En los años finales de la dictadura de Juan Vicente Gómez, (1930-34) una gran actividad intelectual tiene como sede el liceo "Simón Bolívar" de San Cristóbal animada por Carlos Rangel Lamus. Estimula conferencias y recitales de los alumnos y fomenta la creación de bibliotecas de temas universales. Una revista con el nombre del submarino de Julio Verne, "Nautilus" recoge las prosas y los versos de los estudiantes. Por el mismo tiempo, un grupo de jóvenes escritores, varios de los cuales vivían en exilio dentro del propio país amparados por la fianza que el Presidente del Estado, general José Antonio González ante el dictador, se unían a los estudiantes liceístas en el empeño de romper la censura dictatorial y de actualizar su información acerca de los cambios políticos y culturales que se sucedían en el mundo. Entre los estudiantes del liceo, el contacto lo estableció el zuliano Ciro Urdaneta Bravo, adolescente dueño de una inmensa información literaria y de una envidiable colección de autores modernos. Ciro promovió reuniones semanales en la buhardilla de Antonio Quintero García, bautizada con el curioso nombre de "Estero Bellaco". A las reuniones concurríamos el joven escritor merideño Pedro Romero Garrido, Ciro Urdaneta Bravo, Leonardo Ruiz Pineda, Miguel Moreno, Jorge Murillo, Anselmo Amado, Simón Becerra, Ramón J. Velásquez, Quintero García, de La Grita, cuentista, poeta, ensayista que había regresado a su tierra, prófugo de la policía política de Caracas que lo calificaba de "comunista peligroso". Había estado en Rusia, vivió en Madrid, París, Bogotá y México. Sus cuentos, publicados en las revistas caraqueñas, igual que sus poesías se perdieron y al final de los días, después de su dolorosa muerte en Los Teques alguien sometió al fuego las carpetas de su obra inédita. Fruto de esas reuniones fue la creación de la revista "Antena" que por no poder figurar Quintero García, resolvimos Ciro Urdaneta Bravo y yo asumir públicamente su dirección, la cual, al día siguiente, nos fue prohibida por ser menores de edad. Para sustituirla fundamos "Mástil" dirigida por Pedro Romero Garrido. "El Mástil es una Antena", escribió Quintero García. Un colombiano de apellido Ramírez fabricó los primeros clisés para ilustrar la revista con las primeras caricaturas de los autores universales pues en sus páginas publicábamos textos de Waldo Frank, Gorki, Unamuno, Gabriela Mistral, Erenburg, Marañón. La muerte de Gómez dispersó el grupo.
En la década de los años treinta viven en el destierro, pues son adversarios combatientes de la dictadura gomecista, Rafael de Nogales Méndez, autor de seis libros de relatos de interés mundial; Manuel Felipe Rugeles, consagrada figura de la poesía venezolana de este siglo; Juan Gugliemi, autor de "Andina", la primera novela de un autor tachirense y Manuel Antonio Pulido Méndez, médico, escritor, biógrafo, filósofo y humanista de excepcional formación.
En la cronología de los grupos literarios de este siglo, a los de "Helios", "Bloques" y "Mástil" seguirá en los años cuarenta el grupo "Yunque" promovido por Luis Felipe Ramón y Rivera, compositor musical, poeta, folklorista, escritor y quien rescató la música popular tachirense de finales del siglo XIX y de las primeras décadas del presente. Ramón y Rivera y su esposa Isabel Aretz son los autores de "Folklore Tachirense" (BATT) el mejor texto regional escrito en Venezuela sobre la materia. A Ramón y Rivera acompañaban en "Yunke", Manuel Osorio Velasco, pintor, poeta y fundador de una escuela o estilo pictórico; los trujillanos Régulo Burelli Rivas y Pedro Pablo Paredes, el larense J. A. Escalona Escalona, poetas de renombre nacional y el escritor merideño Rafael Armando Rojas. Por el mismo tiempo el escritor y periodista Hernán Rosales F., desde un programa radial semanal y desde el grupo "Luis López Méndez" daba a conocer al gran público, la obra de los escritores y poetas de las sucesivas etapas de la cultura tachirense. Es la misma época del regreso a Venezuela de Raúl Soúles Baldó, médico graduado en la Universidad de París y dueño de una cultura humanística que va a convertir su casa en ateneo y su palabra en estímulo para los jóvenes que buscaban orientar su vocación literaria. Soúles Baldó era un erudito en estudio de los clásicos españoles.
Los años cincuenta señalan la presencia de nuevas voces poéticas que han de alcanzar ámbito internacional; Marco Ramírez Murzi, Juan Beroes, Dionisio Aymará. La mayoría de los escritores y poetas que hemos mencionado encontraron tantas dificultades para perseverar en su obra que se marcharon de su tierra nativa pues veían reducido su espacio por la indiferencia colectiva y frustrado su empeño de perfección.
Otros se fueron en su adolescencia y las exigencias de la vida les impidió retornar. Tales son los casos de Gustavo Ardila Bustamante, poeta, autor de maravillosos sonetos y cronista que realizó larga tarea en el semanario "Fantoches" y formó parte del grupo de humoristas que en Caracas integraban Leoncio Martínez, Job Pim, Leopoldo Ayala Michelena y Joaquín González Eiris; Marco Antonio Martínez, discípulo preferido de Pedro Grases y Ángel Rosenblat, filólogo, poeta y cuentista; Antonio Arellano Moreno, historiador, ensayista y recopilador de la poesía tachirense en su obra "Poetas y versificadores del Táchira". En la actualidad, en Caracas, Fruto Vivas, Tulio Hernández y Fabricio Vivas se destacan como escritores, ensayistas y animadores de grandes empresas de trascendencia cultural. En Mérida, Humberto Ocaríz Espinel, médico, poeta, ensayista, biógrafo y quien a lo largo de los años ha realizado la más extraordinaria tarea de estímulo a sucesivas generaciones estudiantiles tachirenses que asisten a la ULA.
Durante casi cincuenta años un grupo de intelectuales tachirenses desafió todas las dificultades para permanecer en el Táchira como sacerdotes de un culto que contaba con pocos oyentes. Se trata de Aurelio Ferrero Tamayo, Horacio Cárdenas, Rafael María Rosales, Carlos Sánchez Espejo, Mardonio González, Gregorio Pérez Rojas y J. J. Villamizar Molina. Y como pregonero de la esperanza en la llegada de tiempos mejores para el culto de las letras y el arte, el maestro Pedro Pablo Paredes.
Los tiempos de la nueva cosecha que tanto reclamaba Pedro Pablo Paredes han llegado y a la invitación que no pudieron cumplir los jóvenes de1974, responde con creces la generación de los años ochenta con el testimonio de su obra como nuevos poetas, nuevos cuentistas, nuevos ensayistas.
Los volúmenes 113, 117 y 118 de la "Biblioteca de Autores Tachirenses" representan el cumplimiento del compromiso de la BATT de presentar un panorama de la cultura regional desde sus días iniciales hasta la presencia de las nuevas generaciones en los campos de la narrativa, el ensayo y de la poesía. Tiempo centenario que numerosos analistas de la historia de Venezuela califican como el siglo andino, no solamente por la preponderancia presidencial, sino por los grandes cambios nacionales ocurridos en esta centuria y en cuya realización han tenido determinante participación venezolanos nativos del Táchira.
Los nombres de Jesús Acevedo Sánchez, Carmen Teresa Alcalde, Leonor Peña, Antonio Mora, Virginia Chirinos, Manuel Rojas, Luz Marina Sarmiento, Adolfo Segundo Medina, encabezan la antología de la "Narrativa Contemporánea Tachirense" que presenta a diecinueve autores. La antología de de la "Ensayística Contemporánea Tachirense" comprende veinticuatro interpretaciones y acontecimientos y problemas escritos por Carlos Arreaza Bermúdez, Leonor Vega Febres, Elí Caicedo Pinto, Otto Rosales, Betina Pacheco, entre otros. Y la tercera de estas antologías está dedicada a la "Poesía Contemporánea Tachirense". Son setenta y cinco composiciones que se presentan como muestra la obra que elaboran Pablo Mora, Freddy Araque, Osmar Mora, Luis José Oropeza, Marisol Pérez Melgarejo, Martín Gómez, Ruth Rincón, para señalar en sus nombres todo un interesante grupo de poetas.
En la tarea de recopilación y los interminables trámites efectuados para hacer posibles estas valiosas ediciones debe dejarse constancia expresa del empeño sin tregua realizado por Luis José Oropeza y Leonor Peña
Ramón J. Velásquez
Prólogo Dragones de Papel
POETA: Adolfo Segundo Medina
En casos como éste, cuando a uno le piden prologar un libro una antología de poesía pensada y escrita por chamos jovencitos, ombligoverdes los más, uno puede equivocarse pensando que se encontrará con una avalancha de irreverencias, con un rosario de escatologías, con la furibunda e inmisericorde artillería de los protervos, los condenados, los díslocos, perturbadores, sediciosos, los protestatarios de todo y por todo y sin causa como muchos los tildan. Uno puede equivocarse, repito, al pensar que hallará en esos maltrechos papeles pero ¿qué digo, cuáles papeles si la bendita antología vino en disket? una ordinaria como ramplona sarta de testimonios amorosos, un destemplado discurrir de alegatos justificatorios de sus puerilidades, una insustancial retahíla de ocurrencias verbales de belleza y atributos poéticos. Puede equivocarse porque bueno, los ya mayores andamos siempre pensando que los chamos son inútiles, que no hacen sino joder y perder el tiempo, que son capaces de construir y subestimamos sus aptitudes, su talento, su razonamiento y su lógica. Uno puede equivocarse, sostengo, si no abrigamos, aunque sea, un poquito de fe, una pizca de optimismo, si no advertimos que, justamente, de la juventud es de donde surgen las transformaciones del mundo.
Y más puede equivocarse uno si no ha tenido la virtud de conocer a los autores de esos textos que ahora están en nuestras manos. En mi caso las equivocaciones están lejos de producirse porque he tenido la fortuna de compartir lecturas y encuentros con la mayoría de estos jóvenes: con Chucho, con Carmen Rosa, con Betsimar, con Lenín, con Ender, con Freddy, con Dimitra, Victoria y Dennis, y sé de su gran responsabilidad a la hora de ofrecer sus creaciones poéticas. Sé de la seriedad, la constancia, la disciplina en su hacer literario y cultural. Por eso no hay desatinos, no existe la posibilidad de errar en alguna apreciación con respecto a su obra si convenimos, prudentemente, en que aún tienen mucho camino por recorrer, que en poesía, como en todo saber nada está dicho de manera definitiva y por tanto hay que ir afinando, cada vez más, las aristas de nuestras creaciones.
He aquí entonces los textos de estos poetas jóvenes, recopilados por Freddy Ñañez para esta Antología publicada bajo el sello editorial de Nadie Nos Edita Editores. Ustedes, amigos lectores, convendrán conmigo en esta apreciación después de su lectura.
Los chamos piensan y escriben en serio. Trabajan la palabra con tesón, con voluntad, con economía y sustancia, con acomodo al sentido poético del verso, con belleza y dignidad. Su palabra no es vacía y asumen su compromiso con ella y con la poesía: "si la palabra no sirve para nombrarte, no me interesa de ella nada"… "Si se pudre como la carne o se diluye en el viento sin resonancia como las arenas del alma, seguiré callado entonces" (Chucho). Porque para ellos es preferible mantenerse en silencio, encerrarse en el mutismo antes que cometer el exabrupto de proferir banalidades, de regurgitar palabras huecas. América Martínez lo deja claro:
Adentro albergo a otra/ que no ha oficiado la urdimbre/
de frases hechas y lugares comunes
Y para que no quede duda de cuál es su posición y su determinación, Betsimar nos proclama su indeleble sentencia:
Habitaré tus bosques como duende/ antes que despiertes
Hablaré tu lengua y escribiré tu historia/ en las piedras de los caminos
Y como la palabra debe ser memoria, vivencia y denuncia, Carmen Rosa rompe el silencio para decirnos que no confía en sus problemas y por lo tanto ha destruido ese monólogo, el monólogo del habla superflua que no da cuenta de "tantos pobres que pululan", ni de que "el perfecto resplandor//se esconde en la oscuridad" que "los otros viven por demás" que "las flores se inquietan y se marchitan" que "las circunstancias se tornarán sencillas//los jóvenes morirán// sus padres los enterrarán//cabizbajos y llorosos".
Los chamos están en lo suyo, es decir, están en lo que concierne a todos. No andan por las ramas como aquel Barón de Calvino. Ellos expresan su desencanto, es cierto, pero también y a partir de aquél, su esperanza que es nuestra misma esperanza, la de quienes hacer rato doblamos la esquina y nos hemos resistido a valorar el profundo sentimiento de respeto y solidaridad que ellos albergan por la humanidad. Y tienen tanta fe que osan asegurar que "un soplo de aire bastará para corregirlo todo" (Chucho), por eso salen a revolcarse con la lluvia para preguntar:
Cuántas señas haré en aire queriendo pintar el silencio
Cuántos árboles nacidos de repente en la eternidad (Dennis)
o vienen a revelarnos el amor como "grilletes de este lar tembloroso//que clama tu presencia"(Dimitra); confluyen a las esquinas de la poesía para aventarnos en la cara que ellos no se morirán sin despedirse//sin regresar a media legua de ellos mismos (Ender), para contarnos que hay golpes en las puertas que son como "los de las malas noticias", …"los de las tormentas"…"como los del amante celoso, la contrición del disoluto" (Freddy Durán); llegan y nos conminan, nos exigen, porque ante su palabra deberíamos postrarnos en ceremoniosa lectura, ya que son ángeles violadores de nuestra desabrida placidez; arriban descalzos, dignamente descalzos y nos someten a su prudente confesión:
Me regocijaba sorprendiendo murmullos al romper sus secuelas en las crestas de los muros, absorto en los sonidos crepitantes del reflejo de un clamor mudo, aspiraba la brisa de las tempestades en el ansia de un coleccionista de tragedias. Era el merodeador de los campanarios de iglesias paganas (Lenín)
He aquí entonces a estos jóvenes representantes de la nueva voz poética en el Táchira. Helos aquí con la certidumbre de que la palabra es la fuerza que sostiene al Ser con dignidad en los farragosos territorios de la existencia; palabra que es esperanza, optimismo, fe; palabra que es Verdad y conciencia, creencia y sueño; palabra de luz y sosiego y paz y vida. Helos pues aquí, ante nuestra mirada de incrédulos y equivocados.
Adolfo Segundo Medina
INDICE
Freddy Araque
Milagros Arellano
Enrique Ferrer
Raquel Gómez Martín
Geisha Carola Méndez S.
Ángel Osmar Mora
Antonio Mora
Pablo Mora
Dévora Morales
Adolfo Segundo Medina
Orlando Ortíz Araque
Luis José Oropeza
Mateo Parra
Marisol Pérez Melgarejo
Etha de Ramírez
Ruth Rincón
Manuel Rojas
Ernesto Román Orozco
Elsa Marlene Sanguino
Diego Sarmiento
Homero Vivas
Luz Marina Sarmiento
Dexy Ruiz Rodríguez
Daniel Parada
Erasmo Sayago Gámez
Leonor Peña
Carmen Rosa Orozco
América V. Martínez
Julio Romero Anselmi
Yildret Rodríguez Ávila
Iván Romero
Raúl David Márquez Casique
Annie Vásquez
Trina Michelangeli Milano
Betsimar Sepúlveda Hernández
Dennis R. Malpica
Dimitra Giagyzidakis
Ender Rodríguez
Freddy Durán
Argelia García Q.
Lenin Marcano
Miguel A. de los Reyes
Osvaldo Barreto
Pedro Pablo Vivas
Victoria Terán
Freddy Ñañez
POESIA TACHIRENSE
MANUEL ROJAS
"La verdad poética siempre tiembla; porque en el momento en que las palabras salen a la página enunciándose bajo la égida de la poesía, pueden perder todo miedo" (Fuenmayor Víctor, Bajo Palabra de Amistad: los otros y el poeta. Universidad Central de Venezuela, 1992. Pág. 43). La poesía como elemento de la estética ha variado enormemente desde la poesía lírica venezolana del romanticismo, con la representación del poeta José Antonio Pérez Bonalde, e incluso desde Andrés Eloy Blanco, y su "Canto a España", obra con la que ganó el Primer Premio en el certamen promovido por la Real Academia de la Lengua Española, abierto a los países hispano-parlantes (1924). O desde la llamada generación del 28, con la revista de vanguardia Válvula, que manifestó un pensamiento y conducta contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Poetas heraldos de la nueva Venezuela que nacía como Edad del Chorro o del petróleo en medio de una consternación social. La generación del país Oil Concessions Royal Dutch-Shell.
Ya para ese entonces se empezaba a hablar de la también llamada post-modernidad y de la poesía madrigalera en la literatura latinoamericana, a través de algunos representantes del Sur como Fernán Silva Valdéz, Emilio Uribe, Sabar Ercasty y Oliverio Girondo. El ultraísmo y el creacionismo tuvieron su efervescencia en Buenos Aires, con el grupo Martín Fierro. Parra del Riego, Alberto Hidalgo, Vallejo, Juan José Tablada, rompían con todos los moldes tradicionales, pese a que sus temas ahondaban en la nostalgia india con formas exóticas de la sensibilidad moderna. El Dadaísmo, el Futurismo, el Cubismo, en Europa se debatían mientras se desarrollaba la Primera Guerra Mundial. Vicente Huidobro empezaba a hacerse sentir. Se hablaba de neo-romanticismo, modernismo, Rubén Darío, Rimbaud, Whitman, Búfalo Bill, el Libro de la Jungla, en una atmósfera provinciana, antañona, anacrónica, aletargada, refrenada por la dictadura.
La generación del 18 abrió el camino a una nueva revolución de las ideas y la estética, en nuestro país. Influenciados por Bergson, según Paz Castillo, y no por el Spencer o Auguste Comte, a la cabeza del Positivismo, logró ocupar un espacio trascendental en la poética venezolana. Enrique Planchart, considera que nuestras raíces provienen de Francia, a través de Paul Valéry y Jules Laforgue, sin embargo lo más importante de esta influencia es la atmósfera de revolución, tanto de las ideas como de la estética, que significó un cambio rotundo en el esquema poético tradicional. Recordaremos siempre (quienes militamos en este extraño quehacer artístico ) los nombres de Antonio Arráiz, Rodolfo Moleiro, Jacinto Fombona Pachano, Luis Barrios Cruz, Luis Enrique Mármol, Pedro Sotillo, Julio Morales Lara, José Antonio Sucre, Andrés Eloy Blanco, Enriqueta Arvelo Larriva, Gonzalo Carnevali, Angel Corao, Pedro Parés Espino, Luisa del Valle Silva, Héctor Cuenca, Fernando Paz Castillo y Enrique Planchar, como precursores de una iniciación formal en la vida literaria de Venezuela, de insurgencia a partir de la posguerra civil produciendo una ruptura radical con un pasado donde prevalecía, ante todo, la huella de una actividad política positivista que no encontraba acomodo en el mundo de las nuevas ideas; quedaba atrás la sombra de la Escuela Impresionista, para dar paso a un sinfín de emociones de orden estético, filosófico e histórico: poetas malditos, simbolistas, generación del 98 español, controversia entre modernistas y posmodernistas … Conociendo los rasgos comunes de esta generación podemos comparar las siguientes generaciones. Mario Torrealba Lossi señala una serie de rasgos comunes entre tres poetas que corresponden al mismo ciclo: Paz Castillo, Moleiro y Planchart; que son, entre otros: "El paisaje nunca es visto de modo objetivo, sino que parece reflejo de otro que ha plasmado en la imaginación, marcada tristeza y recogimiento con giro a una serenidad última, exaltación de la noche y de su mágica urdimbre celeste, condición que emana del sustratum romántico, exiguo culto a la galantería declamatoria y predominio, al contrario, de reflexiones filosóficas y morales, constante alusión a la soledad", que es, a juicio del propio Lossi, el parentesco de más afinidad y hacia el cual desembocan los diversos enunciados. A estos rasgos se unen el sentimiento de la belleza, de lo bello bueno, la creencia en la perfección de la obra de arte, en su supervivencia, en su unidad y trascendencia, todo ello fruto de la actitud idealista (Liscano, Juan. Panorama de la Literatura Venezolana, pág. 180). Por supuesto que estas características no arropan a todos los poetas ya mencionados de dicha generación, pues, en el caso de Andrés Eloy Blanco se advierte una marcada tendencia a conservar rasgos del costumbrismo o realismo natural que se inclinan, incluso, a lo juglaresco, popular y particular gracia humorística. Ramos Sucre se escapa totalmente del cuadro anterior, con caracteres diferentes y modos peculiares que le han situado en el pedestal de la poética de todos los tiempos en nuestro país y en Latinoamérica. Se ha hecho mención de rasgos anteriores pues éstos nos permiten desarrollar un estudio de mucha más profundidad en la poesía del Táchira a finales del siglo XX.
"La poesía es hoy el álgebra superior de las metáforas": frase de Ortega, que bien podría encajar con el cambio de estructura, tema, modo de ser y de anunciarse, la vanguardia o littérature d` avant-garde, también es de origen francés, en los comienzos del siglo XX. Poetas como Pablo Rojas Guardia y Luis Castro, dieron los primeros gritos de una escuela que intentaba reproducir el pensamiento mecanista de la sociedad que les rodeaba. La retórica de la vanguardia se fundamentaba en elementos como el reiterado uso de neologismos y barbarismos, en la mezcla de términos abstractos y concretos, en altisonancias, en antisentimentalismos como formas clownescas, en el culto a la velocidad y al maquinismo, a la acrobacia verbal y a la imagen disparada como un proyectil, sin adornos sofisticados ni erudiciones, similar a los hai-kais, que por supuesto no tiene nada que ver con el romanticismo lírico de las generaciones anteriores. Panorámica de un movimiento que aún persiste en nuestras nuevas manifestaciones poéticas de finales de siglo. Apunta el genial historiador Guillermo De Torre, en su monumental "Historia de las Literaturas de Vanguardia" que la vanguardia es un "movimiento de choque, de ruptura y apertura al mismo tiempo, la vanguardia, el vanguardismo o lo vanguardista, del mismo modo que toda actitud o situación extrema, no aspiraba a ninguna permanencia y menos aún a inmovilidad. En la misma razón de su ser llevaba encapsulado el espíritu de cambio y evolución, previendo, ambicionando sucesiones." (pág. 21). En fin, hacer un estudio formal del significado que tiene la vanguardia en el siglo XX, en el mundo la literatura universal, es imposible. Ese Esprit Nouveau de 1929 se puede definir como el común denominador de los diversos ismos literarios y artísticos echados a volar con diferentes rumbos. En Venezuela se puede ubicar entre 1926-1936, como la década del florecimiento de la vanguardia, dos años después de la aparición de "Aspero", de Antonio Arraiz, quien, aunque no se incluye como vanguardista, dio las primeras pinceladas para el desarrollo de esta magna estructura poética de vanguardia, en medio de una embestida contra la dictadura del general Gómez. Ya había desaparecido, desde 1915, el Cojo Ilustrado, y se comenzaba a agotar el Modern Style o Art Nouveau, que en versión latinoamericana fue el modernismo. Años locos de lucha entre la burguesía caraqueña y el andinismo precoz al ritmo de boleros, tangos y jazz. Se leía con afán de devorar la ración de los nuevas tendencias los Poemas sonámbulos de Rojas Guardia, y la balada del siglo, de Luis Castro, se convierten en libros de cabecera de los vanguardistas de los años 30. El ejemplo que nos presenta Juan Liscano, en su "Panorama de la Literatura Venezolana actual" (pág. 197) de Luis Castro, es el mejor testimonio de este movimiento:
Curvas rosas. Curvas azules
A 100 km. entramos en la brutalidad
-velocidad pura del animal-
La valla a 30 cm.
¡más allá de la AUDACIA …!
En 1938 nació el grupo Viernes, integrado por Pablo Rojas Guardia, Rafael Olivares Figueroa, Vicente Gervasi, Pascual Vanegas Filardo, Luis Fernando Alvarez, José Ramón Heredia, Oscar Rojas Jiménez, Fernando Cabrices, Angel Miguel Queremel y Otto De Sola. Grupo que duró hasta 1941. El mejor reconocimiento poético de este grupo es al merecido poeta Vicente Gervasi, con "Mi Padre el Inmigrante".
En 1946 nace Contrapunto, que estuvo compuesto por un grupo heterogéneo de escritores, pensadores y artistas plásticos. Sus fundadores fueron Andrés Mariño Palacio y Héctor Mujica. Lo integraron: José Ramón Medina, Eddie Morales Crespo, Pedro Díaz Seijas, Antonio Márquez Salas, Alí Lameda, Ernesto Mayz Vallenilla, José Melich Orsini y Luz Machado. Duró hasta 1949.
Cantaclaro aparece en 1950. El consejo de redacción estuvo conformado por Miguel García Mackle, Jesús R. Zambrano y José Francisco Sucre Figarella. Primer y único número de este grupo que tuvo que padecer la represión de la dictadura de Pérez Jiménez, dos años después de ser derrocado Rómulo Gallegos, el primer presidente de Venezuela, elegido por la vía del sufragio, y que le sirvió como estandarte a Cantaclaro durante su única proclama revolucionaria a favor de la democracia.
1958 fue un año políticamente decisivo para la vida social venezolana. En este mismo año aparece el grupo Sardio, integrado por importantes figuras del acontecer literario en el país y con un deseo de romper definitivamente con el fantasma de las dictaduras, entre otros: Adriano González León, Luis García Morales, Guillermo Sucre, Gonzalo Castellanos, Elisa Lerner, Salvador Garmendia, Rómulo Aranguibel, Rodolfo Izaguirre, Edmundo Aray, Francisco Pérez Perdomo, Efraín Hurtado, Héctor Malavé Mata y Antonio Pasquali. El último volumen de Sardio se publicó en 1961.
Los años sesenta constituyeron un período de intensas confrontaciones en el aspecto político y cultural. En este marco histórico en la vida pública nace el grupo "El Techo de la Ballena", compuesto, entre otros, por Caupolicán Ovalles, Juan Calzadilla, Edmundo Aray, Adriano González León, Francisco Pérez Perdomo, Carlos Contramaestre, Efraín Hurtado, Dámaso Ogaz y Daniel González.
En 1980 surgió el grupo Tráfico, integrado por una generación de poetas jóvenes que expresaban todo su cansancio urbano y desencanto político, a través de una estética que podría definirse como "realismo crítico poético" y que encontró asidero en voces como las de Armando Rojas Guardia, Yolanda Pantin, Igor Barreto, Rafael Castillo Zapata, Miguel Márquez y Alberto Márquez. El grupo Tráfico representa el último manifiesto literario en la literatura nacional, en un siglo de programas, talleres, peñas, grupos, que han trascendido en la historia de las letras venezolanas. Este grupo duró hasta 1981, pero sus representantes están en la palestra y se erigen como puntos de referencia de la poesía de finales de siglo XX en el país. En este mismo año (1980) nace en el Táchira (San Cristóbal), el Taller Literario Zaranda, con una duración de quince años de actividad y con la publicación de un volumen por cada un año, hasta 1995; consagrándose en el grupo de más trayectoria y continuidad en la literatura nacional y regional, como queda demostrado con las breves reseñas realizadas a los diferentes grupos y talleres que trascendieron en la historia de la poética venezolana.
En cuanto a las letras de la región, nos debemos a dos grandes poetas, Premios Nacionales de Poesía, como lo son Manuel Felipe Rugeles y Juan Beroes. Y en lo que se refiere al desarrollo de una poética no exagero al afirmar que el Táchira es una zona de escape hacia lo contemplativo y lo nostálgico que viene, quizás, de los fantasmas que habitan nuestras montañas. La historia de nuestras letras tachirenses nos indica, a través de Rafael María Rosales, Ramón J. Velásquez, Pedro Pablo Paredes, de Antonio Arellano Moreno y más recientemente del Prof. Elí Caicedo Pinto, que el Táchira es una tierra prolífica en poesía y arte. No considero necesario ahondar en detalles en torno a grupos o poetas nacidos o formados en esta tierra de gracia, sin embargo es de suma importancia mencionar los más resaltantes (grupos y poetas) que trascendieron tanto por su obra como por su aporte a la literatura de la región. Grupos y revistas como Bloques, Helios, Antena, Mástil, Nautilus, La Junta Pro-Arte, Yunke, Signo, Ariel, Peña Literaria "Luis López Méndez", el grupo "Juan Maldonado", Peña Literaria "Manuel Felipe Rugeles", Peña "Andrés Eloy Blanco", Cueva Pictolírica, Grupo Literario "El Parnasillo" y el Taller Literario Zaranda, representan la actividad literaria desarrollada en el siglo XX, desde 1915, con Ramón Leonidas Torres, quien funda la revista "Bloques", y finaliza en 1995, con el poeta Antonio Mora, al frente del Taller Literario Zaranda. Estos grupos convocaron a un buen número de escritores, poetas y filósofos románticos, modernistas, positivistas y existencialistas, que sirvieron de motor para impulsar a las nuevas y actuales generaciones de artistas que buscan la dirección hacia el futuro del siglo venidero. Nombres como los de Luis López Méndez, Samuel Darío Maldonado, José Gil Fortoul, Samuel Darío Maldonado, Pedro María Morantes, Emilio Constantino Guerrero, Epifanio Mora, Horacio Castro, Salustio González Rincón, José Abel Montilla, Manuel Felipe Rugeles, Juan Beroes, Eleazar Silva, Raúl Soules Baldó, Rafael Angarita Arvelo, Vicente Elías Moncada, Humberto Tejera, Vicente Dávila, Francisco y Fernando Tamayo, José León Escalante, Saúl Moreno, Rogelio Yllarramendy, Alejandro Fuenmayor, Amenodoro Rangel Lamus, Carlos Rangel Lamus, Antonio Rómulo Costa, E. Loynaz Sucre, Pedro León Arellano, J. R. González Uzcátegui, Flor Niño, Amalia y Josefina Tamayo, Antonio Quintero García, Job Amado, Pedro Romero Garrido, Román Eduardo Sansón, Ciro Urdaneta Bravo, Juan Gugliemi, Leonardo Ruiz Pineda, Manuel Osorio Velasco, Augusto Cárdenas Becerra, Rafael Pinzón, José Domingo Colmenares Vivas, José D. Rico, Antonio Pérez Vivas, Miguel Moreno, Simón Becerra, Ytalo Ayestarán, Ramón Velásquez, Ramón J. Velásquez, Luis Felipe Ramón y Rivera, José Ignacio Olivares, Marco Antonio Rivera Useche, Luis Eduardo Montilla, José Clemente Laya, Rafael de Nogales Méndez, José Manuel Rodríguez Uribe, César Casas Medina, Francisco Luis Bernárdez, Horacio Cárdenas, José Antonio Escalona Escalona, César Casas Medina, Pedro Pablo Paredes, Antonio Silva Sucre, R. Armando Rojas, Gustavo A. Nieto R., Isabel Torres de Suárez, Aurelio Ferrero Tamayo, Régulo Burelli Rivas, Oscar Enríquez Chalbaud, Tulio Vivas, Fabricio Vivas, Tulio Hernández, Humberto Ocariz Espinel, Carlos Sánchez Espejo, Mardonio González, Gregorio Pérez Rojas, Pedro García López, Antonio Arellano Moreno, Camilo Balza Donati, Rafael María Rosales, Marco Ramírez Murzi, Dionisio Aymará, Anselmo Amado, Luis Anselmo Díaz, Mardonio González, Juanita Pulido, Rafael Guerrero, Rubén Darío Becerra, Mirian González, Agustín Guerrero Marciales, Clara Silva, Ramón Carrero Mora, Pedro José Soto Ortiz Juan Michelangelli, Luis Rafael Olivera, Elio Jerez Valero, Salvador Weg, María Luisa Alonso, Germán Pérez Chiriboga, María del Carmen Suárez, Eunice Escalona, Emiro Duque Sánchez, J. J. Villamizar Molina y uno de nuestros más grandes poetas de esta región como lo es Eduardo Zambrano Colmenares y tantos otros nombres que se me escapan de la memoria, sellan esa gran edad de oro de la idiosincrasia y pensamiento tachirense de todos los tiempos, cerrando así una página trascendental en la historia regional: el siglo andino, calificado así por eminentes estudiosos de la crítica literaria nacional.
La poesía de finales de siglo en el Táchira, a la que he de referirme se fundamenta en los quince volúmenes del Taller Literario Zaranda, publicado por la Red de Bibliotecas Públicas del Estado Táchira, con el apoyo del Consejo Nacional de cultura (CONAC), y en la selección de "Poesía Contemporánea Tachirense", de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (BATT) volumen 118. Que son, a mi manera de ver, las dos grandes fuentes de apoyo para la realización de un estudio crítico de la poesía de finales del siglo XX, en el Táchira.
No obstante, el volumen 118 de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses encierra en su contenido el sueño de muchos, pues, en este libro aparecen la mayoría de nuestros poetas, representantes de la generación del 80, según el historiador Ramón J. Velásquez (en el prólogo de esta edición) que no han alcanzado el prestigio ni la altura de los ya consagrados como lo son los poetas que integraron los grupos de las cortes anteriores al Taller Literario Zaranda.
Sin embargo, considero que la verdad poética, expuesta por los poetas de finales de siglo XX, alcanza un espacio en nuestra historia. Aunque temerosa ante la crítica, funge de registro social para desnudar el pensamiento de toda una comunidad. La palabra tiembla desde su nacimiento como poema y hay una especie de vergüenza existencial, en el poeta andino, que lo induce a cubrirse, a pasar inadvertido, a romper con ese pasado que se agazapa dentro de sí mismo, como un fantasma ancestral, para hacerle desviar de la realidad y consumirlo en una maraña de soledad y conflictos, donde la vida se convierte en ficción latente, en obsesión por lo onírico, en búsqueda de lo desconocido, en religión que rinde culto a lo inefable como también a lo oscuro, en sacerdocio al servicio de la belleza y a lo insondable del universo.
He leído con atención a cada uno de los poetas de finales del siglo XX, del Táchira y se me ocurre crear una especie de abstracción en virtud del mundo de ideas que parten de un objeto real hacia un objeto (o sujeto) intangible, con la única intención de acercarme al tema planteado por cada uno de ellos, de la manera más informal y particular, sin pretensiones académicas y con la disposición de hallar los referentes que nos pueda servir de base para cristalizar un panorama y un futuro diagnóstico de la poesía de finales de siglo XX, de manera accesible a los sentidos, que nos delega esta generación de los ochenta integrada por Freddy Araque, Milagros Arellano, Enrique Ferrer, Raquel Gómez Martín, Geisha Carola Méndez S, Angel Osmar Mora, Antonio Mora, Pablo Mora, Dévora Morales, Adolfo Segundo Medina, Orlando Ortiz Araque, Luis José Oropeza, Mateo Parra, Marisol Pérez Melgarejo, Leonor Peña, Etha de Ramírez, Ruth Rincón, Manuel Rojas, Ernesto Román Orozco, Elsa Marlene Sanguino, Diego Sarmiento, Luz Marina Sarmiento y Homero Vivas..
FREDDY ARAQUE
Nació en San Cristóbal el 16 de enero de 1957. Participa como colaborador de las páginas literarias del Diario La Nación, dirigidas por Pedro Pablo Paredes.
Ha realizado breves pasantías por el teatro y el cine. En la actualidad prepara una novela donde el motivo taurino sirve de pretexto de otros ámbitos literarios.
En su obra percibimos el sabor a vino, el reflejo de luces rojas: puertas oscurecidas por el humo de las tabernas, la gracia de una "piel guardamisterios" persistiendo hasta hacerse ambrosía animal, terrestre, estación de calma, luna agorera, voluntad para el reencuentro, estancia rodeada de flores, pájaros, frutas que sin temor Freddy Araque ha sabido vaciar en las primeras páginas de la recopilación de "Poesía Contemporánea Tachirense", publicada por la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (BATT, vol. 118):
Una guitarra, naufragio
de la última taberna,
mas esta gordísima luna que acompaña
festiva, nuestras sombras.
Con este cuarteto de versos comienza dicha producción que representa una muestra de la poesía de finales de siglo XX, realizada en el Táchira. Freddy Araque inaugura este documento lírico e histórico que se convierte en texto obligado de cualquier investigador de la poética regional, de la última generación de poetas que cierran un ciclo más de vida cultural; la llamada generación del 80, según Ramón J. Velásquez. Araque tiene el privilegio de abrirnos un palimpsesto de recónditas sensaciones urbanas: la ciudad, la vida nocturna, el sexo loco que se vende con lujuria en las avenidas, el vino que despierta pasiones y la noche como única sustancia que purifica el alma del poeta. De barba episcopal, con aspecto de aventurero, de quijotesco andar, Freddy Araque nació en San Cristóbal el 16 de enero de 1957. Participó como colaborador en las páginas literarias de Diario La Nación, dirigidas por Pedro Pablo Paredes. Ha realizado breves pasantías por el teatro, no obstante es a través de la poesía donde Freddy derrama a diario ese líquido de soledad y derroche de vivir, lo que vive cotidianamente cuando se esmera en encontrar el pan de cada día o el poema de todos los momentos. Esa peculiar fisonomía de filibustero, lo hace incluso más enigmático, pues desde el fondo de su ser debe partir, como en cualquier artista, esa rabia despiadada contra un sistema que no le ofrece mayores oportunidades. Desde allí, desde su íntimo secreto, nace también la madurez espiritual para enfrentar el mundo que le rodea. Y esa madurez, y esa actitud ante la adversidad se plasma en la palabra, en la imagen bien lograda, en el poema escrito con sencillez y sin embargo, con profundo conocimiento del leguaje convocado para exteriorizar su mensaje interior. Suelo encontrar a Freddy Araque en cualquier mesa de "La Boheme", del Centro Cívico de esta ciudad… Y en cualquiera de las circunstancias, suele entregarme lo último que quizás haya escrito, un momento antes de mi llegada. Así es la vida de este hacedor de fábulas, tan recurrentes como los versos de Li-Po. No se percibe en la poesía de Freddy Araque, un manifiesto social en donde la base de su discurso tenga alguna dirección definitiva; por el contrario su tema es variado, pero ante todo exalta esos detalles que a veces se nos escapa de nuestra atención y que son tan importantes como la vida misma; detalles como lo efímero, la plenitud de lo inédito: lo que pensamos cuando estamos solos, cuando "nada te dice/ nada te sorprende" y dejamos la botella vacía de vino en una piel guardamisterios … porque nos espera la realidad, el trabajo, el compromiso con la sociedad, con el amor o el compromiso con la voluntad de existir, de sobrevivir no importa cómo, lo importante es vivir y Freddy Araque es nuestro mejor ejemplo.
Una guitarra, naufragio
de la última taberna,
más esta gordísima luna que acompaña,
festiva, nuestras sombras.
No caben veleidades de ícaro
a deshora por este vecindario;
Pero es que a tal suerte de hurgar
hacia tu cielo…¿de verdad, quién escapa?
Tal vez la botella vacía de vino,
El mercado a domicilio de las flores
o los recurrentes versos de Li-Po,
Aquí, en este equinoccio de lo efímero.
………………………………………………………………………………………………
Si por estación propicia
de abrupto regresas mañana
con inédito goce de luz
fecundante de rocío
aún bajo sepiado de rescoldos…
Mi plenitud que es la tuya
¡Te convida!
………………………………………………………………………………………………
Macerada fruta
de la estación de la ambrosía
de tu piel guardamisterios
ojos habladores
De ti profundamente de ti
están hechos mis antojos
de pájaro saltarín entre las flores
Loco silbador loco
………………………………………………………………………………………………
Piel adentro o piel afuera
Si una extraña quietud
Como si ya la hubieses vivido antes
Nada te dice
Nada te sorprenda.
¡Heme aquí entre las flores!
Nada más entre las flores
de felicidad muerto.
………………………………………………………………………………………………
MILAGROS ARELLANO
Nació en San Cristóbal en 1969. Es miembro de la Asociación de Escritores del Estado Táchira.
NOCHE PAGANA DE AMOR Y EROTISMO
EN LA POETICA DE MILAGROS ARELLANO
Esta dulce mujer que encarna todo un mundo de emociones y conceptos en un terreno bastante delicado, como lo es el erotismo, juega con el balbuceo silencioso del ritual que antecede al amor; no al amor desnudo sino al verbo amar, abierto hacia la "noche pagana", hacia el deseo "a un cuarto de distancia" que permite el anuncio de un abrazo; la presencia del hombre y la mujer acechándose discretamente en la humedad de la tarde andina "contra las tropas severas del olvido". Pero ¿de qué manera, Milagros Arellano enfrenta estos aspectos de la vida sentimental de cualquier ser humano? La vida, que es una continua confrontación existencial sartreana y freudiana, nos obliga a crear mecanismos de defensa para sobrevivir. Nos obliga también a disfrazarnos, a hacer nuestro propio teatro, a reconocernos frente al espejo a través de otro rostro, de otra fisonomía, a mentir si es preciso, a evadir, a olvidar, a odiar, a huir, a desaparecer; entonces la verdad, nuestra verdad, se aleja por el primer camino de la desesperanza. Milagros Arellano nació en San Cristóbal en 1969. Es miembro de la Asociación de Escritores del Estado Táchira. Actualmente estudia Derecho en la Universidad Católica "Andrés Bello"; sin embargo desde su cátedra de sensibilidad enfrenta el destino con pasión, con dulzura, con amor ciego y delirante. Encuentro en sus poemas (Poema de Cal y Sed y Poema Errático) la angustia permanente que caracteriza a la mujer que debe, ante todo, ejercer el acto de "vivir" pese al poderío emancipador del "macho" andino, venezolano o latinoamericano. Una dosis de ironía quizás se deja entrever en el juego de imágenes consecuentes con la intención de la poeta:
Tú
sol sobre luna
mar en cárcel
de arena
Todo el verde
de tus ojos
luchando
con la noche pagana
que llevo en la cabeza Pero acércate
Este amor
será siempre
un golpe bajo
Caballos de guerra
Sal cayendo
en la maleza
Teatro cubierto
de cal y sed
Definitivamente la mujer latinoamericana está marcada por esta huella indeleble de la hombría, vista como posición per se de la sociedad que se ha nutrido de elementos de importación casera. La poeta acude al presupuesto de garantías comunicacionales. Ofrece, en la demanda y la oferta de motivaciones, todo un banco de símbolos a la disposición de cualquier artista de la letra y la palabra que le sirven de herramientas para comunicarse. Sus enunciados, aunque comunes, desnudan la intención. Pensemos: sol sobre luna: tú. Es decir: él. Partiendo desde el principio, la mujer, en ese convite de sentimientos, accede a reconocer la otra parte del escenario, desde una visión figurada o poética como si se tratara de un teatro cubierto de cal y sed donde debe buscar el olor, quebrantador de madrugadas, para resolver su propio acertijo. Sin proponérselo, quizás, Milagros Arellano, nos da una lección de educación familiar, de la pareja, de erotismo, de amor, de necesidad de amar, de acercarnos, de protegernos y de hallarnos en esta maraña de sinsentidos que nos ofrece el deseo y el sentimiento humano.
Telón sobre telón
y al final
el eco persistente
de tu partida
encallando
en las esquinas de la aldea.
………………………………………………………………………………………………
POEMA ERRÁTICO
Busca
el olor
quebrantador de madrugadas,
viajero nómada
de este cuerpo.
Búscalo,
y que un rito lento,
profano,
rito de aromas,
se disuelva
en tu mirada.
………………………………………………………………………………………………
JUEGO ANTERIOR
Una media sombra
me cubre
sobre un camino
de cobra
y arena
Un olor perdura
Es tu voz
en mi garganta
mientras
una luna
persiste en la noche
y un sonido
de palabras
me persigue
¿Encontraré tu rostro
cuajado de mar
cuando volteé?
Un estrecho
cercado de miradas
………………………………………………………………………………………………
Es el palmo
irónico
que nos separa
Detente sólo
a un cuarto de distancia
no cruces
que tu piel
libre
robe
el calor
de la tarde
………………………………………………………………………………………………
SALITRE
Todo un mar
verdiazul
manchó mis pies
en el extravío
de una última
madrugada huérfana
Una luna roja
se asentó en la arena
marcando la noche
Ccn tu nombre
ahora
este sudor
Sabrá a tu sal
Y tu rostro
irá entre los ropajes
envuelto en el calor
de mi piel nómada.
………………………………………………………………………………………………
Puedo quedar
en cualquier encrucijada
de este viejo mundo
Seré un cuerpo anónimo
a reconocer
guardado en los armarios
de una morgue
Pensarás que me he perdido
que otras rutas
se apropiaron de mis pasos
No habrá nada
que levante una sospecha
si no es esa palabra perdida
o el anuncio
pagado en el periódico
Terminaré
quizás como una sombra
sumergida en un rincón
de tu cabeza alborotada
………………………………………………………………………………………………
Luchando
como caballero alucinado
contra las tropas
severas
del olvido
………………………………………………………………………………………………
REENCUENTRO
Hoy
los helechos
me devuelven la mirada
y sobre los corredores
el recuerdo
de un adiós forzado
se resbala aún
en cada muro
Duele caminar las calles
El eco lanza tu nombre
Y las palabras que corrieron mudas
pasan ahora
lentas
perdiéndose
entre pasillos y puertas
desde entonces
La noche sonríe torpe
y amanece
como siempre
sin sobresaltos.
………………………………………………………………………………………………
SOLEDAD
Ahora
que la noche
está húmeda de rocío
y las nubes
se diluyen
en la piel
de las montañas,
Cómo siento
no haberte conocido
antes…
Cuánto diera
porque esa soledad
que fue tan mía
se hubiera poblado entonces
con tu nombre.
………………………………………………………………………………………………
ENRIQUE FERRER
Nació en San Cristóbal en 1963. Actualmente culmina estudios universitarios de idiomas en Santafé de Bogotá (Colombia) donde colabora en revistas y periódicos literarios. En noviembre de 1992 obtuvo Mención Especial en el concurso de narrativa de los VII Circuitos Culturales del Estado Táchira.
En la Casa de Asterión se percibe el mundo. Así lo concibe Borges: "La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho es el mundo". La Biblia nos presenta, en una parábola de Jesús, a la casa como el cuerpo humano que es "el templo o morada del Espíritu Santo"; de igual manera; análoga a la casa bíblica, Enrique Ferrer, poeta, nacido en San Cristóbal en 1963, pero formado en Bogotá, Colombia (recientemente obtuvo el título de Licdo. en Idiomas en la Universidad de Santafé, en Bogotá (Colombia), donde también colabora en revistas y periódicos literarios. En noviembre de 1992 se le otorgó una Mención Especial en el concurso de narrativa de la Dirección de Cultura y Bellas Artes de la Gobernación del Estado. Perteneció y apoyó al Taller Literario Zaranda (pese a la distancia). Es un poeta que pone al relieve la humana sensación que pueda producirnos el acto de observar en todos los rincones de la casa, la huella que marca sobre la memoria nuestras vivencias, lo que hemos vivido en nuestra corta existencia y lo que somos y seremos cuando la casa, desaparezca. Ferrer nos sumerge dentro de una casa esencialmente metafórica y creada por sus herramientas de trabajo intelectual:
Los ladrillos de mi casa
sólo existen
si cada día un niño juega
afuera en el parque
Es obvia la presencia de la infancia para simbolizar, paradójicamente, al hombre que se hace, o como ese hermoso título de un libro de poemas de Arturo Uslar Pietri: "El Hombre que voy Siendo". El ser "terminado", "acabado", "realizado", "hecho", puede ser una consecuencia del edificio mental que se construye a lo largo de la vida. La vida que voy "haciendo" a través de un sueño, producto de la albañilería o construcción en donde cada idea puede significar, en la casa de Ferrer, un simple ladrillo, que sostiene o tapa un hueco. La casa esta, donde dormimos, comemos, soñamos, donde somos felices o infelices, se refleja en este poema. Y allí también aparece la escuela, el parque, el río, la iglesia, el equipo de fútbol… en fin, con breves trazos regresamos a los años ya idos. Nos alejamos, nos habíamos alejado a pasos largos hacia otras formas de concebir la vida, de una niñez llena de emociones hacia una personalidad, apológicamente, sensata. Entonces:
Un día
un extraño invadió la casa
y pereció de frío.
No encontró ni muros,
ni puertas, ni ventanas,
sólo un espacio abierto, lento …
" Esa fue la casa construida sobre la arena y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina" (La Biblia, Los dos cimientos, Lc. 6. 46-49).
El espíritu sensible de Ferrer nos interna en un mundo solitario y silencioso, donde cobra vida lo inanimado: los objetos, la naturaleza (detenida o muerta), los cuerpos en la oscuridad, los gitanos frente al piano, cuyo fondo musical se esfuma en lo etéreo, en el fuego, en la distancia … todo aparece y desaparece de manera discreta, olvidada en ocasiones, como si se tratase de recuerdos ultrajados en la "huella" que deja la vida, o en la "Ceniza de Luna", su primer libro hasta ahora conocido, publicado en Santafé de Bogotá, en 1993.
Es posible que el final del poema "Huellas en mi casa" sea la mejor alegoría moralista que haya leído en verso. Conserva la belleza y retórica esperada por un lector avisado, mostrándonos la otra cara de la vida, las consecuencias del abuso desmesurado del ser humano por destruirse:
HUELLAS EN MI CASA
Los ladrillos de mi casa
sólo existen
si cada día un niño juega
afuera en el parque.
Las ventanas de mi casa
son un lugar
donde no fue posible
continuar el muro.
Un día
un extraño invadió la casa
y pereció de frío.
No encontró ni muros,
ni puertas, ni ventanas,
sólo un espacio abierto, lento.
Tomó mis riendas,
arrancó uno a uno
los ladrillos de mi cuerpo
y en el espacio de mi ausencia
construyó su casa:
pero las ventanas abiertas
no iban a otro lado
y las puertas
sólo conocían la salida,
Era una casa sin ojos,
Los gusanos nutrían la mesa,
Los pájaros antes de la huida
contaban el hambre con las manos
obligados, tras las rejas.
LUNA
Navega sola mi barca
junto a la luna sola.
Se agreden en el aguan
nuestras sombras nuevas.
Una antorcha, mi barca y yo
extraviados.
Se acabaron las orillas
y de azul y azul
rasgamos el espejo.
Ignoramos si el mar retorna
si nace con la noche
o tal vez
es otro cielo
donde mueren las estrellas.
RONDA
Iremos juntos a robar incienso
Vestiremos de ojos los templos
Negaremos nuestros nombres primeros
El fuego será nuestro primer ropaje.
Luego,
el olvido nos guiará de sombra en sombra
Nombraremos lo nuestro
Con nuestros labios los labios
Como un girasol sediento
desnudaremos el rostro ante el sol
y pronunciaremos el verdadero nombre del otro.
RAQUEL GÓMEZ MARTÍN
Nace el 30 de enero de 1970 en Puertollano, Ciudad Real, España. En diciembre del 90 gana el Concurso Binacional de Poesía, auspiciado por el Instituto Universitario de la Frontera (IUFRONT). Anteriormente se había adjudicado una mención honorífica en el Concurso de Poesía del Taller "Mucuglifo" de Mérida.
Desde hace muy poco tiempo conozco a Raquel Gómez Martin. Supe de ella, más por referencia que por la lectura de sus trabajos como poeta. Aunque R.G.M. no es oriunda de este Estado, pues nació el 30 de enero de 1970 en Puertollano, Ciudad Real, España, su poesía se acerca más a nuestra idiosincrasia andina que a la tierra o playas del Mediterráneo español. Sé, también, por algunos estudiantes del Instituto Universitario de la Frontera (IUFRONT), quienes me hablaban de una joven extraña, de vestimenta extraña, de risa extraña, de mirada extraña, y que además, escribía cosas extrañas, que, para sorpresa de estos jóvenes, esa muchacha extraña gana el Concurso Binacional de Poesía, auspiciado por dicha institución, en diciembre de 1990. También recibió una Mención Honorífica en el Concurso de Poesía del Taller "Mucuglifo" de Mérida. Su espíritu de poeta se patentiza, definitivamente, con estos méritos alcanzados y por la publicación de seis poemas en la revista "Logos" de la Sociedad Salón de Lectura-Ateneo del Táchira (1992), con los que se le conoce como una nueva voz de la poética joven de esta región. "Dia-Logos", periódico del Ateneo del Táchira, en su segundo número, le dedica la página de poesía, en donde aparece un poema que llama profundamente mi atención:
Dibujo con mi dedo
las palmas amarillas
de tus manos
los ojos de pez
que se escurren
en mi boca
cuando hacemos el amor
en uno de esos hoteles
a los que no regresamos nunca.
Llama mi atención este poema, porque encuentro en él, sobre todo en el orden de las ideas, esas cosas que nosotros, los entonces jóvenes de mi generación, jamás podríamos haber dicho y menos escrito. La escuela moral a la que pertenece la mayor parte de esta población, conservadora, recatada, antañona, pegaría un grito en el cielo ante tal situación. No obstante, la sociedad de la informática, de la nueva autopista de la comunicación, de la World Wide Web, de los multimedias, de las FM y de los multicanales por cable, nos enfrentan ante otro tipo de sociedad y a la que debemos comprender en la medida de las circunstancias. Pues bien, Raquel G. Martin nos ofrece una visión clara, actualizada, del mundo en el que nos movemos. El mundo de las "sustancias incomprensibles … en uno de esos hoteles a los que no regresamos nunca". Esa visión que nos ofrece el poema, se convierte en paradigma ante una posición asumida por la crítica que suma sus adeptos en función de los compromisos morales, políticos o religiosos que merodeen el escenario al cual están adscritos por devoción, por ética, o por hipocresía. Ese micro-chip que despertó esta reflexión, pertenece al buen mensaje y tratamiento de la estética por parte de la autora. Admiro su valentía, su condición poética para atreverse, su valor como diseño de un código de retórica que merece estar a la altura de las voces de avanzada en esta guerra de la comedia artística. Raquel Gómez Martin es una dama que danza sobre las dunas, en la cima, en un solsticio de verano vuelto en algún abril, repleto de muñecas y guitarras ocultas en la niebla, con el océano rugiendo en el fondo: "surgiendo de entre lo blanco… Corríamos por Londres/ indefensos/ Ocultos por la niebla/ como una rebelión/ de quejidos manchados/ por sustancias incomprensibles".
Ayer mis muñecas rodaron por el vidrio
-escarlata y oro-
Tus ojos lentamente
bajaron hasta mis manos
entonces te deseé más
como aquella tarde entre las dunas
cuando el sol abrasaba mis hombros.
………………………………………………………………………………………………
Desde esta cima
tan alta y hermosa
dos halcones repasan
el contorno de las nubes
como dos amantes
surgiendo de entre lo blanco
………………………………………………………………………………………………
Quédate esta noche
para no extrañarte
en el solsticio de verano.
Quédate
una semana de espuma
dentro de mis huesos.
No te vayas cuando todavía
puedo decirte que la tarde
ha caído bajo la sombra
de tus ojos.
………………………………………………………………………………………………
Corríamos por Londres.
indefensos.
Ocultos por la niebla
como una rebelión
de quejidos manchados
por sustancias incomprensibles.
Rápidos y fugaces.
Atemporales
al igual que las mañanas de amor
en casa de algún conocido amigo.
Luego el reposo del sol
y mis manos.
………………………………………………………………………………………………
En la heredad de los olvidos
un laúd me reclama
-evoca fábulas y besos-
(J.A. Mogollón)
Yo era un fauno entre las landas
cuando la tierra aún era joven
Tú, mi delfín de plata.
Bailábamos al amanecer,
Distraídos con fiebre.
Todo el tiempo no era suficiente.
Se estremecían las horas
y una luz nos rescataba
Luego surgías del océano
como un náufrago
y me besabas los pies con sal y arena.
………………………………………………………………………………………………
Me das ese aire de grandeza
que revienta las venas.
Golpea mi cabeza
con un martilleo puntual
a la hora en que debiéramos darnos
-una vez más-
por este mes milenario.
Me hallas entre los pliegues
y la frialdad de tu nombre
tan lejano
que corroe a destiempo
las vértebras
para derramarse en mi garganta
una espiral.
………………………………………………………………………………………………
GEISHA CAROLA MÉNDEZ S.
Nació en Puerto Cabello en 1957. Ha obtenido menciones especiales en certámenes de poesía. En 1989 conquistó el Primer Premio en el Concurso de los Circuitos Culturales de la Dirección de Cultura y Bellas Artes con su obra "Circus".
Censura y Silencio es un poema de Geisha Carola Méndez S. quien es una mujer amplia y sensible, pero más, incluso que mujer, es poeta. Es – a grosso modo- una viva representación del ensueño andino, venezolano y quizás latinoamericano de finales del siglo XX, y con mucho que dar en el futuro. Reparte sonrisas a granel, es despierta, vivaz, irónica y con una chispa de humor negro muy discreto. Desde que la conozco, percibo en ella esa sensación grata que nos ofrece la amistad, entonces, obviamente, tenemos alguna primicia que contarnos en cuanto a lo que escribimos o dejamos de escribir. Me divierten sus chistes, sus analogías, sus anécdotas, las notas suaves (o suavidad) como enjuicia, aprueba o desaprueba un trabajo literario. A lo mejor pueda describirla mejor a través de uno de sus poemas:
mi cuerpo divertido
pertenece a un cuerpo serio
Para Geisha, debe tener mucho sentido la sentencia "primum vivere deinde philosophare" del Leviatán de Tomás Hobbes, porque la vida consiste en vivir primero, y eso es lo que, precisamente, sentimos al leer "Censura" (Zaranda XIV, pág. 10):
Escucha la risa del pecho
la carcajada del vientre
y mira
por este camino ceñido
se llega a un lago de humor
En medio de este torbellino de sucesos inesperados, de odios y frustraciones, de incertidumbres, cuando la humanidad está compareciendo ante el tribunal de su propia desgracia, de la corrupción política, de la miseria y de la desconfianza en el porvenir, Geisha es como una portadora de buenos augurios, que nos invita a disfrutar de otro mundo, donde "la vergüenza tiene su fórmula". Subamos, pues, la cuesta, con ella, y conozcamos la otra cara de la vida, aunque, después de digerir el humor y la picardía sana, protestataria, optimista, nos encontremos con el "Silencio" de la mujer "y este desnudo inútil de mi vientre", fotografiado con sencillez en la magia del verbo hecho carne, piel, deseo, en ella, la dama de la espera en el claustro de un mundo de percepciones tormentosas. Censura y Silencio, nos muestra, a la par, la incongruencia del momento, la antítesis, los sinónimos y antónimos, el yin y el yang, el blanco y el negro, humor y tristeza, el bien y el mal, y todo lo que se opone en circuitos de dinamismo creativo, para definirnos la realidad humana en su más íntima apreciación. Esa marcada obsesión por los teléfonos (ya he leído varios poemas en donde estos protagonizan el escenario de comunicación), la presencia del erotismo, su erotismo particular, la soledad, la forma en que nos desenmascara cualquier elemento simple de cotidianidad, la manera con nos muestra su derrota o su gloria, su ansiedad "y no este eco contra la pared/ y este vacío sin alfombra" como una fuerza o mecanismo de defensa contra la vida (¿o contra muerte?). En realidad somos eso: un híbrido de arquetipos diferentes: alegría/tristeza, silencio/ruido, bondad/maldad, entre otros; sentimientos que vivimos a plenitud antes que detenernos a filosofar:
y cómo quisiera
en mi casa campanarios
tus ojos gritando
El argumento de sus poemas transmite menos dulzura y tal vez más realismo en su rol de fémina; desgarra sin consuelo su propia libertad y la nutre de valor, de rebeldía, de grito "porque es necesario gritar… mientras el incendio se apaga en un mordisco", pensará después de todo, al final de cada día.
TRASLACIÓN
Antes de hoy
en esta casa
cuando yo alzaba la voz
la palabra se iba contra los muebles
y quedaba detenidamente callada,
a veces se enredaba en las cortinas
o corría a ocultarse entre los libros.
Ahora
he tenido que saquear
esta casa
y sacarlo todo
en un reguero de cajas
confundidos los zapatos con los sueños.
Saqué cuchillos,
cuentas
y deseos.
Cierro por última vez la puerta
de esta casa
pero vuelvo a abrirla
porque es necesario gritar
y la voz se golpea contra las paredes
y regresa a darme en el rostro.
LIBERTAD
La perra sale
Tiene mucha luna en las pulgas
Se le abren rosas en las llagas
y la piel cae a pedazos en lluvia de alas
La perra ríe
Muestra las muelas del fondo
y alza hacia las estrellas
dos hoyos infinitos
Puede llover ahora
No importa
conocer el pantano
y sabe que en él florecen
a veces
gusarapos amarillos
Puede no volver a llover
nunca más
y entiende de polvo seco
y lo aspira sin desangrarse
sigue y sigue
y deja tirada su huella de girasoles
olfatea entre la hierba
y descubre unos zapatos
que conoce perfectamente
Se echa
los lame
mientras el incendio se apaga
de un mordisco.
ÁNGEL OSMAR MORA
Nació en San Cristóbal en 1952. Su poesía refleja un mundo muy personal. Realiza actividades de pintura y teatro.
ANGEL OSMAR MORA Y LA NOCHE COMO SIMBOLO DE LA RAZON PERDIDA EN LA INFINITUD DE SU REGRESO
Hablar de Ángel Osmar Mora, es hablar de la noche que defiende sus estrellas, ante la ferocidad de Dios por destruir el universo. La noche se hizo una sola estrella de recuerdos y Dios no supo qué hacer con su misión, entonces decidió acompañarlo en el camino. Le tendió una palabra, una sola palabra, y Ángel Osmar, la multiplicó en miles, en millares, en infinitos sueños que cruzan, dentro de su cabeza, las inmensas capas siderales del espacio, bajo un torrencial de lluvias marinas. Recuerdos, lo que fue, lo que pudo ser después de aquel maremoto eterno, lo que sería de la mano de una estrella mayor, lo que es en las manos del viento, ahora, bajo un cielo que le pertenece, en una calle que le corresponde por derecho, en una ciudad que está libre de alcabalas para transitarla. Para este joven caminante nació la libertad en donde no hay sino un solo código que abre el preámbulo del escenario poético: la noche.
Canta la noche canta
en recuerdo de la montaña azul
neblinada dejada de la gloria
manos danzantes como raíces de rosas
blancas
Sin embargo esa noche que canta también sufre. Advierto el silencio en contraste con la música aunado al tema del amor como sufrimiento humano y a la soledad como consecuencia nefasta de lo que pudo significar un abrazo arrancado del alma. Miedo a ser o no ser en esta incertidumbre en donde el amor es un conflicto que permite la libertad y ante todo el silencio: el silencio de la noche y la música de la guitarra donde se anuncia una tarde gris que no tiene regreso. La poética de A.O.M. no busca, después de estos elementos, ninguna otra razón para afirmar su condición de hombre sensible. No usa fórmulas, no se sujeta a estructuras, no se detiene en reflexiones académicas, no posterga las ideas, no se afana en depurar los registros almacenados en su cerebro, no busca glorias fortuitas, no le interesa mi opinión ni la de nadie, no propone para enfrentar, sólo hace una cosa: escribir. Tal vez, después de todo, regrese de la noche en la infinitud de su recuerdo. Su poesía refleja un mundo muy personal. Su trabajo es como la historia de un náufrago, cuya morada está en ninguna parte. Existe en la naturaleza de las cosas que no tienen principio ni fin y continúa existiendo en la noche oscura, anclado en la tormenta de su secreto, arrastrando su razón por un vendaval de hojas secas: Volvería a encontrarme en un lugar del sueño/ de hondo silencio… / ¿qué haría yo todas las barcas que se llevan mi inocencia?",
Canta la noche canta
En recuerdo de montaña azul
neblinada dejada de la gloria
Manos danzantes como raíces de rosas
blancas
Lanzas de estrellas que conmueven mi ser
¿Qué haría yo todas las barcas
que se llevan mi inocencia?
Un poco más allá del otoño
de la luna
de los árboles que existen
hay un halcón que vuela
que se abre en tres plumas de siete colores
¡olor!
El calor es temido por el sol rojo
Roja disminuida gota de sangre de rocío
Manos danzantes como raíces de rosas
Blancas.
SUFRIR CONTIGO
Silencio cuando estás
en el duelo de la distancia
que se abre en par de sueños.
Silencio de nuevo
que abre el duende que llena
el alba de mi vida: en sendero
inocente de golondrinas.
¿Qué haría yo
en la lejanía del alma
que se persigna en la tarde
Gris asoleada azul sin imágenes
Silencio en el fin
y al fin de nuestro murmullo:
que puede ver el encanto
de tu sueño.
………………………………………………………………………………………………
Silencio
que se va en aguas transparentes de una tarde gris
que atrae en el sentimiento de esa gota agónica en
mi ser desvanecido
que está en las hojas que se retuercen en las rocas
que atrae el viento en todos los otoños de la luna
Silencio
en las cuatro cinco nueve veces que he sentido
tu beso en la tarde de hoy
Silencio
en el turpial que abraza mi guitarra
baila silencio baila
ANTONIO MORA
Nació en Pregonero en 1947. Para el momento de la edición de Zaranda XV, colección que coordina desde 1979,Don Andrés Bello, Día del Escritor Venezolano, aniversario de la Biblioteca Pública Central, aniversario de la Biblioteca Estadal y aniversario del propio Taller Literario Zaranda), recibe de la Gobernación del Estado Táchira la orden "BOTÓN HONOR AL MÉRITO" en su primera clase, como reconocimiento a los méritos acumulados a favor de la cultura tachirense.
ANTONIO MORA Y EL CONTINENTE DE ACIREMA
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