En lugar de más transparencia y rendición de cuentas en las decisiones de precios, lo que tenemos es más opacidad amparada en la coartada que ofrece la existencia de un precio en el mercado distinto del precio para el seguro público; eso sí, para no cambiar nada se aparenta más participación, y se invita a la Comisión Interministerial a todas las Comunidades Autónomas en turnos rotatorios de seis meses.
La pelea para ver quién se queda las competencias de evaluación (sin haber determinado qué, cómo ni con qué fin evaluar los medicamentos) ha dado lugar a unos rebautizados informes de posicionamiento terapéutico de la Agencia Española del Medicamento en los que no sólo la eficiencia brilla por su ausencia sino que la evaluación de la eficacia/efectividad comparada dista de los contenidos y estándares científicos recomendados al uso en las agencias internacionales. La coartada para la ausencia de la evaluación económica debería hacer sonrojar a más de uno: según parece hay quien cree que no se puede hacer una evaluación económica cuando la Comisión Interministerial no ha establecido aún el precio de venta. Seguramente, inmersos en la pelea por atribuirse competencias administrativas, alguien ha olvidado que en un sistema de precio basado en el valor, el coste por AVAC es una información clave para determinar la eficiencia del precio que solicita el innovador y que, cuando se paga según valor, el precio tiende a endogeneizarse y pasa a ser función de la disposición máxima a pagar por un AVAC.
Carece de justificación hoy que el regulador central valore como ha venido haciendo hasta hace pocos meses todo lo nuevo como innovador, haciendo ver que no existe coste de oportunidad, y además imponiendo la obligación a quien gestiona la sanidad de tener que ofrecerlo casi gratuitamente a los pacientes al mismo tiempo que le acusa de manirroto por gastar demasiado ("yo invito, tú pagas"). De la misma forma, sería del todo irresponsable conducir a bandazos y ahora optar por retrasar o impedir el acceso a cualquier fármaco nuevo sin más razón que la de que genera más gasto, sin ponderar el resultado en salud y sin advertir la necesidad de desinvertir en tratamientos y prestaciones de escaso valor para abrir espacio presupuestario a los de más valor. El coste de oportunidad en el que incurriríamos de conducirnos de este modo lo mediríamos en términos de muchos años de vida perdidos.
Lo que se requiere para que sea creíble el paso hacia una cobertura selectiva de prestaciones y medicamentos según la evidencia científica de la eficacia comparada y coste-efectividad es algo más que una Red de Agencias o que un nuevo Consejo Asesor, es un cambio estructural en el procedimiento y criterios de financiación y de fijación de precios de los medicamentos. El ejemplo de Reino Unido, Australia (aquí) y Canadá en el uso de la efectividad comparada y el ratio coste-efectividad en las decisiones de cobertura aporta evidencia no sólo de que es factible su empleo en estas decisiones, sino de que han incentivado la producción de información de calidad sobre eficacia comparada y coste por AVAC en el propio mercado. Los actores políticos deberían ser capaces de ponerse de acuerdo en qué reglas utilizar para permitir tomar decisiones basadas en la evidencia con transparencia y de manera explícita, teniendo poca intromisión en las decisiones técnicas.
– La desregulación de los aparatos y dispositivos médicos en Europa (Fedea – 10/6/13)
(Por Carlos Campillo Artero, Servei de Salut de les Illes Balears)
Tercer post de la serie de Evaluación Económica de Intervenciones Sanitarias. En el mismo Carlos Campillo revela un inquietante panorama del sistema de evaluación de aparatos y dispositivos sanitarios en Europa. En definitiva: mucho camino por recorrer.
Tan nocivo para la salud puede ser regular bajo captura como no regular por defecto o hacerlo con flacidez normativa y de control. Conocemos bastante el cuerpo regulatorio de los medicamentos, las consecuencias sociales de sus deficiencias y tenemos meridianamente claras las medidas que han de implantarse para solventarlas. Pero diversos estudios han señalado que los profesionales de la salud desconocen el funcionamiento de la regulación de los aparatos y dispositivos médicos (ADM).
En los últimos años se han puesto de manifiesto espacios de mejora de los mecanismos regulatorios de los ADM, sobre todo en los Estados Unidos y en Europa: eventos adversos asociados, por ejemplo, con prótesis de mama, prótesis de cadera y desfibriladores o la retirada del mercado por fallos de algunos ADM.
En los Estados Unidos, instituciones académicas y organismos oficiales como la General Accounting Office o el Institute of Medicine han difundido estudios e informes propios que ponen sobre el tapete hechos tales como que la eficacia y la seguridad de los ADM de alto riesgo sólo se han estimado mediante ensayos clínicos antes de la aprobación de su comercialización en el 27% de los casos, que un porcentaje creciente de ellos se aprueban a través de mecanismos regulatorios destinados a los de bajo riesgo, que ese porcentaje ha aumentado en los últimos años, y que las limitaciones de los ensayos que se realizan son graves. Cuando menos, conocen las características y la magnitud del problema.
En Europa, las investigaciones realizadas -si bien escasas y menos exhaustivas que las llevadas a cabo en Estados Unidos- apuntan en la misma dirección. Para entender cabalmente el problema y a modo de paréntesis debe señalarse que en Europa los ADM se clasifican en función del riesgo que suponen para la salud en: clase I (apenas acarrean riesgo alguno, por ej., estetoscopios, depresores linguales), IIa (su riesgo es moderado, por ej., ecógrafos, aparatos de resonancia magnética nuclear), IIb (su riesgo es algo mayor, por ej., aparatos que emiten rayos X), y III (mantienen vivo al paciente pero pueden poner en grave peligro su vida, por ej., desfibriladores implantables, stents, marcapasos, prótesis de cadera).
A diferencia de la regulación estadounidense (que centraliza la de medicamentos y ADM en la FDA), en Europa la de los medicamentos corre a cargo de la Agencia Europea del Medicamento, pero la de los ADM es responsabilidad de cada país miembro. Para poder comercializarse, los ADM deben satisfacer ciertos "requisitos esenciales": pruebas de funcionamiento y fiabilidad acordes con sus riesgos inherentes (algo que decide el fabricante). Para conseguir comercializar los de clase I, el fabricante sólo debe presentar la documentación al regulador de su país. Además, los ADM han de recibir la autorización (con la marca CE: Comformité Européenne). Para esta clase la concede el propio fabricante. Los de clase IIa, IIb y III no son evaluados por la Agencia Europea, sino por uno de los 76 Notified Bodies (NB) acreditados por las autoridades competentes de cada país. Son empresas privadas, con fines de lucro, que cobran por evaluación y cuyo trabajo es financiado en parte por el fabricante, quien es libre de escoger el NB que le convenga. Es el NB quien concede la marca CE para estas clases de ADM. Al hacerlo, el ADM puede comercializarse en todos los Estados Miembros de la Unión Europea.
Los fabricantes de aparatos clases IIa, IIb y III han de presentar pruebas científicas de eficacia y seguridad de los ADM a un NB: pueden proceder de una revisión de la bibliografía, cuando el ADM es equivalente a otro comercializado, o de una revisión de ensayos clínicos, si persisten dudas sobre su seguridad. Para los de clase III, además, deben realizarse investigaciones clínicas con humanos (término ambiguo traducido al pie de la letra), aunque no necesariamente ensayos clínicos. Al no ser pública la información de este proceso, se desconoce su rigor y cumplimiento.
La normativa establece que estos requisitos se apliquen uniformemente en todos los países de la UE, pero cada NB aplica normas distintas y en conjunto utilizan métodos de evaluación heterogéneos. Cuando se deniega la comercialización de un ADM, se prohíbe tramitar una nueva solicitud por medio de otros NB, que no están obligados a notificar dichas solicitudes ni la concesión de la marca CE. La ausencia de registros centrales de solicitudes impide saber si estas se vuelven a presentar. Se desconoce qué ADM ha aprobado cada NB. Éstos no pueden actuar como consultores ni ayudar a los fabricantes a conseguir la autorización.
En Europa las evaluaciones se centran en el funcionamiento de los ADM más que en su eficacia clínica. Se carece de requisitos explícitos de eficacia absoluta (los de eficacia relativa o incremental son inexistentes) y no se exige certificar su seguridad sobre la base de pruebas clínicas. Las reformas del proceso regulatorio europeo no han ido a la par de los avances técnicos de los ADM, a despecho de las constantes modificaciones técnicas que se introducen en ellos.
La Unión Europea reconoce que la regulación vigente no puede sobrevivir sin introducir profundos cambios sistémicos, pero en varios análisis se vaticina que las reformas en curso no incidirán en la raíz del problema, a pesar de que se han difundido propuestas concretas de reformas, que incluyen medidas específicas.
En el caso de los ADM, las limitaciones de la valoración de su eficacia, seguridad y calidad y de su vigilancia postcomercialización son más marcadas que las de los medicamentos por los motivos señalados. Y la actividad del sector de los ADM en España no es escasa. Según la Memoria 2012 de la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria, si bien dicha actividad se redujo globalmente un 6%, se facturaron 7200 millones de euros, un descenso variable por servicios o productos (por ej., electromedicina (-45%), implantes (-8,6%), diagnóstico in vitro (-6%), cardiología (-5%), nefrología (-5,2%)). El valor de las exportaciones fue de 1.883 millones de euros (un 4,8% más que en 2011) y el de las importaciones, de 4360 millones (un 5% menos que en 2011).
En las decisiones de cobertura y fijación de precios de los ADM en España tampoco se aplican criterios de eficiencia. Esta omisión se produce, primero, aunque para los ADM tampoco exista motivo alguno para no hacerlo y no fijar precios en función de su coste-efectividad incremental. Y, segundo, a despecho de que la eficiencia conste en sucesivos reales decretos y órdenes como criterio para definir, detallar y actualizar la cartera de servicios comunes y de que se haya reconocido que la falta de énfasis en ella ha contribuido a conducir al SNS a una situación de grave dificultad económica.
Tampoco se conoce la influencia real que han ejercido en las decisiones de cobertura y fijación de precios las evaluaciones de ADM realizadas por las agencias de evaluación de tecnologías sanitarias españolas. Su cifra (Agencia de Evaluación de Tecnologías del Instituto de Salud Carlos III, Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias de Cataluña, OSTEBA (Agencia de Evaluación de Tecnologías del País Vasco), Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Andalucía, Servicio Canario de Planificación y Evaluación, AVALIA-T en Galicia y la recientemente extinguida Unidad de Evaluación de Tecnologías de la Agencia Laín Entralgo (Madrid)) y sus numerosos informes producidos se contraponen con la inacción regulatoria. No ha sido por falta de recursos.
En el acuerdo del Consejo Interterritorial del SNS, de 18 de marzo de 2010 se menciona que, además de considerar conveniente que la incorporación de nuevos medicamentos en la cartera de servicios del SNS ha de basarse en criterios de coste-efectividad, así como trabajar de manera conjunta para desarrollar guías farmacoterapéuticas que ayuden a que las decisiones clínicas se fundamenten en criterios de evidencia y coste-efectividad (tema abordado en este blog) se debería reforzar el papel de la Evaluación de Tecnologías Sanitarias. Se trabajará para reforzar las garantías y la seguridad en el procedimiento de autorización de las nuevas tecnologías en el SNS, mejorando la disponibilidad de evidencias científicas y de coste-efectividad como base para la toma de decisiones, mediante la creación de un modelo organizativo en red con las Agencias estatal y autonómicas.
En otro acuerdo de febrero de 2012 alcanzado por el Consejo Interterritorial del SNS se encomendó la creación de la Red de agencias de evaluación de tecnologías sanitarias y productos, encargada de generar información basada en la evidencia científica para la toma de decisiones el SNS. El RDL 16/2012 mantiene la función de esta red de ofrecer análisis de coste-efectividad para categorizar la cartera de servicios. No obstante estas normativas, la existencia de facto de trabajo en red entre agencias desde hace tiempo y de sus informes, de recursos de experiencias extranjeras, la evaluación económica, como ocurre con los medicamentos, también siguen sin aplicarse en España en las decisiones de cobertura y fijación de precios de los ADM. Cabe preguntarse cuánto tiempo se requiere para aplicar efectivamente los acuerdos realizados nada menos que en el marco del Consejo Interterritorial, máxima autoridad en materia sanitaria o para aplicar las leyes de carácter urgente, como consta en el RDL 16/2012.
Un ejemplo meridanamente claro de la necesidad de incorporar la eficiencia en su regulación viene dado por la variabilidad injustificada de su uso, como ilustran los atlas de variaciones de las prótesis de rodilla y de cadera en España. La figura 1 (donde cada punto corresponde a un área de salud) muestra que las tasas estandarizadas por 10.000 habitantes en 2002 de artroplastia de cadera y rodilla (para tratar la artrosis) varían de 1,30 a 12,73 y de 0,97 a 20,58, respectivamente. Esta alta variabilidad se explica, fundamentalmente, por la discrecionalidad de los cirujanos de las distintas áreas de salud para indicar la intervención en situaciones de distinta gravedad (desde poco dolor y capacidad funcional hasta dolor muy intenso e imposibilidad de deambular).
Figura 1. Tasas de artroplastia de cadera y de rodilla por áreas de salud
El gasto evitable asociado con la utilización de ADM y la prescripción de medicamentos no justificadas clínicamente es elevado. Los recursos liberados podrían destinarse a financiar otras actuaciones con efectividad comprobada cuya financiación puede verse afectada por recortes indiscriminados.
Las causas del problema son multifactoriales. Por tanto, las soluciones han de ser multifacéticas, incidir sistémicamente en la regulación europea de los ADM y hacerlo con prontitud. La efectividad de algunos ADM está en juego, amén de la seguridad de algunos pacientes, como la confianza del público y la de los profesionales. Sin evaluación económica también los están la solvencia y sostenibilidad del SNS tal como aún lo disfrutamos hoy.
Pensiones: un pasado sin futuro (anticipando el adiós)
¿Hasta los 80?
En Agosto, de 2012, publiqué el Paper titulado: "Tiempos modernos" ("realidades cercanas" de un capitalismo sin control)
En el Apartado – Jubilándose como pordioseros (el "invierno" del miedo)
Decía:
Introducción a la "matemática actuarial" para pensionistas (los trucos de la memoria)
Sistema de reparto y de capitalización de las pensiones
Reparto
1. El individuo no cotiza para su propia pensión.
2. Las cotizaciones-prestaciones no están ligadas por un fondo de capital, ya que las pensiones actuales se financian con lo que se recauda de cotizaciones de los activos.
3. Permite pagar pensiones de jubilación desde el momento en que se crea el sistema.
4. Las cantidades aportadas por los activos determinan las pensiones actuales.
5. El sistema de reparto tiene una rentabilidad implícita derivada del crecimiento de la base de cotización: (crecimiento económico (productividad) y crecimiento demográfico (número de cotizantes).
6. El sistema de reparto protege a las pensiones frente a la inflación, ya que los salarios reales se mantienen constantes por lo que las contribuciones de los activos están indiciadas por la inflación.
7. En un sistema de reparto hay tres tipos de generaciones implicadas. La inicial (no contribuye y recibe pensión), la intermedia (contribuye y recibe pensión) y la terminal (contribuye y no recibe pensión).
8. El sistema de reparto se caracteriza como un acuerdo o contrato intergeneracional por el que las generaciones activas dan soporte a las jubiladas a cambio de un compromiso de que cuando alcancen la edad de jubilación también ellos recibirán la pensión. El carácter de seguro surge a través de un intercambio de promesas entre generaciones a través de un "contrato social" implícito.
Capitalización
1. El individuo cotiza para su propia pensión
2. Las cotizaciones-prestaciones están ligadas mediante un fondo de capital, ya que la pensión es una reasignación de renta del individuo de los periodos activos a los pasivos.
3. Deben transcurrir muchos años para obtener una pensión, ya que deben acumularse reservar suficientemente grandes para pagar pensiones.
4. La cantidad aportada por cada individuo determina su pensión futura.
5. El sistema tiene un rendimiento explícito por los fondos que es el tipo de interés aplicable.
6. No corrige el efecto de la inflación porque el rendimiento que se obtiene es el tipo de interés real y no nominal.
7. Con el sistema de capitalización desaparecen los riesgos de la coyuntura entre activos y pasivos así como desaparecen la distribución entre generaciones.
8. No vincula a generaciones futuras a realizar contrato explícito porque solo está implicada una generación. Obliga a tener cuentas personales para cada uno de los cotizantes.
Experiencia "vital" en un país tercermundista (y los países avanzados están en camino)
Por ser "NyC" (nacido y criado) en un país subdesarrollado (Argentina) nunca (repito, nunca) creí en los sistemas de pensiones públicos (en mi época), o privados (más adelante). Lamentablemente, el tiempo me ha dado la razón. Ambos terminaron estafando al trabajador que esperaba tener una pensión digna al final de su vida laboral.
El sistema público de pensiones fue "saqueado" por el "régimen" peronista, reiterada y contumazmente. Primero, por la vía del impuesto inflacionario que fue carcomiendo el capital de las "cajas de pensiones" y en consecuencia las rentas de los pensionistas (las actualizaciones, llegaban tarde, mal o nunca) y segundo, por la utilización de los "fondos" de las cajas para cubrir el déficit público, obligándolos a suscribir deuda pública, que luego se amortizaba con dinero devaluado, o se sustituía por otros bonos, de peor suerte.
El sistema privado de pensiones fue promovido en la etapa "privatizadora, desregulada, corrupta, falaz y fugaz" de otro gobierno peronista (Carlos Saúl Menem).
Las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones de Argentina (AFJP) fueron empresas privadas con fines de lucro dedicadas a administrar los fondos generados con los aportes jubilatorios realizados por los trabajadores que optaran por quedar incluidos en el régimen de capitalización individual establecido por la Ley 24.241 de reforma previsional del año 1993 de Argentina, del gobierno menemista.
La AFJP percibía una comisión, deducida del aporte previsional obligatorio de los afiliados, y administraba la inversión del capital acumulado, con el doble fin de inyectar fondos en el mercado de capitales y obtener una rentabilidad para los ahorristas y para sí misma. Una vez alcanzada la edad jubilatoria, la AFJP debía entregar al afiliado el capital acumulado, en cuotas mensuales, hasta su agotamiento.
La implementación del sistema de AFJP, que significó una privatización parcial de los servicios sociales, produjo grandes controversias; la esperada reducción en el gasto público, gracias a la externalización de los costes de administración, y la mejora en la rentabilidad de los planes de pensiones, no se cumplió en la medida deseada, y un sector importante de los trabajadores continuó aportando al régimen de reparto gestionado por el estado. A raíz de ello, en 1997 y 2001 se realizaron ulteriores reformas sobre la regulación financiera de las instituciones. El resultado de las mismas no quedó del todo claro, en parte debido a la crisis económica que padeció el país a comienzos de la primera década del milenio, pero la rentabilidad de los fondos privados ha seguido por debajo de las expectativas.
La importante merma de entrada de dinero que le provocó a la administración pública argentina, fue en parte una de las causas que provocaron la crisis económica que se desencadenó en el país a fines de la década de 1990 y con toda su virulencia en 2001. Para hacer frente a los crecientes déficits públicos, el estado nacional tomaba deuda, de la cual las acreedoras más importantes eran las propias AFJP, dándose la paradójica situación de que un monto de dinero que antes administraba directamente el estado ahora era utilizado por empresas privadas para ganar intereses financiando al mismo estado. O sea, el "nuevo peronismo" (Kirchner), hizo lo mismo que el "viejo" (Perón), pero a un costo mayor (privatizando las ganancias y socializando las pérdidas).
Desde 2002 se han estudiado diversos planes para modificar el sistema, volviendo al viejo sistema de reparto o implementando un sistema mixto donde el sistema de reparto, administrado por el sector público, tuviera un mayor peso. Sin embargo, estos proyectos han quedado en la nada, avanzándose solamente en la posibilidad de que quienes inician su vida laboral puedan optar por ingresar al sistema público de reparto, no quedando obligados a aportar a una AFJP. Mientras, el Estado se sigue "zampando" los fondos.
Puede que el "caso" argentino no sea el más "edificante" para extraer conclusiones. Pero si observamos el sistema jubilatorio chileno (el paradigma utilizado por los "apologistas" del sistema de capitalización), creo que se puede llegar a igual deducción.
Economía para la "tercer edad"
En el sistema de reparto para que un jubilado pueda recibir una pensión digna (recuérdese que los activos son los que "pagan", con sus aportaciones al sistema de la seguridad social, la pensión de sus mayores) la relación "mínima" de trabajadores activos por pensionistas debería ser de 4 a 6 trabajadores por cada pensionista.
El cálculo que realizo es muy sencillo: si el salario promedio de los trabajadores es de 1.000 euros (en Europa más de la mitad de la población activa recibe esos ingresos), y no se quiere retener para el sistema de pensiones más del 20% del salario (entre aportación del trabajador y de la empresa), pueden ustedes hacer una fácil operación, 20% de 4 pagas de 1.000 euros = 800 euros.
Si los activos fueran 6, el pasivo podría recibir 1.200 euros al mes. Con 5 activos la pensión se podría equilibrar al salario medio del trabajador europeo.
¿Pero qué ocurre si hay menos de 4 a 6 trabajadores activos por cada pensionista? Hay que aumentar las retenciones a los trabajadores, o hay que bajar las pensiones, o el estado debe aportar (vía presupuestos) la diferencia entre retenciones y prestaciones. De lo contrario el sistema quiebra. Matemática actuarial, pura y dura…
Actualmente en la Unión Europea la relación entre activos y pasivos difícilmente supera los 2/1 (es varios países es menos de 2). Por eso, el sistema está quebrado. No es porque haya muchos viejos (que los hay), ni por que vivan mucho tiempo (que también), ni porque cobren pensiones muy altas (la media no supera los 1.000 euros); es porque hay pocos (muy pocos) trabajadores para sostener el sistema. No se puede negar lo obvio.
¿Entonces? Entonces el problema no son los pensionistas, tampoco el sistema de reparto, sino el poco empleo que hay en la Unión Europea. Es un problema de paro y no de pensiones. Otra cosa es que los "profetas" de la privatización quieran aprovechar la situación económica (crisis del empleo) para abolir el sistema de reparto y promover el sistema de capitalización. Muchos de estos apologistas resultan ser meros apolo-getas.
¿Y qué hacen, en consecuencia, los gobiernos? En un giro surrealista del análisis económico (adulterando la matemática actuarial) proponen extender la edad de jubilación, con el disparatado argumento de que el promedio de vida se está ampliando (¿demasiado?) y que los viejos de 65 años están hechos unos "pimpollos" y pueden (¿deben?) trabajar 2, 3 o 5 años más (¿y por qué no hasta los 75 años, ya que estamos?).
Pero el mayor de los absurdos se alcanza cuando se contrasta la "genial" idea de prolongar la vida activa de los trabajadores, mientras se niega la posibilidad de acceso a las fuentes de trabajo de la generación más joven (hay un 50% de paro juvenil). ¿Será por qué les gustan más los "cadetes", seniles? ¿Mensajeros en bici, con 70 tacos? Joder.
Pasemos ahora al sistema de capitalización (la tierra prometida por los "cabeza borradores").
Al margen de la experiencia nefasta del sistema de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones de Argentina (país de grandes esperpentos económicos), donde "nuevamente" los fondos (en este caso privados) fueron "expoliados" por el estado para mantener su política demagógica y clientelar, cuando no fue el sector privado el que realizó malas inversiones reduciendo la renta potencial esperada.
Supongamos que estamos en Chile (el país modelo), o en EEUU (donde todo el sistema es privado), o en algún país europeo serio (¿queda alguno?). Anteriormente les presenté una propuesta (banco privado europeo) sobre planes de pensiones. Si ustedes han leído con atención (si hay dudas, vuelvan a ello), habrán constatado que las rentabilidades promedio de las inversiones están en el orden del 2 al 3% anual (cifras que más se repiten en la serie de 15 años). Ello con la debida aclaración que "rentabilidades pasadas no suponen rentabilidades futuras" (por si las moscas). Si a esa (¿tentadora?) rentabilidad le restan el 1,40% anual de gastos de gestión, ya me dirán lo que les queda. Eso sin entrar a descontar la inflación (2% es la meta "ansiada" por el BCE), que si no, se pueden dar por conformes si no tienen que poner dinero encima.
Un "cuanto de hadas". Hagan el cálculo inverso (¿es mucho pedir?): a partir de la pensión (privada, eso sí) que desean tener (sigamos con los 1.000 euros utilizados anteriormente) y estimen el capital acumulado (ahorrado) que deberían tener al final de su carrera laboral para que la renta mensual llegue a esa cifra.
Con una renta promedio del 5% anual, para lograr una pensión de 1.000 euros mensuales (12.000 euros año), el capital necesario sería de 240.000 euros (240.000 x 0,05 = 12.000 euros al año). A partir de ello, pueden hacer sus cálculos y… apuestas.
No se olviden que a esa renta promedio hay que agregarle una comisión del 1,40% anual (más capital, o menos beneficio neto) y el deterioro inflacionario (2% BCE dixit).
Resumiendo: 5% + 1,40% + 2% = 8,40%
Si no logran una rentabilidad para la inversión del 8,40% (una sola vez en la serie de 15 años, según la muestra del banco promotor del sistema privado de pensiones), o aumentan capital o disminuyen pensión (ustedes eligen).
En esas condiciones, para alcanzar una renta neta de 1.000 euros mensuales (12.000 euros anuales) necesitarían un capital de 408.00 euros (408.000 x 0,05 = 20.440 euros; 20.400 – 8.400 (1,40 gastos + 2 inflación) = 12.000 euros al año). Hagan juego, Señores.
No quiero ser agorero, pero esa magnitud de ahorro "neto" (a lo largo de la vida laboral) la veo muy difícil de alcanzar en un futuro próximo para una inmensa mayoría de la población. Si asumimos un período de 30 años continuados de trabajo (hoy casi una utopía), tendríamos que ahorrar 13.600 euros anuales (lo que equivale a 1.133 euros al mes), para lograrlo. Todo ese esfuerzo…para tener una pensión "mileurista". ¿Qué tal?
Así y todo (el gato escaldado, del agua fría huye)
Tengan la capacidad de ahorro que tengan, mi propuesta es que hagan su propio plan de jubilación (si pueden evitar ambos regímenes -público y privado- mejor), y administren sus recursos e inversiones. Así, al menos, evitarán que el estado se "pula" vuestra futura pensión o la empresa privada les ahogue con sus gastos y comisiones o los lleve a realizar inversiones con alto riesgo para alcanzar la meta de rentabilidad pretendida.
Para ello deberán ser muy (muy) disciplinados (hay que ahorrar todos los meses del año y todos los años durante la vida laboral, y no tocar esos fondos por nada del mundo -como si los tuviera el estado o el banco promotor), luego hay que informarse (muy bien) de las alternativas de inversión de riesgo reducido y ejecutarlas con prudencia, perseverancia y mentalidad de largo plazo. No dejarse tentar por cantos de sirenas, burbujas, modas, inversiones especulativas, ni querer ser el más listo de la clase.
"Solos frente al peligro", pero con la absoluta seguridad que todo lo que puedan lograr será vuestro y sin comisiones, gastos, letras pequeñas, cláusulas penalizadoras, ni timos.
Hay que volver a la "cartilla de ahorro" (en sentido figurado). Y ahorrar para la vejez (la única verdad). Así no tendrán que vivir de la caridad (familiar o social), tampoco tendrán que esperar demasiado del Estado de Bienestar (menguante, lamentablemente).
En la desesperación por hacer cuadrar la capacidad de ahorro con las expectativas de ingresos futuros no cometan (nunca) la imprudencia de dejarse tentar por esas inversiones fantásticas que las "serpientes encantadoras de hombres" les ofrecerán en cuanto huelan el dinero. Ustedes tienen que preguntar mucho, estudiar y resolver. Solos.
No crean las fantasías de las participaciones preferentes, los bonos convertibles, las obligaciones subordinadas, los pagarés bancarios, u otras inversiones para viejos que les ofrecerá el director de la sucursal bancaria "de toda la vida" (por lo general demasiado joven, por lo general demasiado indiferente, por lo general demasiado presionado por la central para colocar esos productos ruinosos). Por no confiar, hoy no se puede confiar ni en la deuda soberana. Queda dicho. Mucho cuidado, no hay tiempo de revancha…
En Mayo, de 2013, publiqué el Paper titulado: Las pensiones con depresión (¿hay que enviar a los jubilados al Campo de Exterminio?)
En el Apartado – El futuro de las pensiones: ¿será el "suelo" el límite? (cuentas y cuentos)
Decía:
Como a menudo se atribuye al escritor americano Mark Twain: "Hacer predicciones es muy difícil. Especialmente sobre el futuro".
Debería remontarme -tal vez- hasta Thomas Hobbes (5 de abril de 1588 – Wiltshire, Inglaterra, 4 de diciembre de 1679), autor de "El Leviatán", con su ideario: "El origen del Estado es el pacto que realizan todos los hombres entre sí, subordinándose desde ese momento a un gobernante, el cual procura por el bien de todos los súbditos y de él mismo. De esa forma se conforma la organización social"; Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (Château de la Brède, 18 de enero de 1689 – París, 10 de febrero de 1755), con su obra magistral "El espíritu de las leyes", y su ideario: "Debe establecerse un gobierno de forma tal que ningún hombre tenga miedo de otro"; Jean-Jacques Rousseau (Ginebra, Suiza, 28 de junio de 1712 – Ermenonville, Francia, 2 de julio de 1778), autor de "El contrato social" y su frase: "El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado", para interpretar -nunca compartir y menos, perdonar- las "desviaciones" que están produciéndose en la "vieja" Europa (muchas veces puta, aunque de vez en cuando, sabia), para provocar semejante deshumanización inmisericorde. Tamaña denuncia del Contrato Social. Por qué, lo que antes era herejía hoy se sostiene como ortodoxia.
Un viaje a través del infierno (las cuentas de la Seguridad Social comienzan a ser deficitarias), pero sin luz al final del túnel (la relación entre número de trabajadores por cada jubilado se reduce día a día). Un escenario, lleno de incertidumbre y de tristeza, del que ya no saldremos. Vivir un retroceso brutal en lo que pensábamos que era un estado del bienestar para siempre y solo quedará un mundo marginal, de pobreza extendida.
El jubilado Dimitris Christoulas se suicidó a los 77 años, a causa de las privaciones que le impusieron la crisis y las políticas nefastas de su Gobierno. Pero no se mató por incapacidad de seguir sobreviviendo, sino porque rechazó una vida que se le antojaba indigna. Se le acabó la voluntad antes que las fuerzas, a juzgar por la nota que llevaba en el bolsillo: "Soy jubilado. No puedo vivir en estas condiciones. Me niego a buscar comida en la basura. Por eso he decidido poner fin a mi vida". Me pregunto cuántas veces tuvo que escuchar en los últimos tiempos el reproche de haber vivido por encima de sus posibilidades, esa culpabilización nada sutil que convierte en justo castigo los padecimientos impuestos por la crisis; la muerte, incluso.
Christoulas no estaba dispuesto a vivir tan por debajo de sus posibilidades. Dijo "no". Por eso a primera vista el suicidio es tranquilizador: podemos consolarnos pensando que todo consiste en decir "sí". Mientras nos merezca la pena vivir, aun buscando comida en la basura, estaremos a salvo.
Se ha comparado en muchas ocasiones la crisis con una guerra. También en la guerra hace falta valor para sobrevivir. Aunque no siempre el más fuerte lo consigue, porque la supervivencia no depende de uno mismo, sino de muchos factores, y en gran medida del azar. En eso, la crisis es completamente diferente a una guerra. Si es verdad, como aseguraba Demócrito, que "todo lo que ocurre en el mundo se debe al azar o a la necesidad", no habrá muertes azarosas, sino necesarias, como la de Christoulas. El disparo que lo ha matado no ha sido fortuito: tenía poca elección a sus 77 años. Si hubiera contado veinte, habría dispuesto de muchas opciones desesperadas. Coger comida de la basura habría sido la menos dañina.
Christoulas, ya cumplió con "los mercados"… Se "deflacionó" de un tiro, aliviando el gasto público, y dejando una carta de despedida a modo de "hoja de balance": "¡Tengo deudas, no puedo soportarlo más!" y "no quiero dejar mis deudas a mis hijos"… El Gobierno "ha eliminado cualquier esperanza de que yo sobreviva y no puedo obtener justicia, no encuentro otra forma de lucha más que un final digno para no tener que empezar a rebuscar en la basura para conseguir comida"… Y concluía: "Algún día, los jóvenes sin futuro tomarán las armas y colgarán a los traidores de este país en la Plaza Syntagma, al igual que hicieron los italianos con Mussolini en 1945"…
Dicen los analistas que lo que importa en la bolsa y en los mercados financieros, es saber algo que nadie más sepa. Podrán interpretar, en este caso, los "límites, humanamente soportables", de la austeridad proclamada (exigida). Descontarán los mercados (como dicen las serpientes encantadoras de hombres de la bolsa), que cuando la gente empieza a suicidarse (ayer en Sintagma, mañana en cualquier otra plaza de la Europa quebrada) es el final, que la cohesión social (de la Europa soñada) ha estallado.
Una Europa cuyos jubilados son mendigos, cuyos trabajadores pierden sus empleos, cuyos jóvenes nunca (o tarde y mal) serán asalariados, cuyos niños se deben dar en adopción por falta de recursos para alimentarlos, educarlos o curarlos… ha fracasado.
La Unión Europea (en vías de subdesarrollo) no se debe (ni se puede) construir sobre el suicidio asistido de los mayores, el salario del miedo de los trabajadores, la adolescencia perpetua de los jóvenes y la pignoración de la niñez.
Primero sin "memoria", y después sin "futuro" (del cinismo no se retorna)
"Unas gotitas de cianuro en el vasito de leche matutino -con todas las pastillas que tienen que tomar ni se van a dar cuenta- y zas, nos cargamos a los 8 millones de pensionistas y recortamos de golpe 115.000 millones de euros de gasto en pensiones, además de conseguir un considerable ahorro en fármacos.
¿Estarían satisfechos con este genocidio los especuladores financieros o también tendríamos que dejar morir de hambre a los 5 millones de parados?"… Matemos a los jubilados para mantener a los políticos (Manuel del Pozo – Expansión – 12/4/12)
– Eduardo Galeano: "A la basura dos siglos de conquistas" (BBCMundo – 23/7/12)
(Por Paula Vilella) Lectura recomendada
"Este es un mundo violento y mentiroso pero no podemos perder la esperanza y el entusiasmo por cambiarlo", asegura Eduardo Galeano.
El escritor uruguayo, historiador literario de su continente a través de obras como "Las venas abiertas de América Latina" y la trilogía "Memorias del Fuego", habló con BBC Mundo sobre los últimos acontecimientos de América Latina y la crisis económica mundial.
Desde su mesa de siempre en el céntrico Café Brasilero, dejando tras el ventanal el frío del invierno austral, insiste en que "la grandeza humana está en las cosas chiquitas, que se hace cotidianamente, día a día, la que hacen los anónimos sin saber que la hacen".
Por eso, alterna las respuestas con episodios de su último libro, "Los hijos de los días", en el que agrupa 366 historias reales, una para cada día del año, que contienen más verdad que hablar de la prima de riesgo.
La crisis europea se está manejando por los líderes políticos desde un discurso de sacrificio de la población.
Es igual al discurso de los oficiales cuando mandan a los reclutas a morir, con menos olor a pólvora pero no menos violento.
Esto es un plan sistemático a nivel mundial para arrojar al tacho de la basura dos siglos de conquistas obreras, para que la humanidad retroceda en nombre de la recuperación nacional.
Este es un mundo organizado y especializado en el exterminio del prójimo.
Y luego vienen a condenar la violencia del pobre, la de los muertos de hambre; la otra se aplaude, merece condecoraciones.
¿Se está presentando la "austeridad" como única salida?
¿De quiénes? Si los banqueros que produjeron este desastre fueron y siguen siendo los principales asaltantes de bancos y son recompensados con millones de euros que les pagan como indemnización…
Es un mundo muy mentiroso y muy violento. Lo de la austeridad es un viejo discurso en América Latina. Asistimos a una obra de teatro que fue estrenada acá y que ya conocemos.
Sabemos todo: las fórmulas, las recetas mágicas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial…
¿Considera que el empobrecimiento de la población es más violento?
Si la lucha contra el terrorismo fuera verdadera y no una coartada para otros fines, tendríamos que empapelar el mundo con carteles que dijeran "se buscan a los secuestradores de países, a los exterminadores de salarios, a los asesinos de empleo, a los traficantes del miedo", que son los más peligrosos porque te condenan a la parálisis.
Este es un mundo que te doméstica para que desconfíes del prójimo, para que sea una amenaza y nunca una promesa.
Es alguien que te va a hacer daño y para eso hay que defenderse.
Así se justifica la industria militar, nombre poético de la industria criminal.
Eso es un ejemplo clarísimo de violencia…
El mundo actual es muy sorprendente.
La mayoría de los países europeos que parecía que estaban vacunados de los golpes de Estado son ahora gobiernos gobernados a manos de tecnócratas designados a dedo por Goldman & Sachs y otras grandes empresas financieras que no han sido votadas por nadie.
Hasta el lenguaje lo refleja: los países, que se supone que son soberanos e independientes, tienen que hacer bien sus deberes como si fueran niños con tendencia a la mala conducta y los maestros son los tecnócratas que vienen a tirarte de las orejas…
Camino de servidumbre, la derrota de la clase media
Nuestros abuelos y nuestros padres trabajaron toda su vida. Honestamente. Desde la escuela enseñando, desde la fosa de la estación de servicio engrasando autos, como en el caso del padre de quien escribe estas líneas, desde la oficina o desde el puerto, desde el Taxi o la línea de montaje, desde el campo arriba del tractor o desde la lancha pesquera, desde el taller de metalurgia o el de carpintería, desde el reparto de diarios o la atención del bar:
Trabajaron duro para darnos un futuro. Acaso no eran universitarios, pero sabían lo esencial: debíamos ser mejores que ellos.
Nuestros padres no fueron buitres que esquilmaron gente mediante circulares bancarias. Antes bien, fueron sus víctimas.
No fueron usureros que especulaban con las necesidades de los que menos tienen para obtener réditos económicos o confiscarles sus propiedades. No fueron aves de rapiña, como la señora presidente y su difunto esposo.
Y lo único que quisieron es tener derechos en su edad final, para poder comprarles regalos a sus nietos, para poder pagar sus medicaciones, o para poder seguir ayudando al hijo al que las cosas no le marchan bien. En definitiva, querían que les permitan usar el dinero que ellos mismos habían entregado al estado durante todo su ciclo laboral útil, durante toda una vida.
A ver si queda claro que lo que los viejos reclaman es su dinero, no la del estado ni el de los políticos. Es de ellos, les pertenece.
Si Hayek levantara la cabeza, renegaría de sus discípulos. Pasó su vida luchando por la libertad, denunciando los totalitarismos, el miedo al socialismo, en el peor sentido del término. Está siendo traicionado por aquellos que están inseminando de servidumbre Occidente, utilizando su prestigio y su ideario para cebar la codicia, el liberalismo salvaje, jamás el liberalismo, el crecimiento desbocado y depredador, la ley de la selva, el enriquecimiento ilícito, el derrumbe de la clase media, aquella que apuntala la palabra libertad.
Para Hayek, liberalismo no era lo mismo que "laissez-faire". No todo valía para él. Las instituciones debían cumplir un papel regulador garante de la libertad. Huía de toda economía dirigida que restringiera la competencia, no de la necesidad de regulación, cuando el libre mercado no era más que teórica quimera, en determinados sectores.
Conocía muy bien la economía. La tendencia al monopolio que no había manera de limitar si no era mediante la actuación coactiva y justa de los Gobiernos, incluso enérgica, cuando razones estructurales impedían una justa lid comercial.
Tales monopolios, que antes de la entrada en la UE estaban razonablemente regulados, se han convertido en odiosos oligopolios bendecidos por aquellos que supuestamente defienden la libertad de mercado, que son financiados por ellos de manera camuflada o indirecta, protegidos por Gobiernos y patricios.
Es Keynes el mayor colaborador involuntario del apesadumbrado Hayek en este atribulado escenario. No él, faltaría más, sino sus "falsos" seguidores. Son estos últimos los que, atizando la creencia de que insuflando crédito ilimitado en el sistema se crea riqueza al espolear el crecimiento económico, no consiguen más que taponar el hedor de las heces que supura el sistema financiero al hinchar la burbuja financiera, alargando de manera indecorosa la agonía: llámese Quantitative Easing, rescate a entidades financieras o préstamos a gobiernos quebrados, prácticamente todos. Un bucle que se retroalimenta, engordando cada día más, hasta el día que haga plaf.
El dinero no llega a la economía real. No se benefician los ciudadanos. Su cada vez más escasa riqueza está siendo succionada a base de confiscación fiscal. Solo se insufla vida a bancos zombis o a los odiosos oligopolios, los cuales, a cambio de tapar las miserias de los Gobiernos acaparando deuda pública impagable, haciendo de agencias de colocación de políticos cesantes, salen de rositas de este entuerto hinchando la burbuja del crédito. Reventará.
Se han convertido los "falsos" keynesianos en tontos útiles al servicio de la ocluida libertad de mercado, el desguace de la libertad, la disolución de la clase media. Una de las causas es la infantilización de la sociedad, empezando por arriba. La conversión de las idílicas teorías económicas en ideologías. ¿Equilibrio general? Una coña macabra que los economistas austriacos ya denunciaron.
Nadie es culpable de nada: la sociedad parece dirigida por encapuchados. Los políticos, los economistas y los banqueros que nos han conducido hasta aquí nos hacen creer que son anónimos los causantes del desbarajuste, para no tomar medidas ejemplarizantes o mandarlos a paseo.
Hasta no hace mucho, estos últimos eran responsables con su patrimonio del quebranto que causaban. John Pierpont Morgan y sus socios respondían con sus bienes de los créditos que otorgaba su banca, J.P. Morgan. Los socios de Goldman Sachs eran individuos cuya responsabilidad personal era ilimitada en caso de quebranto a la sociedad. Los aristocráticos "names" del Lloyd´s de Londres taparon de su bolsillo un envenenado agujero en los seguros hace apenas veinte años. Algunos se fueron al garete pecuniario.
Banquero y confianza eran la misma cosa. A cambio de responder con sus bienes, tomaban decisiones con sensatez y sabiduría, exigían rigor a los prestatarios, desaconsejaban a los temerarios. Gozaban de reconocimiento y prestigio. Igualito que ahora. Los bancos quebraban, era ley de vida. No pasaba nada, y algunos financieros se arruinaban. Sabían a lo que se exponían.
Tales limitaciones no impidieron que, tanto EEUU como el Reino Unido, la clase media de todo Occidente se expandiera durante el siglo XX a pesar de cataclismos autoritarios, de nacionalismos transmutados en locura colectiva, como los que rememoramos en costado herido.
Nadie en las cajas de ahorros o bancos de cualquier parte del mundo, salvo en Islandia, y un "poquito" en EEUU (Madoff, Stanford y un par de "perejiles"), acabaron en la cárcel. Si hubo precedentes, ¿por qué no se aplica el mismo rasero a los responsables del desastre reciente, acabando con su impunidad?
Occidente está quebrado. La deuda total de cualquier país (pública + familias + empresas + bancaria) oscila entre un 300 y un 500% del PIB. Japón y Gran Bretaña se llevan la palma. España sigue a distancia, en la parte baja del listón, no muy lejos de EEUU, Francia, Italia e incluso Alemania. En época de la Gran Depresión, el nivel apenas superaba el 150%.
El crecimiento económico de los últimos setenta años se ha realizado mediante endeudamiento que no se podrá cancelar a causa del envejecimiento de la población. Es la burbuja definitiva que acompañará en su deflagración a la burbuja medioambiental y los desencuentros con el manido cambio climático.
Antiguamente, el deudor se convertía en esclavo. Hoy, la clase media garante de la libertad, la igualdad y la fraternidad, guardiana de los valores de la Ilustración, pagadora última de la deuda del estado, está desapareciendo, retornando a estado servil, aunque disfrute de Internet. ¿Quién liquidará las deudas, quién pagará las pensiones cuando el castillo de naipes se quede sin inquilinos porque han descendido a tropel un escalón y ande con cachava el resto?
Los culpables últimos, camuflados, "lobbies" los llaman, se podrían desenmascarar si hubiese interés. Actúan amparados en teorías económicas delirantes (algunas premiadas con el Nobel), a la par que neoclásicas. No fue difícil identificarlos en época de Hayek. Ahora están enquistados en las entrañas de su memoria carcomiendo la academia y la razón.
Nadie quiere detener la debacle, reconducir un sistema educativo orientado exclusivamente a cebar contaminante productividad, que abjura del conocimiento, el discernimiento, el raciocinio y las letras. Interesa crear inertes masas tituladas, escasamente instruidas a causa de un igualitarismo castrador, orientadas a laborar de manera acrítica a cambio de vil subempleo, en vez de formar ciudadanos ilustrados. La filosofía, el arte, la nobleza, la cultura, el tesón, la belleza, la sensatez, la razón han claudicado. Sin clase media, la libertad desaparece: será el suicidio de Occidente.
La socialdemocracia a veces cerril, que apuntaló la clase media en Europa y de alguna manera en los Estados Unidos de Roosevelt, que se desarrolló como reacción al socialismo a la manera nazi o bolchevique que tanto temía Hayek ha desaparecido sin dejar rastro, sin haber sido capaz de ponerse al día. Una gran desgracia hasta para aquellos que no comulgaban con ella.
No hay alternativa al expolio de la ciudadanía. El drama, uno de ellos, es que siguen tomando las decisiones aquellos que crearon los problemas. En España y en el resto de Occidente, Lehman Brothers dixit…
El (im)predecible futuro de las pensiones (la trampa millonaria)
Érase una vez… un cuento hecho bostezo
Nada por aquí… nada por allá… (el fin de las falsas promesas)
Del Paper – Del desempleo estructural al conflicto intergeneracional (15/5/11):
Un amargo despertar (y el "fusilamiento" del Estado de bienestar)
"Si hay una característica que definía a los norteamericanos era el optimismo. El sueño americano, la creencia de que cualquiera podía llegar a donde quisiera a base de trabajo, ha sido uno de los mitos fundamentales de su historia. Ahora, apenas uno de cada cuatro mantiene la ilusión"… Los estadounidenses dejan de creer en el sueño americano (Libertad Digital – 2/10/10)
"El Gobierno británico llevará a cabo una gran revisión del sistema de prestaciones sociales con el objetivo de simplificarlo y de promover la cultura del trabajo frente a la cultura del subsidio, según los planes del ministerio de Economía"… El Gobierno británico anuncia una gran revisión de las prestaciones sociales El Economista – 2/10/10)
"Generalmente es más fácil ver el principio de algo que su fin. El Estado de bienestar, que nació en 1945 en la Gran Bretaña de la posguerra, llegó a su fin esta semana, cuando George Osborne, Ministro de Finanzas del Reino Unido, rechazó el concepto del "beneficio universal", la idea de que todos, no sólo los pobres, deben beneficiarse de la protección social"… Descanse en paz el Estado de bienestar (Guy Sorman – Project Syndicate – 8/10/10)
Cuando el empobrecimiento de los pensionistas, se considera un "daño colateral"
He querido dejar que los jóvenes economistas hablaran primero. Graduados "cum laude" en las mejores universidades del mundo, distinguidos catedráticos, académicos de prestigio, con libros, informes, estudios, conferencias, congresos y ponencias que respaldan sus opiniones. Economistas, actuarios, matemáticos, estadísticos, ingenieros sociales. En fin, la juventud mejor formada de la historia…
Pues para estos distinguidos "eruditos", si es que yo he entendido bien, la solución para casi todos los males económicos de las sociedades desarrolladas pasa por "atrasar la edad de jubilación"… "reducir las pensiones"… "que se trabaje hasta la muerte o hasta muy (muy) cerca de ella". Así los números cuadran, los actuarios se quedan tranquilos, el déficit y el endeudamiento público alcanzan valores razonables. Un "mal de altura", que puedo aceptar, pero no compartir. Perdón.
En un sistema de reparto las aportaciones sociales de los trabajadores (población activa) sirven para sostener los pagos a los pensionistas (población pasiva). Si se reduce el número de trabajadores ocupados (aportantes) la "solución de equilibrio" que proponen algunos de estos "vegetarianos caníbales", es acotar (proporcionalmente) la retribución a los pensionistas. Esto se puede hacer demorando el inicio del pago de las prestaciones (retrasando la edad de jubilación), o bien disminuyendo las prestaciones (o tal vez las dos cosas, como se insinúa o intenta denodadamente). De una relación 4 activos por 1 pasivo (antes de la globalización), se ha pasado a 2 activos por 1 pasivo (durante la globalización). Técnicamente impresentable, actuarialmente insostenible, económicamente ruinoso, financieramente insoportable, dogmáticamente irritante.
En mis épocas de estudiante (cuando aún se utilizaba la tiza y la pizarra) había "teoremas" que se demostraban por el absurdo (creo recordar). Para el caso de un "teorema de los jubilados", sería interesante preguntar a estos "grandes bonetes" cómo balancearían las cuentas del sistema público de pensiones en el caso que la población activa continuara reduciéndose (que tal como van las cosas parece inevitable o al menos bastante previsible). El problema del paro se resolvería, reduciendo, o demorando las pensiones hasta el límite ("tendiendo al infinito", dirían los matemáticos) o privatizando las pensiones (que sería la "solución final", más apetecible para la banca)… ¿Y el "contrato social?… Qué contrato social. Eso es cosa de la historia y, como ya sabemos, estamos ante "el fin de la historia y el último hombre" (que… ¿será un pensionista?). O sea.
Una demostración por el absurdo sería fusilar a los pensionistas. Si la economía no crece, si no se ocupan más trabajadores (para que con sus aportaciones puedan soportar el pago de las pensiones), la solución es "dejar morir o matar a los viejos". Matar resulta más expeditivo ("crearía más valor"). Wall Street lo premiaría. Sería como cuando las acciones de una empresa suben su cotización, al anunciar un despido masivo de personal (cruento ejemplo del absurdo cortoplacista).
Los "ángeles de la muerte" en los hospitales públicos serían como los brokers de la bolsa. Cuantos más viejitos "mandaran al otro mundo" mayores bonus. Les regalo la idea a los jóvenes economistas: el hospital "Dr. Drácula" ha mejorado su productividad, en el mes de enero firmaron el certificado de defunción de 320 personas que se acercaban peligrosamente a la edad de la jubilación. Al director médico se le asignaron las "stock options" proporcionales, el personal de enfermería ha doblado la paga extra y los médicos de la UVI recibieron los bonus correspondientes… El "mercado" premia la mayor competitividad del hospital.
Para que los grandes números de la macroeconomía mejoren quedan por resolver: las personas que enferman demasiado, los niños que crecen de prisa, las personas que comen en exceso (o las que todavía comen, sin más), los que consumen mucha agua, los que gastan demasiada energía, los que pretenden estudiar en establecimientos públicos… en fin, ¿los que pretenden continuar viviendo? En los cementerios no hay inflación, ni déficit, ni deuda. Y eso… "gusta a los mercados".
Me interesaría preguntar a los econometristas "high frequency" si realmente creen que los jubilados nos sacaran de la crisis. Probablemente estos "académicos en la nube" me contestaran que el problema está en el Estado de bienestar (insostenible) y que deben hacerse todas las "reformas estructurales" necesarias para recuperar la competitividad. Que los países desarrollados no pueden seguir viviendo por encima de sus posibilidades. Que los grandes déficits públicos resultan inadmisibles y el alto endeudamiento soberano insostenible.
Y aquí llegamos a la "médula" del asunto. El Estado de bienestar, las reformas estructurales, la productividad, la competitividad, la internacionalización, la deslocalización, el libre movimiento de capitales y mercancías ("libérrimo" en lo financiero y "amañado" en los bienes).
De seguir los "sabios consejos" de los catedráticos de Harvard, Stanford, Columbia, MIT, Oxford, Cambridge, London School of Economics… ¿cuál sería el modelo "asimilable" de Estado de bienestar, para los países europeos? ¿el de China? ¿el de la India? ¿el de Vietnam? ¿o el de Camboya? ¿el de Indonesia? (siguiendo por el sendero de la competitividad pronto habrá que hacer "benchmarking" en algún país africano). Un ethos peligroso y derrotista.
Para recuperar la "competitividad" perdida en Europa ¿se deberían pagar salarios chinos, hindúes, brasileros o rusos?
Para aumentar la "productividad" perdida en Europa ¿se deberían trabajar 14 o 16 horas diarias (6 días a la semana), dormir en las fábricas, no tener vacaciones, no tener licencia por enfermedad o maternidad, e ir a "mear" con horario establecido y a la vista del capataz?
Para que las empresas europeas vuelvan a demandar empleo ¿la alternativa razonable es el despido libre? ¿unos trabajadores de usar y tirar? ¿un ejército en la reserva de costo cero?
Para que los gobiernos europeos eliminen sus déficits ¿se debería suprimir la sanidad pública, la educación pública, y el sistema público de pensiones?
En el libre movimiento de capitales y mercancías (esa tierra plana que proclamaron los apósteles de la globalización) ¿qué espacio queda para Europa (ya no digamos para el Estado de bienestar, abolido por imperativo del mercado)?
Los profetas del librecambio proclaman la "tecnología" como el "ojo de la aguja por la que pasará el camello" europeo. Desde Finlandia a Grecia y desde Portugal a Polonia, todo será un big "Silicon Valley" en honor de las nuevas tecnologías. Y todos (toditos todos) los europeos programaremos video juegos, casinos y apuestas deportivas por internet, You Tubes, Twitters, Facebooks y otras redes con las que "enredar" a los incautos. Eso sí, "por amor a la competitividad perdida", un Silicon Valley, pero con sueldos de Bangalore, of course. 350 millones de trabajadores en las nuevas tecnologías, aunque dejando unos pocos "camareros" de sol y playa, y algunos "jardineros" del parque temático (seguramente de los PIGS) para atender a los turistas que visiten Eurolandia (probablemente de Asia, donde se fueron a parar los empleos que perdió (¿o regaló?) Europa, en aras de la deslocalización y el librecambio). Una "boutade" digna de un Nobel de economía… ¡No jodamos!
Estimados "eruditos de laboratorio", perdonen ustedes que este viejo de 65 años -68 cuando se publique este Paper- (que afortunadamente, y por ahorros propios, no necesita de la jubilación para vivir, queda dicho) les haga algunas "aproximaciones de cabotaje". Que intente, con toda humildad, reiterar algunas pasadas ideas políticamente incorrectas (es lo mío, casi siempre). Allí por abril de 2002 publiqué un Ensayo (Los daños ocultos del librecambio – La doble vida de la economía global (Unión Europea: Apertura y vulnerabilidad – (¿Es posible imaginar un futuro diferente al pasado reciente?) donde, entre otras cosas, decía:
El Comercio libre promueve el bienestar de los ricos, pero no necesariamente el bienestar social, que debería aplicarse a la gran mayoría de la población. No es de extrañar entonces que las compañías multinacionales y sus directores ejecutivos, con sus feudos industriales diseminados por el mundo, adhieran fervientemente al comercio libre.
El comercio internacional beneficia a unas pocas empresas y a unas pocas familias propietarias, perjudicando o en el mejor de los casos dejando en igualdad de condiciones, al resto de las empresas y familias, cualquiera sea su lugar de radicación o residencia. Para mayor agravante -si cabe- el libre comercio -profetizado, publicitado e impuesto-, es sólo una pantalla para la financierización de la economía, que es el objetivo buscado (y por lo que se constata, alcanzado).
Al impulso de la liberalización del comercio se cuela el libre movimiento -fundamentalmente especulativo- de capitales, sin fronteras, limitaciones, ni controles, que es la única globalización verdadera.
En este dualismo económico que ha generado la globalización, la economía de mercado, la competencia mundial y el libre comercio, hay muy pocos que ganan mucho -muchísimo- y un resto enorme que transita la depresión silenciosa. Lo que se está intentando -aunque el discurso oficial sostenga lo contrario- es la perpetuación de las desigualdades superables, la negación de la posibilidad de tener oportunidades superiores a las nativas, de llegar a una sociedad más igualitaria.
El libre comercio perjudica seriamente a las economías de las naciones. Casi todos los problemas con que se enfrenta la Unión Europea -déficit público, aumento del desempleo, retroceso de la clase media, excesiva competencia, creciente endeudamiento de las empresas y degradación del medio ambiente– pueden estar relacionados con la política del libre comercio (extra regional) que ha estado siguiendo en los últimos años…
Esos son los daños ocultos del librecambio. El alto costo de un régimen que nos lleva a pensar en el libre cambio de los idiotas.
Una alucinación del desarrollo -la globalización de la libertad de mercado- que, entre la flexibilidad y la incertidumbre, opta por el miedo a ser uno mismo.
La doble vida de la globalización nos plantea un caso de vulnerabilidad económica: Unión Europea versus Estados Unidos. Podríamos sospechar si no estamos ante una situación de desigualdades provocadas. Si una mayor apertura de los flujos financieros y comerciales, hacen a la Unión Europea más vulnerable a las perturbaciones externas; ¿no se presentaría una situación asemejable a la de cobayas del neoliberalismo?
¿Ante la falsa globalización de la libertad de mercado, que nos imponen los fascistas económicos, es posible proyectar un futuro diferente al pasado reciente?
¿Puede imaginarse un cambio de paradigma?
¿Puede la economía salir del armario?
¿Será posible que nos devuelvan el cerebro?
¿Se animará Europa a quitarse el burka que la niega, la somete y castra desde finales de la Segunda Guerra Mundial y, sin solución de continuidad, desde el fin de la Guerra Fría?
(Hasta aquí lo publicado en abril de 2002)
Viejas y queridas causas perdidas o la amargura de la victoria…
Mientras espero (inútilmente) alguna respuesta de los "dogmáticos del mercado", dejo a los que "ni estudian" (o que si lo hacen entienden bien poco, como han demostrado en varios países europeos), "ni trabajan" (y si todo sigue igual, tampoco trabajarán), antes que, irremisiblemente, "ni piensen" (destino final del proyecto neoliberal), el Epílogo del Ensayo (2002):
El libre comercio, podrá resultar un tópico cuya vigencia es muy difícil de remover, pero cuya injusticia sigue siendo flagrante (y se reitera).
Los puristas del librecambio nos aplastan con su rodillo económico y nos imponen un darwinismo económico cainita y fatal (se denuncia).
La liberación, la desregulación y la privatización castigan a la sociedad, avasallan la dignidad humana, amenazan el hábitat, debilitan progresivamente la autoridad gubernamental, y provocan el crepúsculo de la piedad (espera haberse demostrado)
Lo diga Agamenón o su porquero (asumo este último papel): Existe una larga sucesión de hechos contumaces que pueden valer por experimentos repetidos.
¡Ah!, y no se olviden: la igualdad de oportunidades es desigual (a ver si se enteran). El dilema no está en las pensiones, la sanidad o la educación, el problema está en el trabajo y en la distribución de los ingresos (y por ello sí, hay que salir a la calle)…
(Mayo 2013) Última pregunta (entre el enfado y la desazón del pensionista): ¿Existen algunas alternativas razonables para no terminar durmiendo en un parque o suicidándose?
¿Cómo superar las tendencias marcadas por las curvas de pronósticos?
Una vez "fusilado" el Estado de bienestar (por influencia indebida), en lugar de gotitas de alivio, el camino para salir adelante podría ser un paquete de tamaño considerable, compuesto de varios elementos.
¿Por qué tomarse la molestia de pensar en otras posibilidades?
Porque con "más de lo mismo" (pensiones públicas "menguantes" vs. planes privados de pensiones "riesgosos", sistema de reparto "desequilibrado" vs. sistema de capitalización "aventurado", asistencia sanitaria pública "deficitaria" vs. seguro privado de salud "inalcanzable", educación pública -aparcadero de niños y jóvenes-, fábrica de analfabetos funcionales vs. educación privada elitista -para niños y jóvenes de familias ricas- que cercena la igualdad de oportunidades), no se puede resolver el stock de deuda contraída con los pensionistas actuales y los inmediatos futuros. "Más de lo mismo", únicamente conducirá hacia un "sufrimiento innecesario" antes de que dicho rumbo colapse de manera inevitable.
Seguir por este camino de eufemismos, ambigüedades, falsedades y absolutas mentiras (tanto públicas, como privadas) erosionará aún más la credibilidad de los formuladores de políticas -algo que aparentemente parecería no importarles- mientras que simultáneamente se impondría al resto de la sociedad -a los que sí, parece importarles- una sensación persistente de crisis e incertidumbre, con costos reales tanto sociales como económicos y financieros.
Como indicó Bill Gross (el cofundador y director de inversiones de Pimco, el mayor fondo de bonos privado del mundo) en el año 2009, estamos ante una "nueva normalidad", para referirse a un nuevo escenario global caracterizado por un bajo crecimiento económico, un desempleo elevado y unos menores rendimientos sobre los activos.
Ante esa "nueva normalidad", solo hay dos alternativas: reducir las expectativas de remuneración de las pensiones o intentar hacer magia.
Cuanto antes asumamos esa "nueva normalidad" (aunque nos parezca injusta e ilegal), y busquemos alternativas razonables para no terminar durmiendo en un parque o suicidándonos, mejor será, para poder vivir con cierta dignidad los últimos años.
(Para el caso español, que como ya dije, es el que me "pilla" más cerca)
La previsión del Instituto Nacional de Estadística (INE) es que dentro de 10 años, por cada diez personas en edad de trabajar (lo que no supone que tengan trabajo) habrá seis inactivos porque aún no hayan cumplido los 16 años, edad mínima para incorporarse al mercado laboral, o porque sean mayores de 65 años. Y para 2051 el 40% de la población estará jubilada y la esperanza de vida rondará los 90 años de edad. Echen cuentas. Nuestros hijos y nietos van a vivir mucho más que nosotros, pero se les va a hacer jodidamente largo.
El importe de las futuras pensiones también va a bajar. Su cuantía se calculaba teniendo en cuenta la base de cotización del trabajador y tomando como referencia los 15 últimos años de su vida laboral, y a partir de ahora la referencia serán 25. Para tener, además, derecho a la pensión máxima tendrá que haber cotizado 37 años, frente a los 35 actuales.
Si a los 67 años de jubilación les restan ustedes los citados 37, para situarse en el top ten de los jubilados será imprescindible incorporarse al mercado de trabajo a los 30 años, como muy tarde, y trabajar ininterrumpidamente hasta los 67. Misión imposible con el actual 52% de paro juvenil y el negro futuro que se otea en el horizonte. Sólo unos privilegiados lo conseguirán. Los actuales salarios de subsistencia de nuestros jóvenes garantizan unas pensiones igualmente de subsistencia, que permitirán al trabajador-beneficiario una vida austera, coherente y sin sobresaltos, porque de donde no hay no se puede sacar.
Una situación crítica, que exigirá sacrificios de los pensionistas, pero también (y más) de otros sectores (activos, parados, gobierno, empresas…). Solidaridad y austeridad de "toda" la sociedad. Y desde luego, con el mayor esfuerzo de contribución y frugalidad, por parte de aquellos que tienen los mayores recursos. ¿Se entiende, hijo? Sí Padre.
Así y todo, lo que resulta inadmisible (por inaudito y falaz) es "culpabilizar a la víctima" e intolerable (por cinismo y connivencia) que aquello que "antes era herejía hoy se sostenga como ortodoxia".
Sin duda los países desarrollados están en una situación de "endeudamiento excesivo" (cuando la deuda de un país es tan cuantiosa que los beneficios del ajuste y del crecimiento van a parar por completo a manos de los acreedores), pero no es por causa de la deuda previsional (que ya existía y constaba en los registros) que se ha llegado a tamaño despropósito. Por ello, no es de recibo hacer pagar a justos por pecadores.
Asuntos a desarrollar
Según dicen los que saben en el año 2052, en España existirá por cada persona en edad de trabajar habrá otra dependiente, bien por estar en edad de retiro (podrán llegar hasta frisar los 90,7 años si son mujeres, o los 86,9 años si son hombres) o bien por ser menor de 16 años. Cambios demográficos y del mercado laboral: ¿ciencia ficción o realidad?
Puede que el 2052 parezca muy lejano. Pero a la luz de los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), es imprescindible ponerse ya a construir el futuro. De hecho, empezará a haber problemas dentro de diez años, para cuando se prevé que haya casi seis personas inactivas por cada diez personas en edad de trabajar. Todo ello con una pirámide demográfica invertida, pues el envejecimiento progresivo provocará que en el 2022 España tenga 45 millones de habitantes, y 41,5 millones dentro de 40 años. De ellos, el 37% serán pensionistas. Llevando al extremo esta situación y tomando como referencia un sueldo de mileurista, en un futuro no muy lejano se necesitarían 8,5 cotizantes para poder pagar una pensión máxima.
A partir de estos "supuestos", y actuando como "liquidador" de la quiebra del Estado propondría las siguientes medidas de liberalización. A ver si se animan a tomarlas (hasta sus últimas consecuencias), esos falsos liberales que tanto se rasgan las vestiduras frente a cualquier mención (o recurso) del Estado de bienestar.
"Es preciso tocar las partidas estructurales del gasto, adelgazar el tamaño del Estado, gestionar mejor con menos dinero, porque los recortes sin reformas son autodestructivos en sí mismos en tanto en cuanto implican sangre, sudor y lágrimas, sin recompensa de victoria al final del camino. Son sufrimientos que perpetúan un statu quo que no funciona, y que, además, ponen en peligro la paz social"… (Jesús Cacho – Vozpópuli – 16/12/12)
Una propuesta "liberal": que cada Santo aguante su vela (na te pido, na me llevo)
– Eliminar el sistema jubilatorio de reparto.
– Todos los aportes previsionales actuales pasan al sistema de capitalización (o se dejan a la libre disposición del trabajador/ahorrador).
– El Estado asume la deuda previsional (como gasto público) para los pensionistas actuales.
– Para los mayores de 50 años (con 15 o 20 años más de trabajo futuro) crear un régimen mixto (50% con cargo al presupuesto y 50% capitalización).
– Eliminar el impuesto a las rentas del trabajo (a los menores de 50 años) para todos los ingresos por debajo de los 70.000 euros por año (por cuenta propia o ajena).
– Reducir en un 50% el seguro de desempleo para sufragar el mayor gasto de pensiones (en cuantía y duración). Eliminar cualquier otra prestación social sustitutoria.
– Eliminar toda contribución pública a las organizaciones sindicales, empresariales y partidos políticos.
– Eliminar todo tipo de subvenciones a los sectores productivos y deducciones fiscales a las empresas y particulares. Eliminar todo impuesto al ahorro y la inversión.
– Privatización o cierre de todas (repito, todas) las empresas públicas (a nivel nacional, autonómico o local). En el plazo de 1 año lo que no se puede vender se liquida.
– El Estado dejará de contribuir a "rescates" del sector privado cualquiera sea el riesgo sistémico que represente. En el plazo de 5 años se recuperará lo aportado hasta la fecha.
– Eliminar todo el gasto público en cursillos de formación para desempleados.
– Los jóvenes desempleados trabajarán en empresas como aprendices durante 3 años, por 400 euros por mes y sin cargas sociales.
– Eliminar todo régimen jubilatorio de privilegio en el sector público.
– Los empleados públicos también pierden su régimen de pensiones y sanidad especial.
– Implementar el cheque educativo (con libre elección de centro escolar -público de pago o privado). Los centros escolares públicos y concertados deberán autofinanciarse.
– Implementar el cheque sanitario (con libre elección del centro sanitario -público de pago o privado). Los centros sanitarios públicos deberán autofinanciarse.
– Eliminar el descuento del precio de las medicinas con cargo al sistema público de sanidad.
– Reducir el gasto público en la cifra necesaria para completar el gasto en pensiones proyectado (si fuera necesario, después de todas las economías previstas).
– Financiar con deuda pública a largo plazo el desfase financiero de los años de transición hasta la privatización plena de las pensiones (como última alternativa y al final, final, de todas las economías anteriormente indicadas). Se podría explorar la posibilidad de garantizar la deuda pública (específica) con las hipotecas inversas de las propiedades de los pensionistas del antiguo régimen (de reparto)…
… (queda abierto el listado para la contribución y el debate, de los lectores)
Para que hagan algunos cálculos los más jóvenes:
Desde Citi aportan un ejemplo para tres clientes de diferentes edades y un mismo objetivo para su jubilación, 250.000 euros: "Un cliente que comienza con 35 años, sólo tiene que aportar al año 4.251 euros; una persona que comienza con 45 años necesita aportar al año 8.073 euros, mientras que alguien que empieza con 55 años, necesitaría aportar 20.022 euros para conseguir el mismo objetivo de jubilación".
Como ya señale anteriormente, mi sugerencia es que sean ustedes (los más jóvenes) los que administren su propio "fondo de pensiones" y no lo dejen en manos de las instituciones financieras o empresas. Para eso hay que ser muy ahorrativo, disciplinado, constante y prudente. Mucha suerte.
Directriz bajista (empujando la soga): una sociedad cada vez más pobre
¿Cuál es el resultado esperado (aunque no deseado) de la acción los políticos (al menos en los países ex-desarrollados)? La sociedad "mini": miniempleos, minieducación, minisanidad, minipensiones, minilibertad, minidemocracia. La movilidad social inversa.
La clase política no renunciará a sus privilegios de casta, continuará gastando por encima de las posibilidades fiscales en beneficio propio, continuará endeudando a sus países para "socializar" las pérdidas de los bancos, o de las grandes empresas.
Proseguirá "encantando" la economía hacia el borde del abismo. El trabajo será precario, escaso y con salarios menguantes, la educación pública servirá para "aparcar" a los jóvenes privilegiando la cantidad en detrimento de la calidad, la sanidad pública continuará disminuyendo las prestaciones y calidad del servicio, dejando a la mayor parte de la población fuera de cobertura (situación tercermundista). Un bucle siniestro.
Y los pensionistas (hay… los pensionistas), tendrán que ayudar a sus hijos (y tal vez a sus nietos), verán disminuir sus rentas al ritmo de la inflación (o tal vez más), serán mal atendidos por la sanidad pública (les tomarán la presión con el abrigo puesto), vivirán como mendigos, reclamando sin éxito el cumplimiento del "Contrato Social"…
Post scriptum (sin esperanza y sin miedo): liberalismo para exegetas liberticidas
"Hay que "aggiornar" al estado del bienestar. Intentar que el ciudadano asuma la responsabilidad de sí mismo. Darle libertad y responsabilidad.
En este proceso de trasvasamiento de iniciativas y riesgos al sector privado el gobierno pierde cometido y por consiguiente contenido.
En España (Europa) falta ciudadano y sobra gobierno. Hay una dejación de responsabilidades individuales. Podría decir -si se me permite- que existe una inmadurez personal y un estado paternalista plenipotente.
Más de lo mismo es imposible. Más allá de razones ideológicas -que he intentado no utilizar- y de razones históricas, existe una estricta lógica económica que se torna incontrastable.
– el envejecimiento y longevidad de la población hace difícil de continuar un sistema jubilatorio de reparto con una relación activos/pasivos de 2 a 1. De continuarse el sistema actual sólo podrá hacerse -hasta su quiebra- disminuyendo los haberes jubilatorios o apelando a fondos presupuestarios ajenos al sistema y que generaran déficit público o disminuirán otras inversiones prioritarias.
– el sistema sanitario, en general -sea público o privado-, cada vez requiere mayores fondos. Los avances de la medicina, la tecnología aplicada (tomografía computada, scanner, resonancia magnética, medicina nuclear, trasplantes, genética, prótesis, etc.) y el envejecimiento de la población potencian un gasto que supera en muchos países europeos el 10% del PIB. También existen, las llamadas, enfermedades sociales (alcoholismo, tabaquismo, drogadicción, sida), que aumentan el gasto en forma exponencial y finalmente la provisión de medicinas gratuitas o subvencionadas, llevan la factura sanitaria a niveles insostenibles, y que sólo se contienen en detrimento de la calidad del servicio (masificación, listas de espera, fallos médicos, etc.).
– el sistema de subsidio de desempleo, las oficinas de empleo y los cursos de formación ocupacional, son abusivos, contraproducentes, clientelares, placebos, denigrantes, inútiles, incontrolables insostenibles.
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