Descargar

La “deslocalización inversa” (la des-deslocalización: a verlas venir) (página 8)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11

La globalización es uno de los motivos por los que la desigualdad tiende a crecer, porque la mano de obra empieza a competir de forma global y entre los rivales figuran potencias emergentes con mano de obra más barata. El progreso tecnológico también provoca disparidad salarial, porque premia mucho más al profesional formado y perjudica al menos cualificado.

Las clases medias intentan mantener su poder de compra, pero la brecha entre los más ricos y los más pobres se ha disparado al nivel más alto de los últimos 30 años en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), incluso en los tradicionalmente más igualitarios, como Alemania.

Los impuestos y los servicios sociales son los que reequilibran las diferencias. Así que la OCDE, en plena ola de recortes por la dura crisis financiera y de deuda, ha pedido a los Gobiernos que revisen la fiscalidad y clama por una sanidad y educación públicas de calidad. Pide, además, un impulso al empleo cualificado y, por tanto, mejor pagado. "El contrato social se está empezando a deshacer en muchos países", alertó sobre las tensiones sociales el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, al presentar su informe (diciembre 2011).

Hay distintos termómetros para la desigualdad. El informe de la OCDE, que recoge los datos de 2008, previos a la Gran Recesión, muestra que el 10% mejor situado gana como promedio 9,6 veces más que el peor pagado. En España eran casi 12 veces más (un punto más que en el informe anterior), por encima de Italia (10) aunque por debajo de los poderosos Estados Unidos (14). El índice Gini, por el que el símbolo = es igualdad absoluta y el número 1 implica que una sola persona concentra todos los recursos, lanza el mismo mensaje.

Las clases medias -un nivel de clase media muy modesto para el patrón europeo- se multiplicarán en los países emergentes en los próximos años. Aunque, al mismo tiempo, en un informe gubernamental de China, recogido por Efe (diciembre 2011), se reflejaba el mayor desequilibrio salarial de la historia.

La brecha interna no es una cuestión de países pobres o ricos. En la economía estadounidense el ejecutivo que solía ganar 30 veces más que su empleado ahora gana 110 veces más, se lamentaba a principios de diciembre (2011) Barack Obama, y, además, paga menos impuestos.

¿Por qué la desigualdad importa? La pregunta se adentra en el terreno de la ética y la justicia social. Pero también hay argumentos economicistas. El analista del Banco Mundial, Branko Milanovic, uno de los principales expertos internacionales en la materia, advierte que "el incremento de los desequilibrios en ingresos se traduce después en una brecha de educación y de salud, lo que merma el crecimiento" porque los países con menores niveles sanitarios y de formación son menos dinámicos.

El aumento de la desigualdad de ingresos, además, afecta a la vida política. "La gente más rica es capaz de controlar los procesos políticos a través de la financiación de partidos y se benefician de forma desproporcionada porque logran mejores empleos", señala. A su juicio, la discriminación por riqueza "no es diferente de la discriminación por razones de sexo o raza: un largo segmento de la población no tiene oportunidad de utilizar sus capacidades para beneficiarse a sí mismo y a la sociedad", lo que "obviamente lleva a unos menores ingresos en general".

Pero hay otro relato para esta fenomenal crisis financiera, y en ese, la desigualdad desempeña un papel crucial como motor de deudas imposibles. Un trabajo de investigadores del Fondo Monetario Internacional (FMI), Desigualdad, endeudamiento y crisis, analizaba en el año 2010 el caso estadounidense.

Las dos grandes crisis de los últimos 100 años, la Gran Depresión de 1929 y la Gran Recesión que empezó en 2007, vinieron precedidas de fuertes incrementos en la desigualdad de ingresos y un aumento similar en los ratios de endeudamiento entre los hogares de medios y bajos ingresos. "La crisis es el resultado último, después de un periodo de décadas, del shock del poder de negociación sobre los ingresos de dos tipos de hogares, los de los inversores, que representan el 5% de la población y cuyo poder de negociación crece, y los trabajadores que suponían el 95% restante", explican los autores, Michael Kumhof y Romain Rancière.

El mecanismo es el siguiente. La concentración de la riqueza en una parte cada vez más concreta de la población redujo la capacidad adquisitiva del resto y, para poder mantener su nivel de consumo, se abarataron los créditos, alumbrando ese fenómeno de las hipotecas basura, de alto riesgo, porque se otorgaban a familias que difícilmente iban a poder pagar. La burbuja de crédito engordó el sector financiero y recortó inversiones productivas. Todo iba bien hasta que alguien un día no pudo pagar la hipoteca, el precio de las casas se derrumbó, grandes bancos quebraron y se empezó a hablar de refundar el capitalismo y unas cuantas cosas más.

"Creo que los créditos fáciles fueron una forma de redistribución para la gente cuyos ingresos no seguían el ritmo. Nadie tenía incentivos para impedirlo, después de todo, existía la ilusión de que el crédito se pagaría", responde desde Chicago el economista Raghuram Rajan, ex economista jefe del FMI que advirtió en 2005 contra el desastre financiero que se avecinaba. "Por supuesto", añade el ahora profesor de la Universidad de Chicago, "la mejor política hubiese sido mejorar la capacidad de la gente para ganar dinero, a través de la formación, pero eso lleva mucho tiempo".

La brecha social y las clases medias se han convertido también en un tema caliente en Estados Unidos. "Este tipo de desigualdad, un nivel que no se veía desde la Gran Depresión, nos hiere a todos", dijo Obama en un discurso electoral en el que emuló a Theodor Roosevelt para defender una mayor justicia redistributiva.

Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del planeta, sorprendió al mundo, a mediados del año 2011, al quejarse de que pagaba pocos impuestos, que se le había gravado el 17% por su fortuna, cuando los 20 trabajadores de su oficina pagan tipos del 33% al 41%. "Dejen de mimar a los súper ricos", se titulaba el artículo del The New York Times en el que hacía semejante denuncia, un lema que bien podría leerse en cualquier pancarta del movimiento Ocupa Wall Street, o ese somos el 99%, en referencia a que el 1% más rico ha prosperado a expensas del resto.

Los impuestos que pagan los más ricos han menguado en los países de la OCDE en los últimos 40 años. España, sin ir más lejos, aprobó en su última época de bonanza de la administración socialista jugosas rebajas fiscales. Bajo el mandato de Pedro Solbes en Economía, el Gobierno rebajó el impuesto sobre sociedades, eliminó el de patrimonio y redujo el IRPF.

Y el tipo marginal en EEUU o Reino Unido, por ejemplo, se situaba por encima del 70% en los años setenta, antes de que los nuevos credos de Ronald Reagan o Margaret Thatcher diesen lugar a tijeretazos de 40 puntos en el transcurso de una década, según un análisis publicado en el foro de debate Vox, del Center for Economic Policy Research (CEPR).

Este análisis, firmado por Thomas Piketty junto a otros dos autores, señala que los países ricos han crecido aproximadamente al mismo ritmo durante los pasados 30 años, a pesar de los cambios introducidos en las políticas fiscales y defiende que el tipo máximo podría situarse en el 80% para ese 1% más rico de la población sin que ello desincentivara la creación de riqueza ni la productividad.

Tampoco hay conclusiones demasiado claras entre idearios políticos -al menos, los escritos en discursos y programas electorales- y la reducción efectiva de la pobreza. Una investigación de Wilkinson y Piketty analiza cómo la brecha social variaba en periodos de Gobierno de Thatcher, Major y Blair en Reino Unido.

Cuando Milanovic, ahora profesor invitado en la Universidad Carlos III de Madrid, comenzó a investigar la desigualdad vivía en un país comunista, la antigua Yugoslavia. A aquellos políticos, recuerda, les escocía su trabajo porque mostraba que la igualdad universal era un mito bajo el socialismo. Cuando trabajó en países capitalistas tampoco despertó pasiones.

"La desigualdad no es lo mismo que la pobreza y la brecha puede ensancharse tanto en la bonanza como en la crisis, impulsada por motivos diferentes en cada escenario", reflexiona Alfonso Novales, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.

En la euforia, cuando todos los ingresos crecen de forma absoluta, pasa desapercibida, pero cuando estalla una Gran Recesión dispara la pobreza relativa por el latigazo del paro y la caída de los salarios. En España, en el año 2010 había un 21% de los hogares por debajo del umbral de la pobreza y los ingresos de las familias bajaron un 4,4%. Tres de cada 10 personas que en el 2010 pidieron ayuda a Cáritas lo hicieron por primera vez y el peso de los inmigrantes, el colectivo más castigado por el paro y vulnerable por la falta de red social y familiar, ha bajado del 60% al 50%.

Las clases medias en España siguen teniendo coches, y televisores, y además ahora pueden viajar en aerolíneas de bajo coste (o podrán volver a hacerlo, una vez superada esta interminable crisis), pero un pequeño detalle ha cambiado en los últimos 15 años: el peso de la deuda de las familias, que equivalía al 32% del PIB en 1995, era más del doble en 2010, un 85%. Por hacer una comparación -odiosa-, en Alemania se mantenía estable en el 61% en el mismo periodo.

Los hogares españoles, en fin, han acogido un nuevo miembro, una fenomenal deuda. Y como ellos, muchas familias, de muchas naciones… (al menos en los países -antes- avanzados). Han reemplazado empleos por crédito, han completado bajos salarios con préstamos… y así, gracias a la ficción del dinero plástico continuaron empujando el carrito de la compra, hasta que no pudieron pagar la "última" cuota (de la Visa, de la hipoteca, del auto, de la tele de plasma, del último crucero, del iPad…) y la "calesita" se paró.

La "rueda de la fortuna" se transformó en una "bola de nieve" que primero aplastó al "cándido" consumista, luego al "pícaro" banquero y finalmente al "solidario" gobierno. De la "privatización" de las ganancias se pasó a la "socialización" de las perdidas y de allí… a la "quiebra" del Estado. Y en esas estamos… Se jodió en invento… The game is over.

Final anunciado del "consumista" feliz. Ni empleos, ni créditos. Aunque los productos disponibles (fabricados en tierras lejanas) sean muy baratos ya no hay dinero con que comprarlos.

Mientras tanto, los trabajadores de las "tierras pobres" no tienen (aún) la capacidad de consumo necesario para sustituir a los ex consumidores de los países avanzados (ahora empobrecidos). Las "nuevas" clases medias de los países emergentes no "emergen" (en cantidad y calidad) al ritmo de sustitución necesario para producir el relevo imaginado (¿debería decir "previsto"?), de las "ex" clases medias. Lo nuevo no ha terminado de nacer y lo viejo se muere antes de tiempo.

En medio, las "ilusiones pasadas" de los empresarios "deslocalizadores", tampoco se cumplen. El costo de la mano de obra en los países emergentes comienza a subir. Las "banderas de conveniencia" reclaman su parte, quieren subirse al carro del desarrollo, plantean exigencias legales, medioambientales, fiscales… en fin, que "para este viaje no hacían falta tantas alforjas" (estará pensando más de uno de los "global players").

Si el Call Center de India, Marruecos o Argentina resulta tan o más caro que el de Wisconsin, Marsella o Valencia… para qué seguir allí… ("si han volteado hasta el recuerdo… ¿entonces, a qué volver?"). Para que seguir "fingiendo" acentos lejanos, resultados de partidos de fútbol de equipos desconocidos, pronósticos meteorológicos de países ajenos, decir buenos días cuando es de noche, o buenas noches a las 12 del mediodía. La "verdad revelada" de Telefónica.

Si los muebles "Made in China" se "encarecen" por qué no volver a los muebles "Made in Italy", ahora que se "empobrecen". La "verdad revelada" de Ikea.

Solo me queda "descubrir" (aunque lo sospecho) si el empobrecimiento de los trabajadores de EEUU y Europa no es un plan premeditado de los "amos de universo" para facilitar el proceso de des-deslocalización sin afectar la rentabilidad empresarial y así, poder mantener los "milmillonarios" bonus de sus ejecutivos.

De ser así, los "nuevos" trabajadores de los países ex avanzados (sumergentes) pasarían a ser la mano de obra barata que abastecería de productos a los "viejos" trabajadores de los países ex subdesarrollados (emergentes) que integrarían la "nueva" clase media de sustitución a nivel global. Un "Made in USA", "Made in Italy" o "Made in France" todo a 1 dólar, que comprarían los chinos o los hindúes.

El colapso de la demanda (cuando lo barato sale caro): vidas "para-lelas" y "lelos"

¿Qué desató la epidemia de obesidad en el mundo?

En las últimas tres décadas las tasas de obesidad global se han duplicado y ahora viven en el mundo más de 500 millones de personas obesas. Este exceso en el peso corporal está causando tres millones de muertes cada año, según cifras de la Organización Mundial de la Salud.

Pero ¿qué fue lo que causó está epidemia?

Algunos culpan a nuestro estilo de vida, que nos ha vuelto cada vez más sedentarios, pasando horas sentados frente al computador o la televisión. Pero otros expertos creen que los responsables son los alimentos que comemos. Y más específicamente, dicen, las enormes cantidades de azúcar que consumimos.

"Genéticamente, los seres humanos no hemos cambiado, pero nuestro ambiente y nuestro acceso a la comida sí han cambiado", explica a la BBC (17/6/12) el profesor Jimmy Bell, especialista en obesidad del Imperial College de Londres.

"Todos los días estamos siendo bombardeados por la industria alimentaria para que consumamos más comida". "Es una guerra entre nuestro cuerpo y las demandas de nuestro organismo con el acceso a la comida que se tiene en una sociedad moderna. Y como científico me siento realmente deprimido, porque estamos perdiendo la batalla contra la obesidad" agrega.

Uno de los más grandes cambios en nuestra dieta se remonta a los años 70, cuando la industria agrícola de Estados Unidos se embarcó en la producción masiva del maíz y del jarabe de maíz de alta fructosa, comúnmente utilizado hoy en todo el mundo como edulcorante en alimentos procesados.

Esto provocó un incremento masivo en las cantidades de alimentos baratos abastecidos a los supermercados estadounidenses: desde cereal hasta galletas de bajo precio. Como resultado, las hamburguesas se hicieron más grandes y las papas fritas se hicieron más grasosas.

Esto, según la nutricionista Marion Nestle, preparó el terreno para la epidemia de obesidad. "El número de calorías producidas en Estados Unidos, y disponibles a los consumidores estadounidenses, se incrementó de 3.200 por persona en los años 70 a 3.900, casi el doble de lo que un individuo necesita". "Este incremento es enorme y pienso que es la causa de muchos problemas", señala.

¿Adictivo?

El jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF) es un subproducto de desecho del maíz, increíblemente azucarado e increíblemente barato. Para mediados de los años 80 el JMAF ya había reemplazado al azúcar en las bebidas gaseosas, lo cual tenía sentido para la industria, ya que era un 35% más barato. Pero según algunos científicos, además de más dulce, también es más adictivo que el azúcar. Y esto, dicen, ha provocado que en las últimas dos décadas el consumo promedio de estas bebidas se duplique.

La industria, por su parte, afirma que este incremento no ha causado la epidemia de obesidad, sino el hecho de que la gente consume demasiadas calorías. "Ciertamente nuestras bebidas gaseosas regulares son una fuente de calorías, pero si tú consumes muchas calorías y ves mucha televisión o no haces suficiente ejercicio, es claro que tendrás un problema", afirma Susan Neely de la Asociación Estadounidense de Bebidas Gaseosas.

Pero el doctor Jean-Marc Schwarz del Hospital General de San Francisco cree que lo peligroso es la enorme cantidad de fructosa que consumimos en todo el mundo. En un principio, el jarabe de maíz de alta fructosa se utilizaba en pizzas, ensaladas, pasteles y toda clase de comidas. "Ésta no tiene un efecto tóxico como el plomo o el mercurio, lo que es tóxico es la cantidad que se consume", dice.

La fructosa se convierte fácilmente en grasa en el cuerpo y los científicos han descubierto que también suprime la función de una hormona vital llamada leptina. Se cree que esta hormona controla la regulación del hambre y apetito en el cerebro. Cuando el hígado se ve inundado con azúcar, la leptina deja de funcionar y el organismo no sabe cuando está lleno.

"Esto provoca que tu cerebro piense que te estás muriendo de hambre aunque acabes de comer. Lo cual causa un círculo vicioso de consumo, enfermedad y adicción", dice a la BBC el doctor Robert Lustig, profesor de endocrinología de la Universidad de California, en San Francisco. "Y esto explica lo que ha ocurrido en todo el mundo" agrega.

Grasa por azúcar

Pero hace dos décadas surgió un fuerte debate entre los expertos sobre lo que estaba causando el incremento de enfermedades cardiovasculares, que en gran parte eran provocadas por el aumento en el peso corporal. Se dijo que el responsable quizás no era el azúcar sino las grasas. Esto condujo a un nuevo término en nuestros hábitos de consumo: los alimentos "bajos en grasas".

Estos productos no sólo prometieron enormes ganancias para la industria, sino también acabar con el potencial desastre de salud de las enfermedades del corazón. De la noche a la mañana, todo el mundo comenzó a comprar yogur, margarinas, postres y galletas "bajos en grasas". Pero gran parte de la grasa que se retiró a estos productos fue reemplazada con azúcar.

Para cuando los científicos se dieron cuenta de que quizás no era buena idea reemplazar grasa por azúcar, ya era demasiado tarde: el mundo estaba enfrentando una crisis de obesidad.

Hoy, cada vez más expertos están comenzando a pensar que hay algo específico en la fructosa que está acelerando la obesidad.

"Si la grasa fuera la causa, esto no sería tan malo", dice el doctor Lustig.

"Pero si la causa es el azúcar, esto sí es algo desastroso. Y creo que con lo ocurrido en los pasados 30 años hemos respondido ya a esa pregunta", agrega el científico.

Espero que este ejemplo (casi una metáfora) permita al lector comprobar la peligrosidad de los modelos de negocios en la "nube". Las "externalidades negativas" (se originan cuando una determinada actividad productiva genera efectos perjudiciales, valorables económicamente, sobre terceros ajenos completamente al proceso de producción), que provocan empresarios sin crédito en tiempos de descrédito.

¿Se acerca el fin de las "bebidas gigantes"? ¿Se acerca el fin de la economía "low cost"? ¿Se inicia el proceso de "des-deslocalización"? ¿Se "reequilibra el terreno de juego"? ¿Vuelven las "marcas" a ser "productos"? ¿Vuelven a funcionar las fábricas de EEUU y Europa? ¿Aumenta el sector industrial su participación en el PIB de EEUU y Europa? ¿Vuelve la industria norteamericana y europea a incrementar la demanda de mano de obra?…

"Wishful thinking", percepción de corredor de fondo o ruego al "altísimo"… Ustedes mismos.

¿Serán capaces (técnicamente), y tendrán voluntad (cosa que dudo), los mismos empresarios que llevaron a este proceso de desertización industrial y laboral a los países del Primer Mundo (en vías de subdesarrollo), de enmendarse a sí mismos?

¿De recrear sus industrias, de volver a empezar, de abandonar la miopía del próximo balance trimestral por un planeamiento a largo plazo? ¿De retomar la economía de la producción y abandonar la economía de la especulación?

"That is the question"… El próximo Apartado, puede ayudarnos a buscar respuesta…

6 – La mano que mece la cuna (cuando los "pájaros" le disparan a las escopetas)

"En 2010, el gigante de las comunicaciones Verizon reportó un beneficio de 12 millones de dólares. La ley federal de sociedades norteamericana estipula que la compañía debería haber pagado un 35% (4,3 millones) de esa cantidad en impuestos. Sin embargo, según un informe del Center for Tax Justice, la empresa presentó una deuda tributaria negativa de 703 millones de dólares. Esto es, las arcas de Verizon salieron beneficiadas tras impuestos"… Treinta de las principales empresas de EEUU gastan más en lobbies que en impuestos (El Confidencial – 30/1/12)

No es el único caso, sino uno de los más representativos. El informe (descargar en PDF) ha estudiado a 280 corporaciones, todas ellas de las lista Fortune 500, para descubrir que treinta de ellas no tributaron un solo dólar al IRS entre 2008 y 2010. Es más, durante ese periodo ingresaron 10.602 millones en devoluciones, al tiempo que reportaron unas ganancias conjuntas por encima de los 160.000 millones. Especialmente llamativos son los casos de la tecnológicas Pepco Holdings y General Electric, que reciben un reembolso -vía cheque del Tesoro- del 58% y el 45% del total de sus impuestos federales. De esta lista solo FedEx pagó 37 millones en concepto de impuestos federales… por unas ganancias netas de 4.247 millones.

"Cada ciudadano paga exactamente la totalidad de sus impuestos federales, ¿por qué no las corporaciones de éxito? Se da la circunstancia de que un solo ciudadano, usted mismo, paga más al IRS que General Electric, Honeywell, Mattel, Boeing y Wells Fargo juntas", señalan los autores del estudio. En esta línea, desde el Center for Tax of Justice, se lamenta que la legislación norteamericana "tenga tantas lagunas legales en materia fiscal y, sobre todo, que el Congreso no haya votado para acabar con ellas". En 1986 la ratio de impuestos pagados por las grandes corporaciones en relación al PGB (Producto Geográfico Bruto) ascendía a 0,5%; en 2011 se sitúa en el 0,28%, un mínimo solo alcanzado en 2002. Todo esto sucede en un contexto en el que, desde 2008, el déficit federal se ha disparado y la situación económica de Estados Unidos se ha agravado notablemente.

Estas agresivas maniobras de evasión de impuestos, junto a sus intensas políticas de "lobby", han sido suficientes para que la prensa norteamericana les haya colocado el sobrenombre de las "Darte titi". Y es que entre todas han gastado casi 500 millones en presionar al Congreso, además de otros 22 en apoyo a campañas políticas. El resultado es un gasto en "lobby" diario, incluyendo fines de semana, de 400.000 dólares.

Menos impuestos para empresas que despiden; más dinero para ejecutivos

En la lista de las empresas con "tributación cero" también figuran algunas como Verizon, que en los últimos dos años han despedido a 21.000 trabajadores solo en Estados Unidos. Boeing, American Electric Power y Wells Fargo también han dejado a miles de empleados en la calle a pesar de los impuestos evadidos y de que sus balances anuales en rara ocasión se han teñido de rojo.

Donde no se ha aplicado la tijera es en la remuneración a altos cargos. Wells Fargo aumentó el salario en sus plantas nobles la friolera de un 180%, pasando de los 17,8 millones que percibían en 2008 hasta los casi 50 de 2010. El informe demuestra que 2010 fue un año récord en esta materia, con un promedio de 11,4 millones por CEO, lo que supone 343 veces el sueldo promedio de un trabajador, una cifra que se ha disparado desde 1980 cuando los directivos cobraban "solo" 42 veces más que cualquier 'camisa azul'. Estos datos, según la Federación Estadounidense del Trabajo, evidencian la mayor brecha salarial de Occidente.

edu.red

"Son tres de las empresas más populares del mundo. Sus productos se usan en todo el planeta, están entre las compañías con más éxito, mayores ingresos, mayores beneficios y mayor valor en Bolsa. Fueron creadas por visionarios, disponen de los mejores programadores, de los mejores técnicos. Y, por lo que se ve, también tienen a los mejores asesores fiscales. Google, Apple y Microsoft ahorran miles de millones de dólares al año en impuestos gracias a maniobras de ingeniería fiscal que les permiten tributar mínimamente por los beneficios que logran fuera de Estados Unidos"… Google, Apple y Microsoft pagan impuestos mínimos fuera de EEUU (El País – 30/1/12)

En la tercera semana de enero (2012), Google registró su informe anual del ejercicio 2011 en la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (la SEC, por sus siglas en inglés). La SEC ha obligado a las empresas a desglosar cuáles son los beneficios y los impuestos sobre esos beneficios que pagan en Estados Unidos y en el resto de países. El contraste es brutal. Google, por ejemplo, logró unos 7.600 millones dólares de beneficio bruto en el extranjero, bastante por encima de los 4.700 millones que consiguió en su país. Sin embargo, mientras que la empresa destinó a impuestos sobre beneficios 2.341 millones de dólares en su país, en el extranjero solamente pagó 248 millones, que en su mayor parte fueron a la Hacienda irlandesa.

Google y Apple han llevado al extremo la táctica de Microsoft de facturar sus ventas en el exterior desde países con baja tributación. La compañía fundada por Bill Gates reconoce que canaliza sus ventas a través de Puerto Rico, Singapur e Irlanda. Google ha ido más allá: "Prácticamente todo el beneficio de las operaciones en el extranjero fue logrado por una filial irlandesa", admite la empresa en su informe anual recién publicado.

La cosa no para ahí. Google no solo saca partido de facturar desde Irlanda, sino también de que la ley irlandesa permite de alguna manera trasladar los beneficios a sociedades en el exterior, escapando incluso del 12,5% del tipo de sociedades irlandés. Los beneficios acaban en firmas radicadas en paraísos fiscales que no gravan las ganancias.

Google y otras compañías venden o licencian a filiales en países con baja fiscalidad las patentes, la tecnología, los derechos de propiedad intelectual y otros activos intangibles. A las matrices les interesa vender esos derechos a bajo precio a sus filiales para no tributar en Estados Unidos. En el caso de Google, los derechos los recibe una sociedad de las Bermudas a la que, a su vez, la filial irlandesa paga miles de millones de dólares. El dinero pasa antes por una sociedad holandesa para aprovechar exenciones fiscales.

Con estas y otras maniobras de ingeniería financiera, Google paga poco más de un 3% de impuesto sobre beneficios fuera de Estados Unidos; Apple, solo un 2,5%, y Microsoft, un 8%, según los informes anuales del ejercicio fiscal 2011 registrados en la SEC. De media, las tres firmas pagaron un 4,8% de impuestos en el exterior por los beneficios no estadounidenses y un 56,1% en su propio país. La cifra de Estados Unidos engloba tanto los impuestos federales como los estatales y en ocasiones se ve algo distorsionada por ajustes sobre impuestos diferidos. El tipo nominal del impuesto sobre sociedades en Estados Unidos es del 35%. Cuando se repatrían beneficios que se han logrado en el exterior a un tipo inferior, tributan por la diferencia, con carácter general.

Amazon no ha presentado aún su informe anual de 2011. En los dos ejercicios anteriores, su beneficio de fuera de Estados Unidos estuvo sujeto a una tributación del 3,6% y del 6%. Según Bloomberg, Facebook ha diseñado un esquema similar al de Google o Apple, con sociedades en las islas Caimán para tributar lo menos posible por los beneficios en el exterior.

Esas operaciones dejan a las Haciendas de los países en que esas firmas generan buena parte de sus ingresos sin apenas tributación. Apple factura desde Irlanda el 99% de las ventas que consigue su principal filial en España. Google factura también desde Irlanda los cientos de millones de ingresos que obtiene de sus clientes españoles. La filial española actúa como una especie de fuerza de ventas, que re factura sus gastos a Google Arelando o Google Inc. En 2010, Google Spin incluso declaró pérdidas. Amazon factura desde Luxemburgo sus ventas en España.

Este tipo de esquemas ha despertado recelo las autoridades. La SEC exigió explicaciones a Google sobre el nivel de impuestos que soporta dentro y fuera de Estados Unidos y sus declaraciones fiscales están siendo investigadas en varios países, entre ellos Estados Unidos, Francia o España, unas indagaciones que la empresa considera rutinarias.

"Tenemos una obligación con nuestros accionistas de establecer una estructura fiscal eficiente, y nuestra actual estructura es compatible con las normas fiscales de todos los países donde operamos", explicaba la semana pasada un portavoz de Google.

El problema para algunas de esas empresas es que no pueden disponer libremente del dinero que escapa al fisco. Si repatriasen los beneficios, se verían obligadas a tributar por ellos, así que asumen que los reinvertirán indefinidamente en el exterior. De esta manera, los beneficios se quedan fuera del país, lo que en Estados Unidos es, a su vez, motivo de polémica.

La bolsa de fondos en el exterior que las compañías estadounidenses acumulan engorda sin parar y supera el billón de dólares. A cierre del pasado ejercicio, las filiales de Apple en el extranjero tenían acumulados 54.300 millones de dólares en efectivo y valores; las de Microsoft atesoraban 45.000 millones de dólares y las de Google tenían otros 21.200 millones. "Nuestros planes actuales no muestran la necesidad de repatriar los fondos para financiar nuestras operaciones estadounidenses", señala Google.

"Las firmas de Wall Street necesitan garantizarse el favor de los políticos y reguladores para mantener la buena marcha de su negocio y por ello no dudan en invertir enormes cantidades de dinero. La industria financiera estadounidense ha gastado por segundo año consecutivo más de 150.000 millones de dólares para influir en Washington"… Wall Street "invierte" más de 150.000 millones anuales para presionar a Washington (El Confidencial – 3/2/12)

El gasto de las firmas de inversión en acciones de "lobby" alcanzó los 98 millones de dólares el pasado ejercicio, ligeramente por debajo de los 101 millones de 2010, según los datos del Centro para las Políticas Responsables que recoge CNN Money.

En cambio, los grandes bancos comerciales gastaron más en 2011, 61.500 millones, que el ejercicio previo. En total, el gasto del conjunto de la industria fue, por tanto, de 159.000 millones, frente a los 157.600 millones anteriores. Destaca el gasto de la Asociación de la Industria y Mercados Financieros, de 5,2 millones, y de la Asociación de Banqueros Americanos, que se dejó 8,8 millones.

Los dos últimos años han sido de gran actividad para los "lobistas" y el secretario del Tesoro estadounidense, Tim Geithner, lanzó en junio una advertencia sobre el efecto de estas actividades, que podrían tener graves consecuencias y crear de nuevo las condiciones para que se geste otra crisis como la que se desencadenó en 2007, según dijo.

De hecho, en 2010 la principal preocupación de las entidades fue la reforma legislativa de los servicios financieros Dodd-Frank, que buscaba controlar los excesos de la banca de inversión. La ley entró en vigor ese mismo año, pero la actividad de Wall Street para presionar a los reguladores no se ha relajado. Otro de los aspectos que preocupa a la industria es la ley Volcker, que limita los riesgos que los bancos comerciales pueden asumir.

Los banqueros se han dejado una importante cantidad para inclinar las leyes a su favor en lo posible y los "lobistas" han trabajado a fondo en los detalles de una norma de más de 2.300 páginas y multitud de detalles técnicos. De entre los bancos comerciales, destaca la inversión de Wells Fargo, de 7.800 millones de dólares en 2011, frente a los 5,4 millones del ejercicio anterior. JP Morgan Chase elevó su gasto en acciones de presión desde 7,4 millones hasta 7,6 millones. Por otra parte, Goldman Sachs ha gastado 4,4 millones (frente a los 5,4 millones anteriores) y Morgan Stanley, 2,4 millones, por debajo de los 2,8 millones de 2010, según el informe.

¿Están las multinacionales estadounidenses abandonando el país?

(Project Syndicate – 3/4/12)

(Por Laura Tyson) Lectura recomendada

Berkeley.- En una reciente conferencia en Washington, DC, el ex secretario del Tesoro, Larry Summers, señaló que las autoridades de Estados Unidos deberían centrarse en las actividades productivas que tienen lugar en el país y dan empleo a trabajadores estadounidenses, no en las corporaciones que están registradas legalmente en los EEUU pero llevan a cabo su producción en otros países. Citó estudios realizados por el ex Secretario del Trabajo Robert Reich, quien hace más de 20 años advirtió que, a medida que las multinacionales estadounidenses trasladaban el empleo y la producción al extranjero, sus intereses comenzarían a divergir de los intereses económicos del país.

Es fácil estar de acuerdo con Summers y Reich en que la política económica nacional debe centrarse en la competitividad estadounidense, no en el bienestar de empresas particulares. Sin embargo, es engañosa su tajante distinción entre los intereses económicos del país y los de las empresas multinacionales de Estados Unidos.

En 2009, el último año del que hay disponibles datos completos, sólo había 2.226 multinacionales estadounidenses de un total de aproximadamente 30 millones de empresas establecidas en los EEUU. Las multinacionales de Estados Unidos tienden a ser grandes, con actividades intensivas de investigación, comercio y uso del capital, y son responsables de una parte sustancial y desproporcionada de la actividad económica del país.

De hecho, en 2009 las multinacionales de Estados Unidos representaron el 23% del valor añadido en el sector privado (no bancario) de la economía estadounidense, junto con el 30% de la inversión de capital, el 69% de la investigación y desarrollo, el 25% de la remuneración de los empleados, el 20% del empleo, el 51% de las exportaciones y el 42% de las importaciones. En ese año, la remuneración media de los 22,2 millones de trabajadores estadounidenses empleados por las multinacionales de Estados Unidos fue de $ 68.118, aproximadamente un 25% superior a la media del resto de la economía.

Igualmente importante, las operaciones estadounidenses de estas empresas representaron el 63% de sus ventas globales, el 68% de su empleo global, el 70% de su inversión de capital global, el 77% de la remuneraciones globales de sus empleados, y el 84% de su I + D global. Las proporciones nacionales particularmente altas de I + D y remuneraciones indican que las multinacionales estadounidenses tienen fuertes incentivos para mantener sus altos salarios y actividades de investigación en EEUU, una buena noticia para los trabajadores cualificados de Estados Unidos y la capacidad del país para la innovación.

Sin embargo, los datos también ponen de manifiesto tendencias preocupantes. En primer lugar, si bien las proporciones de las multinacionales estadounidenses en I + D y remuneraciones del sector privado se mantuvieron sin cambios entre 1999 y 2009, disminuyeron en lo referente al valor añadido, la inversión de capital y el empleo. Por otra parte, sus exportaciones crecieron más lentamente que las exportaciones totales, sus importaciones crecieron más rápidamente que las importaciones totales, y el sector multinacional en su conjunto pasó de un superávit comercial neto en 1999 a un déficit comercial neto en 2009.

En segundo lugar, durante la década de 2000 las multinacionales estadounidenses se expandieron más rápidamente en el extranjero que dentro del país. Como resultado, entre 1999 y 2009, la participación estadounidense en sus operaciones globales se redujo en 7 u 8 puntos porcentuales en cuanto a valor añadido, inversión de capital y empleo, y cerca de 3 a 4 puntos porcentuales en I + D y remuneraciones. La reducción de la proporción local de su empleo total, porcentaje que también se redujo cuatro puntos porcentuales en la década de 1990, ha generado inquietudes respecto a que hayan estado reubicando puestos de trabajo a sus filiales en el extranjero.

Sin embargo, los datos cuentan una historia más compleja. De 1999 a 2009, las multinacionales manufactureras estadounidenses redujeron su empleo en EE.UU. en 2,1 millones de puestos de trabajo, o 23,5%, pero lo aumentaron en sus filiales extranjeras apenas en 230.000 (5,3%), lo que no basta para explicar el declive mucho mayor en sus puestos de empleo en Estados Unidos.

Por otra parte, las empresas manufactureras estadounidenses que no eran multinacionales redujeron su empleo en 3,3 millones de puestos de trabajo, o 52%, durante el mismo período. Cada vez más estudios llegan a la conclusión de que los cambios tecnológicos que ahorran trabajo y la tercerización a contratistas extranjeros fueron factores importantes tras el significativo declive ajustado cíclicamente del empleo manufacturero estadounidense por parte de las multinacionales y otras empresas de Estados Unidos en la década de 2000.

Así, si bien puede que las multinacionales estadounidenses no hayan estado trasladando puestos de trabajo a sus filiales extranjeras, probablemente, al igual que otras empresas de Estados Unidos, hayan estado externalizando más de su producción a contratistas extranjeros en cuyo capital no poseían participación alguna. De hecho, es posible que ese tipo de tercerización haya sido un factor importante detrás del aumento del 84% de las importaciones por parte de las multinacionales de Estados Unidos y el aumento de 52% en las importaciones del sector privado, producidos entre 1999 y 2009.

Para entender las tendencias nacionales y extranjeras del empleo de las multinacionales de Estados Unidos también es importante tener en cuenta los servicios. Y aquí los datos cuentan otra cosa. De 1999 a 2009, el empleo en las filiales extranjeras de las multinacionales estadounidenses aumentó en 2,8 millones, o 36,2%. Sin embargo, la manufactura representó sólo el 8% de este incremento, mientras que los servicios representaron la parte más importante. Más aún, las multinacionales estadounidenses de servicios aumentaron su empleo tanto a nivel nacional como extranjero, en casi 1,2 millones de trabajadores en sus operaciones nacionales y más del doble que en sus filiales en el extranjero.

Durante la década de 2000, el rápido crecimiento en los mercados emergentes dio impulso a las actividades comerciales y la demanda de muchos servicios en los que las multinacionales estadounidenses son fuertemente competitivas. Dado que muchos de estos servicios requieren interacción cara a cara con los clientes, las multinacionales estadounidenses tuvieron que ampliar su empleo en el extranjero para satisfacer la demanda en estos mercados. Al mismo tiempo, sus crecientes ventas en el extranjero aumentaron su empleo en los EEUU en actividades tales como publicidad, diseño, I + D y gestión.

Estudios anteriores han encontrado que los aumentos en el empleo en las filiales extranjeras de las multinacionales estadounidenses tienen una correlación positiva con el aumento del empleo en sus operaciones en Estados Unidos: en otras palabras, el empleo en el extranjero complementa el empleo nacional, en lugar de sustituirlo.

Cuando se trate de las multinacionales, la formulación de políticas se debe guiar por hechos y no por percepciones. Y los hechos indican que, a pesar de décadas de globalización, las multinacionales estadounidenses continúan haciendo importantes contribuciones a la competitividad de EEUU y localizando la mayor parte de su actividad económica en el país, no en el extranjero. Lo que debería preocupar realmente a las autoridades políticas es que EEUU pueda estar perdiendo su competitividad como lugar para llevar a cabo estas actividades.

(Laura Tyson, a former chair of the US President's Council of Economic Advisers, is a professor at the Haas School of Business at the University of California, Berkeley)

"El mercado laboral estadounidenses se enfrenta a una paradoja: pese a una tasa de desempleo del 8,3%, muchos puestos de trabajo todavía están disponibles"… La brecha de capacitación: la paradoja del mercado laboral de EEUU (The Wall Street Journal – 9/4/12)

El Instituto de Gestión de Suministros de Nueva York, afirmó en la primera semana de abril (2012) que un 20% de sus miembros señala que la falta de personal capacitado es un obstáculo para las empresas. El 5/4, la Federación Nacional de Empresas Independientes informó que una mayor porción de dueños de empresas señalan que tienen puestos que son difíciles de llenar.

John Canally, economista de LPL Financial, quería saber en qué sector la disparidad era mayor. Al observar la cifra de trabajos disponibles del Departamento del Trabajo, encontró que la necesidad de trabajadores altamente capacitados era más profunda en las empresas medianas y pequeñas del sur.

A medida que los cambios globales, tecnológicos y estructurales modifican la naturaleza de las empresas, las compañías también consideran que sus necesidades laborales cambian.

Según un sondeo de PNC, un 45% de las empresas pequeñas y medianas afirmó que sus requisitos laborales son mayores a los del último tiempo. ¿Qué hay en la lista? Capacidades computacionales/técnicas, experiencia "de campo" y habilidades comunicacionales.

La brecha de capacidades tiene ramificaciones para el panorama. Los encargados de política de la Fed ya incorporan el desajuste al decidir sobre políticas. Los empleos disponibles afectan las capacidades de producción y también implican un menor ingreso que podría usarse para dar apoyo al gasto de consumo.

Hay argumentos válidos de que las empresas que buscan empleados con capacidades muy especializadas deberían pagar entrenamiento para sus trabajadores. Pero muchos de los talentos que se buscan –computación, soldadura y salud- son transferibles a muchas empresas. Consecuentemente, Estados Unidos debería beneficiarse de programas de entrenamiento público y repensar su sistema educacional.

En lugar de eso, las universidades locales no pueden satisfacer la demanda de los trabajadores que desean aprender nuevas habilidades y los estudiantes son puestos en listas de espera. Además Jeff Joerres, director ejecutivo de servicios de empleo de ManpowerGroup, señala que el ciclo de producción ha sido tan presionado que una malla curricular podría estar desactualizada antes que los estudiantes terminen sus programas.

También argumenta que el énfasis en la universidad debería ser repensando, sobre todo cuando las empresas necesitan llenar puestos que no necesitan un título universitario.

"Obligamos a la gente que podría haber estado en los primeros puestos de la escuela técnica a ingresar a la universidad".

La economía estadounidense parece haber mejorado su tendencia de contrataciones a cerca de 200.000. Pero eso no es lo suficientemente fuerte para reducir la tasa de desempleo en forma significativa, sobre todo cuando millones de personas que se habían marginado de la búsqueda de empleo deciden reingresar al mercado laboral. Si los trabajadores tuviesen más acceso a la capacitación, más de ellos encontrarían empleo y el ritmo de las contrataciones sería más sólido.

Despertares (el tránsito de Venus) (VI)

El regreso a la Edad Media. Un capitalismo de "dos mundos"

(La esquizofrénica parábola de los "nichos para vivos": encierren a los pobres… "afuera")

– En las verjas de los estadounidenses más ricos (The Wall Street Journal – 21/4/12)

(Por Lauren A. E. Schuker)

Desde el siglo XVII, las casas de los ricos no habían estado tan fortificadas.

Alimentada por las crecientes exigencias de privacidad y seguridad de sus dueños, una nueva generación de verjas de seguridad altamente tecnológicas está siendo instalada en Estados Unidos.

Lejos de tener las opulentas decoraciones del pasado, estas puertas están diseñadas para ser discretas y fácilmente pasadas por alto. No obstante, en su interior y a su alrededor están armadas con una plétora de tecnologías de punta como aparatos de reconocimiento facial, cámaras digitales conectadas a Internet, control remoto desde el iPad y otras funciones que pueden elevar el costo de estas construcciones a US$ 1 millón o más.

La casa de Tom Cruise en Beverly Hills está protegida por una verja en forma de arco y de color naranja oscuro. La construcción no tiene más de 1,80 metros de alto, pero esconde una pequeña caseta para los guardias de seguridad que se encuentra en el interior de la propiedad. Un denso cerco de árboles de 15 metros de alto cobija la entrada. La casa del actor se encuentra a unos 400 metros más adentro. Las columnas que franquean la entrada y los postes a lo largo del camino esconden cámaras. Una de ellas está a la altura de un perro, para grabar las placas de los autos al momento de ingresar a la propiedad.

La mansión de Steven Spielberg en Pacific Palisades, California, tiene un exterior tan poco llamativo como la de Cruise. El portón café, ubicado entre pilares blancos, y rodeado por una cerca de madera envuelta en cadenas, bloquea la propiedad. "Los clientes solían pedir grandes verjas y guardias de seguridad ubicados visiblemente en el exterior", cuenta Dennis Bridwell, un investigador privado y consultor de seguridad de famosos como las actrices Gwyneth Paltrow y Jennifer Garner. "Pero esos días son cosa del pasado".

La firma de diseño de verjas exclusivas Picasso Gate, con sede en el estado de Wyoming, programa sus citas con dos años de anticipación. Su fundador, Brent Nichols, ha personalizado cercas para Cruise y Kevin Costner. El año pasado también ayudó a identificar y solucionar un problema con la verja de la Casa Blanca, que ni el fabricante había podido arreglar. "No estoy seguro de que pueda revelar el problema, ni siquiera si debería estar hablando con usted".

DoorKing, una compañía californiana que fabrica sistemas de operación de verjas, ha visto una recuperación en el número de órdenes, las cuales han regresado a los niveles previos a la recesión estadounidense, cuenta Richard Sedivy, el director de marketing.

"La cerca automatizada es el símbolo máximo de afluencia", asegura el presidente de Stratford Gate Systems, Robert Rayson, quién ha diseñado verjas para ejecutivos de Nike, basquetbolistas de la NBA y un príncipe saudita. "Pero en estos momentos, esas verjas también son el tabú máximo, una señal inconfundible de ese 1% más rico".

La tecnología de seguridad continúa abaratándose y haciéndose más discreta, lo que hace que sea sencillo diseñar una verja de apariencia modesta pero bastante fortificada, dice Gil Neuman, presidente ejecutivo de Kent Security, una compañía que dirige sus servicios a los hogares con cercas exclusivas y a los conjuntos residenciales cerrados.

Las cámaras se han reducido en tamaño y precio, ofreciendo una mejor resolución e imágenes nocturnas más claras. En los últimos años, los modelos más avanzados, con software de análisis de video, han comenzado a ser usados en las casas. La cámara y el software pueden determinar si el movimiento al exterior de la verja es generado por una persona, un animal, un camión o un avión, dependiendo de la temperatura de este, incluso en temperaturas extremas.

Desde hace algunos años se están usando cables subterráneos que pueden sentir las vibraciones, lo que permite a los propietarios detectar si alguien está cavando o saltando sobre la verja en las propiedades más grandes. Las alarmas pueden simular el sonido del ladrido de un pastor alemán. Cuando alguien se acerca, el "ladrido" se hace más fuerte.

La mayor innovación reciente es la tecnología que permite a los propietarios observar de manera remota el perímetro de su inmueble con una cámara conectada a un iPad u otro aparato móvil. Los precios de tales sistemas dependen de cuántas cámaras están involucradas, pero puede alcanzar los US$ 65.000 cuando se usan más de 30 cámaras.

Las computadoras pueden ser programadas para controlar quién entra en una propiedad y a qué hora. Cada persona recibe un código individual para ingresar. Esto permite que el dueño restrinja, por ejemplo, el acceso del jardinero a la mañana. Si intenta ingresar su código de noche, se le negaría el acceso y se guardaría un registro de lo ocurrido.

El reconocimiento facial, introducido hace un año, puede costar unos US$ 10.000 por cada puerta o verja en el que se instale. Las cercas más exclusivas también vienen con bolardos, o postes verticales cortos, que se levantan y guardan en la tierra para bloquear a los autos que deseen entrar o salir sin autorización.

¿Del neoliberalismo al neoproteccionismo?

Salir de la crisis inyectando dinero debe hacerse con inteligencia. Y eso significa que los gastos deben ser inversiones. Deben ser sostenibles para que no se limiten a lanzar dinero a los problemas, sino utilizando, en cambio, esos fondos para poner los cimientos de un futuro más estable y próspero.

Ninguna nación se ha librado, pero las más pobres son las que sienten más intensamente esos golpes. Si no se aborda correctamente, la crisis financiera se convertirá en la crisis humana del futuro. Los disturbios sociales y la inestabilidad política aumentarán y exacerbarán todos los demás problemas. En última instancia, el peligro es una serie de crisis en cascada, cada una de las cuales nacerá de las otras, con consecuencias potencialmente devastadoras para todos,

La crisis es ya una realidad palpable para casi todos los países. Y echarle la culpa al mundo es tan falso como injusto. Hay culpables de primera (los acreedores / especuladores), de segunda (los deudores) y de tercera (los gobiernos cómplices).

Luego están las "víctimas del futuro" (los Santos Inocentes). Aquellos que sin saber nunca lo que era una hipoteca subprime, ni una titulización, ni los estructurados, ni los fondos de retorno absoluto, ni los CDS, SIV, conduits, OTC, u otras "sopas de letras", impresentables e incomprensibles, hasta para sus propios inventores, ha sido barridos por el tsunami financiero aunque vivieran a más de 10.000 kilómetros de la Gran Manzana.

Si en las "buenas" no vieron una y en las "malas" quedaron culo pa"arriba, ¿no será hora de cuestionar los "beneficios" del modelo neoliberal? El modelo del "todos ponen" y el "ganador se lleva todo", ha fracasado. La tierra no es plana (y nunca lo será). El "fin de la historia", es una falacia (y continúa). Las asimetrías económicas no se compensan. Los "súper" beneficios no se redistribuyen y la distancia entre pobres y ricos se agigantan.

Han fracasado la liberalización, la privatización y la desregulación. Y para más INRI el "pagano" de la quiebra vuelve a ser el Estado (o sea, todos los ciudadanos). La mayor "socialización" de las pérdidas de la historia. Un "final de la historia" (ahora, sí) francamente surrealista, grotesco, absurdo, sarcástico. No alcanzan los soberbios, ni los ignorantes, ni los mentirosos, para negar semejante evidencia.

La actual crisis financiera internacional exigirá un cambio estructural (ahora, sí) y un nuevo equilibrio en los papeles del Estado y del Mercado (ahora, sí).

En el siglo XXI no hay una sola nación que pueda decir qué hacer o pensar. No resulta aceptable el status quo, ni el regreso al pensamiento único. Una vez pasado el grueso de la crisis, no sería aceptable que los mismos que la provocaron reclamen a quienes han contribuido a superarla que se vayan.

Las principales consecuencias de esta crisis pueden resultar el regreso del Estado como actor económico y el fin de la ideología de la impotencia pública, contrapartida del todopoderoso Mercado. Resulta curioso ver ahora pedir socorro al Estado a quienes no querían oír hablar de él.

El cambio de modelo económico no implica nacionalizar la economía mundial, ni crear el capitalismo de estado, sino que se trata de reequilibrar los roles respectivos del Estado y del Mercado.

El librecambio no existe. Todo comercio es manejado. De no ser así, los desequilibrios demográficos y de riqueza no harían de la inmigración un fenómeno global imparable, pese a las restricciones. Más de 200 millones de personas trabajan fuera de su país, una cifra que no tiene en cuenta a los que trabajan sin documentos ni a los que emigran transitoriamente o a los que han regresado a sus países. En el mundo hay más de 50 millones de trabajadores indocumentados. La pobreza o las aspiraciones de una vida mejor fuerzan la movilidad global.

"Una nueva ola de proteccionismo cobra forma en todo el mundo… Varios sectores empiezan a hacer cola en Beijing, Bruselas y Washington, en busca de protección contra las importaciones. Esto ha ocurrido en otros períodos de desaceleración, pero esta vez las restricciones pueden ser más perjudiciales debido a la naturaleza global de la crisis económica… Las predilección actual por lanzar grandes paquetes de estímulo fiscal también puede ir asociada al proteccionismo, a medida que cada país busca asegurar el beneficio de sus industrias…" (The Wall Street Journal – 12/1/09).

Palabras que no existen

Los "amos del mundo" (Club Bilderberg, Council of Foreign Relations, Trilateral…) dieron -oportunamente- la instrucción (consigna) y los "profetas" (think tanks) salieron a difundir (predicar) por el mundo el dogma de la globalización.

Las "reformas estructurales" (control del déficit público), la "flexibilización laboral" (despido libre), el libre movimiento de mercancías (librecambio), el libre movimiento de capitales (financierización), la desregulación, la privatización… serían los motores de la creación de riqueza, el crecimiento y la distribución.

Todo se quedó en la "creación de riqueza", que luego se vio que era artificial, especulativa y fugaz. El "desarrollo" (crecimiento) fue parcial, sesgado, precario y leonino, y la "distribución", ni se la vio, ni se la espera.

Los trabajadores "flexibilizados" no han recuperado -jamás- los empleos perdidos. Los "agraciados", terminaron aceptando (¿voluntariamente?) el "opt-out" (65 horas semanales); como reponedores de Wal-Mart o como cajeros de McDonald"s.

Las fábricas cerradas no volvieron a abrirse. La revolución tecnológica no alcanzó para todos. La economía de servicios dio para empleos de "usar y tirar", trabajadores de "lunes a viernes" y un enorme "ejército en la reserva".

Una generación vio -con dolor- que nunca podrían igualar los ingresos de sus padres- Las mujeres -las mejor educadas de la historia- debieron optar (¿voluntariamente?) por el hijo o por el trabajo, cambiando maternidad por tarjeta de crédito y las tareas del hogar por ser "sirvientas" de lujo en despachos de empresas, aviones o buques. Dos empleos por el sueldo de uno. La gran conquista de los años 80/90 y subsiguientes.

La única forma de "completar" los ingresos, el plan de pensiones, pagar las deudas, era con dos trabajos (hombre y mujer), con créditos sobre créditos y… sin niños. Un suicidio universal.

Eso sí, siempre viviendo por encima de las posibilidades. Esclavos de las "chucherías". Endeudados hasta las cejas. Consumistas adictos. Anestesiados felices. Zombis. Una enorme masa de consumidores, sin ideología, sin dinero y sin objeto. Podría decirse, sin "sujeto". Inexistentes.

Así fueron "matando" a la clase media (donde la había). Así proletarizaron a los que podían cuestionar al sistema (al menos, dudar). Una lobotomía deliberada, planificada y ejecutada hasta el exterminio.

Hoy los zombis deben por su casa más de lo que vale la propiedad. Pierden sus empleos. Entran en el futuro caminando hacia atrás. No tiene explicación, ni consuelo. Tampoco perdón. Han sido víctimas de su propia mediocridad (gula). Se creyeron que con una tarjeta de crédito, un carrito de supermercado, la tele (de plasma, por favor) y el fútbol, habían alcanzado la felicidad. Al menos la que le ofrecían las "catedrales del consumo" (grandes almacenes) y las "catedrales del crédito" (entidades financieras).

Ahora descubren que por el paraíso ansiado tiene una hipoteca subprime, han perdido uno de los empleos (si no los dos) y no pueden bajarse de las "puntas del pie" porque se ahogan en las deudas. Han cambiado "embarazos" por "embargos".

Mentiras y mentirosos

Los "mentirosos" (una minoría) siguen bien, sus pérdidas han sido compensadas y subsidiadas. Todo perdonado. Todo bien. Las "mentiras" siguen ahí, en cualquier momento les cambian el "empaque" y vuelta a empezar.

Los "timados" (la gran mayoría), una sociedad borreguil, pastueña, adocenada, capaz de tragarse cualquier sable sin pestañear, todavía está mirando de dónde vino el "cachetazo": ¿cómo fue? ¿quién fue? ¿por qué a mí? No pueden comprender (ni quieren creer) que les han timado, robado la cartera, asaltado la ilusión, violado sin erección (y además, sin condón).

Los "socios del silencio" (organismos de control, agencias de calificación, bancos centrales, autoridades gubernamentales), invisibles, lacayos, serviles, cómplices, corruptos, opacos… (podría seguir). Bomberos pirómanos. Prestos en salir en ayuda del… ganador (los mentirosos). Al fin y al cabo: ¿a quién le "deben" el puesto? Lo único que han hecho (aunque falta conocer el final) ha sido "licuar" la mierda, "socializar" las pérdidas, "nacionalizar" los despojos y "auxiliar" a los delincuentes.

El dinero que no alcanzaba (recordar las reformas estructurales, el déficit cero…) para mantener el estado del bienestar, la educación, la salud, la vivienda, las pensiones, la seguridad… (y podría seguir), alcanza y se multiplica para subsidiar el "festín de los corruptos". Para mantener la economía de casino. Para continuar el espectáculo de la bolsa.

La globalización justa. Todos tan felices. Empujando el carrito de la compra. Esperando la próxima tarjeta de crédito. Soñando con el nuevo juguete electrónico importado de China. Indiferencia suicida.

¿El trabajo? ¿Qué trabajo? El silencio de los corderos tiene final de matadero…

¿Mejor inflación que producción?

¿Y si en vez de "darle" a la maquinita de imprimir billetes, se ponen en marcha las máquinas de producir bienes? De mantequilla o cañones a… de billetes o camiones. Del monetarismo al estructuralismo (¿les suena?). ¡Keynes, vuelve, te han perdonado!

Tantos años "proscripto" y ahora de nuevo en las librerías. Best seller. Como Marx. ¿Quién los hubiera dicho? El regreso de los "apestados". ¿Volverán a estudiarlos en Columbia, Harvard, o el London School of Economics? Y si no, al tiempo…

¿Qué diferencia hay entre la propuesta de Keynes de cavar pozos y rellenarlos después, para dar trabajo (demanda agregada) y el lanzamiento de dinero desde un helicóptero (Bernanke) para restablecer la estabilidad de los mercados (oferta agregada)?

Por más que haya esperanzas en que esa situación se invierta, en que las medidas puestas en marcha por gobiernos e instituciones consigan detener ese deterioro, lo cierto es que nada apunta a que tal sea el objetivo prioritario. Incluso cuando actualmente se salude a Keynes y al "New Deal", en tanto ejemplo de políticas estatales que consiguieron sacar de la depresión a grandes estados, se hace con otro sentido. Aquel Keynes es distinto del presente: el modelo keynesiano se centraba en la economía real y era redistributivo a largo plazo. Lo que estamos viendo es un modelo de defensa de los intereses financieros. Este intervencionismo sólo pretende rescatar los márgenes de negocio de las entidades financieras.

Tal vez, Bernanke, Paulson y otros "cómplices" de Wall Street (antes Greenspan, no olvidar), no quieran reconocer (ni que les recuerden) que la impresionante "regadera" monetaria es presagio de una alta inflación que terminará propagándose por la economía norteamericana y mundial. Una forma premeditada y alevosa de licuar las deudas (pasivos) de las instituciones financieras, trasladando el impuesto inflacionario a la sociedad estadounidense y mundial (incluso a las siguientes generaciones).

Antes de dejarlos con el "Who is who", para que… ¿renueven la fe?, les hago una pregunta clave: ¿Cómo se puede entender la "naturaleza y causa de la riqueza de las naciones", si se deja a cargo de la regeneración de la economía (y de las finanzas) a los mismos que provocaron la crisis (la mayor desde 1930), si se tolera que continúen aplicando los mismos métodos (y vicios) que la originaron? El zorro cuida a las gallinas… el pirómano cuida el bosque… el monstruo de Amstetten cuida a los niños… y los pájaros le disparan a las escopetas… "Volved a los camarotes, todo está arreglado" (dijo el Capitán del Costa Concordia).

– Las empresas que dominan la economía global (Negocios.com – 16/6/12)

(Por Daniel Marín Arribas)

Un novedoso estudio suizo confirma la hipótesis tan extendida de que unos pocos capitales manejan los mercados mundiales. La mayoría se sustentan en multinacionales financieras.

Los investigadores suizos Stefania Vitali, James B. Glattfelder y Stefano Battiston han confirmado la hipótesis tan extendida y conocida de que unos pocos capitales controlan los mercados mundiales.

Bajo el nombre "The Network of Global Corporate Control" han publicado un riguroso estudio en la revista científica PLoS ONE en el que demuestran que tan sólo 147 empresas controlan el 40% de la economía global.

Otro dato significativo que han alcanzado después de depurar y contrastar la información de más de 30 millones de agentes económicos que operan a nivel transnacional, es decir, en varios continentes de la geografía mundial, es el de que exclusivamente 737 compañías manejan el 80% de toda la red empresarial.

En el estudio también adjuntan una tabla en la que detallan las 50 multinacionales que mayor control y poder ejercen. La mayoría de ellas están relacionadas con el capital financiero, ya pertenezcan al sector del crédito o al sector del seguro.

edu.red

Las conclusiones a las que llegan estos investigadores son principalmente tres. En primer lugar reseñan que la alta interrelación de la economía de la globalización conduce a la elevación del riesgo sistémico y a la propagación de crisis severas en caso de producirse contratiempos locales. Otro de los problemas que indican es la posibilidad de que exista una falta de competencia en el mercado y un riesgo de generación de monopolios que distorsionen el buen funcionamiento de la economía. Asimismo, se deduce que es aventurado el hecho de que se concentre demasiado poder en unas pocas manos y que ello confluya con una falta de deberes fruto de una responsabilidad empresarial limitada.

Esta publicación no ha pasado desapercibida y numerosos medios en el plano internacional se han hecho eco de ella. Su importancia principal no sólo reside en los datos revelados, sino en la novedad de ser pionera en el estudio riguroso y sistemático de las relaciones mercantiles y el poder económico mundial.

Anexo: Lecturas recomendadas (ustedes podrán sacar sus propias conclusiones)

– La trampa de la competitividad de Europa (Project Syndicate – 16/6/11)

(Por Simon Tilford)

Londres.- Una idea errónea de lo que impulsa el crecimiento económico se ha convertido en la amenaza más grave para la recuperación en Europa. Los políticos europeos están obsesionados con la "competitividad" nacional y parecen pensar realmente que la prosperidad es sinónimo de superávits comerciales. Esto explica en gran medida por qué se cita habitualmente a Alemania como ejemplo de una economía sólida y "competitiva".

Sin embargo, el crecimiento económico, incluso en las economías tradicionalmente orientadas a la exportación, se ve impulsado por el aumento de la productividad, no por la capacidad de capturar una parte creciente de los mercados mundiales. Si bien es evidente que las importaciones deben ser financiadas por las exportaciones, el énfasis en la competitividad del comercio está desviando la atención del problema subyacente de Europa: el muy débil crecimiento de la productividad. Y esto es un problema tan serio en las economías con superávits comerciales como en las deficitarias.

La idea de que el crecimiento económico está determinado por una batalla por la cuota de mercado mundial de productos manufacturados es fácil de entender para los políticos y de comunicar a sus electores. Las economías con superávits externos son vistas como "competitivas", independientemente de su productividad o su crecimiento. La balanza comercial se ve como el "resultado final" de un país, como si los países fueran empresas. De hecho, tienen poco en común (la balanza comercial es simplemente la diferencia entre el ahorro interno y la inversión o, en términos más generales, entre el gasto agregado y la producción), pero hablar de Deutschland AG o UK plc es conceptualmente atractivo y seduce con facilidad.

Los gobiernos obsesionados con la competitividad nacional tienen mayores probabilidades de impulsar políticas económicas perjudiciales. Si el crecimiento económico se considera dependiente de la competitividad en términos de costes de las exportaciones, los gobiernos se centrarán en temas que puede que tengan sentido para los exportadores, pero no para sus economías en su conjunto, como las políticas del mercado de trabajo destinadas a mantener artificialmente bajo el crecimiento de los salarios, que redistribuyen los ingresos del trabajo al capital y agravan la desigualdad.

De hecho, la disminución a largo plazo de la proporción del ingreso nacional correspondiente a sueldos y salarios en los últimos 10 años en casi todas las economías de la UE es un gran obstáculo para una recuperación del consumo privado. Y la otra cara de la disminución de los salarios y sueldos -un fuerte aumento en la proporción del ingreso nacional correspondiente a las ganancias de las empresas- no ha dado lugar a un auge de la inversión.

Esto no debería ser una sorpresa. Una empresa individual puede recortar los salarios sin poner en peligro la demanda de cualquier bien o servicio que produzca. Pero si todas las empresas reducen los salarios al mismo tiempo, la debilidad resultante de la demanda global socavará los incentivos de las empresas para invertir, lo que su vez deprime el crecimiento de la productividad.

En pocas palabras, reducir la proporción del ingreso nacional correspondiente a los salarios, aceptar un aumento importante de la desigualdad y estimular el aumento de la proporción del ingreso nacional correspondiente a las ganancias corporativas no es manera de lograr un crecimiento económico sostenible. Pero eso es precisamente lo que sucede cuando los gobiernos creen que la salvación económica radica en ganar una participación creciente de los mercados de exportación.

No es así. Existe una correlación muy fuerte entre elevar la productividad del trabajo y el crecimiento económico, que vale para los países con superávits comerciales, así como para aquellos con déficit. Por ello, lo que determinará en gran medida las perspectivas económicas de la Unión Europea será el crecimiento de la productividad, no el tamaño de su superávit comercial.

Desafortunadamente, el crecimiento de la productividad está disminuyendo en toda Europa, desde alrededor de 3,5% anual en la década de 1970 a apenas el 1% en la década de 2000. Y ha sido casi tan débil en el núcleo de la eurozona como en su atribulada periferia.

Los gobiernos en toda la UE deberían centrarse en incrementar la productividad no sólo en los sectores más expuestos a nivel internacional, como la manufactura, sino también en sectores menos transables, como los servicios, que ahora representan alrededor de dos tercios de la actividad económica. Sin mayores aumentos de la productividad allí, el crecimiento económico resultará difícil de alcanzar.

Sin embargo, el logro de mejoras supone el diagnóstico de por qué el rendimiento de la productividad de Europa, con unas pocas excepciones notables, ha sido tan malo. Existen dos problemas centrales. El primero son los niveles insuficientes de cualificación, agravados por la complacencia. Algunos países -Escandinavia y los Países Bajos, por ejemplo-muestran buenos resultados en este ámbito. Pero el panorama en otros lugares es fragmentario. Alemania tiene una buena formación vocacional, Gran Bretaña posee una buena cantidad de las mejores universidades, y Francia una buena educación técnica. Otros países, especialmente en el sur, muestran un mal desempeño en la mayoría de las áreas.

El segundo problema es una competencia inadecuada. En muchos sectores, los actuales titulares de un empleo están protegidos. Esto se justifica en términos de mantener la "justicia social" o defender a "campeones de la nación", pero no hace más que impulsar la búsqueda de rentas: la capacidad de determinados grupos de la sociedad de extraer beneficios desproporcionados por su trabajo. En los países en que esta tendencia es más fuerte, los niveles de productividad son más débiles.

Si bien las perspectivas económicas de crecimiento de Europa pueden ser malas, esto tiene poco que ver con lo que está sucediendo en otros lugares. Los líderes europeos se encontrarán con que mejorar la educación y la formación -y abrir mercados hasta ahora protegidos- es una tarea larga y ardua. Pero, a diferencia de la obsesión por la "competitividad", este tipo de reformas llevarían a Europa a la senda del crecimiento sostenible.

(Simon Tilford es economista en jefe del Centro para la Reforma Europea. Copyright: Project Syndicate, 2011)

– "Decir que el mundo es plano es exagerar" (El País – 3/7/11)

(Por Manuel Ángel Méndez)

Ghemawat, de 51 años, profesor durante más de dos décadas en la Harvard Business School y hoy en el IESE, ha intentado desde entonces desmontar una tesis devenida casi en falacia. "Si analizas los datos, es muy, muy difícil afirmar que las fronteras no importan, que la economía está globalizada". En su último libro, World 3.0, hace precisamente eso, volcar un mar de estadísticas en 15 capítulos para argumentar que el mundo en realidad está semiglobalizado. Un aperitivo: las exportaciones suponen apenas un 20% del PIB mundial; solo un 5% de la producción global de arroz se vende internacionalmente; menos de un 20% del tráfico de datos en Internet es entre países.

Pregunta. Nos hemos pasado los últimos seis años creyendo que el mundo es plano y ahora resulta que no es verdad. ¿Cómo es posible?

Respuesta. Fuera del mundo académico se tiende a exagerar. Primero, por una ausencia de datos. Mucha gente ha aprendido qué es la globalización leyendo a Tom Friedman y a otros autores que apenas utilizan cifras para demostrar sus teorías. Y segundo, por la propia psicología del ser humano. Si estás convencido de que tu trabajo se irá a China, no te importa lo que digan los datos. Se dice que el nivel de globalización es del 80% o el 100%. En realidad, está entre un 10% y un 20%.

P. Su argumento es que estamos en un mundo semiglobalizado. ¿Por qué?

R. Decir que el mundo es plano es exagerar, es lo típico que alguien suelta en una fiesta para hacerse el moderno. Las diferencias entre países son todavía muy persistentes y tendemos a simplificarlas. Por ejemplo, muchos directivos que quieren irse a China se olvidan de que la renta per cápita allí es una décima parte de la española. La distancia geográfica es más importante de lo que parece: algunas empresas textiles fabrican ahora en Marruecos y no en China para estar más cerca de Europa. Los aspectos culturales y administrativos son también grandes obstáculos.

P. Pero algunos mercados, como el financiero, están más globalizados. La última crisis es una prueba, ¿no?

R. Sí, están más globalizados que el resto, pero si miramos al capital riesgo o a los depósitos en bancos extranjeros, estamos hablando de entre un 20% y un 30% de globalización, en lugar de globalización completa. Que la última crisis financiera haya sido global no cambia nada. Los shocks financieros llevan siendo globales durante los últimos 200 años. El miedo siempre vuela entre fronteras más rápido que ninguna otra cosa.

P. Argumenta también que el sector de la información, de Internet, tampoco está plenamente globalizado.

R. Google, el negocio prototípico de empresa global, tiene problemas en Rusia, China, Brasil e India. En Rusia, Yandex, su competidor, acaba de salir a Bolsa y tiene un 60% del mercado. Su algoritmo funciona mejor para búsquedas en ruso y la Administración local desconfía de Google. eBay, Yahoo o Amazon tienen problemas similares de internacionalización. ¿Cómo puede decir alguien que la web hace las cosas instantáneamente globales?

P. ¿Cree que avanzar en la globalización es una salida para los problemas económicos actuales?

R. Para salir del desastre económico en el que estamos metidos se suelen postular tres opciones: mayor regulación, mayor libertad para las empresas y mayor integración. No creo que las dos primeras sean la solución. La opción con más ventajas es aumentar la integración internacional, tanto en comercio como en población. En 2050, Europa tendrá una estructura demográfica insostenible y la inmigración es la respuesta a ese problema.

P. ¿Qué medidas echa de menos para conseguir mayor integración?

R. Hay una urgencia inmediata: controlar el problema del paro. Si las economías occidentales no son capaces de frenar el desempleo, no veremos mucho progreso. Y luego hay un requisito más a largo plazo que tiene que ver con la educación. Mucha gente todavía sospecha de aquellos que no son como ellos. La educación puede hacer el mundo más seguro para la globalización logrando que la gente desconfíe menos de los demás.

– El imperativo manufacturero (Project Syndicate – 10/8/11)

(Por Dani Rodrik)

Cambridge.- Puede que vivamos en una era post-industrial, en el que las tecnologías de la información, la biotecnología y servicios de alto valor se han convertido en motores del crecimiento económico, pero los países ignoran la solidez de su sector manufacturero por su cuenta y riesgo.

Los servicios de alta tecnología requieren conocimientos especializados y crean pocos puestos de trabajo, por lo que su contribución al empleo total es necesariamente limitada. El sector manufacturero, por otro lado, puede absorber gran cantidad de trabajadores con una especialización moderada, dándoles puestos de trabajo estables y buenos beneficios. Por tanto, para la mayoría de los países sigue siendo una importante fuente de empleos bien remunerados.

De hecho, el sector manufacturero es también donde las clases medias del mundo, toman forma y se desarrollan. Sin una base manufacturera vibrante, las sociedades tienden a dividirse entre ricos y pobres: quienes tienen acceso a puestos de trabajo estables, y bien remunerados, y aquellos cuyos empleos son menos seguros y viven existencias más precarias. En última instancia, la manufactura puede ser fundamental para el vigor de la democracia de una nación.

Estados Unidos ha experimentado un constante proceso de desindustrialización en las últimas décadas, en parte debido a la competencia global y en parte debido a los cambios tecnológicos. Desde 1990, la proporción del sector manufacturero en términos de empleo se ha reducido en casi cinco puntos porcentuales. Esto no habría sido necesariamente una mala cosa si la productividad (y las remuneraciones) de la mano de obra no fueran sustancialmente más altas en la industria manufacturera que en el resto de la economía, un 75% más, de hecho.

Las industrias de servicios que han absorbido la mano de obra despedida por el sector manufacturero son un grupo heterogéneo. En el extremo superior, las finanzas, los seguros y los servicios empresariales, en su conjunto, tienen niveles de productividad similares a los de la manufactura. Han creado algunos nuevos puestos de trabajo, pero no muchos, y eso antes de que estallara la crisis financiera en 2008.

La mayor parte del nuevo empleo se expresa en "servicios personales y sociales", que es donde se encuentran los empleos menos productivos de la economía. Esta migración de puestos de trabajo hacia abajo en la escala ha hecho bajar 0,3 puntos porcentuales al crecimiento de la productividad de EEUU cada año desde 1990, más o menos una sexta parte del aumento real durante este período. La creciente proporción de mano de obra de baja productividad también ha contribuido al aumento de la desigualdad en la sociedad estadounidense.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente