La idea creadora es descubrimiento de las posibilidades muertas de lo real, rebasando la facticidad en cuanto contenido y tarea; como porta un elemento dinámico, modela lo viable y le proporciona figura, que nunca hubiese arribado al ser sin el quehacer humano. La carencia y el vacío se limitan a ser ausencias desde la perspectiva de la acción.
La idea, como simple copia fidedigna del acontecer, es inepta para orientar al hombre hacia una sociedad más justa. Que una comunidad esté configurada de tina determinada manera, no significa que esté bien que así sea. La idea notifica: así no debe ser. El hombre se eleva sobre su circunstancia e imagina una nueva morada. La realidad vigente se torna inaceptable. Es el origen de la rebeldía y del tránsito.
La idea anuncia lo que debe ser. La realidad informa si puede ser. Es insuficiente tener ideas. Deben ser factibles. El alfarero debe contar con las posibilidades ocultas en la sustancia mineral, que condiciona y traza límites. De la misma manera, el proyectista, el ingeniero, el técnico.
En el orbe histórico, más que posibilidades muertas y erráticas de la materia, son virtualidades que portan energía y propensión. El Perú como doctrina destaca este sustrato esencial. Tenerlo en cuenta posibilita el hacer eficaz, el poder ser. Desatenderlo conduce a un deber ser abstracto, irrealizable.
En la acción se genera la síntesis entre idea política y realidad social, entre deber ser y poder ser. La idea abandona su recinto espectral, deja de estar ubicada frente a lo real, se torna dinámica, conforma y se vierte, deviniendo uno de los componentes del contorno humano.
Las naciones han dejado de constituir peñones egregios. Sin embargo, conservan su peculiaridad y se desenvuelven en desigual tiempo histórico. Por eso, lo abstracto se configura de diversa manera. Más cuando los idearios se importan como mercancías al Perú , sin arraigo en la más propia realidad, orean distorsionados. Un canon propio de una nación de vanguardia, deviene a veces quimera en tina rezagada.
Con Belaúnde en si se va analizando al Perú como doctrina al Perú como estudio profundo de sus carencias se va extrapolando el auge de las culturas Pre incas e Inca si ellos construyeron sociedades basadas en principios rectores porque no en pleno siglo XX se puede traer esos principios rectores a la actualidad . No es difícil trazar esbozos de una sociedad excelsa. Desde Platón se han venido sucediendo los arquetipos. La juventud se deleita ante sus resplandores. Mientras más perfectos, con mayor ahínco cree y combate.
Marx repara en la esterilidad de estas ensoñaciones. El porvenir debe estar adscrito de alguna manera al presente. El socialismo científico, como él lo denomina y concibe, es futuro de las sociedades industriales, que lo portan en su seno como germen. La conquista recién habida en el campo político –democracia y libertad– debe ser coronada en el área económico social, mediante la justicia social, para que se afiance y lo sea con mayor verdad. El socialismo ha de tornar realmente libre al hombre, ubicarle en un mundo sin alienaciones y fantasmas, sin opresores y verdugos. Consecuencias imprevistas a su designio, conducen más adelante a los epígonos a la negación de la libertad, y a la apología de la dictadura del proletariado. La consecuencia es un imperialismo de reciente formato. El Estado, que Marx juzga condenado a paulatina extinción, crece incontinente como cacique implacable. El hombre es arrojado a tina nueva servidumbre, en nombre de la justicia.
El antiguo Perú asombra a los estudiosos, entre otras razones, por su proeza y esfuerzo en busca de equidad. El historiador Toynbee la considera la más justa de las sociedades antiguas.
Esta admiración es a veces rechazada en nuestro medio. Se levanta el señorito presumido con su desdén o su vilipendio. Se levanta el demagogo con su código de mandatos, sin reparar que un neo-imperialismo lo redacta.
El Perú contemporáneo continúa siendo vástago de la Conquista. Son insuficientes los retratos de Tupac Amaru. La mentalidad y la actitud subsisten. Conquistadores y dictadores proceden de un mismo linaje. El pueblo no cuenta. Cuenta el dictado de la espada.
En la primera mitad de la presente centuria se oponen dos tendencias en el área de nuestra historia: hispanismo e indigenismo.
La corriente conservadora suele exaltar la tradición hispánica, deleitándose en la sociedad de los virreyes, añorando la felicidad pretérita, como consecuencia de su desadaptación presente y del trayecto azaroso dibujado en el porvenir. Continúa absorta ante tierras de ultramares y, más recientemente, del septentrión, permaneciendo extranjera en el terruño. El rezago del país es juzgado obra de supervivencias indígenas. Hubiera preferido una pampa deshabitada.
Sin embargo, el antiguo hombre peruano era robusto, sobrio y animoso. El conquistador le convirtió en siervo, menospreciándole, como hacen los conquistadores en todas las latitudes y épocas. Así quedó condenado a despojo y miseria, habiendo conocido bienestar.
El indigenismo torna conciencia de esta coyuntura, reacciona contra el desafuero, y se ubica al lado de los desvalidos. Es su lado positivo y preclaro. Empero, desconoce la herencia de España y de Occidente, omite sus aportes espléndidos, destacando unilateralmente opresiones, injusticias y malquerencias.
El destino del Perú es mestizaje espiritual. Recorrerlo implica retornar a las fuentes, afianzamiento y reivindicación del país sumergido y venido a menos.
Imposible estar al lado del pueblo si se comienza negando el valor de su historia, al estilo de pequeños burgueses desarraigados. Avanzar no es arrancarle al nativo sus tradiciones, convirtiéndole en ciudadano cosmopolita. Una de las razones del rezago del Perú se debe a no haber apelado a la acción y entusiasmo de sus masas populares, en los más diversos órdenes de cosas.
Evidentemente, la escuela, el idioma castellano, la técnica pueden hacer lo suyo. Mas sin acomplejar y desarraigar. La occidentalización, en su forma actual, tiende a matar el alma indígena, porque es impuesta como agresión cultural, con superioridad y menosprecio. El indio concluye avergonzado de su patrimonio, de su herencia cultural, de sus vestidos, de su idioma. Por eso, destacar lo nativo es uno de los momentos del proceso dialéctico, antítesis ante la cultura de dominación.
El Perú en los últimos 90 años solo copio doctrinas e idearios extranjeros violentistas demagógicos que aplicando principios epicuristas dialécticos pero que no supieron traerlos a realidad peruana trajeron revoluciones extranjeras realidades de otros países a vuestra realidad originando mas contradicciones Belaúnde analizo la realidad peruana con los principios rectores y excelsos de la política y no de la politiquería
En el momento en que el pueblo ingresa como protagonista de la historia, contiende por sus tradiciones, que conforman simultáneamente su presente. Es más que curiosidad y escenografía folklórica para turistas.
Existe una sabiduría popular destilada en el transcurso de centurias, traducida en mitos, labor en común, artesanía y danzas, que dormita en los villorrios sepultados de los Andes, al lado de sus tumbas. Esta herencia le habla de diferentes maneras al aldeano y al hombre de la ciudad. Este la juzga primitivismo. Aquí radica el error de su soberbia.
Una política que desconozca lo que acaece en el escenario internacional es ciega para lo sustantivo. El orbe ha devenido en irradiación de los grandes imperios en su contienda por el reparto de la tierra. En todos los sectores del planeta se percibe ruido de armas, signos del combate implacable.
Antes invadían los ejércitos. En la época de las ideologías, se recurre a la propaganda. Así se debilitan las plazas fuertes, se hiere al adversario en su coraje, y se torna más sencilla la última ofensiva. Toneladas de libros, folletos, revistas y noticias inundan el mercado.
El Neo-colonialismo combate con ideas en sí mismas válidas, pero que quedan retorcidas entre sus marlos.
Sin duda, libertad y democracia son nociones cardinales. Sin ellas el hombre desciende, pierde dignidad, avasallado, como acontece en toda dictadura. Es necesario pleitear por su vigencia. Cierto. Mas no es en cambio combatir por todos los medios al socialismo, más allá de su forma y contenido, de su validez o desacierto. Aquí se desliza teoría y práctica de una gran potencia.
Ciertamente, la justicia social es un bien primerísimo. Sin ella el hombre continúa encadenado a la sin razón. Alas cada pueblo debe buscar su propio camino. Se impide que así sea. Priman las consignas, los gritos de plazuela, el furor antes que el entendimiento.
El neocolonialisrno cuenta con un doble canon de verdades. En las zonas del así denominado Tercer Mundo, tina potencia se opone a la otra en su intento de incursión, financiera o industrial. Poco importa el beneficio del país rezagado. En cambio, admite que colabore con ella en la explotación de sus propios recursos, aceptando su ayuda técnica y financiera. Lo que se permite al noble, le es rehusado al vasallo. Es el dictamen (los antiguos señores feudales).
De análoga manera, exalta el nacionalismo en su territorio, su avance cultural y técnico incluso su pasudo capitalista y feudal, en los países así denominados socialistas, presentándose como modelo digno de ser imitado. Su prosperidad es exhibida como paradigma. En cambio, el nacionalismo de los pequeños países es rechazado corno nulidad cortedad de sus gobernantes, o corno obra de sus burguesías nacionales. La historia patria es envilecida. Así se desarma al país espiritualmente. Es un neo-colonialismo que cuenta con la aquiescencia del siervo para sujetarle en nombre de la justicia.
Frente a estas corrientes de desánimo que vienen de los imperios, adquiere relieve resguardar el patrimonio de los humildes. Sin embargo, mientras se permanezca siendo un país pobre, desmoralizado, exhausto, la invasión ideológica en el orden político, de uno u otro confín, en sus aristas más nocivas, es inevitable. De ahí la necesidad de aliento y esfuerzo. El Perú como doctrina intenta resistir el vasallaje, señalando las venas vernaculares, a una nación que se pretende colonizar mediante la argucia de quiméricos ideales. Sólo mediante la lucha en común, templándose en el combate, se puede adquirir confianza en el propio poder creador, y labrarse un destino en el seno de las naciones hermanas.
Sin embargo, el nacionalismo exclusivo sólo se mira a sí mismo, como objeto aislado y centro de referencia, sin preocuparse por el destino de la humanidad, sin querer comprender que la nación es un sector cíe la gran familia humana. El internacionalismo permanece en la abstracción, sin reconocer el valor propio de las racionalidades. Los dos pecan por lo que tienen de excesivo y absoluto. Es necesario reducirlos a términos adecuados y conjugarlos. El peruanismo es esa síntesis, lo nacional en el concierto internacional. ¡Peruanicemos el Perú! exclamaba José Carlos Mariategui. El amauta esclarecido sabía lo que estaba diciendo.
En los partidos políticos se plantea el problema de los fines ¿qué se pretende? ¿qué tipo de sociedad se reclama? ¿es necesario un cambio radical, o suficiente determinadas modificaciones? Un segundo tipo ¿le cuestiones se suscita en torno al modus operandi ¿cómo alcanzar la meta? ¿mediante la persuasión y el sufragio, o valiéndose de la violencia y la dictadura?
La finalidad se consigna por lo regular en la denominación del partido; conservador, liberal, socialista, comunista. En algunos casos se define por el procedimiento: radical, laborista, revolucionario. De la misma manera Acción Popular.
Aún en el siglo pasado se juzga que el avance de la civilización estriba en tina progresiva adaptación del hombre a la naturaleza. El planteamiento actual es otro. No es el hombre quien se adecua. De ser así aún continuaría en la selva virgen de la que egresa como ser bípedo. No se adapta, actúa, rectifica el paisaje, desbroza el bosque, torna en campo cultivado lo que era pantano, haciendo que la naturaleza se adapte a él. Más adelante deja de ser espectador en espera de la cosecha o de la tempestad, deviene demiurgo, arquitecto del universo, al proporcionarle configuración inédita, valiéndose de la regularidad de sus leyes.
La idea, en sí misma innoble, traza cuadros del futuro, y origina tensiones entre el panorama concebido y la realidad vigente. El hombre deviene habitante de dos mundos. Nace el rebelde. La idea se transforma en energía, se anticipa a lo que ha de acaecer y ser; su verdad ahora más que reflejo del ente tal como es, se desplaza a su silueta futura. Es verdadera en cuanto adquiere realidad.
La acción es uno de los modos como el hombre se conforma a sí mismo. Rebasa el activismo, esfuerzo y fatiga, vencimiento de las resistencias del mundo. Lo cardinal es el componente valioso que se objetiva y te dignifica. No toda acción lo porta. La guerra es asimismo acción. No toda guerra le enaltece.
El política, destacar el momento de la acción es acentuar el valor del quehacer humano como manantial inmediato de una nueva sociedad. Es un no al conservadorismo rutinario, que se inclina ante lo existente como ante un fetiche. Es una n o al utopismo que, al desconocer las condiciones en que se realiza el cambio, conduce al delirio.
La acción es entendida por dictadores recientes como obra de burócratas. El pueblo se circunscribe a cumplir órdenes. Sólo los funcionarios dirigen y trazan planes en el aire o en la inclemencia. Frente a esta dirección palatina impuesta desde arriba, se preconiza el movimiento procedente de la multitud: acción popular la verdadera acción esta en el pueblo esta en las masas la acción la hace el pueblo en el ideario de Belaúnde el pueblo se une con el estado en una sola organización en un sola palabra el pueblo lo hizo
Sin embargo, acción popular no es sin más toda obra de muchedumbres. No lo era, en la antigüedad, el trabajo de miles de esclavos arrastrados a la construcción de pirámides, templos, caminos, minas, en que el ser humano perdía su dignidad y se extinguía sin pausa. No lo es en el presente el hormigueo de presos políticos en los campos e concentración.
En los antiguos imperios, la empresa colectiva se traduce en la construcción de grandes obras públicas: desecamiento de pantanos, contención de ríos, construcción de murallas, carreteras, pirámides, edificación de templos y palacios. En el Perú, se encuentra en la base de la vida aldeana, en la faena agrícola en la tierra de la comunidad: la minka; y en la ayuda recíproca Prestada entre familiares: el ayni. El pueblo sabe aún como trazar sus caminos vecinales, levantar una iglesia, organizar su comunidad, esculpir la piedra, hilar sus telas. Es una bella tradición de trabajo colectivo que todavía persiste en los villorrios. Esta nota peculiar de nuestra raza es necesario comprenderla en términos históricos. Acción Popular se limita a actualizar lo que aún mantiene su vigor. Es recurso a la vitalidad del presente, reiterando antiguos esfuerzos.
La América precolombina desconoce las grandes bestias de tiro buey, caballo, camello, elefante, cuya existencia supone una fuerza adicional de trabajo e implica un factor capital de desenvolvimiento: consumen menos y rinden más que el hombre.
América parte de un menos en su fauna. Este menos condiciona su historia. La familia occidental descansa en las bestias domesticadas. Puede aislarse en la faena agrícola. En América, las labores más rudas tiene que ejecutarlas el hombre. La familia no puede contraerse y descansar en sí misma. En el Perú se detiene en el ayllu. El trabajo tiene que ser colectivo.
La existencia de animales de tiro en el viejo continente condiciona la concepción del hombre acerca de sí mismo. El trabajo físico, corporal, sobre todo el pesado, de carga y transporte, es cosa del bruto. Quienes lo efectúan entre los hombres son los esclavos. Están por debajo de la condición humana. Lo privativo del hombre es su señorío sobre la bestia. En la tradición semítica la tarea rústica es divisada como castigo: comerás el pan con el sudor de tu frente. En plena civilización conten2porárrea: ¡Que la máquina haga la labor de la mano!
En la cultura de occidente el espíritu debe alcan7ur libertad frente al cuerpo: o lo domina y conforma, de: acuerdo al modelo greco-romano; o lo escarnece y se eleva, corno en las corrientes ascéticas.
En la América precolombina no puede generarse esta diversificación de rangos. El trabajo es raíz de bienestar y posibilita la ley de hermandad.
De este modo, acción popular no es idea peregrina, sino realidad sepultada en lo hondo, que debe reivindicar su plena vigencia.
Las civilizaciones del antiguo Perú supieron contestar al desafío de las montañas agrestes. Al parecer imposible la vida entre altas cumbres peladas y desfiladeros rocosos, siendo necesario paisajes más benignos. El hombre respondió con un acto creador, venciendo a los grandes monstruos de la cordillera. Construyó andenes en sus laderas, ganándole territorio. Evitó la erosión y el arrastre de tierras mediante rellanos. Condujo el agua de los ríos por canales para regar suelos sedientos, manteniendo acequias y compuertas libres de arena y monte. Abrió caminos por los que fluían los productos del campo. La frontera agrícola se extendía sin cesar, ascendiendo hacia las cimas, extendiéndose entre pedregales reverdecidos, o bajando a los arenales transmutados en sembrío. Así obtuvo bienestar.
En el incanato las rutas convergían en el Cuzco, centro imperial de las cuatro regiones. En el virreinato oro y plata del Perú eran remitidos a España. Las vías debían conducir al océano.
La república continúa viviendo de espaldas al núcleo vital de su pretérito más propio. Se continúa frente al mar oteando lo lejano. En las ciudades predomina el elemento cosmopolita, abierto a las corrientes que fluyen por el mundo. El bullicio torna sordo para lo vernacular. Los centros educativos, escuelas y universidades, academias y centros culturales, son irradiaciones del legado de occidente. Se permanece extranjero en la propia tierra, distante de lo nativo, como rezago exótico, dejado atrás en la historia, ajeno a la altura de los tiempos. El trabajador, aun siendo pobre, se identifica con el conquistador, distanciándose del campesino serrano, del que proviene, y a quien desdeña y desatiende.
Las ciudades se ven bordeadas por inmensos sectores de campesinos y aldeanos sumidos en la indigencia, que ingresan de modo permanente a sus círculos exteriores, acarreando abismos: residencias de lujo y barriadas de esteras, palacios y chozas. Pequeños islotes de gente que gozan de confort y cultura, de espaldas a las zonas pobres. Cuando se acercan suelen hacerlo con una mercancía o una extorsión.
El campesino de las serranías, aunque haya sido influido por el mestizaje, permanece asido a sus tradiciones, mundo mágico de sus antepasados. Mientras más lejos de la urbe con mayor ahínco se aferra a lo suyo. Cuando la penuria se intensifica y le constriñe, huye a la ciudad, donde habita extra muros, en las villas de miseria. El espíritu de la urbe le es ajeno. El idioma es otro, o hablado de diferente manera. En las escuelas sus hijos son formados en los usos y costumbres del Misti, que refluyen como alejamiento., desestima y vergüenza. Han perdido su heredad en la estimativa del conquistador.
El caso del Cuzco es significativo. Los extranjeros lo descubren como monumento histórico. Los nacionales, como fuente de divisas. Se muestra a los turistas lo que emprendieron los incas, la magnificencia de sus ruinas, la majestad y belleza de Machu Picchu; lo que edificaron los virreyes, sus casonas e iglesias espléndidas. Queda el negocio. Ahí se detiene el interés. Nada de relieve se puede exhibir de la obra republicana. Sin duda, imposible construir ciudades amuralladas, fortalezas de piedra, antiguos templos, pulcras iglesias barrocas. Mas el siglo XX sabe de un standard de vida confortable, de alfabetismo, educación, técnica e higiene. Se debería poder mostrar el esfuerzo desplegado. Nada de relieve entre las manos vacías. Aún subsisten los andrajos de la indiada venida a menos. Así queda de manifiesto ante el mundo el contraste entre la esplendidez de su ayer y la sordidez de su presente. Que esto parezca natural y no llame a escándalo a los peruanos es índice de desafecto y mala fe.
De esta somnolencia culpable se debe despertar. El Perú ha sido nación prócer en el incario y en el virreinato. Hoy ocupa una de las últimas plazas. Mientras otros pueblos conocen un bienestar creciente, aquí se ha desenvuelto de modo implacable, en los últimos años, el pauperismo con sus secuencias: alimentación insuficiente, enfermedades, falta de escuelas, analfabetismo, desocupación, trabajo mal remunerado, bajo rendimiento laboral, fuga de talentos, crisis económica.
El pueblo, deprimido y pauperizado como consecuencia de la dictadura y de la demagogia, debe recuperar su alegría y su esperanza, embarcarse en una travesía de aliento multitudinario. El torrente humano que desciende a las ciudades de la costa, esparciendo miseria, debe cambiar de rumbo, dirigirse al corazón del país, marchar a la selva. No como aventurero individualista y violento, en pos del oro, con el revólver al cinto, a la manera del Far West norteamericano de las películas, sino multitud disciplinada bajo alto comando, en busca de su propio destino, combatiendo por el bien común en los boscajes vírgenes, con el pico y la lampa, el machete y el tractor. Es lo que Fernando Belaunde denomina conquista del Perú por los peruanos.
Sin duda, todo en el Perú es arduo. Lo ha sido siempre. El territorio, áspero e indócil, opone resistencia en los Andes para entregar sus minerales, en los desiertos para obsequiar el fruto, en la selva para abrir sus puertas. Sin embargo, aún subsiste el linaje de quienes supieron vencer montañas y escalar sus cumbres sembrándolas de verde.
El Perú contemporáneo debe responder con análogas vibraciones. Es la cruzada de habitantes osados a través de la selva, que de siervos pasan a señores, reivindicando rangos pretéritos. Una nueva epopeya de colonos sobre la naturaleza abrupta, con sones de guerra en una ofensiva carente de sangre y de clamores de vencidos. En esta proeza se sale al encuentro de los anhelos más caros de campesinos secularmente aferrados al terruño, reanudando antiguos empeños en la conquista de la tierra.
A la agitación imperialista de las grandes potencias en busca del dominio universal, la nación debe oponer una empresa creadora no simples negaciones, gritos airados, denuncias, inoperantes en este caso, un sí, un más en esfuerzo en que crezca y adquiera conciencia de sí misma. Las protestas han de ser menores, y las adquisiciones más seguras, al elevarse a la altura de los tiempos en una gesta de hombres libres, unidos en el sudor y el esfuerzo.
Es obvio que sin acción planeada del Estado trabajo en equipo de higienistas, ingenieros, técnicos agrarios, y colaboración financiera la marcha a la selva deviene utópica. Mas es vital en todo país pobre saber qué cuestiones poseen prioridad. Si en lugar del dispendio y el disparate, la dictadura hubiera acelerado la colonización de la selva, en lugar de paralizarla, otra sería la fisonomía del Perú de hoy.
La filosofía moderna se inicia al ubicarse en primer plano la igualdad de la sustancia extensa en todos sus sectores. Desaparece la jerarquía escolástica-aristotélica, el primado de las zonas estelares con sus círculos perfectos. El universo es de idéntica naturaleza. Queda nivelado, siendo entendido desde magnitudes mensurables.
Esta idea cósmica, traducida al campo político, eclosiona en las postrimerías del siglo XVIII: libertad, igualdad, fraternidad.
Las contiendas políticas en la primera mitad de la centuria pretérita giran en torno a la libertad. A ella arriban, en primer término, los países de avanzada.
Los críticos socialistas reparan que el hombre se detiene a mitad del camino. En una nación en que los poderosos dominan el aparato represivo, la libertad se torna ilusoria. En un mundo dividido en ricos y pobres, la igualdad real es quimérica. En tina sociedad escindida en clases, cada tina luchando por lo suyo, la fraternidad se desvanece.
Como toda crítica radical, este planteamiento se detiene exclusivamente en lo negativo, en la distancia habida entre lo que debe ser y lo que es. Mas con este criterio todo avance de la humanidad puede ser contradicho. Se utiliza un criterio absoluto, en lugar de uno relativo, único válido en la historia; se compara la realidad con tina norma incondicional y perfecta, para luego descalificarla, en lugar de hacerlo en relación a su pretérito y a su posibilidad efectiva.
Es necesario discernir lo cardinal de lo secundaria No todo puede ser obtenido de inmediato. Tiene que establecerse una prioridad en los problemas. Debe promoverse lo que favorece a los menesterosos, de manera real y estable, y no de modo ficticio y transitorio.
Así, la dictadura creó una aristocracia obrera y campesina, presentándola corno modelo, a costa de una considerable mayoría de desocupados. Empero, nada firme se obtiene elevando el poder adquisitivo de algunos sectores laborales, si queda detenido el incremento de la producción y se descapitaliza la empresa. Las consecuencias se han hecho sentir, incluso, en esta nueva clase, al borde de la ruina.
En verdad, izo todas las angustias de la multitud han sido provocadas por el gobierno de facto. Existían, más han sido agravadas, no obstante su arrogancia, su despotismo y sus promesas. Sostuvieron que iban a crear una sociedad justa. Han conducido al país a la mayor indigencia de su historia. Las masas pobres viven en condiciones inferiores a las de épocas pasadas. El tiempo ha significado un retroceso en su bienestar y en su condición oprimida.
Carece de justificación que el Perú haya descendido a este estado. No estamos en el África. En ninguno de los pueblos hermanos se ha llegado a estos niveles de miseria. En el siglo XX todo ciudadano de un país civilizado tiene derecho al trabajo, alimentación, vivienda, vestido, atención médica, escuela, y recreación cultural y física.
Son los objetivos primarios por los que se debe combatir en una cruzada nacional. Mas es imposible dinamizar a las multitudes mientras permanezcan los gobernantes, quienes han perdido todo crédito, quienes no han sido elegidos y que han probado su total ineptitud.
El pueblo requiere un mínimo de seguridad vital: sanidad, alimentación, vivienda, vestido. Es un camino recorrido sólo a medias y del que se anda de retorno. La mayoría vive en condiciones inferiores a las del incanato. Sectores numerosos carecen de medios elementales de subsistencia. La salud es precaria en chozas miserables y vestimentas ruinosas. La mortalidad infantil se acrecienta. La escuela no alcanza a todos.
La clase media, espina dorsal de toda sociedad próspera, se halla empobrecida debido a la inflación, sin poder .descender más. Debe matricular a sus hijos en el colegio, vestirlos con decencia, mantener condiciones decorosas de vida. Es lo que en su angustia deviene cada vez más arduo.
La descripción es tino de los mayores flagelos de un país regado. En las naciones poderosas se recurre a la ayuda del Estado, o al apoyo de familiares y allegados que ganan lo suficiente como para auxiliar. Imposible en un país pobre.
Esta es la paradoja, miles de brazos ociosos de gente sepultada en la miseria, en un territorio de ingentes riquezas que requiere actividad y obras para rendir primicias.
Solucionar estos problemas constituye la tarea apremiante del presente. Sin duda, el simple bienestar aún no es justicia. Empero, es recorrido de su trayecto. La justicia posee matices múltiples para juzgar sólo desde una de sus aristas realidades disímiles. Una realidad compleja como la nuestra, con regiones y zonas de muy diverso desarrollo y condiciones de vida, discrepancias y contradicciones, requiere diversas respuestas.
La política social no constituye un sistema claro de coordinadas. Es arte de la oportunidad y pertinencia. Es error partir de un esquema o idea simple. Lo que vale en un para, puede dejar de regir en otro, siendo necesario advertir lo peculiar y a veces lo insólito. Los problemas se modifican de acuerdo con las comarcas. En algún villorrio lo más urgente es agua potable; en otro, tina posta médica, o escuela, o luz eléctrica, o camino vecinal, o una pequeña irrigación, o ayuda técnica y financiera para el agro y la artesanía. De ahí la necesidad de consulta con los moradores, para regular esfuerzos.
Avanzar sin utopías, con paso firme, en busca de nuevas formas de cooperación y propiedad, hacia una sociedad de mayor equilibrio, menores contrastes y equitativa distribución de la riqueza, en un clima democrático de libertad.
Libertad y justicia se van conquistando en la marcha. No es adquisición a la que de pronto se arriba y en la que se descansa y posee. Lo que se abre es la ruta, mediante hacer permanente del pueblo; acción popular, en un proceso continuo de generaciones. Siempre nuevas iniquidades se alzan, y han de alzar, en el panorama de la historia, debiéndose permanecer alerta, sobre todo, ante la más execrable: una guerra que ponga fin a la humanidad.
El despojo de la oligarquía no siempre es solución, desde la perspectiva popular. A veces acarrea mayores desventuras, al ausentarse empresarios, técnicos y capitales, que fugan al extranjero a crear riqueza. La estatización supone una burocracia honesta y eficaz, como acaece en países de vanguardia que han cursado la escuela de responsabilidad y cumplimiento del deber. De no existir impera un comando corrompido e inepto.
Uno de los peligros de la hora actual es el gigantismo del Estado poderoso. El hombre deviene pieza del engranaje, sin valor autónomo. Más cerca de la verdad están las corrientes anarquistas, que pretenden su absolución, aunque a idea sea utópica y siniestros los medios de que se vale.
Algunos ponen corno ejemplo el modelo comunista. Sin duda, aquí se expropia a los acaudalados, generando un capitalismo de estado. No hay un Rockefeller. Pero sí un Stalin. Lo fundamental no son los crímenes del zar rojo, sino el sistema social, expuesto como paradigma, que los hizo posibles.
Sin duda, el capitalismo es ciego en cuanto va tras la mercancía y torna la producción en fetiche: sociedad de consumo. El dinero se convierte en ídolo. Predomina el valor de las cosas sobre el hombre. Prevalece el tener sobre el ser. La categoría de un ser humano se juzga de acuerdo a su cuenta bancaria. Cierto. El capitalismo en cuanto tal está destinado a perecer, o a modificarse de modo sustantivo. Empero, el modelo comunista que se propone no es mejor; acarrea varios de sus vicios capitales: idolatría de la producción, predominio del aparato, servicio de la máquina, deshumanización. En el capitalismo avanzado se acentúa el consumo. En el comunismo, la reinversión. De ahí que los trabajadores vivan en inferiores condiciones de vida que en los, países capitalistas de vanguardia. Es el desastre en la práctica de la idea socialista, más allá de su eventual bondad teórica. La primavera de Praga quiso una sociedad con rostro humano. Los tanques imperiales se encargaron de aplastar la flor silvestre.
La democracia es constantemente vulnerada en América Latina. A falta de virrey, se impone la espada y la arbitrariedad. Actúa una camarilla, que en ocasiones toma el nombre del pueblo, sin el pueblo y, a la postre, contra el pueblo.
Ciertamente, toda forma política contiene deficiencias. Asimismo a democracia. Se la ataca como sistema formal, burgués, hipócrita. Es la manera como los dictadores tiemblan su acero. En lugar de ensayar vencer sus deficiencias, recorren la senda inversa y borran sus adquisiciones, en el retorno al vasallaje y retroceso histórico.
El fanático, con su código de verdades, exige que los demás se adecuen a sus cánones. Recuerda a los antiguos inquisidores. La fiereza y la intransigencia es la misma. El dogmatismo sólo cambia de ropaje: de la única religión verdadera transita a la única política verdadera. En los dos casos, quien se aparta de la recta teoría es excomulgado, digno de la hoguera, o de campos de concentración.
En los países carentes de sólida tradición democrática, sin bases económico-sociales idóneas, el peligro es el caos, el desquiciamiento del orden público, el predomino de intereses privados egoístas. De ahí los sueños delirantes de los autócratas. Y la necesidad de un ejecutivo fuerte, y una corriente permanente que venga de abajo, que vigile e inspeccione. De este modo se rebasa una democracia detenida en los períodos electorales, para devenir dinámica, en continua fluencia de ideas y actos en torno al gobierno local, escuela e instituciones al servicio de la comunidad: acción popular.
Sin capacidad crítica imposible regir con eficacia. El poder endiosa a los dirigentes. Los cortesanos existen en todas las latitudes. Al gobernante le agrada verse embellecido en un espejo. Debe aprender sobre todo de sus adversarios, cuyas hipérboles contienen a veces mayor verdad que el elogio en que se regocija.
En la pasada centuria, pensadores y artistas, herederos de la revolución francesa, reaccionan contra quietud y equilibrio de las formas clásicas. Frente a la política de gabinete, de cortesanos e intrigantes, el héroe romántico cruza un escenario de borrasca, pronto a la actitud gallarda, al gesto airoso, a la palabra de pasión. Vibra el águila napoleónica. La edad media, subestimada en la época de las luces, deslumbra con su magnificencia crepuscular. Mas el gótico es época muerta. El pasado es nostalgia. Quedan sus castillos, masas pétreas en la cumbre del paisaje, avanzando en son de guerra; y sus catedrales, piedras místicas en fuga hacia el alto cielo.
Los años iniciales de la actividad política de Fernando Belaúnde transcurren en los cauces del neo-romanticismo. Aparece en ocasiones con el sable en la mano o la bandera flamante. Da un ultimátum a la dictadura en las calles de Lima la jaquea de muerte . Ordena desempedrar adoquines en la ciudad blanca. Se lanza al mar desde una isla .
Sin embargo, nutrido en este clima saturado de fervores, conoce las corrientes pragmáticas que cursan el siglo XX, como antítesis a la especulación política. Su actitud se traduce en planes concretos, dejando a ten lado ensueños y espejismos. Como arquitecto, profesión en que sea una lo bello y lo factible, insiste en el aspecto constructivo:
Músicos y poetas románticos encuentran en los bosques inspiración para su musa; Fernando plantea un proyecto y divisa una marcha.
Viajero incansable, alma inquieta al encuentro de tierras inveteradas, atraviesa cumbres níveas, sepultadas entre cordilleras, desiertos calcinados o selvas vírgenes. Recorrer el Perú es darse con su historia, ruinas de civilizaciones remotas, huellas hercúleas de hombres sin recuerdo. A veces se detiene en una gradería, un canal, un templo. Más que de los libros aprende de estos vestigios seculares. Su reencuentro con el legado histórico, a diferencia de los románticos, lejos de ser añoranza, es incitación a la obra y esbozo de porvenir.
Al lado de la región arqueológica de tumbas y monumentos; los campesinos continúan labrando la tierra. El tiempo se ha detenido en la faz de villas y alquerías, así como en estos labriegos sencillos que cruzan inmutables las edades, con sus ponchos henchidos de tradiciones.
Fernando carece de la vena satírica y burlona del decadente, que aniquila con una sonrisa. Es más bien serio, aunque cordial. Pasa de largo ante las desdichas de nuestra historia. Calla con respeto. Da crédito a una esperanza. No es la hora del gozo o del deleite, de vida blanda y sensual, sino del riesgo y de la obra. Marcha a través del espacio y erige una conquista: el paisaje se cubre de proyectos, diseños de porvenir, en el primado del quehacer sobre la realidad agreste.
Como el hidalgo manchego, se nutre del espíritu de los caballeros andantes y sale al encuentro de los menesterosos. Hombre de la síntesis, del mestizaje, como la arquitectura de la blanca ciudad, cuna de sus antepasados, ama los pueblecitos olvidados.
La grandeza de un país no se mide por la magnitud ciclópea de su capital, gigante con pies de barro, que absorbe las energías de la nación. Lo cardinal radica en la calidad de vida de cada uno de sus habitantes. De nada vale la riqueza si no está puesta al servicio de los humildes. Villas y caseríos son los que más precisan estímulo para ser arrancados de su atmósfera sórdida. Es en sus lares donde se genera la savia creadora. Y es lo que requiere la salud de la república, como asimismo una democracia dinámica al servicio de los trabajadores.
Fernando Belaúnde y Víctor Raúl Haya de la Torre, hombres de carisma, con multitudes devotas detrás de sí, crean un movimiento político de corte moderno. El verbo es del orador, magia de la palabra, línea sonora encendida en el fervor, trazada sobre el silencio.
Haya de la Torre, inspirándose en Spengler, anota que el tiempo histórico del Perú, en su hora actual, es otro que el de las civilizaciones occidentales más avanzadas, incluyendo el septentrión americano. Analiza con su espacio tiempo historia la realidad del Perú , pero no tiene el espíritu del pragmatismo que si tiene Belaunde .
En nuestro territorio se extiende una multiplicidad de las más diversas edades, desde el salvajismo hasta los modos más sofisticados de nuestra centuria. Requiere soluciones propias. Advierte el destino común de la América Latina. -Es acusado años atrás de anti peruano por haber puesto de relieve esta hermandad de nuestros pueblos. Indica con sagacidad que la dirección política le corresponde a la clase media, se proclama nacionalista y recorre todo el Perú pueblo a pueblo única manera de palpar las contradicciones de un pueblo olvidado dando soluciones dando al pobre soluciones de agua reservorios, dando luz con centrales hidroelectricas
Pocas veces en el Perú, valiéndose de la libertad, la oposición se ha encarnizado tanto para desprestigiar a un régimen, como en el gobierno de Belaúnde. La derecha colaboró de modo sistemático e implacable para derrocarlo, acrecentando hasta el paroxismo cada una de sus insuficiencias -inevitables aun en la política más hábil- y callando todas sus adquisiciones. Citando fue consumada su voluntad -derrocado el régimen democrático y, una vez más, un dictador a su servicio-, quedó sobrecogida por el espanto: el tigre andaba escondido detrás de las espadas.
El amor se encarna en el romanticismo en una flor azul, símbolo de la esperanza. Los demagogos la destrozan citando llegan al poder, conduciendo el carro inclemente de su delirio. Caen los viejos dioses; aparecen otros, impúdicos, con una sed de oro jamás conocida.
La democracia, ave fénix, ha de renacer de sus cenizas. El pueblo tiene derecho a reconstruir su des
tino con sus propias manos, a equivocarse y aprender, con el error dejado atrás en la marcha. Empero, sus dirigentes están obligados a evitar la reiteración del desatino, creyendo habitar el país de la niebla o de las montañas, Inglaterra o Suiza. Durante décadas la democracia ha de ser difícil y frágil, un camino más que una realidad. Esta es la verdad inexorable. Ha quedado atrás la edad de la inocencia.
De su pertenencia al más alto linaje le viene a Fernando señorío y galanura, detentando una calidad que desconoce el arribista y el felón que van a la caza de lo suyo, de un dividendo o una perfidia-: la de ser honesto y hombre de bien, incapaz de una rapiña o una ruindad.
Ha retornado del exilio sin quebrarse ante la contrariedad, sin odio, sin una palabra amarga, con mayor serenidad y la cabellera cana. Podrán atacarlo sus adversarios de haber confiado demasiado en algunos de sus colaboradores. Es la eterna debilidad del hombre magnánimo. Asimismo su grandeza. La figura de Iscariote se reitera, una y otra vez, en el monte de la angustia-. Nadie podrá decir que sus manos se ensuciaron en las arcas del Estado. Ingresó con algún dinero en la política. Egresó pobre del gobierno, ganándose la vida en el extranjero como profesor universitario. Así se distingue de aquellas aves de rapiña que caen sobre los despojos de la nación, con un estruendo pueril que oculta sus fechorías, y con argumentos del terror que les permite escuchar su propio elogio en la voz de sus lacayos.
En el otro lado de la ribera, permanece erguido en la contienda, noble adalid, alto resplandor sobre la perspectiva indeciso, Fernando, caballero de la política.
prerrogativa de pensar y razonar fuera de todo tutelaje o dependencia obsecuente. "Cada uno tiene derecho a su amor y a su verdad", nos dice Gonzales Prada, señalando la libertad maximizada que tiene el hombre, hasta para medir la magnitud de su propia pequeñez, en la absolución de su voluntad y de su fe.
El reaccionarismo disfrazado en la aventura caótica de la violencia; el histrionismo político envuelto en declamaciones vanas y estériles; y el masoquismo intelectual empantanado en el escollo demagógico, son los falsos valores que antagonizan la preocupación del hombre contemporáneo, disuadiéndolo de la indemnidad democrática y arrastrándolo hasta la gasificación mental de falsas ideologías y precarias doctrinas.
La democracia es verdad recibida en justicia con libertad y no puede ser entregada como realización medianera entre la mordaza y el pan. Es luz que alumbra la verdad y no penumbra que oculta la ficción. Es corriente cambiante de ideas y no retención suspendida de caducidad. Es soltura y no atadura. Es exhalación y no represión. Es prerrogativa y no sometimiento. Es emanación y no adulación.
Esta es la gran verdad del sentimiento libre y creador de la democracia, dotada de un mismo signo y un mismo-efecto, en el humanismo pragmatista de su filosofía de valores y de idealismo.
Un movimiento juvenil frente a la oligarquía
Tradicionalmente la actividad política estuvo reservada a las gentes mayores de aviesa trajinería, que al servicio exclusivo de la oligarquía, mantenían la congelación de las ideas cerrando el paso a la juventud y a todo intento de cambio.
Cuando inquietados por nuestra rebeldía juvenil decidimos intervenir en la política de nuestro país en 1956, no sólo encontramos cerradas las puertas de la participación sino que comprobamos el juego engañoso en el que inveteradamente el pueblo era utilizado por las dictaduras y seudo-democracias.
A la sazón, el Perú estaba regido por una envilecida dictadura, podrida de impudicia, pero fortalecida por la fuerza bruta de la represión, que desvergonzadamente había confiscado la libertad de un pueblo amordazado en su cotidiano discurrir.
¿Cuál podía ser la suerte de la juventud en este clima coercitivo en el que se estaba contaminando por la cobardía de no hablar, de no poder expresar sus sentimientos ni plantear sus problemas; si los partidos políticos que son los órganos idóneos de la personería ciudadana habían desaparecido de la escena, unos perseguidos y otros domesticados como alabarderos por los amos de turno?
Frente a esta alternativa, la juventud tenía que elegir entre el camino de la atrofia o el camino de la acción, no podía permanecer arrinconada en su anquilosamiento, tenía que romper las ataduras de su mutismo y actuar en todos los niveles y a todo lo largo de su frente de lucha. Los claustros universitarios, otra hora, bulliciosos y pujantes, se habían tornado en posada; sombría de estudiantes taciturnos y callados que huían de sus propios condiscípulos por temor a la delación de algunos, que al servicio de la soplonería, saturaban sus manos de soborno y su mente efe iniquidad.
Cuanto daño habrán hecho esos años de perfidia que deformaron la mentalidad, en mutación formativa, de una juventud que se proyectaba en la dimensión de la sensatez y la preocupación por eI futuro de su nación. En esos ocho años se había castrado a toda una generación que ingresaba al terreno de su de actividad productiva arrastrando un lastre de frustración. Este es el saldo más nefasto de toda dictadura o gobierno totalitario, que al suprimir el diálogo anula el soporte esclarecedor del sistema democrático.
Estábamos ya próximos a una nueva fiesta carnavalesca de la política, en la que jugalres y fariseos pretendían divertir y embeleñar al vulgo con melodía de campanario. Los mercenarios se cotizaban enlodas las tiendas buscando el mejor precia; los capituleros crearon un mercado negro de firmas de adhesión desnaturalizando la fe ciudadana. Todo estaba preparado para esta ficción burda y grotesca que ofendía la dignidad de un pueblo aparentemente abatido por la bota impostora y los prevaricadores de siempre.
En estas circunstancias, un pequeño núcleo de jóvenes profesional es y estudiantes en las más precarias condiciones materiales, constituimos el Frente Nacional de Juventudes Democráticas para enfrentarnos a la opulencia del dinero y a la prepotencia del poder. Nuestro espíritu estaba fortalecido en la convicción de nuestra rebeldía al estado de cosas predominante en el país, por obra y gracia de la oligarquía, a la que acabábamos de conocer de cerca y debíamos enfrentarla cara a cara. Allí estaba, majestuosamente monstruosa, o reposando la digestión de su poder y su riqueza. Nunca como entonces, la oligarquía había alcanzado la plenitud de su poder institucionalizado en un solapado equilibrio de terror en medio de su desmesurada voracidad.
Etimológicamente, oligarquía es el gobierno de unos cuantos, es decir, el poder en manos de unos pocos individuos que tienen facultad por la fuerza para ejercer un estado de dominación sobre los demás. Es tan antigua como la historia y tiene vigencia desde época inmemorial en que se organizó el clan o la tribu. Es la mala hierba de las sociedades de cualquier sistema político-social existente y puede darse en todo tipo de organizaciones e instituciones como una expresión de poder y mando.
Pero concretándonos a la evolución de la oligarquía perdurable en nuestro país como una institución de paterfamilia, heredera de los encomenderos españoles liquidados en la Independencia, quedó como un pequeño grupo de hombres ensimismados, con todos los poderes para actuar por encima de las leyes y con suficiente capacidad para justificar y legalizar su poder que reposaba en su riqueza.
La oligarquía, y no necesariamente la plutocracia que es la clase rica de un país o el gobierno de los ricos, pudieron ser dos entes distintas, pero siempre fueron un solo poder verdadero de dominación arbitraria, cuya composición heterogénea de competidores o asociados conformó un grupo minoritario de mando y opresión de las masas resignadas y políticamente desorganizadas.
La oligarquía civil tuvo que contar casi siempre con la fuerza de las armas para hacer del Estado un instrumento de orden, mediante la represión y limitación de las emociones populares. Los regímenes políticos eran simples fachadas de seudo-democracias detrás de los cuales maniobraba y mandaba cínicamente esa oligarquía impreparada pero, con astucia, flexibilidad e imaginación políticas; para lo cual tenía que contar con esos 'personajes de mando intermedio que han sido siempre las piezas importantes en el tinglado de su esquema provincial: el patrón, el gamonal y el cacique político, que dieron sabor gansteril a nuestro folklore episódico.
El patrón era el personaje que nunca trabajaba, que alquilaba hombres que piensen y actúen por él, ejerciendo poder sobre las autoridades y disponiendo de la fuerza pública para resguardar sus intereses. El gamonal al igual que el patrón era explotador y "protector", dueño de grandes latifundios improductivos que le producían una renta para vivir bien y sobre todo con rango social, sin importarle ni el presente ni el futuro de sus tierras, retardando el progreso y la explotación inhumana de sus siervos. El cacique político era quien nombraba, revocaba o desplazaba a los funcionarios; decidió a su antojo e interés las obras públicas que constituían elementos de beneficio para sus parientes y amigos incondicionales.
La unidad básica de la oligarquía tradicional peruana fue la vieja Sociedad Agraria, integrada por un contado número de tamil las, cuya descomposición empezó en la década del cincuenta con los rendimientos declinantes de su renta. Su poder se menoscabó en la región andina por la rápida migración y alarmante evacuación poblacional de los departamentos de la Sierra, como signo precursor de su catástrofe incontenible.
Los latifundios improductivos y arcaicos de la Sierra contrastaban con los latifundios de la Costa, donde ya existía agricultura eficaz y bien dirigida, con buenos rendimientos en azúcar y algodón que constituyeron la agricultura de exportación dentro de una economía monetaria, con mano de obra asalariada, con sindicatos y huelgas, con técnicas mecanizadas y de abonos, constituyendo el azúcar y el algodón el 30% de la exportación peruana y el 15% del producto nacional bruto que juntamente con la minería constituyeron en esa década cerca del 40% de la exportación nacional. La agricultura costeña la formaban capitales mixtos mientras en la minería dominaban las inversiones extranjeras.
Frente a estos hechos la oligarquía empezó a comprender que lo unidad básica de la sociedad industrial moderna es la organización; y contrata gerentes para administrar sus capitales anónimos, que formaban imperios polimorfos siempre al acecho y especulando en la política de las inversiones y en la estrategia de las participaciones. Trafican con su nacionalidad actuando como testaferros del imperialismo; intervienen en la Banca y en la especulación inmobiliaria; en la importación de maquinarias y bienes de consumo semidurables como automóviles y equipos eléctricos domésticos.
Más adelante aparecen en la escena nuevos personajes que los representan y que no son otros que sus hijos, hermanos y parientes mejor entrenados y preparados para presidir bancos, compañías de seguros, compañías de petróleo, compañías de cemento, compañías de minas, compañías de luz, compañías inmobiliarias, compañías agrícolas, etc., etc., con muy limitados accionistas, casi siempre los mismos y que más parecen federaciones familiares, lo que limita y anula las operaciones de bolsa. Estos zares criollos son ministros, participan en la política, son alcaldes y honorables funcionarios de organismos de asesoramiento, dirigentes de asociaciones gremiales de la producción, etc., y alquilan técnicos, juristas, políticos, intelectuales y también matones; convierten a la Banca en el tribunal supremo de los industriales y comerciantes, ejerciendo el banquero arbitraje sobre los pequeños y medianos negocios, moviliza el ahorro de los pobres y lo utiliza en sus inversiones principalmente Inmobiliarias, ahoga o levanta los negocios; corrompe a la clase media y no corre, mayores riesgos, actúa como intermediaria para reducir, agrupar, componer consorcios y recoger beneficios con el esfuerzo de otros.
La oligarquía ha sido considerada en el Perú como un núcleo entrelazado de familias que fiscalizan la riqueza y ejercitan su poder a través de los políticos y la clase profesional ilustrada, que han sido sus mayores cómplices.
Francois Bourricaud en su libro Poder y Sociedad en el Perú Contemporáneo, apunta: … "qué importa entonces que los presidentes sean soldados de sangre mezclada, que los parlamentarios sean en su mayor parte cholos provincianos, a los que la sociedad de Lima trata con desdén? lo que cuenta es su docilidad en manos de la oligarquía". Son clases de diferente origen, viven separadamente pero comen y disfrutan ¡untos de los beneficios del poder; más adelante Bourricaud sigue diciendo: …"el cholo porque tiene miedo de su propia agresividad, desea la violencia sin exponerse y actúa por impulsos radicales y a! mismo tiempo preocupación conservadora. El criollo con su gracia, vivacidad y astucia innatas, es de acentuada sensualidad, insulta, se esconde y luego se acomoda".
En este esquema que puede ser precario e imperfecto, hay una realidad inimpugnable, y es, que la oligarquía está en todas las aguas, regada y extendida pero, sin mezclarse y siempre a flote y a flor de agua. Hoy podrá decirse que la vieja oligarquía ha sido liquidada definitivamente, pero no se puede negar que desde hace dos décadas ha ido penetrando a través de los vasos comunicantes de las inversiones anónimas en todos los sectores de la economía, al mismo tiempo que sentaba plaza en los cuerpos directivos de las asociaciones comerciales, industriales, profesionales y técnicas, en las personas de sus asesores y gerentes.
En esta forma la antigua oligarquía, caduca y cavernaria de la Sociedad Nacional Agraria y del Club Nacional, fue evolucionando y transformándose en nuevos esperpentos disfrazados ante los ojos de las clases populares.
La oligarquía ha sido siempre intocable en su esencia, porque ha sabido deslizarse clandestinamente sobre las corrientes subterráneas del poder, aflorando ocasionalmente para azuzar la fragua demagógica de alguna dictadura.
Es Inútil seguir disparando denuncias contra ciertos personajes de la vetusta oligarquía, ellos son ya solamente simbólicas armaduras de otros tiempos. La nueva oligarquía, retocada y modernizada, se ha dispersado en todos los campos de la vida nacional, hábilmente infiltrada en las centrales de los organismos públicos y privados para forjar nuevas estructuras hegemónicas. Donde el poder se encuentre concentrado en manos de unos cuantos, allí" habrá una oligarquía.
Los nuevos Partidos
A partir de 1955, nuevas agrupaciones políticas que representaban nuevas corrientes doctrinales, aparecieron en el horizonte latinoamericano, frente a gobiernos dictatoriales que pisoteaban la libertad agudizando los problemas sociales en la mitad de un siglo cargado de inquietudes.
Las oligarquías atrincheradas detrás de estos gobiernos militares, en más de media docena de nuestros países, usufructuaban del poder fortaleciendo sus posiciones de explotación abusiva. La dorada plutocracia latinoamericana mantenía bien asalariados a estos sátrapas de la desvergüenza, mientras las masas populares sucumbían en sus aspiraciones de justicia social. La justicia social era ya una frase envejecida y gastada por los movimientos izquierdistas que durante treinta años sacudieron en sus banderas reivindicacionistas. Pero la lucha pareció haber terminado ya para esos partidos demoliberales que capitulaban ante Odría, Rojas Pinilla, Pérez Jiménez y otros, pretendiendo ensayar un nuevo método convivencial que les permitiera compartir del poder embriagador y lleno de privilegios, que acariciaron infatigables en sus sueños de grandeza.
En nuestro país el gobierno de Odría llegaba al último año de su vergonzante ochenio al servicio exclusivo de la clase adinerada que había multiplicado sus fortunas en negocios nunca antes más favorables para los mineros, exportadores de algodón y azúcar, banqueros, financiadores inmobiliarios y un numeroso grupo de administradores y profesionales que participaron del festín.
En Lima y otras ciudades importantes, los gastos públicos mantenían un buen ritmo proporcionando empleo a la mano de obra no calificada mientras la masa campesina segura hundida en el desamparo de su tragedia. La miseria de las mayorías analfabetas se agudizaba por la avaricia de la oligarquía, mientras e4 sable al servicio del dinero aplastaba todo intento de oposición; la cárcel o el exilio era la respuesta para quienes levantaban su voz, después de todo, era lo tradicional en un país que siete años antes habrá naufragado en un nuevo intento democrático.
La composición de ese gobierno, ejecutivo y legislativo, fue el fruto de la más corrupta combinación electorera que la ciudadanía tuvo que legalizar empujada por la fuerza en el proceso electoral de 1950. La decisión fue tomada por un pequeño grupo de oligarcas y la farsa fe»e consumada por un pequeño grupo de serviles.
Pero los despropósitos y las ambiciones .desmedidas resquebrajaron a la monolítica oligarquía, ocasionándose un derroche entre el dinero y el sable. El director de un diario fue encarcelado por atreverse a criticar la política monetaria, cuya facción es marginada de las decisiones del gobierno, la misma que sale a las calles a pedir libertad izando las banderas del "hombre común y corriente" bajo una nueva etiqueta política: La Coalición Nacional, que no pasa de ser un ridículo sainete montado al aire libre.
Pero al margen de esta episódica comedia, se organizan dos partidos políticos de verdadera contextura doctrinaria: La Democracia Cristiana y el Social Progresista, que presentan nueva fisonomía frente al Apra, al Partido Comunista Peruano y otros grupos marxistas, que se mantuvieron estacionarios y casi sin ningún progreso. Otros movimientos derechistas, coetáneos del Apra, como la Unión Revolucionaría, agonizaban lentamente en un proceso de liquidación que ya duraba más de veinte años, pero en general todos ellos, con excepción del Apra, se limitaban a simples expresiones episódicas carentes de todo rigor ideológico.
El único partido con expresión teórica y vestidura ideológica, aunque manteniendo una posición gelatinosa, era el Apra, que se funda en 1924 en México, como movimiento latinoamericano, bajó la égida de un joven luchador social: Víctor Raúl Haya de la Torre, como Alianza Popular Revolucionaria Americana. No se puede negarla calidad intelectual y trayectoria con huella precursora a Víctor Raúl Haya de la Torre dentro de los movimientos políticos de Latino América. Deportado por Leguía en 1919, funda su partido en 1924, viaja a la Unión Soviética, estudia en Oxford y Alemania, asiste en 1927 a Bruselas para participar en un congreso organizado por la Internacional Comunista y en 1928 sostiene: "la doctrina del Apra significo dentro del Marxismo una confrontación de la realidad indoamericana… aceptamos marxistamente la división y lucha de clases… al ir me sitúo para decir que nuestro partido es marxista y que siendo marxista su posición doctrinaria responde a nuestra realidad". Sustenta una tesis de intransigente antimperialismo, pero posteriormente sostiene que el capital extranjero es imprescindible para el desarrollo de Latino América, lo que se constituye en la principal divergencia con José Carlos Mariátegui.
Mis adelante niega el marxismo y abraza el relativismo: "el falso concepto de las verdades intocables y los principios eternos" -Espacio Tiempo Histórico-, que para la iletrada mayoría, no constituye sino una metafísica gaseosa y una doctrina nebulosa.
En 1931 funda el partido Aprista Peruano y postula su candidatura presidencial frente a Sánchez Cerro, oportunidad que le permite organizar su partido en el Perú, bajo el lema: Sólo el Aprismo Salvará al Perú. Las elecciones las ganó Sánchez Cerro en proceso muy disputado. Haya había recibido principalmente el apoyo de los trabajadores de las haciendas azucareras del Norte y Sánchez Cerro había contado con el apoyo de la Capital y algunas importantes poblaciones. Pero los apristas logran una mayoría importante en la Asamblea Constituyente y decretan su guerra sagrada a través de una cerrada oposición al gobierno electo, lo que determina el inconstituyente desaforo y expulsión de los apristas constituyentes y el apresamiento de Haya de la Torre en Lima, quien desde la cárcel imparte la consigna: Apristas a Luchar.
En Julio de 1932 estalla en Trujillo la insurrección aprista donde son victimados muchos oficiales en su propio cuartel, y centenares de apristas son fusilados en el paredón de Chan Chán. Aquí se inicia el camino aprista salpicado de sangre; Sánchez Cerro es asesinado en un segundo atentado en 1933; el director de El Comercio don José Antonio Miró Quesada cae asesinado junto con su esposa en 1935. Todos estos crímenes son imputados al Apra y desataron persecuciones y deportaciones.
Los apristas puestos fuera de la ley, en las catacumbas y la clandestinidad, tejen leyendas de martirologio creando una mística que fortalece su movimiento, desde entonces, salvo un breve período en 1934, viven proscritos durante los gobiernos de Benavides y Prado hasta 1945 en que recuperan sus derechos civiles y tienen determinante participación en el proceso electoral de ese año como integrantes del Frente Democrático Nacional, que elige presidente al ilustre jurista doctor José Luis Bustamante y Rivero, a quien pretendieron derrocar mediante un levantamiento civil-militar el 3 de Octubre de
1948 en el Callao.
El PAP, participó directamente en el Gobierno de Bustamante con ministros y una mayoría parlamentaria en las cámaras legislativas, además de ocupar las más altas funciones en la administración y detentar la mayoría de las comunas en las llamadas Juntas Transitorias.
Antes de los dos años de gobierno se produce una descomposición en el Frente Democrático Nacional; un nuevo asesinato se inculpa al PAP, el de don Francisco Grana Garland.., director de La Prensa, diario que procesó la más abierta oposición al Apra entre 1945y 1948. El diputado .Tello Saldavarria es el principal acusado. El PAP se vuelve contra Bustamante y su intolerancia precipita el caos parlamentario que trajo como secuela el golpe militar de Odría el 27 de Octubre de 1948. Pero, frente al viraje ideológico /práctico del aprismo en que niegan el marxismo y abandonan la izquierda para incurrir en perturbaciones y prácticas de genuflexión ante el imperialismo y endosamiento de su fuerza electoral a la oligarquía; incólume permanece el pensamiento de Mariátegui que sigue siendo la antorcha inspirativa de las nuevas organizaciones políticas.
Mariátegui interpretó la realidad peruana a base de la evolución económica, el problema del indio, el problema de la tierra, el problema de la instrucción pública, la oposición al centralismo. Sustentó que la revolución es ante todo emoción; que el revolucionario debe asumir el riesgo; que la revolución no es finalidad calculada y que no es el frío balance de intereses lo que mueve el alma revolucionaria. Al respecto nos dice.. ."la fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia: está en su fe, en su pasión, en su voluntad, en su fuerza mística, espiritual".
La Revolución de Belaunde
"la fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia: está en su fe, en su pasión, en su voluntad, en su fuerza mística, espiritual" – José Carlos Mariátegui.
El gobierno de Fernando Belaunde Terry inicia una revolución decisiva en la historia del Perú. Genera un proceso irreversible que ya no puede ser contenido y que encauza toda la política actual del Perú.
La revolución iniciada por Belaunde puede definirse como la realización de todo lo necesario para que el poder pase de una pequeña minoría dominante a las grandes mayorías nacionales.
Debido a que este proceso comenzó a realizarse de manera democrática en que la libertad de opinión y de acción de todos los grupos políticos se ejercitó de manera prácticamente ilimitada, su desarrollo fue complejo y accidentado.
La crítica política, las maniobras de la oligarquía (pequeño grupo tradicionalmente dominante en el Perú), las presiones de grupos y potencias extranjeras, y otros factores sutiles, como la dificultad de ver el proceso como totalidad, desdibujan la verdadera realidad. Si la observación es parcial, si se dirige a ciertos aspectos dejando de lado otros, se puede tener la impresión de que los grupos plutocráticos adquirieron mayor fuerza que antes, o que la agresión de los grupos de poder extranjeros tuvieron éxito. Pero si se observa el proceso en su totalidad y se sabe distinguir lo esencial de lo adjetivo, no sólo se tiene que aceptar que Belaunde puso la revolución en marcha sino que fue capaz de avanzar de manera espectacular.
El dominio del grupo oligárquico que tradicional mente mandó en el Perú, se manifestó a través de los siguientes mecanismos:
1. Control Financiero
2. Control Agrario
3. Control del Mecanismo Administrativo
4. Reducción del Poder del Estado al mínimo y concepto peyorativo del mismo.
5. Reducción de las grandes mayorías al abandono y a la imposibilidad de intervenir en la vida nacional.
6. Convivencia con grupos de poder extranjeros para mantener la situación de privilegio.
Es evidente que mientras estas condiciones no se cambiaran era imposible transformar la estructura del poder en el Perú. Desde tiempos inmemoriales estos seis mecanismos se habían mantenido inconmovibles. Todos los individuos o los grupos políticos que se habían atrevido a desafiarlos habían sido fácilmente aplastados por la maquinaria oligárquica. El sólo hecho de plantear la necesidad de destruir ese mecanismo, era óbice para que la oligarquía desatase una implacable campaña publicitaria colocando a quienes se le oponían en la condición de extremistas peligrosos. Fernando Belaunde fue el único político que, dentro de la más limpia democracia, logró iniciar la ruptura del mecanismo. Lo hizo con tal eficacia y vigor que la disolución por él empezada ha seguido un ritmo cada vez más acelerado. Ya nada ni nadie podrá impedir que los mecanismos oligárquicos sean definitivamente liquidados. El signo de la historia del Perú ha sido cambiado por Belaunde, cuyo proceso analizaremos en I meas generales:
1. La lucha por el control financiero. –
Hasta antes de Belaunde la oligarquía dominaba de manara total el sistema bancario. El sistema financiero de la Nación estaba en manos de la Banca privada. El dominio era tan total que hasta la cobranza de los impuestos estaba en manos particulares. La banca cobraba por cuenta del Estado, y luego, por manejar ese dinero, cobraba intereses. El Banco Central de Reserva, nervio /cerebro de las finanzas nacionales, estaba totalmente dominado por elementos de la Banca privada.
Apenas llegado al poder Fernando Belaunde nacionalizó la Caja de Depósitos y Consignaciones, poniendo en manos del Estado la cobranza de sus impuestos. Y luego crea el Banco de la Nación, gracias a lo cual, hoy día, el Estado maneja sus propios fondos. Hizo lo que pareció imposible, lo que ningún partido se atrevió a hacer cuando estuvo en el poder teniendo mayoría en el Parlamento. Atacó el reducto fundamental de la oligarquía, el principal mecanismo para dominar la administración del Estado y aprovecharla en su favor.
Pero, además, después de larga y difícil lucha logró que él Estado pudiera controlar el Banco Central de Reserva. Hoy día, gracias a Belaunde el Estado controla sus propias finanzas. Es cierto que en algunos aspectos, al principio, el control no fue tan absoluto como debió ser. Pero se trataba de cuestiones de detalle que se pudieron superar con pequeños reajustes. El hecho es que, en lo esencial, el control fue adquirido y que todo reajuste posterior se hizo sobre el fundamento inamovible que supo forjar el régimen de Belaunde.
Pero además de estas reformas administrativas el régimen de Belaunde fue el primero que tuvo la decisión y el coraje de cambiarla estructura misma que permitía a la oligarquía evadir los impuestos y controlarla vida económica del país. Mediante reformas radicales en los impuestos y la dación de un Código Tributario logró poner el núcleo de la carga Tributaria sobre los más poderosos. Y, mediante la transformación de las acciones al portador en acciones nominativas, se logró que el país conozca la verdadera distribución del capital privado, haciendo imposible, en el futuro, la evasión de impuestos.
2. La Reforma Agraria. –
Hasta antes de Belaunde hablar de reforma agraria era ser tildado de bolchevique y exponerse a los ataques arteros y viles calumnias del poder oligárquico. Pero hoy día, después de que la Reforma Agraria fue puesta en marcha por el Presidente Belaunde en su fase inicial y desde una oficina dependiente de la propia Presidencia de la República, todo el mundo habla normalmente de su conveniencia y desarrollo. Es cierto que la mayoría parlamentaria restó una apreciable parte de los efectos de la Reforma, cambiando la Ley para proteger los intereses agrarios de la oligarquía. Pero el Ejecutivo envió una enmienda en la que se ve claramente la insistencia de su posición revolucionaria, Dígase lo que se diga, el iniciador de la revolución agraria en el Perú es Fernando Belaunde Terry y todos los gobiernos que vengan, de tacto o de jure, tendrán que seguir por el camino que él ha señalado. Hoy día el viejo grupo dominante no puede ya imponer condiciones al Gobierno especulando con la venta de sus productos. El agro ya es de propiedad de quienes lo trabajan.
El sistema nacional de planificación entre 1964, 1965 merecieron las mas amplia aprobación del Ciap que recomendó la totalidad de la financiación prevista , tenemos que el primer gobierno comienza a funcionar , el Sistema Nacional de planificación del Desarrollo Económico y Social en el primer gobierno de Belaunde formulo un plan trazado para 1967- 1970,anticipándose a los hechos para 8 regiones dentro de la política descentra lista del gobierno tanto en su primer gobierno como en su segundo gobierno cumpliendo el lema ¨los últimos seran los primeros ¨ ambos gobiernos pusieron en marcha con la política de construcción de de vías de comunicación , para dejar de que sigan en el ostracismo del aislamiento vial
Belaunde da inicio de manera indiscutible con la ley de reforma agraria 15037 el 21 de mayo de 1964, el gobierno democrático de Belaunde ha proseguido con decisión , el proceso de transformación de la estructura agraria del país dentro del cauce democrático y pacifico establecido por la ley
Los lineamientos de la reforma agraria se dan en 3 aspectos importantes y trascendentes que son los sgtes
Primero. Mediante las zonas de reforma agraria
Segundo: mediante la aplicación en escala nacional del titulo XV que ordena que todos los feudatarios del país sean convertidos en propietarios de las tierras que ocupan y trabajan directamente hasta el limite de 15 hectáreas en la costa y de 30 hectáreas en la sierra y selva
Tercero: mediante acciones locales de reforma agraria en aplicación del articulo 52 de la ley que autoriza la afectación parcial o total de un predio rural aun cuando no este comprendido en una zona de reforma agraria y siempre que las condiciones sociales de su explotación asi lo hubieran merecido fueron declarados como zonas de reforma agraria los departamentos de Pasco , Junin
Puno y los valles de la convención en el Cuzco .Asi nos damos cuenta que la reforma agraria en el Perú se desarrolla de una manera ordenada beneficiando como se ve a los mas pobres tanto asi que en el primer gobierno de Belaunde . se creo de acuerdo a ley un fondo destinado a créditos de promoción y reforma agraria para beneficiarios de reforma agraria dicho fondo conto para su constitución con un crédito de alianza para el progreso hasta por dieciocho millones de soles los cuales en gran proporción ya han sido utilizados . el complejo mecanismo de esa concesión , de esos créditos estuvo en funcionamiento dentro de una estructura que comprende el fondo nacional de fideicomiso, que es el que señala la política crediticia , con sus consejos regionales y locales de crédito y juntas rurales compuestas por campesinos que participaron en organismos de reforma (onpa y sipa)
3. La Reforma del Sistema Administrativo.-
Uno de los puntos que más se critican al régimen de Belaunde es que no "logró poner la administración pública a la altura de los tiempos. Pero quienes así hablan ignoran dos cosas: Primero, que la mayor dificultad para el desarrollo de un país subdesarrollado estriba, precisamente en la administración pública; segundo, que a pesar de estas dificultades Belaunde transformó la administración pública más que nadie. Antes de Belaunde la mayoría de los presupuestos no estaban mecanizados. Hoy día casi todos se hacen con el empleo de computadoras. Antes no existía un presupuesto funcional, en que las diversas actividades administrativas se determinan por medio de pliegos analíticos. Hoy día se trata de hechos comunes y corrientes, pero no debemos olvidar que fue en el gobierno de Belaunde que se empezaron.
Antes de Belaunde la administración era insuficiente, careció de toda posibilidad de eficacia. Durante la administración de Belaunde se crearon una serie de secciones y dependencias de acuerdo con los más elementales principios de eficacia. Un ejemplo bastará: la creación de las Direcciones Regionales de Salud, de Trabajo, de Educación y otras. No hay nadie que pueda criticar este incremento de mecanismos-regionales administrativos que permitió dar mayor flexibilidad y eficacia al sistema de la administración nacional. En general, la administración ha seguido un proceso de descentralización que es, precisamente, el indicado por todos los técnicos del desarrollo.
4. Incremento del Poder del Estado. –
La oligarquía se esforzó siempre, con insistencia rayana en la manía, en hacer creerá la ciudadanía que el Estado es un pésimo administrador, que debe .renunciar a todos sus fueros en la vida económica del país, que debe dejar todas las iniciativas y promociones en manos privadas. En esta forma, era posible controlar la vida económica del país, imponiendo condiciones al mismo Estado que estaba desarmado frente a cualquier maniobra de especulación y control.
Con Belaunde se inicia una nueva era. El Estado se transforma en gran promotor y en orientador de la vida económica del país. Su régimen da gran impulso ala planificación, no olvidemos que es el primer gobierno en lo historia de la república que inicia sus actividades ajustando toda su labor en la planificación. El Estado por vez primera, impone cauces a la acción económica, conserva la libertad de iniciativa, pero orientando, a través de incentivos y de tributaciones, la acción privada hacia las metas de desarrollo. La mayor parte de los ministerios impusieron a sus actividades una acción planificada. La elaboración de las metas fue hecha con tal precisión y tan bien fundada que en la actualidad, este gobierno se ha visto obligado a seguirlas.
Belaunde ha impuesto así condiciones históricas que tienen que ser cumplidas. Al imprimir un ritmo planificador a nuestra economía supo poner una cortapiza insalvable al poder oligárquico. Desde entonces, los grupos de poder económico no pudieron ya orientar o la economía nacional según su capricho y voluntad, porque hubieran tenido que oponerse a las metas determinadas por la planificación, lo que fue y sigue siendo políticamente imposible.
5. Las grandes mayorías se transforman en protagonistas de la Historia Nacional.-
Pero tal vez lo más revolucionario de toda la obra de Belaunde, tal vez la transformación que permite tener la seguridad de que todas las demás habrán de mantenerse, es la irrupción de las grandes mayorías a la participación política y económica en la vida nacional. La condición esencial de todo poder oligárquico es la separación de las grandes mayorías del mecanismo del poder. Apenas el obrero o el campesino comienzan a intervenir, de cualquier manera que sea, la oligarquía comienza a perder el control, porque el pueblo tiene una inmensa fuerza inercia. Una vez que comienza a participar, no hay fuerza ya, capaz de detenerla. Y esto es lo que ha sucedido en el gobierno de Fernando Belaunde Terry.
Por primera vez en la historia del Perú, un Presidente, se inspiró en las tradiciones y la historia de las grandes mayorías, Por primera vez se reconoció la importancia, la dignidad, la fuerza, de aquellos elementos que habrán sido tradicionalmente despreciados. Para afirmarse este reconocimiento se creó el famoso sistema de Cooperación Popular, único en el mundo, imitado por numerosos países (Chile y Argelia entre otros). De esta manera, el pueblo, la gran mayoría nacional, comenzó a participar en el gran proceso de la forjación de un nuevo Perú. Los campesinos adquirieron así conciencia de su importancia y de su fuerza. Se transformaron en protagonistas de la historia y por primera vez se abrieron las puertas de la auténtica participación del pueblo.
Pero además de este hecho fundamental, el gobierno de Belaunde Inició una serie de reformas sociales profundas. Entre ellas la creación del seguro familiar y la del seguro campesino, que en regímenes anteriores no se imaginaba siquiera que fueran posibles.
Con su política de acción para desarrollar y librar de su aislamiento a los pequeños pueblos, con la creación de las Reuniones Departamentales en que los elementos más humildes de los villorrios tenía la oportunidad de expresar ante el Presidente el anhelo de sus comunidades, con el Código de Trabajo, con su presencia y acción permanente en todo el territorio nacional, Belaunde produce una verdadera explosión popular, un comienzo de participación en la vida nacional y en el poder político sin precedentes. Por estos antecedentes históricos, el pueblo peruano está ahora en condiciones óptimas para exigir sus derechos y para intervenir de manera cada vez más eficaz en la vida del país.
6. Enfrentamiento al Poder Extranjero.-
Hasta antes de Belaunde los grupos de poder extranjeros imponían condiciones que nadie se atrevía a enfrentar. Con Belaunde la situación cambia radicalmente. Gracias a su indomable energía nacionalista se logra crear y poner en funcionamiento la refinería de petróleo de La Pampilla. La International Petroleum Company se había opuesto a la creación estatal de una refinería. En los anteriores regímenes de Odría y Prado, le había bastado con dar órdenes y todo intento se habría paralizado. Pero con Belaunde se crea lo que más temía la International, una fuente de independencia del Estado Peruano frente a la presión extranjera.
La situación era parecida en los transportes y en la minería. Todos los países de América Latina tenían reserva de fletes en favor de sus respectivas flotas mercantes. Pero el Perú no las tenía. Las empresas extranjeras, imponían condiciones al Gobierno. Con Belaunde se impuso una política nacionalista y, gracias a su nueva reserva de fletes, el Perú comenzó a organizar una poderosa flota mercante, incorporando 18 nuevas unidades navieras interoceánicas mandadas construir durante el Gobierno de Belaunde en astilleros europeos.
Asimismo, las grandes compañías mineras tenían concesiones que jamás trabajaban y que mantenían inactivas pensando en servirse de ellas cuando lo consideraran conveniente. Pero el régimen de Belaunde elevó el canon minero, obligando así, a dichas .empresas a trabajar sus concesiones o a devolverlas al
Estado. Y de igual manera se procedió en defensa de la Banca Nacional. La Banca extranjera inició entonces una ofensiva gigante para apoderarse de la Banca Nacional. La administración de Belaunde dictó medidas eficaces para hacer imposible este intento. Las medidas expuestas bastan para hacer ver cómo, durante el Gobierno de Fernando Belaunde Terry, el Perú, empezó su liberación de una dependencia humillante ante el poder extranjero, tomando medidas simples y eficaces que regímenes anteriores jamás se atrevieron a adoptar.
Al haber roto el mecanismo de control oligárquico y al haberse enfrentado al mecanismo de control extranjero Belaunde inicia la revolución peruana. Genera un proceso irreversible que no puede ser paralizado por ninguna fuerza y despliega el horizonte de la gran transformación nacional que habrá de culminar en la creación de una sociedad verdaderamente justa para todos los peruanos.
Después de todo, es bueno dejar constancia, Belaunde, presidió un régimen democrático auténtico que la historia recordará como el del apogeo de la libertad de expresión, con reglas de juego totalmente diferentes a las de un gobierno omnímodo y, más todavía, frente a un parlamento adverso y una mayoría necia y ensimismada que estuvo al servicio de los grupos de poder económico. Tal vez si todas las circunstancias inicitivas ameriten su labor presidencial.
Colonización vial
El ideario político de Belaúnde
Está plenamente demostrada la necesidad impostergable de ampliar la extensión de las áreas laborales en el Perú con la finalidad de equilibrar la relación hombre-tierra, asegurando el abastecimiento fundamental, lo que resolvería, por añadidura, el problema cambiario, las vías de comunicación desde las épocas de los primigenios imperios siempre fueron lo que llevaron a hacer potencias de vanguardia y equilibraron la economía con la mano de obra, con los medios de producción Belaunde tuvo la visión creadora de interconexión de vías en un Perú atrasado después de Leguia con la panamericana no hubo otro presidente que propugnara unir la zona mas importante y de bastos recursos como la selva uniendo a miles de comunidades a la modernización .
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |