letra de incierto futuro.

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

 

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
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