Aquí el planteamiento de Douglas Bravo toma vigencia, donde indica que: "Un proyecto alternativo de nueva civilización y el Caribe es el asiento, como hemos dicho, de ese nuevo proyecto, desarrollara un nuevo modo de producción, no capitalista, no industrializado, ( ) no depredador. Será una manera de producir que también tiene mucho que ver con la reconstrucción de la memoria histórico-cultural que contiene las formas de alimentación, distribución y consumo que quedaron sepultadas en el proceso de occidentalización. Si la forma de producir no es alternativa al capitalismo, quedará atrapad finalmente como ocurrió con la economía del socialismo ( ) Esa forma de producir caribeña reivindicará nuevamente las relaciones hombre–naturaleza en este espacio geográfico, político, social, religioso, cultural, tecnológico, económico. Esa es la utopía que hoy presentamos para la discusión". (BRAVO, Douglas. "Utopía del Tercer Milenio", Edit. El Centauro. Caracas, 1997.pp. 21).
Se trata de la construcción de un modelo societario distinto y totalmente opuesto a cualquier forma "civilizadora" de las que nos tienen acostumbrados, llamase capitalismo o socialismo. Buscar una nueva civilización, sin desestimar los aportes que nos pueden dar las teorías revolucionarias, que nos hagan independientes, solidarios y protagonistas de nuestros propios procesos históricos.
En el marco de estas ideas y de otras posiciones que vienen sosteniendo el movimiento revolucionario latinoamericano, es donde hay que buscar, el modelo civilizatorio que queremos, para evitar repetir los errores de otros pueblos y no entramparnos nuevamente, en malas interpretaciones y fusiones que nos puede conducir al fracaso tan frustrante y castrador de los mal llamados "socialismos".
Es obligatorio reunificar los esfuerzos, robustecerlos, ampliarlos, rearmar ideológicamente y políticamente a nuestro pueblo y al propio movimiento revolucionario, para impulsar y fortalecer la lucha insurgente de la nación latinoamericana.
Es plantearnos el enfrentamiento, en la unidad de nuestros pueblos, que conduzca al derrocamiento, de las oligarquías, de las burguesías, de las clases políticas, tanto de la derecha como de la mal llamada izquierda del sistema dominante, para que de paso a la ejecutoria de un programa mínimo de contenido patriótico, nacionalista y de auténtica participación de las masas, con carácter antiimperialista y antiglobalizador.
No se trata de hacer vulgares reformas en nombre de la "revolución" y de hablar de la perfectibilidad de la "democracia" para seguir engañando a los pueblos, para seguir cabalgando sobre conceptos occidentales, en función de dejar en la práctica las cosas como están. Sobre el tema Kleber Ramírez (1991) señalaba lo siguiente: "En estas condiciones, ciertos políticos teorizan diciendo que debemos luchar por la perfectibilidad de la democracia, pero por supuesto, siempre en el sentido de las reformas. Pero ellas son las que se pueden ir acumulando en las diversas etapas; ahora hemos llegado al final del ciclo; las reformas adquieren un sentido vacuo, en vez de entusiasmar producen reserva, porque la gente intuye que son cambios para que todo siga igual, cuando de lo que se trata es de realizar profundas transformaciones. Es aquí donde asemejamos el accionar político, la lucha por la consecución de objetivos político-sociales claros y precisos, con una marcha incesante en pos del horizonte, hacia una perfectibilidad continua." (RAMÍREZ, Kleber. "Venezuela la IV República. Caracas, 1991.pp. 173).Se trata de construir un nuevo pensamiento emancipador, es parte de la dialéctica, donde no puede haber fronteras, donde nos encontremos con nuestros sueños, el humanismo militante, la solidaridad, los revolucionarios, los militares nacionalistas, la iglesia comprometida, la desobediencia, los patriotas rebeldes, la insurgencia popular, el chavismo revolucionario, la esperanza y la
conjura, para hacer de la utopía un proceso ontocreador que nos conduzca a la emancipación de nuestros pueblos y la construcción de un modelo civilizatorio que dignifique la vida en comunidad.
Una visión del mundo un tercer camino
El planeta, antes de desintegrarse la Unión Soviética, vivía en un permanente chantaje, para ese entonces, el mundo estaba dividido en dos partes, los que estaban con Estados Unidos y los cuadrados con la Unión Soviética. Esta situación, podemos indicar, se inicia a partir de 1945, frente a esto, no se conocía otra alternativa, los países tenían que alinearse con el capitalismo norteamericano o con el llamado socialismo soviético. Ambos sistemas coincidían en coartar la libertad del hombre, los países que caían bajo la dominación de cualquiera de los dos modelos, carecían de soberanía integral, que no es otra cosa que la independencia científica, tecnológica, cultural, territorial, política, militar y económica.
Estados Unidos vendía y sigue vendiendo, un modelo económico-social sustentado en una "democracia" que promueve la propiedad privada, el libre mercado y la libre competencia. Principios negadores de la dignidad del hombre y del bien común, modelo socio-económico que trae implícito, como cuestión natural, la explotación del hombre, que pisotea la condición de seres humanos libres, que sacrifica la vida humana y la del medio ambiente natural, con tal de obtener riqueza.
De otro lado, los llamados socialismos, tampoco emanciparon al hombre, al igual que el capitalismo construyeron sociedades opresoras, negadoras de la libertad, libertad entendida como la construcción en la lucha para avanzar en la posibilidad de asumir nuestro ser y nuestra naturaleza rectamente, es la posibilidad del dominio de la persona humana sobre su mismo ser, que la hace dueña de sí misma y le impide ser dominada por otra, desde luego, acompañada necesariamente de la libertad sicológica, donde el ser humano ejerce dominio sobre sus actos y sobre la determinación o contenido de ellos. Es la facultad natural de la voluntad humana para determinar espontáneamente sus actos en búsqueda del equilibrio del orden social, de la justicia, de la democracia, del respeto a la dignidad y del reconocimiento mutuo entre los seres humanos.
En el mismo orden de ideas, ese socialismo, además de establecer relaciones de poder, al igual que el capitalismo para profundizar la desigualdad entre los seres humanos, su clase dirigente se corrompió, se llenó de privilegios y término generando frustración en quienes de manera incondicional creyeron en el socialismo, como modo de vida y como modelo socio-económico.
Ambos modelos, capitalismo de Estado o socialismo de Estado, desarrollaron sociedades industrializadas, productivistas y tecnocráticas, negadoras de la democracia, de la libertad, de la igualdad, en su plano económico-social, establece jerarquías y diferencias notables, negando la igualdad de oportunidades que dignifique la condición humana en sociedad y condenando de esta manera a las inmensas mayorías a vivir en un estado de alienación, que ahoga toda esperanza de reivindicación social y económica de los pueblos.
TOMAR EL PODER DEL ESTADO
A pesar de estas experiencias históricas que le ha tocado vivir a la humanidad, la izquierda venezolana sigue insistiendo al igual que el resto de izquierdas en América Latina y el Caribe, que llegar al poder por vía electoral y al tomar el poder del Estado, se puede transformar la sociedad, paradigma por cierto que ha dominado el pensamiento revolucionario por más de un siglo. Se argumenta que al tomar el poder, se comienza un ciclo de transformaciones, transiciones, primero son las reformas y luego los cambios radicales. Reformas que van buscando crear el Estado socialista y ahora el socialismo del siglo XXI. De allí que la vía electoral sea válida –según el argumento que se expresa para tales fines- consideran que ganar el poder estatal, es la esencia del proceso revolucionario, es lo que permitirá el cambio revolucionario. Pero hasta donde sabemos y es el tiempo que lo dice de manera abierta y veraz, ha reflejado sólo el fracaso en la historia de nuestros pueblos, de esta propuesta en particular que cree que el tomar el poder del Estado, por vía electoral, se puede hacer revolución.
De igual manera, la lucha armada también pretendía y pretende tomar el poder del estado para hacer la revolución, poder que crea jerarquías, desigualdades, clases sociales, privilegios, tráfico de influencias, corrupción, tratos especiales, porque la relación de poder lleva implícito la lógica de la dominación del propio capitalismo y de los "socialismos" conocidos hasta ahora, es por eso que el llamado poder, nunca conlleva a la creatividad verdadera. Se reproduce la dominación, el círculo vicioso, cambiamos los nombres, para seguir montando el Estado represivo, con reformas y revisiones, pero represivo al fin.
Esta lógica de relación de poder siempre se ha manifestado en el Estado, en las distintas formas de crear partidos políticos, militarizados o no, es la estructura del pensamiento que ha predominado en la dirigencia y la militancia, es un estado de subordinación y alienación que continua después y de manera más acentuada cuando se toma el poder del Estado. Desde el Presidente, los ministros, gobernadores, alcaldes, pasando por los congresos y asambleas o cualquier otra forma de organizar el Estado. Su estructura jurídica-política, su plano ideológico cultural y la forma de organizar la economía, manifiesta esta relación perversa y negadora de la libertad, igualdad, fraternidad, solidaridad y bien común, puesto que la relación de poder está presente en cada lugar, en todos los partidos, tanto de la derecha como de la llamada izquierda, participe o no de los procesos electorales. Esa relación de poder se encuentra presente en todo momento, es parte de la cotidianidad y por ello nos impide la construcción de una sociedad distinta y alternativa. Y por mucho que se predique la igualdad, la solidaridad, la fraternidad y la democracia, si se hace desde esta perspectiva, de la relación de poder, los mismos no se podrán materializarse y terminaran siendo letra muerta, porque se quedan solamente en el plano formal. Es una endemia que contamina todo lo que toca, tanto el de arriba como el de abajo. Al respecto Holloway (2005) nos refiere: "Así, la idea de cambiar la sociedad por medio de la conquista del poder culmina logrando lo opuesto de lo que se propone alcanzar. El intento de conquistar el poder implica (en lugar de un paso hacia la abolición de las relaciones de poder), la extensión del campo de relaciones de poder al interior de la lucha en contra del poder. Lo que comienza como un grito de protesta contra el poder, contra la deshumanización de las personas, contra el tratamiento de los hombres como medios y no como fines, termina convirtiéndose en su opuesto, en la imposición de la lógica, de los hábitos y del discurso del poder en el corazón mismo de la lucha en contra del poder. Lo que está en discusión en la transformación revolucionaria del mundo no es de quien es el poder sino la existencia misma del poder. Lo que está en discusión no es quien ejerce el poder sino como crear un mundo basado en el mutuo reconocimiento de la dignidad humana, en la construcción de relaciones sociales que no sean relaciones de poder". (PP. 36).
Ese poder del Estado desconoce la dignidad humana, entendida esta como la cualidad que tenemos todos los seres humanos de merecer estima y respeto, incluyendo el valor humano, su importancia, su valía y el significado de ser seres humanos, ya que desconoce a hombres y mujeres como una entidad ontológica y su condición moral que todo ser humano posee de manera única. Si todos los seres humanos tenemos una dignidad innata e irreducible, simplemente traduce que todos merecemos el mismo respeto y trato, por lo tanto, si somos honestos con lo que se dice, ningún ser humano debería estar excluido de la sociedad en que vive y en igualdad de condiciones. Pero ese poder de Estado niega en su ejecutoria todo esto, lo rechaza de plano y de allí que tampoco soporta, ni sustenta con seriedad el concepto de justicia social.
De allí que los procesos insurreccionales no deben estar orientados a la toma del poder del Estado. ¿Entonces hacia donde hay que dirigir y orientar el pensamiento revolucionario?, desde luego que lo primero que hay que hacer es destruir ese poder, cualquiera sea su manifestación, sus relaciones sociales, su concepto de trabajo, desarrollo, progreso, civilización, su forma de producir, su modo de producir, ir más allá de las relaciones de poder, superar su concepción, para dignificar al ser humano, que se reconozca la dignidad humana y la igualdad de todos los seres humanos.
Semejante tarea, trae consigo un hermoso desafío, es la utopía creadora y la ruptura con todo lo que representa la vieja civilización.
EL CUENTO DEL VIEJO ANTONIO
El subcomandante Marcos, del movimiento zapatista hace referencia sobre esta relación de poder, citando un cuento que él le oyó al "viejo Antonio". "El poder no es más que una gran mansión rodeada de un muy alto muro. Los que tienen el poder son aquellos que viven ó siempre han vivido dentro de la mansión y, por supuesto, siempre han estado protegidos por el muro. La historia de todas las revoluciones en el mundo no ha sido otra que la lucha por atravesar las grandes puertas de hierro que, como parte del muro, protegen y sirven de entrada a la mansión del poder. Así, los llamados o autoproclamados "revolucionarios" que la historia ha conocido, no son sino aquellos que han creído siempre que la revolución se reduce a entrar a la mansión, apoderarse de ella, sacar algunos de sus asiduos habitantes y, terminar habitándola como sin en ella hubiese nacido.
Por eso los zapatistas son vistos como tontos, pues, antes que intentar entrar a la mansión del poder, ellos pasan de largo con lo que más bien parece una mandarria sobre el hombro, van y se buscan un buen lugar en algún costado del muro donde, una vez localizado el punto bueno, marcan con una buena brocha y pintura roja una inmensa "X" en la que comienza a golpear para derribar el muro que protege a la mansión del poder y a los que tienen el poder".
Intentos sobre estos escenarios creadores de alternativas distintas se vienen dando en el planeta. Ejemplo de ello y hay que reconocerlo se encuentra en el llamado zapatismo, donde se ha ganado un espacio sin tomar el poder, el mismo intenta consolidarse para abrirse caminos de dignidad y bien colectivo. Holloway (2000) sobre el zapatismo nos indica: "Los zapatistas nos llevan más allá de la ilusión estatal y más allá de la ilusión del poder. ¿Pero qué quiere decir eso? ¿Qué es una revolución que no está enfocada en la toma del poder estatal ni en hacernos poderosos? ¿No estamos cayendo en un absurdo total? ¿No nos están dirigiendo a la locura?
Aquí está claro que es un error grave hablar de los zapatistas como "reformistas armados", como han hecho varios comentaristas. Lo que se hace claro a través del levantamiento zapatista es que, después del colapso de la Unión Soviética, después de la muerte del Che y la tragedia de las revoluciones latinoamericanas, la noción de revolución se puede mantener solamente si se suben las apuestas. La revolución en el siglo XX fracasaron porque apuntaban demasiado bajo, no porque apuntaban demasiado alto. El concepto de la revolución era demasiado restringido. Pensar en la revolución en términos de tomar el estado o conquistar el poder estatalmente inadecuado. Se necesita algo mucho más radical, un rechazo mucho más profundo al capitalismo. "Caminamos", dicen, "no corremos, porque vamos muy lejos." Pero la vereda a donde nos invitan a caminar es muy vertiginosa.
Nos invita a acompañarlos en un camino peligroso, un camino que marea, un camino que va a quien sabe a dónde. Y aceptamos. Aceptamos porque no hay alternativa. No es difícil ver que la humanidad se está destruyendo. No podemos abandonar la esperanza, pero la única esperanza concebible ahora es la esperanza que va más allá de la ilusión estatal, más allá de la ilusión del poder." (Revista Chiapas No. 10. Artículo de HOLLOWAY, John "El zapatismo y las ciencias sociales en América Latina". pp. 48).
De igual manera el planteamiento de Douglas Bravo que hace años tomo y sigue tomando tiempo en la discusión del colectivo de Tercer Camino, de los llamados espacios convivenciales, reflejan lo alternativo de un pensamiento que está recorriendo todo el continente y que va tomando cuerpo orgánico, en los que queremos la emancipación de nuestros pueblos frente al mundo globalizado. Este ensayo es parte del mismo.
Es difícil, pero muy difícil entender lo que decimos, sino somos capaces de despojarnos de los formatos mentales con los que hemos crecido, de la influencia de la ideología neoliberal capitalista y de los llamados socialismos hasta ahora conocidos. Inventamos o erramos decía nuestro Simón Rodríguez, inventamos para tratar de ver la posibilidad de que otros mundos son posibles, siempre y cuando estén orientados a entender la dimensión humana en toda su plenitud, como proceso ontocreador para buscar el camino hacia una sociedad libre, donde el concepto de felicidad pueda materializarse en comunión colectiva.
Es el desafío que tenemos los militantes de la utopía, de acuerdo a esto, Francisco Prada, nos dice al respecto: "Hay dos maneras de responder a este desafío: Inventando o imitando. Tan sólo nos es posible elegir el primer camino, porque el otro, la imitación ha probado sobradamente a través de los tiempos, que lleva a repetir el fracaso, la infelicidad y la tragedia que consume a la humanidad viviente.
Hay también dos actitudes para afrontar la tarea: la rigidez, las caras serias y el pesimismo. La otra es la flexibilidad, la alegría de cuerpo y espíritu y la esperanza, Es evidente que los grandes proyectos sólo pueden florecer si los alienta un espíritu constructivo, si los embellece la risa y el canto. Es el momento de preguntarnos qué queremos, en lugar de seguir repitiendo qué rechazamos". (Prada Francisco. "Ideas para un proyecto alternativo". Papel de trabajo).
ALGO MÁS SOBRE EL ESTADO
Si el poder del Estado ha servido sólo para reproducir la dominación, hay situaciones también que hay que puntualizar acerca del Estado y sobre el mismo existen algunos estudiosos que han fijado posición a través del tiempo, en pasado y en presente, posiciones que refuerzan lo que hemos venido sosteniendo, por ejemplo, sobre el Estado, Chomsky (2003) citando a Wilhelm von Humboldt nos indica: "el Estado tiende a "hacer de un hombre un instrumento al servicio de sus fines arbitrarios, sin tener encuenta sus propósitos individuales", y puesto que un ser humano es en esencia un ser libre, curioso y con afán de perfeccionarse, el Estado se perfila como una institución profundamente contraria al ser humano, puesto que sus acciones, su existencia misma, en última instancia se muestran incompatibles con "el desarrollo armonioso y pleno del potencial humano en su más rica diversidad", y por tanto: incompatibles con lo que Humboldt, y en el siglo siguiente Marx, Bakunin, Mill y muchos otros, entendieron como el verdadero fin del hombre". (pp. 180)
El Estado, parafraseando a Marx, impulsa condiciones de trabajo y más si es especializado, a castrar en los trabajadores su creatividad, convirtiéndolos en simples partes de las maquinas, alejando de ellos las posibilidades intelectuales del proceso productivo, donde ciencia y tecnología se incorpora a él como una fuerza independiente. De esta manera es que se le pone precio a la fuerza de trabajo de los seres humanos, donde la necesidad los obliga. Al respecto Simón Linguet (1767) nos referencia lo siguiente: "No es sino la imposibilidad de vivir por otros medios la que obliga a nuestros granjeros a labrar el suelo cuyos frutos no comerán, y a nuestros albañiles a construir casas en las que no vivirán; la miseria, y no otra cosa, los empuja a esos mercados donde aguardan que los señores tengan la amabilidad de comprarlos; la carencia los obliga a hincarse de rodillas ante el hombre rico a fin de que éste les permita enriquecerle( ) ¿Qué beneficio real les ha proporcionado la abolición de la esclavitud?( ) Son libres dirán ustedes. ¡Ay, por desgracia para ellos! ( ) Se dice que estos hombres no tienen dueño; sin embargo, tienen el más terrible, el más imperioso de los dueños: la necesidad. Y ella es la que los reduce a la dependencia más cruel". Es entonces la esclavitud salarial, la alienación laboral, los principios jerárquicos y autoritarios que rigen los modos de producción conocidos hasta ahora, llámese capitalismo o socialismo.
Ambos sistemas han confundido a la humanidad, sometiéndola a un círculo vicioso, donde el consumismo y la industrialización, pareciera la razón de existencia de los seres humanos y que para lograrlo, es necesario destruir el medio ambiente natural y junto a él, el propio hombre.
LA LIBERTAD
El modelo socialista conocido hasta ahora, como el capitalismo, con sus coincidencias y contradicciones, son expresión del modelo civilizatorio dominante. Lo que conduce afirmar, que hasta el momento no existe en el planeta tierra, un modelo de civilización que garantice la libertad del hombre en toda la expresión de su contenido humano.
Entiendo en éste sentido, que todo aquello que no surja y nazca de la libertad de elección del ser humano, no pertenece a él, a su verdadero ser, de allí que todo lo impuesto es ajeno a su condición de hombre libre y por lo tanto ajeno a su naturaleza auténtica.
Esta y otras reflexiones, en el campo de la misma izquierda, la que anda buscando caminos alternativos emancipatorios, de manera integral, es lo que puede poner en marcha una rica discusión, con criterios filosóficos y políticos que generen realmente una ruptura creadora en el pensamiento, contrapuesta a la lógica de la dominación, sustentada en una racionalidad de valores invertidos que aliena y muchas veces no permite dar el salto cualitativo, que requieren las muchedumbres y producir de esta manera el rearme ideológico y político de nuestros pueblos.
Ahora bien, esa dominación siempre esta expresada, en la concentración y centralización del poder y de sus propios aparatos ideológicos, hoy toman más fuerza, a través de ese nuevo paradigma económico del neoliberalismo, llamado globalización, donde se expresa el pensamiento único, para controlar el mundo, sus espacios, su comercio y todo lo que signifique energía (agua, gas, petróleo, carbón, biodiversidad). Para tales hechos, construyen leyes, para poder controlar y vigilar a los que quieren subvertir el orden establecido, somete a pueblos y naciones con desprecio, además de violentar su soberanía, derechos humanos y libertades democráticas. Es un proceso de deshumanización, intervencionismo y guerra que desbastan y saquean a los pueblos, alimentando de esta manera la desesperanza, para poder aplastar la capacidad de soñar, reír, conversar, discutir, recitar, amar, jugar, imaginar y poder destruir todo camino que se labre para alcanzar la utopía –entendiendo esta- como una expresión de rebelión frente a lo dado en la realidad, cuya propuesta es una transformación radical, que pasa necesariamente por un verdadero proceso revolucionario.
Pensar desde el punto de vista latinoamericano exige, pues, también el rescate del valor subversivo, agitador, movilizador, propagador y liberador de la utopía, como dimensión que integra de modo absolutamente legitimo, todo intento de lucha por la emancipación y la construcción de la civilización del futuro.
LA TAREA
Hoy decimos que los que vivimos en el planeta tierra requerimos, romper con las viejas civilizaciones, dar el salto cualitativo para producir la rebelión integral del pensamiento, para acabar con las imposiciones y modelos económico-sociales conocidos hasta ahora, tarea difícil, aventurera, utópica, legendaria, pero que nos permite replantearnos el futuro y la vida, en función de lograr la libertad en su más amplia connotación, para dignificar la vida.
Como militantes de la utopía, se requiere entonces replantearse con extraordinario esfuerzo y con mucha creatividad e imaginación, la posibilidad de que al calor de las luchas sociales, económicas y políticas que conduzca el pueblo, tengamos la posibilidad de inventar un paradigma social y económico, capaz de garantizar la libertad en toda su dimensión humana, la igualdad y la felicidad de cada uno de los que integran la sociedad, el modelo civilizatorio nuevo, atendiendo a las situaciones particulares de cada región y de cada pueblo. Es asumir de manera radical y subversiva, el rompimiento con las viejas civilizaciones.
En medio de esta discusión, que en la actualidad sacude el mundo, hemos decidido optar por un TERCER CAMINO, tarea nada fácil, porque se trata de construir el mismo, de empezar a romper con el pensamiento de la vieja civilización, con esa lógica de la dominación, con las "verdades" impuestas de corrientes del pensamiento teórico- metodológicas, que nacieron fuera de nuestro contexto real e impuestas en el marco del colonialismo, que sentaron las bases para tener en la actualidad un hombre enajenado y resignado a vivir recolonizado, sin otro destino que vivir en la opresión.
Un TERCER CAMINO, para inventar el futuro, para producir un nuevo pensamiento, un camino original, que se traduzca en parir una sociedad verdaderamente justa, digna y libre, una sociedad que como dijera Dewey, John " el objetivo definitivo de la producción no fuera la producción de bienes, sino la producción de seres humanos libres, relacionados unos con otros en términos de absoluta igualdad." (pp. 61).
PRODUCIR Y PRODUCIR
Esto supone la eliminación de la división del trabajo, que impulsa la división entre letrados e ignorantes, informados y desinformados y que da paso a los excluidos y los incluidos. Son los valores de la vieja civilización que estimula y profundiza la diferenciación de clase, con privilegios para
los ricos, su clase política y muchas necesidades para los pobres.
En general es una sociedad dividida, por el lugar que ocupa el individuo dentro del proceso de producción, por el modo y la proporción en que percibe parte de la riqueza social y por la relación de propiedad que posee con respecto a los medios de producción, lo que conduce a la clase trabajadora solamente a un propósito, producir y producir, no importa que tanto se explote al ser humano, no importa convertir al mundo en una mercancía, se trata de que se pueda vender, que se pueda comprar, que se pueda ofertar, con el fin último de obtener mucha riqueza.
Precisamente a nuestro modo de ver, este escenario desvío los llamados socialismos, con sus particularidades respectivas, cayeron en la trampa de la productividad, donde a la clase obrera se le sometía a duras jornadas de trabajo, bajo una disciplina férrea y donde se prometía "estímulos materiales" de manera de poder aumentar la producción, imitando de esta manera el modelo capitalista de producción.
Sacudirse de tan dominante modelo, requiere de un salto cualitativo en el pensamiento, para poder construir un modelo civilizatorio, que como escribiera Francisco Prada satisfaga " la necesidad y la factibilidad de una nueva civilización, sobre nuevos principios y fundamentos científicos y tecnológicos, apoyada en la sólida base histórica y socio-cultural; que reivindique lo nuestro, lo propio, retomando la trayectoria soberana y libre del hombre de América Latina y el Caribe, inspirados en las ideas de Simón Rodríguez. Por ese camino nos adentramos en el Proyecto Utopía, en el reto de inventar una nueva forma de vida, una organización societaria genuinamente libre, democrática, autogestionaria, que propicie la elevación de las potencialidades materiales y espirituales del hombre". (Prólogo del libro "La otra crisis" de Douglas Bravo y Argelia Melet. pp. 7-8) Emancipación vs. Globalización, es la contradicción a resolver, y la misma desencadenara la confrontación definitiva. No será por la vía electoral, ni los partidos políticos participaran del desarrollo de esta confrontación, por ser fieles exponentes de la dominación colonial, solamente el pueblo alzado, insurreccionado, serán los exponentes y protagonistas de esta gran batalla, que más temprano que tarde, se nos avecina y que se desarrollara en todo el continente latino-caribeño.
CONFRONTACIÓN DEFINITIVA
Al principio, vendrán pequeñas confrontaciones, huelgas, paros, marchas, protestas estudiantiles, magisteriales, obreras, campesinas, indígenas, alzamientos militares del sector patriótico, pobladas. Todo esto ira tomando cada día más cuerpo, hasta llegar a la confrontación definitiva. Vendrán los sacrificios y las necesidades que deja toda guerra, es el precio que hay que pagar por la libertad, de esto hay mucha historia que así lo demuestra, dejándonos constancia de cuando un pueblo se propone conseguir metas, que dignifiquen su condición humana, está dispuesto a sacrificarlo todo por el bien colectivo y búsqueda de la perfectibilidad de la sociedad.
La organización del pueblo ira tomando cuerpo, a medida que se vayan librando batallas, pequeñas vanguardias irán surgiendo de su seno y poco a poco las muchedumbres rearmadas ideológica, política y militarmente, tomaran la iniciativa para abrir caminos que nos conducirán a la victoria. Luchar hasta vencer será y sigue siendo la consigna, que enarbolara nuestro pueblo, para hacerle honor a nuestro Fabricio Ojeda y todos los mártires que por amor a Venezuela ofrendaron sus vidas por la libertad.
Ha llegado el tiempo de pensar, "inventamos o erramos", ahora nos corresponde repensar para inventar, construir nuestros propios caminos, diseñar nuestras propias metas, para darle paso a la utopía creadora, a la utopía criolla, para construir la patria criolla y unir la Patria Grande.
De aquí, en adelante, hay que convertir el verbo en energía inteligente y subversiva, que puedan derribar las murallas de la manipulación y desinformación, para impulsar la insurgencia popular y emancipadora, de un pueblo que en este momento se encuentra confundido, producto de la demagogia y el engaño, al creer en el discurso entrampado de un caudillo, que nada tiene de bolivariano y que se tragó los sueños y las esperanzas que nacieron al calor del combate, entre cuarteles, montañas, llanos, ciudades y pueblos. Sueños y esperanzas que están representados, en significados que denotan las palabras como dignidad, igualdad, democracia, justicia y libertad.
Llegó la hora de convertir la palabra, en una unidad de la totalidad táctica, de pronunciamiento intranquilo, de irreverencia, de conocimiento, de deliberación y diálogo para ganar la simpatía y la militancia de un pueblo, que en lo estratégico nos ayude avanzar y que en lo táctico se pueda convertir en una gran barricada, para detener los fuegos del reformismo, el populismo y el revisionismo del "socialismo del siglo XXI", hoy envuelto como nunca, en la ideología del neoliberalismo globalizador.
Son tiempos de crisis, definiciones, iniciativas, para darle paso al pensamiento emancipador, a la unidad de los pueblos en lucha, al rearme ideológico y político de los confundidos, desinformados y desposeídos, a la disidencia constructiva y a los acuerdos entre los que queremos construir la patria buena, con la que tanto hemos soñado y que a lo largo de nuestra historia, muchos venezolanos le han ofrendado su vida en búsqueda de la libertad.
LA UTOPÍA LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA
La utopía de América Latina y el Caribe, es parte de un pensamiento que nace, en nuestro propio continente, que se debe tomar como el proceso de "conciencia para sí", cuya intencionalidad y contenido siempre ha estado dado a través de nuestra propia historia, acerca de pensar y reflexionar sobre los destinos y el futuro de nuestros pueblos. Y es aquí, en esa historia, la que han querido aplastar, donde se encuentra parte de nuestros sueños libertarios, se trata de la utopía que acompaño las luchas de la resistencia indígena, a lo largo y ancho de éste continente, la utopía que acompaño el levantamiento indígena de Guaicaipuro, de Túpac Amaru y que más tarde a pesar del genocidio que cometieran contra nuestros pueblos indígenas, esa misma utopía se levantara
nuevamente para convertirse en la utopía bolivariana, utopía que acompaño las luchas y rebeliones de carácter independentista del siglo XIX. Luego más adelante, entendiendo la historia como proceso, en la construcción de caminos para la libertad de América Latina y el Caribe, aparecen nuevos militantes de la utopía latino-caribeña, en pleno siglo XX. La revolución mexicana con Zapata, los campesinos de el Salvador se alzan con Sandino, el propio peronismo junto a Evita, Gaitán y sus muchedumbres en Colombia, la revolución cubana, Allende y su Unidad Popular, Fabricio Ojeda y el 23 de enero de 1958 en Venezuela, el comandante Guevara y su guerrilla en Bolivia, es pues, un mosaico del pensamiento nuestro, de sueños, de luchas hasta morir, todo en función de la utopía.
Estas luchas para muchos han sido absurdas, perdidas, traicionadas, pero sobre todo y es lo que no han podido derrotar, la dignidad de un pueblo que cada batalla que libra, está dispuesta a convertirla en parte del camino que hay que recorrer, en la búsqueda de un mañana mejor, en la búsqueda de la utopía de la unidad latino-caribeña para su liberación y emancipación definitiva.
Nuestro continente, es un caleidoscopio étnico, también en lo político y social, a veces polémico, controversial, pero cuyo pensamiento en lo interior está presente, a pesar de su complicada conformación y evolución, la necesidad de la unidad latino-caribeña y su emancipación.
Ahora bien, esa utopía latino-caribeña, es el ideal que define la unidad de nuestros pueblos, por tener una unidad lingüística, cultural, un pensamiento mágico religioso, un espacio geográfico, una historia, enmarcados en una misma lucha, un mismo sueño en la diversidad del pensamiento, es una sola comunidad de pueblos cuyo ideal siempre ha sido vivir en libertad, la convivencialidad humana, la solidaridad y fraternidad, en búsqueda de la felicidad en comunión. Estos y no otros ideales, ha orientado la praxis de los "ases luminosos" de nuestro continente, donde coincidían en el ideal de la unidad como un proyecto de emancipación política, por sus condiciones histórico sociales concretas.
Para nosotros los latinos caribeños es válida la idea, de la unidad de nuestro continente, es trascendente, por la condición histórica social concreta. Ella misma promueve el entendimiento, la solidaridad, la fraternidad y la comprensión entre los pueblos. Es la utopía Bolivariana "Yo deseo más que ningún otro alguno, ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria". (Carta de Jamaica).
Estos ideales, que expresan el amor por la tierra que lo vio nacer, hacen trascendente, que los mismos se conviertan en fuerza mitificadora y a través del tiempo se radicalizan ante la amenaza de las grandes potencias, apareciendo la resistencia de nuestros pueblos reseñada en muchas oportunidades a través del tiempo.
Crear e inventar una sociedad con un "hábitat" digno del ser humano, un planeta más habitable, tomando encuenta la diversidad y a la medida de toda la humanidad, en sus aspectos sociales, culturales, su plano psíquico, lenguaje, costumbres, ética, etc., en el marco de una propuesta de futuro, encierra la aspiración de los que queremos cambiar el
mundo, en cada rincón del planeta, puesto que lo que está en juego es la propia vida y la existencia en el futuro de la humanidad
LA UNIDAD ABYA YALA
Hablar de la unidad de nuestro continente Abya-Yala (La Patria Grande) hoy conocida como Latinoamérica y el Caribe, en tiempos de globalización, puede resultar una herejía. Herejía o no, para los latinoamericanos y caribeños es una obligación por tratarse de nuestra existencia, de nuestra razón de vivir, de salvar nuestro continente, de nuestra identidad cultural, de nuestras patrias, naciones y pueblos, de nuestra geografía e historia, frente a los países desarrollados cuyo propósito es apoderarse de nuestros recursos renovables y no renovables de manera definitiva.
Entiendo que proponer en los actuales momentos la necesidad de unir nuestros pueblos, significa
trasladarse inmediatamente al término integración. Término agotado, gastado y por lo tanto hasta desprestigiado, por el mal uso que han hecho los gobiernos y la llamada "academia" del mismo. Para muchos de ellos la integración es simplemente el intercambio de mercancías, de productos, de simples negociaciones comerciales y de "relaciones diplomáticas" entre un país y otro: algunos lectores pensaran que este no ha sido el planteamiento, pero hasta el momento es la práctica política de nuestros gobernantes, siguiendo desde luego las pautas que Estados Unidos siempre ha dictado en esta materia. Aquí nos encontramos, sin duda, ante uno de los problemas de la nomenclatura en las ciencias de la geopolítica, porque el uso de los términos comporta no sólo calificación "científica", "académica", sino actitud política, ideológica y humana.
La llamada integración, hasta el momento y continuara de la misma manera, ha sido instrumento para que las clases dominantes reacomoden sus economías, de acuerdo a sus respectivos intereses, involucrando al Estado todo poderoso y donde los pueblos quedan aislados de cualquier beneficio.
Es por eso, que para los que consideramos que hablar de integración, como problema enmarcado exclusivamente dentro de la llamada geopolítica, es quedarse en la fundamentación geográfica de líneas de acción política, basados solamente en la concepción básica de espacio y de posición para el intercambio de mercancías, es entramparse en conceptos tradicionales que se quedan simplemente en el plano de la retórica académica que refuerza la ideología de la dominación, que concluye señalando y afirmando que la geopolítica, es la resultante de la política, determinada por las condiciones geográficas.
En estos conceptos nos entrampan y nos mantienen entrampados los ideólogos de la llamada "modernidad", creadores de los "nuevos paradigmas" de la "ciencias geopolíticas", para seguir ocultando y manteniendo como siempre, la dominación de los países desarrollados, en especial EEUU sobre el resto del mundo y en particular sobre América Latina.
Es allí y bajo estos argumentos, que surge el "Área de Libre comercio de las Américas" (ALCA), propuesta hecho por parte de los Estados Unidos de Norteamérica y que nuestros gobiernos aceptan por sumisos y serviles, para evitar el disgusto del amo y su salida de los gobiernos que administran.
En medio de esta discusión, se abre entonces la necesidad de aclarar, que cuando hacemos uso de término unidad, va
mucho más allá de ver el problema en el marco de la "simplicidad" a la cual nos tiene acostumbrados las llamadas academias. Cuando planteamos la unidad Abya Yala, nos referimos a la utopía planteada por Bolívar, la que expresó en muchas oportunidades en sus distintos escritos y muy especialmente en la Carta de Jamaica, donde comienza a señalar sus ideales de unidad latinoamericana, donde quería ver a todas las naciones que lucharon contra la dominación colonial, es decir las naciones asociadas en la lucha contra España, unidas, para fortalecimiento, grandeza, gloria y bienestar de nuestros pueblos. Miguel Acosta Saignes (1983), al referirse a Bolívar, sobre su concepción de unidad señalaba: "En 1822 había escrito desde su cuartel general de Cali: "El gran día de América no ha llegado. Hemos expulsado a nuestra opresores ( ) más todavía nos falta poner el fundamento del pacto social que debe formar de este mundo una nación de Repúblicas ( ) La asociación de los cinco grandes estados de América es tan sublime en sí misma, que no dudo vendrá a ser motivo de asombro para Europa ". Esos cinco Estados serán México, Perú, Chile, Buenos Aires, Colombia. Naturalmente se incluía tácticamente la que hoy llamamos América Central. Y esa era la América de que Bolívar constantemente escribía, hablaba, proyectaba. Tal fe tenía en su labor, que el 6 de agosto de 1823 decía a Santander: "La cosa de América no es un problema ni un hecho siquiera, es un decreto soberano irrevocable, del destino ". Si en 1813 había pensado en México para capital de su América, en diciembre de 1824, cuando invitaba al congreso de Panamá, que la ciudad capital de América bien podría en algún futuro llegar a serlo del mundo, el Istmo de Panamá. El 6 de Enero de 1825 trataba otra vez a Santander, desde Lima, sobre sus concepciones: "Últimamente –le señalaba- vuelvo a mi tierra. "La América es una maquina eléctrica que se conmueve toda ella cuando recibe una impresión de sus puntos" (P.295)
Para Bolívar la unidad de Latinoamérica, lo era todo, era su esperanza, su sueño, su utopía, hasta el punto que llegó a expresar: " me lisonjeo de que nuestras repúblicas se ligarán de tal modo, que no parezcan en calidad de naciones sino de hermanas, unidos por los vínculos que nos han estrechado en los siglos pasados, con la diferencia de que entonces obedecían a una sola tiranía y ahora vamos abrazar una sola libertad". Para Bolívar la unidad, estaba dada, en reunir en un todo las naciones que luchaban contra la colonización europea, las que declararon la guerra a muerte frente al invasor, los pueblos que sacrificaron lo mejor de sí, para lograr la independencia y poder tomar, como dijo el poeta, "el cielo por asalto". Es la unidad contra la opresión, contra los que pretenden seguir saqueando nuestros recursos naturales, contra la dominación cultural, política y militar. Es la unidad para la emancipación, cuyo motivo principal sea la de garantizar el bienestar colectivo de nuestros pueblos en todo el continente Latinoamericano y Caribeño.
Hablar entonces, de la unidad latinoamericana y caribeña, es ir más allá de los simples acuerdos comerciales, de la simple relación diplomática, de la retórica declarativa hueca y vacía, del intercambio de mercancías, de las aparentes buenas intenciones y de acuerdo internacionales que se quedan en la firma de papales, que sólo sirven para burlar las esperanzas de los pueblos y para extraviarse como alfileres en el polvo del espacio y tiempo de nuestro continente. Hablar de la unidad latinoamericana y caribeña, es apartarse definitivamente del a visión y del concepto exclusivamente mercantil que ha introducido el capitalismo de occidente, hoy manifestado en la globalización que impulsa de manera muy particular los Estados Unidos de Norteamérica.
Esa globalización, pretende ver el mundo como una mercancía; ésta óptica es inmoral y deshumana. Querer desarticular los pueblos al no reconocerles como naciones, como países, a nombre de una mal entendida mundialización, es producir un genocidio. Es querer acabar con la Historia y Geografía de las naciones, es borrar la identidad y la cultura latinoamericana. Es intentar deformar y confundir el nacionalismo de nuestros pueblos, haciéndoles ver que el propio nacionalismo, es el que se presenta, como única constante, cuya cara es la admiración, el endiosamiento, la cobarde sumisión a todo lo que viene de Estados Unidos de Norteamérica, cuyo propósito es crear el odio sistemático y mezquino entre los pueblos latinoamericanos y del Caribe, el desprecio constante hacia nuestros propios hermanos, el ataque insidioso y brutal hacia los movimientos emancipatorios que nacen en nuestras naciones, dejando como evidencia que sus fines y objetivos son otros, muy distintos a los de la soberanía y la grandeza nacional. En otras palabras, es querer borrar la memoria de los pueblos. Es colocar la supremacía de los valores mercantiles sobre los valores socioculturales de las naciones, para intentar, desde el punto de vista ideológico, que los latinoamericanos nos avergoncemos de nuestra identidad y cultura.
De allí, que la unidad de nuestro continente, debe constituirse como una salida, frente al poder hegemónico que Estados Unidos pretende imponer en esa "aldea global" de la que nos habla McLuhan, en términos comunicacionales.
Hoy más que nunca, requerimos de la reflexión, la imaginación, la innovación y de los poderes creadores del pueblo, del cual nos hablaba el poeta venezolano Aquiles Nazoa.
El capitalismo de hoy, ha dejado atrás, sus formas tradicionales de explotación de la fuerza de trabajo, tanto intelectual como manual, para introducir una nueva forma de producir, un modo de producción capitalista excluyente, donde la fuerza de trabajo es reemplazada por una nueva ciencia y una nueva tecnología, que deshumaniza más aún los procesos de producción y por ende la sociedad, creando un desempleo masivo en todos los niveles, conduciendo a la sociedad a vivir en desesperanza, a través de lo que hoy llamamos mundialización o globalización de la economía. Economía, basada en la fusión y rentabilidad del capital financiero e industrial, donde los precios de coste, de los productos procedentes de sistemas con fuerte sustentación de capital, de tecnología y ciencia, dejan excluidos, los sistemas productivos que se basan esencialmente en el esfuerzo humano, independientemente de que ese capitalismo viera el trabajo de los hombres y mujeres como una mercancía. Ahora bien, se deshumanizan los procesos productivos, porque los trabajadores no alcanzan, ni pueden alcanzar los niveles tecnológicos planteados por la globalización, condenándolos de esta manera a desaparecer y dejando pueblos enteros viviendo en extrema pobreza.
UTOPIA VS GLOBALIZACIÓN
De igual manera, los que no aceptamos tal dominación, podemos convertir nuestras sociedades latinoamericanas y caribeñas en todo lo contrario, para darle paso a lo que muchos pensadores de ayer y hoy llaman UTOPIA.
Utopía vs globalización, pasa necesariamente por un proceso de lucha revolucionaria, de construcción, de debates y discusiones permanentes, que han de conducirnos a la emancipación de nuestros pueblos, para dar nacimiento a un nuevo modelo civilizatorio propio. Modelo civilizatorio que no puede estar sentado en las viejas estructuras y formaciones histórica-sociales, que hasta el momento la humanidad ha conocido, en el escenario histórico concretó de la dominación, en ese continuo histórico, incluyendo aquí, los mal llamados socialismos. Socialismos que fracasaron, producto de que tales revoluciones, fueron dependientes, atrapadas y amarradas, de quienes pretendían repartirse el mundo (URSS y EEUU), en nombre de una socialismo y un capitalismo que pisotea la dignidad de los pueblos y que hoy ya no tiene argumentos y razones para seguir existiendo.
Las experiencias del mal llamado socialismo, mostraron que aunque desprovisto de un mercado competitivo y de propiedad privada individual, funcionó en la práctica con los mismos mecanismos del capitalismo, la acumulación originaria de capital, se obtenía de la misma forma, extrayendo incluso plusvalía del trabajo asalariado y reservando la propiedad privada de los medios de producción, a una burocracia estatal colectivista.
Esos socialismos, derribaron el capitalismo privado, pero pasaron en la práctica a un capitalismo de Estado, dejando en la estructura social y productiva, las mismas contradicciones entre ricos y pobres, los mismos privilegios para una clase gobernante, que se burocratizó y corrompió en el ejercicio del poder.
Lo que está planteado, es romper con la continuidad histórica de la dominación, de los que nos dominan y han dominado el planeta a través de los diferentes espacios y tiempos históricos de la humanidad. Es producir la ruptura histórica, para darle paso a la ruptura creadora, que no es otra cosa que la UTOPIA. En palabras de Marcuse (1968): " Las nuevas posibilidades de una sociedad humana y de su medio ambiente ya no pueden ser tenidas como simple prolongación de las anteriores, ya no pueden ser concebidas dentro del mismo continuo histórico, sino que representan una ruptura con tal continuo histórico, esto es, la diferencia cualitativa entre la sociedad libre y las actuales sociedades no-libres, " (P.1).
Nos llegó la hora, de sacudirnos la occidentalización que durante muchos años ha prevalecido entre nosotros y de crear nuestros propios modelos de unidad, capaces de buscar los caminos que nos conduzcan a encontrarnos con nosotros mismos.
Concientizar, estudiar, investigar, rearmar ideológica y políticamente a nuestros pueblos, crear nuestra propia ciencia y tecnología, impulsar una revolución agraria integral ecológica y en armonía con la naturaleza, para la producción de alimentos. Reencontrarnos con nuestra identidad cultural, generar nuestras propias políticas comunicacionales, inculcar en nuestra población valores como la solidaridad entre los pueblos y los seres humanos, el bien colectivo, el respeto a la dignidad de hombres y mujeres, a recuperar nuestra espiritualidad y religiosidad hoy aplastada y clandestina, por la influencia anglo- americana, el bien común, a la justicia social, cambiar el modo de producir, el concepto de trabajo, en otras palabras, abrir un espacio para la convivencialidad, con mucha poesía, mucho humanismo, mucha comunión -entre otros- para poder encontrar los caminos, los nuevos espacios convivenciales entre los hombres y mujeres. Todo esto es parte de la estrategia emancipadora y de esta guerra a muerte que debemos librar los latinoamericanos, para poder tener el derecho moral, social, político a pensarnos como una gran patria, nación y pueblo.
No se trata de hablar de unidad para producir en aras de satisfacer nuestras necesidades solamente, es unificar en los planos jurídicos-políticos, culturales, ecológicos, económico-social, nuestros pueblos, no olvidando nunca que la emancipación de nuestro continente, pasa por emancipar nuestra propia conciencia y quien se une prevalece. He ahí, la utopía y la gran tarea de nuestras naciones, de lo contrario a mediano y largo plazo se perecerá, ante las políticas salvajes y genocidas de la globalización.
UN PROBLEMA DE TODOS
Estas reflexiones, sólo buscan alimentar el diálogo y la discusión que acerca del tema tienen los movimientos emancipatorios de nuestros pueblos, ya que el problema no puede quedarse en las cúpulas burocráticas de las estructuras gubernamentales o de partido, que siempre han estado históricamente al servicio del colonialismo salvaje, que han ejercido supremacía sobre nuestro continente.
Esta discusión ya es parte y "vox populi" en las comunidades de nuestra región. Este debate, se han salido de los claustros que intentan monopolizar este escenario, para convertirse en un objetivo colectivo de múltiples sectores que quieren participar, opinar y alimentar con ideas este proceso como alternativa frente a la globalización. Es por eso que hemos tomado la necesidad histórica de entender la unidad y la lucha de todo nuestro continente como repuesta a la Globalización.
La situación es objeto de preocupación de diversos sectores, la reuniones mundiales que se han celebrado en diversas partes del mundo(Foro Social Mundial) para elevar la vos de protesta de los pueblos contra la globalización, es una "simple" muestra de ello, tocando temas como ¿Qué Comercio Internacional Queremos?, ¿Cómo Garantizar el Rol Público Para el Bien Común de la Humanidad y el Control del Medio Ambiente?", "¿Cómo asegurar el Derecho a la Información y a la Democratización de los Medios de Comunicación?" y ¿"Cómo Democratizar el Poder Mundial?".
Entendemos que los impulsores y promotores de este nuevo modelo económico y social, llamado globalización, además de llevarlo a nivel ideológico-político, incluyendo el militar, han tomado gran ventaja, hasta el punto de someter hoy día a muchos países del planeta en el marco de su lógica de la dominación, pero esto no nos puede inducir a ser receptores pasivos de tanta ambición por parte de sus promotores, nos queda aún el derecho natural a la rebelión, entendida esta como la aspiración de nuestros pueblos a emanciparnos, a ser autónomos y marcar nuestro propio destino. Esto quiere decir, como dijera Simón Rodríguez: "Inventamos o erramos".
Vemos la globalización como obstáculo para la unidad de nuestros pueblos, pero al mismo tiempo vemos en la unidad la salida, para evitar la hegemonía pretendida por Estados Unidos, entendiéndola como un problema económico, político y militar, ya que dentro de la misma, se debaten múltiples intereses tanto en lo interno como en lo externo, que complican el panorama regional y entorpecen el objetivo unificador.
En nuestra apreciación, la unidad y queremos ser repetitivos en esto, no puede verse en simples relaciones diplomáticas o en el intercambio de mercancías entre países de la región, de eso no se trata, va más allá de la actividad económica, se trata de unir también nuestras luchas contra el colonialismo, contra el imperio que persigue doblegarnos, contra el Plan Colombia, contra el Plan Puebla Panamá, contra el ALCA, es decir contra los planes de la recolonización y esto no lo van hacer los gobiernos, sino los pueblos alzados, insurreccionados, en una lucha popular prolongada que definirá poco a poco el camino hacia la utopía creadora.
LA GLOBALIZACIÓN
La globalización la entendemos, como la nueva forma de dominación económica, política, ideológica, cultural y militar, liderizada por Estados Unidos de Norteamérica, cuyo propósito, objetivo y fin, es la recolonización del planeta, dominar y someter al mundo bajo el pensamiento único, valiéndose del nuevo escenario tecnológico-científico, para hacer del mundo un mercado sin fronteras, insertando para tales fines, un nuevo modelo de producción excluyente, dentro del modo de producción del capitalismo.
En ese mercado libre de competencia, América Latina y el Caribe no tiene nada que buscar, simplemente por el atraso tecnológico y científico en el que está sumido, por su grado de dependencia en esta área. Atraso y dependencia que tiene su origen en la dominación colonialista, que a través de la historia hemos tenido y por los propios procesos políticos vividos hasta el presente.
Cuando afirmamos, que la globalización rompe los paradigmas, de cómo producir, estamos en presencia de un nuevo proceso de producción, que no es precisamente el tradicional, el que explota la fuerza de trabajo manual o intelectual, propio del capitalismo tradicional. Ahora estamos en presencia
de un nuevo proceso de producción deshumanizado, que poco utiliza la fuerza de trabajo del hombre y que poco a poco es reemplazada por la tecnología de punta. Sustentada dentro de una avanzada comunicacional, en el que el tiempo y el espacio, son reducidos a su mínima expresión, producto del avance técnico y científico, creando un mundo cibernético, capaz de borrar los límites y fronteras del planeta y en el que se requieren hombres y mujeres capacitados como fuerza de trabajo súper especializada, al cual no todos tendremos acceso, de allí lo excluyente. En palabras de Ianni (1998): "La "fabrica global" sugiere una transformación cuantitativa y cualitativa del capitalismo, más allá de todas las fronteras y subsumiendo formal o realmente todas las otras formas de organización social y técnica del trabajo, de la producción y la reproducción amplia del capital. Toda economía nacional, sea cual sea, se vuelve provincia de la economía global. El modo capitalista de producción entra en una época propiamente global, y no internacional o multinacional. Así el mercado, las fuerzas productivas, la nueva división internacional del trabajo, la producción amplia del capital, se desarrollo en escala mundial. Una globalización que, progresivamente y contradictoriamente, subsume real o formalmente otras diversas formas de organización de las fuerzas productivas, y abarca la producción material y espiritual". (P. 6-7).
Este nuevo acontecimiento, trae como consecuencia, que nuestras economías se debiliten más de lo que están, se desarticulen y se hagan más dependientes, de los países desarrollados que impulsan este nuevo orden económico-social en todo el planeta.
En medio de un modo de producción capitalista que es excluyente, junto a nuevos paradigmas científicos y técnicos de la producción, que cambian la manera de producir (Proceso de Producción), las economías subdesarrolladas como las de América Latina, no tienen ninguna opción para producir y asimilar la competitividad de estos nuevos escenarios del mercado mundial, por carecer de los recursos necesarios, en todos los niveles, en ese marco de la globalización, tal y como está planteado.
De otro lado, el pago de la deuda externa que sigue estrangulando las posibilidades de desarrollo de las naciones de América Latina y el Caribe, los indicadores de pobreza en la población, la dependencia tecnológica y científicas que hasta el momento hemos tenido, la dependencia de mercados, la pobreza de nuestra educación acompañada de deserciones escolares, el desempleo, la ausencia de viviendas y servicios públicos que satisfagan las necesidades de la gente, el clima de inestabilidad político y la ausencia de una universidad que investigue y produzca nuestra propia ciencia y tecnología, la carga fiscal contra la población (Debito Bancario, Impuesto al Valor Agregado, Impuesto sobre la Renta, la devaluación de la moneda) recetario que se impone en nuestros países por mandato del FMI y el BM –entre otros factores- hacen de América Latina, una gran nación donde todo está por hacer y donde se nos coloca como simple mercado de consumo, en los propósitos globalizadores de los Estados Unidos, situación que agudizará la pobreza en nuestro continente.
En uno de los últimos informes de la CEPAL (Octubre 2.004), nos indica, que América Latina ya tiene 264 millones de pobres, de los cuales el 54.1 millón se encuentra en Brasil. De igual manera hay 125 millones de jóvenes menores de 20 años que no tienen acceso ni derecho al estudio, la vivienda, la salud, el deporte y menos a una alimentación sana. Señala también la CEPAL, que entre el año 2000 y 2001, se incrementó la marginalidad en Latinoamérica en más de 7 millones de seres humanos y amenaza con aumentar la cifra con acelerada proporción.
De otro lado, el Banco Mundial, también en uno de sus últimos informes de Desarrollo (2004-2006), nos indica que en América Latina, viven 89 millones 668 mil 289 habitantes en pobreza extrema y 98 millones 658 mil 681 habitantes en pobreza crítica, cuyos "salarios" no pasan de uno y dos dólares diarios. Sumando los que viven en pobreza extrema y critica, nos da un total de 188 millones 326 mil 870 personas excluidos.
Ese es el saldo que hasta la presente ha dejado en nuestro continente el capitalismo globalizado, situación que irá empeorando a medida que Estados Unidos afine más sus mecanismos de dominación, hasta lograr reducirnos por completo dentro de sus planes coloniales. De allí que para los pueblos que luchamos por liberarnos de las cadenas que nos han colocado el colonialismo, vemos en la globalización el enemigo principal, de manera irreconciliable, de todos los pueblos del mundo. Esta apreciación no puede ser subjetiva, ni representar un anacronismo, ni una simple abstracción; es una realidad concreta que se viene manifestando en formas económicas, culturales, jurídicas y políticas en toda América Latina, cuya realidad se expresa en la elaboración de nuevas constituciones, decretos, privatizaciones, inversiones, apropiaciones de terrenos, bases militares, crecimiento de la deuda externa, destrucción del medio ambiente y las culturas autóctonas, tecnologías destructivas, desempleo masivo, entre otras variables que se encuentran a la orden del día y que forma parte ya de la cotidianidad de la región.
LA LUCHA DE VALORES CONTRA VALORES
Partiendo de este escenario tan real, para los pueblos de América Latina, solo nos queda inventar el modelo civilizatorio, si es que queremos buscar nuestros propios caminos para la emancipación y la independencia de nuestras naciones, pues por el contrario, a corto y mediano plazo, pasaremos a reafirmar, nuestra condición de colonizados por los países desarrollados del planeta.
Crear un modelo civilizatorio, que se diferencie de los modelos conocidos hasta ahora, llamase socialismo o capitalismo, pasa por un proceso insurreccional, que va más allá de la lucha de clases. Se trata de una lucha de valores contra valores, es confrontar los valores de la sociedad occidental que pretenden imponer a través del pensamiento único, para someter a los pueblos culturalmente, políticamente, ideológicamente, militarmente y hacernos colonias resignadas y sometidas bajo la hegemonía del imperio, para seguir explotando sin reserva alguna lo que queda de nuestras riquezas naturales y no naturales. En esa lucha de valores contra valores, es la que abrirá caminos y dará paso al surgimiento de un nuevo orden socio-económico, igualmente pluralista y diverso, que permita el despliegue de la diversidad cultural latinoamericana y caribeña, dejara libre las fuerzas de la sincretud religiosa, étnica, cultural y espiritual de la negrura, la indianidad y el mestizaje, hoy aplastada por los valores de la sociedad occidental.
En esa confrontación de valore contra valores, tendrá que dejar como resultado: ( ) "unas relaciones distintas del hombre con la naturaleza, el efecto depredador occidental debe desaparecer para restituir condiciones armónicas que fueron interrumpidas para implantar procesos de producción que como la industrialización y las tecnologías actuales variaron el modo de vida de los habitantes del Caribe. Un proyecto alternativo de nueva civilización y el Caribe es el asiento, como hemos dicho, ese nuevo proyecto desarrollará un modo de producción no capitalista, no industrializado, no del socialismo real, no depredador. Será una manera de producir que también tiene mucho que ver con la reconstrucción de la memoria histórico-cultural que contiene la forma de alimentación, distribución y consumo que quedaron sepultadas en el proceso de occidentalización. Si la forma de producir no es alternativa al capitalismo, quedará atrapada finalmente como ocurrió con la economía del socialismo real. Esa forma de producir caribeña reivindicará nuevamente las relaciones hombre-naturaleza en éste espacio geográfico, político, social, religioso, cultural, tecnológico, económico. Esa es la utopía que hoy presentamos para la discusión". (BRAVO, Douglas. "Una propuesta para la nueva civilización" Revista Utopía No. 2, pp. 29).
De allí que el nuevo modelo civilizatorio, que surja de esa confrontación de valores contra valores, tendrá como objetivo la emancipación integral del ser humano con un nuevo sistema de valores. El pensamiento filosófico-político, para la emancipación latino-caribeña tendrá que hacer suyo todo lo que la humanidad ha creado en todas sus manifestaciones culturales, llámese como se llame, siempre y cuando contribuya a la creación de una nueva civilización verdaderamente de absoluta igualdad.
INVENTAMOS O ERRAMOS
En América Latina, nos han introyectado producto de los procesos colonizadores, conceptos que no corresponden ni responden a nuestras realidades, generadores de múltiples problemas sociales y económicos, deformadores del pasado y presente históricos, hasta llegar a crear complejos, incluso de inferioridad y resignación, frente al poderío norteamericano. Una realidad tan grande y tan notoria como nuestra dependencia.
Generar políticas propias y pensar en propio, pasa entonces por revisar conceptos como Desarrollo, Progreso, Democracia, Intercambio, Civilización, Ciencia, Tecnología, – entre otras- ya que los mismos en nuestras sociedades latinoamericanas, han tenido como consecuencia el aumento de la pobreza y la miseria. Creer, que mientras más edificios se hagan, más chimeneas tengamos para contaminar el aire a nombre de la industrialización, mientras más explotemos nuestros bosques y aguas a nombre del progreso y dañemos todo nuestro ecosistema, estamos en presencia de un modelo de civilización que a través de su ciencia y tecnología nos trae desarrollo y progreso. Este es el concepto que hasta el momento nos han vendido como una civilización de avanzada y que para los países de América Latina y de la propia humanidad del planeta, sólo ha sido un camino de frustración y sin futuro.
Es tanto el daño que ha ocasionado a la humanidad a nombre de ese progreso y desarrollo, que la comunidad científica mundial, en su último informe advierte que se está acelerando el calentamiento del planeta. Los científicos que elaboraron el informe e investigan acerca del tema, indican, que recogieron durante tres años en todo el mundo, los mejores datos científicos sobre estos fenómenos. Consideran que la temperatura de la tierra aumentara entre 1.4 y 5 grados en el transcurso de un siglo. Al mismo tiempo el nivel del mar progresará de 0.9 a 0.088 metros. Desajustes climáticos como el fenómeno "El Niño" constatado en el Océano Pacífico entre los años 80"s y 90"s, serán más frecuentes. Regiones enteras pueden pasar brutalmente de la sequía a las inundaciones, causando graves daños a la agricultura de las regiones tropicales ya afectadas por la humanidad. (Al respecto véase el informe de la ONU, 2005).
Este escenario, no importa a los grupos impulsadores de la globalización, incluso, los gobiernos europeos y estadounidenses responsables de semejantes desastres, realizado a nombre del "desarrollo", "progreso" y la "civilización", no lograron ponerse de acuerdo sobre las medidas para enfrentar el problema del calentamiento del planeta, en la pasada reunión de La Haya, celebrada en noviembre de 2000, donde debían haber definido las reglas de aplicación del protocolo de Kyoto (1997) sobre la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, utilizado en algunas industrias. Es más, como si esto fuera poco, el reelegido presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, George W. Bush, cuya familia tiene desde hace tiempo estrechos lazos con la industria petrolera, dio a conocer su hostilidad hacia el protocolo de Kyoto, según informan las propias agencias de noticias Norteamericanas.
Para los que impulsan la globalización, la tierra es simplemente una mercancía, no les importa el daño que ocasionan, primero está la ganancia y el bienestar de unos pocos, no importa el sacrificio y la muerte de las grandes mayorías, hasta el Papa Juan Pablo II (1979) en nombre de la iglesia católica fijo posición al respecto:" Parece que somos cada vez más concientes del hecho de que la explotación de la tierra, del planeta sobre el cual vivimos, exige una planificación racional y honesta. Al mismo tiempo, tal explotación para fines no solamente industriales, sino también militares, el desarrollo de la técnica no controlado ni encuadrado en un plan a radio universal y auténticamente humanístico, llevan muchas veces consigo la amenaza del ambiente natural del hombre, lo enajenan en sus relaciones con la naturaleza y lo apartan de ella. El hombre parece, a veces, no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo. En cambio era voluntad del creador que el hombre se pusiera en contacto con la naturaleza como "dueño" y "custodio" inteligente y noble, y no como "explotador" y "destructor" sin ningún reparo." (P.47).
Todo esto está sucediendo producto del afán de riqueza, de la acumulación de capitales, de concentración del dinero, mantener el monopolio de la economía y así poder dominar los pueblos, que muchas veces a nombre de la "ciencia", la "tecnología", la "civilización", la "industrialización" y el "desarrollo" y ahora de la llamada GLOBALIZACION, saquean, tomando por la fuerza muchas veces los recursos naturales no renovables de la nación, acompañado de formas militares, jurídicas, ideológicas y políticas, que refuerzan la dominación sobre los países subdesarrollados. El Plan Colombia, es el ejemplo más reciente de esta destrucción.
Dañar el planeta a nombre de la civilización, del progreso y del desarrollo, que no tiene sentido para las grandes mayorías, es inhumano, propio de un capitalismo salvaje, que solamente favorece a élites y grupos económicos que consideran dentro de ese marco globalizado que el mundo simplemente es una mercancía.
Esto implica entonces romper con patrones pre-establecidos para parir alternativas distintas que produzca la transformación radical de los conceptos materiales y espirituales que hasta el momento hemos manejado, es enterrar las viejas concepciones de modelos civilizatorios que han atrapado y domesticado los intentos revolucionarios de los pueblos oprimidos, es romper los esquemas de la sociedad industrial tanto del capitalismo como de los llamados socialismos, que centran y siguen centrando su concepto de desarrollo en la adoración a la máquina y el crecimiento económico, como metas de la sociedad. Lo revolucionario hoy, es revelarse frente a esos dos modelos (Capitalismo-socialismo), que han alienado a hombres y mujeres en nuestros pueblos y que han tenido como resultado a través del tiempo, el hambre y la miseria de nuestras comunidades, obligándolo a vivir y de manera resignada en opresión.
Se trata de producir la ruptura histórica de la dominación, que permita el surgimiento del nuevo hombre, capaz de humanizar la sociedad, que genere un modo de producción donde capitalizarse no sea el objetivo, donde no tenga cabida la industrialización contaminante y las políticas depredadoras del ambiente. Generar un modo de producción alternativo que tenga que ver con la reconstrucción de nuestra memoria histórica y cultural, que sea capaz de sepultar el capitalismo voraz, destructor del hombre, un modo de producción que tenga como objetivo reivindicar la relación hombre-naturaleza, en este espacio geográfico latinoamericano, para abordar y enfrentar el problema político, económico, social, educativo, cultural, alimentario, religioso, tecnológico, y científico. Es enfrentar el reto de un nuevo modelo de civilización para éste continente, el continente Abya Yala, emancipado y que sea producto de nuestro pasado y presente, que nos conduzca a vivir en armonía con nuestro entorno y abrir espacios convivenciales con sus diversidades, diferencias, coincidencias y que permitan la realización plena del hombre . Ese es el reto y porque no decirlo, la utopía que tiene la sociedad latinoamericana y caribeña.
UN PROBLEMA POLÍTICO
Romper con la sociedad occidentalizada y más aún, con el modelo globalizado, impuesto por Estados Unidos de Norteamérica, es casi imposible, en el marco de la ideología de la dominación. Hay jefes de Estado, en América Latina, que sostienen que definitivamente hay que plegarse a los propósitos globalizadores de la economía, ya que no existe escapatoria alguna y que aislarse es un simple suicidio no importándoles que esa globalización, además de colocarnos como simples consumidores, trae consigo un componente ideológico, político y militar, que acaba con nuestra concepción de Nación, País y Pueblo.
Tales apreciaciones, son el producto de intereses foráneos y de grupos, que poco les importa el futuro de los pueblos y de las naciones. Son gobiernos que responden a las ambiciones norteamericanas, donde inclusive han entregado la soberanía de la patria, redefiniendo sus constituciones, a través de las llamadas constituyentes derivadas, desde luego, del poder constituido, para legalizar la "inversión" extranjera, sin revisar si la misma favorece o no a los intereses económicos y reales de sus ciudadanos y de la patria en general.
En medio de este escenario de ideas y múltiples contradicciones, que convierten la unidad latinoamericana, en un verdadero problema político, que necesariamente hay que enfrentar, a través de la discusión franca, tolerante, de la prudencia inteligente, del respeto hacia los pueblos que se representan, de los intereses colectivos de las naciones, para darle respuesta positiva y justificación real, a una nueva manera de ver la unidad, en los nuevos espacios convivenciales que nos esperan, para ir construyendo nuestra propia independencia y soberanía.
Entendemos que el comienzo no es fácil, que hay intentos fallidos, dejando malas experiencias, agudizando luchas de interés que en nada nos han favorecido en los planteamientos de unidad, pero las nuevas realidades nos obligan a reunirnos nuevamente, a los sectores que sienten la necesidad de liberar a sus pueblos, a ponerle voluntad política en el escenario de un nuevo orden mundial, que busca colocarnos como simples colonias, para seguir irrespetando nuestra condición de países autónomos.
El reto que tenemos como pueblos, es ambicioso, pero dentro del marco natural de independencia en todos los órdenes, consideramos que hablar de la unidad latinoamericana, no responde a una locura, a pesar de las diferencias que puede haber en términos políticos, sociales y económicos. Los mismos se pueden superar, si en realidad desarrollamos una cultura de unidad. La unidad, se puede observar como una necesidad de nuestras naciones, en aras de nuestra propia subsistencia, de preservar lo nuestro y así evitar que la globalización borre nuestra identidad como nación y como pueblo.
De allí, que ese nuevo proceso de unidad latinoamericana, hay que construirlo, debe verse en la génesis de lo que han sido nuestros procesos históricos, para poder reencontrarnos y replantearnos un nuevo modelo societario, que pasa necesariamente por un proceso de lucha permanente para la emancipación, capaz de diseñar sus propia estrategia económico-social, militar, basada en un política agro ecológica para la producción de alimentos, de guerra contra el hambre, la pobreza y la ignorancia. Esa propuesta civilizatoria, debe asignarle al nuevo sistema educativo la tarea, además de educar, instruir, enseñar y vivir con dignidad, rearmar ideológicamente y políticamente a la población, echar las bases para producir ciencia y tecnología propia en equilibrio con nuestro medio ambiente natural, que rompa de manera gradual y definitiva con la dependencia y el concepto salvaje, de producir ciencia y tecnología, para reemplazar la fuerza del trabajo del hombre y obtener de esta manera mayor riqueza, deshumanizando los procesos productivos y generando el mayor número de desempleo posible, cambiar el concepto de trabajo en el proceso de producción, de manera que el mismo sea para producir hombres libres y no enajenados. Un modelo civilizatorio que proteja nuestra identidad como latinoamericanos, aupando e incentivando la resistencia a los procesos transculturizadores, que nos pretenden imponer modelos "civilizatorios" contrarios a nuestras propias nacionalidades.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Russel (1982) expresa: "El intento de concebir una nueva y mejor organización de la sociedad humana que sustituya el caos destructivo y bárbaro, en el cual los hombres han vivido hasta ahora no es en manera alguna moderno: es, por lo menos tan antiguo como Platón, en cuya REPÜBLICA dio el modelo para las utopías de los filósofos que les sucedieron". (P.15)
De igual manera podríamos decir, parafraseando a Bertrand Russel, que la unidad nuestra, es una aspiración tan vieja como nuestras naciones, desde la época de la independencia hasta nuestros días.
Entendemos que los procesos de unidad de las naciones, no se decreta, se van construyendo a partir de realidades, de necesidades y de variables que justifican la unidad de los pueblos, de allí que la misma constituya un autentico y verdadero desafío, para cada uno de los que integramos la sociedad latino caribeña y el primero de ellos es el de logar vencer los obstáculos políticos-sociales que se presentan en ese proceso, en sus respectivos escenarios. Hasta el momento, hemos visto sólo lo que llaman "integración" en el marco de la imposición norteamericana, es el concepto que nos han vendido los que impulsan el capitalismo de siempre, ahora globalizado, sin dejarnos ver otras posibilidades que sean propias y capaces de superar semejante dominación por quienes pretenden dominar al mundo. La unidad de nuestro continente debe buscar caminos propios, lejos de la occidentalización para lograr que nuestras naciones sean verdaderamente autónomas, en la búsqueda de un modelo de civilización que responde a lo que nosotros realmente somos, para poder reencontrarnos en esa historia de la indianidad que es la que nos identifica como pueblo y como nación.
En este sentido, avanzar hacia la unidad con equilibrio y con aspecto positivo en las sociedades latinoamericanas, es
un propósito que va mucho más allá del ámbito nacional para ir a todo el espacio geográfico latinoamericano-caribeño y proyectar en el ámbito hemisférico una nueva manera de ver la unidad de nuestros pueblos.
La unidad para todos, debe tocar en primer término el problema de la lucha por la libertad, de la organización de la misma, de las alianzas donde se generen acuerdos sobre las responsabilidades de los actores en cada frente, de la construcción de los espacios para la convivencialidad en función de la resistencia.
La unidad debe verse entre nosotros como un nuevo modelo de civilización, capaz de entender el avance de los pueblos o el desarrollo de los mismos, siempre y cuando satisfagan aspiraciones colectivas en las inmensas mayorías de nuestras gentes, que cubran sus necesidades básicas y elementales, en un devenir onto-creador para la justicia colectiva. La unidad entonces debe observar y darle salida a nuestros propios problemas, entendiendo que la clase política y económica de América Latina, tanto de la derecha como de la izquierda, si no corrige su conducta, de querer mantener su hegemonía y sus privilegios, a pesar de la "suplica" de los pueblos por la hambruna colectiva, las expresiones de violencia se harán presentes y estarán presentes, reflejadas en pueblos como los de Colombia con su guerrilla o Chiapas en México o los sin tierra del Brasil- por nombrar algunos-. Sobre el tema, Rangel (2001) señala: "En el Ecuador hay una virtual insurgencia armada entre muchas comunidades indígenas de la Sierra. Orientados por la Confederación de Naciones Indígenas, los aborígenes se han adueñado de sus aldeas y caseríos instalando allí destacamentos armados. ( ) En el Perú no están extinguidos el MRTA ni Sendero Luminoso sobreviven las guerrillas de Sendero Luminoso achicadas por la feroz represión que siguió su derrota, pero en trance de crecimiento ( ) el otro grupo el MRTA, con destacamentos que ya palpitan o resuellan en los alrededores de lima ( ) Pareciera a juzgar por este relato que, desde Pasto en Colombia hasta Santa Cruz de la Sierra en Bolivia hay un virtual estado de guerra. (Rangel, D. "Una Sola Guerrilla de Colombia a Bolivia". Semanario Quinto Día. (P.4).
Esta es una lucha y una guerra, que se quiera reconocer o no, ha estado presente en nuestro continente, es la lucha de un pueblo, que por razones históricas busca la libertad y la igualdad, que les permita vivir como seres humanos. Solamente la materialización de ejecutorias con soluciones reales para la pobreza, podría evitar que la ira, el encono, causen estropicios, por otra vía inatajables, en la tranquilidad colectiva.
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