Hubo grandes oportunidades de ganancias para los intermediarios financieros que pudieron encontrar capacidad de asumir riesgos, hacer traspasos de valores para aprovecharse de la transacción y así obtener comisiones por proporcionar riesgos a inversores que pudieran acabar por cosechar ganancias por asumirlos. Pero la llegada de los derivados concentró el riesgo en lugar de dispersarlo, porque se podía entonces hacer todavía más dinero con la venta de riesgo a personas que no sabían cómo valorarlo o, de hecho, qué riesgos estaban asumiendo.
Y el hecho de que los bancos centrales no tuvieran en mente que su trabajo principal era la estabilización de los ingresos nominales -su fracaso no sólo en ser buenos keynesianos, sino siquiera buenos monetaristas- plantea el interrogante de si los bancos centrales necesitan una reforma drástica. Ya en 1825, el gobernador del Banco de Inglaterra, Cornelius Buller, comprendió que cuando el sector privado experimentaba una repentina alza (impulsada por el pánico) de la demanda de activos financieros seguros y líquidos, era responsabilidad del Banco satisfacer esa demanda y así evitar la bancarrota y mantener a raya las tendencias hacia una depresión. ¿Cómo es posible que sus sucesores sepan menos que él?
Hasta puede darse el caso de que debamos volver al sistema financiero mucho más estrictamente regulado de la primera generación post-Segunda Guerra Mundial. Sirvió bien al núcleo industrial, al menos según podemos decir en función de los agregados macroeconómicos. Sabemos con certeza que nuestro actual sistema no lo ha hecho.
(J. Bradford DeLong, ex Asistente del Tesoro de EEUU, es profesor de economía en la Universidad de California en Berkeley e investigador de la Oficina Nacional de Estudios Económicos. Copyright: Project Syndicate, 2010)
– Una recuperación global fallida (Project Syndicate – 1/7/11)
(Por Stephen S. Roach)
New Haven.- La economía global se encuentra en medio de su segundo "pánico" del crecimiento en menos de dos años. Tendremos que acostumbrarnos a ellos. En un mundo post-crisis, son claras señales de una recuperación fallida.
La razón es sencilla. El ciclo económico típico tiene un mecanismo de amortiguación natural que protege de golpes inesperados. Cuanto más profunda es la recesión, la reacción es más potente y mayores son las fuerzas acumuladas de recuperación autosostenible. Los rebotes vigorosos en forma de V poseen una resistencia interna que les permite hacer frente a los golpes con relativa facilidad.
Sin embargo, una recuperación post-crisis es un animal muy diferente. Como Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff han demostrado en su libro Esta vez es diferente, en el largo recorrido de la historia las recuperaciones post-crisis en la producción y el empleo tienden a ser decididamente mediocres.
Por definición, estas recuperaciones débiles carecen de la amortiguación de los rebotes en forma de V. En consecuencia, los golpes externos exponen rápidamente su vulnerabilidad. Si las crisis son lo suficientemente agudas -y si afectan a una economía mundial debilitada que se aproxima a su "velocidad estancada" de crecimiento en torno al 3% anual- la reincidencia podría convertirse en la temida recesión de doble caída.
Ese es el riesgo en la actualidad. No puede haber dudas sobre el carácter decididamente mediocre de la recuperación mundial actual. A primera vista, las cifras parecen contundentes: el PIB mundial se recuperó un 5,1% en 2010 y se espera que aumente otro 4,3% en 2011, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Pero, debido a que estas alzas siguen a la contracción masiva que se produjo durante la Gran Recesión de 2008-2009, están muy lejos de la trayectoria de una recuperación clásica en forma de V.
De hecho, si la última previsión del FMI resulta ser correcta, el PBI global a finales de 2012 se mantendrá en torno al 2,2% por debajo del nivel que habría alcanzado el mundo si hubiera proseguido su camino de crecimiento de más largo plazo del 3,7% anual. Incluso si la economía mundial se mantiene a una velocidad de crucero del 4,3% -lo cual, en mi opinión, resulta extremadamente hipotético-, se mantendrá por debajo de su potencial por más de ocho años consecutivos, hasta 2015.
Esta prolongada "brecha de la producción global" pone de relieve la ausencia de un amortiguador en la economía mundial actual, así como su mayor sensibilidad a los golpes. Y ciertamente ha habido numerosos golpes en los últimos meses, desde la crisis de la deuda soberana en Europa y los desastres naturales en Japón al fuerte aumento de los precios del petróleo y otro revés en la recuperación del mercado de la vivienda en los Estados Unidos.
Si bien ninguno de estos golpes parece haber sido lo suficientemente grave como para haber descarrilado la recuperación económica mundial actual, el efecto combinado es preocupante, sobre todo en un mundo todavía debilitado tras la crisis.
La mayoría de los expertos descartan la posibilidad de una recesión de doble caída. Califican la actual desaceleración como un "bache suave" temporal y basan su optimismo en el rebote inevitable que sigue a todo golpe. Por ejemplo, se espera un impulso a la reconstrucción de Japón y la reanudación de su cadena de suministro. Otra ayuda puede provenir de la reciente decisión de Estados Unidos de aprovechar sus reservas estratégicas de petróleo en un esfuerzo por bajar los precios del petróleo.
Sin embargo, tras la peor crisis y recesión de los tiempos modernos -cuando los shocks pueden empujar a una economía global ya debilitada hacia su punto de inflexión de manera mucho más rápida que en un escenario de mayor crecimiento- es mucho más difícil de alcanzar la velocidad de escape hacia una recuperación autosostenible. El bache suave puede convertirse más bien en un pantano.
Esta conclusión no se debe perder de vista en las economías de alto vuelo de los mercados emergentes, especialmente en Asia, que es en la actualidad la región mundial de mayor crecimiento y que impulsa lo que muchos llaman un mundo "de dos velocidades". Sin embargo, con exportaciones que representan todavía un récord de cerca del 45% del PIB pan-regional, Asia no puede permitirse el lujo de tomar a la ligera los golpes externos, en especial si han afectado una trayectoria base de crecimiento ya debilitado en el mundo desarrollado post-crisis. La reciente desaceleración de la actividad industrial de China pone de relieve este riesgo.
Los políticos no están bien preparados para hacer frente a una serie continua de "pánicos del crecimiento". Siguen favoreciendo estrategias que se adaptan mejor a la lucha contra la crisis que a la promoción de la necesaria curación subsiguiente.
Eso es especialmente cierto en los Estados Unidos. Si bien la primera ronda de flexibilización cuantitativa de la Junta de la Reserva Federal de EEUU fue eficaz para poner fin a una dolorosa crisis, la segunda ronda ha tenido muy pocos efectos de recuperación significativa en el mercado laboral y la economía real. Los consumidores "zombi" de Estados Unidos tienen que reparar sus dañados estados de cuenta y los trabajadores estadounidenses deben alinear nuevas habilidades con nuevos puestos de trabajo. Las inyecciones de liquidez sin plazo de término no logran ninguno de estos objetivos.
Las autoridades europeas están atrapadas en una mentalidad similar. Al confundir un problema de solvencia con un déficit de liquidez, Europa se ha convertido en adicta a la alimentación por goteo de los rescates financieros. Sin embargo, esto sólo funciona si países como Grecia logran crecer para salir de una trampa de la deuda o anular contratos sociales profundamente arraigados. Hay muy pocas probabilidades de que así ocurra.
La probabilidad de que en los próximos años sigan ocurriendo "pánicos del crecimiento" recurrentes implica pocas esperanzas de enfoques nuevos y creativos de políticas monetarias y fiscales para después de la crisis. Con la mirada puesta en horizontes electorales de corto plazo, las autoridades parecen buscar una y otras vez soluciones rápidas: otro rescate o una inyección de más liquidez. Sin embargo, tras una recesión del balance de los EEUU, y en medio de una trampa de la deuda en Europa, tal enfoque está condenado al fracaso.
Las inyecciones de liquidez y los rescates financieros sólo sirven para un fin: ganar tiempo. Sin embargo, el tiempo no es la respuesta para economías que necesitan desesperadamente reparaciones estructurales de consolidación fiscal, desapalancamiento del sector privado, reformas del mercado laboral o mejorar la competitividad. Tampoco sirve el tiempo como amortiguador de las anémicas recuperaciones post-crisis ante la próxima e inevitable conmoción.
Es difícil saber cuándo ocurrirá el golpe siguiente, o la forma que adoptará… de lo contrario, no sería un golpe. Pero es inevitable, tal como la noche sigue al día. Puesto que los responsables políticos se resisten a enfocarse en los necesarios imperativos estructurales, el resultado será otro episodio de "pánico del crecimiento", o algo peor. La recuperación fallida pone de relieve los riesgos de un final cada vez más peligroso en el actual mundo post-crisis.
(Stephen S. Roach, miembro de la facultad de la Universidad de Yale, es Presidente no ejecutivo de Morgan Stanley Asia y autor de The Next Asia (La próxima Asia). Copyright: Project Syndicate, 2011)
– La crisis ideológica del capitalismo occidental (Project Syndicate – 6/7/11)
(Por Joseph E. Stiglitz)
New York.- Tan sólo unos años atrás, una poderosa ideología -la creencia en los mercados libres y sin restricciones- llevó al mundo al borde de la ruina. Incluso en sus días de apogeo, desde principios de los años ochenta hasta el año 2007, el capitalismo desregulado al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material sólo para los más ricos en el país más rico del mundo. De hecho, a lo largo de los 30 años de ascenso de esta ideología, la mayoría de los estadounidenses vieron que sus ingresos declinaban o se estancaban año tras año.
Es más, el crecimiento de la producción en los Estados Unidos no fue económicamente sostenible. Con tanto del ingreso nacional de los EEUU yendo destinado para tan pocos, el crecimiento sólo podía continuar a través del consumo financiado por una creciente acumulación de la deuda.
Yo estaba entre aquellos que esperaban que, de alguna manera, la crisis financiera pudiera enseñar a los estadounidenses (y a otros) una lección acerca de la necesidad de mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el gobierno. Desgraciadamente, ese no ha sido el caso. Al contrario, un resurgimiento de la economía de la derecha, impulsado, como siempre, por ideología e intereses especiales, una vez más amenaza a la economía mundial – o al menos a las economías de Europa y América, donde estas ideas continúan floreciendo.
En los EEUU, este resurgimiento de la derecha, cuyos partidarios, evidentemente, pretenden derogar las leyes básicas de las matemáticas y la economía, amenaza con obligar a una moratoria de la deuda nacional. Si el Congreso ordena gastos que superan a los ingresos, habrá un déficit, y ese déficit debe ser financiado. En vez de equilibrar cuidadosamente los beneficios de cada programa de gasto público con los costos de aumentar los impuestos para financiar dichos beneficios, la derecha busca utilizar un pesado martillo – no permitir que la deuda nacional se incremente, lo que fuerza a los gastos a limitarse a los impuestos.
Esto deja abierta la interrogante sobre qué gastos obtienen prioridad – y si los gastos para pagar intereses sobre la deuda nacional no la obtienen, una moratoria es inevitable. Además, recortar los gastos ahora, en medio de una crisis en curso provocada por la ideología de libre mercado, simple e inevitablemente sólo prolongaría la recesión.
Hace una década, en medio de un auge económico, los EEUU enfrentaba un superávit tan grande que amenazó con eliminar la deuda nacional. Incosteables reducciones de impuestos y guerras, una recesión importante y crecientes costos de atención de salud – impulsados en parte por el compromiso de la administración de George W. Bush de otorgar a las compañías farmacéuticas rienda suelta en la fijación de precios, incluso con dinero del gobierno en juego – rápidamente transformaron un enorme superávit en déficits récord en tiempos de paz.
Los remedios para el déficit de EEUU surgen inmediatamente de este diagnóstico: se debe poner a los Estados Unidos a trabajar mediante el estímulo de la economía; se debe poner fin a las guerras sin sentido; controlar los costos militares y de drogas; y aumentar impuestos, al menos a los más ricos. Pero, la derecha no quiere saber nada de esto, y en su lugar de ello, está presionando para obtener aún más reducciones de impuestos para las corporaciones y los ricos, junto con los recortes de gastos en inversiones y protección social que ponen el futuro de la economía de los EEUU en peligro y que destruyen lo que queda del contrato social. Mientras tanto, el sector financiero de EEUU ha estado presionando fuertemente para liberarse de las regulaciones, de modo que pueda volver a sus anteriores formas desastrosas y despreocupadas de proceder.
Pero las cosas están un poco mejor en Europa. Mientras Grecia y otros países enfrentan crisis, la medicina en boga consiste simplemente en paquetes de austeridad y privatización desgastados por el tiempo, los cuales meramente dejarán a los países que los adoptan más pobres y vulnerables. Esta medicina fracasó en el Este de Asia, América Latina, y en otros lugares, y fracasará también en Europa en esta ronda. De hecho, ya ha fracasado en Irlanda, Letonia y Grecia.
Hay una alternativa: una estrategia de crecimiento económico apoyada por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. El crecimiento restauraría la confianza de que Grecia podría reembolsar sus deudas, haciendo que las tasas de interés bajen y dejando más espacio fiscal para más inversiones que propicien el crecimiento. El crecimiento por sí mismo aumenta los ingresos por impuestos y reduce la necesidad de gastos sociales, como ser las prestaciones de desempleo. Además, la confianza que esto engendra conduce aún a más crecimiento.
Lamentablemente, los mercados financieros y los economistas de derecha han entendido el problema exactamente al revés: ellos creen que la austeridad produce confianza, y que la confianza produce crecimiento. Pero la austeridad socava el crecimiento, empeorando la situación fiscal del gobierno, o al menos produciendo menos mejoras que las prometidas por los promotores de la austeridad. En ambos casos, se socava la confianza y una espiral descendente se pone en marcha.
¿Realmente necesitamos otro experimento costoso con ideas que han fracasado repetidamente? No deberíamos, y sin embargo, parece cada vez más que vamos a tener que soportar otro. Un fracaso en Europa o en Estados Unidos para volver al crecimiento sólido sería malo para la economía mundial. Un fracaso en ambos lugares sería desastroso – incluso si los principales países emergentes hubieran logrado un crecimiento auto-sostenible. Lamentablemente, a menos que prevalezcan las mentes sabias, este es el camino al cual el mundo se dirige.
(Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de Columbia, Premio Nobel de Economía y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy. Copyright: Project Syndicate, 2011)
– ¿Está el capitalismo condenado al fracaso? (Project Syndicate – 15/8/11)
(Por Nouriel Roubini) Lectura recomendada
New York.- La masiva volatilidad y la aguda corrección de los precios de las acciones que en la actualidad golpean a los mercados financieros globales son indicadores de que las economías más avanzadas se encuentran al borde de una recesión de doble caída. Una crisis financiera y económica causada por el exceso de deuda y apalancamiento del sector privado condujeron a un masivo re-apalancamiento del sector público con el fin de evitar la Gran Depresión 2.0. Sin embargo, la recuperación posterior ha sido anémica y mediocre en la mayoría de las economías avanzadas dado el desapalancamiento doloroso.
Hoy en día una combinación de los precios altos del petróleo y productos básicos, los disturbios en el Oriente Medio, el terremoto y tsunami del Japón, la crisis de deuda de la eurozona y los problemas fiscales de Estados Unidos (y ahora la rebaja de su calificación crediticia) han llevado a un aumento masivo en la aversión al riesgo. Económicamente los Estados Unidos, la eurozona, el Reino Unido y el Japón funcionan al ralentí. Incluso los mercados emergentes en crecimiento (China, Asia emergente y América Latina), y las economías orientadas a la exportación que se basan en estos mercados (Alemania y Australia, un país rico en recursos naturales), están experimentando desaceleraciones agudas.
Hasta el año pasado, los políticos siempre pudieron sacar un as de bajo la manga para reactivar los precios de los activos y detonar la recuperación económica. Estímulo fiscal, tasas de interés de casi cero, dos rondas de "flexibilización cuantitativa", separación estricta de las deudas incobrables y billones de dólares en rescates y provisión de liquidez para los bancos y entidades financieras: las autoridades ejecutivas intentaron todo esto. Ahora se han quedado sin ases.
La política fiscal hoy en día es un lastre para el crecimiento económico tanto en la eurozona como en el Reino Unido. Incluso en los EEUU, los gobiernos estatales y locales, y ahora el gobierno federal, recortan el gasto y reducen los pagos de transferencias. Muy pronto, ellos subirán los impuestos.
Otra ronda de rescates para los bancos es políticamente inaceptable y económicamente inviable: la mayoría de los gobiernos, especialmente en Europa, están tan estresados que los rescates no son asequibles; de hecho, el riesgo soberano está, en realidad, alimentando por la preocupación por la salud de los bancos europeos, que tienen en sus carteras la mayor parte de los cada vez más inestables valores gubernamentales.
Tampoco la política monetaria puede ser de mucha ayuda. La flexibilización cuantitativa en la eurozona y el Reino Unido se ve limitada por una inflación por encima del nivel objetivo. La Reserva Federal de EEUU probablemente inicie una tercera ronda de flexibilización cuantitativa (QE3), pero esta ofrecerá muy poco y llegará demasiado tarde. El año pasado la flexibilización cualitativa (QE2) de $ 600 millardos y de $ 1 billón de dólares en recortes de impuestos y transferencias logró un crecimiento de apenas el 3% durante un trimestre. Posteriormente, el crecimiento cayó bruscamente a menos del 1% en el primer semestre del año 2011. QE3 será de mucho menor tamaño, y logrará mucho menos en cuanto a reactivar los precios de los activos y restaurar el crecimiento.
La depreciación de la moneda no es una opción viable para todas las economías avanzadas: todas ellas necesitan una moneda más débil y una mejor balanza comercial para recuperar el crecimiento, pero no todas ellas pueden estar en esta situación al mismo tiempo. Así que depender de los tipos de cambio para influir en la balanza comercial es un juego de suma cero. Por esta razón se vislumbran en el horizonte guerras cambiaras; Japón y Suiza son los participantes de las primeras batallas por debilitar sus tipos de cambio. Otros pronto seguirán el ejemplo.
Mientras tanto, en la eurozona, Italia y España están ahora en riesgo de perder acceso al mercado, y en la actualidad las presiones financieras sobre Francia también van en aumento. Sin embargo, Italia y España son países demasiado grandes para quebrar y demasiado grandes para ser rescatados. Por el momento, el Banco Central Europeo comprará algunos de sus bonos como un puente con el nuevo Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF, por el nombre en inglés) de la eurozona. Sin embargo, si Italia y/o España pierden su acceso al mercado, los € 440 mil millones ($ 627 mil millones) del arca de guerra del EFSF podrían agotarse hasta finales de este año o principios del año 2012.
En ese momento, a menos que se tripliquen los fondos del EFSF -una medida a la que se opondría Alemania- la única opción que quedaría sería una reestructuración ordenada pero coercitiva de la deuda italiana y española, tal como ha ocurrido en Grecia. La reestructuración coercitiva de la deuda no garantizada de los bancos insolventes sería el siguiente paso. Por esta razón, aunque apenas ha empezado el proceso de desapalancamiento, se harán necesarias las reducciones de deuda si los países no pueden crecer o ahorrar o agrandarse por cuenta propia para salir de sus problemas de deuda.
Parece que Karl Max estuvo parcialmente en lo correcto al argumentar que la globalización, la intermediación financiera fuera de control, y la redistribución del ingreso y la riqueza de los trabajadores en beneficio del capital podría llevar al capitalismo a su autodestrucción (sin embargo se demostró que su idea de que el socialismo da mejores resultados fue errónea). Las empresas están recortando puestos de trabajo porque no hay suficiente demanda final. Sin embargo, al recortar puestos de trabajo se reduce el ingreso de los trabajadores, se aumenta la desigualdad y se reduce la demanda final.
Las protestas populares recientes, que se extienden desde el Medio Oriente hasta Israel y el Reino Unido, y la creciente ira popular en China -y que más temprano que tarde llegarán a otras economías avanzadas y mercados emergentes- son todas impulsadas ??por los mismos problemas y tensiones: creciente desigualdad, pobreza, desempleo, y desesperanza. Incluso las clases medias del mundo están sintiendo la presión de la caída de ingresos y oportunidades.
Para permitir que las economías orientadas al mercado operen como deberían y como pueden, tenemos que retornar al equilibrio adecuado entre los mercados y la provisión de bienes públicos. Esto significa alejarse tanto del modelo anglosajón de laissez-faire y economía vudú como del modelo europeo continental de los estados de bienestar impulsados por el déficit. Ambos modelos están resquebrajados.
El equilibrio adecuado hoy en día exige la creación de puestos de trabajo de manera parcial a través de estímulos fiscales adicionales dirigidos a las inversiones en infraestructura productiva. También requiere de impuestos más progresivos; más cantidad de estímulos fiscales a corto plazo junto con disciplina fiscal de mediano y largo plazo; de apoyo de préstamos de última instancia por parte de las autoridades monetarias a fin de prevenir corridas bancarias destructivas; de reducción de la carga crediticia de los hogares insolventes y de otros agentes económicos que atraviesan dificultades económicas; de supervisión y regulación más estricta de un sistema financiero que está fuera de control; y de fraccionamiento de los bancos que son demasiado grandes para quebrar y de los fondos de inversión oligopolísticos.
Con el tiempo, las economías avanzadas tendrán que invertir en capital humano, capacitación y redes de seguridad social para aumentar la productividad y permitir que los trabajadores compitan, sean flexibles y prosperen en una economía globalizada. La alternativa es -igual que en la década de 1930- interminable estancamiento, depresión, guerras cambiarias y de balanza comercial, controles de capital, crisis financiera, insolvencias soberanas, y masiva inestabilidad política y social.
(Nouriel Roubini es presidente de Roubini Global Economics, profesor en la Escuela Stern de Administración de Empresas de la Universidad de Nueva York y coautor del libro Crisis Economics (Cómo salimos de ésta, Ediciones Destino, Barcelona, 2010; traducción de Eva Robledillo y Betty Trabal). Copyright: Project Syndicate, 2011)
– "El mito del crecimiento económico infinito es un fracaso" (BBCMundo – 29/9/11)
(Por Tim Jackson – Universidad de Surrey) Lectura recomendada
Toda sociedad se aferra a un mito y vive por él. El nuestro es el del crecimiento económico. Las últimas cinco décadas la persecución del crecimiento ha sido el más importante de los objetivos políticos en el mundo. La economía global tiene cinco veces el tamaño de hace medio siglo. Si continúa creciendo al mismo ritmo, será 80 veces en el año 2100.
Este extraordinario salto de la actividad económica global no tiene precedentes en la historia. Y es algo que no puede estar más en desacuerdo con la base de recursos finitos y frágil equilibrio ecológico del que depende para su supervivencia. Y ya ha venido acompañado de una degradación estimada de un 60% de los ecosistemas del mundo.
La mayor parte del tiempo, evitamos la realidad de estos números. El crecimiento debe continuar, insistimos. "¡Acumulad!, ¡acumulad!, es lo que dicen Moisés y todos los profetas", como dijo Karl Marx.
Y no sólo por el bien de los países más pobres, donde (lo sabe el cielo) es desesperadamente urgente una calidad de vida mejor, sino en el opulento Occidente, donde el consumismo rampante amenaza el tejido de nuestra sociedad.
Las razones por esta ceguera colectiva son fáciles de encontrar. El capitalismo occidental se basa de forma estructural en el crecimiento para su estabilidad. Cuando la expansión se tambalea, como ha pasado recientemente, los políticos entran en pánico.
Los negocios batallan por sobrevivir. La gente pierde sus trabajos y en ocasiones sus viviendas. La espiral de la recesión es una amenaza. Cuestionar el crecimiento se toma como un acto de lunáticos, idealistas y revolucionarios.
Ahora, cuestionarlo es un deber. El mito del crecimiento infinito ha fracasado, ha fracasado para 2.000 millones de personas que viven con menos de US$ 2 al día. Ha fracasado para el frágil sistema ecológico de cuya supervivencia depende. Ha fracasado, espectacularmente, en sus propios términos, para proveer estabilidad económica y asegurar la vida de las personas. La prosperidad para unos pocos, basada en la destrucción medioambiental y la persistente injusticia social, no es fundamento para una sociedad civilizada.
Pero la crisis económica se nos presenta como una oportunidad única para invertir en el cambio, barrer las creencias en el beneficio a corto plazo que fueron una plaga durante décadas. Y para el compromiso, por ejemplo, en una reforma radical de las disfuncionales instituciones de los mercados de capitales.
La especulación sin trabas en materias primas y derivados financieros llevaron al mundo financiero al filo del colapso hace tres años. Es necesario que sea remplazado por un más duradero y lento sentido de las finanzas: inversión sólida en activos productivos, en tecnologías limpias de bajas emisiones de carbono, en salud y educación, en viviendas de calidad y en sistema de transporte eficientes, en espacios públicos abiertos. Es decir, inversión en el futuro de las comunidades.
El empresariado también debe ser revisado. Obtener beneficios a expensas de los contribuyentes es inmoral. La mano invisible del mercado debe ser domesticada y puesta al servicio del pueblo. Los ejecutivos más previsores de las empresas más visionarias ya entienden estas demandas. La empresa social está comenzando a prosperar en la economía post-crisis.
Arreglar la economía es sólo parte de la batalla. También tenemos que confrontar la lógica del consumismo. Los días de gastar dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para impresionar a personas que no nos importan deben terminar. Vivir bien es buena nutrición, un hogar decente, buenos servicios públicos, comunidad estable y un empleo satisfactorio.
La prosperidad, en todos los sentidos de la palabra, trasciende las preocupaciones materiales, reside en el amor de nuestras familias, el apoyo de nuestros amigos y la fuerza de nuestras comunidades, en nuestra capacidad para participar en la vida en sociedad, en tener un propósito para darle sentido a la vida. El desafío para nuestra sociedad es crear las condiciones para que hacer esto posible.
Coda: puede pasar lo peor o lo mejor (viejas y queridas causas perdidas)
The Quiz Show: la foto que sigue corresponde a una "acción policial" en: ¿la Plaza de Tiananmen? ¿la Plaza Roja de Moscú? ¿la zona fronteriza de Kosovo? ¿alguna calle de Dagestán? ¿la Plaza Tahrir? ¿alguna calle de Damasco?… (la lista de "sospechosos habituales" es amplia, diversa y, seguramente, repugnante).
Pues no Señores… Lamentablemente, la fotografía corresponde al desalojo (¿pacífico?) por las fuerzas policiales de los manifestantes durante la protesta "Ocupa Wall Street", en Nueva York (noviembre 2011). Mira tú por dónde…
La bota policial
La bota de un policía pisa el gorro de un manifestante, recién reducido por las fuerzas policiales durante la protesta de 'Ocupa Wall Street' en Nueva York. Brendan McDermid (REUTERS)
Aparentemente los políticos estadounidenses están hartos de la democracia. Por todo el país, la policía, bajo las órdenes de las autoridades locales, están desalojando los campamentos de protesta establecidos por los miembros del movimiento "Ocupemos Wall Street" – algunas con una escandalosa violencia brutal y arbitraria.
En el incidente más grave hasta la fecha (31/10/11), cientos de policías con equipo antimotines rodearon el campamento del movimiento "Ocupemos Oakland" y dispararon balas de hule (que pueden ser mortales), granadas de aturdimiento y gas lacrimógeno, e incluso algunos oficiales apuntaron directamente a los manifestantes. Los tweets de Ocupemos Oakland parecían provenir de la Plaza Tahrir de El Cairo: "Nos están rodeando"; "Cientos de policías"; "Hay vehículos blindados y hummers". Hubo 170 detenidos.
Relata Naomi Wolf (El pueblo contra la policía (Project Syndicate – 31/10/11): "Recientemente mi propio arresto, que sucedió a pesar de que yo estaba observando pacíficamente los términos de una autorización en una calle del centro de Manhattan, hizo que la realidad de estas duras medidas fuera palpable para mí. Los Estados Unidos despertaron y descubrieron lo que se había hecho mientras dormían: las empresas privadas han contratado a sus policías (JPMorgan Chase donó 4.6 millones de dólares al fondo de la policía de Nueva York); el departamento federal de Seguridad Nacional ha dotado a pequeños cuerpos de policía municipal de armas militares; poco a poco se ha ido privando a los ciudadanos de los derechos de libertad de expresión y de reunión mediante la exigencia de permisos poco claros.
Súbitamente, los Estados Unidos se parecen al resto de un mundo enojado que protesta y que no es completamente libre. En efecto, la mayoría de los analistas no se han dado cuenta del todo de que se está desarrollando una guerra mundial. Una guerra mundial que es distinta a todas las anteriores: por primera vez en la historia los pueblos del mundo no se están identificando y organizando por nacionalidad y religión, sino más bien en términos de una conciencia global y de reclamos de una vida pacífica, un futuro sostenible, justicia económica y una democracia elemental. Su enemigo son las corporaciones globales que controlan y compran gobiernos y legislaturas, que han creado sus propios brazos armados que cometen fraudes económicos sistémicos, y que saquean las riquezas y ecosistemas…
Después de todo, las demandas de estos movimientos de protesta no son lo más profundo, sino la incipiente infraestructura de una humanidad común. Durante décadas, se ha ordenado a los ciudadanos que se sometan -en un mundo fantástico de consumo o en la pobreza y el trabajo pesado- y que dejen la dirección a las élites. Las protestas son transformadoras precisamente porque la gente sale se encuentra frente a frente y al reaprender los hábitos de la libertad construyen nuevas instituciones, relaciones y organizaciones.
Nada de eso puede suceder en un ambiente de violencia política y policiaca contra manifestantes democráticos pacíficos. Como alguna vez preguntó Bertolt Brecht, después de la salvaje represión por parte del régimen comunista de Alemania oriental contra una protesta obrera en junio de 1953, "¿No sería más fácil….que el gobierno disolviera al pueblo y eligiera a otro?" En los Estados Unidos y en muchos otros países, líderes que supuestamente son democráticos parecen estar tomando muy en serio la pregunta irónica de Brecht".
(Naomi Wolf es una activista política y crítica social cuyo libro más reciente es: Give Me Liberty: A Handbook for American Revolutionaries)
Dice Joseph E. Stiglitz (La globalización de la protesta (Project Syndicate – 4/11/11): "El movimiento de protesta que nació en enero en Túnez, para luego extenderse a Egipto y de allí a España, ya es global: la marea de protestas llegó a Wall Street y a diversas ciudades de Estados Unidos. La globalización y la tecnología moderna ahora permiten a los movimientos sociales trascender las fronteras tan velozmente como las ideas. Y la protesta social halló en todas partes terreno fértil: hay una sensación de que el "sistema" fracasó, sumada a la convicción de que, incluso en una democracia, el proceso electoral no resuelve las cosas, o por lo menos, no las resuelve si no hay de por medio una fuerte presión en las calles…
Hay una misma idea que se repite en todos los casos, y que el movimiento OWS expresa en una frase muy sencilla: "Somos el 99%".
Este eslogan remite al título de un artículo que publiqué hace poco. El artículo se titula "Del 1%, por el 1% y para el 1%", y en él describo el enorme aumento de la desigualdad en los Estados Unidos: el 1% de la población controla más del 40% de la riqueza y recibe más del 20% de los ingresos. Y los miembros de este selecto estrato no siempre reciben estas generosas gratificaciones porque hayan contribuido más a la sociedad (esta justificación de la desigualdad quedó totalmente vaciada de sentido a la vista de las bonificaciones y de los rescates); sino que a menudo las reciben porque, hablando mal y pronto, son exitosos (y en ocasiones corruptos) buscadores de rentas.
No voy a negar que dentro de ese 1%, hay algunas personas que dieron mucho de sí. De hecho, los beneficios sociales de muchas innovaciones reales (por contraposición a los novedosos "productos" financieros que terminaron provocando un desastre en la economía mundial) suelen superar con creces lo que reciben por ellas sus creadores.
Pero, en todo el mundo, la influencia política y las prácticas anticompetitivas (que a menudo se sostienen gracias a la política) fueron un factor central del aumento de la desigualdad económica. Una tendencia reforzada por sistemas tributarios en los que un multimillonario como Warren Buffett paga menos impuestos que su secretaria (como porcentaje de sus respectivos ingresos) o donde los especuladores que contribuyeron a colapsar la economía global tributan a tasas menores que quienes ganan sus ingresos trabajando…
El aumento de la desigualdad es producto de una espiral viciosa: los ricos rentistas usan su riqueza para impulsar leyes que protegen y aumentan su riqueza (y su influencia). En la famosa sentencia del caso Citizens United, la Corte Suprema de los Estados Unidos dio a las corporaciones rienda suelta para influir con su dinero en el rumbo de la política. Pero mientras los ricos pueden usar sus fortunas para hacer oír sus opiniones, en la protesta callejera la policía no me dejó usar un megáfono para dirigirme a los manifestantes del OWS.
A nadie se le escapó este contraste: por un lado, una democracia hiperregulada, por el otro, la banca desregulada. Pero los manifestantes son ingeniosos: para que todos pudieran oírme, la multitud repetía lo que yo decía; y para no interrumpir con aplausos este "diálogo", expresaban su acuerdo haciendo gestos elocuentes con las manos.
Tienen razón los manifestantes cuando dicen que algo está mal en nuestro "sistema". En todas partes del mundo tenemos recursos subutilizados (personas que desean trabajar, máquinas ociosas, edificios vacíos) y enormes necesidades insatisfechas: combatir la pobreza, fomentar el desarrollo, readaptar la economía para enfrentar el calentamiento global (y esta lista es incompleta). En los Estados Unidos, en los últimos años se ejecutaron más de siete millones de hipotecas, y ahora tenemos hogares vacíos y personas sin hogar"…
(Joseph E. Stiglitz es profesor de la Universidad de Columbia, premio Nobel de Economía y autor del libro Caída libre: Estados Unidos, el libre mercado y el hundimiento de la economía mundial)
Estos "relatos" (de cabotaje), representan una manera "solidaria" de iniciar las "Conclusiones" sobre las "Economías Fallidas". Se trata de resaltar el poder del dinero frente a la fuerza de la verdad. Denunciar que reinan los principales por encima de los principios. Afirmar que la economía (y la justicia) queda(n) huérfana(s) de esperanza.
Las mías son "advertencias", no "predicciones". Puedo estar equivocado (probablemente), pero no soy "interesado" (cómplice), ni "pluma mercenaria" (lacayo), con absoluta seguridad. A partir de esta confesión, ustedes mismos.
Una crisis camaleónica
Entre los factores que impulsaron esta crisis figuran una política monetaria expansiva que propició un aumento del endeudamiento, ya que los costes de las obligaciones financieras eran muy reducidos y la abundante liquidez hizo que los tipos de interés fueran inferiores a la inflación, con lo que los incentivos para ahorrar en vez de consumir eran menores. Una errónea evaluación del riesgo por parte de las agencias de rating y de una falta de regulación externa por parte de la Fed, y sobre todo por un exceso de avaricia por parte de los responsables de las entidades financieras.
El detonante fue la elevada morosidad de las hipotecas subprime desarrolladas a raíz del boom inmobiliario en EEUU y que se concedieron sin ningún control a clientes apodados como ninjas, personas sin renta, sin trabajo y sin activos (no income, no job, no assets). La pregunta es: ¿por qué los bancos concedieron créditos a gente que seguramente no podría pagar? Para seguir alimentando la máquina del dinero. El fin no era la concesión de créditos de vivienda en sí mismos, sino el deseo de otorgarlos para posteriormente emitir títulos respaldados por esos préstamos hipotecarios. Cuantas más hipotecas daban, más títulos podían emitir y mayor altura tomaban los precios de la vivienda, con el consiguiente efecto riqueza sobre la economía real. Sin embargo esto sólo se podía sostener si el boom inmobiliario duraba indefinidamente, pero ninguna burbuja es eterna. Y ésta se desinfló el primer trimestre de 2007, cuando por la saturación del mercado cayeron los precios de la vivienda. Ante esta situación, algunos propietarios con bajo nivel de renta, al ver que el valor de la vivienda quedaba por debajo del valor hipotecado empezaron a no pagar los préstamos y a devolverles las llaves de las casas al banco. De este modo nacieron los activos tóxicos, en el sentido de que el valor subyacente de las titulizaciones de las hipotecas era mucho menor al de los bonos emitidos.
Pero, el principal problema vino a la hora de asumir e identificar el riesgo de los activos. Ya que, estas hipotecas una vez concedidas en títulos transferibles, se vendieron por todo el mundo. Quienes las contrataban en EEUU eran agentes a comisión, que cobraban en función del número de hipotecas colocadas. Los ejecutivos de estas empresas no se veían afectados por el creciente riesgo que el sistema financiero asumía. Su trabajo consistía en vender hipotecas y sólo de ello dependía su sueldo. Por otra parte, los bancos a través de la titulización -convertir activos, generalmente préstamos en valores negociables en el mercado- tampoco fueron conscientes del riesgo ya que diseñaron unos instrumentos financieros llamados CDO (Collaterised Debt Obligations) con los que las entidades sacaban de sus balances activos provenientes de su negocio hipotecario, sustituyéndolos por dinero nuevo. En una operación opaca que hacía difícil saber quién era el tenedor final de ese título. Así, cuando estalló la crisis los mercados de capitales se secaron. Los bancos no sabían quiénes estaban contaminados con estas emisiones, ni en qué cuantía por lo que no prestaban dinero a nadie.
Como consecuencia de esta restricción del crédito muchos proyectos de inversión se cancelaron provocando pérdidas empresariales, caída del crecimiento económico y destrucción del empleo. Tenemos así cómo, en un tiempo récord una crisis en el sector hipotecario estadounidense se transforma en una crisis financiera y posteriormente en una crisis económica global.
Ahora la deuda es el problema
Ante esta tesitura, los Estados intervinieron a través de estímulos fiscales y dando soporte de liquidez y apoyo a los bancos. Tanto en EEUU como en Europa el riesgo de quiebra del sistema financiero propició una rápida y desorganizada ayuda a los bancos, mientras que las respuestas en política fiscal y monetaria fueron más coordinadas. En Asia la respuesta fue más tradicional y, prioritariamente, se centró en expandir el crédito y dar estímulos en ciertos sectores.
Este esfuerzo que tuvieron que realizar algunas economías para evitar el colapso de su sistema financiero -nacionalizando incluso entidades bancarias-, y desatascar la congestión de su sector productivo hizo que los niveles de endeudamiento de estos países se incrementaran notablemente y en un breve periodo de tiempo. Todo ello, unido a un crecimiento prácticamente nulo de su PIB, hizo que en los mercados financieros, comenzara a cuajar la idea de que algunos países podrían no ser capaces de hacer frente a su endeudamiento.
Un temor que cobró forma cuando, en octubre de 2009, el nuevo gobierno griego indicó que se había disimulado el verdadero tamaño de su deuda desde hacía casi una década, los problemas se dispararon en los meses posteriores, hasta que en abril de 2010 Atenas pidió el rescate y el 8 de mayo, se concedió una línea de crédito de 110.000 millones de euros para rescatar a Grecia (80.000 por parte de la UE y 30.000 del FMI), quien ahora (noviembre 2011) está pendiente de un segundo rescate. No fue la única, el 22 de noviembre de 2010 le siguió Irlanda, que percibió una ayuda de 67.500 millones de euros; y el 6 de abril del año 2011 Portugal claudicó y se le destinó un fondo de ayuda por valor de 78.000 millones. Ahora España e Italia están en el punto de mira al ubicar su prima de riesgo por encima de los 400 puntos básicos. Un nivel a partir del cual la intervención se realizó en los anteriores países.
También al otro lado del Atlántico, han tenido su particular vía crucis con la deuda. Demócratas y republicanos tras una ardua negociación alcanzaron un acuerdo para elevar el techo de endeudamiento de la economía estadounidense -que se establecía como límite en los 14,29 billones de dólares- , un acuerdo que se alcanzó in extremis el 2 de agosto de 2011 para evitar que la primera potencia económica entrara en quiebra.
Bajo los términos de lo pactado, la autorización de endeudamiento subió de inmediato en 900.000 millones de dólares, y se añadirán otros 1.5 billones para el año 2012. A cambio se aplicarán de inmediato recortes de casi un billón de dólares, mientras un comité bipartidista tiene de plazo hasta fin del año 2011 para buscar una reducción del déficit federal en otros… 2 billones de dólares (hasta el 22/11/11, no lo han logrado).
Pero los "fallos" de la economía venían de antes
El factor evidente que precipitó la crisis fue la imprudencia imperdonable del sector financiero, sumada a la insensatez de una desregulación que le dio rienda suelta. La herencia que nos dejó (capacidad excedente en el sector inmobiliario y hogares demasiado endeudados) dificulta todavía más la recuperación.
Pero la economía se encontraba muy mal ya antes de la crisis, y la burbuja inmobiliaria no hizo más que ocultar sus debilidades. Si no hubiera estado la burbuja para estimular el consumo, se habría producido una enorme escasez de demanda agregada. Lo que ocurrió en cambio fue que la tasa de ahorro personal se redujo a apenas el 1%, mientras el 80% de los estadounidenses menos pudientes gastaban cada año aproximadamente el 110% de sus ingresos. Incluso si el sector financiero se recuperara completamente y estos estadounidenses pródigos no hubieran aprendido nada sobre la importancia del ahorro, su consumo no superaría el 100% de sus ingresos.
En alguna medida Estados Unidos y el mundo fueron víctimas de su propio éxito. El acelerado aumento de la productividad en el sector industrial superó el crecimiento de la demanda, lo que supuso una reducción del nivel de empleo en ese sector. Esto implicaba un desplazamiento de mano de obra al sector de servicios.
La necesidad que tienen los Estados Unidos y Europa de retirar mano de obra del sector industrial se agrava por el cambio de las ventajas comparativas: además de que hay un límite global para la cantidad de empleos fabriles, una proporción mayor de esos puestos de trabajo se irá a otros países.
Mientras tanto, la globalización fue uno de los factores (aunque no el único) que contribuyeron a que surgiera el siguiente problema clave: el aumento de la desigualdad. Como una parte de los ingresos se trasladó de personas que los gastan a personas que no los gastan, la demanda agregada se redujo. Asimismo, el enorme encarecimiento de la energía derivó poder adquisitivo de los Estados Unidos y Europa a los países productores de petróleo, que al darse cuenta de la volatilidad de sus precios, eligieron acertadamente ahorrar gran parte de esta renta.
Las protestas durante el año 2011 por todo el mundo han expresado la preocupación de la clase media y trabajadora ante su futuro económico, el aumento de la desigualdad de los salarios y la riqueza, y la concentración de poder por la élite.
El argumento de que el 99% de la población se hunde, mientras que el 1% prospera, tal vez simplifique una realidad compleja, pero suena certero; el capitalismo no regulado y la globalización no han beneficiado a todos, y entre sus consecuencias adversas se incluyen las pérdidas masivas de empleo, un crecimiento salarial mediocre y un aumento de las desigualdades.
La desigualdad alimenta la inestabilidad sociopolítica y reduce el crecimiento económico. También conlleva la ausencia de demanda agregada que debilita el crecimiento porque redistribuye las rentas de los actores con mayor propensión marginal a gastar a los actores con mayor propensión a ahorrar.
Los levantamientos y las revueltas árabes, los últimos disturbios en Inglaterra y las protestas anteriores en ese mismo país contra los recortes de pensiones y la subida de las tasas académicas, las protestas de la clase media israelí contra el alto precio de la vivienda y la presión de una inflación alta, la preocupación de los estudiantes chilenos sobre la educación y el empleo, el vandalismo de coches caros de los peces gordos alemanes, las manifestaciones griegas contra la austeridad fiscal. Aunque no todas compartan un mismo lema, expresan (de formas diferentes) la preocupación de la clase media y trabajadora sobre su futuro económico, los problemas de acceso a las oportunidades económicas y la concentración de poder por las élites económicas, financieras y políticas.
Diversos efectos de la globalización económica y financiera, así como una fiscalización menos progresiva. La incorporación de 2.500 millones de chinos e hindúes a la mano de obra internacional, reduce los puestos de trabajo y los salarios de los obreros y oficinas externalizables de las economías avanzadas. El cambio tecnológico, hace que los puestos de trabajo estén orientados a unas habilidades y a una formación, específicas. El aumento de la desigualdad en economías anteriormente de rentas bajas pero en rápido crecimiento. El crecimiento de los oligopolios menos competitivos y que aumentan los márgenes.
En EEUU, en 2010 la desigualdad salarial recuperó valores de 1928 (ver gráfico). El año pasado, la proporción de los ingresos del 1% superior (es decir, de la parte de la población más rica) fue del 23% tras un aumento del 10% en dos décadas. El 5% superior controla el 75% de la riqueza. El coeficiente de Gini (que mide la desigualdad) indica un aumento brusco de la misma. La media de ingresos de los hogares estadounidenses ha vuelto a niveles de 1999. Las clases trabajadoras se encuentran muy oprimidas en términos de salarios y riqueza.
El aumento de las desigualdades y el consiguiente débil crecimiento de los salarios de las clases medias y trabajadoras obedecen a muchas y complejas causas. También es problemático por muchos motivos, incluso sin tener en cuenta la cuestión de la justicia de la desigualdad.
En primer lugar, el aumento del apalancamiento público y privado, y las correspondientes burbujas de crédito y activos, son en parte consecuencia de la desigualdad. El mediocre crecimiento de los sueldos de las últimas décadas ha creado un vacío entre los salarios y las aspiraciones de gastos. En los países anglosajones (no sólo Estados Unidos y el Reino Unido, sino también en otros que han seguido ese modelo en los últimos años, como Islandia, Irlanda, España o Australia), la respuesta ha sido una democratización del crédito (mediante la liberalización financiera) que ha permitido a los hogares en apuros pedir prestado para compensar la diferencia entre gastos e ingresos, y ha conducido a un aumento de la deuda privada.
En las economías del Estado del bienestar social de la Europa continental, ese vacío se ha ido llenando mediante el suministro de servicios públicos (educación gratuita, sanidad, etcétera), aunque no se cubren íntegramente con los impuestos y, por lo tanto, provocan un aumento del déficit público y de la deuda.
En ambos casos, la creciente deuda pública y privada se acabó volviendo insostenible y condujo a una crisis financiera. Cuando la burbuja de la deuda privada estalló con el hundimiento del precio de los activos, los déficits públicos y las deudas subieron incluso en las economías anglosajonas porque se socializaron las pérdidas privadas, irrumpieron los estabilizadores automáticos y se implantaron políticas fiscales contra-cíclicas para evitar que la Gran Recesión de 2007/ 2009 se convirtiera en la Gran Depresión 2.0.
En segundo lugar, las empresas de las economías avanzadas están recortando las plantillas porque aseguran que existe incertidumbre, exceso de capacidades e insuficiente demanda final. Pero suprimir puestos de trabajo reduce las rentas del trabajo, incrementa las desigualdades y limita la demanda final. Es decir, que lo que es racional individualmente (las empresas necesitan sobrevivir y prosperar) es destructivo en el agregado macro porque los costes laborales de una empresa son las rentas individuales del trabajo y la demanda.
Algunas propuestas de los "grandes bonetes" (les enfants terribles de la economía)
Joseph E. Stiglitz: "La receta para el mal que aqueja a la economía global se deduce inmediatamente a partir del diagnóstico: hacen falta sólidos programas de gasto público que apunten a facilitar la reestructuración, promover el ahorro energético y reducir la desigualdad; y junto con esto, una reforma del sistema financiero internacional que cree alternativas a la acumulación de reservas.
Tarde o temprano, los líderes mundiales (y los votantes que los eligen) se darán cuenta de que es así, ya que conforme las perspectivas de crecimiento sigan empeorando, no les quedará otra alternativa. ¿Pero cuánto sufrimiento deberemos soportar hasta que eso ocurra?". La cura para la economía (Project Syndicate – 3/10/11)
Nouriel Roubini: "Para que las economías de mercado puedan operar de una forma más estable y equilibrada debemos recuperar el equilibrio correcto entre los mercados y el suministro de servicios públicos. Y eso implica alejarse tanto del modelo anglosajón del capitalismo desregulado del laissez-faire y la economía vudú, como del modelo continental europeo del estado de bienestar deficitario.
Ni siquiera el modelo alternativo del crecimiento asiático (si es que existe) ha evitado el aumento de las desigualdades en China, la India y muchos otros lugares del continente. Las economías emergentes (desde Asia a Latinoamérica) necesitan desarrollar más algunas de las instituciones fundamentales del estado moderno del bienestar social para evitar la inestabilidad sociopolítica y promover el crecimiento de una economía de consumo.
Cualquier modelo económico que no aborde debidamente las desigualdades suministrando servicios públicos y oportunidades económicas a todos está abocado a enfrentarse a una crisis de legitimidad. Muchos estudios de investigación académica, incluido uno reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI), demuestran que el ensanchamiento de la desigualdad conduce a un menor crecimiento económico.
Incluso dejando de lado la cuestión de la justicia, la desigualdad también es negativa siguiendo el criterio tradicional económico de la "eficiencia". Y la frecuencia, gravedad y consecuencias recientes de las crisis económicas y financieras, en parte provocadas por el aumento de la desigualdad y la inseguridad salarial, son perjudiciales y podrían provocar una reacción contra la globalización y las reformas de mercado. Por ello, es necesario encontrar una tercera vía que equilibre el papel de los mercados y los estados en la economía.
De lo contrario, las protestas de 2011 adquirirán más importancia y provocarán una inestabilidad social y política trastornadora, que acabará minando el crecimiento económico a largo plazo y el bienestar, y desencadenará una reacción contra la globalización y las economías de mercado tanto en las economías avanzadas como en las emergentes". Los peligrosos efectos de la desigualdad (El Economista – 17/10/11)
(Nouriel Roubini, director de Roubini Global Economics, es profesor de Economía de la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York y coautor de Crisis Economics)
El escenario del fracaso: preparando las próximas burbujas (el futuro ya está aquí)
De la hemeroteca reciente extraigo las "últimas noticias" que (lamentablemente) no permiten confiar en el espíritu de enmienda de los "sospechosos habituales". No han aprendido nada o, peor aún, ni siquiera les interesa. Repiten las mismas jugadas (con nuestro dinero), en el mismo casino (abierto "over the counter"). "Mad Money".
"La búsqueda por la apuesta perfecta ha desviado a algunos inversionistas muy lejos del rebaño"… Los "refugios" de alto riesgo de los inversionistas (The Wall Street Journal – 28/11/11)
"Estos inversionistas están revisando hasta los rincones más recónditos del mundo de las inversiones para apostar por los bonos israelitas, la suerte de la banca islandesa y la probabilidad de recibir pagos de la bancarrota de Lehman Brothers Holdings.
El objetivo es hallar inversiones cuyo valor no esté sujeto a los grandes movimientos de los mercados dictados por la crisis europea y las batallas políticas en Estados Unidos.
Tradicionalmente, los inversionistas han recurrido a materias primas como el petróleo y a coberturas para protegerse de los vaivenes de los mercados. Últimamente, no obstante, estos activos han tendido a subir y bajar en sincronía, un fenómeno conocido como correlación.
"Los inversionistas se dan cuenta de que, en épocas de crisis, cae todo su portafolio", apunta Robert Koenigsberger, director de inversión de Gramercy, una administradora de fondos especializada en mercados emergentes con unos US$ 2.700 millones bajo gestión. "Se ha producido un gran movimiento para reforzar los portafolios con inversiones que no están correlacionadas", afirma.
Alfredo Viegas, estratega de mercados emergentes de la firma de valores Knight Capital Group, recomienda a sus clientes apostar contra los bonos de Israel. Su teoría es que, al estar tan concentrado en Europa, el mercado no ha evaluado acertadamente los riesgos de Medio Oriente, como un deterioro en las relaciones entre Israel e Irán o un recrudecimiento de los conflictos en Egipto y Siria. Una vez que los inversionistas incorporen tales riesgos, los bonos israelitas se desplomarán, razona Viegas. Mientras tanto, la deuda de Israel no se verá tan afectada por la crisis europea, agrega…
Algunos inversionistas han estado comprando la deuda de Nortel Networks y Lehman Brothers, empresas que se declararon en bancarrota, con la esperanza de ganar dinero cuando se distribuyan los fondos recaudados en el proceso de quiebra. Los bonos de estas empresas ocuparon el sexto y octavo lugar entre la deuda chatarra más transada del tercer trimestre, según la firma especializada MarketAxess"…
"Poco después de su introducción en 2001, por parte de Goldman Sachs, el término BRIC -abreviatura de Brasil, Rusia, India y China- ya estaba en boca de los inversionistas de todo el mundo. Desde entonces, los bancos de inversión y gestores de fondos están en busca del siguiente acrónimo candente de inversión"… Una dieta de inversión alta en carbohidratos (The Wall Street Journal – 28/11/11)
"El candidato más reciente es CARBS, que en inglés también es una abreviatura de "carbohidratos". En un reciente informe llamado "CARBS te hacen fuerte", Citigroup sostiene que Canadá, Australia, Rusia, Brasil y Sudáfrica deberían ser agrupados juntos porque sus mercados y monedas son particularmente sensibles a los cambios en los precios de las materias primas..
De esta manera, CARBS se suma a MINTS (Malasia, Indonesia, Nueva Zelanda, Tailandia y Singapur), CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica) y MIST (México, Indonesia, Corea del Sur -por su nombre en inglés- y Turquía), entre los grupos de países ingeniosamente bautizados. El concepto se ha extendido incluso a los mercados desarrollados. El martes, Russ Koesterich, estratega jefe de inversiones de iShares, acuño CASSH, por Canadá, Australia, Singapur, Suiza y Hong Kong.
La investigación académica ha demostrado que los apodos pegadizos ayudan a vender inversiones. Un estudio de 2006 halló que las acciones con símbolos de cotización que evocan palabras comunes superaron al resto por alrededor de 8,5 puntos porcentuales en su primer día de operaciones desde 1990 hasta 2004. La razón es que cuando se trata de temas complicados, como la inversión, la gente parece preferir atajos directos que simplifiquen las cosas.
"Eso crea una etiqueta mental que la gente recuerda y actúa en función de ello", sostiene Richard Peterson, psiquiatra y director de la firma de investigación MarketPsych Data.
Muchos de las nuevas siglas tienen raíces en intentos por simplificar la inversión en mercados emergentes, siguiendo el ejemplo de BRIC. Sin embargo, BRIC sólo reunió a los cuatro mayores países en desarrollo; en tanto que los nuevos acrónimos usan de todo, desde la demografía y el tamaño de la población a los niveles de deuda para determinar la inclusión.
Todavía no hay un producto que pueda ayudar a un inversionista a invertir en CARBS. Sin embargo, las empresas han creado otros vehículos de inversión ligados a acrónimos y temas. Los inversionistas, por ejemplo, pueden comprar inversiones relacionadas a los BRIC como los fondos negociados en bolsa vinculados de iShares, de Guggenheim o de Standard & Poor's. A su vez, Goldman Sachs Asset Management lanzó en febrero su fondo N-11 (que incluye a Bangladesh, Egipto e Indonesia, entre otros), mientras que HSBC anunció la introducción de un fondo europeo CIVETS en mayo.
Los acrónimos pueden ser pegadizos, dice Richard Bernstein, jefe ejecutivo de Richard Bernstein Advisors, "pero cada vez que se escucha uno hay que preguntarse qué parte de la historia no está siendo contada".
"La banca mundial recibió ayudas por valor de más de la mitad del PIB de EEUU sin el conocimiento del Congreso de EEUU, obteniendo con ellas un beneficio de 13.000 millones de dólares. Este rescate encubierto se organizó mediante préstamos secretos a intereses prácticamente inexistentes. Y mientras, las entidades mintieron públicamente sobre su salud financiera, se dedicaron a crecer y a seguir pagando a sus empleados salarios astronómicos"… La Fed orquestó el rescate secreto de los bancos inyectando 7,7 billones de dólares (El Economista – 27/11/11)
"La banca mundial recibió ayudas por valor de más de la mitad del PIB de EEUU sin el conocimiento del Congreso de EEUU, obteniendo con ellas un beneficio de 13.000 millones de dólares. Este rescate encubierto se organizó mediante préstamos secretos a intereses prácticamente inexistentes. Y mientras, las entidades mintieron públicamente sobre su salud financiera, se dedicaron a crecer y a seguir pagando a sus empleados salarios astronómicos.
Según recoge la revista Bloomberg Markets, la Fed llegó comprometer 7,77 billones de dólares entre 2007 y 2009, incluyendo garantías además de préstamos, para salvar al sistema financiero mundial. Entre los bancos que recibieron las ayudas se encuentran los españoles Santander y BBVA, que obtuvieron unos beneficios de 96,2 y 84,1 millones de dólares, respectivamente, gracias a ello.
A parte de esto estaba el rescate oficial del TARP (Trouble Asset Relief Program), que ascendió a 700.000 millones de dólares.
El día más terrible fue el 5 de diciembre de 2008, cuando la banca necesitó 1,2 billones de dólares. Aquel día, Wall Street cerró con subidas de más del 3% con una fuerte remontada a última hora liderada por el sector financiero, después de caer durante la mayor parte de la sesión. También en esa jornada se nombró a Ken Lewis, consejero delegado de Bank of America, banquero del año: unos días antes, el 26 de noviembre, su banco debía 86.000 millones encubiertos a la Fed y había necesitado préstamos de emergencia para completar la adquisición de Merrill Lynch.
Desde la Fed se asegura que prácticamente todos los préstamos han sido devueltos y no ha habido pérdidas para el contribuyente. Sin embargo, su actuación siembra dudas porque permitió mantener con vida a instituciones quebradas que además aprovecharon ese dinero para crecer más y seguir repartiendo salarios y bonus desorbitados entre sus empleados.
Estas nuevas revelaciones llegan gracias a que Bloomberg LP ganó un juicio contra la Fed y un grupo de grandes bancos estadounidenses, lo que forzó a que se hicieran públicos los detalles de las operaciones entre el banco central y el sector financiero.
La Fed argumentaba que publicar estos datos en su momento crearía un estigma que cerraría el crédito a las entidades que utilizaran al banco como prestamista de último recurso.
Préstamos sin intereses
La Fed ha realizado préstamos de emergencia a través de la llamada ventanilla de descuentos desde su fundación en 1913, pero a partir de agosto de 2007 creó numerosas herramientas para ayudar al sector financiero, y a finales de 2008 ya había creado 11 facilidades de crédito distintas.
Normalmente, estos préstamos de emergencia son más caros para que los bancos no abusen de este privilegio. Sin embargo, durante la crisis, estos préstamos de la Fed fueron los más baratos del mercado, llegando a un mínimo del 0,01% en diciembre de 2008, como ya se publicó en primavera de este año.
Estos programas de emergencia iban "mano a mano" con el TARP, explica Sherrill Shaffer, profesor de la Universidad de Wyoming y ex economista jefe de la Fed de Nueva York. El TARP ayudó al banco central a aislarse de las pérdidas, mientras que la decisión de la Fed de dar financiación ilimitada a la banca permitió que ésta no se colapsara, protegiendo a su vez el dinero que el Tesoro puso para el TARP.
"Aunque el Tesoro estuviera en los titulares, era la Fed quien realmente estaba orquestándolo", añade Shaffer.
Por ejemplo, Bank of America y Citigroup recibieron oficialmente 45.000 millones de dólares del TARP. Sin embargo, al mismo tiempo estaban recibiendo préstamos regalados de manera secreta por la Fed, llegando tocar picos de cerca de 100.000 millones de dólares a comienzos de 2009 en ambos casos.
Secretismo absoluto
El problema es que los congresistas no sabían nada de que se estuviera organizando un rescate que permitió que Morgan Stanley recibiera 107.000 millones de dólares en septiembre de 2008, poco después de la caída de Lehman Brothers. Incluso los miembros del gobierno de George W. Bush que gestionaban el TARP desconocían estas actividades.
Judd Greg, ex senador republicano de New Hampshire y que encabezó las negociaciones sobre el TARP, asegura que "no sabíamos los detalles". Gregg es ahora asesor de Goldman Sachs.
"Teníamos conciencia de que se estaban llevando a cabo esfuerzos de emergencia, pero no sabíamos los detalles", añade Barney Frank, congresista demócrata que presidía el Comité de Servicios Financieros de la Cámara.
Frank fue también uno de los impulsores de la reforma de Wall Street con la que se pretendía acabar con los excesos de la industria financiera. El Congreso debatió esa reforma en 2010 sin el conocimiento completo del nivel de dependencia de la Fed que tenían las entidades financieras, denuncia Bloomberg.
Bancos demasiado grandes para caer
Mientras, las grandes entidades estadounidenses siguieron creciendo y siguieron pagando a sus empleados tanto como en los momentos más álgidos de la burbuja inmobiliaria.
En concreto, los activos de los seis mayores bancos crecieron un 39% entre septiembre de 2006 y septiembre de 2011, hasta alcanzar los 9,5 billones de dólares. Los empleados de estas entidades vieron crecer sus compensaciones un 20% en esos cinco años, siendo el salario media el mismo en 2010 que en 2007, antes de la crisis y los rescates.
Estas ayudas encubiertas de la Fed permitieron, por ejemplo, que Wells Fargo comprara Wachovia, que estaba recibiendo préstamos secretos por valor de 50.000 millones para evitar su colapso. Algo similar se hizo con Bear Stearns, que recibió 30.000 millones para mantenerse a flote y que JP Morgan pudiera finalizar su adquisición.
"Cuando ves los dólares que obtuvieron los bancos es difícil decir que eran instituciones exitosas", asegura Sherrod Brown, senador de Ohio que intentó introducir una ley en 2010 para limitar el tamaño de las entidades. "Esto es un tema que puede unir al Tea Party con Occupy Wall Street. Hay congresistas en ambos partidos que cambiarían sus votos ahora".
Esta propuesta de Ley habría obligado a las seis mayores entidades a reducir su tamaño, pero la banca consiguió salirse con la suya argumentando que sería "castigar el éxito", recuerda Brown. Pero ahora que se sabe la cantidad de dinero que necesitó el sector puede que los senadores y representantes pensaran distinto.
Kauffman concluye: "No estamos en absoluto, preparados para otra crisis financiera".
El "espectáculo" debe continuar: a la espera de la próxima ronda de la Fed
"Societe Generale ha presentado su informe "Paciencia, las malas noticias se convertirán en buenas noticias", donde el banco francés se ha mostrado de lo más alcista con el oro ya que aventura una nueva ronda de estímulos por parte de la Reserva Federal. Según aseguran los expertos de la entidad es difícil que la economía mundial se enfrente a una crisis de liquidez ya que "estamos en vísperas de nuevos estímulos por parte del Banco Central de Inglaterra en Reino Unido, la Fed en Estados Unidos y más tarde en la Eurozona""… La Fed lanzará un QE3 en primavera que disparará al oro entre los 1.900 y 8.500 dólares por onza (El Economista – 28/11/11)
"En EEUU, según explican los especialistas del banco galo, la combinación de la debilidad económica que se experimentará durante el primer trimestre de 2012 junto con la inflación acabarán por presionar a la Fed, que dará vía libre a una nueva ronda de expansión monetaria. Esta operación se llevará a cabo en dos fases. La primera tendrá lugar en enero de 2012, cuando la Reserva Federal anuncie que mantendrá las tasas en el cero por ciento hasta que el desempleo se sitúe por debajo del 7,5%.
La segunda fase tendrá lugar en marzo del año que viene, cuando se haga oficial el anuncio de una nueva ronda de Quantitative Easing (QE). "Esperamos que la próxima ronda de QE se concentre en la compras de Mortgage Backed Securities (activos respaldados por hipotecas) por un valor aproximado de 600.000 millones de dólares durante un periodo comprendido entre seis y ocho meses", explica el informe. Esto aumentaría la cartera de de activos de la Fed desde 2,65 billones de dólares actuales hasta los 3,25 billones de dólares previsto para finales de 2012.
En este sentido, Societe Generale se muestra especialmente alcista con el oro, sobre todo a largo plazo. "Si el oro llegase a alcanzar el incremento registrado en la base monetaria desde 1920, como ya hizo a comienzo de los 80, su precio podría alcanzar los 8.500 dólares por onza", aseguran los analistas del banco. Aún así, aunque esto no ocurra, para "cerrar la brecha con el incremento en la base monetaria desde julio de 2007, el precio de la onza debería subir hasta los 1.900 dólares por onza", añaden.
Como referencia, el banco francés apunta que durante la primera ronda de estímulos orquestada por Bernanke y sus chicos entre finales de 2008 y mediados de 2010, el precio de la onza de oro sufrió un incremento del 36 por ciento, seguido de un aumento del 21 por ciento durante la duración del QE2, que finalizó el pasado 30 de junio. Con estas referencias sobre la mesa, Societe Generale estima que un próximo QE3 será "muy positivo para el precio del oro" .Es por eso que recomiendan a sus clientes comprar oro antes de una posible nueva ronda de estímulos en 2012"…
Los unos por los otros y la cuenta sin pagar (nadie quiere hacerse cargo del muerto)
Hay deudores y deudores, y acreedores y acreedores. No todos somos iguales a los ojos de la Fed o el BCE. Tampoco somos iguales ante la Ley. Estos "artistas" se han "cargado" primero a Rousseau (El Contrato Social), y luego a Montesquieu (El Espíritu de las Leyes).
Antes los puse al tanto (y cuánto) de las "actuaciones" de la Fed (de ahí, lo de "artistas"); ahora pueden tomar nota de las "simulaciones" del BCE (los "comediantes" europeos superan en cinismo a sus pares americanos, aunque pareciera imposible). De las "medias verdades" de la Fed, a las "completas falsedades" del BCE. Pecados capitales. Una víbora de dos cabezas.
"Hasta ahora la Sra. Merkel se ha opuesto tajantemente a la compra masiva de Deuda Pública de los países periféricos por parte del BCE. No obstante, el BCE ya es un hedge fund hiperapalancado en deuda de estos países. Prácticamente es el único financiador de una gran parte de los bancos europeos que ven cerradas todas las restantes vías de financiación. A su vez, los bancos son los principales tenedores de deuda pública"… El BCE es un hedge fund hiperapalancado en deuda soberana (El Confidencial – 29/11/11)
La evolución de la crisis financiera ha llevado a la creación de un círculo vicioso entre el riesgo bancario y el riesgo de deuda soberana. Tras la quiebra de Lehman Brothers, la desconfianza sobre las entidades financieras provocó que los bancos fueran incapaces de financiarse por sí mismos.
Los Estados apoyaron a los bancos mediante la concesión de avales sobre sus emisiones de bonos y la ampliación de las garantías de los Fondos de Garantía de Depósitos de forma ilimitada en algunos países (en en caso de España se pasó de 20.000 € a 100.000 € de garantía por titular y entidad). El BCE ejerció de "prestamista de última instancia" de los bancos y abrió líneas de préstamos a las entidades financieras al 1% a distintos plazos.
Los bancos, que ya eran los principales tenedores de deuda pública, tenían y tienen un aliciente adicional para utilizar parte de la financiación otorgada por el BCE al 1% en deuda pública con un interés sensiblemente superior. No sólo se ayudaba a la banca sino también a la colocación de la deuda emitida por los Estados. A partir de 2010 se percibe que la cantidad de avales y pasivos contingentes asumidos por los Estados pueden poner en riesgo la solvencia de los propios bonos soberanos. Como consecuencia, las dudas sobre los Estados penalizan a los bancos, cayendo sus cotizaciones y dificultando enormemente la emisión de bonos bancarios en los mercados mayoristas.
El riesgo bancario acaba afectando al riesgo soberano por los avales concedidos y por la garantía otorgada a los depósitos, y a su vez, el riesgo soberano afecta al riesgo bancario al ser las entidades financieras las principales tenedoras de deuda pública. En definitiva, no vale de nada solucionar el problema de financiación de los bancos si no se soluciona el problema de los Estados y viceversa.
En el próximo ejercicio la banca europea afronta vencimientos por un importe superior a 700.000 millones de euros, siendo el alemán Commerzbank la entidad con mayor volumen de vencimientos. A finales de noviembre (2011), los mercados de emisión mayorista permanecen inaccesibles para la gran mayoría de entidades. Sólo un reducido número de bancos han podido emitir en los últimos meses.
El BCE, consciente de la situación, ha vuelto a actuar como "prestamista de última instancia" de los bancos. El restablecimiento de las subastas a largo plazo con adjudicación total de lo solicitado (full allotment) a trece meses y la renovación de las subastas semanales a uno y tres meses hasta junio del año 2012 da un respiro a los problemas de financiación de los bancos europeos. Incluso no se descarta que se introduzcan subastas a dos o tres años, lo que facilitaría aún más la financiación de las entidades y la compra de más deuda pública por parte de los bancos. Como garantía de estos préstamos las entidades financieras depositan activos mantenidos en su balance, entre otros deuda pública de los países periféricos, incluida la deuda griega.
Mientras Alemania se opone tajantemente a que el BCE sea el prestamista de última instancia de los Estados, de forma indirecta ya lo está siendo, a través de su financiación "casi ilimitada" a la banca europea. Cuantas más dudas haya sobre la solvencia de los Estados, traducido en una mayor prima de riesgo de los bonos soberanos, mayor será la penalización de las cotizaciones de las acciones de banca y de los activos depositados por las entidades como garantía en el BCE, empeorando la calidad de las garantías prestadas al BCE.
La crisis actual ha logrado que se tomen decisiones impensables hace escaso tiempo, aunque manipulando el lenguaje para no reconocer lo evidente. Por ejemplo, un país del euro, Grecia, hará default o no pagará el 100% de su deuda soberana aunque políticamente se le denomine "quita voluntaria". De igual forma, más pronto que tarde, el BCE ejercerá de prestamista de última instancia de los Estados aunque políticamente se denomine de otra forma asumible por Alemania. La instrumentación vía préstamos del BCE al FMI, que a su vez preste a los Estados con problema de financiación es una de las opciones.
Dada la difícil separación entre riesgo bancario y riesgo soberano, el propio BCE será uno de los principales interesados en facilitar una solución políticamente aceptable al actual problema de financiación de los estados periféricos. Cada día que pasa sin alcanzar una solución el propio balance del BCE se deteriora de forma silenciosa.
Las zozobras del Titanic (la pantomima europea)
"El debate sobre el papel del Banco Central Europeo (BCE) en la crisis del euro entra en una nueva dimensión. Los ministros del "núcleo duro" del euro (Alemania, Francia y sus países satélite) están empujando en el Eurogrupo para arrastrar a España e Italia hacia la órbita del Fondo Monetario Internacional (FMI). O lo que es lo mismo, se trataría de que fuera el FMI quien saliera al rescate de los países en dificultades y no directamente el BCE o el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), cuya potencia de fuego es insuficiente para cubrir las necesidades de financiación de las naciones del sur de Europa"… Alemania y el "núcleo duro" del euro empujan a España e Italia hacia el FMI (El Confidencial – 30/11/11)
"Tendremos que mirar al FMI, que también puede poner a disposición fondos adicionales para el fondo de emergencia. Creo que los países de dentro y fuera de Europa deberían estar preparados para dar más dinero al Fondo", aseguró Jan Kees de Jaeger, ministro holandés de Finanzas. Su colega de Luxemburgo, Luc Frieden, va en la misma dirección. "Creo que el FEEF por sí solo no será capaz de resolver todos los problemas, tenemos que hacerlo juntos con el FMI y el BCE, dentro del marco de su independencia", aseguró antes de la reunión del Eurogrupo (29/11/11).
El hecho de que el FMI tome una posición más determinante en solucionar la crisis del euro interesa sobre todo a Alemania. La canciller Merkel quiere rebajar como sea la presión sobre el BCE para que compre deuda pública de forma masiva. Y esa sería la solución elegida. El FMI prestaría a cambio de una dura política de ajuste fiscal supervisada por sus inspectores, lo que restaría capacidad de maniobra al nuevo Gobierno.
Otra opción para aumentar la capacidad financiera del FMI sin aumentar las cuotas pasa porque sea el BCE quien le preste dinero, con lo cual se salvarían varias reticencias alemanas. Por un lado, no se rompería el sacrosanto principio de prohibir que el banco central adquiera deuda de países, y, al mismo tiempo, se evitarían los problemas jurídicos que surgirían por una decisión de ese calibre. El Tratado de la UE lo prohíbe de forma taxativa, y el Tribunal Constitucional alemán ha dictaminado que cada ampliación de la aportación germana al FEEF debe ser aprobada por el parlamento.
Última ración: basta para mí (creo que con esto, ya es suficiente)
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