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La “deslocalización inversa” (la des-deslocalización: a verlas venir) (página 6)

Enviado por Ricardo Lomoro


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La fábrica más famosa de Foxconn está situada en Shenzhen, al lado de Guanzhou (Cantón) y a muy poco kilómetros de Hong Kong, la salida natural de los productos chinos al mundo. Esta fábrica, que más bien es como una ciudad entera, tiene 470.000 empleados que producen todos los componentes de Apple, pero que también trabaja para Dell y para Sony. La combinación de una baja remuneración junto con la fuerte presión productiva de la empresa a sus trabajadores, provocó al menos 18 muertes por suicidio, la mayoría lanzándose al vacío de pisos superiores. Los trabajadores chinos de Foxconn, filial del grupo taiwanés Hon Hai Precision Industry, viven al lado de la propia fábrica.

En el primer reportaje concedido por la empresa taiwanesa en la revista BusinessWeek, para mejorar su imagen internacional, su presidente Terry Gou, taiwanés de nacionalidad pero de origen chino, cuyo padre luchó en la guerra civil china y tuvo que irse a Taiwan, dejó entrar a los periodistas en la fábrica de Foxconn y aceptó una entrevista. Después del quinto suicidio, tal y como reconoce el presidente del grupo chino, se empezaron tomar medidas, algunas de ellas bastante estúpidas como instalar redes en todos los edificios y fábricas de Foxconn para evitar que más empleados se lanzaran por la ventana. Otras medidas fueron más efectivas y finalmente mejoraron algo las condiciones laborales de sus empleados. Se aumentaron los sueldos en la fábrica de Shenzhen un 30% hasta 1.200 renminbies, el equivalente a unos $176 al mes a mediados de 2010 y una promesa de más aumentos hacia finales del año.

Esta subida salarial de la fábrica de Foxconn en Shenzhen provocó el aumento de sueldos en toda china, al ser esta fábrica, la más conocida e importante del gigante asiático. Esta oleada de subidas salariales en toda China se le conoce como el "efecto Foxconn".

Foxconn tenía el año 2010, 920.000 empleados en China y más de 1 millón contando algunas fábricas en México, Rusia o Europa del este y creo que en Irlanda. Actualmente ya paga 1,2 millones de nóminas.

Foxconn decidió entonces crear más fabricas en el interior de China, que aunque no tan bien situadas como la de Shenzhen, evitaban la enorme emigración china del zonas del interior a las zonas costeras, donde están la mayoría de fábricas que exportan al resto del mundo.

Foxconn es el mayor exportador chino, y su presidente y fundador, el taiwanés Terry Gou (se pronuncia "Gwo") es el hombre más rico de Taiwán ($ 5.900 millones según Forbes), básicamente por la propiedad del 12% de las acciones en su empresa que cotiza en la bolsa de Taipei.

Según Chang Tien-wen, autor del libro en 2005 "The Tiger and The Fox: Terry Gou's Global Competitive Strategy", Steve Jobs no hubiera tenido tanto éxito de no ser por Terry Gou y su implementación de fabricación a gran escala de productos con costes mínimos. No sé si Chang exagera, lo que sí es seguro que los enormes beneficios de Apple no existirían de no haber conseguido fabricar los mejores productos tecnológicos del mundo, de forma tan flexible y con unos costes tan bajos.

Foxconn abrió fábrica este mes de agosto en Zhengzhou con ya unos 100.000 trabajadores, el alcalde de la ciudad china ha prometido ayudar a Foxconn a conseguir otros 100.000 trabajadores para aumentar la plantilla del fabricante de Apple en China. Zhengzhou está situado en la llamada Zona Central y situada entre Shanghái y Pekín.

Según el visionario teniente de alcalde de Zhengzhou, Xue Yunwei, "En los últimos 30 años, China ha creado un milagro económico atrayendo inversiones millonarias en las ciudades y regiones de la costa marítima". Xue dijo que "la historia para las próximas décadas serian las historias en la China interior".

"Según Xue, los costes salariales en una ciudad con la enorme población de Zhengzhou (Henan), son dos terceras partes de los costes de las ciudades costeras. Además y según Xue, "no puedes encontrar a trabajadores en Shanghái que empiecen en un trabajo, ofreciéndoles 1.500 yuan (237 dólares) de salario mensual, pero aquí si podemos". Fijaos en el aumento del salario en apenas 12 meses, de 176 dólares al mes para un trabajador con experiencia en Shenzhen a un nuevo empleado en Shanghái por no menos de 237 dólares"… China: Foxconn y la segunda revolución productiva (Parte II) (El Confidencial – 9/1/12)

Estas bajísimas cifras salariales y la fuerte presión en las condiciones laborales explican en gran parte como China ha conseguido ser hoy la gran fábrica del mundo.

La economía de Zhengzhou crecerá este año un 13%, que quizás en 2012 ya será el doble del crecimiento chino. La fábrica de Foxconn ha dado el impulso definitivo a esta ciudad. La suma de importaciones y exportaciones en 2011 serán de unos $ 5.000 millones de dólares, el triple de la de 2010.

Con una población de 8 millones, tamaño normal en las grandes ciudades chinas, Zhenghou ha recibido un 43% más de inversión extranjera en los 11 primeros meses de este año.

Para conseguir trabajadores para Foxconn y para una enorme fábrica de Nissan, en la ciudad están intentando que parte de los 21 millones de habitantes de la región de Henan que han emigrado a las zonas costeras vuelvan. Además ha promovido que estudiantes de las 40 universidades y 100 escuelas técnicas de la zona hagan sus prácticas en estas fábricas.

Estos movimientos de recolocación al interior no son solo exclusivos de Zhengzhou. Por ejemplo, Intel anunció en febrero de 2009 que cerraría su fábrica de montaje y pruebas en Shanghái y pasaría el trabajo a la ciudad de Chengdu, capital de la provincia de Sichuan. En septiembre de este año, el consejero delegado de la norteamericana Ford, Alan Mulally, inauguró la construcción de una planta de motores de transmisión en el municipio de Chongqing, en el mismo corazón de la China interior.

Se rumoreó también que Dell podría trasladar su fábrica de la ciudad costera de Xiamen hacia la región oeste o central de China, después del fuerte aumento de costes laborales, tal y como aseguraba el Oriental Morning Post el pasado verano.

También Foxconn podría estar planeando trasladar su principal línea de fabricación de Shenzhen a Langfang en la provincia del norte china de Hebei, para reducir costes.

El salario anual de los trabajadores de las empresas de manufacturas en la provincia costera de Guangdong promedia unos 21.644 yuanes el año pasado, en comparación con los 16.391 yuanes en Hunan y 15.495 yuanes en Henan, según datos del gobierno.

Según el Shanghai Statistical Year Book los salarios medios en la ciudad de Shanghái han aumentado un 11,8% anual durante los diez años entre 1998 y 2007.

edu.red

Según proclamaba Xie en un acto en Pekín, "de tres a cinco años atrás ninguna empresa quería instalarse en nuestra ciudad, pero actualmente todo tipo de empresas nacionales y extranjeras nos visitan cada semana."

Y os adjunto aquí un informe muy descriptivo de la realidad económica china para todo aquel que haga negocios allí o importe productos o quiera establecerse. Es un informe con las 30 ciudades chinas con mayor tamaño de mercado de consumo, según un conjunto de variables. Según la HKTDC son las siguientes: Shanghái, Beijing, Guangzhou, Shenzhen, Tianjin, Wuhan, Nanjing, Chengdu, Hangzhou, Suzhou, Shenyang, Qingdao, Wuxi, Jinan, Changsha, Ningbo, Dalian, Zhengzhou, Foshan, Chongqing, Dongguan, Changzhou, Zibo, Jinhua, Shaoxing, Jiaxing, Zhongshan, Xiamen, Zhenjiang y Zhuhai.

Estas ciudades y áreas metropolitanas tienen el mayor tamaño de población y consumo, el mayor consumo energético, las que alcanzan mayores zonas de influencia con las ciudades vecinas.

Como podéis ver, Shanghái supera levemente a Pekín en términos económicos. Como es previsible, las dos ciudades más potentes de China tras Shanghái y Pekín son Cantón y Shenzhen, las dos ciudades limítrofes con Hong Kong (que no aparece en el informe) y que en su día fueron el experimento del gobierno comunista chino para iniciarse en el capitalismo.

La quinta sexta y séptima ciudad más potentes económicamente son Tianjin, con 9 millones de habitantes, 13 si se suma el área metropolitana, que es la salida al mar de Pekín, Wuhan, de casi 10 millones de habitantes más otros 7 millones en el área metropolitana, y Nanjing o Nanking, la que fue la capital de la Dinastía Ming, y que se estima que fue la ciudad más poblada del mundo en el año 1400 con unos 487.000 de habitantes.

Zhengzhou, la ciudad de la nueva fábrica del fabricante de Apple es apenas la número 18 del ranking de ciudades chinas. El potencial manufacturero de China es prácticamente ilimitado.

"Si se le pregunta a Siri, el sistema de reconocimiento de voz de Apple, por su procedencia, la respuesta surge sin complejos: "Fui diseñado por Apple California". Sin embargo, ante la cuestión "¿dónde fuiste manufacturado?", Siri responde con un escueto "no estoy autorizado a responder". Pruébelo si dispone de un iPhone 4S"… Su iPhone fue fabricado por niños de 13 años trabajando en jornadas de 16 horas (El Confidencial – 22/1/12)

Que la práctica totalidad de la tecnología que consumimos procede de fábricas asiáticas en las que se trabaja a destajo no es una novedad. Cualquiera sabe que, para alcanzar los precios actuales sin reducir el margen de beneficio, la única solución es pagar menos por un rendimiento mayor. Sin embargo, el hermetismo de gobiernos como el de China impide conocer con exactitud en qué condiciones laborales se fabrican productos tan populares como el iPhone, el iPad o el gadget "cool" de turno.

Los periodistas Mike Daisey y Nicholas Kristof, de The New York Times, han pasado unas semanas investigando alrededor de estas fábricas para finalmente conseguir uno de los pocos reportajes en los que se ponen cifras, caras y lugares a una verdad más que incómoda para Occidente.

Ambos se desplazaron la ciudad de Shenzen, en la provincia de Guandong, al sur de China, para observar 'in situ' las fábricas que emplea Apple para sus productos. Se hicieron pasar por potenciales compradores para acceder a zonas absolutamente restringidas para cualquier persona. Lo que descubrieron, si bien entraba dentro de lo imaginable, les dejó impávidos: mastodónticas naves industriales llenas de menores, algunos de ellos por debajo de los 13 años, que se turnan en jornadas de 16 horas.

A ellos les corresponde la labor más peligrosa: pulir las pantallas de los terminales. Sin derecho a un café, a mirar el Facebook o a salir a fumar un cigarrillo. Solo en la fábrica local de Shenzen se da empleo a 430.000 personas (403.004 si se cuenta a los guardias armados que vigilan las puertas). "La mayoría de ellos no solo no tiene iPhone, sino que nunca han visto uno de cerca. Es imposible ganando 70 céntimos de dólar a la hora. Una vez saqué el mío y la mayoría creyó que se trataba de algo mágico… ¡y eso que los teléfonos salen terminados de la fábrica!", explica Daisey.

Daisey y Kristof consideran que en torno al 10% de los trabajadores que conocieron durante su estancia en China estaba por debajo de la edad mínima para trabajar. "Hay inspecciones de trabajo, claro, pero en Foxconn siempre saben cuando esto van a suceder. Y en ese momento esconden a los trabajadores con más aspecto juvenil y los reemplazan con los demás", afirma Kristof.

Sindicatos y neurotoxinas

En China está prohibido cualquier sindicato no estatal. De este modo, nadie defiende los derechos de los trabajadores, ni siquiera cuando se ven obligados a lidiar con elementos tan peligrosos como el hexano. Empleado para limpiar las piezas, su uso se ha extendido en los últimos años por evaporarse más rápido que cualquier otro limpiador industrial, lo que permite que la cadena de producción funcione con mayor premura. Sin embargo, el hexano es un potente neurotóxico que provoca fallos en el aparato psicomotor a medio plazo. Recientemente 62 ex trabajadores denunciaron a Foxconn tras ser envenenados por el químico, y hoy muchos de ellos luchan por no quedarse paralíticos.

De hecho en estas fábricas todo gira en torno a la cadena de producción. Se obliga a los empleados a trabajar de pie, son vigilados de cerca por un sistema de videovigilancia y, desde luego, se elimina a cualquier componente que retrase el proceso. "Nunca se rota a los trabajadores. Se les hiperespecializa y realizan esa función durante todo el tiempo que su cuerpo aguante. Los que tienen labores más mecánicas, como la inserción de piezas o la limpieza, acaban experimentando una versión salvaje del síndrome del túnel carpiano. La mayoría trabajan con dolores hasta que les es físicamente imposible aguantar, momento en el que son despedidos", lamenta el periodista del The New York Times.

Para perder el mínimo de tiempo en los desplazamientos, los trabajadores suelen dormir en cubículos de cemento de 12 x 12 metros en los que se apilan más de 15 camas. Se trata de que, después de las horas extra, los empleados utilicen sus últimas gotas de energía para caminar unos metros y desplomarse sobre el catre. "Nadie, nunca, paga las horas extra. Entran en el sueldo. De hecho si un trabajador se pone muy terco en cobrarlas es despedido e incluido en una lista negra de alborotadores. Todos conocen a alguien que ha sido inscrito en ella y que no ha vuelto a trabajar en la ciudad", relatan los periodistas.

La tecnología en el primer mundo es cada día más barata al tiempo que las condiciones se tornan más inhumanas en las factorías asiáticas. La situación es tan insoportable que muchos trabajadores ven como única solución el suicidio. Pero para esto Siri sigue sin tener respuesta para esto.

– En China, los costes humanos están incorporados en un iPad (El País – 29/1/12)

Las fábricas chinas que trabajan para Apple imponen condiciones cercanas a la esclavitud

(Por Charles Duhigg y David Barboza (NYT) Nueva York) Lectura recomendada

El pasado mayo, la explosión despedazó el Edificio A5 una noche de viernes, una erupción de fuego y ruido que retorció las tuberías de metal como si fuesen pajitas desechadas.

Cuando los empleados de la cafetería salieron a toda prisa al exterior, vieron humo negro que emanaba de las ventanas hechas añicos. Provenía de la zona en la que los obreros pulían a diario miles de carcasas de iPad.

Dos personas murieron en el acto y más de una docena resultaron heridas. Mientras estas últimas eran conducidas apresuradamente a las ambulancias, una en particular llamaba la atención. Sus rasgos habían quedado desfigurados por la explosión, borrados por el calor y la violencia hasta que una esterilla roja y negra sustituyó su boca y su nariz.

"¿Es usted el padre de Lai Xiaodong?", preguntó alguien cuando sonó el teléfono en el que había sido el hogar de Lai desde la infancia. Seis meses antes, el joven de 22 años se había trasladado a Chengdu, en el sudoeste de China, para convertirse en uno de los millones de engranajes humanos que abastecen el sistema de fabricación más grande, rápido y sofisticado de la Tierra. Ese sistema ha hecho posible que Apple y centenares de empresas más fabriquen dispositivos casi con tanta rapidez como podemos soñarlos.

"Está en apuros", dijo el interlocutor al padre de Lai. "Vaya al hospital en cuanto pueda".

En la última década, Apple se ha convertido en una de las empresas más poderosas, ricas y prósperas del planeta, en parte gracias a su dominio de la fabricación internacional. Apple y sus homólogas en el campo de la alta tecnología – así como docenas de sectores estadounidenses más – han alcanzado un ritmo de innovación que prácticamente no tiene parangón en la historia moderna.

No obstante, el personal que monta los iPhone, los iPad y otros aparatos a menudo trabaja en condiciones muy duras, según los empleados de esas plantas, defensores del trabajador y documentos publicados por las propias empresas. Los problemas van desde unos entornos laborales insoportables hasta problemas de seguridad graves y en ocasiones mortales.

Los empleados hacen demasiadas horas extra, a veces siete días a la semana, y viven en residencias abarrotadas. Algunos aseguran que permanecen tanto tiempo de pie que se les hinchan las piernas y apenas pueden caminar. Trabajadores menores de edad han ayudado a fabricar productos de Apple, y los proveedores de la empresa se han deshecho indebidamente de residuos peligrosos y archivos falsificados, según informes de grupos activistas que, dentro de China, son considerados observadores fiables e independientes.

De acuerdo con estos grupos, lo más inquietante es que algunos proveedores hacen caso omiso de la salud de los trabajadores. Hace dos años, 137 empleados de un proveedor de Apple en el este de China resultaron heridos después de que les ordenaran utilizar un producto químico venenoso para limpiar las pantallas de los iPhone. El año pasado, en cuestión de siete meses, dos explosiones que se produjeron en fábricas de iPad, incluida la de Chengdu, acabaron con la vida de cuatro personas e hirieron a 77. Antes de las explosiones, Apple había sido alertada de las peligrosas condiciones que imperaban dentro de la fábrica de Chengdu, según un grupo chino que publicó esa advertencia.

"Si Apple recibió el aviso y no actuó, es reprensible", afirma Nicholas Ashford, ex presidente del Comité Asesor Nacional sobre Seguridad y Salud Laboral, un grupo que asesora al Departamento de Trabajo de Estados Unidos. "Pero lo que resulta moralmente repugnante en un país son prácticas empresariales aceptadas en otro, y las empresas se aprovechan de eso", añade.

Apple no es la única empresa de productos electrónicos que hace negocio dentro de un sistema de suministro problemático. Se han documentado pésimas condiciones laborales en fábricas que suministran productos a Dell, Hewlett-Packard, I.B.M., Lenovo, Motorola, Nokia, Sony, Toshiba y otros.

Es más, directivos antiguos y actuales de Apple aseguran que, en los últimos años, la empresa ha hecho grandes progresos en la mejora de las fábricas. Apple cuenta con un código de conducta para los proveedores que detalla criterios sobre cuestiones laborales, medidas de seguridad y otros aspectos. La empresa ha organizado una enérgica campaña de auditorías, y cuando se descubren abusos, se exigen correcciones, según Apple.

Y los informes anuales de responsabilidad de los proveedores que Apple confecciona son en muchos casos los primeros en notificar abusos. Este mes, por primera vez, la compañía hizo pública una lista que identifica a muchos de sus suministradores.

Pero persisten algunos problemas importantes. Más de la mitad de los proveedores auditados por Apple han incumplido al menos un aspecto del código de conducta cada año desde 2007, según los informes de la empresa, y en algunos casos han infringido la ley. Aunque muchas infracciones guardan relación con las condiciones de trabajo y no con peligros para la seguridad, continúan detectándose patrones preocupantes.

"A Apple nunca le ha preocupado otra cosa que aumentar la calidad de los productos y reducir los costes de fabricación", afirma Li Mingqi, que hasta abril trabajaba en la directiva de Foxconn Technology, uno de los socios de fabricación más importantes de Apple. Li, que denunciará a Foxconn por su despido, ayudaba a dirigir la fábrica de Chengdu en la que se produjo la explosión. "El bienestar de los trabajadores no tiene nada que ver con sus intereses", afirma.

Algunos ex directivos de Apple señalan que existe una tensión no resuelta dentro de la empresa: los altos cargos quieren mejorar las condiciones dentro de las fábricas, pero esa dedicación flaquea cuando entra en conflicto con las relaciones con proveedores cruciales o con la entrega rápida de nuevos productos. El martes, Apple anunciaba uno de los trimestres más lucrativos de cualquier empresa a lo largo de la historia, con unos beneficios de 13.060 millones de dólares en ventas. Dichas ventas podrían haber sido incluso mayores, comentan los directivos, si las fábricas del extranjero hubiesen tenido capacidad para producir más.

Los directivos de otras empresas hablan de presiones internas similares. Este sistema tal vez no sea bueno, aducen, pero una revisión radical ralentizaría la innovación. Los clientes quieren que les ofrezcan productos electrónicos increíbles cada año.

"Hemos tenido constancia de abusos laborales en algunas fábricas durante cuatro años, y continúan", comenta un ex directivo de Apple, quien, al igual que otros, ha hecho declaraciones con la condición de permanecer en el anonimato debido a acuerdos de confidencialidad. "¿Por qué? Porque el sistema no funciona. Los proveedores lo cambiarían todo mañana si Apple les dijera que no tienen otra opción", agrega. "Si la mitad de los iPhone funcionaran mal, ¿cree que Apple permitiría que eso se prolongara durante cuatro años?".

En los informes que ha publicado, Apple afirma que exige que todos los incumplimientos laborales descubiertos sean remediados, y los proveedores que se nieguen son despedidos. Sin embargo, en privado, algunos ex directivos reconocen que encontrar nuevos proveedores cuesta tiempo y dinero. Foxconn es uno de los pocos fabricantes del mundo con envergadura para fabricar cantidades suficientes de iPhone e iPad. Así que Apple "no va a dejar Foxconn ni se va a ir de China", asegura Heather White, investigadora de Harvard y ex miembro del comité de Control de Normativa Laboral Internacional en la Academia Nacional de las Ciencias. "Hay mucha racionalización", agrega.

Apple ha recibido amplios resúmenes de este artículo, pero la empresa se ha negado a realizar comentarios. El informe se basa en entrevistas con más de 35 empleados y contratistas actuales o pasados, entre ellos media docena de directivos con un conocimiento de primera mano sobre el grupo de responsabilidad de proveedores de Apple, así como otros dentro del sector tecnológico.

En 2010, Steven P. Jobs habló de las relaciones de la empresa con sus proveedores en un congreso del sector. "Yo creo que Apple realiza uno de los mejores trabajos entre las empresas de nuestro ámbito, y quizá de cualquier otro, a la hora de comprender las condiciones laborales de nuestra cadena de suministros", decía Jobs, que en aquel momento era consejero delegado de Apple y que falleció el pasado octubre. "Es decir, vas a una fábrica, pero, Dios mío, tienen restaurantes, cines, hospitales y piscinas. Para tratarse de una fábrica, es bastante bonita", añadía.

Otros, entre ellos los trabajadores de dichas fábricas, agradecen las cafeterías y las instalaciones médicas, pero insisten en que las condiciones son duras.

"Estamos poniendo todo nuestro empeño en mejorar las cosas", comenta un ex directivo de Apple. "Pero la mayoría de la gente seguiría sintiéndose verdaderamente molesta si viera de dónde proviene su iPhone", remacha.

El camino hacia Chengdu

En otoño de 2010, unos seis meses antes de la explosión en la fábrica de iPad, Lai Xiaodong envolvía cuidadosamente su diploma universitario con ropa para que no se arrugara en la maleta. Les dijo a sus amigos que ya no asistiría a las partidas de póker semanales y se despidió de sus profesores. Se marchaba a Chengdu, una ciudad de 12 millones de habitantes que estaba convirtiéndose rápidamente en uno de los centros de fabricación más importantes del mundo.

Aunque Lai es extremadamente tímido, había sorprendido a todo el mundo convenciendo a una hermosa estudiante de enfermería para que fuese su novia. Ella quería casarse y el objetivo de Lai era ganar suficiente dinero para comprar un piso.

Las fábricas de Chengdu suministran productos a cientos de empresas. Pero Lai tenía en mente a Foxconn Technology, el exportador más importante de China, que además cuenta con una de las plantillas más grandes de la nación, con 1,2 millones de trabajadores. La empresa tiene fábricas en todo el país, y monta aproximadamente un 40% de los productos electrónicos de consumo del mundo, con clientes como Amazon, Dell, Hewlett-Packard, Nintendo, Nokia y Samsung.

Lai sabía que la fábrica de Foxconn en Chengdu era especial. En su interior, los trabajadores fabricaban el último y posiblemente más importante producto de Apple: el iPad.

Cuando Lai consiguió finalmente un empleo reparando máquinas en la fábrica, una de las primeras cosas que advirtió fueron las luces casi cegadoras. Los turnos diarios duraban 24 horas, y la fábrica siempre estaba iluminada. En cualquier momento dado había miles de trabajadores en las cadenas de montaje o sentados en sillas sin respaldo, agazapados junto a grandes máquinas o corriendo de una plataforma de descarga a otra. A algunos trabajadores se les hinchaban tanto las piernas que andaban como un pato. "Es duro estar de pie todo el día", afirma Zhao Sheng, un trabajador de la fábrica.

Unas pancartas colgadas en las paredes advertían a los 120.000 empleados: "Trabaja duro en tu puesto hoy o trabaja duro mañana para encontrar otro". El código de conducta para proveedores de Apple dicta que, salvo en circunstancias inusuales, los empleados supuestamente no han de trabajar más de 60 horas a la semana. Pero en Foxconn, algunos trabajaban más, según entrevistas, nóminas y estudios realizados por grupos externos. Si nos ceñimos a su sueldo, al cabo de poco tiempo Lai estaba pasando12 horas al día, seis días a la semana, dentro de la fábrica. A veces se exigía a los empleados que llegaban tarde que redactaran cartas de confesión y copiaran citas. Había "cambios continuos" en los que a los trabajadores se les pedía que hicieran dos turnos seguidos, según varias entrevistas.

El título universitario de Lai le permitía percibir un salario de unos 22 dólares diarios, horas extras incluidas, lo cual era más de lo que ganaban muchos otros. Cuando terminaba su jornada, se retiraba a una pequeña habitación en la que apenas cabían un colchón, un armario y una mesa y donde se entretenía obsesivamente con un juego de Internet llamado Fight the Landlord, explica su novia, Luo Xiaohong.

Esos alojamientos eran mejores que muchas de las residencias de Foxconn, donde vivían 70.000 trabajadores de la empresa, y donde se apiñaban hasta 20 personas en un piso de tres habitaciones. El año pasado, una disputa salarial desencadenó un motín en una de las residencias, y los trabajadores empezaron a lanzar botellas, cubos de basura y papeles ardiendo desde las ventanas, según los testigos. Doscientos agentes de policía se enfrentaron a los trabajadores y detuvieron a ocho. Después se retiraron los cubos de basura, y los montones de desperdicios -y los roedores – se convirtieron en un problema. Lai se sentía afortunado de tener una vivienda propia.

En un comunicado, Foxconn desmentía las declaraciones de los trabajadores sobre los turnos continuos, el exceso de horas extras, los alojamientos abarrotados y las causas de la revuelta. La empresa afirmaba que sus actividades se adherían a los códigos de conducta de los clientes, los criterios del sector y las leyes nacionales. "Las condiciones en Foxconn son cualquier cosa menos duras", escribía la empresa. Foxconn dijo también que nunca había sido citada por un cliente o por el Gobierno por contratar a menores de edad, explotar a los trabajadores o por exposición a productos tóxicos.

"Todos los empleados de la cadena de montaje disfrutan de descansos periódicos, incluida una hora para comer", escribía la empresa, y solo un 5% de ellos deben permanecer de pie para desempeñar su labor. Los puestos han sido diseñados de acuerdo con criterios ergonómicos, y los empleados tienen oportunidades para la rotación laboral y los ascensos, aseguraba el comunicado.

"Foxconn tiene un historial de seguridad muy positivo", escribía la empresa, "y hemos progresado mucho en nuestros esfuerzos por liderar el sector en China en ámbitos como las condiciones del lugar de trabajo y el cuidado y el trato a nuestros empleados".

El código de conducta de Apple

En 2005, algunos altos directivos de Apple se dieron cita en su sede de Cupertino, California, para celebrar una reunión especial. Otras empresas habían creado códigos de conducta para supervisar a sus proveedores. Apple decidió que había llegado el momento de seguir su ejemplo. El código que publicó Apple ese año exige "que las condiciones laborales en la cadena de suministro de la empresa sean seguras, que los trabajadores sean tratados con respeto y dignidad y que los procesos de fabricación sean responsables con el medio ambiente".

Pero el año siguiente, el periódico británico The Mail on Sunday visitó en secreto una fábrica de Foxconn en Shenzhen, China, donde se producían iPod, e informó de las largas jornadas de los trabajadores, de las flexiones impuestas como castigo y de los alojamientos abarrotados. Los directivos de Cupertino quedaron asombrados. "Apple está llena de buena gente que no tenía ni idea de que esto estaba sucediendo", decía un ex empleado. "Quisimos que la situación cambiara inmediatamente".

Apple auditó esa fábrica, la primera de esas inspecciones por parte de la empresa, y ordenó mejoras. Los directivos también emprendieron una serie de iniciativas que incluían un informe anual de auditoría, publicado por primera vez en 2007. El año pasado, Apple había inspeccionado 396 instalaciones, entre ellas proveedores directos de la empresa, y también muchos de los suministradores de esos proveedores, uno de los programas más importantes de esa índole dentro del sector de los productos electrónicos

Esas auditorías han descubierto incumplimientos sistemáticos del código de conducta de Apple, según resúmenes publicados por la empresa. En 2007, por ejemplo, la empresa realizó más de 35 auditorías, dos tercios de las cuales indicaban que los empleados suelen trabajar más de 60 horas a la semana. Asimismo, hubo seis "infracciones básicas", el tipo más grave, entre ellas la contratación de niños de 15 años, además de la falsificación de archivos.

Durante los tres años siguientes, Apple llevó a cabo 312 auditorías, y cada año, más o menos la mitad mostraban indicios de un gran número de empleados que trabajaban más de seis días a la semana, además de hacer muchas horas extra. Algunos trabajadores recibían menos del salario mínimo o se les retenía la paga como castigo. Apple encontró 70 infracciones básicas durante ese periodo, incluidos casos de trabajo involuntario, empleados menores de edad, falsificaciones de archivos, eliminación inadecuada de residuos peligrosos y más de 100 trabajadores heridos por exposición a productos químicos tóxicos.

El año pasado, la empresa realizó 229 auditorías. Se advirtieron leves mejoras en algunas categorías, y el número de infracciones básicas detectadas disminuyó. Sin embargo, en 93 instalaciones, al menos la mitad de los trabajadores superaban el límite de 60 horas semanales. Más o menos el mismo número de empleados trabajaban más de seis días a la semana. Hubo incidentes de discriminación, medidas de seguridad inadecuadas, impago de las horas extra requeridas y otras infracciones. Ese año murieron cuatro empleados y 77 resultaron heridos en explosiones en el lugar de trabajo.

"Si los problemas siguen un mismo patrón año tras año, significa que la empresa está ignorando la cuestión en lugar de resolverla", afirma un ex directivo de Apple con un conocimiento de primera mano del grupo de responsabilidad de los proveedores. "Se toleran los incumplimientos siempre que los proveedores prometan esforzarse más la próxima vez. Si nos pusiéramos serios, las infracciones básicas desaparecerían".

Apple dice que cuando una auditoría revela una infracción, la empresa exige a los proveedores que resuelvan el problema en un plazo de 90 días y que realicen cambios para impedir que se repita. "Si un proveedor no está dispuesto a cambiar, finiquitamos nuestra relación", asegura la empresa en su página web.

Sin embargo, la seriedad de esa amenaza no está clara. Apple ha descubierto infracciones en cientos de auditorías, pero se ha prescindido de menos de 15 proveedores por transgresiones desde 2007, según ex directivos de la empresa.

"Una vez que se cierra el acuerdo y Foxconn se convierte en proveedor autorizado de Apple, la empresa ya no presta atención a las condiciones de trabajo ni a nada que sea irrelevante para sus productos", afirma Li, el ex director de Foxconn. Li pasó varios años en las fábricas de Foxconn en Shenzhen y Chengdu y fue despedido en abril tras negarse a ser trasladado a esta última, afirma. La empresa desmiente sus comentarios, y declara que "tanto Foxconn como Apple se toman muy en serio el bienestar" de sus empleados.

Los esfuerzos de Apple han propiciado algunos cambios. Las instalaciones que fueron auditadas de nuevo "mostraron mejoras constantes en el rendimiento y unas condiciones de trabajo más aptas", escribía la empresa en su informe de progreso en la responsabilidad de los proveedores en 2011. Además, el número de fábricas auditadas ha crecido cada año, y algunos directivos afirman que el aumento de esas iniciativas, impiden ver las mejoras que se producen anualmente.

Apple ha formado también a más de un millón de trabajadores en cuanto a sus derechos y los métodos de prevención de lesiones y enfermedades. Hace unos años, después de que unos auditores insistieran en entrevistar a los empleados de rango más bajo de las fábricas, descubrieron que algunos de ellos se habían visto obligados a pagar onerosas "cuotas de contratación", algo que Apple clasifica como mano de obra involuntaria. El año pasado, la empresa obligó a los proveedores a reembolsar más de 6,7 millones de dólares por esas cuotas.

"Apple está a la cabeza de la prevención de la explotación de menores", afirma Dionne Harrison, de Impactt, una empresa a la que Apple paga para evitar y solucionar casos de explotación infantil entre sus proveedores. "Están haciendo todo lo que pueden".

Pero hay otros asesores que no están de acuerdo.

"Llevamos años diciéndole a Apple que hay problemas muy graves y recomendándoles posibles cambios", explica un asesor de BSR, siglas de Business for Social Responsibility (Empresa en favor de la responsabilidad social), una empresa a la que Apple ha recurrido en dos ocasiones para que le aconsejara acerca de cuestiones laborales. "Ellos no quieren prevenir los problemas; lo único que quieren es no pasar vergüenza".

"Podríamos haber salvado vidas"

En 2006, BSR, junto con un equipo del Banco Mundial y otros grupos, emprendió un proyecto para mejorar las condiciones laborales en fábricas de China y otros países en las que se producían teléfonos móviles y otros dispositivos. Los grupos y las empresas prometieron poner a prueba distintas ideas. Foxconn accedió a participar.

Durante cuatro meses, BSR y otro grupo negociaron con Foxconn un programa piloto para crear "líneas telefónicas de atención" a los trabajadores, de forma que los empleados pudieran denunciar condiciones abusivas, pedir orientación psicológica y hablar de problemas relacionados con el lugar de trabajo. Apple no era uno de los participantes del proyecto, pero se le informó al respecto, según el asesor de BSR, que estaba al tanto de los detalles.

Conforme avanzaban las negociaciones, los requisitos de Foxconn para participar no paraban de cambiar. Primero, Foxconn pidió que se dejaran de instalar nuevas líneas de atención y se empezara a evaluar las ya existentes. Luego, Foxconn insistió en que se excluyera la orientación sobre salud mental. Foxconn les pidió a los participantes que firmaran un acuerdo por el cual se negaban a revelar información sobre lo que observaran, y posteriormente reescribió dichos acuerdos en múltiples ocasiones. Al final se llegó a un acuerdo, y se dispuso que el proyecto se iniciara en enero de 2008. Un día antes de empezar, Foxconn exigió más cambios, hasta que quedó claro que el proyecto no iba a salir adelante, según el asesor y un resumen elaborado por BSR en 2008 en el que no se mencionaba a Foxconn.

El año siguiente, un empleado de Foxconn se cayó o saltó de un edificio de apartamentos tras perder un prototipo del iPhone. Durante los dos años siguientes, al menos 18 trabajadores más de Foxconn trataron de suicidarse o se cayeron de edificios de formas que parecen indicar que fueron intentos de suicidio. En 2010, dos años después de que el programa piloto se fuera a pique y tras muchos intentos de suicidio, Foxconn creó una línea de atención exclusiva para cuestiones de salud mental y empezó a ofrecer orientación psicológica gratuita.

"Podríamos haber salvado vidas, y le pedimos a Apple que presionara a Foxconn, pero se negaban a hacerlo", explica el asesor de BSR, que ha pedido que no reveláramos su identidad por los acuerdos de confidencialidad. "Empresas como HP, Intel o Nike están presionando a sus proveedores. Pero Apple prefiere mantenerse a una distancia prudente y Foxconn es su fabricante más importante, así que se niegan a presionarles".

En una declaración por escrito, BSR aseguró que las opiniones del asesor no coincidían con las de la empresa.

"Mis compañeros de BSR y yo vemos a Apple como una empresa que está llevando a cabo un esfuerzo ímprobo por garantizar que las condiciones laborales en su cadena de suministro cumplen las expectativas de la legislación vigente, las normas de la empresa y las expectativas de los consumidores", escribe Aron Cramer, el presidente de BSR. Añade que pedirle a Apple que presionara a Foxconn no habría sido coherente con el objetivo del programa piloto, y que había múltiples razones para no llevar a cabo el programa.

En una declaración, Foxconn asegura que actuó con rapidez y de forma exhaustiva para solucionar la cuestión de los suicidios, y que "los datos han demostrado que dichas medidas han funcionado".

Un cliente exigente

Todos los meses, responsables de empresas de todo el mundo peregrinan a Cupertino o invitan a directivos de Apple a visitar sus fábricas en el extranjero, todos con el mismo objetivo: convertirse en proveedor suyo.

Cuando les llega la noticia de que Apple está interesado en un producto o en un servicio concreto, suele haber pequeñas celebraciones; brindan con whisky y van a un karaoke a cantar.

Luego llegan las peticiones de Apple.

Por lo general, Apple pide a los proveedores que especifiquen cuánto cuesta cada componente, cuántos empleados se necesitan y la cuantía de sus salarios. Los directivos quieren conocer hasta el más mínimo detalle financiero. Acto seguido, Apple calcula cuánto va a pagar por un componente. A la mayoría de los proveedores se les deja un margen ínfimo.

Por eso muchas veces los proveedores intentan recortar de donde pueden, sustituir productos químicos caros por otras opciones más baratas o presionar a sus empleados para que trabajen a más velocidad y más horas, según gente que trabaja en dichas empresas.

"La única forma de ganar dinero trabajando para Apple es encontrar la manera de hacer las cosas de una forma más eficiente o más barata", comentaba un directivo de una empresa que ayudó a sacar el iPad al mercado. "Y luego vuelven el año siguiente y obligan a la empresa a rebajar el precio un 10%".

En enero de 2010, los empleados de una fábrica china propiedad de Wintek, un socio que fabrica para Apple, se declararon en huelga por toda una serie de cuestiones, incluidos unos rumores muy difundidos de que los trabajadores estaban siendo expuestos a toxinas. Las investigaciones llevadas a cabo por los medios de comunicación revelaban que más de cien empleados se habían visto afectados por el n-hexano, un producto químico tóxico que puede provocar daños en el sistema nervioso y parálisis.

Los empleados afirman que se les ordenó utilizar n­-hexano para limpiar la pantalla de los iPhones porque se evaporaba a una velocidad casi tres veces mayor que frotando con alcohol. Una evaporación más rápida significaba que los trabajadores podían limpiar más pantallas por minuto.

Apple comentó los daños sufridos por los trabajadores de Wintek al cabo de un año. En su informe de responsabilidad de los proveedores, Apple afirmaba que le había "exigido a Wintek que dejara de utilizar n-hexano" y que "se había asegurado de que todos los trabajadores habían recibido el tratamiento adecuado, y estaban siguiendo muy de cerca sus informes médicos hasta que se recuperaran del todo". Asimismo, Apple aseguraba que le había exigido a Wintek que arreglara el sistema de ventilación.

Ese mismo mes, un periodista de The New York Times entrevistó a una docena de trabajadores de Wintek afectados que afirmaban que ni Apple ni sus intermediarios se habían puesto en contacto con ellos, y que Wintek los había presionado para que dimitieran y aceptaran liquidaciones en metálico que eximirían a la empresa de toda responsabilidad. Después de esas entrevistas, Wintek se comprometió a proporcionar una mayor indemnización a los empleados afectados y Apple envió a un representante a hablar con algunos de ellos.

Seis meses después, algunas publicaciones especializadas informaban de que Apple había reducido de forma significativa el precio que le pagaba a Wintek.

"Puedes establecer todas las normas que quieras, pero no tienen sentido si no les das a los proveedores el margen suficiente para que traten bien a sus empleados", comentaba un exdirectivo de Apple que conoce de primera mano al grupo encargado de la responsabilidad de los proveedores. "Si exprimes los márgenes, les estás obligando a recortar en materia de seguridad".

Wintek sigue siendo uno de los proveedores más importantes de Apple. En una declaración, se negaba a hacer comentarios salvo para decir que, después de este episodio, la empresa había adoptado "amplias medidas" para abordar la situación y "se había comprometido a garantizar el bienestar de los empleados y a crear un entorno laboral seguro y saludable".

Muchas empresas tecnológicas importantes han trabajado con fábricas cuyas condiciones son alarmantes. Sin embargo, los supervisores independientes y los proveedores aseguran que algunas se comportan de otra manera. Los directivos de varios proveedores aseguraban en entrevistas que Hewlett-Packard y otras empresas les permiten obtener unos beneficios ligeramente más elevados y otros complementos si se utilizan para mejorar las condiciones de los trabajadores.

"Nuestros proveedores son muy sinceros con nosotros", señala Zoe McMahon, una directiva del programa de responsabilidad social y medioambiental de la cadena de suministro de Hewlett-Packard. "Si les cuesta mucho cumplir nuestras expectativas, nos lo hacen saber, y eso influye en nuestras decisiones".

La explosión

La tarde de la explosión de la fábrica de iPads, Lai Xiaodong llamó a su novia, como hacía todos los días. Esperaban poder verse esa tarde, pero el director de Lai le dijo que tenía que hacer horas extra, según lo que le contó Lai a ella.

Le habían ascendido muy rápido en Foxconn, y en tan solo unos meses tenía a su cargo un equipo que se encargaba del mantenimiento de las máquinas que pulían las fundas de los iPads. En la zona de lijado había mucho ruido, y el área estaba llena de polvo de aluminio. Los trabajadores llevaban mascarillas y tapones, pero por muchas veces que se ducharan, se les reconocía por el leve brillo aluminoso de su pelo y del rabillo de los ojos.

Tan solo dos semanas antes de la explosión, un grupo de Hong Kong de defensa de los derechos de los trabajadores publicó un informe en el que advertían de que las condiciones en la fábrica de Chengdu no eran seguras, y mencionaban problemas como el polvo de aluminio. El grupo, Students And Scholars Against Corporate Misbehavior (Estudiantes y expertos en contra de la mala conducta empresarial), o SACOM, por sus siglas en inglés, había grabado en vídeo a los trabajadores cubiertos de diminutas partículas de aluminio. "Los problemas de seguridad y de salud laboral en Chengdu son alarmantes", se afirmaba en el informe. "Los trabajadores también resaltan el problema de la mala ventilación y de que la ropa de protección para el personal es inadecuada".

Una copia de dicho informe fue enviada a Apple. "No tuvimos respuesta", explica Debby Chan Sze Wan, miembro del grupo. "Unos meses más tarde fui a Cupertino y me metí en el grupo de presión de Apple, pero nadie quería reunirse conmigo. Nadie de Apple se ha puesto en contacto conmigo en ningún momento".

La mañana de la explosión, Lai acudió en bicicleta al trabajo. El iPad acababa de salir a la venta solo unas semanas antes, y a los trabajadores se les dijo que había que pulir miles de fundas al día. La actividad en la fábrica era frenética, según los obreros. Filas y más filas de máquinas pulían las fundas mientras los empleados, equipados con mascarillas, apretaban los botones. Encima de cada estación había grandes conductos de aire, pero no podían seguir el ritmo de las tres filas de máquinas puliendo sin parar. Por todas partes había polvo de aluminio.

El polvo es un riesgo conocido para la seguridad. En 2003, una explosión de polvo de aluminio en Indiana destruyó una fábrica de ruedas y se cobró la vida de un trabajador. En 2008, el polvo agrícola en el interior de una fábrica de azúcar en Georgia provocó una explosión en la que murieron 14 personas.

A las dos horas de que Lai hubiera empezado su segundo turno, el edificio empezó a temblar, como si hubiera un terremoto. Según algunos trabajadores de la fábrica, se produjo una serie de explosiones.

Entonces empezaron los gritos.

Cuando los compañeros de Lai salieron afuera a toda prisa, el humo oscuro estaba mezclándose con una llovizna, por lo que puede verse en unos vídeos grabados con teléfonos móviles. El número total de muertos ascendió a cuatro y el de heridos, a 18.

En el hospital, la novia de Lai vio que tenía casi toda la piel calcinada. "Lo reconocí por las piernas, porque de lo contrario no habría sabido quién era", asegura.

Al final llegó su familia. Se le había quemado más del 90% del cuerpo. "Mi madre salió corriendo de la habitación nada más verlo. Yo me puse a llorar. Nadie podía soportarlo", comenta su hermano. Cuando su madre volvió, trató de no tocar a su hijo por miedo a hacerle daño.

"Si lo hubiera sabido", afirma, "le habría cogido del brazo, lo habría tocado".

"Tuvo mucha fuerza", añade. "Aguantó dos días".

Después de la muerte de Lai, los empleados de Foxconn fueron hasta su pueblo natal y les entregaron una caja con las cenizas. Posteriormente, la empresa les envió un cheque por un valor de aproximadamente 150.000 dólares.

En una declaración, Foxconn afirmó que en el momento de la explosión la fábrica de Chengdu cumplía todas las leyes y normativas aplicables, y "después de asegurarnos de que las familias de los empleados fallecidos recibían el apoyo que necesitaban, comprobamos que todos los empleados heridos recibían la mejor asistencia médica posible". Después de la explosión, añadía la empresa, Foxconn detuvo de inmediato el trabajo en todos los talleres de pulido y, posteriormente, mejoró la ventilación y la extracción del polvo, además de adoptar tecnologías para mejorar la seguridad de los trabajadores.

En su informe más reciente de responsabilidad de sus proveedores, Apple afirmaba que, después de la explosión, la empresa se puso en contacto con "los expertos más destacados en materia de seguridad de procesos" y reunió a un equipo para que investigara e hiciera recomendaciones para evitar futuros accidentes.

Sin embargo, en diciembre, siete meses después de la explosión que se cobró la vida de Lai, explotó otra fábrica de iPads, esta vez en Shanghái. La causa había sido también el polvo de aluminio, según las entrevistas y el informe más reciente de responsabilidad de los proveedores de Apple. En esa explosión resultaron heridos 59 trabajadores, y 23 de ellos fueron hospitalizados.

"Después de producirse una explosión, es negligencia grave no caer en la cuenta de que deberían revisarse todas las fábricas", afirma Nicholas Ashford, experto en materia de seguridad laboral, que ahora trabaja en el Massachusetts Institute of Technology. "Si el polvo de aluminio planteara un problema extremadamente difícil, lo entendería. Pero ¿saben lo fácil que es controlar el polvo? Se llama ventilación. Hace un siglo que solventamos esta cuestión".

En su informe más reciente de responsabilidad de sus proveedores, Apple señalaba que, aunque ambas explosiones estaban relacionadas con el polvo de aluminio inflamable, las causas eran distintas. No obstante, la empresa no quiso dar detalles. En el informe se añadía que Apple había auditado a todos los proveedores que pulían productos de aluminio y que había puesto en marcha medidas de precaución más estrictas. Según el informe, todos los proveedores han adoptado las medidas necesarias excepto uno, que sigue cerrado.

La familia de Lai todavía no ha encontrado respuesta a varias preguntas. "No estamos del todo seguros de cómo murió", explica la madre de Lai junto a un sepulcro que ha construido cerca de su casa. "No entendemos qué pasó".

Ganar la lotería de Apple

Todos los años, cuando empiezan a oírse rumores sobre los próximos productos Apple, las publicaciones y las páginas web del sector empiezan a especular sobre qué proveedores tienen más probabilidades de que les toque la lotería de Apple. Conseguir un contrato con Apple puede hacer que el valor de una empresa se incremente en millones porque, indirectamente, se está indicando que la fabricación es de buena calidad. Pero pocas empresas alardean abiertamente del trabajo: Apple suele exigir a sus proveedores que firmen contratos en los que prometen no divulgar nada, ni siquiera su asociación.

Esa falta de transparencia da a Apple cierta ventaja a la hora de mantener en secreto sus planes. Pero también ha constituido una barrera para mejorar las condiciones laborales, según algunos activistas y exdirectivos de Apple.

Este mes, tras las numerosas peticiones de grupos defensores de los derechos de los trabajadores y medios de comunicación, entre ellos The New York Times, Apple ha publicado los nombres de 156 de sus proveedores. En el informe que acompaña dicha lista, Apple afirma que "juntos representan más del 97% de lo que les pagamos a los proveedores para que fabriquen nuestros productos".

No obstante, la empresa no ha revelado los nombres de centenares de empresas que no tienen un contrato directo con Apple, pero que suministran a los proveedores. La lista de proveedores de la empresa no aclara dónde están las fábricas, y muchas son difíciles de encontrar. Y algunas organizaciones de control independientes aseguran que, cuando han intentado inspeccionar a los proveedores de Apple, les han denegado la entrada por órdenes de Apple, o por lo menos eso les han dicho.

"Hemos mantenido esta conversación cientos de veces", explica un exdirectivo del grupo de responsabilidad de los proveedores de Apple. "Hay un compromiso legítimo y de toda la empresa con el código de conducta. Pero llevarlo al siguiente nivel y cambiar de verdad la situación entra en conflicto con los objetivos empresariales y de confidencialidad, así que no podemos ir más lejos". Algunos exempleados de Apple afirman que, por lo general, se les prohibía relacionarse con la mayoría de los grupos externos.

"Aquí hay una auténtica cultura del secretismo que influye en todo", señala el exdirectivo.

Otras empresas tecnológicas funcionan de otra forma

"Hablamos mucho con gente de fuera", asegura Gary Niekerk, director de comportamiento empresarial cívico de Intel. "El mundo es complejo y, si no dialogamos con grupos externos, nos perdemos muchas cosas".

Dada la fama y el liderazgo de Apple en la fabricación a escala mundial, si la empresa cambiara radicalmente su forma de actuar, podría transformar la manera de hacer negocios. "Todas las empresas quieren ser Apple", señala Sasha Lezhnev, de Enough Project, un grupo dedicado a la responsabilidad empresarial. "Si se comprometieran a fabricar un iPhone sin conflictos de por medio, transformarían la tecnología".

Pero en última instancia, señalan exdirectivos de Apple, hay pocas presiones externas reales para que cambien las cosas. Apple es una de las marcas más admiradas. En un sondeo a escala nacional llevado a cabo por The New York Times en noviembre, el 56% de los entrevistados afirmaba que no se le ocurría nada negativo sobre Apple. Un 14% respondió que lo peor que tenía la empresa era que sus productos eran demasiado caros. Y solo un 2% mencionaba las prácticas laborales en el extranjero.

Hay gente como White, de Harvard, que afirma que hasta que los consumidores exijan una mejora de las condiciones en las fábricas en el extranjero (como han hecho en el caso de empresas como Nike y Gap, que ya han revisado las condiciones de sus proveedores) o intervengan los reguladores, hay pocos incentivos para llevar a cabo un cambio radical. Y fuentes internas de Apple se muestran de acuerdo.

"Puedes producir en fábricas que sean cómodas y que traten bien a sus empleados o reinventar el producto cada año y hacerlo mejor, más rápido y más barato, para lo cual se necesitan fábricas que resultan demasiado estrictas desde el punto de vista estadounidense", comenta un directivo actual de Apple.

"Y, ahora mismo, a los clientes les importa más tener un iPhone nuevo que las condiciones laborales en China".

© The New York Times

"Niñas y adolescentes trabajando sin contrato, privadas de libertad y en condiciones insalubres durante más de 72 horas a la semana por un salario de 0,88 euros al día, del que sólo podrán disponer cuando hayan transcurrido de tres a cinco años y que servirá para pagar su dote matrimonial. Ese es el sombrío escenario laboral de miles de jóvenes del estado de Tamil Nadu, al sur de la India, que son empleadas en condiciones que rozan la esclavitud por empresas textiles de aquel país que luego suministran sus productos a grandes firmas internacionales, entre ellas las españolas Inditex, El Corte Inglés y Cortefiel"… Trabajo esclavo en la India: tres empresas españolas están incluidas en la "lista negra" (El Confidencial – 23/3/12)

Un exhaustivo y documentado informe elaborado por el prestigioso Centre for Research on Multinational Corporations -una organización independiente holandesa sin ánimo de lucro que escruta a las grandes multinacionales- y el India Committee of the Netherlands -una ONG del mismo país impulsora de la campaña Clean Clothes (Ropas Limpias) contra la explotación vinculada al comercio textil- saca los colores a algunos de los gigantes mundiales de la moda por comerciar con esa presunta red de trabajo esclavo. Entre ellos, Tommy Hilfiger, Timberland, H&M, Marks&Spencer, Diesel, Gap, C&A, El Corte Inglés, Inditex -propietaria de Zara- y Cortefiel.

El informe, titulado Captured by cotton (Atrapadas en el algodón), relata el proceso de reclutamiento de miles de niñas y jóvenes indias de entre 14 y 20 años por los grandes fabricantes textiles de Tamil Nadu. La inmensa mayoría de ellas pertenece a los Dalit, la casta más baja de la India, considerada impura y dedicada a tareas marginales con míseros salarios: limpiadores, lavanderos, artesanos callejeros… Las adolescentes son atraídas por sus empleadores con falsas promesas de una vida mejor que incluye comida y alojamiento en las mismas factorías, y empujadas por sus padres por el reclamo de un salario diferido que cobrarán al acabar sus contratos para costear su dote y contraer matrimonio.

Prácticas prohibidas

El pago de una dote fue prohibido por ley en la India en 1961, pero sigue siendo una práctica muy habitual en las zonas rurales y más deprimidas del país. Muchas familias contraen elevadas deudas para poder hacer frente a ese gasto, con la esperanza de que sus hijas -y ellos mismos- salgan de la miseria si logran casarse. En esas condiciones de marginación y pobreza extrema, la oferta de un salario con el que pagar su dote y tres comidas al día es un argumento más que suficiente para que los reclutadores textiles de Tamil Nadu logren atraer cada año a miles de jóvenes a lo que se ha bautizado como Plan Sumangali (la palabra tamil sumangali se aplica a las mujeres solteras que aspiran a casarse, ser felices y verse colmadas de bienes materiales).

De las cuatro grandes fábricas manufactureras que copan la producción en ese estado indio citadas en el informe -Eastman Exports, SSM India, Bannari Amman Group y KPR Mill-, Eastman Exports tiene entre sus principales clientes a Inditex, El Corte Inglés y Cortefiel. Los autores del estudio, elaborado sobre el terreno con entrevistas a más de un centenar de empleadas y ex trabajadoras, además de sindicalistas, miembros de ONG's y académicos, revelan que ese conglomerado indio tiene 24 centros textiles y una capacidad de producción de seis millones de prendas de ropa interior al día y otros seis millones de pantalones, faldas y vestidos al mes.

Un portavoz oficial de El Corte Inglés reconoció el 22/3 que Eastman Exports es uno de los proveedores de la firma presidida por Isidoro Álvarez, pero aseguró que la compañía india ya ha abandonado las prácticas del Plan Sumangali y ha superado con éxito dos auditorías internacionales BSCI (Business Social Compliance Initiative), un sistema ideado por las grandes multinacionales para evitar auditorías múltiples y redundantes a sus principales suministradores. "Eastman Exports, según las auditorías BSCI, sólo comete ahora algunas infracciones leves", añadió el citado portavoz.

Jornadas laborales interminables

El informe Captured by cotton admite, en efecto, que Eastman Exports suprimió en 2010 el pago diferido a sus trabajadoras, pero añade a continuación que éstas sufren aún prácticas abusivas, muy cercanas a la explotación laboral, por parte de la compañía india. Entre otras, una semana laboral de 72 horas, con jornadas forzosas de 12 horas diarias durante los picos de producción y sin recibir a cambio compensación económica; libertad de movimientos estrictamente restringida al interior del complejo textil, que sólo pueden abandonar una vez al mes y bajo vigilancia; contratos exclusivamente verbales que son frecuentemente violados por la empresa y prohibición expresa de afiliarse a un sindicato.

Desde Inditex, por su parte, aseguraron que el informe fue analizado en junio de 2011 por la Ethical Trading Initiative (ETI), una organización internacional con sede en Londres que combate la explotación laboral, y de la que forma parte la multinacional gallega fundada por Amancio Ortega. "Inmediatamente se adoptaron acciones preventivas para impedir que cualquiera de las situaciones de riesgo señaladas en el informe se pudieran llegar a producir", señaló ayer un portavoz de la compañía. "Tras nueve meses de trabajo, el resultado final apunta a que las situaciones de riesgo están ahora monitorizadas y se persiguen de forma eficaz las irregularidades", añadió.

Precisamente el 21/3, durante la presentación en Madrid de los resultados de Inditex en 2011, un periodista de la televisión pública francesa France 2 preguntó al presidente de la compañía, Pablo Isla, por qué permite el trabajo infantil en algunos de sus proveedores indios, y aseguró que la cadena emitirá en mayo un documental en el que supuestamente se demuestra que Inditex tolera la explotación de niños de 14 años. Isla respondió que esas preguntas eran "improcedentes" y estaban "fuera de lugar".

Por último, un portavoz de Cortefiel, otra de las firmas españolas que comercia con Eastman Exports, señaló que la compañía textil india "es un proveedor de clase A que cumple todos los certificados y que no está dando problemas". El mismo portavoz añadió que Cortefiel "no ha detectado esas deficiencias que menciona el informe", y que el grupo -propietario de marcas como Springfield, Women'secret o Pedro del Hierro– "no tolera en sus proveedores comportamientos socialmente inaceptables".

"Salarios miserables, jornadas sin fin, niñas explotadas, sindicatos proscritos, ambiente insalubre… El sombrío escenario laboral que engulle cotidianamente a miles de mujeres jóvenes del empobrecido estado indio de Tamil Nadu, empleadas en condiciones que rozan la esclavitud en los talleres que suministran productos textiles a las primeras marcas mundiales, parece condenado a perpetuarse en el tiempo. Y mientras las autoridades del gigante asiático toleran los abusos, 77 grandes empresas occidentales, entre ellas El Corte Inglés, Inditex -propietaria de firmas como Zara y Pull&Bear- y Cortefiel siguen obteniendo jugosos beneficios"… Tres grandes empresas españolas siguen en la "lista negra" de trabajo esclavo (El Confidencial – 26/4/12)

Así lo han vuelto a denunciar el prestigioso Centre for Research on Multinational Corporations, una organización independiente holandesa sin ánimo de lucro que escruta las prácticas de las grandes multinacionales, y el India Committee of the Netherlands, una ONG del mismo país impulsora de la campaña Clean Clothes (Ropas Limpias) contra la explotación laboral vinculada al comercio textil. En un exhaustivo informe hecho público ayer, ambas organizaciones sacan de nuevo los colores a los principales emporios mundiales de la confección por comerciar con esa tupida trama de trabajo esclavo.

El Corte Inglés, Inditex, Cortefiel y la inmensa mayoría de las otras 74 firmas que integran esa lista negra son reincidentes. Su nombre ya apareció en un primer informe que, bajo el título Captured by cotton (Atrapadas en el algodón), se hizo público en mayo de 2011. En él se denunciaba el proceso de reclutamiento de miles de niñas y jóvenes de entre 14 y 20 años por los cuatro grandes fabricantes textiles de Tamil Nadu, uno de los estados más pobres de la India: Bannari Amman Group, KPR Mill, SSM India y Eastman Exports. Esta última, que cuenta con una red de 33 talleres, tiene entre sus principales clientes a las tres empresas españolas.

Aquel primer informe revelaba que las adolescentes contratadas en condiciones de semiesclavitud pertenecen a los Dalit, la casta más baja de la India, considerada impura y empleada en trabajos marginales. Niñas y jóvenes son atraídas por sus empleadores con promesas de una vida mejor -incluidas tres comidas diarias y alojamiento en los mismos talleres- y empujadas por sus paupérrimos padres ante el reclamo de un salario diferido que cobrarán al finalizar sus contratos, y que servirá para costear su dote -lejos del alcance de su familia- y contraer matrimonio. Es lo que se conoce como Plan Sumangali, una palabra tamil que define a las mujeres solteras cuya máxima aspiración es casarse y verse colmadas de bienes materiales.

Prácticas perversas

El segundo informe, difundido el 25/4 con el título Maid in India (literalmente Criada en la India) y elaborado a partir de un concienzudo trabajo de campo basado en el testimonio de 180 trabajadoras, admite que los talleres de trabajo esclavo han hecho algunos progresos en los casi 12 meses transcurridos. El Plan Sumangali, por ejemplo, ha sido prácticamente erradicado en Eastman Exports, proveedor de El Corte Inglés, Inditex y Cortefiel, aunque subsiste en los demás. Pero otras muchas prácticas perversas aún se mantienen en ese gigantesco conglomerado textil.

El documento de las dos organizaciones holandesas sin ánimo de lucro cita, entre las más graves, la contratación de niñas de 14 y 15 años; jornadas laborales de 24 horas -con solo dos de descanso- durante los picos de producción; salarios de 1,61 euros diarios; horas extras sistemáticamente pagadas como si fueran ordinarias; falta absoluta de medidas de seguridad; abusos verbales y, en ocasiones, acoso sexual; confinamiento en los centros de trabajo o prohibición de la actividad sindical.

Los autores del informe sostienen, en el capítulo de conclusiones, que, pese a que las grandes multinacionales "tienen la responsabilidad de garantizar que los derechos de los trabajadores son respetados en toda la cadena de suministro, solo un número relativamente pequeño de compañías están verdaderamente comprometidas en la protección de los derechos humanos" en los talleres textiles indios que las proveen de género.

Despertares (el tránsito de Venus) (III)

Los "otros" Foxconn ("la insoportable levedad de Cavite"): abusos lejanos

(En base al relato realizado por Naomi Klein, en el libro "No logo – El poder de las marcas" – Paidós – 2001)

(Año 1997) Dentro de las zonas de libre comercio: … "Alguien debe ensuciarse las manos para fabricar los productos a los que las marcas mundiales imponen sus significados. Y es aquí donde entran en juego las zonas de libre comercio. En Indonesia, china, México, Vietnam, las Filipinas y en otros sitios, están apareciendo zonas de procesamiento de exportaciones, como se las denomina, que se convierten en grandes productoras de ropa, de juguetes, de artículos electrónicos, de máquinas y hasta de automóviles.

Si la Ciudad de Nike y otras súpertiendas constituyen los brillantes portales de los mundos soñados de las marcas, la Zona de Procesamiento de Exportaciones de Cavite en Rosario, a 90 millas al sur de Manila, es la trastienda del "boom" de las marcas… Después de visitar durante un mes zonas industriales similares de Indonesia, llegué a Rosario a principios de septiembre de 1997…

Tras las puertas, los obreros montan los productos terminados de nuestro mundo de marcas: zapatillas deportivas Nike, pijamas de The Gap, pantallas de ordenadores IBM, vaqueros de Old Navy. Pero a pesar de la presencia de multinacionales tan ilustres, Cavite, al igual que la creciente cantidad de zonas de procesamiento de exportaciones que hay en todo el mundo en vías de desarrollo, puede muy bien ser uno de los pocos del mundo donde las súpermarcas apenas se ven. De hecho, tratan de mantener la máxima discreción. No se ven sus nombres y sus logos desplegados sobre las fachadas de las fábricas de esta zona industrial. Y las fábricas competidoras tampoco se encierran cada cual en sus edificios, sino que es frecuente que sus artículos se produzcan lado a lado en las mismas fábricas, que sean encolados por los mismos obreros y cocidos y soldados por las mismas máquinas. Fue en Cavite donde encontré finalmente un espacio sin marcas, y lo extraño es que se trataba de una fábrica de calzado Nike.

Solo se me permitió realizar una visita al interior de la zona para entrevistarme con funcionarios; me dijeron que el acceso a las fábricas está prohibido a todos menos a los importadores y a los exportadores. Pero unos días después, con la ayuda de una obrera de dieciocho años que había sido despedida de una fábrica de productos electrónicos, pude entrar otra vez y hacer un recorrido no oficial. Entre las filas de edificios gigantescos y casi idénticos destacaba uno: en el cartel que había sobre la estructura blanca y rectangular se leía "Philips", pero a través de la verja que lo rodeaba vi montañas de zapatillas Nike. Parece que en Cavite la producción se ha reducido al peor estado al que se puede llegar en nuestra época: las fábricas carecen de marca, los trabajadores son los intocables del mundo industrial…

En otras partes del mundo, los obreros viven en las zonas económicas, pero en Cavite no es así: es un sitio exclusivamente dedicado al trabajo. Todo el color y el ruido de Rosario se detienen repentinamente ante la entrada, donde los obreros deben mostrar sus documentos de identidad a los guardias armados… Si todo esto da a Cavite el aspecto de ser otro país, ello se debe a que en cierto modo lo es. La zona es una economía libre de impuestos, independiente de los gobiernos municipal y provincial; un estado militar en miniatura dentro de una democracia

La idea de que las zonas de procesamiento de exportaciones (ZPE) pueden ayudar al Tercer Mundo cobró vigencia en 1964, cuando el Consejo Económico y social de las Naciones Unidas aprobó una resolución de apoyo a las zonas considerándolas como medio de promocionar el comercio con los países en vías de desarrollo. Pero la idea no cobró fuerza hasta principios de la década de 1980, cuando India otorgó cinco años de exención fiscal a las empresas manufactureras que funcionaban en sus zonas de salarios bajos.

Desde entonces, la industria de las zonas de libre comercio se ha multiplicado. Hay 52 zonas económicas solo en Filipinas, que emplean a 459 mil personas en un lugar donde en 1986 solo se contabilizaban 23 mil trabajadores, y hasta 1994, 229 mil. La zona económica mayor es China, donde los cálculos más conservadores estiman que hay 18 millones de personas que trabajan en 124 zonas de procesamiento de exportaciones. La Organización Internacional del Trabajo dice que hay al menos 850 ZPE en todo el mundo, pero la cifra probable alcanza más bien las mil, que se extienden a 70 países y emplean alrededor de 27 millones de obreros. La Organización Mundial del comercio calcula que el volumen de negocios de estas zonas oscila entre 200 y 250 millones de dólares…

Independientemente del país donde se hallen las ZPE, la condición de los trabajadores tiene una sorprendente similitud: la jornada laboral es larga; hasta 14 horas en Sri Lanka, doce en Indonesia, dieciséis en China del Sur y doce en Filipinas. La gran mayoría del personal se compone de mujeres, siempre jóvenes y que siempre trabajan para subcontratistas de Corea, Taiwán u Hong Kong. Los contratistas reciben pedidos de empresas de EEUU, Gran Bretaña, Japón, Alemania o Canadá. La gestión de personal es de corte militar, los supervisores son a menudo arbitrarios, los sueldos están por del nivel de supervivencia y el trabajo es poco cualificado y tedioso.

En tanto que modelo económico, las zonas de procesamiento de las exportaciones de la actualidad se parecen más al de las franquicias de hamburgueserías que al del desarrollo sostenible, tan diferentes de los países que las acogen. Estos reductos de industria pura se ocultan tras un manto de transitoriedad: los contratos van y vienen sin aviso previo; los trabajadores son predominantemente inmigrantes, alejados de sus lugares natales y con pocas relaciones con las ciudades o las provincias donde se hallan las zonas; el trabajo mismo es a corto plazo y a menudo no se renueva.

Mientras recorro las calles vacías de Cavite siento la amenaza de transitoriedad, la precariedad esencial de la zona. La relación de las fábricas, más parecidas a cobertizos, con el campo que las rodea, con el pueblo cercano, con ala tierra misma donde se yerguen, es tan tenue que parece que los puestos de trabajo que se trasladaron del Norte hasta aquí pueden evaporarse con la misma rapidez con la que llegaron. Las fábricas están construidas con materiales baratos y se hallan en un suelo alquilado, no comprado…

En las zonas reina el miedo. Los gobiernos temen perder sus fábricas extranjeras, las fábricas temen perder sus marcas clientes, y los obreros sus inseguros trabajos. Estas fábricas no están construidas sobre la tierra, sino en el aire.

El aire sobre el que se levantan las zonas es la promesa de la industrialización. La teoría de las ZPE es que atraerán a los inversionistas extranjeros, los cuales, si todo marcha bien, decidirán quedarse en los países, con lo que las líneas de montaje aisladas del país se convertirán en impulsores duraderos del desarrollo; habrá transferencia de tecnología e industria nacional. Para atraer a las golondrinas a esta hábil trampa, los gobiernos de los países pobres ofrecen exenciones impositivas, leyes tolerantes y los servicios de las fuerzas armadas, siempre dispuestas a suprimir el descontento laboral. Para endulzar más la oferta, también subastan a sus propios ciudadanos, compiten para ver cuál fija en salario mínimo más reducido y permiten que los sueldos de los obreros sean inferiores al coste real de la vida…

Una de las muchas y crueles ironías de las zonas es que lo único que logran los gobiernos con cada incentivo que otorgan para atraer a las multinacionales es reforzar el sentimiento de las empresas de ser turistas económicos y no inversores a largo plazo. Es el círculo vicioso clásico: para aliviar la pobreza, los gobiernos ofrecen cada vez más incentivos, pero las ZPE deben ser mantenidas en cuarentena, como leprosarios, y mientras más severa es la cuarentena, más parecen existir las zonas en un mundo totalmente aparte del país anfitrión, y fuera de ellas la pobreza se agrava más todavía…

Por mala que sea la situación de Cavite, mucho peor es la de Sri Lanka, donde las exenciones tributarias significan que las ciudades ni siquiera pueden proporcionar el transporte a los empleados de las ZPE. Las calles para ir y venir del trabajo son oscuras y peligrosas porque no hay dinero para la iluminación pública. Los alojamientos están superpoblados, al punto de que los espacios para dormir están delimitados con líneas blancas pintadas en el suelo. "parecen aparcamientos", observó un periodista…

Jose´Ricafrente tiene el dudoso honor de ser el alcalde de Rosario… Está convencido de que siempre habrá algún país -ya sea Vietnam, China, Sri Lanka o México- que pida menos. Y mientras tanto, los pueblos como Rosario habrán traicionado a su población, comprometido sus sistema educativo y contaminado sus recursos naturales

Los bajos salarios son en parte el resultado de la feroz competencia para atraer a las fábricas que hay en los demás países en vías de desarrollo. Pero sobre todo los gobiernos no se atreven a aplicar las leyes laborales nacionales por temor a espantar a las golondrinas. Los derechos laborales son tan precarios dentro de las zonas que hay pocas posibilidades que los obreros ganen lo suficiente para alimentarse de manera adecuada, y menos aún para estimular la economía local…

La única manera de comprender cómo unas compañías multinacionales supuestamente ricas y respetuosas de la ley pueden retroceder a niveles decimonónicos de explotación (y ser sorprendidas repetidas veces haciéndolo) es por medio de los propios mecanismos de la subcontratación y el trabajo personal, los fabricantes entre sí para bajar los precios, y en cada nivel el contratista y el subcontratista extraen su pequeño beneficio. Al final de esta pugna está el obrero, a veces a tres o cuatro etapas de distancia de la empresa que hace los pedidos, y que recibe una paga que ha sido recortada en cada uno de los pasos. "cuando las multinacionales exprimen a los subcontratistas, estos exprimen a los trabajadores", explica un informe de 1997 sobre las fábricas de calzado de Nike y Reebok…

Las historias de horror sobre las horas extraordinarias se escuchan en todas las ZPE, estén donde estén: en China hay casos documentados de turnos de tres días; durante ellos los obreros se ven obligados a dormir bajo las máquinas… En Honduras, se dice que cuando los directivos de las empresas tienen que hacer entregas muy voluminosas en plazos reducidos, inyectan anfetaminas a los obreros para hacerles trabajar durante maratones de 48 horas"…

Y así llegamos al año 2012: The big picture (una imagen vale más que mil palabras)

Para finalizar este Apartado, les dejo algunas fotografías (reunidas en mi largo peregrinar cotidiano por la hemeroteca) para que vean el "Edén" que les (nos) espera si aceptan (aceptamos) transformarse (transformarnos) en "tercermundistas".

Un Tercer Mundo que está a la vuelta de la esquina, si no ha llegado ya, para una gran parte de la población europea y norteamericana, y en el cual, como ustedes podrán constatar, gracias a la globalización… "la clase obrera va al Paraíso".

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Redes instaladas en una fábrica de Foxconn (Longhua, Shenzhen) para evitar suicidios de trabajadores (2010). Foxconn Technology, el exportador más importante de China cuenta con una plantilla de 1,2 millones de trabajadores. Monta aproximadamente un 40% de los productos electrónicos de consumo del mundo, con clientes como Apple, Microsoft, Amazon, Dell, Hewlett-Packard, Nintendo, Nokia y Samsung.

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Trabajadores de una fábrica de ladrillos en Bangladesh en 2012

¿Se puede entrar caminando hacia atrás, en el futuro?

En Argentina, en operativos realizados el año 2011 por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), unas 3.000 personas sometidas a trabajo esclavo fueron descubiertas en campamentos y talleres clandestinos en condiciones infrahumanas. El organismo inauguró en enero de 2012 una exposición fotográfica en su sede en Buenos Aires para mostrar este flagelo. Fotos: cortesía de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).

Los diferentes operativos realizados por las autoridades dejaron en evidencia que el "trabajo esclavo" persiste en Argentina. En las empresas inspeccionadas se descubrió que el bajo pago de salarios y la falta de cobertura social; en varios casos además los trabajadores estaban sometidos a condiciones inhumanas. La AFIP ya inició acciones judiciales contra las compañías donde se encontraron casos de este tipo. (Textos Damián Pachter/ BBC – 25/1/12)

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En el allanamiento de otro campamento en la misma provincia de Córdoba, fueron descubiertos 29 recolectores de olivas trabajando en condiciones precarias y sin herramientas adecuadas. También percibían ingresos por debajo del mínimo establecido por ley. Delitos como evasión previsional prevén penas de dos a seis años de prisión.

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